Mas tarde, echados entre las sabanas, el le acaricia los cabellos, mientras ella lo aprieta con la cabeza apoyada en su pecho.

‘No soy buena, verdad?’

‘Eres buenísima.’

‘No, me siento tonta. Me debes enseñar.’

‘Eres perfecta. Ven.’

Step la agarra por la mano y se la lleva hacia el. Entre las flores de la sabana, una pequeña flor roja, apenas creada, se distingue del resto, mas pura e inocente que todas.

De nuevo abrazados en la bañera. Beben champaña hablando alegres, ligeramente brillantes de amor. Rápidamente ebrios de pasión se aman de nuevo. Esta vez sin miedo, con mas seguridad, mas deseo. Ahora le parece más bello, más fácil de mover las alas, ahora no tiene miedo a volar, entiende la belleza de ser una joven mariposa. Después agarran las batas de baño y bajan hacia la cabaña privada. Se divierten inventando nombres que podrían significar esas dos letras desconocidas cocidas en el pecho. Después de haber competido por encontrar los más raros, las abandonan en las rocas.

Babi pierde. Se lanza de segunda. Nadan así, en el agua fresca y salada, bajo el reflejo de la luna, empujado por pequeñas ondas, abrazándose cada tanto, bromeando, alejándose para después juntarse de nuevo, para saborear esos labios de sabor champaña marino. Mas tarde, sentados sobre una roca, envueltos en las batas de baño de Amarildo y Sigfrida, miran soñadores las miles estrellas encima de ellos, la luna, la noche, el mar oscuro y tranquilo.

‘Es bellísimo aquí.’

‘Es tu casa, no?’

‘Estas loco!’

‘Lo se!’

‘Soy feliz. Nunca he sido así de feliz en toda mi vida. Y tu?’

‘Yo?’ Step la abraza fuerte. ‘Estoy demasiado feliz.’

‘Como para lograr tocar el cielo con un dedo?’

‘No, no así.’

‘Como no así?’

‘Mucho mas. Al menos tres metros sobre el cielo.’

El día después Babi se despierta y, mientras debajo de la ducha los últimos rastros salados abandonan su cabello, piensa emocionada en la noche anterior.

Desayuna, saluda a su mama y se monta en el carro con Daniela, lista para ir a la escuela como cada mañana. Su padre se para en el semáforo debajo del puente de la vía Francia. Babi esta todavía somnolienta y distraída cuando de repente la ve. No cree a sus ojos. En lo alto, más alto que el resto, sobre la blanca columna del puente, una escritura domina las otras, imborrable. Esta ahí, sobre el mármol frío, azul como sus ojos, bella como siempre la quiso. Su corazón comienza a latir veloz. Por un momento le parece que todos pueden sentirla, todos pueden leer esa frase, justo como ella lo esta haciendo en ese momento. Y ahí, en lo alto, inalcanzable. Ahí solo donde los enamorados logra llegar:

‘Tu y yo… Tres metros sobre el cielo.’


24 de diciembre.

Esta despierto. En realidad no ha dormido nada. La radio esta encendida. Ram Power: uno lo vive, uno lo recuerdo. Que cosa hay para recordar? Tiene dolor de cabeza y los ojos le duelen. Se gira en la cama. De la cocina vienen sonidos. Su hermano esta haciendo el desayuno. Mira el reloj. Son las nueve. Quien sabe a donde va Paolo a esa hora, el día antes de navidad. Hay personas que siempre tienen algo que hacer, piensa, hasta en los días festivos. Siente la puerta cerrándose. Salio. Tiene un sentimiento de alivio. Tiene ganas de estar solo. Después un extraño sufrimiento lo toma. No tiene ganas. Esta solo. Con esa idea se siente aun peor. No tiene hambre, no tiene sueño, no tiene nada. Se queda así boca abajo. No sabe por cuanto tiempo. Poco a poco comienza a ver ese cuarto en días más felices. Cuantas veces por la mañana ha encontrado los zarcillos de Babi sobre la mesita de noche, cuantas veces su reloj, cuantas veces estuvieron juntos en esa cama, abrazados, enamorados, deseosos el uno del otro. Sonríe. Se acuerda de sus fríos pies, esos pequeños dedos helados que ella riendo apoyaba en sus piernas mas calientes. Después que habían hecho el amor, cuando se echaban ahí, a hablar, mirando la luna por la ventana, la lluvia o las estrellas, igualmente felices, si hiciera calor o lloviera. Acariciándole los cabellos sin importar que sucediera afuera, olvidando las guerras, los problemas del mundo, las nuevas calles, la gente. Después imagina de nuevo a ella yendo a su baño, admira de nuevo enamorado esas marcas más claras sobre su piel, la sombra de un traje de baño apenas quitado, un sostén desabrochado. La escucha reír con esa puerta cerrada, la ve caminar con su forma graciosa, con esos cabellos mojados, correr penosa hacia la cama, lanzarse encima de el, aun fresca de agua, aun perfumada de amor y de pasión. Step se voltea de nuevo en la cama, mira el suelo. Cuantas veces, con mala gana, ha llegado la hora de vestirse, de acompañarla a casa. Entonces silencioso y vecinos, sentados sobre esa cama comenzaban a vestirse, lentamente, pasándose cada tanto alguna cosa que pertenecía al otro. Intercambiando una sonrisa, un beso, poniéndose una falda, hablando inclinados, amarrándose los zapatos, dejando la radio prendida, por poco, antes de regresar. Donde estará en este momento. Y porque. Siente una puntada en el corazón.


En los días festivos siempre arregla el cuarto, si se siente más alegre o más triste. No sabe donde meter algunos pensamientos.

‘Dani, quieres esta? Sino la boto.’ Daniela mira a la hermana. Babi esta en la puerta de su cuarto con la chaqueta azul en la mano.

‘No, déjala me la pongo yo.’

‘Pero esta toda descosida.’

‘Yo la arreglo.’

‘Como quieras.’ Babi la deja en la cama. Daniela la mira salir del cuarto. Cuantas veces Babi y ella han peleado por esa chaqueta. No pensaría que la botaría. Su hermana si ha cambiado. Después deja ir ese pensamiento y se pone a envolver los últimos regalos. Babi esta terminando de limpiar el armario cuando entra su madre.

‘Bien. Has sacado bastante ropa.’

‘Si, toma, toda esta es para botar. Dani tampoco la quiere.’

Raffaella agarra algunas ropas puestas sobre la mesa.

‘Haré un paquete para los pobres. Deberían pasar hoy a buscarlos. Mas tarde salimos juntas?’

‘No lo se, mama.’ Babi se sonroja ligeramente.

‘Como quieras, no te preocupes.’

Raffaella sonríe y sale del cuarto. Babi abre algunas gavetas. Esta feliz. De un tiempo acá esta bien con su madre. Que extraño. Solo hace seis meses atrás peleaban siempre. Se acuerda del final del proceso penal, cuando salio del tribunal y su madre la alcanzo afuera corriendo.

‘Pero estas loca, porque no dijiste como fueron de verdad las cosas? Porque no dijiste que ese delincuente golpeo a Accado sin razón?’

‘Para mi las cosas fueron como yo dije. Step es inocente. No tiene que ver. Que saben ustedes que paso? Que sintió ese momento. Ustedes no saben justificar, no saben perdonar. La única cosa que están en grado de hacer es juzgar. Deciden la vida de sus hijos sobre sus deseos, sobre lo que ustedes piensan. Sin saber siquiera que pensamos. Para ustedes la vida es como jugar cartas, todo eso que no conocen es una carta incomoda que no quisieran haber pescado. No saben que hacer, les molesta tenerla entre las manos. Pero no se preguntan porque uno es violento, porque uno es drogadicto, que les importa, si no es su hijo, no les preocupa. Pero esta vez te interesa mama, esta vez tu hija esta con uno que tiene problemas, que no piensa solo en tener el GTI 16 válvulas, el Daytona o ir a Sardegna. Es violento, es cierto, pero quizás lo es porque no sabe explicar tantas cosas, porque le han dicho tantas mentiras, porque ese es su único modo de reaccionar.’

