Dos

Espato de Islandia


Además de estar ojo avizor desde el puente volante, Randolph St. Cosmo había colocado vigías con los prismáticos más potentes de la nave a popa y a proa. Aquí, al norte del Círculo Polar Ártico, la di____________________guración.titud, en forma de latidos de color inmensos como el cielo, de densas cortinas, oleadas y columnatas de luz y corriente en incesante transfidía contemplarse aquí a cualquier hora desde su mismo interior, en almesticar, y los pioneros llegaban en aeronaves en lugar de en carretas, y se enzarzaban en disputas sobre la propiedad destinadas a prolongarse durante generaciones. La aurora boreal, que los había sacado de sus camas infantiles en latitudes inferiores tantas noches frías de invierno, mientras a sus padres les provocaba oscuros sentimientos de pavor, pofermiza como la de los buscadores de oro y plata del pasado. Aquí, en el borde superior de la atmósfera, se hallaba la nueva frontera sin doban atrapados en una contagiosa y resuelta huida de la razón, tan enmente dotados ni eran unos desaprensivos, sencillamente se encontrachos espabilados usurpadores de derechos de propiedad profesionales que pretendían sacar algo por la fuerza; muy pocos eran capaces de rastrear rayos de todas las frecuencias, la mayoría no estaban especialsiera captar, y habían acudido en masa los buscadores, incluidos mucadenado una «Fiebre del rayo»: la luz y el magnetismo, así como toda clase de rayos extrahertzianos, estaban ahí para el primero que los quinor impedancia, restallantes tormentas de rayos que salían del sol y a las que todavía ni siquiera se les había dado nombre. Se había desenllarse aquí, entre acantilados de anomalía magnética, canales de meto de aquella misteriosa retícula matemática que por entonces se creía que cubría la Tierra. Del mismo modo que la Era de la Navegación había dependido de la cartografía de los mares y las costas del globo, y de los vientos de la rosa de los vientos, ahora sería la medición de las nuevas variables lo que determinaría la historia que iba a desarronética, en una carrera internacional cuyo objetivo era medir y cartografiar con la mayor precisión los coeficientes de campo en cada punzaba: «El tráfico aéreo desconocido se considerará hostil hasta que se demuestre lo contrario». Ahora se libraban escaramuzas a diario, pero ya no por territorios o mercancías sino por información electromagrectiva reglamentaria para todas las aeronaves de los Chicos del Azar re

En pequeños rincones recónditos del planeta a los que nadie pres____________________bién a través de las legendarias regiones interiores…te, de punta a punta, espectros visibles e invisibles. Almas atadas a las líneas de fuerza planetarias serían arrastradas de un polo al otro y tamlar se alargaría para siempre, abandonarían la Tierra en medio de un esplendor inefable, con la aurora del cielo recorriendo violentamendaba años en llegar… Y, de hecho, para algunos de ellos la noche Pocos que arañaban las nubes, y que podían estar compuestos tanto de guano congelado de aves marinas como de piedra, los exploradores del Campo Magnético de la Tierra, desesperados, insomnes, interrogaban los horizontes buscando cualquier signo de su relevo, que a veces tarles en la claridad del horizonte que reflejaba el fulgor del hielo. En ristalezas de la Edad del Hierro, habitadas o no, solitarias y sobrenaturade hacía años. A lo largo y ancho de las latitudes septentrionales, se habían desplegado transmisores clandestinos entre cumbres de hielo, en explotaciones mineras abandonadas, en patios secretos de antiguas fortaba mucha atención, entre facciones de las que nadie sabía mucho, la guerra no declarada y en gran medida oculta se llevaba librando des

Maniobrando en aeronaves camufladas con «pintura de deslumbra____________________tros de información de la superficie, como el Instituto del Grupo de Laboratorio tíficos aeronautas reunían aplicadamente sus datos, todos del mayor interés para las organizaciones empresariales reunidas abajo, en los cencieran y desaparecieran entre nubes de centelleos cromáticos, los cienmiento» al estilo naval, que permitía que zonas de la estructura aparede Observación Opticomagnética (IGLOO), una cámara de compensación para la radiación situada en el norte de Alaska, que por esos días más parecía una Lloyd's del espectro superior, donde todo el mundo esperaba impaciente el siguiente tañido fatal de la campana Lutine.

– Últimamente las condiciones son peligrosas.

– Mierda, me entran ganas de lanzarme a la carga contra el mun_do, pero de verdad, como los indios.

– Te digo que la cosa no puede seguir así.

Se volvieron algunas cabezas, aunque la nota quejumbrosa no era nueva.

– Granuja pretencioso, qué sabrás tú si ni siquiera habías nacido en el último eclipse.

Era una sala de reuniones oscura, con las ventanas cerradas me____________________cuencia.llas. Fuera, en las calles batidas por la nieve, los lobos se aventuraban en busca de comida muy lejos de sus territorios, aullando casi con elolecos oscuros, o el de las plumillas, monedas, cubiertos, vasos y botediante contras de hierro, iluminada a trechos por lámparas eléctricas y de gas con pantalla verde, sumida en una penumbra apenas mitigada por el leve destello de las cadenas de los relojes, que colgaban de cha

– Sí, en estos tiempos hay demasiada gente de tu edad en la pro__cesivamente…fesión. Pasos irreflexivos, consecuencias nefastas, m la menor atención a la historia de los sacrificios de aquellos que os precedieron, y así su

– Pues como ha pasado siempre, abuelo veterano.

– El otro día casi freís a un puñado de mis chicos. ¿Te importaría explicármelo?

– La zona estaba bien señalizada. Habían sido advertidos de sobra. Ya sabe que no se sacan naves al aire los días de pruebas.

– Es todo lo contrario, para variar. Uno no hace pruebas cuando hay naves en el aire, ni siquiera cuando se trata de un cúter pequeño e indefenso…

– ¡Indefenso, dice! Pero si iba pertrechado como buque de ataque, señor.

– … que navegaba tranquila e inocentemente como nave de recreo, hasta que vosotros la atacasteis con vuestros rayos infernales.

– El cúter hizo un Movimiento Furtivo. Simplemente nos atuvi_mos al protocolo.

– ¡Toma, a ver si te parece esto furtivo!

– ¡Chicos, chicos, por favor!

Discusiones como ésta eran tan frecuentes que apenas sorprendió a Randolph que el gong del telégrafo del puente de vigía de popa, cuyo transmisor estaba sujeto a la cola de Pugnax, empezara a sonar con un clamor.

– Rápido, los prismáticos… Veamos qué centellas tenemos aquí.

La nave, en la lejanía, se distinguía por una envoltura con la forma y casi las dimensiones de cebolla de una cúpula de una iglesia orto____________________yendasón de los Romanov, y encima, en caracteres cirílicos dorados, la ledoxa oriental, sobre cuya brillante superficie se veía, en negro, el bla bol'shaia igra o, lo que es lo mismo, «El Gran Juego». Así que fue de inmediato reconocida como la nave insignia del misterioso homólogo ruso de Randolph -y también con demasiada frecuencia su némesis-, el Capitán Igor Padzhitnov; con quien ya habían tenido «altercados» (véase en especial Los Chicos del Azar y los Piratas del Hie_lo y Los Chicos del Azar casi se estrellan en el Kremlin) que despertaban en los chicos vivos y angustiosos recuerdos.

– Me pregunto qué se traerá entre manos el viejo Padzhy -dijo Randolph en voz baja-. Se están aproximando tremendamente rápido.

La organización paralela de San Petersburgo, conocida como los Tovarishchi Slutchainyi, era tristemente famosa por sembrar la discor__pre opacos para los chicos, y la especialidad de dia en el lugar del mundo que les apeteciera, por motivos casi siemPadzhitnov era dejar caer ladrillos y mampostería, siempre procedentes de manzanas de cua____________________combros los recogían de entre las paredes maestras de anteriores blancos que se habían puesto a tiro.ma»-, sobre los objetivos designados por sus superiores. Los letales estro plantas de altura -que se habían acabado convirtiendo en su «fir

– Nos sobran razones para evitar a estos colegas -comentó Lindsay asintiendo con gravedad-. Sin duda creerán que hemos invadido otra vez su «espacio celeste». Dado el más que considerable grado de dislo_cación nasal que causó aquel contretemps polaco (que en ningún caso fue responsabilidad nuestra), en esta ocasión más vale que tengamos claro cuál es nuestra versión de la historia antes de que ellos nos intercepten, algo que, da la impresión, puede ocurrir en cualquier momento… Eh, es más… -De repente, un violento e inesperado topetazo estremeció de punta a punta la estructura del Inconvenience; la nave rusa se había situado a su lado sin ningún miramiento, por decirlo de algún modo.

– Oh, lo que faltaba -murmuró Randolph.

– ¡Ah de la nave! ¡Chicos del globo! -El Capitán Padzhitnov era muy rubio, atlético y decididamente alegre, sin duda más de lo que requerían los asuntos aéreos corrientes-. ¡Os habéis adelantado otra vez! ¿Qué me pasa? ¿Me estoy haciendo viejo?

Su sonrisa, que tal vez no habría llamado la atención sobre la su__temente Mauser turcos de último modelo, así como otras armas más difíciles de identificar, con las que su tripulación apuntaba ahora alperficie de la Tierra, allí, entre, digamos, una reunión de desquiciados, a miles de pies de altura y muy lejos de cualquier puesto avanzado de la Razón, parecía aún más ominosa que la falange de fusiles, aparen Inconvenience.

– Na sobrat' ya po nebo! -le saludó Randolph con el aire más des_preocupado que le fue posible fingir.

– ¿Hacia dónde se dirigen? -tronó el comandante ruso a través de una bocina de plata china.

– Hacia el sur, como ve.

– Las autoridades acaban de declararlo Zona de Emergencia -dijo Padzhitnov abarcando con un movimiento del brazo un amplio sec_tor del terreno helado que había abajo-. Tal vez prefieran desviarse.

– ¿Las autoridades? -preguntó Lindsay, como si le hubieran dicho el nombre de un íntimo amigo.

– El IGLOO -respondió el comandante ruso encogiéndose de hombros-. Nosotros no les hacemos el menor caso, pero puede que ustedes sí.

– ¿De qué clase de emergencia -preguntó Randolph- hablaron?

Los aeronautas moscovitas fueron presa de un incontenible y si_niestro ataque de risa.

– En la región de Rusia donde me crié -pudo por fin decir el Ca____________________ba antes. Le gustaba el dolor. El dolor era como… la sal. Sazonaba la vida. A esa criatura nunca le dimos nombre. Jamás. ¿Lo entiende?nos, porque si se topaba con ellos los devoraba, y no siempre los matapitán Padzhitnov-, todos los animales tenían nombre, sin importar lo peligrosos que fueran: osos, lobos, tigres siberianos… Todos salvo uno. Una criatura a la que temían los demás animales, incluidos los huma

– Por Dios -le susurró Lindsay a su jefe-, si sólo hemos hecho una pregunta.

– Gracias -respondió Randolph-, proseguiremos con especial cau_tela. ¿Necesitan reabastecerse? ¿Les hace falta algo?

– Mis respetos a su inocencia ciega -sonrió su colega del otro ban_do; y no era la primera vez que lo decía, pues se había convertido en una despedida ritual. El Bol'shaia Igra empezó a alejarse, mientras su ca_pitán y demás mandos permanecían junto a la barandilla del puente, conferenciando sin apartar la vista del Inconvenience. Cuando las naves casi estaban fuera del alcance del oído, el Capitán Padzhitnov se des_pidió con la mano y, en la inmensidad del cielo ártico, gritó con voz débil y quejumbrosa-: Bon voyage!

– ¿De qué iba todo eso? Si lo que pretendían era advertirnos de que no…

– Ni ha mencionado al grupo de Vormance, ¿te has fijado?

– Se trataba de algo más -dijo Miles Blundell, el único de la tri__cos reanudaban sus actividades ypulación que parecía haberse tomado en serio la advertencia, mientras reemprendía la preparación de la comida, a la par que los demás chi Pugnax volvía a meter el hocico en_tre las páginas de un roman-feuilleton de M. Eugéne Sue, que al parecer leía en el francés original.

Y así entraron en la Zona de Emergencia, manteniendo el oído atento al dispositivo de Tesla y escrutando cuidadosamente las tierras yermas e incoloras de abajo. Y durante horas, hasta bien pasada la cena, su enigmático rival, el Bol'shaia Igra, se mantuvo alejado pero porfia__sentara el tercer ojo en la frente de un ídolo de lo incomprensible.damente presente a estribor, rojizo como un rubí maldito que repre

Tras no haber podido interceptar el vapor de la Expedición en Isafjórór, los chicos viraron otra vez hacia el norte prosiguiendo la per____________________ción delcida ahí arriba. Pero no por mítica menos inquietante, pues, en efecto, de vez en cuando parecía que había un miembro de más en la tripulara a causa de un viento contrario, de un informe erróneo recibido por radio o de un retraso en el puerto debido a la incorporación tardía de un miembro de la tripulación, que resultó ser en el mejor de los casos espectral: el «hombre de más» del mito ártico. Una historia bien conosecución, pero el buque se les escapaba a cada paso que daban, ya fue Inconvenience, aunque jamás quedó constancia al pasar revista por la mañana. A veces uno de los chicos se daba cuenta -demasiado tarde, claro- de que la cara con la que estaba hablando no era una cara de verdad, ni siquiera una que reconociera.

Un día el Inconvenience sobrevoló un pequeño asentamiento cuyas calles y callejones parecían llenas de figuras de cera, de tan inmóviles como se habían quedado todos contemplando el gigantesco vehícu_lo que se cernía sobre sus cabezas.

Randolph St. Cosmo decidió conceder permiso en tierra.

– Son gente del norte, recordadlo -les advirtió-. No es probable que nos tomen por dioses ni nada por el estilo, a diferencia de aque_llos individuos de las Antillas.

– ¡Aquello fue el paraíso! -exclamó Darby Suckling.

Una vez que la nave aterrizó y fue amarrada, los chicos saltaron a tierra, ansiosos por gastarse la paga en cualquier cosa.

– ¿Es turquesa?

– Nosotros lo llamamos Ebano Azul. Son huesos conservados de mamuts históricos reales, no la bonzolina teñida que se ve más al sur.

– Esta…

– Esta es una copia en miniatura de un inukshuk erigido sobre una montaña tierra adentro; son rocas amontonadas que conforman tos____________________sos o son demasiado numerosos para orientarle.ro, sino para guiarle en un territorio donde los hitos o son muy escacamente la figura de un hombre, pero no para amenazar al extranje

– Casi como uno de mis días normales.

– Tal vez por eso se venden tanto estas copias. Porque cualquier día, incluso en las ciudades del Sur, en un momento dado, puede tor_narse un territorio desconocido.

De vez en cuando, en los difíciles días que siguieron, cada uno de los chicos iba a mirar la enigmática miniatura que había adquirido, la cual representaba una remota disposición de rocas que seguramen_te nunca llegaría a ver, e intentaba atisbar, por más indirectamente que fuera, alguna expresión de la verdad más allá de lo secular.

El Etienne-Louis Malus se llamaba así en honor del físico e inge____________________tenas emisoras y receptoras descendían hasta enganches distribuidos por toda la cubierta de intemperie. La proa retrocedía un poco de la línea de flotación, casi hasta la vertical, como si fuera a abrirse paso a través del hielo.vés de un trozo de espato de Islandia la puesta de sol que reflejaba una ventana del Palacio de Luxemburgo, descubrió la luz polarizada. Era una nave de roble y hierro, de 376 pies y 6 pulgadas de eslora, con cubiertas de abrigo y de botes, dos mástiles, dos puntales de carga y una única chimenea negra y alta. Los cables tensores de docenas de anniero militar napoleónico que, a finales de 1808, al contemplar a tra

Mientras el barco se dirigía al norte en su largo viaje a las costas de «Islandia», hacia los acantilados de hielo deshabitados, quienes no estaban de guardia o dormidos se sentaban en el saliente de popa a con_templar cómo se perdían en la lejanía las latitudes inferiores, y tocaban mandolinas y pequeñas concertinas de ébano, y cantaban:


No habrá más chicas que las de Islandia,

no habrá más noches que las de frío…

Pues navegamos

sin saber si habremos de regresar,

con vientos

que helarán el alma…


Hacían correr rumores: el Capitán se había vuelto loco otra vez, los piratas de los hielos perseguían al Malus como balleneros y, si lo atrapaban, su tripulación sería tratada aún con menos piedad que los cetáceos… Algunos creían que la expedición buscaba una nueva fuen_te de espato de Islandia tan puro como los cristales legendarios de Helgustaóir, más puro que cuanto se extraía esos días de Misuri o de Guanajuato…, aunque ésa era sólo una de las muchas hipótesis. Puede que, al fin y al cabo, no se tratara del espato.

Un buen día, las paredes de hielo verde, casi invisibles en el ocaso boreal, empezaron a deslizarse. El buque se acercaba a un cabo verde, con paredes de hielo verde puro, de un verdor más vivo cuanto más cerca del agua, tanto que parecía casi un aroma, un intenso olor ma_rino a descomposición y reproducción.

Desde su hogar ancestral en una isla situada al otro lado del pro__yenda aunque ni siquiera ambicionara el respeto local, observó la llegada delmontorio de la ciudad, Constance Penhallow, que ha pasado a la le Malus. Cuando se lo pedían, era capaz de posar con el más noble porte contra el luminoso fulgor del hielo, como si se asomara con ansiedad fuera del marco de un retrato, con ojos que no recla____________________ra, con gabletes muy inclinados de muchos ángulos que retrocedían hasta formar una imbricación de lagarto de pizarra gris, brillantes como si lloviera…; las tierras salvajes de los tejados, lugares inalcanzables e inexplorados, que se extendían hacia la puesta de sol…cillo con un estampado de mil flores verdes y amarillas, vista como a través del polvo, polvo de otro país observado a una hora avanzada del día, levantado por el viento o por caballos en una calle al otro lado del jardín amurallado…; al fondo, una casa que tenía partes de madera las imágenes de un rostro, sólo esta irreversibilidad dorsal. Así la había pintado su nieto Hunter, de pie, con un vestido holgado y sencia una estantería abierta con libros, sin puerta de cristal que reflejado y la altura del cráneo, la sombra de cobre graciosamente vuelta hamaban ayuda sino comprensión, los tendones del cuello ribeteados de blanco titanio, una vista de tres cuartos desde atrás que mostraba en escorzo la cara sólo como un creciente, la umbría del cabello cepilla

Aquí sobrevivían relatos del primer milenio, como el del primer puñado de fugitivos, que todavía no estaban obsesionados por ningu____________________gresado. Pues en la antigua lengua de los hombres del Norte,bía llamado desde aquella vaporosa inmensidad, y él había acudido a la llamada, en un sueño, y en el último instante había despertado y remiento a los deberes que imponían la historia y la sangre. Algo le haprendió, gracias a ese instante de misericordia no buscada, con el fin del mundo ahora a sus espaldas, comprendió, quizá más de lo que hubiera querido, lo que era el deseo y la renuncia a él por sometires, fugitivos poseídos por Dios… Harald soltó el timón, los hombres retiraron los remos, la circunferencia fatal rodó a su lado a través de la bruma, y Harald Hárdráde, que había virado justo a tiempo, comvisado entre las tinieblas septentrionales y del que a lo largo de los años habían venido informando pescadores extraviados, merodeadona promesa del regreso de Cristo y sólo pensaban en los vengadores que los perseguían blandiendo hachas, y así partieron hacia el oeste, presas de una alegría suicida, casi sin importarles nada…; relatos de Harald el Despiadado, hijo del Rey Sigurd, navegando hacia el norte, impulsado por un deseo inexplicable, a cada ocaso alejándose más de toda comodidad, de toda bondad, hacia la sima pavorosa, a escasos golpes de remo de precipitarse al abismo sin luz de Ginnungagap, di «Gap» no significaba sólo ese abismo concreto, el caos de hielo del que sur__bién la boca humana abierta de par en par, gritando y respondiendo con un chillido mortal.ge, gracias al gigante Ymir, la Tierra y cuanto en ella existe, sino tam

Eso cuenta Adam de Bremen en la Historia Hammaburgensis Ecclesiae.

Y la expedición actual, aunque su misión oficial no sea dirigirse a Ginnungagap, debe, pese a todo, reconocer su presencia allá adelan____________________te que cualquier sencillo disco o esferoide.trado hacia otra distribución toroidal, topológicamente más pertinente, entre la bruma, en el posible oscurecimiento de un futuro cielo de agua ante el reflejo de un Interior mítico, reconocer la posibilidad, en este día y época, de navegar más allá de la superficie del Mundo, arras

En los tiempos de Harald Hárdráde, el espeluznante vacío del pa____________________combros de un nacimiento calamitoso.sección del hielo de Niflheim y el fuego de Muspellheim, sino los essado era ya apenas un resto, un residuo vaporoso de la creación del mundo y el drama de la época de Ymir-Audumla, no era ya la inter

Aunque los antepasados de Penhallow podrían haber emprendi____________________de que los primeros Penhallow se instalaran en Islandia a finales del siglosos depósitos por todo el Ártico; habían sido magnates del cristal destros contra el futuro, sin duda alguna contra este viaje… El dinero de los Penhallow procedía del espato de Islandia, del que poseían inmentivos para no hacerlo. Incluso se insinuaba una conspiración de ancesdo una expedición similar, hasta ahora todos habían encontrado mo xvii, atraídos por la fiebre de la calcita que había desatado la fa_mosa llegada del mineral birrefringente a Copenhague de manos de un marinero que lo descubrió cerca de la bahía de Róerford.

Cuando llegó la Expedición de Vormance, el nieto de Constance, Hunter Penhallow, iba al continente en ferry cada día, ausentándose en delirantes novillos: abandonaba los pinceles y el caballete, y se po__ta adivinar el futuro para saberlo, pero eso no afectaría al amor de la abuela. Se embarcaría de polizón en elnía a trabajar en cualquier chapuza que le saliera por los muelles para aquellos científicos con sus extraños acentos de las latitudes ochentaypocas. Sus padres, en una fecha demasiado temprana de su vida como para que él lo recordara, se habían «retirado» al sur, a aquella región de cuentos y excentricidades dudosas que contaban los marineros, y Constance -precipitadamente, incapaz de negarse, pese a saber, en el estilo oracular que se esperaba de ella, que en cuanto pudiera el niño seguiría el ejemplo de sus padres, aunque no exactamente sus pasos- se había convertido en su único hogar. Claro que él se iría, no hacía fal Malus, zarparía con la Expedi____________________nes que se les unieran los nativos de confianza, a menudo en funciones casi deco intentó impedírselo: ¿no era ya una costumbre en estas expedicioción de Vormance, como Constance había sabido y temido que haría algún día, en algún barco. Nadie de la tripulación ni ningún científi mascotte? Cuando Hunter por fin dobló el Cabo y salió a mar abierto, lo hizo para cargar consigo, primero hacia el norte y luego de regreso a latitudes inferiores, la maldición de la gran lucha silenciosa sobre la cual se fundaba la historia de este lugar, al menos desde el des_cubrimiento de la primera cueva cuajada de cristales.

Construido hacía sólo unos años, con revestimiento de tablillas de un color crema vivo y tejado de tejuelas grises un tono o dos más cla____________________nal de la calle empezaba el fiordo, inesperado y profundo.pinada ladera. La bruma hervía y se deslizaba por todas partes. Al fibién algunas antenas sin cables. En la parte de atrás, se elevaba una emmera y la segunda plantas, por encima de las cuales ascendía un tejado cónico, casi una aguja, con un alto florón que sostenía una veleta y tamral, tenía en una esquina una curiosa especie de torreón abierto, cuyas esbeltas columnas blancas soportaban balcones semicirculares en la priras que los afloramientos y las paredes de piedra que lo rodeaban, el hotel Borealis, donde la Expedición había establecido su cuartel gene

Hunter colocó su caballete al otro lado de la calle e intentó pin____________________mento, y tendría que esperar a sus posteriores periodos «Venecia» y «Londres» para reconocer tales variaciones.vían el gris de Payne y el amarillo de Nápoles sin mezclarse del todo con ellos; en los años venideros, a medida que los pequeños lienzos de este periodo recorrían el mundo aumentando su valor, esa mezcla no consumada generó modelados, sombras, redefiniciones del espacio que, aunque físicamente estaban allí, Hunter no había visto en su motar el lugar, pese a las gotas microscópicas de bruma salada que envol

Durante toda la noche, oían el hielo en el gran fiordo, se desper____________________to de su antigua nobleza, de su seguimiento aparentemente consciente de un plan…ños, dictaban lo que veían, qué le sucedería a cada ojo durmiente cuando, impotente, mirara. Un poco más al norte se alzaba un glaciar que se perdía en la lejanía, el único en estos dominios glaciales al que nunca se le había puesto nombre, como en temeroso reconocimientaban, se adormilaban, las voces del hielo se introducían en sus sue

– No podemos pasar aquí el invierno, tendremos que irnos mien_tras todavía podamos zarpar.

– Por mí, perfecto. No creo que pudiera aguantar una semana más aquí. La comida…

– Intuyo que no te pirras por el Filet Olaf.

– ¿No puede hacerse nada?

– Bueno, se supone que está reservada para casos de emergencia, pero, visto lo visto, éste puede considerarse como tal. -Abrió un male____________________risa desdeñosa y la leyenda '¡bían desvaído, mostraba un volcán en erupción, un loro con una sontella artesana de vidrio soplado cuya etiqueta, cuidadosamente grabada e impresa en un espectro de colores tropicales que todavía no se hatín negro y miró dentro un momento-. Ten. -Le pasó una antigua bocuidado, cabrón! salsa explosiva la original-. Con sólo un par de gotas te bastará para animar ese Filet Olaf, y no lo digo por racanería, entiéndeme. Me la legó mi padre, como su padre se la había legado a él, y todavía no ha bajado ni si_quiera medio centímetro, así que sólo te digo que la uses con cautela.

Como era de esperar, hizo caso omiso del consejo, y durante la si__teria y recriminaciones.guiente comida la botella fue pasando por la mesa y todos se echaron salsa en abundancia. La noche consiguiente fue recordada por su his

El mundo exuberante del loro de la etiqueta, en apariencia lo más remoto de este austero paisaje helado que pudiera imaginarse, estaba en realidad separado de él apenas por las más finas membranas. Para pasar de uno a otro sólo había que fijar la atención sin descanso en la imagen del pájaro, rebajándose mientras tanto ante su desprecio, y re_petir «'¡Cuidado, cabrón!'», preferiblemente con acento de loro, hasta que la frase perdiera sentido, aunque en la práctica, claro, se sabía que el número de repeticiones llegaba a varios millones, y acababa con la paciencia de los oyentes. De ese modo adquiría algo de la fuerza de un molinillo de oraciones tibetano, y se creía que el ejercicio servía también como un ábrete sésamo al país de Tsangpo-Brahmaputra, un detalle sobre el que los miembros más veteranos de la Expedición no eran reacios a hablar.

A primera vista, parecía un salón lleno exclusivamente de caballe____________________tiría al viejo Vibe vengarse algún día como era debido.ba la Expedición. Una de las tareas de Fleetwood consistía en observar y anotar casos de dinero imprudentemente malgastado, lo que permiles de kilómetros, por no decir a todos los rincones del mundo. Y el joven caballero Fleetwood Vibe había acudido a petición de su padre, la eminencia de Wall Street Scarsdale Vibe, quien de hecho financiavado de que, por ejemplo, el espato de Islandia era indispensable para el desarrollo de los medios para enviar imágenes en movimiento a midido y cliente habitual de tabernas baratas americanas Dodge Flannelette estaba ahí sobre todo por los usos prácticos que pudiera darse a cualquiera de los descubrimientos, tras haber sido informado en prita a lo Ulterior, como a él le gustaba decir, tras llegar a la conclusión de que lo sensato era sencillamente buscar el silencio y permitir que las Matemáticas y la Historia siguieran a su aire. Por su parte, el bantamento de Mineralogía. El doctor V. Ganesh Rao, renombrado cuaternionista de la Universidad de Calcuta, estaba buscando una puercentricidades. El doctor Vormance disfrutaba de un periodo sabático de la Universidad Candlebrow, donde dirigía habitualmente el Deparcos abarcaban gran parte del espectro internacional de motivos y exros barbados con trajes oscuros y chalecos a juego, pero estos científi

– Pero a lo que hay que estar más atento -dijo el magnate miran____________________tentar cruzar un puente de ferrocarril sobre el estrecho de Bering.go seguiría hasta el Trans-Sib y desde ahí sabe Dios adonde. Dejando aparte las tremebundas condiciones que se encontraría un tren al inviario a lo largo del estrecho de Bering, de Alaska a Siberia, que luezándolos para una especie de viaje por Alaska con todos los gastos pagados. El y el viejo Schiff, para variar, son uña y carne. Casi con toda seguridad le están dando vueltas a un plan para un enlace ferrodo para el ferrocarril. Mientras hablamos, el Hermano Harriman está comprando todas las existencias de científicos disponibles, movilitificar: significaba que Scarsdale no se fiaba plenamente de ellos y no les contaría toda la historia, ni de lejos- es a si el terreno es apropiado a diversas distancias entre las que no caía su hijo, un elocuente tic que Fleetwood y sus hermanos habían aprendido muy pronto a iden

La explicación tenía todo el aire de una franca confidencia de los profundos secretos de los negocios, pero lo único que significaba era que su padre le ocultaba datos importantes, que Fleetwood, si quería más información, tendría que investigar por su cuenta.

– Así que… quieres ganarle.

– Ganarles -le corrigió Scarsdale-, Un trepa más un judío. No es de extrañar que el mundo se vaya al infierno.

El Grupo de Discusión Transnoccial se reunió en uno de los sa_lones del sótano del hotel, situado muy lejos del alcance del oído de otros huéspedes que, sin ir más lejos, podían querer dormir. El tema anunciado para esa noche era «La Naturaleza de las Expediciones».

– En el pasado aprendimos cómo domar caballos y cabalgar largas distancias, a bordo de transatlánticos dejamos las superficies planas y entramos en el espacio de Riemann, atravesamos tierra firme y ma____________________ra? Colonizar el Tiempo, ¿por qué no?vasión, u optaremos por ser nómadas, levantando el campamento cada mañana, sin darnos por satisfechos con nada que no sea Sión mismo? ¿Y la posibilidad de colonizar otras dimensiones más allá de la tercemos asentamientos fijos en el Cielo, a lo largo de nuestras rutas de inviará Agentes divinos, para ayudarnos, engañarnos, alejarnos? ¿Dejaremitirá colonizar el Cielo. En algún punto ahí arriba, Dios mora en su Ciudad Celestial. ¿Cuán lejos habremos de viajar por ese territorio inexplorado y sin cartografiar antes de encontrarle? ¿Se retirará Él ante nuestro avance y seguirá retirándose hasta el Infinito? ¿Nos enres profundos y colonizamos cuanto encontramos -dijo el Doctor Vormance-. Ahora estamos dando los primeros aleteos de lo que nos per

– Porque, caballero -objetó el Doctor Templeton Blope, de la Uni_versidad de las Hébridas Exteriores-, estamos limitados a tres.

– Cháchara de cuaternionistas -gritó su némesis académica, Hastings Throyle-. Si todo, tanto lo carnal como lo espiritual, está in__ner más de tres, como dice la famosa pregunta de su Profesor Tate?vestido de las tres dimensiones dadas, ¿para qué serviría entonces te

– No sabe cuánto lo siento, una vez más. El mundo dado, por si no se había fijado. El Planeta Tierra.

– Del que hace no tanto se creía que era una superficie plana.

Y así sucesivamente. Una discusión recurrente. En esta época, el Cuaternionismo disfrutaba todavía de la luz y la calidez de un anima____________________virán eternamente, si bien el considerable grupo de hamiltonianos que viajaba a bordo delban que nunca serían cuestionados, como niños que imaginan que viguidores de la fe hamiltoniana se sentían tan inmunes que considerado mediodía. Podían aceptar sistemas rivales de vez en cuando, casi siempre debido a alguna propiedad tenida por engorrosa, pero los se Malus no acababa de ver muy claro qué quería de_cir el fuertemente custodiado Documento de la Misión cuando, al describir el viaje, afirmaba que había sido emprendido «en ángulos rectos con respecto al flujo del tiempo».

– El tiempo se mueve en un solo eje -advirtió el doctor Blope-, del pasado al futuro; los únicos giros posibles son de ciento ochenta grados. En los Cuaterniones, un sentido de noventa grados corres_pondería a un eje adicional cuya unidad es V-1. Un giro en cualquier otro ángulo requeriría como unidad un número complejo.

– Pero las aplicaciones en las que un eje lineal se convierte en cur_vilíneo, las funciones de una variable compleja como w=et, en la que una línea recta en el plano z tiene por imagen un círculo en el pla_no w -dijo el Doctor Rao-, indican la posibilidad de que el tiempo lineal se convierta en circular y, de ese modo tan sencillo, o no sé si decir complejo, se consiga el eterno retorno.

El humo de puros baratos espesaba el aire, y las botellas de aquavit danés importado de quince centavos se habían acabado y habían sido sustituidas por un producto destilado local que almacenaban en vasijas de barro terroso de gran tamaño. Fuera, en la oscuridad, el hie__niones.lo no paraba de crujir, y parecía que quisiera expresar sus propias opi

Como si al irse haciendo tarde la hora hubiera desvelado por sí sola cierta misteriosa fatalidad, la discusión pasó al tema del Éter lu__taban cierta vehemencia.minífero, en el que los intercambios de opiniones -en gran medida solamente basadas en la fe, como los Cuaterniones- a menudo no evi

– ¡Pandilla de cenutrios! -gritó el Doctor Blope, que pertenecía a la escuela británica, surgida en la estela del experimento Michelson-Morley, que suponía la existencia de cierto Agente Secreto en la Na____________________camos!rección, resultaba imposible medirla, porque el dispositivo de medición también se encogería-. ¡Es obvio que Algo no quiere que lo conozcidad de la Tierra a través del Éter. Si esa velocidad producía, como sostenía Fitzgerald, una contracción de la dimensión en la misma dituraleza que conspiraba para impedir cualquier medición de la velo

– Lo cual es lo que podía esperarse que dijera un nativo de Albión -replicó pensativamente el Doctor Vormance-. La mitad de las uni_dades de vivienda de esa isla han sido visiblemente hechizadas en un momento u otro. Ven fantasmas, ven hadas debajo de todas las setas, comestibles y no comestibles. Creen en la proyección astral, en la presciencia, en la reencarnación y en otras pruebas de inmunidad al Tiempo.

– ¿Está hablando de mí?

– No, faltaba más, Blope, en absoluto.

Todos se rieron entre dientes con condescendencia, salvo, claro, el Doctor Blope.

– Lo que no puede resolverse dentro de la psique -intervino Otto Ghloix, el alienista de la Expedición- debe entrar en el mundo exte_rior y devenir físicamente, objetivamente, «real». Por ejemplo, uno que no pueda aceptar la, llamémosla así, siniestra incognoscibilidad de la Luz, proyecta un Éter, real en todos los sentidos, salvo en uno: no es detectable.

– Pues parece una propiedad importante como para pasarla por alto, ¿no cree? Lo sitúa en la misma clase que Dios o el alma…

– Hadas debajo de champiñones -dijo un alborotador entre el gru_po, al que nadie, por extraño que parezca, pudo localizar.

Sin embargo, los islandeses poseían una larga tradición autóctona de fantasmas que hacía parecer un modelo de racionalismo a los ori____________________trarsebre la cima del gran acantilado, repartidos en una docena de niveles, es posible que más. En las estanterías de la biblioteca podía enconrentes daban al mar iluminado por el sol. Algunos de esos espacios eran talleres o comedores, otros, centros de operaciones, amontonados soginarios de Albión. Poco antes, los miembros de la Expedición habían visitado la gran Biblioteca de Islandia, cuyas paredes verdes y transpa El Libro del espato de Islandia, al que solía describirse como «el Ynglingasaga, pero distinto», que contenía historias de familias que se retrotraían al descubrimiento y a la primera explotación del mineral epónimo y llegaban hasta la actualidad, así como un registro de cada jornada de esa misma Expedición ahora en marcha, incluso de días to_davía no transcurridos.

– ¡Adivinación del futuro! ¡Eso es imposible!

– A menos que aceptemos que ciertos textos están…

– Fuera del tiempo -sugirió uno de los Bibliotecarios.

– La Sagrada Escritura y demás.

– En cualquier caso, sí guardan una relación diferente con el tiem____________________car aquí.mo tipo de calcita que, según los rumores, ustedes han venido a buspo. Tal vez deban leerse a través, o mediados por, una lente del mis

– Otra Búsqueda de otro maldito Cristal Mágico. Gansadas, diría. Ojalá lo hubiera sabido antes de enrolarme. Díganme, ¿no serán unos de esos petroanimistas?

La conciencia mineral era, incluso en aquella época, motivo de burla; si hubieran sabido qué les esperaba en ese sentido…, qué les es_peraba e iría en su contra, las sonrisas se habrían helado y las risitas transformado en toses de gargantas secas.

– Por descontado -dijo el Bibliotecario-, encontrarán espato de Is_landia en cualquier lugar del mundo, a menudo junto a zinc o plata, y buena parte de él podrá utilizarse en instrumentos ópticos. Pero aquí arriba está la esencia, aislada, sin compartir espacio con ningún otro mineral. Es el elemento genuino y la subestructura de la realidad. El duplicado de la Creación, cada imagen nítida y verosímil… Y como ustedes son caballeros matemáticos, difícilmente habrá escapado a su atención que su curioso advenimiento al mundo sucedió pocos años después del descubrimiento de los Números Imaginarios, que tam_bién proporcionaron un duplicado de la Creación matemática.

»Pues esto no es sólo la Islandia geográfica, sino también una de las varias convergencias entre los mundos que se descubren de vez en cuando detrás de las apariencias, como esos pasajes subterráneos bajo la superficie que recorren las cuevas del espato, ciegamente, entre cris____________________do, de aspecto no humano.mo "real", lo que proporciona la curva esencial de noventa grados a su luz, de manera que pueden coexistir con nuestro mundo pero sin ser vistos. Ellos y otros, visitantes procedentes de algún lugar desconocimás la salida. El espato de Islandia es lo que oculta al Pueblo Oculto, lo que les permite moverse por el mundo que se considera a sí misde vive el "Pueblo Oculto", dentro de sus moradas de roca, donde los humanos que las visitan pueden quedar encerrados y no encontrar jatales que la luz no ha tocado y tal vez nunca tocará. Abajo, allí don

«Llevan generaciones cruzando hasta aquí, saltando de un mun__meros visitantes nórdicos.do a otro. Nuestros antepasados los conocían. Si nos remontamos mil años atrás, hubo un tiempo en que sus incursiones en nuestras costas acabaron convergiendo, como en un punto de fuga, con las de los pri

«Llegaron aquí con mentalidad criminal, muy parecida a la de aquellos antiguos nórdicos que o bien huían del castigo por los deli____________________go, comparados con estos otros Intrusos, son la encarnación misma de la cortesía.vas costas que saquear. Aquellos que, en nuestro exceso de civilización, nos parecen hoy bárbaros, incapaces de mostrar piedad. Sin embartos cometidos en la tierra de la que procedían, o bien buscaban nue

El sol salió como una mancha funesta en el cielo, no informe del todo sino de hecho asumiendo el aspecto de un dispositivo inmedia____________________forme, que bajo esa luz era de un verde llameante, casi sin sombras, y, rompiendo a los pies del cabo, estaba el mar verde mar, el mar verde hielo, verde cristal.dora y silenciosa del mundo superior… El sol quizá fuera visible de vez en cuando, con o sin nubes, pero el cielo tenia una densidad neutra más gris que azul. Sobre el promontorio crecía un follaje de textura unicuentran algún uso de tarde en tarde. Una salida plateada y gris, inolo infinitesimal convergente a cero para el cual los matemáticos entes que rondaban cualquier transacción, todas ellas semejantes al círcubre era una palabra sinónima de poder, de las que no se pronuncian en voz alta, ni se recuerdan siquiera en silencio. Alrededor, por todas partes, el hielo traicionero tendía emboscadas, había presencias latentración al pavor, cuya complejidad crecía por momentos…; su nomtamente reconocible aunque todavía innombrable, tan extrañamente familiar que la imposibilidad de darle nombre pasó de la simple frus

Hunter se había pasado el día fuera con su bloc de dibujo, ano_tando cuanto podía, para llevárselo consigo. Esa noche era la última que pasaría con Constance antes de su partida.

– Me hubiera gustado que fuera una fiesta de bon voyage -dijo ella-, pero aquí no hay nada que comer.

– Puedo acercarme a Narvik.

– Es tarde. Hielo traicionero pasada la medianoche.

– Esta noche no es muy oscura, abuela. No tardaré.

En la orilla solía haber barqueros que aceptaban pasajeros durante la noche después de que los transbordadores de línea regular hubieran atracado; su tráfico era continuo, aunque no excesivo, como si en el continente hubiera algún lugar oscuramente glamuroso conocido sólo por unos pocos entendidos. Con el invierno a las puertas, era más di__ña embarcación de vapor vibraba adelante y atrás como un perro de caza frustrado, y los fícil encontrar vías navegables de aguas abiertas. La lustrosa y pequepilotos se llamaban unos a otros por encima de los témpanos a la deriva. Cierta fosforescencia en el hielo mantenía la no_che bien iluminada.

Pero esta noche el pueblo era un lugar melancólico. No pasaba gran cosa. La inminente partida del Malus parecía haber dejado a to____________________sos silencios.tes insomnes invitaban a los recién llegados a los salones de sus casas, donde se sentaban sin hablar, y raramente ofrecían alcohol dado su precio desorbitado, que pagaban de noche sólo con billetes, pues el ruido de las monedas viajaba muy lejos, sin apagarse, por los inmencuentes pasaban por las calles de vez en cuando, sin cometer delito más grave que mirar mal. Como improvisados posaderos, los residendos sin saber qué hacer. Había luces encendidas por todas partes, como si se celebraran recepciones invisibles. El insomnio envolvía el pueblo como una manta empapada en sudor. Las bandas de pequeños delin

El único lugar donde servían comidas a esa hora de la noche era el restaurante Platos Nórdicos Para Llevar En Trineo del señor Narvik, atestado a todas horas, por lo general con cola ante la puerta. Hunter se preparó para una larga espera. La cola no sólo era insoportablemen_te lenta -podía quedarse parada durante quince minutos-, sino que, cuando se movía, avanzaba bruscamente apenas una fracción del espacio que ocupaba un único cuerpo. Como si algunos de los que esperaban estuvieran de algún modo presentes sólo en una fracción de sí mismos.

En paralelo a la cola reptante, en sentido contrario, un ingenioso tren de vapor con vagones del tamaño de una cazuela pasaba conti_nuamente, para recordar a quienes esperaban cuál era el menú del día: grasa cocida con moras boreales, huevos de págalo en cualquier estilo, chuleta de morsa y parfaits de nieve, por no mencionar el muy ala____________________cursiones imprevistas a la punta del muelle de Narvik.cados, la espera se veía amenizada por los que se colaban, los que se arrojaban comida, los que difamaban a madres y los que realizaban exguramente no lo bastante protegido. Además de por el robo de botímetros de la babeante clientela, aunque, dada la carencia de control de sus impulsos por la que eran tristemente famosos los nativos, sebado Filet Olaf, que era el Plato de la Semana -de hecho, de todas las semanas-; el trenecillo chirriaba por detrás del escaparate, a unos cen

El propio Narvik, del que se rumoreaba que nunca dormía, no paraba de moverse arriba y abajo durante toda la noche, saludando a los clientes, sacando platos de la cocina, cobrando y, en general, pro_curando animar con humor ártico a los que hacían cola.

– ¿Qué pide un canadiense cuando entra en un bar?: Un dedo de hielo con dos cubos de whisky. «¿Por qué compras en el almacén de ese ladrón siciliano?», le preguntan a un buscador de oro italiano en el Yukón; «Perqué el signore ma fía». ¿Cuál es la frase favorita para ligar en Alaska?: «Guf, guf».

– Un par de esos Filet Olaf, me parece -dijo por fin Hunter-, y también ensalada de col para acompañar; ah, ¿y puede ser la Salsa Mis_teriosa aparte?

Regresó a la isla en plena noche, una noche ya fría y deshabitada como promesa del invierno que se avecinaba, en un peligroso tránsi__vedizas, sin previo aviso.to a través de bancas de hielo que, como si tuvieran mala intención y conciencia, buscaban llevarse al fondo al despistado, cual arenas mo

Y en la incesante deriva del hielo, en los incontables desplaza__mento, puede que dos, las formas y los tamaños de las masas aquí, en esta «Venecia del Ártico», serían exactamente los mismos que los de la secular Venecia y las islas de su periferia. Por descontado, no todas esas islas eran tierra firme, algunas eran hielo, pero, consideradas como espacios multiconectados, ambas serían lo mismo: Murano, Burano, San Michele, el Gran Canal, mientos y rotaciones, derretimientos y congelaciones, por un mocada pequeño canal hasta el más míni____________________to debajo de su ventana, y el sol poniéndose detrás de Mestre.nor en pleno grito desgarrador acompañado por una concertina justico. Se «despertaba», pero se sentía como si acabara de llegar, tras un viaje inconsciente, a una habitación del Bauer-Grünewald, con un teperando alerta el fatídico momento, había rezado por el estruendoso asalto a su sensorio, por el desplazamiento inmediato a kilómetros y a años de aquí, a la verdadera Ciudad del Silencio y Reina del Adriámo detalle; y por ese breve instante sería posible pasar de una versión a la otra. Durante toda su infancia, Hunter Penhallow había estado es

Pero el hielo siempre volvía a hurtadillas a sus sueños nocturnos. Los canales helados. La seguridad del hielo. El regreso al hielo cada no__ños, donde los osos polares no se movían ya con torpeza ni mataban, sino que, una vez en el agua, nadaban bajo el hielo y se convertían en grandes criaturas marinas anfibias y blancas, gráciles como un delfín.che, como si volviera a casa. Recostarse, horizontal como el hielo, bajo la superficie, entrar en el sueño sin puertas, irrompible, tanto tiempo buscado… Perderse allá, en el otro mundo de la infancia y de los sue

Cuando su abuela era niña, según le contó una vez, las hermanas anunciaron un día en el colegio que el tema de estudio serían las Cria_turas Vivientes.

– Yo sugerí el hielo. Me echaron de clase.

A media mañana, Constance subió a la cima del acantilado, miró pendiente abajo, a las peladas colinas, y vio que el barco en miniatura que antes había anclado allí, sujeto tan sólo por el más ligero anclote al fondo de la bahía, y que a veces parecía estremecerse por el deseo de marcharse, había zarpado por fin, con rumbo a mares más esme____________________tar la hubiera convertido, al final, en una página en blanco.ta de despedida que le esperaba esa mañana en su mesa de trabajo y que llevaba ahora como un pañuelo arrugado en el bolsillo, en la que él le abría su corazón, pero que ella no podía desdoblar y leer otra vez por temor a que una magia terrible que nunca había sabido contrarresjano pitido de una sirena de vapor ahogado por el viento, sólo la carpo, reservándose el sur para el final. Ni una voluta de humo, ni el letífico mediría. Contempló todos los horizontes, tomándose su tiemllos, todos en el mismo ángulo exacto, que ningún instrumento cienguían llegar a verdes, doblegándose juntas al viento, un millón de taba más frío de lo habitual, tal vez la vegetación era mínima y austera, en tonos blanco, ante y gris, hierbas pálidas que visiblemente no conseraldas, vientos aromáticos, hamacas en la cubierta. Desde allí arriba, la vista del mar seguía siendo tan gris como siempre, el viento no sopla


De los Diarios del señor Fleetwood Vibe:

No se trató de ninguna Embriaguez del Norte ni nada por el es____________________tina, faisán con trufas, pudín a la Nesselrode, un champán del 96 que conservaban en hielo…versaban. Compartían sus cestas de picnic. Paté de foie gras en gelatilo. Pregúntele a cualquiera que estuviera allí. Desembarcaban. Con

De lo primero que nos dimos cuenta fue del canto. En esos casos, tiene que descartarse en principio la demencia colectiva, aunque nadie del grupo convendría siquiera en qué se estaba cantando. Sólo después de largos barridos con los prismáticos en la dirección de la que procedía aquella música escalofriante y desconocida, uno de nosotros distinguió un punto oscuro, situado bajo un cielo helado, que iba aumentando lentamente de tamaño, incluso mientras la inepta coral, paradójica pero piadosamente, parecía irse apagando, aunque no antes de que la can_ción quedara grabada en todos los cerebros. Datada alrededor de 1897, conmemoraba la reaparición en la costa septentrional de Noruega de Fridtjof Nansen y Frederik Hjalmar Johansen, tras un periplo de tres años por el silencio Polar, unas semanas después del regreso del barco en el que habían zarpado, el valiente Fram. Aunque sólo sea por mor de la objetividad científica, me creo obligado a reproducirla aquí.


El mundo se ha vuelto loco, cantando

a Nansen y Johansen,

los robustos chicos del Polooo.

Oh, Dios, hay legiones asediando

a estos intrépidos noruegos doquiera que vayan por la regiooón.

Hace tres años

zarparon en el Fram,

ahora que han vuelto,

la vida es magdalenas y jamooón.

Todos están nerviosos, y

para Nansen y Johansen bailan como locooos.


Nos quedamos aturdidos ante la inmensidad del vehículo que fi____________________bíamos de parecerles insectos indistinguibles.tantes para recoger los cabos que nos lanzaban. Corriendo debajo, denalmente acabó deteniéndose encima de nosotros. Apenas éramos bas

– No estamos en peligro -les aseguramos repetidas veces- ni, de hecho, nos hace falta ninguna ayuda.

– Corren un peligro mortal -afirmó su Oficial Científico, el Doctor Counterfly, un tipo con aspecto de estudioso, barbado y muy abriga____________________lar para ser elsas gafas cuyas lentes resultaron ser pares a juego de prismas de Nicol, que podían rotarse para controlar con precisión la cantidad de luz que recibía cada ojo-. Tal vez han estado demasiado cerca para verlo… Por nuestra parte, poco más hemos visto desde que pasamos el Paralelo Ochenta. Se ha declarado una Zona de Emergencia de un radio de cientos de kilómetros. El pico en cuya vertiente han establecido al abrigo del viento su puesto de mando es de forma demasiado regudo, como los demás, con los ojos escondidos tras un par de ingenio nunatak que imaginan. ¿Es que ninguno de ustedes sos_pechó que era una estructura artificial? De hecho, no estaba situada ahí por casualidad, y no podrían haber elegido un emplazamiento más peligroso.

– Ya -parpadeó el Doctor Vormance-, y no me diga que ustedes pueden ver a través de la nieve hasta la base.

– Como bien sabe, señor, en estos tiempos hay Rayos y Rayos, y pueden inventarse rápidamente frecuencias de onda distintas de las de la luz para que atraviesen y se desplacen incluso por los medios más reticentes.

Un nunatak, que en la lengua esquimal significa literalmente «tierra conectada», es un pico montañoso lo bastante alto para elevarse so____________________tañas de Estados Unidos, conocidas y hasta famosas hoy en día, eran sectos e incluso pájaros puedan arrastrar hasta ellos los vientos de la Región. Durante la última Edad del Hielo, muchas de nuestras monbre los yermos de hielo y nieve que cubren el terreno. Se cree que todos ellos, cada uno con su propio espíritu guardián, están vivos; son como un arco que acoge a cuantos líquenes, musgos, flores, innunataks, que se elevaban del mismo modo sobre aquella antigua ex_tensión helada, manteniendo vivas las llamas de las especies hasta que llegara el tiempo en que el hielo retrocediera y la vida recuperara su dominio.

Tras su invitación, procedimos a atestar la amplia cabina de control de la inmensa aeronave, donde el material científico ocupaba hasta el último centímetro cúbico -quién sabe si hipercúbico- de espacio dis____________________dos de gutapercha de poca calidad por todas partes.paces de reconocer aquí y allá algunos objetos más mundanos: aquí, las cajas de resistencia de Manganina y las bobinas de Tesla; allá, las pilas Leclanché y los imanes solenoidales; además de cables eléctricos revestiponible. Entre fantásticas envolturas de cristal y bobinas de cable de oro tan incomprensibles para nosotros como los paneles de control de ebonita escrupulosamente pulida que reflejaba el cielo ártico, fuimos ca

Dentro, el techo era mucho más alto de lo que cabía esperar, y los mamparos apenas se distinguían en la luz mortecina a través de tres lentes de Fresnel colgantes; el manguito incandescente que había de____________________baba los datos que se recibían moviéndose constantemente adelante y atrás a lo largo de un reluciente trozo de cable de acero que a cada poco era extraído y reemplazado por otro.plandor de las bobinas eléctricas se filtraba más allá de los cilindros de cristal que las encerraban, y las manos que se les acercaban parecían sumergirse en un polvo de tiza azul. Un Telegráfono de Poulsen grablaban al alzarse y descender a lo largo de las cifras en cursiva. El resda de música americana y que se extendían desde allí hasta un gran panel de control donde se alineaban varios indicadores de medidas cuyas agujas, con delicadas puntas de flecha al estilo Breguet, temcutientes a la vez, controladas desde algún lugar Exterior lejano, eran emitidas desde una inmensa bocina de metal, con tubos y llaves de cobre tan intrincados como los que pueden encontrarse en una bantraños, armonías y disonancias complejas, resonantes, silbantes y pertrás de cada una resplandecía en un color primario diferente, a causa de las llamas sensibles que siseaban en frecuencias distintas. Sonidos ex

– Impulsos etéricos -explicaba el Doctor Counterfly-, Para la esta_bilización del vórtice necesitamos una membrana lo bastante sensible para responder a los remolinos más leves. Utilizamos amnios humano: un «velo», como lo llaman algunos.

– ¿La gente cree que un niño nacido con un velo tiene poderes de segunda visión? -preguntó el Doctor Vormance.

– Exacto. Y un barco con un velo a bordo nunca se hundirá… o, en nuestro caso, no se estrellará.

– Para conseguir un velo se han llegado a hacer cosas -añadió os__de hablar.curamente un Oficial, el señor Suckling- de las que ni siquiera se pue

– Qué interesante. ¿Cómo consiguieron el suyo?

– Es una larga historia, de cierta complejidad.

En ese momento, el Oficial Científico Counterfly nos avisó de que el Generador de Rayo Especial había alcanzado la velocidad ne_cesaria y nos permitía contemplar el «nunatak» a una luz distinta, por así decirlo. Nos condujo a un compartimento contiguo, donde pan_tallas transparentes resplandecían con distintos colores e intensidades, y se sentó ante un panel.

– Bien, ajustemos aquí la ganancia… Bien. ¿Lo ven? Miren en la lámina reflectora, justo debajo del cuarzo.

Tardamos un momento en interpretar lo que aquella curiosa cá_mara lúcida estaba revelando. Al principio no era más que un borroso caos verde amarillento, en el que manchas de luz y oscuridad se des____________________ba, demasiado rápido para leerlas aunque hubiéramos conocido el idioma.cia, que se penetraban, a la par que se envolvían, unas a otras. Pero una vez sumidos en aquella hipnosis serpentina, nos dimos cuenta de que el marco de visibilidad se movía siempre hacia abajo, incluso cuando el torbellino glauco empezó, aquí y allá, a concentrarse en una serie de inscripciones que pasaban precipitadamente hacia arriplazaban en bulliciosa agitación y parecían, en su lenta efervescen

– Creemos que son advertencias -comentó el Comandante de la aeronave, el Profesor St. Cosmo-, tal vez con respecto al emplaza_miento de alguna tumba sagrada…, un sepulcro de algún tipo…

– Una alusión inquietante -se rió entre dientes el Doctor Vorman_ce-; ¿no tendrá que ver con las recientes desventuras que acaecieron a ciertos egiptólogos tan imprudentes que penetraron en aquellos rei_nos de descanso eterno?

– Más bien se trata de una precaución necesaria -replicó el Doc_tor Counterfly-, por respeto a las probabilidades.

Hizo un gesto hacia la imagen que transmitían los prismas del ins____________________mento en queque todos éramos presa de un terror compartido a la espera del mociales» que veíamos: algunos los describían como «mongoloides», otros como «serpentinos». Sus ojos, sobre todo, si es que aquello eran ojos, permanecían abiertos, y su mirada no se dirigía a nada concreto, aunsotros ni siquiera coincidíamos en cuanto al aspecto de los rasgos «favía era difícil distinguir los detalles, la Figura parecía reclinada sobre uno de sus costados, una especie de odalisca de las nieves -aunque más valía no plantearse la cuestión de a qué placeres era dada-, y noto descubrimos que ya no podíamos apartar la mirada. Aunque todatrumento, que se había ido volviendo más nítida poco a poco, como un amanecer fatal que nadie esperase con impaciencia. Al momen se hiciera consciente de nuestro interés y volviera suavemente su espantosa cabeza para mirarnos directa y fijamente.

Por extraño que parezca, cuestiones como si estaba «viva» o era «consciente» nunca se plantearon a la hora de tomar la decisión de rescatarla. ¿A qué profundidad se encontraba?, quisimos saber. ¿Había nieve hasta el fondo o nos toparíamos con rocas? Asuntos prácticos. Un enfoque muscular. Ni un solo soñador en nuestro grupo, ni, para ser sinceros, una sola persona con propensión a las pesadillas, cuya pre__yéramos haber distinguido en el instrumento de visión, a esas alturas, con silencioso miedo, ya lo habíamos descartado.sencia, al menos de uno de ellos, en el futuro sería obligada por ley en cualquier expedición de este tipo. Fuera lo que fuese lo que cre

Los eruditos de los Edda, que los habían estudiado detenidamente hacía poco en su forma original en la Biblioteca de Islandia, sugeri__tros, inconscientes como niños en un parque de atracciones, no habría realizado un análogo servicio a nuestro propio Visitante congelado? ¿Qué dioses, qué razas, qué mundo estaban a punto de nacer?rían más tarde -demasiado tarde- una posible comparación con Buri, el abuelo de Odín y de los primeros dioses, congelado en el hielo de Niflheim desde tiempos inmemoriales, hasta que lo despertaron los lametones de la lengua de la vaca mítica Audumla. ¿Quién de noso

Los alpinistas que nos acompañaban describieron el rescate como un viaje no más arduo que un descenso por una grieta. La tripulación de la gran aeronave, tras habernos advertido cuanto creían necesa__to, a medida que las inodoras paredes de nieve se elevaban a nuestro alrededor, y seguimos bajando la pendiente nada escarpada de lo que tontamente continuábamos denominando elrio, se mantenía distante. Su responsabilidad no parecía ir más allá de la advertencia: sacudían las cabezas con tristeza, nos miraban desde lo alto, asomados a la barandilla de su góndola, pero ni interfirieron ni movieron un dedo para ayudarnos. Y nosotros, intrépidos inocentes, descendimos a aquellas sombras, abandonando bruscamente el vien «nunatak», en busca de nuestro destino. Los esquimales se habían mostrado impacientes, a ve____________________lizándose sobre el hielo y da que no supimos descifrar, se fueron marchando, mascullando, desdaban silencio y no reanudaban la conversación hasta que sabían que ya no podíamos oírles. Pronto, uno por uno, según una agenda privaces incluso demasiado, por acelerar nuestro trabajo. Pero cada vez que nos acercábamos a un grupo de ellos que estuviese conversando, guarperdiéndose para siempre en el resplandor amarillento.

Entramos en una fase de euforia acrítica, que iba en paralelo a la sumisión a un destino común de celebridad y fortuna. Intercambiá____________________lómetros de distancia. Pero otras no había explicación. Fuera lo que fuese, era invisible.carse con hechos reales: un oso polar o una morsa olisqueados a kidos, con miradas fijas y aterrorizadas, salían corriendo e intentaban ocultarse o morder a cuanto se les acercara. A veces eso podía explitras caras azotadas por las terribles llamaradas naranjas de la luz de la Aurora. De vez en cuando, los perros enloquecían, se quedaban rígigro de que todos tengamos contrato», «Los Vibe lo venderán, sea lo que sea, en cuanto lo vean». Trabajábamos en la oscuridad polar, nuesbamos sentimientos tópicos: «Incluso el tiempo colabora», «Me ale

Y de vez en cuando no ladraban cuando debían hacerlo. Un día se nos acercó caminando sobre la llanura blanca una figura vestida con pieles de oso que no era de la región y que, extraña e inquietante_mente, venía del norte. El señor Dodge Flannelette ya estaba echan_do mano impulsivamente a su rifle cuando el señor Hastings Throyle, creo que fue él, gritó algo en tungús y añadió:

– Pero si es el viejo Magyakan. Lo conocí en Siberia.

– No puede haber venido a pie desde allí -comentó escéptico el Doctor Vormance.

– De hecho, lo más probable es que viniera volando, y no sólo está aquí para visitarnos sino que también, y simultáneamente, no me cabe la menor duda, está en la cuenca del Yeniséi con su pueblo.

– Empieza a preocuparme usted, Throyle.

Throyle explicó el misterioso poder chamánico llamado bilocación, que permite a aquellos que tienen el don estar literalmente en dos o más lugares, a menudo muy separados, a la vez.

– Dice que nos trae un mensaje.

– Parece asustado por algo.

– Histeria ártica -dijo el Doctor Ghloix, el Oficial Psicomédico de la Expedición-, una especie de melancolía del Norte, con mucha fre_cuencia un presagio de suicidio.

Magyakan rechazó la comida pero aceptó una taza de té y un puro habano, se sentó, entornó los ojos y empezó a hablar; Throyle tradu_cía sus palabras.

– A lo mejor no quieren hacernos daño. A lo mejor hasta es posi____________________maremos por juguetes o algo para divertirnos…mente, silenciosos como perros, no las reconoceremos, tal vez las tomos agotados. Pero ellos sufren tanto como nosotros. Sus voces serán amables, sólo infligirán dolor si no les queda más remedio, y cuando saquen las armas, objetos que nunca hemos visto, las miraremos fijasierta, tierra que han elegido invadir, donde los humanos son la única fuente de alimento. Se nos permite vivir y trabajar hasta que caigación que vuestros perros de trineo, en esta terrible, y para ellos deble que nos amen a su manera. Pero no tiene más capacidad de elec

Se calló, se sentó, fumó y al instante se quedó dormido. Pasada la medianoche se despertó, se levantó y se alejó caminando hacia el va_cío ártico.

– ¿Fue una especie de profecía o algo así? -preguntó el Doctor Vormance.

– No en el sentido en que nosotros la entendemos -respondió Throyle-, Para nosotros se trata de la simple facultad de ver el futu__manes es distinto. Su noción del tiempo se extiende no en una única dimensión sino en muchas, que existen, todas, en un único instante atemporal.ro, basada en nuestra concepción lineal del tiempo, una línea recta y sencilla que, desde el pasado, a través del presente, se proyecta hacia el futuro. Tiempo cristiano, si así quiere llamarlo. Pero para los cha

Empezamos a vigilar a los perros más de cerca. A menudo los veíamos en compañía de otro perro grande, sin más rasgos llamativos, que había volado hasta aquí con la tripulación de la nave. Los perros de trineo se reunían a su alrededor formando un círculo ordenado, como si él, de algún modo, les hablara.

Lo que más les preocupaba era tener que tirar del improvisado trineo que utilizábamos para transportar el objeto sobre el hielo has__dos porta el barco. Bien podría haber sido un sindicato canino. Tal vez, guia Pugnax, que así se llamaba el perro de la nave, era eso mismo, un sindicato, ni más ni menos.

Llevar de vuelta al barco lo que rescatamos resultó ser sólo la pri____________________pendientemente del tamaño, se encallaba sin remedio-, pero una y otra vez, misteriosamente, se evitaba la caída y posible destrucción del objeto…, como si estuvierabajo maldito desde el principio. Los intentos fallidos se sucedían uno tras otro -si un agarradero no dejaba espacio, una guindaleza, indemera de nuestras ordalías. Estibar el objeto en la bodega fue un tra destinado a sobrevivir a nuestros más desa____________________portar dónde nos colocáramos o si nos movíamos.necido fija, clavada personalmente en cada uno de nosotros, sin imdríamos haber reconocido sin dudar como una forma de desprecio. Con sus «ojos», situados uno al lado del otro, cerca, como los de los humanos y otros depredadores binoculares; y su mirada había permate, cuando empezamos a comprender la gama de sus emociones, poma humana de introducir el objeto por ninguna de las compuertas del barco. Al final tuvimos que recurrir a nuestros sopletes. Durante todo ese tiempo, la cosa nos estuvo mirando con lo que más adelansultaban eran distintas, y no por poca diferencia. No parecía haber fortinados esfuerzos. En nuestra tentativa de que cupiera en el barco lo medimos en repetidas ocasiones, y cada vez las dimensiones que re

Del viaje de regreso al sur, deberíamos haber recordado más deta____________________pidiéndose con unas bengalas, gesto no exento del todo de ironía.cia gibosa de la aeronave que había acudido a advertirnos, persistente a popa, a la derecha, como una luna fuera de su sitio, hasta que al fin, como si asumiera nuestra carencia de sentido común, se marchó deslles: nuestras guardias de vigilia sucediéndose rápidamente; el susurro melódico de la ocarina de un tripulante en un pasillo enmarcado en madera con pernos de acero; el olor a café en el desayuno; la presen

¿Quién de nosotros deseaba volver, mirar el futuro a la cara, amo____________________ble, y pronto lo sería más.de eso esperaba paciente y deshelándose, estaba pasando y era terrique no pudiéramos predecir con detalle lo que iba a pasar, no había ni uno solo de nosotros, ni siquiera los más prosaicos, que no sintiera que algo, allí abajo, bajo nuestros pies, bajo la línea de flotación, dontinarse si era necesario para obligar al Capitán a virar y devolver la cosa al lugar donde la habíamos encontrado? A cada campanada del barco se iba perdiendo el último vestigio de nuestra pobre inocencia. Aun

De regreso por fin a la bahía, al principio no nos alarmamos mu____________________pararon en nuestra presencia.tibadores y, por último, de una delegación del Museo para llevarse lo que habíamos traído, y que no nos hicieron el menor caso, casi ni reglas de aparejos, los conocimientos de embarque, las visitas rutinarias de mecánicos, veleros, agentes de seguros, funcionarios del puerto, esvisibles en medio del bullicio impersonal del Comercio, el ir y venir de las calesas en Whitehall, los mástiles y chimeneas erizadas, las juntal rozando metal. Ahí, en ese gran puerto marino, como en cualquier otro, ser invisibles era lo mismo, o eso creíamos, que estar a salvo; incho cuando empezaron los primeros gemidos profundos, como de me

Tal vez con sus prisas por librarse de nosotros se les pasó por alto, como se nos había pasado a nosotros, cuán imperfectamente contenido es__po» recién descubierto y hasta el momento taba el objeto en realidad. Como si fuera la encarnación de un «camsólo groseramente calcu____________________bía sido contenida, y que nosotros, en nuestra nube de ofuscación y ensoñación, la habíamos traídocesariamente del confinamiento. El que esa parte liberada no hubiera sido ni detectada ni medida equivalía a decir que ninguna parte hanuto de reflexión, de que una fracción del total tenía que librarse nedicio evidente, a cualquiera que le hubiera querido consagrar un milado, allí yacía nuestro pecado original, el fracaso repetido, allá en el norte de donde veníamos, a la hora de determinar la distribución de su peso en un espacio normal, lo cual debería habernos dado un in ya suelta a casa.

Los que afirman haberla oído hablar cuando huía están ahora a buen recaudo, internados en el manicomio de Matteawan, recibien____________________que curiosamente conocidas por quienes lo afirmaban. «La luz a la que da forma el hombre no te liberará», habría dicho supuestamente, y «Las llamas siempre fueron vuestro destino, hijos míos».piente vengativa, implacable», desvariaban. Otros aseguraban haber oído lenguas muertas, desaparecidas ya hace mucho del mundo, aundo los cuidados más modernos. «Nada articulado, sólo siseos, una ser Sus hijos… ¿Merece la pena que alguien dedique su tiempo a recorrer esos pa_sillos con forma de estrella de mar donde sufren, cada uno detrás de su puerta de roble y hierro, la penitencia por haber presenciado aquel espanto?

Habiendo cumplido mi papel en la fatal transmisión, o eso imagi____________________pensa. Dado que, en cualquier caso, estaba obligado a informar a una Entidad Washingtoniana, preví que no me costaría redactar al menos un resumen durante el viaje al sur. ¡Vana ilusión! Una vez se desató el terror, sólo llegar a la estación ya fue una Odisea.tal de la Nación, dejando que otros se disputaran la fama y la recomnaba, había pretendido dirigirme inmediatamente en tren a la Capi

Porque en las calles reinaba un desorden enloquecido. Una banda de soldados irregulares, con sombreros y pantalones rojos al estilo zua____________________timas ediciones melladas con titulares exclamativos.zaba, las distantes astas de banderas sobre la estación se demoraban remotas contra el firmamento, tan inalcanzables como el Paraíso. Los chicos que vendían periódicos corrían de un lado a otro, agitando úllicos y amoniaco, ingeniosos cascos que protegerían de la inhalación de humos, mapas ilustrados que pretendían mostrar túneles secretos, subsótanos y otros refugios improvisados, así como rutas seguras que salían de la ciudad. El ómnibus que yo había tomado apenas avandedores callejeros, los únicos que mostraban una mínima compostura, corrían por todas partes intentando vender reconstituyentes alcohósos los caballeros, gritaban sin cesar, y sin sentido aparente. Los vendad para que empezaran a dispararse entre ellos, por no mencionar a civiles inocentes. Las sombras de los altos edificios se proyectaban en picado a la luz enrojecida por las llamas. Las damas, y en muchos cates, y no hacía falta más que un insignificante aumento de la ansievo, sobre monturas confusas y aterrorizadas, daban vueltas impoten

Llegado por fin a la estación, me uní a una masa de ciudadanos que intentaban, sin excepción, subir a cualquiera de los trenes que sa____________________termitente.tores sin uniformar, por su aspecto se diría que matones callejeros en ropa de trabajo, se cercioraban de que nadie infringiera las normas, que ya parecían demasiadas. Fuera, los tiroteos continuaban de manera inberinto de mármol de dentro, sin poder ver el destino final. Instruczada, sin saber muy bien cómo, a formar una única fila delgada como un hilo para seguidamente enhebrarse con ominosa lentitud por el laliera de la ciudad. En la entrada, la anárquica masa de gente se vio for

Los relojes en las alturas, muy por encima de nuestras cabezas, giro tras giro, nos decían lo tarde, cada vez más tarde, que llegaríamos.

Hoy, en el Club de Exploradores, el menos de moda, buscando re_fugio de las lluvias pestilentes del Distrito, todos se mezclaban en las antesalas, esperando que los pigmeos con librea trajeran sus gongs chi_nos de bronce y anunciaran la comida, el renombrado Ágape Gratuito de Mediodía. Si alguien me vio estremeciéndome de vez en cuando, sin duda debió de atribuirlo a la habitual fiebre de la maleza.

– Buenas tardes, General…, señora…

– Pero hombre, ¡si es el viejo 'Wood! ¿Todavía no han acabado contigo los negros? Creía que andabas por África.

– Y por allí he estado. No sé qué pinto aquí.

– Desde la pequeña aventura del Doctor Jim, por aquí las cosas se han puesto peliagudas, ¿no? La guerra estallará en cualquier momen_to, no sería ninguna sorpresa.

Empezó entonces a citar el verso conmemorativo del laureado poeta británico, aquello de «huir a la carrera por la pradera», con la más que discutible rima de «pelt» y «veldt».

He empezado a notar, sobre todo entre los trabajadores del Áfri_ca meridional, este lenguaje vulgar de desasosiego y alucinación. ¿Se trata de la creciente tensión política en el Transvaal y de las ingentes cantidades de dinero que cambian de manos con el tráfico de oro y diamantes? ¿Debería invertir algo en acciones de Rand?

Durante la comida me vi inmerso en una graciosa charla sobre el mal civilizado en las tierras remotas.

– Tal vez los trópicos -dijo alguien-, pero nunca la Región Polar; allí arriba todo es demasiado blanco, demasiado matemático.

– Pero en nuestro negocio siempre hay nativos, y allí también los hay, ¿no lo entiende? Nosotros y los nativos. Toda tribu concreta, to_dos sus detalles, se pierden en la cuestión general: quién trabaja para provecho de quién, por así decirlo.

– Ahí no hay cuestión ninguna. Las máquinas, los edificios, todas las estructuras industriales las hemos llevado nosotros. Ellos las ven, aprenden a manejarlas, acaban comprendiendo lo poderosas que son. Lo letales que son. Lo letales que somos. La maquinaria puede aplas_tarlos. Los trenes pueden atropellarlos. En el Rand, algunos pozos de nuestras minas descienden hasta mil doscientos metros.

– Ahora que lo recuerdo, 'Wood, ¿no corría por allá una historia sobre ti, algo sobre cargarte a un culi con una Borchardt?

– Me miraba de una manera rara -dije. Es lo máximo que he con_tado de esa historia.

– ¿Qué quieres decir con eso, 'Wood? ¿De una manera rara? ¿Qué quieres decir?

– La verdad es que no le pregunté qué quería, ¿cómo iba a hacer_lo? Era chino.

Los presentes, inquietos, alterados, la mitad con algún tipo de fie_bre, se encogieron de hombros y cambiaron nerviosos de tema.

– En el 95, el plan de Nansen en su viaje hacia el norte definitivo se redujo finalmente, a medida que aligeraba la carga, a ir matando a los perros de trineo uno por uno para alimentar a los demás. Al prin__ne de sus congéneres, pero poco a poco fueron aceptándola.cipio, como contó él mismo, los otros perros se negaban a comer car

»Imaginad que nos pasara a nosotros algo así, en el mundo civi_lizado. Si "otra forma de vida" decidiera utilizar a los humanos para propósitos similares y, habiendo salido en una misión desesperada com_parable, a medida que menguasen sus recursos, nosotros, las bestias hu_manas, fuéramos simplemente sacrificadas, una por una, y aquellos que vivieran se vieran obligados, en cierto sentido, a comer su carne.

– Oh, por favor. -La esposa del General dejó los cubiertos sobre la mesa y se quedó mirando el plato.

– Señor, eso es repugnante.

– No me refiero de manera literal…, pero nosotros nos utilizamos los unos a los otros, a menudo hasta la muerte, con la misma anulación del sentimiento, de la conciencia…, sabedores todos de que, en cierto momento, nos llegará también el turno. Sin ningún sitio al que huir más que a un desolado yermo hostil y sin vida.

– Se refiere a la situación actual del mundo bajo el capitalismo y los Trusts.

– No parece que haya gran diferencia. ¿Cómo, si no, podríamos ha_ber llegado a esto?

– Por la evolución. El simio se transforma en hombre, bueno, ¿cuál es el paso siguiente? ¿El hombre se transforma en… qué? Algún orga_nismo compuesto, por ejemplo la Empresa Americana, a la que hasta el Tribunal Supremo ha reconocido personalidad jurídica, una nueva es__dividuo haga por sí solo, sin importar lo inteligente o poderoso que sea.pecie viviente que puede mejorar con creces cualquier cosa que un in

– Si le sirve de consuelo, créaselo. Yo creo más bien en la incursión desde otro lugar. Ellos se han distribuido entre nosotros a lo largo de un frente muy amplio, no sabemos «cuándo» llegaron, el mismo Tiem____________________no, con una inocencia que ellos supieron burlar…do tictac, para nosotros instante tras instante, sin correr peligro algupo se vio trastocado, una concienzuda e implacable abjuración del Tiempo tal como lo habíamos conocido, tal como había ido hacien

En cierto momento, todos los presentes comprendieron que esta_ban hablando de los desgraciados acontecimientos del norte, del mal sueño del que todavía intento despertar, la gran ciudad sobre la que se abatió el dolor y la ruina.


Dejando atrás los yermos árticos, el Inconvenience se dirigió presu____________________perada tentativa de llegar a la ciudad antes que el vaporjar por la borda todo el peso del que podían prescindir, en una desesroso hacia el sur, utilizando cuanto combustible se atrevían, tras arro Etienne-Louis Malus.

– Me pregunto qué les pasará a esos pobres desgraciados -reflexio_nó lúgubre Chick Counterfly.

El paisaje marrón y sombrío del norte de Canadá, perforado por miles de lagos, pasaba veloz una legua por debajo de ellos.

– ¡Un sitio estupendo para comprar una finca a la orilla del lago! -exclamó Miles.

Los científicos de la Expedición de Vormance habían seguido cre____________________manas con la ilusión de no sufrir tormentas allá arriba, probablemente navegando entre el fulgor blanco del hielo reflejado en las nubes. Justo antes del descubrimiento, el equipo de Vormance examinó el cielo y descubrió señales más que suficientes. Pero ¿quién habría previsto que el objeto caído en los remotos lares no sólo ocultaba una conciencia sino también un propósito antiguo y un plan que llevar a cabo?teoritos en las regiones septentrionales, más de una reputación se había hecho a base de barcos alquilados, nóminas aplazadas y unas cuantas secientes héroes de la ciencia. Dada la larga historia de impactos de meyendo que lo que llevaban era un meteorito, como Peary y otros re

– Nos engañó para que lo catalogáramos como meteorito, mire…

– ¿El objeto?

– El visitante.

– ¿Su Expedición entera fue hipnotizada por una piedra? ¿Es eso lo que nos está pidiendo que creamos?

La Comisión de Investigación estaba reunida en las salas superio____________________dos a caballos que llevaban meses muertos y que nadie había retirado.te los cuales la población había intentado huir de allí al principio y que habían acabado abandonados, y todavía ahora yacían sin que nadie los reclamara, volcados, dañados por los choques y el fuego, enganchados o peligrosamente inclinados, las calles cercanas a los puentes y los muelles atascadas con el caos de carruajes, carretas y tranvías mediante: árboles chamuscados que todavía humeaban, salientes de acero caímentos aislados de la ciudad, aquí y allá, perdiéndose en el horizondientemente de cuál fuera su relación con el poder, durante los días siguientes. Desde las ventanas de los torreones se contemplaban fraglos modos, sobre el que se explayarían todos los periódicos, indepennar la provisión de whisky sólo había acelerado el descenso a los mación, clasificación y exposición institucionales. La decisión de raciores del Museo de Museología, dedicado a la historia de la recupera

Antes del desastre, las caras con bigotes de esta larga mesa curva____________________ba en toda la desolada extensión posturbana eran un pequeño grupo de esos guerreros tocados con salacots, acompañados por una carreta de la basura y uno de los últimos caballos que quedaban con vida en el área Metropolitana.plar, continuaban lanzándose a la inconcebible tarea de limpieza con los mismos ánimo y disciplina habituales. De hecho, hoy mismo, los únicos signos de movimiento humano que podían verse desde allí arritamente posteriores fueron las Alas Blancas, que, con un arrojo ejemprometida a reagruparse en un futuro indeterminado en Nueva Jersey. Las únicas unidades organizadas para afrontar los momentos inmediaras víctimas de la incendiaria Figura, los grandes bancos y las cámaras de comercio seguían todavía sumidos en un considerable caos, y la Guardia Nacional, huida, estaba con la moral por los suelos y comyoría de los miembros del ayuntamiento se contaban entre las primeción en Arcángeles de la venganza municipal, sobre todo porque no había nadie más disponible para esa función, pues el Alcalde y la mano poseía fortuna ni pedigrí familiar: eran gente de la ciudad, así que pocos de ellos habían visto algo más que una estrella estacionaria, ni que decir tiene una de las que caen. Testigos científicos eminentes, que antes de los Acontecimientos habrían tenido en nula consideración a estos politicastros, ahora no podían soportar sus miradas firmes y, de vez en cuando, inquisitoriales. Hoy se habían convertido sin excepdiza Comisión de Supervisores del museo. A diferencia de los que se sentaban en comisiones de instituciones más eminentes, aquí ningutían los estándares de la época: criaturas corruptas al estilo de Tammany Hall, capaces de conseguir votos cuando se les pedía, pero sólo a una escala que se correspondiese con la pertenencia a esta adveneda, que expresaban tal superioridad ofendida, pertenecían tan sólo a los designados por un Alcalde no más deshonesto de lo que permi

A veces esta comisión de investigación celebraba sesiones noctur____________________lor borroso, como si hubiera sido impreso fuera de registro.satez de la policía del distrito: una manzana tras otra de mampostería inclinada, de un amarillo hollinoso en la creciente oscuridad, un coto como fuera necesario. Por la noche, el Museo ofrecía una imagen de contrafuertes toscos, imponentes y sin iluminar, puertas secretas entre crujías, varias terrazas en miniatura de cervecerías situadas a la altura de la calle que abrían hasta tarde gracias a la amabilidad y sennas, y entonces entraban a zancadas por la puerta lateral, adonde los desamparados y debilitados habían aprendido a acudir y a esperar tan

– Los esquimales creen que en su territorio todos los objetos tie__to existe un Poder al que hay que persuadir, mediante diversas formas de soborno, para que no castigue a los hombres. -Ante la mención de la rancia y consagrada práctica, se vio que las orejas comisionadas desarrollaban nen un soberano invisible, en general nada amistoso, que se encarga de hacer respetar antiguas, de hecho prehumanas, leyes, y que por tanafiladas puntas y se inclinaban hacia delante-. Y, en este sentido, no era tanto el objeto visible lo que buscábamos y queríamos entregar al Museo cuanto su invisible elemento de poder. Desde el pun__pondía.to de vista esquimal, alguien de nuestro grupo, al no cumplir con las prácticas debidas, mostró una gran falta de respeto, lo que provocó que el Poder siguiera su inclinación natural y se vengara como corres

– ¿Como correspondía? Dadas las grandes pérdidas económicas, por no mencionar las vidas inocentes… ¿como correspondía a qué, señor?

– A la civilización urbana. Porque nosotros arrancamos a la criatu__ficios, multitudes sumidas en el pánico, caos en los servicios públicos.ra de su territorio. Las sanciones habituales (hielo traicionero, ventiscas, fantasmas perversos) ya no eran posibles. Así que el castigo asumió un carácter más ajustado al nuevo entorno: incendios, daños en los edi

La noche se había vuelto desapacible. Esta ciudad, incluso en sus mejores tiempos, siempre se había distinguido por un rumor de an____________________tro de la misma ciudad? Aunque muchos, justo después, adoptaran esa fingida pose para sacar provecho.te a la vez, dominados por el miedo Pánico. A lo largo de los años de prosperidad y corrupción, se les había advertido, repetidamente, de esa posibilidad. La ciudad era cada vez más vertical, la población más densa, todos podían convertirse en rehenes ante una incursión así… ¿Quién, fuera de la ciudad, habría imaginado que se convertirían en víctimas tomadas por sorpresa? O, ya puestos, ¿quién lo habría imaginado dentos se sucedieron demasiado rápido para seguirlos, no digamos ya para examinarlos, analizarlos o, de hecho, para hacer nada más que huir a la carrera y salir del trago sin ser asesinado. Y eso fue lo que hicieron más o menos todos los habitantes de la ciudad, muy inoportunamensiedad de fondo. Todo el que viviera aquí sabía que podía apostar a que, día sí y día también, cualquier cosa que sucediera, pasara lo que pasase, lo haría lo bastante despacio como para permitir al menos una consulta con alguien, a que «siempre habría tiempo», como decían los propios ciudadanos. Pero ese anochecer sin cuartel, los acontecimien

Sólo algunos hechos habían sido esclarecidos. Al centro mismo de la ciudad, por donde todavía corría un estrecho canal navegable des_de hacía mucho tiempo, había llegado un carguero en cuya bodega, retenida con medios más bienintencionados que efectivos, se agitaba una Figura con poderes sobrenaturales, que nadie en esta historia no escrita supo jamás cómo domeñar. En la ciudad, todos parecían saber lo que era la criatura, haberlo sabido desde el principio, un relato tan conocido de antemano que, cuando se hizo realidad, era lo último que esperaban, incluyendo lo que sus poderes inmisericordes supondrían para cualquier población sobre la que se desataran; mientras que, por extraño que parezca, ninguno de los hombres de ciencia que la habían llevado hasta allí, los viejos marinos polares, quienes habían convivido con ella a sólo unos pasillos de metal durante todo el viaje hacia el sur, habían llegado siquiera a imaginarlo.

Pues bien, conociendo perfectamente el momento de la llegada y tras haberse calentado por sí sola a la temperatura necesaria, procedió, metódica e implacablemente, a salir a fuego de su encierro. Los que habían preferido permanecer a bordo del barco tanto como fuera po____________________drían haber protegido ni a uno solo de ra de los grandes puentes, ningún túnel ferroviario o submarino podo alguno de ellos abrigo a tiempo? Ninguna escolta de los matones del Tenderloin, ningún refugio de seguridad de los privilegiados, por más profundamente que estuviera encajado en las anclas de cualquietoria normal estaba llegando a su fin, ¿dónde podría haber encontrato moral, cedieron, huyeron tambaleándose, subieron por las escaleras, salieron por las escotillas, se alejaron por las gradas y se perdieron por las calles de la ciudad. Pero, cuando por momentos parecía que la hissible, uno tras otro, como impulsados por una especie de agotamienesos refugiados impuros de lo que iba a suceder.

El fuego y la sangre estaban a punto de abatirse como un destino aciago sobre las confiadas multitudes. Justo a la hora punta de la tarde, la electricidad se cortó en toda la ciudad, y mientras las conduccio____________________te, y hasta para los más voluntariosos incrédulos se hizo evidente que no había escapatoria.fuerzos ni la esperanza de recibirlos. El ruido era espantoso e incesanra línea se encontraron rápidamente abandonados a su suerte, sin renes de gas se inflamaban y los miles de vientos que asolaban la urbe, distintos en cada esquina, confundían cualquier posible predicción, los adoquines salían disparados hacia el cielo y caían a unas manzanas de distancia formando dibujos raros pero bellos. Todas las tentativas de contraatacar o de rehuir siquiera a la Figura fracasaron. Más tarde, las alarmas de incendio quedaron sin respuesta y los bomberos de prime

La movilización se extendió por toda la ciudad a medida que corrían rumores sobre negociaciones con anónimos visitantes, se can____________________ras borrosas, a las ventanas altas y a lo que podría, por vez primera en la memoria ciudadana, entrar por ellas…gaba a toda velocidad el miedo a la cercanía del crepúsculo, a las caciones de ópera -las arias, incluso las famosas, se saltaban enteras- para permitir que el público saliera antes, las estaciones de tren se llenaban de los ecos de los movimientos de las tropas, las partidas de cartas y de dados en los callejones del Tenderlom se interrumpían bruscamente y, por lo general, en momentos críticos, entre la población se propacelaban los permisos a los militares, se interrumpían a la mitad las fun

En días posteriores, se discutió qué le habría pasado al Alcalde. Huido, muerto, enloquecido…, las teorías proliferaron en su ausencia. Su cara apareció en carteles colocados en todas las vallas de madera de los solares vacíos, en las partes traseras de los tranvías; su bien conoci_da estructura ósea brillaba con la inolvidable simplicidad de un cráneo. «Permanezcan en sus casas», advertían folletos con su firma colocados sobre las paredes carbonizadas. «Esta noche no serán bienvenidos en mis calles, tanto si son muchos como si son pocos.»

A medida que la luz del día abandonaba la ciudad esa noche, las farolas no daban ni un ápice de su habitual brillo velado. Era difícil dis____________________rillos de morgue, verdes venenosos.che aparecían sólo en tonos grises daban la impresión de poseer ahora color, pero no los tonos elegantes del día sino rojos sangrientos, amalor a punto de pasar desde el reino de lo invisible al de lo real, algo a lo que habría que enfrentarse. Figuras que a una hora avanzada de la nobían adquirido un tono de urgencia y desesperación: un coro de dolongaron durante toda la noche y, sin el clamor del tráfico callejero, hatinguir nada con claridad. Las restricciones sociales habituales dejaban ahora mucho que desear o brillaban por su ausencia. Los gritos, que de día habían sido pasados por alto como murmullo de fondo, se pro

En una metrópolis donde los Exteriores eran a menudo el prin____________________sionaba la posibilidad de que el dispositivo de proyección fallara en el momento crítico. «Nadie se dad temporal, el nivel de potencia, la precisión de los colores y todo lo demás. Se prepararon lámparas de repuesto, pues a todos les obsetiana y así facilitar los cambios de espíritu que se revelaran necesarios para llegar a un acuerdo con el invasor. Cada noche, al crepúsculo, la declaración luminosa se ponía a prueba, y se comprobaba la continuiceder lo peor, pudieran renunciar por entero a cualquier lealtad crisdimensional a todo color, no exactamente de Cristo sino de alguien con la misma barba, túnica y capacidad para emitir luz, como si, de susa. Pero ahora, bajo el alumbrado de arco, en el punto más alto de la iglesia, las autoridades habían empezado a proyectar una imagen triyo subterráneo bajo la Catedral de la Prefiguración, que alimentaba sus tres fuentes bautismales, se había considerado hasta este inexplicable advenimiento una suficiente, aunque no para todos milagrosa, defencipio, el final y la historia entera del medio, la presencia de un arroaventuraría de noche por un vecindario de conocidos vampiros sin llevar una cruz encima», como había afir____________________bía sido nombrado.de decirse de éste, Nuestro Protector», quien, cautelosamente, no hamado el Arzobispo, «¿verdad que no? Claro que no, y lo mismo pue

A pesar de su reciente incorporación, a los barrios más alejados se les permitió que disfrutaran de unos años honorables más de natura__día como sueño. Sin embargo, ¿qué futuro esperaba al «territorio al otro lado del puente» sino el de acabar sufriendo tarde o temprano una historia y una cultura suburbanas de triste zona residencial?leza y calma pastoral, tras haber escapado, al menos por un tiempo, al estulto garabateo de constructores y promotores que esos días se ven

Así la ciudad se convirtió en la expresión material de una pérdi__guen siéndolo, una raza amnésica y amargada, herida pero incapaz de recordar el momento de la herida, incapaz de evocar el rostro de su agresor.da de la inocencia particular -no de la inocencia política ni la sexual sino de la de un sueño compartido de lo que podría llegar a ser una urbe en su apogeo-, y de ese modo sus habitantes se tornaron, y si

De aquella noche y aquel día de ira desenfrenada, la gente habría esperado que una ciudad, si sobrevivía, saliera completamente renova____________________virtiéndose en la ciudad más mezquina y cruel, incluso comparada con otras ciudades no precisamente famosas por su amabilidad.grima perdida que tenía que llorar, y con los años las compensaría contuida por una única mujer enlutada que seguía escatimando, anotando primorosamente y resintiéndose despiadadamente por cada maldita láda, renacida, purificada por las llamas, una vez superadas la codicia, la especulación inmobiliaria, el politiqueo local…, pero en vez de eso, ahí estaba esa viuda llorosa, una especie de comisión de duelo consti

Pese a su apariencia resuelta, aventurera y viril, el núcleo urbano no podía superar aquella terrible violación que se había prolongado durante toda la noche, cuando «él» se vio obligado a someterse, a ren__vidando, fabulando e intentando recuperar su amor propio. Pero en su interior, muy dentro, «él» siguió sintiéndose el catamita del Infierno, la basura a disposición de todos los ciudadanos, la zorra vestida con ropa de hombre.dirse, de una manera inadmisible y vilmente femenina, al abrazo del Fuego del Infierno de «su» amada. Después se pasó muchos años ol

Así, con la esperanza de librarse de más sufrimiento y como de____________________ción en el centro de la ciudad, que se mantuvo envuelto en un plasma de ignorancia protectora que llegaba hasta las enormes murallas de silencio situadas a lo largo de sus lindes, límite del mundo conocido más allá del cual se extendía un reino del que el resto de la ciudad no podía hablar, como si incluso hubiera renunciado, como parte de un trato plutoniano, al lenguaje para hacerlo. Siendo la gran era de la construcción de arcos en la ciudad, normalmente del tipo triunfal, se decidió erigir, en un punto de transición al reino prohibido, otro gran Portal, en el que se grabó:tilizadas ruinas de manera estética e interesante. Se puso especial atenron incendiadas deliberadamente, pues se intentaba ennegrecer las esmostración de lealtad al Destructor, la ciudad había erigido a modo de altar votivo varias estructuras propiciatorias. Muchas de ellas fue por mí se va a la ciudad doliente. dante, encima del cual, cada aniversario de aquel espantoso aconte____________________do oscuro azul, con algo de marino- donde el espectador podía ver lo que quisiera.turno -no exactamente una reconstrucción conmemorativa, sino más bien una serie abstracta de luces móviles multicolores contra un foncimiento, abarcando el cielo sobre la bahía, aparecía un panorama noc

La noche en cuestión, Hunter Penha Uow se disponía a abando_nar la ciudad cuando, al sentir algo a su espalda, se dio la vuelta para presenciar la tragedia que se desplegaba a lo largo del horizonte, y que no pudo dejar de recordarle una pesadilla demasiado antigua como para que fuera sólo suya, mientras sus ojos quedaban deslumbrados por imágenes de una nitidez inmisericorde en matices llameantes, tan bri_llantes que sus órbitas y pómulos recogieron parte del exceso ardiente.

De golpe se encontró perdido en una parte desconocida de la ciu____________________nea, con vasos y copas, ceniceros y escupideras, pero se trataba de algo más que de una reunión social. Tanto los hombres como las mujeres seguían con los abrigos y los sombreros puestos. Hunter se aproximó cautelosamente.minando por salones deshabitados. En la punta de un vestíbulo casi vacío vio una reunión. Había gente sentada alrededor de una chimetranjera que todo lo conocido en la ciudad. A esas alturas, las calles se habían vuelto íntimas, casi pasillos. Sin pretenderlo, se encontró capecie de puerta monumental, inexplicablemente más antigua y exce que reconociera, pero todo le resultaba cada vez más extraño. En cierto momento entró en algún sitio, una especie de patio abierto, un caparazón ruinoso lleno de escombros amarillentos y de un rojo herrumbroso que alcanzaban diez o doce plantas de altura. Una eslinas cuya existencia había pasado inadvertida hasta entonces. El siguió adelante, imaginando que si avanzaba lo suficiente saldría a algún crugulos inesperados, se estrechaban en largos callejones informes que se perdían en la nada, subían y bajaban pronunciadas pendientes de conas: las calles perdieron la secuencia numérica, se cruzaban en ándad; la cuadrícula de calles numeradas que Hunter creía entender dejó de tener sentido. La cuadrícula, de hecho, se había distorsionado y ahora constituía la expresión de otra historia de necesidades ciudada

– Creo que estamos de acuerdo en que tenemos que salir de la ciudad.

– ¿Todo el mundo ha hecho las maletas? ¿Están listos los niños?

La gente se puso de pie, preparándose para marcharse. Alguien se dio cuenta de la presencia de Hunter.

– Si quiere venir, hay sitio.

Qué estupefacto debía de haber parecido. Aturdido, siguió al gru____________________do desmoronado.zaban, más «futurista» se tornaba el paisaje. Hunter iba camino de un refugio, fuera lo que fuese lo que significase ahora eso, en este munjo, profundas, incluso heroicas, para encontrarlos. Cuanto más avanrar, sólo de seguir a cada vez mayor velocidad. De vez en cuando, a través de las ventanas, inexplicablemente, tenían atisbos de la ciudad que pasaba por encima de sus cabezas, aunque era imposible saber a qué profundidad viajaban. O bien el camino subía aquí y allá para salir a la superficie, o bien la superficie realizaba excursiones hacia abafianza en su velocidad y dirección. No parecía haber intención de patras otras fábricas permanecían inertes, rodeadas de un misterio sin iluminar-, y luego penetró en un sistema de túneles y, una vez en las profundidades, empezó a acelerar. El sonido del movimiento, una mezcla de zumbidos y ecos de ventisca, aumentó de volumen y se volvió de algún modo más tranquilizador, como si subrayara la contes. Subió, encontró asiento. El vehículo empezó a moverse, avanzó entre espacios fabriles, generadores de energía, inmensas instalaciones de maquinaria cuyo propósito no estaba muy claro -a veces las ruedas giraban, los vapores salían disparados de válvulas de seguridad, mientroso, con múltiples tubos de escape y luces encendidas por todas parma con iluminación eléctrica donde otras personas, en gran número de hecho, subían a un curioso vehículo de transporte de masas, de hierro liso pintado en un matiz oscuro de gris industrial, limpio y luspo por un tramo de escaleras de caracol metálicas hasta una platafor


Kit no conoció a su benefactor hasta el fin de semana del parti__viembre, en un salón del hotel Taft. Los presentó oficialmente Foley Walker, que vestía un traje ligero confeccionado con una especie de manta de montar de tela escocesa de vibrantes colores naranja y añil, y estaba tocado con un sombrero de copado Yale-Harvard, un día encapotado y sin viento de finales de no a juego, mientras que el mag____________________bablemente también al oeste. Llevaba asimismo «anteojos» ahumados y un sombrero de paja cuya amplia ala inevitablemente hacía pensar en un disfraz, con hilachas ondeando de la cabeza a los pies.mentación de alguna región considerablemente al sur de aquí, y pronate iba vestido más bien como un empleado de una empresa de ali

– Servirá -saludó a Kit.

Olvídate de mí, pensó Kit.

Fue un tête-à-tête que distó mucho de ser íntimo. Licenciados de ambas universidades se arremolinaban por todas partes, dentro y fuera del vestíbulo; hacían descuidados gestos con jarras de cerveza espumeante y llevaban sombreros deportivos y abrigos largos vivida____________________ciendo:dades rivales. Cada cinco minutos entraba velozmente un botones dimente teñidos con variada intensidad con los colores de las universi

– ¡Señor Rinehart! ¡Llamada para el señor Rinehart! ¡Oh, señor Rinehart!

– Un hombre popular, el tal Rinehart -comentó Kit.

– Un cumplido de Harvard de hace ya unos cuantos años -expli____________________do. Harvard, en pocas palabras, si quiere que le diga.gún momento algo indeterminado pero milagroso acabará sucediencipio del molinillo de oraciones tibetano, repítalo lo bastante y en alnunciado repetidamente, como ahora, resulta cansino, es verdad, pero ¿y entonado por un coro de cien voces masculinas una noche estival, con el Patio de Harvard como cámara de eco? Bueno…, según el princó Scarsdale Vibe-, que no da signos de haber caído en desuso. Pro

– Allí enseñan Cuaterniones en lugar de Análisis Vectorial -co_mentó servicial Kit.

Antes del partido, las pasiones ya empezaban a desbordarse. Vene_rables profesores de Lingüística que nunca habían tenido en las manos una pelota habían recordado seriamente a sus alumnos que, a través del antiguo sánscrito krimi y del posterior árabe qírmiz, ambos nombres del insecto del que se derivó el color, «carmesí» está emparentado con «quermes». Los jóvenes, con bufandas de rayas tejidas por novias que habían incluido, como era debido, hileras de bolsillos del tamaño de una petaca, corrían arriba y abajo con un repiqueteo metálico, ade_lantándose a la diversión etílica que se impondría en las tribunas.

– Esperaba que mi hijo se dignara pasar por aquí un momento, pero me temo que no lo hará. Estará entretenido en alguna orgía, sin duda. Ciertamente, contemplar cómo tu alma máter se sume en esta ciéna_ga saturnal de iniquidad se cuenta entre las formas más fascinantes de la tristeza humana.

– Creo que está jugando un partido de estudiantes de primero in__versitaria.tramuros esta mañana -dijo Kit-. Debería entrar en la selección uni

– Sí, y es una pena que no haya fútbol profesional, porque tendría la carrera asegurada. Colfax es el último de una carnada que, por más que les quiera, prometen a mi pesar dar un nuevo sentido a la irres__dición capitalista: las aptitudes que más importan, como tener cabeza para los negocios, no pueden transmitirse.ponsabilidad para las generaciones venideras. Se trata de la vieja mal

– Oh, pero en el campo, señor, muestra toda la iniciativa que un magnate de la industria podría desear.

– Déjeme que se lo explique. Colfax trabajaba para mí en las ofi__tavos la hora, mucho más de lo que merecía. Yo le enviaba a pagar algunos sobornos: «Ven, llévale esto al Concejal tal. No mires dentro». El idiota, tan literal como obediente,cinas de Pearl Street durante las vacaciones de verano, cincuenta cen nunca miraba. A medida que pa____________________do a buscar un heredero más allá de los límites de la consanguinidad. ¿Me sigue?do de la Realidad. Seguiría languideciendo en la prisión de Tombs hasta el día de hoy si yo no hubiera renunciado al empeño y empezasaba el tiempo, con menos esperanzas y más inquieto, seguía enviándolo a la calle una y otra vez, y cada vez se lo ponía más fácil, hasta el punto de que dejaba asomar las puntas de los billetes verdes en el maletín y demás, pero la ingenuidad del cachorro lo resistió también. Finalmente, Dios me perdone, recurrí a la policía, con la esperanza de que un buen susto abriera los ojos de mi pequeño imbécil al Mun

– Con todos mis respetos, señor, creo que leí algo parecido en una novela barata una vez, vaya, qué estoy diciendo, más de una, y ya sabe cómo reblandece el cerebro esa literatura…

– No tanto, espero, como a la pandilla de zoquetes que he engen_drado. Lo que le estoy proponiendo es una oferta grandiosa.

– Que es lo que me temía, señor.

Kit se mantuvo firme sobre los pies y se sintió capaz de devolver con calma la mirada a los ojos fijos y cada vez más perplejos de Scars_dale.

– Aprovecharse de un cuantioso fondo de fideicomiso y heredar millones incontables cuando muera, ¿no le va nada, joven?

– Mis disculpas, pero sin tener ni idea de cómo ha ganado usted el dinero, no podría incrementarlo gran cosa, y lo más probable es que me pasara el resto de mi vida en los tribunales enzarzado con los bui_tres, que no es precisamente como tenía pensado ocupar mis años adultos.

– No me diga. Así que tiene un plan alternativo. Admirable, señor Traverse. Cuéntemelo, me interesa mucho.

Kit repasó en silencio la lista de temas que más valía no comen____________________tendía, para empezar, de esta decadente ciénaga de lujuria y holganza de la Costa Este.versal gratuita para todos, siguiendo por los encantos del Vectorismo, la bondad y el genio de Willard Gibbs… Así que no le quedó mucho de que hablar. Y además había otra cosa… El hombre lo había estado mirando de una manera extraña. No con una expresión paternal, ni siquiera de padrastro. No, se trataba -Kit casi se ruborizó al pensarlo- de deseo. Lo deseaba, por razones que escapaban a lo poco que entar con Scarsdale, empezando por Tesla y su proyecto de energía uni

A pesar de haber entrado determinado a no condenar el lugar de buenas a primeras, Kit había tardado poco en ver Yale tal como era. La parte de estudio libresco, dos o tres buenos compañeros todavía no muy tullidos por la cautela reflexiva y arisca que requeriría regir la na____________________cer, aunque las chicas no parecieran siempre tan convencidas.nado a mejorar la vida de cualquiera al que pudiera hacérselo conodaba a las dependientes desconocidas todavía los sábados por la noche en Chapel Street para darles clases sobre Vectorismo -Gibbsiano, Hamiltoniano y demás-, pues ese sistema tan milagroso le parecía destimento un joven motivado, de ojos brillantes y entusiasta, que aborción, eso era fenomenal, y casi compensaba el resto. Kit era en ese mo

– Las espantas, Kit. -'Fax estaba a punto de acudir a una «cita» e ins____________________portaría jugar al parchís contigo de vez en cuando, pero las intimidas con ese rollo de aritmética.tían-. Mi primo conoce a un montón de chicas a las que no les impeccionaba su atuendo en el espejo de las habitaciones que compar

– No es aritmética.

– Exactamente, ¿ves? A eso me refería. Las chicas no conocen la diferencia y, peor aún, les da igual.

– Para variar, 'Fax, me someto a tus conocimientos en todo lo que tenga que ver con el deporte.

