Curso acelerado de creatividad

Introducción

Cuando hablo de creatividad me estoy refiriendo a un cambio total en nosotros mismos. Si nunca he querido reflexionar en voz alta sobre este asunto es porque lo que se va a escuchar es muy extraño. Sin creatividad, el mundo marcha muy mal. Estoy seguro de que la mayor parte de las enfermedades provienen de la falta de creatividad y de que los problemas sociales que tenemos en el mundo se deben a esta carencia. La creatividad mal comprendida provoca la guerra y los crímenes.

Para trabajar con la creatividad hay que ser críticos con uno mismo y con todo lo que representamos. Cuando miro a una persona, puedo ver en qué estado se encuentra su cuerpo. También puedo ver sus tensiones mentales, cómo su espíritu está replegado. En otros, percibo las dudas que tienen sobre sí mismos o bien oteo la educación recibida como una pesada costra, ya que los han educado desde la racionalidad. Otros bailan todo el tiempo con las cosas del pasado. Cuando miro, no lo hago con una mirada crítica sino con una mirada creativa. Si leo el tarot a alguien veo a la persona íntegramente, porque prescindo de mis límites para ello. Esto es sólo un ejemplo de creatividad.

Quiero explicar qué es la creatividad en su conjunto y por qué la creatividad es tan rara. La creatividad es tan extraña que con ella se puede llegar a ser Cristo, Buda, la Virgen o Atenea. La creatividad está relacionada con la religión y también con los mitos. A mí me ha salvado la vida. Por eso voy a introducir este curso contando cosas de mi pasado.

Os diré que nací en un barrio obrero, que mi padre tenía una tienda y era comerciante. Lo cuento en un libro que se llama La danza de la realidad. Vine a parar a un mundo muy limitado y pensé que la creatividad era la única llave que tenía. Lo cierto es que me gustaba estudiar, era un buen estudiante, pero me aburría un poco. Como mis tíos, a los que detestaba, eran universitarios, abandoné la universidad. Entonces me dije a mí mismo: «La única llave que puede salvar mi vida es la imaginación».

Pero ¿cómo se desarrolla la imaginación? En mi caso no resultó difícil. Yo había aprendido a leer a los 5 años y pasaba gran parte de mi tiempo entre libros: cuentos de hadas, historias de todo tipo… Desarrollé la imaginación a través de la lectura. El imaginario formado a través de los libros es siempre un imaginario intelectual, pues pasa por las palabras. Pero la imaginación es mucho más que eso. La creatividad desborda las palabras.

Uno de los grandes enemigos para crear es la moral. Hay que ser amoral para desarrollar la imaginación. La moral nos aprisiona el imaginario. Hay que ser valientes y prescindir de esa muleta.

Historia del imaginario

El ser humano, desde el punto de vista histórico, comenzó por vivir encerrado en lo que era, en sí mismo. Después se dio cuenta de que podía dejar entrar dentro de sí elementos que no estaban en él, sino fuera de su cuerpo. ¡Nos pusieron en la naturaleza, y resulta que la naturaleza somos nosotros! Al principio, sin embargo, el mundo nos resultaba ajeno.

Por ejemplo, supongamos que soy un salvaje: sé que el mundo no soy yo, pero me doy cuenta de que hay árboles, vegetación, flores, musgo… Por medio de la brujería, un día incorporo el árbol a mi persona. Creo un tótem vegetal. Estoy unido al árbol, al tótem. Cuando se planta un árbol, ese árbol soy yo; cuando se corta su tronco, yo muero. Cuando muero, depositan en mi boca semillas, y de ella crece otro árbol maravilloso. De mi cadáver surge un árbol, luego soy una semilla. Incorporando los árboles, comienzo a labrar la tierra, porque me identifico con las plantas. Lo que está en la base de mi imaginación es el mundo vegetal, y esto se ha transmitido hasta hoy puesto que los fitoterapeutas utilizan las plantas para curar. Hay que entrar en el espíritu de las plantas, pero a la inversa, abriendo una puerta para que el espíritu de las plantas penetre en mí. Hasta que el espíritu de las plantas no haya penetrado en mí, no seré creativo.

Allí donde se termina el espíritu de las plantas está el Om Mani Padme Hum, o el diamante en el loto. Aquí se concentra toda la religión tibetana. Del pantano sale un loto en el que crece Buda- Toda la religión egipcia o budista se asienta en la incorporación de una planta. Porque ésta se abre al sol, expande su perfume, se hace dios. Yo soy una planta que crece del lodo, que crece de mi inconsciente; crezco de la conciencia, del conocimiento, y de mí sale el Ser de Luz. Todo esto tiene un remoto origen. La planta que incorporé en mí ha abierto mis puertas. Hay un koan zen que dice: «Puerta abierta al norte, puerta abierta al sur, puerta abierta al este, puerta abierta al oeste»- Es la respuesta a lo que es el Buda. No se comprende lo que eso quiere decir, pero al menos se comprende que algo se abre. La persona que no está iniciada en la creatividad se dedica a buscar, pero le va a costar mucho abrirse. Para ser creativo, hay que soltarse. Y así se entra en el zen, porque la divisa esencial del zen es soltar amarras, liberarse.

Cuando la humanidad prosigue su avance, el hombre deja entrar al animal en él. Absorbe al animal: los insectos, las ranas, los tigres, los leones, los leopardos, las arañas… o sea, el tótem animal- Del tótem animal nacerán todos los dioses: Apolo es una rana, por ejemplo. En muchas culturas se lucen máscaras animales, de leopardos en México, de cocodrilos en África, e incluso el zodíaco está simbolizado por figuras de animal y aún hoy en día perdura la incorporación del tótem animal a nuestra vida cotidiana: utilizamos expresiones como «ser un rapaz» o «hacer la guerra como depredadores». Hemos incorporado al animal en nosotros.

Así es como al principio el ser humano produjo su creatividad. De cada cosa que incorpora, hace un dios. Con cada dimensión incorporada, crece nuestro ser. Después de incorporar al animal, el hombre se hace cazador; puede criar vacas, corderos… Si incorpora un tigre, puede cazar un tigre; si introduce un elefante, puede domar un elefante. De ahí procede el dios Ganesha en la India, con su cabeza de elefante. Para la cultura india la araña es Maya, la que teje el universo; y este universo es un sueño, un sueño tejido en forma de telaraña. En el tarot podemos ver que el arcano 8 es la Justicia, y la Justicia es una descendiente de la araña. Todo ocho desciende de la araña: las ocho patas, el símbolo de infinito y otras referencias.

Pero hay que ir más lejos. El hombre contempla los movimientos de la luna, los movimientos del sol; mirando las estrellas incorpora los ritmos del cosmos. De ahí nacen la ley, la realeza; toda la organización de la sociedad nace de la incorporación del ritmo cósmico. Por ejemplo, había un rey que en noches de luna llena hacía regalos a su pueblo y cuando la luna desaparecía era depuesto. Seguían la conducta de la luna. Se piensa por ciclos. La inclusión de los astros en la organización social persiste todavía. Somos regidos por un presidente, que simboliza el Sol, y por la mujer del presidente, que simboliza la Luna. El Papa es un símbolo solar; la Papisa es un símbolo lunar. La asimilación de los ritmos cósmicos es importante para nosotros. La iluminación se hace con referencia a esos ciclos. Se dice: «Voy a iluminarme, voy a convertirme en sol». Y brillamos como el sol. Es decir, que nuestro fin supremo es convertirnos en Sol (Amon-Ra), porque la luna refleja la luz del sol. Lo que significa que el yo tiene que ser como la luna, así de humilde, para reflejar en su totalidad la luz del sol. Cuando al sol se le dio una significación masculina, nuestra sociedad empezó a degenerar. En Alemania hay vestigios de una antigua civilización en la que la luna era masculina y el sol femenino. Son restos de una sociedad matriarcal en la que convertirse en sol significaba convertirse en mujer. Hoy significaría convertirse en hombre, inconscientemente hablando. Todo esto no quiere decir que debamos entender el sol como una representación papal o de otro tipo. En el fondo el sol es una especie de andrógino esencial.

