CAPÍTULO VI

El domingo, Jennifer tenía más evidencia de que, si dependiera de un buen tratamiento, se recuperaría pronto. La Sra. Stow, siempre de buen humor, le trajo una taza de café y le preguntó si había dormido bien y si la rodilla estaba mejor.

Ella mintió acerca de la noche sin dormir diciendo que se sentía mejor. Muchas otras cosas la preocupaban, mucho más que daño.

Entonces, antes de los pensamientos que la perturban regresasen, la señora Kilbane, todavía vestida con una bata, vino a hacer más o menos las mismas preguntas.

Obligada a mentir de nuevo sobre la noche pasada en el claro, Jennifer sonrió, mostrando que no había razón para preocuparse.

– La hinchazón bajó y mi rodilla está mucho menos dolorida.

– Muy bien. No hay necesidad forzarla ahora, pero si se siente mejor después del desayuno, Ryden podría venir a buscarla para que se reuna con nosotros en la sala.

Jennifer estuvo de acuerdo, pero en cuanto la anfritiona salió, se puso de pie para poner a prueba la pierna. Se dio cuenta de que aún no era capaz de saltar obstáculos, sin embargo, hacía progresos.

Ya había ido a la cama otra vez, cuando el ama de llaves le llevó una bandeja con el desayuno.

– Voy a volver a ayudarla a vestirse – advirtió antes de salir, demostrando que estaba al tanto de los planes para después del desayuno.

– Creo que me puede arreglar sola – Jennifer le dio las gracias, pensando en algo que la molestaba: Ryden. Esperó hasta que la señora Stow salió, bebió una taza de café negro y se levantó.

Si bien tomara un baño se vestiría, preocupada por la reacción que tendría al encontrarlo. Aprensiva sobre el estado de descontrol que tenía cuando estaba en sus brazos, pensó que era mejor no dejar que llevase de nuevo. Esperó unos minutos para que la familia terminara el desayuno y se preparan para pasar la jornada en la sala.


No conseguía quitarse a Ryden de la cabeza. Se preguntaba sobre como había surgido aquel el amor por alguien que la hacía sufrir tanto.

Lo único que sabía era que a su lado sentía emociones que nunca había experimentado antes. De hecho, se dio cuenta de que se había enamorado desde el primer momento en que lo vio. Su subconsciente debía haber estado atento a lo que le sucedería a partir del momento en que se conocieron. Eso explica la extraña necesidad de oponerse a él, como si algún mecanismo de defensa estuviese siendo accionado. La cólera que la había invadido todas las veces que Ryden la había llevado en sus brazos era una prueba. Ciertamente, evitaba la sensación que esos brazos le proporcionaban.

El descubrimiento de los verdaderos sentimientos hacia Ryden la dejó frustrada. Sería más fácil sentir odio.

Se dirigió hacia las escaleras lo más rápido que pudo para disipar las preocupaciones. Estaba segura de que todos estaban allí, pero de repente oyó unos pasos detrás de ella. Inmediatamente sabía a quién pertenecían. Apenas podía contener su propia emoción, sin embargo, continuó como si nada hubiera sucedido. Ryden se acercó.

– Valiente, ¿eh? – Dijo en broma.

Jennifer no pudo evitar el impulso para enfrentarse a él, confirmando una vez más lo que sentía por este hombre: amor, mucho amor.

– Creo que es mi problema, ¿no? – Respondió secamente.

Su expresión se volvió dura. Jennifer volvió la cara para no ver el odio que se estampado en su mirada. Se dio cuenta de que ya no podía soportar la situación que se desarrollaba entre ellos y era necesario correr el riesgo de mencionar el nombre de Noel. Decir toda la verdad era la única oportunidad de poder acercarse a Ryden, para conquistarlo.

Llena de valor, buscando las palabras adecuadas y comenzó:

– Ryden… – En ese momento la Sra. Kilbane apareció al pie de la escalera, interrumpiéndola.

– ¡Dios mío! Espera, hijo!

– Hoy Jennifer proclamó su independencia, mamá. Bajará sola.

Jennifer había perdido la oportunidad de explicarlo todo, pero aún mantenía la decisión de hacerlo.

Ponderó el hecho de que aclarar el malentendido no iba a hacer que Ryden la amase, sin embargo, le mostraría que no había razón para tanto odio. Al llegar al último paso, estaba tan ocupada con estos pensamientos que no se molestó con el desafío de siempre:

– Bien hecho, Jennifer! Ahora todo el mundo sabe que eres una mujer de fibra.

