CAPÍTULO 10

La cabeza de Rebeca golpeó atrás contra el tronco del árbol ante la sensación de la caliente, húmeda lengua de Logan, directamente sobre su coño. Un gemido se le escapó. Trató de levantar las caderas, pero las restricciones estaban muy apretadas, y se estremeció interiormente por ese conocimiento. Abierta para que él la usara.

Mientras la lamía, cada toque de su lengua la empujaba de nuevo dentro de la necesidad hasta que sus piernas temblaban incontrolablemente. Oh Dios, por favor, un poquito más. No te detengas. Su lengua le tomaba el pelo, aumentando la intensidad del calor.

Su cuerpo se apretó cuando su clímax se acercaba, y sus caderas se impulsaron en la medida de lo que la correa lo permitió.

Se detuvo de nuevo.

No. Su clítoris se sentía tan apretado e hinchado que palpitaba con cada latido de su pulso. Y ella no pudo reprimir un gemido. -Por favoooor.

Él no respondió.

Ella inclinó la cabeza para mirar hacia abajo a él.

Estaba sentado entre sus piernas, el sol brillaba en sus hombros bronceados. Cuando él encontró su mirada, las esquinas de sus ojos se arrugaron. Puso una mano callosa sobre su muslo y apretó.

La sensación disparó directo a su clítoris, haciéndolo peor. Todo lo que él hacía lo empeoraba, pero deliberadamente no la dejaba correrse. ¡Maldito sea! Dejó caer su cabeza hacia atrás sobre el árbol. Tiró de sus restricciones, queriendo liberarse para alejarse de él. -No quiero jugar a este juego ya más…

Algo hacía círculos sobre su apertura, luego se sumergió en ella, rápido y fuerte. Su dedo.

Sus nervios interiores se despertaron como una corriente eléctrica. -¡Aaah! -Su voz alta la sobresaltó, y apretó los labios. Exterior. Sin ruidos.

Él puso su boca en ella, lamiendo sin piedad a un lado de su clítoris. Cuando levantó su lengua, su largo dedo empujó adentro y afuera de la vagina, rozando sus labios menores. Otra lamida justo en el borde, otro deslizamiento de un dedo a través de sus tejidos inflamados.

No era suficiente. Nunca era suficiente, y sin embargo, era demasiado como para dejar que su excitación muera. Su dedo y lengua trabajaron sobre ella hasta que se estremeció en el precipicio. Cada exquisitamente calculado toque rasgueaba a través de su cuerpo, construyendo sensación tras sensación hasta que ella no podía pensar, sólo podía temblar y hacer un gran esfuerzo por lo que parecía una eternidad. Por ese final…

Su boca descendió sobre ella, presionando su clítoris entre los labios firmes, su lengua arremolinando en la parte superior, mientras empujaba dos dedos dentro de ella.

Una explosión de puro placer se estrelló a través de ella, y el cielo azul parecía dividirse en brillantes piezas blancas. Sus caderas se resistían inútilmente contra la correa cuando ola tras ola de éxtasis ondulaba desde su centro hacia afuera.

Cuando él levantó la cabeza y quitó los dedos de su interior, sus músculos se quedaron inmóviles, como si un globo hubiera sido reventado. Podía oír altos alaridos haciendo eco por la montaña. Oh Dios. ¿Ella había…?

Antes de que los ecos se hubieran apagado del todo, Logan se inclinó hacia delante, sus labios se cerraron sobre su clítoris. Y esta vez chupó suavemente y metió dos dedos en ella.

Todo dentro de ella se encogió y luego explotó de nuevo. Dejó escapar un largo gemido mientras su interior tenía espasmos alrededor del movimiento de sus dedos, mientras las sensaciones rebotaban a través de ella con cada apretón de sus labios.

Él lo prolongó hasta que ella estaba demasiado cansada incluso para gemir.

Levantándose, se apoyó contra ella, haciéndola un sándwich entre su cuerpo y el tronco del árbol. Confortándola con su cercanía.

Ella suspiró y parpadeó. -Nunca he… Esto… Asombroso… -Su voz no sonaba normal, demasiado enronquecida. Su garganta se sentía en carne viva.