Ya en el Siglo de las Luces, el hombre decide ser intelectual, puramente intelectual. Y la mecánica comienza a producir los aparatos: los motores a gas, los mecanismos o las máquinas que funcionan con energía manual, como los relojes. Y el hombre incorpora las máquinas. ¡Se imita la conducta de las máquinas! Ha llegado el pensamiento racional. Incluso aún hoy se tienen trazas de ese racionalismo del Siglo de las Luces. Cuando voy con un francés al cine, dice: «Pero eso no es lógico, no es posible». Si vamos a ver El resplandor, la película de Kubrick, cuando el protagonista se encierra y de pronto sale con un hacha, decimos: «Eso no es posible, no es lógico, ¿quién le ha abierto la puerta?». Como no nos parece posible, no parece aceptable. ¡Todo lo que no es lógico no nos vale! Esto que pongo como ejemplo trasluce la introducción de la máquina en nuestro imaginario, porque las máquinas son absoluta y totalmente lógicas. Tienen una finalidad muy clara, luego el hombre tiene que tener una finalidad nítida. El budismo, por el contrario, busca la iluminación sin finalidad. Estamos marcados por el racionalismo. Ser racional es bueno, pero ser solamente racional es una lepra, es una peste, una enfermedad. Cuando la sexualidad tomó el camino de la racionalidad a través de la religión, por ejemplo, se produjo una catástrofe. Se creó una moral racional que se ha extendido a toda la sociedad, y que es profundamente destructiva. Al incorporar la racionalidad al sexo se crea un problema, que nos ha conducido más tarde, precisamente, a romper la racionalidad.

Como reacción a esa enfermedad aparecieron Freud y los surrealistas. El surrealismo fue muy importante porque comenzamos a identificarnos con los sueños, recuperamos el reino de los sueños, en tanto que es una parte de nosotros. Antes, en Grecia, el sueño era de los dioses, no era para los humanos. Pero al incorporar el sueño, yo soy eso que sueño.

Todavía un paso más. Ahora, en el siglo XXI, tenemos ordenadores. Ello supone un cambio total de nuestra mentalidad, porque en diez años hemos asumido todos los sistemas de la informática. Ahora una casa se puede mirar desde todos los lados. Sabes, con tu imaginario, que puedes entrar por la ventana, visitar un apartamento y salir. Podemos mirar a una persona con la mente, ir por todas sus venas y todo su cuerpo para llegar al lugar elegido. Quiero decir que se comienza a tener una actitud de ordenador. Ésa es la mutación que estamos sufriendo en estos momentos. Procesamos los datos de manera diferente. ¿Qué vendrá después? Bueno, he hecho un breve recorrido histórico del imaginario.

Lo que quiero explicar es que, si miro mis zapatos, que son de una época racional, veo lo vegetal, zapatos como raíces. Veo lo animal, zapatos como cuero, la materia de la que están hechos. Y también puedo vislumbrar adonde me llevan, los zapatos como objeto, y eso es racional. ¡Surrealista: veo que toda mi infancia está ahí dentro! Y en la época actual, los zapatos pueden ser rojos, pueden ser verdes, amarillos; puedo cambiarles el color, puedo cambiar la forma; hay diez millones de zapatos que puedo tener en los pies enseguida. Soy libre para salir de mi prisión mental.


Desde nuestra celda


Comienzo esta parte del curso con la palabra «prisión». Espero que esto sea una clave para vosotros. Para mí esta reflexión ha sido muy importante. Es la realidad en la que vivo. He aquí la historia: yo he nacido en un cuerpo limitado, me siento impotente. Todos tenemos cuatro elementos: el intelecto, lo emocional, lo sexual y lo corporal. Vivimos en las ideas, las emociones, los deseos y las necesidades. Estos cuatro elementos están representados en los mandalas tibetanos, indios, hindúes, en la carta del tarot El Mundo, etc. Es una división en cuatro partes, con el quinto elemento en el centro. Éste es el verdadero recorrido a través de toda la historia del arte de la humanidad. En cada una de estas cuatro partes tenemos como guardianes a los dragones. Cada torre está firmemente protegida. Recordemos la imagen de los leones que guardan la puerta de un templo, o las gárgolas de Notre-Dame. Tenemos en el interior de nosotros unos guardianes excelentes, que nos mantienen limitados y muy vigilados. Mi intelecto está cerrado con llave, guardado; mis emociones, encofradas; mi sexualidad y mis necesidades, custodiadas. Todo está protegido, y precisamente esos carceleros que nosotros hemos creado son los que nos impiden ser creativos. Por eso lo que estoy diciendo es un poco revolucionario, porque para ser creativos hay que vencer a los guardianes y tirar las puertas, aunque no se les vea e incluso aunque no se les identifique. Son como la bruja mala que había que vencer en los cuentos de hadas; son el ogro, el miedo… Son nuestros custodios. Hemos sido formados por la historia de la humanidad, por el desarrollo del planeta, por la sociedad, por el país, por la familia. Todo eso vive en nosotros. Nuestros vigilantes son prehistóricos. Poco a poco se han hecho fuertes, se han encastillado. Nosotros necesitamos atacar a esos guardianes, librarnos de ellos, el problema es que cuando se los ataca, nos sentimos amenazados, desprotegidos, asoma el miedo.

El último límite que hay que vencer para ser creativo es el de los excrementos. Somos un cuerpo que expulsa materia en descomposición. La orina, la saliva, el esperma, las menstruaciones… Estamos hablando sólo del cuerpo. Una persona que tiene profundos guardianes en sus excreciones no puede ser creativa. En la medicina ayurvédica hay una escuela que utiliza la orina con fines medicinales. En México encontré un sanador que curaba con toda clase de excrementos de animales, y según él cada excremento tenía una capacidad medicinal diferente.

En la creatividad psicomágica, a veces, cuando las personas están bloqueadas, les hago pintar un cuadro con sus excrementos. Ese bloqueo suele tener su origen en la infancia, en casos de familias muy exigentes con la limpieza y que prohibían a los niños ensuciarse o comer con los dedos. Les prohibían ser libres.


Sed creativos


Si alguien quiere ser creativo, debe tratar de practicar el siguiente ejercicio: uno se debe colocar sobre una superficie absorbente, beber un litro o dos de agua, y después debe tratar de orinar haciendo un dibujo y que el agua deje una traza. Sea como sea, debemos tener en cuenta que para ser creativo el niño sucio debe existir en nosotros. En la excreción no puede haber límites. Fui muy amigo de la pintora surrealista Leonora Carrington, que había sido compañera de Max Ernst. La conocí en México. Me contó que había sido también amante de Buñuel pero que, de repente, la abandonó. Entonces ella, el día que tenía la menstruación, puso sus manos en la sangre, y las imprimió por todo su apartamento. Fue su reacción creativa, un acto de psicomagia en el que se utiliza la menstruación como un elemento de transformación. Yo he dado muchos actos de psicomagia como ése. En la magia amorosa la sangre menstrual es muy utilizada. Las excreciones, en general, son usadas para toda clase de encantamientos. La magia muchas veces funciona a base de excreciones: las babas del sapo, de la serpiente, de las arañas… Todo lo que nos parece personal, como la excreción, es utilizado creativamente.

Si se quiere ser generador no se debe tener ningún límite sexual, como ocurrió con el primer gran pionero de esto, el marqués de Sade. Por eso el surrealismo le adoptó: porque imaginó todo tipo de relaciones sexuales. Al leer Los 120 días de Sodoma, Sade se revela como un científico que investigaba todas las posibilidades del sexo sin límites. Puede ir de la antropofagia al crimen sádico, al incesto, llegar a todo. Para poder despertar la creatividad, hay que tener una imaginación sexual libre de toda moral, libre de toda imagen religiosa. Hay que liberarse. Un artista tiene necesidad de imaginar las más grandes aberraciones. Tenemos necesidad de desarrollar en nuestra mente todas las posibilidades.

Cuando alguien tiene imaginación, pero está desequilibrado, puede asesinar a millones de judíos, como ocurrió con Hitler, o hacer que explote una bomba atómica. En ambos casos, se desarrolló el lado oscuro que habita en nosotros.

Uno de los más grandes guardianes que nos vigilan es el superego, que moldeado por nuestros padres, permanentemente nos dice: «Eso se hace, eso no se hace, eso está prohibido». Al superego hay que incorporarlo, dominarlo, pulverizarlo.

Un ser creativo tampoco tiene límites emocionales. Esto quiere decir que tenemos que ser conscientes de que uno puede matar, traicionar, ser goloso, vanidoso, avaro, colérico… Emocionalmente puedo y debo imaginar todo en mí. Puedo ser un santo, puedo ser quizá el mayor benefactor de la humanidad, y al mismo tiempo puedo ser un tipo que envenena las aguas para eliminar la vida. En mi imaginario emocional debo romper todos los límites, vencerlos.