‘Pero que dices? Son todas idioteces… y que no piensas? Como quedaste? Eres una mentirosa. Mentiste frente a todos.’

‘A mi no me importa nada tus amigos, lo que piensan, como me juzgan. Dices siempre que es gente que lo lograron. Pero que lograron? Que han hecho? Solo dinero. No hablan con los hijos. No les importa en realidad lo que hacen, de cuanto sufren. Nosotros, no les importamos un coño.’

Raffaella le da una cachetada en plena cara. Babi se pasa la mano por la mejilla, después sonríe.

‘Lo hice a propósito, que crees? Ahora que me diste una cachetada tú conciencia esta limpia. Ahora puedes regresar a hablar con tus amigas y sentarte en la mesa de juego. Tu hija fue educada bien. Entendió que es bueno y que no… entendió que tiene que decir palabrotas y que se debe comportar bien. Pero no ves que eres ridícula, que das risa? Me mandas a la misa los domingos pero si escucho mucho el evangelio entonces no, no esta bien. Si amo mucho a mis prójimos, si traigo a casa a uno que no se alza cuando entras o que no sabe estar en la mesa, entonces no te gusta. Deberían inventar iglesias para ustedes, un evangelio, donde no todos resucitan, solo esos que no comen en cualquier lado, que no firman poniendo primero el apellido, esos que sabes de quien son hijos, esos que son bronceados y bellos, que visten como ustedes dicen. Son bufones.’

Babi se va. Raffaella se queda mirándola hasta que la ve montarse en la moto de Step y alejarse con el.

Cuanto tiempo ha pasado. Cuantas cosas han cambiado. Suspira, abriendo el segundo gabinete.

Pobre mama, cuantas cosas la hice pasar. En el fondo ella tenía razón. Lo entendí solamente ahora. Pero hay cosas más importantes en la vida. Continúa a acomodar su ropa. Pero de esas cosas tan importantes no le viene a la mente ni una, quizás porque no quiere pensar más, porque es más cómodo así. Quizás porque en realidad no hay tantas. Es un arrepentimiento o un sostén con el cual el se rió.

‘Que sexy estas esta noche.’ Uno tras otro llegan, implacables, malintencionados y tristes, lejanos. Los recuerdos. La fiesta de sus dieciocho años en Ansedonia. A las diez de la noche, repentinamente un sonido de moto. Todos los invitados se asomaron a la terraza. Finalmente algo de que hablar. Llegaron Step, Pollo y sus amigos. Bajan de las motos y entran en la fiesta riendo, seguros y arrogantes, mirando alrededor, los amigos buscando alguna chica bella, el buscándola a ella.

Babi corre a su encuentro, perdiéndose entre sus brazos, con un dulce ‘felicidadades tesoro’ y un beso en la boca apasionado.

‘Dale, están mis padres aquí…’

‘Lo se, por eso lo hice! Ven, vente conmigo…’

Después de la torta con las velas y el Rolex que sus padres le regalaron, se escapan. Se deja secuestrar por sus ojos alegres, de sus propuestas divertidas, de su moto veloz. Fuera, van por la bajada, hace el mar nocturno, con el perfume de las olas, lejos de inútiles invitados, de la mirada molesta de Raffaella, del desagrado de Claudio que quisiera bailar el vals con su hija como lo hacen todos los padres.

Pero ella no esta mas, ella esta lejos. Pequeña mayor de edad, se pierde bailando entre sus besos, sobre notas de suaves ondas saladas, por una romántica luna, por su joven amor.

‘Toma, esto es para ti.’ Sobre el cuello resplandece un collar de oro de piedras turquesas como sus ojos felices. Babi le sonríe y el besándola logra convencerla. ‘Te juro que no la he robado.’

Y la noche de la prueba de aptitud. Que risa esa vez, en casa hasta tarde para repasar. Hipótesis continuas, sopladas clandestinas. Todos creen saber el titulo del tema. Se llaman seguros, todos creen haber descubierto el justo.

‘Es el numero cincuenta de la televisión, fue descubierta una escritura del Manzoni, es acerca de la revolución francesa, de seguro.’

Algunos dicen que lo saben de Australia donde salio el día antes, otros de un amigo profesor, de uno en la comisión, alguno dice que lo saco por un médium. Cuando al día siguiente el futuro se volvió presente, se descubre que ese profesor no era tan amigo, que el médium era una estafa y que Australia es una tierra muy lejana para confiarse.

Después cuando salieron las notas, esa gran sorpresa.

Babi saco cien. Corre hacia Step feliz, entusiasmada por el resultado. El se ha reído, bromeando con ella.

‘Que aptitud tienes…!!’

La ha desnudado riendo, echándole broma, pareciera que lo hubiera sabido, como si esperara que ella sacara esa nota. Han hecho el amor. Después ella se venga riendo.

‘Te habrías imaginado? Tu aquí, un simple setenta que tiene el honor de besar un honorífico cien… pero te das cuenta de la suerte que tienes?’

El le ha sonreído. ‘Si, me doy cuenta.’ Y la ha abrazado en silencio.

Cualquier tiempo después, Babi fue a buscar a la Giacci. En el fondo, después de sus discusiones, la profesora pareciera haberle tenido simpatía. La comenzó a tratar bien, con delicadeza, con demasiado respeto. Ese día, cuando fue a su casa, descubrió porque.

Ese respeto era solo miedo. Miedo de estar sola, de no tener más su amigo y compañero. Miedo de no volver a ver a su perro, miedo de la soledad. Babi se quedo sin palabras. Escucho la furia de la profesora, su rabia, sus palabras malas. La Giacci estaba ahí frente a ella, de nuevo con su Pepito entre los brazos. Esa mujer anciana parecía aun más cansada, más ácida, mas desilusionada de ese mundo, de los jóvenes. Babi huyo disculpándose, sin saber que decir, sin sabe mas quien es, a quien tiene cerca, cual seria su nota, la verdadera, la que merecía.

Babi va a la ventana y mira afuera. Algunos árboles de navidad se prenden y apagan sobre las terrazas de las casas, en las salas elegantes del edificio de enfrente. Es navidad. Hay que ser buenos. Quizás debería llamarlo. Cuantas veces, sin embargo, fui buena. Cuantas veces lo perdone. Incluyendo lo de la Giacci. Se recuerda de las miles discusiones que tuvieron, su modo diferente de ver las cosas, las peleas, el dulce hacer las paces esperando que todo pudiera mejorar. Pero nunca fue así. Discusión tras discusión, día tras día, con sus padres que le hacían la guerra, llamadas escondidas, timbrazos nocturnos. Su madre que responde, Step que ataca. Y su celular en la casa no servia… y ella castigada, cada vez mas a seguido.

Aquella vez que Raffaella había organizado una cena en su casa, obligándola a quedarse. Había invitado mucha gente refinada, el hijo de un amigo de ellos muy rico. Un buen partido, le habían dicho. Después llego Step. Daniela abrió sin pensarlo, sin preguntar quien era. Step le lanzo la puerta golpeándole la cabeza.

‘Lo siento Dani, sabes que no es contigo, lo sabes!’

Agarro a Babi por un brazo y se la llevo fuera de ahí entre los inútiles gritos de Raffaella y el intento del buen partido de detenerlo. Ese tipo se encontró en el suelo con el labio golpeado y sangrante. Ella se durmió entre los brazos de Step, llorando.

