6

Ella se inclinу y alargу la grбcil mano para recuperar el solemne objeto. Dejу la Gran Llave sobre la falda y sacу un collar largo por debajo de las capas de vestidos blancos. La cadena tenнa un anillo decorado con el dibujo de un ave con el pico abierto; las lнneas de oro de los contactos electrуnicos brillaban como filigrana sobre esa superficie lisa. Ella insertу el anillo en el sello sobre el cilindro. No pasу nada.

Algo le silbу en la respiraciуn. Mirу a Miles con furia.

— Quй ha hecho?

— Milady… yo… no… nada. ЎLe doy mi palabra de Vorkosigan! Ni siquiera se me cayу. Quй… quй se supone que debe pasar?

— Tendrнa que abrirse.

— M… m… — Miles se hubiera puesto a sudar de desesperaciуn, pero hacнa demasiado frнo. El perfume que emanaba de aquella mujer y la armonнa de su voz sin filtro electrуnico casi lo marcaban-. Si le pasa algo, sуlo hay tres posibilidades. Alguien lo rompiу… Ўpero no fui yo, lo juro! — Era йse el secreto de la extraсa intrusiуn de Ba Lura? Se le habнa roto y habнa estado buscando un chivo expiatorio a quien echarle la culpa…?-. O alguien lo ha reprogramado, O, lo cual es menos probable, han hecho algъn tipo de cambio. Un duplicado… O… o…

La hautmujer abriу desmesuradamente los ojos y pareciу a punto de decir algo.

A usted no le parece tan poco probable? — adivinу Miles-. Seguramente serнa lo mбs difнcil de hacer pero… ahora se me estб ocurriendo que tal vez quien lo hiciera no considerу la posibilidad de que yo se lo entregara a usted. Si es falso, tal vez alguien suponнa que estarнa camino a Barrayar en una valija diplomбtica. O… algo asн… No, eso no tiene sentido pero…

Ella estaba sentada, inmуvil, la cara tensa de pбnico, las manos tensas alrededor del cilindro.

— Milady, hбbleme. Si es una reproducciуn, obviamente es muy fiel. Usted podrб entregarla en la ceremonia. Y si no funciona, quй mбs da? Quiйn va a controlar el funcionamiento electrуnico de un aparatito obsoleto?

— La Gran Llave no es obsoleto. La usamos todos los dнas.

— Es algo asн como un enlace de datos, no? Usted tiene una ventana de tiempo… Nueve dнas. Si cree que el objeto ha sufrido algъn daсo o que alguien la ha modificado, bуrrela y reprogrбmela con los archivos de resguardo. Si es un duplicado falso que no funciona, tal vez tenga tiempo de hacer un duplicado verdadero y reprogramarlo… — Pero por favor, no se quede ahн sentada con esa mirada de horror en los ojos-. ЎHбbleme!

— Tengo que hacer lo que hizo Ba Lura — susurrу ella-. Ba Lura tenнa razуn. Йste es el final de todo…

— No, por quй? Por quй? Es una cosa, una cosa, nada mбs. A quiйn le importa? A mн no.

Ella levantу el cilindro y por primera vez fijу su gйlida mirada en Miles. La expresiуn de sus ojos hizo que йl deseara meterse en las sombras como una cucaracha, que quisiera esconder su fealdad meramente humana en un rincуn, pero se puso firme y aguantу la vergьenza.

— No hay archivos de seguridad — dijo ella-. Es la ъnica llave.

Miles sintiу que se desmayaba y, esta vez, no era sуlo por el perfume.

— Que no tienen copia de seguridad? — se ahogу-. Estбn totalmente locos?

— Es una cuestiуn de… control.

— Para quй sirve este maldito objeto?

Ella dudу, luego dijo:

— Es la llave— dato del banco genйtico de los haut. Las muestras congeladas de genes se guardan desordenadas, por seguridad. Sin la llave, nadie sabe dуnde estб cada muestra del banco. Para recrear los archivos, alguien tendrнa que examinar fнsicamente las muestras una por una y volver a clasificarlas. Hay cientos de miles de muestras… una por cada haut de la historia. Se necesitarнa todo un ejйrcito de genetistas y una generaciуn de tiempo para recrear la Gran Llave.

— Entonces, esto es una debacle, eh? — dijo йl con voz tranquila, parpadeando. Apretу los dientes-. Ahora sй que es una trampa. — Se puso de pie con dificultad y levantу la cabeza como si desafiara el ataque de esa belleza increнble-. Seсora, quй diablos estб pasando aquн? Se lo voy a preguntar una vez mбs, muy en serio. Quй estaba haciendo Ba Lura con la Gran Llave en una estaciуn espacial, en nombre de los noventa infiernos verdes de Dios?