Apoyó los brazos sobre los suyos levantados y tomó su boca, silenciándola. Sus labios probaban los de ella mientras la besaba, lentamente, con ternura.

La gratitud llenó a Rebeca por su dulzura. A pesar del letargo de su cuerpo, sus sentimientos giraban como una tormenta en su interior. Su mundo había cambiado en los últimos dos días e incluso aún más en este momento. ¿En quién se había convertido? Pero cuando él la besaba, ella sabía que era Rebecca, que estaba experimentando con las cosas del BDSM, no alguien que ella no conocía en absoluto.

Cuando levantó la cabeza, le ahuecó la mejilla con una mano cálida. -Eres maravillosa, pequeña rebelde, -susurró. -Sensible y apasionada. Nunca he disfrutado tanto con una mujer.

Sus palabras la emocionaron. ¿Apasionada? ¿Ella? Luego frunció el ceño. -Tú no… ¿Cómo pudiste haber disfrutado tú?

– Cariño, me gusta tomar el control tanto como a ti te excita darlo. -Mordió su hombro, un fuerte mordisco que sacudió a su cuerpo. -Para hacerte vibrar, gemir… -Él le dirigió una sonrisa maliciosa. -Y gritar.

– Oh. -Si no hubiera estado retenida por las cadenas de la correa, ella habría estado en un charco a sus pies. -¿Vas a dejarme ir ahora?

El brillo creciendo en sus ojos la preocupó. -No, pequeña sub. Ahora voy a tomarte. -Él le sostuvo la mirada, y ella podía oír la cremallera de su pantalón y el sonido al arrugarse el envoltorio del condón. Sus manos cálidas acariciaron hasta arriba de los muslos y extendieron sus pliegues. Le introdujo un dedo adentro.

Ella ahogó un grito por el toque íntimo, el deslizamiento sobre sus tejidos hipersensibles.

– Estás mojada. Estás muy abierta para mí. Voy a follarte duro, Becca, y todo lo que tú puedes hacer es tomarlo.

Podía sentir sus entrañas apretarse por sus palabras y, por la sonrisa de satisfacción en su rostro, él también podía. Su dedo se deslizó hacia fuera, y luego su polla presionó contra su núcleo, resbalando en su humedad, cada roce de la mano por su clítoris la hacía saltar. Miró hacia abajo, tratando de ver.

– Mantén tus ojos en los míos, Rebecca. -Su voz era profunda, sus ojos penetrantes. Y entonces él se condujo en ella, cada vez más profundo, su grosor empujándola a abrirse, llenándola hasta la incomodidad. Su respiración se volvió irregular. Un zumbido se inició en su cabeza cuando su ingle hizo contacto con su estimulado clítoris.

Se retiró. El próximo avance de vuelta hacia adentro la hizo jadear.

Con una leve sonrisa, aumentó su velocidad, cada impulso lo suficientemente fuerte como para apretar las cuerdas en sus tobillos e impulsarla contra el tronco del árbol. Movió una mano hacia abajo para acariciar su pecho. Cuando él apretó su pezón, dolor y a continuación desconcertante placer ardió hacia su clítoris para encontrarse con las sensaciones expandiéndose hacia fuera por los rítmicos, intensos impulsos.

Y de pronto, las sensaciones eróticas se convirtieron en una necesidad febril. Ahora, con cada embestida de su polla, la pelvis se arrastraba sobre su clítoris, haciéndola quemarse casi completamente por la urgencia. Sus caderas giraron, tratando de frotar su coño contra él.

Él se rió entre dientes. -Muy bien. Pienso que has tenido suficiente frustración por una tarde. -Se agachó y, a continuación conocedores dedos acariciaron a través de sus pliegues, frotando de manera que coincida con el ritmo de sus embates hasta que todo en ella aumentaba con sus movimientos, cada vez más rápidos. Sus músculos se apretaron en el interior alrededor de él mientras la llevaba a la cima.

– Córrete para mí, Rebecca. -El comando golpeó en su oído cuando sus dedos pellizcaron su clítoris, y hundió su polla profundamente en ella.

El placer explotó hacia afuera como el fuego, disparando desde su núcleo hasta sus pies y sus dedos, hasta que su cuerpo entero se estremeció. Su pelvis golpeando duramente contra sus dedos.