‘Como todo se volvió difícil. Quisiera estar lejos de aquí contigo, sin mas problemas, sin mis padres, sin este desorden, en un lugar tranquilo, fuera del tiempo.’

El le sonrió.

‘No te preocupes. Yo se adonde ir, nadie nos fastidiara. Hemos ido bastante, solo hay que querer.’

Babi lo mira con los ojos llenos de esperanza.

‘Donde?’

‘Tres metros sobre el cielo, donde viven los enamorados.’

Pero el día después regreso a su casa y de ahí ha comenzado o quizás ha terminado todo.

Babi se inscribió en la universidad, comienza a ver economía y comercio, pasa las tardes estudiando. Comienza a verlo cada vez menos seguido ahora. Una tarde con el. Fueron a Giovanni a tomar un jugo. Están hablando fuera del bar cuando de repente llegan dos tipos tremendos. Step no le da tiempo de reaccionar. Le están rápido encima. Comienzan a agarrarlo a cabezazos teniéndolo abrazado entre ellos, golpeándolo con la cabeza por turnos, en una tremenda pelea sangrante. Babi ha comenzado a gritar. Step al final logra liberarse. Los dos han huido sobre una Vespa perdiéndose en el tráfico. Step se quedo en el suelo, atontado. Después, ayudado por ella, se alzo de nuevo. Con servilletas logro parar la sangre que le bajaba por la nariz. Más tarde la acompaño a la casa, en silencio, sin saber bien que decir. Ha hablado de una riña de tanto tiempo atrás, cuando aun no estaban juntos. Ella le creyó, o quizás ha querido hacerlo. Cuando Raffaella la vio entrar a la casa con la camiseta llena de sangre, le dio un susto.

‘Que te paso? Babi estas herida? Que te sucedió? Es culpa de ese delincuente verdad? No entiendes que terminaras mas?’

Ella fue a su cuarto, se cambio en silencio. Después se quedo ahí, sola, echada sobre la cama. Entendió que algo no iba bien. Algo debería cambiar. No seria así de fácil, no como quitarse una camiseta y botarla entre la ropa sucia. Cualquier día después vio a Step. Tiene otro corte en la cara. Le pusieron puntos en la ceja.

‘Pero que te paso?’

‘Bueno, para no despertar a Paolo entre a la casa y no prendí la luz del corredor. Me golpee contra un mueble. No sabes que mal, una cosa bestial.’

Justo como esa que ha hecho. La verdad la supo de Pallina por casualidad, hablando por teléfono. Fueron a buscar a los tipos, con palos y cadenas, guiados por Step. Una riña gigantesca, una verdadera venganza. Salio hasta una noticia en el periódico. Babi tranco. Es inútil discutir con Step, siempre hará como quiere, a su modo. Tiene la cabeza dura. Le ha dicho miles de veces que ella odia la violencia, los puños, los golpeadores.

Acomoda los escaparates, tira abajo algunos cuadernos botándolos por el suelo, sin interés. Cuadernos de años pasados, apuntes del liceo, viejos libros.

‘Que hacemos esta noche? Vamos a las carreras de moto? Anda, van todos.’

‘Estas bromeando espero, no pasara! Yo en ese lugar no vuelvo a poner un pie. Quizás encuentro a esa loca rabiosa y me toca caerle a golpes de nuevo. Tenemos una reunión, si quieres venir.’

Step se puso una chaqueta azul y se quedo todo el tiempo sentado sobre un sofá mirando alrededor, tratando de conseguir algo de divertido en eso que escuchaba, sin lograrlo. El siempre odio esa gente. Ha entrado a estas fiestas, ha arruinado todo, si divirtió bastante con los otros robando en los cuartos, a lanzar al suelo las cosas. Los otros. Quien sabe donde estarán en este momento. En la Serra, corriendo a ciento cuarenta, sobre la moto con los amigos que los animan, con Siga que agarra las apuestas, con las groupies, Ciccio y todos los otros. Que genial esa fiesta. Encuentra la mirada de Babi. Le sonríe. Ella esta molesta, sabe muy bien lo que el esta pensando.

Babi trata de agarrar aquel libro más alto que el resto.

Después lo recuerda como si fuera en ese momento.

El intercomunicador suena alocado. La dueña de la casa atraviesa la sala corriendo, la puerta que se abre y Pallina ahí, pálida, agitada y se echa a llorar.

Es una noche terrible. Deja de pensarlo. Comienza a recoger los libros que lanzo al suelo. Agarra otros poniéndolos sobre la mesa y cuando se inclina de nuevo, la ve. Esta ahí, clara y seca, amarilla. Arruinada, sobre la alfombra oscura, carente de la vida que tenia hace tanto tiempo.

La pequeña espiga que metió en su diario la primera vez que huyo de la escuela con Step. Esa mañana con el viento que anunciaba el verano, esos besos que sabían a piel perfumada por el sol. Su primer amor. Se recuerda cuando estaba convencida que nunca podría existir algún otro. La recoge. La espiga se rompe entre sus dedos, como viejos pensamientos, como ligeros sueños y débiles promesas.


Step mira la cafetera sobre la hornilla. El café todavía no esta listo. Sube un poco la llama. Cerca todavía queda un poco de cenizas y un último pedazo de hoja amarillenta. Sus amados diseños, las caricaturas de Andrea Pazienza. Son los originales. Los ha robado en la redacción de un nuevo periódico, ‘Zut’, cuando Andrea estaba aun vivo y colaboraba con ellos. Una noche rompió el vidrio de la ventana con el codo y entro desde arriba. Fue fácil, agarro solo los diseños del mítico Paz y después se fue veloz por la puerta, desapareciendo en la noche, feliz, con los dibujos de su ídolo entre las manos. Poco tiempo después Andrea muere.

Es junio. Una fotografía suya en un periódico. Alrededor de Andrea esta toda la noticia. Esa foto debe haber sido hecha días después de su hurto. Step recoge entre las rejillas de las hornillas ese pedazo de papel. Que caricatura era? Debe ser esa con la cara de Zanardi. Ahora no importa más. Las quedo todas esa noche después de la llamada. Se quedo ahí viendo los colores quemarse, las caras de sus héroes desaparecer abrazados por las llamas, las frases graciosas de poetas desconocidos desvanecer en humo. Después entro su hermano.

‘Pero que haces? Eres cretino? Mira estas quemando el tope de la cocina…’

Paolo ha tratado de apagar esa llama muy alta pero el lo paro.

‘Step pero te da vueltas el cerebro? Después la tengo que pagar yo, no? Estas estupideces hazlas afuera.’

Step no supo nada más. Lo batió contra el muro, cerca de la ventana. Paolo perdió sus lentes. Volaron lejos, al suelo, rompiéndose. Después Step se calmo. Lo dejo ir. Paolo recogió sus lentes rotos y salio en silencio, sin decir nada. Step se puso peor. Escucho cerrarse la puerta de la casa. Se quedo ahí, mirando sus dibujos que se quemaban, arruinando el tope de la cocina, sufriendo como nunca había sufrido. Solo como nunca lo había estado. Le viene a la mente Battisti. ‘Agarrar a puños a un hombre solo porque fue descortés, sabiendo que lo que duele no son las ofensas.’ Es cierto, tiene razón. Y a el le duele mucho mas. Ese hombre es su hermano. El café esta listo de repente, burbujeando, como si también tuviera algo que decir. Step lo echa en una taza y se lo toma. En su boca se queda un sabor caliente y amargo, el mismo sabor de los recuerdos abandonados en su corazón.

Septiembre. Los padres de Babi le compraron un ticket para Londres. Se pusieron de acuerdo con la madre de Pallina. Quieren alejarlas de esas nuevas malas amistades. Solo basto poco. Un plan bien pensado. Una cita con un amigo que trabaja para el estado. Pasaportes nuevos. En ese avión para Inglaterra salen dos, pero los tickets, cambiados pocos días antes, tienen nombres diferentes. Pollo y Pallina.