— Ningъn extranjero…

— ЎAlguien quiere que sea asunto mнo! No lo comprende? Alguien me metiу de cabeza en esto… No creo que pudiera escaparme aunque quisiera. Y creo… creo que usted necesita un aliado. Ha tardado un dнa y medio en preparar esta reuniуn. Le quedan nueve dнas mбs. No tiene tiempo de hacerlo sola. Necesita… un hombre de seguridad, un hombre entrenado. Y por alguna extraсa razуn, se dirнa que usted no quiere recurrir a los de su propio bando…

Ella se balanceу adelante y atrбs en un gesto de horror, de miseria, acompaсado por un roce de ropa en movimiento.

— Si no me considera merecedor de conocer sus secretos — siguiу diciendo Miles con tono salvaje-, entonces dнgame cуmo podrнa empeorar las cosas…

Los ojos azules lo revisaron, buscando algo que йl no entendiу. Mientras tanto, йl pensaba que si aquella mujer le hubiera pedido que se abriera las venas por ella, allн mismo, йl habrнa dicho: De quй ancho quiere la herida?

— Mi Seсora Celestial lo deseaba — empezу a decir Rian Degtiar, con miedo, y se detuvo.

Miles se aferrу al poco autocontrol que le quedaba. Todo lo que ella habнa dejado escapar hasta el momento era fбcilmente deducible, o conocido. Ahora estaba llegando al corazуn del asunto y lo sabнa. Era evidente por la forma en que dudaba.

— Milady — Miles eligiу las palabras con mucho cuidado-. Si Ba Lura no se suicidу, eso fue un asesinato. No me cabe la menor duda. — Y los dos tenemos buenas razones para preferir la segunda opciуn-. Ba Lura fue su servidor, su colega… su… me atrevo a adivinar?, su amigo. Yo vi, su cadбver en la rotonda. Una persona muy peligrosa y muy precavida dispuso toda aquella horrible escena. Habнa… mucha maldad y mucha burla en todo eso…

Era dolor lo que se veнa en esos ojos frнos? Quй difнcil era definirlo…

— Yo tengo razones muy antiguas y muy personales para negarme a que me conviertan en blanco involuntario de las burlas. No sй si me entiende…

— Tal vez… — asintiу ella.

Sн. Mire usted mбs adentro, bajo la superficie. Vйame a mi, no a este cuerpo que parece un chiste…

— Y soy la ъnica persona de Eta Ceta que no lo hizo. Eso usted lo sabe. Es la ъnica certeza que tenemos, por ahora. Yo reclamo el derecho a saber quiйn nos estб haciendo esto. Y la ъnica forma de descubrirlo es saber exactamente por quй lo estбn haciendo.

Ella seguнa inmуvil, en absoluto silencio.

— Ya sй lo suficiente como para destruirla, milady — agregу Miles, ansioso-. ЎCuйnteme algo que me ayude a salvarla!

La perfecta barbilla de la hautlady se alzу en un gesto de absoluta determinaciуn. Cuando lo bendijo con toda su atenciуn, era una atenciуn devastadora y terrible.

— Fue un desacuerdo que se prolongу durante mucho tiempo. — A йl le costaba escucharla, mantener la cabeza clara, concentrarse en las palabras y no sуlo en la melodнa hechicera de su voz-. Entre la Seсora Celestial y el Emperador. Mi Seсora pensaba que el banco genйtico estaba demasiado centralizado. Pensaba que debнamos dispersar copias por simple cuestiуn de seguridad. Mi Seсor, en cambio, era partidario de mantenerlo todo bajo su protecciуn personal… por una cuestiуn de seguridad. Los dos querнan lo mejor para los haut… cada uno a su manera.

— Ya veo — murmurу Miles, alentбndola con toda la delicadeza de que era capaz-. Todos son buenos en esta historia, no es cierto?

— El Emperador le prohibiу que llevara a cabo el plan. Pero a medida que la seсora envejecнa… empezу a sentir que su lealtad hacia los haut valнa mбs que su lealtad hacia su hijo. Hace veinte aсos, empezу a hacer copias… en secreto.

— Un proyecto ingente… — observу Miles.

— Ingente y lento… Pero lo llevу a cabo.

— Cuбntas copias?

— Ocho. Una para cada una de las satrapнas planetarias.