Con una risa profunda, él la agarró por las caderas con manos despiadadas y se clavó en ella, duro y rápido. Y luego, con un bajo gruñido, él se presionó tan profundo y fuerte que ella podía sentir las sacudidas de su liberación contra su vientre.

Con un suspiro silencioso, él se echó hacia atrás lo suficiente para liberar sus muñecas, luego permaneció encima de ella. Ella envolvió sus brazos alrededor de él, sintiendo el abultamiento de sus músculos mientras él tomaba algo de su peso descansando los antebrazos sobre su cabeza. Su pecho estaba caliente y húmedo contra sus pechos, su rostro áspero cuando acarició su rostro y cuello. Cuando él levantó la cabeza y tomó sus labios, se abrió para él, dispuesta a darle lo que quisiera.

Qué pensamiento aterrador. Nunca había sentido algo como esto antes. Ella nunca había estado tan fuera de control. ¿Fuera de control? ¡Al demonio!, ella nunca tuvo la oportunidad de tener ningún control, incluso desde el principio, él había hecho lo que había querido en todo momento. Ese pensamiento envió un temblor a través de ella, haciéndola apretarse a su alrededor otra vez.

Él lo sintió y levantó la cabeza. -¿Vas a contarme cuál fue ese pensamiento?

– No -Cerró los ojos, deseando poder ocultar su rostro. ¿Qué tipo de persona se deleitaba teniendo a alguien que los controle? El sentimiento de que él la miraba la calentaba como la luz del sol, y su silencio la ponía nerviosa. Ella arriesgó un vistazo.

Sus ojos eran del azul del cielo de invierno cuando puso la mano sobre su cuello, lo suficiente para dejarle sentir su fuerza y calor, y luego dijo con voz áspera, oscura -La próxima vez, te voy a atar más abierta, para poder ver todo tu coño.

Su interior tuvo espasmos.

– Te voy a inclinar y mantenerte en el lugar mientras te tomo por la espalda. -Su agarre se apretó infinitesimalmente.

Su vagina reforzó la lucha contra su polla con tanta fuerza que ella gimió.

Sus ojos se arrugaron cuando él le dio un beso duro sobre sus labios. -Tú no necesitabas responderme acerca de tus pensamientos, mascota. Tu cuerpo los delató.

Ella podía sentir el calor subiendo por su cuello y su rostro cuando él se echó a reír.


Ellos regresaron al alojamiento a la nochecita. Logan desbloqueó la puerta de la escalera e hizo un gesto con la cabeza hacia su cuarto. -Toma una ducha en mi habitación, yo utilizaré la de Jake. No pasará mucho tiempo antes de que regrese el grupo.

Su pequeña rebelde arrugó la nariz hacia él, obviamente, no muy entusiasmada de comer con los swingers. Cuando llegó hasta la mitad, él le dijo, -Agarra otra camisa de franela de mi armario.

Una suave risa fue su única respuesta. La observó subir los últimos escalones, disfrutando de la vista de su culo redondo en los jeans ajustados. No la había tomado desde atrás todavía, y su declaración de esa tarde había incorporado la visión en su mente. Hundiendo sus dedos en sus suaves caderas y reteniéndola en…

Logan frunció el ceño por las escaleras. En este momento, ella había desaparecido en sus habitaciones, y pronto tendría que desaparecer para siempre. Y él la extrañaría. Ya lo sabía.

Esta tarde, después de que él la había liberado de sus restricciones, ellos habían trabajado juntos en el camino. Ella había querido ayudar, incluso si obviamente nunca hubiera realizado un trabajo al aire libre en su vida. Se detenía de vez en cuando para realmente mirar el bosque, observar a los animalitos pequeños esconderse debajo de un tronco, la cierva y el cervatillo mirando silenciosamente desde unos matorrales, el colibrí cerniéndose sobre las flores de color rojo. La había oído murmurar más de una vez, -Necesito mis pinturas. -Reía con facilidad y trabajaba con alegría, sin preocuparse por sus manos o su ropa.

