James Ellroy
Jazz blanco

A Helen Knode

A la larga poseo el lugar en que he nacido

y estoy poseído por su lenguaje.

Ross MacDonald



Lo único que tengo es la voluntad de recordar. Tiempo cancelado/sueños febriles: despierto inquieto, temeroso de olvidar. Los retratos mantienen joven a la mujer.

Los Angeles, otoño de 1958.

Hojas de periódico: una los puntos. Nombres, hechos: tan brutales que suplican ser relacionados. Pasan los años; la historia sigue dispersa. Los nombres están muertos o son demasiado culpables para contar nada.

Estoy viejo y temo olvidar.

Maté hombres inocentes.

Traicioné juramentos sagrados.

Saqué provecho del horror.

Fiebre. En esa ocasión, ardiente. Quiero ir con la música: girar, caer con ella.


L.A. Herald-Express, 17/10/58:


AVANZA LA INVESTIGACIÓN SOBRE EL BOXEO;

LOS TESTIGOS DECLARARÁN ANTE EL GRAN

JURADO FEDERAL


Un portavoz de la Fiscalía de Los Angeles anunció ayer que los agentes federales están investigando los círculos pugilísticos de Southland «infiltrados por el hampa», para obtener autos de acusación por parte del Gran Jurado.

El fiscal Welles Noonan, ex consejero del Comité McClellan sobre el fraude organizado, declaró que los investigadores del departamento de Justicia interrogarán próximamente al pintoresco Mickey Cohen, «miembro destacado del hampa de Los Angeles», respecto a ciertas informaciones suministradas por comunicantes anónimos. Se rumorea que Cohen, quien salió de la cárcel hace trece meses, ha propuesto infracciones de contrato a diversos pugilistas locales. En la actualidad, están siendo interrogados Reuben Ruiz, boxeador del peso gallo y atracción habitual del Olympic Auditorium, y Sanderline Johnson, ex peso mosca que trabaja actualmente como croupier en un garito de póquer de Gardena. Una nota de prensa del departamento de Justicia afirma que Ruiz y Johnson son «testigos favorables». En un aparte privado con el reportero del Herald, John Eisler, el fiscal Noonan declaró: «La investigación se encuentra aún en pañales, pero tenemos grandes esperanzas de que resulte fructífera. El fraude en el boxeo no es más que eso: fraude organizado. Sus tentáculos cancerosos están relacionados con otras ramas del crimen organizado y si, gracias a esta investigación, conseguimos que el Gran Jurado federal dicte autos de acusación, tal vez se aprecie la conveniencia de una investigación general sobre la delincuencia en el sur de California. El testigo Johnson ha asegurado a mis investigadores que los amaños en el ring no son la única información incriminatoria de la que tiene conocimiento, así que tal vez podamos partir de ahí. Sin embargo, de momento, todo nuestro esfuerzo se centra en el boxeo.»


Insinuaciones de oportunismo político


La noticia de la investigación sobre el mundo del cuadrilátero ha sido recibida con cierto escepticismo. «Lo creeré cuando el Gran Jurado haya librado los autos de acusación, -ha declarado William F. Degnan, ex agente del FBI y actualmente jubilado en Santa Mónica-. Contar con dos testigos no significa que la investigación vaya a tener éxito. Además, desconfío de todo lo que aparece en la prensa; este asunto huele a búsqueda de publicidad.»

La opinión del señor Degnan es compartida por una fuente de la Fiscalía de Distrito de Los Angeles. Interrogado sobre la investigación, un fiscal que desea permanecer en el anonimato afirmó: «Esto es pura y simple política. Noonan es amigo de John Kennedy (senador por Massachusetts y posible futuro presidente), y he oído que va a presentarse para Fiscal General de California en 1960. Esta investigación tiene que servirle de carburante para esa carrera, pues es probable que el candidato republicano para el cargo sea Bob Gallaudet (responsable interino de la Fiscalía de Distrito de Los Ángeles, para la cual se espera que resulte elegido dentro de diez días para un periodo completo). En efecto, una investigación federal es un reconocimiento implícito de que la policía y los fiscales locales no son capaces de controlar la delincuencia en su jurisdicción. Yo calificaría este asunto de Noonan y su Gran Jurado de maniobra de oportunismo político.»

