CARTA V. EL CARRO.

Vi un Carro tirado por dos esfinges, una blanca, la otra negra. Cuatro pilares sostenían un pabellón azul, en el cual había estrellas de cinco puntas dispersas. El Conquistador revestido en armadura de acero, parado bajo este pabellón guiaba las esfinges. Llevaba un cetro, en el extremo del cual había un globo, un triángulo y un cuadrado. Un pentagrama dorado chispeaba en su corona. En el frente del carro estaba representada una esfera alada y debajo de eso el símbolo del místico lingam, significando la unión de dos principios.

"Todo en este cuadro tiene un significado. Mire e intente de entender ", dijo la voz.

"Esta es la Voluntad armada con el Conocimiento. Vemos aquí, sin embargo, el deseo de lograr, más que el logro en sí mismo. El hombre en el carro se piensa él mismo un conquistador antes que haya realmente conquistado, y cree que la victoria debe llegar al conquistador. Hay posibilidades verdaderas en este hermoso concepto, pero también muchas falsas. Fuegos ilusorios y los numerosos peligros se ocultan aquí.

Él controla las esfinges por la energía de una palabra mágica, pero la tensión de su voluntad puede fallar y entonces la palabra mágica perderá su poder y puede ser devorado por las esfinges.

Éste es de hecho el Conquistador, pero solamente por el momento; aún no ha conquistado el Tiempo, y el momento del éxito es desconocido para él…

Éste es el Conquistador, no por amor, sino por el fuego y la espada, – un conquistador contra quien lo conquistado puede presentarse. ¿Usted ve detrás de él las torres de la ciudad conquistada? Quizás la llama de la sublevación ya se quema allí.

Y él es inconsciente que la ciudad venció por medio del fuego y la espada es la ciudad dentro de su propia consciencia, de que el carro mágico está en sí mismo y que las esfinges sedientas de sangre, también un estado de consciencia dentro él, le miran en cada movimiento. Él ha exteriorizado todas esas fases de su menta y las ve sólo fuera de sí mismo. Éste es su error fundamental. Ingresó al patio externo del Templo del Conocimiento, pero piensa que ha estado en el Templo mismo. Miró los rituales de las primeras pruebas como la iniciación, y confundió como la diosa, a la sacerdotisa que guardaba umbral. Debido a esta idea falsa los grandes peligros le aguardan.

Sin embargo, puede ser que incluso en sus errores y peligros la Gran Concepción permanece oculta. Él intenta saber y, quizás, en orden a captar, los errores, peligros e incluso las faltas son necesarias.

Entienda que éste es el mismo hombre que usted vio uniendo el Cielo y la Tierra, y otra vez caminando a través de un desierto caliente hacia un precipicio.

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