Son quince días inolvidables para todos. Para los padres de Babi, ilusionados y contentos, finalmente tranquilos. Para Pollo y Pallina, de paseo en Londres, en los pubs y discos, mandándoles a todos postales compradas en Roma, postales inglesas, ya firmadas por Babi. Mientras que Step y ella, lejos de todos, en esa isla griega, Astipaleia. Un viaje épico. Abrazados bajo las estrellas, echados sobre un puente, sobre coloridos sacos, cantando con gente extranjera canciones ingleses, mejorando así su pronunciación, no de la misma forma como hubiesen querido sus padres. Después los molinos blancos, las rocas, una pequeña casa sobre el mar. Pescar al alba, dormir la tarde, salir de noche, pasear en la playa. Dueños del lugar, del tiempo, solos, contando las estrellas, olvidando los días, telefoneando mentiras.

Step saborea el café. Parece aun mas amargo. Comienza a reír. Esa vez que Babi invito a todos los amigos de el a cenar. Un intento de socializar. Se sentaron en la mesa y se comportaron bien justo como Step les pidió tanto. Después no resistieron más. Uno tras otro se levantaron, adueñándose de los platos, llevándose las cervezas y todo hacia la sala. Nunca invites los miércoles. Mucho menos si están jugando las copas de fútbol. Naturalmente termino de forma trágica. La Roma perdió, alguno que apoyaba al rival, la Lazio, ha comenzado a echar broma y fue el comienzo de una riña. Step ha tenido que sacarlos a todos. Divergencias, diferencias, dificultades. Ha tratado de superarlas. Fiesta enmascarada. Se disfrazaron de Tony y Jerry y justo a esa fiesta llegaron Pollo y los demás. Un simple caso del destino cruel? O más simplemente un chisme de Pallina? Todos hicieron como si no lo conocieran.

Saludaron a Babi, ese pequeño Jerry de ojos azules y han ignorado a Tom, riendo cada vez que pasaba ese gato de músculos hinchados.

El día después, en la plaza, Pollo, Schello, Hook y algún otro se le acercaron con aire grave.

‘Step, te debemos decir algo. Sabes, ayer fuimos a una fiesta y estaba Babi.’

Step los miro fingiendo como si nada.

‘Entonces?’

‘Bueno, entonces, estaba disfrazada de rata y había un gato que la atacaba… como un puerco. Parecía uno fuerte, uno que golpea duro. Si quieres una mano para controlarlo, dilo. Sabes, hay un problema. Hay algunos gatos que tienen ciertas…’

Pollo no tiene tiempo de terminar la frase. Step le salta encima, bloqueandole la cabeza debajo del brazo, friccionando la nuca con su puño duro. Entre las risas de los otros, las risas de Pollo, sus risas. Que amigos! De repente se siente triste.

Esa noche. Porque fue a esa fiesta, porque fue, en ve de ir a las carreras? Babi insistió tanto. Cuantas cosas hizo por ella. Quizás no hubiera sucedido. Quizás.

El intercomunicador suena alocado. La dueña de la casa atraviesa la sala corriendo, la puerta se abre. Pallina pálida, temblante aparece en la puerta. Sus ojos tristes, llenos de lágrimas, de sufrimiento. Step se le acerca. Ella lo mira conteniendo ese primer sollozo.

‘Pollo esta muerto.’ Entonces lo abraza buscando en el eso que no puede conseguir más en ninguna parte. Su amigo, su novio, esa risa fuerte y llena. Fueron corriendo a la Serra con Babi, con la Y10 que hace poco le habían regalado los padres. Los tres juntos, en ese carro, con ese sabor nuevo que se tiñe de sufrimiento y silencio. Después lo vio. Luces brillantes alrededor a ese único punto. La moto de su amigo. Uniformes odiados y carros de la policía alrededor de Pollo, tirado ahí en el suelo, sin la fuerza de reír, de bromear, de echarle broma, de decir tonterías. Alguno mide algo extendiendo un metro. Algún otro chico mira. Pero ninguno puede ver o medir todo eso que se fue. Step se dobla encima de el en silencio, acaricia la cara del amigo. Ese gesto de amor que nunca hicieron en años de amistad, que nunca se permitieron. Después susurra llorando: ‘Me harás falta’. Y solo Dios sabe que tan sincero fue.

El café se termino. De repente le vienen ganas de escucharlo leer las últimas noticias del ‘Corriere dello Sport’, de ese tipo que aterroriza a Maria, que entra en la casa despertándolo cada mañana, que atraviesa su visa haciendo bochinche, riendo. Después se pregunta hace cuanto no come un sándwich de salmón. Pero extrañamente en ese momento no tiene ganas. Quizás porque, si quisiera un sándwich, lo podría tener.


Babi mira el regalo que compro para Pallina. Esta ahí, en la mesa, envuelto con papel rojo y un lazo dorado. Lo eligio con cuidado, le gustaría bastante, pago mucho por el. De igual forma esta ahí. No la ha llamado, no se han comunicado. Cuantas cosas han cambiado con Pallina. No es más la misma, no se visitan, no logran hablar. Quizás porque después del liceo han tomado dos vías diferentes. Ella economía y comercio, Pallina un instituto de gráficos. Siempre ha amado dibujar. Le vienen a la mente todos los papeles que le ha mandado durante las horas de clase. Caricaturas, frases felices, comentarios, caras de amigas. Adivina, quien es esta? Era tan buena que a Babi tardaba poquísimo tiempo en adivinar. Miraba el dibujo, alzaba la cabeza y ahí la veía. Esa compañera del mentón grande, de las orejas un poco alargadas, de la sonrisa excesiva. Y reían desde lejos, simples compañeras, grandes amigas. Cada pretexto era bueno para dejarse regañar, casi orgullosas de esa alegría, es esas sonrisas no muy bien escondidas.

Después de esa noche, y los días siguientes y el mes sucesivo. Silencios prologados, llantos. Pollo no esta más y ella no sabe conseguir la razón. Hasta que ese día fue llamada por la madre de Pallina. Corrió veloz hasta su casa. La consiguió ahí, echada en la cama, arruinada. Se tomo media botella de whisky y tomo un bocado de pastillas. El suicidio de los pobres, así Babi le dijo cuando la vio en grado de entender. Pallina se echo a reír y después a llorar entre sus brazos. La madre las dejo solas, sin saber bien que hacer. Babi le acaricia la cabeza.

‘Anda Pallina, no hagas así, todos pasamos momentos terribles, todos pensamos al menos una vez de terminar con todo, que no vale la pena vivir. Pero te olvidas de los cornettos de Mondi, la pizza de Baffetto, los helados de Giovanni?’ Pallina sonríe, se seca las lágrimas con la muñeca, respirando profundo.

‘Yo también, hace tanto tiempo, cuando termine con ese estupido de Marco pensé que moriría, que no podía mas, que no había otra razón valida para vivir. Pero me recupere, tu me ayudaste, me sacaste a pasear, encontré a Step. Claro, ahora quisiera golpearlo a el y su modo de ser, pero es mejor no?’

Se echan a reír. Pallina sollozando aun. Babi le da un pañuelo para secarse. Pero desde ese día algo comenzó a cambiar. Se llamaban cada vez menos y aquellas veces no han tenido tampoco muchas cosas que decirse.

Quizás porque dejarse ver muy débil por un amigo después te hace sentirte en dificultad. Quizás porque pensamos siempre que nuestro dolor es único, personal, como todo eso que lo resguarda.