– ¡Enhorabuena! – Acogió con beneplácito la Sra. Kilbane. – Pero eso es ya un esfuerzo suficiente por un día. Apóyate en mí, es más fácil llegar a la sala.

– Espera, mamá. Pensé en llevar a nuestra invitada a dar un paseo en coche.

Jennifer se animó, porque le daba la oportunidad que se esperaba. Sin embargo, la anfritiona no estaba de acuerdo y negó con la cabeza.

– Creo que no debe hacer eso, cariño. Jennifer no se quejo de nada porque es muy amable, pero creo que el viaje lleno de baches ayer fue suficiente, no querra repetirlo tan pronto. Por otra parte, me gustaría charlar con ella.

Jennifer interpretó la invitación a pasear como una forma de Ryden de evitar que se acercara a la familia. Aún así sentía perder la oportunidad de estar a solas con él. Poco después llegó a saber que esto no sucederá.

– En ese caso, llevaré sólo papá. – Dijo Ryden. La Sra. Kilbane la ayudó a ir a la sala de estar.

Un poco más tarde, el ama de llaves entró con el café e hizo una alusión a una mejoría del tiempo, mientras servía, y se fue.

Había pasado algún tiempo desde Ryden y su padre se habían ido, las dos hablaron sobre la música, cuando, al colocar la taza en la mesa, la señora Kilbane comentó sobre cómo la casa estaba llena con Ryden alrededor.

– Debe sentir mucho la falta de Ryden, ¿no? – Jennifer no pudo resistir la curiosidad de saber más sobre el hombre que amaba.

– Hace unos años, que tiene un apartamento en Londres y ya nos hemos acostumbrado. A pesar de que sólo comenzó a volver a casa los fines de semana, después de que su padre cayó enfermo.

– El apartamento es de Ryden? – Jennifer preguntó jadeando. Noel le había dado la impresión de que tenía una parte. Nunca habría usado la llave, si lo hubiera sabido.

– Lo que le pertenece a uno es del otro es también, gracias a Dios! Siempre fue así que después de que Noel nació. Ryden tenía once años cuando me quedé embarazada por segunda vez. Como hijo único hasta entonces, tenía miedo de que tuviera celos del nuevo bebé.

– Preocupación innecesaria creo.

– Totalmente querida… Noel nació el día de Noel y estoy segura de que era el mejor regalo que podría recibir Ryden. Gastaba todos sus ahorros con él. – Verónica llegó a decir cómo el hijo mayor cuidaba de su hermano y lo unidos que estaban.

– Ellos nunca se pelearon?

– Una breve discusión en un momento u otro, pero, siendo mucho mayor Ryden, nunca se agredían físicamente.

– Ryden es muy paternal en la forma como trata a Noel, ¿no?

– Mucho. Desde que tengo memoria, Noel siempre ha buscado su hermano cuando estaba en problemas… – El reloj sonó y la Sra. Kilbane se asustó: – ¡Dios mío! Es mediodía. Cómo pasa el tiempo! Será mejor que vaya a ver cómo la señora Stow está haciendo el almuerzo.

Entretenida por la conversación de la dueña de casa, Jennifer no tubo tiempo para pensar en la desesperación que le provocaba su amor por Ryden. Al verse sola, la ansiedad volvió.

De nuevo tenía el corazón apretado por ese dolor. Obligada a descansar, Jennifer necesitaba a alguien para distraerla, desviar sus pensamientos de esa pasión por el hombre que la ignoraba.

Él decidió que no se quedaría allí torturándose, no podía quedarse de brazos cruzados por mucho. Reunió las fuerzas, para actuar. Estaba dispuesta a ponerse de pie cuando escuchó que alguien se acercaba, pensó que era la señora Kilbane. Se relajó en el sofá, esperando que la puerta se abriera.

Sorpresa, vio a un muchacho rubio entrar. No fue el único en asustarse. Aturdido a reconocerla, Noel apenas podía hablar.

– ¿Qué estás haciendo? – Él sonrió, cerró la puerta y se acercó. – No me digas que te di la llave equivocada.

– Ojalá no me hubieras dejado ninguna.

El muchacho cambió su expresión cuando se dio cuenta el tono y notó que tenía una pierna vendada.

– ¿Qué te pasó, Jennifer?

Unos minutos más tarde, ella ya había puesto al tanto de todo, excepto del amor que sentía por su hermano.

– ¡Dios mío, qué desastre! Pero ¿por qué no decirle que no eras Gypsy?

