DÍA 14

07.00 Me persono en el bar de la señora Mercedes y el señor Joaquín cuando la señora Mercedes está subiendo la persiana metálica. La ayudo a bajar las sillas que el señor Joaquín ha subido la noche anterior sobre las mesas para facilitar el barrido del establecimiento. Me dice que nadie le ha preguntado por mí. Le encarezco que se mantenga ojo avizor. Me hace una tortilla de berenjenas (mi favorita) y me la tomo con dos rebanadas de pan con tomate y una caña de cerveza, mientras ojeo la prensa matutina. Parece que ya está decidida la selección que jugará en Italia: Zubizarreta, Chendo, Alkorta, Sanchis, Rafa Paz, Villarroya, Michel, Martín Vázquez, Roberto Salinas, Butragueño, Bakero, ¡menudo equipazo! Leo atentamente los anuncios para ver si puedo alquilar un piso. La cosa está peluda. Mejor comprar.


09.30 Me persono en una agencia inmobiliaria. Para causar una impresión favorable he adoptado la apariencia del duque y la duquesa de Kent. Soy conducido a una sala donde guardan turno varias personas.


09.50 Leo en un ¡Hola! Un amplio reportaje sobre la boda de un tal Balduino y una tal Fabiola. Compruebo que se trata de un número atrasado.


10.00 Entra en la sala una señorita y nos hace formar en tres grupos: a) el de los que quieren comprar un piso para habitarlo, b) el de los que quieren comprar un piso para blanquear dinero negro y c) el de lo que quieren comprar un piso en la Villa Olímpica. Una pareja con lactante y yo formamos el grupo a.


10.15 Los integrantes del grupo a somos conducidos a un despacho sobrio. A la mesa se sienta un caballero de barba blanca, cuyo aspecto rezuma probidad. Nos explica que la coyuntura es difícil, que hay más demanda que oferta y viceversa, que no debemos hacernos ilusiones. Nos insta a renunciar al engañoso binomio calidad-precio. Nos recuerda que esta vida no es más que un valle de lágrimas de alto standing. A medio sermón se le desprende la barba postiza, que arroja a la papelera.


11.25 Visito el piso que acabo de comprar. No está mal. Hay que hacer cocina y baños, pero esto no me inquieta porque no sé cocinar y no me baño jamás. Advierto con alegría que el dormitorio dispone de un amplio armario empotrado. Entro en el armario empotrado y éste se pone en movimiento. Desilusión: era el ascensor del inmueble.


14.50 Obtengo la cédula de habitabilidad, me doy de alta de agua, gas, electricidad y teléfono, suscribo un seguro contra incendio y robo, pago la contribución territorial.


16.30 Compro una cama, un plegatín (para invitados), un tresillo, aparador, mesa y sillas. Temperatura, 21 grados; humedad relativa, 60 por ciento; vientos flojos; estado de la mar, rizada.


17.58 Compro cubertería y vajilla.


18.20 Compro ropa de casa, visillos.


19.00 Compro aspirador, horno microondas, plancha de vapor, tostadora, freidora, secador de cabello.


19.30 Compro detergente, suavizante, abrillantador, limpiacristales, escoba, bayeta, estropajo, gamuza.


20.30 Me instalo en casa. Me hago subir una pizza y una botella familiar de Zumifot. Me pongo el pijama.


21.30 Decido prescindir (sólo por hoy) de mi lista de lecturas y me meto en la cama con una novela de misterio de una escritora inglesa que goza de gran predicamento entre los seres humanos. El argumento de la novela es harto simple. Un individuo, al que, para simplificar llamaremos A, aparece muerto en la biblioteca. Otro individuo, B, intenta adivinar quién mató a A y por qué. Después de una serie de operaciones carentes de toda lógica (habría bastado aplicar la fórmula 3(x2-r)n±0 para solucionar el caso de entrada), B afirma (erróneamente) que el asesino es C. Con esto el libro concluye a satisfacción de todos, incluido C. no sé lo que es un mayordomo.


01.30 Rezo mis oraciones y me dispongo a dormir. Todavía sin noticias de Gurb.


04.17 Me despierto y no logro volver a conciliar el sueño. Me levanto y recorro mi nuevo piso. Falta algo, pero no sé lo que es.


05.40 Vencido por el cansancio, vuelvo a dormirme sin haber despejado la incógnita que me atormenta.


06.11 Me despierto repentinamente. Ya sé lo que falta para que el piso sea un verdadero hogar. Pero ¿encontraré alguna chica dispuesta a compartir mi vida?

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