No pretendía, ni siquiera podía, ser sarcástico al respecto. A los dieciocho años, Colfax Vibe se había convertido ya en un clásico «co____________________ches para encender la hoguera de la victoria.quilos ese sábado por la noche, sabedores de que se habían librado al menos durante una semana de las pandillas de chicos de Princeton que solían bajar aullando por Witherspoon Street a hacer pedazos sus porsayo ganador, superando y salvando a los mejores defensas rivales, por no mencionar ciertas molestias involuntarias de su propio equipo. Walter Camp lo calificaría como «la más espléndida exhibición de una carrera en zigzag de punta a punta en la historia del fútbol de Yale», y los negros que vivían en Princeton durmieron un poco más tranjado de su propio campo y la llevó corriendo hasta conseguir un encia, tirador de pistola y rifle, cazador, aeronauta…; la lista era tan larga que resultaba deprimente para cualquier observador con habilidades corrientes. Cuando por fin hizo su primera aparición en un campo de fútbol americano de la Ivy League, durante los últimos minutos del partido Yale-Princeton, 'Fax tomó la pelota desde el fondo más alerintio» de la época, reconocido como experto -de vez en cuando hasta campeón- esquiador, jugador de polo, corredor de larga distan

– Joder, me estaba entumeciendo -explicaría 'Fax-. Necesitaba una buena carrera.

Como era de esperar, los gustos sobre el ocio de 'Fax tendían a con____________________recía algo muy serio y, por lo que sabía, incluso una oportunidad para librarse de lo que él temía que fuera una vida ociosa y superficial en la que era muy posible que irrumpiera la figura del fracaso.ba aferrarse a cualquier fragmento del mundo exterior y sólido, como si fueran pecios en una furiosa turbulencia de símbolos, operaciones y abstracciones, y a 'Fax, que todos los días cantaba himnos al esfuerzo rooseveltiano, la vinculación semirreligiosa de Kit al Vectorismo le paverger hacia las áreas que suponían más riesgo para la vida, y en el año que hacía que se conocían, Kit y él habían congeniado. Kit procura

Se había dicho muchas veces de la progenie de Vibe que estaban locos como cabras. Cragmont, hermano de 'Fax, se había fugado con una trapecista, luego volvió con ella a Nueva York, se casaron y la boda se celebró en el trapecio: el novio y el padrino, con fracs y sombreros de muelle de seda sostenidos con gomas, balanceándose boca abajo enganchados por detrás de las rodillas, en perfecta sincronía a través del peligroso éter, para encontrarse con la novia y su padre, un «encar____________________rámetros de la época, numerosa.juelas, una docena de metros por encima de los rostros de los invitados, con plumas teñidas de un oscuro verde ácido que agitaban y disipaban el humo de los puros que se elevaba desde la multitud. Cragmont Vibe no tenía más que trece años aquel verano de circo en que se convirtió en marido y fundó una familia que llegaría a ser, incluso para los padidas en el aire, girando alrededor de sus barbillas en nubes de lentegado» o concesionario de atracción de feria, en simétrica excursión desde su lado de la arena, con las damas de honor muy cerca, suspen

El tercer hermano, Fleetwood, padrino en aquella ceremonia, tam____________________fica, prefiriendo tomarse literalmente el título de «Explorador», y no se dedicó a nada más que a explorar. A Fleetwood no le vino nada mal un cuantioso fondo de fideicomiso de Vibe para pagar las facturas por salacots a medida, pastillas de carne y demás. Kit lo conoció un fin de semana de primavera en la mansión de Vibe en jaran participar en una expedición a África. Se mantuvo tan aparte de los juegos políticos como de toda verdadera investigación cientíbién se había ido pronto de casa, engatusando a todos para que lo deLong Island.

– Vaya, pero si nunca has estado en nuestra cabaña -dijo 'Fax un día después de clase-. ¿Qué haces este fin de semana? A no ser que haya otra obrerita o princesa de pizzería por ahí.

– ¿He usado yo ese tono de voz sobre el material de las Siete Her_manas, la carne de facultad femenina en la que te especializas?

– No tengo nada en contra de las razas más nuevas -se quejó 'Fax-, Pero seguro que te gustaría conocer a mi prima Dittany.

– La que está en Smith.

– En Mount Holyoke, de hecho.

– No veo el momento.

Llegaron con un cielo encapotado y arisco. Incluso con una ilumi____________________cretar, a moradores anteriores.tenecía», de un modo que nadie parecía tener muchas ganas de conrio de la primera planta. Allí sólo podían acceder los sirvientes. «Perto de abandono, todavía seguía inquietantemente ocupada, tal vez por alguna rama colateral de los Vibe…, no estaba claro. Y además, el mistetación alguna, fachada de una piedra oscura que parecía mucho más antigua que la fecha conocida de construcción. A pesar de su aspecnación más animada, la mansión de Vibe habría pasado por un lugar que más valía evitar: cuatro plantas de altura, cuadrada, sin ornamen

– ¿Vive alguien ahí?

– Sí, hay alguien.

… de vez en cuando, se cerraba de golpe una puerta atisbada apenas desde una escalera trasera, o se oía una pisada amortiguada…, un movi____________________ban, que evitaban las miradas…,y en la habitación contigua, esperando…cería en tonos oscuros de verde, burdeos y añil, sirvientes que no hablato imprevisto, sería inevitable…; todo ordenado y sin polvo, sombras en posesión permanente del espacio, las cortinas de las ventanas y la tapinucioso que el contacto con los moradores invisibles, en algún momenmiento ambiguo en un umbral lejano…; la amenaza de verse obligado a realizar un registro de la planta prohibida, al ocaso, un registro tan mi

– Es muy amable por vuestra parte invitarme aquí -gorjeó Kit en el desayuno-. He dormido como un tronco. Bueno, salvo por…

Siguió una pausa mientras procedía al pertinente tragar y devorar. El interés se extendió por toda la mesa.

– Quiero decir: ¿quién entró en la habitación en plena noche?

– ¿Está seguro -dijo Scarsdalede que no era el viento, o la casa que se asentaba?

– Era gente que iba andando por la casa, como si buscara algo.

Se intercambiaron miradas, pero no entre todos, algunas no fueron devueltas.

– Kit, todavía no has visto los establos -dijo por fin la prima Dittany-. ¿No te gustaría dar un paseo a caballo?

Antes de que Kit pudiera responder, hubo un gran alboroto ante la sala del desayuno. Más tarde, él juraría haber oído una sección de metal sinfónica tocando una larga fanfarria.

– ¡Madre! -gritó 'Fax.

– ¡Tía Eddie! -exclamó la prima Dittany.

Y, realizando una extraña aparición, irrumpió la señora Vibe, la antigua Edwarda Beef de Indianápolis. Era mezzosoprano, se había ca____________________ca en que Colfax abatió su primer par de faisanes, un buen día hizo las maletas, da sucesión, «del mismo modo en que ciertos comediantes hacen su entrada en los números de variedades», le pareció a ella, y por la éposado escandalosamente joven y los hijos habían ido llegando en rápiapenas seis baúles de ropa, y con su doncella Vaselina se reinstaló en Greenwich Village, en una casa de florida fachada de terra____________________niendo, imitaciones de, o, como él prefería decir,ducciones de los horribles «dramas musicales» que él seguía compomiliar en bailarinas de ballet y en las compañías para las que trabajaban, sobre todo en aquellas a las que podían convencer para montar procota importada de tierras remotas, con interior diseñado por Elsie de Wolfe, contigua a la del hermano menor de su marido, R. Wilshire Vibe, que llevaba varios años viviendo en su confortable y pequeño mundo de locura y decadencia, dilapidando su parte de la fortuna fa faux, operetas euro_peas con temas americanos: Roscoe Conkling, La Princesa de las Malas Tierras, Diablura en México y tantas otras. La ciudad se divirtió un tiem____________________trimonial.cer de anfitriona en diversas reuniones memorables, Scarsdale empezó a considerarla más un valor que una posible fuente de angustia mado teatral, le gustaba sentarse en consejos de naturaleza cultural y ejertular, sino que también, a medida que aumentaba su fama en el munnancieros, y como Edwarda no sólo adoraba que la envolvieran en encajes y la engalanaran para aparecer en público como su esposa tipo con el cambio de domicilio de Edwarda, pero no tardó en volver a centrar su atención en variedades de escándalo que tenían más que ver con el dinero que con la pasión, un tema más apropiado para la ópera interpretada en los idiomas que ellos desconocían. Como a esas alturas Scarsdale se había acostumbrado a ocultar sus movimientos fi

Su cuñado, R. Wilshire Vibe, encantado de tenerla como vecina, pues «Eddie» era un dechado de cualidades, no tardó en divertirse organizándole citas con los artistas, músicos, actores, escritores y otros ejemplares de la mala vida que uno podía encontrar en su medio en abundancia. A fuerza de emplear sus indudables talentos dramáticos, ella pronto consiguió convencer al empresario teatral de que, al dejar__nos no al principio, pero sí uno de segunda-doncella, por ejemplo la vitalse ver siquiera en compañía de aquellos desgraciados impresentables, estaba haciéndole un gran favor personal, por el cual no deseaba más recompensa que…, bueno, puede que no un papel protagonista, al me 'bandida' Consuelo en Diablura en México, por entonces en fase de ensayo; aunque el papel requirió una considerable y a menudo bas_tante repugnante relación con un cerdo amaestrado, Tubby, que con frecuencia la hacía sentirse una mera comparsa o actriz que da el pie -«florero con frase», decían los actores-, así que siempre era el maleducado cebón el que se llevaba las risas. Sin embargo, al final de las re_presentaciones, Tubby y ella eran «íntimos amigos», como declaró a las gacetillas teatrales, que en aquella época ya mostraban un acusado in_terés por su carrera.

Siguieron papeles más importantes, al poco acompañados de las arias o «números» de Edwarda, tan largos que requerían adelantar la subida del telón. «¡Cautivadoramente incomparable!», proclamaban los críticos, «¡trascendentalmente esplendoroso!», decían también, y no tardaron en bautizarla con champán como «La Diva de Delmonico's». Las mansiones vecinas, siempre escenario de vida alegre y diversión, resplandecían por dentro con una niebla de humo permanente y agra____________________rías de bacanal, noche tras noche, estaba la siempre alegre Edwarda, bebiendo Sillery de la botella y exclamando «Ja, ja, ja!», no siempre dirigiéndose a alguien en concreto.plendor núbil las escaleras de mármol, perseguidas por jóvenes con puntiagudos zapatos de baile de charol. En medio de aquellas correñidas de colores de gusto dudoso bajaban y subían corriendo en esbre los acompañantes, en lo que parecía un juego eterno. Jovencitas ataviadas a menudo tan sólo con penachos de plumas de avestruz tedable procedente de diversas fuentes recreativas, incluidas el hachís y el opio, así como con las brumas que se elevaban de las botellas de seltz vaciadas a veces en recipientes para beber pero con más frecuencia so

Así pues, Edwarda y Scarsdale se veían cada día pero llevaban vidas casi completamente desincronizadas, habitando cada uno en su pro__nos grises; el de Edwarda en malva, a veces castaño rojizo.pia ciudad incompleta, como capas superpuestas parcialmente en uno de los nuevos procesos de impresión de color: el de Scarsdale en to


* * *

Kit había bajado a los establos, donde al poco se le unió Dittany Vibe, cuyos ojos centelleaban bajo el ala de un sombrero casi irresistible. En el cuarto de los arreos, ella simuló inspeccionar un conside__tos, fustas, látigos de calesa y demás.rable inventario de arneses, ronzales, bridas, collares, tirantes, látigos cor

– Me encanta cómo huele aquí -susurró ella. Cogió una fusta tren__lizado de éstas en Colorado, Kit.zada de semental y la chasqueó un par de veces-. Debes de haber uti

– Nos suele bastar con unas pocas palabras escogidas -dijo Kit-, Nuestros caballos se portan bien, supongo.

– Pues nada que ver con estos animales del este -dijo ella en voz baja-. Ya ves cuántas fustas y cosas por el estilo hay aquí. Nuestros caba_llos son muy, pero que muy malos. -Le pasó la fusta-. Imagino que ésta debe de hacer un daño espantoso.

Antes de que él se diese cuenta, ella ya se había dado la vuelta, se había levantado la falda de su atuendo de amazona y se exhibía, mi__nominado traviesa expectación.rando hacia atrás por encima del hombro con lo que uno habría de

El miró la fusta. Medía metro veinte, y tenía un dedo de grosor.

– Por su peso, parece una fusta profesional… ¿estás segura de que no te sentirías mejor con algo más ligero?

– Me puedo dejar las bragas puestas.

– Umm, veamos…, si no recuerdo mal, depende de cómo plantes los pies…

– Bien pensado -dijo la prima Dittany-, tu mano enguantada de_bería servir de sobra.

– Será un placer -respondió sonriente Kit y, como se vio, también lo era para Dittany, aunque las cosas se pusieron un poco ruidosas al cabo de un rato y decidieron trasladarse al pajar contiguo.

Se pasó el resto del día intentando encontrar un momento para hablar con 'Fax sobre ese asunto de su prima, pero, como si los demás conspiraran para impedírselo, siempre había visitantes inesperados, lla____________________gía por fin para ver qué podía hacer.tores durante demasiado tiempo se sumía en un estado muy parecido a la ebriedad, momento en el que su otra mente co-consciente emerpezó a inquietarse, como cuando al trabajar en un problema de vecmadas de teléfono, improvisados partidos de tenis sobre hierba. Kit em

Avanzada esa tarde, tras otros jadeantes diez minutos con Dittany dentro de una tienda de palmito a rayas durante una fiesta con parti____________________nipulada por una mano en una válvula oculta. Miró a su alrededor buscando interruptores en las paredes, pero no encontró ninguno. A lo lejos, al final de uno de los pasillos, creyó ver una figura oscura que retrocedía hacia lo invisible luciendo uno de esos salacots que se decía llevaban los exploradores. Kit se dio cuenta ra escurriendo, disminuyendo suavemente como una luz de gas mado de croquet, y después de que se retiraran casi todos, Kit vagaba por la casa cuando oyó música de piano procedente, supuso, de la sala de música. Buscó el origen del sonido, las frases inacabadas que daban paso a nuevas que igualmente quedaban inconclusas, los acordes con los que él mismo había dado por casualidad, sentado al teclado del piano, pero que nunca había considerado exactamente música… Avanzó bajo una luz ámbar oscura como si la corriente eléctrica de la casa se estuviede que debía de tra_tarse de la oveja negra de la familia, aquel del que tanto se hablaba, Fleetwood Vibe, de regreso de una de sus expediciones.


R. Wilshire Vibe no se había ganado la simpatía de su sobrino con su «espectáculo» actual, Travesuras africanas, donde se oía el pegadizo:


Cuando esos nativos se vuelven locos,

cuando tu vida no vale un moco,

con ojos desorbitados, vestidos con andrajos,

van a hacerte llegar tarde al trabajo;

así que, dime, qué vas a hacer,

cuando vengan aullando a por ti, ¡unga, unga!

corriendo entre esos árboles de la jungla

para no convertirte en su cena. Pues

allá, en aquella tierra remota,

no encontrarás hot-dogs ni jamón de bellota,

lo que les gustaría zamparse es

sesos a la parrilla sacados de tu cabezota, así que

Si viajas por esos lares,

escucha mi consejo

para no acabar en la olla, viejo:

no seas quijotil

y llévate un automóvil.


A todos les gustaba reunirse alrededor del Steinway, en el salón, para cantarlo juntos. Y a todos les divertía mucho, salvo a Fleetwood, que se pasaba como poco treinta y dos compases por noche intentan_do no tomárselo a mal.

– En realidad todavía no saben que estoy aquí -le confesó a Kit-. Y si perciben mi presencia, lo hacen como el que ve fantasmas, aun__para a la corrupción generalizada, pero últimamente la he perdido.que es posible que ya te hayas dado cuenta de que no se trata de gente muy espiritual. En el pasado albergué la esperanza de que Dittany esca

– Pues a mí me parece bastante honrada.

– En cualquier caso, no soy quién para juzgar. Es más, no deberías creerte nada de lo que yo diga sobre esta familia.

Kit se rió.

– Oh, bueno. Paradojas lógicas. Las entiendo bien.

Habían subido a la cima de una colina empinada, tras dejar atrás un bosquecillo de arces y de nogales negros, algunos ya viejos cuando llegaron los primeros europeos, y la mansión quedaba oculta entre el follaje, más abajo.

– Antes todos subíamos hasta aquí en invierno y luego bajábamos en trineo. Por entonces nos parecía casi vertical. Y fíjate en aquello. -Hizo un gesto con la cabeza hacia el oeste. A través de kilómetros de humo de carbón y bruma salada, Kit distinguió algunas torres casi invisibles de Nueva York, sobre las que se abatían los rayos radiales del sol de última hora, desde detrás y entre nubes que parecían casi sus pro__día imaginar ningún paisaje continuo que llevara de manera natural desde donde estaba a lo que veía. Claro que ahí se encontraba Queens, pero pios prototipos celestiales, lo que los fotógrafos llamaban un «cielo de dos minutos», destinadas a encapotar el cielo rápidamente y puede que a dejar caer algunas gotas-. Cuando venía solo era para contemplar la ciudad, pensaba que tenía que haber un portal a otro mundo… No pocuando me enteré, ya era demasiado tarde, yo estaba obsesionado con el sueño de un pasaje a través de una puerta invisible. Podría tra_tarse de una ciudad, pero no necesariamente. Era más una cuestión de lo invisible adquiriendo sustancia.

Kit asintió. -Y…

Fleetwood se metió las manos en los bolsillos y negó lentamente con la cabeza.

– Se cuentan cosas, como mapas que coinciden…, demasiado cohe____________________teza no es que la has descubierto, sino que vuelves a encontrarla. En un único e intenso episodio de iluminación, lo recuerdas todo.grafía es tanto espiritual como física. Si te topas con ella, tu mayor cersiones… Siempre hay un lugar oculto cuya entrada no es obvia, la georentes en demasiadas lenguas e historias como para tratarse sólo de ilu

– El hogar.

– Oh… -exclamó siguiendo la mirada de Kit colina abajo, hacia la «gran casa» invisible, el sol de última hora sobre los árboles-. Hay hogares y hogares, ya lo sabes. Y en estos tiempos…, lo único que les preocupa a mis colegas es encontrar cataratas. Cuanto más espectacu____________________tas vectoriales?co que yo busco ahora es el movimiento por el movimiento mismo, lo que vosotros llamáis el vector, creo… ¿Existe algo parecido a incógnilares sean, más oportunidades para un hotel caro… Parece que lo úni

– Los vectores… pueden resolverse. Seguro. Pero puede que te re_fieras a otra cosa.

– Este siempre apunta a lo lejos, pero ahí -señaló la titilante me_trópolis moviendo la cabeza a un lado-, ahí es donde está el dinero.

No hizo una pausa sino que más bien esperó, como uno espera__moto invisible.ría ante un telégrafo acústico, alguna afirmación procedente del re

– Mira -prosiguió-, por allá uno se encuentra con algunos perso____________________taré una historia sobre la Ciudad Celestial, sobre Sión.ses más tarde, si es que salen. Misioneros, desertores, ciudadanos de los caminos, pues a eso han jurado fidelidad: al camino, al sendero, al río, a lo que sea que los lleve hasta la siguiente cadena montañosa, hasta el siguiente recodo del río que emerge de esa extraña luz húmeda. «El hogar», ¿qué significa? ¿Qué atractivo puede tener para ellos? Te connajes muy raros. Los ves adentrarse en la región, y no salen hasta me

Una noche, en el África oriental, no recordaba exactamente dón__tria judía. Inmediatamente empezaron a hablar sobre la situación de los apátridas con respecto a los propietarios. La fiebre, el abuso de las drogas locales, la ubicua e interminable guerra intestina de las tribus, las miles de amenazas a la intrusión blanca, muchas de ellas invisibles, fueron desquiciando poco a poco la conversación.de, Fleetwood conoció a Yitzhak Zilberfeld, un agente sionista que recorría el mundo examinando las posibilidades de establecer una pa

– ¿Qué es el Estado moderno -preguntó Yitzhak- sino un solar con casa en una zona residencial, pero a una escala mayor? El anti____________________sidenciales y, por extensión, para el Estado. Y, mira tú por dónde, los judíos arrastran esta historia de carencia de Estado.máticamente en una amenaza para el orden propio de esas zonas rera de los límites de la propiedad de cualquier escala se convierten autoco judío. Todo el mundo tiene que vivir en un espacio de relaciones sencillas con una línea continua a su alrededor. Algunos ponen cuerdas de pelo trenzado para ahuyentar las serpientes. Y quienes viven fuebable es que sea propiedad de un banco, puede que incluso de un bantan campamento para una sola noche, o pagan alquiler, a diferencia del Buen Ciudadano, quien cree que «posee» su casa, aunque lo más prosemitismo emana directamente del temor congénito de los suburbios acomodados hacia aquellos que están siempre en marcha, que levan

– No es nada deshonroso desear tu propio trozo de tierra, ¿no? -se quejó Fleetwood.

– Por supuesto que no. Pero ninguna patria judía acabará con el odio a los que carecen de propiedad, que es un elemento constituti_vo del imperativo suburbano. El odio se transfiere a otro objetivo, eso es todo.

¿Y acaso existiría, justo en el medio de lo más denso de la jungla, una tranquila extensión de tierra, sin colonizar todavía, que nadie se disputara, alta, fértil, sin enfermedades, defendible por medios natura__saje previamente oculto, en la tierra pura, en Sión?les y demás? ¿Doblarían el recodo de un camino, o salvarían la cima de una montaña, y se encontrarían de golpe, después de atravesar el pa

Siguieron sentados mientras el sol se ponía sobre la bendita posi_bilidad.

– ¿Es real?

Un encogimiento de hombros.

– Sí… O no.

– O los dos tenemos fiebre.

Levantaron un campamento en un claro, cerca de una pequeña cascada, y encendieron una hoguera para cocinar. Como si declararan inaugurada la noche.

– ¿Qué era eso?

– Un elefante -dijo Fleetwood-. ¿Cuánto tiempo has dicho que llevabas por aquí?

– Suena muy cerca, ¿no crees? -Y como Fleetwood se encogió de hombros, añadió-: Quiero decir, ¿has tenido algún…, algún encuen_tro con elefantes?

– Alguno que otro.

– ¿Llevas un arma para elefantes encima?

– No, ¿y tú?

– Y si éste carga contra nosotros, ¿qué hacemos?

– Depende de cómo cargue… ¿Intentamos disuadirlo hablando?

– ¡Antisemita!

En la oscuridad, el elefante berreó de nuevo, y en esta ocasión se le unió otro. En armonía. Si era a modo de comentario o no, ¿quién sabe?

– Vaya, ¿es que no duermen por la noche?

Fleetwood suspiró audiblemente.

– No pretendo ofender, pero… si esta especie de ansiedad ante la presencia de elefantes es muy común entre tu gente, tal vez África no sea el lugar más prometedor para que se establezcan los sionistas.

A través de los pies sentían la percusión del suelo de la jungla, que se correspondía con los pasos de un elefante adulto acercándose a toda velocidad.

– Bueno, ha sido una charla muy agradable -dijo Yitzhak-, ahora creo que voy a…

– Sinceramente, te sugiero que te quedes donde estás.

– ¿Y qué hago?

– Mirarle directamente a los ojos.

– ¿Que mire fijamente a un elefante asesino?

– Es la antigua sabiduría de la selva -le aconsejó Fleetwood-: nun_ca eches a correr. Si corres, te pisotean.

El elefante, que medía más de tres metros y medio de alto, surgió del perímetro de la selva y se encaminó directamente hacia Fleetwood y Yitzhak, con claras muestras de desagrado. Llevaba la trompa levan____________________jetivo de su ojeriza.man los elefantes antes de utilizar sus colmillos contra cualquier obtada y doblada hacia atrás, una precaución que, como es sabido, to

– Muy bien, repasemos: nos quedamos aquí, mantenemos contacto visual y me garantizas que este elefante sencillamente… ¿se parará? ¿Se dará la vuelta y se irá por donde ha venido, sin resentimientos?

– Mira.

El titular de la Bush Gazette de la semana siguiente rezaba: salva a un judío de un elefante loco. Yitzhak estaba tan agradecido que pasó de largo varias notas del periódico sobre inversiones, ade__plicarlo.más de los nombres de útiles contactos bancarios en toda Europa, que también le habrían venido muy bien a Fleetwood si por entonces no hubiera estado interesado en objetivos menos financieros. Intentó ex

– De niño leía a Dickens. La crueldad no me sorprendía, pero sí me maravillaban los episodios de bondad desinteresada, que nunca he visto fuera de las páginas de ficción. En todos los mundos que he co_nocido, era un principio consagrado no hacer nada por nada.

– Exactamente -dijo Yitzhak-. Fíate de mí. Compra acciones de Rand.

– ¿De Sudáfrica? Pero si hay una guerra.

– Las guerras se acaban, y hay cincuenta mil culis chinos en fila, dur_miendo en los muelles, desde Tientsin a Hong Kong, a la espera de que los embarquen rumbo al Transvaal en cuanto acaben los tiros…

Resultó que los mercados de la Tierra no tardaron en verse ane__mente el tipo de ingresos «injustamente ganados» que provocaban que el patriarca Vibe sufriera ataques de indecoroso comportamiento y echara espuma por la boca.gados de oro, no sólo el oro de Rand sino también el de los frutos de la fiebre del oro australiana, por entonces en plena ebullición, justa

– No lo entiendo. Este dinero llega de la nada.

– Pero es real -señaló Foley Walker-. Lo que se compra con él es real.

– Siento que hasta yo me estoy volviendo un mierdoso socialista -dijo Scarsdale-, Incluso comunista. ¿Sabes como cuando un resfria_do te aplana? Me duele la cabeza, o al menos la parte de la cabeza que utilizo para pensar en los negocios.

– Pero, señor Vibe, usted odia a los socialistas.

– Odio más a esos trepas hijos de puta.


* * *

Apenas era visible en la oscuridad, junto a una ventana de la plan____________________te por los recuerdos.diera residir allí. El estaba recordando, dejándose llevar enfermizamendo. Era la única parte de la casa a la que nadie se acercaba, dedicada al exilio, a la partida, al viaje inquieto, reservada para aquel que no puble del pasado, colocado allí para algún propósito doméstico anticuata embrujada de la casa, casi como un mueble más de la sala, un mue

En África había conocido a tenientes piadosos destinados a morir jóvenes, a fugitivos de todos los rincones del desastre de la Cuestión Oriental, a traficantes de esclavos o de armas de fuego indiferentes a la naturaleza de los bienes que manejaban, que emergían del infier__wood quería ser como ellos… Rezaba por convertirse en uno más. Se adentró en la región que incluso los europeos más tarados de la zona consideraban demasiado peligrosa, esperando verse invadido por lo que fuera… Pero no «fue» nada. Nadie tuvo el mal gusto de sugerir que era su dinero el que mantenía alejados a los espíritus cuya intercesión tanto buscaba, de apuntar que ni siquiera aquellos agentes del mal eran tan tontos como para acercarse demasiado a fondos sin no verde después de meses, habiendo perdido no sólo su mercancía sino también el recuerdo de ella, enfermos, envenenados, a menudo moribundos, maldecidos por chamanes, traicionados por anomalías magnéticas, atormentados por el gusano de Guinea y la malaria, y que, pese a todo, sólo deseaban volver al abrazo del interior… Fleetregular cuyo origen eran actos delictivos, por más imaginativamente que se los definiera.

En Massawa, Fleetwood había encontrado un barco de cabotaje que se dirigía al sur. Tras desembarcar en Lourenço Marques, pasó una semana visitando varias cantinhas locales, recopilando información, o eso quería creer. Le requirió un lago entero de vino portugués colo_nial, el matarratas sobrante de Bucelas y Dao, entre miradas perplejas de los parroquianos que lo bebían desde siempre.

Cuando Fleetwood sintió que hasta el último ápice de predispo____________________diablado tráfico demientos. En cuanto cruzó la frontera, comprendió qué se suponía que pintaba él allí: iba a Johannesburgo a amasar su propia fortuna personal, en aquel infierno de tisis crónica, veldt sarnoso, avaricia de tenderos, entre Ressano García y Komati Poort, algo se reorganizó en sus pensasición americana se había disuelto en su interior se subió a un tren para el Transvaal. Pero en los pocos minutos que duró el trayecto en rickshaws, angustiosamente falto de mujeres blan____________________derías en comparación con las zambullidas morales disponibles, y de hecho atractivas, al alcance de cualquiera), obsesión sexual, apuestas épicas, seducción en los tugurios delsible a la fiebre del momento y conducirse como la supervivencia y el beneficio le dictaran en cuanto a intoxicación, traición, brutalidad, riesgo (descensos al fondo de los abismos del oro que resultaban nabieran pautado su vida cotidiana, y saltar con todo el estoicismo pocimiento burgués, cualquier clima dominante, narrativa de mercado, fluctuaciones en las cosechas -incluyendo la de la Muerte- que hucendía cubriendo las viviendas, la ropa, la vegetación y las pieles de todos los colores. En cualquier momento de la historia del mundo, habría suficientes ciudades como Johannesburgo que mantendrían ocupado a cierto tipo de joven enérgico en busca de fortuna. Sería necesario zambullirse hasta el fondo, abandonar cualquier embrutecas, una ciudad que no pertenecía a la historia…, «como una Bakú con jirafas», escribió a casa. El Veldt se extendía hasta la remota lejanía, sin un árbol a la vista, sólo chimeneas y bocartes que retumbaban con un rugido infernal audible en varios kilómetros a la redonda, noche y día lanzando al cielo un ineludible y maligno polvo blanco que se quedaba suspendido en el aire para que uno lo respirara, o bien des dagga rooker y del esclavo del opio. Todos los blancos participaban, era una partida sin límites; aun____________________gresara un día al viejo bar local y no parara de tomar copas hasta la hora de cierre. «No, no diría fabulosamente rico, pero ya sabe…, un penique sudafricano aquí, otro penique allá, al cabo de un tiempo todo suma…»culado como cualquier cifra en un libro mayor anotada con toda la pulcritud que se quisiera… Poca cosa para impedir que cualquiera relantado, depositado a salvo, que parecía proceder de un sueño, inmacio para la conciencia pública, en la práctica uno podía volver en el tren de Lourenço Marques y entrar bajo jurisdicción portuguesa en día y medio, para siempre si quería, con el dinero enviado por adeque el alto tribunal de Witwatersrand ejerciera las funciones de espa

Los Cafres la llamaban eGoli, «La Ciudad del Oro». Poco después de su llegada a Johannesburgo, Fleetwood estaba ya bien subido en lo que los fumadores de dagga llamaban el Tren del Simio. Corría el ru____________________pandía en su interior hasta llenar su cuerpo; además, vio asombrado que el Cafre no sólo se había dado cuenta de ló con el Borchardt su destino y sintió una extraña euforia que se exmor de que había matado a un culi, pero otras versiones sostenían que había pillado a un Cafre robando un diamante y que le había dado a elegir: o recibía un balazo o se metía en un pozo de una mina de casi un kilómetro de profundidad. Al fin y al cabo era un ladrón, aunque la piedra no fuese gran cosa; para el ojo inexperto de Fleetwood, tal vez de menos de tres quilates cuando la hubieran trabajado en Amsterdam. «Yo no he robado esto», decía el negro. Pero hizo lo que le ordenaba y dejó la piedra en la mano del blanco. Fleetwood le señasu estado, sino que tam____________________zón no se le había ocurrido nada mejor.ber obligado al Cafre a hacer cualquier cosa, pero que por alguna radicada. Los dos permanecieron durante un latido al borde del vacío escarpado, y Fleetwood comprendió demasiado tarde que podría habién lo sentía. La mancha americana, después de todo, no estaba erra

Aunque un pretexto legal habría despojado el exultante acto de su matiz cruel, apenas importaba que el Cafre hubiera robado o no la piedra; tal vez sólo había estado esperando la oportunidad de llevár__ra robado a él, algún otro Cafre con los pulmones menos cargados de humo desela, y era probable que en cuestión de minutos alguien se la hubie dagga y más capaz en ese momento; en tal caso las cosas se habrían puesto mucho más feas para el pobre desgraciado y todo ha__cluso se sentiría como si volviera a un útero oscuro…bría sido más doloroso que ese largo descenso relativamente humano al abismo, a través de la tierra azul, con los túneles laterales silbando a su lado cada vez más rápido -bastante agradable, imaginó Fleetwood, pues a medida que cayese iría haciendo más calor, ¿verdad?, tal vez in

Eso lo pensó más tarde, en sus sueños, en los que se cernía sobre él la inevitable cara del muerto, emblanquecida por el polvo. Como si miraran a través de los agujeros de una máscara, los ojos se movían y brillaban, tan asombrosamente vivos que bien podrían haber sido ar_tificiales. Parecía susurrar un consejo. Advertirle que había un grave desequilibrio en la estructura del mundo que debía ser corregido.

Y entonces, cada vez más, Fleetwood se sintió no tanto abruma__prano, acababa dependiendo de algún acto criminal, raramente de uno solo. Aprendió a esperar esa revelación, aunque a veces se despertaba demasiado pronto.do por los remordimientos como deslumbrado por haber accedido al territorio original y secreto de la riqueza, y saber que ésta, tarde o tem

Le consolaba imaginar que, en el libro mayor kármico, el Cafre y el Judío se compensaban. Pero, como supo Fleetwood por esos lúci__dría comprar la remisión de un solo minuto de lo que le aguardaba. Se reía irritado. «¿El purgatorio?, ¿una ley superior?, ¿los parientes del Cafre persiguiéndome por todo el mundo? Seamos serios.»dos sueños que tenía antes del alba, ni todo el oro del Transvaal po

Los pigmeos del Club lo miraban con aborrecimiento silencioso. Los chinos lo maldecían por la calle y, pese a que sólo conocía algunas palabras, creyó reconocer «asesinar», «madre» y «joder». Corrió la voz de que Alden Vormance estaba reuniendo un grupo para ir al norte y recuperar un meteorito. No habría oro, ni diamantes, ni mujeres, ni humo que provocaba sueños, ni culis, ni negros, aunque seguramen_te sí algún que otro esquimal. Y la pureza, la geometría y el frío.


Al echar rápidas miradas a su espalda, Lew Basnight acabó por ver en el camino cosas que no tenían por qué estar necesariamente allí. La figura de un jinete con sombrero y guardapolvo negro, siempre inmó____________________nocido como el Kieselguhr Kid.paldas, siempre al límite del alcance de su vista, pertenecía al mismo y único sujeto, el famoso dinamitero de las montañas de San Juan coda con forma de estrella, como si eso fuera todo a lo que jamás había aspirado. Lew no tardó en convencerse de que tal presencia a sus esvil, recortada de perfil en la lejanía iluminada por un sol implacable, con el caballo inclinado hacia la tierra yerma. No le prestaba la menor atención, como mucho parecía replegarse en su propia silueta ladea

El individuo resultó ser objeto de sumo interés para White City Investigations. Casi al mismo tiempo que Lew se apeaba del tren en la Union Station de Denver y los problemas en Coeur d'Alêne empeza____________________guhr Kid.cargos de alto riesgo, incluido el del tanto tiempo perseguido Kieselblecidos, y por tanto más ávidos de trabajo, como White City, sus ennejar sus casos sin resolver del mismo modo que un banquero sus instrumentos de deuda, empezaron a revender a grupos menos estasaba un día sin una explosión de dinamita imprevista, la filosofía de las grandes agencias de detectives con sede en la ciudad, como la de Pinkerton y la de Thiel, tuvo que cambiar para hacer frente al exceso de trabajo que se les vino encima. Aplicando la teoría de que podían maban a salpicar de sangre toda la región minera, donde ya raramente pa

«Kieselguhr», una especie de barro delicado, utilizado para absor____________________terse, pues ya era lo bastante mayor para saber que ambas cosas eran fáciles de encontrar en cualquier sitio. No, era por otra cosa. Y en este punto difieren los distintos narradores de la historia.dillera de Sangre de Cristo, eso se contaba al menos, se encaminó de nuevo hacia el oeste, soñando con las montañas de San Juan, pero no por el dinero de las minas de plata, ni por los líos en que podía metas, no tardó en abandonar, y luego, tras una breve estancia en la corber la nitroglicerina y estabilizarla en dinamita, era el único nombre por el que todo el mundo parecía conocerle. Según se decía, la familia del Kid había llegado procedente de Alemania en calidad de refugiada poco después de la reacción de 1849 y se había establecido cerca de San Antonio, población que el futuro Kid, atraído por tierras más al

– No lleva pistolas, no tiene ni escopeta ni rifle; no, su marca, lo que siempre le encontraréis dentro de esas fundas repujadas de pisto_la son cartuchos gemelos de dinamita, con una docena más en…

– Dos docenas, en grandes bandoleras que le cruzan el pecho.

– Entonces será un tipo fácil de reconocer.

– Eso parecería. Pero no ha habido jamás dos testigos presenciales que coincidieran. Es como si la sacudida de las explosiones lo volvie_ra borroso en todas las memorias.

– Pero, dime, ¿es que ni un buen tirador podría abatirle antes de que encendiera la mecha?

– Yo no me jugaría nada. Lleva un ingenioso percutor a prueba de viento en cada funda, como una cerilla de seguridad, así que lo úni__dido y listo para lanzarlo.co que tiene que hacer es desenfundar, y el cartucho ya está encen

– Y mechas rápidas. Algunos chicos de la meseta de Uncompahgre lo comprobaron el pasado agosto: no quedaron más que espuelas y he_billas de cinturones para enterrar. Incluso el viejo Butch Cassidy y los suyos se ponen a cacarear como un gallinero lleno cada vez que el Kid está en el condado.

Por descontado, tampoco nadie sabía muy bien quién formaba par__chos legendarios, pero ningún testigo presencial podía jurar sin asomo de duda quién, en cada caso concretamente, había hecho qué, y, más que por miedo a las represalias, se diría que la apariencia físicate de la banda de Butch Cassidy. Por la región no había escasez de he cambia_ba realmente, haciendo que no sólo los alias fueran atribuidos con in____________________gendraban revolucionarios y forajidos. Eso era en Italia, claro. Los teóricos del recientemente descubierto subconsciente, reacios a dejar pasar cualquier variable que pudiera parecerles útil, no se olvidaron de la altitud, ni de la presión barométrica que la las y respetuosas con la ley, mientras que las regiones montañosas encoherencia, sino que hasta la misma identidad variara. ¿Le ocurría algo, algo esencial, a la personalidad humana por encima de cierta altura sobre el nivel del mar? Muchos citaban la observación del Doctor Lombroso de que las gentes de las tierras bajas tendían a ser tranquiacompañaba. Al fin y al cabo, se trataba del espíritu.

En ese momento Lew andaba por allí, concretamente en Lodazal, Colorado, charlando con Burke Ponghill, director del Lodazal Weekly Tidings, el periódico de referencia en un pueblo que por aquel en____________________blecerse.biliaria. La tarea del joven Ponghill consistía en llenar páginas vacías con historias de fantasmas, con la esperanza de que lectores remotos se sintieran lo bastante intrigados para hacer una visita e incluso estatonces todavía era poco más que una ilusión de una iniciativa inmo

– Pero hasta ahora lo único que tenemos es una ciudad minera que ni siquiera está construida.

– ¿Oro?, ¿plata?

– Bueno, mineral en cualquier caso…, algo que contiene un ele_mento metálico que todavía no ha sido exactamente…

– ¿Descubierto?

– No, si descubierto sí ha sido; pero ¿cómo decirlo?, no refinado del todo.

– ¿Que sirve para…?

– ¿Aplicaciones que todavía están por concebir?

– Vaya, a mí me suena bien. ¿Dónde puede encontrarse una habi_tación para pasar la noche?

– ¿Un baño caliente?, ¿comida casera?

– Justamente.

El viento sopló entre la maleza quebradiza y ambos hombres en__miento del camino.cendieron sendos puros. Lew intentó no dejarse vencer por el agota

– La voz de estas cartas -dijo Ponghill dando unos golpecitos en el montón de hojas sueltas que tenía delante- dista de pertenecer a alguno loco y vehemente europeo del sur o a un semianalfabeto es_pecialista en reventar cajas fuertes; más bien muestra a un hombre que sabe perfectamente que le ha pasado algo, pero por más que se esfuer____________________dos claramente acusados, uno por uno.ciación de Propietarios de Minas», no, mire: los malvados aparecen toral como suelen hacer los dinamiteros, nada de «Wall Street» ni «Asoza no sabe el qué, ¿conoce esa sensación?, claro, ¿quién no?, e intenta aclarar, aquí, sobre el papel, cómo le han hecho eso y, más aún, quién se lo ha hecho. Pero, caramba, mire sus blancos. Fíjese que siempre los identifica con el nombre y el domicilio, pero no da ningún dato gene

– ¿«Malvados»?

– No se dedica a esto por diversión, señor Basnight, ni por la emo__cia civilizadora que se le atribuye…ción de la explosión, qué va, aquí tenemos a un hombre de principios. Un hombre un tanto apartado del mundo de los días laborables…, por no mencionar su falta de exposición al bello sexo, a toda esa influen

– Demasiado tiempo solo, los jugos semináticos se desbordan, pre_sionan el cerebro; aunque, bien mirado, ¿no puede decirse lo mismo de la mitad de los que viven en estas montañas? La verdad, parece una explicación bastante ingenua, ¿no cree, señor Ponghill? Espero que no sea suya.

– Es de una dama que conozco. Ella cree que si él sacara más…

– Ahora que lo dice, en la oficina de Denver cada día veíamos car____________________diente.res, raro pero cierto, y la mayoría le proponen matrimonio. De vez en cuando se le declara también algún tipo, pero eso va en otro expetas dirigidas a este pájaro, todas, salvo un par, remitidas por muje

– ¿Abren y leen su correo?

– No es que él tenga nombre y domicilio fijos, y tampoco es que nosotros seamos un mierdoso servicio de reexpedición de correo, ¿verdad que no?

– Eso no implica que no tenga derecho a su intimidad.

– ¿Derecho…? Vaya. Jesús, me siento rejuvenecer: una discusión sobre los derechos del delincuente retrotrae a cualquiera a las hogue_ras de los campamentos de su juventud, sólo que entonces Dios no tenía ni nombre ni domicilio.

Empezaron a beber y Burke Ponghill adoptó un tono más con____________________virtió en una casa dividida.das para que entregaran a sus ovejas negras como posibles candidatos o para protegerse ellas mismas de la ley. El conflicto entre el Estado y las lealtades de sangre era explícito. La residencia de los Ponghill se confesional. La búsqueda del misterioso dinamitero era tan implacable que había empezado a afectar a familias que nada tenían que ver con el caso, incluida la del propio Ponghill, sometiéndolas a presiones desconoci

– Es cretinismo moral, mamá, fíjate en el cráneo, no se ven por nin_guna parte los lóbulos del sentimiento social.

– Buddy, es tu hermano.

– No voy a dejar que lo atrapen y lo maten, ¿es que a estas alturas todavía no sabes cómo son esos cabrones?

– Y si lo entregas, lo colgarán.

– No si tiene un buen abogado.

– Esos hijos de puta no trabajan gratis.

– A veces lo hacen por razones de conciencia.

– Oh, Buddy. -Y en ese suspiro había una vida entera abrigando prometedoras expectativas y planes imposibles, pero él siguió adelan_te como si no la hubiera oído.

– Así que Buddy entregó a nuestro hermano menor -le dijo Burke a Lew-,y ahora lo mejor que puede esperar Brad es seguir con vida el tiempo suficiente para que trasladen el juicio a Denver, donde nues__nocer la historia…tra junta local no pinta mucho y los periódicos del este pueden co


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Lew salió del cobertizo de planchas toscas de la oficina del im____________________tas de sol tendrían que pasar sin la mirada admirativa de Lew Basnight.sentimiento de que lo harían se había intensificado los últimos días, casi como una gastritis. Al principio de aquel trabajo había aprendido a fijarse en los paisajes urbanos y campestres sólo hasta donde llegaba el alcance de las armas de fuego que probablemente estuvieran en manos malintencionadas; más allá de ese radio, todas aquellas montañas y puesbían disparado, al menos no podía decirlo con seguridad, pero el prepresor y volvió por el valle. Hasta ese momento del viaje no le ha

Mientras la noche se extendía sobre el valle, los fuegos de las co____________________sillar de nuevo.vo de expedientes demasiado antiguos como para que requirieran enpíritu y también para el caballo, que le negaba incluso esa hora en la que todos los demás disfrutaban de cierto reposo doméstico. Pero la opción era o eso o Denver, sentado detrás de su mesa, quitando el polteadas, llenas de sombras…, Lew se sentía, como era habitual a esa hora del día, un poco irritado por ese trabajo agobiante, dañino para el esñidas del mismo amarillo anaranjado vivo, las cortezas casi negras, platanas, venciendo con su brillo a la luz del sol, que desaparecía sobre el revestimiento de madera de pícea, escurriéndose entre las hileras de verduras plantadas, las puntas serradas de troncos en pilas de leña tecinas de las granjas se avivaban hasta alcanzar el calor necesario y las lámparas encendidas dentro no tardaban en llenar los marcos de las ven

En la siguiente elevación que ofrecía unas buenas vistas, hizo una pausa y contempló el tranquilo valle. Puede que no lo hubiera visto todo todavía, pero Lew era reacio a jugarse más de un vaso de cerve_za a que Chicago, pese a todo su frenesí urbano, superara al paisaje que veía. Adivinaba que en cada cabaña, dependencia exterior, can____________________dos, atestiguando la velocidad del viento, saturando la luz, susurrando sobre las caras y entrando y saliendo de los pulmones de los intrusos blancos con una música tan átona como la de las cigarras, implacable como una tumba marcada o anónima.sas que habían introducido a sus maridos en los placeres culinarios de setas que ennegrecerían una moneda de plata; hortelanos que habían disparado a pastores por una mirada imprudente; dulces jovencitas convertidas de la noche a la mañana en esposas chillonas y aullantes que azuzaban a la multitud, forzando a los hombres de la familia a tomar medidas no siempre conducentes a la tranquilidad pública. Y, como fórmula invariable del contrato con su destino, la tierra contenía los espíritus sin reposo eterno de generaciones de utes, apaches, anasazis, navajos, chiricauas, olvidados, traicionados, violados, robados y asesinaloquecido, transformándose en bestias serpentinas, y arrancado a sus jinetes pedazos de carne del cuerpo que no volverían a crecer; espotina y granja que abarcaba su campo visual se ocultaban historias que distaban de ser pacíficas: caballos de inefable belleza que habían en

Cuando se marchó de Chicago, nadie acudió a despedirle, ni si__que sólo fuera para cerciorarse de que se iba. Al pensar entonces cómo había llegado a ese punto de su existencia, Lew supuso que se parecía bastante a haber vivido a ciegas.quiera Nate Privett, del que se habría esperado que estuviera allí aun

No hacía tanto, no habría sabido cómo tomar partido. En el cur____________________ra a un huelguista desamparado.llo para tirarlo al siguiente sombrero de seda que viera lucir a alguien con tranquilidad por la calle, al siguiente policía montado que apaleaja esclavitud de los negros. A veces, más cruel. Lew empezó a dejarse llevar por seductores ensueños en los que recogía una bomba perdida, un pedazo de hielo o, mejor, un montón congelado de bosta de cabadores de la fe anarquista, aunque ésta prometiera al hombre la única redención posible de una cautividad a menudo tan cruel como la viellos que saldrían muy beneficiados si los «Anarquistas», por imprecisa que fuera su definición, eran responsabilizados de ello. Y tampoco, en el curso de sus largas pesquisas por los Mataderos y alrededores, le pasó por alto lo desesperadamente miserable que era la vida de los seguida absurda de vidas, la sangre y el dolor? Sólo muy poco a poco se le ocurrió a su hiperdesarrollada y penetrante inteligencia de detective que esas bombas las podía haber puesto cualquiera, incluidos aquetado y averiguar algo si uno se desmoronaba al contemplar la pérdinos, y no sentir demasiada comprensión ni por la víctima ni por el autor responsable. ¿Cómo se podía entrar en el escenario de un atenbido acomodarse en un distanciamiento práctico, por un tiempo al meso de sus tiempos persiguiendo anarquistas en Chicago, Lew había sa

Era más obvio en los Mataderos, pero también era patente en la fábrica Pullman, las acerías y McCormick Reaper, y no sólo en Chi____________________lablemente, rico a su costa.tuado al otro lado que se estaba haciendo muy, por no decir incalcublico. Siempre había una calle Cuarenta y siete, siempre una legión de invisibles a un lado del libro de contabilidad, frente a un puñado sicago, estaba convencido de que en cualquier lugar podía encontrar esas mismas estructuras de Infiernos industriales envueltas en el silencio pú

La altitud, la inmensidad del escenario daban una claridad dispa____________________do, volviendo a cambiar…, eso sin duda no ayudaba a decidir viaban diariamente a sus legiones de gnomos bajo tierra para ahuecar tanto como pudieran aquel reino devastado antes de que el sobrepeso lo desmoronara, con mucha frecuencia sobre sus cabezas, aunque qué le importaba eso a los Poderes, que siempre contaban con más enanos esperando, incluso impacientes, a que los enviaran abajo. Esquiroles y sindicalistas, sindicalistas y esquiroles, dando vueltas, cambiando de bannas como a los trabajadores, revelando los poderes Plutónicos que enratada a la visión cuando se enfocaba tanto a los dueños de las milo que él consideraba sin pudor como una lucha por ganarse su alma.

Sin embargo, siguió adelante en Denver, y llegó a conocer quién era quién, se convirtió en cliente habitual del restaurante de carnes Pinhorn’s Manhattan, dejó a deber cuentas en todos los bares de la ca____________________pre encima sus licencias de Illinois y Colorado, aunque muchos de aquellos palurdos casi ni sabían leer.miento de cabeza y un saludo llevándose la mano al ala del sombrero, pero cada vez la atmósfera era más tensa, y no tardaron en pararlo y plantearle lo que ellos debían de considerar preguntas inteligentes. Al cabo de poco tiempo empezó a poner especial cuidado en llevar siemtante modernas, rifles Krag-Jorgensen del ejército, fusiles de repetición, obuses de campo desmontados y empaquetados en recuas de muías. Al principio, podía pasar a su lado sin más complicación que un asentirado. Las cosas llegaron al extremo de que casi a diario se revivía aquí un pequeño Haymarket, dado que la dinamita en estas montañas de roca dura no era la exótica sustancia que había sido en Chicago. Al poco, empezó a cruzarse en el camino con pelotones armados hasta los dientes, unidades que se autodenominaban Alianza de Ciudadanos o Auxiliares de los Propietarios. Algunos llevaban armas de fuego basrecía que las relaciones entre los dueños y los mineros habían empeose encerrado en la ciudad durante más de una o dos semanas antes de encontrarse de vuelta en el Denver & Rio Grande, rumbo a la región minera. No podía mantenerse al margen, si bien cada vez que iba pago ni comparar las dos ciudades, pero aun así fue incapaz de quedarte del Ayuntamiento, pagó bastantes de sus pérdidas en Ed's Arcade para mantener buenas relaciones con los socios de Ed Chase, el jefe de los bajos fondos, se pasó días enteros sin pensar mucho en Chicarodeaban por Tortoni’s en Arapahoe y en la cantina Gahan’s, enfrenlle Diecisiete, entabló amistad con los periodistas de sucesos que me

A esas alturas había sido lentamente expulsado de la mitad del es____________________tíbulo en The Row, a la enseñanza o a alguna otra oficina o tienda de la ciudad donde al quitarse los zapatos una persona tuviera al menos una posibilidad razonable de encontrarlos de nuevo.radas, de vuelta a la sencillez reconfortante del matrimonio, a un proscina duraban una media de un mes antes de salir corriendo, exasperos, potenciales dinamiteros, pistoleros a sueldo y demás; las chicas que contrataba para que le ayudaran a pasar a máquina y a atender la ofiquistas profesionales y aficionados, organizadores sindicales, dinamitepacio de su oficina por una acumulación de expedientes sobre anar

Si a Lew ya le costaba Dios y ayuda encontrar fundas para los ca____________________tos de la red ferroviaria, a dondequiera que llegara.ferencia que ahora suponían los ferrocarriles: éstos cruzaban todas las fronteras redefiniendo la nación y dándole la forma y el tamaño exactivos estratégicos a largo plazo, otra vez la guerra civil pero con la diros en una emboscada…, sino que era una guerra en toda regla entre dos ejércitos a gran escala, cada uno con su cadena de mando y objezas inconexas, una explosión de dinamita aquí y otra allá, unos dispabos bandos estaban organizados, y que no se trataba sólo de escaramusos individuales, difícilmente iba a dar un paso atrás para buscar una visión de conjunto, pero lo que sí empezaba a discernir era que am

Ya lo había intuido en fecha tan temprana como la huelga de Pull____________________gada, entre trenes, con la oreja pegada a los raíles, intentando percibir estremecimientos, aceleraciones, como un angustiado futuro padre con la oreja pegada al abdomen de su amada esposa. Desde entonces, la geografía americana se había vuelto peculiar; y qué se suponía que hacía él aquí, en lles de la periferia, tumbado junto a las vías a altas horas de la madrusaba, respondiendo a una orden invisible. Llegó a encontrarse en las catinente. En los momentos más desquiciados, Lew creía que la tela de araña de acero era un organismo vivo que crecía a cada hora que paterconexiones veinte o treinta líneas ferroviarias hacia el resto del conlles de una ciudad que, al fin y al cabo, irradiaba mediante diversas inman en Chicago, cuando las tropas federales salieron a patrullar las caColorado, entre las fuerzas invisibles, sin saber la mi_tad del tiempo quién le contrataba o quién planeaba eliminarle…

Casi cada día laboral, en las cantinas, restaurantes y estancos del vecindario, se tropezaba e incluso entablaba conversación con gente, tanto del Sindicato como de las Asociaciones de Propietarios, que has____________________nos que jugaban a ambas cartas, leales tan sólo a la moneda de Estados Unidos?neaban más atentados? ¿Secuaces de los propietarios infiltrados en la Federación de Mineros del Oeste para traicionar a sus hermanos? ¿Eran algunos, que Dios le ayudase, ambas cosas: avariciosos mezquila con los dientes, porque empezaba a sentirse asqueado, pero no por tragarse la saliva rebosante de tabaco, sino por la posibilidad de que alguien estuviera tomándole por imbécil. ¿Quiénes eran estos pájaros? ¿Dinamiteros que fingían trabajar para los propietarios mientras plateros anarquistas, pero ahí estaban, al mismo tiempo, en la nómina de la patronal. «Qué raro», murmuró Lew, dando una vigorosa calada a un puro y haciendo trizas la punta que tenía en la boca, machacándodades en estados remotos por delitos contra los propietarios, y no siempre delitos menores…; eran forajidos sindicales, incluso dinamita entonces no habían sido más que nombres en los expedientes que le enviaban. Sin embargo, lo que más le extrañó fue que los nombres de los matones a sueldo de los propietarios también aparecían entre sus archivos sobre los mineros. Algunos eran buscados por las autori

– Esto es lo que debe hacer -le sugirió Tansy Wagwheel, a quien al cabo de apenas unas semanas este trabajo llevaría a recorrer chillan__go cerca, lado la calle Quince y a caer en brazos del sistema escolar público del condado de Denver-. Está en este maravilloso libro que siempre ten Guía del cristiano moderno ante las perplejidades morales. Aquí, en la página ochenta y seis, tiene la respuesta. ¿Lleva pluma? Bien, pues apunte: «Dinamítalos a todos, y que Jesús les ajuste las cuentas».

– Ah…

– Sí, ya lo sé… -La expresión soñadora de su rostro no podía de_berse a Lew.

– ¿Dice algo de las carreras de caballos? -preguntó Lew al cabo de un rato.

– Señor Basnight, es usted muy gracioso.


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La siguiente vez que Lew subió a las altitudes sitiadas de las mon____________________chada, sin abrigo ni sombrero, descalzos, a los que soldados a caballo conducían en manada hacia alguna frontera. O al menos eso dijo el Capitán. Lew se preguntaba qué debía hacer. Aquello estaba mal se mirase por donde se mirase, y las bombas tal vez ayudaran, pero ni por asomo lo resolverían.to a sus licencias de detective. Más de una vez se topó con grupos de mineros andrajosos, algunos con profundas magulladuras o la cara hindientes y las orillas de los arroyos. Había creído conseguir, a través de uno de sus contactos menos fiables en la Asociación de Propietarios de Minas, un salvoconducto, que llevaba en una cartera de cuero junbituales vigilantes rompehuelgas, había ahora unidades de caballería de la Guardia Nacional de Colorado, de uniforme, patrullando las pentañas de San Juan, se fijó durante el camino en que, además de los ha

No tardó en llegar el día en que se vio rodeado: las sombras fil__tro perdiera fuerza, llevara capuchas tradas a través de un álamo se encarnaron en un abrir y cerrar de ojos en una banda de jinetes nocturnos del Ku Klux Klan, y eso que era todavía pleno día. Al ver a estos vigilantes que lucían sus sábanas a la luz del sol, un atuendo que ahora exhibía todo tipo de defectos en su lavado, incluidos quemaduras de cigarrillos, lamparones de comida, borrones de orina y rastros de mierda, Lew sintió como si lo siniespuntiagudas o no.

– ¿Cómo vamos, colegas? -gritó amistosamente.

– No parece negro -comentó uno.

– Demasiado alto para ser minero -dijo otro.

– Y va armado. Me parece que lo he visto en un cartel por algún sitio.

– ¿Qué hacemos? ¿Le disparamos?, ¿le colgamos?

– Le clavamos la picha a un tocón y luego le prendemos fueeego -comentó uno acompañando impacientemente sus palabras con baba que le empapaba visiblemente la capucha.

– Estáis haciendo un buen trabajo de seguridad aquí -dijo sonrien_te Lew, conduciendo su caballo entre ellos tan tranquilamente como entre un rebaño de ovejas-, y me encargaré de hacérselo saber a Buck Wells la próxima vez que lo vea.

El nombre del gerente de la mina y comandante de caballería de Telluride tuvo un efecto mágico.

– ¡No te olvides de mi nombre! -aulló el baboso-. ¡Clovis Yutts!

– ¡Chisst! Clovis, cabeza de chorlito, se supone que no debes de_cirles tu nombre.

Qué coño estaba pasando ahí, Lew no podía ni imaginarlo. Sin__biera acabado. Fuera lo que fuese. Desde luego que parecía una guerra, y eso debía de ser lo que le retenía aquí, reflexionó, esa posibilidad. Algo así como querer descubrir de qué bando estaba sin todas esas dudas…tió la apremiante necesidad, nítida y abrumadora, de sentar su trasero en el tren, no parar hasta Denver y sólo regresar una vez que todo hu


* * *

De regreso en Denver otra vez, Lew volvió tarde a su habitación y supo ya en el vestíbulo que el día distaba de haber acabado, pues desde el montante de la puerta le llegó flotando el aroma de una hoja quemándose que despertó en él, como siempre, sentimientos contra_dictorios. Era Nate Privett, con uno de sus sempiternos puros Key West, que había venido desde Chicago en su gira de inspección anual; aunque le costaba creer que hubiera transcurrido ya un año desde su última visita.

Abajo, en la cantina anarquista, ya estaban divirtiéndose ruidosa____________________marse una cerveza y hacer un poco de vida social, y poco a poco se había ido sintiendo seducido en un sentido político y es posible que hasta romántico, pues había varias chiquitas anarquistas por allí a las que nada gustaba más que ver cómo eran esos ásperos tipos pinkertonianos. Hoy tendría que renunciar a eso por Nate, un cambio en el que salía claramente perdiendo.quirido la costumbre de pasarse por allí al final de la jornada para toteaban el suelo en extraños ritmos nada americanos. Lew había admente, más temprano de lo habitual. Como un vulgar coro de congregacionalistas, cantaban en tempos y claves tan diferentes que costaba reconocer la canción. Chicas cuyas audibles notas agudas delataban que eran unas simples aficionadas coqueteando y que hubieran preferido bailar a destrozar la canción como lo estaban haciendo. Botas que pa

Con gesto cansino, Lew hizo una mueca y abrió la puerta.

– Vaya, Nate, buenas noches. Espero no haberte hecho esperar.

– Siempre hay algún informe que repasar. Nunca se pierde el tiem_po, Lew, si se acuerda uno de llevar encima algo que leer.

– Veo que has encontrado el Valley Tan.

– He registrado la habitación, y era la única botella. ¿Cuándo te pa_saste al whisky mormón?

– Cuando empezaron a devolverme tus cheques del banco. Esa bo_tella parece haber bajado seis dedos o más desde la última vez que la vi.

– Un hombre desesperado buscará consuelo en cualquier cosa, Lew.

– ¿Cómo de desesperado, Nate?

– He estado leyendo tu último informe sobre el asunto del Kiesel__gendario Butch Cassidy y a su banda de Hole-in-the-Wall, aunque tú no mencionaste esos nombres explícitamente.guhr Kid. De hecho, lo he leído dos veces, y me recordó mucho al le

El día se le había hecho muy largo a Lew. Nate Privett era uno de esos agentes de despacho que sostenían la irracional creencia de que en algún lugar de los interminables montones de libros de cuentas re____________________siera el Cielo que nadie se viera en la necesidad de ensillar y salir a un mundo a media luz.tas se revelarían por sí solas como una deslumbrante visión, no quiclamados, itinerarios, cuadernos de operaciones y demás, las respues

– Es curioso -dijo Lew intentando que la irritación no se le no__vados semi-imaginarios; tal vez haya incluso más de un Kid solitario, tal vez se trate detara en la voz-, pero las situaciones que vivió Butch Cassidy se están volviendo bastante frecuentes por aquí últimamente (¿te importa acercarme esa botella?, gracias): delitos perversos cometidos por mal múltiples conspiraciones de dinamiteros, por no mencionar ese pequeño ejército de locos que siempre nos acompaña, incitando constantemente a cometer actos, o, si no a cometerlos, al menos a rei_vindicarlos, en el nombre del Kid…

– ¿Lew?

– Sinceramente, este caso es un lío, y cada día se vuelve más enre_vesado. Allí trabajo solo, y hay veces en que no me importaría que El Ojo Insomne, con todos sus recursos, se ocupara del asunto entero otra vez…

– Eh, eh, para el carro, Lew, así no es como va la cosa y, además, los clientes todavía están pagando, ¿sabes?, cada mes… y están satisfe_chos, te lo aseguro, no hay motivo para no seguir adelante, tal como hasta ahora…

Se interrumpió como si se hubiera dado cuenta de que había sido indiscreto.

– ¡Vaya! Así que se trata de eso -dijo fingiendo que se le acababa de ocurrir en ese momento-. Sois unos cabrones.

– Mira…, no hace falta…

– Todo este tiempo perdido por aquí, lejos, lejísimos de las luces de Michigan Avenue sin sospechar ni una vez…, vaya, así que nunca se tra_tó más que de una mierdosa cortina de humo cargado de opio…

– No estarás resentido, ¿verdad que no, Lew?

– Estoy sonriendo, ¿no me ves?

– Mira, en Chicago sólo valemos tanto como nuestra credibilidad, que es lo que el Agente Regional al Mando, Lew Basnight, nos ha es_tado dando, con el respeto que te has ganado en la profesión…

– Que enculen a tu madre, Nate. O a ti, ya puestos. Sin rencores.

– A ver, Lew…

– Buena suerte, Nate.

La noche siguiente, en el Walker's, de la calle Arapahoe, mientras in____________________ces el punto en que nadie tenia una oportunidad frente altavos, encajado entre otros cinco bebedores rápidos, que eran todos los que podía acoger aquel local de bolsillo, comprendió en un sentido casi religioso que eso tendría que haber sucedido hacía años, que él o lo que fuera que estaba viviendo su vida se había tomado un tiempo excesivo, que podría haber trabajado para el bando correcto desde hacía mucho; ahora tal vez fuera ya demasiado tarde, tal vez hubiera superado con crehalaba, uno tras otro, chupitos de bourbon de un dólar veinticinco cen juggernaut que se había abatido sobre el país y lo había confiscado por la cara.

Más tarde regresó a la cantina de los anarquistas, y allí, casi como había esperado, estaba aquel cliente clavándole una de esas miradas que indican que se tiene un asunto pendiente con alguien. Probablemen__mido en un estado de ánimo experimental, decidió comportarse como si lo fuera.te no era el Kieselguhr Kid, pero Lew, que a esas alturas se sentía su

– ¡Te invito a una cerveza!

– Sólo si has recuperado ya la sensatez.

– Pongamos que sí.

– Pues entonces muy pronto se enterarán todos, y para ti la vida será, como la de todos los anarquistas, una huida perpetua, Hermano Basnight.

– ¿Te importa que te haga una pregunta? No es que lo tenga muy claro todavía, pero debes de haber prendido un par de cartuchos de dinamita con, digamos, ciertas intenciones concretas. ¿Te arrepientes de ello?

– Sólo si hubieran caído vidas inocentes. Pero nunca ha pasado; al menos, no a mí.

– Pero «si ningún burgués es inocente», como creen muchos anar_quistas…

– Ya veo que no sales del tópico. Bueno. Es posible que no reco__ne ser cuidadoso.nozca un burgués aunque tropiece con él y me muerda, porque no había muchos donde he estado, allí sólo vivían lo que consideraríamos campesinado y proletariado. Por eso, con el trabajo que hago, convie

– Tu trabajo. -Lew escribió una larga nota en el puño de su ca_misa, luego levantó la vista candorosamente-. ¿Y qué pasa conmigo? ¿Conmigo o con cualquier otro como yo que resultara herido?

– ¿Te consideras inocente? Mierda, tío, si trabajas para ellos…, me habrías matado si hubieras tenido la ocasión.

– Te habría entregado.

– Tal vez, pero no con vida.

– Me confundes con Pat Garrett, Wyatt Earp, los tipos duros de la frontera a los que no les importaba ni probablemente sabían de qué lado estaban. Aun sin contar con ese lujo, no habría tenido más in_tención de liquidarte entonces que ahora, cuando sé a qué atenerme.

– Me tranquiliza. Ten, estás seco. Herman, ponle otra a esta aullan_te amenaza Roja para la sociedad.

Poco a poco, el local se fue llenando y se convirtió en una espe__vaneciendo en aquel movimiento, y Lew lo perdió de vista durante un tiempo.cie de sala de baile country; el Kid, o quienquiera que fuese, se fue des

De vuelta en Chicago, Nate, en su patria de papel otra vez, em__cibir de Lew a partir de entonces, bien podría haber matones a sueldo con cortaalambres en cada poste de telégrafos a lo largo de los casi dos mil kilómetros que los separaban.pezó a gastar dinero de la Agencia enviando un telegrama tras otro. Imaginaba que nada había cambiado, que la oficina regional seguía al cargo, que todo estaba tranquilo. Pero, por la información que iba a re

Fue en esa época cuando comenzó lo que Lew acabó consideran____________________tro y nos nunca se tragarían ese cuento); manipulaba pentrita, por lo que podía recordar, bueno, a lo mejor algo un poco más experimental, pues últimamente frecuentaba a un científico loco muy respetado, el Doctor Oyswharf, posible fuente involuntaria del material para los atentados con bomba relacionados con el Kieselguhr Kid, del que se rumoreaba que trabajaba en diferentes mezclas de compuestos de nido su Hábito Vergonzoso. Se encontraba en el pequeño y agradable oasis del desierto de Los Fatzos, manejando explosivos la mayor parte del día, y debía de haber olvidado ponerse los guantes (aunque algupolimetilenos. Unas sustancias letalmente delicadas. La tarde dio paso a la hora de la cena y Lew debió de olvidar lavarse las manos por____________________pel pintado no presentaba un motivo repetido sino una única vista, al estilo «panorámico» francés, de una tierra ciertamente muy lejana, tal vez incluso de fuera de nuestro planeta tal como lo concebimos, en la que seres que parecían, aunque no del todo convincentemente, humanos hacían su vida -turales, que no estaban allí cuando había llegado. En concreto, el paque, casi sin darse cuenta, empezó a percibir el restaurante del hotel en una amplia gama de colores, por no mencionar de referencias culen movimiento, entiéndanlo- por una ciudad nocturna imponente, llena de torres, cúpulas y delgadas pasarelas, todo ribeteado de una espeluznante iluminación que no siempre procedía del alumbrado municipal.

Al instante llegó la «comida» de Lew, que inmediatamente atrajo su atención: cuanto más los miraba, menos parecían apuntar los detalles de su «bistec» a los orígenes animales que un hombre esperaría razona____________________mónicamente complejos coros con voces mínimas y aceleradas, cuyas palabras resonaban con luminosidades de sentido cada vez más policristalinas:cientes de que los estaban mirando, cantaban en diminutos aunque arte visibles que, mientras se agitaban bulliciosos y, según parecía, inconslografía, y cada corte que hacía con el cuchillo revelaba nuevas vistas, entre las intrincadas disposiciones de ejes y poliedros, de las afanosas actividades de una raza de habitantes minúsculos aunque perfectamenblemente; más bien apuntaban a los reinos más alejados de la crista


Somos los Castores del Cerebro,

no nos rascamos la barriga,

aunque a menudo se diga

que sólo trabajamos por dinero.

Mantén ese Bulldog en la funda de cuero,

y no nos vengas con pamemas

o te meterás en problemas

con los Castores del Cerebro…


Justamente, pensó Lew desconcertado, y… y ahora qué tal si…

– ¿Todo bien, señor B.? -Curly, el camarero, se había abalanzado sobre Lew con una mirada angustiada y, le pareció a él, ominosa. Era Curly, sin duda, pero en un sentido más profundo no lo era-. Está mi_rando de una manera muy rara la comida.

– Bueno, es que es rara -respondió Lew razonablemente, o eso creía, hasta que se dio cuenta de que todos los demás clientes inten_taban salir frenéticamente por la puerta del restaurante a la vez. ¿Era por algo que había dicho o hecho? Tal vez debería preguntar…

– ¡Está loco! -chilló una mujer-. ¡Emmett, no dejes que se me acerque!

Lew recuperó la conciencia en el calabozo, en compañía de un par de parroquianos habituales que hablaban indignadamente mien____________________ligro público, Lew volvió al laboratorio del Doctor, con una expresión, se diría, avergonzada.cil echó un vistazo dentro y consideró que ya no suponía ningún petras lanzaban miradas etílicas y críticas hacia Lew. En cuanto el algua

– Con respecto a eso…, me olvidé de cómo se llama…

– Normal. Se trata, más o menos, de ciclopropano más dinami_ta -dijo sonriendo el Doctor, casi traviesamente, le pareció a Lew-, no hay razón para no llamarlo «Ciclomita», ¿verdad que no? Sírvete, hoy hay muestras gratuitas, llévate cuantas quieras, es bastante estable, así que si lo quieres para explosiones, tendrás que utilizar detonadores, los número seis de Du Pont sirven perfectamente. Aunque es posible que tú quieras también un poco de plasticerador, dicen que ayuda con el… efecto total.

No llegó a añadir: «Y tampoco estropea mucho los dientes», pero Lew sintió de algún modo que estaba a punto, así que negó vigorosa_mente con la cabeza, recogió los artículos, murmuró las gracias y salió todo lo rápido que pudo.

– ¡Pero haz que te examinen el bombeador de vez en cuando! -le gritó el Doctor cuando salía.

– ¿Por qué? -preguntó Lew deteniéndose.

– Un matasanos tal vez sabría explicártelo, pero hay una extraña relación química entre estos explosivos de nitro y el corazón humano.

A partir de ese momento, cada vez que había una explosión de dinamita, incluso lejos del alcance de su oído, algo se desencadenaba a la par en la conciencia de Lew…, y al cabo de un tiempo esa sensa__to que se diría adictivo.ción se disparaba aunque la explosión todavía no hubiera ocurrido; y en cualquier sitio. No tardó en cogerle gusto a la Ciclomita, un gus

La primera explosión de dinamita que presenció Lew fue en una feria del condado en Kankakee. Había motociclistas temerarios que entre gruñidos daban vueltas sin parar, medio cegados por el humo de sus propios tubos de escape, dentro de un Muro de la Muerte. Había chicas con vestidos de carnaval a las cuales se podía ver con menos ropa por cinco centavos más, lo que llevaba a los pilluelos a mirar a hurta____________________tervenir. No se trataba sólo del ruido, claro que no, erasas siempre ocurrían lo bastante despacio como para dar tiempo a innal de algo, si no de su inocencia, sí al menos de su fe en que las copezaba a explotar una fracción de segundo antes de oír el estallido, tiempo suficiente para pensar que, tal vez, al final no pasaría nada, y entonces le alcanzó el frente de aquella onda de compresión. Fue el fipezaba un redoble que iba aumentando de volumen, los golpes se solapaban cada vez más rápido a medida que la mecha se consumía… Lew, en la tribuna, estaba lo bastante alejado para ver cómo la caja emda Lazarus Dinamita, donde un trabajador de aspecto corriente con mono y gorra se metía dentro de un ataúd de pino pintado de negro que, a continuación, un grupo procedía a rellenar solemnemente con un montón de dinamita al que sujetaban un trozo de mecha de color naranja intenso que no parecía muy larga. Después de clavar la tapa, el capataz blandía una cerilla integral, la encendía con dramatismo en el culo de sus pantalones y prendía la mecha, momento en el que todos salían corriendo como posesos. En alguna parte, un tamborilero emcolores desde las puntas de los dedos de los pies a las orejas cuando se agarraba a un generador que ponía en funcionamiento, girando una manivela, un afortunado niño del pueblo. Y estaba la atracción llamabroso Abuelo Galvánico, del que brotaban columnas eléctricas multidillas por encima de las vallas que las ocultaban. Estaba también el Asom la forma.

Se había cruzado con un par de médicos homeópatas y conocía la teoría de que se podía curar una afección con dosis muy pequeñas de alguna sustancia química específica que, si se tragaba en gran cantidad, produciría los mismos síntomas. Tal vez comer la Ciclomita le había ayudado a desarrollar una inmunidad contra las explosiones. O puede que fuera pura suerte. No se sabía, pero casualmente, en cuanto Lew planteó sus dudas a Nate Privett sobre el Kieselguhr Kid -de hecho, abandonó el caso fuera lo que fuese decidió probar con él mismo. Había dejado el caballo río arriba y estaba meando tranquilamente en un pequeño arroyo cuando el mundo se volvió del revés. Lew cono____________________do, pero entero. Sin embargo, cuando llegó el momento nera que la onda expansiva ya estaba fuera y se alejaba de uno, que quedaba a salvo dentro del vacío en el centro, tal vez un poco aturditro mismo de la explosión en el instante en que se producía, de macía la teoría del parque de atracciones, que consistía en lanzarse al cende hacerlo, sin más opción que zambullirse en las chispas de la mecha demasiado cor__cilado y eso, con seguridad, habría significado su fin.ta, en el radiante cuello de botella que llevaba a quién sabía qué, con la fe de que allí habría algo, no sólo el Cero y la negrura…, pues bien, en ese momento, si hubiera tenido tiempo para pensárselo, habría va

Cuando recobró la conciencia, el lugar ya no le parecía Colora____________________ble, hasta que vio que iban a apilar un montón de piedras encima de él y dejarlo allí, abandonado a las alimañas; fue esto lo que al final le forzó a dar un precipitado salto a su cadáver, que a esas alturas, como no le pasó por alto, resplandecía extrañamente.do mantenerse en ese estado no mental, sereno, cuanto le fuera posizándose por encima de la escena sin preocuparse por nada del mundo -significara lo que significase «el mundo» en ese momento-, intentanria del camino, sino más bien visitantes de algún otro lugar, un lugar muy lejano. A medida que empezó a recordar, supo que durante todo el incidente había permanecido despierto, fuera de su cuerpo, deslido, y las criaturas que lo atendían tampoco parecían la habitual esco

– Mira, Nigel, al menos respira, ¿no?

– Sinceramente, Neville, ¿cómo quieres que lo sepa?, ¿no tendría que ponerle alguien un espejo o algo así delante?

– ¡Espera! Llevo uno en mi equipo…

– ¡Vanidosa criatura!

Y de ese modo la primera visión que tuvo el Nuevo Lew del mun____________________cado con trenzas plateadas de una dama, o puede que fueran juncos en el agua; un espejo caro, sin duda, y que una respiración, según parecía, la suya, empañaba rítmicamente.bosantes de pelos, oscilando en un curioso espejo oval de viaje enmardo reconstituido fue la de sus propias aletas de la nariz perplejas y re

– Ten.

Uno de ellos había sacado una petaca. Lew no reconoció lo que había dentro, algún tipo de brandy, supuso, pero de todos modos dio un largo trago y pronto estuvo de pie. Los jóvenes incluso habían en__mente no podía asegurarse.contrado su caballo cerca de allí, ileso físicamente, aunque mental

– Gracias, chicos, me parece que seguiré camino.

– ¡Ni lo sueñes! -exclamó Neville.

– Quienquiera que fuera el que quiso reventarte allá atrás podría intentarlo de nuevo -dijo Nigel.

Entonces Lew los miró a ambos. A primera vista, sus salvadores no parecían suponer demasiada disuasión para un posible y renovado in____________________ginó. Desde que el famoso poeta había regresado a Inglaterra de su excursión a América, desbordando entusiasmo por el Oeste y por Leadville en particular, todo tipo de extravagantes aventureros habían aparecido por estas montañas.ciopelo hasta las rodillas, flequillo, cartucheras adornadas con lirios de las nieves y maravillas silvestres. La influencia de Oscar Wilde, imaterés explosivo hacia su persona. Sombreros tiroleses, calzones de ter

Pero, bien pensado, ¿tenía algún sitio adonde ir, ahora que había cruzado lo que se había revelado con tanta claridad como la terrible lí_nea divisoria americana, la que se extendía entre el cazador y la presa?


* * *

Al anochecer estaban entre viejas ruinas anasazis en algún punto al oeste del valle de Dolores.

– ¡Un Stonehenge de los pieles rojas!

– ¡Pero distinto!

Se sentaron formando un «triángulo místico», encendieron velas aromáticas y unos cigarrillos liados a mano de 'grifa' local, y uno de ellos sacó una extraña, aunque no demasiado extraña, baraja de naipes.

– ¿Qué son estas…, son mexicanas, no?

– En realidad, británicas. Bueno, la señorita Colman-Smith es an_tillana…

– Estas 'espadas' de aquí las reconozco, y éstas son 'copas', pero ¿qué es este tipo de aquí colgando boca abajo con la pierna doblada formando un cuatro?

– Es El Ahorcado, está claro… Oh, ¿de verdad que no has visto ja_más una baraja de Tarot?

– ¡El sueño de todo cartomante!

– ¡Genial!

Y hubo más exclamaciones por el estilo, además de un examen embarazosamente largo del rostro de Lew.

– Sí, bueno, pelo y ojos oscuros, esto es normalmente el Caballo de Espadas…

– Lo que tienes que hacer ahora, Lewis, como Consultante, si no te importa, es plantear a los naipes una pregunta concreta.

– Claro. ¿Cuántos chinos viven en Dakota del Sur?

– No, no…, algo sobre tu vida, algo que quieras saber. Algo per_sonal.

– Como: «¿Qué coño está pasando aquí?», ¿valdría ésa?

– Valdría. Preguntemos, anda.

Y, como era de esperar, la última carta boca arriba de la serie, la que aquellos pájaros repetían que más importaba, era otra vez aquel Ahorcado.

Cada pocos segundos, por encima de sus cabezas caían arcos de luz en todas direcciones. Era la lluvia de meteoros de las Perseidas, un suceso estacional, pero por un momento pareció que el firmamento entero se descosía. Por no mencionar a los fantasmas indios que no pa__pre se divertían los indios con los misterios del hombre blanco.raban de desfilar durante toda la noche, divirtiéndose tanto como siem

A la mañana siguiente, el trío cabalgó hacia el sur, con la intención de subir al tren en Nuevo México, pues Neville y Nigel volvían a su Inglaterra natal; y en menos de una semana se encontraron a bordo de una sucesión extrañamente lujosa de vagones club, salones desmesu____________________lar el tren.gar a cambio de todo ese lujoso servicio fue un rumor, tan ineludible como el hollín de la locomotora, sobre una misteriosa trama para vorados y restaurantes, incluso el furgón de los ferroviarios resultó ser más elegante que la suite media de un hotel de Chicago. El precio que pa

– Probablemente todos tendremos que bajar y caminar -comen_to el señor Gilmore, el revisor jefe.

– No es una situación muy cómoda, jefe -dijo Lew recuperando su antigua identidad, que cada vez más parecía haberse tomado unas prolongadas vacaciones, puede que incluso se hubiera ido de viaje al_rededor del mundo-, ¿Qué tenemos por aquí?: ¿rojos?, ¿italianos?, ¿una banda de dinamiteros?

El señor Gilmore sacó un pañuelo del tamaño de un paño grande de cocina para enjugarse la frente.

– De todo un poco, lo que quiera, y corre más de una historia. Lo único que comparten todas es que va a haber una explosión del copón. Más fuerte que si fuera dinamita. Una explosión que va a arrasar la mi_tad de Texas, puede que hasta de Nuevo México, en menos que canta un gallo.

Y así iban de estación en estación, esperando el terrible momen____________________nes relucientes carreteras y cabañas, vallas y cantinas en tre las lindes de la maleza, se los veía perfilados y amenazadores en las tormentas mañaneras, luego, al instante, distinguían bajo los chaparroto; torreones palaciegos de piedra tallada y acero trabajado surgían enlos cruces…, pasaban por las calles principales de los pueblos, atendidos al cruzarlas lentamente por jinetes con chubasqueros de viaje que galopaban a su lado durante kilómetros, niños pequeños bajaban y subían saltando cada vez que el tren reducía la velocidad en las cuestas o las curvas, humoristas envejecidos simulaban tumbarse en la vía para echar un sueñecito y se apartaban rodando y carcajeándose en el último mo____________________carnación de una obligación pasada que no le dejaba marcharse sino que seguía persiguiéndolo, insistente.tu que se cernía por encima de las cumbres más cercanas, como la ente, desplazándose por la llanura, mientras que para otros se trataban de luces en el cielo: «una segunda Luna, que no sabemos ni lo cerca que está ni lo peligrosa que es…». Lew había procurado no pensar en el Kieselguhr Kid ni en nadie que hubiera decidido llamarse así, porque a veces le daba la impresión de que estaba ahí fuera, como un espírimaño de un condado, una presencia que traía la noche en el horizontes atados cerca intercambiaban miradas de vez en cuando: todos ellos parecían estar al tanto de la historia, una historia que, sin embargo, cambiaba. A veces, lo que se interponía parecía ser un tornado del tamento, filas de vaqueros al lado de la vía permanecían inmóviles y miraban el rodar ocioso, sin manera de saber qué pensaban, reflejos de nubes en el cielo pasaban suavemente ante sus ojos, caballos pacien

Lew, perplejo, se sentaba, miraba y básicamente se dedicaba a fu_mar puros y, a escondidas, a mordisquear su menguante provisión de Ciclomita, intentando dar un sentido a las alteraciones que sucedían dentro de su cerebro, con los ojos brillándole con una ingenuidad emocional desacostumbrada en él.

Llegaron a Galveston sin incidentes pero con aquello, fuera lo que fuese, cerniéndose por encima, esperando a abatirse sobre ellos. Neville y Nigel reservaron pasajes transatlánticos en un carguero de aspecto tur_bio cuya bandera no supo reconocer ninguno de los dos y se pasaron el resto del día intentando comunicarse con un caballero chino que, no se sabe por qué, creían que era un comerciante al por menor de opiáceos.

– ¡Cielos, Nigel, casi nos olvidábamos! Los demás se van a sentir espantosamente decepcionados si no les llevamos algunos souvenirs del Salvaje Oeste, una cabellera de verdad o algo por el estilo.

– A mí no me miréis -dijo Lew.

– Ya, ¡pero tú serías perfecto! -exclamó Neville.

– ¿Para qué?

– Te llevaremos a ti a Inglaterra -dijo Nigel-, Eso haremos.

– No tengo billete.

– Da igual, te esconderemos y harás el viaje como polizón.

– ¿No necesito pasaporte?

– No para Inglaterra. Pero no te olvides de tu 'sombrero' de cowboy. Es auténtico, ¿no?

Lew los miró de cerca. Los jóvenes tenían los ojos enrojecidos, las pupilas eran diminutas cabezas de alfiler que apenas se distinguían, y se reían tanto que tenías que pedirles que te repitieran las cosas más de una vez.

Se pasó las dos semanas siguientes en la bodega de un carguero, dentro de un baúl de viaje con dos o tres discretos orificios a modo de respiradero. De vez en cuando, uno de los Enes se acercaba hasta allí con comida robada de las cubiertas del rancho, aunque Lew no tenía mucho apetito.

– Esta bañera se balancea un poco -acertó a decir cuando dejó de vomitar el tiempo justo para hablar.

– Dicen que hay una especie de espantosa tormenta que sopla des_de el sur -dijo Nigel.

Sólo cuando llegaron a Inglaterra se enteraron del desastroso hu__tos de más de doscientos kilómetros por hora, la ciudad sumergida, seis mil muertos.racán que había asolado Galveston el día siguiente de su partida: vien

– Salimos justo a tiempo -dijo Nigel.

– Sí, qué espantosa buena suerte.

– Oh, vaya, fíjate en Lewis, se ha puesto neurasténico. -Eh, Lewis, ¿qué pasa?

– Seis mil personas -dijo Lew-, para empezar.

– En India pasa cada dos por tres -dijo Nigel-. Así es el mundo, después de todo.

– Sí, Lewis, ¿pero dónde vivías antes de aquella espantosa bomba que te trajo hasta nosotros?


Al final, Webb Traverse había llegado a jefe de turno en la mina de Little Hellkite. Veikko y sus compadres nórdicos le montaron una fiesta para celebrarlo, lo cual, como siempre, le recordó que no todo el mundo puede pasarse la noche entera bebiendo licor de patata. Afor____________________dos cuando cayó sano y salvo en la nieve sin romperse ningún hueso ni desencadenar una avalancha.sado a cualquiera en sus cabales, y todos los presentes respiraron aliviatunadamente, la nieve andaba todavía un poco lejos, si no se habría repetido lo del invierno anterior, cuando dejó que unos finlandeses le convencieran para que se calzara un par de esquís pasado Smuggler, junto a la gigantesca acumulación de nieve «preavalancha» conocida como el Gran Elefante, y luego se cagó de miedo, como le habría pa

Parecía que esos días se llevaba bien con todos, salvo con las dos mujeres de su familia, las que debían de haberle importado más, como si, con los varones viviendo ya sus propias vidas, su casa estuviera tam____________________lletes de Estados Unidos.chó y ya no volvió. El esperó un día y una noche y, finalmente, recién acabado el tercer turno, ella surgió de la oscuridad con un fajo de bimaba la nariz por la puerta, las cosas se agriaban. Un día, Lake se marbién ahí fuera, como si las posibilidades de tropezarse otra vez con ellos fueran mayores en el exterior que dentro de su hogar. En cuanto aso

– ¿Dónde has estado, señorita? ¿De dónde has sacado eso?

– Me he acercado a Silverton. Apostando en una pelea.

– ¿Y con qué has apostado?

– Con lo que he ahorrado haciendo coladas.

– ¿Y quién dices que peleaba?

– El fogonero Jim Flynn.

– ¿Con quién?

– ¿Andy Malloy?

– Anda, ahórramelo, hija. Escucha, Andy no tiene ni idea de pelear, no más que su hermano Pat. Un combate entre el Fogonero y él se_ría tan desigual que a nadie se le ocurriría, ¿por qué no pruebas con otro cuento?

– ¿O a lo mejor era el mexicano Pete Everett?

– ¿Con quién has estado?

– Con Rica Treemorn.

– Las Chicas Floradora. ¿Su familia sabe algo de esto?

Lake se encogió de hombros.

– Piensa lo que quieras.

Lo dijo con la cabeza gacha, la mirada apartada, como sumida en una pena incomunicable que no se correspondía en absoluto con el semblante alegre que había mosqueado a su padre desde el principio.

– Hija de la tormenta -dijo casi en un susurro en medio del rui_do general. Una expresión desesperada apareció en su rostro. Como poseído por algo que ella había sabido y temido desde antes de que las cosas tuvieran nombre.

– Papá, ¿qué coño significa eso? -Ella quiso fingir más seguridad en sí misma, pero se estaba asustando al verlo transformarse en otra per_sona ante sus propios ojos…

– Veamos cuánto tiempo puedes aguantar sola por ahí fuera. Hija de la tormenta. Bien, pues que la maldita tormenta te proteja.

¿De qué estaba hablando? El no se lo explicó, aunque tampoco es que fuera algo tan misterioso. No hacía mucho, durante una de las tem____________________terpretó como que estaba a punto de alcanzarle un rayo.co, tras reflejarse en su pequeña cara como impulsada por el viento, aunque el aire dentro de la pequeña cabaña estaba en calma. Bajo el negro cielo apocalíptico. El había sentido algo en la columna que intían a ráfagas como un viento invernal…, el joven rostro de su hija tan nítido para él, el modo en que la luz feroz volvía su cabello casi blante típica de la región, con rayos que no paraban de caer, que se abaporadas que habían pasado en Leadville, bajo una tormenta del nor

Sólo cuando ya era tarde comprendió que se trataba de miedo. Miedo de este joven espíritu femenino que hasta ayer mismo volvía serpenteando y con la cara sucia a sus brazos.

– ¿Te has vuelto loco, papá?

– No regento un refugio para putas.

Lo dijo a voz en cuello, casi estremeciéndose de placer, sabedor de que no podía hacer nada para impedirlo.

Y esperó con ganas la previsible respuesta.

– ¿Un refugio? Pero ¿a quién has dado refugio en tu vida? Si no sabes ni dar refugio a tu familia, ni a ti mismo, penoso hijo de puta.

– ¡Oh! Muy bien, hasta aquí hemos llegado… -Y alzó la mano y la cerró en un puño.

May acababa de encender su pipa; tuvo que dejarla a un lado y le_vantar una vez más sus cansados huesos hasta la rampa que la llevaría a la arena del rodeo.

– Webb, por favor, espera. Lake, acércate un momento…, Webb, ¿es que no ves que no ha hecho nada malo?

– Se pasa una semana en Silverton, vuelve con el alquiler de un año…, pero ¿de qué carro de abono te crees que me he caído, mujer? Parece que tenemos a una maldita furcia de Blair Street.

Entonces sí fue a por ella, y Mayva tuvo que coger una pala…, pero al final, por diferentes motivos, los dos acabaron gritándole a Lake que se marchara de casa. Y en ese momento, a la mierda, ya no hacía falta que se lo dijeran.

Soy muy mala, se repetía una y otra vez, aunque no se lo creyó has____________________ta cantinas y veinte garitos sólo en Blair Street. Bebiendo, jugando, follando veinticuatro horas al día. ¿La Abrogación?, ¿qué Abrogación? Fumando opio con el chino que se encargaba de la colada de las chicas. Usada por visitantes extranjeros procedentes de muy lejos, del otro lado del mar, con gustos peligrosos, así como por compatriotas americanos corruptores milia. Apenas una pequeña retícula de calles en una llanura verde bajo los picos montañosos, pero, a efectos de la perversidad, era una de las grandes metrópolis de la tierra caída… Jesús bendito. Sesenta o setencontrar su verdadero yo, como si volviera a casa con su verdadera fata que estuvo de nuevo en Silverton, donde una chica mala podía ende menores, mutiladores de esposas, asesinos, republica____________________cido. La cosa siguió así hasta que el invierno empezó a dejarse sentir y la perspectiva de la nieve cubriendo hasta los aleros del tejado llevó a todas las damas de vida peligrosa a preparar los reajustes estacionales.da con quien subía con ellas a las habitaciones. Pero de algún modo se salvaban todas las noches, se deslizaban por ellas como si contaran con protección sobrenatural. Aprendieron a no mirarse, porque siempre les entraba la risa y algunos clientes se ponían violentos. A veces se despertaban en la pequeña cárcel y escuchaban el sermón habitual que les soltaba la esposa del sheriff con el entrecejo imborrablemente frunnos…, difícil de decir cuál de las dos, si Rica o Lake, era más descuida

Lake volvió una vez a la cabaña a recoger algunas de sus cosas. La casa estaba tan vacía que había eco. Webb estaba en la mina; Mayva, en sus quehaceres, fuera. Hacía mucho que se habían marchado todos sus hermanos, y al que más echaba de menos era a Kit, porque eran los dos pequeños y habían compartido una especie de testarudez, el anhelo por un destino desconocido, o puede que no fuera más que una terca aversión a conformarse con la vida cotidiana de los demás.

Imaginó que se llevaba un cartucho de dinamita y que un día es____________________va descendente, dejando tras de sí una estela de chispas, se alejaba de la luz del sol y entraba en un pozo de sombras, y entonces el viejo hijoputa quedaba aniquilado en una flor de polvo, piedras y llamas, con un sostenido grito de condenación.ñosa, y él, minúsculo, vulnerable, muy abajo. Colocaba el detonador, encendía la mecha y lanzaba el cartucho, que describía una larga curperaba a Webb en algún camino. Lo dejaba caer encima de él, mientras ella estaba a salvo arriba, acurrucada en un nicho de la pared monta


* * *

Mayva supo que ella había estado allí. Tal vez su perfume com__nos a uno de sus hijos.prado, tal vez algo cambiado de sitio, tal vez sencillamente lo supo, sin más. Lo que tenía claro es que debía hacer lo posible por salvar al me

– Webb, tengo que ir con ella. Aunque sólo sea un tiempo.

– Déjala que se vaya.

– ¿Cómo voy a dejarla ahí, con todo eso?

– Tiene casi veinte años, ya puede cuidarse muy bien sola.

– Por favor, aquí estamos en guerra, lo único que podemos hacer es protegernos.

– No te necesita, May.

– Es a ti al que no necesita.

Se miraron, desconcertados.

– Claro, entonces adelante, vete tú también. Y eso hará la jodida mano de póquer entera. Yo tiraré por mi cuenta, no es que no sepa, mira tú. Por mí, esa zorra y tú podéis pasároslo en grande por ahí.

– Webb.

– ¿No te ibas? Pues vete.

– Será sólo el tiempo que…

– Si decides volver, no envíes ningún telegrama, yo todavía tengo que dejarme ver por aquí, así que dame una sorpresa. O casi mejor que no.

Los bocartes golpeaban en algún punto de la lejanía. Una recua de muías se alejaba rebuznando por la ladera de la colina. La Guardia Nacional, situada más arriba, en el paso, disparaba su cañón para man_tener a los nativos a raya. Webb estaba allí, en medio de la habitación, las arrugas de su cara grabadas como en piedra, una mancha de luz le rozaba el pie, tan inmóvil…

– Tan inmóvil -recordaría Mayva más adelante- que no era él en absoluto, lo digo de verdad, era algo que había querido ser, y a partir de entonces ya no sería otra cosa, nunca más, debería haberme dado cuenta entonces, hija mía, debería…

– No podías hacer nada. -Lake le apretó el hombro-. Ya no po_día evitarse.

– No. Tú, yo y él podríamos haber vuelto a estar juntos, Lake, de__ber encontrado una parcela de tierra…jar la ciudad, irnos a algún sitio donde no fuera esa gente, donde ni siquiera lo conocieran, lejos de estas malditas montañas, podríamos ha

– Y aun así él habría encontrado el modo de fastidiarlo. -Lake te_nía la cara hinchada, como si acabara de despertarse de un sueño que no le podía contar a nadie, y parecía más mayor de lo que su madre estaba acostumbrada a verla. Más vacía.

– Sé que dices que no le echas de menos. Que Dios te ayude. ¿Cómo puedes vivir así, sin perdonar?

– Nunca le importamos mucho, mamá. Tenía su maldito y todo_poderoso Sindicato, era eso lo que amaba, si es que amaba algo.


* * *

Si se trataba de amor, no llegaba a ser correspondido. Careciendo ya de una familia respetable detrás de la que ocultarse, Webb buscó el calor de la Rama Local 63, que, al ver la vehemencia de su deseo, de__pedo, como si ganarse el jornal bajo tierra le librara de cierto interés mostrado por las autoridades hacia su persona.cidió poner cierta distancia entre él y el Sindicato, y le sugirió que se fuera a Uncompahgre por un tiempo, a la mina de Torpedo. Que es donde conoció a Deuce Kindred, quien, tras haber abandonado Grand Junction con cierta precipitación, acababa de ser contratado en Tor

Deuce había sido uno de esos Jóvenes Enfermizos que temían más al destino que con toda seguridad aguardaba a los débiles en este país que al esfuerzo físico que les requeriría hacerse hombres y eludirlo. Por más que se hubiera instruido por su cuenta en la Vida Intensa, había absorbido los suficientes insultos en su juventud como para una ine_vitable y posterior reemisión en una frecuencia psíquica distinta, cual rencor fluorescente. Solía tomárselo como la necesidad de superar cualquier reto que se le planteara, independientemente de su escala: de cor_tar la baraja a trabajar una fachada de piedra.

– Prefiero trabajar a destajo -murmuró Deuce.

– Aquí no hay contratos así -dijo Webb, que estaba picando al lado-. No desde la huelga de 1901, y tuvieron que morir algunos bue_nos compañeros para conseguirlo.

– No es nada personal. Sólo que a mí me parece que eso es el ver_dadero trabajo.

Los interrumpió la llegada de una figura sepulcral vestida con un traje de arpillera de tres dólares. Deuce miró a Webb.

– ¿Qué pasa? -preguntó Webb.

– No lo sé. Me mira raro, y todo el mundo dice que hay que an_darse con cuidado con él.

– ¿Él? Si es el bueno de Avery.

– Dicen que es un espía de la empresa.

– Es otra manera de llamar aquí al Inspector. No te preocupes de____________________jado en Butte?se a un pozo… Pero tú eso ya lo conoces, ¿no decías que habías trabamasiado, todos esos chicos están nerviosos, siempre a un paso de caer

– Yo no. -Una mirada cansina-. ¿Quién te lo ha dicho?

– Bueno, ya sabes, eres nuevo, corren todo tipo de rumores.

Webb apoyó una mano tranquilizadora sobre el hombro del chi_co, sin percibir, o prefiriendo pasar por alto, el estremecimiento de Deuce. Tras haber logrado enajenarse de toda su familia de un modo u otro, Webb se unía a aquellos que, con similar error de juicio, se dejaban seducir por Deuce Kindred, lo cual tendría dolorosas conse_cuencias.

Dos o tres noches más tarde, se tropezó con el joven Kindred en el Beaver Saloon, jugando a póquer en una mesa atestada de caballe__co se tomara un descanso y dejara pasar un par de manos.ros famosos por su carencia de principios. Webb esperó a que el chi

– ¿Cómo te va la noche?

– Igualado.

– La noche es joven. No serás el pardillo al que van a desplumar en la mesa ¿verdad?

– No lo soy. Es aquel tipo pequeño de allí, el de las gafas.

– ¿El Coronel? Buen Dios, hijo, si se ha tomado unas vacaciones de Denver porque ya no le dejan jugar allí.

– No me había fijado en las muchas fichas que tiene delante.

– Se las está llevando a escondidas. Fíjate en el puro, va a soltar una gran nube de humo y… ahí, ¿lo ves?

– Vaya, quién lo diría.

– Tu dinero, ni más ni menos.

– Gracias, señor Traverse.

– Llámame Webb.


* * *

– ¿Lo ha hecho antes, señor Kindred?

– ¿El qué? ¿Convencerlos para que se comporten según los intere_ses del cliente?

– Digamos que esta vez quieren que vaya un poco más lejos.

– ¿Lo han dicho así?

– Han dicho: imagina que fuera un animal, un perro o una muía, que no para de morder o cocear todo el tiempo, ¿qué haces?

– Yo le pasaría la criatura a alguien que no diferenciara entre una mala bestia y un cachorrillo.

– Aquí todos saben cuál es la diferencia -dijo el representante de la empresa, con calma pero también con cierta impaciencia.

– No tiene intención de…, de decirme claramente lo que quiere de mí, ¿es eso?

– Tal vez nos interese comprobar cuánto puede adivinar por su cuenta, señor Kindred.

– Ya, lo que llaman «iniciativa». En ese caso tendría que haber tam_bién alguna Tarifa de Iniciativa.

– Vaya. ¿Y que ascendería aproximadamente a…?

Resultó que Deuce estaba más informado de lo que esperaba el re_presentante acerca de cuánto estaba dispuesta a soltar la empresa.

– Claro que si usted no tiene potestad para decidir los gastos, po_demos cambiar el método: lo subo al tren y lo dejo en las montañas, en el paso de Dallas Divide, pongamos el coste del billete a Montrose más mi porcentaje; o, por un poco más, lo echo del estado y no lo vuelven a ver. Se ahorra un poco de dinero, y tal vez problemas posteriores…

– Si se hace bien, no hay problemas.

A Deuce le gustó la respuesta.

– Le escucho.

– Nervio e iniciativa, señor Kindred, son cosas distintas.

Llegaron a un acuerdo sobre la suma.


* * *

El secuaz de Deuce, Sloat Fresno, era el doble de corpulento que él y se creía el jefe de la pareja. No era la primera vez que servían a la Asociación de Propietarios. Seguridad de minas, por así decirlo. Se habían ganado reputación de serios, de no hablar con desconocidos. En las cantinas, cuando había pelea, luchaban espalda con espalda, cada uno pensando que protegía al otro, lo que hacía muy difícil ir a por ellos.

Se conocieron durante los primeros disturbios de Cripple Creek, alrededor de 1895. Sloat había emprendido una carrera como forajido tras practicar hasta el exceso, y de forma flagrante, lo que por enton____________________zas anarquistas sin romper.viarlos en tren a las pobladas cercanías donde todavía quedaban cabesión para reintegrarse en las fuerzas de la ley y el orden. Debió de salirle bien, porque a partir de entonces Deuce y él fueron considerados lo bastante fiables para darles trabajo continuado e incluso, a veces, encedores retratos pegados en las salas de espera desde Fort Bliss a Coeur d'Alêne. La huelga de Cripple debió de parecerle una disparatada ocabraba los bonos, desertaba, se presentaba en otro cuartel, se alistaba, cobraba los bonos y desertaba de nuevo, y así sucesivamente, por todo el Oeste ocupado, hasta que se acabó convirtiendo para los militares en un incordio comparable al mismísimo Gerónimo, con poco favoreces se conocía como «echarle morro»: se alistaba en el ejército, co

«Mantente pegado a mi espalda, amiguito, vigila bien ahí detrás, porque si me alcanzan, ¿qué será de ti?» era el tipo de comentarios que Deuce había aprendido a pasar por alto, aunque a veces le costa____________________te, le había cogido gusto y, con el tiempo, respeto al dominio mental, y se le conocía por intimidar a pandillas enteras sin sacarse las manos de los bolsillos… Algunos lo llamaban hipnotismo, pero daba igual, la gente decía que hasta que no veías esos dos ojos de serpiente brillar a la sombra del ala de su sombrero, concentrados exclusivamente en ti, vaya, es que todavía no habías conocido a un auténtico mal bicho.modo con los sentimientos apasionados que crecían en él mientras hacía daño (aunque no necesariamente causaba dolor, porque, coño, cada día normal y corriente ya es doloroso, ¿no?); Deuce, por su parpavientos antes de que te des cuenta». Sloat se sentía francamente cóba. Sobre todo en el caso de Webb Traverse: «Tú te encargas de los viejos, deja la carne joven para el Gran S., los habrá aplastado sin as

Pero la diferencia entre Deuce y el pistolero corriente radicaba en que él siempre se implicaba emocionalmente. Si no al principio, an__que de mero mercenario, y temía el día en que tuviera que salir ahí fuera sólo con sangre fría, sin nada más que le estimulara.tes del final de la misión siempre encontraba algo que le parecía o bien despreciable o bien deseable para impulsarle a acabarla. Envidiaba a los pistoleros más profesionales de la época, incluso a Sloat con su enfo

Deuce acabó imaginando que participaba en una «misión» al ser____________________jaba caer sibilinamente el tema de las actividades sindicales para ver qué podía sonsacar, mientras fingía mostrarse abierto ciso en que el impostor considera que ha acabado su trabajo, o en que el engañado ya no se preocupa por la solidez de su amistad, Deuce devicio de los propietarios, como una especie de «detective» encubierto que no quitaba ojo a los agitadores, incluido Webb Traverse. Webb, de manera semiinconsciente, pensaba que había encontrado en él a un hijo sustituto, y Deuce no hizo nada para convencerle de lo contrario. Sabedor de que en estas situaciones raramente se da un momento preinterpretando el pa_pel de jovencito comprensivo, algo que creía saber hacer muy bien a esas alturas.