Veamos ahora aspectos que se refieren a la creatividad y a lo mental. La primera cosa que debo vencer es el imperio de las palabras. Si estoy ahogado en las palabras no puedo ser creativo. Esto es lo que yo he hecho en mi interior: he visualizado todas las degeneraciones del mundo. Yo no soy un depravado, pero en el momento en que debo crear algo, tengo todos los elementos a mi disposición. Cuando veo a una persona, prescindo, como sabéis, de los límites. Por tanto, la persona puede decirme lo que le pasa: a mí no me va a sorprender. Una de las grandes barreras en la creatividad terapéutica es la sorpresa. Un terapeuta no puede sorprenderse, debe estar preparado para escucharlo todo, nada le sorprenderá jamás porque él lo ha imaginado todo. Ahora bien, la extrañeza maravillosa es algo muy distinto a la sorpresa.

Decía que las palabras son la primera barrera -la más esencial- en la que estamos presos. Y eso sucede porque, generalmente, en nuestra civilización se relaciona a la persona con todo lo que dice: «Yo soy lo que digo». Esta idea aún persiste, a pesar de que con el surrealismo, Freud, Lacan y otros, se rompió la idea de que se es lo que se dice. Y, sin embargo, pasamos todo el día contándonos cosas. La amistad «imbécil» es encontrarse para decir cosas, no para hacer cosas. Nos decimos cosas cacareando como en un gallinero. Nos educamos hablando, no haciendo cosas. Por eso el refrán «Del dicho al hecho hay mucho trecho». Nos pasamos la vida diciendo «Tú me has dicho eso», «Retira inmediatamente lo que has dicho». Es muy infantil, es el infantilismo de una educación verbal, donde sólo las palabras significan algo. Y la creatividad en este estado es nula. Un mundo donde solamente hay palabras es un universo donde no hay creatividad. Las palabras resultan histéricas cuando son tomadas como un lenguaje donde el objetivo son las mismas palabras. La creatividad se da fuera de las palabras. Cuando el poeta trabaja esencialmente con palabras, entonces éstas explotan. Son dispersadas, rotas.

Ejercicios de imaginación

Lo anterior ha sido una pequeña introducción más o menos teórica sobre la imaginación. Pero ¿qué hacer con todos estos materiales? ¿Estamos dispuestos a deshacernos de viejas ideas? Ésta es la base sobre la que hay que trabajar.

Lo primero que hay que hacer para ser creativos es lo siguiente: vivimos en un límite espacial. El intelecto está comprimido por la cabeza, y cuando se cierran los ojos, se está en la oscuridad. Cerrar los ojos es como estar en una prisión. Cada vez que cierro los ojos, entro en una mazmorra. Esta impresión del espacio viene del concepto de propiedad privada. La sociedad ha creado la propiedad privada, el derecho al espacio que me pertenece, pero no más. Estamos habituados a no ocupar demasiado espacio, a la estrechez. En la educación familiar nos asignan un sitio en la mesa. En la escuela tengo mi banco, no puedo salir de mi sitio. Nos han educado en él. «¿Quién eres tú para decirme eso?»: las personas que se expresan así lo hacen porque no tienen espacio. Consideran que no somos nada. Tenemos, pues, aparentemente, un espacio ridículo. No somos grandes. Cuando se comienza con estos ejercicios, no somos todavía grandes. Lo que tenemos que hacer es decirnos: «Esa negrura que veo es la negrura del universo, de forma que, cada vez que cierro los ojos, entro en el espacio cósmico». ¡Hay que partir de esta idea! ¡Hay que crearlo! Yo me sentía limitado mentalmente, y me dije: «¿Cómo puedo ser más inteligente o más perceptivo?». Entonces cerré los ojos y me imaginé una luz, y puse la luz lo más lejos posible en ese universo infinito que no podía alcanzar. Comencé por un universo rectangular. Es decir, me proyecté hacia delante. Avancé y avancé. Cada vez más lejos, perdido en el espacio. Después fui hacia la derecha, cada vez más, hasta el infinito. Y a la izquierda, cada vez más lejos, hasta no se sabe dónde. Y después hacia atrás, hacia la lejanía. Me sitúe en un universo que tenía un delante y un detrás, una derecha y una izquierda. Y después fui hacia arriba, cada vez más alto, lo más alto posible, y después hacia abajo, cada vez más bajo, hasta el profundo abismo. Eso quiere decir que el espacio hacia delante es infinito, hacia atrás es infinito, a la derecha es infinito, a la izquierda es infinito, hacia arriba es infinito y hacia abajo es infinito. Me gusta mucho el infinito, no le tengo miedo mentalmente. Y ahora se puede hacer este ejercicio: descruzad los pies, poneos derechos, os podéis guiar por una luz o simplemente pensar que vais hacia delante. Hay que hacerlo. Incluso si uno no se siente capaz de hacerlo, hay que tratar de conseguirlo. Vamos a cerrar los ojos y a comenzar de nuevo.


Creced


Otro ejercicio: imaginad que me miráis. Miradme. Hay una mirada matemática: a la derecha, a la izquierda, arriba, abajo. Pero también hay otro modo de mirar. Me concentro en el centro de mí mismo y, poco a poco, crezco. Todo mi ser crece como una esfera. Para hacerlo bien tenéis que estar completamente derechos. Veréis que ésa es la postura de la meditación. Crezco como una esfera, avanzo por todo el planeta y, después, por todo el universo. Yo crezco, lleno el universo. Siento que soy una esfera que ocupa todo el universo. Eso es un gurú. Yo os recibo en mi esfera, ¿queréis que os abrace? Yo os abrazo y es el universo completo el que os abraza. He ocupado todo elespacio posible hasta el infinito. Os puedo decir que si podéis hacer esto, llegaréis a ser Maestros. Aunque ser un Maestro completo es mucho más.

Ahora lo lejano viene a mí, la derecha viene a mí, la izquierda viene a mí, lo de abajo viene a mí, lo de arriba viene a mí. La esfera viene a mí. Cuando hago este ejercicio, yo soy yo y cada uno es cada uno. En él están todas las disciplinas orientales resumidas. Yo ocupo todo el universo, después el universo viene a mí. Eso es todo. No se necesita meditar durante veinte años. Basta con hacer este ejercicio, con practicarlo hasta conseguir hacerlo bien. Hay que sentarse erguido y pensar en toda la amplitud que has imaginado, para recoger toda esa amplitud en ti. Cuando estoy así, soy invencible. No se me puede abatir. Soy un buda de piedra. No se me puede derribar porque he recogido todo el espacio en mí. Y tengo la posibilidad de ir hasta el infinito. Vais a ir lo más lejos posible, y después lo recogéis todo. Vais a resultar completamente creativos.

El ser que yo percibo no es exactamente el ser que yo soy, porque tengo una sensación de mí. Mis padres me dijeron que yo era feo; por tanto, me percibo como me han percibido. Y a veces me percibo según la mirada de los otros. Pero, en realidad, tengo una sensación de mí. ¡Y la sensación de mí mismo cambia! Cuando estoy deprimido, toda mi sensación corporal está falseada por la depresión que tengo. Pero puedo percibirme de diferentes maneras, no estoy obligado a percibirme siempre de la misma manera. Puedo cambiar mi percepción de mí. Ahí está toda la magia chamánica.


Expandios


Ahora daremos un paseo por el chamanismo. Lo anterior procedía del budismo. Crezco como todo el universo, y después me recojo en mí. Yo soy la montaña, ¿pero qué montaña? ¿Qué soy yo?

Ahora vamos a trabajar con la sensación. Imaginad que me miráis. Miradme un poco. Yo soy grande, sin límites, estoy en el espacio. Después todo ese espacio está completamente en mí. Gran comprensión, gran compasión. Yo soy la realidad. Toda esa fuerza -porque crear espacio es crear fuerza- entra en vosotros. Como dicen en La guerra de las galaxias: «Que la fuerza te acompañe». Voy a crear la fuerza, la fuerza está en mí. Y cuando la fuerza está dentro de uno es como una espada. Es posible sacarla a través de mis diez dedos. Estoy concentrado en mí, mis dedos se proyectan al infinito. Mis dedos son de una potencia incalculable. Y fortalezco mi corazón. En este cuerpo concentrado tengo un corazón que crece hasta el infinito. Ya no tengo necesidad de crecer como una esfera. Una parte de mí puede crecer. Me recojo en mí mismo y mi corazón llena el mundo. Y ahora que tengo una base sólida, mi corazón vuelve a mí. Y así, mi sexualidad puede llenar el mundo, mi mente puede llenar el mundo, mi fuerza puede llenar el mundo. Eso quiere decir que puedo hacer de la sensación de mi cuerpo lo que quiera, ¿entendido? Lo que tú quieras.

