Mis más sinceras gracias a:
Clark y Kathy Kidd, por su buena compañía, una ermita «virtual», y la cuidadosa primera respuesta de Kathy a muchos capítulos;
Henrique Flory, viajero, por su ayuda e inspiración;
los ciudadanos de Hatrack River de America Online, por señalarme dilemas que yo no sabía que tenía;
Richard Gilliam, por esperar pacientemente la historia de la Atlántida en su versión ampliada;
Don Grant, por muchos hermosos libros y por su paciencia para esperar una novela cuya creación desafió al calendario;
Michael Lewis, por el Mar Rojo;
Dave Dollahite, por los mayas;
una queja a Sid Meier, por el juego Civilización, que interfirió seriamente en mi habilidad para concentrarme en el trabajo productivo (pero lo recomiendo a aquellos que quieran tener la experiencia de alterar la historia por sí mismos);
a mis ayudantes, Kathleen Bellamy y Scott Alien, por incontables ayudas, grandes y pequeñas;
como siempre, a Kristine, por hacer la vida posible, y a Geoff, Em, Charlie Ben y Zina, por darle significado.