Nota de la autora

En El corazón de una Bridgerton he sometido a dos personajes a más de la justa cuota de desgracias médicas. Fue complicada la investigación para describir las enfermedades de John y Michael; por un lado tenía que procurar que los síntomas de sus enfermedades concordaran con la realidad de sus respectivos procesos, y, por otro lado, que al mismo tiempo el relato sólo revelara lo que era conocido por la ciencia médica en la Inglaterra de 1824.

John murió a causa de la ruptura de un aneurisma cerebral. Se llama aneurisma a la dilatación de un sector de la pared de un vaso sanguíneo debido a una delgadez anormal de esta parte. El aneurisma cerebral es una debilidad congénita. Puede estar latente muchos años o hincharse rápidamente y romperse, produciendo una hemorragia cerebral, a la que sigue la pérdida del conocimiento, coma y muerte. El dolor de cabeza producido por la ruptura del aneurisma es repentino y fuerte, pero puede haberlo precedido un dolor persistente durante algún tiempo antes de la ruptura.

No se habría podido hacer nada para salvarlo; incluso hoy en día, aproximadamente la mitad de las rupturas de un aneurisma cerebral llevan a la muerte.

Durante el siglo XIX, la única manera de diagnosticar la ruptura de un aneurisma cerebral era la autopsia. Sin embargo, es muy improbable que a un conde le hubieran practicado una autopsia; por lo tanto, la muerte de John habría continuado siendo un misterio para las personas que lo amaban. Lo único que habría sabido Francesca era que su marido tenía dolor de cabeza, se fue a acostar para descansar un rato y se murió.

El momento decisivo para la diagnosis y el tratamiento de los aneurismas cerebrales llegó con el extendido uso de la angiografía en los años cincuenta del siglo XX. Esta técnica, que consiste en inyectar una substancia radiopaca (opaca a los rayos X) en los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro para obtener una radiografía de la anatomía vascular, la ideó Egas Moniz en Portugal en 1927. Una interesante nota histórica: Moniz ganó el Premio Nobel de Medicina en 1949, pero no por su pionero trabajo en el campo de la angiografía, que tantas vidas ha salvado; el honor se debió a su descubrimiento de la lobotomía frontal como tratamiento de enfermedades psiquiátricas.

En cuando a la malaria, es una enfermedad conocida desde muy antiguo. A lo largo de toda la historia escrita, se ha aludido a la observación de que la exposición al aire caliente y húmedo va asociado a fiebres periódicas, debilidad, anemia, insuficiencia renal, coma y muerte. El nombre de la enfermedad viene de la expresión italiana que significa «aire malo», y refleja la creencia de nuestros antepasados de que el culpable era el aire. En la novela, Michael alude al «aire pútrido» como a la causa de la enfermedad.

Actualmente sabemos que la malaria es una enfermedad parasitaria. El clima caluroso y húmedo no es de suyo la causa, pero el aire caliente y húmedo sí sirve de medio de cultivo del mosquito del género Anopheles, que es el causante de la infección. El mosquito Anopheles hembra, al picar, sin querer inyecta organismos microscópicos en el desafortunado huésped humano. Estos organismos son parásitos unicelulares del género Plasmodium. Hay cuatro especies de Plasmodium que pueden infectar a personas: P. falciparum, P. vivax, P. ovale y P. malariae. Una vez que están en el torrente sanguíneo, estos microorganismos llegan al hígado, donde se multiplican a una velocidad pasmosa; antes de que transcurra una semana, vuelven al torrente sanguíneo, donde infectan a los glóbulos rojos y se alimentan de la hemoglobina que transporta el oxígeno. Cada dos o tres días, mediante un proceso sincronizado que aún no está bien entendido, las crías de estos parásitos salen de los glóbulos rojos y producen fiebres elevadas y violentos tiritones. En el caso de la malaria por P. falciparum, los glóbulos infectados se ponen pegajosos y se aglomeran dentro de los vasos sanguíneos de los riñones y del cerebro, produciendo insuficiencia renal y coma, y la muerte si se retrasa el tratamiento.

Michael tuvo suerte. Aunque él no lo sabía, sufría de malaria por P. vivax, que puede continuar en el hígado de los pacientes durante decenios pero rara vez mata a sus víctimas. Pero el agotamiento y las fiebres causadas por la malaria por P. vivax son fuertes.

Al final de la novela, tanto Michael como Francesca temen que una mayor frecuencia en los ataques podría indicar que él estaba perdiendo la batalla contra la enfermedad. En realidad, al ser malaria por P. vivax, la frecuencia no habría importado. Los episodios de fiebres malarias por P. vivax vienen más o menos sin ton ni son (a no ser que el/la paciente sufra de inmunosupresión, como en los casos de cáncer, embarazo o sida). En realidad, hay pacientes que en algún momento dejan de sufrir las fiebres del todo y continúan sanos el resto de su vida. Me gusta pensar que Michael tuvo la suerte de ser uno de estos pacientes, pero aún en el caso de que no lo fuera, no hay ningún motivo para pensar que no vivió una vida larga y plena. Además, puesto que la malaria es una enfermedad que está en la sangre, no podía transmitirla a sus familiares.

La causa de la malaria sólo se comprendió pasadas varias décadas del año en que ocurre esta novela, pero los principios fundamentales del tratamiento ya se conocían: se podía lograr la cura consumiendo la corteza (quina) del árbol tropical llamado quino. Normalmente se mezclaba con agua (agua de quinina). La quinina entró en el mercado en Francia en 1920, pero su uso ya estaba bastante extendido antes de ese año.

En el mundo desarrollado prácticamente se ha erradicado la malaria, debido en gran parte al trabajo en controlar los mosquitos. Sin embargo, sigue siendo la causa principal de muerte y discapacidad entre las personas que viven en el tercer mundo. Cada año mueren entre uno y tres millones de personas de malaria por P. falciparum; esto significa un promedio de una muerte cada treinta segundos. La mayoría de los muertos son de África subsahariana, y principalmente niños menores de cinco años.

Una parte de los beneficios de esta novela se donarán para la investigación de remedios para esta enfermedad.

Sinceramente

Julia Quinn

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