Esto yo lo he aplicado, por ejemplo, al masaje iniciático. Si se puede abrir un corazón, ¿por qué no abrirlo con la mano? Entonces hago concentrar el cuerpo, y después se comienza a abrir. Y la gente empieza a llorar. Porque han vivido en un espacio limitado.


Iluminaos


Como puede verse, la sensación se puede cambiar. La idea de vivir en una prisión es superable. Por eso mismo puedo tomar lo que quiera de mí, y puedo alejar de mí todo lo que es pesado. Y todo lo que no está claro, yo no lo admito. Ahora proyectad una parte de vosotros. Hay que proyectar solamente un trozo del cuerpo y alejar de nosotros las pulgas depresivas. Cuando sintamos que no podemos más, haremos como los boxeadores: «¡No estoy vencido!». Como un perro, expulso de mí las pulgas, expulso todo lo que me frena y haré lo que tenga que hacer, así de simple. Puesto que son los guardianes quienes nos fastidian, debemos expulsarlos. Y seguimos. Hay que crecer como una esfera, volver a nuestro estado, y después, cuando se siente uno sólido -porque este estado da una sensación de gran solidez-, darle salida a cualquier parte del cuerpo. ¡Sin límites! Tu cuerpo, tu corazón, tus intestinos, lo que quieras. Fortalece lo que tú quieras.

Ahora vais a iluminaros al instante, vais a sentir ser un buda, vais a saber lo que es. Eso os servirá. No hay que deprimirse pensando que lo estáis haciendo mal. Se empieza por hacerlo y se hace lo que se puede. Tomo en una mano la fuerza, la energía, y comienzo a acumular toda la energía del universo. Es el universo completo el que viene a mí… La energía va a llegar, y mi energía va a llegar… ¡Ya está! Eso es la fuerza. Es dejarse ir. Una vez que haces este ejercicio, puedes acumular la fuerza en tus manos y comunicarla a quien quieras, a tu obra, a ti mismo. Hay que imaginar que se tiene, hay que imaginarla aquí, crearla aquí. Masculino, femenino, derecha, izquierda, colaborar juntos, padre, madre, las dos manos… ¡como una plegaria! ¡Dios mío, ayúdame! Estoy así, rezando, y cuando estoy así la energía cósmica viene realmente, se expande. Yo la creo. Soy creador de mi energía. En eso consiste la creatividad.

A veces hay en nosotros un niño que ha sido castigado. Un niño que está atormentado porque le han puesto en un rincón. Le han fastidiado y se ha puesto a la defensiva. Ese niño rechaza todo. Y ese niño, del que se ha abusado, abusa de ti, abusa del adulto, abusa de tu fuerza, no te deja ser tú mismo. ¡Y ya basta! Dejemos a un lado sus caprichos. Ahora mismo le hacemos crecer. Al niño víctima se le hace crecer, ya está bien de fastidiar. Salgo de mí y me lleno de fuerza. Soy capaz de llenarme de fuerza. Toda la energía que llamamos espacio viene a mí.


Sed ingrávidos


Otro ejercicio: la persona no creativa obedece a la fuerza de gravedad. Sentimos la gravedad en nosotros. La Tierra nos dice todo el tiempo: «Tú eres tierra, vas a terminar en mí». En todo momento sentimos que debemos caer. Todo conduce a que nos desvanezcamos, a que nos deprimamos y, poco a poco, caigamos. No podemos imaginar que haya otra fuerza que pueda vencer el peso. Es así. Si yo tengo una sensación de mi peso, me sentiré pesado. Pero si comienzo a expulsar el peso de mí, si saco todo el peso de mí, me sentiré ligero. Puedo dominar esa sensación. Soy creativo cuando hago lo que yo quiero con ella. ¡Puedo sentirme muy pesado o puedo ser ingrávido! De la misma manera que mi cuerpo es oscuro en el interior pero puede estar lleno de luminosidad. Eso es estar iluminado. Un ser iluminado sentirá que su cuerpo no tiene peso. Tiene justo el peso necesario que él quiere, tiene la luz que él quiere: está todo controlado. Ya no estoy prisionero de ninguna cosa, de ninguna sensación. Puedo tener un peso de millones de kilos o de ninguno. Yo controlo esa sensación de oscuridad y de luz, controlo la sensación de calor y de frío. Esto nos lleva al yoga del Himalaya, y no hace falta ir allí ni ser un yogui. Sólo tenemos que hacerlo. Recordemos el kung-fu chino, donde los combates tienen lugar en el aire. Lo podemos hacer nosotros, sentirnos así de ligeros. Esto tiene que ver también con la iluminación. Cuando estamos iluminados significa que la sombra se ha ido. Y cuando se va hacia la luz, se puede llegar a la sombra. No se está prisionero de la luz. Si llegamos a la ligereza, podemos volver al peso; no hay que estar prisionero tampoco de la ligereza.

Trabajemos. Una vez adquirida esa sensación, acumulad la fuerza y llenad el cuerpo de fuerza. En ese momento se es potente. Es lo que hacen los gurús, con todo tipo de trucos de prestidigitación. Simbólicamente se traduce así: «Yo puedo daros sin cesar la energía». Cuando hacen esto, hay una fuerza infinita. El gurú ha trabajado con todo eso, y toma el lado imaginario, que es ilimitado. Y la gente cree que se ha producido un milagro, pero ese milagro podemos hacerlo cada uno de nosotros. Consiste, simplemente, en trabajar con la sensación que tenemos de nosotros mismos. Puedo cambiar en todo momento lo que percibo de mí mismo. Puedo ser grande, puedo ser pequeño. Es la sensación de mí lo que varía, eso es todo. Puedo dar y puedo también tomar. Coger la energía del mundo y tomarla de mí. Todo eso es el trabajo de ir hacia el infinito y volver.


El juego del tiempo y el espacio


No tenemos límite en el tiempo. Los sufíes dicen: «Ante Dios hay que vivir como si tuviéramos un minuto, ante los hombres como si tuviésemos mil años». Eso quiere decir que un segundo es eterno, que lo importante es desarrollarlo.

En la India vive una mujer que abraza a todo el mundo que acude a ella, y esas personas reciben una iluminación increíble. Eso mismo se puede lograr si os sentáis y os concentráis en el espacio. Creáis la fuerza, una fuerza infinita. Fortalecéis vuestro corazón. Después dejad entrar en vosotros el infinito y la eternidad. El que abraza soy yo, pero hay millones y millones de seres en mi espíritu; millones de mundos, millones de actividades en mis brazos. Y todo el tiempo futuro viene: me coloco en el infinito y me coloco en la eternidad. A partir de ese momento, nuestra prisión explota.

Cuando uno va a buscar a un gurú, va a buscar lo que uno mismo podría hacer: quieres que otro haga por ti lo que deberías hacer tú mismo, porque piensas que no lo puedes hacer solo. Pero el gurú no ha recibido ese don del cielo, él lo ha hecho, lo ha creado. Él ha trabajado para conseguirlo, consíguelo tú.

No podemos quedarnos con el niñito caprichoso que dice: «Me han hecho daño, me han golpeado, por eso no hago nada. No tengo nada dentro, no soy creativo». ¡Ya basta! Hagamos crecer al niño que tengo dentro. Ese ser es un ser milenario; yo soy milenario. Antes de mí había todo eso, y después de mí hay mucho más. He aquí a todos los seres humanos separados. Pero soy capaz de realizar la unión. Cuando yo me muevo, todos los seres humanos se mueven. Es como un collar: este hilo representa la sensación del espacio y del tiempo. Y todos se mueven, eso es lo importante. En lugar de pedirle al otro que me mueva, he de moverme por mí mismo. Esto soy yo, esto es el tiempo, esto es el espacio. Es un collar sagrado. Estoy unido. Esto es lo que se llama un punto de tracción. Desde ese punto, todo se mueve. Yo puedo considerarme como un punto de fuerza. Lo que hago, todo el mundo lo hace. Es decir, es importante que yo lo haga para que todo el mundo lo haga. Cuando hacemos este ejercicio, lo hacemos en medio de la eternidad, en medio del infinito, somos el punto de tracción de la humanidad. De la humanidad pasada y de la humanidad venidera. Todos los muertos nos siguen, todos los no nacidos nos siguen. Parecerá muy extraño todo esto, pero en realidad ¡es el pensamiento de Buda! Es lo que Buda ha sentido, simplemente. Es así como está hecho nuestro cerebro. Cuando se abre el cerebro, de una forma natural, se llega a esto.