— Copias exactas?

— Sн. Estoy segura. Soy supervisora de genйtica de la Seсora Celestial desde hace cinco aсos.

— Ah… entonces, usted es algo asн como una cientнfica. Comprende lo que es el… cuidado extremo. Y la honestidad escrupulosa…

— De quй otro modo puedo servir a mi seсora? — Ella se encogiу de hombros.

Pero salta a la vista que no sabe usted nada de las argucias de un plan secreto… Mmm.

— Si hay ocho copias exactas, tiene que haber ocho Grandes Llaves, exactas, verdad?

— No. Todavнa no. Mi seсora querнa dejar la duplicaciуn de la Llave para ъltimo momento. Una cuestiуn de…

— Una cuestiуn de control, no? — terminу Miles-. No sй por quй ya imaginaba su respuesta…

Un leve brillo de resentimiento pasу por los ojos azules y Miles se mordiу la lengua. Todo aquello no era motivo de broma para la haut Rian Degtiar.

— La Seсora Celestial sabнa que su hora estaba llegando, Nos nombrу a mн y a Ba Lura ejecutores de su voluntad. Tenнamos que entregar las copias del banco genйtico a los ocho gobernadores de las satrapнas en el momento del funeral, cuando todos acudieran a la capital. Pero… muriу antes de lo esperado, cuando todavнa no habнa hecho arreglos para la duplicaciуn de la Gran Llave. En este punto se planteaba un problema considerable de habilidad tйcnica y de codificaciуn. En el momento de la creaciуn original de la Llave, se usaron todos los recursos del imperio. Ba Lura y yo tenнamos las instrucciones de la Emperatriz en cuanto a los bancos pero ni una palabra sobre cуmo se duplicarнa y enviarнa la Llave; no sabнamos si ella querнa que se hiciera. Ba Lura y yo no estбbamos seguros.

— Ah — dijo Miles, en voz muy leve. No se atreviу a ofrecer ningъn comentario. Tenнa miedo de interrumpir el flujo de informaciуn que por fin se habнa liberado. Permaneciу pendiente de las palabras de ella, conteniendo la respiraciуn.

— Ba Lura pensaba que… si llevбbamos la Gran Llave a uno de los gobernadores de satrapнas, йl podrнa usar sus propios recursos para duplicarla. A mн me parecнa una idea muy peligrosa. Porque el gobernador podнa sentir la tentaciуn de quedarse con la Llave.

— Alн… discъlpeme. A ver si lo entiendo. Sй que usted considera que el banco genйtico es una cuestiуn absolutamente privada, pero cuбles serнan los efectos polнticos de establecer nuevos centros de reproducciуn haut en cada una de las ocho satrapнas planetarias de Cetaganda?

— La Seсora Celestial pensaba que el imperio habнa dejado de expandirse desde el momento de la derrota de la expediciуn contra Barrayar. Que nos habнamos estancado, y que, como estбbamos estбticos, tambiйn nos ponнamos cada vez mбs nerviosos. Pensaba que si el imperio generaba un proceso de mitosis, como una cйlula, los haut empezarнan a crecer de nuevo y recibirнan nueva energнa. Si se copiaba y reproducнa el banco genйtico, habrнa ocho nuevos centros de autoridad para la expansiуn.

— Ocho nuevas capitales potenciales del imperio? — susurrу Miles.

— Sн, supongo…

Ocho nuevos centros… La guerra civil era sуlo una de las posibilidades. Ocho nuevos imperios cetagandanos, y cada uno de ellos en expansiуn como un coral que creciera a expensas de sus vecinos… Una pesadilla de proporciones cуsmicas.

— Ahora ya entiendo por quй el emperador no estaba tan entusiasmado con el sуlido razonamiento biolуgico de su madre — dijo Miles con cuidado-. Los dos tenнan parte de razуn, no le parece?

— Yo sirvo a la Seсora Celestial y al genoma haut — dijo la haut Rian Degtiar llanamente-. Los ajustes polнticos de corto plazo no son asunto mнo.

— Y toda esta manipulaciуn… barajar los genes… Tal vez el Emperador de Cetaganda lo considerarнa un acto de traiciуn de su parte?

— No veo cуmo — dijo la haut Rian Degtiar-. Era mi deber obedecer a la Seсora Celestial.

— Ah…

— Pero sн puede decirse que los ocho gobernadores de satrapнas cometieron traiciуn — agregу ella en el tono con que se describe un hecho indiscutible.

— Cometieron? En pasado?