Webb se había acostumbrado a pasarse por la pensión de Torpedo a eso de las cuatro de la madrugada, cuando salía el turno de noche, y ambos hablaban hasta muy tarde, bajo la luz de luna artificial y dura de las lámparas eléctricas encendidas por los caminos y las cañerías, o que salía de las ventanas de las residencias, entre el ir y venir de los trabajadores del tercer turno. Las sombras eran más oscuras de lo que deberían. Los dos se sentaban y bebían un licor rojo como si fuera medicina para la tristeza. Estúpido. Pensando que veía un matiz me_lancólico en el rostro de Deuce, aunque puede que no fuera más que el cansancio al acabar el turno, Webb dijo:

– Es una pena que mi hija volara del nido. Os podía haber pre_sentado.

No, no podía. ¿En qué estaba pensando? Se había marchado. La zorra se había marchado…

– Gracias. La vida de soltero tampoco es tan mala… -Deuce fue bajando la voz, como si no quisiera hablar de eso.

– Es una bendición a medias, hijo. Disfrútala mientras puedas.

Cuando Deuce se convenció de que estaba en presencia de un anarquista de verdad, un dinamitero feliz, se preguntó si debería ha_ber pedido más dinero. Buscó al representante de la empresa.

– Díganos una hora y un sitio concretos, ah, y a propósito…

– ¿Es que has perdido la cabeza? No te conozco, nunca hemos ha_blado, aléjate de mí antes de que nos vean.

Deuce se encogió de hombros. En cualquier caso, merecía la pena intentarlo.


* * *

El inspector de la empresa dijo:

– Has estado robando, Webb.

– ¿Quién no sale de aquí con piedras en la fiambrera?

– Tal vez eso pase en Telluride, pero no en esta mina.

Webb miró la «prueba» y dijo:

– Sabe muy bien que me lo pusieron dentro. Alguno de sus soplo_nes de por aquí. Puede que usted mismo, jefe…

– Cuidado con lo que dices.

– … todavía no conozco ni a un mierdoso inspector que no se haya llevado una pepita cuando ha creído que podía hacerlo -dijo enseñan_do los dientes, casi sonriendo.

– Vaya, ¿es que has visto muchos casos en tus buenos tiempos?

– Todo el mundo los ha visto. Dígame, ¿a qué mierda estamos ju_gando aquí?

El primer golpe le llegó desde la oscuridad y llenó la conciencia de Webb de luz y dolor.


* * *

Iba a ser un camino de dolor; Deuce intentaría prolongarlo, mien__tentaría que avanzara.tras que Sloat, más familiarizado con las realidades del sufrimiento, in

– Creía que sólo teníamos que pegarle un tiro y dejarle donde ca_yera.

– No, éste es un trabajo especial, Sloat. Necesita un tratamiento es_pecial. Puede decirse que es un momento memorable.

– Pues a mí me parece un minero a jornal cualquiera, la basura de siempre, Deuce.

– En eso te equivocas. Resulta que el Hermano Traverse aquí pre_sente es una figura de primera en el mundo del Anarquismo criminal.

– Oh, vaya, recuérdame otra vez qué era eso.

– Me disculpo en nombre de mi socio, las grandes palabras no aca__sión. Montones de dinero que ganar.ban de entrarle en la mollera. Más vale que te vayas haciendo una idea del «Anarquismo», Sloat, porque es lo que va a llevarse en esta profe

Webb guardaba silencio. No parecía que ese par fuera a hacerle ninguna pregunta, porque, que él supiera, no le habían ahorrado nin__to aguantaría si de verdad se ponían manos a la obra. Pero había algo peor que el dolor, suponía, y era lo estúpido que se sentía, lo memo que había sido, lo fatalmente que se había equivocado con ese chico.gún golpe, y el dolor y la información eran convertibles, como el oro y los dólares, prácticamente a un tipo de cambio fijo. No sabía cuán

Antes, Webb se había tomado todo eso como si fuera política, o lo que Veikko llamaba «trámites», aceptando que podría ser necesario que renunciara a su vida, que estaba comprometido, como si hubiera firmado un contrato, a morir por sus hermanos y sus hermanas en la lucha. Pero ahora que llegaba el momento…

Desde que habían formado equipo, los socios se dividían el traba_jo: Sloat se centraba en los cuerpos, Deuce se especializaba más bien en quebrar el espíritu, y le ilusionaba comprobar que Webb estaba tan desmoralizado que ni siquiera podía mirarlos.

Sloat tenía un botón de enganche ferroviario que se había lleva_do una vez del D &RG, pensando que podría serle útil. Pesaba poco más de tres kilos y en ese momento Sloat lo envolvía en un ejemplar de hacía una semana del Denver Post.

– Bueno, ya hemos acabado con tus pies, veamos ahora las manos, abuelete.

Cuando golpeaba evitaba mirar a su víctima a la cara, concentrán_dose profesionalmente en lo que quería dañar.

Webb empezó a gritar los nombres de sus hijos. Desde las profun____________________bres desaparecía lentamente.proche en su voz, aunque no sabía si había llegado a emitirlo o sólo lo había escuchado en su cabeza. Contempló cómo la luz sobre las cumdidades del dolor, le sorprendió reconocer a lo lejos un matiz de re

Al cabo de un rato ya no podía hablar mucho. Escupía sangre. Que_ría que aquello acabara de una vez. Buscaba los ojos de Sloat con el único que todavía podía abrir, intentando hacer un trato. Sloat miró a Deuce.

– ¿Adonde vamos, pequeño socio?

– A Jeshimon -dijo con una sonrisa malévola, que pretendía ani____________________so puede que te bauticen y te casen por poderes con varias esposas de las que llaman selladas, así disfrutarás de cierto respeto entre los santos, mira tú, mientras esperas ese bonito asunto de la resurrección física.be rojo de Jeshimon eran temidas y conocidas como los lugares donde acababas cuando nadie quería que te encontraran-. Vas a ir a Utah, Webb. Si nos cruzamos con unos apóstoles mormones a tiempo, inclublo cuya industria principal consistía en la muerte, y las torres de adoquilar el espíritu que le quedara a Webb, pues Jeshimon era un pue

Webb no dejaba de mirar a Sloat, parpadeando, esperando alguna reacción, y como no llegaba, finalmente apartó la mirada.

Al pasar por Cortez, resultó que el tristemente famoso pistolero local Jimmy Drop estaba en la parte trasera de la cantina Four Corners meando en el callejón, cuando vio a Deuce y Sloat, con Webb echa__davía había luz suficiente para que Jimmy reconociera a Deuce, que había cabalgado por un breve periodo con su banda.do sobre un caballo de carga entre ambos, saliendo de la ciudad. To

– ¡Eh!

– Mierda y más mierda -dijo Sloat, que sacó la pistola y disparó un par de balas bienintencionadas hacia Jimmy.

– No tenemos tiempo -se mostró de acuerdo Deuce, que utilizó las espuelas y tiró de la correa del caballo que llevaba a Webb.

– Esto no va a quedar así -comentó Jimmy para sí. Había dejado su revólver en la puerta. Mierda. Se abotonó los pantalones y en_tró corriendo en la cantina.

– Disculpe, señorita, necesito que me preste esto un momento -dijo rebuscando enérgicamente bajo las faldas de la bailarina de fan_dango libre más cercana.

Ella sostenía una navaja y por el momento sonreía.

– Caballero, por favor, vuelva a poner la mano en su sitio o me veré obligada a hacerlo yo misma.

– Esperaba que llevara una Derringer de algún tipo…

– No ahí abajo, vaquero. -Se metió la mano en el escote y extra__quilo, cobro por adelantado.jo una pequeña pistola de cañones superpuestos del calibre 22-. La al

A esas alturas, Webb y sus asesinos se habían alejado de las calles de Cortez y la sombra se había apoderado de la inconmensurable llanura.


Para pagarse parte de sus estudios en la escuela de minas, Frank le había pedido algo de dinero prestado a su hermano Reef, que por en_tonces tenía fama de sacar pasta rápida hasta del aire.

– No sé cuándo podré devolvértelo, mi buen Reefer.

– Cuando sea, si todavía vivo; con eso me bastará, así que no te preocupes.

Para variar, Reef no pensaba mucho lo que decía, y de hecho le parecía imposible imaginar ningún tipo de futuro en el que estar muer__llito la que le hacía ganar una y otra vez en los juegos de azar. O ganar lo bastante. O, al menos, eso creía él.to fuera preferible a estar vivo. En parte era esa misma actitud de ga

Un día, sin previo aviso, Reef se presentó en Golden y se encon_tró a Frank con la nariz metida en un libro de metalurgia.

– Tengo algo que hacer, una especie de lío de faldas, nada muy di_fícil, ¿quieres venir?

– ¿Adonde? ¿No sabes que tengo un examen? -Sacudió las pági_nas del libro ante su hermano para subrayar sus palabras.

– Tienes pinta de que te vendría bien un descanso. ¿Por qué no nos acercamos a Castle Rock, al parque de atracciones, y tomamos unas cervezas?

¿Por qué no? Frank no tenía ni idea. No se había dado cuenta, y ya era de día otra vez, Reef lo había arreglado todo con el Profesor y se dirigían a Nevada.

Tras lo que le pareció una semana entera en tren, preguntó:

– Dime, ¿para qué me necesitabas a tu lado?

– Para que me cubras las espaldas.

– ¿Es ella tan peligrosa?

– Sí, y no sólo ella. -Tras un par de lentos y deslizantes cambios de paisaje-: A lo mejor te gusta, Francisco, vaya, hay de todo: una iglesia, una escuela, infinidad de restaurantes vegetarianos como los del este…

– No te preocupes, ya encontraré algo que hacer.

– No te me pongas a lloriquear ahora.

– Vaya, así que te parezco triste; pues no lo estoy, ¿por qué piensas eso?

– No lo sé, si yo fuera tú, tal vez lo estaría.

– ¿Tú? Reefer, pero si ni siquiera sabes distinguir tu corazón de la cinta de tu sombrero.

– Digámoslo así: todo el mundo necesita a alguien que le haga pa_recer mejor de lo que es, y en este caso resulta que ese alguien eres tú.

– Claro, pero espera un momento, a ver… ¿quién hace que el otro parezca mejor?

Estaba claro que lo que atravesaban era otro mundo, como en un sueño pero despiertos. Llanuras de sal bajo la lluvia, sin horizonte al__cluso se veía el horizonte planetario combado en forma de arco. Hacia el este era probable que las tormentas llevaran nieve además de rayos y truenos, y la bruma del valle tenía el mismo color de la nieve.guno, las montañas y sus reflejos especulares semejantes a cráneos de animales de otra era, bañados en un resplandor blanco…, a veces in

La estación de Nochecita tenía paredes de estuco suave de color albaricoque, decoradas en un matiz de gris curiosamente luminoso; al____________________yas lámparas turquesas y púrpuras se mantenían encendidas noche y día, porque allí no se cerraba nunca.gocios pintados de bermellón, salvia y pardo claro, y en el extremo de la calle principal se alzaba un gigantesco establecimiento de juego curededor de la cabeza de línea, de los almacenes de mercancías y los talleres eléctricos y de máquinas, el pueblo había crecido, casas y ne

Había una fábrica de hielo y unos billares, una bodega, un restau____________________rosos y malos perdedores, detectives, viajantes de comercio, aventureras, soplones y tramposos. Una sala hundida casi como una piscina de un balneario de aguas termales, tan fresca y oscura que uno se olvidaba al poco del desierto que le esperaba en cuanto pusiera el pie fuera…bajadores de los salones de juego en su descanso, de ganadores genenieves. El restaurante y el bar de la esquina de la planta baja llevaban allí desde los tiempos de la bonanza del oro, ofreciendo menús baratos y abundantes, con serrín por el suelo, vajilla resistente, olores de bistecs, chuletas, chile de venado, café, cerveza y demás, que impregnaban la madera de los paneles de la pared, las viejas mesas de caballete, la barra y los taburetes. A todas horas, el local bullía con el estruendo de los tragunos rincones necesitada de una mano de pintura, irguiéndose contra un cielo que, desde esa mañana, amenazaba tormenta. Las pasarelas que subían desde la calle estaban cubiertas con un tejado corrugado paragamente ilícito para vidas secretas, un edificio de madera oscura, y en alvado de un propietario de minas en los tiempos del descubrimiento de las grandes vetas de oro de la zona, reconvertido ahora en refugio vamaban Stray, en la planta de arriba de lo que había sido el palacio prirante con barra de comidas, salones de juego y taquerías. En la parte del pueblo al otro lado de las vías, vivía Estrella Briggs, a la que todos lla

Resultó que Stray estaba embarazada de verdad. No sólo se veía a simple vista, sino que también tenía ese algo sereno y soñador impo____________________to a nuevas relaciones, aparentemente no tan personales como públicas, un conjunto de «amigos» renacidos -mas de su madre con esa gente, la promesa de Sage de asumir su fe, su último novio y puede que también otro ex novio, quienes podían, o no, aparecer en cualquier momento, o incluso estar ya en la ciudad, junban los antiguos ex padres adoptivos mormones de su amiga Sage, «compromisos sagrados» que se remontaban en la historia a los probletinguía por todo lo contrario. En las habitaciones de la planta superior reinaba el insomnio. Era una semana de múltiples convergencias. Todo el mundo menos Stray estaba ya casi loco, así que el que aparecieran Reef y Frank no era más que un problema añadido. También estasible de pasar por alto, sobre todo cuando el resto del vecindario se disaunque su «renacimiento» tuvie____________________da, que se situaban literalmentetud por la chica, es más, parecían desesperados por verla a salvo y casara más que ver con las comisarías que con el espíritu-, «amigos» más recientes que estos mormones pero que no mostraban menos inquie en círculo alrededor de la pareja como si así impusieran la elección y no les permitieran otra…

Frank entendió rápidamente que Stray y su hermano habían re_ñido, y que Reef se había marchado pero ahora se arrepentía y parecía que le necesitaba a él a su lado en funciones musculares. Tal vez. Casi como si no supiera lo que estaba haciendo y pretendiera consultarle a Frank sobre el particular. O como si un par de juerguistas meones fueran más inteligentes que uno solo.

– Me alegro de que hayas venido a decírmelo.

– Frank, ésta es Stray.

Oh, oh, pensó Frank.

– El idiota de la familia -se presentó- que siempre va detrás por si alguien necesita algún babeo de emergencia, o lo que sea.

Había siempre dos o tres chicas haciendo o deshaciendo maletas, recién llegadas o a punto de emprender viaje, así que se veían vestidos nuevos comprados pero no estrenados, patrones de costura y retales, pro____________________blo si la situación de los novios se complicaba mucho más.bilidad de que Stray y Sage levantaran las manos y se largaran del puetraño, para proteger a Stray. En la atmósfera también flotaba la posipensa, y le habían asignado una cama vacía de la docena aproximada que estaban disponibles, no podía asegurar que no recelaran de él por ser el hermano de Reef. Preparadas siempre, ante el primer movimiento exdables y dejaban entrar a Frank en la cocina y, más adelante, en la desterarse ni de cuántas eran ni de cómo se llamaban- eran bastante agrabitaciones. Nadie parecía quejarse aquí del desorden femenino. Aunque todas estas chicas con las que compartía habitación -nunca llegó a envisiones en latas, tarros o sacos, todo sin guardar, esparcido por las ha

Cuando finalmente se presentó uno de estos jóvenes esperados a medias -Cooper-, resultó ser rubio, tímido, siete octavos del tamaño que se había imaginado, de cara agradable salvo por un detalle del labio su____________________siva, tendían a devolver una sonrisa.ba en la casa, se quedaba fuera sentado a horcajadas sobre su máquina, una moto de dos cilindros en V, con neumáticos de caucho blancos y un faro de latón, sonriendo con sus propios luceros azul celeste a cuantos pasaban, quienes, pese al labio y a aquella mueca tan inexpreperior, que se plegaba sobre sus dientes protectoramente, como si en el pasado hubiera sufrido una profunda herida tan antigua como para haber desarrollado esta defensa y que se hubiera asentado. No entra

Cooper y su vehículo estaban aparcados al otro lado de la calle. Frank, intentando mostrarse servicial, se acercó a curiosear.

– ¿Qué tal?

El empequeñecido malvado motorizado le devolvió el saludo con un movimiento de la cabeza y resplandeció en otra dirección.

– ¿Buscas a Sage? -le preguntó con un tono más áspero de lo ne__tro de sus ojos, no puede decirse ni que fuera un pestañeo-. Pues me parece que se ha ido a la estación, que lo sepas.cesario. Tal vez eso apagó un poco a Cooper, aunque dado el diáme

– ¿A esperar a alguien o es que se va de la ciudad?

– No sé más.

– ¿Me marco un punteo?

Sacó un modelo «Cornell» de guitarra Acmé, tamaño Gran Con____________________nes de la polvorienta ciudad del desierto. Los clientes que pezar a tocar, tañían como campanas de escuela por todos los rincocierto, comprada por correo en Sears y Roebuck, cuyas notas, al emcomían en el Double Jack salieron de las penumbras y se asomaron con los ojos entornados, otros se acercaron al callejón para ver de qué se trataba. Mientras cantaba, el recién llegado no apartaba su elocuente mirada de las ventanas de la planta superior del otro lado de la calle, esperando que aparecieran rostros, o uno en concreto, atraídos por la música, que de vez en cuando resonaba con extrañas notas añadidas a los acordes de la guitarra, como si Cooper hubiera tocado entre los trastes equivoca__prichosos incluso se unieron a la canción:dos, pese a lo cual sonaban bien. Los niños del colegio que había al lado salieron y se amontonaron a la sombra de los álamos o de las escaleras del porche para comer o jugar con su comida, y algunos de los más ca

En el viento… mi paloma de Durango cruza el cielo, reta a la tormenta… Ni una sola vez hablamos de amor, si no, yo sería libre, y ya me habría ido… Cuando el alumbrado llega a la ciudad, anillos y colorete, vestidos de satén… Oh, pero mi perdida… paloma de Durango, ¿se lo creen todo como me lo creo yo? ¿Caerían en tu cielo, incluso morirían, paloma, por ti…?

Las vocecitas sin vibrato, el viento en los álamos. Los dedos de Cooper rasgueando las cuerdas entorchadas en alambre, la crujiente percusión del tráfico de carretas en las calles de tierra. El comienzo de la hora de la siesta. El cielo perlado y sin viento. Y, mientras tanto, ¿quién se había materializado en la ventana de arriba? Los rígidos la____________________rizado parpadeara, ella había deslizado un antebrazo desnudo dentro de la manga de la camisa de él, al lado de su propio brazo, y Cooper tuvo que esforzarse por enfocar sus infantiles ojos azules, así de cerca estaba ella, aunque todavía no le había mirado a la cara.trada, tan suave y liviana como la brisa, y antes de que el joven motocaleras exteriores luciendo un vestido de bailarina de salón del gris más claro, toda ella piernas y sobriedad, y bajó hacia él con ligereza, ajena a la preocupación de fijarse en los peldaños a medida que hacía su ensas, no muy controlada, demasiado anhelante. Sage apareció en las esbios del joven se relajaron formando la más inesperada de las sonri

Reef no daba crédito a sus ojos.

– ¿Tres semanas de salario por una de esas cosas? A lo mejor lo vale. No debe de ser tan difícil aprender a tocar.

– ¿Crees que te servirá de algo? -preguntó Frank con ingenuidad.

En plena noche, la maestra de la casa vecina había salido a la terra_za de la primera planta a preparar las comidas para el día siguiente. Frank no podía dormir. Salió, tropezó con el suelo duro y levantó la mirada.

– ¿Trabajando todavía?

– ¿Perdiendo el tiempo todavía?

– Podría perderlo ahí arriba.

– Pues sube, voy a darte trabajo.

– Claro.

Tan cerca, a la luz de las farolas, no le pasó inadvertido lo guapa que era: sus mejillas, bajo unos ojos y unas cejas oscuras, empezaban a mostrar apenas el inicio de cierto desgaste debido, sin duda, al de_sierto…

– Ten, desenvaina estos guisantes. ¿Hace mucho que conoces a Es_trella?

– Bueno…, no, es mi hermano y ella.

– Oh, Señor. ¿Era Reef Traverse?

– Lo era la última vez que le miré… Yo soy Frank…, el que no es Reef.

– Me llamo Linnet Dawes.

La mano de una dama que trabaja en el desierto le estrechó la suya con firmeza y sin querer alargarse. O, pensó él, sin querer perder el tiempo.

– Reef es muy conocido por aquí, ¿me equivoco?

– Estrella lo ha mencionado un par de veces. Tampoco es que sea_mos confidentes ni nada por el estilo.

Se había levantado una brisa de medianoche, que traía consigo el sonido de un arroyo no muy lejano. Como si la serenidad de Linnet fuera contagiosa, se sintió bien allí sentado, desenvainando guisantes, sin mucha necesidad de charlar, aunque sí deslizaba la mirada de vez en cuando para ver qué hacía ella a la luz de la luna fragmentada, e inclu_so la descubrió mirándole también de soslayo una o dos veces.

¿Se debía acaso a la región? ¿Tenía algo que ver con la humedad relativa, tal vez? Frank se había fijado en la existencia de una especie de interruptor de seguridad o de mecanismo de cierre que, cada vez que aparecía una mujer interesante o incluso interesada, al instante conde____________________llantes y los espejos engañosos.lentador, pese a las cadencias plagales de los pianos de bar, las luces brinaba la menor posibilidad de idilio. Como en esa época los hombres no suspiraban, exhaló expresivamente. Para cosas así un hombre sólo podía recurrir a Market Street, y hasta eso empezaba a resultar desa

Linnet, acabada su tarea, se levantó y se sacudió el delantal. Frank le entregó el cuenco de guisantes pelados.

– Gracias. A tu hermano le queda mucho que aprender.

– Bueno, se lo diré. -No, espera, respuesta equivocada, pensó.

Ella negaba con la cabeza, los labios fruncidos y un poco torcidos.

– Ninguno de los dos me preocupa mucho.

Supuso que debía pasar por alto el comentario y preguntarle quién le preocupaba entonces. Ella le miraba como si le estuviera leyendo el pensamiento a medida que éste surgía. Por encima del hombro, antes de entrar, dijo:

– A lo mejor algún día pelamos cebollas.

La tarde siguiente estaba tumbado en una de las camas leyendo la Pólice Gazette, o, más bien, mirando las ilustraciones, cuando Stray se asomó por la puerta, tan discreta como un carillón, miró si estaba despierto, le saludó con la cabeza, entró y se sentó a los pies de la cama.

– ¿No estabas buscando a…, a Reef? -preguntó.

– No.

– Porque me parece que está enfrente, lo vi… dirigirse al Double Jack, hará una hora.

– Frank -a la luz crepuscular que se filtraba por el polvoriento cris__no, si fuera tan sólo un tipo traído por el viento, ¿sabrías qué hacer con él, te tomarías siquiera la molestia…?tal de la ventana, su rostro parecía a un paso de estallar en un arrebato de cólera que él sabía que no podría apaciguar-, si no fuera tu herma

– No sabría decir. -Vaya, respuesta equivocada otra vez.

Ella le miraba impaciente, con un leve temblor en los brazos y el cuello.

– A la mierda todo esto, eso sí te lo puedo asegurar.

Intentó distinguir en la medida de lo posible, a contraluz, frente a la luminosidad que entraba a raudales desde la llanura, la cara de ella velada por su propia penumbra, temiendo por alguna razón malinterpretarla: el ceño suavizado por una luz incierta que lo rejuvenecía, los ojos debajo, libres para reclamar tanta impudicia, supuso él, como a ella le hiciera falta.

Las actrices suplican por una luz como ésa. El interruptor de la lámpara eléctrica estaba al alcance de su mano, pero ella no hizo el menor gesto hacia él.

– Supongo que te harás una idea de lo que pasa aquí. Mira, todos esos tipos de Utah, en la ciudad, le gritan a Sage que se case con un chico mormón al que apenas recuerda de cuando vivió allí; mientras tanto, Cooper quiere que se vaya con él en ese aparato motorizado que nunca parece capaz de llevarlos a más de un par de kilómetros de aquí sin averiarse y que él tenga que ponerse a arreglarlo mientras ella le pasa palancas y demás, así que no es Sage la persona a la que acudir en busca de consejo sobre asuntos del corazón; y mientras tanto, tu her__gar? Aunque la última vez que miré, no estabas.mano se cree que soy una especie de pequeño balneario privado al que venir cada vez que se siente raro. ¿Qué harías tú, si estuvieras en mi lu

– Señorita Estrella, siempre ha sido difícil entender a mi hermano.

Ella esperaba algo más, pero pareció que eso era todo.

– Oh, bueno, muchas gracias. Me ha sido de gran ayuda.

– Tampoco se trata de que él se pase la vida bailando -se le ocurrió decir a Frank-; aunque lo que hace no parece que sea un trabajo duro…

– Oh, cuánta razón tienes, los dispensadores de cartas no se vacían solos, ¿verdad que no? ¿Qué tipo de futuro le auguras a nuestro juga_dor de faro?

– ¿Te refieres a si es probable que…, que sea un…, un buen padre de familia?

Su carcajada, acompañada de una palmada que le dio en el pie, te__tromisión. Los chicos de Utah subían a grandes saltos y pisotones las escaleras, cantándose unos a otros fragmentos de lo que parecían unos himnos muy raros.nía todavía bastante de salobre para que incluso Frank la entendiera. Él seguía tumbado boca arriba, no queriendo más en ese momento -a ver, ¿lo quería en serio?- que abrazarla, sí, y apoyar la cabeza donde estaba el bebé y escuchar, conteniéndose como bien pudiera para dejar que ella parara cuando quisiera lo que pudiera pasar, pero el caso es que no iba a pasar nada porque desde la calle llegó una ruidosa in

– Oh, mierda -dijo Stray, que bajó rápidamente la mirada para recolocarse el estómago…-, ¿no has oído eso? Más vale que encendamos una de esas lámparas.

Ya a la luz eléctrica, se miraron larga e intensamente a la cara, y aunque no podía hablar por ella, Frank sabía que era probable que en los años venideros le ayudara a superar muchos malos ratos el recuer_do de estos dos o tres segundos de comunicación de las almas, con bebé o como fuera: el acorde en do de la melodía de la jornada al que siempre podría volver sería esta seria joven sentada a los pies de la cama, y la mirada que esos ojos, por un instante, parecieron dedicarle.

Pero entonces todo se precipitó al más puro estilo de México.

En el Casino, en las habitaciones de atrás, junto a varios receptores de telégrafo, tanto acústicos como de tinta, de diseño no siempre co____________________cieros y de mercancías en ciudades del Este y del Oeste, había también un aparato telefónico en la pared, que se usaba con bastante frecuencia. Pero un día sonó mientras Reef estaba al lado, y éste supo que era para él y que, además, iba a recibir malas noticias. Eso formaba parte de la novedad de los teléfonos en aquellos primeros tiempos, antes de que su uso se convirtiera en algo rutinario. Como si estuvieran diseñados para incluir todo tipo de accesorios, como alarmas precognitivas.gos de interés para las apuestas, de cotizaciones de los mercados finandiente de cables y transmitiendo todo el día y toda la noche noticias de carreras de caballos de todos los hipódromos conocidos a ambos lados de la frontera, así como de combates de boxeo profesional y otros juemercial, cada uno enganchado al exterior mediante una serie indepen

En la otra punta de la línea estaba Jimmy Drop, un antiguo socio de Reef, que le llamaba desde Cortez. Incluso a esa distancia, con todo lo que interfería la señal de por medio, desde ardillas hambrientas has_ta francotiradores ociosos, Reef percibió lo incómodo que se sentía Jimmy ante la máquina a la que estaba aullando.

– ¿Reef? ¿Eres tú? ¿Dónde estás?

– Jimmy, eres tú el que llamas.

– Ah, sí, sí, pero…

– ¿Cómo has sabido que podías llamarme aquí?

– Me dijiste Nochecita antes de irte.

– ¿Estaba borracho?

– Yo no diría que no lo estuvieses.-Siguió una pausa mientras una turbulenta oleada de ruido que bien podían ser fragmentos de con_versación o de música recorrió la línea-. ¿Reef?

De repente, a Reef le entraron ganas de fingir que se había corta_do. Prefería no enterarse de lo que Jimmy tuviera que decirle en ese momento. Pero no lo hizo.

– ¿Conoces a Deuce Kindred?

– Trabaja para la Asociación de Propietarios en Telluride. No sabe comportarse en una mesa de póquer. ¿Te refieres a ése?

– Lo siento, Reef. Se trata de tu padre.

– Mi padre…

– Se lo llevaron a punta de pistola. No se sabe nada de él desde en_tonces.

– Ellos.

– El y también Sloat Fresno, eso me han dicho.

– Uno de los amigos de toda la vida de Bob Meldrum. Con algu_nas muescas en la culata, según cuentan.

– Más que estados hay en la Unión. Reef, si fuera tú llamaría a la Caballería.

– Pero no lo eres, Jim.

Otra pausa.

– Iré a ver qué tal está tu madre, cuando pueda.

– ¿Sabes adonde se dirigían?

– A Jeshimon.

Pronunciado de manera que Reef no tuviera la necesidad de mos__petirlo. Y ahora no había nada más que su culo entre Reef y la fuerza de la gravedad. Aquí, aunque no fueras de los que rezaban, sí lo hacías para no oír ese nombre con frecuencia. No ayudaba que estuviera a menos de un día de caballo de Nochecita.trarse maleducado pidiéndole a Jimmy que levantara la voz para re

Frank era todo un soldado pese a su juventud, y decidió solven_tar primero las cuestiones prácticas y dejar la desazón para más tarde.

– ¿En tren o cabalgamos?

– Voy yo solo, Frank.

– Eso te crees tú.

– Creo que será mejor que vayas a ver a mamá y a Lake.

– ¿Ese es mi papel en esto? ¿Cuidar de las mujeres?

– ¿Tu papel en qué? ¿Acaso sabes qué pasa? Yo no tengo ni puta idea.

Se sentaron juntos en las escaleras exteriores, mientras sostenían los sombreros en las manos y jugueteaban con las alas. Las nubes se es_pesaban sobre sus cabezas, de vez en cuando un rayo palpitaba en el horizonte. Llegó el viento y al poco se puso a agitar las hojas de los álamos de Virginia. Detrás de los cristales de las ventanas, a través de un polvo alcalino, varias jóvenes se asomaban, los miraban, negaban con la cabeza y se retiraban a seguir con su propia versión del día.

– Pues veamos primero de qué se trata. Sólo un paso cada vez, ¿vale?

Y el destino de Webb una incógnita todavía…

Otra racha de silencio oscuro, acompañado del movimiento de las alas de los sombreros.

– Y yo me quedo esperando perdido por ahí como un estudiante en el extranjero con una beca miserable, hasta que te maten y enton_ces heredo el trabajo, ¿es eso?

– Ya veo que estás aprendiendo en esa escuela de minas, antes no eras tan listo.

Pero Reef se iba calmando poco a poco, casi parecía que oraba. Como si, a la par que ambos hermanos se sentían abrumados por lo que se les venía encima, una larga lista de preocupaciones hubiera per_dido toda su importancia.

Contárselo a Stray fue otra historia.

– No tengo secretos para ti, cariño.

– Supongo que «tienes que» hacerlo.

– Por ahora, la cosa es que…, si papá ha muerto…

– Eso no es seguro.

– Es verdad, no es seguro…-No la miraba a los ojos, sino abajo, al bebé.

Ella se dio cuenta.

– Es su nieto. Me dolería que no se llegaran a conocer.

– Desde hace tiempo tenía la sensación de que era inevitable que algo así sucediera.

Ella parecía mantener una conversación interior muy entreteni_da. Y larga.

– ¿Volverás?

– Claro que volveré. Stray, te lo prometo.

– Promesas. Dios. Que informen al papa de lo que has dicho, es un verdadero milagro.

A las chicas les dio pena que se marcharan, o eso dijeron, pero… ¿y a Cooper? Cualquiera hubiera dicho que para él era el fin del mun_do. Bajó las escaleras y siguió a Frank y a Reef hasta la estación, a pie, con una expresión afligida en el rostro.

– ¿Estás bien? -se le ocurrió finalmente a Frank que debía pregun_tar-, Espero que no creas que estamos huyendo o…

Cooper negó con la cabeza, alicaído.

– Todos estos trapitos…, es una carga excesiva para un hombre solo, ¿sabes?

– Tócales Juanita de vez en cuando -le aconsejó Reef-, dicen que hace maravillas.

Los hermanos viajaron juntos hasta Mortalidad, la estación más cercana a Jeshimon, y entonces, para no despertar las sospechas de na__teneciera al mundo observable.die, se despidieron con poco más que el gesto de la cabeza que se le hace a alguien que acaba de darte fuego. Ninguna mirada atrás desde la ventanilla, ninguna frente arrugada con pensamientos solemnes, nada de sacar la petaca ni de sumirse de repente en el sueño. Nada que per


Se encontraba en la Utah profunda. La región era tan roja que la artemisa parecía flotar por encima como en una imagen proyectada con un estereopticón, casi incolora, pálida como las nubes, luminosa noche y día. Hasta donde le alcanzaba la vista, Reef veía el suelo del desier____________________te refinados hasta quedar reducidos a una mera presencia vertical.placables hasta quedar convertidos en una especie de posdivinidades, como si en un pasado remoto hubieran poseído miembros que mover, cabezas que ladear y volver para seguirte con la mirada al pasar, rostros tan sensibles que reaccionaran a cada cambio de tiempo, a cada acto de depredación en las cercanías, por pequeños que fueran; estos seres en el pasado vigilantes, ahora ya sin rostro, sin gesto, habían sido finalmento poblado por pilares de piedra, desgastados por siglos de vientos im

– No insinuarás que no están vivos, ¿verdad? -comentó alguien en una cantina del camino.

– ¿Tú crees que lo están?

– ¿Te has pasado una noche entera allí?

– No, ni lo haré si puedo evitarlo.

No es que no estuviera avisado, pero eso no impidió que a Reef le diera la impresión de encontrarse en la peor ciudad en la que jamás había estado. ¿Qué le pasaba a esta gente? A lo largo de kilóme____________________do en perchas confeccionadas para su comodidad con el barro rojo de la región.jaros de la muerte, que seguidamente descendían y se posaban siseannadas como para disuadir a los dolientes de subir, sin importar lo atléticos que fueran o lo propensos a honrar a sus muertos…, los vivos no tenían sitio allá arriba. Algunos de los condenados eran llevados en carreta a la base de la torre, se les ataba y subía con polea a un aguilón que, cuando todo había acabado, todavía podía alzar el cuerpo, ponerlo boca abajo y dejarlo allí colgado por un solo pie para los páqueados por el sol de edad considerable. Según los usos y costumbres locales, como le explicaría enseguida el secretario del ayuntamiento, a esos delincuentes ahorcados se les negaba cualquier tipo de entierro digno, pues era más barato dejarlos para los buitres. Cuando la gente de Jeshimon se quedó sin postes de telégrafos allá por 1893, y habiendo pocos árboles por allí, recurrieron a modelar sus horcas con ladrillos de adobe. Refinados viajeros que visitaban la zona no tardaron en comparar las toscas estructuras con aquellas conocidas en Persia como «Torres del Silencio»: sin escaleras ni escalas, lo bastante altas y empitinta de laceración y descomposición, incluidos varios esqueletos blantros de camino, en ambos sentidos de la marcha, de todos los postes telegráficos colgaba un cadáver, y cada cuerpo estaba en una fase dis

Así que Reef pasó bajo enormes sombras aladas en movimiento, bajo la lúgubre columnata que, a juzgar por la cantidad, no había ser_vido precisamente como elemento disuasorio.

– No, más bien lo contrario -reconoció animadamente el Reve____________________gar único en el Territorio. Es una especie de reto profesional llegar a sus almas antes de que el Gobernador llegue a sus cuellos.da, por no mencionar, claro, a los clérigos, ni se lo imaginaría. Ya verá que aquí hay más iglesias que cantinas, lo que nos convierte en un lurendo Lube Carnal de la Segunda Iglesia Luterana (Sínodo de Misuri)-, atraemos a los malhechores de cientos de kilómetros a la redon

– ¿El… qué?

– Así le gusta que le traten, de gobernador. Se cree que éste es su pequeño Estado dentro del Estado. Y su industria principal, si así lo quiere llamar, es el procesado de almas.

– ¿Y qué me dice de sus ordenanzas municipales, de las peculiari_dades legales, de cualquier cosa que deba saber un recién llegado?

– Nada, caballero, ni ordenanzas, ni leyes de moralidad ni leyes de familia; lo que sea, todo cabe aquí, si no la partida no sería honrada. En Jeshimon no hay líneas vedadas, llévese lo que quiera a donde quie__tuario en ninguna de nuestras iglesias o, ya puestos, tampoco mucho consuelo pastoral. Lo mejor que podemos hacer es amasarle bien para los hornos del Próximo Mundo.ra, cometa pecados de su elección o incluso de su invención. Pero, en cuanto el Gobernador se entere, no espere encontrar refugio ni san

Aunque Jeshimon era conocido como el lugar al que traían a quie____________________sideraba, faltaba más, un pecado, y si te descubrían, bien, te esperaba el destino pertinente.tos arreglos. Dado que técnicamente se trataba de un soborno, se converendo de que, pagando un determinado precio, se podían hacer ciernes no querían que se les encontrara pronto, Reef se enteró por el Re

Por la noche, vista desde las colinas, Jeshimon recordaba a una de esas pinturas religiosas del infierno con las que se asusta a los niños en la catequesis. En densas columnas, desde diferentes puntos del paisa__cía que su luz adquiríaje, se veía elevarse y ascender en espiral algo pálido y vaporoso, como humo, como polvo, pero que no era ni una cosa ni la otra, y que se adensaba aquí y allá en el aire en masas tan estructuradas como una nube. Cuando la luna pasaba por detrás de una de esas manchas, se de colores perturbadores, colores que eran para los cielos de una negrura preternatural típicos de por aquí lo que los de una puesta de sol son para un cielo azul normal y corriente de un día cualquiera. Nada que ningún visitante quisiera contemplar durante mucho tiempo; de hecho, se sabía que ciertas noches su visión había llevado a los más sensatos de regreso al otro lado de la cordillera en bus_ca de otros alojamientos, sin importar lo tarde que fuera.

En la ciudad reinaba un ambiente de iniquidad sin límites, un calor agobiante noche y día, no pasaba una hora sin que alguien disparase a alguien, o sin un acto sexual en público, con frecuencia en un abre____________________breros, por alguna razón, parecían muy populares)- que pretendían realzar el atractivo sexual del animal…sorios del atuendo femenino -por no hablar del masculino (los somritos de toda la vida, como el aguamarina y el malva, o vestían accenes no acababan de compartir incondicionalmente ese gusto: tenían las lanas teñidas en una gama de colores de moda, incluidos los favolar interés por las ovejas, y la verdad es que algunas de las ninfas ovinas de estos establecimientos eran ciertamente atractivas, incluso para quieplia variedad de inclinaciones, entre ellas la arnofilia, es decir, el singumentina y ácido sulfúrico en el whisky, burdeles dedicados a una amvadero para caballos entre más de dos personas, y también menudeaban los latigazos lanzados a ciegas, y timos, robos a punta de pistola, botes de póquer arramblados sin enseñar la mano, meadas no sólo contra las paredes sino también sobre los transeúntes, arena en las azucareras, tre

– Si bien una parte del rebaño -según confesó el Reverendo-, dado el nivel de duplicidad que reina aquí, resultan ser carneros disfrazados de ovejas o, alguna vez, de cabras, pues incluso éstas son buscadas re____________________ce; la insolación del desierto y el cactus aloe; bueno, pues lo mismo pasa en Jeshimon con el pecado y la redención.nocerá el principio de la ciencia médica según el cual el remedio nace justo al lado de la cura. La fiebre de los pantanos y la corteza de saurendo-, y le enseñaré la ciudad. Ah, ahí está la Cantina del Indio sin Cabellera. ¿Nos irrigamos? -Fue la primera de las muchas pausas de lo que acabaría siendo un día entero de ejercicios de transgresión-. Coportamiento. Es hora de mi ronda, acompáñeme -le invitó el Revegularmente por una pequeña pero leal fracción de los peregrinos que a diario atraviesan el desierto hasta esta Lourdes de los licenciosos… Pero no nos demoremos más en tan patentemente abominable com

La música en las cantinas tendía hacia el canto a varias voces, y ha_bía más armonios que pianos de bar, y, entre los clientes, tantos cuellos vueltos como pañuelos para protegerse del polvo del camino.

– Nos gusta creer que Jeshimon está bajo el ala de Dios -dijo el Reverendo Lube Carnal.

– Pero, un momento, si Dios no tiene alas…

– El Dios en el que usted está pensando puede que no. Pero aquí, el que nos protege es una especie de Dios alado, ¿sabe usted?

Una banda de inexpresivos hombres montados en caballos árabes negros igualmente inexpresivos apareció en la calle. Eran Wes Grimsford, el alguacil de Jeshimon, y sus ayudantes.

– ¿No ve nada raro? -susurró el Reverendo. Reef no veía nada. Lo que le hizo merecedor de una mirada casi de piedad-. En esta ciudad hay que ser observador. Fíjese en la estrella que lleva Wes.-Reef echó un vistazo. Era una estrella de cinco puntas, niquelada, como las nor__ba, son los cuernos del Diablo, y representa a ese Viejo Caballero y sus obras.males, salvo que la llevaba boca abajo-. Con las dos puntas hacia arri

– Y mira que parecía devota la ciudad -dijo Reef.

– Espero que no se tope con el Gobernador. Nunca se quita el som_brero, imagine por qué, y se dice que tiene rabo.

Todos vivían atemorizados por el Gobernador, que recorría Jeshi____________________mencia» a algunos permitiéndoles esperar un par de días la ejecución, pues el número de buitres y el espacio en las torres era finito.calada aquellos a los que había que dar muerte sumaria, a menudo a manos del propio Gobernador, aunque siendo un reconocido pésimo tirador, prefería no estar rodeado de una multitud. Se concedía «clepre acompañado de su «secretario de clemencia», una comadreja rastrera cuyo nombre era Flagg y cuya tarea consistía en repasar cada día la población de malhechores identificados y señalar con su cabecita acizaba un Gobernador en su territorio tenía su atractivo. Viajaba siemcia ejecutiva. El poder absoluto sobre la vida y la muerte del que gozado poco más allá de la torpeza simiesca. La razón por la que se hacía llamar Gobernador y no Presidente o Rey era su potestad de clemenseguida ni, pese a los años de práctica, genuina, y de hecho había avante, lo que daba lugar a una especie de peligrosa mueca sonriente que a menudo perduraba durante horas y que, cuando se combinaba con su reluciente mirada fija, bastaba para acobardar al más temerario de los bandidos. Aunque estaba convencido de que el poder que Dios le había concedido requería pavonearse con garbo, su pose no era conto, algo prehumano en el rostro, la frente inclinada y el labio superior rasurado, que, por alguna razón o puede que por ninguna, se encogía hacia atrás formando una sonrisa simiesca que era reprimida al instanmon sin cesar y podía presentarse en cualquier punto de la ciudad sin previo aviso. Lo que más impresionaba a quien lo veía por primera vez no era su carisma natural, puesto que carecía de él, sino más bien la intensa sensación de que había algo que no encajaba en su aspec

Webb no estaba muerto del todo cuando sus asesinos lo llevaron a la ciudad, por eso Reef llegó a Jeshimon a tiempo para arrancar el cadáver de su padre a los carroñeros; luego, la gran decisión era si ca____________________tro con los asesinos, si no se habría mezclado la cobardía con el deseo de honrar a su padre, pero cuando tuvo tiempo de pararse a pensarlo, ya no tenía a nadie con quien hablar.cisión, se preguntaría si en realidad no había querido evitar el encuenbalgar detrás de Deuce y Sloat o llevar a Webb de vuelta al San Miguel para un entierro decente. En los años venideros se cuestionaría su de

Tal vez lo peor fue que, de hecho, llegó a verlos alejándose hacia la región de rocas rojas, sombras todavía cercanas que no eran más que ju____________________biera sido una divertida travesura y Reef su malhumorada víctima.do a pacer. Como si les ofendiera la moralidad laxa de Jeshimon, Deuce y Sloat no quisieron apretar más el gatillo. Aunque Reef era sólo uno, optaron por huir. Se alejaron galopando entre risas, como si todo huga que había llevado a Webb vagaba suelto y se paraba de vez en cuanguetes a merced de la implacable luz del día, mientras el caballo de car

Los buitres sobrevolaban el paisaje en círculos, majestuosos y pa__brosa y desvencijada.cientes. Los ciudadanos de Jeshimon le miraban con indiferencia. Nadie se ofreció a ayudarle, claro, hasta que Reef se encontró a los pies de la torre en cuestión, donde un mexicano se le acercó furtivamente en la penumbra y le hizo gestos para que le siguiera por un par de esquinas hasta una ruina sin tejado llena de todo tipo de quincalla herrum «'Quieres un cloque'», repetía sin cesar el hombre, apenas un niño en realidad. No parecía una pregunta. Reef creyó que quería decir «clock», pero luego, al asomarse a las sombras, vio por fin de qué se trataba: una serie de palos con garfios en las puntas. Cómo habrían llegado tan tierra adentro, a qué tipo de barco habrían perte____________________nían nombres, les parecían una compañía agradable, y por lo que Reef sabía, habrían apostado por ellos contra él.donado. Muchos de esos niños tenían buitres como mascotas, les pomales se habría ganado la simpatía, pero la amabilidad le había abandad y golpeaban ruidosamente en el polvo fino. Sus tentativas pronto atrajeron público, casi todos niños, de quienes en circunstancias norzar los garfios de hierro al estilo vaquero, tenía que apartarse cada vez que no alcanzaba el borde de la torre y los garfios caían en la oscurilla, Reef empezó a desesperarse cuando se encontró con que, al lanredes prohibidas, reacios a dejar las cosas a merced de Jeshimon. Y así, mientras el ocaso recogía los restos del día y aparecía la primera estretear, sin que le sorprendiera la existencia de ese mercado negro, pues suponía que habría bastantes supervivientes dispuestos a escalar las patancia aquí. La cuerda costaría un extra. Reef soltó el dinero sin reganecido, por qué mares habrían navegado; todo eso carecía de impor

Al final, los garfios se engancharon y se mantuvieron fijos. A esas alturas estaba muy cansado, en condiciones lamentables para escalar, pero no le quedaba más remedio. El mexicano que le había vendido el 'cloque' seguía allí, cada vez más impaciente, como si Reef le hubie_ra alquilado el artilugio por horas. A lo mejor era lo que había hecho.

Y así ascendió, hacia una noche que se hinchaba como las notas del órgano de una iglesia. Las suelas de las botas le resbalaban una y otra vez sobre la superficie de adobe, que no era lo bastante rugosa para per__nía calambres en los músculos de las piernas.mitirle una escalada fácil. Los brazos le dolían horrorosamente y te

En ese momento avistó al alguacil Grimsford, que se dirigía ha____________________gado hasta allí.temente le persiguieran y sólo con una leve idea de cómo había llecura de rojo sangre, robó un caballo, encontró otro fuera de la ciudad en el que cargó a Webb, tomó el camino hacia el sur sin que aparenridades que los perseguían. Descendió haciendo rápel por la pared ossar en el misterio que había sido Webb Traverse, convertido ahora en un simple artículo de contrabando que hurtar a la mirada de las automás aves, y se echó el cadáver sobre los hombros, sin tiempo para pende que dos, entre la gran masa negra que volaba sin las prisas de las dedantes, así que Reef y Webb -ésa al menos era la impresión que le daba, como si su padre estuviera vivo todavía y ésta fuera su última aventura juntos- debían huir sin demora. Abatió un carroñero, puecia allí con un pequeño grupo de ciudadanos designados como ayu

Durante el viaje de vuelta a Telluride, entre mesetas, cañones y res____________________miliar, es decir, convertirse en el Kid?nes junto a los riscos abandonadas hacía siglos por razones que nadie sabía, Reef por fin pudo pensar. Si Webb había sido siempre el Kieselguhr Kid, bueno, ¿no debería alguien proseguir con el negocio fablo antiguo cuyo nombre nadie conocía, torres circulares y poblaciotos de roca rojiza, pasando por las granjas de piedra, los huertos y las colonias mormonas del McElmo, bajo ruinas embrujadas por un pue

Puede que se debiera a la falta de sueño, al puro alivio de salir de Jeshimon, pero Reef empezaba a sentir una nueva presencia en su inte__mientos. De vez en cuando se daba la vuelta en la silla, que crujía, como si buscara el consentimiento o alguna aclaración en los ojos ausentes de Webb o en el rictus de lo que pronto sería la boca de una calavera. «Sólo estoy dándome ánimos», le dijo a Webb, «expresándome.»rior, que crecía, se hinchaba, grávida con el peso de lo que él sería en el futuro; encontraba excusas para apartarse del camino de vez en cuando, y entonces sacaba uno o dos cartuchos de la caja de dinamita que había robado del polvorín de piedra de una mina. Cada explosión era como el texto de otro sermón, recitado con voz atronadora por un profeta del desierto, sin rostro pero implacable, que cada vez más guiaba sus pensa

En Jeshimon había creído que no podría soportarlo, pero, a cada nueva explosión, a cada noche que pasaba en su petate con el cadáver deteriorado y maloliente que había desatado y depositado cuidadosa____________________do terrenal, el cambio de estatus de Webb allá donde estuviera ahora…peraba a lo largo del día alcalino, y hablaba más con Webb que cuando éste vivía, silbaba para ahuyentar los fantasmas de Azdán, entraba en una fase de austeridad y disciplina, como si experimentara ahí, en el munmente en el suelo, a su lado, le resultaba más llevadero, algo que casi es

Había llevado consigo una novela barata de la serie de los Chicos del Azar, Los Chicos del Azar en los confines de la Tierra, y un rato cada noche se sentaba al amor de la lumbre y leía para sí, aunque pronto empezó a leerle en voz alta al cadáver de su padre, como si fuera un cuento para dormir, algo que facilitara el tránsito de Webb al país de los sueños de su muerte.

Hacía años que Reef tenía ese libro. Se lo había encontrado, ya muy manoseado, garabateado, ajado y manchado por diversas sustan__do y, con reticencias, tras marcar la página, se dio la vuelta para pasar la noche sin que nada de todo aquello le pareciera raro. Durante el par de días siguientes, vivió una especie de existencia dual, en Socorro y en el Polo. Los compañeros de celda entraban y salían, y el Sheriff se asomaba de vez en cuando, perplejo.cias, incluida la sangre, mientras languidecía en una cárcel de Socorro, en Nuevo México, acusado de montar juegos de azar sin permiso. En la cubierta se veía a un joven atlético (que recordaba al audaz Lindsay Noseworth) colgado de un cabo de lastre de una aeronave de diseño futurista en pleno ascenso, tiroteándose con una banda de esquimales que había abajo, representados como seres feroces. Reef empezó a leer y pronto, significara «pronto» lo que fuera, se dio cuenta de que estaba leyendo a oscuras, de que la luz se había desvanecido más o menos, por lo que sabía, entre el Cabo del Norte y la Tierra de Francisco José. En cuanto percibió la ausencia de luz ya no pudo ver ni seguir leyen

A ratos perdidos, se descubría mirando al cielo, como si intentara localizar en algún lugar la inmensa aeronave. Como si esos chicos fue_ran agentes de una especie de justicia extrahumana que tuviera la ca__ra capaz de entenderlos. Y a veces, en el cielo, cuando la luz adquiría matices extraños, creía ver algo familiar. Nunca se prolongaba más de un par de tictacs de reloj, pero era persistente. «Son ellos, papá», decía asintiendo por encima del hombro. «Nos están vigilando, claro. Y esta noche te leeré más. Ya verás.»pacidad de acompañar a Webb a través de lo que pudiera aguardarle, e incluso de darle sensatos consejos a Reef, aunque no siempre fue

Al salir de Cortez por la mañana, miró la punta más alta de la Sleeping Ute y vio una nube en el pico.

– Hoy va a llover, papá.

– ¿Eres Reef? ¿Dónde estoy? Reef no tengo ni puta idea de dón_de estoy…

– Tranquilo, papá, estamos en las afueras de Cortez, vamos a Telluride, llegaremos muy pronto…

– No. No estamos donde dices. Aquí todo se ve desencajado. Nada está quieto. Me pasa algo en los ojos…

– No pasa nada.

– Los cojones no pasa.

Se arropaban unos a otros en el Cementerio Lone Tree, el cam_posanto de los mineros en la punta de la ciudad, Mayva, Lake, Frank y Reef, bajo los grandes picos, y a sus espaldas la larga caída de agua de las cataratas Bridal Veil susurraba irregularmente bajo la fría luz del sol. La vida y la obra de Webb habían acabado así.

Frank había venido de Golden, sólo para una noche. Estaba pe_gado a Mayva, sin hablar mucho, imaginando que su papel consistía en, aunque fuera temporalmente, ser la expresión viviente contraria de cuanto les rodeaba.

– Ojalá estuviera con él -dijo Mayva en voz muy baja, casi sin aliento.

– Pero no lo estás -comentó Frank-, y tal vez sea por algún motivo.

– Oh, hijos. No quisiera ser ninguno de los que lo hizo. Dios se encargará de hacer justicia, aunque a veces sea espantosamente lento. Se toma su tiempo. Y a lo mejor, si se retrasa lo bastante, alguien de aquí abajo tendrá la ocasión de ocuparse antes de que él se ponga…

Estaba muy tranquila, nada que ver con el tipo de espectáculo que dan las viudas mexicanas. Las lágrimas que asomaban a sus ojos resul____________________tas en la cuneta del camino.fermedad a la que ningún médico tendría la valentía de dar nombre. Si aquellos pistoleros a sueldo hubieran estado cerca, la fuerza de su rabia callada los habría dejado fritos en el sitio. Reducidos a cenizas grasientaban alarmantes por lo repentino de su aparición y por su silencio; se las veía allí, en la cara de Mayva, como si fueran síntomas de una en

– Pensaba que el Sindicato mandaría al menos unas flores.

– Qué van a mandar ésos.

Es una mezquina falta de respeto, pensó Reef, que les den por culo. En cierto momento recorrió con la mirada la ladera de la colina, y en la Tomboy Road vio a quienes, estaba casi seguro, eran miembros de la banda de Jimmy Drop, que se habían descubierto la cabeza y tal vez guardaran un momento de silencio, aunque, conociéndolos, era más probable que estuvieran discutiendo, y sobre algo más trivial que la vida y la muerte.

– Está bien así, mamá, es sólo para nosotros, no tiene que ser uno de esos funerales donde la mitad de la ciudad se presenta para un des_file y un picnic… Ahora él ya ha acabado con todo esto. Estará bien. Y Frank y yo pillaremos a los que lo hicieron.

A Reef le hubiera gustado que su voz sonara de otra forma, más firme. Su hermana, que parecía sobrellevarlo todo con tanta ligereza como si fuera sobre ruedas, ruedas que se deslizaban por raíles colo____________________bía preocupado por Webb cuando estaba vivo.do allí, se lo habría reprochado. Sobre todo, viendo lo poco que se hacados de noche por equipos de trabajadores que nadie hubiera visto jamás, con el rostro detrás de un velo, inexpresivo como una máscara de mármol, le lanzó en ese momento una de aquellas miradas suyas que venían a decir «no te lo crees ni tú», y si Mayva no hubiera esta

Lo cual no significaba que no estuviera emocionada, y avergon____________________taba mirando fijamente.nito vestido negro ceñido que debía de haber hecho acelerar muchos pulsos de los bajos fondos de Blair Street, pero que ahora utilizaba para honrar la memoria de su padre. Y él se jugaría lo que fuera a que ésta era la última vez que pensaba llevarlo. Ella vio que su hermano la eszada, por la intensidad del dolor de su madre. Lake había vuelto de Silverton, y para siempre, incluso Reef se daba cuenta. Llevaba un bo

– Al menos los dos lleváis sombreros negros -dijo-, ya es algo.

– El luto puedes guardarlo tú -dijo Reef-, Frank y yo haremos lo que Joe Hill llama «organizar». Hay un asunto pendiente. La intención es manteneros a Kit y a ti aparte, y cuanto menos sepáis, mejor.

– ¿Eso también va por mamá?

– No quiero que se preocupe.

– Muy considerado de tu parte. ¿No se os ha ocurrido a ninguno de los dos que a lo mejor prefiere tener a sus hijos vivos en lugar de por ahí buscando problemas?

– Estamos vivos.

– ¿Cuánto tiempo pasará antes de que os vuelva a ver a Frank y a ti? Salís a cumplir esa vieja venganza familiar que ahora os reclama y no podéis evitar, y os perdéis en un territorio del que no sabéis regre_sar. ¿Cómo crees que le va a sentar a ella? Bien mirado, es como si los dos estuvierais ya muertos. Idiotas.

El todavía no sabía qué se ocultaba detrás de ese apasionado dis_curso, nadie lo sabía, todavía no.

De vuelta en el salón de la casa lúgubremente iluminado por la luz del día.

– Ten -le dijo Mayva a Reef-, más vale que lleves esto.

Era el viejo Colt Confederado de doce disparos de Webb.

– No me parece bien. -Reef se lo pasó a Frank-, Si lo quieres es tuyo, Francis.

– Bueno, pero ya tengo mi Special del 38.

– Pero es sólo de cinco disparos, y, tal como tiras tú, la mitad da_los por perdidos, así que, necesitas al menos doce, Francis, y sólo para apuntar.

– Mira, si es demasiado para ti, para que puedas manejarlo, Reefer, lo entiendo, no te avergüences.

– Pero si siempre te ha puesto nervioso -dijo Reef ya con el arma.

La discusión se prolongó durante un buen rato. Mayva los mira____________________za como siempre había hecho,rara con los ojos entreabiertos a través del humo y sacudiera la cabeba, dando caladas a su vieja pipa, y sus ojos iban de uno a otro de sus hijos con maternal desesperación. Sabía que ellos querían que los mi ¿Qué voy a hacer con este par? Cuando oyeron acercarse el tren por el valle, Frank recogió su sombrero y dejó la pistola sobre la mesa de la cocina. Reef y él intercambiaron una mi____________________recía la pena la vida en la superficie.bos ya sabían, que el arma era en realidad de Mayva y que se quedaría con ella. Y, claro, un par de meses más tarde, Lake oyó unos disparos en el vertedero del pueblo, fue a mirar y allí estaba su madre, metiendo miedo en los corazones de las ratas que habían abandonado las minas después de la Abrogación, o al menos obligándolas a plantearse si merada rápida y silenciosa, sólo lo necesario para confirmar lo que am

De vuelta en Nochecita, tras enterrar a Webb en Telluride y vo____________________bía hacer era guardar silencio y dejar que las cosas siguieran su curso como si él no estuviera.sato como para comprender que en ese momento lo único que detrañamente sereno. Los mormones y los predicadores se habían ido del pueblo, el bebé estaba a punto de llegar, y Reef fue lo bastante senpalmes de energía eléctrica, Reef encontró a Stray en un estado exlar unas cuantas instalaciones de la empresa durante el camino sólo como práctica, reduciendo a serrín los cobertizos donde se guardaban las herramientas, llenando los cielos de chispas verdes al saltar los em

Cuando nació el bebé, un niño al que llamaron Jesse, Reef pagó una ronda en el Double Jack y alguien dijo: «Se te acabó la juerga, Reef, ahora tienes que empezar a ser prudente», y en las noches en vela que siguieron no paró de darle vueltas, preguntándose si era estrictamen_te cierto.

¿Ser prudente? Tenía sentido hasta cierto punto. Tal vez más sen__bro del Sindicato casi equivalía a ser hombre muerto, había un deber más amplio, en el ancho mundo, que cumplir.tido en una ciudad como Denver que aquí. Aquí uno podía andarse con tanto cuidado como una cabra en la montaña y, aun así, acabar asesinado a tiros; la prudencia no te aseguraba ni un minuto más del tiempo que te había sido asignado. Del mismo modo que ser miem

Webb era, tenía que serlo, más importante de lo que nunca había parecido, o ellos no lo habrían hecho matar. Reef tal vez no fuera ca__rarse con Stray, o bien fingir que volvía a las andadas de juerguista para que ella creyera que cuando desaparecía durante días seguidos sólo se trataba de juego y diversión y nada más serio.paz de lograr el consumado disfraz de respetable obrero con esposa e hijos que había logrado Webb. Eso significaba que tendría que since

Una de esas situaciones en las que uno no se podía retirar de la par_tida. Dios, al otro lado de la mesa del Destino, se metía el dedo en la nariz, se rascaba la oreja, hacía señales con mano pródiga; eso tenía que significar algo, y una suposición errónea sería mejor que ninguna. Pero Reef encontraría su camino. Un paso más o menos torpe cada vez, como siempre, e iría encontrando las respuestas: por qué le quitaron la vida a su padre, por qué los propietarios no le permitieron seguir viviendo, por qué no le quisieron allá arriba, en esa región devastada por crímenes en nombre del oro, invadida por espíritus inquietos que, desde Coeur d'Alêne, Cripple y Telluride, llegaban superando la llu____________________bría abandonado nunca…das por los rayos, venían desesperadamente a mirar, ellos, todos los exhaustos, los amenazados, los expulsados al exilio, los muertos de Webb, las bajas de Webb, los perdedores de Webb a los que él no havia, los cegadores vientos del norte y las fachadas montañosas vidria

Y mientras tanto, el fantasma de Webb, el afanoso fantasma de Webb, continuaba moviéndose por todas partes, haciendo cuanto po_día para que las cosas siguieran agitándose.


– ¡Por fin en casa! -exclamó Neville-, ¡en casa, lejos de la inocente pero casi opresivamente sana América!

– ¡De vuelta a los placeres del mal! -añadió Nigel ostensiblemen_te aliviado.

A esas alturas, Lew había aprendido a mantener un rostro imper____________________go- en sus más o menos sorprendidos traseros.ban, buscándolo. En las raras ocasiones en que de verdad encontraran el Mal en cuestión, supuso que no tendrían mucha idea de qué hacer, aparte de ponerse a dar vueltas, intentando ver qué era lo que había hundido sus colmillos nacarados -o, en el caso del Diablo, verde musmás lo suficiente como para que ni siquiera se les pusiera la carne de gallina, pese a todo el tiempo que dedicaban o, si se quiere, malgastatante seguro de que ninguno de estos dos chicos se había acercado jatérrito cuando oía conversaciones como aquélla. En su trabajo -su antiguo trabajo- había tenido un par de altercados con lo que podría llamarse el Mal, tanto a plena luz del día en las plantas superiores como abajo, en los arroyos de desesperación al final de la jornada, y estaba bas

El CRETINO, o Centro de Recogimiento para los Estudiosos del Tetractis Inefable (NeoOrden), tenía su sede principal en Londres, en Chunxton Crescent, aquella zona ambigua al norte de Hyde Park co____________________sionarios con atuendos de vertido en un refugio para todo tipo de peregrinos con sandalias, vinocida como Tyburnia, en una mansión atribuida a Sir John Soane, la cual, durante el último alquiler, que se remontaba aproximadamente a la partida de Madame Blavatsky del plano material, se había contweed y devotos de la chuleta vegetariana. En ese extraordinario momento de la historia de la investigación es____________________sado en el sagradodo por seguir un camino secreto neopitagórico al conocimiento, bacadores de certidumbres, de quienes parecía haber un número cada vez mayor a medida que el siglo se precipitaba hacia su final y franqueaba un impensable cero hasta salir al otro lado, el CRETINO había optaquica, la Orden del Alba Dorada y otras organizaciones para los buspiritual, en reñida competencia con la Sociedad Teosófica y sus restos posblavatskianos, así como con la Sociedad para la Investigación Psí Tetractis,


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al que sus lejanos predecesores habían prestado su más profundo jura____________________mensiones, y así sucesivamente, hasta que uno empezaba a sentir algo raro, lo que se interpretaba como una señal de iluminación inminente.sistía en considerar la serie de números como si ocuparan no dos sino tres dimensiones, dispuestos en un tetraedro regular, y luego cuatro dimento. El concepto, hasta donde Neville y Nigel podían explicar, con

Por el momento los jóvenes, que tenían intención de patrocinar la admisión de Lew en la Orden, estaban asimismo teniendo la amabili_dad de ofrecerle consejo sobre su guardarropa.

– ¿Y qué importa -quiso saber Lew-, si todo el mundo llevará lo mismo, lo que llamáis traje de «postulante»?

– Aun así -dijo Neville-, las botas de cowboy resultan letalmente inapropiadas, Lewis; aquí, en Chunxton Crescent, o vas descalzo o no entras.

– ¿Cómo…? ¿Sin calcetines siquiera?

– Ni aunque esa tela escocesa fuera auténtica -dijo Nigel miran_do intencionadamente lo que en ese momento lucía Lew en los pies.

Esa noche lo habían llevado al santuario del CRETINO, cuya fa_chada de piedra de Caen parecía absorber en el crepúsculo todo el color del entorno más inmediato, y que se alzaba un poco retirado tras unas vallas de hierro, dentro de un parque casi en miniatura, donde masas de sombras que podían o no haber tenido su equivalente en el reino animal se movían con una siniestra impaciencia.

– Una pequeña y encantadora hacienda -dijo Lew asintiendo.

Dentro había alguien que estaba tocando un dúo de lira y siringa. A Lew le pareció reconocer la melodía, pero al instante ésta se perdió en una dirección que no pudo seguir. Ingleses, no demasiado exóticos a primera vista, estaban tumbados sobre alfombras en posturas que le recordaban a los contorsionistas de un multitudinario número cir____________________cendían al misterio subterráneo.mían junto al fuego. Columnas de piedra se alzaban en los puntos más alejados de la sala, dando la impresión de que eran peldaños que desjaban ver y luego, con la misma brusquedad, desaparecían. Humanos reencarnados como gatos, perros y ratones se arrastraban por allí o dorcense. La gente paseaba por allí en ropa peculiar o, a menudo, casi sin nada. Se veían pasar caras muy conocidas en la prensa ilustrada. La luz sufría extrañas variaciones de las que no daba cuenta del todo el humo del ambiente, a la par que presencias brillantes surgían de la nada, se de

A Lew lo recibió Nicholas Nookshaft, Gran Cohén del Capítulo londinense del CRETINO, una persona ataviada con túnicas místicas adornadas con símbolos astrológicos y alquímicos y que llevaban un corte de pelo a tazón con el flequillo corto.

– Neville y Nigel, muy dados a cierta exageración química, nos cuentan que le vieron emerger de una explosión. La cuestión que se plantea entonces es: ¿dónde estaba justo antes?

Lew, perplejo, entrecerró los ojos.

– Paseando por la orilla de un arroyo, pensando en mis cosas. ¿Dón_de si no?

– No pudo ser el mismo mundo en el que está ahora.

– Parece muy seguro.

El Cohén se extendió:

– Series de mundos laterales, otras partes de la Creación, están a nuestro alrededor, cada uno con sus puntos de fusión o puertas para pasar del uno al otro, y pueden encontrarse en cualquier parte, es así… Una Explosión imprevista, introducida en el fluir normal del día, puede abrir fácilmente, de vez en cuando, pasadizos a otros lugares…

– Seguro, como a la muerte.

– Es una posibilidad, pero no la única.

– Así que cuando me zambullí en aquella explosión…

El Gran Cohén Nookshaft asintió con seriedad.

– Encontró un pasadizo entre los Mundos. Sus misteriosos atacan_tes le hicieron el regalo de un don involuntario.

– ¿Quién se lo pidió? -gruñó Lew.

– Pese a todo, ¿no puede considerárselos, a ellos y a otros como ellos, al proporcionar ese pasadizo, agentes de lo angélico?

– Con todos los respetos, señor, no lo creo, son más bien terroris_tas anarquistas, por el amor del Diablo.

– Chisst. Son chamanes, señor Basnight. En nuestra situación de caídos, lo más cerca que llegaremos a estar nunca de la pureza sin ci_vilizar del mundo tal como fue y no volverá a ser jamás, no para los que son como nosotros.

– No me lo trago, lo siento.

– Pues debería -insistió el Gran Cohén-, si usted es quien noso_tros empezamos a creer que puede ser.

Neville y Nigel, que habían desaparecido durante la conversa_ción, volvieron en compañía de una asombrosa joven, que miró a Lew desde unos ojos de los que no estaba del todo ausente un matiz de Oriente.

– Permítenos -dijo Nigel- presentarte a la señorita… o, de hecho, dado que es una Adepta de decimoséptimo grado, aunque en pro_piedad debería decir «Tzaddik», salvo que, obviamente…

– Caray, si no es otra que la buena de Yashmeen, ¿no? -intervino Neville.

– Bien dicho, Neville, ¿por qué no te vas a buscar unas galletitas o algo así? ¡Te las has ganado!

– A lo mejor, Nigel, te apetece que te las meta por la nariz.

– Callaos, babosos -gruñó la chica-. Imaginad lo imbéciles que serían si supieran hablar.

Los dos la miraron con una expresión que no podía borrar una ob_sesión erótica perdidamente entusiasta, y Lew creyó oír suspirar a Nigel:

– Los Tetractis no son lo único inefable que hay por aquí.

– Chicos, chicos -les reprendió el Gran Cohén. Y con toda fran____________________to activo en Gran Bretaña, el grado de seguridad física de Yashmeen le ofrece un medio de influir en el comportamiento del Coronel. De ahí que nuestra custodia vaya más allá de la simple cautela.nes del regimiento, y de quien en la actualidad se pensaba que cumplía alguna misión en el Asia Interior. Yashmeen, traída de vuelta hacía unos años para que recibiera una educación británica, había sido puesta bajo la protección del CRETINO-. Desgraciadamente, a más de un elemenmento Político en Simia para realizar una tareílla ajena a las atribucioronel G. Auberon Halfcourt, antiguo jefe de escuadrón del Dieciocho de Húsares, hacía un tiempo trasladado temporalmente al Departaqueza, como si ella no estuviera a medio metro, empezó a poner a Lew al tanto de la historia de la joven. Había sido la pupila del Teniente Co

– Sé cuidar de mí misma -afirmó la chica; por lo que parecía, no era la primera vez que afirmaba tal cosa.

Lew sonrió con sincera admiración.

– Salta a la vista, sin duda.

– Pues mira a otro lado, no vayas a ser tú el que lo compruebe -le advirtió.

– ¡Con qué inteligencia ha respondido a una tontería! -exclama_ron al unísono Nigel y Neville.

Avanzada la velada, el Gran Cohén se llevó aparte a Lew y empe_zó a explicarle su concepción personal del Detective Psíquico.

– La esperanza radica en que algún día se trascienda el mundo gris y literal de pasillos de hotel y resguardos de dietas, y se alcance el esta_do avanzado («Saber, osar, querer, guardar silencio»); sin embargo, qué difícil nos resulta a la mayoría cumplir esos imperativos básicos, sobre todo, se habrá dado cuenta, el de guardar silencio. A propósito, ¿no habré hablado demasiado? Se dará cuenta de lo espantosamente anó_mala que es la situación en la que estamos.

– En América, «detective» no significa… -empezó a decir Lew.

– Reconozco que el nuestro es un trabajo extraño… Sólo hay un «caso» que nos preocupe de verdad. Sus «sospechosos» son exactamen____________________los y seguirlos, y también a investigar sus pasados. El hecho de que ellos habiten, sin excepción, en un silencio tan abrumador como su casi invisibilidad sólo engrandece el desafío que asumimos.viales, mientras iban apareciendo los lúgubres determinantes, asesinatos, plagas, atentados al buen gusto, fracasos amorosos, a medida que, una por una, ovejas carnívoras saltaban la valla que separaba los sueños del día-. Siempre tiene que haber una Torre. Siempre tiene que haber una Sacerdotisa Suprema, una Templanza, una Fortuna y demás. De vez en cuando, al quedar posiciones vacantes debido a la muerte o a otras desgracias, surgirán nuevos ocupantes, que nos obligarán a localizarsonas reales, a lo largo de generaciones, cada una de las cuales seguía su propia agenda, confeccionada a su medida de maldades graves o tricho incontables veces, que las veintidós cartas de los Arcanos Mayores podían considerarse agentes vivos, posiciones que debían ocupar peryores de la baraja del Tarot. -Procedió a explicar, como ya había hete veintidós, ni más ni menos. Son justamente el grupo de agentes que, trabajando en secreto, hacen (o al menos permiten) que la Historia sea posible en esta isla, y se corresponden con los veintidós Arcanos Ma

– ¿Y el crimen, señor, si no es demasiada curiosidad, de qué natu_raleza sería?

– Ah, de ninguna que aparezca muy claramente descrita en los li____________________gos, en una inhóspita convergencia… La Historia, si así lo prefiere.dida que pasan los días, la incursión del Tiempo en un mundo atemporal. Que se nos revela lentamente, y uno espera que sin causar estrabros, ni es probable que ni siquiera en el futuro se defina, no…, más bien se trata de una Transgresión en marcha, que se va acumulando a me

– Así que nada de esto se verá jamás en un tribunal -dijo Lew.

– Suponga que, después de todo, no existiera el Pecado Original. Suponga que la Serpiente del Jardín del Edén no fue simbólica sino un ser real en una historia real de intrusión desde alguna otra parte, diga__tonces, un día,mos que desde «detrás del cielo». Digamos que hasta entonces éramos perfectos. Digamos que cumplíamos las leyes y éramos inocentes. En ellos llegaron.

– Y… ¿y así es como se explica la presencia de villanos y malvados entre una población que, en caso contrario, sería moral?

No es que Lew quisiera discutir. Es que estaba sinceramente des_concertado.

– Lo verá en la práctica. Sólo quería que no le resultara una sor_presa demasiado inesperada.

Como si la inocencia fuera una especie de enfermedad graciosa, transmitida de un personaje a otro como en una farsa teatral, Lew no tardó en preguntarse si la padecía, y de ser así, quién se la había conta_giado. Por no mencionar que no sabía cuán enfermo estaba. Otro modo de plantear la pregunta era: en este juego, ¿quién lo estaba tomando por tonto y hasta dónde pensaba llegar? Si se trataba del propio CRETINO, que lo utilizaba por motivos más «ocultos» todavía que los que le con_taban, entonces se encontraba en un buen estercolero, y más valía que saliera de allí en cuanto pudiera.

Había misterios de sobra. Carruajes sin ventanas llegaban a Chunxton Crescent en plena noche con el ruido de los cascos científicamen____________________fesionales, de echar un vistazo a sus propias libretas de campo. ¿Era a modo de amistosa advertencia o acaso alguientados y traspapelados cada vez que Lew se acercaba a la mesa del Gran Cohén; hubo intentos clandestinos, que distaban mucho de ser prote amortiguado; documentos sellados de manera aparatosa eran apar quería despertar sus sos_pechas? ¿Provocarle incluso para que se hiciera algún daño?

La señorita Yashmeen Halfcourt le pareció la más digna de con____________________bían informado del todo. Hasta qué punto eso les hacía compartir algo era una cuestión que estaba por ver.lo, en una situación de mayor o menor desamparo, y traídos aquí bajo la protección del CRETINO por razones de las que tal vez no les hafianza de la pandilla, pues ambos habían sido recogidos, por así decir

– ¿Es esto lo que denominan «salir»?

– Espero que no.

Ese día había brisa; Lew llevaba el paraguas de rigor, impermea____________________glaterra. Yashmeen recibía miradas apreciativas de los transeúntes, tanto masculinos como femeninos. Nada extraño, aunque no fuera vestida con más elegancia que los demás.rentes tipos de tiempo esperables en un día corriente en el sur de Inble, calcetines secos y botas de minero para hacer frente a los dife

Su paseo los llevaba por el Parque, en dirección aproximada a Westminster. A su alrededor, por detrás de un velo de vegetación tan te_nue como el de maya, pervivía el antiguo paisaje de Londres, con sus altos lugares sagrados, sus piedras sacrificiales y sus túmulos misterio__do de modelo.sos, conocidos por los druidas y por todo aquel al que hubiera servi

– ¿Qué sabes del Hermano Nookshaft? -le estaba preguntando Lew-. ¿Qué era antes de convertirse en Cohén, sin ir más lejos?

– Vete a saber, cualquier cosa -supuso ella-, de maestro de escuela a pequeño delincuente. No lo veo de ex militar. No hay bastantes in_dicios de que lo fuera. Empezando por el mismo corte de pelo. Quiero decir que no es el típico de los barberos de la Corte, ¿verdad que no?

– ¿Crees que sencillamente acabó aquí por casualidad? ¿Una es_pecie de negocio familiar que le traspasaron?

Ella negó con la cabeza frunciendo el ceño.

– Esta gente… No, no, ése es precisamente el problema, carecen de puntos de referencia fijos, de historia, de responsabilidad; un día apa__tarse de política o incluso de una estafa.recen, así, por las buenas, con sus propios planes secretos. Puede tra

– Hablas como un detective. ¿Y si no mintieran y fueran quienes dicen ser?

Un destello divertido en sus interesantes ojos.

– Oh, entonces sí que los habría juzgado mal.

Pasearon en silencio, Lew con el ceño fruncido, como si intenta_ra aclarar algo.

– En esta isla -prosiguió ella-, como habrás empezado a notar, na____________________cia. Nada más. Quien se sienta traicionado por esta gente, insultado o herido, incluso gravemente, es que se lo está «tomando demasiado en serio». Los ingleses alzan las cejas, sonríen y te dicen que es «ironía» o «un poco de diversión», porque, al fin y al cabo, no se trata más que de combinaciones de letras, cigramas en los periódicos, toda la lengua inglesa, hablada o escrita, se toma como si fuera tan sólo una serie de textos codificados con astudie habla claramente. Ya sean los códigos rimados cockneys o los cru¿no?

Según parecía, ella estaba a punto de ir a la Universidad, al Girton College de Cambridge, a estudiar matemáticas.

Lew debió de haberse quedado mirándola, porque ella se volvió hacia él con brusquedad.

– ¿Pasa algo?

El se encogió de hombros.

– Lo próximo será que os dejen votar.

– No mientras vivas -replicó ella con cara de pocos amigos.

– Sólo buscaba un poco de diversión -se quejó Lew. Y se le ocurrió que Yashmeen podría ser algo más que lo que los otros afirmaban.

Se alargaba la noche, la vasta, tintineante, tumultuosa y monumen____________________no sólo de visitantes de los suburbios burgueses.guos, y fueron a cenar a Mohnari's, en Oíd Compton Street, también conocido como el Hôtel d'Italie, famoso por ser una de las guaridas del señor Arthur Edward Waite, aunque esa noche el local estaba lletal noche de Londres, con la luz cayendo sin destino aparente sobre las plazas azotadas por el viento y sobre restos embrujados más anti

Al principio, como ignoraba por completo la verdadera naturale____________________gañarse.man Smith bajo la guía del señor Waite. Pero Lew no tardó en desenza de la materia, Lew dependía de las interpretaciones tradicionales de la baraja del Tarot, que por entonces en Londres remitían en gran medida a los dibujos realizados por la señorita Pamela («Pixie») Col

– En la gramática de su iniquidad -le instruyeron-, la Icosaedíada, o Compañía de los Veintidós, carece de género y de número. «El Carro» puede ser una unidad de combate completa, no pocas veces con la potencia de un regimiento. Sigue llamando al Hierofante y la puer__drías acabar deseando.ta podría abrirse a una mujer, incluso atractiva, que a su tiempo po

– Vaya, no me digas.

– Bueno, no necesariamente, no te fíes.

Como si pusieran a prueba a un nuevo policía de ronda, los vein____________________tudiosos de la enfermedad conocen comoradas de armas de fuego y, en el caso del bebé, Des, de apenas un año y que ya pesaba veinticinco kilos, esa forma de glotonería que los essividad, adicción al cloro, masturbación en público, descargas inespetológico propio que él o ella era incapaz de controlar, incluyendo agretidós perdieron poco tiempo en demostrarle a Lew esta flexibilidad en la nomenclatura. La Templanza (número XIV) resultó ser una familia completa, los Uckenfay, que vivía en un desagradable barrio del oeste, cada uno de cuyos miembros estaba especializado en un impulso pa gaver du visage. El Ermita____________________selos de encima. Pero entonces empezaron a acudir a él de dos en dos.que siempre le había gustado conocer a gente nueva e interesante, y los trabajos que traían consigo a modo de presentación era fácil quitártuna (X) era un chino dueño de antros de opio, que residía en las Midlands y cuya vida de lujo procedía de los «tugurios» que tenía por todo Londres, además de en Birmingham, Manchester y Liverpool; El Juicio Final (XX) era una mujer de la vida de Seven Dials, a la que a veces acompañaba su Chulo, y así sucesivamente… A Lew tanto le daba, porño (IX) era el cordial propietario de un salón de fumadores del que Lew no tardó en convertirse en cliente habitual; La Rueda de la For

No llevaba todavía una semana en Inglaterra cuando, una noche, un neófito del CRETINO llegó corriendo, lívido como el yeso, tan alterado que se olvidó de quitarse el sombrero, un fedora malva.

– ¡Gran Cohén, Gran Cohén! ¡Perdone la interrupción! Querían que le entregara esto en persona.

Y le alcanzó un trozo de papel de carta azul.

– Bien -asintió el G.C.-, Madame Eskimov tiene una sesión esta noche, no…, echemos un vistazo entonces…, oh, por favor.

El papel se agitó en lo que de repente pareció una mano sin ner____________________món y desaparecieron.caba los zapatos. Lew se sacó los calcetines de un bolsillo de la chaqueta, recogió sus propios zapatos, salieron a la calle, subieron a un coche sivio. Lew, que había esperado una velada tranquila, le preguntó con la mirada. El Cohén ya se estaba quitando las túnicas de ceremonia y bus

De camino, el Gran Cohén resumió la situación.

– Probablemente tiene que ver -dijo suspirando mientras extraía de un bolsillo interior una baraja de Tarot y pasaba las cartas- con… éste, éste, el número XV, El Diablo. -En concreto, prosiguió el Cohén, con las dos figuras encadenadas que había en la parte de abajo de la carta, imaginadas por su artista, la señorita Colman Smith, tal vez al modo de Dante, como un hombre y una mujer desnudos sin más, aun____________________plomáticos, otros en el comercio internacional o como aventureros irregulares destinados temporalmente a los ejércitos y armadas de sus respectivas naciones, pero todos leales cumpliendo un servicio que les iba a llevar por todo el mundo como presencias espirituales, sin que los reconocieran más que los otros adeptos.clavizados. Algunos de ellos encontraron empleo en Servicios Dipo», añadió Renfrew. Fuera como fuese, por encima de las paredes de sus claustros y directos al mapa del megacosmos, los dos profesores siguieron lanzando sus equipos de adeptos hechizados y discípulos esdo, eran descartadas como accidentes, «cierta predisposición al eco», como había dicho Werfner, «tal vez inherente a la naturaleza del Tiemfinido por el señor Kipling, en tiempos más tranquilos, como «El Gran Juego». Las manipulaciones de los profesores tenían al menos la elegancia de evitar ser especulares: si surgían simetrías de vez en cuanta la única y vasta masa continental euroasiática y el conflicto mundial en marcha, con todos sus elementos ingleses, rusos, turcos, alemanes, austríacos, chinos, japoneses -por no mencionar a los indígenas-, decanes, más allá de las cambiantes fronteras del Imperio Otomano, hasferían permanecer en el anonimato. Con el transcurso de los años, la rivalidad no había parado de crecer, extendiéndose más allá de los Balplacable y obsesivo, con una rapidez que sorprendió a ambos. Al poco, cada uno de ellos se vio considerado como un gran especialista, al que consultaban los Ministerios de Asuntos Exteriores y los Servicios de Espionaje de sus respectivos países, por no mencionar a otros que preblicaciones profesionales a un genuino aborrecimiento personal, imtión Oriental había pasado de una simple riña a distancia en las punentes en sus cargos académicos sino también personajes potencialmente influyentes en el mundo exterior. Años antes, en la estela del Congreso de Berlín de 1878, el interés que compartían por la Cuesrarse aunque quisieran. En la actualidad, esa desdichada posición en los Arcanos Mayores la ocupaban un par de profesores universitarios rivales, Renfrew en Cambridge y Werfner en Gotinga, no sólo emique tradicionalmente se les mostraba como un par de demonios, de sexo sin especificar, cuyos destinos estaban unidos y no podían sepa

– Tal vez podrá soportar a esos dos -dijo el Gran Cohén-, Yo ya no puedo, no por mucho tiempo más. Nadie del CRETINO ha po_dido trabajar en eso más que unos pocos días, porque no hay quien los aguante. Y, claro, de toda la Icosaedíada, ellos son los más capaces de hacer daño, los que tienen que ser constantemente vigilados.

– Gracias, Cohén.

Llegaron por fin a una manzana oscura y antigua de pisos, al sur del río, que se elevaba en una irregular disposición de vacíos y ven_tanas oscuras que, a la luz del día, esperaba Lew, no sería tan siniestra como ahora.

Los aposentos de Madame Natalia Eskimov tenían lámparas mame____________________tos en hebreo, el cual la había hecho víctima de numerosos comentarios del prepotente antisemitismo británico -«Eskimov… ¿qué nombre es ése?»-, aunque de hecho ella se había educado en la Iglesia Oriental y, para desilusión de los perros guardianes raciales de toda la isla, lo que en realidad resultaba ser, pasmosamente, era una clásica Rosa Inglesa.mov, el Árbol de la Vida de la Cábala, con los nombres del Sefirot escrido en exquisita simetría bajo la nuca descubierta de Madame Eskite le había costado una pasta, así como perlas ambarinas y un broche Lalique. Otras noches, dependiendo de la elegancia de la velada y de en qué medida la ropa siguiera la moda, también podía verse, tatuasos y expresivos que uno sólo esperaría ver en las ilustraciones de las revistas, más que en este mundo lastimoso. Voluminosas trenzas con mechones plateados que invitaban a la mano temeraria a quitarles los alfileres para ver hasta dónde llegaban. Esa noche llevaba un vestido de tafetán negro que parecía sencillo pero no austero, y que probablementraños rincones que parecían diseñados para alejar a cualquiera, salvo a los curiosos menos frívolos; a Lew todo eso le fascinó nada más entrar, porque además la dama en persona era un pimpollo. Unos ojos inmenticados incensarios de latón, muebles de madera de higuera tallada y exlucas, cortinajes con estampados indios, humo que ascendía desde sofis

En sus buenos tiempos supervisada de cerca por Sir Oliver Lodge y Sir William Crookes, había tomado transatlánticos a Boston para visi____________________cuo y expansivo señor W.T. Stead, en la que la médium señora Burchell explicaría con todo detalle el asesinato de Alejandro y de Draga Obrenovich, rey y reina de Serbia, tres meses antes de que sucediera.se que había asistido a las más celebradas sesiones de espiritismo de su época, cuya lista estaba a punto de incluir una organizada por el ubitar a la señorita Piper, viajado a Nápoles para encontrarse con Eusapia Palladino (a quien más tarde defendería contra acusaciones de fraude en los infames experimentos de Cambridge), ciertamente podía decir

En el CRETINO se la calificaba de «extática», una categoría que pa_recía merecer algo más de respeto que la de médium común.

– Nosotros no tenemos trances ordinarios -explicó Madame E.

– Más bien algo así como éxtasis -aventuró Lew.

Se vio recompensado con una mirada firme y especulativa.

– Me gustaría hacerle una demostración, tal vez en una noche me_nos agotadora que ésta.

Se refería a algo que había sucedido durante la sesión de espiritis__lutamente nada, aunque, como en todas las sesiones sancionadas por el CRETINO, se había grabado con un Auxetófono Parsons-Short.mo de esa noche, de la cual Madame Eskimov ya no recordaba abso

– Sacamos galvanotipos de las impresiones originales en cera in_mediatamente después de cada sesión. Forma parte de la rutina. Esta noche los he escuchado varias veces, y aunque hay detalles un tanto oscuros, lo he considerado una novedad lo bastante importante como para traerle aquí a usted.

Según parecía, un tal Clive Crouchmas, un funcionario semigubernamental que también era miembro del CRETINO, aunque de ni__peraba que las respuestas fueran en turco, Crouchmas se había llevado también un intérprete.vel principiante, había intentado ponerse en contacto sobre el terreno con uno de sus agentes que había muerto inesperadamente en Constantinopla, en medio de unas negociaciones especialmente arduas en torno a la denominada concesión ferroviaria «Bagdad». Como se es

– Está especializado en los territorios otomanos, que es donde Renfrew y Werfner han encontrado las mejores oportunidades para sus malas artes, y ha trabajado como asesor de los dos, dejando que cada uno pensara que era el único que tenía información sobre el otro y demás. Farsa a la francesa. Siendo como era probablemente la única persona en Inglaterra que podía soportar la compañía de cualquiera de los dos durante más de unos minutos, el bueno de C.C. nos era muy útil como canal entre ambos, aunque he de decir que estoy bastante enfadado con él en este momento -gruñó el Gran Cohén-, A estas alturas debería saber que no debe hacerle perder el tiempo, Madame, con estos trapícheos turcos.

Lew apenas se hacía una idea muy vaga de la situación. Las po____________________quiría una nueva y peligrosamente inverificable serie de coeficientes.mania un denominado «atajo a la India» incluso más cómodo para el comercio que el canal de Suez. La matriz geopolítica completa adcesión definitiva que los turcos darían a los alemanes de una línea que atravesaría Anatolia, pasaría por los Montes Taurus, seguiría a lo largo del Éufrates y el Tigris, cruzaría Bagdad y proseguiría hasta Basora y el Golfo Pérsico, que hasta ese momento Gran Bretaña creía controlar firmemente bajo su radio de influencia, con lo que se abría para Aleción necesarias para obtener de los otomanos la tan codiciada concesión ferroviaria, que finalmente dieron a Alemania, lo que fue un resultado ciertamente amargo para Gran Bretaña, pues Berlín era su principal rival en la región. Y no poca inquietud diplomática causaba la contencias europeas habían dedicado años a la seducción y contraseduc

Madame Eskimov colocó el cilindro de cera en la máquina, en____________________mo, cuando, sin previo aviso…cera voz que Crouchmas había contratado para la sesión de espiritistensiones de la línea Esmirna-Casaba, y lo traducía al inglés una termado Mahmoud que había muerto en Tracia durante la Guerra Ruso-Turca. Respondía lo mejor que sabía a las detalladas preguntas de Clive Crouchmas sobre las garantías por kilómetro para varios ramales y extrol de Madame Eskimov, hablando a través de ella, era un fusilero llaba, sino un «control», un espíritu del otro lado que aparecía cuando el alma que había partido quería contactar, de modo muy similar a como un médium de este lado actúa en nombre de los vivos. El conde hablara ese espíritu y la máquina grabadora. Más tarde, la propia Madame Eskimov explicaría que no era ella en persona la que hablamente la de Madame Eskimov, era mucho más clara que el resto, como si se hubiera producido un inexplicable efecto sintónico entre allá doncharon. Al principio resultaba difícil distinguir las diversas voces, y de fondo iban y venían incontables susurros y siseos. Una voz, aparentecendió la bomba de aire, ajustó una serie de reóstatos, y todos escu

– Ahora -dijo Madame Eskimov-, escuchen.

No se trató exactamente de una explosión, aunque el altavoz de ébano del Auxetófono ciertamente se saturó como si lo fuera, estre____________________mente, antes de que se hubiera desvanecido el último eco, como el de un tren sobre la siguiente montaña, se oyó a alguien, una mujer, que cantaba en turco al estilo oriental.ma abolición de la coherencia, la misma dispersión… E, inmediatameciéndose, tintineando en sus soportes, casi incapaz de dar cuenta del misterioso acontecimiento. Tal vez era la forma que adoptaría una violenta liberación de energía en este mundo para un informador sin cuerpo como Mahmoud, la voz de una explosión o, al menos, la mis Amán, aman… Ten piedad.

– Y bien, ¿qué les parece? -preguntó Madame Eskimov tras una pausa.

– Por lo que se puede colegir -susurró el Cohén-, aunque Crouchmas no sea la voz de Alá en estas cuestiones, ni de lejos, las garantías kilométricas del gobierno otomano últimamente se han vuelto tan atractivas que, como por milagro, empiezan a florecer vías férreas fan_tasmales por toda Asia Menor, entre esas llanuras sin árboles donde ni siquiera se aventuran las panteras, uniendo estaciones de ciudades que, hablando con propiedad, ni siquiera existen, a veces ni siquiera tienen nombre. Y, por lo que parece, la persona que hablaba a través de Mahmoud se encontraba en uno de esos lugares.

– Pero no suele suceder así -dijo perpleja la atractiva extática-. Les gusta hechizar lugares inmóviles, casas, cementerios…, pero ¿trenes en marcha?, ¿líneas ferroviarias imaginarias? Eso casi nunca, por no de_cir nunca.

– Se está tramando algo -gruñó el Cohén con una inflexión en la voz que parecía fruto de un malestar gástrico.

– ¿Alguien voló una línea de tren? -preguntó Lew sintiéndose de algún modo ajeno a esas profundidades-, o acaso…

– Lo intentaron -dijo ella-,lo pensaron, lo soñaron o vieron algo…, algo parecido a una explosión. La muerte es una región metafórica, o eso parece a menudo.

– No siempre descifrable -añadió el Cohén-, pero en este caso de la Cuestión Oriental, no cabe la menor duda. Más melodrama de Ren__los, diría. De buenas a primeras, no se sabe muy bien quién asesinará a quién, pero el crimen es tan inevitable como la luna llena.frew y Werfner. Problemas peliagudos para los Insoportables Geme

– ¿A quién tenemos en Cambridge vigilando a Renfrew? -pre_guntó Madame E.

– A Neville y a Nigel, me parece. Están en el King's.

– Que el cielo proteja al King's.

– El trimestre de otoño se nos echa encima -dijo el Cohén- y la señorita Halfcourt empieza su residencia en Girton. Eso nos propor_cionará la ocasión de echarle un ojo al Profesor…

La doncella de Madame Eskimov había sacado té y un gatean, así como un malta Speyside de doce años y vasos. Se sentaron en una es_pecie de acogedor crepúsculo eléctrico, y el Cohén, incapaz de dejar de hablar del tema, siguió discurseando sobre Renfrew y Werfner.

– Es una consecuencia inevitable de la Era Victoriana. Del carác____________________to, Duque de Cumberland, se habría convertido en Rey de Inglaterra y, como la Ley Sálica estaba vigente, los tronos de Hannover y Gran Bretaña se habrían unido…tonces sin descendencia, el insoportable y aborrecible Ernesto Auguster de ese augusto epónimo, en realidad. Si los disparos de pistola del camarero demente Edward Oxford hubieran dado en el blanco hace sesenta años en Constitution Hill, si la joven reina hubiera muerto en

«Imaginemos un mundo lateral, situado a sólo una distancia infi____________________terra y el estándar oro. India y las colonias están más arruinadas de lo que lo estaban, si tal cosa es posible.nes. Su único aliado es Estados Unidos, que se ha convertido en una especie de leal secuaz controlado básicamente por el Banco de Inglatende mantener a Gran Bretaña excluida de la comunidad de naciodos los barrios son administrados por una de ellas. Una especie de anti-Navidad siniestra se celebra del 1 al 12 de julio, aniversario de las batallas de Boyne y Aughrim. Francia, el sur de Alemania, Austria-Hungría y Rusia han creado una Liga de Europa defensiva, que predición son identificados sistemáticamente de jóvenes, y encarcelados o asesinados en el acto. Las logias orangistas son omnipresentes, y tonitesimal al lado del que creemos conocer, en el que eso ha sucedido. El pueblo británico sufre bajo un despotismo tory de un rigor y una crueldad inimaginables hasta entonces. Bajo gobierno militar, Irlanda vive literalmente sumida en el caos: los católicos de toda clase y con

«Añádanse, también, las inflexibles negativas de Victoria a asumir el paso del Tiempo; por ejemplo, su insistencia a lo largo de más de se_senta años en que la única imagen postal suya fuera la de la joven que aparecía en los primeros sellos adhesivos de 1840, el año del intento de asesinato del joven y cortito Oxford. Su imagen, en medallones, estatuas o porcelanas conmemorativas, tiene que ser todo lo imperial posible, por más que la mujer retratada resulte demasiado joven para esos boatos del imperio. Añádase su incapacidad para asumir la muer____________________sores gemelos Renfrew y Werfher, que se comportan de algún modo como polos del flujo temporal entre Inglaterra y Hannover.res de esta pantomima que todo lo abarca son precisamente los profenesto Augusto en la que en realidad vivimos. Y que los administradodre y al bebé en un fluir que el Tiempo nunca hollará. Supongamos que el revoltijo que llamamos «Era Victoriana» no haya sido más que una máscara benevolente de las lúgubres realidades de la Era de Ercantadora marea viva de principios del embarazo recorriendo a la maban en el último espantoso momento en que ascendían al palacio, con la Princesa Real eternamente de tres meses y medio en su útero, la enten visitas conyugales periódicas de Alberto, pues ninguno de los dos envejece, y siguen enamorados tan apasionadamente como lo estapongamos que la joven en la flor de la vida está cautiva, inmune al Tiempo, en manos de un gobernante del submundo, y se le permigamos sin embargo que la «verdadera» Vic está en otro lugar. Suvejecido como cualquier otra persona, madurando para convertirse en una matrona poderosa, una estadista admirada internacionalmente y una gordita legendaria, amada pero sin sentido del humor, suponble fantasmal de otra Victoria inmune al paso del Tiempo en todas sus formas, sobre todo en las bien conocidas del Envejecimiento y la Muerte. Aunque, desde un punto de vista técnico, puede que haya enmás. Es casi como si el aciago día en Constitution Hill, los disparos de Oxford hubieran dado en el blanco al fin y al cabo, y la Victoria que creemos conocer y reverenciar sea en realidad una especie de dote de Albert, que la lleva a mantener su habitación tal como él la dejó, con flores frescas cada día, sus uniformes enviados a la tintorería y de

Lew estaba consternado.

– Cohén, eso es espantoso.

El Gran Cohén se encogió de hombros.

– No es más que un poco de diversión. Ustedes los yanquis son demasiado serios.

– Esos profesores no son cosa de risa -dijo Madame Eskimov, y us_ted ya está avisado, señor Basnight: debe tomarse la Icosaedíada tan en serio como pueda. En el pasado yo era uno de ellos, en el papel de El Loco (o «El Imprudente», como prefería Eliphas Lévi), tal vez el más exigente de todos los Arcanos Mayores. Ahora tengo un rebaño de clientes acomodados de los suburbios que creen, pobres, que poseo un conocimiento que les será útil. Siendo tan imprudente como siempre, no puedo reunir el valor para desengañarlos.

– ¿Ha cambiado de bando? -preguntó Lew.

Ella sonrió con, le pareció a él, cierta condescendencia.

– «De bando», bueno, no, no exactamente. Se había convertido en un impedimento para mi vocación, así que dimití y me uní al CRE____________________jos conocidos comotagórica tenían sus propias ideas sobre esos tabúes y pequeños consedas las órdenes místicas británicas que se atribuían una tradición piTINO, aunque no sin lamentarlo más adelante. Ya es bastante difícil ser mujer como para, además, ser pitagórica…, en fin. -Parecía que to akousmata, y el favorito de Madame Eskimov re____________________quillaje, todo lo cual sin duda tendrá un aspecto distinto bajo la luz eléctrica o de gas.ne que reorganizar el día entero, asegurándose de que ha acabado de vestirse bien antes del anochecer, por no mencionar el pelo y el masultó ser el número veinticuatro de la lista de Jámblico: nunca mires a un espejo cuando tienes una lámpara al lado-. Significa que uno tie

– No creo que le lleve más de un par de minutos -dijo Lew.

Y entonces apareció otra vez aquella mirada.

– Puede requerir horas -simuló lamentarse- sólo poner el alfiler de! sombrero a las cosas.


A medida que avanzaba el otoño, se veía cada vez más a Lew corrien____________________rolas de la noble noche eléctrica sólo volvía insoportablemente visibles.lía a la luz del día, Lew se encontraba yendo de una sombra a otra, entre sobresaltos cotidianos que la llegada de la hora del encendido de las fapre y que la blancura extrema e inmisericorde del nuevo alumbrado que sustituía los tonos sin resplandor y las sombras compuestas del antiguo, tan propicios al equívoco, no hacía más que ratificar. Incluso cuando sata, que se remontaba a tiempos antiguos, tal vez a mucho antes incluso de que existiera una ciudad: una estructura que estaba ahí desde siemgros ceñidos, los sombreros flexibles y las botas prácticas, y un bigote negro bien recortado se había asentado sobre su labio superior. A pesar de la creciente presencia de alumbrado eléctrico en las calles -Londres salía por entonces, con municipal resolución, del Reino del Gas-, Lew había empezado a descubrir que la oscuridad poseía una estructura oculdo de un sitio a otro, como si le reclamara con urgencia una causa más elevada; iba tenso y erguido, y mostraba predilección por los abrigos ne

La determinación con que adoptó esa vida no impidió que, du____________________rebrales cocainizados, pasando por cigarrillos empapados en absenta, xileno en habitaciones sin ventilar y demás, pero todas las sustancias resultaron sucedáneos fallidos, a menudo con consecuencias patéticas, del explosivo que modificaba la realidad del que él había disfrutado durante su existencia anterior o americana.ceos para el catarro como la Collis Brown's Mixture hasta tónicos cerante bastante tiempo, intentara localizar en Gran Bretaña una fuente de Ciclomita, y así probó, con desesperación, desde preparados opiá

No le avergonzaba pedirle ayuda a Neville y Nigel, que esos días, al parecer, andaban siempre lejos de la Universidad. Cada uno de ellos, se decía, recibía al menos mil libras al año, que por lo visto se gastaban básicamente en drogas y sombreros.

– Ten -le saludó Nigel-, prueba una pizca de «pinky», es diverti_do, de verdad.

– El fluido de Condy -explicó Neville-, permanganato desinfec_tante, que se mezcla con alcohol desnaturalizado…

– Me dio la receta un australiano que conocimos un fin de sema__mitirnos sólo una botella al año.na de regatas. Al cabo de un tiempo le cogimos gusto, aunque, claro, teníamos en cuenta la salud, así que tomamos la precaución de per

– Admiro vuestra contención, chicos.

– Sí, ¡y esta noche es la noche, Lewis!

Sacaron de golpe una botella bastante grande llena de un líquido de un extraño color morado que, habría jurado Lew, resplandecía.

– Oh, no, no, yo…

– ¿Qué pasa? ¿Es el color lo que no te gusta? Mira, ajustaré el gas -dijo Neville servicial-. Ya está, ahí. ¿Te parece mejor?

Una mañana levantaron temprano a Lew y lo metieron en un taxi antes de que se hubiera despertado del todo.

– ¿Adonde vamos?

– Es una sorpresa. Ya verás.

Fueron hacia el este y al poco pararon ante una anodina mercería en Cheapside que parecía llevar cerrada bastante tiempo.

– ¿Qué es esto?

– ¡El Ministerio de la Guerra! -exclamaron Neville y Nigel, sonriéndose traviesamente el uno al otro.

– Dejaos de bobadas. Sé que lo han trasladado, pero no aquí.

– Algunas de sus instalaciones ni siquiera soñarían con trasladarse -dijo Neville-. Ven.

