3 El coraje de Ampolla

La kender miró fijamente la entrada de la caverna, restregándose las doloridas manos con nerviosismo. Palin, Feril, Rig... ¡todos estaban allí abajo, a merced del drac! Ella había conseguido salir, pero no del todo ilesa. Sentía un intenso dolor en la espalda, en el sitio donde la había alcanzado uno de los rayos.

—Me pregunto si me habrá estropeado la túnica —dijo para sí—. ¿Estaré sangrando? ¿Y los demás se encontrarán bien?

Inclinó la cabeza y aguzó el oído, pero sólo oyó la cháchara de los wyverns; sus roncas voces retumbaban entre los muros de la cueva. No se oían aleteos ni el crepitar de los rayos. Tampoco oía a sus amigos.

—Debería pedir ayuda —dijo—. Eso; podría volver al barco a buscar a Jaspe, a Groller y a Furia y coger la lanza de Dhamon... mejor dicho, de Rig. Luego volveríamos a rescatarlos. Si es que para entonces no han muerto. ¿O acaso habrán muerto ya?

Miró el cielo oscuro, luego la arena que se extendía en todas direcciones y que se veía gris a la tenue luz de las estrellas.

—De todos modos, dudo que pudiera encontrar el Yunque. Ni siquiera sé dónde está el norte. —La kender se mordió el labio inferior y dio un paso vacilante hacia la cueva—. No veré nada sin la luz de Palin. No puedo ver en la oscuridad.

Dio otro paso y palpó con cautela la roca de la entrada. No podía sentir la roca a través de la gruesa tela de sus guantes.

—Alguien tiene que ayudarlos. Y yo soy el único «alguien» que hay aquí.

Ampolla se quitó los guantes, dejando al descubierto unos dedos deformes y llenos de cicatrices. Dio otro paso al frente y se internó en la oscuridad. Luego tocó el muro de la cueva y comenzó a descender a tientas.

Shaon era la única persona a quien había hablado del accidente que le había desfigurado las manos. Años antes, la curiosidad la había empujado a abrir el cofre de un mercader, y una trampa mágica le había dejado las manos doloridas y cubiertas de unas cicatrices que procuraba disimular bajo una variopinta colección de guantes. Quizá la confianza que había depositado en Shaon al contarle su historia fuera una de las causas del infortunio de su amiga. Ampolla no quería perder ningún amigo más.

La kender tocó un punzante afloramiento de piedra y dio un respingo de dolor. Las yemas de sus dedos eran extremadamente sensibles; tanto, que podían percibir la brisa que soplaba hacia el interior y el exterior de la cueva. Y percibían asimismo el estancamiento del aire cuando se acercaba a un objeto que le cerraba el paso, como una afloración de piedra o los restos de un camello.

Animada por el creciente volumen de las voces de los wyverns, Ampolla respiró hondo y se adentró con determinación en las profundidades de la cueva.


«Debería haber ido con ellos —pensó Jaspe Fireforge—. No es que me guste el desierto, pero a su lado no estaría preocupado.»

Se inclinó sobre la batayola del Yunque y alzó la vista a las estrellas mientras se mesaba la barba.

«Feril sabe cuidarse. Rig también. Y Palin es el hechicero más poderoso de Krynn. Pero llevarse a la kender... Menuda imprudencia. Debería haber protestado y ocupado su lugar. Al fin y al cabo, prometí a Goldmoon que ayudaría a Palin y a sus amigos.»

El enano oyó un crujido en el suelo de la cubierta y miró por encima del hombro.

—Buenas noches, Groller —dijo Jaspe, y de inmediato frunció los labios y sacudió la cabeza—. Lo siento —musitó el enano, flexionando los dedos de la mano derecha a modo de saludo.

El corpulento semiogro sonrió.

—¿Jas... pe no está can... sado?

El enano alzó las manos y las movió frente a su cara.

—Estoy preocupado, amigo. No puedo dormir.

Groller hizo un gesto de asentimiento.

—Rig fuerte, nece... sitar viaje. Él, bien, nece... sitar esto. —La voz del semiogro era monocorde y nasal y sus palabras se confundían unas con otras.

—¿Quieres decir que necesitaba los tesoros del dragón? Bueno; más bien los quería. —Jaspe ahuecó la palma de la mano izquierda y colocó encima el dorso de la derecha. Levantó esta última unos centímetros, la giró y flexionó los dedos. Era un signo que le había enseñado Groller y que significaba dinero. Hizo la pantomima de recoger piezas de metal y guardarlas entre sus rechonchos dedos de enano.

El semiogro negó con la cabeza.

—No. Rig nece... sitar esto por... que amaba a Shaon. Sentir da... ño dentro.

—Que yo sepa, la quería mucho —dijo para sí y luego hizo un gesto de asentimiento a Groller.

—Sentir daño den... tro porque Shaon está muer... ta —prosiguió Groller—. Creo que Rig quiere teso... ro porque los dra... gones aman tesoros. El dragón cogió a Shaon. Ahora Rig coge teso... ro.

—¿Una especie de represalia, a pesar de que el dragón ha muerto? —Jaspe suspiró—. Bueno, supongo que es posible. Espero que Rig encuentre lo que busca. Pero ningún tesoro hará resucitar a Shaon o a Dhamon. Y ningún tesoro lo compensará por la pérdida. Lo sé. Yo mismo me sentí vacío durante un tiempo después de la muerte del tío Flint.

Groller arqueó las cejas e inclinó la cabeza hacia un lado.

—Lo siento, pero no conozco todos tus gestos —gruñó el enano. Volvió a reproducir el signo de la riqueza, luego unió las puntas de sus dedos índice y los puso delante del pecho. Era el signo del dolor. A continuación sacudió ferozmente la cabeza.

—Lo sé —dijo Groller. Jaspe nunca había visto tanta tristeza en sus ojos—. Tesoro no cura na... da. Tesoro no hace ol... vidar.

—Eh, ¿dónde está tu lobo? —preguntó el enano, decidido a cambiar de tema. Curvó los dedos de la mano derecha, los puso delante del pecho y los abrió con fuerza... Era el signo que representaba a Furia, el lobo de pelo rojizo de Groller.

Groller señaló hacia abajo y apoyó la cabeza en una mano.

—Dormir abajo —respondió—. Jas... pe también debe... ría dormir. Necesitar desean... so. Mañana ayu... darme a reparar velas.

—La costura no se me da nada bien —replicó el enano. Cerró la mano en un puño, lo puso junto a su sien y negó con la cabeza. Había aceptado la tarea—. Sí —dijo simulando coser—. Te ayudaré por la mañana. Pero todavía no quiero acostarme.

Volvió a mirar hacia los Eriales del Septentrión.

—Me quedaré aquí preocupándome un rato. Debería haber ido con ellos. Menuda imprudencia llevar a la kender con ellos.

Загрузка...