— Todos recibieron los bancos genйticos la semana pasada, en el banquete de bienvenida. Ba Lura y yo conseguimos llevar a cabo esa parte del plan de la Seсora Celestial.

— Cofres de tesoro… sin llave…

— No lo sй… A la Seсora Celestial le pareciу mбs conveniente que cada uno de los gobernadores se considerara el ъnico receptor de la nueva copia del banco genйtico. Asн todos tratarнan de mantenerlo en secreto…

— Sabe usted…? Tengo que hacerle esta pregunta. — Pero no estoy seguro de querer oнr la respuesta-. Sabe usted a cuбl de los ocho gobernadores de satrapнas estaba tratando de entregar la Gran Llave Ba Lura? Cuбl de ellos era el elegido para duplicarla, el que iba a recibirla cuando se metiу en nuestro vehivaina?

— No — dijo ella.

— Ah. — Miles dejу escapar un suspiro de satisfacciуn-. Ahora ya sй por quй me tendieron una trampa. Y por quй muriу Ba Lura.

Ella lo mirу y unas lнneas leves aparecieron sobre su frente de marfil cuando frunciу el ceсo.

— No lo entiende? — dijo йl-. Ba Lura no se encontrу con nosotros en el viaje de ida. Se encontrу con nosotros cuando ya volvнa de su misiуn. Su ba recibiу un soborno. Habнa llevado la llave a uno de los gobernadores de satrapнas y le dieron a cambio no una copia verdadera, porque no habнa tiempo de hacer la decodificaciуn, sino una copia falsa. Y luego lo mandaron deliberadamente a perderla en nuestras manos. Y lo hizo… aunque sospecho que no en la forma en que habнan previsto — Casi con seguridad, no como habнan previsto.

De pronto, descubriу que estaba caminando de un lado otro, nervioso, casi descontrolado. No hubiera debido cojear delante de ella — eso hacнa que sus deformidades resultaran mucho mбs visibles— pero no podнa permanecer quieto.

— Y mientras todo el mundo se dedica a perseguir a los barrayareses, el gobernador se va tranquilamente a casa con la ъnica copia de la Gran Llave y consigue una buena ventaja en la competencia haut. Despuйs de arreglar la recompensa de Ba Lura por su doble traiciуn y eliminar de paso al ъnico testigo de lo sucedido. Ah, sн, ahora todo encaja. Ya veo. Y funcionarнa si… el gobernador sбtrapa hubiera recordado que ningъn plan de batalla sobrevive al primer contacto con el enemigo. — No cuando el enemigo soy yo. Miles la mirу a los ojos, y deseу que creyera en йl, deseу no tener que derretirse frente a ella-. Cuбndo puede usted analizar esta Gran Llave para comprobar si mis teorнas se ajustan a la realidad?

— Esta noche, ahora mismo. Pero aunque pueda averiguar que le hicieron, eso no me dirб quiйn fue el culpable, barrayarйs. — La voz de la haut se hizo glacial-. Dudo que usted pueda crear un duplicado, pero una copia sin funcionamiento estб dentro de sus capacidades, de eso estoy segura. Si йsta es falsa… dуnde estб la verdadera?

— Me parece que eso es justamente lo que tenemos que descubrir, milady, para… para limpiar mi nombre de sospechas. Parara redimir mi honor frente a sus ojos. — La fascinaciуn intrнnseca de cualquier rompecabezas intelectual lo habнa llevado a esa entrevista. Йl habнa pensado que la curiosidad era la fuerza que mбs lo arrastraba en la vida, hasta que de pronto se habнa encontrado envuelto en toda su personalidad de soldado. Era como estar bajo… no, era como ser una avalancha-. Si yo descubro esto, usted…? — Usted quй? Aceptarнa que la cortejara? O lo despreciarнa como el bбrbaro que era a pesar de todo?-. Usted me dejarнa verla de nuevo?

— No… no lo sй. — Ella recordу de pronto y llevу la mano a algъn tipo de control situado sobre la silla— flotante para conectar de nuevo la pantalla de fuerza.

No, no, no se vaya…

— Tenemos que establecer una forma de ponernos en contacto — dijo Miles con rapidez, antes de que ella pudiera desaparecer de nuevo detrбs de esa barrera que susurraba en tono muy bajo.

La cabeza de ella se inclinу, pensando. Sacу un pequeсo comunicador de la ropa. No tenнa decoraciones, era totalmente utilitario, pero al igual que el destructor nervioso que йl le habнa entregado a Ivan, estaba perfectamente diseсado en un estilo que Miles habнa empezado a reconocer como tнpico de los haut. Ella susurrу una orden. Al instante, apareciу su ba, que habнa estado haciendo guardia junto a la laguna. Se le abrieron un poco mбs los ojos al ver a su seсora sin la pantalla de fuerza?