Nadie puede amar como amamos nosotros, nadie sufre como sufrimos nosotros. Ese dolor de barriga, justamente, ‘lo tengo yo, no tu.’ Quizás Pallina nunca le había perdonado de ir a la fiesta con Step. Step, que si esa noche hubiese estado en las carreras, no le hubiera permitido a Pollo competir, Step que lo habría salvado, que no le hubiera permitido morir, Step que era su ángel de la guarda. Babi mira el regalo. Quizás hay otras razones, mas escondidas, más difíciles de entender. La debería llamar. En navidad todos son más buenos.

‘Babi!’ Es la voz de Raffaella. Llamaría a Pallina mas tarde.

‘Si, mama?’

‘Puedes venir un momento… ve quien esta?’

Alfredo esta ahí, parado en la puerta.

‘Hola.’

Babi se pone ligeramente roja. En eso no ha cambiado. Mientras va a saludar se da cuenta ella también. Quizás, en esto, nunca cambiaria. Alfredo trata de sacarle conversación.

‘Hace calor aquí adentro.’

‘Si.’ Dice Babi sonriendo.

La madre los deja solos.

‘Quieres ir a ver la muestra de los pesebres en la plaza del Popolo?’

‘Si, espera que me ponga algo. Aquí hace calor, pero afuera debe ser frío…’

Se sonríen. El le aprieta la mano. Ella lo mira cómplice. Después va hacia allá. Que extraño, viven desde hace tantos años en ese mismo complejo y no se habían conocido antes.

‘Sabes, yo he estudiado mucho este tiempo, preparando mi tesis, y bueno terminamos mi novia y yo.’

‘Yo también.’

‘También estas preparando la tesis?’ le sonríe el.

‘No, termine con mi novio.’

En realidad Step todavía no lo sabia, pero ella lo había decidido. Una decisión difícil, llena de peleas, de discusiones, de problemas con sus padres y, en el fondo, porque no?, también de Alfredo.

Babi se mete la chaqueta. Atraviesa el corredor. Justo en ese momento suena el teléfono. Babi se queda un momento viéndolo. Un timbre, dos. Raffaella va a responder.

‘Si?’

Babi se queda cerca, la mira curiosa, preocupada, preguntándole con la mirada si es para ella. Raffaella niega dulcemente con la cabeza, cobre el teléfono con la mano.

‘Es para mi… anda. Anda…’

Babi se despide tranquila, palabras frágiles como su beso.

‘Yo regreso mas tarde.’

Raffaella la mira salir, con una sonrisa cambia el saludo educado de Alfredo. La puerta se cierra.

‘Alo? No, lo siento, Babi salio. No, no se cuando regresa.’

Babi cuelga el teléfono. Se pregunta si salio de verdad. Si le habría dicho. Solo en ese sofá, recordando, cerca de un teléfono mudo, sin esperanza. Días felices pasados, sonrisas, días de amor y de sol. Lentamente la imagina mas cercana a el, entre sus brazos, justo en ese sofá, así como esta.

Ilusiones de un momento, violentos segundos de pasión. Después se siente aun mas solo, vaciado también de orgullo. Mas tarde, caminando entre la gente, mira carros de parejas felices, en el trafico festivo, con los asientos llenos de cosas. Sonríe. Es difícil manejar cuando ella se abraza a ti, cuando quieres meter por fuerza las velocidades y no es capaz, cuando tienes una sola mano para girar el volante y, al mismo tiempo, para amar.

Continua a caminar entre falsos Santa Claus y olores de castañas asadas, entre policías pitando y gente con paquetes, buscando sus cabellos, su perfume, la confunde con otra que camina veloz y esta obligado a calmar a su corazón desilusionado.

En Vigna Stelluti, un día lleno de risas. Step la carga como a una niña, besándola frente a los ojos de todos, admirados por esa diversidad. Después entra en Euclide, la apoya delicadamente en la barra y la gente mirándola lo escucha ordenar: ‘Un pastel de crema para mi pequeña.’ Poco después de nuevo afuera, en la calle, ella en los brazos de el, entre la gente normal, diferente. Una pareja los mira. La chica sonríe a si misma deseando a alguien así, exagerado y loco. Después piensa en su débil novio, en la dieta que no ha iniciado, que comenzara el lunes.

Los padres de Babi, viéndola en los brazos de Step, le corren a su encuentro preocupados.

‘Que te paso? Te caíste de la moto? Te lastimaste?’

‘No mama, estoy muy bien.’ Así la ven alejarse, preguntándose un porque. Personas que siempre buscan razones, ese día regresan a casa con las manos vacías.

Alguno le tropieza, ni se da cuenta que es una bella chica. Donde sea ve recuerdos. Las camisas iguales que se compraron, el un extralargo, ella una tierna mediana.

Verano. El concurso de la miss en el Argentario. Babi ha participado por bromear, el ha tomado muy en serio un comentario sincero de uno. ‘Oh, mira a ella, que culo mas espectacular.’ Y rápido inicio una riña.

Sonríe. Fue botado de la discoteca, no pudo verla ganar. Cuantas veces hizo el amor con Miss Argentarios. De noche en Villa Glori, debajo de la cruz a los caídos, sobre ese banco escondido detrás de un arbusto, sobre la ciudad. Sus suspiros besados por la luna. En el carro, esa vez que la policía ha interrumpido sus besos furtivos y ella molestada ha dado sus documentos. Step se despidió de los policías, una vez que estaban lejos, con un divertido ‘Envidiosos!’.

Recuerda esa red llena de huecos. Ayudarla a subir de noche, abrazarla cerca, amarse miedosos sobre ese banco, entre rugidos de bestias feroces y gritos de pájaros escondidos. Ellos, tan libres en ese zoológico lleno de prisioneros.

Se dice que cuando mueres ves en un segundo pasar frente a ti los momentos mas significativos de tu vida. Ahora Step trata de alejar todos esos recuerdos, esos pensamientos, ese dulce sufrimiento. Pero de repente entiende. Es todo inútil. Todo termino.

Continúa a caminar por un poco. Se encuentra casi por casualidad en la moto. Decide ir a casa de Schello. Sus amigos están todos ahí para festejar la navidad.

Sus amigos. Cuando la puerta se abre tiene una extraña sensación.

‘Hey! Hola Step! Hace una vida que no te veía. Feliz navidad. Estamos jugando cartas. Quieres jugar?’

‘No, prefiero ver. Tienes cerveza?’

El Siciliano le pasa una ya abierta.

Se sonríen. Ya se volvió agua. Toma un trago. Después se sienta en un escalón. La televisión esta prendida. En un programa navideño, los concursantes con ropas coloridas juegan a un estupido juego. Un presentador aun mas estupido se tarda mucho explicando lo que sucederá. Pierde interés. De un stereo escondido en alguna parte llega la música. La cerveza esta fría y lo calienta rápido. Sus amigos están todos vestidos bien, o esos tratan. Chaquetas azules un poco largas sobre un par de jeans.

Esta es su elegancia. Alguno usa un traje, otro un par de pantalones un poco estrechos. De repente recuerda el funeral de Pollo. Estaban todos ellos y muchos mas. Vestidos mejor, con un aire más serio. Ahora ríen, bromean, se lanzan cosas y cartas, comiendo gruesos pedazos de dulces. Aquel día todos tenían lágrimas en los ojos. Un adiós a un amigo verdadero, un adiós sincero, conmovido, del lo mas profundo del corazón. Los recuerda en esa iglesia, con los músculos sufriendo, en camisas muy estrechas, con caras serias, siguiendo lo que predicaba el padre, saliendo en silencio. En el fondo, chicas escapadas de la escuela llorando.

Amigas de Pallina, compañeras de veladas, de salidas nocturnas, de cervezas en el bar. Ese día todos sufrieron de verdad. Cada lágrima fue sincera. Escondidas detrás de Ray-Ban, Web, lentes normales u oscuros Persol, sus miradas se volvieron lucidas mirando ese ‘Adios Pollo’ hecho de crisantemas rosadas. Firmado ‘Los amigos.’ Dios como me hace falta. Su mirada se vuelve lucida por un momento. Encuentra una sonrisa. Es Madda. Esta en una esquina abrazada con un tipo que Step ha visto a seguido en el gimnasio.