No son palabras, son ejercicios para la creatividad. No hay que ser cobarde ni tener miedo de entrar verdaderamente en lo que es el ser humano. Somos seres con todas estas capacidades, pero nos han limitado. Estamos en este momento, aquí y ahora. Yo. ¡Pero no es así! Es el Todo el que está aquí y ahora. En mí está toda la humanidad, arrastro a todos los hombres que han sido y serán. Vivo en medio de todo el espacio. Es entonces cuando podemos comprender este mudra donde la palma de nuestra mano mira al frente: «Yo estoy aquí, y paro el mundo». Un artista debe pensar así, y hacer su obra planteándose estos problemas.


Bendecid el mundo


Otro ejercicio: yo estoy en la eternidad, sintiéndome en medio del futuro infinito y del pasado infinito. Abro mis manos y cierro mis manos. Hago una bendición. Es decir, estoy en la eternidad y bendigo al mundo. Eso es todo. Tenéis que hacerlo así porque un creador es absolutamente paranoico. Se cree Dios. Y no hay que tener miedo de tomarse por dios o por diosa. Yo os bendigo: tengo mucho para dar, soy fuerte, tengo todo lo que hace falta para bendecir el mundo. ¡Basta de complejos de inferioridad! Con todo esto ya tenéis todos los medios que suelen desplegar los fundadores de sectas. A continuación te lavan el cerebro para que admires en ellos un poder superior que tú no imaginas tener en ti, pero tú puedes tenerlo también. Para eso hay que limpiar toda la oscuridad, porque estamos llenos de telarañas. Para eso hay que empujar al niño que está en nuestro interior, hay que lavarlo bien, limpiarlo, hacerlo crecer. Porque tenemos un guardián, la mente, que nos hace reaccionar siempre igual. Pero haciendo este ejercicio, uno se convierte en creador. Nadie puede hacerte nada, salvo matarte, y ni siquiera eso, porque hay una vida eterna. Es decir, eres ya invencible. Y todo lo que existe lo puedes tener. Si existe el talento, yo puedo tener talento. Mirad ahora cómo elevo mis manos al infinito, van al infinito: yo tomo la vida. De la misma forma que puedo dar la energía, puedo tomarla. Toda la creatividad, yo puedo tenerla. Todo el dinero del mundo, yo puedo tenerlo. Todo lo que el otro tiene. ¿La belleza? Yo puedo tener la belleza. ¿La energía? Yo puedo tener la energía. Todo eso es para mí. Puedo tomar y puedo dar. Es fácil de imaginar. Es como un juego.

Pero tomar nos resulta también difícil, porque tenemos límites para recibir. Cuando nos dicen «¿Quién eres tú para tener eso?, ¿por qué tú?», como me dijeron mis padres cuando partí de Chile para estudiar con el mimo Marcel Marceau; en mi caso la respuesta fue: «¿Por qué no?». Y lo hice. Llamé a su puerta y trabajé con él. Pero desafié la prohibición. «¿Por qué tú?» «¿Y por qué no?» «¿Por qué vas a hacer tú lo que yo no he hecho?» «Porque yo quiero y yo puedo.» Eso es desafiar la prohibición. Y punto. Si te sientes bella, lo serás. ¡Lo serás! ¡Seras fascinante! ¡Puedes fascinar a la gente! Pero tú no te concibes como un ser fascinante. Vienes aquí para aprender a ser fascinante, porque puedes serlo. La gente te ve como tú te ves, simplemente. Si yo me considero inferior, los demás me verán o me creerán inferior. Pero si me veo como un dios o una diosa, ¡así es como me verán los demás! No todo el mundo, pero sí muchos, justo los necesarios.

Por ejemplo, observemos a algunos músicos famosos. Todo el mundo cree que son geniales, porque ellos han sentido previamente que eran genios. Luego, con el tiempo, el mito se acaba porque los demás se van dando cuenta de que no eran así. Puede funcionar durante un cierto tiempo, pero después hay que hacer un trabajo espiritual para sostener este «sentirse bello». Porque si en el interior de uno cesa esta sensación y no la hemos incorporado verdaderamente, todo se deshace. Por lo tanto, hay que continuar con paciencia, constancia, perseverancia. Si no se persevera, no se es creador. La creación es, ante todo, voluntad. Nuestra acción creativa es una acumulación de fuerza y de paciencia.


Disolved el yo


Ya hemos creado el espacio. El espacio es el aquí, el tiempo es el ahora. En el aquí y en el ahora está el yo. Hace falta atacar este yo. Hemos visto la prisión del tiempo, la prisión del espacio en la que vivimos prisioneros del yo. Y aquí está la parte más difícil: hacer saltar el yo, eso es lo más duro de todo. Porque estamos tan identificados con este yo que nos defendemos y nos aferramos a él, no queremos cambiar. Somos tercos, somos recalcitrantes, somos imposibles, somos un monstruo. Pura y simplemente somos un monstruo y no lo soltamos. Decimos: «Así soy yo».

Los romanos, los griegos, decían que el yo estaba en el vientre, que de ahí nacían las ideas y que, después, se refugiaban en el cerebro. Otras civilizaciones han puesto el yo en el pecho o en la nariz, no se sabe bien dónde ubicarlo. ¿Dónde está el yo? Tenemos un yo y es muy difícil soltarlo. Entramos en el trabajo chamánico: la disolución del yo. Actualmente lo observamos en la moderna técnica digital denominada morphing, con la cual podemos animar y convertir una imagen en otra. Es decir, hay que trabajar para aceptar los diferentes cambios del yo, lo cual es muy difícil. Los actores hacen eso cuando van a interpretar un personaje, pero no van muy lejos porque el actor es siempre el yo y el personaje que interpreta. Pero aquí se trata de ver qué podemos hacer para enriquecer el yo. Y es muy fácil. Pero nadie te lo dice. Si abro la personalidad del todo, todo hablará a través de mí. Yo me convierto en ti, me convierto en el otro. Pero ¿cómo? ¿De qué manera? Te dejo entrar en mí y te expreso. En ese momento me convierto absolutamente en un creador, porque todo habla a través de mí.

Voy a poner un ejemplo. Ahí está Cristóbal, mi hijo, sentado en una silla de madera. Me convierto en él: «Estoy aquí sentado como un receptor de luz, sabiendo que en el tiempo infinito, eterno ante mí, voy a brillar; que la luz se va a hacer; que estoy conectado con todo…». La creatividad consiste en absorber al otro y expresarlo en sí. Y no solamente al otro, también las cosas. Me convierto en silla: «Estoy contenta porque me gusta que haya un ser sentado sobre mí. Cumplo mi papel, porque lo mantengo derecho, no dejo que se fatigue; gracias a mí está aquí. Además, mi madera no está muerta. No hay una sola polilla en mí. Me conservo bien, me mantengo fuerte, aunque sea antigua. Voy a durar mucho. Quizás voy a durar más que él. Habrá desaparecido y yo estaré todavía aquí. No hay que rechazarme. Yo lo sostengo. Con mis cuatro patas yo soy la base material sobre la que él se puede sentar».

Cuando empecé a estudiar pantomima, la primera cosa que nos enseñaron fue que, para hacer gestos, no hay que hacer gestos. El principio de la pantomima es permanecer neutro. Después se harán todos los gestos que se quieran. Por lo mismo, la base de la imaginación es no tener imaginación, es llegar a romper todo lo imaginario. A partir de ahí, se puede hacer lo que se quiera. Si no se rompe lo imaginario, se estará siempre con los parásitos. Durante todo el tiempo hay cosas que se mueven en nuestro imaginario. Hace falta romper el diálogo interior, el lenguaje interior, ordenar el caos emocional, la invasión de los deseos, el cuerpo indisciplinado. Hay que poder llegar a dominar todo eso.


