RECADO A VICTORIA OCAMPO EN LA ARGENTINA

Victoria, la costa a que me trajiste,

tiene dulces los pastos y salobre el viento,

el mar Atlántico como crin de potros

y los ganados como el mar Atlántico.

Y tu casa, Victoria, tiene alhucemas,

y verídicos tiene hierro y maderas,

conversación, lealtad y muros.


Albañil, plomero, vidriero,

midieron sin compases, midieron mirándote,

midieron, midieron…

Y la casa, que es tu vaina,

medio es tu madre, medio tu hija…

Industria te hicieron de paz y sueño;

puertas dieron para tu antojo;

umbral tendieron a tus pies…


Yo no sé si es mejor fruta que pan

y es el vino mejor que la leche en tu mesa.

Tú decidiste ser "la terrestre",

y te sirve la Tierra de la mano a la mano,

con espiga y horno, cepa y lagar.


La casa y el jardín cruzan los niños;

ellos parten tus ojos yendo y viniendo;

sus siete nombres llenan tu boca,

los siete donaires sueltan tu risa

y te enredas con ellos en hierbas locas

o te caes con ellos pasando médanos.


Gracias por el sueño que me dio tu casa,

que fue de vellón de lana merino;

por cada copo de tu árbol de ceibo,

por la mañana en que oí las torcazas;

por tu ocurrencia de "fuente de pájaros" [32],

por tanto verde en mis ojos heridos,

y bocanada de sal en mi aliento:

por tu paciencia para poetas

de los cuarenta puntos cardinales…


Te quiero porque eres vasca

y eres terca y apuntas lejos,

a lo que viene y aún no llega;

y porque te pareces a bultos naturales:

a maíz que rebosa la América

– rebosa mano, rebosa boca-,

y a la Pampa que es de su viento

y al alma hija del Dios tremendo…


Te digo adiós y aquí te dejo,

como te hallé, sentada en dunas.

Te encargo tierras de la América,

¡a ti tan ceiba y tan flamenco,

y tan andina y tan fluvial

y tan cascada cegadora

y tan relámpago de la Pampa!


Guarda libre a tu Argentina

el viento, el cielo y las trojes;

libre la Cartilla, libre el rezo,

libre el canto, libre el llanto,

el pericón y la milonga,

libre el lazo y el galope

¡y el dolor y la dicha libres!

Por la Ley vieja de la Tierra;

por lo que es, por lo que ha sido,

por tu sangre y por la mía,

¡por Martín Fierro y el gran Cuyano [33]

y por Nuestro Señor Jesucristo!

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