El fiscal Noonan, de 40 años, rehusó hacer comentarios sobre estas declaraciones, pero un aliado inesperado le ha defendido con cierto vigor. Morton Diskant, abogado de las libertades civiles y candidato demócrata a la Concejalía del Distrito Quinto, ha declarado a este redactor: «Desconfío de la capacidad del departamento de Policía de Los Angeles para mantener el orden sin infringir los derechos civiles de los ciudadanos. Por las mismas razones, desconfío de la Fiscalía de Distrito de Los Angeles. Y desconfío especialmente de Robert Gallaudet, sobre todo por su apoyo a mi oponente, Thomas Bethune (concejal por el Distrito Quinto, republicano). La actitud de Gallaudet en el tema de Chavez Ravine es inmoral. Se propone expulsar de sus casas a los latinoamericanos pobres para hacer sitio a un nuevo estadio para los Dodgers, una frivolidad que considero criminal. Welles Noonan, en cambio, ha demostrado ser un decidido defensor de la ley y un amigo de los derechos civiles. El boxeo es una actividad sucia que convierte a seres humanos en vegetales ambulantes. Aplaudo a Noonan por haber tomado la iniciativa de combatirlo.»


Testigos bajo custodia


El fiscal Noonan ha respondido a la declaración de Diskant: «Aprecio su apoyo, pero no deseo comentarios políticos partidistas que difuminen el tema. Y el tema es el boxeo y el mejor modo de cortar sus relaciones con el crimen organizado. La Fiscalía no pretende suplantar la autoridad del departamento de Policía de Los Ángeles, ridiculizarla o debilitarla.»

Mientras tanto, la investigación continúa. Los testigos, Ruiz y Johnson, se encuentran bajo custodia en un céntrico hotel, protegidos por agentes federales con quienes colaboran el teniente David Klein y el sargento George Stemmons, Jr., del departamento de Policía de Los Angeles.


«Cabalgata de Hollywood», sección de la revista Hush-Hush [1], 28/10/58:


El misántropo Mickey se reforma, pierde comba y cae en picado desde la libertad condicional


Enteraos, amantes del jazz: Meyer Harris Cohen, el maravilloso, benévolo, malévolo Mickster, lleva fuera de la custodia federal desde septiembre del año pasado, tras cumplir una sentencia de tres a cinco años por evasión de impuestos; su heterogénea banda se disgregó y la vida del antiguo jefe ha sido desde entonces una continua serie de patinazos a lo largo de la ciudad de Los Ángeles Caídos, la ciudad que un día él dominó a base de balas, sobornos y fingida afabilidad. Enteraos bien, queridos, y oled la goma quemada de esos patinazos: confidencialmente, en total secreto y muy Hush-Hush.

Abril de 1958: Johnny Stompanato, antiguo secuaz de Cohen, es apuñalado por la hija de Lana Turner, una catorceañera precoz que debería haber estado probándose vestidos para el baile de fin de curso en lugar de acechar la puerta de la alcoba de su madre con un cuchillo en la mano. Una lástima, Mickster: Johnny fue tu principal guardaespaldas entre 1949 y 1951, más o menos, y tal vez podría haberte ayudado a frenar tu declive en barrena tras el paso por la cárcel. ¡Ay, muchacho!, está claro que no deberías haber vendido las sensacionales y escandalosas cartas de amor de Lana a Johnny (se dice que allanaste el nido de amor de tu «percusionista» en Benedict Canyon mientras Johnny aún estaba en la ambulancia camino de la ciudad).

Más noticias de Mickster en centelleante exclusiva:

Bajo la atenta mirada del oficial encargado de vigilar su libertad condicional, Mickey ha hecho varios intentos de enderezarse y sentar cabeza. Primero adquirió una heladería, que no tardó en convertirse en centro de reunión de delincuentes, pero tuvo que cerrar el negocio cuando los padres dejaron de llevar a sus hijos al local. Luego, financió su propia actuación en un club nocturno, un número sonámbulo en el club Largo. Ciudad de los Bostezos: chistes malos sobre Ike y su dominio del golf, bromas acerca de Lana T. y Johnny S. con insistentes referencias a «Oscar», el apéndice del matón del tamaño de la estatuilla de la Academia. Y luego -ciudad de la Desesperación-, ¡¡¡Mickster abrazando a Jesucristo durante la Cruzada de Billy Graham en el Coliseum de Los Ángeles!!! ¡El jeta de Mickey renunciando a su herencia judía como maniobra de relaciones públicas! ¡Qué vergüenza, Mickey, qué vergüenza!

Y, ahora, la trama se ensombrece.

Asunto:

Agentes federales se disponen a regañar a Mickey por la violación de contrato de varios boxeadores locales.

Asunto:

Cuatro de los muchachos de la banda -Carmine Ramandelli, Nathan Palevsky, Morris Jahelka y Antoine «el Pez» Guerif- han desaparecido misteriosamente, se supone que raptados por persona o personas desconocidas, pero Mickey, normalmente tan locuaz, mantiene la boca cerrada al respecto (cosa muy extraña, queridos).