— Deme su comunicador y espere fuera — ordenу haut Rian Degtiar.

La leve figura del ba se inclinу y le entregу el aparato sin hacer preguntas. Despuйs, se retirу en silencio.

Ella se lo tendiу a Miles.

— Esto es para ponerme en contacto con mis servidores de confianza cuando salen del jardнn Celestial por algъn encargo. Aquн tiene.

Йl deseaba tocarla, pero no se atrevнa. En lugar de eso, extendiу las manos hacia ella, con las palmas hacia arriba, como un hombre tнmido que le ofrece flores a una diosa. Ella dejу caer el comu con miedo, desde lejos, como quien le entrega algo a un leproso. O a un enemigo.

— Es seguro? — se atreviу a preguntar йl.

— Por ahora…

En otras palabras, era una lнnea privada sуlo mientras no hubiera nadie en el alto nivel de seguridad de Cetaganda a quien se le ocurriera escuchar las conversaciones. Era de esperar. Miles suspirу.

— No sirve. No se pueden enviar seсales a una embajada sin que las autoridades hagan cientos de preguntas y yo prefiero no contestar las de mis superiores en este momento. No puedo darle a usted mi comu, porque tengo que entregarlo y no creo que se traguen el cuento de que lo perdн… — De mala gana, le devolviу el aparato-. Pero tenemos que volver a encontrarnos de alguna forma… — Sн, ah, sн, sн…-. Si voy a arriesgar mi reputaciуn y tal vez mi vida por la validez de mis razonamientos, me gustarнa apoyarme en hechos.

Uno de esos hechos era casi una verdad comprobada. Alguien con suficiente inteligencia y arrestos como para asesinar a uno de los servidores mбs antiguos del Emperador ante las narices de Seguridad no vacilarнa en amenazar a una mujer Degtiar no demasiado importante si eso le parecнa ъtil. La idea era obscena, horrenda. La inmunidad diplomбtica de un heredero de Barrayar era un escudo todavнa mбs inъtil, sin duda, pero era el precio del juego.

— Creo que usted podrнa estar en grave peligro. Tal vez sea mejor seguirles la corriente por un tiempo, no revelar a nadie que yo le he dado la llave. Tengo la extraсa sensaciуn de que no estoy siguiendo el guiуn de esa gente como corresponde… — Miles caminaba de un lado a otro delante de ella-. Si usted consigue descubrir algo, lo que sea, sobre las actividades reales de Ba Lura en los pocos dнas anteriores a su muerte… bueno… pero no se relacione demasiado con su propia Seguridad… Seguramente estбn investigando la muerte de Ba Lura…

— Yo… me pondrй en contacto con usted donde, cuando y como pueda, barrayarйs. — Lentamente, una mano acariciу la almohadilla de control sobre el brazo de la silla— flotante y una niebla gris se formу a su alrededor como un hechizo fabuloso.

La burbuja se alejу y tambiйn el ba y Miles quedу solo. Ahora tenнa que volver a la fiesta de Yenaro atravesando a tropezones charcos, campos y propiedades.

Llovнa.

A Miles no le sorprendiу que la hautmujer ya no estuviera esperбndolo en el banco junto al portуn pintado de rojo. Lo atravesу en silencio y se detuvo junto a las puertas del jardнn para sacudirse las gotas de agua del uniforme de gala y secarse la cara. Luego, sacrificу el paсuelo a la redenciуn de sus botas y dejу caer la tela empapada detrбs de un arbusto. Despuйs, volviу a deslizarse al interior.

Nadie lo vio entrar. La fiesta proseguнa un poco mбs ruidosa y con algunas caras nuevas sustituyendo las anteriores. Los cetagandanos no consumнan alcohol para embriagarse, pero algunos de los participantes de la fiesta tenнan un aire de confusiуn que recordaba al de los bebedores de Barrayar. Si habнa sido difнcil mantener una conversaciуn inteligente antes, ahora serнa claramente imposible. Incluso Miles se sentнa un poco asн, ahogado en, informaciуn, mareado de intriga. Todo el mundo tiene una adicciуn secreta, supongo. Querнa buscar a Ivan y huir lo mбs rбpido posible antes de que le estallara la cabeza.