Había estado en desacuerdo sobre el lugar donde deberían ir las rocas en el arroyo que pasaba y discutió con él. Las manos en las caderas, la cara rosada y los ojos chispeantes. Se había puesto tan duro como las rocas sobre las que estaban discutiendo. Ella había ganado la discusión también.

Logan sonrió, entonces se puso serio y se frotó la cara. La rebelde lo había emboscado con su risa y su inteligencia. Con esos ojos verdes llenos de asombro. Y con su entrega a él.

Ella era sumisa en la cama y confrontadora el resto del tiempo, no una esclava que quería estar bajo el mando veinticuatro horas al día. Después de ver que la relación de Jake y Mimi había fracasado, Logan sabía que él no podría tolerar esa profunda sumisión. Su intestino se retorció al recordar la desesperación de Mimi cuando Jake le había quitado su collar, y el horror de Jake cuando le contó a Logan cómo ella se había quitado la vida.

Oyó la ducha de arriba y sacudió la cabeza. ¿Por qué se estaba molestando en pensar en Jake y Mimi… o en Becca? La mujer se iría pasado mañana.

Maldición.


Rebecca llegó abajo, en el momento que vio a Logan desaparecer en una habitación que no había visto todavía. Ella lo siguió, y su boca se abrió. Una mesa de billar de lujo en un lado y un estante largo con tacos colgando de la pared. Una mesa de ping-pong y un futbolín ocupaban el centro de la habitación. Un tablero de dardos colgaba en la pared de enfrente. -Wau. ¿Es aquí donde pasas los inviernos?

Logan se volvió, una sonrisa iluminó sus ojos a un azul nítido. -En realidad, cerramos el lugar abajo después de la primera nieve y nos esfumamos hacia climas más cálidos. Buceo, vela, pesca en alta mar.

Oh, ella podía verlo, pantalones cortos, pies descalzos. Sin camisa. Especialmente sin camisa, con ese musculoso pecho y anchos hombros bronceados tan oscuro como la arena. Ella negó con la cabeza, mal Rebecca, y dijo suavemente, -Suena divertido.

– Lo es. -Él hizo un gesto con la cabeza abarcando la sala en general. -Elige tu juego, rebelde.

Con las manos detrás de su espalda, ella se paseaba por la habitación como una supervisora. Todo era de primera calidad, obviamente a los chicos les gustaban sus juguetes. Cuando ella lo alcanzó, él sonrió. Mientras trabajaba en una fraternidad, había aprendido más que a cocinar. -Comenzaremos con el pool. El ganador podrá escoger el próximo juego.

Él miró hacia abajo, y un pliegue apareció en su mejilla.

Ella siguió su mirada. Oh diablos, las manos detrás de la espalda mientras estaba usando una camisa de franela tamaño extra grande no era una buena idea.

– ¿Y el perdedor? -Sus ojos brillaban de una manera que ella no se fiaba, sobre todo cuando el dedo se arrastraba hacia abajo entre sus pechos.

– Ah. ¿El perdedor no podrá elegir un juego? -dijo débilmente. ¿Cómo podía excitarla de esa manera, sólo con un toque?

Él se echó a reír y le dio un palo de billar. -Rompe.

Media hora más tarde, si se podría haber quitado la camisa de franela sin ser indecente, lo habría hecho. La sala se sentía demasiado caliente, o tal vez estaba pasando por una menopausia precoz y tenía sofocos.

¿Cómo podría Logan transformar un simple juego de billar en algo tan erótico? Toda su atención parecía estar en la mesa, pero su elección de tiros siempre lo llevaban a su lado, y él la tocaba cada vez que pasaba. Una palmadita en el hombro, una mano en la cintura, un apretón de nalgas. Cuando ella tenía que estirarse para hacer un tiro, él se paraba en el otro extremo, y su mirada bajando por su parte delantera la ponía tan caliente que él bien podría estar tomando los pechos en sus manos.

Él ganó por una apestosa bola. La próxima vez ella trataría de hacer trampas distrayendo a su oponente como hizo él.

Después de reubicar los palos, él dijo, -El ganador obtiene el beso de la victoria. -La tiró en sus brazos sin esperar por su respuesta. Con un puño en su cabello, le echó la cabeza hacia atrás y le tomó la boca. Su otra mano curvándose debajo de su trasero y la empujó hasta que quedó en puntas de pie contra una erección dura como una roca. Hundiendo la lengua profundamente, la poseyó de la misma forma que había tomado su cuerpo antes.