Llegan rumores de los bajos fondos: dos pistoleros supervivientes de la banda de Cohen (Chick Vecchio y su hermano Salvatore, «Touch», un actor fracasado de quien se dice que es muy mariposón) proyectan organizar sus actividades sin el control de Mickey. Hay que volver a empezar desde abajo, Mickster: hemos oído que tu única fuente de ingresos son las máquinas expendedoras del Southside -cigarrillos, gomas, fotos porno- y las tragaperras instaladas en las trastiendas llenas de humo de los clubes de jazz de los barrios bajos. De nuevo, qué vergüenza, Mickey. ¡Explotar a los negros! ¡Tener que ir recogiendo monedas, tú que un día dirigiste el fraude organizado en Los Ángeles con una energía y una violencia sobrecogedoras!

¿Os hacéis una idea, gatitos y gatitas? Mickey Cohen está en la ciudad y necesita pasta, guita, el viejo parné. Lo cual explica nuestra próxima confidencia, un rumor de lo más fenomenal que revelamos aquí en absoluta y frenética primicia.

Ahí va:

¡Ahora, Meyer Harris Cohen se ha metido en el negocio del cine!

Aproximación a C.B. DeMille: el fabuloso, benévolo, malévolo Mickster financia actualmente, bajo mano, una película de horror de bajo presupuesto que se rueda estos días en Griffith Park. Mickey ha ahorrado las monedas extraídas a los negros y ahora es socio de Variety International Pictures en la producción de El ataque del vampiro atómico. ¡Es sensacional, es antisindical, es un fiasco de proporciones épicas!

Más novedades:

Siempre tacaño y pendiente de reducir gastos, Mickey ha colocado en un papel fundamental de la película a «Touch» Vecchio, el guapito de la acera de enfrente… Y ahora el tal Vecchio está colado, coladísimo, por el astro de la producción, Rock Rockwell, ese seductor blandengue. Juergas «homo» fuera de cámara! ¡La primera noticia os la hemos dado aquí!

Ultimo cotilleo:

Entra en escena Howard Hughes, el magnate «míster aviones y máquinas herramienta», acosador lascivo de bellezas de Hollywood. Antiguo dueño de los estudios R.K.O., en la actualidad es un productor independiente conocido por tener a un montón de chicas extraordinariamente bien «dotadas» bajo «contratos de servicios personales», léase pequeños papeles a cambio de frecuentes visitas nocturnas. Un rumor: hemos oído que la protagonista de la película de Mickey mandó al magnate sobatetas a tomar viento de sus propias hélices. Por lo visto, rompió uno de esos contratos de Hughes y acabó sirviendo comidas por las ventanillas de los coches hasta que Mickey se materializó en el autorrestaurante Scrivner's muriéndose por un chocolate malteado.

¿Te ha impresionado la chica, Mickster?

Y a ti, Howard, ¿te ha dejado roto el corazón?

«La cabalgata de Hollywood» cambia ahora de tema con una carta abierta al LAPD, Departamento de Policía de Los Angeles:

Querido LAPD:

Recientemente, tres indigentes alcohólicos han sido encontrados en casas abandonadas de la zona de Hollywood, estrangulados y mutilados. Muy confidencial (como siempre en Hush-Hush): hemos oído que el asesino, aún en libertad, les rajó la tráquea después de matarlos, empleando una fuerza extraordinaria. La prensa ha prestado escasa atención a estas muertes atroces; sólo el sensacionalista L. A. Mirror parece preocupado de que tres ciudadanos de Los Angeles hayan tenido un final tan desagradable y asqueroso. La sección de Homicidios del LAPD no ha recibido orden de investigar y sólo se ocupan del caso dos detectives de la sección de Hollywood. Jazzeros y jazzeras míos, es el pedigrí de las víctimas lo que determina la intensidad de la investigación. Y si tres ciudadanos de poca monta han sido estrangulados por un psicópata rompecuellos, el jefe de Detectives del LAPD, Edmund J. Exley, no va a perder el tiempo organizando una investigación a gran escala. A menudo es preciso dar con un nombre pegadizo para que el público tome conciencia de algún oscuro asunto criminal y exija justicia. Por ello, Hush-Hush bautiza aquí a ese asesino anónimo «el Diablo de la Botella», y eleva su exigencia al LAPD para que le encuentre y le consiga una cita en firme con la sala verde de San Quintín. Allí cocinan con gas y este asesino merece una cocina de cuatro quemadores.

Estad atentos a futuras novedades sobre el Diablo de la Botella y recordad que la primera noticia que tuvisteis acerca del asunto la leísteis aquí: confidencialmente, en total secreto y muy Hush-Hush.

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