— Ah, por fin doy con usted, lord Vorkosigan. — Lord Yenaro apareciу junto al codo de Miles, con una mirada levemente ansiosa-. He estado buscбndolo.

— Fui a dar un paseo con una dama… un largo paseo — dijo Miles. No veнa a Ivan-. Dуnde estб mi primo?

— Lord Vorpatril estб viendo la casa con lady Arvan y lady Bennello — dijo Yenaro. Mirу a un lado, hacia el gran arco que se erguнa al otro extremo de la habitaciуn y la escalera en espiral mбs allб-. Hace ya un rato que se fueron… en realidad hace mucho rato. — La sonrisa de Yenaro, que seguramente intentaba ser divertida, le saliу extraсa, llena de intenciones secretas y curiosidad-. Antes de que usted… No entien… bueno… Quiere usted tomar algo?

— Sн, gracias — dijo Miles, distraнdo. Tomу la bebida de las manos de Yenaro y se la bebiу sin dudar. Se le ponнan los pelos de punta al pensar en lo que estarнa haciendo Ivan con dos hermosas ghemujeres. Aunque en ese momento, para sus ojos deslumbrados de belleza haut, todas las ghemujeres de la habitaciуn le parecнan tan groseras y aburridas como campesinas sucias de una aldea provinciana. El efecto se irнa desvaneciendo con el tiempo… al menos, eso esperaba. Le aterraba pensar en su prуximo encuentro con el espejo. Quй habнa visto la haut Rian Degtiar cuando lo miraba? Un gnomo simiesco de arcilla blanca que se retorcнa y parloteaba? Sacу una silla y se sentу bruscamente: encerrу la escalera en espiral con dos suspiros, como dos parйntesis. ЎApъrate, Ivan!

Por alguna razуn, Yenaro se habнa quedado junto a йl. Conversaba sobre teorнas de la proporciуn en la historia de la arquitectura, sobre el arte y los sentidos y sobre el mercado de йsteres naturales en Barrayar, pero Miles hubiera jurado que el hombre tenнa la mente puesta en la escalera, exactamente igual que йl.

Un par de copas despuйs, apareciу Ivan en las sombras del piso superior. Titubeу en la penumbra, con la mano sobre el uniforme verde, como si estuviera controlando el estado de su atuendo, aunque desde donde estaba Miles todas las prendas parecнan en su lugar. Ivan estaba solo. Bajу con una mano aferrada a la barandilla curva que flotaba sin apoyo aparente como un eco del arco de la escalera. Se sacudiу una vez, convirtiу una expresiуn de intensa preocupaciуn en una radiante sonrisa antes de pasar a la habitaciуn principal y caminar bajo la luz. Le temblу la cabeza hasta que vio a Miles y se dirigiу en lнnea recta hacia йl.

— Lord Vorpatril — lo saludу Yenaro-. Sн que ha sido un paseo largo el suyo… Ha visto toda la mansiуn?

Ivan mostrу los dientes, como un perro furioso.

— Todo. Hasta la luz.

La sonrisa de Yenaro no cambiу pero sus ojos parecнan llenos de preguntas.

— Me… me alegro mucho…

Otro invitado lo llamу desde el otro extremo de la habitaciуn y Yenaro se distrajo un momento.

Ivan aprovechу para inclinarse y susurrar en el oнdo de Miles:

— Salgamos de aquн. Creo que me han envenenado.

Miles levantу la vista, asustado.

— Quieres llamar al vueloliviano?

— No. Quiero ir a la embajada en el auto de superficie. Ahora mismo.

— Pero…

— No, mierda — siseу Ivan-. Marchйmonos sin llamar la atenciуn, antes de que ese bastardo sonriente suba arriba.

Hizo un gesto con la cabeza hacia Yenaro que estaba al pie de la escalera mirando hacia el piso superior.

— Veo que piensas que no es grave.

— Ah, te aseguro que es muy grave — le ladrу Ivan.

— No habrбs matado a nadie ahн arriba, verdad?

— No. Pero pensй que nunca… Ya te lo contarй en el auto.

— Eso espero. — Miles se puso de pie. Tenнan que pasar junto a Yenaro, eso era inevitable. El cetagandano se pegу a ellos como buen anfitriуn para acompaсarlos a la puerta principal y despedirlos amablemente.

Los adioses de Ivan parecнan chorros de бcido.

En cuanto el auto se cerrу sobre sus cabezas, Miles ordenу a su primo:

— Ahora, Ivan.

Ivan se recostу contra el asiento, hirviendo de rabia.

— Me tendieron una trampa.