Lew los siguió por un estrecho pasaje pegado a la tienda, que de____________________ras por todas partes, como si hubiera estado sometido a décadas de ataques.biera cerrado de golpe una pesada puerta. Avanzaron a lo largo de una especie de callejón techado hasta un corto tramo de escaleras, que los llevó a regiones más frías y alejadas de la luz del día. Lew creyó oír agua que goteaba, y ruido de viento, cada vez más alto, hasta que por fin se encontraron ante un portal cubierto de cicatrices y melladusembocaba en una callejuela completamente invisible desde la calle, cuyo clamor se volvía de repente inaudible ahí atrás, como si se hu

Debido a la empecinada creencia de Whitehall de que los excén____________________mento, donde tantas cosas le llamaban la atención y, con el tiempo, supuso, perturbarían sus sueños.templando el inmenso taller en el que los introducían en ese mofugio ahí. Saludó a Neville y a Nigel con una familiaridad que a Lew le habría parecido sospechosa de no haber estado tan abstraído conbuloso y una agradecida conciencia de haber encontrado, por fin, reblico, al comercio internacional de armas, tal vez, o al sacerdocio. Pero algo, un refinamiento de actor en su actitud, insinuaba un pasado negros egipcios en una boquilla de ámbar, sin un pelo de la cara fuera de su sitio, parecía más bien destinado a una vocación de servicio púcontrolablemente agitadas, a los cortes de pelo que ninguna gomina conocida pudiera domeñar. Sin embargo, el Doctor Coombs De Bottle no cumplía esos criterios. Fino, cosmopolita, vestido con un conjunto de laboratorio de dril ruso blanco como la nieve, tejido a mano y comprado en Poole's, en Savile Row, fumando cigarrillos nenos una generación alerta al tartamudeo elegante, a las miradas intricos disponen de acceso a fuerzas paranormales que no tienen otra cosa que hacer que susurrar ideas para el diseño de armas cada vez mejores, las oficinas de personal de todo el Imperio llevaban al me

Arcos eléctricos apuñalaban el crepúsculo violeta. Soluciones ca____________________nilladores y fórceps. Y, lo mejor, alguien estaba preparando café.mos pálidos, pacientes como cerrajeros, entornaban los ojos mirando por lupas y ajustaban bobinas vibratorias y temporizadores con destormas sensibles crepitaban con diferentes intensidades de agudeza. Entre un resplandeciente racimo de quemadores y espectroscopios, embudos y frascos, extractores Soxhlet y centrífugos, y columnas de destilación de Glynsky y de Le Bel-Henninger a la vez, chicas serias con el pelo recogido en redecillas anotaban cifras en cuadernos de registro, y gnotaban cerca, encogidos detrás de sombrillas de playa colocadas con tal fin defensivo. Las agujas de los indicadores oscilaban febrilmente. Llaniatura que arrojaban una lluvia de cristales a los trabajadores que escendían helicoidalmente a través de líquidos verdes luminosos. En los rincones más alejados de la instalación, se sucedían explosiones en milientes gemían hasta alcanzar el punto de ebullición. Las burbujas as

El Doctor De Bottle les había conducido al fondo, a un apartado lejano, donde unos técnicos trabajaban en mesas cubiertas de bombas caseras en diferentes fases de desmontaje.

– Partíamos de la idea de comenzar con artilugios confiscados en varios atentados fallidos y que nos cedían amablemente, y, mediante el análisis meticuloso de cada dispositivo, rehacerlos, paso a paso, has____________________dad en un laboratorio… Haría mucho bien, ¿no le parece?dida de docenas de vidas de anarquistas cada año, y eso sólo aquí, en Londres. Hasta el punto de que uno tiene que contener el impulso misionero de ir a advertirlos…, tal vez distribuyendo folletos baratos, esbozando para ellos los principios más básicos siquiera de la seguritaba haberse realizado en condiciones tan asombrosamente primitivas que uno no podía dejar de sentir cierta pena por esos desgraciados. Saltaban por los aires en un porcentaje digamos que alarmante, y el desconocimiento del tipo adecuado de disolvente explicaba la pérta llegar a su acto original de fabricación. Que, por lo general, resul

Lew, reprimiendo un gesto reflexivo de las cejas, habría agradeci__res de diversos tipos.do en ese momento cualquier comentario ingenioso de Neville o Nigel, pero ambos se habían apartado para inhalar, según parecía, vapo

– No sigo su lógica -dijo Lew- de salvar vidas de terroristas, si cada una que se salva puede implicar la pérdida de cientos de vidas inocen_tes más tarde.

El Doc se rió entre dientes y se inspeccionó los puños de la ca_misa.

– Vidas burguesas inocentes. Ya…, «inocentes».

Llegó un ayudante con un carrito de ruedas en el que traía café en un matraz de Erlenmeyer, tazas y una bandeja de extraños bollos.

– Tal vez como americano no lo aprecie, pero entre los últimos vestigios que confirman que una civilización existió en el pasado en esta isla se cuenta el juego del criquet. Para muchos de nosotros, un partido de criquet es una especie de acto religioso. Una especie de si____________________nos que invadidos, pueden estar sirviendo de involuntaria cobertura para el bueno del C. de las B. de H., además de como cabezas de turco.cerbarse, los australianos, por quienes estamos siendo ahora poco meca, parece más bien la australiana, llamada «kookaburra». Y como se está celebrando el torneo de The Ashes y las pasiones tienden a exacho más brillante y está cosida con más fuerza que una pelota británimo interior que la arma. Tal vez se haya dado cuenta de que es mumufladas como pelotas de criquet. Esta es una de las que he podido recuperar intacta. Si se frota contra los pantalones activa el mecanisnocida de él, con la habitual bolsa de jugador de criquet colgada del hombro, dentro de la cual lleva varias bombas de mano esféricas cara con pantalones de franela blancos, conocido por estos pagos como el Caballero de las Bombas de Headingley, por la única fotografía coglaterra y el País de Gales han recibido la visita de una misteriosa figuza una pelota de criquet, que casi resplandecía bajo la iluminación eléctrica-. Desde hace algún tiempo los campos de juego de toda Inlencio sin aliento en lo más cerrado de la noche. «Inocente», si se mira bien. Y pese a todo aquí tenemos… -Sostuvo en alto y con delicade

– ¿Tira bombas durante los partidos de criquet?

– Nosotros procuramos no llamarlas «bombas»; de hecho, se trata más bien de una granada con gas venenoso. Y habitualmente espera a la hora del té.

– ¿«Gas venenoso»? -Algo nuevo para Lew. Pero la expresión del Doctor De Bottle se había vuelto sombría.

– Fosgeno. -Había algo en su manera de pronunciarlo-. Es una palabra francesa. Phosgène. Nosotros preferimos llamarlo cloruro de carbonilo. Si quiere, resulta menos… inquietante. El problema para la policía es que, dependiendo de la nube de dispersión, con mucha fre__cos, cuarenta y ocho horas más tarde están muertos. ¿Por qué mira de ese modo ese bollo?cuencia las víctimas ni siquiera se dan cuenta de que las han gaseado. Y entonces, de repente, misteriosamente, como dicen en los periódi

– ¿Cómo? Ah, es por el color, supongo.

– Un precioso matiz de morado, ¿no le parece?, palo campeche co_cido, creo, el chef le echa de todo; pruébelo, no le envenenará, como mucho notará un poco el tanino.

– Bueno, y entonces estos…, umm… -dijo sosteniendo en alto un trozo del bollo y señalando varias incrustaciones de un intenso matiz inequívocamente azul turquesa.

– ¡Por lo que más quieras, Lewis, no te los comas todos! -gritó Ne____________________tros del suelo.ban por el laboratorio presas de un curioso regocijo, a unos centímeville, seguido de cerca por su coadjutor, mientras ambos se desplaza

– ¡Y mira qué hemos encontrado! -Nigel extrajo una especie de fiambrera para la cena con una sustancia beis dentro, que Lew reco_noció al instante.

– ¡Feliz cumpleaños! -chillaron casi al unísono.

– ¿De quién ha sido la brillante idea…?

– Vamos, vamos, Lewis, eres géminis, eso es evidente, y en cuanto a la fecha concreta, vaya, Madame Eskimov lo sabe todo.

– Hablando del rey de Roma…

En su última reunión, el Doctor De Bottle les había preguntado quejumbroso a Neville y Nigel cuándo, si es que llegaba a suceder al__cos le habían dicho que se lo preguntarían a la extática.guna vez, Gran Bretaña recuperaría el trofeo de The Ashes, y los chi

– El año que viene -había respondido Madame Eskimov-, pero sólo si son lo bastante sensatos como para seleccionar al spinner del Middlesex, el joven Bosanquet, que ha estado trabajando en un lan_zamiento absolutamente perverso, que parece que va a ser un leg-break clásico, de derecha a izquierda, pero luego cambia de sentido. Una asom_brosa dinámica física, casi sin investigar hasta ahora. Se dice que es una invención australiana, así que se quedarían de piedra si encontraran un pérfido hijo de Albión que supiera lanzar así.

– Iré a buscar ahora mismo a mi corredor de apuestas -les dijo ale_gremente el Doctor De Bottle a los chicos.

Se decidió que Lew fuera a Cambridge con el Cohén para co_nocer al Profesor Renfrew.

– Oh, ya entiendo. Quiere que le acompañe como fuerza bruta.

– No, de hecho, aquí viene nuestra protección. -Un caballero de mediana estatura y aspecto nada amenazador se les acercaba con un sándwich de berros en una mano enguantada-. Clive Crouchmas. Pue_de que recuerde su voz de la sesión de espiritismo de la otra noche en casa de Madame Eskimov.

El recién llegado saludó al Cohén levantando la mano izquierda, luego separó los dedos de dos en dos tan lejos del pulgar que formó la letra hebrea shin, que era la inicial de los nombres de Dios premosaicos (es decir, plurales), que no podían ser jamás pronunciados.

– Viene a significar deseos de larga vida y prosperidad -explicó el Cohén al responder con el mismo gesto.

En un periodo anterior de su carrera, Clive Crouchmas había sido un funcionario público vulgar y corriente, irreflexivamente ambicio____________________tregaba el dinero a varios titulares de bonos en Gran Bretaña, Francia, Austria-Hungría, Alemania, Italia y Holanda. Sin embargo, nadie que conociera la Segunda Ley de la Termodinámica habría esperado una transferencia perfecta de los fondos, así que algunas de aquellas libras turcas se perdían siempre en los trámites, turar la deuda de su demasiado amplio Imperio. En teoría, la ADO recaudaba impuestos sobre las ventas de pescado, alcohol, tabaco, sal, seda y sellos, las denominadas «Seis Contribuciones Indirectas», y ennacional que había autorizado el Sultán Turco hacía unos años para recaudar y distribuir los ingresos fiscales, como un medio de reestrucbajaba en la Administración de Deuda Otomana, un organismo interso, pero sin tanta avaricia como demostraría no mucho más tarde. Tracreando oportunidades que sólo habría dejado escapar una persona que hubiera avanzado mucho más que Clive Crouchmas por el mal señalizado sendero que condu_cía a la santidad.

En circunstancias normales, Crouchmas poco tenía que ver con la metafísica, es más, no habría reconocido el menor tinte metafísico ni siquiera en el acto de morsus fundamento. Le resultaba tan ajeno como la frivolidad, la cual abundaba en los escenarios que frecuentaba esos días. «¡Oh, Clivey!», gritaban al unísono tres o cuatro voces femeninas al borde de la carcajada forzada por los rincones llenos de palmeras del salón de baile de algún hotel. Crouchmas ni siquiera tenía ganas de res_ponder: «¿Qué?». Eso abriría las puertas a demasiadas criaturas de la farsa, que empezarían a entrar y salir.

Pero, por extraño que parezca, se había resistido a la tentación ma____________________bajo todavía reclamaba prioridad sobre la búsqueda de los placeres.cia la señorita Halfcourt, y aprovechaba cualquier excusa para estar en su compañía, pues hasta entonces había practicado poco las artes de la lujuria adinerada, encontrándose en la fase de su carrera en que el tratada en toda su crudeza en las intrigas sobre qué nación se acabaría llevando la Concesión Ferroviaria «Bagdad», a Clive se le veía cada vez más por Chunxton Crescent silencioso, ataviado con una túnica, con todo el aspecto de ser alguien que buscara un sendero más espiritual, aunque según los cotilleos, esa costumbre secular que el CRETINO no podía trascender, estaba allí por la muda fascinación que sentía hacorosa pelea por las vastas riquezas del Imperio Otomano, manifesterial. A medida que la Cuestión Oriental degeneraba en una inde

Durante más de una década, la ADO también había estado re____________________sicamente con bonos de alto riesgo, considerados por la comisión asesora del Banco demasiado inestables para invertir en ellos, es más, no los quería ni regalados.damente vaga con el grupo bancario del Imperio Otomano en París, habían fundado una pequeña firma propia destinada a especular bámas. Utilizando pseudónimos y estableciendo una relación deliberacaudando diezmos locales destinados específicamente a garantías del ferrocarril, que se pagaban anualmente, a tanto el kilómetro de vía, a varias empresas ferroviarias europeas, antes de que nadie, ni siquiera el gobierno turco, llegara a ver una piastra. Eso no le había pasado por alto a una camarilla dentro de la ADO a la que pertenecía Crouch

– Es demasiado bueno para desaprovecharlo -gruñó en voz alta di_rigiéndose al Gran Cohén Nookshaft, su consejero espiritual-, ¿no?

– Lo estoy pensando -dijo el Cohén, cuyo dinero estaba en bonos consolidados al 3 por ciento desde hacía más tiempo del que recorda_ba, tanto que ni recordaba por qué-. Lo estoy pensando.

– Nunca he entendido -dijo Clive Crouchmas- por qué, con todo el talento de adivinación que hay por aquí, nadie ha… -se interrumpió, como si buscara unas palabras más diplomáticas con las que proseguir.

– Yo diría que hay marcadas disonancias entre los dones psíquicos y el capitalismo moderno -comentó el Cohén con cierta brusque__nos demasiado locos, como algunos de los suyos, con esa Concesión Ferroviaria.dad-. Son antagónicos, más bien. También procuramos no volver

– Si no estuviera aquí, moviéndome libremente entre vosotros -afir_mó Clive Crouchmas-, sería un alegre interno del manicomio de Colney Hatch. La otra noche, durante tan sólo medio segundo, vi…, creí ver…

– No pasa nada, Crouchmas, se oyen historias de ese tipo a todas horas.

– Pero…

– La Iluminación es una proposición incierta. Todo depende de cuánto quieras arriesgar. No tanto dinero sino seguridad personal, tiempo precioso, contra algo que difícilmente saldrá. Sucede, claro. Surgiendo del polvo, entre las nubes de sudor y de respiración, entre el repiqueteo de los cascos, el animal se destaca, el último que habrías esperado, majestuoso, resplandeciente, inevitable, y adelanta a todos, pa__túpidos, una cosa de bobos, y puede que no tengas ni la voluntad ni la paciencia necesarias.sando entre ellos, como un rayo del sol de la mañana a través de los vestigios espectrales de un sueño. Pero aun así es una apuesta de es

– Pero imagine que destaco. Y siento curiosidad desde hace algún tiempo: a medida que los miembros de la Orden se acercan a la ilu_minación, ¿hay algún tipo de descuento en las cuotas que pagamos?

Llovía cuando Lew llegó a Cambridge. Los titulares de los perió_dicos anunciaban:


OTRA ENCÍCLICA DEL PROF. MCTAGGART ENÉRGICA PROTESTA DEL VATICANO G.H. HARDY, ILOCALIZABLE, NO HACE COMENTARIOS «Multi et Unus.» Texto completo en páginas interiores.


Escritas con tiza en las antiguas paredes, había pintadas como MÁS PELOTAS BRITÁNICAS y LANZAD LIMPIO, CABRONES.

Tras dejar a Yashmeen ante la caseta de entrada de Girton, Lew y Clive Crouchmas se encaminaron al Laplaciano, un relativamente le_jano pub de matemáticos junto a un canal, donde iban a reunirse con el Profesor Renfrew.

– Aquí viene sobre todo gente del Trinity -dijo Crouchmas-, no es probable que nadie lo reconozca.

– ¿Y por qué habría de preocuparle? -se preguntó en voz alta Lew, pero Crouchmas no respondió y asintió ante la puerta que daba paso a la noche.

Poco a poco, a través de la luz de ciénaga sucia, el rostro del Pro__lidad interior.fesor se fue haciendo visible, exhibiendo un brillo…, no, una negación de la visión ordinaria…, una sonrisa que no surgía de ninguna cordia

Tras las tres rondas obligadas de ese producto denso, caliente y sin gasificar que en esa isla conocen como cerveza, Crouchmas se perdió en sus propios tejemanejes, y Lew y el Profesor se dirigieron a las ha__dente silencio, Renfrew habló:bitaciones de Renfrew en uno de los patios interiores. Después de que ambos se encendieran un puro y dejaran transcurrir un latido de pru

– Tengo entendido que conoce a la pupila de Auberon Halfcourt.

Lew supuso que Crouchmas, fascinado por la chica, había sido in_capaz de evitar que se le escapara su nombre. Se encogió de hombros.

– Rutina de carabina, entrar y salir, el señor Crouchmas pensó que yo debía echar un vistazo, eso ha sido todo hasta ahora.

Comentario que no le ahorró una suspicaz mirada de reojo.

– Pobre Halfcourt. El hombre no entiende nada de nada. Peor que Gordon en Jartum. El desierto le ha provocado fantasías de poder que en Whitehall, piadosamente, consideran imposibles de llevar a la prác_tica. Y usted no se hace a la idea de cómo los protectores de la chica en el CRETINO me han arruinado una y otra vez la vida. Uno no puede hacer el menor movimiento, por inocente que sea, sin atraer su, digamos, solícita atención.

A Lew le dio la impresión de que las mandíbulas inferior y su_perior de Renfrew se movían disparejas, como las del muñeco de un ventrílocuo. Y la voz, a veces, parecía proceder de otro lugar.

– Sí, supongo que tienen métodos peculiares. Pero pagan bien.

– Ah, veo que había trabajado ya antes con ellos.

– Sólo recogida y entrega, un par de trabajos de músculo, o como lo llamen por aquí.

– ¿Tiene algún tipo de contrato con ellos?

– No. Un encargo por obra, y cobrado a tocateja. Es lo mejor para todos.

– Umm. Entonces si, por ejemplo, yo quisiera contratar sus ser_vicios…

– Dependería del trabajo, supongo.

– El joven Crouchmas dice que usted es de fiar. A ver, dígame qué le parece.

Clavada a un tablón de corcho en la pared, Lew vio una fotogra__do contra una de aquellas notables disposiciones de nubes por las que era famoso el campo de juego de Headmgley. La cara era borrosa, pero Lew retrocedió unos pasos para enfocarla mejor.fía de una sombría figura de blanco, con una bolsa de criquet, posan

– ¿Lo reconoce?

– No, aunque por un momento me lo ha parecido.

– Lo reconoce -añadió asintiendo astutamente, como para sí.

Lew tenía una molesta sensación gástrica, pero no veía razón para confirmar la suposición del Profesor. Así que soportó entera la misma historia que ya le había explicado Coombs De Bottle sobre el miste_rioso lanzador de bombas de gas.

– ¿Quiere que lo busque? ¿Que lo acorrale, que lo entregue a la policía?

– No directamente. Tráigamelo aquí primero, si es posible. Sería de una gran importancia que hablara con él, cara a cara.

– ¿Y si está en pleno intento de realizar uno de esos ataques de fosgeno?

– Oh, estoy seguro de que habrá un complemento de peligrosidad. Yo no puedo pagarle tanto, ya ve lo miserables que son las cosas aquí, es casi como si mi vida hubiera sufrido su propio atentado con gas; pero si lo entrega sano y salvo, otros serán más generosos.

– Así que no se trata de nada personal.

– Como hacer el tonto en la playa con la señora Renfrew…, lo siento, pero no, me temo que no… -La expresión de su cara la había visto Lew alguna que otra vez entre los británicos, una combinación de suficiencia y autocompasión, que él todavía no comprendía del todo pero que le advertía de que se anduviera con cuidado-. No, di__tenga al margen. De hecho, vienen desde Londres para informarme de que el «sujeto» en cuestión es competencia exclusiva suya.gamos que se trata de algo de una escala, ejem, más general. Que es la razón por la que usted podría tener algún problema con la policía. Han venido a visitarme más de una vez para advertirme que me man

– Puedo preguntar por Scotland Yard, ver de qué va todo esto. -Entonces, incapaz de resistirse, añadió-: a su colega alemán, ¿cómo se llama?, Werfner, ¿le interesa tanto ese pájaro como a usted?

– Ni idea. -La reacción de Renfrew pudo haber llegado a incluir un parpadeo, pero demasiado rápido para que Lew pudiera asegurar_lo-, Aunque dudo que Werfner sepa diferenciar un lanzamiento a la cabeza de uno con efecto a la derecha en un partido de criquet. Pero ¡cómo!, ¿no se conocen todavía? ¡Menuda sorpresa se va usted a llevar!

Condujo a Lew a una habitación más pequeña, donde colgaba un globo terrestre brillante, hasta un poco por debajo de la altura de los ojos, de una delgada cadena de acero sujeta al techo; estaba rodeado por un éter de humo de tabaco, polvo casero, papel y encuadernacio__mente como si sopesara la argumentación que quería hacer. Al otro lado de las ventanas, una lluvia luminosa barría los patios.nes antiguas, aliento humano… Renfrew sostuvo el orbe en alto con ambas manos, como una copa de brandy, y lo hizo rotar deliberada

– Pues bien, aquí, mantengamos el Polo Norte en el centro, e ima__da, un elemento desconocido sobre el cual no sólo se puede caminar sino también llevar maquinaria (hielo ártico, ginemos a efectos de demostración que el área que lo rodea sea sólitundra helada), se ve que todo conforma una única gran masa, ¿no? Eurasia, África, América. Con el Asia Interior en el centro. Por tanto, si controla el Asia Interior, controla el planeta.

– ¿Y qué me dice del otro…, del otro hemisferio?

– ¿De esto? -Le dio la vuelta al globo y le soltó un golpecito de desprecio-. ¿Sudamérica? Poco más que un apéndice de América del Norte, nada más. O del Banco de Inglaterra si lo prefiere. ¿Australia? Canguros y tal vez un par de jugadores de criquet con un talento apreciable, ¿qué más? -Sus pequeños rasgos temblaban a la oscura luz vespertina.

»Werfner, maldito sea, perspicaz pero unheimlich, está obsesionado con las líneas férreas, la historia surge de la geografía, claro, pero para él la geografía primaria del planeta la conforman los raíles, que obe____________________sivos de tropas, ahora y en el futuro… Se presenta como el profeta de lajos de poder que se manifiestan, por ejemplo, en movimientos marán algún día, capital transformado en material…, y también a los flugen desde ellos, a pendientes salvables e imposibles de salvar, a cómo se unen en canales, cruzan túneles y puentes que ya existen o existidos y los evitados, a los centros que crean y las radiaciones que surdecen a sus propias necesidades, a sus conexiones, a los lugares elegi Eisenbahntüchtigkeit, o ferroviariedad, en el que todo se acomoda a la matriz de los puntos estratégicos, cada uno tomado como un coefi_ciente en la ecuación no escrita del planeta…

Le estaba dando una clase. Lew encendió otro puro y se acomodó.

– ¿Una visita agradable? -preguntó el Cohén un poco distraída_mente, como si estuviera a punto de contar un chiste.

– Me ofreció un empleo.

– ¡Formidable!

Lew resumió el caso del Caballero de las Bombas de Headingley, que el Cohén, como todo el mundo en las Islas Británicas salvo Lew, ya conocía a fondo.

– ¿Me convierte esto en un agente doble? ¿Tengo que empezar a ponerme una nariz de payaso o algo así?

– Renfrew no puede engañarse acerca de su relación con el CRE_TINO. A estas alturas es muy probable que disponga de un informe completo sobre usted.

– Y entonces…

– Cree que podrá utilizarle.

– Del mismo modo que lo han estado haciendo ustedes.

– Ya, pero nosotros somos los puros de corazón, recuérdelo.

Pudo deberse a los efectos residuales del abuso de Ciclomita, pero Lew habría jurado que había oído unas multitudinarias carcajadas in_visibles, además de una ovación.


En pleno mediodía, un mar de campanillas florecía por toda la ciudad al tiempo que los chicos sobrevolaban Murano, por encima de las inmensas chimeneas de arcilla roja y boca ancha conocidas como fumaioli, según el piloto local, Zanni.

– Muy peligrosas, las chispas, podrían volar el globo, certo.

Gotas de sudor salían despedidas desde todos los ángulos de su cara, como autopropulsadas. El cómicamente angustiado pero bo_nachón italiano había subido a bordo ese mismo día, después de que los aeronautas hubieran obtenido todas las autorizaciones de la rama Piacenza de los Chicos del Azar, conocidos en su Italia nativa como «Gli Amici dell'Azzardo». Tras dejar el Inconvenience en las instalaciones del astillero, a los chicos se les había concedido el uso temporal de una aeronave italiana de la misma clase, la semirrígida Seccatura.

Desde sus puestos, contemplaban ahora la ciudad-isla de Venecia a sus pies, que tenía algo de mapa de sí misma impreso en antiguo se__solación, aunque, más de cerca, la imagen se aclaraba y se distinguían un millón de tejas de un rojo algo más optimista.pia, y a esa distancia, a la luz del día, ofrecía una imagen de ruina y de

– Como un enorme amuleto herrumbroso -comentó maravillado el Doctor Chick Counterfly-, caído del cuello de un semidiós, cuyo hechizo abarca el Adriático…

– Oh, en ese caso, quizá… -gruñó Lindsay Noseworth- debería_mos dejarte ahí abajo de inmediato, para que puedas frotarlo, o lo que sea que hagan los aficionados a los amuletos.

– Ten, Lindsay, frótame esto -sugirió Darby Suckling, desde su pues_to ante el panel de control.

A su lado, Miles Blundell miraba atentamente pantallas con dia_les mientras recitaba una especie de mantra aletargado.

– La cifra italiana que parece un cero es la misma que parece nues_tro «cero» americano. La que parece un uno es «uno». La que parece un dos…

– ¡Basta, cretino! -gruñó Darby-, ¡ya nos hacemos una idea!

Miles se volvió sonriente hacia él, con las aletas de la nariz aspi____________________lación, le parecían agradables.torios bajo ellos, y que sólo a él, de todos los miembros de la tripurando el olor ambiguo de cristal fundido que se elevaba de los vomi

– Escuchad. -Desde algún lugar entre la bruma luminosa de allá abajo llegaba la voz de un gondolero, cantando de su amor, pero no por una ragazza con tirabuzones sino por la góndola negra como el carbón sobre la que en ese momento iba remando como en trance-, ¿Lo oís? -Las lágrimas se deslizaban por las convexidades del rostro de Miles-, ¿Oís cómo avanza en modo menor y luego en cada estribillo cambia a modo mayor? ¡Esas terceras de Picardía!

Sus compañeros de tripulación le miraron, luego se miraron entre sí y seguidamente, con un encogimiento de hombros colectivo, que a esas alturas ya era una costumbre, volvieron a las tareas de la nave.

– Ahí -dijo Randolph-, ahí está el Lido. Echemos una mirada al mapa…

Se acercaron a la barrera de arena que separaba la laguna vene__titud (ociana del Adriático, descendieron hasta unas decenas de pies de al quota, como la denominaban los instrumentos italianos) y pronto reconocieron las llamadas Terre Perse, o Tierras Perdidas. Des_de la antigüedad, numerosas islas habitadas se habían hundido bajo las olas, de manera que acabaron formando una considerable comunidad submarina de iglesias, tiendas, tabernas y palazzi donde se dirimían los asuntos pendientes y las búsquedas incomprensibles de generaciones de difuntos venecianos.

– Un poco al este de Sant Ariano y… Ecco! ¿Lo veis? Si no me equivoco, caballeros, es la Isola degli Specchi, o la Isla de los Espejos, nada menos.

– Discúlpeme, Profesor -dijo Lindsay con el ceño fruncido en ges_to de desconcierto-, pero ahí no hay nada más que mar abierto.

– Intentad ver por debajo de la superficie -aconsejó el veterano aero_nauta-. Seguro que tú, Blundell, lo puedes ver, ¿verdad? Sí, claro.

– Esto sí que es nuevo -se mofó Darby Suckling-, Una fábrica de espejos submarina. ¿Cómo vamos a llevar a cabo la misión?

– Con nuestra gracia acostumbrada -respondió cansinamente el Comandante de la aeronave-. Señor Counterfly, permanezca al lado de sus lentes, querremos tantas placas de este pequeño stabilimento como pueda hacer.

– Instantáneas del mar vacío… ¡guau! -la resentida mascotte retor__do la cabeza!cía un dedo junto a su sien-, ¡no me digáis que el viejo no ha perdi

– Por una vez, me sentiría tentado de coincidir con Suckling -aña__que quizá lo expresaría con términos clínicos más precisos.dió sombríamente Lindsay Noseworth, como si hablara para sí-, aun

– Rayos, chicos, rayos -se rió entre dientes el Oficial Científico Counterfly, atareado con sus calibraciones fotográficas-, las maravillas de nuestra era, y que no os quepa duda de que ninguno de ellos será extraño al espectro de esta legendaria luz del sol italiano. Esperad a que volvamos a la sala de revelado y veréis un par de cosas, por Garibaldi que las veréis.

– Ehi, sugo! -gritó Zanni desde el timón, llamando la atención de Randolph sobre una aparición temblorosa en la lejanía, a estribor.

Randolph cogió unos prismáticos de la mesa de mapas.

– Caray, chicos, o eso de ahí delante es la cebolla voladora más gran_de del mundo o es el viejo Bol'shaia Igra otra vez, que viene de visita, sin duda con la intención de aprender un poco de cultura italiana.

Lindsay echó una mirada.

– ¡Ah, esa mezquina chalana zarista! ¿Qué puede traerlos por aquí?

– Nosotros -apuntó Darby.

– Pero nuestras órdenes estaban selladas.

– ¿Y? Alguien debió de desprecintarlas. No me vengáis ahora con que esos Romanovs no pueden pagar a un infiltrado, o incluso a dos.

Siguió un momento de lúgubre silencio en la cubierta, el reco____________________tre los propios chicos -que el más sencillo cálculo elevaría, al menos, a una veintena-, sus verdaderas aprensiones convergían en esos niveles invisibles «de arriba», donde las órdenes, que nunca llegaban firmadas ni atribuidas a nadie, se dictaban y distribuían.dequiera que hubieran ido últimamente, sin importar las medidas de seguridad y el secretismo adoptados en el cielo, tarde o temprano el inexorable Padzhitnov había acabado apareciendo en el horizonte. Fueran cuales fuesen las sospechas mutuas que hubieran florecido ennocimiento de que, más allá de cualquier posible coincidencia, a don

A lo largo de todo el día, los chicos fueron incapaces de reprimir los comentarios sobre la presencia de los rusos y sobre cómo se ha_brían enterado. Aunque esa jornada no hubo ningún encuentro con el Bol'shaia Igra, la sombra de la envoltura bulbiforme y el amenazan_te centelleo de bronce de cañón por debajo se prolongarían hasta los últimos momentos de su escala en tierra.

– No insinuarás que quienquiera que dé las órdenes a Padzhitnov es amigo de confianza de quienquiera que nos dé las nuestras -se que_jaba Lindsay Noseworth.

– Mientras sigamos cumpliendo con lo que se nos ordena -dijo Darby con el ceño fruncido-, no lo sabremos. Es el precio de una obe_diencia ciega, ¿no?

Era una hora avanzada de la tarde. Tras devolver la aeronave pres__bía reunido para cenar en el jardín de una agradabletada al recinto de los A. dell'A. en el continente, la tripulación se ha osteria en San Polo, junto a un canal poco frecuentado o, como llaman los venecia_nos a esa vía fluvial, un río. Las esposas se asomaban a los pequeños bal__pezaban a cerrarse contra la noche. Por las estrechascones para recoger la ropa que se había estado secando durante todo el día. En alguna parte, un acordeón desgarraba corazones. Los postigos em calli parpadeaban sombras. Las góndolas y las barcas de reparto menos elegantes se des_lizaban sobre unas aguas tan pulidas como el suelo de un salón de bai_le. Como un eco en el fresco crepúsculo, atravesando los conductos de viento que formaban los sotopdrteghi y doblando tantas esquinas ocul_tas que los sonidos podrían haber procedido de soñadores por siempre lejanos, uno oía los avisos extrañamente desolados de los gondolieri -«Sa stai, O! Lungo, ehi!»- mezclados con gritos de niños, tenderos, marineros desembarcados, vendedores callejeros, que ya no esperaban una respuesta, pero aun así eran apremiantes, como si intentaran re_tener lo que quedara de la luz del día.

– ¿Qué opción tenemos? -dijo Randolph-, Nadie nos diría quién informó a Padzhitnov. ¿A quién podríamos siquiera preguntar, si to_dos son invisibles?

– A no ser que, por una vez, decidiéramos desobedecer…, entonces se presentarían rápidamente -afirmó Darby.

– Claro -dijo Chick Counterfly-, sólo tardarían lo necesario para aniquilarnos en pleno vuelo.

– Así que… -dijo Randolph sosteniéndose el estómago como si fuera una bola de cristal que moviera reflexivamente-, ¿se trata sólo de miedo? ¿Nos hemos convertido en eso, en una pandilla de conejillos asustados vestidos con uniformes que deberían lucir hombres?

– Cemento de la civilización, 'nautas -gorjeó Darby-. Por siempre.

Las chicas que trabajaban allí, que hacía poco que habían bajado de las montañas o subido del Sur, se deslizaban entre las mesas, entra__gar a cualquier ambigüedad, le hizo señas a una de las atractivasban y salían de la cocina, presas de un éxtasis comprimido, como si no dieran crédito a su suerte, al estar ahí, a la deriva en el mar pálido. Chick Counterfly, el más mundano del grupo y por tanto portavoz por defecto en los encuentros con el bello sexo que pudieran dar lu cameriere.

– Que quede entre nosotros, Giuseppina (como un secreto de amantes): ¿qué has sabido esta semana de los otros pallonisti que an_dan por las lagunas?

– Así que amantes, ¿eh? ¿Qué tipo de «amante» -se preguntó Giu_seppina, divertida pero audiblemente- pensaría tan sólo en sus rivales?

– ¡Rivales! ¿Quieres decir que algún otro aeronauta (¡o quién sabe si más de uno!) pretende tener derecho sobre tu corazón? Ehi, macché, Pina!, ¿qué clase de «amada» es la que va maltratando a sus admirado_res por ahí, como hojas de una ensalada?

– A lo mejor es que busca entre las hojas un gran giadrul -le sugi_rió su colega napolitana, Sandra.

– ¡Capitán Pa-zi-no! -cantó Lucia desde la otra punta de la sala. Giuseppina pareció ruborizarse, aunque bien pudo deberse a la luz re_sidual del crepúsculo por encima de los tejados.

– Pazino… -repitió Chick Counterfly levemente perplejo.

– Se dice Pa-chit-nof -pronunció Giuseppina mientras miraba a Chick con una sonrisa formalmente triste que, en esta ciudad de ne_gociaciones eternas, bien podía significar: Y bien, ¿qué puedo esperar a cambio?

– ¡Repugnante escupitajo de sapo! -exclamó Darby Suckling-, con todos los antros de espaguetis que hay en esta ciudad, ¿quieres que me crea que esos malditos rusos tienen que venir precisamente aquí? ¿Cuán_tos eran?

Pero ella había dicho todo lo que estaba dispuesta a decir y, tras desplegar por encima de un hombro desnudo una mirada de falso re_proche dirigida al explícito joven, se marchó a cumplir otras tareas.

– Pavo de Acción de Gracias púrpura -sonrió radiante Miles Blun__pezar con eldell, que esa noche había decidido, a modo de precalentamiento, em tacchino en salsa de granada, pruebas de lo cual decoraban ya el suéter de su uniforme de permiso.

– No es una noticia muy tranquilizadora, Capitán -murmuró Darby, que buscó el apoyo de los presentes recorriendo la mesa con la mirada-, a lo mejor tendríamos que saltarnos la comida y salir pitan_do de aquí.

– No es posible -afirmó Lindsay Noseworth con vehemencia-, sean cuales sean sus intenciones…

– Doctor Noseworth, muérdase la lengua -suspiró el Comandan__nov. Por eso, mientras podamoste de la Nave-, pues, como todos los presentes sabemos muy bien, ya hemos huido antes, y volveríamos a hacerlo otra vez, así que negarlo no mejorará nuestras posibilidades frente al Hermano del Cielo Padzhit (dum vivimus, bibamus), si nos haces los honores, Lindsay -dijo haciendo un gesto con el vaso de vino hacia el cubo lleno de hielo, en el centro de la mesa, donde se refrescaba el vino nocturno.

Con gesto sombrío, el segundo seleccionó y abrió dos botellas, un Prosecco de un viñedo sólo un poco al norte de allí y un Valpolicella de efervescencia comparable, pero más de tierra adentro, y a continua_ción rodeó la mesa para servir en cada copa cantidades iguales de los vinos blanco y tinto frizzanti.

Randolph se levantó y alzó su copa.

– Sangre roja, mente pura -dijo, y los demás lo repitieron al uní_sono con más o menos desgana.

Las copas de vino formaban una docena idéntica; cada una de ellas había empezado siendo una masa esférica de cristal fundido in_candescente en la punta de una caña de soplador en Murano hacía tan sólo unos días. Decoradas con buen gusto en plata, con el blasón de los Chicos del Azar y el lema sanguis ruber, mens pura, la do__vo en el Gran Consejo, negándoles así el derecho a ser elegidos para la más alta institución veneciana, por mandato del Dogo entonces en el cargo, Pietro Gradenigo, en su infame decreto conocido como el cena de copas había sido un regalo que les había hecho ese mismo día el actual y clandestino Dogo en el Exilio Domenico Sfinciuno, cuyos antepasados, en 1297, junto con otros ricos y poderosos clanes venecianos de la época, habían sido inhabilitados para sentarse de nueSerrata del Maggior Consiglio. Pero ni siquiera la abolición por parte de Napoleón del cargo de Dogo quinientos años más tarde tuvo el menor efecto sobre la reclamación de lo que, a estas alturas, generaciones de Sfinciuni instaladas en una curiosa inercia del resentimiento habían acabado considerando suyo por derecho. Mientras tanto, se dedicaron a comerciar con el Oriente. Tras el regreso de los Polo a Venecia, los Sfinciuni se sumaron a otros aventureros advenedizos igualmente rele__te que el de la Case Vecchie pero más que suficiente para financiar una primera expedición, y se encaminaron hacia el este para hacer fortuna.gados por el cierre patronal de Gradenigo, cuyo dinero era más recien

Y así fue naciendo en el Asia Interior una sucesión de colonias ve__ban entre todas una ruta, una opción alternativa a la Ruta de la Seda, hacia los mercados de Oriente. Los mapas se guardaban celosamente, y la muerte era el precio habitual que pagaban quienes los divulgaban a gente no autorizada.necianas, cada una erigida alrededor de un oasis apartado, que forma

Los Sfinciuni se fueron enriqueciendo cada vez más, y esperaron, habían aprendido a esperar. Domenico no era una excepción. Como sus antepasados antes que él, lucía no sólo el clásico sombrero de Dogo con su punta de atrás vuelta hacia arriba, sino también la cuffietta o gorra de lino tradicional por debajo, que normalmente sólo él sabía que llevaba puesta, a menos que quisiera mostrarla públicamente a in_vitados privilegiados, como, de hecho, los Chicos en ese momento.

– …y por eso -le dijo a los reunidos- nuestro sueño está hoy más cerca que nunca de realizarse, pues mediante los milagros de la inven_ción del siglo XX que estos ilustres jóvenes científicos americanos nos han traído, tenemos esperanzas de recuperar por fin la ruta a nuestro destino asiático que nos usurparan los Polo y el maldito Gradenigo. ¡Benditos sean! A estos ragazzi no se les puede negar ninguna forma de respeto, ni simbólica ni práctica, a riesgo de provocar nuestro dis_gusto ducal, que es considerable.

– ¡Vaya, es como si nos dieran las Llaves de la Ciudad! -exclamó Lindsay.

– Pues a mí me ha sonado más bien como «Attenzione al culo» -mur__dustria de máscaras.muró Chick-, que no se te olvide que este lugar es famoso por su in

Vigoroso abogado de la discreción, a Chick las ceremonias como la de ese día le parecían tan innecesarias como peligrosas. Su misión en Venecia, más fácil de llevar a cabo sin las exigencias de tiempo y vi____________________ma ciudad secreta de Shambhala.dario Itinerario de Sfinciuno, un mapa o carta de las rutas post-Polo al interior de Asia que, según muchos creían, llevaban hasta la mismísisibilidad que les imponía aquel acto, consistía en descubrir el legen

– Para empezar -les aconsejó su cicerone en la materia, el Profe____________________ra intencionada.de hacerse una idea de la distancia y la orientación… Porque no sólo hay hitos sino también anti-hitos, pues cada faro es un caso de ceguequiera el paraíso privado de Shiva, el Monte Kailash, que en ciertos momentos del día es un faro casi cegador a partir del cual uno pueterminar dónde están y qué dirección seguir? Cuando las estrellas no siempre son visibles, ni tampoco picos como el Khan-Tengri…, ni sisor Svegli de la Universidad de Pisa-, procuren quitarse de la cabeza la imagen habitual en dos dimensiones. No es ése el tipo de «mapa» que están buscando. Intenten ponerse en la piel de Domenico Sfinciuno o de algún miembro de su caravana. ¿Qué necesitan para de

– Un momento -dijo Chick con el ceño fruncido como si estu__tual? Nada más que una alegoría y un simbolismo oculto…viera desconcertado-, me da la impresión de que esta conversación está tornándose, cómo decirlo, abstracta… ¿Resultará que este Itinerario de Sfinciuno no es un mapa geográfico sino un relato de un viaje espiri

– Y ni un oasis perdido en el que puedas conseguir una auténtica copa -añadió con amargura Darby-, Muchas gracias, Profesor. Ahora nos dedicamos al negocio de mercancías religiosas.

– El terreno es real, de este mundo, y en eso, como verán, radica precisamente el problema. Hoy en día, como en la época de Sfinciu_no, hay dos versiones distintas de «Asia» ahí fuera: una es el objeto de lucha política entre las Potencias de la Tierra, y la otra una fe atemporal en cuyos términos toda esa lucha terrenal no es más que ilusión. Aquellos cuyo persistente objetivo es el poder en este mundo están encantados de usar sin remordimientos a los otros, cuyo propósito es, por descontado, trascender cualquier disputa de poder. Cada grupo considera al otro una pandilla de ilusos.

»El problema radica en la proyección. El autor del Itinerario ima_ginaba la Tierra no sólo como una esfera tridimensional sino también, más allá de eso, como una superficie imaginaria, y las disposiciones óp_ticas requeridas para su proyección definitiva en la página bidimensional resultaron ciertamente extrañas.

»Así que tenemos una especie de anamorfoscopio, o, dicho sin duda con más propiedad, un paramorfoscopio, porque descubre mundos que están situados a un lado del que hasta ahora hemos considerado el úni_co mundo que nos ha sido dado.

Los anamorfoscopios clásicos, siguió explicando, eran espejos, por lo general cilíndricos o cónicos, que cuando se situaban sobre, o en cualquier caso cerca, de una imagen intencionadamente deformada y se miraba desde la dirección apropiada, hacían que la imagen pare__ciese «normal» otra vez. El artilugio estuvo de moda en diversos periodos, desde fecha tan temprana como el siglo XVII, y los artesanos de la Isola degli Specchi no tardaron en aprender a suministrar mate____________________naba una libertad desconocida en Europa y, en realidad, en cualquier parte, hasta entonces y desde entonces.sibles». Estos especialistas siguieron en la Isola degli Specchi bajo una especie de reclusión tan estricta que, paradójicamente, les proporcioso más raras, incluyendo por fin lo que podríamos denominar formas «imaginarias», aunque algunos preferían el término de Clifford, «invirial a ese mercado especializado. Sin duda, cierto porcentaje de ellos se volvieron locos y acabaron en el manicomio de San Servolo. La mayoría de esos desdichados no pudieron volver a mirar a ningún otro espejo, y se les mantenía rigurosamente alejados de las superficies reflectantes de cualquier tipo. Pero algunos optaron por adentrarse en los dolorosos pasillos de su aflicción y con el tiempo descubrieron que podían pulir superficies cada vez más exóticas, hiperboloides e inclu

– El Itinerario de Sfinciuno -explicaba el Profesor-, en una com____________________cirse) a los diseños plano-convexos del mismísimo Griendl von Ach.jante y el artesano que creaba el instrumento se conformaban con la resolución proporcionada por los que en aquella época eran los más modernos microscopios complejos, importados de los Países Bajos, adelantándose (ya entonces superando incluso, como ha llegado a deyas identidades son todavía hoy objeto de vivo debate. En teoría, cada punto del endiabladamente codificado mapa tenía que ser reflejado, aunque en la práctica, dado que esto implicaba un grado del infinito que ni siquiera el Doctor Cantor en nuestra época conoce, el dibutógrafo y los artesanos, por lo demás completamente enloquecidos, que lo habían creado, así como los inevitables herederos y escogidos, cucuperar de la invisibilidad con la ayuda de una configuración concreta de lentes y espejos, cuyas especificaciones exactas sólo conocían el carpilación de sus fuentes originales de los siglos XIV y XV, se encriptó como una de esas deformaciones paramórficas para que se pudiera re

En algún momento, antes de que se tuviera noticia oficial de su existencia, allá por 1669, la calcita o espato de Islandia había llegado a Copenhague. Tras descubrirse de inmediato sus propiedades birrefringentes, pronto se disparó la demanda del fantasmagórico mineral en____________________tos de artesanos se unieran a las multitudes de sus hermanos que ya vagaban por los lejanos paisajes de la locura.jando con cristal, de ahí que docenas y, con el paso del tiempo, cientes, prismas y espejos de calcita cuidadosamente tallados, aunque las tolerancias eran todavía más sutiles que las que se encontraban trabados en un espacio bidimensional, se volvían accesibles mediante lentre los científicos ópticos de toda Europa. Finalmente se descubrió que ciertas líneas y superficies «invisibles», análogas a los puntos conjuga

– Así que -el Profesor seguía explicando-, si se acepta la idea de que los mapas empiezan como sueños, tienen una vida finita en el mundo y después se reanudan como sueños, podemos decir que estos paramorfoscopios de espato de Islandia, de los que no deben existir muchos ejemplares, si es que existen, revelan la arquitectura del sueño, de todo lo que escapa a la red de la latitud y la longitud ordinarias…

Un día, Miles Blundell, en una de sus habituales escapadas por Venecia para mirar los frescos en ruinas como si se tratara de mapas en los que las partes deterioradas por el tiempo fueran los océanos, o con__ralmente cursivas comentarios sobre una costa prohibida, se topó con algo que, en una investigación posterior, se revelaría como la visión profética de san Marcos,templar una extensión de piedra de Istria y leer en sus marcas natu pero invertida. Es decir, volvió a las ciénagas y la__cano, de los juncos bajo elgos del Rialto tal como eran en el siglo i: los cormoranes oscuros que se precipitaban a las aguas con torpeza, la cacofonía de las gaviotas, el olor a ciénaga, la inmensa respiración fricativa, como un susurro cer scirocco que había desviado a su buque de su rumbo…, y allí, hundido hasta los tobillos en el cieno, era Miles el que aparecía como un Ser claramente ajeno a la región. No muy lejos, a cierta distancia de la costa indistinta, fondeaba un curioso bajel que pa_recía el medio en el que había llegado el Ser. No se trataba de la vela latina habitual; es más, no parecía tener ni velas ni mástiles ni remos.

– ¿Estás seguro de que no era alguien que llevaba una máscara o algo así? ¿Y…, y qué me dices de ese león alado? -sobre el que Chick Counterfly, como Oficial de Interrogatorios, tenía un interés espe_cial-, ¿y del Libro, de la página en la que estaba abierto?

– Con su cara humana, sí, la sonrisa ambigua a lo Carpaccio, la Por_ta della Carta y demás, todo ello un capricho de los artistas, me temo… A menos que te refieras a lo que el Ser vio cuando me miraba.

– ¿Y cómo sabes qué veía cuando…?

– Sé lo que se me dio a entender. Se me permitió convertirme en, como dirían por aquí, aptótico, sin inflexión, a veces incapaz de dis____________________te de África, un falso desvío en el Peregrinaje en el que entonces creía que se encontraba.trimonios y concepciones, dinastías y batallas, convergencias de vientos exactas, flotas, clima y valores de mercado, cometas, apariciones, ¿qué importaba una promesa menor, incluso para el Evangelista? El había partido para Alejandría, ¿no? El sabía que su destino le aguardaba allí, que esto era tan sólo una interrupción, un viento perverso procedennocidos de la Tierra, cuyos nombres son igual de poco conocidos… ¿qué importancia podía tener «mi» promesa en sus páginas, una simple promesa de que «aquí reposará el cuerpo de nuestro visitante», aquí, en un desierto de sal húmeda? Mientras en cualquier otra parte del Libro esperaban su resolución asuntos mucho más importantes, como matinguir entre el sujeto y el objeto. Mientras seguía siendo yo mismo, era también el León Alado, sentía el peso añadido en los omoplatos, las obligaciones musculares imprevistas. El Libro, ¿qué quieres que te diga? De algún modo, me sabía el Libro de memoria, el Libro de las Promesas, las promesas hechas a salvajes, a remeros en galeras, a Dogos, a fugitivos bizantinos, a pueblos que vivían más allá de los límites co

– Eh, Miles -se burló Darby-, si te interesa, hay una vacante de Capellán de Unidad.

Miles, sonriendo con buen humor, prosiguió:

– El Ser quería que supiéramos que nosotros también estamos aquí en una Peregrinación. Que nuestro interés en el itinerario sfinciunese y la cadena de oasis que lo jalonan tiene menos que ver con el bene____________________te del último día de Cristo en la Tierra hasta llegar finalmente a la real e insoportable Jerusalén.ner que realizar el verdadero viaje, pasando de un episodio al siguienmitir que cualquier feligrés viajara a Jerusalén sin dejar los terrenos de su iglesia, así hemos sido traídos aquí por los senderos y pasajes de lo que creemos que es un mundo casi sin límites, pero que en realidad es sólo un circuito de humildes imágenes que reflejan una gloria mayor de la que podamos imaginar, para ahorrarnos el espanto cegador de tementos de ninguna Cruz Verdadera pero imaginada. Del mismo modo que los Franciscanos concibieron las Estaciones de la Cruz para pertivo. Que no es ascender en las jerarquías del poder. Ni descubrir fragsiste en penetrar en Asia con la esperanza de enriquecernos. Que no está en perecer en los desiertos del mundo sin alcanzar nuestro objeficio de aquellos que nos han contratado que con el nuestro propio. Cuando hayan caído todas las máscaras, se tratará en realidad de una investigación sobre nuestro deber, sobre nuestro destino. Que no con

Chick Counterfly, cuyas lealtades se encontraban en un mundo más tangible, sin embargo sintió, como siempre, una punzada de cul__dida que avanzaba su misión veneciana, Chick pabilidad ante la pasión con la que Miles contaba sus visiones. A medesatendía cada vez más los quehaceres de a bordo y se sentía crecientemente atraído por los sotopórteghi de la ciudad, por las ocasiones de aventura que brindaban esos tenebrosos callejones. En uno de los cuales, un anochecer hú____________________tiguo y moderno.tampadas en oro y textos en exóticos alfabetos como el glagolítico, anmedo y brumoso, una joven de nombre Renata, entre movimientos de sus rizos oscuros, le llamó agitando una pitillera de plata rusa y niel, que se abrió de golpe descubriendo una serie de «pitillos» austríacos, egipcios y americanos de formas y tamaños variados, con vitolas es

– Los voy recogiendo, aquí y allá, de amigos. Casi nunca veo dos iguales en una misma noche.

Chick eligió un Gauloise y luego ambos los «prendieron», mientras ella le sostenía suavemente la muñeca al modo tradicional, fingiendo que examinaba su encendedor de cuero.

– Nunca había visto uno como éste. ¿Cómo funciona?

– Lleva un pequeño prisma de aleación radiactiva dentro, que emi_te ciertos rayos energéticos que pueden concentrarse, mediante «radio-lentes» inventadas especialmente para él, y dirigirse a un punto cerca de donde está la punta del cigarrillo, bueno, scusi, de donde estaba.

Renata le miraba con expresión reflexiva desde unos ojos enor_mes de un curioso color bronceado verdigrisáceo.

– Y fue usted, Dottore, el que inventó esas lentes especiales.

– Bueno, no. No se han inventado todavía. Las encontré yo (¿o me encontraron ellas a mí?); un pescador en la niebla, lanzando sus redes una y otra vez al río invisible, al fluir del Tiempo, con la esperanza de recuperar artefactos como éste.

– Affascinante, caro. ¿Significa eso que, si vivo lo suficiente, llegaré a ver esto algún día en el Rialto a docenas?

– No necesariamente. Tu propio futuro puede que nunca lo inclu_ya. Ni el mío. No parece que el Tiempo funcione así.

– Umm. Mi ragazzo, bueno, algo más, también mi socio, está con la policía. Quiere ser detective algún día. Siempre está leyendo las úl_timas teorías criminales, y sé que le interesaría…

– No-no-no, por favor. No soy uno de los mattoidi del Doctor Lombroso, sólo un simple tripulante de globo.

– Pero no otro ruso.

– ¿«Otro»?…, ¿estás segura? -preguntó acariciándose con picardía las patillas.

– Puede que me haya encontrado con un par y que sea capaz de reconocerlos.

– ¿Y…?

– ¿Que si me acordaría?

– Prego, por curiosidad profesional, nada más.

– Ven, hay un caffe nada más cruzar el siguiente puentecito. Al me_nos, espero que me dejes echarte las cartas.

– Tu socio…

Un encogimiento de hombros.

– En Pozzuoli, con malas intenciones.

Se sentaron a una pequeña mesa chapeada, con espacio apenas sufi_ciente para sus tazas y el despliegue de las diminutas Tarocchi, o cartas del Tarot. Renata había extraído una baraja de su bolso; mezcló las cartas y desplegó una hilera de ocho en la base, por encima una de cuatro, lue_go una de dos y por último una sola, formando un tosco vértice.

– Cada carta está influida sólo por las dos inmediatamente inferio_res. La última de todas, como siempre, es la que importa.

Y esa noche resultó ser la número XVI, La Torre. Ella barajó y desplegó las cartas dos veces más, y en ambas la última fue La Torre, lo cual hizo que ella bajara la voz y respirara menos profundamente. Los demás Arcanos Mayores que salieron no parecían más que amables in_sinuaciones sobre la reforma de la personalidad, como La Templanza y La Fortaleza.

– En los países protestantes como Inglaterra -comentó Chick-, los que leen estas cartas creen que La Torre significa la Iglesia de Roma.

– Una idea tardía. Las Tarocchi son mucho, mucho más antiguas. De mucho antes de Cristo y de los Evangelios, ni que decir tiene del pa_pado. Siempre muy sencillo. Esta carta, sobre esta mesa, es para ti una torre de verdad, puede que se trate incluso del viejo Papa en persona.

– ¿El Campanile de la Piazza? ¿Va a ser alcanzado por un rayo? ¿Dos grupos van a caerse de él?

– Una especie de rayo. Una especie de caída.

Al amanecer, como si acabara de ocurrírsele:

– Pero… ¿no tendrías que estar con tu unidad?

– A partir de la medianoche ya se me consideraba «rezagado» ofi_cialmente y, dependiendo de lo temprano que quieran ponerse en marcha, también podría perder la nave.

– ¿Qué pasará?

– Podrían enviar un grupo a por mí, supongo… ¿Ves a alguien sos_pechoso por ahí?

– Sólo la barca del desayuno. Vamos, te invito a algo.

Dos venecianos en una pequeña barca habían emergido del con_torno brumoso e iluminado del sfumato, que no escamparía hasta una hora más avanzada de la mañana; uno remaba y el otro atendía una pe____________________ñas barcas.colas de más allá del Ponte di Paglia se deslizaban suavemente, y se oían las ruidosas peleas de los cangrejos verdes que cargaban pequedose como cosechadores en un campo. Barcos con productos agrísorbido por el oleaje nacarado de la luz del día. Se veían buscadores de mejillones en el agua, que les cubría sólo hasta la cintura, moviénqueña cocina de carbón cuyo resplandor estaba a punto de verse ab

El desayuno fue interrumpido sin ninguna elegancia por Darby Suckling, que descendió haciendo rápel desde algún asidero sobre sus cabezas, con una sonrisa burlona.

– Jesús, qué 'típico'. Vamos, Counterfly.

– Pax tibi, Darbe. Saluda a Renata.

– Arrivederci, hermana.

– Antes eras un chico muy amable. ¿Qué te ha pasado?

– Eeeeh, demasiadas debilidades con las que lidiar a lo largo de los años, supongo; oh, lo siento, espero no haber ofendido…

– ¿Y si no vuelvo a la nave?

– Ya, claro… Primero tú, luego los demás, uno tras otro, como en una maldita Sinfonía de los Adioses, apagamos nuestras velas, nos va_mos, dimitimos del Cielo. No lo creo.

– No me echaríais de menos, los vientos no tardarán en cambiar, luego llegará el invierno…

– El Cielo te ha sentado bien, Counterfly.

– Estoy pensando en el futuro. Tengo algunos problemas con el plan de jubilación.

El comentario era un viejo dicho en la profesión, pues no había ningún plan de jubilación, es más, no se jubilaban. De los Chicos del Azar se esperaba que murieran en sus puestos. O que vivieran para siempre; de hecho, había dos escuelas de pensamiento al respecto.

– Supongo que podría golpearte con una porra de goma y llevar__gos y café.te de vuelta -gruñó Darby. Se había sentado con ellos en una mesita fuera para compartir el desayuno de pescado a la parrilla, bollos, hi

– Demasiado tráfago para ti solo -dijo Chick.

Pasearon por la Riva, por delante de una hilera de barcos torpe_deros amarrados allí.

– ¿Tienes trabajo en tierra? -preguntó Darby-. Bueno, no te cos__chas oportunidades para nuestros conocimientos aquí abajo.tará encontrar algo, chaval. Pero ¿haciendo qué? No es que haya mu

– Nos hemos apartado de la fiesta, de eso no hay duda -dijo Chick.

– Seguro que tu Padzhitnov no opina lo mismo.

– Eso es cosa del gobierno. Según mis fuentes en el Ministerio de la Guerra italiano, tiene la base en la otra orilla del Adriático, en Mon__talaciones austríacas en Dalmacia. El Ministerio está muy interesado, por no mencionar los elementos irredentistas de ambos países.tenegro, y se dedica a tomar fotografías de reconocimiento de las ins

– Últimamente se lleva mucho esa tontería del irredentismo -le pareció a Darby.

– Austria no pinta nada aquí, en el Adriático -afirmó Renata-, Nunca ha sido una nación marítima y nunca lo será. Que se queden en sus montañas y se dediquen a esquiar, que coman chocolate e in__te no tardará en ser nuestro otra vez. Cuanto más se entrometan, más segura y completa será su destrucción.cordien a los judíos, o lo que sea. Hemos recuperado Venecia, y Tries

El Inconvenience se encontraba en una zona remota del Arsenale, fuera, por fin, del dique seco, resplandeciente y en orden, y hasta pa____________________tidad de cajas y toneles, como si se prepararan para una batalla.gos rusos habían sido vistos elevándose, tras subir a bordo cierta canrecía que había aumentado de tamaño. Chick saludó a sus compañeros, que estaban agitados y nerviosos por la noticia de que sus homólo

– ¿Contra quién? -preguntó Darby encogiéndose de hombros-. Contra nosotros, no. ¿Cómo íbamos a ser nosotros?

– ¿Hay alguna manera de ponerse en contacto con Padzhitnov? -preguntó Chick.

Pugnax llegó en compañía de Mostruccio, un perro veneciano, pe____________________ños en los que, alado como cualquier león, había remontado el vuelo persiguiendo palomas por encima de las tejas y entre las chimeneas, llos pintados por Carpaccio, Mansueto y otros, algunos de los cuales tenían sus propias góndolas privadas para pasear. Tras emerger de suequeño y malhumorado, que guardaba un parecido ancestral con aqueMostruccio se veía constreñido a pasar sus horas de vigilia a ras de sue__contrado un alma comprensiva enlo atacando con amargura los tobillos de los descuidados… Había en Pugnax, pues éste, debido a las numerosas semanas que pasaba encerrado en la góndola del Inconvenience, también soñaba con la libertad, con correr a primera hora de la mañana con un viento frío, dejando atrás a cuantos humanos le acom_pañaran, por las playas desiertas de Florida, duras como una calzada, o por los ríos helados de Siberia donde los samoyedos corrían juntos con un espíritu de amistosa competición. Se acercó a Randolph, dispuso las cejas en formato de petición y preguntó:

– ¿Rrr Rr-rrururu rrf rr-rríf, rr rríf rrffr?

Es decir:

– ¿Puede subir a bordo Mostruccio como invitado mío?

Abajo, los transeúntes se movían a su paso habitual, se sentaban en las mesas de las terrazas de Florian y Quadri, si eran francófilos brin__tían las alas sincopadamente en el aire y luego, tras pensárselo mejor, se posaban, si bien alzaban el vuelo un momento más tarde, hacia el cielo, como impulsadas por la fuerza de un rumor.daban por el Día de la Bastilla, comían, se fotografiaban o maldecían a las palomas que, conscientes de cierta torva anomalía en su cielo, ba

Vistas desde el suelo, las aeronaves rivales eran más hipotéticas que literales: objetos de temor y profecía, de los cuales se decía que se des____________________senciar el combate en el cielo, entre ellos ciertostados desde los sueños, las lejanías, las soledades. En los momentos que precedieron al derrumbe del Campanile, hubo quienes pudieron preplazaban con una velocidad y una maniobrabilidad inalcanzables para cualquier aeronave oficial de la época, objetos condensados o proyec lasagnoni, que siem____________________tasmal, el caso es que fueron esosble ciudadanía de los aeronautas en los reinos de lo cotidiano y lo fanculares de la Procuratie…, debido, se dice, a las largas exposiciones que requiere la húmeda luz de Venecia, pero en realidad a causa de la doda soñadora de la Basílica de San Marcos, o de las iteraciones más selo, a menudo visibles apenas como gestos en sepia delante de la fachapre andaban por la Piazza, registrados a lo largo de las estaciones por miles de turistas fotógrafos en imágenes que llevaban de vuelta a casa en la silenciosa diáspora otoñal, borrosos cual murciélagos al crepúscu lasagnoni quienes tuvieron asegura____________________gía deltemplando el cielo, esa mañana se dieron cuenta de que algo más emerda la claridad de visión para presenciar la batalla. Ellos solos. Llevados por los sueños, como la tristemente famosa población de palomas, con sfumato, cierta visita…, algo que iba a trascender tanto a los Chi____________________mado el medio a través del cual debe pasar la luz.los casi imposibles de interpretar correctamente, tanto se había deforfuerzos posibles para cobrar forma y abatirse sobre el mundo con una serie de largas y restallantes percusiones, como si desgarrara el tejido del tetraespacio mismo. A cada salva, las dos aeronaves se abrían en ángucos como a los Tovarishchi, porque de repente se oyó un tremebundo grito ronco que procedía de lo invisible, un grito casi material, una impedancia letal en el aire, como si algo malévolo hiciera todos los es

Un vértigo parecía haberse apoderado de los pensamientos de ambas tripulaciones. El saberse apuntados por otras armas les agobia_ba a todos, como una maldición, con la poca comprendida serie de enigmas de lo simultáneo. Por unos grados o incluso minutos de arco, sus artilleros estaban aboliendo el Tiempo: lo que veían «ahora» en las mirillas era en realidad lo que no existía todavía pero existiría dentro de sólo unos segundos a partir de «ahora», dependiendo de si la pla__te previsible.taforma y el blanco de cada uno mantenía el rumbo y la velocidad; o bien eran idealizaciones de «rumbo y velocidad», dado que los vientos estaban modificando ambas variables de un modo no completamen

El Campanile osciló inmensamente hasta dibujar una pronuncia_da diagonal, ensuciado por las palomas, con manchas claras y oscuras; y tras haber perdido visiblemente la verticalidad, se inclinaba como si estuviera a punto de confiar un secreto, macilento como el borracho del pueblo…

Al instante, Padzhitnov vio que el antiguo edificio se deshacía lim____________________nes en un borrón ocre crudo de incertidumbre.zar su suave e inofensivo descenso, rotando y desplazándose de todos los modos existentes, como si se esforzara por satisfacer a un grupo enloquecido de análisis de teoría de grupos, hasta que lo absorbió la nube de polvo que se elevaba, oscureciendo todas esas consideraciopiamente en una multitud de agrupamientos de cuatro ladrillos, cada uno rodeado de un contorno luminoso, y quedaba suspendido por un momento en el espacio, mientras el tiempo se ralentizaba y se daban todas las permutaciones posibles de formas, para a continuación empe

Entre sus armas, los chicos habían subido a bordo su propio y ex_clusivo modelo de torpedo aéreo, inventado por el Doctor Chick Coun_terfly con el propósito no tanto de aniquilar, o siquiera de dañar, una aeronave enemiga cuanto de «recordarle su innata susceptibilidad a la gravedad». La versión normal la componían seis proyectiles, que los Chicos conocían como «peces del aire» y que constaban en la lista de la declaración de armamento del Inconvenience como Dispositivo Con__diodía, era si podría haber sido uno de esos proyectiles -disparado al travuelo. La cuestión que no se planteó durante la sesión de debate poscombate celebrada aquel día, justo después del rancho del meBol'shaia Igra sin tener en cuenta cierto número de factores críticos, como la humedad- lo que había derribado el Campanile.

– Lo que había permanecido en pie durante mil años -anunció Randolph-, lo que ninguna tempestad ni terremoto, ni siquiera el ca_tastrófico Napoleón Bonaparte, pudieron rozar, nosotros lo hemos derribado con nuestra torpeza en un instante. ¿Cuál será el próximo blanco de nuestra ineptitud? ¿Notre Dame? ¿Las Pirámides?

– Fue un accidente de guerra -insistió Lindsay-. Y ni siquiera es_toy seguro de que hayamos sido nosotros los responsables.

– ¿Quieres decir que de hecho viste algo, Noseworth? -preguntó Chick Counterfly.

– Lamento -dijo Lindsay sorbiéndose la nariz- que en el calor de la batalla raramente haya encontrado tiempo suficiente para la obser_vación científica, aunque la bien conocida propensión del otro Coman_dante a atacar sus blancos con mampostería caduca indicaría en gran medida, por no decir necesariamente, que…

– Pero ahí arriba no nos encontrábamos en la trayectoria de caída de la torre -señaló con paciencia Chick-. Teníamos el indicador del tiempo atmosférico. Nos abalanzábamos sobre ellos…

– …lo que, sumado a su rápida partida -proseguía Lindsay, ausen_te-, como si se avergonzaran de lo que habían hecho…

– Eh, Lindsay, todavía puedes alcanzarlos si te das prisa -se mofó Darby.

– O podríamos enviar tras ellos a tu progenitora, Suckling: con que sólo la atisbaran, sería lo bastante letal para comprometer su moral de combate, además de para transformarlos a todos en mampostería, claro…

– Pues tu madre -replicó el rápidamente ofendido joven- es tan fea que…

– Caballeros -les suplicó Randolph, en cuya voz no hacía falta mu__metido un gran agravio contra la Historia, en comparación con el cual esta riña mezquina se encoge hasta una insignificancia submicroscópica. Por favor, sean tan amables de guardársela para otro momento más tranquilo.cha clarividencia para detectar una postración neurasténica que sólo era capaz de resistir con gran dificultad-, puede que hoy hayamos co

Acordaron reunirse con el Capitán Padzhitnov y sus oficiales en un tramo casi desierto de la playa del Adriático sobre el Lido, hacia Malamocco. Los comandantes se abrazaron con una curiosa mezcla de formalidad y pena.

– Esto es espantoso -dijo Randolph.

– No fue el Bol'shaia Igra.

– No. No lo pensábamos. Tampoco fue el Inconvenience. Pero, en_tonces, ¿quién?

El aeronauta ruso parecía debatirse con algunas dudas éticas.

– St. Cosmo, usted sabe que ahí fuera hay alguna otra cosa.

– ¿Cómo qué…?

– ¿No ha visto nada? ¿No ha detectado nada extraño?

– ¿Quiere decir sobre la Piazza?

– Quiero decir en cualquier sitio. En esto la geografía no importa.

– No estoy seguro.

– Aparecen salidos de…, de algún otro estado, y se desvanecen de vuelta allá de donde vinieran.

– ¿Y cree que fueron ellos los que derribaron el Campanile? -pre_guntó Chick-. Pero ¿cómo?

– Rayos vibratorios, es todo lo que hemos podido averiguar -dijo el tripulante homólogo de Chick, el Doctor Gerasimov-. Ajustables a la frecuencia simpática exacta del blanco, lo que induce una oscila_ción divergente.

– Qué oportuno -susurró lúgubremente Lindsay- que no puedan analizarse los escombros para buscar pruebas de los trozos cuádruples de ladrillos que ustedes se solazan en lanzar sobre cualquiera que les de_sagrade.

El ruso, acordándose de la imagen del derrumbamiento, sonrió lánguidamente.

– Sólo recurrimos a los tetralitos cuando nos enfadamos -dijo-, un detalle que aprendimos de los japoneses, quienes nunca, a menos que quieran insultar, regalan nada por cuatro, pues la letra japonesa para «cuatro» es la misma que para «muerte».

– ¿Ha estado en Japón, Capitán? -preguntó Randolph mientras le clavaba una mirada asesina a Lindsay.

– En estos tiempos, en una profesión como ésta, ¿quién no ha es_tado?

– ¿No conocerá al señor Ryohei Uchida…?

Asintió, y los ojos le brillaron con un odio entusiasta.

– Un cabrón al que llevamos intentando asesinar desde hace dos años. Casi lo pillamos en Yokohama con un bonito fragmento en án_gulo recto, estuvimos tan cerca que, de hecho, él se encontraba dentro del ángulo, pero fallamos por milímetros, polny pizdets! ¡Menuda suer_te tiene ese hombre!

– Pues parecía un caballero educado cuando nos entrevistó para la misión.

Padzhitnov entrecerró los ojos cansinamente.

– ¿La misión?

– El año pasado su gente, ¿una organización llamada la Sociedad del Dragón Negro?, quiso contratarnos para una vigilancia aérea rutinaria.

– St. Cosmo, ¿está usted loco? ¿Por qué me cuenta eso? ¿Es que no sabe quiénes son?

Randolph se encogió de hombros.

– Una organización patriótica de cierto tipo. Quiero decir que pue_de que sean japoneses, pero se enorgullecen de su país como lo haría cualquiera.

– ¡Smirno, joven globero! ¡Se trata de una cuestión política! El propósito del Dragón Negro es alterar y destruir la presencia rusa en Manchuria. Manchuria es rusa desde 1860, pero tras la guerra con China, los japoneses creen que les pertenece. Incumpliendo los trata____________________ta creer que llegara siquiera a plantearse trabajar para esa gente.ras para luchar allí contra nosotros. Le respeto, St. Cosmo, y me cuesdos y pasándose por el forro el Ferrocarril Oriental Chino, los deseos de las Potencias Europeas, e incluso su propia promesa de respetar las fronteras chinas, los japoneses están reuniendo a los peores criminales de Manchuria, armándolos e instruyéndolos como fuerzas guerrille

– ¿Manchuria? -preguntó desconcertado Randolph-. ¿Por qué? Es una ciénaga miserable. Helada la mitad del año. ¿Por qué iba a to_marse nadie tantas molestias por ella?

– Por el oro y el opio -dijo Padzhitnov encogiéndose de hombros, como si todos lo supieran.

Randolph no tenia ni idea, aunque entendía, en teoría, que algunos elementos del mundo de la superficie fueran a la guerra por el oro (es_taba pasando en Sudáfrica en ese mismo momento), incluso se decía que el «estándar oro» era un factor en la agitación social que recorría en la ac____________________tendía un extraño intervalo en el que tenía prohibida la entrada. Frunció el ceño. Ambos grupos se habían sumido en un silencio perplejo.gamos, el temor a ser pobre, o la bendición de librarse del dolor, se extualidad Estados Unidos. También sabía que hacía sesenta años se habían librado las «Guerras del Opio» entre China y Gran Bretaña. Pero entre la historia y las emociones a ras de suelo que la impulsaban, como, pon

Más tarde, al repasar la conversación, a Chick Counterfly le pare_ció que Padzhitnov había adoptado un tono poco sincero.

– Ningún comentario sobre la cuestión de Manchuria puede pa____________________terior, sólo puede hacer más inevitable el acceso de los rusos y, hasta cierto punto, de los europeos a Shambhala, dondequiera que esté.cuencia, ese gran proyecto parece casi un organismo vivo, consciente, me atrevería a decir, con necesidades y planes propios. Para nuestros propósitos inmediatos, esa vía, al abrir regiones inmensas del Asia Inñaló-. Desde una altitud suficiente, como hemos observado con fresar por alto, a no ser interesadamente, el Ferrocarril Transiberiano -se

– Entonces…

– Tenemos que asumir que, como nosotros, están aquí por el Iti_nerario de Sfinciuno.

Mientras tanto, como una forma de oración arquitectónica, se ha_bían emprendido planes civiles para la reconstrucción del Campanile dov'era, com'era, como si los estragos del tiempo y la entropía pudie__vertido y ellos ya no se sintieran retenidos sino convocados. O, como dijo Miles una velada cuando se ponía el sol:ran invertirse. La tesitura del coro de las campanas de la ciudad había cambiado; sin la más profunda de ellas, La Marangona, que era la que los podía anclar, los aeronautas sentían más cerca el tirón del cielo y la partida inminente. Como si una polaridad significante se hubiera in

– Las campanas son los objetos más antiguos. Nos llaman desde la eternidad.


Deuce y Sloat compartían habitación en la finca de Curly Dee, en el valle, donde Curly y su esposa dirigían una especie de rancho de paso para fugitivos, jornaleros, amenazas para la sociedad y casos va_rios de imbecilidad moral, una casucha sórdida y demasiado pequeña que se caía entre los postes, y cuyo tejado, dado lo poco que protegía en caso de tormenta, bien podía ser de tela metálica.

– ¿Y si nos acercamos al pueblo, nos buscamos unos conejitos y los traemos aquí?

– Uno no trae mujeres a un sitio como éste, Sloat. Se distraen, no ven más que el jugo de tabaco, las ratas, los restos de comidas pasadas, y eso las pone de mal humor.

– ¿No te gusta esta habitación?

– ¿Habitación? Pero si no llega ni a establo.

– No me gustaría nada que te volvieras casero o algo así.

– Más vale que vayamos al pueblo. A Big Billy's o a Jew Fanny s, o a cualquier otro sitio.

Fueron a caballo. El alumbrado eléctrico se les echó encima para saturarlos, y les volvió del revés las arrugas de la ropa y la piel. Un bu_llicioso hervidero de voces humanas y animales. Algunas expresaban dolor, otras diversión, y aun otras parecían estar haciendo negocios. Telluride. Creede, pero con una sola vía de entrada y salida.

– ¿Y si entramos un momento en el Cosmopolitan a echar un vis_tazo?

– ¿Por qué? Los únicos conejos que hay ahí cazan ratones.

– Tú sí tienes conejos en la mollera, Big S.

– Prefiero un cigarrillo de opio -dijo apartándose mientras Deu_ce sacaba su 44 y la blandía jugando.

Una taimada referencia al idilio intermitente de Deuce con Hsiang-Chiao, que trabajaba en una lavandería de esa calle. Era ya una vieja costumbre entre los dos socios, y de hecho cada uno de ellos iba a bus__deciente ausencia de noche por la que Telluride era famosa.car por su cuenta su diversión preferida esa noche, y sólo se volverían a encontrar unas horas más tarde, tras pasar unas horas en esa resplan

Poco antes del alba, Deuce entró dando tumbos en el restauran____________________ran lo que de otro modo habría sido un vacío insoportable.queros con habilidades sociales mal desarrolladas perseguían entre las mesas a coristas de salón que no estaban tan cansadas como para no moverse con la rapidez necesaria. El local estaba recargado de humo de grasa. Mayva entraba y salía de la cocina y además se ocupaba de las mesas que Lake no atendía. Ambas mujeres mantenían un buen ritmo de ajetreo resuelto, como si dejaran que los mil detalles del día llenabre el hombro. El local estaba lleno de borrachos hambrientos. Vate Nonpareil, mientras que Sloat lo hizo con la escopeta apoyada so

Deuce lo interpretó como «inquietud femenina», que él creía en____________________gado que fuera. Más tarde también reconocería en ellas una oscuridad igual de indeleble, que no podía ser, pero tal vez era, la mancha de un pecado secreto.ra, unas llamas que no apagaría ningún turno de trabajo por prolonlenciosa de las cejas y la barbilla si iban a comer o sentarse, él no se fijó en lo deseable que era. Lo que le sorprendió fue el modo en que mantenía cierto fuego en la mirada, muy infrecuente en una cocinetender. Cuando Lake se acercó a preguntar con una elevación si

– No tengáis prisa, chicos, la carreta de la comida tiene que llegar antes de mediodía, y seguro que trae algo que podáis jalar.

– Admiraremos el escenario -dijo zalamero Deuce.

– Nada comparable en Cañón City, espero.

– Oooh -dijo Sloat en voz baja y valorativa.

– Café -dijo Deuce encogiéndose de hombros.

– ¿Estás seguro? Piénsatelo bien.

– Lake -la llamó Mayva desde la cocina, casi a la par que Sloat mur_muraba «Deuce».

El vapor y el humo salían rizados de la ventana de la cocina for____________________bajo.las de las botas, bienvenida como un alguacil con las alforjas llenas de órdenes de detención. Lake se encogió de hombros y volvió al trallas fijadas en palos de higuera a rayas. En la calle se oía una rápida conversación en chino. Ecos prolongados de explosiones llegaban desde algún punto del valle. Los pitidos de las minas silbaban en las montañas. Llegó la mañana escurriéndose entre los párpados y las suemando conos con la luz eléctrica blanca que emergía de las bombi

Sloat se sentó asintiendo con una sonrisa de satisfacción profun_da e íntima.

– Civiles, ah, Dios mío. Ese opio va a darte por saco, pequeño 'amigo'.

– Tanto me da lo que piensen los demás, Sloat.

Mientras tanto, en la cocina:

– Ándate con cuidado con tus flirteos, Lake, ese vaquerito es mer_cancía peligrosa.

– Mamá, si ni he entendido su nombre.

– Te he visto. Por aquí pasan cien hombres al día, algunos de ellos personas normales de cuello blanco de celuloide, y a ésos, ni los miras, sólo trabajas, pero entonces entra un pequeño tipo duro de mirada fur_tiva con el peligro grabado de pies a cabeza, y ya estás preparada para…, bueno, no sé para qué.

– Yo sí.

– Lake…

– Era broma, mamá.

¿Qué era, en concreto, lo que había estado empezando a resonar tan dentro de Lake, tañendo en el fondo de su ser, invisible por la no__cluso con el humo que viciaba la sala, había emergido lentamente a la claridad? Como un viejo recuerdo, más antiguo que ella misma, de algo que había sucedido, y que supo que tendría que revivir… Y el modo en que él la miraba: unache…? ¿Fue acaso el modo en que la cara de él aquella mañana, in mirada resabiada, peor que la de la ma__puesto, pero que ni siquiera parecía proceder de él, sino de algoyoría de los inútiles engreídos que conocía, que ya daba todo por su exte_rior a ambos. Debía de ser la altitud.

En cuanto a Deuce, por descontado que «sabía» quién era ella: la chica tenía ¡a misma cara que aquel hombre, por el amor de Dios. Deu____________________do no estaba con ella. Las mujeres podían decir lo que quisieran, hasta el día que las vacas volaran, pero la verdad era que no había ninguna que, en secreto, no amara a un asesino.venenado del asesino a sueldo, a la maldad pura de cuanto hacía cuance era un cliente de poca estatura, apenas más alto que ella, en una lid justa hasta es posible que la chica le hubiera ganado, pero esa pelea no era justa. Nunca lo sería. Su ventaja, eso creía él, se debía al halo en

Y resultó, tanto para sorpresa de Lake como de todos los demás, que ella era una de esas jovencitas apasionadas que creían, como les gusta decir a las señoritas mexicanas, que sin amor no se puede vivir. Que cualquier intrusión de ese sentimiento en su vida sería como una carcajada inesperada o una revelación religiosa, un regalo del más allá que no podía dejar escapar y fingir que se había ido para siem_pre. Desgraciadamente, «eso» había aparecido ahora en la forma de Deuce Kindred, por quien su aborrecimiento sería ya inseparable de su pasión.

Complicando las cosas, pero sin quitarle el sueño por las noches, estaba el joven Willis Turnstone, el médico del Hospital de Mineros al que había conocido cuando ella trabajaba allí antes de que la con_trataran en el restaurante. Willis era muy directo y no tardó más que un paseo entre las flores silvestres en declarar sus intenciones.

– No puedo decir que te ame, Willis -le respondió ella, pensando que le debía una respuesta igual de directa. Por entonces ya había co_nocido a Deuce, y sabía que ahí tenía al amor de su vida y a su casi invisible sombra, y no le hacía falta esperar demasiados latidos de su corazón para reconocer la diferencia.

– Eres un trocito de calicó tan deseable… ¿cómo es posible que no te hayas casado todavía? -fue como Deuce planteó su declaración.

– Creía que tenía que tomarme mi tiempo, supongo.

– El tiempo es algo que se te da -filosofó él-, uno no lo toma.

No era exactamente un reproche ni tampoco tenía mucho de sú_plica, pero ella debió de captar algo.

– Tal como están las cosas ahora, no podría ser mejor. Pero ¿y cuan_do seamos viejos?

– Siempre puede evitarse. No llegando a viejos.

Ella nunca le había visto una mirada como aquélla.

– Espero que no sea una frase de Billy el Niño.

– No. De alguien más loco todavía.

Hasta ahí llegó su confesión, aunque a punto estuvo de contárse_lo todo. Le dolían las plantas de los pies, le palpitaban los dedos, los latidos de su corazón se oían por toda la calle y hasta un par de es__tener la calma, esperando no sabía qué. Ambos se veían dominados con facilidad por estas pasiones imprevisibles. Sus miradas se volvían salvajes, perdían el control de los músculos del cuello, les daba igual dónde estaban e incluso quién andara por allí.quinas más allá, y ella le miraba con no poca alarma, intentando man

Deuce, en esos momentos de indefensión, sentía que el corazón se le fundía y que la sangre le inundaba el pene y lo volvía loco de deseo por ella, las dos cosas a la vez… En desventaja por su descono__caba, pese al supuesto chico malo que era, le suplicaba que se casara con él. Incluso respetando el deseo de ella de no follar hasta después del matrimonio.cimiento de las emociones humanas, acabó deseando a Lake más allá de cualquier límite que hubiera imaginado. Le suplicaba, sí, le supli

– Antes no me importaba. Era así, y ya está. Pero ahora sí. ¿Lake? Cambiaré, te lo juro.

– No te digo que empieces a ir a la iglesia. Sólo que te pienses para quién trabajas. No tienes por qué ser «mejor» que eso.

Alguien habría pensado incluso que ella sabía lo que él había he_cho. No podía no saberlo. Por Dios.

Un día Mayva cambió de turno con Oleander Prudge, que, aun_que demasiado joven para comportarse como la conciencia de Telluride, no tardó ni un suspiro en abordar a Lake.

– Dicen por ahí que Deuce Kindred fue el que mató a tu padre.

No lo dijo tan alto como para interrumpir las conversaciones en el Nonpareil, pero lo dijo, por fin.

– ¿Y quién lo dice?

Tal vez se hizo visible de golpe algún latido en su cuello, pero ni de lejos estuvo a punto de desmayarse.

– En esta ciudad no hay secretos, Lake, pasan muchas cosas, no hay tiempo para ocultar nada y, a poco que se piense, tampoco le impor_ta a muchos.

– ¿Se ha enterado mi madre del rumor?

– Bueno, esperemos que no.

– No es verdad.

– Umm. Pues pregúntaselo a tu novio.

– Puede que lo haga.

Lake dejó caer con tanta fuerza una bandeja que una pila de pastelitos calientes, resplandecientes de la grasa de tocino, se volcó y sor_prendió a un picador, que apartó la mano chillando.

– No estaba tan caliente, ¿verdad que no, Arvin? -dijo Lake frun_ciendo el entrecejo-, pero, anda, ven, déjame darte un beso, ya verás como no duele.

– Estás deshonrando la memoria de tu padre. -A esas alturas Olean_der se había puesto impertinente-. Eso es lo que estás haciendo.

Mientras reordenaba la pila sobre la bandeja, Lake le devolvió una mirada descarada.

– Lo que yo sienta por el señor Kindred -dijo intentando adoptar el tono de una maestra de escuela- no es asunto tuyo, y lo que haya sentido por Webb Traverse nada tiene que ver.

– No puede ser.

– ¿Es que te ha pasado a ti? ¿Tienes idea de lo que estás hablando?

¿Las estaban mirando los clientes de toda la barra? Al pensarlo más tarde, a Lake le dio la impresión de que todo el mundo lo había sabi_do desde el principio, y que ella y Mayva, pobrecitas, habían sido las últimas en enterarse.

Más tarde ambas se clavaron una mirada asesina, insomnes, entre la madera recién serrada y los olores de pintura de la habitación que compartían.

– No quiero que vuelvas a verlo. Si se me pone a tiro, cuando sea, yo misma le mataré.

– Mamá, es esta ciudad, a la gente como Oleander Prudge no le importa lo que dice, siempre que haga daño a alguien.

– No puedo salir a la calle, Lake. Nos estás dejando como pobres idiotas a todos. Esto tiene que acabarse.

– No puedo.

– Pues más te vale.

– Me ha pedido que me case con él, mamá.

No era una noticia que Mayva quisiera escuchar.

– Bien. Entonces tienes que elegir.

– ¿Porque no me quiero creer esos rumores malintencionados? ¿Mamá?

– Tú sabrás. He estado tan loca como tú lo estás ahora, mierda, más loca todavía, y te aseguro que se pasa más rápido de lo que tar_das en sonarte los mocos, y un día te despertarás y entonces, oh, mi pobre chica…

– Oh. Así que eso es lo que os pasó a papá y a ti.

Lo lamentó incluso antes de llegar a decirlo, pero se habían subi__ciada que ninguna de las dos podía pararla.do a una carreta que iba cuesta abajo por una pendiente tan pronun

Mayva sacó su viejo maletín de lona verde de debajo de la cama y empezó a meter cosas dentro. Con cuidado, como si fuera una tarea más de la casa. Su pipa de escaramujo y su bolsa de tabaco, los pe__conmensurable.queños ferrotipos de los niños, una blusa, un chal, una pequeña Biblia desgastada. No tardó mucho. Su vida entera, y sólo tenía eso. Qué se le iba a hacer. Por fin levantó la vista, el rostro lleno de un dolor in

– Es como si tú también hubieras matado a tu padre. No hay ni la más mínima diferencia.

– ¿Qué has dicho?

Mayva cogió su bolso y se dirigió a la puerta.

– Recogerás lo que siembres.

– ¿Adonde vas?

– A ti no te importa.

– No hay tren hasta mañana.

– Entonces esperaré hasta que venga. No pasaré otra noche en esta habitación contigo. Dormiré en la estación. Y todos me verán. Verán a la maldita vieja loca.

Y se fue, y Lake se quedó sentada, con piernas temblorosas pero sin un solo pensamiento en la cabeza, y no fue tras ella, y aunque al día siguiente escuchó el pitido y el estruendo de la locomotora cuan_do llegó el tren y más tarde cuando retrocedió por el valle, no volvió a ver a su madre nunca más.

– Es…, es… repugnante -dijo Sloat negando con la cabeza-. Voy a vomitar la maldita comida en un segundo.

– No puedo evitarlo. ¿Qué quieres que le haga? -Deuce se aven__diendo aunque sólo fuera un poco de comprensión.turó a lanzar a su compañero de habitación una mirada rápida, pi

Pero nada de nada.

– Maldito idiota. Eso no es más que un cuento con el que te en_gañas a ti mismo…, escúchame, a nadie le importa un pelo del culo de una rata de mina que te cases con ella o no, pero si la cagas y al fi_nal te casas, ¿qué pasará cuando se entere de los detalles verdaderos? Eso si es que no los conoce ya. ¿Cómo pretendes dormir tranquilo, un minuto siquiera, mientras ella sabe que tú te cargaste a su papá?

– Supongo que tendré que vivir con eso.

– No durante mucho tiempo. Tú quieres follártela, así que tírate_la, pero no le cuentes nada.

Sloat no podía comprender qué le había pasado a su socio. Uno habría pensado que era el primer hombre al que asesinaba. ¿Era acaso posible, pese a que las vidas de esos mineros fueran tan baratas como el whisky de garrafa y desaparecieran igual de rápido por el gaznate de los días, que Deuce estuviera obsesionado por lo que hizo y que ca__ma, un modo, que Dios le ayudara, desarse con Lake le pareciera una oportunidad de enterrar a ese fantas compensarla?

Las nieves descendían desde los picos, y pronto los vencejos gorgiblancos alzaron el vuelo, en la ciudad los tiroteos y las cabezas rotas fueron a peor, la ocupación militar empezó en noviembre, y luego, avanzado el invierno, en enero, se declaró la ley marcial: los esquiro_les acudieron a trabajar con relativa tranquilidad, el comercio se había ralentizado pero poco a poco se recuperó; Oleander Prudge debutó como ninfa du pavé, y los mineros que pensaban que sabían a qué ate____________________res y al poco ya trabajaba por su cuenta, en su propia habitación, una habitación esquinera, con una amplia vista del valle.bre cuestiones de higiene personal, no tardó en tener fieles seguidopetuamente fruncido y su propensión a sermonear a los clientes sonerse salían pasmados tras visitarla, sacudiendo la cabeza. A pesar de su vestimenta, remilgada hasta el punto de la invisibilidad, su ceño per

Lake y Deuce se casaron al otro lado de las montañas, en una igle____________________viernos de los que nadie que todavía viviera en la región recordara ni pudiera contar, curtida más allá del dolor, que olía a generaciones de roedores momificados, había sido construida con pícea de Engelmann y era tan receptiva al sonido como el interior de un piano de salón. Aunque muy raramente se oía música por allí, el visitante extraviado con una armónica o el vagabundo que silbaba, si llegaban a franquear sus puertas torcidas, se encontraban elevados en una gracia mayor que la acústica que el camino les hubiera deparado hasta ese momento.sarse y al poco se separaban en todas direcciones, como las arrugas de una cara vista demasiado de cerca, macilenta por los rigores de más intacaba poco más que como una anécdota geométrica, hasta que, a medida que uno se aproximaba, las líneas rectas empezaban a disperficio parecía al principio casi del color del cielo gris, en el que dessia de la pradera cuya aguja era visible a kilómetros de distancia; el edi

El celebrante, un sueco que había emigrado al oeste desde Dakota, llevaba una túnica gris cargada de polvo, su rostro era indistinguible, como si lo sombreara una capucha, y más que recitar las conocidas pa____________________gubre. La novia llevaba un vestido sencillo de tela albatros de color azul claro, fino como el velo de una monja. Sloat era el padrino. En el gran momento, se le cayó el anillo. Tuvo que arrodillarse en la tenue luz para buscarlo palpando por donde había desaparecido rodando.ble caja de resonancia suavizaba hasta transformarlo en un salmo lúlabras las cantaba, en un murmullo armónico menor que esa agrada

– ¿Qué, cómo te va por ahí abajo? -preguntó Deuce al cabo de un momento.

– Más vale que no te acerques mucho -murmuró Sloat.

Acabada la ceremonia, mientras su esposa sacaba un cuenco de cristal rebosante de ponche de bodas y unas tazas, el predicador apa_reció con un acordeón y, como si no pudiera contenerse, les tocó un ruidoso vals campesino de Österbybruk, de donde procedían tanto él como su señora.

– ¿Qué tiene? -quiso saber Sloat por curiosidad.

– Alcohol casi puro -respondió el predicador con semblante se__gredientes escandinavos.rio- ¿Sesenta grados? Un poco de zumo de melocotón… ciertos in

– ¿Cuáles?

– Un afrodisíaco sueco.

– Como, por ejemplo…

– ¿Que cómo se llama? Ja, podría decírselo, pero en el dialecto de Jämtland suena casi igual que «la vagina de tu madre», de manera que, a no ser que se pronuncie con toda corrección, siempre se corre el ries_go de un malentendido con cualquier sueco que esté al alcance del oído. No pretendo más que evitarle problemas, se lo aseguro.

Era una novia virgen. En el momento de la rendición, sólo deseó convertirse en viento. Sentirse refinada hasta ser tan sólo un filo, un filo invisible de largura desconocida que penetrara en el reino del aire por siempre en movimiento sobre la tierra quebrada. Hija de la tor_menta.

Se despertaron en plena noche. Ella se removió acurrucada entre los brazos de él, sin sentir la necesidad de darse la vuelta para mirarse, comunicándose mediante su inesperadamente locuaz culo.

– Mierda. Nos hemos casado de verdad, ¿no?

– Están los casados -supuso ella- y los respetablemente casados. Ahora que hablamos del tema, dónde se ha metido esa cosa…, oh, aquí la tenemos…

– Mierda, Lake.

Una semana después de la noche de bodas, Deuce y Sloat pensa_ron darse una breve vuelta por la región.

– No te importa, ¿verdad que no, palomita?

– Qué…

– Vigila ese café -gruñó Sloat.

Antes de que ella se diera cuenta, habían salido por la puerta y cruzado el barranco, y no volvieron al anochecer ni durante toda la semana siguiente, y cuando aparecieron por fin fue entre una tormen_ta de roncas y agudas carcajadas que ella oyó a casi un kilómetro y que ni Deuce ni Sloat podían controlar. Entraron y se sentaron sin parar de reír, sus ojos, oscuros por la falta de sueño, la taladraron, sin apartarse un momento de ella. Lake sintió más asco que miedo.

Cuando se hubieron calmado lo bastante:

– ¿Habéis venido para quedaros? -acertó a preguntar-, ¿o sólo ha_béis vuelto para cambiaros los calcetines?

El comentario soltó de nuevo sus risas.

A partir de entonces, casi no pasaba día sin su correspondiente bronca posnupcial. Sloat se había instalado en casa, o eso parecía, y la cuestión de su interés por la novia acabó apareciendo inexorable_mente.

– Adelante, socio -ofreció Deuce una noche-. Es toda tuya. Me vendrá bien un descanso.

– Oh, vamos, Deuce, las sobras son sólo para los mandados, todo el mundo lo sabe, y yo no soy el mandado de nadie.

– ¿La estás rechazando, Sloat? Puede que no sea material de Market Street, pero échale una mirada, sigue teniendo un bonito envoltorio.

– Se pone a temblar cada vez que me acerco a menos de tres me_tros, ¿me tiene miedo?

– ¿Por qué no se lo preguntas a ella?

– ¿Me tiene miedo, señora? -Sí.

– Bueno, al menos es algo, supongo.

Lake no captó en ese momento que ésa era la noción que tenía Sloat del jugueteo amoroso. De hecho, cuando lo entendió, él hacía mucho que ya se había ido.

Pero hasta entonces, oh, ¿hasta qué punto podía llegar a ser una chica mala? Casi sin darse cuenta, se encontró desnuda y los tres acos_tados en la planta de arriba del Elk Hotel de Colorado Springs.

– No pasaba desde aquella china en Reno -decía Deuce-, ¿te acuer_das de ella?

– ¡Umm! ¡La del conejito torcido!

– Un poco de seriedad -dijo Lake.

– Lo juro, tenía una especie de cruz ahí, te lo enseñaremos.

La mantenían desnuda la mayor parte del tiempo. A veces le po__trás, a veces en el culo, de manera que se acostumbró rápidamente a probar sus propios fluidos mezclados con mierda.nían un par de trabas laterales de cuero para sujetarla a la cama, pero dándole el suficiente margen a la cadena para que pudiera moverse. No lo hacían para obligarla, ella siempre estaba dispuesta a complacerlos. Cuando Lake asumió que iban a usarla por partida doble, se descubrió buscándolo ella misma, por lo general una en la boca y la otra por de

– Supongo que esto me convierte en una chica muy mala -dijo en voz baja mirando a Deuce.

Sloat le agarró un mechón de pelo y la forzó a pegar la cara a la polla de su legítimo esposo.

– No es eso lo que te convierte en muy mala, puta glotona, lo que te convierte en un mal bicho es haberte casado con mi pequeño com_padre aquí presente.

– Pues se ha llevado dos por el precio de uno -se rió Deuce-, Ser una mierda de chica mala sale a cuenta.

Ella descubrió en sí misma inesperados talentos para el flirteo y la insinuación; tenía que andarse con cuidado para que nunca pareciera que exigía nada, pues esos dos podían fastidiar la fiesta más rápido que el sangrado mensual. Deuce y Sloat eran los chicos malos más suscep_tibles que había conocido jamás, cualquier cosa los sacaba de quicio. Los tranvías en la calle o que uno silbara la melodía equivocada. Sólo una vez había sido tan incauta como para sugerir: «Chicos, ¿por qué no me dejáis aparte por una vez y os lo montáis entre vosotros para variar?». La conmoción y la rabia se palparon durante días.

Sloat tenía debilidad por el color verde. Se presentaba a menudo con aquellos objetos peculiares, casi siempre robados de alguna parte, que quería que ella se pusiera, guantes, gorros de bebé, medias de ci_clista, sombreros recortados o planos, tanto daba, siempre que fueran en algún tono de verde.

– Deuce, tu socio está como una cabra.

– Ajá, nunca he soportado el verde, yo soy un hombre malva -dijo sacando un delantal de guinga manchado de grasa teñido más o me_nos de ese color-. ¿Te importa?

La llevaron a las Cuatro Esquinas y la colocaron de modo que una de sus rodillas quedaba en Utah, la otra en Colorado, un codo en Arizona y el otro en Nuevo México, con el punto de inserción justo encima de la mítica mirilla. Entonces la hicieron rotar en los cuatro sentidos. Sus pequeños rasgos apretados contra la tierra, la tierra rojo sangre.

Así que durante un tiempo aquél fue un hogar de tres miembros con una más que discutible intimidad. Los secuaces parecían poco dis____________________ro de que si se lavaba mucho las nía un terror supersticioso al agua; hasta el punto de que estaba segudo estaba despierto. Sloat no pensaba mucho en bañarse, de hecho teparada para permitir que ninguno de los dos se alejara cabalgando por la meseta más allá del alcance de un rifle. Deuce roncaba, incluso cuanpuestos a romper su sociedad en ese momento, y Lake no estaba premanos, tendría mala suerte. Lake lo engatusó sólo una vez para que lo hiciera, y esa noche, en la mesa, mien_tras cenaban, algo golpeó el tejado con un tremendo ruido, e hizo que la sopa de Sloat lo salpicara todo.

– ¡Ahí está! ¿Lo ves? ¿Te parece ahora que estoy loco?

– Por Dios -dijo Lake-, es una marmota.

– Ella está bien -le confesó Deuce a su socio-, aunque sea una pa_tada en los cojones.

– Es tu penitencia, 'huevón' -dijo Sloat adoptando su cómico acen_to mexicano.

– Eso son memeces de católicos. Nada que yo entienda, pero gra_cias en cualquier caso.

– Da igual lo que entiendas, incluso lo que pienses. Si es que pien_sas, 'pinche cabrón'. Si matas, la pagas.

– O huyes -dijo Deuce con una sonrisa distante, como si le com_placiera la situación.

Sloat captó señales de advertencia con la misma claridad que un telegrafista recibiría noticias de un tren de medianoche a punto de irrumpir en la estación y cargado de dinamiteros con malas inten_ciones.

Un día, en Telluride, convocaron a Deuce a las oficinas del re__para de Webb, algo que parecía haber sucedido hacía siglos.presentante de la empresa que le había contratado para que se ocu

– Los atentados con dinamita prosiguen, señor Kindred.

Deuce no tenía por qué simular sorpresa.

– El viejo Webb no era el único anarquista en las San Juan, ¿ver_dad que no?

– Todos tienen el mismo modus operandi, dinamita enganchada a un Ingersoll de dos dólares, lo hace a la misma hora, justo antes de que amanezca… Este incluso pone las bombas según las fases de la Luna, igual que Traverse.

Deuce se encogió de hombros.

– Podría ser un aprendiz suyo.

– Mis superiores creen que debo plantearle una pregunta delica_da. Por favor, no la malinterprete. -Deuce la vio venir pero mantuvo la calma, a la espera-. ¿Está seguro de que lo mató, señor Kindred?

– Lo enterraron en el cementerio de mineros de Telluride, exhu_men el cadáver y compruébenlo.

– Tal vez ya no sea posible realizar una identificación como es de_bido.

– ¿Está insinuando que maté a alguien que se le parecía? ¿Al pri__pietarios quieren que les devuelva el dinero, ¿se trata de eso?mer muerto de hambre que me crucé en una cantina? Y ahora los pro

– ¿Lo he dicho yo? Vaya. Sabíamos que se enfadaría.

– A la puta mierda, claro que estoy enfadado, ¿quién se cree que es?

Tenía que reconocérselo a ese sicario de la empresa: no parecía importarle demasiado a quién provocaba.

– También está el asunto de sus relaciones personales con la hija del sujeto…

Deuce se encontraba ya a mitad del salto, chillando, con los pies levantados del suelo y las manos a sólo unos centímetros de la gargan__dad y Deuce se estrelló contra la mesa de la máquina de escribir.ta del representante, cuando le sorprendió la aparición de un 32 de doble disparo extraído de algún lugar oculto en el traje, comprado en unos almacenes, de su interlocutor, por no mencionar la otra arma en manos de un secuaz a quien el momentáneamente desquiciado Deuce ni siquiera había visto. El representante le esquivó con agili

– Habitualmente no somos gente vengativa -susurró el represen_tante-, No hace falta que le diga que ya habíamos sopesado la posi_bilidad de un imitador. Seguiremos concediéndole el beneficio de la duda hasta que concluyan nuestras investigaciones. Sin embargo, si éstas demuestran que usted aceptó un pago por un trabajo que no realizó, bien, entonces quién sabe qué forma adoptará nuestro resentimiento.

Bien, tal vez fue el cactus que explotó misteriosamente junto a su cabeza un día en Cortez, o el as de espadas que le llegó por correo poco después, el caso es que Deuce tuvo que empezar a explicarle con tacto a Lake que alguien podía estar persiguiéndole.

Ella todavía daba a veces extrañas muestras de inocencia. Se imagi__blemas menores que pasarían pronto al olvido.nó que sería por dinero que debía, o por algo trivial de ese género, pro

– ¿Quiénes son, Deuce? ¿Es por algo de lo que pasó en Butte?

El no podía flaquear, sobre todo ante aquella mirada tan falta de malicia.

– No parece probable -fingió que explicaba-, los chicos de por allí suelen pensárselo bien antes de ofenderse, tienen demasiadas opor__más. No, si sales de la ciudad, en Butte se perdona todo.tunidades de insultarse, ya sabes: basta a cada día su propio mal y de

– Entonces…

– Escucha, estoy convencido de que, sea quien sea, son los propie_tarios quienes están detrás, que es alguien que trabaja para ellos.

– Pero…-Ella frunció el ceño. Intentaba entender, quería al menos dar esa impresión, pero empezaba a sentir que se hallaba dentro de una vagoneta minera que se había soltado de su cable y se deslizaba hacia el centro de la Tierra-. ¿Has hecho algo que no deberías, Deuce?