Le sonríe después mira a otro lugar.

Step bebe otro poco de cerveza. Le hace mucha falta Pollo.

Aquella vez frente al Gilda cuando estaban pretendiendo ser los valet, consiguieron un Ferrari con teléfono. Dieron vueltas toda la noche, llamando a todos, a amigos en America, a mujeres apenas conocidas, insultando a padres todavía somnolientos. Y Aquella ve cuando fueron a regresarle el perro a la Giacci. Y Pollo que no quería devolverlo.

‘Pero me acerque mucho a Arnold. Este perro es genial. Porque se lo debo dar a esa vieja mala? Estoy seguro que, si pudiese elegir, Arnold se quedaría conmigo. Coño, no se había divertido tanto así en su vida, lo hacia cavar todos los días, dormir conmigo, come fabuloso, que mas puede querer?’

‘Si, pero nunca lo enseñaste a regresar las cosas…’

‘Me bastaba otra semana y lo lograba, estoy seguro.’

Step ríe, después llamaron por el intercomunicador a la Giacci. Le dejaron el perro amarrado al portón con la correa en el cuello. Se escondieron cerca, detrás de un carro. Vieron a la Giacci bajar corriendo por el portón, liberar el perro y abrazarlos. Se pone a llorar apretándolo contra el pecho. Después, lo increíble.

La Giacci le quita le quita al perro la corra y lo lanza lejos. Arnold salta al suelo, corre veloz, ladrando como un loco. Poco después regresa con la Giacci con la cuerda en la boca, meneando la cola, orgulloso de su labor perfecta. Pollo no aguanta mas. Salta fuera del carro gritando de alegría: ‘Lo sabia! Coño lo sabia! Lo lograría!’

Pollo quiere tener de nuevo a Arnold. La Giacci grita como una loca corriendo hacia ellos, el perro continua a mirar sus dos extraños dueños. Step carga al amigo a la moto, halándolo por un brazo. Y después corren, huyendo veloces, gritando como miles otras veces. De día, se noche sin pensar, gritando hasta perder el aliento, dueños de todo, dueños de la vida. Y esta consideración le hace aun mas daño. Se sentían inmortales, y no lo eran.

‘Como estas?’

Step se voltea. Es Madda. Su sonrisa escondida por el borde de un vaso lleno de burbujas vacías, sus cabellos eléctricos como su mirada.

‘Quieres?’ Step alza su cerveza.

‘Ah.’ Madda esta desilusionada pero trata de esconderlo. ‘Que haces esta noche? Donde cenas?’ Se le acerca mas.

‘Todavía no se, no he decidido.’

‘Porque no te quedas aquí? Estamos todos juntos. Como en los viejos tiempos, anda!’

Step la mira por un momento. Cuantas noches, cuanta pasión. Las carreras junto a ella, su jardín, la ventana, su cuerpo calido, fresco, las canciones de Eros. Esa mirada provocativa, lo mismo que ese momento. Step la mira por otro segundo. Ve un chico en el fondo que lo mira curioso, molesto, preguntándose si debería intervenir. Ve una chica aun mas lejano, en cualquier parte, en esa ciudad, en un carro, en una fiesta, cerca de algún otro. Se pregunta como es posible. Quizás todo esta aquí en mi corazón. Step pasa las manos por el cabello de Madda. Niega con la cabeza sonriéndole.

Ella alza los hombros.

‘Que malo.’

Madda regresa con el tipo de la mirada dura. Cuando se voltea, Step no esta mas. Sobre el escalón esta solo la lata de cerveza vacía. El sonido del stereo cubre la puerta que se cierra. Fuera ahora hace frío. Step cierra bien la chaqueta de piel. Se sube el cuello de la chaqueta para cubrirse. Después casi si quererlo prende la moto. Cuando la apaga esta debajo del complejo de Babi. Se queda ahí sentado sobre la Honda, mirando a la gente que pasa, rápida, llena de regalos. Un chico y una chico agarrados de la mano fingen interés por algo detrás de una vitrina. Sus regales están seguramente en casa, ya envueltos. Ríen seguros de haber elegido bien y se van dejándole el puesto a una madre con su hija, misma nariz pero diferente edad. Fiore sale de la caseta, da algunos pases frente al portón y saluda a Step con la mano. Después sin decir nada regresar al calor. Step se pregunta si sabrá. Que tonto. Los porteros saben siempre todo. La habrá visto de seguro. Conocerá por persona eso que yo supe por teléfono.

‘Alo?’

‘Hola.’

Se queda un momento en silencio, sin saber que decir, dejando libre su corazón desenfrenado. Desde hace dos meses que no late así. Después la pregunta mas predecible: ‘Como estas?’

Después miles otras, llenas de entusiasmo. Lentamente perderlo todo, en sus palabras inútiles, llenas de noticias citadinas, de novedades viejas de interés, al menos para el. Porque ha llamado? Escucha su inútil hablar haciéndose cada momento esa pregunta. Porque ha llamado? Después repentinamente lo sabe.

‘Step… esto saliendo con otro.’

Se queda en silencio, golpeando como nunca lo ha sido en su vida, mas de mil puños, heridas, caídas, cabezazos en la cara, mordidas, de mechones de cabellos suelos. Entonces haciendo fuerzas busca su voz, la consigue ahí, en el fondo del corazón y la obliga a venir fuera, a controlarse.

‘Espero que seas feliz.’

Después nada mas, el silencio. El teléfono mudo. No puede ser. Es una pesadilla. Quiere correr atrás en el tiempo, y allí, poco antes de haberlo sabido, detenerse, sin tener que vivir, sin tener que seguir adelante. En un mágico, terrible equilibrio. Solo en la cama, prisionero de su mente, de hipótesis, de ideas vagas sin sentido. Caras de personas vistas, de posibles amantes aparecen y se mezclan entre ellos combinando narices, ojos, bocas, cuerpos. Se imagina ella entre los brazos de algún otro. Su cara, cerca de aquella de uno imaginario pero en realidad bien existente. Entonces la ve sonreír. Cual habrá sido su primer acercamiento, su primer beso. La imagina en casa preparándose nerviosa antes de salir, probándose ropas, combinando colores, llena de entusiasmo, de novedad. Siente el corazón de ella batir mas feliz con el sonido del intercomunicador. La ve salir del portón bella, como ha estado tantas veces para el, mas bella aun porque ahora no lo es mas. La ve subir en un carro seguramente rico, saludar a alguien divertida con un beso en la mejilla y alejarse con el, charlando. Frescos y felices, llenos de cosas fáciles de decirse, saboreando el perfume del otro y fantasías comunes. Y después una cena de miradas y atenciones, de sonrisas, educación, una cena mas bien escena. Mas tarde la ve pasear por cualquier parte de la ciudad, lejos de el, de su vida, de miles recuerdos. La ve arreglarse sus cabellos como siempre ha hecho pero ahora por otro, mira que le sonríe y lentamente sus labios se acercan. Ahora como nunca sufre. Después se pregunta. Porque si hay un Dios, lo permitió? Porque no la detuvo? Porque en ese momento no le hizo ver algo de mi, algo esplendido, el recuerdo mas bello? Alguna cosa que no pudiese darle vida a un futuro diferente, muy tarde, a ese beso ahora vivo.