Todas las burlas que había hecho durante el juego estaban como avivándose ahora convirtiéndose en llamas. Ella envolvió sus brazos alrededor de él y le dio todo lo que quería.

Con un gruñido, él la soltó y luego tuvo que agarrarla de sus brazos cuando sus rodillas se doblaron. Tenía una sonrisa devastadora, una que hacía que sus emociones se vuelvan todas esponjosas. Dios, ella podría enamorarse tan fácilmente… Se quedó inmóvil, su boca abierta. No. No. Por supuesto que no. No lograría colgarse emocionalmente de este hombre, no importa cómo de magnífico sea. No importa cómo la hacía sentir. Sí, él era muy listo y protector y… Dios, tan masculino. Podía reírse de sí mismo y no ser territorial. Cuando discutió con él sobre la pista, él sólo había estudiado su solución y le dijo: -Tienes razón. Tu forma es mejor.

El sexo era genial, y… le gustaba.

Desconcertada, ella pasó sus dedos a través de su pelo. Pero ella vivía en San Francisco. Necesitaba irse a casa ahora mismo.

– ¿Becca? -Frunció el ceño hacia abajo a su rostro. Sus manos curvadas alrededor de la parte superior de sus brazos, tirando de ella en puntas de pie. Le tomó la boca con tanta suavidad que este beso fue aún más devastador que el anterior.

Encerrado en su pecho donde debería haber estado a salvo, su corazón se derritió como cera bajo sol caliente.

– Eso parecía divertido, -dijo una voz seca desde la puerta.

Rebecca giró. Apoyado en el marco de la puerta, el hermano de Logan tenía los brazos cruzados sobre el pecho. Sus ojos azules, un tono más claro que Logan, bailaban con la risa, aunque ninguna sonrisa agraciaba sus labios.

– La multitud está de vuelta, entonces. – Logan empujó a Rebecca a su lado con un inquebrantable brazo en su cintura. -Llegaste tarde.

– Fue una lenta caminata después que Brandon se lesionó un músculo, así que llevará un tiempo hasta la cena. -Jake finalmente sonrió. -Quería ver si estabas interesado en una cerveza y un juego de póquer antes de comer.

– ¿Habitualmente apuestan?

– ¿Las tareas? -Jake resopló y luego miró a Rebecca. -Claro que sí.

Bueno, mientras jugaban, ella sería capaz de enfriarse, dándose a sí misma un buen sermón para, a continuación, tal vez poder ayudar con la cena. Pero cuando trató de alejarse, el brazo de Logan se apretó.

Ella miró con el ceño fruncido.

Él pasó un dedo por su mejilla. -¿Qué tan bien conoces el póquer?

– No muy bien.

– Bien.


¿Rebecca le debía a Logan una mamada? Todo lo que Jake había perdido eran dos días de lavar los platos. Todavía estaba un poco aturdida y tratando de no pensar acerca de tomar la polla de Logan en la boca, lamer, chupar… Caray. Agarró un volante de Yosemite [15] que alguien había dejado sobre la mesa del comedor y lo usó para abanicarse.

Cuando entró en la cocina, se dio cuenta que había llegado demasiado tarde para hacer algo excepto hacer la salsa para el puré de papas. Una vez que lo terminó, se dio cuenta que Thor estaba sentado pacientemente junto a la puerta de la cocina. Las golosinas que dejaba caer frente a él eran atrapadas rápidamente, y no podía dejar de notar sus grandes dientes.

Empujando hacia atrás al miedo, se arrodilló para darle un abrazo y conseguir una rápida lamida a su vez. Su amistad era lo mejor que le había sucedido durante toda la semana, a excepción de Logan. Dios. Puso su mano sobre su estómago lleno de mariposas. No pienses en Logan.

Un par de botas se detuvieron junto a ella, y levantó la vista con una rápida profunda inhalación… y soltó el aire. Jake, no Logan.

Jake lanzó a Thor un pedazo de carne asada. El perro atrapó el bocado con un inquietante chasquido de sus afilados dientes que no molestó a Rebecca en absoluto. Casi.