Sed un punto


Se puede hacer un ejercicio que es muy sencillo: la cosa más simple en que se puede pensar es un punto, ¿no? Supongamos que tenemos un pincel o un lápiz y que vamos a dibujar un punto. Tendremos que crear verdaderamente el punto con todo el espíritu, con todo lo emocional, como si abriéramos un punto en el espacio. Hagamos el punto. Si es posible crear el punto, haremos después muchas cosas con él. Pero hay que poner verdaderamente toda la concentración en crear un punto. Es la primera cosa que se hace en los movimientos de kárate. Los karatekas son personas capaces de crear un punto, un punto de concentración mental y emocional. Creemos un punto intensamente, como si en ese punto estuviera toda la energía del universo. Un punto de energía total. Todo debe estar ahí. Hay que poner mucha fuerza para crear el punto. Hay que hacerlo con todo nuestro ser. Toda nuestra concentración en un punto, un punto, un punto… ¡Eso es todo! Bien, ¿podemos hacer un buen punto, un punto perfecto, un punto concentrado? Bravo, es un buen esfuerzo. Ahora, observemos. Yo tengo el punto aquí en la frente. Toda mi mente es un punto. Estoy concentrado en un solo punto. Tengo un punto emocional, tengo el punto aquí en mi pecho, y en el sexo, por todas partes. Puedo mover el punto, puedo ponerlo en mi boca, aquí, allá, en mis ojos… ¡Mi voluntad es un punto! ¡Eso es todo! Haced este ejercicio. Trabajad con el punto. Concentraos en la energía del punto, introducid el punto en vuestro cuerpo. Es como el ejercicio del espacio. Aquí todas las direcciones se concentran en un punto. Todos los pensamientos, todos los sentimientos, todos los deseos. Cuando se aprende a hacer el punto, se pueden realizar ya todos los movimientos que se quieran. Sea cual sea la disciplina que se desee practicar, danza, teatro, kárate, artes marciales, todo se pone en su lugar. Porque no es más que eso: hago un gesto, y mi intención va allí. Haga lo que haga. Todo está concentrado, toda mi atención va allí, toda mi concentración es clara, precisa. El kárate, en el fondo, consiste en crear un punto concreto donde se pueda golpear, y así se puede llegar a romper una mesa. Pero en desarrollar el punto se tarda años.


Bellas Artes


Ahora cantaremos, pero de forma imaginaria, sin voz. Cantaremos la canción más maravillosa. ¡Cantad la más maravillosa canción sin sonido! Imaginad que cantáis con una voz maravillosa. Adelante. Esto es la creatividad. Tenéis que cantar como los pájaros. Así se aprende. Con concentración, con fuerza, hacedlo, esto no es un teatro… Podéis moveros, avanzar, no estéis quietos. Cantad, poned toda la intensidad de un gran cantante. Poned todo vuestro talento a cantar. ¿Os gusta, verdad? Es genial, podéis cantar todo lo que queráis en el más completo silencio, con la boca cerrada.

Ya hemos cantado. Ahora vamos a crear. Haced lo que podáis, yo no puedo daros lo que vosotros no hacéis. Si cantáis, hacedlo a fondo, será un gran progreso para todos, porque para el inconsciente vosotros cantáis. Vuestro inconsciente os va a considerar cantantes si hacéis como que sabéis cantar. El mensaje pasa hasta él, y estará satisfecho. Ya sabéis cantar, ¿entendéis? Ahora, en mi imaginación, puedo tocar el piano. Podéis utilizar otros instrumentos, pero son más difíciles. Comencemos con el piano, con el que se usan las dos manos, y luego podéis pasar al instrumento que queráis. Os relajáis, tocáis apasionadamente el piano invisible y tratáis de imaginar lo que estáis interpretando. Lo que queráis, pero tocad el piano. Este ejercicio es maravilloso. Y cuando estéis cansados del piano, pasáis a otro instrumento. Y llegaréis a lo mejor de vosotros. ¡Llegad a lo sublime con la música!

(Pequeño paréntesis. Hasta ahora era un juego de niños. Los niños juegan así. Pero ahora va a ser vuestra profesión. Hace falta llegar a lo sublime de vosotros mismos. No como una diversión. Hay que tocar, pero sintiendo solamente lo mejor de vuestra alma. Que lo mejor de vosotros toque. Hacéis una música de una inmensa espiritualidad. Tocad eso. Os pido la mayor belleza espiritual, lo sublime. Sois los más bellos, podéis seducir a la humanidad entera con vuestra música. No hay que infravalorarse, al contrario, hay que valorarse. Eso llega solo. Empiezas, y después eso llega. El concierto podría durar todo el día. Sería bueno que hicierais estos ejercicios hasta dominarlos. Poco a poco, con la práctica, se van despertando nuestras capacidades creativas, hasta alcanzar lo sublime.)


Tened talento


Ahora voy a proponer un ejercicio muy simple que va a estimular vuestro talento. ¿No tenéis talento? Pues vais a tenerlo enseguida. No hay que dudar de uno. Tengo el talento cuando tengo la potencia. Y tengo la potencia cuando tengo el derecho de vida o de muerte sobre los otros. A partir de ese momento tengo la potencia. Dios es todopoderoso porque puede matar cuando quiere. Y porque puede crearme cuando él quiere. Y si estoy vivo es porque él me perdona. Luego la capacidad de matar, de perdonar, va a crear el talento. Es simple. Me imagino que soy una cobra, que tengo veneno y que delante de mí hay un mono. Estoy delante del mono, concentrado, completamente ensimismado, me muevo, lo miro, lo hipnotizo, y el mono hace lo que yo quiero. Es una actitud de talento. Os digo la verdad. Yo provoco que vosotros me miréis. Yo provoco que vosotros estéis aquí. Yo os he creado. Hace falta que os convirtáis en cobra. En vez de ser la víctima siempre, la ratita que está hipnotizada, pasamos al otro lado. Somos nosotros quienes hipnotizamos a la gente, ¿de acuerdo? Para eso hay que relajarse y después crear el punto, hacerlo subir, y después nos balanceamos porque estamos listos para saltar, pero no saltamos. Hacemos como que saltamos, pero no saltamos. Es así como se hipnotiza al mono. Tampoco le mordemos. Sólo se le hipnotiza. Tenéis que desarrollar esa capacidad de mirar hipnotizando. No es seducir, es muy diferente a seducir. Con mi concentración mental, tengo al otro. Trabajad eso. Eso es el talento. No estamos asistiendo a una reunión de cobras, sino a una cofradía de sabios que son como cobras, que se respetan unos a otros porque saben que su conocimiento es mortal. Ahora probad a rebasar vuestra cabeza al expulsar la fuerza. Probad a sobrepasar el interior de vuestra cabeza: imaginad que vuestros ojos están treinta centímetros más altos que el cráneo y, sintiendo que sois una cobra, pensad que tenemos bajo el ombligo, dos o tres dedos más abajo, un punto de concentración y que hay una fuerza que sale de ahí hacia el exterior, que puede entrar en los otros. En el vientre. Eso es la carta del tarot el Emperador. Él está sentado así, y la fuerza está ahí.


Dibujad


Ahora haremos un ejercicio de creatividad aplicada. Como tenemos todas las herramientas mentales necesarias, la concentración, la fuerza, todo lo que hemos estudiado en este curso, vais a imaginar que tenéis una tela, del tamaño que queráis. Tenéis un pincel que puede cambiar de color según vuestro deseo. Y vais a hacer un cuadro, un cuadro imaginario. Podéis dibujar, podéis hacer grandes manchas, podéis cambiar los colores, como más os guste. Después, sentaos por grupos y, haciendo gestos, describid el cuadro que se ha pintado, ¿de acuerdo? ¡Empecemos! Mientras pintáis podéis poner una música imaginaria para que os guíe. Si queréis ser creativos, ¡creatividad! Y si alguien tiene potencial creativo, que continúe, que siga hasta que aparezca alguna cosa. Para el inconsciente es como si se hubiera hecho un cuadro, ¿sabéis? Para el inconsciente, lo que se ha hecho en lo imaginario es como si se realizara realmente. En el sistema nervioso, cuando se imagina alguna cosa, se activan las mismas conexiones. Lo que pasa es que la gente normal no se propone hacer cosas semejantes, porque ellos no lo creen. En realidad, si se quiere ser creativo sólo hace falta hacerlo. Si yo pinto diez o veinte cuadros como éste, imaginarios, después podré hacer un cuadro real, estaré preparado para pintar. ¿Lo veis?