– Tal vez, pero nada que no hiciera siguiendo sus órdenes.

– Un soldado leal. Entonces, ¿por qué mandan a alguien a por ti?

La miró fijamente, con los ojos muy abiertos, como si le pregun_tara: ¿Es que no lo sabes todavía?

– A veces -dijo por fin- no les gusta dejar ni la menor posibilidad abierta de que alguien pueda, más adelante, bueno, contar algo.

Pronto llegó la noticia, sin confirmar pero promisoria como las pri____________________so del Infierno.jos a los que les gustaba llevar «Ángeles Vengadores», los típicos Colts de la guerra de Secesión con los cañones serrados. Tipos de permines sus años de jubilación no les parecían bastante divertidos. Unos viemeras nieves de otoño, de que los propietarios habían encargado el trabajo a unos tipos de Utah, una pandilla de jinetes ex danitas a quie

– El disparo de lejos no se encuentra entre sus habilidades profe_sionales, no les molesta el trabajo de cerca.

– ¿Tienes miedo, Deuce? -preguntó Sloat.

– Pues claro, y si tú conservaras siquiera la mitad del seso con el que naciste, también lo tendrías.

– ¿Y qué hacemos? ¿Huimos?

– ¿Nosotros?

– ¿Es que se supone que debo esperar a que se presenten? ¿Te pa__chos, tal vez?rece bien si me hago con una escopeta o algo así? ¿Un par de cartu

– No vienen a por ti, Sloat.

– A lo mejor creen que sé adonde has ido.

Deuce tenía demasiado miedo para darse mucha cuenta de lo que se veía en ese momento en los ojos de Sloat, que le miraban directa_mente a la cara. Más tarde, eso iba a obsesionarle, porque llegaría una época en la que Deuce se vería asaltado por las más oscuras sospechas sobre su viejo camarada. Por ejemplo, si aquel representante se había reunido con Deuce, ¿no habría hecho otro tanto con Sloat, tal vez con resultados más fructíferos? Era posible que Sloat, temiendo por su vida, hubiera llegado a algún tipo de acuerdo con los perseguidores. «Claro», le oía confesar Deuce, «yo quería matar al viejo cabrón inme____________________jo estaba muerto. Pero no lo estaba, ¿entienden lo que digo?»pertamos, en Dolores, y Traverse se había marchado y Deuce no me pareció muy preocupado, y acordamos contarles a ustedes que el viediatamente, pero Deuce, y no quiero culpar a nadie, que quede claro, tal vez perdió el nervio… No sé, de algún modo, una mañana nos des

«Creo que captamos el sentido, señor Fresno.»

En cualquier caso, la situación se estaba complicando demasiado como para prolongarse por mucho tiempo, y finalmente llegó el día en que Sloat se marchó cabalgando por el sendero, encaminándose vaga____________________vo de varios kilómetros de largo, que se alejaba arrastrándose, mientras Deuce, apoyado en la valla, observaba la polvorienta partida durante casi una hora, y permanecía en silencio varios días más…ta que pareció que se había metamorfoseado en una criatura de polmente hacia el sur, un día de aire tan calmo que parecía antinatural, y el polvo que levantaba a su paso se negaba a asentarse y se espesaba, has

Al quedarse ya los dos solos, Deuce empezó a dormir mal, a ve_ces nada, manteniéndose despierto durante toda la noche. Una vez se despertó a medianoche, sin ninguna luz en el cielo, con una maloliente nube de escoria del tratamiento de la plata enquistada sobre su lecho, para ver casi pegado a él un rostro luminoso suspendido por encima de donde debería haber estado el de Lake, donde debería, pues el espec____________________ficios, pues nunca habían entrado en sus planes ni eran una carta que supiera jugar.presión, se diría, de sacrificio. A Deuce no le gustó, no quería sacrimenea, sino que emitía su propio fulgor, daba la clara impresión de un recurso gastado con imprudencia, sin recibir nada a cambio: una extro flotaba alto, demasiado alto, lejos del suelo, o de donde se suponía que debía estar el suelo. Tampoco era exactamente la cara de ella. Como no reflejaba la luz, a diferencia de los cielos y de los salones con chi


Después de enterrar a Webb y de que Reef se hubiera ido por su cuenta, Frank, temiendo por su propia seguridad, se había dejado lle____________________ba siguiendo, el cual le parecía cada vez más amargo.cha y de un color más oscuro, tanto como el largo camino que estate, adoptó una serie de disfraces, entre ellos bigotes, barbas, cortes de pelo de algunos de los más exquisitos barberos de hoteles de la ciudad, pero de todo eso sólo conservó un nuevo sombrero, de ala más estreger sus cosas y subirse al tranvía de Denver. A lo largo del año siguienvar por los vientos de la inercia y se había encaminado de vuelta a Golden, donde pensaba preguntar si alguien le andaba buscando, pero creyó que ya sabía la respuesta. Siendo por entonces joven y sin saber comportarse salvo por impulsos, sólo se quedó lo necesario para reco

Pronto reparó en una pauta de acercamiento: ejecutivos de rango medio, de estilo urbano pero también con cierto aire de inspectores de minas, le invitaban a una copa, se sentaban sigilosamente a la mesa de juegos, en el asiento vacío de al lado, mirando a Frank como si su_piera de qué iba el asunto. Al principio pensó que era por Reef, que esos tipos habían sido contratados para seguir a su hermano y querían información. Pero rápidamente vio que no era el caso. De un modo u otro, la conversación, cuando la había, acababa versando sobre cues__ta era invariablemente mandarlos a la mierda, aunque tenía cuidado de no delatar nunca la menor irritación.tiones de trabajo. Que si trabajaba, y para quién, que si quería cambiar de empleo y demás. Poco a poco, pues no era precisamente intuitivo, como al menos una docena de mujeres hasta entonces habían tenido a bien recordarle, imaginó que esos hombres eran representantes de la Vibe Corp. o sus subordinados, de manera que su respuesta inmedia

– Por el momento todo va como una rosa -aprendió a decir son__ted, no lo dude.riendo con todo el aspecto de hablar sinceramente-, ¿Tiene tarjeta de visita? En cuanto surja la necesidad, me pondré en contacto con us

Con cautela, empezó a preguntar por ahí sobre el caso de Webb. Sin mucha suerte. Tampoco es que fuera nada muy importante. Lo es_tuvo intentando durante un tiempo en la oficina de la Federación de Mineros, pero nadie admitía saber nada, y Frank no tardó en dejar de ser bien recibido.

Qué raro. Creía que en Arapahoe serían un poco más comunica__dos para seguir el ritmo; así lo veían ellos.tivos, pero parecía que allí también tenían cosas más importantes que hacer: el tiempo pasaba, nuevos problemas surgían cada día, demasia

No era detective, y no había pasado mucho tiempo investigando, pero sólo con mantener las orejas alerta y recorrer las calles, no pudo evitar enterarse de que la Vibe Corp., que se había llevado a su her____________________lo también Frank? ¿Quién iba a entender una ingratitud como ésa? Y, si no podían entenderlo, tampoco iban a contratarle.das cuestiones del parentesco y la venganza, ¿por qué no podía hacerdustrial de Nueva York estaba elevándose por encima de esas sórdidieran una emboscada y lo asesinaran tan rápidamente como fuera posible, por si corría el Anarquismo por sus venas o algo así. Si el innocer la historia entera y les asombraba la osadía cristiana del gesto de Scarsdale hacia Frank, visto que, según los usos y costumbres que por entonces imperaban en las montañas, lo normal habría sido que le tenber hecho que borraran de la faz de la tierra a mi padre, como si nada, como quien borra un círculo de humedad de la barra de un bar, ¿y yo soy reticente a aceptar su limosna? Por descontado, todos creían conocían las generosas ofertas de Scarsdale Vibe y se preguntaban por qué a esas alturas Frank no era, como poco, ejecutivo regional de su corporación. ¿Cómo iba a explicarlo Frank? Aquel hombre podría hageniero de minas, al menos en Estados Unidos. Tal vez tendría que pensar en irse al extranjero. En todas las oficinas de contratación en las que había entrado a este lado de las Rocosas sabían quién era, comano pequeño, Kit, estaba también detrás del asesinato de Webb Traverse. Eso le complicaba cualquier perspectiva de futuro como in

Sin duda, el oro y la plata le estaban amargando la vida. Al poco tiempo, empezó a evitarlos. Sencillamente se dijo a sí mismo que era lo más práctico. Había visto demasiada miseria fruto de las subidas y bajadas de ambos metales, sobre todo después de la Abrogación del 93. La tabla periódica de elementos estaba llena de otras posibilidades, «los juncos de la mineralogía», como solía decir uno de sus profesores, «que están ahí, son parte de la Creación, esperando a que alguien adivine cómo pueden ser útiles».

Y así fue como empezó a trabajar con elementos menos acredi_tados, como el zinc, y en consecuencia pasaba más tiempo en Lake County del que jamás había esperado.

Leadville hacía mucho que había dejado atrás sus días de gloria; ahora, en la era post-Abrogación, ya no era la ciudad de Haw Tabor, aunque la viuda, una leyenda, todavía seguía escondida en la mina Matchless con un arma de fuego que no dudaba en descargar contra quienquiera que se acercara; y allí pervivía una inclinación, numinosa y enraizada en lo más profundo, a buscar líos por las razones más peregrinas. El interés había pasado de la plata al zinc; de hecho, había una verdadera Fiebre del Zinc, el mineral mejor pagado que podía ex____________________blemente deseadas, y a veces se veían figuras sombrías arrodillándose, estirándose para tocar los montones de escoria con reverencia, como si, al modo de una eucaristía contracristiana, representara el cuerpo de un amado sobrenatural.bre los interiores iluminados, los jugadores de faro y las chicas insaciatilación. Esas pilas se cernían allá arriba, como un negro misterio, socla exótica y en gran medida desconocida de cisco, escoria, antracita, pirita y otros compuestos de cobre, arsénico, antimonio, bismuto y algo que los mineros llamaban «molibnero»; elementos distintos que emergían a distintas temperaturas, así que había que controlar la desta obtener óxido de zinc, y luego reducir el óxido a metal. Pero en Leadville la escoria, que se alzaba en pilas negras por toda la ciudad, por no mencionar que cubría las calles y los callejones, era una mezcillo: primero tenía que extraerse el azufre fundiendo la mezcla hastaban obteniendo contenidos de zinc de hasta el 45 por ciento. El tratamiento aplicado a la mezcla más corriente de zinc local era sentraerse allí por entonces, cuyo valor superaba el del oro y la plata combinados. Parece que cierto brillante ingeniero había inventado un modo de tratar los montones de escoria de las viejas minas de plata de antes de la Abrogación, y así algunas fábricas de concentración es

– Un poco como la alquimia -le pareció a Wren Provenance, una antropóloga que había salido hacía un año del Radcliffe College en el este, y con quien Frank se había liado inesperadamente.

– Sí. Montones de residuos sin valor convertidos en montones de billetes.

– Durante siglos esos montones seguirán ahí, y alguien pasará y los mirará desde abajo y empezará a hacerse preguntas. A lo mejor los toma por estructuras de algún tipo, edificios gubernamentales o pue_de que templos. Misterios antiguos.

– Pirámides de Egipto.

Ella asintió.

– La forma es común a muchas culturas antiguas. Sabiduría secreta, con algunos detalles diferentes, pero la estructura subyacente es siem_pre la misma.

Frank y Wren se habían conocido un sábado por la noche en Denver, en un salón de variedades. Sobre el escenario, unos negros con cucharas y banjo montaban jaleo. Ella estaba con unos conocidos de la universidad, incluyendo una pareja de sabios de Harvard que querían visitar un tugurio chino en el barrio Hijos del Cielo. Para regocijo de Frank, Wren rehusó la propuesta.

– ¡Y no se olviden de probar un poco de la Garra de Oso en Sal_sa de Pulpo, amigos!

Se quedó al lado de Wren, despidiéndolos con la mano hasta que el taxi desapareció doblando la esquina.

Cuando se quedaron solos:

– Lo que de verdad necesito ver -le confió Wrenes el Denver Row y algún local de mala fama. ¿Me acompañas?

– ¿Un qué? Ah.-Frank reconoció en sus ojos de avellana una chis____________________brío a la que ya entonces tendría que haber prestado más atención-, Y… eso es estrictamente por razones científicas, claro.ligroso que alentador, y tras la cual se intuía una propensión a lo sompa que, a esas alturas, debería haber interpretado como algo más pe

– No podrían ser más antropológicas.

Fueron a Market Street y entraron en el Salón de Espejos de Jennie Rogers. Wren se vio inmediatamente rodeada por la mitad de las camareras, que la condujeron amablemente a la planta de arriba. Un poco más tarde, él miró por una puerta y allí estaba ella, sin mucha ropa encima, la que le quedaba toda de color negro y de ceñido encaje, in__cluyendo unas medias torcidas, ante un poliedro abierto de espejos, estudiándose desde todos los ángulos posibles. Transformada.

– Un atuendo interesante, Wren.

– Tras tanto montar y tanto escalar, y tantas actividades al aire li_bre, es un alivio volver al corsé.

Las chicas se divertían.

– Quieta, que nos lo vas a despertar.

– ¿Te importa que nos lo llevemos un momento?

– Oh -dijo él mientras lo arrastraban-, creía que nosotros íbamos a… -incapaz de dejar de mirar fijamente, o, como él habría dicho, «contemplar», a la intricadamente ataviada Wren hasta el último mo_mento.

– No te preocupes, Frankie, ella seguirá aquí cuando vuelvas -dijo Finesse.

– Nosotras la cuidaremos muy bien -le tranquilizó Fame con una sonrisa maliciosa. Lo que hizo que Wren se distrajera lo suficiente para dejar de admirarse un instante y se volviera para buscar los ojos de las chicas, con una de esas expresiones de fingida consternación que se ve de vez en cuando en las ilustraciones eróticas.

Cuando Wren volvió a aparecer, lucía otra escandalosa ropa inte__tre sus desatendidos cabellos.rior, sostenía una botella de bourbon por el cuello y daba caladas a la colilla de un habano. Un casco de uniforme de gala de caballería, con un águila dorada, trenza y borlas, se apoyaba en ángulo descuidado en

– ¿Te lo pasas bien?

Sus párpados no se molestaban en permitir que el brillo de sus ojos se abriera paso. Hablaba arrastrando las palabras, en tono agudo, y no podía descartarse del todo que se debiera a los efectos del opio, supuso él.

– Un tejido fascinante…, volúmenes…, menudos son algunos de estos ganaderos, por Dios. -Entonces, pareciendo que le reconocía, sonrió lentamente-. Sí, y surgió tu nombre.

– Oh, oh.

– Dijeron que eras demasiado amable.

– ¿Yo? Es que nunca me han visto de mal humor, eso es todo. Lle_vas unas rayas rojas en las medias, ahí abajo.

– Pintalabios.

Si él esperaba que se ruborizara, no lo consiguió. Es más, le de_volvió la mirada con descaro, directamente a los ojos. Frank reparó en que los contornos escarlatas de sus labios se habían desdibujado y el kohl alrededor de sus ojos se había corrido, como si hubiera llorado.

Fame entró pavoneándose, con un incomprensible pero perverso salto de cama, se deslizó detrás de Wren y le pasó un brazo alrededor de la cintura, y las chicas se arrimaron componiendo un retablo in_cuestionablemente atractivo.

– No puedo dejarlo -susurraba Wren-…, sencillamente me habéis arruinado la sexualidad burguesa cotidiana. ¿Qué voy a hacer?

Wren había ido al Oeste en busca de Aztlán, el mítico hogar an____________________nía insomne y que, para Frank al menos, carecía del menor sentido, aunque le asustara hasta el terror de vez en cuando.sara de una larga campaña en la que se habían afrontado más de una vez las cuestiones de la vida y la muerte, de las suyas y de las de otros, y que había acabado con una confusión de egos que a ella la mantegar cerca de las Cuatro Esquinas, pero había encontrado más de lo que esperaba. Puede que demasiado. Tenía el aire de un soldado que regrecestral de los mexicanos, en la creencia de que se ubicaba en algún lu

El conocía superficialmente la región de Mancos y McElmo, pero no tenía mucha idea de su pasado.

– Pues, Frank, lo mejor que puede decirse es que fue bastante… desdichado.

– Supongo que no te referirás sólo a los mormones.

– Un país cruel y alucinado, no cuesta entender que a los mor_mones les pareciera lo bastante agradable para asentarse en él, pero yo hablo de un periodo mucho más antiguo, del siglo XIII al menos. Por entonces eran tal vez decenas de miles de personas las que habitaban por toda la región, un pueblo próspero y creativo, cuando de repen____________________taron las defensas más seguras que conocían contra…, bueno, contra algo.dieron los acantilados más escarpados con que se toparon y levante, en el término de una generación (de la noche a la mañana, a estos efectos), huyeron, según todos los indicios presas del pánico, ascen

– Hay algunas historias parecidas de los utes -recordó Frank-, y de otras tribus en la versión que yo he oído.

Ella se encogió de hombros.

– Una incursión desde el norte, al principio de saqueadores, más tarde de fuerzas invasoras en toda regla, que traían su ganado y su fa__nía montones de fotografías, la mayoría tomadas con una Brownie, de toda la zona de cañones, que incluían, talladas en la piedra, imágenes de criaturas desconocidas para Frank.milia consigo. Es posible. Pero, aparte de eso, hay algo más. Mira. -Te

– ¿Qué coño es…?

En pinturas y grabados se veía gente con alas…, cuerpos de apariencia humana pero con cabeza de serpiente y lagarto, y sobre ellos apariciones incomprensibles, portando lo que podría haber sido fue_go a lo largo de lo que podría haber sido el cielo.

– Sí. -El la miró con atención, y lo que vio entonces en los ojos de Wren, fuera lo que fuese, deseó haberlo visto antes.

– ¿Qué?

– No lo sabemos. Algunos sospechamos…, pero no, es demasiado espantoso. Por no mencionar…-Encontró algo, lo miró fijamente y con reticencia le pasó una de las placas.

– Huesos antiguos.

– Huesos humanos. Y si te fijas atentamente, los más largos han sido rotos intencionadamente…, rotos para abrirlos. Como si alguien bus_cara la médula de dentro.

– ¿Caníbales? ¿Indios caníbales?

Ella se encogió de hombros. Su rostro mostró el inicio de una pena que él sabía que no podía aliviar.

– Nadie lo sabe. Una esperaría algo más de los profesores de Har_vard, pero lo único que hacen es teorizar y discutir. Cabe incluso la posibilidad de que fuera la gente que huyó a los acantilados la que se hizo eso, unos a otros. Por miedo. Algo los aterrorizó hasta tal punto que el canibalismo pudo ser el último recurso que les quedaba para mantenerlo alejado.

– Eso, lo que fuera, quería que ellos…

– Es más que posible que ellos nunca supieran lo que eso… «que_ría». No, ciertamente no.

– Y tú… -Fue todo lo que acertó a decir para no abrazarla, para no protegerla dentro de un perímetro imaginario. Pero en sus ojos la hu_medad resplandecía como el acero, no como el rocío, y nada en ella temblaba.

– Estuve ahí durante un año. Demasiado. Al cabo de un tiempo se filtra en tu interior. Ahora algún otro escribe el informe, las expecta_tivas de carrera importan. Yo fui contratada como tantos otros que excavan la tierra, suben esas rocas rojas, salvan los desniveles y cargan el equipo, se infectan con la locura del lugar, y ellos saben que no hay que prestar mucha atención a las estudiantes histéricas. En cualquier caso, todo tiene que ser fechado con más precisión. Fuera el que fue____________________nos que los han hecho famosos.pués, nadie lo sabe. Tal vez siguieron camino. Si eran los mismos que emprendieron el éxodo hacia el sur desde Aztlán y se convirtieron en los aztecas, eso tal vez explicaría alguna cosa de los sacrificios humase ese pueblo, sólo sobrevivieron unos años en los acantilados. Des

Una noche volvieron a la calle Diecisiete. Los camareros estaban atareados con sus cócteles cortos, largos, amargos, ácidos y efervescen__cas que inexorablemente acababan en peleas a puñetazos. Wren se vio obligada a apartar la mano de un agente inmobiliario de su pecho con un tenedor de carne.tes. Republicanos y demócratas se enzarzaban en discusiones políti

El espejo de la barra del Albany era legendario: 35 metros de lar_go, un mural animado de la historia de la noche de Denver.

– Es como leer el periódico -decía Booth Virbling, un reportero de sucesos al que conocía Frank.

– Pero no por el material que interesa a Booth, que más bien se encuentra en los lavabos -explicó Frank-. Es la primera vez que te veo fuera de Gahan s, ¿qué pasa?

– Así es la política de la ciudad, sin duda habrá alguna flagrante atrocidad en cualquier momento. Oh, y anda por ahí alguien que te busca.

– ¿Le debo dinero?

Una mirada de cautela a Wren.

– Ella está al tanto de todo, Booth, ¿de qué se trata?

– Era uno de los hombres de Bulkley Wells.

– ¿Y ha hecho todo el viaje desde Telluride sólo para saludarme?

– Espero que no tuvieras pensado visitarlos tú.

– Últimamente es una ciudad muy peligrosa, ¿verdad, Booth?

– Eso pensaba tu hermano.

– ¿Lo has visto?

– Alguien lo vio, por Glenwood Springs. Reef tenía buen color, pero parecía desanimado. Es lo único que sé.

Booth divisó a uno de los principales testigos del famoso juicio por el asesinato del año anterior con una sierra de hielo, y se acercó a charlar con él.

– ¿De qué iba todo eso? -preguntó Wren.

Acostumbrado desde hacía tiempo a no revelar cierta informa____________________na, si se daba el caso, era una solemne tro carecía extrañamente de sombras y tenía un tono azul celeste, el de un buscador, le pareció a Frank, que había llegado tan lejos como ella para preguntarle lo que él estaba menos dispuesto a responder. El comprendía que había presencias como ésa en el mundo exterior, y que, aunque uno pudiera vivir la vida entera sin cruzarse con ningulizar a Frank. Esta noche, en el Albany, Frank se dio cuenta de que Wren había ido a parar justamente ahí tras innumerables kilómetros y Estaciones de la Cruz; a la luz que reflejaba el gran espejo, su rosbía visto mucho peores y, de hecho, era él quien intentaba tranquise con aquella nube; y, no podía ser de otro modo, menos de una hora más tarde, todo se oscureció como si fuera de noche, y allí estaba él, empapado y helado, y hasta momentáneamente ensordecido por los truenos que restallaban a su alrededor, estirado sobre el cuello de su caballo para tranquilizarle y decirle que todo iba estupendamente, aunque, tratándose de un caballo de las montañas, el animal ya las hacia, y supo, pese a la poderosa luz del sol y la inmensidad del cielo, que ya daba igual que cambiara de dirección, porque acabaría cruzándofería eludir cuestiones como ésa. En una ocasión, en la meseta de Uncompahgre, Frank, que volvía a caballo de Gunnison o por ahí, vio una única nube de tormenta, oscura y compacta, a kilómetros de distanción, sobre todo a las chicas jóvenes a las que cortejaba, en general preobligación hablar cuando le di_rigiera la palabra.

Exhaló largamente, la miró a los ojos.

– En circunstancias normales no me encargaría yo, es tarea de Reef, pero hace tiempo que no hablamos, y, bueno, Glenwood Springs, tal vez lo hayan espantado y esté jugando al faro otra vez en algún sitio, enseñando a bailarinas la artemisa a la luz de la luna; en ese caso, nada que reprocharle, pero hay un momento en el que se pasa al siguien_te de la cola, y si no lo hago yo, entonces alguien tendrá que sacar a Kit de esa vida de estudiante universitario de la Costa Este que lleva, tú sabrás mejor que yo de qué te hablo, así que preferiría ahorrarle esos problemas a Kit, porque es un buen chico pero un mal tirador, y en el muy probable caso de que le dieran primero, bueno, eso sería un crimen más que resolver, ya me entiendes, y el trabajo nunca se acabaría.

Ella lo miraba con más intensidad de la habitual.

– Entonces, ¿dónde es probable que estén? Tus pistoleros, me re_fiero.

– Lo único que he podido averiguar es que son un par de mato__bablemente contratados por la Asociación de Propietarios de Minas de Telluride. Y ahora, según el viejo Booth, alguien de allí dice que quiere verme. ¿Crees que hay alguna relación?nes no muy famosos, llamados Deuce Kindred y Sloat Fresno, pro

– Por supuesto, es ahí adonde quieres ir.

– Es el último sitio donde vi a mi madre y a mi hermana. A lo me_jor siguen allí. Sea como sea, tendré que echar un vistazo.

– Es un trabajo de hijo y hermano. Hablando en términos antro_pológicos.

– ¿Y tú? ¿Tenías pensado volver al McElmo?

Ella frunció el ceño.

– Ahí no hay mucho futuro. El lugar en el que hay que estar, se_gún me han dicho, son las islas del Sur del Pacífico.

– Vas a especializarte en caníbales, por lo que veo.

– Suena más gracioso de lo que es en realidad.

No quería preguntarlo, pero lo preguntó:

– ¿Quieres venir a Telluride conmigo?

Bien, técnicamente ella sonreía, aunque la sonrisa no llegaba a al_canzar sus ojos.

– Me temo que no, Frank.

Él tuvo la elegancia de no parecer aliviado.

– Lo decía porque tendré que utilizar todo el músculo cerebral y algo más, pues sin duda se trata de una ciudad de dos caras, llena de trampas allá donde pises, con las partidas de póquer más largas y de_sagradables de la creación, demasiado dinero que cambia de manos demasiado rápido, y nunca sabes en quién confiar.

– No pretenderás entrar al galope pistola en mano para pedir la in_formación, espero.

– ¿Y cómo se hace?

– ¿Si yo fuera tú? Fingiría que estoy allí por negocios, usaría otro nombre, los hombres que buscas puede que tengan sus propios ene_migos en la ciudad, incluso entre aquellos para quienes trabajan. Si mantienes los oídos atentos, tarde o temprano te enterarás de algo.

– Eso es lo que vosotros llamáis «investigación», ¿no? Visitar todas las cantinas, tugurios, salas de juego y bares; mierda, no podría hacer_lo durante más de una semana sin que alguien me descubriera.

– Tal vez seas mejor actor de lo que crees.

– Eso requiere estar sobrio más tiempo del que me gusta.

– En ese caso, más vale que pidamos algo de beber, ¿te apetece?


Después de que los pasajeros que se dirigían a Telluride cambia____________________ridad de la elevada región, que casi nada interrumpía, salvo la luz de las estrellas reflejada en la corriente de un arroyo o alguna lámpara o chimenea esporádicas encendidas en la cabaña de un minero, pronto dejó paso a un tremendo resplandor impío a lo lejos, hacia el este. No tenía el color esperable de un incendio, y era imposible que fuera el alba; en cambio, el fin del mundo sí se planteaba como posibilidad. Se trataba, en realidad, del famoso alumbrado eléctrico de las calles de Telluride, la primera ciudad de Estados Unidos que lo tuvo, y Frank recordó que su hermano pequeño, Kit, había trabajado durante un tiempo en el proyecto de llevar la electricidad hasta allí desde Ilium Valley.dió hasta el paso de Dallas Divide y bajó otra vez hasta Placerville, para emprender seguidamente el ascenso final por el valle del San Miguel, a lo largo del ocaso y hacia las incertidumbres de la noche. La oscurán de línea en Ridgway Junction, el pequeño tren de enlace ascen

Los grandes picos que habían avistado por primera vez el día ante____________________lando como si aquél fuera un vagón lleno de turistas del este.sentaban al alcance de la mano, pavorosamente iluminados a contraluz, retrocediendo ante las miradas de los pasajeros, que habían empezado a contemplar embobados el resplandor que se extendía ante ellos, charrior, a través de la meseta de Uncompahgre, sobresaliendo como una larga hilera de dientes sobre el horizonte septentrional, ahora se pre

Al poco, el camino que ascendía por el valle junto a las vías era un hervidero, como una calle de una ciudad, atestado de carretas con minerales y suministros y recuas de muías, y las maldiciones de los desolladores salpicaban la noche, a menudo en idiomas que nadie reco____________________ras de aceite que había en el interior del vagón, y por fin entraron en la cuadrícula sencilla y estrecha de una ciudad que parecía haber sido traída entera desde otro lugar e insertada tal cual en el suelo del valle.to, la luminosidad que tenían delante, cuyos rayos afilados oscurecían ahora muchas estrellas familiares, iba superando en brillo a las lámpadense con cuidado, damas y caballeros! ¡Avisen al revisor! ¡Adviertan al maquinista, todavía están a tiempo de volver atrás!». Mientras tannocía en el pequeño vagón humeante. Junto a las vías, en una curva, había un vecino loco, que cualquiera juraría sin vacilar que llevaba años allí, gritando a los trenes: «¡Llegan al infierno! ¡Llegan a Telluride! ¡Án

Frank se apeó y pasó por delante de una fila de vaqueros que ha____________________tolas de grasa y latas de aceite.manecía quieto, echando el aliento y enfriándose mientras los encargados de los frenos y de la plataforma iban y venían con llaves, palancas, pisbían venido a la ciudad sólo para estar allí y ver el tren, que ahora per

De ordinario, Frank era una persona sensata, pero ahora, en esta incandescencia desangelada, se sentía asaltado desde todas direcciones por presagios de violencia, todos dirigidos hacia él. Barbas que hacía semanas que no conocían el acero de la navaja, colmillos amarillen____________________timientos hasta el final, hasta tocar fondo, hasta ahí, donde se recortaba esa pared de picos de cuatro o cinco mil metros y donde la intensidad del odio entre el sindicato de mineros y los propietarios de las minas se había disparado tara o no, se había unido a la compañía de quienes siguen sus presentaba justamente donde no debía estar. Lanzó una mirada frenética hacia la estación, pero el tren ya retrocedía lentamente por el valle. Le guscontrolable… Empezó a sudar por la aprensión, y comprendió que estos al descubierto, ojos ribeteados por el rubor cálido de un deseo inpeligrosamente incluso para los estándares de Colo_rado, tanto que hasta se podía oler.

El otro olor, que Frank sólo podía obviar encendiéndose un puro, emanaba de lo que daba nombre a la ciudad, pues la plata aquí solía encontrarse junto al telurio, y los compuestos del telurio, como ha__do en una pensión, un olor que impregnaba la ropa, la piel, el espíritu, y que aquí se creía que salía por las bocas y las bancadas de las minas abandonadas, procedente de la atmósfera cotidiana del mismo infierno.bía aprendido Frank en la escuela de minas, se contaban entre los de naturaleza más nauseabunda, olían peor que el peor pedo jamás tira

Esa noche, mientras cenaba en el hotel, vio por la ventana un pi____________________ba de una redada: los soldados detenían por «vagabundeo» a cualquier minero que no trabajara y tuviera la mala suerte de que lo vieran.tarse a Frank si el local le ofrecía un refugio fiable, aunque los demás clientes se lo tomaran con despreocupación. Le pareció que se tratados con harapos. Incluso en la tierra batida, el ruido de los cascos de las monturas tenía algo de concertado y deliberado que hizo pregunquete de guardias nacionales pasando por Mainstreet, de camino al valle que se encontraba al oeste de la ciudad. Delante de ellos, a pie, avanzaba tambaleándose un pequeño grupo de hombres sucios vesti

– Andamos sobrados de militares en la ciudad.

– Por no hablar del viejo Bob el «Gatillo», que merodea por ahí, ese tío es un ejército entero de un solo hombre.

– ¿Es ése -Frank simuló preguntar- el famoso pistolero Bob Meldrum? ¿Y está aquí, en Telluride?

Los hombres le miraron entornando los ojos, aunque de un modo bastante amistoso, tal vez porque el hecho de que Frank no se hubie_ra afeitado esa mañana disipaba cualquier impresión de excesiva bisoñez.

– El mismo, 'joven'. Corren tiempos terribles en estas montañas, y no parece que nada vaya a calmarlos. Aquí Bob está en su paraíso.

Los demás se unieron a la conversación.

– Está bastante sordo, pero uno no tiene por qué chillarle ni adi_vinar a qué oreja sería mejor hablarle.

– Hay pocas cosas en la vida más peligrosas que un pistolero sor__pecha de que se le ha escapado algo especialmente insultante que le hayas podido decir…do, porque tenderá a pecar de gatillo fácil, lo apretará a la mínima sos

– ¿Os acordáis de cuando mató a Joe Lambert en Tomboy, en el bocarte? Eran las condiciones perfectas para Meldrum, los bocartes machacaban como los martillos del infierno, así que para empezar na_die podía oír nada. «¿Manos arriba?», oh, faltaba más, gracias, Bob.

– Si quieres que te diga lo que pienso, creo que oye perfectamen_te, sólo que como las serpientes, a través de la piel.

– Más vale que hayas traído algo más contundente que una pisto_la, joven amigo.

– Dejando este jaleo aparte, hijo, espero que, sea lo que sea lo que te traiga aquí, al menos sepas quién es el hombre al que hay que re_currir en Telluride.

– Ellmore Disco es el nombre que me han dado -dijo Frank.

– Ese es. Habrás arreglado tu cita por adelantado, espero.

– Cita…

– Fijaos, otro que se creía que entraría por la cara.

– Mucha gente quiere ver a Ellmore, hijo.

Algunos creían que Ellmore Disco era mexicano, otros decían que procedía de aún más lejos, de Finlandia o algún sitio así. Nadie podía afirmar que fuera muy coqueto vistiendo, su escaso pero impulsivo in_terés por el atuendo lo concentraba en los sombreros, prefiriendo los de castor negros de fantasía con cintas de piel de serpiente y reborde enrollado en el ala, que había que encargar en Denver y que tardaban meses en entregar. Las únicas personas de las que se tenía noticia cier____________________so, «¡qué situación más embarazosa!» El minero debió de percibir algo ominoso, porque empezó a arrastrarse hacia la salida. Antes de que se dieran cuenta, los dos habían franqueado la puerta y las detonaciones animaban Chestnut Street. El bromista escapó por piernas a campo abierto, a pesar de una herida en carne viva en el trasero y un par de orificios en la copa de su propio sombrero, que parecía haber sido el blanco elegido por la ira de Ellmore.somé de tortuga en gelatina, que, para empezar, nunca había sido uno de los consomés preferidos de Ellmore. «¡Vaya!», exclamó a su regredo llenarle el sombrero Stetson, confiadamente desatendido, con contida de Seven-Toed Pete, a un travieso jefe de turno se le había ocurrite provocadores. Una vez, en C. Hall & Co., en Leadville, cuando la ciudad vivía aún sus buenos tiempos, mientras Ellmore había salido a echar una breve meada durante una, hasta ese momento, amistosa parbían faltado al respeto a alguno de sus sombreros, y se ha de decir que ciertos comportamientos de ese tipo habían sido incuestionablementa que él les hubiera disparado eran aquellas que, de palabra u obra, ha

Muchos fueron los testigos de ese rifirrafe, así que al siguiente in____________________cionar las piezas de chaconada, satín Pompadour, tarlatana, bombasí, granadina, crespón liso, sencillo, de rayas o con estampas orientales, traídas directamente de los almacenes Liberty de Londres.nas aparejadas expresamente para balas del calibre 22, por no mendoras de conductor, ornamentos para la cadena del reloj, camisetas y combinaciones, sombrillas japonesas, bañeras eléctricas, dispositivos a prueba de tormentas para hacer mayonesa, máquinas para despepitar cerezas, brocas de taladros y lámparas de carburo, cartucheras femenisa y ajados por el uso diario, buscando casi de todo: bombines y gorros de cazador, mantillas, gemelos, bastones, trompetillas, polainas, cazajos sombreros de lana de ala ancha, relucientes por la suciedad y la grabreros de seda lacados mezclándose con pobres de solemnidad con viegre de Cristo. El secreto de la tienda parecía radicar en su amplia gama de mercancías y precios, de manera que a cualquier hora de cualquier día era posible observar a hombres de negocios con somgocios. En los últimos tiempos, E. Disco & Sons se había convertido en la empresa más próspera entre Grand Junction y la cordillera Sanbreros, cuya imprevisibilidad no estorbó para nada su éxito en los neportarse del mismo modo, por no decir un poco peor. «Pero si yo soy básicamente un tipo tranquilo», insistía, aunque nadie le daba mucho crédito. Para los desconocidos, era Ellmore el Diablo; para los amigos, un tipo bastante simpático pese a las broncas relacionadas con somcidente con sombreros de por medio, Ellmore se vio obligado a com

Frank llegó al almacén a media mañana y encontró un interior ilu__tado de un gris verdoso claro. La oficina de Ellmore era una especie de voladizo que se alzaba sobre la planta principal, desde donde llegaban los ecos de la tienda, que desprendía olores de tierra de batán, de grasa para armas y de la ciudadanía local, que estaba por todas partes.minado por la luz del sol, rodeado de un entresuelo, con el herraje pin

– El jefe está hasta la coronilla de texanos por esta mañana -le in__trada a la cantina de al lado, si empieza a aburrirse.formaron-. ¿Ve los Suministros Equinos de ahí?, encontrará una en

Frank se fijó en que el empleado, de modales bastante amables, estaba empaquetando uno de los modelos de tamaño gigantesco de Colt.

– Gracias, pero me parece que me quedaré aquí sentado, respiraré y dejaré que la altitud me ponga a tono sin tener que pagar.

La oficina, cuando finalmente le indicaron que pasara con un ges_to de la cabeza, estaba recargada con mobiliario de salón del estilo Grandes Rápidos, comprado a precio de desahucio en Cortez des____________________dio que, se decía, era de la señora Disco, dirigía una sonrisa chillona a los visitantes.teado por los Chicos de las Cuatro Esquinas. Una fotografía de estupués de la tristemente famosa noche en que el viejo Palacio fue tiro

Frank miraba por la ventana hacia la ajetreada vía pública princi_pal cuando Ellmore entró a toda prisa.

– Me ha pillado admirando su vista.

– Tiene suerte de verla mientras dura la bonanza, porque cuando estas vetas se acaben no quedará nada que vender salvo el escenario, lo que significa manadas de visitantes procedentes de lugares donde no hay nada que admirar, de texanos, por ejemplo. Ese lado de la calle que está mirando es lo que llamamos el Lado Soleado. ¿Ve esas peque____________________titud. Pero déle tiempo. Recuerde que se habrá enterado aquí.dos se ríen, una más de las gracias de Telluride, dicen, será por la aldie de pie, a no ser que esté malnutrido, menos aún para que se dé la vuelta, pues bien, dentro de…, bueno, algún día, cada una costará un millón de dólares americanos, tal vez dos, y más. Ríase si quiere, toñas cabañas mineras de allí? Demasiado estrechas para que quepa na

– Un hombre con visión de futuro.

– Mierda, los anarquistas no son los únicos con ideas sobre el fu_turo.

Ellmore Disco no parecía ser de ascendencia finlandesa ni mexi____________________tava enraban a bolsas protectoras, dejando al observador con una ruinosa occana, al menos no cuando sonreía, como en ese momento; tenía algo de chino de music hall, tal vez, por el modo en que sus ojos se reti do mayor («o, como dicen en esta ciudad, "la minero"») sobre un piano vertical abandonado, interrumpido por un par de caninos de oro a juego que centelleaban y parecían más largos y más afilados de lo necesario, incluso para comer en los restaurantes de carne de las ciudades mineras.

Hizo un gesto con una taza de café que parecía una compañía cons__to, anunció:tante y, con tanta rapidez que podría haberlo dicho con un único alien

– En cuanto a una entrevista con el Capitán Wells, tiene toda mi comprensión, señor, aunque disto mucho de ser la secretaria particu____________________no del Sheriff Cal Rutan con un incidente como ése engo, claro, nos vienen con esa wakizashi que todos llevan encima para hacerse el hara-kiri, puede imaginarse qué bien se lo pasaría el buetantes, por la fama que ha adquirido Bulkley Wells en todo el mundo, o casi. Esta semana, sin ir más lejos, una delegación ha venido desde Tokio, Japón, cumpliendo órdenes del Emperador en persona: «Si no veis al Capitán, chavales, casi que no os molestéis en volver»; y luelar del Capitán; bien sé que es un deseo muy frecuente entre los visi su condado. Pero así de desesperados se ponen algunos, y no siempre se trata de extranjeros, así que ahora tiene que decirme cuán desdichado va a sentirse, señor, si, el cielo no lo quiera, no llega a ver al Capitán en este viaje.

Después de asegurarse de que Ellmore había acabado, Frank dijo:

– Un caballero muy ocupado, supongo.

– Señor, necesitará los buenos oficios del hermano Meldrum, por no hablar de una variada gama de sus otros socios para pasar… Men_cionó el trabajo en la mina, ¿a qué tipo de trabajo se dedica usted? ¿Algo que ver con explosiones, por ejemplo?

– Una parte, tal vez.

Intercambiaron una mirada fría y pétrea. Ellmore asintió, como si acabara de ocurrírsele algo.

– Aunque nada en la superficie.

– Es la primera vez que me toman por un dinamitero.

– ¿Qué me ha parecido oír en su tono, indignación?

– No especialmente. Más bien me parece halagador, hasta cierto punto.

– Un ingeniero no puede alegar que no sabe diferenciar una pun_ta de un cartucho de dinamita de otra, como entenderá.

– Los perros se pondrían a ladrar, claro. Debería de haber respon_dido tan solo «chef de repostería» o algo así.

Ellmore separó las manos en una especie de gesto de inocencia.

Frank espantó una mosca imaginaria.

– Para serle sincero, el oro no está entre mis intereses, soy más bien un hombre del zinc, pero…

– Zinc; en ese caso, no se lo tome a mal, pero ¿por qué no está en Lake County?

– Gracias por el consejo, Leadville es una parada habitual en mis paseos, pero esta semana, bueno, lo que tengo entre manos es un nue_vo método para concentrar el metal de oro…

– Sólo hablo por Tomboy y Smuggler, claro, aunque allí se dan por satisfechos con lo que tienen. Lo aplastan hasta dejarlo hecho una pulpa y lo pasan por un poco de mercurio en una bandeja, y dicen que funciona.

– Proceso de amalgamación. Tradicional, da bastante buen rendi_miento. Claro. Pero este método mío…

– Supongo que el Capitán Wells preguntará cuánto cuesta, y lue____________________taba un 44.pendiente que había recibido a Frank hacía poco, mientras empaquegeremos a mi chico, Loomis, de camino. -Loomis resultó ser el denes plateados incrustados con lapislázuli y jaspe, por su aspecto una pieza artesanal de los zuñis-. O, al menos, uno de sus secretos. Recoros en todas las puntas y escogió uno gris con una cinta de medalloble, empapa las tripas en tequila por la noche, ése es su secreto. -Se detuvo ante un gigantesco perchero de cuernos de alce con sombrefícil de encontrar, aunque acercarse a él puede resultar muy peligroso y, lamento decirlo, ninguna hora del día es peor que otra… Oh, fíjese, es hora de comer. Venga al local de Lupita, el menudo es insuperago dirá no en cualquier caso. Pero hable con Bob, que no es tan di

Salieron por detrás, a Pacific Street, y se abrieron paso entre yun____________________dado de elogiar su elección de sombrero.more saludaba, apuntando cómicamente con el dedo como si fuera una pistola, y de vez en cuando se paraba brevemente a hacer negocios con alguien. Parecía que todos lo conocían. La mayoría tenía el cuivos que el álcali de las tierras bajas había vuelto rígidos y espectrales, chinos empujando carretillas cargadas hasta los topes de colada… Elllles, carros y grandes carretas de transporte que llevaban mercancías entre la estación de tren y las minas y tiendas, jinetes con guardapoltas de bueyes y tiros de muías, calesas pequeñas y faetones de tres mue

El local de Lupita se encontraba en un tramo de suelo endureci____________________lómetro a la redonda. Había chicharrones gigantescos apilados como pellejos en una factoría comercial.do por postes de álamo. Los aromas de la cocina se olían a casi un kigos pintados de un azul celeste que no se veía en ningún otro sitio de la ciudad, dispuestos bajo el techo oxidado de un cobertizo sostenido, encajado entre Pacific y el río San Miguel, que ahí era más bien un arroyo; consistía en una serie de mesas de tablones y bancos lar 'Ristras' de chiles de un púrpura pe____________________cos que trabajaban en la cocina y les llenara la fiambrera o una bolsa de papel con tortas de pollo, tamales de venado, los famosos tacos de sesos de Lupita, botellas de cerveza casera, cuñas de manecían de pie, esperando sitio o a que apareciera uno de los chijores sombreros, todos se mezclaban ocupando los bancos, comiendo con las manos y pringándose como mineros en una cantina, o pertados junto a repartidores de periódicos negros, y esposas con sus meturnas recién levantadas, ganaderos del valle, trabajadores mexicanos manchados de polvo de ladrillo, desolladores que esperaban el tren senligrosamente oscuro colgaban por todas partes. Se decía que por la noche resplandecían en la oscuridad. Dependientes y cajeros, aves nocsesenta grados de pastel de melocotón, etcétera, para llevárselo.

A Frank, que esperaba una figura más maternal, le sorprendió la llegada del rubio epónimo de la taquería, un tornado en miniatu__tarse el sombrero, y, justo antes de desvanecerse en el clima inestable de la cocina de la parte de atrás, canturreó por encima del hombro, según parecía maliciosamente:ra, blanco y negro con matices dorados, como un torbellino salido de Dios sabe dónde, que se detuvo sólo lo suficiente para darle un beso en la frente a Ellmore, tan rápido que él apenas tuvo tiempo de levan

– 'Por poco te faltó La Blanca.'

– Oh, mier… coles -dijo Ellmore esbozando una expresión preo_cupada-, se me fastidió el resto del día, ¿qué habrá pasado, Loomis? No sé qué la habrá traído a la ciudad.

«La Blanca» resultó ser el nombre local de la esposa de Bob el Ga____________________masiado repentinas, se abrían demasiados abismos de miles de metros, sin que siquiera hubiera camino de vuelta transitable a través de lo que a menudo se convertía en fachadas escarpadas dete a distancia, con labios tan exangües en aquella ventosa transparencia que parecían desaparecer, dejando sus ojos ribeteados de negro como el único rasgo que los demás recordaban después de que se hubiera ido. Según los visitantes, texanos y demás, estas laderas no eran tierra de caballos, pues las pendientes se alzaban demasiado pronunciadas, dello blanco de porte sobrenatural que siempre montaba, habitualmente por los caminos de la Cuenca del Savage y los puertos montañosos casi invisibles, conocidos sobre todo por gentuza como la tristemente famosa Banda de Hole-in-the-Wall, manteniéndose escrupulosamentras consecuencias de disgustar a Bob-, y recibía el nombre del cabatillo Meldrum -todos coincidían en llamarla «esposa», dadas las sinies acantilados, lo que no te dejaba más remedio que acabar la proeza, hacia arriba o hacia aba____________________cho menos, estuvieran a su altura.da para que estos reinos vulgares de plata y oro fueran la causa ni, mumas frías en medio de ventiscas, avalanchas de primavera o abundantes nevadas de agosto…-, ella destilaba una nostalgia demasiado apasionaciado desnivel, brete en el que un poni indio era la opción preferible. Ella moraba en esa geometría del miedo con tan poco esfuerzo que Bob podría haberla conocido, érase una vez, en un reino de cuento de hadas sobre montañas de cristal tan peculiares en todos los sentidos como las San Juan, y los poetas de los caminos conjeturaban que con su atuendo y su porte de solitaria -capa negra ondeando, sombrero colgado a la espalda, la luz del Cielo en sus cabellos, pañuelos de seda floreados que Bob le compraba en Montrose acanalándose como llajo, rogando que no hubiera placas de hielo y que tu caballo conociera lo bastante bien la montaña para valorar el angustiosamente pronun

Vivían cerca de la mina de Tomboy, en una cabaña más allá de las escorias de la mina, pero se mantenían apartados, hasta el punto de que pocos llegaron a verlos juntos, lo que sin duda alimentó un mon____________________brarse, como fuera, del enano sordo con el que convivía daba buscando ella, algo que, en sus fantasías, siempre implicaba liblemente los de La Blanca. A muchos jóvenes temerarios y cortos de entendederas de la ciudad les gustaba imaginar que sabían qué anvía sin parar de un lado a otro, cribando cuanto se cruzaba con ella, aunque tuviera el tamaño de un guijarro o fuera aún más pequeño, atenta a cualquier problema que pudiera surgir, incluyendo inevitavantaba antes de las primeras luces y recorría la Cuenca del Savage, y su mirada -alguien recordaba «oscuros» sus ojos, pero otros decían que cambiaban al gris pálido justo antes de disparar a un hombre-, más penetrante de lo normal para compensar su supuesto mal oído, se motino. Por entonces, Bob, además de trabajar como representante de Buck Wells en la Tierra, era también guardia de día en Tomboy, se lede el sombrero hasta las espuelas, la habían visto a ella, fatalmente, al menos una vez, al aire libre, en alguna de aquellas cabalgadas sin destón de cotilleos, incluso en boca de quienes, aun odiando a Bob desen la cabaña, quien, además, tampoco parecía tan duro, pese a las catorce muescas o las que fueran que, se decía, llevaba grabadas en su pistola. A la mierda, cualquiera puede hacer una muesca, ¿no? Es más fácil que mear, ¿no?

– Ya, pero a ese Bob el Gatillo le importa un comino quién vive y quién no, nada por el estilo…

– A lo mejor lo que él no sabe es que a mí tampoco.

– Eso no son más que habladurías de barra de bar. -Ellmore echó una breve mirada a Frank, como si no fuera más que otro de esos jovencitos Romeos-. Escucha, Loomis, esto me está desconcertado un poco, me temo. ¿Le va a parecer bien a Bob que su mujer venga des_de la colina hasta aquí? Tenemos que controlar esto rápidamente. ¿Ves a Lupi por alguna parte?

Frank, emergiendo de su cuenco de tripas picantes, dijo:

– La señora Meldrum… ¿causa problemas?

– 'Joven' -masculló Ellmore mientras comía-, nadie podrá contar_le gran cosa sobre ella. En cuanto a los problemas, bueno…, siempre van con Bob…

Su mirada habitualmente directa se había desviado hacia Bear Creek, y la expresión de su cara ya no era una máscara oriental que pudiera calificarse de tranquila.

Lupita apareció con una bandeja con motivos florales llena de masa de maíz encajada en la curva interior de un codo, de la que se puso a sacar puñados de masa que palmeaba con gestos rápidos y a los que daba, uno por uno, forma de tortillas finas como el papel, que luego arrojaba girando a la pequeña cocina, al interior de un 'comal' de hoja metálica rescatado tras una memorable ventisca en el Lizard Head Pass, para que se frieran durante un minuto antes de sacarlas y colocarlas so__maba a Ellmore:bre un trozo de delantal preparado para ese propósito, mientras infor

– No me pareció que te buscara a ti.

– ¿Has visto hoy a su marido?

– Me han dicho que ha tenido que irse corriendo a algún sitio. No tienes pinta de hombre enamorado.

– Más bien de hombre con líos. Como decís vosotros, hasta 'en la sopa'.

– Claro que ella es joven -dijo Lupita-, está en la edad en la que todos hacemos esas locuras.

– Yo ya no me acuerdo.

– 'Pobrecito'. -Y se alejó de nuevo dando vueltas, cantando como un pájaro.

Frank se dio cuenta de que Ellmore lo había estado observando con mayor interés del que exigía la sociabilidad. Cuando veía que Frank le devolvía la mirada, enseñaba intencionadamente un colmi_llo de oro.

– ¿Cómo está ese menudo? Cuidado con los mocos por ahí.

– Ni me fijé -dijo Frank pasándose una manga de la camisa por debajo de la nariz.

– Los labios se entumecen demasiado para sentirlo -le advirtió Loomis-. Si vas a comer mucho aquí, tendrás que dejarte bigote, que absorbe parte de lo que cae.

– Se habrá fijado que cuanto más pequeño es un chile, más pica, ¿verdad? Es lo primero que se aprende. Bueno, los que utiliza Lupi son pequeños. Y quiero decir muy pequeños, 'joven'.

– Sí, Ellmore, pero… ¿cómo de pequeños?

– ¿Y si le dijera que invisibles?

– ¿Quiere decir que nadie… ha visto jamás esos chiles, pero aun así la gente de por aquí los pone en las recetas mexicanas? ¿Cómo saben cuántos echar?

A su compañía la cuestión le pareció estimulante.

– ¿Está loco? -aulló Ellmore-. ¡Con uno basta para matarte! -Y para matar a cualquiera en un radio de cien metros -añadió Loomis.

– Excepto a Bob, claro, él se los come como si fueran cacahuetes. Dice que le calman.

Cuando regresó haciendo crujir el suelo a su habitación en el Sheridan, después de pasarse por la barra para comerse un bistec cuyo volumen, según calculó, casi llegaba a los quince litros, Frank había contraído una Meldrumitis Rampante, pues apenas si había oído ha____________________tuviera en Londres, visitando a su sastre, o en Argentina, comprando ponis para jugar al polo, o haciendo turismo, por qué no, por algún otro mundo habitado. Y hasta ese momento, como si hubiera palabras que no se pronunciaran delante del inocente, no había oído nada que tuviera ni remotamente que ver con Deuce Kindred o Sloat Fresno.sible como siempre, cumpliendo con su ocupada agenda; tal vez esblar de otra cosa ese día. El Capitán Bulkley Wells seguía tan inacce

Frank pudo mantener los ojos abiertos el tiempo suficiente para revisar su cama rastreándola con un bichero de minero y apagar la lám____________________pantosos, que pospusieron por el momento los placeres del olvido.do en su sopor habitual, del que lo arrancaron, cuando no llevaba ni cinco minutos, unos golpes en su puerta acompañados de gritos espara eléctrica, pero no para quitarse las botas antes de sumirse agota

– Vas a sacar tu culo torcido, de color de meada, de ahí, ¿o hace fal_ta que entre, ladrón de esposas? -preguntó una voz desdichada.

– Claro -bostezó Frank en un tono amistoso que esperaba no de_lataría la presteza con la que buscaba el cilindro de su Smith & Wesson.

– Y bien, ¿cuál es? Habla alto. No oigo muy bien y lo que no oigo me pone muy nervioso.

– ¡Me parece que la puerta está abierta! -gritó Frank.

Y, al instante, lo estaba. Allí apareció una figura diminuta con som_brero, camisa y guantes, todo negro: inconfundible, Bob Meldrum, con un bigote tan ancho que Frank habría jurado que su dueño tenía que ponerse de lado para pasar por la puerta, y un halo de McBryan's que, como su fama, le precedía.

– Oh, pero mira qué tenemos aquí, una pistolita de damisela, ¿eh? ¡Si hasta está niquelada! Vaya, vaya, es una preciosidad.

– De hecho, es un 38 -dijo Frank- Modelo policial, aunque lo he limado un poco, puede que demasiado, aquí y allá, porque no siempre se queda amartillado como quisiera. Espero que no suponga ningún problema.

– Hablas bastante buen inglés para ser un maldito cabronazo fu_mador de opio, y ni siquiera pareces muy japo.

– Con que me llame «Frank» ya me vale. ¿No podría ser que se hubiera equivocado de habitación?

– ¿No podría ser que te estés tirando a mi mujer aquí y mintien_do como un mierda?

– Nunca he estado tan loco, tal vez le haya informado mal el her_mano Disco.

– Oh, mierda, tú eres el chico ingeniero -dijo, y sus ojos, para tran_quilidad de Frank, perdieron algo de su palidez.

– Sí, y veamos, usted debe de ser… el señor Meldrum, ¿me equi__ba gritando a la oreja.voco? -preguntó intentado que no se notara demasiado que le esta

– No, que Dios me perdone, y bien que me cuesta. -El pistolero de atuendo oscuro se dejó caer con un emotivo suspiro en el sofá-. ¿Crees que es fácil ser un tipo duro en esta ciudad, donde te comparan a todas horas con Butch Cassidy? A la mierda, pero ¿qué coño hizo ese tío?: cabalgar por el valle en un maldito caballito de tiovivo, de_senfundar una pistola, llevarse los diez mil dólares, salir cabalgando otra vez…; tan fácil como comerse un pastel de cereza, pero los años pasan, las leyendas del viejo Oeste se engrandecen, y la gente mur__pongo que no tendrás tampoco nada de beber.mura por lo bajini cuando creen que no los oyes: «Vale, es malvado, pero ni de lejos es un Butch». ¿Y cómo te crees que me sienta? Su

– Pues suponga que vamos a cualquier parte y me permite que le invite a una copa.

– Claro, 'seguro', pero ¿y si apuntas esa mierdecilla abrillantada a al_gún otro sitio?, lo digo por mi reputación y todo eso.

– Vaya, casi se me había olvidado… -Sin ningún convencimiento, Frank se guardó el revólver en el bolsillo, esperando un susto, pero Bob parecía tranquilo, por el momento en cualquier caso, e inclu__nas dentales doradas. Frank fingió que retrocedía como deslumbrado, protegiéndose los ojos con un antebrazo-. Muchos lingotes ahí.so llegó a sonreír brevemente, descubriendo una serie doble de coro

– En la mina fueron tan amables de hacerme un precio especial -respondió Bob.

Evitando el elegante establecimiento del hotel, se encaminaron ha__tez de dejarle beber en paz.cia el Cosmopolitan Saloon y el Gambling Club, a unos pasos en la misma calle, donde Bob estaba seguro de que la gente tenía la sensa

– A ver -dijo una vez que les habían servido botella y vasos-, si me dieran cinco centavos por cada cabrón que quiere hacer perder el tiem_po al Capitán Wells, estaría en Denver bebiendo whisky con soda en vaso largo por toda Market Street, no sé si me entiendes, y este cañón olvidado de la mano de Dios no sería más que un mal sueño.

– ¿Alguna ocasión de hablar con él? ¿Está en la ciudad?

Bob le echó un largo vistazo, con ojos brillantes.

– ¿Acabas de decir lo que me ha parecido oír? ¿Un día sí y otro también, un montón de cabronazos anarquistas le tiran bombas, y va y se presenta un desconocido preguntando «si está en la ciudad»? Vaya, si no fuera suspicaz, me estaría partiendo el culo. Pero aun así te diré una cosa, ¿ves a ese tipo de ahí? Es tu hombre, Merle Rideout, el amalgamador de Little Hellkite, loco como una cabra por los humos y la basura que aspira todos los días, y por partida doble el día que funden el oro en lingotes, pero aun así, a lo mejor estará dispuesto a escuchar al primer viajante de comercio en prácticas que se le presen_te y le aparte de su trabajo.

Merle Rideout iba de camino a una de las cantinas, pero sin mu_cha prisa; lo que dio margen a Frank para lanzar su perorata.

– …Y sin duda estará al tanto del plan del señor Edison en Dolo_res para utilizar la electricidad estática, aunque triste es decir que sin demasiado éxito… Ahora bien, mi enfoque es diferente, yo utilizo el magnetismo. En el este, en Nueva Jersey, han extraído piritas de la mez__ña joya, y no tiene nada que envidiarle al Wetherill. Y con el tipo de corriente eléctrica que puede generarse por aquí…cla de zinc con un imán Wetherill, que, se supone, es el más potente que existe; pues resulta que mi aparato es una variante, una peque

Merle estaba mirando a Frank con expresión bastante amable, pero no parecía muy dispuesto a dejarse engañar.

– Separación magnética del mineral, sí, ciertamente, tal vez se lo crean los públicos menos críticos de las montañas, pero yo ya he vis_to al menos un par de imanes, así que soy cauteloso, eso es todo. Le diré una cosa. Suba a la mina y tendrá su oportunidad, hablaremos. Mañana me vendría bien.

De golpe se hizo el silencio; sólo se oía el zumbido de la electri__vos acababa de entrar en el Cosmopolitan, canturreando y tarareando en una lengua extranjera. Todos ellos llevaban cidad. Un grupo de hombres con enormes sombreros de castor nueuna Kodak de bolsillo con el obturador ingeniosamente conectado a un pequeño flash de magnesio, que aparentemente los sincronizaba. Las copas se quedaron a medio camino de las bocas, el jovencito limpiabotas negro dejó de agitar su trapo, la ruleta de Hieronymus se paró en seco, la bola dio un salto y se quedó suspendida en el aire, como si todo en la escena hiciera lo posible para posar en un par de fotografías. Los recién lle____________________condrijos y vio que los demás clientes hacían lo mismo.brero. Incapaz de pensar en nada que el irascible pistolero quisiera oír de su boca en ese momento, Frank empezó a buscar los posibles esgados se acercaron a Dieter, el camarero, inclinaron la cabeza uno tras otro y empezaron a señalar algunas de las botellas amontonadas en uno de los extremos de la barra. Dieter, conocedor de brebajes a los que todavía nadie había dado nombre, asintió, las cogió, llenó vasos y mezcló las bebidas, mientras se reanudaban las conversaciones en el local, pues los clientes habían reconocido a la «delegación comercial japonesa» que Ellmore había mencionado a Frank antes, ese mismo día, cuyos miembros habían salido a echar un vistazo a la Telluride nocturna. Frank dejó de mirarlos justo a tiempo para ver que los ojos de Bob empalidecían como un cielo estival sobre una cordillera y que de sus orejas surgían dos chorros gemelos de vapor recalentado hasta el punto de amenazar el cuidadoso reborde del ala de su som

– Bien, Bob, ¡cuál de ellos crees que es! -gritó uno de los parro_quianos, en la aparente creencia de que su avanzada edad le eximía de pagar el precio de la impertinencia.

– ¡Buenas noches, Zack! -gritó Bob-, es frustrante de cojones, ¿ver_dad?, todos se parecen tanto que uno no sabe por dónde empezar a disparar.

– ¡Y tanto, y no veo a ninguna señora M. por ninguna parte!, ¿y tú? -gritó el imprudente Zack-, ¡a lo mejor el que buscas está ocupado de otro modo, ye-je-jé!

– Claro que, para empezar, podría dispararte a ti, sólo para ajustar el tiro -supuso Bob.

– Oh, vamos, Bob.

Fascinados, los Hijos de Nipón habían empezado a congregarse alrededor de Bob formando un semicírculo, y estaban extendiendo a todo lo largo los fuelles de sus cámaras, enfocando vacilantes, algunos incluso intentando subirse a la mesa de billar para mejorar el ángulo de visión, lo cual dejaba perplejos a quienes estaban jugando sobre la superficie.

– Chico -dijo Bob sin que se viera moverse ninguno de sus dos labios-, ¿te acuerdas de aquel pequeño artilugio tuyo que admiré an_tes? ¿No lo tendrás a mano por casualidad? Porque es posible que pronto necesite tu colaboración, para guardarme las espaldas quiero decir, ya que esto está empezando a escocerme mucho, ¿me sigues?

– Entiendo un poco de su jerga -se ofreció Merle.

– ¿Sabes decir: «Voy a mataros a todos vosotros, cabronazos, uno por uno, sólo para asegurarme de que no me equivoco», o algo por el estilo?

– A ver, umm… Sumimasen, muchachos, ¡éste es Bobusan desu! -To__sela-.dos hicieron una reverencia a Bob, que a punto estuvo de devolvér Gonnusuringaa -añadió Merle-, mottomo abunai desu!

– Aa!

– Anna koto!

De repente, los flashes de magnesio estallaron por todas partes, y de cada uno surgió una columna de espeso humo blanco cuyo ascen____________________bles chocaban con otros clientes, que se sentían obligados a devolver el golpe, y con sumo interés. La perada combinación de brillo y opacidad se extendió rápidamente por todos los rincones del salón. Los que huían sin tropezar con los mueso ordenadamente cilíndrico se vio alterado por las tentativas de los clientes, presas de cierto pánico, de buscar la salida, mientras la inesirritación se generalizó. Los objetos sólidos no tardaron en volar a través de la invisibilidad fluorescente, y a toda velocidad, acompañados de blasfemias cruzadas desde todos la_dos, buena parte en japonés.

Frank decidió agacharse junto al extremo de la barra hasta que el aire se despejara. Mantenía un oído atento por si Bob le decía algo, pero en medio de aquel alboroto no estaba seguro de que pudiera re____________________magoría, vio que ya no era capaz de orientarse.lía olvidar. Incluso Frank, por lo general inmune a cualquier fantastallas de la Rebelión, creían oír en estas detonaciones más moderadas de pólvora de flash los cañonazos de antiguas campañas que más vado una de las más frecuentes la de un vasto paisaje barrido por una bruma irreductible. Era posible creer que uno había sido lanzado, tras la rápida cascada de flashes, a una geografía distinta donde criaturas desconocidas se revolcaban y aullaban aterrorizadas en la oscuridad. Los clientes más viejos, en cuyos corazones todavía resonaban las baconocer ninguna voz. La pérdida de claridad y de escala en el local estaba causando que muchos tuvieran extrañas ilusiones ópticas, sien

Cuando por fin el humo se disipó lo suficiente para ver, Frank distinguió a Merle Rideout conversando con uno de los miembros de la delegación comercial japonesa.

– Por aquí -decía el visitante-, el Oeste Americano… ¡es un terri_torio espiritual! ¡En el que buscamos estudiar los secretos de su… alma nacional!

– Ja! Ja! -Merle se palmeó la rodilla-. Menudos sois, lo juro. ¿Qué «alma nacional»? Si no tenemos ninguna «alma nacional». Si te crees otra cosa, es que estás tragándote piritas, hermano.

– Sí tienen: es una hoja afilada de acero, matemáticamente sin an__lió majestuosamente.chura, más letal que cualquier katana, enfundada en la precisión de la cara americana, donde se desconoce la misericordia, contra la que el Cielo ha sellado sus fronteras. ¡No finja que no lo sabe! ¡Y no me haga perder el tiempo! -Con una mirada de rabia, se unió a los suyos y sa

Frank le señaló con la cabeza.

– Parece alterado. ¿No cree que podría tomárselo a mal…?

– No es probable -dijo Merle-, si parece un repartidor de lavan____________________tro amigo. Y no es que no demuestren también un interés superior al de cualquier delegación comercial media por las actividades en Little Hellkite, sobre todo las químicas, o las del día de la fundición del oro en lingotes.mo omnipotente Zar de Rusia. Y no se equivoque, no lo tragan. Lo que los convierte en objetivo profesional de gran interés para nuespetua contra el Zar. Y resulta que tenemos una multitud antizarista entre nosotros, en pleno condado de San Miguel, donde les llamamos los «finlandeses». El que gobierna su Finlandia natal ahora es ese misteniendo a los estudiantes rusos que residen en ellas en rebelión pernacional Barón Akashi, que es lo que denominan un «agregado militar itinerante»: hace circuitos por las diferentes capitales de Europa, mandería, ¿verdad? Lo cierto es que es un secuaz del famoso espía inter

– ¿No estarán planeando dar un golpe?

– Es más probable que se trate de lo que llaman «espionaje indus_trial». Parece que lo que andan buscando es mi método de amalgama__diera responder «claro».ción. Aunque puede que eso sólo sea una tapadera, ¿verdad? -Se quitó el sombrero, marcó el pliegue de la copa y volvió a ponérselo-. Bien, ¿nos vemos mañana en la mina? -Y se marchó antes de que Frank pu

Lentamente, había empezado a remitir el caos. Cristales rotos, ma__se los ojos y sonándose las narices en las mangas, los bebedores y deras astilladas y el contenido de las escupideras volcado molestaban por todas partes, mientras los jugadores se arrastraban entre los restos intentando recomponer las barajas. Palpándose las heridas, enjugándoju____________________do Zack se acercó ágilmente a él esbozando una mueca inquisitiva.tonas. Los visitantes japoneses se habían desvanecido, y dentro del Cosmopolitan, Dieter había reanudado el trabajo detrás de la barra como si nada hubiera sucedido. Frank se puso de pie con cautela y estaba a punto de comprobar qué botellas habían sobrevivido cuanplaban la escena en parejas y tríos, riéndose entre dientes como bealidas tanto de prostíbulos como de salones a la orilla del río, contemgadores salían tambaleándose a la calle, donde los caballos alquilados ya se habían desenganchado habilidosamente, solos, y se dirigían de vuelta al establo, suspirando de vez en cuando. Damas espabiladas, sa

– Vaya, hombre, viejo amigo, pídete lo que quieras. No habrás vis_to a Bob por ahí, ¿verdad?

– Mi whisky Squirrel con zarzaparrilla de siempre, Dieter, y sí, jo____________________timo quizá no lo entendí bien.ver a Baggs, en Wyoming, y empezar una nueva vida, aunque esto úlven y diría que breve amigo, la última vez que vi a tu pendenciero compañero se dirigía hacia Bear Creek chillando algo acerca de vol

– Pues como el resto de la velada -sugirió Frank.

– A la mierda -Zack buscó una servilleta para secarse el labio-, esto no ha sido más que un amable té social. Pero mira, en el verano del 89, el día que Butch y su banda irrumpieron cabalgando…


A la mañana siguiente, en la cuadra de caballos de alquiler Rodgers Brothers', Frank se encontró con más jinetes sin caballo de los que había visto jamás, salvo en el centro de Denver a la hora de comer; se empujaban unos a otros intentando conseguir algo que él no alcanzó a ver en un primer momento, se gruñían ominosamente y, allá don____________________sultos de otros empleados, que intentaban seguir de cerca cuanto sucedía desde detrás de un largo mostrador que había en el interior. El sol estaba ya muy por encima de los picos cuando Frank consiguió una montura, un pinto indio llamadomularios de alquiler para que los firmaran, se embolsaban propinas, controlaban lo que pretendía ser una cola y hacían caso omiso a los inros viejos y nuevos. Del corral no paraban de salir chicos con caballos ya ensillados y embridados, que después repartían copias de largos forde tenían sitio, paseaban nerviosos arriba y abajo, dando caladas a pu Mescalero de mirada maliciosa, y empezó su ascenso a la mina de Little Hellkite por Fir Street, donde se cruzó con Ellmore Disco, que bajaba hacia la tienda en un precio_so carruaje ligero de dos ruedas, asentado sobre muelles Timken.

– Una noche divertida en el Cosmopolitan, según me han dicho.

– Fui con Bob Meldrum, pero lo perdí en medio de la confusión.

– Es probable que a estas alturas ya haya vuelto al trabajo. Pero… -Ellmore no dijo exactamente «te lo aviso», aunque ésa fue la impresión que tuvo Frank mientras le miraba a la cara-, si lo ves por la Cuenca hoy, ten en cuenta el rifle Sharps que lleva, sobre todo su al_cance, al que hay que sumar, pongamos, un par de kilómetros.

– ¿Se ha enfadado conmigo por algo? -preguntó desconcertado Frank.

– La cosa nunca es tan personal, 'joven'.

Y allá se fue Ellmore Disco, con la ferretería de la calesa resonan_do como un carillón en una banda. Frank subió por la Tomboy Road, dejando abajo la ciudad, que todavía veía en las curvas zigzagueantes a través de los álamos de hojas temblorosas, cada vez más aplanada a medida que entraba lentamente en una neblina de humo de leña, ro__mo local) se desviaba para seguir el lecho rocoso de un arroyo que fluía cruzando el camino sin las molestias de cañerías ni alcantarillas.deado del ruido de los martillos de los fabricantes de marcos y del tráfico de las carretas, y cada vez más cerca del silencio que remaba al otro lado de la Cuenca. Las cigarras estaban alborotadas. La carretera que llevaba a Hellkite (entiéndase lo de «carretera» como un eufemis

Cuanto más permanecía en la ciudad, de menos cosas se entera____________________tada y revuelta como el humo que vetea las llamas de la Perdición.seó ver un fugaz destello allí mismo, al borde de su campo de visión: un caballo blanco recortándose contra el cielo, una melena negra agites. Pero en ese momento, mientras el camino ascendía, el horizonte de nieve se le echaba encima y el viento se convertía en soberano, deba. Se aproximaba rápidamente al punto de rendimientos decrecien

Incluso Frank, que no era precisamente un espiritualista, notaba que allí arriba todo estaba hechizado. A pesar del bullicio comercial que ha____________________sible. Y el frío, que no se debía por entero a la altitud.mas abandonadas de los dormitorios de los mineros, que se oxidaban apenas cinco kilómetros más arriba, bajo el oscuro cielo diurno…, las presencias que se movían furtivas como marmotas al borde de lo vinos de una hora para encontrar los esqueletos marrones de cabañas desmoronadas que nadie habitaría nunca más, los muelles de las cabía en la ciudad a todas horas, a pesar de la promesa desatada del deseo sin freno, uno sólo tenía que subir la ladera de la colina durante me

Mucho antes de avistar la mina de Little Hellkite, Frank la olió. El olor le llegaba esporádicamente desde que había llegado a la ciu____________________caba sobre las pálidas laderas, explotadas hacía mucho, cicatrizadas de caminos y erizadas de tocones blanqueados como lápidas de tumbas, el zumbido de cuyo voltaje ahogaba el canto de las cigarras.lluride Power Company, una edificación de un rojo vivo que destatas cargadas con mineral descendiendo hacia la mina de Pandora, al borde de la ciudad, donde lo tratarían, pues a los propietarios la zona de Hellkite les había parecido demasiado escarpada para instalar lujos como bocartes. Pasó por delante de la caseta de derivación de la Tedos metálicos por encima de su cabeza, alzó la mirada y vio vagonedad, pero en ningún sitio con tanta intensidad como allí. Oyó queji

La pequeña Cuenca apareció tras un giro. Pasó al trote entre los cobertizos y cabañas dispersos, de tablones mellados y desgastados tras haberlos subido hasta allí cruzados sobre lomos de muías, casi me_dio metro más cortos que cuando habían salido del almacén de la ciudad, y que estaban descoloridos por el subsiguiente resplandor del sol, hasta que por fin encontró el laboratorio de análisis.

– Ha bajado a Pandora, hijo.

– Me dijeron que estaba aquí.

– Entonces habrá bajado a alguna de las galerías, probablemente esté hablando con los tommyknockers. -Ajá.

– A ver, no te preocupes, al bueno de Merle a veces se le va un poco la cabeza, pero cuando llega el día de fundir el oro en lingotes, nadie puede comparársele.

Y bien, ¿quién no estaba loco en este desfile circense escaso de oxígeno? Frank echó una mirada a la boca de la mina más cercana, y escuchó, en la penumbra y el frío que repentinamente envolvieron sus oídos, sienes y cogote, los golpes resonantes de mazos y picos en le____________________ca de las imágenes remanentes de un mundo iluminado.traba en ella, alejándose de la luz del día, de cuanto estuviera tranquilizadoramente iluminado, sumiéndose en el equivalente nocturno de detrás de las cuencas de sus propios ojos, perdida ya la ilusión óptijanas galerías, cada vez más difíciles de localizar a medida que se aden

Al principio creyó que ella era una de esas criaturas sobrenaturales de la mina que los mexicanos llaman 'duendes', sobre las que corrían todo tipo de historias, aunque el sentido común sugiriera inmediata_mente que más bien se trataba de una dinamitera, pues, vista de más cerca, resultó que la chica estaba vertiendo tranquilamente lo que sólo podía ser nitroglicerina en agujeros perforados en estas profundidades montañosas vivientes.

– Claro que no me fijé en él -Dally replicó un poco más tarde cuando Merle empezó a burlarse de ella-, en aquel momento todo el mundo estaba ocupado intentando desprender aquel filón. Ser dina____________________nería con la cabeza llena de imanes?to acaban el turno se lanzan ladera abajo encima de un par de tablillas de madera, ¿y voy a fijarme ni un segundo en un estudiantillo de micima unos finlandeses locos, hombres hechos y derechos que en cuanmitera no significa ser idiota. Al fin y al cabo, ¿qué es lo importante? Ahí abajo, a medio camino del infierno, sin que me quiten ojo de en

Era difícil situar el acento de Dally en algún lugar concreto de América, se diría que era una voz del camino, de las que van y vienen, evocando ciudades que creías haber olvidado o en las que nunca de_berías haberte aventurado, o incluso anunciando unas urbes de las que podrías haber oído hablar y a las que tenías pensado ir algún día.

Estaban sentados en el cobertizo del amalgamador, después de que Merle hubiera regresado de sus quehaceres en el pozo. Tenía los pies apoyados sobre la mesa y estaba de buen humor.

– Oh, una mañana me levantaré -los tranquilizó Dally- y le diré adiós a todo esto… -señaló a Merle con un movimiento de sus rizos brillantes-, y será más pronto que tarde.

– Pues ni te imaginas cuánto espero que llegue ese día -asintió Merle-, no se me va a romper ni un pedacito del corazón, vaya que no…, como te llames… ¡Vaya! Si todavía estás aquí, señorita, ¿cómo es que no te has marchado ya? ¿Qué es lo que te retiene?

– Será el café de por aquí. -Alargó la mano para coger la cafetera con la gracia de una dama de ciudad y la sacó de encima de una coci_na de hierro tan caliente que estaba a punto de ponerse al rojo vivo, como retando a los imprudentes a que la tocaran.

Padre e hija habían mantenido esa conversación cientos de veces, y en diversas variantes.

– Podría hacer lo mismo que hago aquí en cualquier sitio -seña__jores salones del mundo, en lugar de en estas malditas San Juan. Dime, ¿por qué crees que estamos aquí, esquivando balas y avalanchas, y no en Davenport, Iowa, o en cualquier otro sitio tranquilo y acogedor por el estilo?laba él-, en la ciudad más segura que te puedas imaginar, en los me

– ¿Será porque quieres que me maten?

– Respuesta equivocada. Prueba otra.

– ¿Será…?, ¿será por mi propio bien?

– Tú lo has dicho. Esto es una escuela, Dally, más aún, es una ver__tudiantes que o están borrachos todo el tiempo o son unos perversos sexuales o tan peligrosos que sería de suicidas acercarse a menos de dos kilómetros, y sólo se dan dos notas: sobrevivir o no. ¿Me sigues hasta ahora o se me ha ido la metáfora de las manos?dadera universidad de mierda, con una barra a la izquierda de todas las aulas, el profesorado armado con escopetas y calibres 44, unos es

– Avísame cuando llegues a los quebrados.

Ella encontró un gorro de minero de lona, se lo puso y se dirigió a la puerta.

– Estaré en el almacén de la empresa, al menos hasta que salgan los del turno siguiente y lo invadan a la carga; ha sido un placer conocer_te, Fred.

– Frank -dijo Frank.

– Claro, claro, sólo estaba poniendo a prueba tu memoria.

No hacía ni medio minuto que ella había salido por la puerta cuan__tó qué hacía exactamente allí, en Telluride.do Merle, reclamando, supuso Frank, alguna prerrogativa tácita de los perturbados químicamente, le miró directamente a la cara y le pregun

Frank se lo pensó.

– Sería más fácil si supiera hasta qué punto no debo fiarme de usted.

– Conocí a su padre, señor Traverse. Era un caballero y un mag__fierno sabe que no se merecía lo que le hicieron.nífico jugador de cartas, conocía los secretos de la dinamita, salvó a mi hija un par de veces cuando una carga no estalló como debía, y el in

Frank se sentó ondeando los brazos en una silla plegable de cam_po que parecía a punto de romperse.

– Mire, señor Rideout.

– Merle estaría mejor.

Empujó una fotografía mate de Webb Traverse, con la cabeza des__tamente cómo iba a destruir la cámara.cubierta, un puro humeante entre los dientes, mirando al objetivo con una especie de alegría agresiva, como si se le acabara de ocurrir exac

– Puede que no seas su viva imagen -añadió amablemente Mer_le-, pero yo estudio las caras, es parte de mi trabajo, y te pareces mucho.

– ¿Y a quién se lo has contado?

– A nadie. No hace falta, o eso parece.

– ¿A qué viene ese tono de predicador?

– Si yo fuera tú, descartaría cargarme a Buck Wells, si es que se trata de eso. Es un alma demasiado conflictiva. Incluso es posible que se mate él mismo antes de darte tiempo.

– Por mí que se pudra, pero ¿por qué debería desearle ningún mal a ese hombre?

– Se dice que estás ansioso por hacerle una visita.

– Mira, no te digo que no me muera de ganas de volarle su mierdoso culo de pijo de Harvard, pero el Capitán Wells no es el prime__tas manos en un trabajo así.ro de mi lista; no apunto tan alto porque aquí abajo, a ras de suelo, me interesa menos que los pistoleros a los que pagaron por asesinar a mi padre, para que un señorito de Harvard no se ensuciara sus impolu

– Espero que no pienses que fue…

– Sé muy bien quién fue. Como lo sabe todo el mundo en esta pe_queña comunidad tan unida, por lo que parece. Pero ahora lo que me importa es el paradero de esos tipos, y por eso me interesa Buck.

– Ve a por él, hazle decir lo que sabe.

– Justamente, ¿cómo no se me había ocurrido antes?

– Sea lo que sea, hazlo pronto. -Unos niños chinos también habían mirado a Frank de ese modo, aunque tal vez no tan alterados-. Se sabe que andas por aquí, Frank. Los chicos no te quieren ver más el pelo.

Eso significaba que tenía que irse ya. Había esperado un par de días más de margen por lo menos.

– ¿Cómo es posible, es que llevo algo tatuado en la cabeza? ¿Hay alguien al que haya sido capaz de engañar en este asqueroso conda_do? Mierda.

– Tranquilízate. -De un cajón de un armario que había contra la pared, Merle extrajo más copias de gelatina de plata-. A lo mejor te serán de alguna ayuda.

En una se veía a una pareja de lo que parecían vaqueros de visita en la ciudad para pasar el 4 de Julio: uno de ellos simulaba que obliga_ba al otro a comerse un gigantesco petardo encendido del que saltaban chispas brillantes, volando, apagándose, llenando el inconmensurable fragmento de tiempo en que el obturador permaneció abierto, para di_versión de los que, al fondo, miraban desde el porche de un salón.

– No me estarás diciendo que…

– Ten, en ésta se ve más claro.

Estaba tomada justo delante de esa misma oficina del amalgama____________________bría podido.posición; sin embargo, en esta técnica más moderna, se debía a algo auténticamente fantasmal, para lo que estas emulsiones servían como agente, revelando lo que ningún otro medio hasta ese momento hanarse sobre la imagen, aparecían reproducidos con el mismo extraño y desquiciado fulgor fruto del retoque que se realizaba en el pasado para ocultar los doscientos parpadeos que se producían durante la exsión lenta de otros tiempos: los ojos, Frank se fijó tras acercarse e inclicido rígidos, casi desafiantes, permitiendo que la mezcla de colodión recibiera la medida de luz justa para registrar a los dos asesinos con implacable fidelidad, como si los hubieran colocado ante una emulbiera movido y la imagen saliera borrosa, pero no, habían permanenial. A causa de la tonalidad gris del día, la exposición debió de ser un poco más larga, y cabría esperar que al menos uno de ellos se huyectaba sombras. Los dos hombres posaban con solemnidad ceremodos Esta vez Deuce y Sloat no sonreían, y la luz era más propia del otoño, se veían nubes oscuras en el cielo sobre sus cabezas y nada pro

– ¿Quién las tomó?

– Es una de mis aficiones, por así decirlo -explicó Merle-, Y por aquí hay de todo: oro y plata, ácidos, sales y demás, y me gusta jugue_tear con las diferentes posibilidades.

– Este tío es un pequeño cabrón asqueroso, ¿me equivoco?

– Siempre ha ido detrás de Bob Meldrum para que le aceptara como protegido. Pero ni siquiera Bob, que tiene serpientes de casca_bel como mascotas, pudo aguantar al chico más de cinco minutos.

Como si el nombre de Bob fuera la contraseña, Dally apareció en la puerta como una pequeña explosión, y miró fijamente a Frank.

– ¿Llevas puestas las botas? ¿Estás peinado? Puede que haya llega_do la hora de que te marches.

– ¿Qué pasa, Dahlia? -preguntó Merle.

– Bob y Rudie, junto a la casa del pozo, y está sonriendo el que no toca.

– ¿Vienen a por mí? Pero si anoche Bob parecía amigable.

– Precisamente… -Merle apartó su mesa haciéndola rodar y des____________________ción de mineral. Con un poco de suerte, igual encuentras una vagoneta vacía que te acerque hasta la ciudad.ternativa. Hay algunos túneles ahí abajo, deberías salir junto a la estacubrió una trampilla invisible hasta ese momento-. Nuestra salida al

– Mi caballo.

– Los Rodgers tiene un pequeño establo junto al Tomboy; ata las riendas en el arzón y suéltalo, todos saben volver. A lo mejor quieres estas copias, tengo los negativos. Ah, y ten.

– ¿Qué es esto?

– Lo que parece.

– Una especie de… bocadillo de carne… ¿para qué?

– A lo mejor lo averiguas.

– A lo mejor me lo como.

– A lo mejor no. Dahlia, más vale que lo acompañes a la ciudad.

En el túnel, Frank percibió un curioso ajetreo, medio visto, me_dio oído. Dally se detuvo y aguzó el oído.

– Chico, están cabreados -dijo en un lenguaje peculiar, repique_teante y con eco.

Desde el oscuro túnel, aunque Frank no habría sabido decir en qué dirección, llegó una respuesta:

– ¿Tienes ese bocadillo, Frank?

Lo dejaron en el medio del túnel y salieron corriendo.

– ¿Por qué…?

– ¿Estás loco? ¿No sabes quiénes son?

Salieron a una penumbra casi compensada por un alumbrado eléc____________________tera que subía por el perfil de la montaña.los ultramundanos colocados sobre altos postes a lo largo de la carretrico más brillante que la luna llena, procedente de cegadores círcu

– Deprisa, casi es hora del cambio de turno, corremos el peligro de que nos arrolle la estampida de una manada entera de ceporros es_candinavos… -Se subieron a una vagoneta de mineral, entre sombras de hierro y un imborrable olor telúrico-. Aquí huele peor que en un váter de Texas, ¿verdad? -comentó ella animadamente.

Frank, a punto de desmayarse, masculló algo. Una campana repi____________________curo. La chica soltó un grito de alegría:tendió ante ellos, suspendidos allí arriba, por encima de las luces de la ciudad, sin nada más que el aire profundo e invisible a sus pies. En ese momento, a sus espaldas, en la mina, empezó a resonar estridente el silbato del cambio de turno, pero su tono agudo fue perdiéndose en la lejanía a medida que descendían a toda velocidad por el golfo osdad el instante en que superaron el filo de la montaña y el valle se excó en alguna parte y la vagoneta se puso en marcha estremeciéndose. Aunque mantenían las cabezas bajas, Frank percibió con toda clari

– ¡Camino de Telluride, al infierno cabalgamos, eh, Frank!

En realidad, de haber podido elegir, no habría vuelto a la ciudad. El hubiera preferido con diferencia quedarse en la colina, salvar el paso, bajar otra vez a la carretera de Silverton, tal vez desviarse hacia Durango y, con un poco de suerte, coger un tren, o bien seguir cami____________________ta meterse en las grandes dunas y dejar que los espíritus le protegieran.dría una oportunidad. Atravesar la región de bisontes casi extintos, hasno hasta llegar a la Sangre de Cristo, donde sabía que al menos ten

Al poco oyeron los potentes latidos de los bocartes, amortiguados al principio como la sección de percusión de una remota banda de mú____________________tañas. En cierto momento, el estruendo de la mina se vio sofocado por el de la ciudad, y entonces Frank recordó que era sábado por la noche.te pero oculto a la vista, como tantas cosas en esas misteriosas monsica, con los pífanos y las cornetas a punto de sumarse al alboroto en cualquier instante, ensayando para una fiesta nacional desconocida que no tenía por qué celebrarse nunca, un ruido cada vez más fuer

Pero ese alboroto no podía ni compararse con lo que se les echó encima, como si la multitud se acercara a ellos y no al revés, hinchán____________________do Street.turándolo de disparos, gritos, instrumentos musicales ruidosos, tráfico de carretas de carga, carcajadas de coloratura de las ninfas de las calles, rotura de cristales, golpes a gongs chinos, caballos, tintineos de jaeces de monturas y chirridos de bisagras de puertas batientes, cuando Frank y Dally llegaron al Gallows Frame Saloon, casi en medio de Coloradose hasta rodearlos, cual una sinfonía que abarcara todo el valle, sa

– ¿Estás segura de que te dejarán entrar? -preguntó Frank todo lo suavemente que pudo.

La chica soltó una carcajada, pero sólo una, y muy breve.

– Mira a tu alrededor, Frank. Encuéntrame una sola cara a la que le importe quién hace qué.

Ella le condujo a lo largo de la barra, en la que se amontonaban mineros a jornal y a destajo y tipos que vivían de las rentas familiares, entre humo de tabaco y mesas de cartas y dados en las que resonaban desafíos, insultos e imprecaciones. Alguien tocaba al piano una melo____________________ra inopinadamente haber aprendido.riaciones rítmicas que hicieron que Frank, nada dado a bailar, deseadía que habría sido una marcha de no ser por algunas peculiares va

Ella, claro, se dio cuenta.

– Es «ragtime». ¿Nunca has escuchado rag? No sé ni para qué pre_gunto. ¿De dónde dijiste que eras? Da igual, no me lo digas, no sabría pronunciarlo.

Ella estiró los brazos con cierto gesto extraño, y él supuso que no tenía escapatoria, pero tampoco le pareció tan malo, porque Frank se reveló casi un artista del zapateado en comparación con algunos de los mineros con los que bailaban las chicas, sobre todo los finlandeses.

– Pisotean como si llevaran los esquís puestos -dijo Dally.

Y al cabo de un rato Frank se fijó en un par que de verdad lleva_ban esquís, y eso que ni siquiera era invierno.

– Oh, ahí está Charlie, quédate aquí, ahora vuelvo.

A Frank no le molestó, ya que, tras preguntarse cuándo Bob y Rudie harían acto de presencia, necesitaba pasar un rato junto a cierto nogal circasiano. Llevaba bebida la mitad de su primera cerveza de la noche cuando reapareció Dally.

– He hablado con Charlie Fong Ding, que hace toda la colada de las chicas. Hay una habitación libre en el Silver Orchid, conozco el lo_cal, es seguro, tiene un túnel para escapar…

– ¿Lo conoces?

– Ja, mírale, si le ha sorprendido y todo. Charlie quería apostar. Po_dría haber comido gratis una semana si lo hubiera hecho contra ti.

– ¿El Silver Orchid, Dally?

– Todo es culpa de mi padre.

En cierto momento, Merle había decidido que debían abordar la sensible cuestión del contacto sexual o, más que nada, puesto que era una ciudad minera, del «sin tacto» sexual. Gracias a los buenos oficios de California Peg, la sous-maítresse del Silver Orchid, de donde era cliente fijo, Merle organizó un programa de estudios, breve y clan_destino.

– Que sin duda daría lugar -en palabras de Merlea chillidos gaz____________________tón de dolores de cabeza.vienta que te lo diga, pero tarde o temprano te liarás con el joven caballerito perfecto, y conocer estas historias os evitará a ambos un monse, no es peor que cuando se da a un niño un vasito de vino diluido en las comidas para que crezca con cierta idea de la diferencia entre lo que es beber vino con la comida y beber vino en lugar de comer. Eres lo bastante mayor -llevaba años diciéndole-, y seguro que te remoños al estilo de los de la señora Grundy, pero, a poco que se pien

– Por no mencionar que te ahorra a ti un montón de trabajo -se_ñaló.

– Verás lo mejor y lo peor de los hombres, cariño -añadió Peg-, y todo lo intermedio, que es donde encontrarás a la mayoría, pero nunca, jamás, apuestes un céntimo a que sus necesidades vayan a ser demasia_do complicadas, no más, pongamos, que las reglas del blackjack.

Y así Dally, una chica por lo demás con mucho sentido común, acabó recopilando una buena cantidad de información útil en los al____________________jaba la menor duda de su capacidad para desenfundar, apuntar y te obvia en su esbelta figura como un arma de tamaño normal, no detaran, pero también porque su simple presencia, no tan ostentosamenlarina del Pick and Gad, un revólver del calibre 22, que llevaba a la vista sobre todo porque no tenía un vestido ni una falda que lo oculdos. A cambio de un mes de salario en la mina, adquirió, de una bairededores de Popcorn Alley. Descubrió, por ejemplo, que el colorete era un buen sustituto de la cera de los oídos para los labios agrietadis__ban de pistoleros.parar, algo que practicaba con dedicación cada vez que podía, al aire libre, en cualquier pila de basura, hasta que con el tiempo incluso fue capaz de ganar algo de calderilla apostando con mineros que alardea

– ¡Annie Oakley! -empezaron a gritar los finlandeses cada vez que la veían, y lanzaban pequeñas monedas al aire con la esperanza de que perforara alguna, algo que a ella le encantaba hacer de vez en cuando, y que proporcionó a muchos futuros retornados a Finlandia un amuleto de la suerte que les permitiría sobrevivir a los años de la guerra civil y al Terror Blanco, a los saqueos y masacres posteriores, una promesa de que, a veces, la mala fortuna podía ser esquivada y lo contrafactual manifestarse en ese mundo invernal que les esperaba.

El refinamiento erótico no se contaba entre los atractivos de Telluride -para eso, imaginaba ella, se tenía que ir a Denver-, pero al menos salió del curso elemental en el Silver Orchid si no del todo acostumbrada a ellas, sí inmunizada contra las habituales sorpresas de_sagradables que a tantos habían malogrado el matrimonio y, más aún, como le confió Peg, sabiendo que el «amor», tal como lo definían las generaciones perdidamente enamoradas y tumescentes de vaqueros Casanovas de por allí, no pintaba demasiado en todo aquello, algo que podría haberle quitado las ganas para siempre. El «amor», fuera lo que fuese, se movía por otros parajes.

– De esas cosas, una chica habla con su madre -le contó a Frank-, si es que su madre está cerca y no perdida entre millones de personas en una gran ciudad tan remota que bien podría caer en otro planeta. Una razón más para que me vaya y la busque, cuanto antes mejor, por no mencionar que a Merle ya no parece que le haga mucha gracia ver__tes más atractivos del mundo, y además necesito un cambio. A ver…, me parece que había algo más pero se me ha olvidado.me por aquí, y que los mineros no son precisamente los pretendien

– Espero que no creas que eres responsable de él.

– Pues claro que sí. A veces es como si fuera mi hijo.

Frank asintió.

– A eso se le llama emanciparse. Es una de esas cosas que a todo el mundo le toca hacer en un momento u otro.

– Gracias, Fred.

– Frank.

– ¡Te he engañado otra vez! Me debes una cerveza.

La «habitación libre» en el Silver Orchid resultó ser un hueco en_tre dos paredes, en la parte de atrás, al que se llegaba a través de una chimenea falsa. Había espacio para Frank y un cigarrillo, si lo partía por la mitad. Había pagado la habitación del Sheridan para otra noche, pero decidió que más vaha renunciar a que le devolvieran el dinero.

La clientela entraba y salía ruidosamente. Las chicas se reían dema__cluso para el oído de Frank, estaba chillonamente desafinado. Frank se estiró entre las paredes con el abrigo enrollado a modo de almohada y se sumió en el sueño. A eso de medianoche le despertó Merle Rideout dando porrazos en la pared.siado y sin alegría. Se rompían cristales con frecuencia. El piano, in

– He recogido tus cosas en el hotel. Ha sido una suerte que no fue__dos. Si tienes un momento, acompáñame, quiero enseñarte algo.ras. Bob Meldrum no paraba de entrar y salir poniendo nerviosos a to

Condujo fuera a Frank, bajo el cono frío e imponderable de una bombilla eléctrica en lo alto de un poste, y caminaron entre las voces asalvajadas de las cuadras, mientras se oía un tiroteo en la otra punta de Pacific Street, alguien subía a un tejado y empezaba a recitar «El asesinato de Dan McGrew», y más cerca, los barreneros llegaban al clímax y las palomas alborotadas zureaban, hasta que llegaron a la orilla del río, donde el mal afamado Row quedaba arrinconado por formas más respetables de comercio y era posible dar la espalda a la descon____________________tañas, lanzando destellos de luz como declaraciones de inocencia.día ante ellos, con el San Miguel entre ambas, recién salido de las montrolada ciudad eléctrica y encarar la noche inexplorada que se exten

– En Nueva York -dijo Merle- vive un tal Doctor Stephen Emmens. Muchos lo desprecian considerándolo un chiflado, pero no te dejes engañar, porque sabe lo que se hace. Y lo que hace es lo siguien__pieza ate: coge un poco de plata, con una ínfima traza de oro en ella, y em martillearla, a temperatura muy baja, pasándole un baño de lí_quido carbónico para mantenerla fría, y sigue golpeando, golpea día y noche, hasta que poco a poco el contenido de oro, de una forma extraña y desconocida, empieza a aumentar. Al menos hasta alcanzar una pureza de trescientos por mil, y a veces hasta novecientos noven_ta y siete.

– «De una forma desconocida», ya, así es como hablan los estafa_dores.

– Muy bien, lo reconozco. Pero el caso es que no es «desconocida» para mí; lo que pasa es que no me gusta espantar a la gente, a no ser que no me quede más remedio. ¿Sabes qué es la «transmutación»?

– Me suena.

– Como a todos. La plata se transmuta en oro y…, anda, no me pon____________________te de la mano de obra extranjera comones, el argentaurum, una aleación casi al cincuenta por ciento. Y esto -en la otra mano apareció un cristal borroso aproximadamente del tamaño de una Biblia de bolsillo, pero tan delgado como el espejo de una ninfa- es calcita, conocida en este formato particular por una pargas esa cara. El Doctor Emmens llama «argentaurum» a esa sustancia. -Merle sacó una pepita de oro del tamaño de un huevo-. Aquí lo tie Schieferspath, una buena mues_tra pura que conseguí una noche en Creede (sí, todavía anochece de vez en cuando en Creede), de un escocés supersticioso que tenía un nueve de diamantes perfecto que no tuvo el valor de jugar. Mira a través de este trozo de espato como si te asomaras a la ventana de la cocina.

– Vaya, ver para creer -dijo Frank al cabo de un rato.

– ¿No has visto nada parecido en la escuela de minas?

La escena completa no sólo se había doblado y, todavía más raro, vuelto más brillante, sino que de las dos imágenes ahora superpuestas de la pepita, una era de oro y la otra de plata, sin la menor duda… En cierto momento, Merle le quitó de las manos el romboide fino como un barquillo.

– Los hay -comentó Merle- que se enganchan a esta luz espectral.

– ¿De dónde procede? -preguntó Frank en voz baja y aturdida, como si se hubiera olvidado por completo de la pepita.

– ¿El trozo de espato? No viene de por aquí, probablemente sea mexicano, de la Veta Madre, que está por los alrededores de Guanajuato, donde las minas de oro y las de espato van de la mano, como los fri__ca, también se extrae la misma plata para los dólares de plata mexicanos que el Hermano Emmens utiliza exclusivamente en su proceso secreto. Una veta madre al sur de la frontera, de plata preargentáurica, con todo ese espato en las cercanías: no sé si ves adonde quiero ir a parar.joles y el arroz, o eso dicen. Pues de por allí, por extraño que parez

– Pues no mucho. A no ser que me estés diciendo que la doble re_fracción es de alguna manera la causa de esto…

– Sí, ¿y cómo es posible que algo tan frágil e ingrávido como la luz consiga transmutar metales sólidos? Parece descabellado, ¿verdad?, al menos, lo parece aquí, a ras de nuestro humilde suelo, y más aún por debajo, donde todo es pesado y opaco. Pero piensa en las regiones más elevadas, en el Éter que transporta la luz, penetrando en todos los rinco__nes, como el medio donde es posible un cambio como éste, donde la alquimia y la ciencia electromagnética moderna convergen, piensa en la doble refracción: un rayo para el oro, el otro para la plata, podría decirse.

– Podrías decir tú.

– Acabas de verlo con tus propios ojos.

– Sí, he visto mucho más que lo que la gente de Golden hubiera querido que vieran sus ingenieros de minas, lo siento. Sólo espero que no abuses de mi ignorancia.

– Te lo agradezco -dijo Merle devolviéndole el guiño-, así que te contaré una cosa. Con este proceso de Emmens, pese a su coste (y se ha mencionado la cifra de diez mil dólares por operación, pero por descontado, eso es ahora, con el tiempo se abaratará), el material po_dría mandar a la mierda el glorioso Estándar Oro. ¿Y qué pasará entonces con los precios del metal? ¿El Acta de la Plata, y todo el alboroto que conlleva, se abrogó para nada? ¿El oro acabará valiendo lo mismo que la plata más el coste del procesado?, ¿con qué se hará entonces la cruz que crucifique a la humanidad? Por no hablar del Banco de In__dos aquellos a los que han prestado dinero…; al poco, afectará al mundo entero, ¿lo entiendes?glaterra y el Imperio Británico, y Europa y todos esos imperios, y to

– «Y te venderé todos los detalles del proceso Emmens por tan sólo cincuenta centavos», ¿ahí quieres ir a parar? Mi cerebro todavía no está tan deshecho como un pudín, Profesor, y aunque fuera verdad, ¿quién iba a ser tan memo para querer comprar algo de ese argenti-lo-que-sea?

– La Casa de la Moneda, para empezar.

– Ay, Dios.

– Si no me crees, pregunta por ahí. El Doc Emmens lleva vendien__jo defensor del Estándar Oro y secretario del Tesoro. Seguro que el zinc no te habrá desquiciado hasta el punto de no enterarte de lo que todo el mundo ya sabe. Un buen pedazo de nuestra mierdosado lingotes de argentaurum a la Casa de la Moneda estadounidense desde el 97 más o menos, desde la época de Lyman Gage, aquel vie economía se apoya directamente sobre él, ¿qué te parece?

– Merle, ¿por qué me estás contando todo esto?

– Porque a lo mejor lo que crees que estás buscando no es en rea_lidad lo que buscas. A lo mejor es otra cosa.

Frank no pudo librarse de la extraña sensación de que había en____________________do confuso para entender: «lo que estás buscando».plicado, que le explicaba con una cháchara que él estaba demasiatrado en un teatro de variedades y un mago, uno chino, por ejemplo, le había llamado al escenario para participar en un truco largo y com

– No me refiero a esta pepita. Ni tampoco a esta ventanita de es__persarse, como las burbujas del agua de un hervidor al llegar al punto de ebullición, en siseantes chirridos divertidos- es que hay unpato de Islandia. La verdad -la voz de Merle estaba empezando a dis catálogo completo de cosas que no estás buscando.

– Pues dímelas. Qué es eso que estoy buscando, aparte de una can_tina ahora mismo.

– No es más que una suposición, pero creo que es lo mismo que buscaba tu padre, Webb, aunque él lo sabía tan poco como tú.

Esa maldita sensación del mago chino otra vez.

– Vete a hablar con el Doc Turnstone. Puede que él te dé un par de ideas.

En el cambio de tono de la voz de Merle, Frank percibió una ex_traña inquietud.

– ¿Por qué?

Pero Merle se había retirado tras un rostro profesional de mago impasible.

– ¿Te acuerdas de aquellos tommyknockers que Dahlia y tú os en_contrasteis en Hellkite?

Bueno, durante una época Merle también había visto personas pe_queñas en las bancadas, algunas ataviadas de forma muy peculiar, con sombreros raros, uniformes militares pero no los oficiales del ejérci_to americano, zapatitos puntiagudos y demás, y una noche cometió el desliz de mencionárselo a su colega científico, el Doctor Turnstone, que afirmó sin asomo de duda que se trataba del síndrome de Charles Bonnet, sobre el cual había leído últimamente en el clásico de Puckpool Aventuras en la neuropatía: «Atribuido a diversas causas, entre ellas la degeneración macular y las alteraciones del lóbulo temporal».

– ¿Y por qué no tomarlos sencillamente como 'duendes' reales? -dijo Merle.

– Eso no es una explicación racional.

– Con todo el respeto, Doc, no estoy de acuerdo, porque están ahí abajo, y tanto que sí.

– ¿Le importaría enseñármelos?