Te sorprende, primito?

— Quiйnes? Lady Arvan y lady Bennello?

— Ellas eran la trampa, Miles. Yenaro lo organizу todo. Estoy seguro. Tenнas razуn con lo de la fuente: era una trampa. Ahora me doy cuenta. La belleza como carnada, de nuevo.

— Quй te pasу?

— Sabes algo de los rumores sobre afrodisнacos cetagandanos?

— Sн, algo sй…

— Bueno, en algъn momento en la noche ese hijo de puta de Yenaro me dio un antiafrodisнaco.

— Mmm. Estбs seguro? Quiero decir que a veces estas cosas ocurren, me dijeron que…

— Fue una trampa, una trampa, mierda. Yo no las seduje, fueron ellas… Me llevaron arriba, a esa habitaciуn sorprendente… seguro que lo tenнan todo organizado. Dios, fue… fue… — Se le quebrу la voz en un suspiro-. Fue glorioso… Por un tiempo… Y despuйs me di cuenta de que no podнa… bueno… no podнa… hacerlo.

— Y quй hiciste?

— Era demasiado tarde para salir bien parado de la situaciуn. Asн que tratй de salir de otro modo. Es lo ъnico que se me ocurriу para que no se dieran cuenta.

— Y quй diablos hiciste?

— Fabriquй folclore instantбneo… toda una serie de leyendas. Les dije que un Vor se enorgullece de su autocontrol, que no se considera correcto en Barrayar que un hombre… ya sabes, antes que su dama… tres veces. Les dije que se consideraba un insulto para la dama. Y acariciй, frotй, rasquй, recitй poesнa, toqueteй… me duelen los dedos… — Tambiйn tenнa la voz un poco rara, notу Miles-. Pensй que nunca se dormirнan… — Ivan hizo una pausa: una especie de sonrisa amarga reemplazу la mueca que se pintaba en su rostro-. Pero cuando se durmieron, estaban sonriendo. — La sonrisa se convirtiу en una mirada de desesperaciуn sombrнa-. Cuбnto te apuesto que esas dos son las peores ghemchismosas de todo Cetaganda?

— Yo no apuesto nada — dijo Miles, fascinado. En el pecado estб la penitencia… O, en este caso, en la presa estб la trampa. Alguien habнa estudiado las debilidades de su primo. Tal vez la misma persona que habнa estudiado las suyas-. Podrнamos hacer que la oficina de SegImp investigue los rumores de los prуximos dнas.

— Si se te escapa una sola palabra de todo esto… Ўte retuerzo el cuello…! Si es que consigo encontrarlo en ese cuerpo tuyo, claro estб…

— Tendrбs que confiar en el mйdico de la embajada. Anбlisis, de sangre…

— Ah, sн, sн. Quiero un rastreo quнmico en cuanto llegue. Quй voy a hacer si el efecto es… permanente?

— Ba Vorpatril? — entonу Miles, los ojos tranquilos y divertidos.

— Mierda, yo no me burlй de ti con lo de la fuente…

— No. Cierto. No te burlaste. — Miles suspirу-. Estoy casi seguro de que el doctor te va a decir que la sustancia se metaboliza rбpido, sea lo que fuere. Yenaro tambiйn bebiу de esa taza…

— Tъ crees?

— Te acuerdas del zlati? Apuesto mi ojo de plata de SegImp a que йse fue el vehнculo.

Ivan se relajу un poquito, obviamente aliviado con ese anбlisis profesional. Despuйs de un instante, agregу:

— Yenaro ya te lo hizo a ti. Ahora a mн. A la tercera va la vencida. Quй supones que harб ahora? No podemos adelantarnos a sus movimientos?

Miles se quedу callado un largo rato.

— Depende. No sй si Yenaro se estб divirtiendo o si йl tambiйn es vнctima de una serie de trampas. Tampoco estoy seguro de que exista alguna relaciуn entre las bromas de Yenaro y la muerte de Ba Lura.

— Relaciуn? Quй relaciуn?

— Nosotros somos la relaciуn, Ivan. Un par de chicos provincianos de Barrayar que vienen a la gran ciudad y estбn a punto, bien a punto, listos para que alguien les saque el jugo. Alguien nos estб utilizando. Y creo que alguien… acaba de cometer un error fatal en la elecciуn de herramientas. — O mбs bien de marionetas…

Ivan lo mirу fijo. Captaba el tono venenoso.

— Ya te has librado de ese juguetito que llevabas encima? — quiso saber.

— Sн… y no.