Esculpid


Y ahora, para terminar con esta serie de ejercicios, hay que hacer una escultura. La escultura se hace en el espacio. Podéis utilizar cualquier material, mármol, oro, bronce, lo que queráis. Y creáis un personaje al que, si queréis sobrepasar, podéis convertir en abstracto. Pensad qué escultura queréis hacer. Sois escultores. Vamos a poder manipular el espacio creativamente. Es importante porque, si no se hace, habrá una dimensión que no se habrá desarrollado. Hay que moverse alrededor del objeto, la escultura nos obliga a abandonar la mirada fija, nos permite desarrollar nuestro espíritu girando en torno al objeto creado. Una vez finalizada la describiremos, porque también son importantes los comentarios. Antes de empezar a esculpir, pensad bien en la materia que vais a escoger, debe ser una materia que os guste. Y también la podéis colorear…


Cread moda


En este ejercicio, crearemos vestidos. Podéis hacer el traje individualmente o bien en grupo. Si lo hacéis en grupo, cada uno debe hacer tres vestidos para los otros. Mirad bien a la otra persona y observad qué vestimenta podría ensalzarla. No es una crítica. Hay que atreverse y dotar de fuerza a la forma de vestir, como en un carnaval. Cread vestidos imaginarios. Y veréis que, del mismo modo que podéis pintar y esculpir o hacer música, podéis crear moda. Basta con ser osados. Si después de este ejercicio os encargan que hagáis un desfile, ¡lo podréis hacer! Se trata de ver cómo es el otro. Puedes cambiar los vestidos, hacer una operación estética, puedes llenar, quitar, eres dueño del aspecto del otro. Eres su dueño. Empecemos.


El arco iris


Vamos a avanzar en la creatividad con un ejercicio que es fundamental. Lo que voy a hacer es contar de 9 a 0 para que concentréis la atención. Hay que escuchar bien. Para estar concentrados el mejor método, el más simple, es imaginar los colores del arco iris: rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul, añil y violeta. A medida que voy contando, me voy sumergiendo en el rojo, y después veo que el rojo se va convirtiendo en el anaranjado, que el anaranjado se convierte en amarillo, que el amarillo se vuelve verde, que el verde se vuelve azul, azul oscuro, violeta. Esto es sólo para ocupar la mente y no pensar con palabras. Sentid la llegada del color. Nueve… ocho… cada vez más concentrados. Siete… más concentrados. Seis… más profundo, más profundo. Cinco… más profundo, más profundo. Cuatro… más profundo… Tres… más profundo, la escucha, la concentración, la receptividad. Dos… más profundo… Ahora vamos a utilizar el inconsciente, uno… vamos a utilizar el inconsciente…


Tu espacio


En el interior de ti tienes el espacio, el territorio que amas. Hay un territorio que es tuyo. Puede estar al pie de la montaña, en el campo, junto al océano, puede ser de tierra fértil, de arena; de lo que tú quieras. Deja que te llegue tu terreno, imagina tu sitio ideal para ti. ¿Lo ves?, ¿qué hay?, ¿hay sombras? ¿qué perfume tiene?, ¿hay pequeños insectos?, ¿otros animales? Lo que haya, deja que llegue. Y en ese territorio tuyo, paséate feliz, feliz: porque al fin tienes un territorio del tamaño que quieres. Pequeño, grande, cada uno tiene el suyo. Es fundamental que el inconsciente te dé tu terreno. La tierra que te pertenece. El trozo de planeta que te pertenece. El paisaje en el que vivir. No escojas el paisaje de otros. No escojas el de tus padres, escoge el tuyo propio. Toma la alegría de tu terreno y allí observa cómo surge la casa, el habitáculo que es el tuyo. Es tu casa ideal, donde quieres vivir, desarrollarte, acompañado o no, toda tu vida. ¿Cuál es la casa que quieres? ¿De qué tamaño?, ¿de qué material? ¿Cómo es? Piensa cuál es tu espacio ideal. Sin límites. Cuando esa casa ideal te haya llegado, rodéala, mírala bien, entra en ella y créale todo: los baños, las camas, la cocina, los vasos, las cucharas…, todos los objetos de tu casa ideal los vas a crear, y todas sus habitaciones. ¡Paséate y crea tu casa por fin! ¡Para que sepas lo que quieres verdaderamente, sin límites! No hay límites de dinero, no hay ninguna prohibición, no tienes que ser pequeño, ni mediocre. Escoge en tu creatividad lo que quieres realmente, para que después lo puedas realizar en la vida real. Tómate tu tiempo… Descubre cuáles son las actividades que deseas hacer en esa casa…, los materiales…, eres el Gran Arquitecto. Tu propio arquitecto. Tu propio creador… Tómate todo tu tiempo porque es fundamental para ti saber cuál es tu territorio. Tu casa es tu ego, es tu yo verdadero. Piensa también en cómo vas a estar vestido en esa casa. Qué vestimenta te corresponde. Cómo deseas presentarte. En la cocina, sueña todo lo que deseas comer. Cuál es tu alimento ideal. Y concéntrate en la compañía ideal. Con quién deseas estar. Si quieres estar con alguien o no. Puede haber una sala de tarot, una sala de cine, música, libros, animales, lo que tú desees. Sin límites. Imaginad, en esta casa ideal, vuestra cama.

Y esta parte del ejercicio también es fundamental, esencial, que la hagáis bien. Estás en la cama, acostado, pero tu vida se ha acabado. Estás muerto. Y de tu cadáver sale el ser nuevo que renace. ¿Cómo quieres renacer? Estás acostado, un ser, un cuerpo que ha terminado, y te levantas con un cuerpo nuevo. ¿Con qué físico?, ¿de qué sexo?, ¿de qué edad?, ¿cuál sería tu yo ideal? Hay que imaginarse un yo ideal. El yo que tenemos no es nuestro yo ideal. Tenemos uno ideal aunque esté lejos todavía. Daos permiso para imaginarlo. Todos estos ejercicios son para eliminar la falta de confianza, para enriqueceros. Si tienes tu terreno, si tienes tu casa, si tienes tu ser ideal, te has enriquecido.

Ahora, critícate como lo haría una persona de tu familia. Tu madre, tu padre, tu hermano. Habla en su nombre. Ponte en el lugar de alguien que se te oponga. Porque si hasta ahora no habías imaginado nada de esto, es debido a que en ti hay fuerzas que se oponen a que tú lo imagines. ¿Cuáles son estas fuerzas? Encárnalas. Por ejemplo, habla como hablaría tu madre. O tu padre. Y critica. Toda la nueva medicina habla del territorio, diciendo que una pérdida del territorio crea las enfermedades. Porque el cerebro, dicen, actúa como un animal que necesita su territorio. Aunque no creo que eso sea absolutamente cierto, sí creo que el territorio es una parte muy importante. Por tanto, cuando sabemos qué territorio nos corresponde, damos un gran paso hacia la creatividad. Y la casa es el desarrollo de nuestro yo individual. Y si yo invento la casa que quiero para mí, me permito existir yo mismo. Fuera de los padres. Por eso, discutir con los padres, o crearos un cuerpo nuevo, es una toma de libertad creativa que hacéis. La creatividad viene de una libertad interior, de una valorización interior. Sé que lo tengo todo en mi interior, por lo tanto puedo ponerme en acción. La imaginación trabaja con principios muy simples.


Liberaos del lenguaje


Éste será un breve ejercicio de liberación del lenguaje. Estamos acostumbrados a hablar siempre como un ser normal. Tenemos miedo a la locura. Sin embargo, los ríos que descienden por los techos cubiertos de palomas serán siempre blancos y oscuros, para abrirse hacia el túnel de todas las delicias… ¿habéis comprendido? ¿No? ¿Sí? Así es como deberíamos hablar, debéis permitiros hablar un lenguaje completamente disparatado al tratar de explicar un sentimiento. Hay que crear una conversación, comunicarse con un lenguaje que sea verbal, que no sea conceptual. ¿Preparados? Puedes elevar cualquier Sansón, impidiendo a Dalila cortarle el cisne y manifestar sobre la mesa tres o cuatro cuentos que serán deliciosamente azucarados, ¿de acuerdo? Y lo que se ha hecho con las palabras, se puede hacer inventando las palabras, fía fa nara ké. Costrigun tost batché quelaramanda droie pretcho ¡apande ketaka kiugala patchu! Erabutchi Kara mí. Eso libera un poco. Hacedlo vosotros. Liberad el lenguaje. Cuando entréis en esto, os va a gustar. Al principio os vais a sentir cortados, porque la más grande prisión es el lenguaje articulado, el lenguaje lógico. Es un ejercicio surrealista. Pero rompe el lenguaje normal para permitir una libertad creativa. Y quizá salgan cosas de mal gusto, no importa. Cosas idiotas, cosas infantiles. Pero saldrán también cosas bellas, de golpe. Probad a hacerlo, y después pasaremos a las técnicas de la imaginación.