Durante el tercer turno, claro, el mejor momento para cosas así. Movido por un espíritu de investigación científica, el Doc se había abs__rado su humor, es más, a Merle le pareció bastante nervioso cuando ambos, ataviados con monos e impermeables de minero y provistos de linternas eléctricas, entraron en un agujero en la ladera iluminada por la luna y se abrieron paso, a través de escombros antiguos que chorreaban agua, por un túnel de pronunciado desnivel en una zona abandonada de la mina.tenido de su habitual láudano vespertino, aunque eso no había mejo

– Se sienten turbados cuando hay humanos cerca -le había expli__de no acuden los humanos.cado Merle en la superficie-, así que tienden a retirarse a lugares adon

A los tommyknockers no sólo les había parecido acogedor este sec__currido desde su abandono, lo habían convertido en untor de la mina de Litde Hellkite sino que, en los años que habían trans Salón Social de Tommyknockers en toda regla. Y de repente allí estaban todos, como era de esperar, componiendo un verdadero cuadro vivo subterráneo. Esos 'duendes' jugaban al póquer y al billar, bebían whisky rojo y cerveza casera, comían alimentos robados de las fiambreras de los mineros y de las despensas del comedor de los solteros, se peleaban, se contaban chis__quier club recreativo sobre la superficie cualquier noche de la semana.tes de mal gusto, todo igual que lo que se habría encontrado en cual

– Bueno, ésta es fácil de explicar -murmuró el Doc como si ha_blara para sí-. Me he vuelto loco, eso es todo.

– ¿No podríamos sufrir ambos el mismo tipo de síndrome de Char_les Comosellame? -planteó Merle-, No. No tendría sentido.

– Tendría más sentido que lo que estoy viendo.

Y de ese modo se convirtieron en conspiradores contra, si no los propietarios, sí al menos las explicaciones que éstos y los suyos solían dar. La creencia, por ejemplo, de que los tommyknockers no son personitas con atuendos de fantasía sino «tan sólo» un montón de ladrones. Lo que consolaba a los propietarios de la presencia de esos ladrones era su costumbre de robar explosivos continuamente. Cada cartucho de dinamita que robaba uno de ellos era un cartucho menos en manos de los anarquistas o de los del sindicato.

– En algún sitio -afirmó Dally- hay al menos un tommyknocker con un montón cojonudo de dinamita escondida. Un El Dorado de la di_namita. ¿Qué querrá hacer con tantos explosivos?

– ¿Seguro que es siempre el mismo?

– Lo conozco. Sé cómo se llama. Hablo su idioma.

– No -dijo el Doc-, no se moleste en contármelo. Todo depende de si roba también detonadores. Si han desaparecido muchos, enton_ces sí empezaría a preocuparme.

Frank encontró al Doc Turnstone en el Hospital de los Mineros, en el turno de medianoche al alba.

– Merle Rideout me dijo que viniera a verle.

– Entonces significa que eres Frank Traverse.

¿Estaban en contacto con Merle por telégrafo directo o qué? Frank vio que el Doc le miraba fijamente.

– ¿Pasa algo?

– No sé si Merle lo mencionó o no, pero tu hermana Lake y yo salimos juntos durante un tiempo.

Otro de los admiradores de Lake. «Es una belleza», se habían apre__cogerse de hombros.surado a asegurarle a Frank amigos y compañeros de piso, aunque él raramente se fijaba. En una ocasión se lo preguntó a Kit, que parecía pasar más tiempo con ella que los demás, pero el chico se limitó a en

– Me fío de ella -dijo, como si eso fuera de alguna ayuda.

– Sí, pero a lo que me refiero es a si algún día tendremos que leer__tos suyos de los que hablan a todas horas.le la cartilla a uno de esos reptiles por no saber resistirse a esos encan

– Me parece que sabe cuidarse sola. Ya la has visto disparar, no lo hace mal.

– Eso es lo que le gusta oír a un hermano.

– Lo cierto -dijo Frank ahora- es que no nos hemos visto mucho últimamente.

Otro minuto, o algo parecido, transcurrió antes de que el Doc se sacudiera como un perro tras emerger de un arroyo de montaña y pi_diera disculpas.

– Lake, ella, bueno, me partió el puto corazón.

Vaya, vaya.

– Yo también he pasado -dijo Frank, aunque no era verdad- por momentos así. -Y con toda la amabilidad que pudo añadió-: Lo que tiendo a recomendar es Oíd Gideon, dosis de tres dedos, todo el tiem_po que sea necesario.

El Doc sonrió un poco avergonzado.

– No buscaba comprensión. Tampoco es que tu hermana me haya devastado como una catástrofe natural. Aun así, si me invitas…

En 1899, no mucho después del terrible ciclón que aquel año asoló la ciudad, el joven Willis Turnstone, recién licenciado en la Es_cuela Americana de Osteopatía, había partido hacia el oeste desde Kirksville, Misuri, con una pequeña bolsa que contenía una muda de ropa, una camisa de repuesto, una nota de ánimo de un tal Doctor A.T. Still y un anticuado Colt en cuyo uso distaba de estar al día; acababa de llegar a Colorado cuando, un día, cabalgando por la meseta de Uncompahgre, fue asaltado por una pequeña banda de pistoleros.

– Quédese ahí quieta, señorita, echemos un vistazo a lo que lleva en esa atractiva maleta.

– No mucho -dijo Willis.

– ¡Eh! ¿Qué es esto? ¡Si lleva un hierro! Vaya, vaya, que no se diga que Jimmy Drop y su banda negaron una oportunidad a un alma tier_na; ande, damisela, coja su pistolón y pongámonos a ello, ¿quiere? -Los demás habían hecho sitio, y Willis y Jimmy se encontraron frente a frente, en la clásica postura de duelo-. Adelante, no sea tímida, le doy diez segundos gratis antes de desenfundar. Prometido.

Demasiado aturdido para compartir del todo el espíritu de ino____________________mitía. Tras contar hasta diez, cumpliendo su palabra y tando apuntar todo lo recto que un par de manos temblorosas le percente diversión, Willis levantó lenta y torpemente su revólver, intenrápido como una serpiente, Jimmy desenfundó su arma, y la tenía ya a medio camino del punto crítico cuando repentinamente se clavó en seco, petrifica_do en unas ridículas cuclillas.

– ¡Oh, uag! -aulló el malo, o palabras por el estilo.

– '¡Ay! Jefe, jefe!' -gritó su teniente Alfonsito-, no nos digas que es tu espalda otra vez.

– Maldito idiota, claro que es mi espalda. Oh, madre de toda la desdicha…, y es peor que la última vez.

– Yo puedo arreglarlo -se ofreció Willis.

– Discúlpeme, ¿qué coño le importa esto a una mierdecilla pin_chada en un palo? Repítamelo.

– Sé cómo relajárselo. Confíe en mí, soy osteópata.

– Está bien, no tenemos prejuicios, un par de chicos del grupo son evangelistas, sólo vigile dónde pone las garzas de mariquita… ¡yaaagghh!…, ya, ¿uh?

– ¿Se siente mejor?

– Ver para creer -dijo enderezándose, con cuidado pero sin dolor-; vaya, es un milagro.

– '¡Gradas a Dios!' -gritó el cumplidor Alfonsito.

– Gracias, le debo una -supuso Jimmy deslizando su pistola den_tro de la funda.

– Me conformaré con mi propia vida -propuso Willis-; tal vez podría invitarles a una copa alguna vez.

– Vamos, en la otra vertiente de aquella montaña de allá. -Acu____________________tima de un lumbago fulminante. Sin duda tiene magia en las zarpas, Doc, a lo mejor acaba de descubrir aquí su tierra prometida.nes de mierda y tantas otras actividades en la silla -le explicó Jimmy al poco-, la maldición del cowboy, en verdad; señáleme a cualquier hombre que haya pasado un tiempo a caballo y yo le señalaré una vícdieron a una cantina de vaqueros-. Tanto cabalgar en estas condicio

Willis, que se mantenía en pie tras un número considerable de whiskies rojos, salió por un instante de la semiinconsciencia para re_flexionar sobre esas posibilidades profesionales.

– ¿Quiere decir que podría colgar mi placa en una de estas ciu_dades…?

– Bueno, tal vez no en cualquier ciudad; más vale que comprue__mosos por ponerse muy violentos.be peticiones anteriores, pues a algunos de los matasanos de por aquí, una vez bien establecidos, no les gusta la competencia. Es más, son fa

– ¿Médicos titulados? -Willis estaba pasmado-. Hombres dedica_dos a curar, ¿violentos?

– Y aunque no encuentre una ciudad pronto, no se preocupe, siem_pre le sobrará trabajo, seguro.

– ¿Ah, sí?

– Como osteo-como-se-llame ambulante, moviéndose de rancho en rancho, igual que han aprendido a hacer muchos vaqueros, no hay nada deshonroso en ello.

Y así fue como la vida dio un giro para el joven Willis Turnsto____________________da de Jimmy Drop, en medio de una meseta polvorienta, donde las arvejas y la creosota emponzoñan la mente, para encaminarlo en una dirección completamente distinta.jas…, pero bastó un encuentro casual con la tristemente famosa banria, envejecer convertido en el tipo de «Doc» local con el que nadie dudaría echar una partida, por descontado semanal y con apuestas bata, conocer y casarse con una chica guapa con formación universitane. Había viajado al oeste abrigando, pese a sus heréticos dones, poco más que sueños de urbanita: acudir a una iglesia no demasiado estric

Y no es que el imperativo de urbanita no continuara haciendo de las suyas. Al final, Willis acabó añadiendo conocimientos médicos convencionales a los osteopáticos, pidió que le enviaran manuales de medicina del este, aprendió a cultivar las relaciones con los boticarios de los pueblos por los que pasaba y descubrió que un par de noches de sábado perdiendo al póquer podían resultar más provechosas que un semestre en una facultad de farmacia. Cuando irrumpió en Telluri____________________cientes. Dado que o bien morían o bien se recuperaban por sí solos, y nadie llevaba la cuenta, no había modo de saber hasta qué punto era eficaz, e incluso él mismo estaba demasiado ocupado para realizar un estudio como era debido.po la costumbre de diagnosticar sistemáticamente las enfermedades más raras posibles para explicar los síntomas que le contaban sus pade y empezó a trabajar en el Hospital de Mineros junto al Doctor Edgar Hadley y la Enfermera Margaret Perril, era tan buen médico como cualquiera por esos lares, aunque había adquirido hacía tiem

Conoció a Lake en el Hospital de Mineros, tras haber recibido el aviso de que debía tratar a un jornalero al que le habían pegado un tiro en el hombro. El primer sospechoso cuyo nombre le vino a la ca__gún juró, en labores de consejero, instruyendo al joven sobre cómo mantener el orden en las minas.beza a Willis, Bob Meldrum, había estado presente pero tan sólo, se

– Utilizando mi iniciativa -dijo el ansioso chico.

– Y una mierda – replicó Bob-, utiliza tu 44. Mira, así…, eeep.

Demasiado tarde, la pistola ya se había disparado y la sangre del minero se había desviado de su retorno al corazón.

Lake vestía en sencillo gris y blanco, iba con el cabello cubierto y mostraba una actitud profesional, y en cuanto la vio, Willis estuvo per_dido, aunque tardó un par de semanas en admitirlo conscientemente.

Cabalgaron al lago Trout e hicieron un picnic. Él se presentó ante su puerta con un ramo de flores silvestres. Sin pensarlo, una noche le dijo que se casaran. Conoció a su madre, Mayva, y le toqueteó la es__gado con Deuce Kindred.palda un buen rato. Un día, alguien comentó que Lake se había fu

Tan desolado se quedó el Doc que Jimmy Drop se ofreció a ir a por la pareja en su nombre.

– Ese mamón cabalgó con nosotros, no por mucho tiempo, no le caía bien a nadie, era una víbora de la maleza pequeña y malvada. Si quieres que lo quite de en medio, me lo tomaré como un trabajo per_sonal.

– Oh, Jim, no, no podría pedirte eso…

– No hace falta que lo pidas, Doc, estoy en deuda contigo para siempre.

– Para siempre sería probablemente la tristeza de Lake, y ¿dónde estaría yo?

Jimmy entornó los ojos con inquietud.

– Se ponen así, ¿verdad?

– No me gusta mucho esa posibilidad.

– Sí…, vaya, sí, lo entiendo…

Por supuesto, el Doc no llevaba bien la pérdida. Lake no era ni de lejos el tipo de chica que creía que buscaba para asentarse, ella supo____________________rosa de su vida, tal vez podría haber sido su amiga y consejera, ya no sabía qué pensar.ra se había fugado con un sujeto demasiado aborrecible incluso para la banda de Jimmy Drop. Si ella no iba a ser la gran decepción amonía renunciar a todos sus planes, una oportunidad de «elegir mal» lo bastante pronto en la vida como para que le sirviera de algo. Y aho

– ¿Que ella qué? ¿Que se fugó con quién? -se repitió tal vez un par de veces, porque la noticia le había mareado.

– Eso es -dijo el Doc negando lentamente con la cabeza-. Toda_vía no me hago a la idea.

– Esto no ayuda nada -dijo Frank-, pero nada de nada. ¿Quién más lo sabe?

La penetrante mirada de reojo que recibió no era tanto de com_pasión como de curiosidad científica.

Frank sintió que se abatía sobre él, como una enfermedad, la fie_bre reseca de la vergüenza.

– ¿Alguna idea de adonde fueron?

– Si la tuviera, ¿sería sensato decírtelo?

– Tú estás enamorado o algo así de mi hermana, de manera que no te lo tomes a mal, pero… cuando la encuentre, me cargaré a esa zorra. ¿Entendido? A él, no hace falta decirlo, pero a ella, a esa mier_da…, ni siquiera puedo pronunciar su nombre. ¿Cómo es posible, Doc, que haya llegado a suceder esa barbaridad?

– No lo sé. ¿Te refieres a si se trata de una enfermedad mental co_nocida o algo por el estilo? -Buscó a su alrededor su ejemplar de Puckpool.

– Joder. Me parece que voy a dar una vuelta y a cargarme a al_guien, sólo por practicar.

– Vas a tener que tranquilizarte, Frank. Ten… -garabateó algo-, que te den esto en la farmacia.

– Gracias de todos modos. A lo mejor lo que necesito es hablar con Jimmy Drop.

– Sé que Kindred y él cabalgaron juntos durante un tiempo, hace mucho, pero ¿te parece posible que todavía mantengan algún tipo de contacto?

– Nada de esto tiene ni el más mínimo sentido, joder. -Frank mi____________________bría tenido más sentido.cos de la melancolía, y luego añadió-: Claro que discutían mucho, papá y ella, sobre todo cuando yo estuve en Golden, pero esto es como si… Si lo odiaba tanto, ¿por qué no le pegó un tiro directamente? Eso haraba fijamente su sombrero, empezando a mostrar los síntomas clási

El Doc se sirvió otra dosis tridigital y, en un gesto de invitación, agitó la botella ante Frank.

– Más vale que no. Tengo que pensar.

– A diferencia del sonido o de la luz, las noticias viajan a extrañas velocidades y ni siquiera suelen hacerlo en línea recta -comentó el Doc.

Frank entrecerró los ojos hacia el techo.

– ¿Qué…, qué quiere decir eso?

El Doc Turnstone se encogió de hombros.

– A esta hora de la noche, Jimmy suele andar por el Busted Flush.

El que hubiera transcurrido demasiado tiempo ya para que nin____________________padecían: el pobre tonto de Frank, el último en enterarse.brero calado hasta las cejas, convencido de que cuantos veía estaban al tanto de la historia y se reían de él con desprecio o, peor aún, lo comguna de esas viejas noticias le importara a nadie más que a Frank no impidió que se pusiera a merodear por la ciudad insomne con el som

Jimmy Drop (corte de pelo muy corto de Arapahoe Street, abri____________________recía el menos afortunado de la velada, para regocijo de los demás.nóculo de marca mantenido con naturalidad en su sitio) estaba en la trastienda del Busted Flush con algunos de sus socios, jugando a un complicado juego con un cuchillo de carnicero de aspecto siniestro, a cuya punta y a cuyo filo se les daba uso cada vez que surgía la cuestión de las prendas. A juzgar por el color de su camisa, Alfonsito pallantado con gomina de camarero, bigote arreglado al estilo chino, mo

– Te he reconocido enseguida -dijo Jimmy cuando se acomoda_ron detrás de una botella de bourbon sin etiqueta-. Tu hermano y tú tenéis la misma nariz, salvo que la de Reef se ha roto un par de ve__bas ocasiones.ces, claro. Y me enorgullece poder decir que estuve presente en am

– Pero no fuiste tú el que se la rompió, espero.

– No, no, fueron los maestros habituales, que nos enseñaban a no_sotros, pobres ignorantes, los puntos más sutiles de las reglas del póquer.

– Como si no fuerais compinches en el juego -dijo Frank esbo_zando una rápida sonrisa con una sola comisura, consciente de que ese tipo de gesto podía poner nervioso a Jimmy, pero sin que en ese momento le importara mucho.

– Vaya, ésa te la contó. -El monóculo centelleó-. Tengo entendi_do que volvió al este. Me dio la impresión de que hasta la mismísima punta del este.

– Debes de saberlo mejor que yo.

– Supongo que ahora eres tú el que buscas a Deuce. Ojalá pudiera ayudarte, pero a estas alturas podrían estar…, podría estar en cualquier parte.

– No te molestes, di «podrían».

– Mira, me repelen los cotilleos. El chismorreo tendría que ser de__tillas reincidentes.lito, castigado con penas muy duras, incluyendo la horca para los co

– ¿Pero?

– Sólo he visto a tu hermana una vez, en Leadville. Por entonces era una damita, ¿tendría diez, once años? Fue aquel invierno en que construyeron el inmenso Palacio del Hielo aquí, por encima de Seventh Street.

– Me acuerdo. Resultaba difícil creer que pudieran levantarlo allí.

Más de una hectárea sobre la cima de una colina, luces de arco, torres de hielo de treinta metros de altura, la mayor pista de hielo de la Creación, bloques helados de repuesto traídos cada día, salón de baile, café, más popular que la Ópera mientras duró, pero condenado a fundirse cuando llegaba la primavera.

– Reef acababa de salir del tobogán -recordó Jimmy-, aunque, pensándolo bien, en realidad no, creo que habíamos hecho nuestro primer trabajo juntos esa primavera. Tu hermana consiguió un par de patines de hielo y pasaba mucho tiempo en el Palacio. Como todos los niños de Leadville. Un día se puso a enseñarle el Vals Holandés a un niño de la ciudad, un hijo de los administradores, no mucho ma__go muy visto; era un cabreo de manicomio en toda regla.yor que ella, y Webb Traverse lo vio y se cabreó. De eso hace diez años, y yo las he visto mis ruidosas, pero todavía me acuerdo de esa bronca. Tu padre quería cargarse de verdad a alguien. No se trataba del rollo habitual de quítale las manos de encima a mi hija, ése ya lo ten

– Aquel día yo trabajaba -recordó Frank-, en un turno de carga_dores, y cuando volví seguían enzarzados. Los gritos se oían a un par de kilómetros de distancia, creí que eran chinos o algo así.

La cosa era política. Si hubiera sido el hijo de un minero, o in__cente de un trabajador lo que le hacía perder los estribos.cluso de un camarero o un dependiente, Webb habría gruñido un poco, pero lo habría dejado pasar. Era la idea de que un mocoso rico que no había dado golpe en su vida entrara en escena y sobara a la hija ino

– Ni siquiera se trataba de mí personalmente -comentó más tarde Lake, que al fin y al cabo no se había enfadado tanto y lo había en_tendido todo con bastante claridad-, era tu maldito Sindicato otra vez.

Por suerte para todos, había personas alrededor con la cabeza más fría, por no mencionar los brazos y piernas, que, de algún modo, se des_lizaron para formar una barrera social y a codazos sacaron a Webb del hielo, mientras Lake agachaba la cabeza en la penumbra gris perla, mortificada, y el chico se alejaba patinando en busca de otra pareja.

– Para pasar por mexicano -supuso Ellmore Disco-, te haría falta el sombrero apropiado, claro, y un bigote, aunque si no te afeitas un par de días ya habrás dado un buen paso. Lo demás podemos consul_társelo a Lupi.

Estaban en el Gallows Frame, y la situación se aproximaba al acos_tumbrado preludio centrífugo del fin del mundo de todos los sábados por la noche, con la subsiguiente somnolencia etílica.

– Ellmore, ¿por qué me ayudas? Te tenía por un amigo de los Pro_pietarios de Minas.

– Lo único verdaderamente imprescindible para hacer cualquier tipo de negocio -le instruyó Ellmore- son las viejas y conocidas paz y tranquilidad. Todo comportamiento perjudicial que sobrepase las trastadas normales de un sábado por la noche desanimará a los baneos de Denver, por no mencionar las excursiones a la ciudad de esa multitud de turistas pringados de la que todos hemos acabado depen____________________ma de ayudar al joven a marcharse.siva, pone el pie en la ciudad, se convierte en un centro de atención para demasiados agentes nocivos, y entonces llega el momento, ¿no te parece?, de que el pequeño E. Disco se plantee cuál es la mejor fordiendo tanto; sin que nos demos cuenta hemos entrado en un ciclo de inactividad y, bueno, es conveniente evitarlo; no hay más. Pues bien, en cuanto alguien como tú, un joven de apariencia bastante inofen

En la misma calle, tocando en el Railbird Saloon, se encontraban casualmente Gastón Villa y sus Bandoleros de Manicomio, un grupo de músicos ambulantes vestidos con chaquetas de cuero blanco con flecos, «chaparreras» de lentejuelas y los rostros casi ocultos bajo enor_mes sombreros bordeados de bolas 'cholo' de los colores del espectro ordenadas según la longitud de onda. El padre de Gastón había actua_do en rodeos con cierto número improvisado de 'charro', pero una no__zo resultó letal, así que su esposa hizo una maleta con todos sus viejos disfraces y su equipo para Gastón, le dio un beso de despedida en la estación y lo despachó hacia un futuro de saxofonista en la banda de un espectáculo del Salvaje Oeste. Obligado más de una vez a dejar sus instrumentos en prenda para pagar las facturas del hotel, las cuentas del bar y las deudas de juego, Gastón fue aceptando con el curso de los años una amplia gama de peculiares compromisos, incluido el actual.che, en Gunnison, se topó con un público cuyo concepto del recha

– Por favor, no te preocupes -tranquilizaba a Frank en ese momen_to-; ten, ¿sabes qué es? -preguntó sacando un imponente artilugio de metal deslustrado y mellado cubierto de válvulas y llaves, cuya punta superior se ensanchaba como la boca de un instrumento de banda.

– Gracias. ¿Dónde me has dicho que está el gatillo?

– Se llama Galandrónomo, es un fagot militar, en el pasado era un instrumento de las bandas del ejército francés, mi tío recuperó éste de la Batalla de Puebla, todavía se ven un par de mellas de balas mexica_nas, aquí y aquí, ¿las ves?

– Y la punta por la que se sopla -dijo Frank desconcertado-, es_pera un momento, a ver…

– Ya aprenderás.

– Pero… ¿y hasta entonces?

– Caballero, por favor, ya conoces estas cantinas, digamos que el gusto musical no es muy exigente. Ningún miembro de esta banda te_nía ni idea de música cuando se nos unió, y todos estaban metidos en algún tipo de problema. Toca 'con entusiasmo', todo lo fuerte que pue_das, y confía en la buena voluntad y el mal oído del gringo borracho.

Y así Frank se convirtió en Pancho, el fagotista. Al cabo de un par de días ya era capaz de extraer sonido del tubo y al poco tiempo le salía la mayor parte de Juanita. Con un par de trompetas tocando la armonía, no sonaba tan mal, o eso imaginaba él. A veces, hasta con_movía.

Poco antes de dejar la ciudad, Frank se sumió en un estado un poco distinto a lo que él siempre había tenido por cordura. Tras pos____________________tasma de Webb. Los otros fantasmas reprendían a Webb al respecto.ta, Frank no se había visto perseguido de manera acuciante por el fanperó. En aquel lugar se palpaban las presencias, pero no más que en el valle o en las colinas de los alrededores. Tratándose de un tipo realisdes de la ciudad, encontró la tumba de Webb, se quedó delante y esponerlo todo lo que pudo, visitó el cementerio de mineros en las lin

– Oh, así es Frank, cuando llegue el momento hará lo que tenga que hacer, siempre ha sido una persona excesivamente práctica, nada más…

– Es como si nos hubiéramos especializado, papá. Reef es puro nervio, Kit se lo piensa todo científicamente, yo soy el que insiste e insiste, día tras día, como ese tipo del este que intenta transformar a gol_pes la plata en oro.

– Deuce y Sloat no están en Telluride, hijo. Y nadie aquí te diría nada aunque lo supiera. Lo cierto es que a estas alturas es posible que se hayan separado.

– Es a Deuce y a Lake a quienes quiero encontrar. A lo mejor él la abandonó hace ya un tiempo, a lo mejor ella es ahora otra mujer caída y él cabalga con ganas hacia lo que se imagina que es su futu_ro. Es posible incluso que haya cruzado el Rio Bravo.

– A lo mejor es eso lo que él quiere que pienses.

– No debería quedarse mucho más en Estados Unidos, ahora van a por él sus viejos compadres, corren malos tiempos y muchos jovencitos que se las dan de duros harían el trabajo a buen precio, así que ya no es más que un peso muerto del pasado. Sólo puede ir ha_cia el sur.

Tal era el razonamiento de Frank. Webb, que ahora lo sabía todo, creyó inútil intentar convencerle de otra cosa. Lo único que dijo fue:

– ¿No has oído nada?

Algunos fantasmas hacen uu-uu-uu. Webb había tendido a expre____________________dado en llegar.gras levantaran las testas durante un minuto antes de volver a pastar concentradas…, la voz profunda del justo castigo que tanto había tarsarse desde siempre mediante la dinamita. Entonces Frank tuvo una visión, o lo que sería una visión cuando oyes algo en lugar de verlo…, y no fue el tranquilizador estruendo de la explosión minera en las montañas, sino aquí abajo, en la ciudad, retumbando por todos los rincones del valle, haciendo que incluso las vacas lecheras blancas y ne

Rostros que creía conocer resultaron ser de otros, o de nadie. Las coristas intentaban entablar con él discusiones metafísicas, como ha__ra. Acabó creyendo que se trataba de un espectro.cían los muertos andantes y demás. Una noche, en Ophir Road, Frank creyó ver a su hermana dirigiéndose al valle, manteniendo el rostro prudentemente vuelto, como hacía siempre Lake, como ocultando un pesar que no quisiera explicar en el caso de que alguien le pregunta

Frank acompañó a Merle a despedir a Dally a la estación.

– Me gustaría viajar contigo, hasta Denver al menos, pero algunos de estos chicos tienen otras ideas. Así que escúchame: mi hermano Kit está en el este, va a Yale, que está en New Haven, ¿Connecticut?, no mucho más lejos de Nueva York que Montrose de aquí, así que por favor ponte en contacto con él si puedes, es un buen chico, un poco despistado hasta que te presta atención, pero todavía no se ha inventa_do lío del que él no pueda sacarte, así que no dudes en recurrir a él, ¿me has oído?

– Gracias, Frank, por preocuparte por mí, con todo lo que tienes que preocuparte por ti.

– A lo mejor es porque Kit y tú sois de la misma cuerda.

– Pues en ese caso ni me acerco a él.

Por el andén, Dally recibía las miradas de aquellos que domina__ciones:ban las artes parentales, muchos de los cuales mostraban serias obje

– Permitir que un niño viaje sin la supervisión de un adulto a lo lar____________________cia ante muchos, por no decir la mayoría, de los tribunales del país…versión como la ciudad de Nueva York sin duda sería causa de denungo de dos tercios de un continente hasta un conocido nexo de per

– Por no mencionar el juicio en el banquillo de los acusados de la Moralidad Cristiana, cierto e inmisericorde, y ante el cual todos los poderes temporales, incluidos los jueces, deberán postrarse…

– Señora -comentó la impertinente joven de la que hablaban-, si puedo sobrevivir a una noche normal de sábado en Telluride, no hay nada en el este que suponga demasiado problema.

Merle sonrió risueño, y por una vez se aproximó a expresar algo parecido al orgullo paterno.

– Ahora ándate con cuidado, Dahha.

Todo el mundo ya había subido, y el tren se disponía a partir mar__timo momento.cha atrás, como si no soportara perder de vista Telluride hasta el úl

– Nos vemos, papá.

Se habían abrazado con tanta frecuencia que ella no se sentía in_cómoda con los 'abrazos' de despedida. Merle, que se hacía una idea precisa de lo que estaba en juego en ese momento, sabía que más va____________________bién que pasaría.que sólo fuera otro día. Pero conocía ese sentimiento y sabía tamrazón al otro. En teoría, ambos sabían que ella, tarde o temprano, se marcharía, aunque lo único que él deseaba ahora era postergarlo, aunlía no asustarla. Ninguno de los dos había querido desgarrarle el co


– 'Tengo que' sacar 'el' fucking culo de 'aquí' -admitió Kit. Era lo primero que decía al levantarse por la mañana y lo último que solta____________________fía de vectores y sin hilos, una conexión silenciosa.cias a Yale como a pesar suyo. Un conocimiento que tenía que ver sobre todo con las nuevas ondas invisibles, latentes en las Ecuaciones de Campo de Maxwell años antes de que Hertz las descubriera; Shunkichi Kimura, que había estudiado con Gibbs aquí, regresó a Japón, se unió al profesorado del Colegio Naval y colaboró en el desarrollo de la telegrafía sin hilos a tiempo para la guerra con Rusia. Telegrato no verbalizado que se transmitía de mente a mente, no tanto grabía por debajo, y Kit fue comprendiendo lo poco que tenía que ver con el estudio y el aprendizaje, y mucho menos con encontrar un mundo trascendente en números imaginarios o vectores, aunque, a veces, cierto era, había captado atisbos de una Cábala o conocimienciendo, sino que la institución revelaba ahora las capas tóxicas que haba antes de meterse en la cama por la noche; siempre lo repetía, como una oración. El encanto de Yale no sólo se había acabado desvane

Gibbs había muerto a finales de abril, y en medio del abatimien____________________lidad, y no ducía Hombres de Yale, caballeros pero no eruditos, salvo por casuato general en el departamento de matemáticas, Kit se dio cuenta de que aquello asestaba el golpe de gracia que confirmaba que Yale no era en realidad más que una especie de escuela técnica de alto copete para aprender a ser un Hombre de Yale, por no decir una fábrica que prohabía más.

'Fax no era de ninguna ayuda a este respecto. Kit no habría sabido cómo sacar el tema a colación, aunque 'Fax le diera pie muchas veces.

– Con todo el tiempo que llevas aquí y no te has hecho miembro de ningún club.

– Demasiado ocupado.

– ¿Ocupado? -Se miraron el uno al otro desde cierta distancia in_terplanetaria-. A ver, Kit, que casi pareces judío, te lo digo en serio.

Eso no aclaraba nada. Por entonces, los judíos eran en Yale una especie exótica.

Al principio de sus problemas en Yale, Kit había participado en una competición atlética, y vio a un chico de su clase al que saluda____________________te: ¿por qué deseaba tantovicción de que, debido a sus orígenes familiares y lugar de nacimiento, un mundo de visible privilegio le estaba vedado para siempre. Llegó un momento en que, recobrada la sensatez, se preguntaría, razonablemensó una abrumadora sensación de exclusión, junto a la dolorosa contalidad simulada. Kit pensó: nunca tendré el aspecto de este chico, ni hablaré como él, ni me abordarán de ese modo. Al principio le cautes y tranquilos sin prestar la menor atención a los jóvenes atletas que llenaban el campo de alta hierba verde, que corrían, saltaban, giraban y lanzaban, sometiéndose a insospechados niveles de dolor y desgaste físico, en su lucha por llevarse alguna de las ofertas del día de inmorconocería como trajes muy caros de ciudad. Todos charlaban sonrienba un grupo de hombres mayores vestidos con lo que más tarde re eso?; pero hasta entonces, y durante meses, fue como si su vida se hubiera eclipsado.

Empezó a prestar atención a ese tráfico peculiar, en el campus, en la ciudad, en las ceremonias y los actos sociales, y al poco reconoció un premeditado two-step bailado entre estudiantes y hombres mayo_res cuyas hazañas los chicos deseaban remedar. Supuso que se trataba de eso.

En las clases, a Gibbs, antes de abordar un problema, le gustaba re____________________masiado de la mecánica del mundo dado, pero a la vez consciente de que, como futuro vectorista, no existía un papel para él en ninguno de los diversos objetivos de Vibe que podía imaginar, del mismo modo que el magnate no podía imaginar el grandioso sistema de Gibbs o la promesa todavía más elevada que anunciaba.dose a lealtades contradictorias, sabedor de que no debía apartarse deniendo en cuenta sus gustos matemáticos, Kit se encontró enfrentánsa sólo pudieran descubrirse mediante una vigilancia al minuto, sin parpadear siquiera para no perderse algo esencial. Peor aún, como si el plan hubiera consistido desde el principio en que se ensimismara hasta tal punto que ya no supiera encontrar el camino de vuelta. Tenelas de Vibe, los ojos en frondosa emboscada, como si Kit fuera una especie de inversión y las claves de su futuro comportamiento en Bolquearan, jamás; sin embargo, allá donde mirara Kit, estaban los centivaba. El Vectorismo ofrecía una puerta a regiones que los agentes de Wall Street era improbable que entendieran, ni mucho menos franpetir: «Fingiremos que no sabemos resolver este problema a partir de la Naturaleza». Generaciones de estudiantes, la de Kit entre ellas, se lo habían tomado en serio, con toda la promesa metafísica que conlle

– Por que entienda esos garabatos trazados al tuntún -le recrimi_nó Scarsdale Vibe cuando se hizo evidente que la reticencia de Kit a convertirse en el heredero Vibe no era fingida, con la intención de mejorar el trato que le habían ofrecido-, ¿se cree mejor que nosotros?

– Más bien se trata de saber adonde va a parar todo esto, me pare__llero que pagaba las facturas.ce -dijo Kit, que no quería enzarzarse en una discusión con el caba

– Mientras el resto de nosotros, quiere decir, nos quedamos atrás en esta Creación mancillada.

– ¿Era eso lo que quería decir? Tenga… -Todavía con amabilidad, empujó hacia ellos un cuaderno de papel con minúsculas cuadrículas de unos seis milímetros.

– No, no, no se moleste.

– No se trata de nada demasiado espiritual.

– Joven, yo soy una persona tan espiritual como cualquiera con la que pueda cruzarse en la anteriormente orgullosa institución a la que ahora asiste.

Salió a grandes zancadas, dejando tras de sí una estela resplan_deciente de rectitud ofendida.

Kit soñó que estaba con su padre en una ciudad que era Denver pero no era Denver, en una especie de extraño salón de variedades lle_no de la gentuza habitual, aunque todos los presentes se comportaban inopinadamente bien. Con la excepción de Webb, que chillaba:

– ¡El Éter! ¿Pero qué coño tengo aquí, un pequeño y maldito Tesla en mis manos? ¿Qué te importa a ti el Éter?

– Tengo que saber si existe.

– Nadie tiene que saber eso.

– Ahora mismo, padre, yo sí. Siempre he creído que los niños ve_nían del Cielo…

Se quedó callado, esperando que Webb completara el pensamien_to que él mismo, de repente, se sentía demasiado triste para desarrollar.

Webb, como si no tuviera la menor idea de qué era lo que había ge__tillear y hablar de deportes. Se levantó. La mano que se apoyaba en su hombro era la de su ayuda de cámara, Proximus.nerado tal emoción, no supo responder. Ninguno de los demás, los borrachuzos, arrieros, fumadores de opio y timadores que atestaban el local, les prestaban atención, prefiriendo charlar de sus asuntos, co

– Ese Profesor Vandeijuice quiere verle en el Laboratorio Sloane.

– ¿Qué hora es, Prox?

– No me lo pregunte, yo también estaba dormido.

A medida que recorría Prospect Street, más allá del cementerio, le invadía cada vez más la sensación de que algo espantoso estaba a pun____________________chaban con los ojos abiertos de par en par.pos de la electricidad consiguiendo retener la atención hasta de los estudiantes de primer año más empapados en cerveza, que lo escular del típico pastel italiano de queso y tomate que se encontraba por todas partes en aquel barrio, el pájaro, menos mal, era de otra especie completamente distinta, y se dedicaba a rememorar los viejos tiemduo etéreo. Fuera del recinto académico, al sur del Green, salpicando cerveza por el local, subrayando sus palabras con un pedazo trianguchelson y Morley, de manera que allí se percibía todavía cierto resito de suceder. Kit dudaba que tuviera nada que ver con las Teorías de la Luz, que casualmente estudiaba ese semestre con el Profesor, quien a su vez las había estudiado con Quincke en Berlín, antes que Mi

Por fin llegó a la ratonera que hacía las veces de despacho del Profesor Vanderjuice, quien le esperaba con mirada solemne. Se le_vantó, le alcanzó una carta y Kit vio que traía noticias para las que no estaba preparado. El sobre estaba sellado en Denver, pero la fecha era ilegible, y alguien lo había abierto y había leído la carta.

«Querido Kit:

»Mamá me pidió que te escribiera para decirte que papá ha muer____________________dos, y cosas así.rio de mineros de Telluride. Reef dice que no hace falta que vuelvas ahora mismo; Frank y él se encargarán de todo lo que haya que hacer. Mamá está siendo fuerte, dice que siempre supo que sucedería, con tantos enemigos como tenía allá donde fuera, que tenía los días contasas naturales". Reef trajo su cadáver y está enterrado en el cementeto. Cuentan que pasó en algún lugar del McElmo. Y no fue por "cau

»Espero que estés bien y que algún día te volvamos a ver. Estudia mucho, no lo dejes e intenta no preocuparte demasiado por esto, por_que sabremos hacer lo que hay que hacer.

»Te echamos de menos.

»Con cariño, tu hermana,

»Lake.»

Kit se quedó mirando el sobre profanado, rajado con tan pocos desgarros que indicaba el uso de un abrecartas de escritorio de cier_ta calidad. Lo primero es lo primero:

– ¿Quién la abrió, señor?

– No lo sé -respondió el Profesor-, Así me la entregaron.

– ¿Ellos?

– El despacho del secretario de la facultad.

– Va dirigida a mí.

– La han guardado durante un tiempo…-Hizo una pausa como si se pensara la siguiente parte de la frase.

– No pasa nada.

– Chico…

– Su cargo, lo entiendo. Pero si eso significa que hubo alguna duda sobre si entregármela…

– Por aquí hacemos cuanto está en nuestras manos para no dejar_nos comprar ni vendernos del todo.

– Señor, pese a todo es un indicio. Como mínimo, de que alguien ha hecho la vista gorda. Posiblemente, de algo peor, aunque es tan es_pantoso…

– Sí. -Los ojos del viejo empezaron a desbordarse.

Kit asintió.

– Gracias. Tendré que pensar qué voy a hacer.

En su interior sintió la presencia de una niña herida que quería llorar, no de dolor ni para aplacar a alguien que pudiera hacerle más daño, sino como si temiera que la dejaran sola ante los peligros de un riguroso invierno en una ciudad famosa por abandonar a sus pobres. Hacía mucho que no lloraba.

Caminó sin propósito definido, queriendo pasar inadvertido en el ajetreo de la ciudad, queriendo, a la vez, estar solo. Sabía que nada de lo conocido en el universo alternativo del anáfisis vectorial podía pro__sitaba ese día. Acabó descansando a la orilla del Quinnipiac, un par de kilómetros río arriba, sobre la West Rock, donde se estiró en el suelo y se abandonó a las lágrimas.porcionarle ningún consuelo ni indicarle una vía de salida. Moriarty's todavía no había abierto, el puesto de comidas de Louis Lassen habría sido ideal para una hamburguesa si Kit hubiera estado seguro de que no se atragantaría. Los locales de Canonical Eli no eran lo que nece

Los Vibe no le dijeron una sola palabra sobre su padre, ni siquie__rado. Era posible que esperaran que fuera él quien sacara el tema. Era posible que no les importara. Pero había también otra posibilidad, que cobraba más fuerza a medida que el silencio se prolongaba. Y era que estaban al tanto de todo porque…, pero ¿podía permitirse creer eso? Si sus sospechas demostraban que ellos tenían algo que ver, ¿qué se vería obligado a hacer?ra Colfax: ni condolencias ni preguntas sobre el estado anímico de Kit, nada de nada. Era posible que creyeran que aún no se había ente

El año académico fue two-stepping hacia el verano, y las chicas se preguntaban por qué Kit había dejado de acudir a los bailes. Un día, mirando el Sound, observó una peculiar y sombría presencia geomé_trica donde previamente sólo se extendían las orillas brumosas de Long Island. Con el paso de los días, cuando la visibilidad lo permitía, reparó en que aquello, fuera lo que fuese, se iba haciendo más alto. Le pidió prestado un telescopio a un compañero de clase, y empezó a su_bir a la East Rock, sin preocuparse de las parejas acarameladas ni de los bebedores reconcentrados, y a dedicar todo el tiempo que podía a observar el progreso vertical de la estructura. El armazón de una torre, aparentemente octogonal, estaba elevándose en la otra orilla. Fuera lo que fuese, en New Haven no se hablaba de otra cosa. Al poco, por la noche, empezaron a verse, procedentes vagamente de la misma direc_ción, destellos de luz multicolor inmensos como el mismo cielo, que sólo los ingenuos incurables atribuían a relámpagos de calor. Kit no pudo evitar recordar Colorado Springs y el 4 de Julio de 1899.

– Es Tesla -le confirmó el Profesor Vandeijuice-, está instalando otro transmisor. Tengo entendido que una vez trabajaste con él en Co_lorado.

– En cierto modo, a eso se debe que acabara en Yale. -Kit le con_tó su encuentro con Foley Walker en Colorado Springs.

– Qué raro -dijo el Profesor-, La empresa de Vibe me contrató una vez… -Miró a su alrededor por todo el despacho-, ¿Te apetece dar un paseo?

Se dirigieron al barrio italiano, al sur del Green. El Profesor le con__cago diez años atrás.tó a Kit el acuerdo al que había llegado con Scarsdale Vibe en Chi

– Nunca me he enorgullecido. Siempre hubo algo vagamente de_lictivo en todo aquello.

– ¿Vibe financiaba a Tesla pero quería que usted saboteara su tra_bajo?

– Morgan había estado haciendo algo muy parecido, pero con ma____________________nomía hacía mucho que había concebido los medios para impedirlo.ría un sistema práctico de transmisión de energía sin cables, que la ecoyor eficacia. Con el tiempo, Vibe comprendió que nunca se inventa

– Pero Tesla está construyendo un transmisor ahora mismo.

– No importa. Si alguna vez llega a suponer una amenaza real para el orden energético existente, lo dinamitarán.

– De manera que en realidad no necesitaban su anti-transmisor.

– Para serte sincero, nunca trabajé con demasiado empeño en el proyecto. Un día, por la época en que empezaba a sentir que era des__quiera me enviaron una carta de despido. Sé que tendría que haberlo dejado antes, pero las cosas acabaron saliendo así de todos modos.honroso aceptar el dinero de Vibe, los cheques dejaron de llegar, ni si

– Al menos, usted pudo hacer lo correcto -dijo Kit con tristeza- pero en mi caso, cuanto más se prolonga esta situación, más les debo y menos probable será que pueda abandonar el juego. ¿Qué voy a ha_cer? ¿Cómo puedo recobrar mi libertad?

– Para empezar tienes que convencerte de que no les debes -el Pro_fesor no decía «le»- nada.

– Ya, claro. En Colorado la gente es asesinada por eso a todas ho_ras. Se llama póquer.

El Profesor respiró hondo un par de veces, como si se dispusiera a levantar un gran peso.

– Por lo menos ten en cuenta la posibilidad -dijo con toda la fir__cilación moral en aceptarlo. Sus víctimas se enriquecen, ¿qué hay de malo en eso?meza que pudo- de que fuerzas por el momento innominadas te están corrompiendo. Ésa es sistemáticamente su estrategia. A quienes no pueden hacerles daño, los corrompen. Por lo general, lo único que se requiere es dinero, y disponen de tanto que nadie tiene la menor va

– Y si el dinero no basta…

– Entonces siguen, en el más completo silencio, el método lento y perverso que han convertido en su especialidad. Tal vez se alargue durante años hasta que, un día, con el dinero ya lejos de la vista des_de hace tiempo, reaparezca la misma naturaleza desalmada, y mientras tanto habrán colocado el dinero en algún otro sitio donde les sea más rentable.

Pasaban por delante de la entrada de un local «apizza». El aroma distraía, casi se diría que atraía.

– Vamos -dijo el Profesor, que, a lo largo del año previo, había pa_sado de un simple tropismo a una pizzamanía avanzada-, cojamos un trozo, ¿te apetece?

A medida que sus relaciones con Scarsdale Vibe menguaban pri____________________sa idea de que podía tratarse de su propia alma, cuyo paradero exacto era dudoso desde 1893.torio Sloane y con el tiempo, a Dios gracias, hasta la nada, Heino Vandeijuice empezó a creer que un par de veces había detectado, en la periferia de su campo de visión, entre la cantería rústica y los olmos susurrantes, un objeto alado resplandeciente, y se le ocurrió la curiomero hasta intrusiones anuales de la nariz del magnate en el Labora

Su conciencia también daba muestras de sensibilidad, como si se recuperara de una congelación. Un día, charlando con el joven Traverse, sacó por casualidad un viejo ejemplar de la publicación cientí_fica británica Nature de una hilera que tenía en la estantería, y lo ho_jeó hasta encontrar un artículo.

– Es de P.G. Tait, sobre los Cuaterniones. Considera que su méri__ca, en cuanto tales, con más de tres dimensiones?». Llamo tu atención sobre el «en cuanto tales».to principal es estar «adaptados únicamente al espacio euclidiano…», porque («ojo» con esto): «¿Qué tienen que ver los estudiantes de físi

– Un estudiante de física, en cuanto cualquier otra cosa, ¿tendría si_quiera necesidad de más de tres dimensiones? -preguntó perplejo Kit.

– Bien, señor Traverse, si alguna vez pensaras en convertirte en esa «cualquier otra cosa», Alemania parecería el destino lógico para ti. La Ausdehnungslehre de Grassinann puede ampliarse a la cantidad de di____________________mensiones infinitas. Su colaborador Minkowski cree que al final las dimensiones se desvanecerán en unllando su «Teoría Espectral», que requiere un espacio vectorial de dimensiones que se quiera. El Doctor Hilbert, en Gotinga, está desarro Kontinuum de espacio y tiempo. De hecho, Minkowski y Hilbert impartirán un seminario conjunto en Gotinga el año que viene sobre la electrodinámica de cuerpos en mo__ríavimiento, por no mencionar la reciente obra de Hilbert sobre la Teo Eigenheit, con vectores por todas partes. ¿No sería, como decís vo_sotros los jóvenes, «justo lo que necesitaba»?

Espoleado por la idea euforizante de que podía por fin hacer al_gún bien a alguien, el viejo sacó como del vacío un ukelele de cierta exótica madera oscura decorada con carey y, después de rasguear una introducción de ocho enérgicos compases, cantó:


El rag de Gotinga

Ponte ya, el abrigo de viaje,

deja a la chica, una nota de despedida,

sube, al próximo barco, con tu pasaje,

y a Ale… maniaaa…

Allí esos profesores están locos,

ni siquiera se cortan el pelo,

pero tienen cerebro, como pocos,

¡espera y veraaás!

En cuanto embarques,

en la línea Hamburgo-Amérique

antes de que te des cuenta estarás de palique

con Felix Klein…, no te preocupes por

el alquiler o la llave de la casa (di:

¡cómo está, Hilbert!, ¡encantado

de conocerle, Minkowski!), tenlo claro,

estudiantillo,

te crees que lo sabes todo, listillo,

pero no has visto nada hasta que vayas… ¡por eso!:

haz esa maleta…,

ve al este, joven yanqui, donde

los sables resuenan, y… y…

el problema de los cuatro colores no es un hueso

sino una broma de colegiales, que coquetean,

brincan y bailan ¡el rag de Gotinga!


– Sí, un lugar maravilloso, casi un hogar para mí, de hecho. Man_tengo un contacto regular con ellos, podría mandarles unas líneas si quieres.

Una zambullida en el Vectorismo avanzado. Sin volver la vista atrás.

– Bueno, supongo que lo que importa es estar ocupado.

El Profesor lo examinó cuidadosamente durante un instante, como si juzgara el grosor de una grieta.

– Funciona con algunos -dijo en voz baja-, pero no es una cura infalible. Cuando suceden tragedias humanas, siempre da la impresión de que los científicos y los matemáticos puedan enfrentarse a la situa__ba pagando.ción con más serenidad que los demás. Pero es probable que sólo se trate de una forma de huir de la realidad, y tarde o temprano se aca

A Kit le costaba llevar la idea hasta sus últimas consecuencias. Que_ría confiar en el Profesor, pero estaba solo. Respondió:

– Sólo procuro resolver un conjunto de problemas cada vez, señor, y no emborracharme demasiado los fines de semana.

Del mismo modo quería confiar en 'Fax, que era un buen tipo de pies a cabeza, pero ver dentro y fuera del campus a tantos desconoci____________________tividad en marcha.billo del ojo de 'Fax, Kit había captado una gama desconocida de acponsable por el que le tenía su padre. Por el rabillo del ojo y por el rasito estupor de sospecha sobre quién sabía qué, o no, que no paraba de ramificarse en sucesivas bifurcaciones, nada de lo cual se explicitaba en voz alta, todo eran circunloquios y brillo de ojos preñados de sentidos ambiguos. En cualquier caso, 'Fax nunca había sido el irresdos de mirada fija, demasiados para tratarse de una coincidencia, le había vuelto receloso. Entre 'Fax y él se había desarrollado un exqui

Resultó que 'Fax estaba sumamente intrigado por la misteriosa torre que se elevaba en la otra orilla del Sound.

– Podríamos acercarnos navegando y echar un vistazo. Podrías pre_sentarme a tu colega el Doctor Tesla.

Durante media hora, siguieron la brisa por la bahía, entre los le____________________zar miradas angustiadas al agua y al cielo.tes de cada plantación. Cuando salieron al Sound, 'Fax empezó a lanchos de ostras Fair Haven marcados con estacas para enseñar los lími

– No me hace ninguna gracia este viento -repetía-. Y la marea está bajando. Mantente atento a popa.

Se les echó encima rápidamente. Hacía nada miraban hacia el este, a los destellos de los relámpagos en los cielos negros que cubrían Connecticut, y al momento casi habían volcado y eran arrastrados hacia la orilla a sotavento de Long Island y la fachada imponente de Wardenclyffe. Al atisbar la torre, que quedaba intermitentemente al des__nado que era cubierto a través de las brumas desgarradas, Kit podría haber imagiempujado por la tormenta a una isla todavía sin cartografiar, en otro océano, pero sólo si hubiera tenido tiempo para ese ensueño, puesto que había que salvar el pequeño yate, ser más listo que los elementos -achicando agua frenéticamente, navegando con el pujamen suelto mientras tuvieron el valor de hacerlo, sin tiempo siquiera para desmontar la botavara-, al tiempo que la gran torre es_quelética se acercaba entre el estruendo marino, como un testigo enigmático y solitario de su lucha desesperada.

Estaban sentados en la «cabaña» de transmisión, un edificio de mampostería diseñado por McKim, Mead y White, mientras poco a poco se hacían a la idea de que seguían con vida y estaban sobre tierra firme y seca otra vez. La esposa de un trabajador les había traído man__trada por la lluvia entraba por unas altas ventanas abovedadas.tas y café que el Doctor Tesla había importado de Trieste. La luz fil

El joven y delgado científico de ojos hipnóticos y bigote a lo Wild West recordaba al Kit de Colorado.

– El vectorista.

– Sigo en ello, supongo. -Kit hizo un gesto sobre el Sound, hacia Yale.

– Lamenté la defunción del Profesor Gibbs. Le admiraba mucho.

– Espero que allá donde esté sea mejor que esto -dijo Kit, sin pen_sárselo mucho, pero comprendiendo casi un segundo y medio más tarde que también había querido decir mejor que Yale, y que había pen_sado en el alma difunta de Webb.

Cuando Kit le presentó a 'Fax, Tesla se puso serio.

– Encantado, señor Vibe, he tenido tratos con su padre apenas más cordiales que con el señor Morgan, pero el hijo no es el guardián del billetero del padre, como decimos en Granitza…, de hecho, como no decimos, porque, en la vida de cada día, ¿cuándo es posible que se dé el caso?

Por encima del agua y a su alrededor, la tormenta bramaba desa__sibles jovencitas, de las caricias que había recibido recientemente de las alas del Silencio y se sentó a escuchar sin un parpadeo las palabras de Tesla.tada. Kit, temblando, se olvidó de Rotacionales y Laplacianos, de po

– Mi tierra natal no es un país, sino un artificio de la política ex____________________taba situada sobre la costa adriática, en la cordillera Velebit, donde ciertos lugares eran mejor que otros para… ¿cómo las llamaría?, para experiencias visuales que podrían ser útiles.litar» y por nosotros como Granitza. La ciudad era muy pequeña, esterior de los Habsburgo, conocido por algunos como «la Frontera Mi

– Visiones.

– Sí, pero uno tenía que estar en plena forma mental o serían sólo alucinaciones de uso limitado.

– En las San Juan siempre lo atribuimos a la altitud.

– En Velebit, los ríos desaparecen, fluyen subterráneos durante ki____________________tero la gigantesca terminal toroidal, sesenta metros más arriba, cia arriba, a las nubes de tormenta actuales, que casi ocultaban por endo, algo que requirió una descarga eléctrica de cierta potencia para que se desencadenara. En ese momento, todo esto -hizo un gesto hapezó a llover. Comprendí que algo enorme se había estado preparanmasiado rápido mi último cigarrillo. Hasta que el gran estallido de un relámpago surgió de ninguna parte, el cielo se abrió de golpe y emnos, ¿por qué no también de otras ciencias? Un día, mientras paseaba por esas montañas, el cielo empezó a oscurecerse, las nubes eran cada vez más bajas, encontré una cueva de piedra caliza, entré y esperé. Cada vez se oscurecía más, como si se acercara el fin del mundo, pero ni una gota de lluvia. No lo entendía. Me senté e intenté no fumar delómetros, vuelven a emerger inesperadamente, descienden al mar. Por tanto, bajo tierra se extiende una región entera sin cartografiar, una forma de acceso a lo Invisible de la geografía, y, debemos preguntarcuyo armazón abierto formaba una cobertura de acero que parecía una seta- era ya inevitable. Como si el tiempo hubiera sido eliminado de todas las ecuaciones, el Transmisor Amplificador ya existía en ese momen__tor Trabajando. A los periódicos no puedo contarles lo que significó aquel momento de simple espera. Se supone que debo serto, completo, perfeccionado… Desde entonces, todo lo demás, cuanto han leído en la prensa, no es más que interpretación teatral: el Inven consciente_mente científico, mostrar sólo virtudes que atraigan a ricos patrocinado__cia, me echarían a patadas.res: actividad, rapidez, sudor edisoniano, obcecación, oportunismo… Si les contara lo mucho que en realidad dista el método de la concien

Asaltado por una repentina inquietud, Kit miró a 'Fax. Pero su adormilado compañero de clase no mostró ninguna reacción, a me_nos que, como los demás Vibes de este mundo, sólo fingiera estar semi-consciente.

– Llevo bastante tiempo frecuentándolos, Doctor Tesla. No tienen ni idea de qué hacemos ninguno de nosotros.

Si hubiera esperado un instante más, esa expresión de solidaridad habría quedado ahogada por un trueno parto que restalló en algún punto sobre la bahía de Patchogue mientras la tormenta, tras cruzar la isla, se retiraba mar adentro. Los trabajadores iban y venían, la co__meda y humo de cigarrillos, podría haber sido una jornada laboral cualquiera de Long Island, con napolitanos y calabreses jugando a la cinera se presentó con otra cafetera llena, la «cabaña» olía a ropa húmorra bajo los aleros chorreantes, carretas que llegaban con madera y vigas de acero, mientras los sopletes escupían silenciosas llamas de in_tensidades azules bajo la lluvia.

Había mucho sitio, y los jóvenes fueron invitados a quedarse. Tesla se pasó más tarde a desearles buenas noches.

– A propósito, en Colorado, aquellas modificaciones que comen_tó sobre el transformador. Usted tenía razón en todo, señor Traverse. No tuve ocasión de agradecérselo.

– Lo ha hecho ahora. Con intereses. En cualquier caso, estaba muy claro lo que usted quería. Las curvaturas tenían que ser las correctas y construirse con la forma exacta.

– Ojalá pudiera ofrecerle un empleo aquí, pero… -Hizo un gesto con la cabeza hacia 'Fax, que parecía dormido.

Kit asintió con rostro sombrío.

– Puede que ahora no lo crea, señor, pero así usted sale ganando.

– Si hay algo que…

– Esperemos que lo haya en el futuro.

A la mañana siguiente, los chicos se fueron en una carreta del mer____________________nas cantinas de los cruces.tatas y coles, pepinos y nabos, a lo largo de la polvorienta y ruidosa carretera de North Hempstead, parándose de vez en cuando en algucado que se dirigía a Nueva York. Colfax parecía observar a Kit con más atención de la habitual. Viajaron traqueteando entre sacos de pa

– A estas alturas habrán salido grupos de búsqueda -supuso 'Fax.

– Claro. Si se tratara de mi hijo, habría sacado ya la Flota del Atlán_tico entera.

– No por mí -replicó 'Fax con insistente mal humor-; por ti.

De golpe Kit vio, como iluminado por una lámpara de arco, su ca_mino de salida del sendero poco prometedor que había tomado.

– No habría sido muy difícil quitarme de en medio, 'Fax. Podrías haber hecho una de esas «trasluchadas del North River», olvidarte de decir «Agáchate» y que la botavara hiciera el resto por ti. Debe de pa_sar todos los días en el Sound.

– No es mi estilo.-'Fax se ruborizó y pareció tan sorprendido que Kit supuso que, sin duda, había plantado la semilla-. A lo mejor, si fueras un poco más cabrón…

– Entonces sería yo el que te tirase por la borda, ¿no?

– Bueno, uno de los dos debería ser un poco más mezquino, en lugar de ser infelices ambos.

– ¿Quién? ¿Yo? Si soy tan feliz como una almeja al vapor de Long Island, ¿de qué estás hablando?

– No lo eres, Kit. Ellos saben que no lo eres.

– Vaya, y yo que creía que era la alegría de la huerta.

'Fax esperó, pero no mucho, antes de mirarle directamente a los ojos.

– Les he estado informando, ¿sabes?

– ¿Sobre qué?

– Sobre ti. Qué haces, cómo te sientes; han estado recibiendo in_formes regularmente, desde el principio.

– Informes tuyos.

– Míos.

Ni sorprendido ni dolido, pero dejando que 'Fax creyera que lo estaba, dijo:

– Vaya, creía que éramos socios, 'Fax.

– No he dicho que me resultara agradable.

– Umm.

– Estás enfadado.

– No, no. Estoy pensando… A ver, imaginemos que les cuentas que me perdí ayer en la tormenta…

– No se lo creerían.

– ¿Me buscarían?

– Tendrías que esconderte cojonudamente bien, Kit. La Ciudad tal vez te parezca fácil, pero no lo es. Tarde o temprano confiarías en la persona equivocada, en alguien que bien podría estar en nómina de mi padre.

– Entonces, ¿qué coño me sugieres?

– Que hagas lo que yo. Fingir. Últimamente has estado hablando mucho de Alemania, pues bien, aquí tienes tu oportunidad. Finge que sobrevivir a la tormenta fue un verdadero milagro. Ve al sur del Green, a cualquier sitio, entra en una iglesia católica, haz una ofrenda voti____________________gañarlo, y yo puedo apoyarte.cuchará todo con oídos más escépticos, pero también es posible enriencias, que juraste que si sobrevivías a la ordalía te irías a estudiar a Alemania. Una especie, no sé, de peregrinaje matemático. Foley lo esva. Dile a mi padre, que es un hombre religioso pese a todas las apa

– ¿Me ayudarías de verdad?

– No me malinterpretes, pero… digamos que tengo muchas razo_nes para hacerlo, ¿no te parece?

– Supongo que sí. Cae por su propio peso.

Al cabo de un rato, Colfax dijo:

– Hay gente que le odia, ya le sabes.

Lo dijo mirando de reojo a Kit, casi con resentimiento.

– No hace falta que lo digas.

– Escucha, Kit, sarcasmos aparte, es mi padre. -Lo dijo con un tono tan angustiado, para que Kit lo creyera sincero, que a éste casi le dio pena. Casi.

Aun a plena luz del día, las estatuas seguían pareciendo sinies__do en el modo en que, cuestionando la estructura oficial, sobresalían forzadas de la fachada, erectas, crispadas, intentando rehuir el refugio humano, buscando el exterior, la tormenta, todo lo que se hiela, ruge y se aventura sin luz en la oscuridad.tras, no como gárgolas, no tan complejas, pero con algo intenciona

Kit tomó el ascensor hasta donde éste llegaba y luego subió por una escalera en espiral de ébano tallado a los despachos de los direc_tivos; el ascenso estaba iluminado a través de ventanas cuyas vidrieras mostraban acontecimientos reseñables de la historia de la Vibe Corp. La Monopolización del Mercado de Conservas. El Descubrimiento de la Neoflingolina. La Botadura del Vapor Edwarda B. Vibe…

Debería haberse inscrito en más cursos optativos del Departamen_to de Teatro, pensó. Llamó a la puerta de madera oscura.

Dentro, Foley, el devoto sustituto, posaba ante la ventana como en_tronizado, a contraluz; la luz marina del día, su rostro recortado cual delicado contorno plateado, como en los sellos de correos, que todo el mundo conoce, como si proclamara: Sí, éstos somos nosotros, así es y así ha sido siempre, esto es lo que pueden esperar de nosotros, impresionante, ¿no les parece? Más vale que lo sea.

– Este asunto de Alemania…-dijo Scarsdale Vibe.

– Señor…-Kit había esperado que temblaría como un álamo joven bajo los vientos de las montañas, pero una luz desacostumbrada, una luz que parecía distante, le había rodeado, dándole, si no inmunidad, sí al menos claridad.

– Vital para su educación.

– Creo que tendría que ir a Gotinga.

– Para estudiar matemáticas.

– Matemáticas avanzadas, sí.

– ¿Matemáticas avanzadas útiles? O…-Hizo un gesto en el aire como para sugerir lo informe, por no decir lo poco varonil.

– A veces el mundo real, el mundo sustancial de los negocios mun____________________brió las ondas electromagnéticas reales, que viajaban a la velocidad de la luz, justamente como Maxwell había concebido sobre el papel.well, sin ir más lejos: transcurrieron veinte años hasta que Hertz descudanos, lastrado por una mayor inercia, tarda un poco en alcanzarlas. -Kit, con prudencia, fingió instruirle-. Las Ecuaciones de Campo de Max

– Veinte años -sonrió Scarsdale Vibe, con la desgastada insolencia de alguien que esperara vivir para siempre-, no creo que disponga de tanto tiempo.

– Sinceramente, confío en que sí -respondió Kit.

– ¿Usted cree que dispone de veinte años, Kit?

En el breve silencio que siguió, mientras el leve pero fatal énfasis en el «usted» reverberaba, Scarsdale supo de inmediato que había ju__día permitir que la menor vacilación, ni la rabia, le delataran.gado mal sus cartas, mientras que para Kit las cosas iban encajando tranquilamente en su lugar correspondiente, y comprendió que no po

– En Colorado -intentó no hablar con demasiada cautela-, entre avalanchas y ventiscas del norte, los hombres desesperados, desespera____________________nuto para otro.peradamente locos por la altitud y lo demás, y uno aprende que no hay manera de saber lo que deparará el futuro, ni siquiera de un midos y sin civilizar, y también los caballos, todos, suelen volverse ines

Y entonces oyó soltar un gruñido agudo a Foley junto a la ven_tana, como si se hubiera despertado de una siestecita.

Scarsdale Vibe sonrió con lo que, a esas alturas, Kit reconocía ya como un gran esfuerzo, nada fiable, para contener cierta rabia indefi__chara.nida, cuyo potencial dañino era posible que ni siquiera Vibe sospe

– Sus profesores le recomiendan unánimemente, le gustará saber_lo. -Sacó un pasaje de barco y lo extendió hacia Kit, implacablemente cordial-. Camarote por delante de las chimeneas. Buen viaje, señor.

Puede que todo siguiera un determinado código, pero la idea ge_neral estaba clara. Dadas las circunstancias, Scarsdale Vibe se sentía tan cómodo como Kit con un océano de por medio, y estaba dispuesto a pagar tarifas de primera clase si era necesario. En 1863 había pagado para no tener que ir a combatir, y así había seguido pagando para eli_minar de su vida muchas molestias, incluido, ¿qué duda cabía ya?, oh, Dios, a Webb Traverse. Ahí estaba, como una conjetura cuya verdad era obvia para todos, aunque tal vez nunca se probara con todo el rigor.

Sin esperar ya, a medida que avanzaba la entrevista, ninguna ma____________________tante que mantenía bien dentro: la certidumbre de que un día este error tendría que corregirse, que él elegiría el momento, que detalles como la manera y el lugar no importaban tanto como el signo de igual colocado en el lugar correcto…dose ir en un deslizamiento lento y medido, sabedor de que mientras se moviera así no podría caerse. Ahora ni siquiera tenia que esforzarse demasiado en ocultar sus pensamientos, salvo aquella luz pura y consmento para expresarla había pasado para siempre, como uno de esos resultados negativos que resuenan mucho más allá de sí mismos, Kit se sentía como la primera vez que había montado en bicicleta, dejánnifestación de condolencia por Webb, comprendiendo que el mo

– Gracias, señor.

– No me lo agradezca. Conviértase en el próximo Edison.

El hombre estaba allí sentado con una sonrisa de satisfacción, con__gún día, cuando se sostuviera a la distancia apropiada, provocara la muerte por luz concentrada. Y debería haber dicho Tesla, no Edison.fiado en su poder indiscutible, incapaz de imaginar cómo todo lo que creía que le protegía se acababa de convertir en cristal, un cristal que, si no había saltado hecho añicos todavía, había adoptado la forma de una lente que prometía un examen cercano e implacable, o puede que al

Kit se encontró en el Andén 14 de la Grand Central Station con el tiempo justo para subir al tren de las 3.55 de vuelta a New Haven, sin tener ni idea de cómo había llegado hasta allí, pues, según parecía, im____________________tesalas institucionales.vés de la ciudad sulfurosa salvando posibles contratiempos como el fallo de los frenos de un tranvía, el asalto a mano armada, los perros rabiosos o los policías sin sobornar, hasta llegar indemne a este exprés atestado y listo para partir. Había quienes siempre tenían un hogar al que volver; Kit tenía puertas de embarque, muelles, torniquetes, anpulsado por los reflejos de un caballo de calesa, había caminado a tra

Todavía no sabía si había conseguido algo o si simplemente aca_baba de poner su vida en peligro. De vuelta en Pearl Street, los dos Vibe estaban sentados con brandis y puros.

– Es difícil hacerse una idea precisa sobre ese chico -opinó Foley-. Espero que no tengamos a otro Rojo en el armario como su viejo.

– Sin embargo, nuestro deber sigue estando muy claro. Hay cen____________________nos que…, Walker, ¿me he perdido algo?, no nos estaremos volviendo un punto blandengues, ¿verdad?tativas de esa basura de Rojos para ensuciar nuestros nombres. A meben ser eliminados, allá donde se encuentren. No hay otra opción. Los pecados del Traverse padre están bien documentados: una vez que salieron a la luz, pasó a tener los días contados. ¿Plantearnos reservas morales, en una guerra de clases, en el momento de ir a por nuestros enemigos? Llevas lo bastante en este juego para saber lo poderosas que son las alas bajo las que nos refugiamos. Qué inmunes somos a las tenblica -una vibración de oratorio penetró la voz de Scarsdale- que detenares de estos abscesos supurando en el cuerpo de nuestra Repú

Como Scarsdale no era la única voz a la que Foley tenía que aten__cente habano.der, pecó, como siempre, de apaciguador. Sostuvo en alto su incandes

– Si encuentra un punto débil, utilícelo para apagar esto encima.

– ¿Qué nos ha pasado, Foley? Antes éramos unos tipos espléndidos.

– El Paso del Tiempo, ¿qué puede hacer nadie frente a eso?

– Demasiado fácil. Eso no explica la extraña furia que siento en mi corazón, este deseo de asesinar a todos los malditos socialistas y to_dos los demás izquierdistas sin más piedad que la que tendría con un microbio letal.

– A mí me parece sensato. Y no puede decirse que no nos haya_mos manchado las manos de sangre.

Scarsdale se asomó por la ventana a un paisaje urbano que en el pasado había sido límpido, pero que con los años se había ido poblan_do de defectos.

– Eso quería creer. Incluso sabiendo que mi propia semilla estaba condenada, quería que el argumento de la eugenesia fuera erróneo en algún punto. Al mismo tiempo, codiciaba la herencia sanguínea de mi enemigo, que imaginaba sin contaminar; quería esa promesa, esa pro_mesa sin límites.

Foley fingió que entornaba los ojos debido al humo del puro.

– Una verdadera actitud cristiana -comentó por fin, en un tono tan uniforme como le fue posible.

– Foley, la cháchara religiosa me pone tan nervioso como a cual_quier pecador. Pero es una pesada carga que te digan que los ames, aunque sepas que son el Anticristo en persona y que nuestra única salvación es tratarlos como es nuestro deber.

El estado de ánimo de Foley distaba de tranquilo porque esa ma____________________to de prender y estallar en cualquier momento, ofreciendo un blanco bien visible para las balas de cañón del otro bando, que continuaban cayendo, zumbando espantosamente, sin pausa…mientos muy alejados de los límites sombríos del pequeño estadio. Se había sentido oprimido por la inminencia del funesto destino, del compromiso suicida de la infantería del que nadie podría librarse. Un montón de explosivos que había allí cerca, una desvencijada caja de madera con obuses y la munición empezaron a arder sin llama, a punñana se había despertado tras tener una pesadilla recurrente sobre la Guerra de Secesión. La batalla se libraba en una zona no mayor que un estadio de atletismo, aunque se hubieran concentrado allí miles y miles de hombres. Todo era marrón, gris, humeante, oscuro. Había empezado un prolongado intercambio de artillería, desde emplaza

– Aquélla no era mi guerra -decía Scarsdale-. Tanto da; en cual____________________paces de reconocer la mano del Maligno?yectado sobre nuestra propia comprensión para que ya seamos incaquino y sucio como lo suyo. Oh, Señor, ¿por qué nos has pedido que los amemos, qué prueba del espíritu es ésta, qué oscuridad se ha protruir nuestras vicias, cuanto amamos, hasta que todo se vuelva tan meztros mejores hombres, bombardean nuestras ciudades y su objetivo es despojarnos de los bienes que tanto nos han costado, dividir y subdividir entre sus hordas nuestras tierras y nuestras casas, destruirnos, desblan un revoltijo de idiomas extranjeros, sus ejércitos son los putos sindicatos de trabajadores, su artillería es la dinamita, asesinan a nuesllas de Homestead, Coeur d'Alêne, las San Juan. Estos comuneros haquier caso, era demasiado joven para valorar lo que estaba en juego. Mi guerra civil todavía estaba por llegar. Y ahora estamos aquí, en una batalla sin tregua, sin atisbar el fin. La Invasión de Chicago, las bata

»Estoy muy cansado, Foley, llevo demasiado tiempo luchando en estas aguas ingratas, soy como un bajel aislado, solo en una tempestad que no se calmará, nunca. El futuro pertenece a las masas asiáticas, a las bestias paneslavas, incluso, que Dios nos ayude, a los engendros ne__tir. Hemos de hundirnos bajo esas mareas. ¿Dónde está nuestro Cristo, nuestro Cordero?, ¿y la Promesa?gros y hormigueantes del África interminable. No, no podemos resis

Al ver tanta inquietud, Foley pretendió consolarlo:

– En nuestras oraciones…

– Foley, ahórrame esos comentarios, lo que tenemos que hacer es empezar a masacrarlos en cantidades ingentes, es lo único que ha fun__do el pueblo del Señor está en peligro, ya se sabe lo que exige.cionado. Todas esas mentiras (que si «igualdad», que si «negociación») no han sido más que una cruel farsa, cruel para ambos bandos. Cuan

– Golpear.

– Golpear pronto y a menudo.

– Espero que no haya nadie escuchando.

– Dios escucha. En cuanto a los hombres, no me da ninguna ver_güenza lo que hay que hacer. -Una extraña tensión había aparecido en sus rasgos, como si intentara contener un grito de entusiasmo-. Pero tú, Foley, pareces casi, casi nervioso.

Foley se lo pensó un momento.

– ¿Mis nervios? De acero. -Volvió a encender su puro, sin que tem_blara la llama de la cerilla-. Preparados para lo que sea.

Consciente de la creciente reticencia del Otro Vibe a dar crédito a los informes del exterior, Foley, que solía moverse por fuera y creía tener un buen conocimiento de las cosas, primero se lo tomó a mal, luego se alarmó y finalmente acabó considerando que esos días más valía callarse. La sede central de Pearl Street parecía cada vez más un castillo rodeado de un foso, y Scarsdale un gobernante aislado entre los ecos de sus propias fantasías, con un brillo en los ojos que ya nada te_nía que ver con el viejo fulgor sincero y codicioso. La llama se había extinguido, como si Scarsdale hubiera acumulado todo el dinero que le importaba y ahora su biografía avanzara por otros derroteros, hacia la intervención en el vasto mundo que él creía entender pero al que, hasta Foley se daba cuenta, ya no sabía, tal vez fatalmente, ni siquiera plantear las preguntas apropiadas. ¿A quién se lo podía confiar Foley?

¿A quién? Al menos, con el tiempo se había serenado lo bastan____________________linos del reciente orden en el poder.blicanos perseguían a los indios de las llanuras, a los huelguistas, a los inmigrantes rojos, a cualquiera que no fuera grano dócil para los motonces su propia espantosa inercia, a medida que los victoriosos repucer negocios como Scarsdale Vibe, se dejara arrastrar por el deseo de una cruenta masacre sin restricciones, la tenebrosa promesa revelada a los americanos durante la Guerra de Secesión, que obedecía desde enricana de la bahía de Massachusetts o Utah, de hombres virtuosos que creían que era Dios el que les susurraba al oído en los momentos más amargos de la noche, y que Dios ayudase al que sugiriera otra cosa. Sus propias voces, que nunca habían pretendido ser de quien no eran, le recordaban a Foley su misión: impedir que el Foley sustituto, al haros y chinos, sino más bien, pongamos, en la moderada tradición ameflexionaba llegaba a la misma conclusión. No se trataba de nada que le espantara, aunque requería cierto esfuerzo acostumbrarse a ello: tal vez no una matanza en la escala descabellada y sangrienta de búlgate para analizar cuál podría ser el peor desenlace, y cada vez que re

– Hay un límite muy fino -había insinuado el magnate un día- en_tre matar sólo al viejo anarquista y eliminar a la puta familia entera, y todavía no estoy seguro de qué debería hacer.

– Ahí fuera son miles, y hasta ahora hemos cumplido nuestra par__renciarlos?te -dijo Foley desconcertado-. ¿Para qué molestarse siquiera en dife

– Ese chico, Christopher, por ejemplo. Es distinto.

Foley no era un ingenuo. Había estado en Cooper Square y el Tenderloin, y pasado una noche, tal vez dos, en locales donde hom____________________pravación de la ciudad, si no hubiera sido por el deseo. Que no sólo era real sino maban entre sí; y eso habría sido tan sólo un ejemplo más de la debres bailaban con hombres o se emperejilaban como Nellie Noonan o Anna Held y cantaban para las multitudes de «nenas», como se llademasiado real para pasarlo por alto. Foley, al menos, ha_bía llegado hasta ahí, había aprendido a no despreciar el deseo de otro hombre.

Sin duda, traer a Kit aquí, sacándolo de la miseria rocosa de las San Juan, había sido un acto de rescate, algo así como atraer a la fe cristia____________________sultaría el más barato, era de esos tipos que se dan por satisfechos con un premio modesto que nunca habían esperado llevarse».nas de Colorado. Reef, «al que, de hecho, no se había visto durante un tiempo… Otro jugador ambulante; aparecería tarde o temprano y rería un estipendio mensual para ella y Lake. A Frank se le ofrecería un empleo muy bien pagado cuando se licenciara en la Escuela de Mitar. Así que la razón, o lo que pasaba por tal en Pearl Street, entró en juego, lo que dio lugar a un plan para la familia entera. Mayva recibina al hijo de un salvaje asesino que uno se había visto obligado a ma

Pero una voz, diferente a las otras que hablaban a Foley, había em_pezado a interpelarle y persistía:

– Alguien podría llamar a esto corromper a ¡a juventud. No le bas__viosa e intrigante ante una conciencia debilitada?taba con pagar para que asesinaran al enemigo, sino que tenía que corromper también a los hijos de la víctima. Sufriste en la batalla de Wilderness y luego, en Cold Harbor, te debatiste tres días entre dos mundos, ¿y te salvaste para esto?, ¿para esta servidumbre mezquina, ner


En el viaje en tren al este, Dally evitó a los demás pasajeros, pues como enseguida pudo comprobar, no había nada más atractivo que los trayectos ferroviarios para los cowboys poetas que, junto a timadores, mujeres de la vía y carteristas, pululaban esos días por todos los tre____________________jaban a grandes zancadas; el sueño se deslizaba dentro como un gas irresistible y aquellos poetas del Salvaje Oeste seguían delirando.dos y públicos, en marcha y parados, esos pájaros satisfacían apetitos y llenaban estómagos. El café se helaba en las tazas. Los malvados con ganas de hacer de las suyas se acobardaban, se daban la vuelta y se aleparente adornados de terciopelo y en los coches restaurantes, privase hora tras hora ante todo lo que pasaba, presentándose como «Raoul» o «Sebastian», charlando con las jóvenes esposas de las praderas que iban a visitar a sus maridos, cuyos nombres apenas se mencionaban, o bien regresaban tras haberlos visitado. En los vagones con techo transnes al oeste de Chicago. Viajaban en los vagones salón, maravillándo

Ver Chicago otra vez: no es que nadie se lo preguntara, pero si lo hubieran hecho, ella no habría sabido describir sus sentimientos con claridad, y además tampoco tuvo demasiado margen de tiempo en el transbordo de trenes para ver gran cosa. En algún rincón de su cabe____________________lla blos de todo el mundo. Se asomó por la ventanilla, con la esperanza de captar algún atisbo de su Ciudad Blanca, pero sólo vio la ciudad diurna oscurecida, y comprendió que se había producido un proceso inverso, que la ciudad no fermentaba sino que se condensaba en aquese con cierta gracia. Al atravesar la urbe, hasta Union Station, se vio aturdida por la inmensidad, la acumulación de estilos arquitectónicos, que se aceleraban, ascendiendo hasta los rascacielos que se levantaban en su corazón mismo. Había algo que le recordaba los pabellones de la Avenida de la Exposición, con aquella caótica mezcolanza de puesado junto al Lago, en Jackson Park, habría seguido un proceso similar al de la levadura en el pan y provocado que la ciudad entera florecieza imaginaba que, dado que la Ciudad Blanca había existido en el pagravedad pétrea.

Por fin en Nueva York, se apartó del tráfico, mientras miraba las sombras de los pájaros desplazándose sobre las paredes iluminadas por el sol. Nada más doblar la esquina, en la gran Avenida, carruajes de dos caballos, curvilíneos y suntuosos como lechos de cortesanas en una no____________________nado que se trataba de dos especies distintas que tenían poco que ver…yectaban sobre las caras una penumbra femenina tan atractiva como el maquillaje y los afeites. Un visitante llegado de lejos casi habría imagilidas… En contraste, las mujeres iban ataviadas con colores más claros, volantes, solapas chillonas, sombreros de terciopelo o paja salpicados de flores artificiales, plumas y cintas, con alas anchas angulosas que prolucientes sombreros de copa, proyectando sombras que parecían casi sógible del mediodía que cubría la ciudad, sacando destellos de luz de revela romántica, avanzaban con los corceles pisando cuidadosamente en simetría especular. Las aceras estaban atestadas de hombres con trajes negros y cuellos altos de un blanco inmaculado, en el resplandor tan

Cuando llegó la hora de comer en su primer día en la Ciudad, Dally fue a un restaurante. Era un local animado, con brillantes azu____________________tes recogiendo los platos y poniendo nuevos cubiertos.gras, y el pelo cuidadosamente recogido, que se movían por todas parbajo de las cuales, supuso ella, estaba el motor. No veía escupideras, ni fumadores de puros ni tampoco manteles, aunque las superficies de mármol de las mesas eran mantenidas escrupulosamente limpias por chicas con vestidos blancos con cinturones y pequeñas pajaritas neño racimo de bombillas eléctricas, todas con su pantalla de cristal, decaudación de fondos de la cocina casera americana. En los vasos de agua esperaban enrolladas servilletas limpias. Junto a cada larga mesa había un poste con un ventilador eléctrico girando en lo alto y un pequelejos blancos casi por todas partes y bandejas de plata tintineando contra la vajilla gruesa. El inconfundible olor a banquete social de re

– ¿Buscando empleo, cariño? La señora Dragsaw, aquella de allí, es a quien tienes que ver.

– Bueno, sólo buscaba mi comida de hoy.

– Sírvete tú misma, ¿ves esa fila de allí? Si me necesitas para algo, me llamo Katie.

– Yo soy Dahlia. Eres del sur de Ohio, me parece.

– Sí, de Chillicothe. ¿Tú también?

– No, pero he pasado por allí un par de veces, bonita ciudad, ha_bía muchos cazadores de patos, creo recordar, ¿no?

– Cuando no eran patos, eran urogallos. Mi padre solía llevarnos siempre de caza. Se trataba básicamente de esperar y helarse, pero ahora, mira, lo echo de menos. Todo el mundo por aquí es vegeta_riano, claro.

– Ay, pobre de mí, se me hacía la boca agua por un buen trozo de esa carne de buey.

– Los guisos no están mal del todo… ¿tienes algún sitio donde alo_jarte, Dahlia?

– Lo estoy buscando, gracias.

– Esta ciudad es un lugar resbaladizo, te lo aviso. Ándate con cui_dado.

– ¡Katie!

– Vaya, hoy tiene chinches entre las faldas. Bueno, ya sabes dónde encontrarme.

Se retiró perdiéndose en el brillo higiénico del interior del esta_blecimiento.

Dally encontró un modesto hotel para jóvenes damas cuyo pre____________________citurna en ber trabajado como aprendiz de afinador de órganos, un empleo en el que no duró mucho debido, hasta donde suponía, a su carencia de pene, vio casualmente a Katie saliendo de un callejón con una expresión tacio no devoraría demasiado rápido su peculio, y se dispuso a patearse el asfalto buscando empleo. Un día, en el barrio de los teatros, tras hael rostro.

– Un rechazo más -murmuró Katie-. A este paso, ¿cómo voy a ser la nueva Maude Adams?

– Vaya, lo siento. Acaba de pasarme lo mismo.

– Esto es Nueva York. La falta de respeto se inventó aquí. Pero ¿por qué tienen que preocuparse tanto por la edad de una chica?

– Así que eres… actriz.

– Si me paso los días laborables limpiando mesas en el Brauhaus, el restaurante vegetariano de Schultz, ¿qué otra cosa podría ser?

Un par de días más tarde, estaban en un local de chop suey en Pell Street, hablando de trabajo.

– ¡Modelo de artista! -exclamó Dally-, ¿de verdad? ¡Es tan román_tico, Katie! ¿Por qué no lo aceptaste?

– Sé que es trabajo y que debería haberlo aprovechado, pero siem_pre he soñado con los escenarios.

Había formas peores de ganarse la vida en esta ciudad miserable, mucho peores de lo que nadie podría imaginar, le aseguró Katie.

Aparte del chop suey, que estaba muy de moda entre los adinera____________________bían vino de pera, rodeados por docenas de blancos vestidos con ropa cara que engullían bandejas gigantescas de chop suey y que, a veces sin mucha educación, no paraban de pedir más.genes de murciélagos por toda la sala. Los clientes habituales comían sentados aleta de tiburón, lombriz marina y jamón aromatizado, y beliario de ébano. Linternas, banderines de seda, dragones dorados e imácahuete y posiblemente de opio, haciendo ondear las cintas colgantes de papel rojo que mostraban el menú del día en caracteres chinos. Había serrín por el suelo e incrustaciones de madreperla en el mobidos, el local olía a comida de verdad. Los ventiladores de madera del techo giraban despacio, agitando el humo del tabaco, el aceite de ca

Entró una banda de jóvenes chinos, todos al paso, silenciosos, con trajes oscuros americanos y el pelo engominado, con las patillas muy rasuradas o inexistentes, que se dirigieron hacia la trastienda del esta__ción su desatenta charla.blecimiento mientras los clientes acaudalados proseguían sin interrup

– Son los chicos de Mock Duck -susurró Katie-, Los de verdad. No los imitadores de tres al cuarto con los que te relacionarás.

– Si consigo el empleo -le recordó Dally-, ¿Seguro que no lo quie_res tú? ¿Aunque no sea en un escenario?

– Querida, tú eres exactamente lo que están buscando.

– Ojalá eso sonara más tranquilizador, Kate. ¿Tú qué les dirías?

– Oh…, más bien dejaría caer que tienes algo de experiencia como actriz, ¿es así?

– Ja. Sí, con los sheriffs y los cobradores de impagados, tal vez.

– Pues éste es peor sitio.

Cuando la numerosa clientela empezó a disminuir, dijo Katie:

– La matinal empieza dentro de un par de minutos. Vamos, iremos por el atajo.

Tomó a Dally del brazo y la condujo hacia la salida trasera. Los hombres de Mock Duck se habían desvanecido. Fuera, las chicas re__nos y recaderos diurnos, guiadas al poco por los oportunos gritos que, desde más adelante, profería una atractiva joven rubia americanacorrieron varias calles estrechas entre la agitación de comerciantes chi en déshabillé, forcejeando con dos matones locales, quienes, al parecer, que_rían arrastrarla hasta una tapa de alcantarilla.

– Esa es Modestine. Tiene que tomarse, digamos, unas breves vaca_ciones, y tú la sustituirás.

– Pero ellos son…

– Son actores. La trata de blancas como negocio sólo se recomien_da a aquellos que se crecen ante las dificultades sin fin. Aquí es. Saluda de mi parte al señor Hop Fung.

Hop Fung, vestido de negro de pies a cabeza, las miró con el ceño fruncido y empezó a mascullar algo en chino.

– Eso significa hola -susurró Katie.

El emprendedor Celestial había empezado su carrera como un corriente recadero o guía turístico, pero Chinatown quedaba dema____________________do para adivinar qué captaría la imaginación del mirón occidental.te, pues por aquel entonces su despacho era un fumadero de opio junto a Pell Street) breves melodramas que mostraban un instinto muy aguvos del negocio del espectáculo, y al poco empezó a soñar (literalmensiado cerca del Bowery para que no se sintiera tentado por los atracti

– ¡Historias de chop suey! -informó a Dally y Katie-, ¡A monto_nes! ¡Calientes y picantes! ¿OK? ¡Empiezas mañana!

– ¿Sin hacer ninguna prueba? -preguntó Dally, y sintió que Katie le tiraba de la manga.

– Un pequeño consejo -murmuró Katie-, si es que tienes claro que quieres entrar en el negocio…

– ¡Pelo rojo! ¡Pecas! Con esa prueba basta. ¡OK!

Y así fue como Dally entró en la industria de la simulación de tra____________________da demo gitano con Merle le habían hurtado… Cada mañana subía al Tren Elevado en la Tercera Avenida, tomaba café en una carreta aparcada bajo las vías y paseaba hasta la oficina de Hop Fung para revisar la agengunos de sus casi incomprensibles signos y códigos, una región de la vida oculta, esa vida secreta de las ciudades que los años de nomadista de blancas y en los túneles de Chinatown, y empezó a aprender al comediettas, que solía variar de un día para otro, teniendo cuidado cuando se acercaba a la esquina de Mott con Canal de mirar arriba y abajo y a los lados, pues ahí se encontraba la sede de una banda chi_na, la tong de Tom Lee, los On Leong, y procurando mantenerse ale_jada de Doyers Street, que era una especie de tierra de nadie entre los On Leong y su tong rival a muerte, los Hip Sing, que tenían su cuar____________________pó Pell Street. No había manera de saber cuándo ni dónde estallarían las desavenencias armadas, aunque Doyers parecía el campo de batalla preferido, y la curva que describía el centro de la calle se conocía como «el ángulo sangriento».dió el dormitorio de los On Leong en el número 18 de Mott y ocubían empezado a pelearse en serio alrededor de 1900, cuando el ruin pistolero Mock Duck llegó a la ciudad y atacó a los Hip Sing, incentel general en la esquina de Doyers con Pell. Las dos organizaciones ha

A esas alturas, se había mudado con Katie, que vivía en pleno barrio irlandés del centro, entre las paradas del Tren Elevado de la Tercera y la Sexta Avenidas. Al cabo de un par de semanas ya tenía visitantes de la ciudad que la admiraban, asombrados y boquiabiertos, desde sus carruajes turísticos con asientos, acompañados por damas de fuera de la ciudad que aferraban sus sombreros como si las agujas no cumplieran la función que tenían asignada. Los vecinos del barrio, que podían o no formar parte del espectáculo, se quedaban quietos como en un tableau vivant, sin hacer el menor ademán de intervenir.

– ¡Oh, malvados! -gritaba Dally. Y-: ¡Soltadme! -Y-: ¡Si vuestras madres lo supieran!

Ante lo cual, sus secuestradores se limitaban a sonreír y carcajear_se más repugnantemente, arrastrándola hacia el ineluctable agujero de hierro de la calle. Cuidándose, eso sí, de recoger para usos posterio__pectáculo.res cualquier pieza «arrancada» del atuendo de la víctima, piezas que, de hecho, se hilvanaban por encima antes de cada actuación para que se separaran a propósito y añadieran un elemento «picante» al es

Corrió la voz. Todo tipo de empleados del mundo del espectácu____________________tas chinos se movían a su alrededor con impaciencia, esperando para preparar la siguiente función.zá poco atenuado de su sombrero matinal aguamarina hizo que Dally se equivocara en un par de frases, aunque nadie se dio cuenta. Después fue a verla con una timidez desacostumbrada, mientras los tramoyisble empresario teatral R. Wilshire Vibe, siempre a la búsqueda de nuevos talentos, que llevaba semanas dando vueltas por Chinatown. A veces se presentaba disfrazado, encarnando su concepto de lo que era un trabajador corriente, que incluía polainas y corbatas a medida de Londres, aunque al poco recuperó su propio estilo, y el brillo quilo se acercaron a observar la actuación de Dally, incluido el infatiga

– Estoy pensando en incluir un número como éste en un próximo proyecto, Los correteos de Shanghai, y puede que haya un papel para ti.

– Ajá. -Ella miró a su alrededor para ver quién andaba cerca, por si ese tipo resultaba ser el pelmazo habitual con el que se topaba cual_quier chica en Nueva York cada minuto y medio.

– Se trata de algo enteramente serio -le dijo entregándole su tar_jeta-; pregúntale a cualquiera de este mundillo. O date un paseo por Broadway, veris dos o tres de mis pequeñas producciones en teatros con todo vendido. La pregunta que importa en este momento es: ¿tienes contrato aquí?

– Firmé algo, pero estaba en chino.

– Para variar. Pero, bien mirado, la lengua china es de una simple____________________rida, lo arreglaremos.táculo corrientes y molientes en inglés. Nada de que preocuparse, queza inocente en comparación con los contratos del mundo del espec

– Ya, aquí viene mi socio, el señor Hop Fung, y debo apresurarme, me alegro de haberle conocido.

Estuvo a punto de tenderle la mano como imaginaba que haría una actriz, pero se sobresaltó al ver que aquel petimetre se ponía a hablar en lo que parecía auténtico chino. Hop Fung, que casi nunca cam____________________ma persona.sa tan deslumbrante que por un momento ella dudó que fuera la misbiaba su expresión multiuso con el ceño fruncido, esbozó una sonri

Poco después, empezaron a llegar misteriosamente cantidades in____________________bres de laspido de lo que se tardaba en decir «chop suey», chapurreando a toda prisa en aquella incomprensible jerga suya. Jóvenes y siniestros homtasía sobre el escenario. De repente, había miembros de las bandas chinas entrando y saliendo por puertas y tapas de alcantarillas más rágentes de dinero para la producción, habitualmente entregadas en forma de oro. Se amplió el reparto y se añadieron más efectos de fan tong con cotas de malla bajo sus trajes occidentales apare_cían corriendo, esquivando tiros y disparando con sus revólveres del calibre 44, y el humo no tardó en dotar a la escena de una vaporosa y pintoresca imprecisión. Los caballos, ya amaestrados, retrocedían y relinchaban. Una pequeña escuadra de policías corría por Pell Street hacia la escena, mientras otro grupo, supuestamente en nómina de la tong rival, irrumpía por Mott agitando sus porras, y ambos grupos se topaban en la esquina, donde, porras en ristre, discutían sobre quién tenía jurisdicción sobre el delito, el cual, por descontado, proseguía pese a todo. Los cascos con forma de glande caían y rodaban por los canalones.

En ese momento ocurrió una cosa curiosa. Como si esa costosa simulación se hubiera derramado de algún modo sobre «la vida real», la guerra auténtica de las tottg se recrudeció en el barrio, y se oían dis____________________ticinco centavos. Doyers Street se sumió en una escalofriante miasma de silencio.ban en sensibles artistas en cuanto veían peligrar su propia seguridad. A Hop Fung se le vio reventando a puñados cápsulas de opio de veinnas de Chinatown, a menos que quisieran sufrir percances; y el papel de Dally en la trata de blancas parecía cada vez más precario. Colegas que Dally había tenido por mezquinos y feos mafiosillos se tornavirtió a los turistas adinerados que era conveniente evitar ciertas zoparos por la noche; Mock Duck apareció en persona por la calle en su conocida postura de peonza en cuclillas, disparando dos revólveres a la vez en todas direcciones, mientras se destrozaban carretillas de mano con verduras y los transeúntes se tiraban al suelo para cubrirse; se ad

– Tal vez debería buscar otro trabajo, Katie, ¿tú qué crees?

– ¿Qué es de tu viejo amigo R. Wilshire Vibe?

– No sabría decirte si iba muy en serio.

– Oh, R.W. es tan serio como cualquier otro -la tranquilizó Ka__sonalmente a más de una chica que lo ha pasado mal, incluida nuestra querida Modestine.tie-, pero éste es un mundo volátil, por no decir impío, y conozco per

– Sus vacaciones…

– Oh, hija. En el interior del estado hay granjas para cosas así, y a veces a esta chusma de ricos le resultan más baratas que contratar a un matón para que tire a la chica al río. Moddie se libró por suerte.

– Pues muchas gracias por meterme en esto, Katie.

– No estoy hablando de los chinos, que son unos caballeros de pies a cabeza; sus líos se quedan siempre entre los de su raza. Fue Moddie la que eligió dejar ese entorno caballeresco por las junglas crueles de los blancos acaudalados.

– Bueno, supongo que de todos modos me pondré el salacot y cru_zaré la ciudad.

– Si te enteras de dos empleos…

Dally encontró a R. Wilshire en su despacho de la Veintiocho Oeste. A través de las ventanas abiertas, desde todos los puntos de la calle llegaba el estrépito de lo que sonaba como una orquesta entera de pianos de salón.

– Horroroso, ¿verdad? -R. Wilshire la saludó alegremente-. Día y noche, y ni uno solo de esos benditos instrumentos está afinado. Lo llaman el Callejón Tin Pan.

– Le imaginaba más bien del tipo de los que trabajan en salones de mármol.

– Tengo que permanecer cerca de las fuentes de mi inspiración.

– Se refiere a robar cuanto pueda -dijo risueño un hombre cor_pulento y canoso con un traje de cuadros de color magenta ácido y azafrán, que cargaba con lo que parecía un saco de huesos para la sopa.

– Anda por aquí buscando números con perro libres de derechos -explicó R.W.-. Con McVeety, saluda a la señorita Rideout.

– También busco una chica pasacarteles -dijo Con.

– ¿Una qué?

– Me dedico al vodevil, mira. -A espaldas de Con, R. W. hacía fre____________________ros. Boca arriba, si es posible.tener en alto los rótulos impresos que introducen los distintos númenéticos gestos con el pulgar hacia abajo-. No le hagas caso, es pura envidia. Necesito a alguien presentable que no beba y que sepa sos

– McVeety -murmuró R.W.-, ¿se lo dices tú o yo?

Resultó que la desgracia de Con, objeto de maravilla en todo el mundillo del espectáculo, consistía en su talento para encontrar los peores números de la ciudad, números que recibían no sólo el recha__nía por costumbre merodear entre bastidores, esperando la fatídica aparición del zo sino la prohibición permanente incluso en la menos prometedora de las Noches de Aficionados del Bowery, durante las cuales Con te«Gancho», que, a petición del público, sacaba al actor del escenario, y a menudo fue capaz de contratar a artistas antes de que ese instrumento llegara a entrar en contacto con sus personas, haciéndo__do, fumaderos de opio de Mott Street, hasta que alguien le aclaró que los opiómanos se entretenían solos.los actuar de inmediato en locales tan dudosos como lavabos públicos, trozos de acera delante de bares ilegales e incluso, por un breve perio

– Tengo entendido que la situación de Chinatown se vuelve más peligrosa por momentos -dijo R.W-. Pero tendrías que estar muy desesperada para trabajar con un tipo de esta calaña.

– Estos magnates de las operetas ligeras han perdido la magia -fin_gió confesar Con-; el Bowery sigue siendo el verdadero corazón del mundo del espectáculo americano.

– Ojalá tuviera algo para ti -se encogió de hombros R.W.-; en cuanto mejoren los ingresos, tal vez…

– Se refiere a que te llamará en cuanto algún corredor de apues_tas se descuide la caja con el dinero -Con se rió entre dientes-. Yo te pagaría siete cincuenta a la semana, en efectivo y por adelantado.

– Lo mismo que cuesta sobornar a un policía novato -dijo Dally-. Creía que aquí estábamos hablando de Arte.

Los otros dos pares de cejas del despacho subieron y bajaron, y pue_de que siguiera un momento de silenciosa discusión. En cualquier caso, Con rompió el silencio proponiendo «¿Diez?», y se cerró el trato.

En esta fase de su carrera, Con apenas salía adelante cada semana con los ingresos de un fallido museo de rarezas adquirido a cambio de una canción, y cuyo llamativo rótulo de la fachada había rebautizado como mcveety's theatre. Como los anteriores propietarios se ha____________________locó en el vestíbulo de su Teatro. «Hace que los espectadores entren en el ambiente antes de que empiece el espectáculo, ¿sabes?»vaje Australiana enjaulada del tamaño de una rata de alcantarilla a la que nadie quería ni acercarse, y demás. Con reunió todo aquello en una elegante exposición que denominó la Zarzuela de Rarezas, y la codiente certificado de autenticidad, a pesar de haber pasado desde Little Big Horn por una odisea de mercadillos de segunda, entre los que se contaban los de México y el Lower East Side; una Cucaracha Salcas anteriores a la invención de la salmuera tal como la conocemos hoy; un Bebé de Marte; la cabellera del General Custer, con su corresponbían desvanecido con cierta premura, se dejaron olvidados azarosos objetos del inventario: los habituales perros bicéfalos en tarros y los cerebros en conserva de notables figuras de la historia, algunos de épo

Consternada, Dally no tardó en darse cuenta de que se necesita__fícil, teniendo en cuenta que el público se impacientaba con la letra impresa, aparte de estar poco familiarizado con ella; al cabo de un tiempo, Con le permitió hacer breves discursos en los que describía, todo lo bien que podía, qué iban a presenciar. Entre los talentos que salían al escenario todas las noches estaba el Profesor Bogoslaw Borowicz, que presentaba lo que denominaba «Espectáculos sobre el Suelo», que, debido a su defectuoso dominio del idioma americano, resultó ser una serie de literalesba algún tipo de incentivo. Su trabajo como chica pasacarteles era di exposiciones de suelos, casi siempre frag____________________tas de la narcolepsia que dominaban nes de matemática avanzada sobre las que el Profesor se alargaba con una extensión pasmosa; también había «amaestradores» de animales disecados cuyo repertorio de «trucos» tendía a lo rudimentario; artismentos, arrancados y robados de diversos lugares de la ciudad -el Steeplechase Park, la Grand Central Station, el McGurk's del Bowery («… verán interesantes texturas de escupitajos de tabaco y serrín…»)-, o extraños teselados de obras de demolición que planteaban cuestioel difícil pero muy poco apre____________________solver la clásica contingencia urbana de la típica caja fuerte de acero que se desengancha en mal momento de una ventana de un piso alto y cae a la cabeza de un desafortunado transeúnte.dos veían que nunca podrían ponerse a prueba en ningún marco temporal, salvo la eternidad, y, con extraña frecuencia, sombreros, en especial El Fenomenal Doctor Ictibus y su Sombrero Deflector de Cajas Fuertes. Este ingenioso ejemplo de tocado se inventó para requinas de movimiento perpetuo que incluso los públicos más distraíventos: zapatos que levitaban, duplicadores de billetes de banco, máciado arte de quedarse dormidos de pie, lo que a los tres minutos, a veces antes, hacía que el público, aunque estuviera muy cargado de opio, forcejeara por buscar las salidas; e inventores locos con sus in

– Teniendo en cuenta que cualquier masa concentrada es de he____________________jar cualquier caja fuerte que ustedes, damas y caballeros, tengan a bien señalar, ytura normal, transmitiendo al portador tan sólo el más trivial de los vectores resultantes, un leve golpecito en la cabeza como mucho, y desviará inofensivamente la caja hacia el bordillo más próximo. Éste es mi ayudante Odo, que estará encantado de preparar, levantar y arrogistrada en la Oficina de Patentes de Estados Unidos, que, incorporada a un apropiado diseño de sombrero, soportará la carga del impacto de cualquier tipo conocido de caja de caudales que cayera desde una alficie exacta, definida por un tensor métrico o, digamos, ecuación, recho una distorsión local del espacio mismo, resulta que hay una super aplastarla sobre mi cabeza, ¿no es así, Odo?

– ¡Unnhhrrhhh! -respondía Odo, con un ardor que algunos ha__nero para abrir su propio museo de rarezas, tal vez en un barrio un poco más adinerado; ambos adoptaron la costumbre de tomarse un café juntos después de la última actuación vespertina.brían considerado innecesario, aunque friera del escenario a Dally le parecía un joven educado y bien hablado, que intentaba ahorrar di

De vez en cuando, entre las caras sin afeitar y las cabezas con gorras de visera, Dally atisbaba a R. Wilshire Vibe, siempre en compañía de jóvenes aspirantes a actriz o, como R.W. prefería llamarlas, 'figurantes'.

– Sólo he venido a echar un vistazo -saludaba a Dally-, no me he olvidado de ti, ¿has visto ya Travesuras africanas? Es una revista de ne__lliams y Walker. Ten, toma un par de programas de mano.gros, básicamente un par de chicos que van a ser los próximos Wi Los correteos de Shanghai está casi lista, con la partitura escrita; ahora lo único que falta es alinear a todas las palomas en el alféizar de la ventana, por así decirlo.