– Lo he intentado varias veces, pero como te he dicho, se puso furioso, completamente fuera de sí.

Sí, ya sé cómo es. Cuando se pone en ese estado, nadie puede controlarlo. Pero luego cuando te lesionaste, te trató mejor?

– Más o menos, creo que se sentía culpable por el accidente. Cuando me trajo a casa, a medio camino dejé escapar que vivía sola y me trajo aquí. Bajo protesta, por supuesto.

– Si conozco bien a mi hermano, debe haberte tratado con la mayor frialdad. Máximo te ofrecería los alimentos.

Jennifer intentó no pensar en las pocas veces que le había ofrecido más que eso. Iba a decir a Noel que de vez en cuando, casi había llegado a tratarse como amigos, sin embargo, tenía miedo de que sus sentimientosse transparentasen.

– Creo que en su lugar, cualquiera hubiera sido odioso, Noel.

– Bueno, será por poco tiempo. Ahora mismo voy a contarle… – El muchacho se quedó en silencio y frunció el ceño.

Jennifer, que en ese momento le iba a decir que Ryden se había ido con su padre, le miró aprensiva.

– ¿Qué pasó? No pareces bien.

– Se me ocurrió que si Ryden fue tan agresivo contigo, pensando que era Gypsy, imagino lo que hará con ella, cuando la conozca?

– ¿Cómo es eso? Pero no terminaron?

– Terminamos. – Noel parecía nervioso. – Por lo menos yo estaba seguro cuando Ryden me llamó por teléfono, de lo contrario no habría mencionado los regalos caros que ella aceptó. Creo que exageré, le he dado una mala impresión de su carácter.

– No seas tan… Necesitabas desahogarte.

– Después de decirle a Ryden la forma cruel en que Gypsy me rechazó, le prometí que la olvidaría, vi que no sería fácil mantener mi palabra. Ayer, no pude resistir y la llamé.

Sólo entonces Jennifer se dio cuenta de lo mucho que Noel amaba a su novia, porque después de tanto sufrimiento seguía buscándola. Tomó nota de lo difícil que era olvidar un amor, aunque no fuese correspondido.

– Debías de estar desesperado, Noel… Asintió con una inclinación de cabeza.

– Temblaba como una hoja a la espera de que ella lo atendiese. Pensé que me contestaría con frialdad, pero al contrario, no podría haber sido más delicada.

– ¿Quiere decir que hicieron las paces?

– Esa es la cosa, todavía no. Si dependiera de Ryden, creo que nunca lo haremos. Accedió a verme mañana por la noche. Por lo tanto, no puedo descubrir que no eres Gypsy, ¿entiendes? Tengo que arreglar las cosas con ella primero.

– Pero no puede hacer nada para…

– Claro que puedes. ¿No lo ves? Si de la reunión, ira a buscarla, la tratará como a ti, Gypsy nunca más hablara conmigo.

– Ryden no lo haría…

– No estoy tan seguro… Sin embargo, no puedo correr el riesgo.

Jennifer creyó que Noel estaba exagerando un poco, parecía no ver la situación con claridad. Era fácil comprender su nerviosismo, tenía miedo de que algo saliera mal perdiendo la única oportunidad para volver con su novia. Intentado pensar, sabiendo por experiencia que en los asuntos del corazón, era casi imposible.

– Pero como Ryden va a saber acerca de la reunión, si no se lo dices?

– Ryden siempre lo sabe todo… Él sabe que cuando llego tarde estoy con alguna chica. Al ver que volví antes de tiempo, se va juntar dos más dos y deducir el resto.

– Pero no tiene idea de donde vive Gypsy.

– No, pero usted sabe el tipo de trabajo que hace. Podrá resolver hablar con las agencias a encontrarla. – Noel la miró con aire suplicante. – Necesito tiempo, Jennifer. Poco a poco, con una palabra aquí y otra allá, creo que puedo borrar la imagen codiciosa de Gypsy que le transmití a mi hermano.

Jennifer comenzó a perder la esperanza de tener una conversación franca con Ryden.

– Yo sé lo que mi hermano es capaz de hacer. No puedo permitir que ofenda mortalmente a Gypsy, tratando de comprarla. Seguro que le ofrece dinero para que me deje.

Noel empezó a sudar. Al ver el estado de su amigo, Jennifer acabo cediendo.

– Así que realmente quieres que te ayude?

– ¿Lo harías? ¿Dejarías todo como está hasta lo arreglara con Gypsys?