Técnicas de la imaginación

La imaginación tiene principios muy simples. Algunos creadores los han utilizado hasta el agotamiento. La base de la imaginación tiene cuatro elementos, que son como los elementos matemáticos: disminución, ampliación, división y multiplicación. Éstos son los cuatro elementos de la imaginación. Primero están la disminución y la ampliación. Después la división, a continuación la multiplicación. Y luego, la mezcla. Y con esas cinco cosas, tendréis una imaginación de locos. Es muy simple. En la disminución hay que reducirlo todo, en el imaginario, hasta que todo se haga pequeño. Por ejemplo, ves pasar a alguien con un paquete, y en ese paquete puede llevar todo su pueblo natal, o la ciudad donde ha nacido. Tenéis una enorme imaginación porque habéis disminuido algo. Podéis disminuir cualquier cosa. En mi bolsillo izquierdo puedo llevar a mi mamá, en mi bolsillo derecho tengo a mi papá. Los hago discutir y luego los miro. Eso ocurre en la película Cariño, he encogido a los niños, que recrea este juego.

Uno disminuye, disminuye y tiene que pelear con las arañas. Éstos son, para mí, elementos fáciles de la imaginación. ¡Y son muy utilizados! Pero también tenemos los gigantes: eso sería la ampliación. Puedes aumentar una calabaza. El ejemplo típico sería la calabaza que crece y crece y alcanza el tamaño del planeta, convirtiéndose ella misma en planeta. Y luego es tan grande que ocupa una galaxia. Dentro de la calabaza, hay toda una historia, nace toda una humanidad. Esto es agrandar cualquier cosa. Es simple. Haces crecer lo que sea, haces arte. En arquitectura, tomas tres cajas de cerillas, las aumentas y haces un edificio. Es así como proceden los arquitectos. Esto es hacer crecer.

La imaginación tiene la posibilidad de hacer crecer o disminuir. La imaginación japonesa ha creado los pequeños árboles enanos, o bonsáis, los jíbaros reducen las cabezas, y el cine hace crecer un mono, por ejemplo, como King Kong o Godzilla, o la bomba atómica, que es la amplificación de una pequeña bomba. En mi caso, tengo un cómic que se llama Megalex, sobre una ciudad que ocupa todo el planeta, si bien yo no fui el primero en hacer esto.

También es posible la ampliación de la fuerza (Superman). Todos los superhéroes aumentan algo: por ejemplo Flash Gordon es el más rápido. Está el personaje que lo atraviesa todo con la mirada, o aquel que lo escucha todo. Eso se encuentra en los cuentos de hadas. O la persona que tiene una voz tan fuerte que hace caer los edificios. Existe el hombre que puede poseer a trescientas mujeres en una noche, etc.

Imaginad esto: por la calle pasa un caballo, y piensas que hay una invasión, que todo está lleno de caballos, que se están multiplicando, que es una nueva peste. Ahora hay tantos caballos que tenemos que huir porque estamos invadidos. Y en este punto podemos añadir un elemento: la mezcla. Los caballos se convierten en carnívoros, y hay que escapar porque están devorando a los humanos. Esto es la imaginación. Es decir, que la imaginación ha utilizado la mezcla. (Pero estábamos hablando aún de la disminución y la ampliación.)

Una persona se vuelve tan débil, tan débil, que hay que amarrarla con hilos, como a las marionetas: es un presidente y tiene que hacer su discurso así. Otro ejemplo: una persona pierde el poder y sus huesos se vuelven líquidos, como agua. Podemos imaginarlo.

Hay un cuento en el que una niña tiene los cabellos tan largos que su enamorado puede subir por sus trenzas. Eso sería ampliación de la cabellera. Aumentar, disminuir.

(Muchas obras de Ionesco son de una gran simplicidad. En una de ellas hay una mujer que sirve una taza de té, y después otra, y otra, miles de tazas de té. En otra, hay champiñones que crecen, y después toda la casa está llena de ellos. En otra, hay un muerto que crece y crece, y ocupa toda la escena. Y en Las sillas hay una silla, otra silla, toda la escena llena de sillas. Esto quiere decir que el autor no tenía demasiada imaginación, porque utilizaba simplemente el truco de hacer crecer las cosas. En todas sus obras hay algo que se multiplica. ¡Eso se convierte en una norma!)

Otro elemento de la imaginación es la situación en la que algo comienza a faltar. Los alimentos faltan, el agua falta. Dune es un planeta donde no hay agua. Se hace toda una obra sobre un planeta que no tiene agua. Se ha separado un elemento. Y separando un elemento de la naturaleza, se hace un mundo imaginario. Os estoy mostrando los procedimientos de la imaginación, fórmulas que luego podréis aplicar en cualquier momento a vuestro mundo o para poder crear. Aumento, disminución. Se puede hacer.

Una llamada telefónica, diez llamadas telefónicas, en todo el planeta los teléfonos se ponen a sonar, los edificios se caen y hay una hecatombe. Por multiplicación. Por aumento. Después, llega la división: hay una mano que anda sola, te salta al cuello… y te estrangula. Y se escapa como si fuera una araña. Esto es la división. O vas caminando por la calle y ves dos piernas que andan sin el cuerpo. En un estudio de Jung sobre los cuentos de los pieles rojas se habla de un héroe que quiere poseer a la hija del jefe. Entonces envía su falo por el agua y el falo solo posee a la chica, dejándola encinta. De esta manera consigue casarse con ella.

Multiplicación. Algunos dioses hindúes tienen múltiples brazos. Y en cada mano, un ojo. Multiplicación de brazos. Ganesha tiene cuatro brazos. Hay también un dios griego con tres cabezas. En la Odisea, el cíclope tiene un solo ojo, en la frente. Eso es disminución. En el caso del tercer ojo, hay un ojo de más. Eso sería multiplicación.

Y después, con estos cuatro elementos, se produce la mezcla. La Esfinge de Egipto. Tiene una cabeza humana, un cuerpo de león, alas de águila, una cola de vaca. Se ha hecho un monstruo. Hay numerosos ejemplos en los cuadros de El Bosco, que utilizaba mucho las mezclas de elementos. Un centauro es una

mezcla de hombre y animal. Se toma un elemento de uno, un elemento de otro, y se juntan. Así se crean los monstruos. Un ángel es una mezcla de un ser humano y un pájaro con sus alas.

Yo, durante mucho tiempo, he desarrollado estas mezclas. Me imaginaba, por ejemplo, integrar una cabeza de elefante en un cuerpo que es una nube, y cuatro escaleras como patas. Esta posibilidad de mezclar los elementos es una posibilidad artística interesante, que el imaginario utiliza. Son técnicas que tenemos a nuestra disposición. Fijaos en que todo el tiempo estamos viendo aplicaciones de estas técnicas, en el arte, en la publicidad. Si domináis esta técnica, podríais trabajar en cualquier agencia de publicidad.

Y hay otra forma de imaginación, que es el imaginario del tiempo. El viaje en el tiempo. En ese viaje, puedo ir hacia el pasado. Pero el problema es que, si se modifica el pasado, se modifica el presente de donde he partido. Esto se llama paradoja temporal, y ha sido extensamente desarrollado en la ciencia ficción. Es uno de sus grandes temas. Si yo voy al pasado y mato a mi madre, entonces yo no hubiera podido nacer porque ella no me habría parido. El viaje en el tiempo es motivo central en muchas películas. Películas populares, como la serie de

Regreso al futuro. Por tanto, el imaginario trata de jugar con el tiempo. Pero esto tiene una base edípica muy fuerte porque, si voy al pasado, puedo seducir a mi madre y hacer de ella mi novia, y en ese caso podría engendrarme a mí mismo con mi madre. O puedo seducir a mi padre en el pasado. Ésta es la base del viaje en el tiempo. Interferir en el pasado significa interferir con nuestros padres.

Después está la escatología, que es el imaginario del fin del mundo. De qué forma el mundo se termina. Por el fuego, por el agua, por la peste, por el paso a otra dimensión. Hay una gran parte del imaginario que trata del fin del mundo. Esto no os lo recomiendo, aunque yo lo hago intensamente: imagino diversos modos de morir. Me he imaginado morir ahogado, suicidado, precipitado desde un edificio, cortado en dos. Me he proyectado mucho en el suicidio, en la muerte, para liberarme un poco de mí mismo. Os repito que no os lo recomiendo. Si os angustiáis, no lo hagáis. Es duro. Sobre todo imaginar la muerte de los seres amados. Es fuerte, porque siempre existe la amenaza de que un ser amado desaparezca, y también tememos la posibilidad de dejar de existir nosotros.

Yo, para eliminar eso, he imaginado mucho. Me he convertido en la nada, que es lo que pasa cuando se entra en la oscuridad. Me he puesto a imaginar el negro, negro profundo, que disuelve mi yo en la vacuidad. Y después, la emergencia hacia la existencia y la luz.

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