Step siente un escalofrío por todo el cuerpo, tiembla ligeramente. Después baja de la moto y se pone a pasear. Alguna cosa de un negocio le gusta. Entra a comprarla. Cuando sale, siente que muere. Un carro Thema pasa veloz frente a el. Pero no tan veloz como para que sus miradas no se crucen. En ese segundo se dicen de todo, sufren mucho, esta vez de nuevo juntos. Babi esta ahí, detrás de esa ventanilla eléctrica. Se siguen un poco mas con sus viejos recuerdos, con una nueva tristeza. Después ella desaparece dentro del complejo. Porque? Donde terminaron todas esas tardes, esas noches clandestinas cuando sus padres no estaban. Y ahora cerca de ella esta ese. Quien diablos es? Que entra en su vida? En nuestra vida? Porque? Se monta en su moto. Lo esperaría. Después le viene a la mente todo eso que siempre le ha dicho Babi.

‘Yo odio a los violentos, si sigues haciendo así como te parece no estaremos mas juntos, te lo juro.’

‘Esta bien, cambiare.’ Afirmo el.

Pero ahora? Ahora son las cosas que cambiaron. No están juntos. No tiene que esconderse ahora. No debe ser otro. Puede ser si mismo, como y cuando quiera. Esta libre ahora. Violento y solo. De nuevo. El Thema se para frente a la barra. Espera que lentamente se alce y sale por el portón. Step prende la moto y mete primera. Baja veloz de la acera y sigue al carro. El tipo ahora esta solo y maneja veloz. Step acelera. En el stop tiene q pararse. Debajo de vía Jacini hay trafico, carros en fila. Como siempre. El Thema se para. Step sonríe, se acerca al carro. Hace por bajarse de la moto pero en ese momento entiende. Que serviría golpear su cara, ver su sangre, sentir sus gritos? Que serviría caerlo a patadas, dañarle el carro, romperle las ventanas contra su cabeza? Le regresaría nuevos días felices con ella, sus ojos enamorados, su entusiasmo? Solo lograría hacerlo dormir satisfecho esa noche. Quizás ni siquiera eso… ya le parece escuchar sus palabras.

‘Viste? No me equivoque sobre ti, eres un violento! Nunca cambiaras!’

Entonces, sin mirar al carro acelera. Le pasa al lado tranquilo, libre, sobre su moto, ágil en el trafico de esos días de fiesta. Solo, sin curiosidad, sin rabia.

Continua acelerando sintiendo el frío viento sobre la cara, el aire de la noche meterse en su chaqueta.

Ves Babi, no es cierto lo que piensas. He cambiado. Y de paso, en navidad todos son mas buenos.


Step entra en la casa y atraviesa la sala pero repentinamente se detiene. Del cuarto de al lado vienen sonidos, un alegre cantar. Abre la puerta de la cocina. Paolo esta ahí, de pie cerca de las hornillas y esta moviendo unas ollas.

‘Hey, menos mal, pensé que no regresarías mas! Estas listo para esta cena fabulosa?’

Step se sienta en la mesa. No tiene ganas de bromear pero esta feliz. Su hermano se olvido de la cuestión de la noche anterior.

‘Porque estas aquí? No debías ir a comer con Manuela?’

‘No, prefiero estar aquí con mi hermano. Hagamos un pacto, por cierto. Aun si la cena da asco, tu deja quietos mis lentes…’ Paolo saca afuera del bolsillo de la chaqueta un par de lentes nuevos. ‘No te digo cuanto pague porque vas a decir que siempre pienso en dinero. Aunque es cierto, en navidad los comerciantes se aprovechan!’

Paolo pone sobre la mesa cerca de Step una enorme ensalada con lechuga, queso y pedazos de hongos claros.

‘Y voila! Cocina francesa!’

Step nota que se puso un delantal normal claro.

Ese de flores que le regalo Babi esta pegado cerca del lavamanos. Se pregunta si el hermano pensó en usarlo.

‘Aparte de los chistes, como es que no estas donde Manuela?’

‘Pero que es esta noche, un interrogatorio? Es navidad, debemos ser felices, hablemos de otra cosa. Es una fea historia.’

‘Lo lamento.’ Step agarra un pedazo de queso grana y se lo mete en la boca.

‘Si, gracias. Trata de no terminarte la ensalada solo, eh? Escucha, porque no vas allá y comienzas a preparar la mesa? El mantel esta ahí debajo.’

Step agarra el primero que ve.

‘No, agarra aquella roja. Esta mas limpia y es navidad. Por cierto, llamaron papa y mama… querían decirte feliz navidad. Porque no los llamas?’

‘He probado… sale ocupado.’ Step va a la sala.

‘Porque no tratas ahora?’

Step decide no responderle.

‘Haz como quieras… yo te avise.’ Paolo se queda un dedo por revisar si la pasta estaba lista. El decide no insistir.

Mas tarde, están sentados uno frente al otro. Un pequeño árbol de navidad brilla cerca. La televisión esta prendida pero sin volumen, presentadores navideños hablan de la música alegre del stereo.

‘Caramba, Paolo, esta buenísima esta pasta. En serio.’

‘Necesita un poco mas de sal.’

‘No, según yo esta bien así.’ En un momento regresa prisionero de los recuerdos. Babi echaba un poco mas de sal siempre en todo. El le echaba broma porque lo hacia siempre, con cada plato, aun antes de probarlo.

‘Pero pruébalo no, puede ser que ya este saladísimo.’

‘No, no entiendes, a mi me gusta echarle sal…’ Dulce testaruda. No, no entiende. No puede entender. Como paso? Como no puede ser mas? Como esta con otro? Recuerda ese carro que maneja seguro. Los imagina estando ahí, abrazados.

De una cosa estoy seguro. No podrá amarla como la amaba yo, no podrá adorarla de ese modo, no sabrá darse cuenta de todos sus dulces movimientos, de esos pequeños de su cara. Es como si solo a el le hubiesen concedido ver, conocer el verdadero sabor de sus besos, el color real de sus ojos. Ningún hombre nunca podrá ver eso que he visto yo. El mucho menos que todos. El tan real, crudo, inútil, material. Lo imagina así, incapaz de amarla, deseoso solo de su cuerpo, incapaz de verla verdaderamente, de entenderla, de respetarla. El no se divertida con esos dulces caprichos. El no amara también su pequeña mano, sus uñas comidas, sus pies ligeramente rellenos, esas pequeñas cosas escondidas, no podrá tanto. Quizás si lo vera, que terrible sufrimiento, pero no será capaz de amarlo. No de esa forma. La tristeza se apodera de sus ojos. Paolo lo mira preocupado.

‘Da asco verdad? Si no quieres mas, déjala. Hay mas comida.’

Step alza la cara hacia el hermano, mueve la cabeza tratando de sonreír.

‘No Pa’, esta buena, en serio.’

‘Quieres hablar?’

‘No, es una fea historia.’

‘Peor que la mía?’ Step asiente. Se sonríen. Una mirada fraternal en el verdadero sentido de la palabra, quizás sea la primera vez. Después de repente, el timbre de la puerta. Un sonido largo y decidido rompe el aire, llevando consigo alegría y esperanza. Step corre hacia la puerta, la abre.

‘Hola Step.’

‘Ah, Hola Pallina.’ Trata de esconder su desilusión.

‘Ven, quieres entrar?’

‘No gracias, solo pase a decirte feliz navidad. Te traje esto.’ Le da un pequeño paquete.

‘Lo abro ahora?’

Pallina asienta. Step le da vueltas buscando el lado justo, lo abre veloz. Un marco de madera y adentro el regalo mas bello que alguna vez hubiera pedido. El y Pollo en la moto, abrazados, con los cabellos cortos, las piernas alzadas, la risa al viento. Algo le duele adentro.

‘Pallina, es bellísima. Gracias.’

‘Step, no sabes cuanto me hace falta.’

‘A mi también.’ Solo ahora se da cuenta como esta vestida Pallina. Cuantas veces vio esa chaqueta de jeans detrás de su moto, cuantos golpes le ha dado, con amistad, con fuerza, con alegría.