No consiguió pronunciar las palabras de consentimiento, de tan decepcionada que estaba, sin embargo, con un gesto de cabeza mostró a Noel que está de acuerdo.

– No será por mucho tiempo, te lo prometo. – Le tomó las manos en señal de gratitud. – Si puedes evitar que sospeche, hasta que yo sepa como están las cosas con Gypsy… – Al ver que ella parecía frustrada, se preocupó. – No estarás triste por no decir la Ryden quien eres en realidad? Es la primera vez que le miento, pero Gypsy es tan importante para mí que…

En ese momento se abrió la puerta. Ryden estaba allí, dirigiéndoles una mirada llena de odio al verlos con las manos tomadas. En seguida entro el Sr. Kilbane.

– Noel! – Saludó con satisfacción, contento de ver a su hijo más joven de nuevo. En el mismo instante, Noel se levantó para saludar a su padre. Jennifer, sin participar en la acción que se desarrolló, desvió los ojos para evitar la hostilidad que le transmitia Ryden. Le oyó entrar en la conversación, con la ira controlada debido a la presencia de su padre:

– Creía que las negociaciones con el Sr. Ducret comenzaría esta semana, Noel…

– La reunión estaba prevista para mañana, pero se enfermó, cayó enfermo con la gripe y hemos tenido que cancelarla. Dejé órdenes de que me llamen tan pronto como se recupere. Dado que son sólo unas pocas horas en avión, me decidí a pasar el fin de semana en casa. – Noel hizo una pausa y miró a Jennifer. – Si hubiera sabido que estaba aquí Gypsy, hubiera llegado antes.

Si Ryden iba ha hacer algún comentario, fracasó debido a la entrada de la madre, quien corrió a abrazar la Noel. El Sr. Kilbane se aproximó y se sentó al frente de Jennifer.

– Hicieron un buen paseo? – Le preguntó, amablemente.

– Tomar un poco de aire, siempre es bueno para la salud… El Sr. Kilbane respondió, sonriendo.

Luego, pasaron a comentar sobre las tonalidades de verde de las hojas que había en esa época del año y sobre la temperatura. Sin embargo, ni siquiera por un minuto, Jennifer dejó de sentir la mirada de Ryden. Incluso hablando con la madre no evitó que la vigilase.

Cuando anunciaron que el almuerzo estaba listo, fue Noel que vino a ayudarla a levantarse.

– Puedes dejar que yo sola me levante – le dio las gracias, mostrándole el bastón.

A lo largo de la comida, Ryden se comportó como un caballero, no le dirigió ni siquiera una palabra grosera, lo que demostraba que valora las ocasiones de la convivencia familiar.

Sin embargo, Jennifer no se engañaba con ese comportamiento cordial. Sabía muy bien que sólo se controlaba por consideración a sus padres.

Una vez terminado el almuerzo, descubrió que ella tenía razón. Ryden demostró que no se olvidaba de las cosas tan fácilmente. Sin embargo, para su alivio, parecía que esta vez era Noel quien se enfrentaba a su furia. Al levantarse, se volvió hacia su hermano.

– Si no tienes nada previsto para esta tarde, quisiera discutir algunos asuntos con contigo en la biblioteca.

– No debes trabajar los fines de semana, el hijo – le aconsejó el padre, y continuó hablando con Ryden.

La Sra. Kilbane sugirió a Jennifer que volvieran al sofá de la sala.

– Si no le importa, me gustaría subir a mi habitación.

– Por supuesto que no, querida. Descansa bien, así tal vez estés más dispuesta a hacernos compañía por la noche después de la cena.

Jennifer notó que Ryden ya había terminado la conversación con su padre y todo el mundo prestó atención a lo que la Sra. Kilbane decía. Cuando los anfitriones salieron, fue Noel quien de nuevo se ofreció a ayudarla.

– Voy a llevar a Jennifer a su habitación y luego me reuniré contigo en la biblioteca, ¿No, Ry?

– Me gustaría tratar de ir sola, si no te importa, Noel?

– Sin embargo, apenas se puedes caminar…

– Acaba de declarar su independencia. ¡Déjala que lo disfrute un poco – Ryden intervino.

Jennifer señaló que hay una zarpa en ese comentario. No esperó al siguiente y se centró en la tarea que se había propuesto.

La subida fue lenta y dolorosa, cuando se detuvo en la parte superior de la escalera para descansar, se dio cuenta de que Ryden y Noel se encontraban en el hall, observándola.

– ¡Viva la independencia! – Exclamó, levantando el brazo y mirando hacia ellos.