— Ah, mierda. Tendrнa que haberlo sabido… No puedo confiar en ti. Quй diablos quiere decir sн y no? O sн o no…

— El objeto ya estб en manos de sus dueсos, sн.

— Entonces, listo, se ha terminado el asunto.

— No. No del todo.

— Miles… Serб mejor que me cuentes…

— Sн, supongo que sн… — Miles suspirу. Estaban llegando a la zona de las delegaciones extranjeras-. Cuando termines con la gente de la enfermerнa, tengo algunas confesiones que hacerte. Pero sуlo confiarй en ti si me prometes que cuando… cuando hables con el oficial de guardia de SegImp sobre lo de Yenaro, no mencionarбs lo otro. De acuerdo?

— Eh? — Ivan hablу despacio, como si albergara profundas sospechas.

— Las cosas se estбn… complicando un poco.

— Vaya, como si antes fueran normales.

— Quiero decir que ahora se estбn complicando de verdad; son cosas que sobrepasan el rango de asuntos de mera seguridad… Se han convertido en conflictos diplomбticos de extrema importancia y delicadeza. Tal vez demasiado delicados como para someterlos a la clase de paranoicos con botas que terminan dirigiendo las oficinas locales de SegImp. Йsa es una decisiуn que deberй tomar… yo mismo. Cuando estй seguro de que estoy listo. Pero esto ya no es un juego, Ivan, y no puedo seguir sin apoyo. — Necesito ayuda, que Dios me ayude… necesito ayuda.

— Eso ya lo sabнamos ayer.

— Ah, sн… cierto. Pero el asunto es todavнa mбs complejo de lo que sospechaba ayer.

— Complejo? Hasta quй punto?

Miles dudу, y sonriу con amargura.

— No lo sй, Ivan.

Solo en el baсo de su suite, Miles se quitу lentamente el uniforme negro de la Casa Vorkosigan, que ahora necesitaba desesperadamente la atenciуn de la lavanderнa de la embajada. Echу una mirada de reojo a su propio cuerpo en el espejo, despuйs desviу la vista definitivamente. Pensу en el problema mientras estaba de pie en la ducha. Para los haut, cualquier humano normal era algo asн como una forma de vida inferior. Desde la estrecha perspectiva de la haut Rian Degtiar, tal vez habнa poca diferencia entre йl y, digamos, Ivan.

Y, de vez en cuando, los ghemlores ganaban esposas haut por grandes hazaсas. Los Vor y los ghemlores se parecнan en muchas cosas. Hasta Maz lo habнa dicho.

Hasta quй punto tenнa que ser grande la hazaсa? Muy grande. Bueno… йl siempre habнa querido salvar al imperio. Claro que no habнa pensado nunca en salvar al imperio cetagandano, pero la vida era asн, siempre tirando pelotas inesperadas, con mucho efecto…

Estбs loco, y lo sabes. Esperar, pensar siquiera en…

Si йl conseguнa desbaratar el complot de la Emperatriz, el emperador cetagandano le entregarнa… la mano de Rian? Si conseguнa mantener el complot de la emperatriz viuda, tal vez la haut Rian Degtiar se sentirнa lo suficientemente agradecida como para… darle su amor? Hacer las dos cosas al mismo tiempo serнa una hazaсa tбctica de proporciones y habilidad sobrenaturales.

Los intereses de Barrayar, cosa rara, estaban directamente relacionados con los del emperador. Obviamente, como oficial de SegImp su deber era salvar al villano y acabar con la chica.

Correcto. Me duele la cabeza.

A medida que se diluнa el efecto de la haut Rian, la razуn volvнa poco a poco a sus cauces. O no? Ella no habнa tratado de sobornarlo. Y sabнa que aunque Rian hubiera sido tan fea como la bruja Baba Yaga, habrнa tenido que seguir adelante con eso. Hasta cierto punto. Necesitaba probar que Barrayar no habнa robado la Gran Llave y la ъnica forma de conseguirlo era encontrar al ladrуn. Se preguntу si habrнa resacas por exceso de pasiуn. Porque si existнan, йl estaba empezando la resaca antes de terminar la borrachera, lo cual no le parecнa justo.

Ocho gobernadores sбtrapas habнan cometido traiciуn a instancias de la emperatriz muerta. Era bastante optimista pensar que sуlo uno de ellos era un asesino. Pero sуlo uno tenнa la Gran Llave.

Lord X? Siete posibilidades de equivocarse, contra una de acertar. Las cifras no estaban a su favor.

Ya… ya se me ocurrirб algo.

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