‘Step, te puedo pedir algo?’

‘Lo que quieras.’

‘Abrazame.’ Step se le acerca temeroso, alarga sus manos y la agarra entre las suyas. Piensa en su amigo, en cuanto estaba enamorada. ‘Abrazame fuerte, mas fuerte. Como lo hacia el. Sabes que siempre me decía… así no te escapas nunca. Estarás siempre conmigo.’ Pallina apoya su cabeza en su hombro. ‘Y en vez de eso se fue el.’ comienza a llorar. ‘Me acuerdas de el bastante, Step. El te adoraba. Decía que solo tu lo entendías, que eran iguales, ustedes dos.

Step mira lejos. La puerta esta ligeramente cerrada. La aprieta fuerte, mas fuerte.

‘No es cierto, Pallina. El era mucho mejor que yo.’

‘Si, es cierto.’ Sonríe respirando profundo. Pallina se despega de Step. ‘Bueno, yo me voy a mi casa.’

‘Quieres que te acompañe?’

‘No gracias. Esta Dema abajo esperándome.’

‘Saludamelo.’

‘Feliz navidad Step.’

‘Feliz navidad.’

La mira entrar en el ascensor. Pallina le sonríe otra vez, cierra la puerta y presiona el botón PB. Mientras saca fuera de la chaqueta su paquete de Carnei Light. Se prende el ultimo cigarrillo, el del deseo. Pero lo fuma con tristeza, sin esperanza. Sabe que su único, verdadero deseo, es irrealizable.

Step va a su cuarto y pone la foto en la mesa de noche y regresa a la mesa. Cerca de su plato hay un paquete envuelto.

‘Y esto que es?’

‘Tu regalo.’ Paolo le sonríe. ‘No sabes que en navidad se intercambian regalos?’

Step comienza a abrir el paquete. Paolo lo observa divertido.

‘Vi que ayer quemaste todas esas caricaturas y pensé que ahora no tienes nada que leer.’

Step lo saca del todo. Le provoca casi reír.

‘Mi nombre es Tex.’

La caricatura que mas odia.

‘Si no te gusta los puedes cambiar.’

‘Bromeas Paolo, gracias. No lo tenia en serio. Espera un momento, yo también tengo algo para ti.’

Poco después regresa de su cuarto con un estuche. Lo compro esa tarde cuando esperaba debajo de la casa de Babi. Antes de verla. Prefiere no pensarlo.

‘Toma.’

Paolo agarra el regalo y lo abre. Un par de Ray-Ban negros Predator aparecen en sus manos.

‘Son como los míos. Son durísimos y no se rompen nunca. Aun si alguien hace que caigan al suelo.’ le sonríe. ‘Ah, por cierto, no los puedes cambiar.’

Paolo se los pone.

‘Como estoy?’

‘Buenisimo! Pareces uno fuerte, casi das miedo.’

Después repentinamente aparece en su mente, clara, perfecta, divertida.

‘Escucha Pa’ tengo una idea pero no digas no como siempre. Hoy es navidad y lo no puedes rechazar.’

El viento frío les desordena los cabellos.

‘Podrias ir mas lento, Step?’

‘Pero si voy a ochenta.’

‘En la ciudad es mejor no superar los cincuenta.’

‘Callate, yo se que te gusta.’ Step acelera. Paolo lo abraza fuerte. La moto corre veloz por las calles de la ciudad, atraviesa cruces, supera semáforos amarillos, silenciosa, ágil. Los dos hermanos están sobre ellas abrazados. La corbata de Paolo se libera de la chaqueta y vuela alegre en la noche. Paolo mira aterrorizado la calle con sus nuevos lentes oscuros, listo para notar cualquier peligro. Frente a el, Step maneja tranquilo. El viento acaricia sus Ray-Ban. Algunas personas estacionan rápido en segunda fila frente a una iglesia. Van a misa. Religiosa navidad, plegarias con sabor de torta de navidad. Por un momento le dan ganas de entrar, de pedir algo, de rezar. Pero después se pregunta que le podría a importar Dios de uno como yo, de uno así. Nada. Dios es feliz. El tiene las estrellas. Mira en lo alto, al cielo. Nítidas, por millones parecen inmóviles brillando. De repente ese azul le parece lejano como nunca, inalcanzable. Entonces acelera, mientras el viento le lastima la cara, mientras los ojos comienzan lentos a lagrimar y no solo por el frío. Siente a Paolo que se aprieta mas duro a el.

‘Anda Step no corras. Tengo miedo!’

Yo también tengo miedo Paolo. Tengo miedo de los días que vendrán, de no poder resistir, de eso que no tengo mas, de eso que ahora es del viento. Baja un poco la velocidad. Por un momento le pareciera escuchar la risa de Pollo. Esa risa fuerte y alegre. Su cara, su voz amiga.

‘Step, nos divertimos siempre, no?’ y mas cervezas y mas bromas, siempre juntos, siempre alegres con las ganas de vivir, de caerse a golpes, con un cigarrillo a la mitad y muchos sueños. Entonces acelera de nuevo. De repente, se alza. Paolo grita mientras la moto sube. Step continua así, acelerando sobre una sola rueda, como en los viejos tiempos, sonriendo a aquel mazo de flores parado sobre el borde de la calle.

Lejos, mucho más lejos, sobre el sofá de una casa elegante, dos cuerpos desnudos se acarician.

‘Eres bellísima.’ Ella sonríe avergonzándose, aun un poco incomoda. ‘Pero que es esto?’

Una pequeña pena. ‘Nada, un tatuaje.’

‘Es un águila, verdad?’

‘Si.’ Después una amarga mentira. ‘La hice con una amiga mía.’

Y en ese momento un sentimiento de tristeza le toca igualmente el corazón. Un cruel destino radiofónico cae sobre ella, casi golpeándola. Beautiful. La canción de ellos. Babi comienza a llorar.

‘Porque lloras?’

‘No lo se.’

No consigue ninguna respuesta. Quizás porque no existe.


Donde va gente juega gritando y haciendo alboroto. Fichas coloridas caen sobre el fieltro verde. Cansadas abuelas regresan acompañadas a sus casas. Una chica de cabello oscuro se duerme romántica apretando la almohada. Sueña con encontrarse ese chico que vio pasar.

Dulcemente la rueda regresa a tierra, así, como se alzo, sin problemas.

Paolo regresa a respirar. Step baja la velocidad. Sonríe.

Es verano. Son los dos pequeños. Su madre y su padre están ahí, felices debajo de una sombrilla. Hablan sobre dos sillas azules con el nombre del establecimiento debajo. Step sale del agua corriendo hacia ellos, con los cabellos mojados, con las gotas saladas que le bajan por los labios.

‘Mama, tengo hambre!’

‘Primero cambiate el traje de baño y después te doy la pizza.’

Entonces su mama lo envuelve con una gruesa toalla.

Lo aguanta en sus hombros sonriendo. El se quita obediente el traje de baño. Después, temeroso de quedarse desnudo, se pone rápido la ropa seca. Trata de no ensuciarlo con arena mojada y mas oscura que tiene en los talones. No lo logra. Sonríe igualmente. Su madre lo besa. Tiene labios suaves y calidos y un perfume de sol y crema. Step corre feliz, con su pedazo de pizza blanca en la mano. Suave, aun caliente, con el borde crocante, justo como le gusta a el.

Lentamente la moto comienza a doblar. Es hora de regresar a casa. Es hora de comenzar de nuevo, lentamente, sin dañar el motor. Sin muchos pensamientos. Solo con una pregunta. Regresare alguna vez arriba, en ese lugar tan difícil de alcanzar. Ahí, donde todo parece bello. Y en ese mismo instante cuando se lo pregunta, ya sabe la respuesta.

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