Mientras tanto, Con había decidido montar una versión al estilo de Bowery del Julio César de William Shakespeare, que se titularía In_migrantes con cuchillos y para la cual Dally hizo una prueba en la que consiguió, para su asombro, el papel de Calpurnia, a quien Con ha__mada Elsie «Un Diente» y Liu Bing, la novia de un guerrerobía decidido llamar «señora César»; las principales rivales de Dally para el papel habían sido una cliente habitual de los bares ilegales lla tong que quería cambiar de trabajo y cuyo conocimiento del inglés, tanto del isabelino como del actual, resultó ser preocupantemente remoto. Sin embargo, después de rechazarla, Con recibió una visita de su novio y algunos colegas suyos, todos pertrechados con revólveres del cali__tiva sobre el reparto.bre 44 y hachas, visita que de repente dio a Con una nueva perspec

– Sólo eran un par de frases -se disculpó ante Dally-. Tú eres mu_cho mejor, qué duda cabe, pero así al menos sigo vivo. Supongo que podemos fingir que habla latín.

– Qué pena. Me gustaba esa historia de la llovizna de sangre so_bre el Capitolio.

– Bienvenida al negocio -le dijo Katie encogiéndose de hombros cuando Dally volvió a casa con el ceño fruncido-. Courage, mi que_rida Margarita Gautier, es sólo el primer acto.

– Mientras tanto -dijo aflojándose el corsé-, el tal Vibe celebra una fiesta el sábado por la noche y ha dicho que puedo llevar a una amiga. Probablemente no te interese, ya sabes, por la depravación de los ricos y todo eso…

– ¿Interesarme? ¿Lleva sombrero Lillian Russell? Es una historia completamente distinta, chica; veamos, Verbena me debe un favor, sé que podemos llevarnos prestado su vestido rojo de baile…

– Katie, por el amor de Dios.

– No, no es para ti, a ti te queda mejor el pelo caído, algo más, cómo lo llaman, más «ingénue»…

Fueron al centro a buscar vestidos de baile. Katie conocía a una costurera que trabajaba en un subsótano de los almacenes I.J. & K. Smokefoot y tenía contactos para conseguir conjuntos devueltos o re____________________tral de las Plantas luminosas y susurrantes.bles por todas partes, como espíritus laboriosos, a menudo separados tan sólo por unos centímetros, por cautelosos alientos, del bullicio tearos, mujeres que quitaban el polvo y recaderos que se movían invisinos piadosa que se extendía entre las paredes y bajo el departamento de gangas, poblada por el numeroso y silencioso regimiento de cajeras, fogoneros, pinches que envolvían paquetes, dependientas de pedidos, bordadoras, especialistas en plumas, mensajeros con librea, barrendete ilusorios preparados para las dientas del almacén y la topografía meseo de darse aires de grandeza, sino que más bien venía dictado por la necesidad de superficie de suelo para mantener rigurosamente tendido un velo que separaba dos mundos distintos: los espacios ingeniosamentrar y comprar. Pero el tamaño del establecimiento no se debía al demirar con los ojos desorbitados que un mercadillo real en el que ensitante de fuera que hubiera tenido la suerte de contemplarlo desde un lugar tranquilo le habría parecido más un monumento digno de adse imponentes, ocupando una manzana entera de la ciudad, a un vitero comprando. Casi completamente desprovisto de ornamentación en la fachada, con sus doce plantas de grisácea modernidad alzándoponer ninguna molestia a una dienta que quisiera pasarse el día enque no tan lejos de otros establecimientos de su tipo como para sukefoot estaba situado en la Milla de las Damas, lo bastante al norte como para evitar imputaciones de que la ropa estaba anticuada, auncién pasados de moda que podían comprarse tirados de precio. Smo

Como dos estatuas humanas de una representación arquitectóni____________________mediato a cualquier visitante sobre cuál es su sitio.ple presencia y porte de estas Columnas humanas informa casi de incilen cuando se apriete un remoto botón, tanto da, porque aquí, en I.J. & K. Smokefoot, sin que medie palabra y ni siquiera gesto, la simcia uno se sentía intimidado tanto para seguir adelante como para no hacerlo. Que el «gorila» engominado haga sus negocios en el Bowery, que las puertas eléctricas de las mansiones de la Quinta Avenida osníficamente uniformados, columnas vivientes ante cuya serena inertrada de la Sexta Avenida, a cuyos lados se apostaban dos porteros magpezaran a intercambiar los cumplidos de rigor, ajenas a la grandiosa visión que se alzaba sobre ellas, las jóvenes se dirigieron hacia la enca que hubieran cobrado vida por un corto espacio de tiempo y em

– Jachin y Boaz -dijo Katie esbozando una sonrisa, señalándolos con un gesto de la cabeza-. Los Guardianes del Templo, los Primeros Reyes de no sé dónde.

– ¿Tú crees que este par nos dejará entrar? ¿Y si no?

Katie le dio una palmada en el hombro.

– Es más fácil por aquí que por la entrada de los empleados, que_rida. Lánzales una mirada penetrante y esboza una sonrisa y, al pasar, no dejes de mirarlos de soslayo, como si estuvieras coqueteando.

– ¿Yo? Si soy una niña.

Por dentro era todo lo que no era por fuera: luminoso, ornamen_tado, barrido a conciencia, olor a perfume y a flores recién cortadas, un espacio vibrante de un chic condensado, como si se hubiera criba____________________ta que Katie la agarró del brazo.jeres especialmente a la moda y se las hubiera reunido a todas allí en este mismo instante. Dally respiró hondo, impregnándose de todo, hasdo a las multitudes de las avenidas cercanas para seleccionar sólo a mu

– Si no son más que un ramillete de espantajos, te lo digo yo.

– ¿Cómo? ¿De verdad te lo parecen?

– Bueno, ya que estamos, echemos un vistazo.

Subieron por la escalera mecánica Otis, un medio de transporte recientemente introducido que a Dally le pareció milagroso, incluso después de haberse hecho una vaga idea de cómo debía de funcionar. A Katie, que las había probado antes, ya no le impresionaban.

– Quedarse boquiabierta está bien, pero no demasiado, por favor, que estamos en Nueva York. Todo parece mucho más maravilloso de lo que es en realidad.

– Pero bien se ve lo lejos que estamos de Chillicothe.

– Muy bien, vale.

Dado que era su primera visita a unos grandes almacenes, Dally sufrió las habituales pequeñas humillaciones: tomar un par de veces a los maniquíes por mujeres de verdad, ser incapaz de encontrar las eti__ca, hasta que Katie casi tuvo que zarandearla susurrando:quetas con los precios, contemplar alarmada a un par de jóvenes que se acercaban, cogidas del brazo, y que parecían tal cual Katie y ella, ambas mirando a Dally con inquietante familiaridad, cada vez más cer

– Sólo los paletos chocan con los espejos, chiquilla.

Cuando llegaron a la planta de arriba, Dally se había sumido en una especie de aturdimiento.

No era nada, o casi nada, a esa distancia podría haber pasado por un maniquí más, atisbado al otro lado del hondo patio central que se elevaba vertiginosamente a lo largo de las doce plantas, con tan sólo una barandilla metálica con filigranas entre las compradoras y una po____________________sible como una mano, sin mirar a Dally en concreto aunque atrayendo misteriosamente su atención. Dada la claridad de la aparición, Dally supo que tenía que controlarse de inmediato, porque, de no hacerlo, sin darse cuenta se vería corriendo hacia allí, gritando para abrazar a una mujer que, por descontado, podría ser una desconocida, con toda la vergüenza, incluso las acciones legales, que sin duda implicaría, y la palabra que habría gritado sería: «¡Mamá!».gura de una compradora, con ropa de calle de tela a cuadros violetas y grises, la pluma de garceta sobre su sombrero moviéndose tan sennótica Profundidad y de los arpegios que surgían de ella, estaba la fita entre las sombras proyectadas por unas palmeras parecía, desde allí arriba, parte del reino del Más Allá. Allí, al otro lado de aquella hipca a escala de las cataratas Yosernite, hasta donde una diminuta arpissible caída hasta abajo, a la planta principal, más allá de las diagonales tranquilamente ascendentes de las escaleras mecánicas y de una répli

A partir de ese momento, el resto de la visita discurrió flotando en una incoherencia brumosa. Dally creía recordar un té con sándwiches de pepino, una interpretación espantosamente edulcorada al arpa de Her Mother Never Told Her, dos jóvenes y elegantes matronas provo__dos sobre la mesa del día, que, al revisarlos, no se podían ordenar para jugar una mano.cando el escándalo en el salón de té al encender unos cigarrillos…, pero nada de todo aquello encajaba, los detalles eran como naipes arroja

De camino al sótano, Dally la buscó en cada planta, pero la mu_jer, alta, rubia, tal vez ni siquiera real, había desaparecido. Además, la arpista de la planta baja resultó ser no una joven etérea con un largo vestido, sino un matón que mascaba un puro, recién salido de una lar_ga condena en la prisión de Tombs, que se llamaba Chuck y que les lanzó una mirada lasciva y amigable al pasar junto a él.

En el sótano, Katie preguntó por su amiga, y Verbena surgió del escenario entre bastidores y las condujo todavía más al fondo y más abajo, hasta una zona más fría y mal iluminada donde no había con____________________tros; umbrales sombríos conducían a salas atestadas de mujeres ante máquinas de coser que no levantaban la vista de su trabajo salvo, con aprensión, cuando intuían que se acercaba el supervisor.pació; los trabajadores se movían deslizándose silenciosos como especcho trabajo que hacer; unas tuberías mugrientas colgaban de soportes corroídos a lo largo de los techos; el olor de disolventes de limpieza y teñido y el vapor de las planchas prensadoras impregnaba todo el esversaciones, ya fuera porque estaban prohibidas o porque había mu

Subieron al Tren Elevado en la Sexta Avenida hacia el centro y se bajaron en Bleecker Street. Restos de una luz albaricoque rosácea se demoraban en el cielo, un viento del sudeste traía el aroma de café torrefacto desde South Street, y se oía el tráfico del río. Era sábado por la noche en Kipperville. A su lado pasaban corriendo jóvenes barbudos, persiguiendo a chicas con vestidos estampados de color rojo turco. Malabaristas montados en monociclos hacían acrobacias por las aceras. Negros abordaban a los viandantes, mostrando frasquitos de pol____________________nos. Burguesitos a la busca de vida canalla se dirigían a lugares como Marías en MacDougal, charlaban animadamente y se preguntaban unos a otros: «¿Sabes adonde vamos?».ños chillaban detrás de las ventanas abiertas de los edificios de vecivo blanco con rostro inquisitivo y esperanzado. Vendedores callejeros ofrecían mazorcas de maíz y pichones a la parrilla en tostadas. Los ni

R. Wilshire Vibe vivía en una mansión urbana italianizada a cuyo constructor le había resultado imposible resistirse al impulso de aña__boles ginkgos delante, una pérgola y una callejuela detrás.dir detalles Beaux-Arts. Estaba en el lado norte de la calle, y tenía ár

Un par de mayordomos les hicieron una reverencia en la puerta y ellas subieron hasta un salón de baile dominado por un inmenso can____________________dor, sobre un suelo cuyo bruñido había sido delicadamente calibrado mediante repetidas aplicaciones de harina de maíz y piedra pómez, al tiempo que las paredes quedaban reservadas para la colección de arte de R.W., que exigía un ojo tolerante y, a veces, un estómago educado y sobradamente indiferente a las manifestaciones de náusea.te el punto central del salón mientras el espectáculo giraba a su alredeban, todos mirando radialmente hacia fuera, sofá al que se referían no del todo en broma como un dispositivo contra la fea del baile, pues los que no querían bailar se veían obligados a ocupar incómodamenlocado una especie de sota circular de felpa de color vino, ribeteado de borlas doradas y provisto de cojines de satín en tonos a juego, en el que se podían acomodar entre ocho y dieciséis de los que no bailadelabro de gas, de un brillo cegador, justo debajo del cual se había co

Había palmeras por todas partes, arecas, palmitos, miraguanos chi____________________gla donde formas exóticas de vida se deslizaban, acechaban y de vez en cuando se resbalaban: mujeres galantes con párpados oscurecidos, hombres cuyos cabellos les caían hasta los tro metros, pasando por majestuosos cocoteros y datileras cuyas raíces se perdían más abajo y que se alzaban hasta estas altitudes del salón de baile a través de orificios practicados expresamente para ellos en los techos y suelos intermedios, de modo que creaban una especie de junnos, que abarcaban desde achaparrados ejemplares de invernadero en macetas recubiertas de mimbre hasta variedades de vestíbulo de cuahombros, artistas circenses, sirvientas vestidas con poco recato que ofrecían bandejas de champán Perríer Jouët, damas de la alta sociedad que lucían sobre los senos bro____________________tipo en cada baño.cos, donde se decía que R. Wilshire había instalado máquinas de teleches de orquídeas de Tiffany de un naranja tan vivo como las llamas, renegados de Wall Street que se reunían cerca de los lavabos gigantes

Una pequeña orquesta en un estrado situado en una punta del gran salón tocaba una selección de diversas producciones de R. Wilshire. La señorita Oomie Vamplet cantaba Oh, When You Talk That Talk, que ella había hecho famosa en su papel como Kate Chase Sprague en Roscoe Conkling.

Después de que Katie la abandonara para irse en compañía de un tipo que vestía un traje barato y se presentaba como agente de talen_tos, pero que no habría engañado ni a su abuela, Dally salió por unas puertaventanas. Desde el jardín de la terraza, más allá de masas sucias de sombras grises y marrones, más allá de las ventanas iluminadas a gas y las farolas en vigilia inadvertida bajo las vías elevadas, en la parte alta, lejos, la ciudad iluminada ascendía recortándose contra un cielo de un añil intenso, como si por alguna razón allí la noche se hubiera olvidado de caer, evitando interrumpir su sueño dorado de fachadas iluminadas.

El joven estaba apoyado en un pretil contemplando la ciudad. Dally se había fijado en él en cuanto entró, era más alto que la mayoría de los tarambanas que pululaba por allí, pero ni de lejos «adulto», e iba vestido casi demasiado discretamente, como si quisiera dejar bien cla____________________guridad este joven, un joven que no estaba curtido, ni de lejos, para lo que se le vendría encima, tarde o temprano, aunque fuera un niño rico, cosa que ella dudaba, pues a esas alturas ya sabía cómo eran esos chicos de la alta sociedad, y a éste se le notaba el estilo de «Chico del Bowery» con algún detalle cambiado para darse más aires, sólo eso.cos entre el gentío vespertino, anunciando grandiosos robos, incendios, asesinatos y guerras con voces tan puras como la que tendría con secho, y la inocencia implacable de los chavales que repartían periódido que ella conocía. Le recordó a los niños con los que jugaba, apenas una hora cada vez, en ciudades por las que había pasado hacía muca, ajenos (quizá nunca dejarían de serlo) a la aspereza cruel del munra su inexperiencia. Tal vez fuera por todo el humo que había en el ambiente, pero el caso es que sus rasgos le parecieron, incluso de cer

En ese instante se dio la vuelta y sonrió, un poco preocupado tal vez, y de golpe ella fue dolorosamente consciente del harapo juvenil que Katie casi le había obligado a comprarse, con su escote alto y me____________________quiera recordaba cuánto le había costado el vestido.pectro maternal de violeta y gris, lo que la había descentrado. Ni sisando? O más bien, ¿en qué no estaría pensando? Había sido aquel momento casi sobrenatural vivido en Smokefoot, supuso, con aquel esleta del Congo!, ¡con puntilla a cuadros! ¡Aaaggg! ¿En qué estaría pentros de volantes para bailar estúpidos bailes campesinos…, ¡y en vio

El acababa de abrir una pitillera y le estaba ofreciendo un cigarri_llo. Nunca le había pasado, así que no sabía qué hacer.

– Te importa si…

– No, no me importa -respondió ella, o algo así de sofisticado.

Desde dentro llegó un redoble, un toque de platillos y un breve arreglo de Funiculi, Funiculá mientras las luces se atenuaban misterio_samente hasta un frío crepúsculo interior.

– ¿Vamos? -preguntó él con un ademán para que entrara ella pri_mero. Pero cuando Dally se dio la vuelta, él había desaparecido.

Vaya, eso era rapidez.

En la tarima de la banda, un hombre guapo y maduro con disfraz de mago sostenía un vaso de vino; le dio unos golpes con su varita Y dijo:

– Es difícil beber piedras semipreciosas, pero en un mundo pétreo, beber cualquier otra cosa es un lujo muy caro.

Puso el vaso boca abajo y derramó un puñado de amatistas y gra_nates. Cuando volvió a levantarlo tenía vino otra vez, y se lo bebió.

Dally percibió una presión inesperada en la pierna y bajó la mi_rada.

– Bonito vestido -comentó una voz empalagosa que parecía pro____________________sencia en estas reuniones, según Katie, tenía que ver con su apetito sexual, por no mencionar su órgano, bastante desproporcionado con respecto a su altura.tuaba por entonces en un escenario del Bowery y cuya apreciada preteneciente a un tal Chinchito, un presumido enano de circo que acceder, es más, procedía, de una región cercana al codo de Dally, per

– ¿Por qué no te pierdes? -insinuó Dally, aunque en un tono no del todo carente de fascinación.

Chinchito se lo tomó con la suavidad adquirida tras años de re_chazos tajantes.

– No sabes lo que te pierdes, pelirroja -dijo, guiñó un ojo, se ale_jó y pronto desapareció engullido por la multitud.

Sin embargo, no acabaron ahí las dificultades de Dally. A conti____________________vimiento sobre el papel pintado.cente de una ponchera, hasta que ella empezó a ver imágenes en monuación la abordó un sibilino caballero de pelo gris cegadoramente engominado que lucía un gigantesco anillo con una esmeralda en el meñique y le trajo una copa tras otra de un extraño líquido incandes

– La he seguido con dedicación en Chinatown. He intentado no perderme ninguna actuación suya. Es una cautiva muy seductora.

Antes de que ella se diera cuenta, él parecía haberle tomado una de las muñecas y empezaba a colocarle un par de exquisitas esposas de plata.

– Me parece que no -dijo una voz tranquila desde alguna parte, y Dally se vio arrastrada hacia una caja intrincada, sobre la que se leía el rótulo gabinete del misterio, por una figura alta con una capa que resultó ser la asistente del mago.

– Aquí, rápido, aquí dentro.

Dally no era de las que se desmayan, pero le habría venido muy bien, pues justo antes de que se cerrara la puerta, el aire viciado pa____________________gancia de los lirios del valle que trastornaba el olfato.poral, anterior al recuerdo de sus primeras palabras infantiles: la fraterior en los almacenes Smokefoot; ahora lucía mallas de bailarina y una capa de terciopelo con nerviosas lentejuelas por todas partes. Y por si fuera poco, introduciéndose en la nariz de Dally, otra cosa, intemreció disiparse y reconoció a la misma mujer que había visto el día an

Puede que a Dally le diera el tiempo justo para mascullar: «Vaya por Dios, vaya, ¿qué le ha pasado a mi cerebro?», antes de que, debi____________________ba de amanecer. Los magos que la habían rescatado no estaban a la vista, ni tampoco su Gabinete del Misterio, que buscó con la mirada pero había desaparecido.mo de la casa donde vivía, y allí estaba sentada Katie, en la pequeña veranda, con su vestido escarlata, fumando un Sweet Caporal. Acabadría que haber visto desde el primer momento, pero que sólo ahora pudo alcanzar y abrir. Salió al Lower West Side, de hecho, delante misdo el cual cobró conciencia de la existencia de una puerta que tenvocaba con respecto a esta gente de Vibe, tendría que llevarlo), más que desmayarse, experimentara un extraño eclipse del tiempo, acabado a una especie de sedante que llevaba el ponche (si Katie no se equi

– ¿Estás bien? -preguntó Katie bostezando y desperezándose-. No te preguntaré si te lo has pasado bien, pero yo sí sé que me lo he pa_sado estupendamente.

– Esto es muy raro, hace sólo un minuto yo…

– No hace falta que lo expliques, seguro que era un apuesto y jo_ven ejemplar.

– ¿Quién?

– Ya te dije que ese vestido era mágico. ¿Cómo que «quién»? Con_migo no tienes que hacerte la tonta.

– Katie -se sentó al lado de su amiga, en medio de un gran frufrú de tafetán-, no me acuerdo ni de una bendita cosa.

– Ni siquiera del nombre del número de magia, seguro.

Lo dijo con tal tono de pena que Dally, desconcertada, alargó la mano para darle una palmada en el hombro antes de recordar a su alta libertadora con capa de lentejuelas.

– Ahora te irás -dijo Katie resoplando desesperadamente-, puede que para siempre.

– Ni por casualidad.

– Oh, Dahlia. Lo has sabido desde el principio.

– Es raro. Sí, lo sabía. Pero no sabía que lo sabía. No hasta que ella… -sacudió la cabeza un tanto asombrada-, hasta que ella ¿vino a bus_carme?

La Residencia Zombini, que Dally reconoció gracias a su ahora ajado ejemplar del Dishforth's Illustrated Weekly, era un amplio «piso francés», una vivienda familiar alquilada en un edificio recientemen_te construido en la parte alta de Broadway, que Luca había elegido por su parecido con el Palacio Pitti de Florencia y al que se refería como su grattacielo o rascacielos, pues tenía nada menos que doce plantas de al____________________llas que nunca se vaciaban y velas que se encendían solas, pianolas, proyectores zootrópicos, cuchillos, espadas, revólveres y cañones, un palomar atestado de palomas blancas en el tejado…cados de seda multicolor animados con escenas orientales, espejos, cristales, bombas neumáticas y válvulas, electroimanes, bocinas, boteliario para trucos, maniquíes de Davenport con ojos ribeteados de oscuro en rostros siniestros, trozos de terciopelo negro perfecto y brozas-, cajas de desaparición, mesas suspendidas en el aire y otro mobinas, llenas de autómatas humanos y animales -montados y por pietos techos. Las habitaciones parecían extenderse a lo largo de manza

– Lo que podría llamarse la casa de un mago -dijo Bria, que se la había estado enseñando. Recién salida de una función matinal, con su vestido rojo con lentejuelas de lanzadora de cuchillos, podría haber pa__cho requiriera cada situación. Esbozaba sonrisas asimétricas hacia Dally, y ésta creía que significaban algo, pero no sabía el qué.sado por una monjita dispuesta a ciertas travesuras, tantas como de he

En general, sus recién conocidos hermanastros y hermanastras le parecieron una pandilla de niños bien educados y considerados, salvo cuando se ponían tan pesados que se hacía imposible convivir con ellos. Los mayores subían al escenario con sus padres, iban a la escuela, te__sarse la mañana del domingo agrediendo la alfombra con la cabeza de los demás como de sentarse pacíficamente, uno en el regazo del otro, leyendonían trabajos a tiempo parcial en el centro y eran tan capaces de pa Little Nemo en el Journal. Entre sus costumbres más desagra____________________brantes, tambores, cañones y cubos ilustrados, alegres escupideras de mayólica y botellas vacías de laxante Fletcher's Castoria.gre caos de muñecas y casas de muñecas, con juguetes rodantes y vidables se contaba el beber agua del hielo fundido del congelador. Los más pequeños, Dominic, Lucia y Concetta, el bebé, vivían en un ale

Dally no llevaba ni diez minutos en la casa cuando Nunzi y Cici la abordaron.

– ¿Quieres cambio para una moneda de veinticinco centavos? -dijo Cici.

– Claro.

– Dos de diez y una de cinco, ¿te parece?

Vio que Nunzi ponía los ojos en blanco, y cuando se miró la mano comprobó, como era de esperar, que Cici, el especialista en monedas de la familia, había cambiado las monedas de diez por piezas de tres centavos, reuniendo lo que ya era una pequeña fortuna.

– No está mal -dijo Dally-, pero échale un vistazo a la de veinti_cinco.

– Espera, ¿dónde está? Si acabo de…

– Je. je, je -se rió Dally, que hizo rodar la moneda de lado a lado so_bre sus dedos, le dio un par o tres de pases y finalmente la sacó de la nariz de Cici.

– Eh, ¿y qué te parece el Truco de la Soga India? -preguntó Nunzi, sacando del bolsillo un trozo de cuerda y unas tijeras gigantescas, mientras tarareaba, con Cici a coro, la conocida canción de La Forza del Destino; luego rizaron la cuerda de un modo enrevesado, la corta_ron en varios fragmentos, agitaron un trozo de seda por delante y la cuerda volvió a quedar en una sola pieza, intacta y como nueva.

– Punto para vosotros, muy bien -dijo Dally al reconocer ese tru__do uno subía por un trozo largo de cuerda erecta hasta desaparecer en el aire.co básico-, pero, esperad, creía que el Truco de la Soga India era cuan

– No -dijo Cici-, ése es el «Truco Indio de la Soga», éste es el de la Soga India; mira, compramos la cuerda en el Bowery, a un indio, así que es una soga india, ¿no lo entiendes?

– Ya lo ha entendido, cretino -replicó su hermano dándole una pal_mada en la cabeza.

Concetta se acercó a gatas, vio a Cici y levantó la mirada hacia él, con sus ojos inmensos y expectantes.

– ¡Ah, la peque Concertina! -exclamó Cici, recogiendo del sue_lo a su hermana y fingiendo que jugaba con ella como si fuera un acordeón, mientras cantaba una canción de su amplio repertorio de Luigi Denza, y el bebé chillaba a la par sin hacer muchos esfuerzos por escaparse.

Dally se había imaginado en el pasado que si reencontraba a Erlys algún día se olvidaría de respirar o algo por el estilo. Pero, tras ser aco_gida en el caos familiar sin formalidades ni aspavientos, o casi, como una amable desconocida, sólo buscaba oportunidades para observar a ambas -a Erlys cuando parecía que no miraba y luego a sí misma en uno de los espejos que se apoyaban o colgaban por todas partes en aquellas habitaciones-, buscando parecidos.

Incluso sin los zapatos de atrezo puestos, Erlys era más alta que Luca Zombini, y llevaba el pelo rubio recogido en un moño a lo Psi____________________llo puede proporcionar una clave de alguna otra faceta oculta o menos accesible, descubrió, para su alivio, que Erlys se pasaba días enteros de vigilia sin preocuparse por sus ondas descarriadas, aunque era famosa por apartarse soplando, siempre que lo necesitaba, los mechones más persistentes que se interponían en su línea de visión.tinuos desvelos por mantener la Pulcritud, trata la rebeldía de su cabeque, del cual se escapaban, en el transcurso del día, las trenzas menos dóciles. Dally, sabedora de que el modo en que una mujer, en sus con

Erlys estaba en todas partes a la vez, afanándose por las habitacio____________________tamento curiosamente ilimitado, el único público parecía ser la propia Dahlia. Algo se interponía entre ellas, como el azogue de un espejo. Si Dally hubiera querido lanzarse a aquellos brazos con sus mangas tan cuidadas, no se rición, la que se creerían hasta los públicos más escépticos. En este apardo también como Nueva York, y encontrado allí la verdadera desapacía mucho tiempo había sustituido a la Erlys real, quien en el pasado se habría introducido en el Gabinete de la Ilusión Definitiva, conocido, hablando poco, aunque los niños parecían conocer, y respetar, sus deseos más que los de su padre. Dahlia llegó a preguntarse si su omnipresencia no sería también uno más de sus «trucos», y si la persona a quien veía no sería una ayudante con un razonable parecido que hanes más remotas, ocupándose de las tareas casi invisiblemente, sonrienhabría visto rechazada, al menos de eso estaba conven__porta, no veía más que una ausencia de señales tan oscura como el terciopelo negro. ¿La tomaban por boba? ¿Esta gente era de verdad su familia, o se trataba más bien de una cida, pero aparte de eso, allá donde radicaba todo lo que de verdad imtroupe de actores del Bowery que, entre una función y otra, fingían ser una familia? ¿A cuál de ellos po_día plantearle sus dudas?

Desde luego, no a Bria. Ni siquiera cuando empezó a trabajar como su maniquí en el número de lanzamiento de cuchillos, le había parecido a Dally digna de tanta confianza. Se fijó en su mirada de in_diferencia cuando su padre la llamaba su «bella», aunque eso no evita_ba que él reincidiera. A todas luces, estaba embelesado con cada uno de sus hijos, desde el más obvio futuro delincuente al santo más radiante.

– No me tomes por uno de esos enrolladores de espaguetis napo_litanos -le dijo Nunzi en una conseguida imitación de su padre-. Vengo del Friul, en el norte. Somos un pueblo alpino.

– Jodecabras -aclaró Cici-. Ahí arriba comen salami de burro, es como Austria, pero con más gesticulación.

A Luca Zombini le gustaba explicar su profesión, en diversos mo__sos por aprender e incluso, algún día, proseguir sus números.mentos, a aquellos de sus hijos que, así quería creerlo, estaban ansio

– Los que se burlan de nosotros, y de sí mismos por pagar para que les engañemos, lo que nunca ven es el anhelo. Si fuera religioso, sería un anhelo de Dios, y nadie osaría faltarle al respeto. Pero como se tra_ta tan sólo del anhelo del milagro, un anhelo tan sólo de contradecir al mundo dado, lo desprecian.

«Recordad que Dios no dijo "Ahora haré la luz", sino "Que se haga la luz". Su primer acto fue dejar que la luz entrara donde no ha_bía habido Nada. Como Dios, vosotros también tenéis que trabajar siempre con la luz, hacer que se comporte exactamente como queráis.

Desplegó un fragmento de negrura absolutamente fluida.

– Terciopelo de mago, de primera calidad, absorbente perfecto de la luz. Importado de Italia. Muy caro. Teñido, tundido y cepillado a mano muchas, muchísimas veces. Acabado con un método secreto para aplicar negro platino. Las inspecciones de control en la fábrica son rigurosas. Lo mismo que los espejos, sólo que al contrario. El es_pejo perfecto tiene que devolverlo todo, la misma cantidad de luz, los mismos colores, con precisión; sin embargo, el terciopelo perfecto no debe dejar escapar nada, debe retener hasta la última gota de luz que in_cida sobre él. Porque si la menor cantidad de luz que podáis imaginar saliera rebotada de un único hilo, el número entero… affondato, vero? Todo tiene que ver con la luz, y si dominas la luz, dominas el efecto, capisci?

– Te pillamos, papá.

– Cici, un poco de respeto. Algún día voy a hacerte desaparecer a ti.

– ¡Ahora! -gritaron dos o tres de los pequeños Zombini saltando sobre la tapicería-, ¡que desaparezca ahora mismo!

Luca llevaba mucho tiempo interesado por la ciencia moderna y los recursos que ponía a disposición de los magos, entre ellos el pris_ma de Nicol y los usos ilusionistas de la doble refracción.

– Cualquiera puede partir a su asistente por la mitad -dijo-; es uno de los números más viejos de la profesión. El problema es que siem_pre se recompone, siempre hay un final feliz.

– ¿«Problema»? ¿Es que no debería haber un final feliz? -pregun_tó pasmada Bria-. ¿Como en esos sangrientos espectáculos de horror que hay en París, Francia?

– No exactamente. Ya conocéis esto. -Extrajo un pequeño cristal de espato de Islandia casi perfecto-. Dobla la imagen, las dos se sola_pan; con el tipo de luz apropiado, las lentes adecuadas, pueden sepa_rarse por fases, un poco más cada vez, paso a paso, hasta que de hecho es posible escindir a alguien por la mitad ópticamente, y en lugar de dos trozos distintos de un cuerpo, tenemos ahora dos individuos comple_tos andando por ahí, que son idénticos en todos los sentidos, capisci?

– No muy bien, pero…

– Pero ¿qué? -replicó un poco a la defensiva.

– Es un final feliz. ¿No vuelven a ser una persona otra vez?

Se miró fijamente los zapatos, y Bria comprendió que seguramen_te era la única en la casa de la que él podía esperar que le planteara esa pregunta.

– Pues no, y eso ha supuesto una especie de problema continuo. Nadie sabe cómo…

– Oh, papá.

– … revertir el proceso. He estado en todas partes, he preguntado a todo el mundo, a profesores universitarios, a gente de la profesión, incluso a Harry Houdini en persona, y ni idea. Mientras tanto…

– No me lo digas. -Sí.

– Y bien… ¿cuántos?

– No sé, puede que… ¿dos o tres?

– Porca miseria, eso quiere decir que son cinco o seis, ¿no? ¿Te das cuenta de que podrían demandarte por eso?

– Era un problema óptico. Creía que sería completamente rever____________________sos irreversibles de uno y otro tipo, y se abría un poco una especie de hueco, y eso bastaba para que fuera imposible volver atrás, al punto exacto del que se había partido.gamos, un par de segundos en los que el tiempo transcurría, procesible. Pero según el Profesor Vandequice, de Yale, se me pasó por alto el factor tiempo: no sucedía todo a la vez, de manera que había, di

– Y yo aquí pensando que eras perfecto. Imagina mi decepción. Así que esos sujetos tuyos andan por ahí llevando dobles vidas. No creo que les haga mucha gracia.

– Abogados, funciones interrumpidas, amenazas de violencia. Lo habitual.

– ¿Y qué hacemos nosotros?

– Sólo hay un lugar en el mundo donde se fabrican estas unidades: la Isla de los Espejos en la Laguna de Venecia. Puede que a estas al_turas no sea más que el nombre de un holding, pero todavía fabrican y comercializan los espejos de mago más finos del mundo. Es muy probable que allí alguien tenga cierta idea.

– Y casualmente nos ha contratado el Teatro Malibran de Venecia para dentro de un par de semanas.

Sí, Luca Zombini se había presentado ese día con la sorprenden_te noticia de que su número estaba contratado para una gira europea, y toda la familia, Dally incluida, iba a navegar en el transatlántico Stupendica ¡dentro de dos semanas! Como si acabara de abrirse una vál_vula en un remoto rincón del sótano, el apartamento entero se sumió en las turbulencias de la preparación para el viaje.

Entre las múltiples faenas, Dally encontró un momento para ha_blar con Erlys.

– ¿Estáis seguros de que hace falta que os acompañe?

– Dahlia. -Se quedó paralizada de golpe, el trapo del polvo a pun_to de escurrírsele entre los dedos.

– Quiero decir que presentándome como lo hice…

– No…, no, nosotros ya…, la verdad es que supongo que ya contá_bamos contigo. Dally, mujer, sencillamente llegaste… y, bueno, ¿qué pasaría con el Truco del Gong Chino?

– Oh, Bria ya sabe hacerlo hasta dormida.

– No sé si prefieres quedarte aquí, vamos a subarrendarle la casa a aquellos acróbatas rumelianos orientales, aunque puede que no sea la compañía ideal para ti.

– Ya me las apañaré en cualquier sitio. Con Katie, o con quien sea.

– Dahlia, mírame. -Era más fácil no hacerlo, pero la chica obede__te y esperar demasiado. Por parte de cualquiera de las dos.ció-. Sé que nunca quisiste quedarte con nosotros. Habría sido pedir

Un leve encogimiento de hombros.

– Nunca tuve la seguridad de que siquiera fuerais a aceptarme.

– Pero apareciste en la puerta, y a lo mejor, quién sabe, se suponía que debías estar con nosotros, no sé, de algún modo…

Un silencio, grave y antinatural, se había extendido por el inmen__gamente reprimido susurro:so apartamento, como si sugiriera que ése era el instante perfecto, sin un Zombini que lo pudiera oír, para manifestarse con un feroz y lar

– Apenas era un bebé… ¿cómo pudiste abandonarme así?

Una especie de sonrisa, casi de agradecimiento.

– Me preguntaba cuándo saldría.

– No he venido a buscar nada.

– Ya sé que no. -¿Lo que sonaba en su voz era un acento neoyor_quino?-. Bueno. ¿Cuánto te contó Merle?

– Nada malo de ti. Sólo que nos abandonaste.

– Pues eso ya es bastante malo, diría yo.

– El sabía que yo acabaría viniendo aquí. Nunca me lo impidió.

– Pero no te dio ningún mensaje para mí. Nada de «lo pasado, pa_sado está», ni nada por el estilo.

– Si hubo algo así, nunca lo supe. A lo mejor… -Levantó la mira_da hacia Erlys, insegura.

– A lo mejor pensó que debías escuchar la historia de mi boca.

– ¿Y bien? Eso significa que confía en que tú me cuentes la verdad.

Erlys se dio cuenta de que ambas estaban sosteniendo los extre__le, se acercaron, la doblaron, la redoblaron y se apartaron.mos opuestos de una sábana. Con la gracilidad de unos pasos de bai

– No tengo muy claro que sea el mejor momento para hablar de eso…

Dally se encogió de hombros.

– ¿Cuándo lo será?

– Muy bien. -Lanzó una última mirada alrededor con la esperan__ra-, Cuando Merle y yo nos conocimos, yo ya estaba embarazada de ti. Así que…za de que apareciera un Zombini pequeño, cualquiera, y lo pospusie

Ahí estaba. Dally se encontró inesperadamente sentada en el sofá cama. Se levantó polvo, los cojines resollaron y las enaguas suspiraron a su alrededor. Dos o tres posibles comentarios mordaces le pasaron por la cabeza.

– Muy bien, en ese caso -tenía la boca inexplicablemente seca-, mi verdadero padre… ¿dónde está?

– Dahlia -dijo asintiendo enérgicamente, como si no quisiera de____________________lo en dos palabras, me puso de patitas en la calle. Merle nos dio un hogar. Y en cuanto a tu «verdadero» padre, bueno, es Merle, mucho más de lo que lo hubiera sido el otro. Por si te sirve de ayuda.maba Bert Snidell. Ese pelo rojo tuyo es de él. Su familia, por decirjarse caer en un fácil distanciamiento-, murió. Un poco antes de que tú nacieras. Un accidente de tranvía en Cleveland. Fue rápido. Se lla

No de mucha.

– ¿Te parece que es eso lo que quiero escuchar? ¿Un hogar? ¿Tú me hablas de un hogar? Lo que hiciste fue huir en cuanto pudiste, ¿por qué no me tiraste al mierdoso vertedero de la ciudad de camino? -¿De dónde le habían salido esas palabras? No de ninguna parte en concre_to, sino de mucho más lejos que nada de lo que hubiera sentido hasta ese momento…

Pero, como era de esperar, antes de que pudiera empezar si____________________vieron a bordo delron que dejar las cosas por un tiempo Dally y Erlys. De hecho, dado el trabajo que requirieron los preparativos del viaje, hasta que estugaron Nunzi y Cici en trajes de zapa blancos a juego, practicando barajaduras hindúes y torniquetes, alegremente ajenos a la rabia y la consternación que reinaba en la habitación, sin pensar en más que en las últimas noticias sobre la inminente travesía. Y en ese punto tuviebernar esa casa decidieron intervenir por fin en la situación, y ahí llequiera a desfogarse, los semidioses del ritmo teatral que parecían go Stupendica y ya mar adentro.


La única vez que Mayva y Stray se vieron fue por pura casualidad, en Durango.

– No lo digo por nada, pero ¿no estaréis casados, verdad?

– Curiosa pregunta -empezó Reef, pero Stray intervino al mo_mento.

– Últimamente no mucho, señora Traverse.

Mayva se rió y la tomó de la mano.

– Me gustaría explicarte el chollo que te llevarías, pero necesitaría un poco más de tiempo.

– Oh, no podría echárselo en cara -dijo Stray-, una buena educa_ción da para lo que da.

– En el condado de Ouray había unos Briggs, ¿no será tu familia, verdad? ¿No trabajarían en la mina de Camp Bird?

– Es posible que fueran unos primos míos por el lado de mi tía Adelina que anduvieron por Lake City durante un tiempo…

Y Reef se dio la vuelta justo a tiempo para ver cómo las dos de__ros en un tejado.saparecían en una especie de patio, goleando como un par de pája

Al día siguiente, Reef y Stray estaban en el Denver & Rio Grande encaminándose por fin a Arizona, juntos al principio, pero no tarda__mellos importada años atrás en Virginia City, Nevada, para transportar sal y más tarde llevada a Arizona para realizar los trabajos habituales de carga de mineral, aunque con el tiempo se vio que los animales no eran rentables, así que los dejaron en libertad y a esas alturas habían vuelto a su estado salvaje y se esparcían por miles de kilómetros cuadrados del desierto de Sonora, donde, debido a razones de la Naturaleza no bien entendidas del todo, se habían reproducido a un ritmo vertiginoso.rían en separarse. Archie Dipple, un amigo de Stray, tenía el plan, no tan rematadamente descabellado como otros, de reunir la manada de ca

– Con que pueda sacarse, pongamos, medio dólar por cabeza, bas_taría para retirarse y vivir para siempre todo al este que quisieras, hasta en ese hotel Ritz donde los botones con sombreros cilíndricos te traen lo que les pidas, tanto de día como de noche…

Reef sólo tenía que hacer de acompañante, mientras que todas las tareas de investigación y los riesgos corrían a cargo de Archie, como principal interesado.

– Tareas desagradecidas todas ellas, pero si no hay riesgo no hay recompensa, ¿no es así?

– Siempre es así en el mundo de los negocios -coincidió Reef, in__gos de la extravagancia, pero no tanto como para resultar demasiado provocador, pues sabía por experiencia que estos jorobados dobles no eran tan retraídos como parecían, y, a decir verdad, algunos resultaban sumamente suspicaces.tentando mostrarse lo bastante socarrón como para insinuar los ries

A diferencia de los «amigos» de Reef, tanto los personales como los del trabajo, quienes solían andar casi todos metidos en líos, aun____________________ra, pero no, esas caras desconocidas que entraban y salían del pasado de Stray estaban resueltas a convertirlo en socio de diversas empresas misteriosas, siempre en proyecto, pocas de ellas razonables.do que fueran siempre asuntos tan sencillos como los que persigue la ley, o como aquellos que permiten huir a una jurisdicción más segujunto, seguían metiendo a Reef en muchos más problemas que los que cualquiera de los «amigos» de él le daba a ella. Y el cielo habría querirectas y, como comprobaría con frecuencia, encarnaban a varios tipos de buscavidas entrometidos. Enteradillos, intermediarios si se prefiere, y, naturalmente, no todos hombres. Estos «amigos» de Stray, en contenían más cerca de las sombras, tendían a optar por vías más indique nunca demasiado complicados de entender, los de Stray se man

Durante las confabulaciones, ella solía quedarse cerca, mirando, de pie junto a la barandilla en algún salón de juegos u observando a tra____________________ran a dar alguna cosecha. Chuleándole al chulo, por así decirlo.que eso no quitaba que estuviera bien dispuesta a pedir una comisión, por lo general del 5 por ciento, en cualquiera de los tratos que llegavaban esas dos figuras pertenecientes a épocas distintas de su vida, aunvés de los paneles de cristal grabado de una puerta de despacho, como si, movida sólo por una curiosidad infantil, quisiera ver qué tal se lle

Y así fue como durante años, a lo largo y ancho de ese cuarto del continente, pelearon, huyeron, se buscaron, recomenzaron… Si se co____________________vía no había sido ocupado, donde uno podía vivir por blar de un sitio, en alguna parte, un lugar penúltimo más, que todarada con el día que nacía. Proyectaba una sombra sobre cosas que la vida hogareña jamás rozaría siquiera; y así, cada vez que ella o Reef hacían un alto y se bajaban -siempre que no se tratara, claro, de una simple huida precipitada-, era porque uno de los dos había oído hamo miedo mortal invertido en él -Karl Marx y los demás, sí, muy bien, pero eso, el miedo, era el único Capital que tenía la gente por allí, en los primeros tiempos-, nada de herramientas, ni de crédito, ni ningún dinero seminal de cortesía de ningún banquero, únicamente tu propio fondo común de miedo, que llegaba tras cruzar una sola milante era tan difícil, cuando te levantabas cada día sin saber nunca cómo acabaría la jornada, con la conciencia clara de que el fin podía estar a la vuelta de la esquina, cuando cualquier achaque, un animal salvaje o enloquecido, o una bala perdida, bastaban para mandarte al más allá…, porque cada pizca de trabajo que pudieras conseguir tendría el mistaba; no importaba, cuando todo resultaba inesperado y seguir adecía falta que te pareciera que podría querer arrebatártelo. Tal vez un perro que captara su olor arrastrado por el viento, o el modo en que algún viajero del camino llevaba puesto el impermeable, eso ya baslo, y no te lo pensabas dos veces antes de matar a cualquiera, sólo habre, tanto daba, por mucho o poco que tuvieras- tenías que ganártecerse una idea de la dureza de su vida, ni aun cuando uno recordara lo peligroso, más que «peligroso», que había sido ese territorio hacía no tantos años, hasta el punto de que había jornadas laborables que hacían añorar las comodidades de una prisión; sí, eran así de duros, cuando lo que sea que te perteneciera -tu tierra, tu ganado, tu familia, tu nomzagueando de ciudad en ciudad, adelante y atrás, no resultaría fácil hagiera un mapa y se intentara marcar encima la ruta que siguieron, zigun tiempo en los márgenes del día a día, al menos hasta que las noches del sábado se tranquilizaran lo bastante como para oír la campana del reloj de la ciudad dando las horas antes de un domingo que sería demasiado es__tes procedente de lugares como ése, todavía libres, y que allá donde descansaran instituían una pequeña parte soberana de aquel territorio remoto, y un santuario del tamaño de su sombra.pantoso para querer recuperar la sobriedad y encararlo… Y así, con el tiempo, pasaron a formar parte de esa población de embajadores erran

Lo primero que buscaba Reef en un sitio nuevo era la gente que jugaba. Aunque él afirmase que no le proporcionaba ningún placer lo que denominaba «llevar las ovejas al redil», Stray le vio hacerlo un par de veces, por lo general cuando se disponían a dejar la ciudad.

– Nos da para un par de horas en el vagón restaurante -como él solía decir-, ¿no nos merecemos ni eso?

Debían dirigirse siempre a un lugar donde no se supiera, de una carta para otra, quién iba a sacar una pistola o un puñal. Donde tales utensilios ni siquiera se guardasen en el cajón o en una mesa de des_pacho fabricada en Chicago, sino que siempre se llevasen a mano.

¿Que si alguna vez Reef dijo qué? ¿Que si dijo «¿Por favor?»? No, más bien decía siempre algo como: «Todos los chicos estarán ahora en Butte», gran suspiro, «bebiéndose un Sean O'Farrells sin mí» o «He pensado en ir a domar al burro salvaje en las faldas del Uncompahgre», donde Stray siempre sería bienvenida y que si patatín que si patatán. Pero ¿no tenía ella también razones propias para no acompañarlo? A veces, ella sencillamente no quería recorrer aquel viejo paseo has_ta la estación para verlo partir y añadir unos pocos sollozos a los que ya había en el andén, no gracias, no.

Habían vivido en establos de caballos, en tiendas puntiagudas del ejército todavía con manchas antiguas de sangre, en hoteles de ciudad con doseles sobre la cama, se habían despertado en trastiendas de casuchas donde los barrotes tenían muescas de dientes de punta a pun____________________bellos se echaban hacia atrás y le despejaban la frente. «Es un bebé de los caminos, ¿verdad que sí, Jesse?, ¡un bebé de los caminos!» Por eso sus padres guardaban silencio, incluso con este milagro innegable en la habitación, cada uno pensando en sus cosas, separados por kilómetros de distancia.puesta a prender de nuevo el fuego de la vieja complicidad, como si estuviera a punto de decir: «Vaya, parece que vamos a dejar de correr por los raíles durante un tiempo»; salvo que era más que probable que Reef replicara: «Vaya, cariño, ya ves que se muere de ganas por que le dé un poco de viento en la cara, ¿verdad, Peque?», cogiendo al bebé y haciéndole cabalgar en el aire, a tal velocidad que sus delicados catro de Stray adoptaba una expresión peculiar, una sonrisa más que discansaba tumbado tranquilamente, entre almohadas de plumas y ropa de cama prestada, en una caja de dinamita, perfecta para un bebé porque no tenía clavos que le pincharan, pues se sabía que los clavos atraían la electricidad, de la que había de sobra en esa ladera de la montaña abierta a las tormentas, así que lo que unía la improvisada cuna del bebé eran sólo estacas de madera y pegamento. Al mirar a Jesse, el roslentada, pocas a flores de jardín o a comida casera. Pero ahora vivían en una pequeña y agradable cabaña sobre el Uncompahgre. Jesse desta. A veces olía a polvo y animales, otras a grasa de máquinas reca

Nunca había sido intención de Reef formar parte de una dinas_tía de forajidos. «Pensaba que tenía derecho a vivir una vida normal y corriente, como cualquiera», así lo expresaba él. Eso le hizo pasar algunos días difíciles, porque nunca pudo perdonar no haber tenido más remedio que jugar con las cartas que había recibido. De buena gana habría llevado una vida tranquila y sumisa, y sin aviso previo se la arrebataron, y ahí estaba esa inesperada cuenta pendiente, tanto si quería como si no, ahí estaba…

El fingir que andaba por ahí de juerga le funcionó muy bien du__guien a tal fin.rante un tiempo, lo bastante para irritar a Stray, pero no tanto como para que ella fuera a buscarle o, peor aún, para que contratara a al

Pero finalmente un día, menos de un año después, él hizo un in____________________lla estúpida sonrisa y cara de bobo. Ella se sentó al lado, con Jesse en una mochila india asomándose desde detrás de la espalda de su madre. Stray cruzó los brazos, esperando, como él supo al cabo de un rato, algo parecido a una explicación. Y entonces, le gustara o no, tuvo que ser honesto con ella.diendo la mecha de un par de cartuchos, lo cual era suficiente para volar la caja de derivación de una central eléctrica que suministraba energía a una de las instalaciones que había junto a Ophir…, con aqueno cuando iba a visitar a su hermana Willow, y allí estaba Reef, prentento quizá demasiado cerca de casa, y ella dobló un recodo del cami

– ¿Y cuándo pensabas contármelo? ¿Cuando te hubieran puesto la soga al cuello?

El fingió que perdía los nervios.

– No es asunto tuyo, para nada, Stray.

– Querido, que soy yo.

– Lo sé, y ése es el problema.

– Así debe de ser como un Machote le habla a su Mujer.

No se trataba sólo de la persecución, de la pena de muerte, de los Pinkerton y la fuerza pública pisándole los talones, además de los otros desconocidos e invisibles sobre los que todavía no había averiguado nada, no, ninguno de ellos era tan peligroso como el enemigo inte____________________ción: «Lo huelo en el viento», le gustaba murmurar para sí, «Soy como un maldito cristiano convencido de la salvación. Hermanos, el día se acerca. Despejado e imposible de negar».taba por venir, en el trabajo con justicia por llegar, como decía la canrior, un enemigo jurado e inalcanzable, que nunca se aplacaba, que creía incondicionalmente, pobre chico, en la lucha de clases que es

La mayor parte del tiempo, en cualquier caso. A veces, sencilla____________________quier remoto parecido con los malvados de la vida real…teles de buscados, en ese estilo de textura oscura que tenía más el aire del recuerdo, del impío anhelo que se respiraba ahí fuera, que cualcratas eran incuestionablemente hombres malvados, cuánto más no lo serían los que les resolvían los problemas, tanto daba en qué medida ignorasen las razones, y cuyas caras no aparecían siempre en los carmente sólo buscaba la explosión, que era como decirles alto y fuerte que se fueran a la mierda. Y a veces lo único que quería es que no le agobiase más la historia inacabada con Deuce y Sloat, dondequiera que estuvieran por entonces. Si los propios libros del Capital mostraban un saldo que se inclinaba claramente hacia la perdición, si esos plutó

Sí, claro que Stray y él podían hablar de todo eso. Un poco. Di_gamos que podían y que no podían.

Webb ya no era la única fuente de inquietud de Reef. Las mon____________________tera, trabajando ya impasibles como agentes en nombre de fuerzas invisibles, todavía conservaban, como los niños, radamente a su cuidado. Esos muertos, esos jinetes blancos de la fronnarlos, como no podría abandonar a unos huerfanitos dejados inespepietarios, todos se disparaban entre sí y de vez en cuando le daban a alguien un billete de ida al país oscuro donde todos se reunían. Ellos reclamaban su atención, ellos y los que habían muerto en otros sitios, en Coeur d'Alêne, en Cripple Creek, incluso en el este, en Homestead, y en puntos intermedios, y todos se daban a conocer. Ahora ellos eran también los muertos de Reef, sin duda, y al venir montaban una grandiosa ópera para recordárselo. Mierda. Ya no podía abandoneros sindicados, esquiroles, milicianos, pistoleros a sueldo de los protañas de San Juan se habían convertido en un campo de batalla: micierta inocencia pro__tos del otro mundo implacable-. Confiaban en él, como si él supiera algo más, para que los cuidara…, confiaban en el lazo que los unía, y él ya no podía traicionar su fe ni tampoco cuestionar la suya propia…pia -la inocencia de los recién llegados a la otra vida, de pies tiernos que necesitaban protección frente a los insultos de ese camino sin hi

A veces cometía el error de comentarlo en voz alta, al alcance del oído de Stray. Entonces ella miraba intencionadamente al bebé, como si Reef lo hubiera puesto en peligro, y luego empezaba:

– Esto no es como poner flores en una tumba, Reef.

– ¡No me digas! Creía que todos los muertos eran distintos. Por descontado, a algunos les gustan las flores, pero hay otros que prefie_ren la sangre, ¿no lo sabías?

– Para eso está el Sheriff.

No. Era algo que les correspondía a ellos, a los que estaban al otro lado del Muro, algo en lo que nada pintaba el Estado ni la ley, ni me_nos aún ningún maldito Sheriff.

– Mi trabajo consiste en impedir que los bandos se enzarcen -in_tentó explicarle una vez uno de esos Sheriffs.

– No, Burgess, tu trabajo consiste en garantizar que sigan matan__volvérsela.do a los sindicalistas sin que ninguno de nosotros llegue jamás a de

– Reef, mira, si han infringido la ley…

– Agg, memeces. La ley. Tú no eres más que un pequeño gorrón de bar en su palacio de riqueza, Burge. Crees que si alguien te pega__darían flores siquiera a Laureen y a losra un tiro ahora, aquí mismo, ¿les importaría un comino?, ¿que les man 'chavalitos'? Meten un trozo de papel en un tubo neumático, nada más, y el siguiente animal atonta_do sale parpadeando del tobogán y le enganchan la estrella, y no hay forma de que lleve su nombre inscrito siquiera, mucho menos de que pongan un miserable breve en el periódico. Llámale ley, o aplicación de la ley si quieres, claro.

Pero lo que le dijo a Stray fue:

– Esto es demasiado precioso para dejarlo en manos de una ofici_na llena de payasos.

– ¿Precioso?, por Dios nuestro Señor.

– No hace falta que llores, Stray.

– No estoy llorando.

– Pues se te ha enrojecido la cara.

– Tú no sabes qué es llorar.

– Cariño, desde hace tiempo piensas demasiado en las ejecuciones, y lo siento, ya me conozco esos gimoteos: oh, querido, no quiero que te cuelguen; bueno, eso lo entiendo, pero, dime, ¿qué más hay aparte de eso?

– ¿Qué más hay? Vaya, hoy estás animado, ¿de verdad quieres que te lo diga? Escúchame, pedazo de burro, que te cuelguen a ti, pase, pero podrían decidir colgarme a mí también. Esa es la respuesta a «qué más hay».

Ni que decir tiene que lo que él no detectó fue la promesa que Stray le estaba haciendo en ese momento de que seguiría a su lado incluso hasta la horca, si es que su suerte se torcía. Pero él no quería es_cuchar nada por el estilo, claro que no, y rápidamente fingió que de lo que se trataba era de la seguridad de ella.

– Cariño, no van a colgarte. Lo que querrán es follarte.

– Ya lo sé. Y luego colgarme.

– No, porque a esas alturas los habrás hechizado, y nadie querrá hacer más que postrarse a tus famosos piececitos.

– Eres peor que un niño.

– Que no te dé ninguna pena.

– No me la da. Pero crece, Reef.

– ¿Para qué, para ser como todos vosotros? Pues me parece que no.

Eso es lo que recibe un hombre por abrir su corazón y compar__ción que le quedaba a esas alturas era que tenía que seguir adelante para hacer lo correcto hasta el final. Pero había llegado el momento, o casi, de que Frank también tensara un poco la cuerda.tir sus sentimientos. Reef sabía que sus días en el negocio familiar de la dinamita estaban contados, aunque tenía que haber otras maneras de librar esa lucha aparte de con los explosivos. Casi la única convic

– Voy a ir a Denver, a ver si puedo encontrar al bueno de Frank.

Ella comprendió vagamente qué se proponía Reef, y por una vez se abstuvo de hacer comentarios; se limitó a asentir con la cabeza des_de la puerta, cuidándose de sostener a Jesse en los brazos mientras se despedía.

Reef cabalgó hacia el invierno que ya llegaba, bajo las sábanas y capuchas rotas y agitadas de espectros montañosos que parecían jine____________________do hasta México.taña con cable de acero y armellas y dejaban que el viento rugiera y que todo se fuera al carajo. Y a la mañana siguiente salían y recogían los pedazos del tejado y las tuberías de la estufa que no hubieran volaguna otra parte. Hombres que amarraban sus míseras chozas a la moncender a los valles, a los pastos del sur, que permanecían aquí arriba, como si hubiera una prueba que superar por una cuestión de honor, una desventura propia del territorio, y tenía que ser precisamente ahí, entre esas caídas verticales blancas, porque no significaría nada en ninsadas por cegadoras franjas naranjas. Los otros jinetes que se cruzó en su camino eran amistosos, como soldados empecinados en no destes nocturnos, y que se detenían tan sólo para levantar una ventisca o formar una avalancha que a su tiempo borraría cualquier rastro de su presencia en el camino. Las huellas que dejaba el hielo en las paredes verticales de piedra parecían bosques sin hojas de álamos o abedules. Las puestas de sol tendían a ser tormentas de fuego púrpuras, atrave

Cuando esas alturas entraban en el reino de lo sobrenatural, las posibilidades de la vida que luchaba por salir adelante parecían dema____________________ría pensando esta gente para establecerse.recía que nada podría sobrevivir y era imposible saber qué coño estavo México o incluso Denver, de lo posible en esos parajes, donde pamavera todo quedaría reducido a fantasmas y desolación, a ruinas de madera oscurecida y piedras diseminadas. Por descontado, en parte eso no era más que la idea que se hacía alguien, venido de Texas o Nuerecía más permanente que un vivac nocturno; cuando llegara la prigo las del primer piso, y los vientos soplaban desde el norte cada vez con más fuerza, nada allí, ningún edificio ni trazado de las calles, patonaban en los pueblos y cubrían primero las ventanas del bajo y luesiado escasas para tenerlas en cuenta. A medida que las nieves se amon

Reef montaba un potro de los que por allí llamaban «de enero» que atendía al nombre de Borrasca, más bien pequeño pero rápido y listo, y amaestrado, como la mayoría de los caballos de esta región -dado que el terreno era el que era-, para dejarse montar, colina arriba o colina abajo, del lado que mejor le permitiera mantener el equilibrio. Atra_vesaron un valle a cuyos lados se acumulaban potenciales avalanchas.

Como las montañas, los arroyos y otros rasgos permanentes del paisaje, cada zona de avalanchas en las San Juan tenía un nombre, tan__tizado un propietario de minas con el nombre de su esposa, Bridget McGonigal, debido a la to daba cuándo hubiera sucedido por última vez. Algunas parecían producirse varias veces al día, otras casi nunca, pero todas eran como depósitos de energía potencial pura, colocadas en lo alto, esperando a que llegara su hora. A la que tenía Reef sobre su cabeza la había baucostumbre de ésta de dejarse ir en momentos completamente imprevisibles.

Reef oyó una explosión en las alturas, cuyo eco rebotó de ladera en ladera, y su oído de dinamitero supo inmediatamente que no era dinamita, pues ni de lejos sonaba lo bastante nítida; esta sacudida te__ra que no podía descartarse que se tratara de una de las diversiones de la Guardia Nacional, el alegre lanzamiento de obuses, aunque por lo general la única razón para una carga de pólvora era desplazar una gran masa de nieve en lugar de limitarse a hacer agujeros en ella; sin embargo, qué necesidad había en un día tan gris y desapacible, sobre todo tan arriba, con el riesgo de desencadenar una avalancha…nía más bien el eco borroso y mellado de la pólvora negra, de mane

Oh, pero qué… ¡mierda!

Y ahí venía ya, el estruendo que helaba la sangre, así de rápido, creciendo hasta llenar el día, levantando una nube brillante hasta cu_brir el trozo de cielo que todavía podía ver en esa dirección, sumido repentinamente en el ocaso, y él y Borrasca atrapados en el camino. No había nada cerca detrás de lo que protegerse. Borrasca, animal de gran sentido común, soltó un relincho que parecía decir a la mierda y em_pezó a alejarse de la zona todo lo rápido que pudo. Imaginando que el potro se defendería mejor sin el peso de un jinete, Reef se sacó los estribos de una patada, se echó a un lado, se dejó caer en la nieve y se levantó justo a tiempo para darse la vuelta y encarar el inmenso muro que descendía.

Más tarde se preguntaría por qué no se había lanzado colina aba____________________ta el punto de formar en algún providencial saliente del terreno una especie de embalse de nieve que desvió el gigantesco peligro lo justo para que no le rozara. Ya había pasado antes. Por allí, todo el mundo tenía alguna historia de avalanchas, y la favorita, entre los incontables milagros, era el verse enterrado y desenterrado en la nieve…poco iba tan deprisa como había creído al principio. Concluyó que lo que le salvó fue el tiempo, desacostumbradamente suave esa semana, casi primaveral, que había humedecido y ralentizado la avalancha hasciente. Pero por algún motivo quiso echar una última mirada. Y lo que vio al instante fue que en realidad la avalancha descendía en una dirección levemente escorada, ladeándose hacia su izquierda, y que tamjo de inmediato para pensar luego cómo salir, si es que vivía lo sufi

La inmensa nube, a modo de misericordioso velo, se quedó colgan____________________ve húmeda, hacia el punto donde el camino zigzagueaba, y lo primero que vio cuando pasó sano y salvo la curva fue acanzado. Se alejó a la carrera, o todo lo rápido que le permitía la nienutos para salir del campo de visión de quien estuviera en las alturas con la esperanza de que, fuera quien fuese, creyera que le había aldo entre Reef y todo lo demás colina arriba, lo que le dio unos mi Borrasca, que avanza____________________tañas, Reef se quitó el impermeable, lo dobló formando un tosco trineo, se subió encima, se agarró el sombrero y, esforzándose por no chillar, se dejó deslizar hacia abajo, hacia la blancura desconocida en pronunciada pendiente, con la vaga idea de girar para cruzarse con funda que era la nieve, y sin ninguna experiencia, ni siquiera de niño, en las desquiciadas prácticas que se estilaban en invierno en estas mondose de vuelta hacia el establo de Ouray. Sin modo de saber lo proba sin prisa, más abajo, en el siguiente tramo del sendero, encaminánBorrasca, rezando como nunca había rezado en su vida para no toparse con rocas ocultas en el camino. Al acercarse al sendero de abajo, le pa_reció que iba demasiado rápido y tuvo que sacar un pie, de hecho los dos, para al final rodar sobre su costado y frenarse, y a punto estuvo de pasarse del filo y salir disparado hacia un nuevo saliente, que sí que era escarpado, por no decir vertical. Pero consiguió parar antes y rodó un par de metros por un pequeño desprendimiento, hasta el camino. Se quedó tumbado boca arriba durante un minuto. Borrasca, que se había acercado, lo miró con curiosidad, aunque no parecía muy sorprendi_do de verlo.

– No recuerdo haberte dicho que volvería -lo saludó Reef-, pero me alegro de verte de todos modos; anda, vayamos a ver qué tal an_dan las cosas por casa.

Al potro le pareció bien, se quedó quieto moviendo los ojos has_ta que lo montó Reef y ambos reanudaron el viaje.

Llegaron a Ouray sin cruzarse con más jinetes, aunque alguien po____________________to curiosamente humano, bien podría haber entendido, en el sentido hindú, parte de lo que Reef quería decir.muró al caballo, que, si uno se dejaba engañar por su comportamienterrado, y por tanto renacido. «Y te digo que he de renacer», le murdría haber estado vigilándolos con gemelos. Reef prefirió tomárselo del mejor modo posible y pensar que la Asociación de Propietarios (¿quién si no podría haber sido?) creería que estaba muerto y en

– Sí que has vuelto pronto.

El le contó lo que había pasado.

– Sólo queda una cosa que hacer.

– Ya, ya. Y va a ser que me dejas aquí sola, con el invierno a las puertas y el bebé llorando.

Sintió un vacío familiar vibrando muy adentro, expandiendo el miedo hasta salir por sus palmas y dedos. Era por cómo lo miraba ella. El sabía que no serviría de nada, pero dijo:

– Siempre hemos encontrado el modo de volver a reunimos, ¿no?

Ella siguió clavándole aquella mirada.

– ¿Qué ha cambiado? El bebé, claro, pero ¿qué más?

– ¿He dicho yo algo, Reef? -Ella nunca levantaba la voz. Nunca, jamás. Pero a esas alturas estaba a punto de hacerlo, y ahí estaba él, far_fullando.

– No quiero que os hagan daño a ninguno de los dos, eso lo en__res ahorrarte el sermón por esta vez? ¿Por qué no te lo guardas para la próxima?tiendes, ¿no? Por lo que sé, esos chicos están ahora mismo ahí arriba, en esas montañas, esperando a que se abra esta puerta. Por favor, ¿quie

Lo cierto es que ella no quería.

– Willow puede cuidar del pequeño Jesse por un tiempo, estará a salvo con ella y con Holt, pero no estoy tan segura con respecto a ti, pobre ganso patoso, necesitarás a alguien que te cubra las espaldas…

Bueno, hasta ahí había llegado después de tantos años, tantos, de jurar que nunca se rebajaría. Suplicando, cobarde, como una esposa asustada. Consciente de que él ya había cruzado el umbral, cual fugaz sombra, con aquel corpachón que ella amaba a pesar de su barriga cervecera, que ya tanto le daba. Dios, ella, que nunca rezaba, cómo re__diera seguir vivo, en alguna parte.zaba ahora para que quienquiera que fuese no hubiera llegado a la cima todavía, al menos quería aferrarse a la remota posibilidad de que pu

– El primer trueno en el este, cariño. Ese es el momento en que los zuñis dicen que termina el invierno, y entonces estaré de vuelta…

Jesse estaba dormido, así que Reef le besó con delicada suavidad en la cabeza antes de salir por la puerta.

Y así fue como Reef adoptó la identidad de Thrapston Cheesely III, un tipo neurasténico de la Costa Este, aprendió a parecer más perverso de lo que era, a vestir como un petimetre que no sabría montar un caballito de tiovivo, y entró a hurtadillas en Denver para tomar lecciones de baile de una tal Madame Aubergine, haciéndole jurar que le guardaría el secreto bajo pena de echarle una antigua mal_dición de un chamán ute. Empezó a usar agua de colonia y la misma marca de gomina que el Káiser Guillermo de Alemania, y guardaba la dinamita, los detonadores y material diverso de explosivos en un conjunto de maletas monogramadas de piel de cocodrilo a juego que le había dado la provocativa y voraz Ruperta Chirpingdon-Groin, una viajera inglesa fascinada por lo que tomaba como contradicciones en su personalidad y a la que no asustaban precisamente las señales de pe_ligro que reconocía.

– Querida, queridísima señorita Chirpingdon-Groin, no se enfa____________________ble, señorita Chirpingdon-Groin…sado un instante siquiera en su compañía, mi encantadora, mi deseaqueña Yup Toy, pero sencillamente debe perdonarme, pues qué puede significar una flor de loto todavía inmadura para alguien que haya pade conmigo. Admito que fui un chico malo en la cocina con esa pe

La propia Yup Toy, que esperaba junto a una inmensa máquina de hielo, entre una hilera de vendedoras orientales de cubitos en míni____________________bre del establecimiento, desbordados por el sólido a baja temperatura.partiendo cubos galvanizados, con membretes en relieve con el nomvaban y dispersaban vapores, reinaba una confusión de agua en todos los estados a la vez, a través de la cual las chicas-de-hielo, dirigidas por un maître con castañuelas, se deslizaban con patines entre las mesas, reble a cualquiera salvo a los que ejercían el desdén por hábito, como Ruperta. Para otros que valoraban mejor sus virtudes, su mente era un libro abierto, y muchos empezaron a apartarse, intuyendo problemas inmediatos. En las profundidades sin iluminar de la gran máquina, un martillo de vapor golpeaba sin parar bloques de hielo en crudo, se eleraba una uña escarlata y se la chupaba, incapaz de parecer inescrutamos atuendos de lentejuelas, con una cara tan maquillada que parecía una máscara de porcelana a la luz de nafta que fluía desde abajo, se mi

Reef se unió al lascivo séquito de neurasténicos de Ruperta, que recorrían las fuentes de aguas termales buscando la eterna juventud o huyendo del peso muerto del tiempo; y por el camino se iba encon____________________carse a él en el curso de sus viajes.dad que no?, pues eso habría embotado el filo del deseo, no sólo por Ruperta sino por cualquiera, Yup Toy o quien fuese, que pudiera acercho sentido echar demasiado de menos a Stray en ese momento, ¿verversaciones con su pene que le llevaron a concluir que no tenía mucas, una vez a la semana como media, con un alboroto memorable que hacía que todos salieran pitando, sin saber a qué distancia estarían a salvo. Entre estas riñas, Reef mantenía largas y deshilvanadas conli y esporádicos ramos de flores que la mantenían en la duda sobre él, pues lo había tomado por un hombre blanco salvaje que se hacía pasar por señoritingo exquisito. Lo que no les impedía enzarzarse en bronmitirle surtirse de habanos y champán a 3,50 la botella, y sorprender a Ruperta de vez en cuando con baratijas indias de plata y lapislázutrando con jugadores lo bastante impulsivos o descuidados para per

Finalmente se separaron en Nueva Orleans tras una larga y can__bieran inventado allí, no tenían ni punto de comparación, le parecía a Reef, con los que servían en el bar de Bob Scockton en Denver, por más que las absentassina noche de pesadilla que empezó en el establecimiento de Monsieur Peychaud, donde los cócteles Sazeracs, aunque supuestamente se hu frappés fueran otro cantar. Tras cargarse de com____________________ma hora.sultaban ser más que polvos zombi. Esa noche Ruperta llevaba un vestido estrecho de bengalina negra con cuello Medici y puños de chinchilla bastarda. Sin nada debajo salvo corsé y medias, como Reef tuvo ocasión de descubrir más tarde, en su habitual reunión de últibustible, el grupo se dirigió al Barrio Francés en busca de formas de intoxicación «más exóticas», las cuales, a poco que se ahondara, no re

En esa ciudad pronto les quedó claro que lo que se veía por la ca____________________leans se desarrollaba puertas adentro, en el interior de las manzanas de edificios, detrás de portales de hierro ornamentados y por pasillos vía siquiera para la ilustración de portada. La vida real de Nueva Orlle no sólo no daba para «la historia íntegra», sino que de hecho no serem_baldosados que, por lo que se veía, podrían extenderse a lo largo de kilómetros. Uno oía vagos fragmentos de música, un sonido alocado, banjos y cornetas, glissandi de trombones, pianos que, bajo las manos de profesores de prostíbulos, sonaban como si tuvieran más teclas en_tre las teclas. ¿Vudú? El vudú era lo de menos. Estaba por todas partes. Centinelas invisibles te lo hacían saber, y los cuellos más gruesos eran susceptibles de vigilar las comezones de lo Invisible. De lo Prohibido. Y además estaban los olores de la cuisine local, cheurice, gumbo, étouffé de cigalas y gambas cocidas en sassafrás, olores procedentes de ningún sitio a la vista, que se peleaban por lo poco que quedara del sentido común de cualquier paseante. Se veían negros por todas partes, divir__lianos», aparecidos a raíz del asesinato, supuestamente a manos de la mafia, del jefe de policía, todavía vivo en la memoria ciudadana, y de ahí que los niños abordaran a los desconocidos, italianos o no, con un «¿Quién mató al jefe?», por no mencionar eltiéndose por la calle. Y también estaban los llamados «incordios ita «Va fongool a tu hermana».

Acabaron en el Maman Tant Gras Hall, un local con música al lado de Perdido Street, en el centro mismo del barrio de los burdeles.

– ¡Sí, sin duda es una encantadora guinguette! -exclamó Ruperta-, pero, queridos míos, ¡menuda música!

«Dope» Breedlove y sus Merry Coons eran la banda del local, y todo el mundo se lo pasaba demasiado bien como para dejar que las Rupertas de este mundo les amargaran la velada. Algunos clientes lle__das, tras lo cual ella se volvía hacia Reef con disparatada indignación, por no decir presa de un pánico total:garon incluso a acercarse y pedirle un baile, lo que bastó para sumirla en una cataplexia sonriente que los alejaba con miradas desconcerta

– ¿Es que piensas quedarte ahí sentado mientras estos morenos pa_téticos nos humillan a los dos?

– ¿Cómo? -preguntó Reef con toda la cordialidad que pudo-. Mira, ¿ves lo que están haciendo? Se llama bailar. Y yo sé que tú bai_las, te he visto.

– Esta música -murmuró Ruperta- sólo sirve para la cópula de la forma más bestial.

El se encogió de hombros.

– Eso también te he visto hacerlo.

– Dios mío, eres ruin. ¿En qué habré estado pensando? Por prime_ra vez abro los ojos y os veo tal como sois, a ti y a tu país de locos entero, que se estuvo masacrando durante cinco años por esta raza de desechos de la jungla. Algernon, sácanos de aquí, por favor, y rápido.

– ¿Nos vemos en el hotel?

– Ah, no es probable, me parece. Encontrarás tus maletas, tal como están, en el vestíbulo. -Y, dicho y hecho, se marchó.

Reef se encendió un cigarrillo de hachís y tabaco y repasó su si____________________ción de la que nunca le había dedicado Ruperta.lar sombrero con plumas y le pidió un baile. Ella apenas se molestó en echarle un vistazo, pero en ese segundo y medio le prestó más atenfecciosos recomponiendo la noche. Al cabo de un rato, encogiéndose de hombros, se acercó a una joven sonriente que llevaba un espectacutuación, mientras a su alrededor proseguían las melodías y ritmos in

Cuando «Dope» y su banda descansaron un rato, Reef le preguntó:

– ¿Qué estaban bebiendo todos en tu mesa? ¿Puedo invitarte a uno?

– Gin fizz Ramos. Y pídete uno para ti también.

El camarero agitó el combinado a conciencia en una coctelera lar__vó las bebidas, la mesa estaba ga de plata para producir una lenta síncopa interior. Cuando Reef llesumida en una discusión sobre la teoría anarquista.

– Vuestro propio Benjamin Tucker escribió sobre la Liga de la Tierra -decía un joven con inconfundible voz irlandesa- en térmi__ganización anarquista perfecta.nos tan encendidos…, lo más cerca que el mundo ha estado de la or

– Lástima que la frase sea contradictoria en sí misma -comentó «Dope» Breedlove.

– Pero yo he sentido lo mismo cuando toca tu banda: la más sor_prendente coherencia social, como si todos compartierais el mismo cerebro.

– Claro -admitió «Dope»-, pero no puedes llamarlo organización.

– ¿Y tú cómo lo llamas?

– Jass.

El irlandés se presentó a Reef como Wolfe Tone O'Rooney, un insurrecto itinerante, aunque no, se apresuró a añadir, feniano, un en__bros fundadores.foque que valía lo que valía, aunque a él le parecía que valía muy poco para quien, como era su caso, procedía de una familia de la Liga de la Tierra, de la que su padre y sus tíos de ambas ramas habían sido miem

– Los chicos que inventaron el boicoteo -recordó Reef.

– Que es una estrategia magnífica si estás por esos campos de Ir__tánicos, y de vez en cuando hasta los obliga a interrumpir su odiosa barbarie. Pero en las ciudades, ahora… -Tras un breve silencio, Wolfe Tone pareció despertarse con ánimo-. En fin, gracias al cielo por estos inmensos y generosos Estados Unidos y su generosa abundancia de monedas de uno, cinco y diez centavos que no paran de correr, pues sin ellas nos helaríamos y nos echaríamos a perder como la patata en un invierno gélido.landa, por Shgo, Tipperary y demás. Saca de quicio a los malditos bri

Acababa de volver de una gira por ciudades americanas para re__sionado por la lucha de los mineros en Colorado.caudar dinero para la Liga, y se había quedado especialmente impre

– Cuando llegué allí tenía la esperanza de conocer al gran dinami__mente no se sabía nada de él desde hacía tiempo.tero del Salvaje Oeste al que llaman el Kieselguhr Kid, pero triste

Reef no supo qué responder, pero comprendió que no era mo____________________cluía en algún punto hierro letal en la oscuridad de la noche.ra reconcentración ensimismada, que con el tiempo Reef llegaría a reconocer como un dispositivo metafórico cuyo tenor siempre ingo, Wolfe Tone no tardó en sumirse en su estado preferido, una osculencio mirando directamente a la cara del irlandés, donde por un momento creyó detectar el amanecer de cierta iluminación. Sin embarmento para miradas furtivas ni cómplices, así que siguió sentado en si

– Estos blancos están de mal humor -comentó «Dope» Breedlove.

– Y vosotros sonreís mucho -replicó Wolfe Tone-. No me creo que nadie pueda estar tanto tiempo contento.

– Esta noche -dijo «Dope»- se debe a que ya no tendremos que tocar más en un local de Rampart Street, el Red Onion -movió los ojos al pronunciar ese sinónimo de peligro para toda la fraternidad musical-, y todavía vivimos para contarlo. Además, no queríamos de__tan esas chuletas de cerdo! -añadió en voz más alta al darse cuenta de que el dueño, que ahora podía oírle, rondaba por allí intentando que los Merry Coons volvieran al trabajo.cepcionar a los numerosos melómanos caucasianos que venían aquí esperando encontrar cierto brillo dental. Sí, claro, ¡claro que me gus

Cuando la banda reanudó la música, le dijo Wolfe Tone O'Rooney:

– Al principio te tomé por otro maldito idiota inglés como los de_más del grupo con el que has venido.

– Ella me ha puesto de patitas en la calle -le confesó Reef.

– ¿Necesitas un sitio donde quedarte? A lo mejor no de clase tan alta como a lo que estás acostumbrado…

– Bien mirado, tampoco es que estuviera en el hotel St. Charles.

Wolfe Tone se alojaba en el Deux Espèces, un rancho de estilo Lousiana en el centro mismo del barrio de los burdeles, lleno de de_sesperados de todo tipo que esperaban, la mayoría, un barco que los sacara del país.

– Este es Flaco, con quien tal vez compartas cierta pasión.

– Se refiere a la química -dijo Flaco frunciendo el ceño con com_plicidad.

Reef lanzó una mirada al irlandés, que hizo un gesto de inocen_cia dolida.

– Digamos que existe una especie de comunidad -añadió Flaco-, y todos los chicos se acaban conociendo con el tiempo.

– No soy más que un aprendiz -comentó Reef.

– Ahora todos hablan de Europa. Las Potencias están planificando mejorar la movilidad de sus tropas, y uno, naturalmente, piensa en el ferrocarril, pero ahí están esas montañas por todas partes, ralentizándolo todo, lo que implica túneles. De repente, por toda Europa van a volarse túneles, grandes y pequeños. ¿Has hecho algo con túneles?

– Algo -dijo Reef-, es posible.

– El es…-empezó Wolfe Tone.

– Sí, Hermano O'Rooney. ¿Soy…?

– No es político como nosotros, Flaco.

– No lo sé -dijo Reef-, Y, bien mirado, vosotros tampoco. Tendría que pensármelo.

– Todos nosotros tendríamos que hacerlo -dijo Wolfe Tone O'Roo_ney, con la misma luz en sus ojos de la noche anterior, cuando había surgido el tema del Kieselguhr Kid.

A esas alturas era un viejo ardid, tan natural como tragar saliva. En su interior, algo se encogió de hombros. Se resistía a volver a pensar en Stray y Jesse.

– Observamos el mundo, los gobiernos de todo el espectro, algu____________________mirse en la no-libertad total, entonces el Estado tiende, en el límite, a la Muerte. El único modo de resolver el problema que plantea la existencia del Estado es utilizar la contra-Muerte, también conocida como Química -dijo Flaco.presivo es el Estado, más se parece la vida a la Muerte. Si morir es sunos con más libertad, otros con menos. Y vemos que, cuanto más re

Era un superviviente de las luchas anarquistas en no pocos lu__rante una interpretación de la ópera de Rossinigares a ambas orillas del Atlántico, especialmente en Barcelona, en la década de los noventa. Provocada por la bomba del Teatro Liceo du Guillermo Tell, la po____________________bara de asaltarla, y cuando los calabozos estuvieron llenos se mandó a los presos encadenados a buques de guerra reconvertidos en barcos prisión que permanecían anclados en el puerto.vo a miles, a los que se mandó «montaña arriba» a la fortaleza de Montjuic, que se agazapaba como un matón sobre la ciudad, como si acalicía había detenido no sólo a anarquistas sino a cuantos pudieran oponerse en cualquier sentido al régimen, o siquiera pensarlo. Se detu

– La jodida policía española -dijo Flaco-. En Cataluña son un ejército de ocupación. Todos los presos del 93 que no eran anarquis____________________timidados hasta el silencio. da en el olvido. El Estado es el mal, su derecho divino procede del mismísimo Infierno, y al Infierno es adonde todos íbamos. Algunos salieron de Montjuic destrozados, moribundos, sin genitales sanos, inma conclusión. Fue como reencontrar una antigua religión, casi caítas antes de que los llevaran a Montjuic llegaron rápidamente a la misLos látigos y los hierros incandescentes son ciertamente eficaces para esa labor. Pero todos nosotros, incluso los que habíamos votado y pagado nuestros impuestos como buenos bur__dios, los bancos y las empresas en esa palabra obscena.gueses, salimos odiando al Estado. E incluyo a la Iglesia, los latifun

En el Deux Espèces todos aguardaban uno de esos barcos que aco____________________riamente, desolados, uno detrás de otro.ria, que debían incluir, en algún sitio, al menos un único punto, una confluencia segura de todos los meridianos malditos, que pasaban diasiado al anarquista medio, sino ciertas geometrías ocultas de la Histotes, un lugar que les había prometido no Dios, pues sería pedir demabón, carentes de fuentes de nitrato, depósitos de combustible, vetas de minerales deseables, ni preciosos ni útiles, y así para siempre ajenas a la mala suerte y peor juicio que infestaba la política de los Continenquistas ahora que el peligro era omnipresente, un lugar fácilmente localizable incluso en los mapas baratos del Mundo, un grupo de islas volcánicas verdes, cada una con su propio dialecto, demasiado lejos de las rutas marítimas para servir de estación de aprovisionamiento de carsado una gloriosa época mítica del anarquismo americano, que ahora, después de que el anarquista Czolgosz asesinara a McKinley, viviría sus últimos días…, en todas partes reinaba el «corre, anarquista, corre por tu vida», la nación se sumía en otro ciclo delirante de Miedo al Rojo como el que ya se había dado en los años setenta como reacción a la Comuna de París. Pero también como si pudiera existir un refugio, en los aires, en el mar, un lugar al que pudieran huir todos los anargían con los brazos abiertos a los que huían, barcos que por entonces abundaban en las rutas marítimas…, como si hubiera existido en el pa

Wolfe Tone O'Rooney se encaminaba hacia México, donde es_peraba localizar un envío de «herramientas agrícolas», aparentemente desvanecidas en tránsito, destinadas a elementos relacionados con la Liga que no describió con demasiado detalle. Flaco buscaba todos los días en el periódico alguna noticia del mercante Despedida, un vapor que se dirigía al Mediterráneo y entre cuyas escalas probablemente se incluía Génova, un punto tan bueno como cualquier otro para em_pezar a buscar trabajo abriendo túneles. Había convencido a Reef de que le acompañara. Solían reunirse en un café cerca del Maman Tant Gras, donde «Dope» Breedlove y sus colegas músicos de jass recalaban a primera hora de la mañana después de pasarse la noche entera to____________________te no llamar la atención. Estaban, al fin y al cabo, en Estados Unidos, y el miedo se palpaba en el ambiente.dientemente de los desacuerdos que surgieran, porque era importancando entre el humo y las brumas del río que entraban por puertas y ventanas… Se sentaban entre los olores matutinos del mercado, comían buñuelos, bebían achicoria y discutían sobre Bakunin y Kropotkin, manteniendo casi siempre, como vio Reef, el buen humor, indepen

Una tarde, Reef interrumpió a Wolfe Tone O'Rooney, que esta_ba cortando una patata por la mitad con el aspecto culpable de quien arma una bomba.

– Los Caminos de la Patata son múltiples y misteriosos -afirmó Wolfe Tone. Presionó la recién expuesta superficie contra un docu__blemente copiado; después procedió a transferirlo a un pasaporte que, según parecía, estaba falsificando.mento que había sobre la mesa, y obtuvo así un sello de tinta impeca

– Tu barco ha llegado -aventuró Reef.

Wolfe enarboló el documento.

– Eusebio Gómez, 'a sus órdenes'.

La noche antes de que Wolfe zarpara, Reef, Flaco y él se queda_ron junto al río, bebiendo cerveza local en botella y contemplando el anochecer.

– Ingrávido como el velo de una viuda -comentó el joven irlan__razón que sentimos cada velada al dés-. ¿Y no es la maldición del vagabundo esta desolación en el coocaso, cuando el lento recodo del río, ahí abajo, capta, sólo durante medio minuto, las últimas luces pre__sibilidades que no tendrán, ni mucho menos vivirán, los que son como nosotros, pues no veis que sólo estamos de paso y ya no somos más que fantasmas?ñadas de la ciudad en toda su densidad y maravilla, con todas las po


Frank iba a pasarse meses que parecerían años deambulando por un mapa vacío poblado de sombras, por una novela barata de aventu____________________bía, una revolución que nunca empezaría aunque miles de personas ya muriesen y sufriesen en su nombre.tes repentinas, un gobierno que ya había caído pero ni siquiera lo saras en el Viejo México que incluía malvados gringos en el exilio, muer

Conoció a Ewball Oust una noche en una cantina, en algún pun____________________carse cuanto quisieran, pero sin cruzarla nunca. Como si el número tratadas por Gastón Villa y sus Bandoleros de Manicomio. Para los Bandoleros, la frontera era de algún modo asintótica: podían acernor duda, defectuosamente bendito- de la gira de actuaciones conto -uno no quisiera decir exactamente maldito, aunque sí, sin la me'charro' de su padre hubiera legado una prohibición a su descendencia, Gastón comprendía que para entrar en el viejo México se le reque_ría algo parecido a una gracia que dudaba que su alma poseyera.

Ewball era un joven de Lake County que estaba de camino a la Veta Madre. Su familia, que nadaba en dinero de Leadville, había aceptado enviarle doscientos dólares al mes, dólares americanos, no pesos, para que se quedara allá e intentara ganarse la vida con sus co____________________gocio.tados Unidos e incluso disfrutar de cierto futuro marginal en el Nenocimientos en ingeniería de minas. Si sobrevivía al agua potable y a los bandidos, bueno, tal vez algún día le permitirían regresar a Es

– Soy más un metalúrgico que un ingeniero de minas -confesó Ewball.

Frank había hecho algún negocio en Leadville con un tal Toplady Oust, creía recordar.

– El tío Top. Concebido en la galería de un coro durante una in_terpretación de Rock of Ages. No serás el tipo de los imanes, ¿verdad?

– Lo era. Aunque últimamente me he visto obligado a buscar otras especialidades laborales.

Ewball vio el Galandrónomo, empezó a decir algo, pero se lo pen_só mejor.

– ¿Conoces el método de Patio?

– Algo he oído. Es el proceso mexicano para extraer plata. Lo que los gringos llamamos amalgamación en frío. Se dice que es un poco lento.

– Por lo general, la recuperación del cien por cien lleva un mes. Mi familia tiene un par de minas en Guanajuato, y me mandan a que eche un vistazo, dicen que quieren modernizarlas, acelerar el proceso.

– Enseñar a los mexicas los goces del proceso Washoe, ¿se trata de eso?

– Se han acostumbrado a tomarse su tiempo, al estilo Patio tradi__len ser accesibles, no tienen muchas razones para cambiar, salvo por el factor tiempo. Así que supongo que en realidad se trata de que mi familia me quiere lejos del país.cional en la zona de Guanajuato: el mercurio es barato, las vetas sue

Parecía más perplejo que irritado, pero a Frank le dio la impre_sión de que eso podía cambiar.

– A lo mejor quieren recuperar más rápido la inversión -dijo con cautela-, es comprensible.

– ¿Conoces la zona?

– No, pero he estado pensando mucho en ella últimamente, y te explicaré por qué, ya que aprecias la metalurgia.

Empezó a hablarle a Ewball del argentaurum, pero Ewball le lle_vaba la delantera.

– A mí me parece que en realidad lo que te interesa es el espato de Islandia -dijo Ewball.

Frank se encogió de hombros, como si le avergonzara reconocer hasta qué punto era así.

– 'Espato' lo llaman por aquí. A veces escuchas 'espanto', que, de_pendiendo del caso, puede designar algo pavoroso o ridículo.

– ¿Como mirar a alguien a través de una pieza lo bastante pura y ver no sólo al hombre sino también a su fantasma al lado?

Ewball miró a Frank con cierta curiosidad.

– Hay muchas ocasiones para que se te ponga la piel de gallina en esas galerías. 'Espantoso, hombre.'

– La verdad es que la calcita es un mineral interesante, pero sobre todo no me vendría mal algo de trabajo.

– Claro, siempre buscan gente. Vente.

– Me fastidia dejar mi instrumento -dijo levantando el Galandrónomo- cuando acabo de aprender… Escucha.

Era una melodía de aire mexicano, con un ritmo de marcha sub_yacente pero también con las vacilaciones y salidas de tono típicas del sur de la frontera. Un par de Bandoleros se acercaron con guitarras y empezaron a rasguear acordes, y al cabo de un rato el trompetista Paco siguió el solo a partir de Frank.

Ewball estaba sorprendido.

– Hay zonas de México en que te llevarían directamente a chirona sólo por silbar eso.

– ¿La cucaracha? Si sólo es la novia de alguien, le gusta fumar 'gri_fa', ¿qué tiene de malo?

– Es el General Huerta -le informó Ewball-, un corazón brutal, una mente sanguinaria y, aunque prefiera matar a su propio pueblo, más vale que no te cruces en su camino, pues se fijará en un gringo que silba. Ni siquiera te pondrán la venda en los ojos, y menos aún te darán un último cigarrillo.

Así, por vía férrea y precipitadamente como el destino, Frank y Ewball llegaron al Bajío la víspera de un cambio histórico. Cruzaron la frontera en El Paso, pasaron por Guanajuato en tren, y por Torreón, Zacatecas y León, y transbordaron finalmente en Silao, insomnes a esas alturas, aprensivos, con la camisa de camuflaje manchada, casi como una señal ominosa, con el zumo de las fresas locales. Durante todo el tra__ria, álamos de Virginia, campos negros donde losyecto a través de los campos de mezquites, bajo los halcones de Sierra Madre que los sobrevolaban, a través de arroyos, montones de esco 'flachiqueros' cargaban pieles de carnero a la espalda llenas de jugo de maguey fresco para fer__mas, otros contemplando con las manos vacías el pasar de los trenes, «inexpresivos», como les gustaba decir a los gringos, bajo las alas de sus sombreros, esperando que amaneciera un día festivo, que llegara un mensaje decisivo de la Capital o que Cristo volviera, o se fuera, para siempre.mentar, y los campesinos de blanco bordeaban las vías, algunos con ar

En la estación de Guanajuato, los norteamericanos se apearon del vagón en plena tormenta vespertina, fumando puros de Vera Cruz, y corrieron a protegerse bajo el techo sin galvanizar de un cobertizo so__reado la plancha, el agua caía casi con ira.bre el que martilleaba el chaparrón con tal fuerza que ninguno de los allí refugiados podía oír ni hablar. Allá donde el óxido había aguje

– Con un par de pesos en zinc lo habrían arreglado, pero es lo que hay -comentó Frank, y Ewball, incapaz de oírle, se limitó a encoger_se de hombros.

Les abordaron vendedores de chicles, gafas de sol, sombreros de paja, ópalos de fuego, y chicas asombrosamente jóvenes, niños que se ofre__dos los rechazaron con un dedo que negaba educadamente.cían a llevar su equipaje y abrillantarles las botas, chóferes de hoteles que merodeaban alegres haciéndoles ofertas para dormir esa noche, y a to

La vieja ciudad de piedra olía a ganado, a agua de pozo, a alcan__ces, bocartes, las campanas de las iglesias dando las horas. Los ecos de los sonidos rebotaban en los edificios de piedra y las calles estrechas los amplificaban.tarillado, a azufre y otros derivados de la extracción y el fundido de la plata… Oían sonidos de todas las partes invisibles de la ciudad: vo

Frank entró a trabajar en Empresas Oustianas S.A.,y se puso al día en las tareas de amalgamación sin mayores problemas. Ewball y él no tardaron en acostumbrarse a la vida de cantina, cuyo único inconve__naba que recibía, como si la gente pensara que lo reconocía, aunque bien pudiera deberse al pulque o a la falta de sueño. Cuando dormía, tenía sueños breves e intensos, en los que casi siempre aparecía Deuce Kindred. «No estoy aquí», repetía Deuce. «Estoy a muchos kilómetros, pobre idiota. No, no entres en eseniente eran las extrañas miradas que, de vez en cuando, Frank imagi 'callejón'. No me encontrarás. No vayas por esa 'subida', no merece la pena. Ya puestos, tampoco mere____________________moronadas, con los tejados aplastados contra las puertas por la ladera empinada. Frank se despertaba siempre convencido de que tenía un doble real en algún lugar de esa ciudad a la luz del día.zadas, muchas de ellas abandonadas, pequeñas, grises, polvorientas, desformándose en callejuelas estrechas y en escaleras entre casas destrotraño, se trataba siempre del mismo camino intrincado, que llevaba colina arriba, al principio por callejones adoquinados, luego de tierra prensada, retorciéndose, de vez en cuando cubierto de tejados y transce la pena tu vida. México es el lugar perfecto para ti. Otro gringo jodido.» Pero a medida que los sueños se sucedían, y eso era lo ex

Llegó la Semana Santa, y nadie trabajaba esos días, así que Frank y Ewball tuvieron la ocasión de pasear por la ciudad a la búsqueda de problemas que no se habían buscado todavía. Como las calles eran es__tado allí antes.trechas como callejones y serpenteaban entre altas paredes, la mayor parte de la ciudad estaba sumida en una especie de sombra. En pos de la luz del sol, se encaminaron colina arriba, y al poco, tras doblar una esquina, a Frank le asaltó la extrañísima sensación de que ya había es

– Esto lo he soñado -dijo.

Ewball entornó un poco los ojos.

– ¿Qué hay ahí arriba?

– Algo que tiene que ver con Deuce.

– ¿Está aquí?

– Mierda, es sólo un sueño, Ewb. Vamos.

Subieron por la ladera marrón rojiza, bajo la luz del sol, por la artemisa púrpura, donde perros salvajes vagabundeaban entre ruinas sin tejado, hasta que llegaron a una altura desde la cual, bajo el brillo áspero del cielo de Viernes Santo en el que el viento estiraba los cirros en vetas paralelas y delicadas, podían distinguir la ciudad a sus pies, extendiéndose de este a oeste, aturdida, como reducida al silencio por unos rayos misteriosos, un silencio que incluso Frank y Ewball tenían que honrar: la pasión de Cristo, el siseo sin viento…, hasta los bocar_tes estaban callados, incluso la Plata misma se tomaba su día de des_canso, como si reconociera el pago que había recibido Judas Iscariote. La luz del sol en los árboles.

Cuando parecía que una curiosa revelación surgiría del cielo lu_minoso y tenso, fueron detenidos por unos hombres con uniformes deshilachados, manchados, sin siquiera demasiado aspecto oficial, cada uno con el mismo modelo de Mauser, que evitaban mirarles a los ojos, como si no estuvieran muy seguros de lo protegidos que estaban de las opacidades de los suyos propios.

– ¿Qué…? -empezó a preguntar Ewball, pero los 'rurales' hacían gestos de que se callara, y Frank recordó que era una práctica católi_ca guardar silencio el Viernes Santo entre el mediodía y las tres, pues eran las horas en que Cristo había estado clavado en la cruz.

En devoto silencio le quitaron el revólver a Frank y la semiautomática a Ewball y los llevaron en medio de una santidad impenetrable al 'juzgado', al lado de la calle Juárez, donde los metieron juntos en una celda muy por debajo de la superficie, tallada en la roca primor__cubiertas.dial. El agua goteaba y las ratas cruzaban tranquilamente las zonas des

– Problemas de 'mordida' -supuso Ewball.

– ¿No crees que los chicos de tu Empresa vendrán a sacarnos tar_de o temprano?

– Es improbable. Ser gringo por aquí no es siempre el chollo que uno imagina.

– Vaya, pero si eso es lo que te digo yo siempre.

– Oh. Y yo soy el que silba alegremente cuando va de paseo, pen_sando que nunca va a pasar nada.

– Al menos yo sé dónde tiene el seguro esa Broomhandle, Ewb.

– Me parece que quieres decir «tenía». Esas 'pistolas' hace mucho que desaparecieron, en mi opinión.

– A lo mejor estos chicos no saben cómo manejarla, así que haz_te el tonto a ver si te la devuelven.

A veces, en plena noche los despertaban y empujaban por una su_cesión de pasillos hasta subir por unas escaleras y salir a una calle cuya existencia ninguno de los dos había notado antes.

– No me hace ninguna gracia nada de esto -murmuró Ewball, que caminaba raro debido a que le temblaban las rodillas.

Frank se sacó las manos sin atar de los bolsillos y le hizo un gesto con los pulgares hacia arriba.

– Nada de 'esposas'. Creo que la cosa va bien.

Salieron a la calle más ancha de la ciudad, que ambos norteame_ricanos sabían que conducía al Panteón, el cementerio.

– Así que te parece que la cosa va bien, ¿eh? -dijo Ewball con aire desdichado.

– Eh, podemos apostar si quieres.

– Claro, para ti cojonudo, no tendrías que pagar.

– En cualquier caso, no tengo dinero. Por eso lo propuse.

A los pies del Cerro del Trozado, casi divisando ya los muros del cementerio en la cima, que se cernían bajo la luz de luna incomple_ta, llegaron a un claro de la ladera, casi invisible tras una pantalla de cactus.

'¿Dónde estamos?' -Frank no creyó hacer nada malo preguntando.

'El Palacio de Cristal.'

– He oído hablar de este lugar -dijo Ewball-. Sea lo que sea de lo que se nos acusa, es algo político.

– Pues han pillado al cowboy equivocado -dijo Frank-, Si ni si_quiera voto.

'La política' -asintió sonriente uno de los 'rurales'.

– 'Felicitaciones' -añadió su compañero.

La celda era un poco más espaciosa que la del 'juzgado', con un par de colchones de cáscara de maíz, un cubo para el agua sucia y un in__boncillo por toda la pared.menso cómic poco favorecedor de don Porfirio Díaz dibujado al car

– Viendo esto, está claro que no nos fusilarán hasta que salga el sol -dijo Frank-, voy a acurrucarme un rato aquí con las 'chinches'.

– ¿Qué lógica tiene? -se quejó Ewball-. Si estamos a punto de dor_mir por toda la eternidad. A ver… -Pero Frank ya roncaba.

Ewball seguía despierto una hora después, cuando se les unió otro norteamericano, que se presentó como Dwayne Provecho, borracho pero no muy adormilado, que empezó a monologar llamando en más de una ocasión la atención de Ewball por su conocimiento de túne_les secretos, existentes desde la antigua explotación de la plata bajo Guanajuato, y que sin duda los sacarían de aquel sitio.

– El fin del mundo se acerca, ¿sabes? La última vez, al salir de Tucson, se oía en el aire, durante todo el camino hasta Nogales y también al otro lado de la 'frontera', nunca cesaba. Una especie de rugido, bes____________________va la luz, ¿quién sabe qué se verá más allá?cortan contra la luna como nubes, y de repente todo se oscurece y no sabes muy bien si quieres que aquello pase rápido, porque cuando vueltias por los aires, más grandes que nada jamás visto, con alas que se re

– Muy agradecido -dijo Frank abriendo un ojo para tranquilizar_se-, pero a lo mejor no nos vendría mal dormir un poco a todos…

– Oh, no, no, no, no hay ni un minuto que perder, porque se tra____________________dida que se aproxima?… -Y así sucesivamente.tros, ¿es que no veis esa luz?, ¿no sentís el calor que él irradia a mepezado a marcharse, luego ralentizó su paso, como si se lo hubiera pensado mejor, se detuvo, se dio la vuelta y ahora regresa por nosota del Señor en su viaje de regreso, tenéis que entenderlo: había em

Pese a la presencia de una cantidad mucho mayor de la esperada de pelmazos religiosos, esa trena mexicana distaba de ser el legendario agujero del infierno de las ciudades fronterizas; se parecía más bien a unas instalaciones flexibles y, de vez en cuando, hasta acogedoras, de_bido en gran medida al dinero que empezó a llenar misteriosamente los bolsillos de Ewball.

– ¿De dónde sale todo eso? Ewb, me está poniendo nervioso…

– ¡No say praeocupi, 'compadre'!

– Ya, claro, pero alguien te lo trae sin parar, alguien que tú conoces.

– Puntual como un jornal y tan seguro como la Banca Morgan.

Ewball intentaba adoptar un tono despreocupado, pero Frank no estaba tan animado.

– Ya. ¿Y cuándo querrán que se lo devuelvas?

– Cualquier día, cuando salgamos de aquí, pero ¿quién tiene prisa?

Por lo visto, ninguno de los dos. El lugar era como un sueño, y muy pacífico en comparación con aquel de donde venían, tan pací____________________ño nickelodeón o, más bien, centavodeón, ruleta y faro, vendedores ambulantes deaparecidas las angustias de la jornada laboradlas oportunidades para la diversión se multiplicaban, en un desfile de atracciones subterráneas: una cantina completa, con música y bailarinas de fandango, un pequellaba a un marinero acostado en una litera por debajo de la línea de flotación, a las orillas del bendito huerto del sueño… Aquí abajo, desfico como parecía la ciudad de arriba contemplada desde lejos, nunca desde muy cerca: sin mineros borrachos ni explosiones imprevistas, con el martilleo de los bocartes durante toda la noche, que llegaba hasta allí amortiguado por la roca, en polirritmos que invitaban a conciliar el sueño tan persuasivamente como el vaivén constante del mar arru 'grifa' y fumaderos de opio atendidos por miembros de la comunidad china desplazados, suites de habitaciones de invitados tan lujosas como las de la ciudad, con el equivalente subterráneo de una terraza con vistas desde la que podían contemplarse, parecía que a lo largo de kilómetros, las paredes ennegrecidas por el humo, las atalayas ribeteadas de hierro y los pasillos marrones, a menudo sin techo, de esta prisión por momentos acogedora, sin los habituales navajeros, borrachos y pendencieros de las ciudades mineras; no, dada la situa__recían más bien, cómo decirlo, honrados trabajadores con un brillo peligroso en los ojos. Profesores demasiado francos y tambiénción de la política nacional del momento, los demás detenidos ahí pa 'cientí_ficos' granujas. Tampoco otras costumbres carcelarias, como las que tie_nen que ver con los peligros para la integridad rectal, parecían darse ahí, lo que facilitaba las cosas a los dos norteamericanos.

Recibieron otra sorpresa cuando el llavero del turno de noche resultó ser una joven atractiva vestida con un uniforme atípicamente pulcro, llamada Amparo o, como ella prefería, Sargento Vásquez. Una relación muy íntima con alguien de muy arriba, supuso Frank. Rara__poco era cien por cien carcelario.mente se la veía lo que se dice sonreír, pero su comportamiento tam

– Ándate con cuidado -murmuró Frank no del todo para sí.

– Oh, no sé -dijo Ewball-, creo que le caemos bien.

– Es más probable que le caigan mejor todos esos hidalgos que re_partes tan generosamente.

– Mierda. Sí que eres consecuente.

– Gracias. Aunque a lo mejor quiero decir: «¿A qué te refieres?».

– Lo decía por las mujeres. ¿Has conocido a alguna que no se ven_da por dinero?