Noel sonrió y Ryden hizo un leve movimiento de los labios, repitiendo el comentario que había hecho la noche antes de que era valiente, pero sin duda poco inteligente.

Cuando finalmente llegó a la cama, pensó que valía la pena el sacrificio. Pero fue el tiempo justo para recuperarse del esfuerzo. Como era de esperar, Ryden llegó a dominar sus pensamientos.

Recordó lo que había dicho de que si su hermano no estuviese a salvo en Francia, no la traería a Broadhurst Hall. Recordó la expresión con que la miró al ver que Noel estaba justo ahí en frente, tomándose las manos con la que piensa que es Gypsy. Se le ocurrió que Ryden no lo dejaría pasar en blanco, y que sin duda guardaría algunas palabras duras para ella. Lamentó que debido a haber accedido a lo que Noel le había pedido, no tenía ninguna defensa más.

Pensó mejor en el asunto y llegó a la conclusión de que era casi imposible que Ryden correspondiera a su amor, no tenía nada que perder excepto la oportunidad de verlo disculparse por haberla juzgado mal.

Todavía recuerdo que Noel había dicho acerca de la rapidez con la que razonaba su hermano, Jennifer reflexionó que si él contara toda la verdad, Ryden podía pensar que había alguna intención oculta, finalmente, descubriría que lo amaba.

En este momento, Jennifer se dio cuenta de que no era sólo Noel quien no podía ver la situación con claridad. El amor por Ryden había disminuido su capacidad de razonar. Se estremeció sólo de pensar en la posibilidad de que pudiera descubrir que se había enamorado de él. Eso fue suficiente para llevarla a decidir que nunca revelaría su verdadera identidad.

Jennifer cerró los ojos, tratando de imaginar la escena que se produciría en el despacho. Posiblemente, Noel enfrentándose a muchas dificultades por mentirle a su hermano, debería estar pisando huevos para no exagerar, mientras que luchaba porque Ryden no descubriese la verdad.

La imagen de la señora Stow frente a la cama con una taza en la mano la llevó de vuelta a la realidad. Se dio cuenta de que debía haberse dormido.

– Pensé que le gustaría un poco de té. También traje algunos bocadillos, a pesar de que el Sr. Kilbane había afirmado que, al menos hasta las ocho de la tarde, nadie podría comer nada después de ese gran almuerzo.

– ¿Hoy vamos a cenar más tarde? – Se sorprendió Jennifer.

– Estamos volviendo a los antiguos tiempos. – El ama de llaves parecía más animada que de costumbre.

La Sra. Stow salió y Jennifer se tomó el té. Sin embargo, como el anfitrión había predicho, no pudo comer las galletas. Como faltaba mucho tiempo para las ocho y no tenía nada que hacer hasta entonces, estaba aburrida. No quería bajar y correr el riesgo de ser llamada a la biblioteca. Si dijese alguna cosa equivocada, podía complicar la situación. Por ahora, concluyó, su vida ya era lo suficientemente complicada. Se levantó y camino hacia el baño.

Su intención era enjuagarse la cara, pero la bañera le llamó la atención. Hacía tanto tiempo que no tomaba un baño de verdad que no se acordaba de como era. Decidió afrontar el reto. Sería una buena manera de matar el tiempo.

Poco después, se sumergió en el agua hasta la barbilla. El calor y el aroma de las sales de baño parecía sublimes, la hizo sentir en las nubes. Hasta el dolor de la rodilla había mejorado.

Aún saboreando cada segundo de deliciosa relajación, Jennifer no podía quitarse de la memoria a Ryden. Después de varios intentos, se rindió y decidió centrarse en la forma que le gustaría que se ofreciese llevarla a casa, tal vez esa misma tarde. Después de todo, razonaba, era sólo un pequeño trayecto a Stanton Verney… Puede ser que también le diera un paseo después de cenar. O tal vez, teniendo en cuenta que los dos hermanos tenían que ir a Londres a la mañana siguiente, la podrían dejar en el camino a casa. De repente las divagaciones se interrumpieron.

Claramente escuchó a alguien entrar en la habitación. Seguramente, la Sra. Stow venía a recoger la bandeja. Se tranquilizó.

Gran error… Comenzó a preocuparse cuando se dio cuenta que había dejado la puerta entreabierta y la persona se acercaba.

Se asustó aún más al reconocer los pasos. Ahora sabía que no era sólo su imaginación. Llegó a la conclusión de que Ryden, furioso de que ella y Noel se encontraban bajo el mismo techo, venía a pedirle cuentas.

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