– Qué pordiosero. -Ella se puso de pie.

– Cuando se trata de comida, no tiene ninguna dignidad. -Jake tenía una risa aún más profunda que Logan, pero menos áspera. -A la hora de comer él se queda esperando en la cocina. Nunca se ha perdido una comida desde que Logan lo encontró. -Él sonrió y agitó su grueso cuero. – Un tipo sin hogar nunca pasa de la caridad, ¿verdad, amigo?

Thor comió rápidamente y miró esperanzado los platillos que estaban siendo llevados al comedor.

– ¿Logan lo encontró? -Rebecca instigó, tratando de no parecer entrometida.

– Todo piel y huesos e intentando colarse en la basura detrás de nuestro hotel en San Francisco. Me gruñó y yo lo dejé irse, pero Logan… -Jake sacudió la cabeza. -Si algo está mal, él sólo tiene que tratar de arreglarlo. Se sentó allí afuera por una hora, hablando del tiempo con Thor. Y cuando volvimos aquí, nosotros tuvimos una pulga montada en un perro flaco. -Sus palabras sonaron duras, pero la mano acariciando la cabeza de Thor era tan suave como… como la de Logan.

Ella podía ver a Logan en algún callejón, sentado en un cajón, sus largas piernas extendidas. Domesticando el miedo de Thor de la misma manera que había domado el suyo. Y cuando él chasqueó los dedos, Thor lo habría seguido sin pensarlo dos veces. Se mordió los labios, con una sensación de tristeza enrollándose en su interior. Logan no estaría chasqueando los dedos para tenerla en su casa.

Cuando Jake se alejó, Rebecca se inclinó y le dio otro abrazo más a Thor. -Eres un tipo con suerte, -le susurró en el oído peludo.

– Rebeca, ¿estás haciendo algo? -Paul le gritó desde el interior del comedor.

– Estoy llevando la salsa. Eso es todo lo que queda. -Ella puso un beso en la parte superior de la cabeza de Thor, vertió la salsa en un tazón y se dirigió al comedor.

Tomó una silla vacía cerca del centro de la mesa. Para su asombro, Thor paseó por la habitación y se tumbó a sus pies en lugar de elegir a uno de los hermanos. Se sentía como una colegiala que había recibido una estrella en su composición. Hacer un nuevo amigo: A+.

Mientras acariciaba la cabeza grande apoyada en sus piernas, miró a los miembros del club. Sus caras quemadas por el sol, las expresiones alegres. El sexo ponía a las personas hambrientas. Ella sabía que era un hecho. Rebecca sofocó una sonrisa y se sirvió unas patatas.

Un minuto después, Greg se levantó para mirar por encima de los alimentos. Su rostro desilusionado. -¿No hay rosquillas o galletas?

– Sé realista, -dijo Brandy, que había ayudado a cocinar. -La única forma de que yo haga rosquillas es si vienen en un tubo.

Las quejas de los socios del club calentaron las entrañas de Rebeca. Así que tal vez sus muslos parecían gratinados con Jell-O [16], ella aún cocinaba como una versión de Texas de Julia Child [17]. Gracias, mamá de la fraternidad.

Haciendo la ronda con una botella de vino, Logan puso la mano en su hombro para llenarle el vaso, su toque le causó estremecimientos corriendo por todo su cuerpo. Él le dijo al oído: -¿Cómo puedo sobornarte para que hagas galletas para el desayuno?

Su primer pensamiento fue tan depravado que ella podía sentirse ruborizarse. Oh Dios.

Se rió y le frotó los nudillos en la mejilla. -Me explicarás ese pensamiento más tarde. En detalle. -Para su alivio y decepción, se trasladó más allá de la mesa.

Si la gente no estuviera rodeándola, Rebecca se habría cubierto el rostro y gemido. La habitación no tenía la suficiente calefacción, lo que era aún peor, sus bragas estaban húmedas, sólo por su breve contacto. Con una mano temblorosa, tomó su vino y bebió un trago poderoso. No lo suficientemente poderoso. El whisky habría sido mejor. Por Dios.

