Poema 10

Hemos perdido aún este crepúsculo.

Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas

mientras la noche azul caía sobre el mundo.

He visto desde mi ventana

la fiesta del poniente en los cerros lejanos.

A veces como una moneda

se encendía un pedazo de sol entre mis manos.

Yo te recordaba con el alma apretada

de esa tristeza que tú me conoces.

Entonces, dónde estabas?

Entre qué genes?

Diciendo qué palabras?

Por qué se me vendrá todo el amor de golpe

cuando me siento triste, y te siento lejana?

Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,

y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.

Siempre, siempre te alejas en las tardes

hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.

Poema 11

Casi fuera del cielo ancla entre dos montañas

la mitad de la luna.

Girante, errante noche, la cavadora de ojos.

A ver cuántas estrellas trizadas en la charca.

Hace una cruz de luto entre mis cejas, huye.

Fragua de metales azules, noches de las calladas luchas,

mi corazón da vueltas como un volante loco.

Niña venida de tan lejos, traída de tan lejos,

a veces fulgurece su mirada debajo del cielo.

Quejumbre, tempestad, remolino de furia,

cruza encima de mi corazón, sin detenerte.

Viento de los sepulcros acarrea, destroza, dispersa tu raíz soñolienta.

Desarraiga los grandes árboles al otro lado de ella.

Pero tú, clara niña, pregunta de humo, espiga.

Era la que iba formando el viento con hojas iluminadas.

Detrás de las montañas nocturnas, blanco lirio de incendio,

allá nada puedo decir! Era hecha de todas las cosas.

Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos,

es hora de seguir otro camino, donde ella no sonría.

Tempestad que enterró las campanas, turbio revuelo de tormentas

para qué tocarla ahora, para qué entristecerla.

Ay seguir el camino que se aleja de todo,

donde no está atajando la angustia, la muerte, el invierno,

con sus ojos abiertos entre el rocío.

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