Cuando apoyó su vaso sobre la mesa, su mirada se reunió con la de Jake. Él levantó una ceja, y sus labios se arquearon divertidos antes de continuar sirviendo el vino.

Se sonrojó de nuevo.

Ella se tranquilizó lentamente. Que Logan se haya sentado en el extremo opuesto de la mesa la ayudó. Si se concentraba en las conversaciones a su alrededor, podría evitar mirarlo. Los swingers al parecer había tenido un día divertido en el prado, por suerte en una montaña diferente a la que ella y Logan habían estado. La dinámica del grupo había cambiado una vez más, se dio cuenta. Ashley se sentó ahora entre Brandon y Christopher, ignorando a Matt. Brandy coqueteaba con Paul y Amy. Rebecca se atragantó ante los comentarios de sus travesuras sexuales de la tarde. ¿Dos hombres y tres mujeres en el agua? ¿Un grupo aún más grande en el prado? Hombre… qué gente… dinámica…

Christopher agitó su copa de vino. -Lo que quiero saber es quien hizo todos esos alaridos. Maldita sea, sonaban intensos.

– Oh, lo sé. -Amy se abanicaba. -Si hubiera averiguado dónde, me habría ido a unir con ellos.

Un coro de consenso surgió de los otros en la mesa.

Christopher frunció el ceño. -Pensé que eran ustedes, chicos. Ella no estaba con nosotros.

Ceños fruncidos aparecieron alrededor de la mesa. Paul preguntó: -¿Ninguna de nuestras mujeres estuvieron gritando un orgasmo esta tarde?

– No como ese, lo que es una lástima, -dijo Ashley con una breve carcajada.

Oh, eso no era bueno. Alcanzando su copa de vino, Rebecca se las ingenió para mirar más allá de la mesa a Logan. Tenía un codo sobre la mesa, el mentón en la mano y los dedos cubriendo sus labios. Él encontró su mirada, y la diversión brilló en sus ojos. Y la satisfacción. ¿Satisfacción? ¿Le había hecho eso a ella a propósito?

Ella tendría que matarlo. Eso es todo. Él debía morir.

Ella se echó hacia atrás casualmente y tomó un sorbo de vino. Y se atragantó cuando un bombardeo de ojos se volvieron hacia ella. Por el calor en su cara, se había vuelto del color de un tomate maduro.

Matt la miró con la boca tan abierta que podía ver sus molares. -¿Tú? ¿Tú estabas gritando así?

– Jesús, Mat. Creí que habías dicho que era fría. -Christopher la miró especulativamente, y a ella no le gustaba el brillo de sus ojos. O la forma en que cada hombre de la mesa empezó a mirarla, como si repentinamente se hubiera vuelto interesante.

– Bueno, ahora, esto es una sorpresa, -murmuró Mel.

– Lo que quiero saber es con quién estaba, -dijo Ashley en una voz aguda. Un momento después, volvió sus encendidos ojos azules en línea recta hacia Logan.

Los celos apuñalaron a través de Rebeca, un cuchillo lo suficientemente afilado para penetrar el esternón, y luego la pesadumbre se instaló en su estómago. Cada mujer en el lugar se arrastraría detrás de Logan ahora, todas eran más lindas, todas eran delgadas. Tendría que encontrar un lugar para dormir de nuevo. Puso sus manos en su regazo y las apretó hasta que el ardor de sus ojos desapareció, y ella pudo mirar a la gente con la barbilla en alto. No seas idiota. Ellos no tenían ninguna relación, después de todo. Sus vacaciones terminarán el miércoles, y él no la había buscado por mucho más que para tener una interacción sexual de un fin de semana, por así decirlo.

Él le había enseñado unas cuantas cosas sobre sí misma, y ella sólo podía estar agradecida. Iba a mostrarle una cara alegre y decírselo amablemente. Gracias, Logan. Tú has hecho que un fin de semana de mala muerte sea muy placentero, y disfruté estando contigo. Ella bebió un sorbo de vino, ignorando la conversación que, gracias a Dios, había cambiado a la excursión de mañana. Luego de un segundo, lo miró, Maldita sea que no podía mantener los ojos a distancia.

Sus cejas se habían fruncido, y sus ojos estaban enfocados en su rostro.

Загрузка...