– Dame un par de meses, seguramente apareceré con algo que cues_te menos de un dólar.

Lo que la Sargento dejó claro desde el primer momento es que podían hacer todo lo que pudieran pagarse, pero siempre que se acor__lución de su caso.daran de pedirle permiso antes. Con la excepción de escaparse, claro, aunque a diario ella bajaba con promesas repetidas de la rápida reso

– Bueno, ¿y no sabrá usted por casualidad a qué se debe nuestra presencia aquí? Porque nadie nos lo aclara.

– Hoy está guapísima, si me permite, con ese peinado plateado y el pelo levantado.

– 'Ay, lisonjeros'. Dicen que fue por algo que uno de vosotros hizo hace mucho tiempo, en el Otro Lado.

– Pero, entonces, ¿por qué nos detienen a los dos?

– Sí, ¿y cuál de los dos es?

Ella se limitaba a devolverles la mirada, a uno cada vez, abierta__jeres a veces en la Capital.mente y sin mala disposición, del modo en que suelen hacer las mu

– Debo de ser yo al que quieren -aventuró Frank-, No puedes ser tú, Ewball, eres demasiado joven para tener una cuenta pendiente con la ley.

– Bueno, he participado en algunos sobornos.

– No te meterían aquí por eso.

– Pues si lo tienes tan claro, ¿no deberías estar más preocupado?

Frank se despertó por la mañana temprano tras soñar que viajaba por los aires, muy alto, en un transporte cuyos principios de funcio____________________tido en el horno hasta fundirlo, una quier tentación relacionada con un cuchillo, bolillos recién horneados en rebanadas, cubiertos de judías y queso chihuahua que habían meayuno, compuesto de papayas y limas frías, ya cortadas para evitar cualnamiento le resultaban un misterio, y vio a la Sargento Vásquez de ojos incandescentes en la puerta, sosteniendo una bandeja con el dessalsa casera a base del vigoroso chile local conocido como «Chinganariz», una jarra llena de un com_binado de zumo de naranja, mango y fresa, y café de Vera Cruz con leche caliente y trozos de azúcar sin refinar ya dentro.

– Pues sí que coméis bien -comentó Dwayne Provecho, eligiendo ese momento para asomar la cabeza por la puerta y exhibir un hilo de baba que le caía desde la barbilla a la camisa.

– Claro, Dwayne, ¿quieres un bocado? -Frank vio que la Sargen_to le mandaba un mensaje por heliógrafo ocular desde el pasillo-. Ahora vuelvo…

– A lo mejor no deberías ser tan amable -le aconsejó ella-. Ése va camino de la sombra del 'paredón'.

– Vaya, ¿qué ha hecho?

Ella dejó que pasara un minuto.

– Hacía recados al norte de la frontera. Trabaja para… gente peli_grosa. ¿Has oído hablar del… -bajó la voz y le clavó una mirada que no engañaba a nadie- PLM?

Buf.

– A ver, son esos hermanos Flores Magón, '¿verdad?'…, y también un tal Camilo Arriaga, un tipo de por aquí, ¿me equivoco?

– ¿Camilo? Es 'potosino'. Y los patrones del señor Provecho podrían considerar a los Flores Magón un tanto, cómo decirlo… ¿delicados?

– Pero mírelo ahí. Zampando tan pancho… ¿no le parece dema_siado animado para tratarse de alguien al que van a llevar al paredón?

– Hay dos escuelas de pensamiento. A una le gustaría liberarle, se_guirle, llevar un registro, ver de qué más pueden enterarse. La otra sólo quiere eliminar a un elemento molesto, y cuanto antes, mejor.

– Pero si aquí hay gente que supone una amenaza mucho mayor que el viejo Dwayne, 'muñeca'; algunos llevan más de cincuenta años encerrados, ¿por qué de repente corre esto tanta prisa? ¿Se está pre_parando algo muy gordo, quizás?

– Tus ojos -dijo ella susurrando, como hacía cuando se quedaban solos-. Nunca he visto unos ojos así.

Mira por dónde.

– Sargento, ¿me está diciendo ahora que nunca ha tenido tiempo para mirar a los ojos de un gringo?

La Sargento guardó silencio, haciendo aquellos misteriosos movi_mientos con sus ojos de iris negros que a él le desconcertaban. Ella ya le había advertido, y hasta ahí podía llegar, así que cuando por fin a Dwayne le dio por soltarlo todo, a Frank no le sorprendió tanto.

Dwayne olía a 'caldereros y sus macheteros' de tequila y cerveza en cantidades ignotas, aunque Frank no sabía con certeza cuántos se ha__dor de sus ojos, que se habían tornado incandescentes.bría metido entre pecho y espalda: había demasiada claridad alrede

– Vengo a cumplir una misión -fue su descripción-, concretamen_te a ofrecerte un empleo, pues existe la creencia generalizada, tanto aquí dentro como al otro lado, de que tú, perdona si soy demasiado directo, no eres otro que el Kieselguhr Kid de la leyenda del Salvaje Oeste.

– Menuda tontería, Dwayne, pensaba que eras más espabilado, con todo lo que te has pateado el territorio y demás.

– ¿Eres… un simple ingeniero de minas, nada más?

– Sí, pero por aquí hay muchos tipos que saben utilizar las peli__cantados de entrar en acción, así que cuando salgas de aquí, lo que tienes que hacer es ir a cualquier mina de la Veta Madre, grosas sustancias en las que estás pensando y que también estarían endirigirte a la primera cantina del camino, y antes de que sepas quién paga la si_guiente ronda tendrás las orejas llenas de expertos en demolición muy preparados.

– El trabajo de la mitad de los cuales, hermano, depende de que este viejo porfiriato de por aquí se prolongue para siempre, y lo único que tengo que hacer es equivocarme una sola vez.

– A lo mejor es lo que ya te ha pasado.

– Entonces estoy a tu merced, ¿no?

– Me pregunto si serías tan gracioso con el verdadero Kieselguhr Kid… ¿no mostrarías más respeto, mierda, no le tendrías, yo qué sé, un poco más de miedo?

– Kid, si me permites llamarte así, me paso la vida muerto de miedo.

– Me refería a que debería haber algún resquicio en tu mente que aceptara la posibilidad de que te equivocas de hombre, ¿no?

– Los federales tienen fotos, las he visto.

– Nadie se parece a las fotos de la poli, a estas alturas deberías sa_berlo.

– También hablé con el Hermano Disco en Telluride. Predijo que estarías aquí, y también en compañía de quién.

– ¿Ellmore cree que yo soy el Kid?

– Ellmore dice que ésa es la única razón por la que Bob Meldrum no te agujereó de buenas a primeras en cuanto te vio.

– ¿Que yo asusté a Bob el Gatillo?

– Se trata más bien de cortesía profesional -comentó Dwayne Pro__trarte que todo está en regla, esta noche nos fugamos.vecho con cierta familiaridad experimentada-. Y sólo para demos

– Justo ahora que esto empezaba a gustarme. ¿Por qué no te vas solo?

– Porque aquí todos creen que eres el Kieselguhr Kid y esperan que te fugues.

– Pero no lo soy.

– Pero es posible que, un día de éstos, algún culo inquieto de por aquí no resista la tentación de hundirte su 'cuchillo' en el corazón, sólo por la gloria que le reportará.

– Lo has dicho con mucho tacto -comentó Ewball entrando en la conversación-, aunque, la verdad, me parece que ha llegado la hora de ponerse en marcha, Frank.

– ¿Tú también? Creía que tu gente iba a comprarnos la libertad.

– Y yo también lo creía…, durante un tiempo.

– Oh, oh.

Con linternas sordas, entraron en un pasillo abovedado de pare_des lisas. Más adelante aparecieron unas figuras blancas cuyas sombras sacudían la cabeza.

– Oh, no -dijo Ewball.

– No os va a dar asco, ¿verdad que no? -preguntó el previsor Dway_ne-. Chicos, os presento a las 'momias'.

Eran unas treinta, colgadas de ganchos, en dos largas hileras entre las que estaban obligados a pasar. Los cuerpos quedaban ocultos por sá____________________mente, que estaban en México.nidad y la distancia, asumiendo con serenidad, pero sólo provisionallor. Todos parecían esperar algo con paciencia sobrenatural, los pies a unos centímetros del suelo, delgados y distraídos, manteniendo la digternas, inexpresivas, otras retorcidas con una terrible expresión de dobanas, sólo las cabezas estaban descubiertas, inclinadas hacia abajo, las caras en diferentes fases de momificación, algunas, a la luz de las lin

– El Panteón se está quedando pequeño -se apresuró a explicar Dwayne-, así que estos chicos se pasan cinco años curándose en el sue__ba, los desentierran y los cuelgan aquí hasta que alguien apoquina.lo, y luego, si las familias no pagan lo que llaman el impuesto de tum

– Creía que era algo religioso -dijo Ewball.

– Si quieres llamarlo así, pero todo se convierte a pesos y centavos, de agua a vino podría decirse, durante el día cobran a los visitantes que quieren verlo, nosotros hemos pagado la tarifa de las tres de la ma_drugada, aunque a juzgar por la expresión de sus caras, debemos de haber interrumpido algo.

– Ya está bien, Dwayne -murmuró Frank.

Llegaron a unas escaleras en espiral en un extremo de la cripta y subieron hasta salir a la luz de la luna.

Descendieron por el cañón a la vieja estación de Marfil, donde subieron al tren un poco después de la salida del sol, y viajaron todo el día, hasta bien entrada la tarde, Frank sumido en el silencio, negán__llos que no se había fumado con sus colegas de cárcel, que empezaron a preocuparse.dose a beber, a pagar copas, a fumar o incluso a compartir los cigarri

– Espero que no estés enamorado, 'compinche'.

– Estás obsesionado con algo -explicó Dwayne-. Tienes todos los síntomas. Algo que ocurrió en tu lamentablemente famoso pasado, algo que hay que resolver.

– Mira, Hermano Provecho, en la cárcel la cancioncilla del Kíd era una cosa, pero aquí fuera sencillamente cansa, eso es todo. Lamento no ser tu hombre, y más te convendría ir a dar la tabarra a alguien que lo aprecie más.

– Demasiado tarde. -Dwayne hizo un gesto hacia la ventana-. Se__darias habilidades con la dinamita…, Kid.gún mis cálculos, te quedan cinco minutos para refrescar esas legen

El tren estaba frenando, de eso no había duda, y Frank empezó a oír un alboroto cada vez más cerca. Se asomó por la ventana y vio una escolta a caballo, un par de docenas de hombres que parecían cumplir cierto juramento de sobriedad en cuanto a su aspecto personal: labios superiores afeitados, alas de sombrero tan humildes que ningún 'charro' se hubiera puesto nada igual, camisas de algodón y pantalones de tra__signia, ningún signo que evidenciase su militancia.bajo en una gama de tonos terrosos, y además no llevaban ninguna in

– ¿Todo eso por mí? -dijo Frank.

– Yo voy contigo -anunció Ewball.

– No te queda más remedio. -En el transcurso de las últimas ho_ras, Dwayne había conseguido una pistola.

Al cabo de unos segundos, Ewball dijo:

– Vaya, ¿dinero de un rescate? Así que ésa es la historia, ¿con eso cuentas, con la legendaria fortuna de Oust? Pues no es un plan muy provechoso, 'vaquero'.

– A la mierda, se contentarán con lo que saquen. Son tipos felices. Lo que has visto ahí fuera hasta ahora no es más que una operación de poca monta, de un día para otro, y ningún rehén es insignificante siem_pre y cuando sea un burgués que pueda pagar.

– Ay, Jalisco -murmuró Frank.

– Oh, vais a conocer a El Nato. -Una presencia vigorosa había irrumpido en el vagón, con una chaqueta de oficial perteneciente al difunto ejército de un país no demasiado cercano, gafas ahumadas, objetos prácticos de acero donde uno habría esperado adornos de pla__narse hacia delante y gritarle al oído.ta y, posado sobre una charretera, un loro tropical enorme, es más, tan desproporcionado que para conversar con su dueño tenía que incli

– Y éste es Joaquín -dijo El Nato sonriéndole al pájaro-. Cuénta_les algo de ti, 'm'hijo.'

– Quiero joder un coño gringo -confesó el loro.

– ¿Cómo? -preguntó Ewball parpadeando ante el teatral acento británico, que recordaba noches libertinas y de vodevil shakespeariano.

Una carcajada repugnante.

– ¿Algún problema, 'pendejo'?

El Nato sonrió con cierta inquietud.

– Vale, ya está bien, Joaquín, no debemos causar mala impresión a nuestros invitados; no fue más que una vez, con aquella gata casera, en el Corpus Christi, hace mucho, mucho tiempo.

– 'Sin embargo, mi capitán', la aventura me ha obsesionado.

– Claro, Joaquín, y ahora, caballeros, si no les importa…

Había caballos ensillados que esperaban a Ewball y Frank, y les in_dicaron que los montaran.

– ¿No vienes con nosotros, Dwayne? -preguntó Frank mientras se subía a una silla de montar de cuero negro, con un arzón de estilo mi__bar ni más ornamento que los bocados y las «tapas» mexicanas sobre los estribos.litar, se fijó, un poco inesperado tan lejos de la ciudad, sin tallar ni gra

– Sed buenos, chicos -respondió Dwayne desde la puerta del va_gón-, y a lo mejor volvemos a vernos algún día por las vías.

Cuando el tren arrancó, El Nato le lanzó una saca de cuero, pe__máticamente y se diera la vuelta a la vez que gritabaqueña pero de cierto peso, e hizo que su caballo se encabritara dra «'¡Vámonos!'» a sus jinetes. El loro aleteó como si señalara a un colega en la lejanía. Los guerrilleros rodearon a los americanos y se pusieron en marcha, alerta, silenciosos, adoptando un aire marcial, hasta que al poco el tren a sus espaldas pareció un insecto estival cuyo chirrido se perdía en la maleza lejana.

– Y ahora cabalgando con anarquistas, joder, nunca creí que aca_baría así…

– ¿Qué pasa? -le pinchó Ewball-, ¿es que te sientes más cómodo con tus bandidos de siempre?

– Los bandidos puede que maten, puede que acuchillen, pero al menos no van volándolo todo por ahí cada vez que se les presenta la oportunidad.

– ¡Nosotros jamás hemos volado nada! -se quejó El Nato-. ¡Na_die de aquí entiende nada de explosivos! Puede que se robe un poco de dinamita de las minas, que se lance un cartucho aquí, otro allá, pero ahora todo eso cambiará, ahora cabalgas con nosotros, '¡el Famoso Chavalito del Quiselgúr!', ¡ahora sí nos respetarán!

Cabalgaron hasta mucho después de que oscureciera, cenaron, dur__tó de la cabeza la idea de compartir siquiera unamieron, levantaron el campamento, reemprendieron la marcha horas antes del amanecer. La escolta era un grupo arisco, y pronto se le qui 'copa' con ellos. Fue____________________dido hace mucho que intentaba ganarse de nuevo a la familia que creía propia. Más extraño aún: El Nato y sus comandantes parecían tragárselo, e incluso no tardaron en animar a Ewball a que se uniera a ellos y cabalgara con su unidad guerrillera.taba cada vez menos como un rehén y más como un hermano perta el punto de que Frank nunca hubiera creído que nadie pudiese cabalgar tanto sin dar con una costa; por su parte, Ewball se comporron pasando los días, idénticos, mientras se adentraban en México, has

– Tendrás que moverte rápido, mantener el ritmo. Pero no siem__tra algo es el primero en disfrutarlo,pre conseguimos comida ni encontramos un pueblo en el que hacer una requisa, y la norma en la unidad es que el primero que encuen 'pues'…, bueno, ya lo entende_rás, creo.

Atravesaron a caballo avenidas de pueblos bordeadas de antiguas palmeras, cañones con precipicios, montañas añiles perfiladas como recortes de papel por kilómetros de bruma. Un día, mirando hacia abajo desde una cima, Frank vio una ciudad de color herrumbroso que se desparramaba por las laderas de un profundo barranco. Montones de escoria se cernían por todas partes, y Frank supo que eran restos de la extracción de plata. Entre las altas y erectas paredes de la ciudad, los callejones sinuosos se transformaban a veces en escaleras.

Levantaron su campamento en las afueras de la ciudad, cerca de un puente sobre un arroyo. En el barranco no paró de soplar el vien__llado junto a una ametralladora Maxim desmontada en piezas sobre una manta, intentando recordar cómo recomponerla.to ni un momento durante todo el tiempo que permanecieron allí. El alumbrado se encendía temprano en las tardes pardas y a veces seguía encendido durante todo el día siguiente. Frank, que parecía absorbido por un vacío parcial en el curso del tiempo, encontró medio minuto para preguntarse si era ahí donde tenía que estar. Fue una pregunta tan inesperada que decidió consultarlo con Ewball, que estaba acucli

– Mi viejo 'compinche', vaya, pareces distinto. Espera, no, no me lo digas. ¿Es por el sombrero? ¿No serán esas cartucheras de munición cargadas de balas de ametralladora que cargas? ¿Por el tatuaje? Déja_me ver: «'¡Qué guapa, qué tetas fantásticas!, ¿verdad?'».

– Estos tipos lo sabían desde el principio -dijo Ewball-, Yo sólo tardé un poco en entenderlo, sólo un poco.

– ¡Eh! Te diré qué vamos a hacer. No te apresures. Nos intercam__jor a ti sí te creen.biaremos. ¡Sí! Sí, tú puedes ser el Kid y yo seré tu compinche. ¿OK? No se creerán jamás una palabra de lo que yo les diga, pero a lo me

– ¿A quién, a mí? ¿Que yo sea el Kid? Agg, no sé, Frank…

– En no más de cinco minutos puedo enseñarte todo, un Curso Avanzado de Explosivos de regalo, incluidas las últimas teorías; mira, por ejemplo, ¿te has preguntado alguna vez qué punta de éstas es lo que enciendes?

– Mierda, Frank, aparta eso de mí…

– Mira, es esta de aquí, ¿ves?

– ¡Aaah!

Ewball había salido de la tienda más rápido que una bala por la boca de cualquier arma de fuego conocida. Frank se colocó el cilin__tes y se paseó entre ladro humeante, que mirado más de cerca podría haber pasado por un gigantesco claro cubano en un envoltorio de Partidos, entre los dien 'tropa', cuyos miembros, convencidos de que lo que se estaba fumando en realidad era un cartucho de dinamita, se apartaban precipitadamente de su camino murmurando admirados. El único dispuesto a entablar conversación con él fue el loro Joaquín.

– ¿Te has preguntado alguna vez por qué llaman Zacatecas a Za_catecas? ¿O por qué Guanajuato es Guanajuato?

Frank, que a esas alturas había adoptado la dudosa costumbre de Conversar con un Loro, se encogió irritado de hombros.

– Una es una ciudad; el otro, un estado.

'¡Pendejo!' -chilló el loro-. ¡Piénsalo bien! ¡Doble refracción! ¡Tu propiedad óptica preferida! Minas de plata cargadas de 'espato' que re_fracta dos veces sin parar, y no sólo los rayos de luz, qué va, nanay. ¡También ciudades! ¡Personas! ¡Loros! Tú sigue así, flotando en esa nube de humo gringa, pensando que sólo existe una cosa de cada cosa, 'huevón', ni ves las luces extrañas a tu alrededor. 'Ay, Chihuahua'. Es más, 'Ay, Chihuahua, Chihuahua'. ¡Niñatos ingenieros! ¡Todos son iguales! Mentes cerradas. Ese ha sido siempre vuestro problema. -Y así se dejó llevar por la histeria loruna, siniestra en su prolongada indife_rencia.

– Pues éste es tu problema -dijo Frank acercándose a Joaquín con las manos extendidas en gesto de estrangulamiento.

El 'comandante', percibiendo un pesticidio en el aire, se acercó a toda prisa.

– Mis disculpas, señor Chavalito, pero dentro de sólo unas ho_ras más…

– Sólo unas horas más… ¿para qué, Nato?

'¡Caray!' ¿Se me había olvidado decírtelo? A veces no sé ni cómo me han dejado comandar una unidad. Y además, se trata de tu primer servicio, claro. Queremos que vueles el Palacio del Gobierno esta no_che, ¿OK? ¿Dándole, ya sabes, ese toque especial del Chavalito?

– ¿Y tú estarás a mi disposición para eso?

El Nato se puso evasivo o, como él habría dicho, se cohibió.

– Para serte sincero, no es ése en realidad el objetivo principal.

– Entonces, ¿por qué volarlo?

– ¿Sabrás guardar un secreto?

– Ñato…

– Muy bien, muy bien, se trata de la Casa de la Moneda. Mientras tú los distraes…

Más tarde Frank no recordaba bien si había surgido la palabra 'loco' en la conversación, aunque era posible que se hubiera pronunciado el eufemismo mexicano 'lucas'. Lo que intentó explicar, bien mirado muy simple, era que las monedas de plata, en cualquier cantidad, pesaban mucho. A veinticinco gramos por peso, una buena muía podría cargar cinco mil pesos, un asno tal vez tres mil quinientos, pero el problema era cuánto podía recorrer la muía antes de desmoronarse y tener que sustituirla. Incluso con una recua de muías lo bastante numerosa para que mereciera la pena robar la Casa de la Moneda, serían objetivo fá_cil para un pelotón de federales.

– Lo sabía -dijo El Nato. Pero Frank vio que le había dolido.

Al final la cosa no pasó de un intento de robo de la dinamita que necesitarían de una de las minas de plata en las laderas del Monte El Refugio, al sudeste de la ciudad. Antes de que nadie pudiera dar un grito de aviso, se vieron enzarzados en un tiroteo, puede que con los guardas de la mina o tal vez con 'rurales', resultaba difícil de saber en la oscuridad.

– No puede decirse que hayamos irrumpido en la ciudad muy si__gía para esquivar los tiros-. ¿Es que nos esperaban?gilosamente -murmuró Ewball en un momento en que no se enco

Retrocedieron hasta su campamento y se encontraron con otro tiroteo; El Ñato estaba en algún punto del flanco, rechazando lo que parecía un asalto no muy entusiasta. Nadie quería pasarse la noche disparando, aunque había claros indicios de que la cosa sería distinta por la mañana y parecía sensato desaparecer antes.

– '/Ay Chavalito!' -chilló el loro Joaquín, sumido en un inaccesible y oscuro frenesí, desde su jaula, que estaban subiendo a una muía de carga-, estamos metidos en una 'mierda, pendejo'.

– Huertistas -dijo el comandante-; los huelo. -Frank debió de mirarle inquisitivamente, porque El Nato frunció el ceño y añadió-: Como la sangre india. Como las cosechas quemadas y la tierra roba_da. Como el dinero gringo.

Salieron de allí antes del amanecer, se encaminaron hacia el oeste desde las vías del ferrocarril y se adentraron en una meseta yerma y llena de barrancos, camino de Sombrerete y de la Sierra, más allá. Cada vez que superaban un desnivel, las orejas de punta de los caballos re_cortadas contra el cielo, todo el mundo esperaba fuego de rifles. Poco después apareció a sus espaldas una nube de polvo.

Se discutió si convenía detenerse en Durango, Durango, pero pa__diodía de la siguiente jornada, Ewball se puso a cabalgar junto a Frank y le señaló un pequeño arroyo.reció mejor opción seguir camino hacia las montañas. A eso del me

Al principio, Frank creyó que se trataba de antílopes, pero corrían más rápido que nada que hubiera visto en su vida. Desaparecieron en una cueva a los pies de un pequeño despeñadero, y Frank, Ewball y El Nato se acercaron a echar un vistazo. Tres personas desnudas, aga__pectación, simplemente los miraban.zapadas junto a la entrada de la cueva, los miraban, sin miedo ni ex

– Son tarahumaras -dijo El Nato-, Viven en cuevas al norte de Sierra Madre, quién sabe qué harán aquí, tan lejos de casa.

– Los hombres de Huerta no andan tan lejos. ¿Crees que esta gen_te huye de ellos?

El Nato se encogió de hombros.

– Huerta suele perseguir a los yaquis o a los mayas.

– Da igual, lo tienen claro como los pille -dijo Frank.

– Rescatar indios no es precisamente lo que me hace falta ahora. Tengo que ocuparme de mi propia gente.

Ewball les hizo un gesto a los tres para que se metieran en la cue_va y se mantuvieran fuera de la vista.

– Más vale que sigáis adelante, Nato; ya veré qué puedo hacer, os alcanzaré dentro de poco.

– Jodido gringo loco -opinó el loro Joaquín.

Frank y Ewball subieron a un saliente rocoso que dominaba el valle. Al cabo de menos de diez minutos, apareció una columna de soldados abajo, enfilándose, desplegándose, estirándose, repitiendo el movimiento, como un ala incorpórea que intentara recordar los pro_tocolos del vuelo contra un cielo ceniciento.

Ewball, que tarareaba La cucaracha, les apuntó.

– Más vale que ahorremos munición -le pareció a Frank-, a esta distancia no podemos hacer gran cosa.

– Fíjate.

Tras la detonación y un segundo de silencio, en el lecho del valle, una diminuta figura montada se lanzó hacia atrás en su silla, inten_tando agarrar el sombrero que acababa de separarse violentamente de su cabeza.

– Puede haber sido una ráfaga de viento.

– ¿Qué tengo que hacer para que me respeten aquí?, ¿empezar a matarlos?

– En cuanto se acerquen lo bastante, seguro que vienen a por no_sotros.

El destacamento parecía sumido en cierta confusión, los jinetes se movían en todas direcciones, cambiando de opinión cada pocos segundos.

– Hormigas en un hormiguero -se rió entre dientes Ewball-. Mira, a ver si puedo quitarle a aquél el rifle de la mano de un tiro… -Me_tió otra bala en la recámara y disparó.

– Vaya, no ha estado mal. ¿Desde cuándo eres tan bueno? ¿Te im_porta si…?

– Inténtalo desde otro ángulo, dales algo en que pensar.

Frank se alejó lo bastante de la dirección en la que estaban para abrir un interesante fuego cruzado, y finalmente, tras dejar dos o tres Mauser a sus espaldas, los perseguidores se dieron la vuelta y em_prendieron camino, con un poco de suerte hacia una velada en algún local de fandango de la ciudad.

– Voy a ver a esos indios -dijo Frank. Había algo más. Ewball, ama_ble, esperó-. Luego seguiré hacia el norte, de vuelta al Otro Lado. Adiós México para mí. ¿Te interesa? O…

Ewball sonrió, resopló y señaló con la cabeza a los jinetes que le esperaban, intentando dar la impresión de que no tenía opción:

– 'Es mi destino, Pancho'. -El caballo de Ewball,impaciente, ya ha_bía empezado a alejarse.

– Bueno -dijo Frank casi para sí-, 'vaya cotí Dios'.

– 'Hasta lueguito' -dijo Ewball.

Se saludaron con la cabeza, tocándose ambos el ala del sombrero, y se dieron la espalda.

Frank cabalgó hacia donde había visto por última vez al grupo de indios, y los encontró en una cueva poco profunda a poco menos de un kilómetro valle adelante. Eran un hombre y dos mujeres, nin_guno de los cuales vestía mucha ropa, aparte de un pañuelo rojo en la cabeza.

– Nos has salvado la vida -dijo el hombre en español mexicano.

– ¿Yo?, yo no -dijo Frank haciendo gestos vagos hacia los ya leja__ra sigo mi camino.nos anarquistas-. Sólo quería asegurarme de que estabais bien, y aho

– Alguien nos salvó la vida -dijo el indio.

– Sí, pero ahora se han ido.

– Pero tú estás aquí.

– Pero…

– Tú vas al norte. Nosotros, también. Vayamos juntos un tiempo. Con permiso. Puede que encuentres algo que estabas buscando.

El indio se presentó como El Espinera.

– No es mi verdadero nombre, es el que me puso el shabótshi.

A temprana edad había demostrado una habilidad especial para lo_calizar agua examinando espinas de cactus esparcidas al azar, y al poco se convirtió en un 'brujo' en activo que estudiaba las disposiciones de espinas y le decía a la gente qué le depararía el futuro inmediato, que era el tiempo gramatical que más importaba por aquellos tiempos en la Sierra.

Una de las mujeres era su esposa y la otra la hermana menor de ésta, cuyo marido había sido secuestrado y presumiblemente asesina_do por huertistas.

– Su nombre shabótshi es Estrella -dijo el chamán. Asintió mientras esbozaba una sonrisa-. El nombre te dice algo. Ahora ella busca un hombre. Tú le salvaste la vida.

Frank la miró. Era un lugar peculiar para recordarle tan de golpe a la otra Estrella, el amor de Reef en Nochecita, que a esas alturas, con un poco de suerte, sería la madre de un pequeñín que ya hablaría y caminaría. Esta chica tarahumara era muy joven, y tenía una llamati____________________poco era Estrella Briggs.cía un uso incendiario. Vestida para el camino, lo que significaba casi sin nada, no puede decirse que fuera una molestia mirarla. Pero tamva cascada de pelo moreno y grandes ojos expresivos de los que ha

– No le salvé la vida -dijo Frank-, el chico que lo hizo se fue ca_balgando hace poco, pero no sé si podríamos encontrarlo.

– 'Qué toza tienes allá' -comentó la chica señalando el pene de Frank, que en ese momento de hecho parecía un tronco tirando a pe____________________cajadas eran fáciles de traducir.bro y entonces los tres hablaron un rato en su idioma, aunque las carqueño, bueno, digamos que mediano. Era la primera vez que ella se dirigía a él. Su hermana y El Espinera también examinaron el miem

Al cabo de día y medio de viaje, El Espinera llevó a Frank a una mina de plata abandonada hacía mucho, en la parte alta de la llanura, donde crecían nopales y los lagartos reposaban al sol.

Frank comprendió que había estado esperando el rostro indesci_frable del único 'duende' o tommyknocker mexicano que podía condu____________________nas, por debajo de terior de algo que se asemejaba a una boca con una cubierta de espicirle de ese modo hasta las alturas por una pendiente, por encima de la última pared sin techo, en una montaña de halcones y águilas, que podía Llevarle, más allá de su necesidad de luz o jornales, hasta el inarmazones de horcas rotos y puntales torcidos, de_jándose por fin tragar, más que penetrar él activamente, en el misterio inmemorial de estas montañas; y ahora, llegado el momento de la subducción, no haría el menor gesto para evitarlo.

Frank llevaba ya un tiempo examinando cristales de calcita, a tra____________________tal, como si tuviera un alma escondida en su interior.ticamente con el tamaño aproximado de una cabeza humana y lo que Ewball llamaría «de hábito escalenoédrico». Y ahí estaba también ese profundo resplandor, que no podía proceder de la tenue luz ambienbiera visto jamás en la Tierra, tal vez desde los primeros tiempos en la propia Islandia, sí, toda una pieza, lo reconocía, un cristal gemelo, puro, incoloro, sin un solo defecto, cada una de sus mitades reflejada idénvés de los prismas de Nicol de instrumentos de laboratorio cuyos nombres había olvidado, entre la escoria de zinc de las minas de Lake County, y por aquí, en las vetas de plata de la Veta Madre, y dudaba ya que nada parecido a ese fragmento de espato que ahora tenía se hu

– Ten cuidado. Mira bien adentro, descubre cosas.

Habían penetrado hasta el fondo de una caverna de la montaña, pero una extraña luminiscencia allí dentro le permitía ver tanto -Frank no pudo evitar pensarlo-, tanto como tenía que ver.

En las profundidades de la calcita, sin tener que esperar demasia_do, vio, o, según diría más adelante, le pareció ver, a Sloat Fresno y el lugar exacto donde tenía que estar. Sin embargo, no recibió ningún mensaje parecido sobre Deuce. Un par de años después, cuando se encontró con Ewball y se lo contó, éste frunció el ceño en un gesto levemente malicioso.

– ¿No debería haber sido, no sé, algo más espiritual? ¿Una profun_da sabiduría, una verdad antigua, una luz del más allá, y no sólo un vulgar tiroteo de cantina? Pues me parece poca cosa para un cristal mágico, ¿no?

– Lo que dijo el indio fue que alguien, no importaba quién (aun_que fuiste tú, 'compinche'), salvó su vida y la de las mujeres, y que eso no era tanto un trozo real de espato cuanto la idea de dos mitades ge_melas, de un equilibrio entre las vidas y las muertes.

– Así que todavía tienes dos muertes más esperando: una sería la de Deuce, y, si yo contara algo en esto, la otra tendría que ser la del viejo Huerta, porque ese hijoputa sigue por ahí jodiéndoles la vida a todos.

– ¿Tienes hambre? -preguntó El Espinera.

Frank miró a su alrededor y, para variar, no vio nada comestible en un radio de unos trescientos kilómetros.

– ¿Ves aquel conejo?

– No.

El Espinera sacó de su bolso una vara decolorada por el sol con un elegante combado en la punta, la levantó, miró a lo lejos y la lanzó.

– ¿Lo ves ahora?

– Allí está. ¿Cómo lo has hecho?

– Te has acostumbrado a ver las cosas muertas mejor que las vivas. Como todos los shabótshi. Te hace falta ejercitar la mirada.

Después de comer, Frank les pasó a los demás el último cigarrillo que le quedaba. Las mujeres se apartaron para fumar en privado. El Espinera buscó entre sus pertenencias y sacó una especie de tentem_pié vegetariano.

– Cómete esto.

– ¿Qué es?

– Hikuli.

Parecía lo que en el norte llamaban «cactus globo». Según El Espinero, la planta todavía estaba viva. Frank no recordaba haber comi_do nada que estuviera vivo jamás.

– ¿Para qué sirve?

– Es una medicina. Cura.

– ¿Qué cura?

– Esto -dijo El Espinera, con un gesto sobrio de la mano que se_ñalaba toda la circunferencia visible del cruel llano.

No sintió nada durante un rato, pero cuando hizo efecto, Frank se vio empujado fuera de sí mismo, no sólo de su cuerpo mediante una vomitera espectacular, sino de todo lo demás que creía ser, lejos de su mente, de su país y su familia, de su alma misma.

En cierto momento se encontró en el aire, cogido de la mano de la joven Estrella, volando bastante rápido, a baja altura, sobre el campo iluminado por las estrellas. El largo cabello de la chica se agitaba por detrás de ella. Frank, que nunca había volado, quería girar a izquierda o derecha una y otra vez para explorar arroyos llenos de una oscuridad líquida y temblorosa, cactus altos y dramas de persecución depredatoria y demás, todo lo cual, de vez en cuando, también parecía resplan__nudo, sabía adonde tenían que ir, y al cabo de un rato él comprendió que ella le guiaba, así que se relajó y voló a su lado.decer en esos colores peculiares, pero lo chica, que había volado a me

Más tarde, en el suelo o, más bien, por extraño que parezca, de_bajo del suelo, se encontró vagando por un laberinto de piedra de una cueva a otra, oprimido por una sensación creciente de peligro, y cada vez que elegía una bifurcación, pensando que le llevaría al aire libre, no hacía sino adentrarse más en las profundidades, y al rato estaba ya al borde del pánico.

– No -dijo la chica con cuidado, calmándole con una inexplica__do. Encuéntralo, y cuando lo hagas, procura recordar dónde está.ble claridad de tacto-, no tengas miedo. Ellos quieren que te asustes, pero no debes darles lo que quieren. Tienes poder para no sentir mie

Aunque seguía siendo la Estrella tarahumara, al mismo tiempo también se había convertido en Estrella Briggs.

Llegaron a una cueva donde llovía, una lluvia suave pero persis____________________ginal que había creado también al desierto…sierto del sudoeste, agua vaporosa y gris, que no procedía de ningún manantial del interior de la montaña ni de nubes de fuera justo por encima, sino que era una consecuencia del pecado, crimen o error oritente. Dentro de esa cueva, le explicó ella, cayendo sin parar durante miles de años, estaba toda la lluvia que debería haber caído en el de

– Me parece que no es así -objetó Frank-, el desierto es algo que ha evolucionado a lo largo del tiempo geológico; no el castigo perso_nal de nadie.

– Hace mucho, antes del principio de todo eso, cuando ellos esta_ban diseñando el mundo…

– «Ellos.»

– «Ellos.» La intención era que hubiera agua por todas partes, li_bre para todos. Era la vida. Entonces algunos se hicieron avariciosos.

Le contó a Frank cómo se creó el desierto, para que hicieran pe__gara por siempre jamás sin encontrarla. Las historias que corrían sobre minas de oro y plata hechizadas hablaban en realidad, la mitad de las veces, sobre esta cueva oculta de agua de lluvia, preciosa más allá de todo precio, pero los viejos locos del desierto pensaban que tenían que contarlo en una especie de código, que había otros escuchando nitencia en él. Y por eso, para equilibrarlo, en algún sitio, oculta entre los incontables kilómetros de tierra yerma, estaba esta única cueva, llena de agua que caía eternamente. Si alguien quería buscarla, vaya, desde luego que era bienvenido, aunque lo más probable es que vay que decir nada en voz alta sólo serviría para que el lugar se volvie_ra todavía más remoto, que fuera incluso peligroso acercarse…

En ningún momento de la explicación pensó Frank que estuvie__periencias a las que no había sabido encontrar ninguna utilidad.se soñando, probablemente porque apenas se acordaba de sus sueños o apenas les prestaba atención cuando sí los recordaba. Aunque todo eso tenía la inmediatez tensa del México diurno en su disputa actual con su historia, algún día quedaría también relegado al registro de las ex

Volvieron al campamento del desierto envueltos en un remolino de colores que giraban, entre ellos el magenta, el turquesa apagado y un serpenteante y peculiarmente pálido violeta, que aparecía no sólo alrededor de los contornos sino también borroso y sangrado en su interior, lo cual permitía atisbar de vez en cuando una banda ais____________________ría otros mundos, ciudades míticas en el horizonte…go de kilómetros, sumidas en un aire calmo de tal pureza que, con esta última luz nacida de su propia espesura gélida, empezaba a volver borrosas las lejanas montañas convirtiéndolas en un esbozo que sugelada de figuras solitarias en la pradera, hacia el ocaso, un ocaso cuyas profundidades incólumes se extendían barridas por el viento a lo lar

Frank sabía que la mujer de El Espinera no era ni muda ni tími____________________nor disposición a compartir la razón con él.razón latiente de lo que fuera que hubiese traído a la familia al sur, al peligro del ejército mexicano, pero ninguno de ellos mostró la mepaz de explicarlo, Frank tenía la certeza de que ella era el invisible cogua tarahumara entre los tres, pero a él nunca le dirigía la palabra, sólo le miraba con comprensión y franqueza, como si hubiera algo muy obvio que él debería ver, algo de lo que quería hablarle pero que, por alguna razón, por algún imperativo del espíritu, no podía. Sin ser cada, pues había oído varias y animadas conversaciones en, suponía, len

Llegaron a una bifurcación casi invisible, y el grupo de tarahuma_ras giró hacia el oeste, hacia la Sierra Madre.

Frank sonrió a Estrella.

– Espero que encuentres al hombre apropiado.

– Me alegro de que no fueras tú -dijo-. Eres un buen hombre, pero un poco asqueroso, con todo ese pelo que te crece en la cara, y siem_pre hueles como a café.

Cuando se separaron, El Espinera le dio un collar confeccionado con unas semillas transparentes como un cielo pálido, que Frank reco_noció como Lágrimas de Job.

– No te mantendrán a salvo, pero estarás más sano. Es bueno para tu respiración.

– Ah, a propósito, y de aquel hikuli, ¿no tendrás más?

El Espinera señaló, riéndose, un cactus cerca de los pies de Frank, y él y las mujeres se alejaron sin parar de reír durante un buen rato, para ser exactos, hasta que se perdieron de vista al otro lado del ho__culparse ante el cactus tal como le había instruido elrizonte montañoso y quedaron fuera del alcance del oído. Tras dis 'brujo', Frank lo arrancó en vivo de su hogar en la tierra y lo guardó en sus alforjas. Durante los días siguientes, lo sacaba para darle un pequeño bocado o a veces sólo para mirarlo y esperar instrucciones. Pero nunca tuvo ni de lejos la misma certidumbre que había sentido volando con Es__dra bajo él.trella / Estrella sobre el abigarrado desierto o desafiando la lúgubre pie

Siguió hacia el norte entre los altos cactus y los palos grasos, per__ciones geométricas de sí mismas, puntiagudas e imponentes hasta lo imposible, no más fáciles de aceptar que esta llanura desproporcionada por la que había cabalgado. ¿Qué otra cosa se podía hacer ahí aparte maneciendo justo fuera de la vista del ferrocarril, hasta que un día se dio cuenta de que las montañas se habían transformado en encarnade correr y seguir adelante? ¿Qué más podía tener sentido? ¿Que__mir cierto estado mineral…darse quieto bajo esa inmensidad de cielo? Desecarse, inmovilizarse como un arbusto, como un cactus, ralentizarse poco a poco hasta asu

Pero ocurrió que un día Frank salió de unos campos de algodón irrigados, al borde del Bolsón de Mapimí, a la luz diurna de la única calle de un pequeño pueblo cuyo nombre no tardaría en olvidar, en____________________ros, hasta depositarse a lo largo de la suciedad antigua del suelo de la bró bajo su peso ya muerto, así que cayó en media pirueta, lanzando una oscura cuchillada de sangre que voló por el aire y se onduló en un charco con forma de creciente, inaudible bajo el ruido de los dispade que ni siquiera llegara a reconocerlo, pues ni tan sólo fue capaz de disparar, salió despedido hacia atrás, y una de las patas de la silla se queviera esperando, con el ya no esquivo Sloat Fresno, así de simple, con la pistola ya preparada en la mano, lo que apenas dio tiempo a Frank a buscar la suya y a disparar en frío, sin ocasión de despertar ninguna de aquellas emociones familiares, nada…, y el bueno de Sloat, que puebles lanzados contra ellas hacía mucho tiempo) y se encontró cara a cara, repantigado en una silla y con el rostro hinchado como si estural, la pintura se caía a pedazos y se veían cicatrices de tiroteos o muenónicos y vestimentas aztecas -ajustadas al concepto que el artista tenía de ellas-; las paredes carecían de más ornamentación que el mucaba inopinadamente en aquel escenario ancestral, contemplando la lucha, a cierto número de atractivas señoritas con peinados decimonal del águila y la serpiente, que aquí mostraba perversamente a ésta enroscada alrededor del águila a punto de dar cuenta de ella, y coloramas Budweiser Litde Big Horn, qué va, en su lugar un mural medio desmoronado que representaba la antigua historia azteca fundaciopetua, vapores permanentes de pulque en el local, ni rastro de panotró en una cantina como si hubiera sido cliente habitual desde hacía años (paredes de adobe, penumbra de las cuatro de la madrugada per'pulquería'. 'Fin'. Un silencio prolongado y de aliento de pólvora que__canos aparentemente fijos en el recién reclutado miembro de las filas de los muertos, aunque cualquiera de ellos reconocería a Frank si lo viera otra vez, por si se pasaba alguien por allí y preguntaba como era debido.mada, el humo que se elevaba, oídos que zumbaban, negros ojos mexi

Frank, cuyos pensamientos se centraron rápidamente en la posi____________________ticular, como si quisiera comprobar lo nerviosos que estaban:to, gritó en voz más alta de lo necesario y dirigiéndose a nadie en parbilidad de que Deuce Kindred rondara por el local y le hubiera vis

– '¿Y el otro?'

– 'El se fue, jefe' -respondió un anciano que sostenía un 'j arrito' de barro, para empezar temprano el día.

– '¿Y cuándo vuelva?'

Con algo que parecía más un encogimiento de cara que una son_risa, respondió:

– 'Nunca me dijo nada, mi jefe.'

Y es imposible saber estos días quién era en realidad ese otro, si Deuce o cualquiera. Como eso no sirvió para calmar los nervios de Frank, siguió en un estado de atención en espiral, reacio a tomarse nada o siquiera a enfundar la maldita pistola, que le parecía pegada a la pal____________________tenido de sus bolsillos, aunque se daba por sentado que Frank tenía derecho a servirse primero.sos de cantina, que comentaban con los espectadores qué hacer con los restos de Sloat, y algunos tipos ya habían mostrado interés por el conma de la mano. Por toda la calle empezaron a surgir los típicos ocio

– 'Si el caballero quisiera algún recuerdo…'

Sí, sí quería un recuerdo: los 'pistoleros' de la región eran famosos por llevarse partes del cuerpo, cabelleras, orejas, a veces penes, para enseñarlos durante los años dorados de su jubilación, sacarlos, inspec_cionarlos, exhibirlos.

Ah, mierda.

Había sido demasiado rápido, incluso, podría decirse, fácil. Sí, po__mentaría.día decirse. No tardaría en empezar a entender cómo podían torcerse las cosas, cómo se estaban torciendo ya, mucho antes de que tuviera al pueblecito dejado de la mano de Dios a su espalda, y cómo lo la


En Nueva York, disfrutando de unas semanas de permiso en tierra, los chicos habían levantado campamento en Central Park. De vez en cuando, llegaban mensajes de la Jerarquía mediante las habituales pa____________________más, de la desconocida pirámide oficial que probablemente se alzaba imponente entre las brumas de allá arriba. Con una manifiesta falta de interés por conocer a los chicos en persona, sus patrones siguieron siendo unos desconocidos para ellos, y les enviaban los contratos, que ni siquiera llegaban a firmar, sin aviso previo, y con frecuencia parecía que a ciegas, desde las alturas.mados, cuando era el caso, sólo con una cifra cuidadosamente críptica, que era lo más cerca que cualquiera de ellos había estado, o estaría jagráficos terrestres y, últimamente, mensajes sin cables sintónicos, firlomas y espiritistas, piedras a través de ventanas, correos con los ojos vendados que recitaban de memoria, cables submarinos, cables tele

– Bueno, somos su proletariado, ¿no? -gruñó Darby-, los bobos que les hacen el «trabajo sucio» por poco más que nada; y si son de_masiado buenos para rebajarse a hacer nuestro trabajo, lo serán toda_vía más para mezclarse con nosotros.

Una medianoche, con la habitual ausencia de ceremonia, apareció un pilluelo callejero con un sombrero rígido y una amplia gama de tatuajes, y con una sonrisa maliciosa y zalamera les entregó un sobre manchado de grasa.

– Ten, chico -dijo Lindsay dejando caer una moneda de plata en la mano del mensajero.

– ¡Eh! ¿Qué's'sto? ¡Lleva una especie de dibuho de una barca de vela!, ¿de qué país viene te pregunto?

– Permíteme que te lo lea. Dice: «Exposición Colombina, Chica__lombino». En realidad, vendían a un dólar la pieza.go 1893». Y aquí, en el anverso, te tranquilizará ver: «Medio dólar co

– Así que pagaste el doble por algo que sólo tenía valor en Chica____________________charse.po, estoy informao, ¿no? -El pilluelo, girando la moneda con destreza de una mano a la otra, se encogió de hombros y se dispuso a margo hace diez años. Cohonudo. Sólo me hace falta la máquina del tiem

Sin embargo, su comentario había sumido a los Chicos en un mu__bía cruzado la mitad de un cercano puente ornamental cuando Chick Counterfly se recuperó lo suficiente para gritar:tismo casi paralizado, bastante desproporcionado ante lo que parecía tan sólo una broma desagradecida por razones que ninguno de ellos, si se les hubiera presionado, habría podido explicar. El chaval ya ha

– Eh, ¡espera un momento!

– Tengo cosas que hacé -respondió el joven-, así que date prisa.

– Has dicho «máquina del tiempo», ¿a qué te referías?

– A na. -Pero sus pies dijeron otra cosa.

– Tenemos que hablar de eso. ¿Dónde podemos encontrarte?

– Ahora tengo recaos que hacé. Ya volveré. -Antes de que Chick pudiera decir nada, el impertinente nuncio se había desvanecido en el entorno silvestre.

– Intentaba decirnos algo, creedme, yo de estas cosas me doy cuen____________________gativas-, Tendríamos que buscar un juez, conseguir un mandato y hacer que el chaval suelte todo lo que sabe.rante la reunión plenaria que seguía a la Revista Vespertina. El conflictivo chico, tras convertirse recientemente en Oficial Jurídico de la Nave, anhelaba explorar y, si era posible, abusar de sus nuevas prerrota enseguida -dijo con el ceño fruncido Darby Suckling más tarde, du

– Es más probable -supuso Lindsay- que el jeu d'esprit especulati__niendo que lea, es sin duda unvo del señor H.G. Wells sobre el tema haya sido adulterado con fines lucrativos por las «novelas baratas», de las que nuestro visitante, supo habitué.

– Pero esto -dijo Randolph haciendo un gesto con la única hoja que el joven había entregado- lo ha firmado el Comando Supremo de los Chicos del Azar. Sobre el que, de hecho, llevan años corriendo ru__gar el tema con él.mores de un programa de alto secreto, relacionado en cierto modo con el viaje en el tiempo. Por lo que sabemos, ese chico podría ser un empleado discontinuo del Comando, quizá no del todo satisfecho, y su curioso comentario podría ser una invitación cifrada para investi

– Si sus gustos alcohólicos resultan tan baratos como sus hábitos de lectura -dijo Lindsay, que era el Tesorero de la Unidad-, podríamos tener bastante, en nuestro fondo destinado a la compra de informa_ción, para un vasito de cerveza.

– Eehhnniii, pues emite otro cheque del Préstamo Nacional -se burló alegremente Darby-. Los peces gordos le pondrán el sello de goma como siempre, y a lo mejor nos ayuda a descubrir qué es lo que no quieren que sepamos.

En días venideros recordaría esas palabras con cierta amargura, cuando el pequeño grupo se había embarcado ya en una expedición fatídica que, cada uno de ellos a su modo, hubiera preferido no em_prender.

Fiel a su palabra, el mensajero, un tal «Tapón» Loafsley, volvió al día siguiente con instrucciones profusas y pormenorizadas para llegar a su cuartel general personal, el Lollipop Lounge, que resultó ser un burdel infantil en el Tenderloin, uno de los diversos locales que dirigía Tapón como parte de un sórdido imperio, que incluía fumaderos de opio para chavales repartidores de periódicos y rifas clandestinas en catequesis. Lindsay Noseworth, al oírlo, «se subió por las paredes».

– Tenemos que poner fin inmediatamente a toda relación con el pequeño monstruo. Aquí está en juego nuestra supervivencia moral, ni más ni menos.

– Si se encara en un espíritu de investigación científica -propuso Chick Counterfly con tono tranquilizador-, no tengo nada que ob__ven Loafsley en cualquier antro o pocilga corrupta que él tenga a bien llamar oficina.jetar por mi parte, por más repugnante que sea, a reunirme con el jo

– Y puede que sea mejor que me pegue como carabina -sugirió Darby Suckling.

¿Se intercambiaron miradas de complicidad? Las versiones difie____________________ción, por no decir que tendía a lo fornido. Algo glandular, se diría.ta de hierro corroído, vigilada por lo que debía de ser un niño, salvo por los dos metros treinta de altura, con una masa corporal en proporronados con bombines gris perla, se introdujeron en el Tenderloin, siguiendo las indicaciones que el joven Loafsley les había dado, y al poco se encontraron sumergidos en la oscura topografía del Vicio más de lo que ninguno habría creído posible, hasta que llegaron, cerca de medianoche, rodeados de una niebla densa de muelle, ante una puerdos con conjuntos a juego de cuadros añiles y amarillos mostaza, coren. En cualquier caso, avanzada esa tarde, los dos tripulantes, atavia

Recolocándose su gorra, del tamaño de una bañera, en un ángu_lo más autoritario:

– Caballeros, me llaman Pequeñín, ¿en qué puedo servirles?

– Procura no pisarnos -murmuró Darby.

– Tenemos una cita con Tapón -dijo Chick en tono apaciguador.

– ¡Sois los Chicos Delazar! -exclamó el descomunal «gorila»-. Eh, es todo un honorazo conoceros, me leo todo lo vuestro, es demasiao, todos sois chachis, menos a lo mejó ese tal Nosewoit, de él no me fío tanto.

– Se lo diremos -respondió Darby.

En cuanto entraron, los alcanzó de pleno una poderosa ráfaga poliaromática, como si saliera exhalada de los pulmones corruptos de la Depravación en persona, que incluía vapores de alcohol, humo de ta____________________lentadas y pólvora recién quemada. Una pequeña banda, afianzada en un saxo contrabajo y que también incluía una trompeta de varas, una mandola y un ruidoso piano barato, tocaba «rag» incansablemente en algún lugar tras un muro protector del humo de múltiples capas. En las tinieblas, se deslizaban por todas partes huríes prepuberescentes, más o menos ligeras de ropa, bailando solas o con clientes, o entre ellas, que atrajeron las miradas valorativas, por no decir hipnotizadas, de Darby.raban de modo prominente el opopónaco y la verbena, con indicios más oscuros de eyecciones corporales, aleaciones metálicas sobrecabaco y cáñamo, un amplio espectro de aromas baratos en el que figu

Una chántense regordeta y vigorosa de unas diez primaveras, y de un rubio incandescente, surgió de un hueco del fondo luciendo un vestido de lentejuelas de oro artificial que iban cosidas no a una tela subyacente sino, sólo y precariamente, entre ellas, lo que le daba un aire turbio más llamativo incluso que la desnudez integral, y, acompañada por la diminuta orquesta de «jazz», cantó:

Nos miran con desdén en los barrios pijos, nos desprecian en los malos por canijos, nos conocen por toda la ciudad como los Chicos de la Noche, y las chicas del Bowery parecen vírgenes y florecitas comparadas con nosotros, ¡pobrecitas!

Siéntate a tomar una copa o échate un baile, mindundi, y aunque la mojigata señorita Grundy desconfíe, trae a tu esposa y a tus hijos, y a tus sobrinos más tiernos (les gustará) pasar una noche ¡en la Cocina del Infierno!

– Chicos, si os hace «tilín» cualquiera de estos de aquí, eh, sólo te_néis que decirlo y veremos qué se pué hacé -ofreció Tapón.

– Pues ahora que lo dices… -empezó Darby mirando a la «ave can_tora» menor de edad, pero le interrumpió Chick Counterfly.

– Algo que mencionaste el otro día…

– Sí, ¿sí? Sólo soy un niño, no me acuerdo de to, ¿a que no?

– Algo así como que lo único que te hacía falta era una «máqui_na del tiempo»…

– ¿Y? ¿A quién no le gustaría tené una?

– En realidad -se explayó Darby-, fue el modo en que dijiste «la máquina del tiempo». Casi como si supieras de la existencia de una concreta, en algún sitio.

– ¿Trabajáis para la pasma o algo así?

– En esto podría haber una bonita propina, Tapón -comentó Chick como el que no quiere la cosa.

– ¿Ah, sí? ¿Como cuánto de bonita?

Chick sacó un sobre lleno de billetes, que el joven delincuente sólo pudo abstenerse de tocar con un esfuerzo visible, pero que sopesó con rayos oculares tan sensibles como una balanza de laboratorio.

– ¡Runnuh! -llamó. Media docena de pequeños pillos se pre__me al Doc.sentaron al instante en la mesa-. ¡Tú! ¡Cheezy! Ya tardas en buscar

– ¡Claro, jefe!

– Vete a por él, dile que va a tené visita.

– Hecho, jefe.

– Ahora vuelvo. Bebed, paga la casa. Oh, y también a Angela Grace, sí.

– Enas noches, chicos. -Era la misma cantante en su atuendo de lentejuelas, la que, o puede que fuera lo que, había fascinado tan hip_nóticamente a Darby hacía un momento.

– Salimos del territorio de la banda de los Gophers y entramos en el de la banda de los Hudson Dusters…, o de lo que lo era hasta que estos malditos burgueses se pusieron a pringarlo to -informó Tapón a los chicos cuando el grupo se dirigió al oeste y el sur, en la niebla, que a esas alturas ya se había extendido. Desde la Bahía, en lontanan__jó Tapón-. Tengo que usar la napia. ¿Vosotros sabéis cómo huele eso del «ozono»?za, llegaba el triste tañir de las boyas-campana, las ásperas fanfarrias de las sirenas de niebla y las de los vapores-. No veo una mierda -se que

Chick asintió.

– Supongo que entonces buscamos una central eléctrica, ¿no?

– Está por el «Elevao» de la Novena Aveniu -dijo Tapón-, pero el Doc y los otros igual la comparten. Algunos tratan con el señor Mowgan. La Máquina chupa mucha «pasta», que lo sepáis.

Se oyó un ruido metálico seco, apagado y amortiguado por la niebla.

– ¡Creo que debe de ser tu «Elevao»! -exclamó Darby con tono de queja- Me he dado un golpe con un jodido puntal.

– ¡Oh, pobrecito! -gritó Angela Grace-, ¿me dejas besarte el chin_chón?

– Te dejo buscarlo -murmuró Darby.

– Ahora sólo tenemos que seguir hacia el sur -anunció Tapón-, hasta que la napia nos avise de que hemos llegao.

Se aproximaron a un arco conmemorativo, gris y corroído por el tiempo, que parecía remontarse a una antigua catástrofe, mucho más antigua que la ciudad. Las brumas se disiparon el tiempo justo para que Chick pudiera leer una leyenda sobre un entablamento: por mí se va a la ciudad doliente. dante. Tras pasar bajo el colosal arco, siguieron avanzando a tientas sobre adoquines resbaladizos por la nie__guna parte:bla, entre animales en descomposición, montones de basura y las hogueras que ardían despacio de los ciudadanos sin casa del barrio, hasta que, finalmente, se hizo abrumadora la acre firma triatómica, acompañada de un áspero zumbido que saturaba los alrededores, y se encontraron ante una puerta de piedra que rezumaba humedad; la morada que había más allá permanecía en su mayor parte invisible, salvo por unas dispersas luces eléctricas azuladas que florecían a esta vaporosa hora nocturna, que ninguno de los dos aeronautas fue capaz de interpretar en términos de distancia o elevación. Tapón apretó un botón en el poste de la puerta y una voz metálica respondió desde al

– Más tarde de lo que usted creía, señor Loafsley.

Un relé solenoide se ajustó con un sonoro golpe y la puerta se abrió chirriando.

Dentro, en unas caballerizas para carruajes reconvertidas en labo__bajo, zapatillas, anteojos ahumados y un casco cuya superficie estaba puntuada de accesorios eléctricos no del todo familiares.ratorio, encontraron a un hombre con cuerpo de duendecillo, a quien Tapón presentó como Doctor Zoot, y que llevaba un mono de tra

– ¡Bien! ¡Tenéis pinta de acabar de hacer la gira por los bajos fon_dos y de buscar alguna nueva diversión urbana que contarle a los ami_gos en los actos sociales de la iglesia! Bueno, supongo que podremos prepararos algo. Miles de clientes satisfechos, todos de lo mejorcito, pues el señor Loafsley todavía no me ha decepcionado, ¿no es verdad, chico?

Como si hubiera atisbado a través de la oscuridad de las lentes de los anteojos del Doctor Zoot algo inaceptablemente ominoso, Tapón, que parecía pálido bajo la cruda iluminación del laboratorio, agarró con fuerza a Angela Grace y juntos retrocedieron y salieron por la puerta como si se retiraran ante la presencia de la realeza.

– Gracias, Tapón -dijeron los chicos-; adiós, Angela Grace. -Pero los dos niños de las profundidades ya se habían desvanecido.

– En ese caso, venid.

– Espero que no le entretengamos mucho, Doctor -dijo Chick.

– Cuanto más tarde sea, mejor -dijo el Doctor Zoot-. No hay mu_chos trenes a esta hora de la noche, así que la corriente es más fiable, aunque ni punto de comparación con el producto alemán, ni de lejos, claro…, pero ahora, caballeros, voilà…, ya me diréis qué os parece.

El aspecto de la Máquina no le pareció especialmente avanzado a ninguno de los chicos. En medio de un ronco zumbido, violentas chis____________________nimiento más imprescindible.viado el presupuesto para cualquier otra cosa que no fuera el mantebas de improvisación. La impresión abrumadora era que se había desciado con restos electrolíticos. Las cifras que quedaban visibles en las esferas de los diales cubiertas de polvo debían mucho a los gustos de diseño de una generación anterior, así como el estilo Breguet de las agujas indicadoras. Inquietaba todavía más el que incluso la mirada más inexperta pudiera detectar por todas partes líneas de soldadura de emergencia, resplandores descuidados, cierres desajustados, manchas de imprimación sobre las que no se había pintado jamás y otras pruepas azules saltaban ruidosamente entre electrodos voluminosos que no habrían parecido fuera de lugar en una dínamo de los tiempos de su abuela. El exterior, en el pasado inmaculado, se había picado y ensu

– ¿Es esto? -parpadeó Darby.

– ¿Algún problema?

– No puedo hablar por mi socio -se encogió de hombros el cáus_tico joven-, pero es una máquina del tiempo un tanto destartalada, ¿no?

– Pues os propongo algo: ¿qué os parece un viaje de muestra, al fu__demos probar algo más audaz.turo, y luego de regreso? Sólo os cobraré la mitad y, si os gusta, po

Con cierto garbo alegre, que se vio un tanto cuestionado por los espantosos chirridos de las bisagras y un visible encorvamiento de las juntas de gutapercha alrededor de la carrocería, el Doctor Zoot abrió de golpe la escotilla de la cámara del pasaje y les hizo un gesto con la cabeza para que entraran, y los chicos se toparon con un tufo a whisky derramado, que la nariz instruida reconocía como incues__dos en una subasta de hacía mucho tiempo; la tapicería no iba a juego, y estaba tan manchada y desgastada como rayados y con quemaduras de puros los acabados de madera.tionablemente barato. Los asientos de los pasajeros parecían compra

– Será divertido -dijo Darby.

A través de la única ventana de cuarzo manchada de la cámara, los chicos observaron al Doctor Zoot dando frenéticos bandazos por la sala, adelantando las manecillas de todo reloj que encontraba, inclui_das las de su propio reloj de bolsillo.

– Oh, por favor -gruñó Darby-, ¿no es un poco insultante? ¿Cómo desenganchamos esta escotilla y salimos de una vez de aquí?

– No podemos -replicó Chick, señalando la ausencia de los acce____________________gún medio para controlar nuestro «viaje». Parece que estamos a merced de este Doctor Zoot, y debemos comportarnos con la esperanza de que su personalidad no resulte completamente diabólica.ma o pánico que, dadas las circunstancias, cualquiera le perdonaría-, como tampoco es probable que podamos encontrar aquí dentro ninsorios pertinentes con más aire de curiosidad académica que de la alar

– Formidable. Una nueva sorpresa para los Chicos del Azar, para variar. Cualquier día de estos, Counterfly, se nos va a acabar la suerte…

– Suckling, mira… ¡la ventana!

– No veo nada.

– ¡De eso se trata!

– A lo mejor ha apagado la luz.

– No, no, luz hay. Puede que no sea la que nosotros conocemos, pero…

Los dos jóvenes entornaron los ojos hacia donde había estado la transparencia de cuarzo, intentando enterarse de qué pasaba. Una es__pezó a cobrar intensidad.pecie de vibración, no tanto de la cámara física en sí cuanto de algún punto insospechado del interior de sus propios sistemas nerviosos, em

Parecían encontrarse en medio de una gran tormenta cuya tenue iluminación les permitió distinguir al poco, en movimiento continuo a lo largo del campo de visión, inclinadas con el mismo ángulo que la lluvia, si es que de lluvia se trataba -cierto material en descenso, gris y tensado por el viento-, indudables entidades humanas, masas de al____________________tino, la desconsolada cohorte se veía arrastrada pavorosamente sobre el filo del mundo visible…ran a través de las ondas expansivas de la Creación. ¿Lo que oían eran gritos de dolor? A veces parecían cánticos, a veces les llegaban un par de palabras en un idioma casi reconocible. Y así, galopando en una corriente incesante, sin parar, sin ningún control sobre su propio desban en tres dimensiones, puede que más, como estrellas que reventata, como una caballería espectral, rostros inquietantemente imprecisos, ojos que eran poco más que huecos borrosos, la caída de las ropas cambiando sin parar debido a un flujo invisible que tal vez no era sólo viento. Grupos brillantes de puntos metálicos aparecían y se deslizasaje, acompañadas de una manada igualmente inconmensurable de caballos. La multitud se extendía más allá de donde les alcanzaba la vismas a caballo, en la grupa, o a pie, avanzando por millones sobre el pai

La cámara se estremeció, como bajo un huracán. El ozono se fil____________________bre sus cabezas, a veces tan cerca que alteraban los nervios de los chicos, pero no, no eran de bestias. Y por todos lados emergía un olor a excrementos y tejido muerto.cido al del océano -pero no lo era-, seguido de gritos como de bestias a campo abierto, estridencias brutales y ronroneantes que resonaban sodas direcciones. Entonces se hizo audible un bramido continuo, paredos. Al poco, hasta los confines cilíndricos en los que habían entrado parecieron desmoronarse, dejándolos en un espacio sin límites en tomiento de autómatas, y los chicos se sentían cada vez más desorientatró al interior como un almizcle que acompañase un baile de aparea

Los dos se miraban fijamente a través de la oscuridad, como si es_tuvieran a punto de preguntarse cuándo se consideraría propio pedir socorro a gritos.

– Si ésta es la idea que tiene nuestro anfitrión del futuro… -em__ba, de una larga pértiga con un inmensopezó a decir Chick, pero se vio abruptamente interrumpido por la emergencia, desde el ominoso entorno de sombra que los circunda gancho de metal en la punta, como los que suelen utilizarse para retirar a intérpretes cuestionables de los escenarios de variedades, y que, tras asirse con firmeza alrede_dor del cuello de Chick, al instante lo lanzó a regiones indescifrables.

Antes de que Darby tuviera tiempo para gritar siquiera, el Gan____________________virtiera.boratorio del Doctor Zoot. La endemoniada «máquina del tiempo», todavía intacta, se estremecía en su lugar de siempre, como si se dicho reapareció para realizar una extracción similar de él mismo, y en un abrir y cerrar de ojos ambos chicos se vieron de regreso en el la

– Tengo un amigo que trabaja en los teatros del Bowery -explicó el Doctor-. Este gancho puede venir muy bien a veces, sobre todo cuando no hay mucha visibilidad.

– ¿Qué es lo que hemos visto? -preguntó Chick con toda la tran_quilidad que pudo.

– Cada persona ve algo distinto, pero no os molestéis en contár_melo, he oído demasiado, si queréis que os diga la verdad, más de lo recomendable para un hombre, y sería raro que os hiciera algún bien abordar el asunto.

– ¿Y está seguro de que su…, su máquina… funciona según las es_pecificaciones de su diseño y demás?

– Bueno…

– ¡Lo sabía! -gritó Darby-. Miserable psicópata, casi nos ha mata_do, ¡por el amor de Dios!

– Mirad, chicos, os dejaré hacer el viaje gratis, ¿vale? La verdad es que el maldito artilugio ni siquiera lo inventé yo. Lo compré a muy buen precio hace un par de años en el Medio Oeste, en una de esas…, supongo que podría llamárseles convenciones… El propietario, según recuerdo, parecía ansioso por deshacerse de ella.

– ¿Y la compró usada? -chilló Darby.

– De segunda mano, pero por poco, así lo expresaron ellos.

– No creo -dijo Chick esforzándose por recuperar su habitual sua_vidad de tono- que consiguiera los planos de ingeniería, los manuales de funcionamiento y reparación o algo por el estilo, ¿me equivoco?

– No, pero pensé que, como ya sabía desmontar el último Oldsmobile y recomponerlo con los ojos vendados, este artefacto no podía ser mucho más difícil.

– Y sus abogados estarán de acuerdo, por descontado -le espetó Darby.

– Oh, vamos, amigos…

– ¿Dónde y a quién exactamente, Doctor Zoot -le presionó Chick-, compró la unidad?

– No sé si conoceréis la Universidad de Candlebrow, institución de estudios avanzados sita en el remoto corazón de la República; una vez al año, todos los veranos, convocan una gran reunión sobre el via____________________que si le vais a buscar…, bueno, supongo que no hará falta mencionar mi nombre, ¿no?bre desde entonces. Mirad, aquí consta, en la escritura de venta, aunje en el tiempo, a la que acuden más pirados, desquiciados bicéfalos y cerebros de chorlito de los que puedan asustarse con cualquier arma conocida. Yo pasé casualmente por allí, para, bueno, ya sabéis, un poco de trapicheo con tónicos nerviosos y demás, y me topé con ese tipo en una cantina a orillas del río llamada Ball in Hand, y me dijo que atendía por Alonzo Meatman, aunque podría haber cambiado de nom

– ¿Por qué no? -preguntó Darby todavía un poco nervioso-. ¿Insi_núa que es peligroso? Nos está mandando a otra trampa letal, ¿verdad?

– No tanto por él -respondió el Doctor Zoot sin parar de mover_se e incapaz de mirarlos a los ojos-, cuanto por sus… socios, bueno, más vale que mantengáis el ojo avizor.

– Una banda criminal. Formidable. Gracias.

– Digamos que me alegré de volver al camino en cuanto pude, y sólo me sentí tranquilo cuando el río se interpuso entre nosotros.

– Vaya, así que no les gusta cruzar cursos de agua -se burló Darby.

– Ya lo verás, joven amigo. Y puede que entonces lo lamentes.


En la Universidad de Candlebrow, la tripulación del Inconvenience encontraría la combinación justa de nostalgia y amnesia para obte_ner una falsificación razonable de la Intemporalidad. Y, como quizá era inevitable, también ahí realizarían el fatal descubrimiento que los llevaría, tan inexorablemente como la rueda del Zodiaco, a su Imum Coeli…

Durante los últimos años, la Universidad se había ampliado mu____________________dios recordaban en sus leyendas como gigantes y semidioses.vía las dos torres, de piedra rústica y aire gótico, que la flanqueaban, pero ahora había quedado pintorescamente empequeñecida por las imponentes y cúbicas residencias que había dentro, lo cual le daba, aunque se hubiera erigido apenas hacía una generación, un aspecto de marcada antigüedad, que evocaba una edad remota anterior a los primeros exploradores europeos, anterior a los Indios de las Praderas que habían encontrado aquí, anterior incluso a aquellos que los indelos europeos edificadas con frecuencia por inmigrantes de ciudades universitarias o catedralicias del viejo continente. La Puerta Oeste, que pretendía enmarcar las puestas de sol equinocciales, conservaba todatrucciones modernas de estructura continua entre los edificios que recordaban -eso si no los sustituían-, réplicas de masonería de mover, se topaban con ornamentos de hierro al estilo de Chicago y conscho más allá de los recuerdos de los alumnos más antiguos, que, al vol

Las ahora famosas Conferencias Anuales de Candlebrow, como la misma institución, eran financiadas por la vasta fortuna del señor Gideon Candlebrow de Grossdale, Illinois, que había ganado un dineral en el pasado durante el gran Escándalo de la Manteca de Cerdo de los años ochenta, en el que, antes de que el Congreso pusiera fin a la prác____________________dez, Smegmo había pasado a suponer la mayoría de los beneficios anuales de Candlebrow Ventures. El secreto de su fórmula se guardó con tal saña que habría avergonzado al mismísimo Zar de Rusia, de manera que en la Universidad de Candlebrow, omnipresente como era el producto en lanente rabino de la capital mundial del cerdo, Cincinnati, Ohio, se vio impelido a declarar que el producto era kosher, añadiendo que «el pueblo hebreo llevaba esperando algo así desde hace cuatro mil años. Smegmo es el Mesías de las grasas culinarias». Con asombrosa rapificial para cuanto entrara dentro de la categoría de grasa comestible, incluida la margarina, que muchos ya creían que no era real. Un emitorios del señor Candlebrow inventó el «Smegmo», un sustituto artilémica del pudín de Navidad que todavía hoy divide a las familias, a menudo violentamente. En los posteriores empeños por encontrar fuentes más legales de beneficio, uno de los empleados de los laboratica, incontables toneladas adulteradas de ese alimento se exportaron a Gran Bretaña, empeorando todavía más una cocina nacional ya de por sí degradada, y dando lugar en toda la isla, sin ir más lejos, a la po cuisine y entre los condimentos de mesa de la Ca_fetería de Estudiantes, no paraban de oírse diversas historias sobre su composición exacta.

Los beneficios generados por las ventas de Smegmo proporcio____________________vela del señor H.G. Wellsrencia Internacional sobre el Viaje en el Tiempo, un tema que de la noche a la mañana se había vuelto respetable debido al éxito de la nonaron los fondos, a una escala casi suntuaria, para la Primera Confe La máquina del tiempo, publicada en 1895, un año que se citaba a menudo como límite inferior de la fecha de la primera Conferencia, aunque todavía no se había llegado a un acuer____________________to queramos, y celebrar las Conferenciascantó a los chicos, «nada nos impide remontarnos en el pasado cuando sobre qué ordinales asignar a aquellas reuniones, «pues, una vez que se ha inventado el viaje en el tiempo», afirmó el Profesor Heino Vanderjuice, cuya presencia ese año como conferenciante invitado en allá, en la época en que por aquí todo era prehistórico, con dinosaurios, helechos gigantes, picos flamígeros por todas partes y demás…».

– Con todo el debido respeto al Profesor -se quejó Lindsay Noseworth en la reunión vespertina de la Unidad-, ¿es esto lo que tene__to podré aguantar.mos que esperar por aquí, estos pesados pedantes moviéndose por los interminables cenagales de lo metafísico? Sinceramente, no sé cuán

– Pues he visto unos «bomboncitos» universitarios muy apeteci_bles -comentó lascivamente Darby.

– Otra más de tus vulgaridades, Suckling, que, he de confesarlo, afortunadamente me resultaban ajenas hasta que te conocí.

– Una ignorancia que es probable que continúe -profetizó Miles Blundell-, por lo menos hasta el año 1925 o por ahí.

– ¡Veis! -exclamó Lindsay un poco más alto de lo necesario-, ¡está empezando! Imaginaba, ingenuamente según parece, que habíamos venido a descubrir, si podíamos, algún propósito en estas expediciones cada vez más peligrosas que nos ordenan, en las que nuestra irreflexi_va participación, sin duda, a menos que empecemos a dar pasos para aumentar nuestra seguridad, nos conducirá algún día a la disolución.

– Eso suponiendo que el tal Doctor Zoot no nos haya mandado aquí a perder el tiempo -les recordó Randolph St. Cosmo-, por mo_tivos propios no del todo respetables.

– Un pirado integral -se burló Darby.

Dentro del pabellón deportivo del campus se había creado un vasto espacio de residencias, con calles y edificios numerados, accesi____________________dades de origen…cos de padres, amantes, sociedades de viaje en el tiempo de sus ciuble tan sólo tras complejos procesos de inscripción y etiquetas identificativas con códigos de colores… Una vez apagadas las luces, el espacio se volvía ilegible, emboscado de sombras, lleno de susurros, murmullos, con resplandores de capas de lámparas junto a las camas, ukelelistas que tocaban y cantaban en la oscuridad… Pajes de voces suaves contratados entre los niños de la ciudad circulaban entre los durmientes durante toda la ronda nocturna, con mensajes telegráfi

Se servían comidas día y noche, siguiendo un misterioso sistema de cambios de menú y de horario, en el refectorio de la enorme sala de estudiantes, al que no se llegaba por el vestíbulo ni la recepción de la entrada de ceremonias, sino a través de tramos semisecretos de esca____________________litario panqueque o a los posos de una jarra de café, o, como castigo por llegar «demasiado» tarde -un concepto muy flexible allí-, a nada en absoluto.vicio, donde un impaciente personal de comedor permitía muy pocos despistes a los que llegaban tarde, tras perderse en la secuencia de puertas y pasillos, tardanza que daba derecho, como mucho, a un soleras que se perdían en las regiones traseras, pasillos cuidadosamente alfombrados que conducían siempre hacia abajo, hasta la cola de ser

Los chicos, que se habían aprendido a conciencia las complejida__ayuno en una cafetería bañada de una luz marrón oscura, con mesas y sillas de madera tan enceradas que resplandecían.des de acceso y horario, entraron con sus bandejas cargadas con el des

Miles localizó la vasija de barro con Smegmo entre la sal, la pi_mienta, el ketchup, la mostaza, la salsa de carne, el azúcar y la melaza, la abrió y olió intrigado el contenido.

– A ver, ¿qué es esto?

– ¡Pega con todo! -le aconsejó un estudiante de una mesa próxi__bos. ¡Mis compañeros de residencia se peinan con él! ¡Hayma-. Remuévelo en la sopa, úntalo en el pan, machácalo en los na millones de maneras de usar el Smegmo!

– Ya he olido antes algo parecido -dijo absorto Miles-, pero… no en esta vida. Pues… hay algunos olores que pueden retrotraernos ins_tantáneamente a años previos…

– Tránsito Naso temporal -dijo asintiendo el enterado joven-. Ma_ñana hay un seminario sobre la materia, en Finney Hall. ¿O acaso me refería a anteayer?

– Bien, caballero, este brebaje de Smegmo a mí me remonta to__terior,davía más allá de la infancia, de hecho tan atrás como a una vida an incluso a antes de que fuera concebido…

– Miles, por lo que más quieras -dijo Lindsay, ruborizándose y dán__guido la conversación con cierto interés.dole una patada a su compañero bajo la mesa-, ¡HDP! -que era el código de los Chicos del Azar para «Hay Damas Presentes». De hecho, cerca había una mesa llena de «alumnas» en florescencia que habían se

– Vaya, vaya -dijo Darby dándole un codazo cómplice a su anti__jate en el peinado de la rubia de allí. ¡Hay que ver!guo socio de travesuras-. No son lo que se dice Chicas de Gibson. Fí

– Suckling -apretó los dientes Lindsay-, aun en una carrera como la tuya, que ha tendido cada vez más a lo sórdido y en la que sin duda aguardan mayores barbaridades, nada será más cuestionable, en térmi_nos morales, que esas repetitivas manifestaciones de una adolescencia enfermiza.

– Si alguna vez llegas a vivir una adolescencia, házmelo saber -re_plicó Darby con un tono que dejaba clara su intención mordaz-. Tal vez pueda darte unos consejos.

– Eres un insoportable…

– Caballeros -intervino Randolph agarrándose el abdomen con el ceño fruncido-, tal vez crean posible posponer este sin duda fascinan_te coloquio hasta una ocasión menos pública. Y debo añadir, señor Noseworth, que esas constantes tentativas de estrangular a Suckling dañan nuestra imagen pública.

Avanzada esa mañana, se apiñaron, en compañía del Profesor Van_deijuice, dentro de un automóvil para hacer una visita al vertedero municipal, situado en las lindes de la ciudad, y que estaba envuelto en un humo perpetuo grisáceo, de límites imprecisos.

– ¡Colosal wellsianismo! -gritó el Profesor-, ¡no es más que una inmensa chatarrería!

Desde abajo hasta arriba del todo, por las escarpadas paredes de un barranco, se amontonaban las gigantescas moles selectas de fallidas máquinas del tiempo -Cronoclipsos, Transeculares de Asimov, Tempomorfos Q-98-, rotas, defectuosas, chamuscadas por llamaradas ca____________________sima ingeniería, materializado ahí en láminas de aluminio, vulcanita, aleación de Heusler, bonzolina, electrum, palo santo, platinoide, magnalium y cobre blanco de China, buena parte de lo cual había sido destrozado por saqueadores y rebuscadores de basura. ¿Dónde estaba la segura bahía del Tiempo que sus pilotos podrían haber encontrado, evitando así esos ominosos destinos a sus naves?das… Un campo sembrado de conjeturas, superstición, fe ciega y pétastróficas de energía mal dirigida, corroídas a menudo más allá del reconocimiento por la inmersión involuntaria en el terrible Fluir para cuyo dominio, con tanta esperanza, habían sido diseñadas y construi

Aunque hicieron un cuidadoso inventario, ni Chick ni Darby pu__calíptico de masas que todavía los inquietaba cuando por descuido caían en el ensimismamiento.dieron encontrar, ni montado ni en piezas, el modelo de la máquina en la que el Doctor Zoot los había enviado a aquel movimiento apo

– Tenemos que encontrar a ese tal Meatman al que mencionó el «Doctor» -dijo Chick-. Una visita a la taberna local parecería perti_nente.

– La Ball in Hand -recordó Darby-. Y bien, ¿a qué esperamos?

A medida que iban pasando los años y la Tierra completaba una y otra vez su vuelta automórfica alrededor del sol, las Conferencias de Candlebrow convergían hacia una forma de Eterno Retorno. Por ejemplo, a nadie se le vio nunca envejecer. Y aquellos que, cada año que pasaba, podrían, en cierto sentido técnico, «haber muerto» fuera de los recintos de ese campus encantado, en cuanto se deslizaban a tra____________________raban los hombres desesperados, donde los guardias de seguridad de la noche, que lucían rígidos sombreros, partían cabezas sin miramientos, mientras a sólo unos metros fluía el río, limpio como el interior de una oficina, y los troncos que lo recorrían se balanceaban tranquilamente sobre su lecho de luz de gas… Algunos conferenciantes de Candlebrow afirmaban ver en esto una parábola del fluir ultramundano, aislado de los males seculares, que conocemos como el Río del Tiempo.ditos del tiempo mucho más jóvenes y sanos. Todas esas diversiones y otras más parecían ser generosamente accesibles a lo largo del río, en la zona baja de Symmes Street y los callejones adyacentes, donde mode en compañía de sospechosos o de delincuentes reconocidos y tomar parte en apuestas cuyo volumen habría provocado una apoplejía a erudose bebidas fuertes y comidas grasientas letales, o el de salir hasta tarficante retorno eran evidentes para todos; sin ir más lejos, la principal era el placer de hacer caso omiso a los consejos médicos, permitiénputaciones de fragilidad y falta de virilidad. Las ventajas de este vivivés de sus puertas, eran rápidamente «resucitados». A veces traían los recortes de su necrológica consigo, para compartirla entre risas con sus colegas. Y, que quede claro, se trataba de regresos corporales sólidos, sin nada de figurativo o plásmico. Sugerir siquiera esa posibilidad habría supuesto para el osado escéptico una «patada en los morros» por sus im

Los chicos supieron llegar a West Symmes Street y entraron en la Ball in Hand, que resultó ser un antro especialmente poco recomen__meos fugados de la Feria de Saint Louis, bailaban, con un escandaloso vuelo de enaguas, sobre las mesas. Una dable y de mala fama. Bailarinas renegadas, algunas con novios pigtroupe de comediantes polacos, todos ellos armados con su personal salchicha kielbasa gigante, corrían por todas partes dándose golpes con las salchichas, principalmente en la cabeza, con incansable vivacidad. Cuartetos de negros cantaban vie__día jugar al faro y al fantan.jos éxitos en armonías de siete acordes. En las salas del fondo se po

Un joven de aspecto descuidado, que sostenía una botella de un licor rojizo, abordó a los chicos:

– Vosotros sois los que buscáis a Alonzo Meatman, seguro.

– Tal vez -respondió Darby, mientras buscaba su «porra salvavidas» reglamentaria-. ¿Quién pregunta?

Su interlocutor empezó a estremecerse y a mirar por el local con sacudidas cada vez más violentas de la cabeza.

– Ellos…, ellos…

– Vamos, hombre, contrólate -le advirtió Lindsay-, ¿quiénes son esos «ellos» de los que hablas?

Pero el joven seguía estremeciéndose con violencia, y sus ojos, temblando en las órbitas, estaban desquiciados por el miedo. Alrede____________________tenía, que había quedado suspendida en el aire, cayó al suelo con un estrépito que pareció curiosamente largo.paldas, cada vez más intensa a la par que él se desvanecía, hasta que, a los pocos segundos, no quedó del joven más que una mancha en el aire, justo en el lugar que había ocupado, una deformación de la luz como vista a través de un antiguo cristal de ventana. La botella que sostraña aura magenta y verde, como si emanara de una fuente a sus esdor de los bordes de su silueta había empezado a parpadear una ex

– Jo -murmuró Darby observando cómo el contenido empapaba el serrín-, y ahí estaba yo, anhelando un «trago» de eso.

Aparte de los Chicos, nadie más en aquel local atestado de juer__mente distraído, palpaba a tientas guistas hizo el menor signo de haberse dado cuenta. Lindsay, extrañael espacio vacío que recientemente había ocupado el joven desvanecido, como si éste hubiera decidido por voluntad propia volverse invisible.

– Sugeriría -dijo Miles deslizándose hacia la salida- que evacuára_mos este establecimiento antes de que nos alcance un destino similar.

Al salir, Chick, que había presenciado en silencio todo el inciden_te, interpeló a Randolph:

– Profesor, sepa que invoco la Cláusula de Arbitrio Básico de Re_tirada Exclusiva del Oficial científico, o CABREO, como aparece en nuestra Carta.

– ¿Otra vez, señor Counterfly? ¿He de suponer que ha rellenado apropiadamente su cuestionario de NOtas MEticulosas de JOrnada de DAtos?

Chick le pasó el documento cuidadosamente grabado.

– Espero que todo esté en orden.

– A ver, Chick, ¿estás decidido al respecto? Recuerda la última vez, en aquel volcán hawaiano… -respondió Randolph con un apacigua_dor tuteo.

– Que no fue más que un motín puro y duro -intervino Lindsay-, como ahora.

– No en mi opinión legal -dijo alegremente Darby, que había exa_minado el documento-, el CABREO de Chick es tan kosher como el Smegmo.

– Un pronunciamiento más bien hueco, dada la perfectamente pre_visible intensa comunidad de intereses entre tú y Counterfly.

– ¿Quieres intensidad? -se burló Darby-, pues prueba esto.

– Nuestra altitud operativa -se atrevió a explicar Chick- y la pre__cio por entonces, lo reconozco. Pero esta vez quiero permanecer en tierra, sin entrar en otras dimensiones.sencia de gases volcánicos desconocidos puede que afectaran a mi jui

– Salvo en la Cuarta, claro -advirtió Miles Blundell, con una voz solemne como si la emitiera desde distancias mortales-. La Quinta y demás.

Cuando se fueron sus compañeros, Chick entró otra vez en la som__pón, entre los místicos zen de aquel país (véasebría cervecería, pidió una caña, se sentó a una mesa desde la que veía la entrada y esperó, una técnica que había aprendido hacía años en Ja Los Chicos del Azar y las mujeres enjauladas de Yokohama), conocida como «sentarse a ver qué pasa». Fue durante ese viaje, recordó Chick, cuando Pugnax sumió en la confusión a un monasterio zen al responder al clásico koan «¿Posee un perro la naturaleza de Buda?» no con «¡Mu!», sino con «Sí, obvia_mente… ¿qué más quieren saber?».

El tiempo no es que transcurriera sino que se volvió menos im__necido reaparecía procedente del espacio desalojado, ahora bañado en matices de albaricoque y aguamarina.portante. Al final, Chick vio que el «contacto» recientemente desva

– Otra vez aquí.

– Es un pequeño truco del oficio. Tenía que comprobar hasta qué punto sois serios -dijo Alonzo Meatman (pues era él).

– Puede que yo sólo sea más vago que mis acompañantes. Ellos tienen una noche de diversión por delante. Yo sólo quería sentarme un rato y relajarme.

– Me he fijado en que no has tocado la cerveza.

– ¿Ah, sí?

– Bien visto. Déjame que te invite a algo, Horst puede preparar lo que quieras, nadie le ha sorprendido desde la PC1VT, y ni siquiera en_tonces, me atrevería a decir.

– ¿Desde la…?

– Primera Conferencia Internacional sobre el Viaje en el Tiempo, y menuda parranda fue aquélla.

Habían asistido todos los que contaban en el mundo de la cien_cia y la filosofía: Niels Bohr, Ernst Mach, el joven Einstein, el Doctor Spengler y hasta el señor Wells en persona. El Profesor J.M.E. McTaggart de Cambridge, Inglaterra, dio una breve charla en la que rechazó por completo la existencia misma del Tiempo, como algo demasiado ridículo para dedicarle la menor reflexión, independientemente de su estatus como fenómeno asumido por todas las creencias.

Una reunión brillante, se diría, una colaboración de las mejores mentes del mundo en esa difícil cuestión, de hecho paradójica, que debía servir para construir una Máquina del Tiempo que funcionara (tal era el optimismo wellsiano de la época) antes de que acabara el siglo…, pero no fue así como las sesiones se desarrollaron. Desde las iniciales discusiones sobre cuestiones que los no especialistas habrían juzgado triviales, los debates se habían transformado con pasmosa ra__pos escindidos y las facciones. Las celebridades en las que se habían depositado tantas esperanzas no tardaron en marcharse, ya fuera en tren de vapor o en eléctrico interurbano, a caballo o en aeronave, por lo general farfullando para sus adentros. Se plantearon duelos, que se libraron y resolvieron, casi siempre, sin derramamiento de sangre…, salvo en el desgraciado asunto del McTaggartite, el neoagustiniano, y el fatal pudín al vapor.pidez en una guerra académica en toda regla, y proliferaron los, gru

– Las discusiones sobre la naturaleza de la realidad cuyo resultado depende de las apuestas -en palabras del Juez Forense del Condado- raramente concluyen felizmente, sobre todo aquí, a la vista de la dis_tancia vertical incluida…

Durante días, mientras el funesto encuentro fue un tema de coti____________________cinación entre los cuerdos y los trastornados.tros de altura, era la estructura más alta visible en cualquier dirección hacia la curvatura de la Tierra, famoso en la zona por ejercer igual faslleo, los conferenciantes su cuidaron de encontrar disculpas para no acercarse demasiado al Viejo Campanario de Estearina, inspirado en el Campanile de la Piazza San Marco de Venecia, que, con sus cien me

– Sin saberlo, llevas entre ellos desde que llegaste -decía Alonzo Meatman-. No hay forma de descubrirlos, a no ser que ellos así lo decidan.

– Pero en tu caso, ellos han decidido…

– Sí, y «deciden» y «decidirán», tal vez incluso en lo que a ti res_pecta, si tienes suerte, pero ¿y eso qué importa?

Chick observó al joven Meatman. Con claridad, clásicamente, se ajustaba a lo que un homeópata llamaría «el tipo lycopodium». Por no se sabe qué razón, la organización de los Chicos los atraía en gran nú__ta, y no por valentía sino por desesperación, como el único remedio que conocían para combatir la cobardía que les corroía por dentro. Este Meatman, era evidente, había ascendido muy alto en la noche, hasta una vulnerabilidad a los peligros de la tormenta que pocos podían envidiar.mero. Llevaban el miedo inscrito en cada célula. Miedo a la noche, a ser perseguidos, al fracaso, a otros asuntos que no podrían nombrarse a la ligera. Eran los primeros en subir a los aparejos durante una tormen

– Tranquilo, hermano de los cielos -respondió Chick-, Lo único que sé es cuánto me cuesta esta noche abordarte, a mucho más no lle_garía mi presupuesto.

El joven Meatman pareció apaciguado.

– Mira, no debes tomártelo como una traición…, o no sólo como una traición.

– ¡No me digas! ¿Y como qué más?

Es posible que vacilara un poco, pero no tanto como para pare_cer inexperto.

– La oferta más extraordinaria de Liberación que se nos ha plan_teado desde…, desde aquella Promesa que se nos hizo hace tanto…

Chick tuvo la fugaz visión del pasillo de un barco en alguna par_te, tal vez dentro de una gigantesca aeronave del futuro, atestado de cuerpos resucitados de todos los tiempos, con sonrisas aturdidas y ex_tremidades descubiertas que se enredaban, una multitud de visitantes recién llegados de todos los periodos de los dos milenios anteriores, que tenían que ser alimentados, vestidos, acogidos, y a los que había que explicar, por no mencionar justificar, una pesadilla administrativa que le había correspondido a él resolver. Sostenía en la mano una especie de megáfono moderno.

– ¿Así que es esto? -Su propia voz le sonó desconocida. No se le ocurrió otra cosa que decir. Todos le estaban mirando, esperando algo.

Ahora, en la Ball in Hand, se limitó a encogerse de hombros.

– Supongo que estoy preparado.

– Vamos.

Alonzo sacó a Chick de la taberna y lo condujo por el campus nocturno, luego atravesaron una amenazadora puerta gótica y descen____________________llas de asfalto esparcidas y rotas por el suelo. Fragmentos de cristales que centelleaban bajo la luz tenue. Más cerca, líneas de alimentación del interurbano zumbaban y escupían inquietas, y más allá, en la calle, una jauría de perros entraba y salía de la penumbra húmeda de las farolas.cuidados acabados eran una prueba visible del espíritu de premura y avaricia con el que habían sido erigidas hacía apenas unos años. Tabliladas casas adosadas, ya a medio camino de la demolición, cuyos desrolas eléctricas de las partes más «respetables» de la ciudad, de las que, al parecer, a cada paso que daban se alejaban más rápido, de una forma extraña y desproporcionada. Al final salieron a una calle de destartadieron de nuevo hacia los límites septentrionales de la Universidad, una zona de alojamientos estudiantiles baratos que lindaba con unos prados aborígenes sin iluminar; las calles que recorrían se iban haciendo cada vez más estrechas y estaban iluminadas con gas en lugar de con las fa

Alonzo parecía esperar algún comentario sobre el barrio.

– No queremos llamar mucho la atención, ¿sabes?, al menos por ahora. Cuando un número de gente suficiente descubra que nos ne_cesita y empiece a buscarnos, tal vez nos mudemos a algún sitio más grande, que esté más cerca de la ciudad. Mientras tanto…

– Discreción -supuso Chick.

El rostro del joven recuperó su habitual petulancia.

– Ni siquiera eso. No les asusta nada de lo que «este» mundo pue_da servirse para hacerles frente. Ya lo verás.

Más tarde Chick no podría sustraerse a la impresión, más profun__quicamente. Era como si, de algún modo, lasda de lo que le hubiera gustado admitir, de que le habían alterado psí expresiones positivas de si____________________do que parecía preferir a las molestas exigencias de lo cotidiano.bra una herramienta devuelta a su armario al final de la tarea, un estapañante en cuanto atravesaron el umbral: una relajación que el joven Meatman ni se molestaba en disimular, como si, una vez entregado Chick, pudiera retirarse sin que lo incordiaran a la quietud que recotemáticamente, sin inquietar al reino de una oscuridad indiferente. Más inquietante aún era el cambio que se había producido en su acomció la escalofriante sospecha de que ahí dentro lo que parecía luz de lámpara no lo era, de que a través de algún medio sobrenatural su sentido óptico estaba siendo interferido desde fuera y engañado siscusión no del todo acompasada de pasos humanos. En su interior crecio, tal vez de años, sin una voz viva, ni un acorde de música, ni la perlencio y ausencia se utilizaran contra él, y no podía evitar la conclusión de que, a pesar de los signos convencionales de que había inquilinos, todas las habitaciones estaban, de hecho, vacías. Se sintió oprimido por una pátina claramente visible de falta de uso, no sólo por el polvo, que lo cubría todo, sino también por la sensación de un prolongado silen

De golpe, irrumpiendo en escena como un cantante de ópera con un aria en la punta de la lengua, apareció el «señor As», como se lla_maba a sí mismo. Ojos negros brillantes, presentados como armas en un duelo. La mirada levemente dañada, irrevocablemente educada, que asociamos con los muertos ajenos. Cuando sonreía, o lo intentaba, no resultaba precisamente tranquilizador.

Prescindiendo de naderías fácticas, empezó a contar directamente la historia de su «pueblo».

– Hemos venido a establecernos entre vosotros buscando refugio de nuestro presente (que es vuestro futuro), una época de hambre en todo el mundo, de reservas de combustible agotadas, de pobreza terminal: el fin del experimento capitalista. Cuando acabamos comprendiendo la sencilla verdad termodinámica de que los recursos de la Tierra eran limitados, de hecho se agotaron muy pronto, la ilusión capitalista se hizo añicos. Aquellos de nosotros que afirmaban esa verdad en voz alta fueron denunciados como herejes, como enemigos de la verdad eco_nómica dominante. Como a los Disidentes religiosos de otras épocas, se nos ofreció la posibilidad de emigrar, aunque con poca más opción que emprender viaje a través de ese oscuro Atlántico tetradimensional llamado Tiempo.

»La mayoría de los que optaron por la Travesía la superaron, pero algunos no. El procedimiento todavía es arriesgado. Los niveles de energía requeridos para dar ese salto a contracorriente, a través de ese intervalo prohibido, son inalcanzables aquí, en la actualidad, aunque algunas de vuestras grandes dínamos han empezado a acercarse a la cantidad de energía necesaria. Hemos aprendido a manejar ese gran peligro, nos formamos para ello. Con lo que no contábamos era con vuestra resolución de impedir nuestro asentamiento aquí.

– Primera noticia -dijo Chick por fin, todo lo comprensivamente de que fue capaz.

– La Fraternidad de los Aventureros…

– ¿Cómo?

Un extraño zumbido eléctrico cubrió y ahogó la voz del señor As durante un instante.

– ¿Los nzzt Chicos del Azar? ¿Es que no sabes que todas y cada una de las misiones que os encomiendan pretenden impedir nuestro em_peño de entrar en vuestro régimen temporal?

– Le aseguro que jamás…

– Has jurado obediencia, claro. -Siguió un esfuerzo intenso y si_lencioso, como si no quisiera reír, como si la risa fuera un vicio ajeno que pudiera hacerle daño y al que no debía arriesgarse.

– Le aseguro que todo esto es nuevo para mí -dijo Chick-. Y aun_que si lo que dice fuera cierto, ¿cómo podríamos servirles para nada?

Sus grandes ojos parecieron iluminarse de piedad.

– Podríamos pediros que aceptarais algún encargo nuestro de vez en cuando, aunque, lamentablemente, sin más explicaciones detalladas que las que recibís a día de hoy de vuestra propia Jerarquía.

Chick debió de guardar silencio durante un rato.

– ZZMrrí compensación…

– ¿Cómo?

– ¿No ha mencionado el señor Meatman la magnitud de nuestro agradecimiento?

– No fue demasiado claro. Sonó un tanto religioso.

– No te entiendo.

– La vida eterna.

– Mejor aún. La eterna juventud.

– Vaya, caramba. Eso sí que no podemos superarlo.

El señor As siguió explicando, o, más que explicando, alegando, que los científicos de su época, en el curso de su investigación inten_siva sobre el viaje en el tiempo, habían descubierto, a modo de premio no buscado, cómo transformar el tipo de reacciones termodinámicas conocidas en el pasado como «procesos irreversibles», entre las que destacaban el envejecimiento y la muerte humanas, para revertirías.

– En cuanto adquirimos la technique, el problema fue trivial.

– Eso dirá usted, supongo.

– Ahora no es más que una mercancía comercial, como las cuen__ban con los indios. Un regalo de poco valor, pero ofrecido con gran sinceridad.tas y los espejos que sus recién llegados a las costas americanas troca

– Así que debe de ser como la historia del indio Squanto y los Pe__mente la mañana siguiente-. Como si les ayudáramos a pasar el primer invierno o algo así.regrinos -informó Chick a la sesión plenaria convocada apresurada

– Pero ¿y si no es así? -dijo Randolph-. Imaginemos que no son peregrinos sino invasores, y que aquí hay algún recurso particular que ellos ya han agotado y quieren sacarnos para llevárselo.

– Comida -dijo Miles.

– Mujeres -sugirió Darby.

– Entropía inferior -aventuró Chick-. Como una sencilla función del Tiempo, su nivel de entropía sería más elevado. Como chicos ri_cos que toman aguas minerales en un «spa».

– Es nuestra inocencia -afirmó Lindsay con una voz desacostum__carnos, capturar nuestra inocencia y llevársela al futuro.bradamente alterada-. Han desembarcado en nuestras costas para bus

– Yo me refería a algo más tangible -dijo Randolph frunciendo el ceño reflexivamente-. A algo negociable.

– Sí, ¿y quién dice que seamos tan inocentes? -soltó Darby.

– Pero imagináoslos, a ellos -respondió Lindsay en tono acongoja____________________te escasos años que nos queden antes…, antes de que pase lo que vaya a pasar…za desesperados hacia el pasado, hacia nosotros. Hacia los penosamendo, como al borde de una iluminación insoportable-, tan caídos, tan corruptos, que nosotros, sí, incluso nosotros, les parecemos tan puros como corderos. Y la época en que viven es tan espantosa que los lan

– Vaya, Lindsay. -Lo dijo Darby; que nadie en el grupo recordara, era la primera vez que mostraba preocupación por su puritano com_pañero de tripulación.

Tras un momento de parálisis en la discusión, Chick señaló:

– Siempre queda la posibilidad de que sean tan sólo timadores, cómplices del Doctor Zoot o, lo que resultaría todavía más turbio, que se trate de un ejercicio teatral, una especie de Ejercicio Moral, plan_teado por la Jerarquía para detectar una potencial rebelión y suprimir la disensión. La creo perfectamente capaz de eso y más.

– Sea como sea -dijo Darby-, el caso es que estamos totalmen_te jo…

– No lo digas -le advirtió Lindsay.

Sabiendo que no podría sonsacarle al señor As más que las his____________________ba asombrado, pues las lágrimas eran lable y desoladamente, derramando lágrimas como un clérigo muy profesional tras recibir un mensaje directo de Dios… Chick lo miratorias que el siniestro viajero en el tiempo tuviera a bien contarle, Chick se presentó a la siguiente cita acompañado de Miles, que era el único de la tripulación que poseía la clarividencia que requería la situación. Nada más ver al señor As, Miles rompió a llorar, inconsoprácticamente desconocidas en la Unidad.

– Lo reconocí, Chick -dijo Miles con franqueza cuando volvieron a la nave-; lo he visto en algún sitio. Supe que era real y que no po_dríamos deshacernos de él así como así. No es lo que dice ser. Y está claro que no nos desea ningún bien.

– Miles, tienes que decírmelo. ¿Dónde lo has visto?

– Mediante los conductos visuales que cada vez más parecen encon____________________rando, me apuntan con algo, no exactamente un arma sino un objeto enigmático…vo…, y últimamente, cada vez que se dan cuenta de que los estoy mipia casa. Puede que al principio yo fuera invisible para ellos, pero ya no es así, ahora tienen algún modo de detectarme cuando los obserle, a él y a otros intrusos, como a través de unas «ventanas», en su protrarme en el curso de mi vida. Durante algún tiempo he podido ver

»Por esas "ventanas", ellos cruzan, durante breves periodos, a nues____________________pechoso.que, sobre todo al de aspecto más inocente, en inmediatamente sosguna de sus "Agencias" ha recibido el encargo expreso de que trate con nosotros. Lo que convierte a cualquier extraño que se nos acerrar a hurtadillas. Creo que desde que llegamos aquí, a Candlebrow, alta nosotros. -Miles se estremeció-. ¿Te fijaste en cómo me miró? Él lo sabía. Y quería que me sintiera culpable, desproporcionadamente en comparación con mi delito, que, al fin y al cabo, no era más que mitros propios tiempo y espacio. Así es como el tal "señor As" llega has

Ante la profunda alarma en el rostro de Chick, Miles sacudió la cabeza y extendió una mano tranquilizadora.

– No hay por qué preocuparse, somos tan sensatos y sinceros como siempre. Si se nos infiltrara algún «traidor», Pugnax lo reconocería, y no tardaría en darse un banquete con sus entrañas. En cuanto a los pa_sos inmediatos, yo diría que nos pusiéramos en camino, y cuanto antes mejor.

Al poco, la tripulación empezó a encontrar pruebas de la Invasión por todas partes, una narración invisible que ocupaba, cuando no de____________________no si hacía falta, a traicionar a cualquier persona o cosa, con tal de que pudieran devolverlos a su juventud, de que les permitieran recuperar la inocencia de sus primeras novelas juveniles, que ahora no dudarían en tergiversar y violar en nombre de sus insidiosos benefactores.bre los cuales habían estado volando tan despreocupadamente todos aquellos años, algunos Chicos del Azar, presas del pánico, se lanzaron a los brazos corruptos de los Intrusos, dispuestos a tratar con el Infierbían acabado confundiendo con una garantía. Al enterarse de que no estaban más exentos que cualquier otro de los comparsas humanos socería ni moriría nunca, creencia que a lo largo de los años muchos haganización de los Chicos del Azar. Los Intrusos habían estudiado a sus objetivos de cerca, conocían la fe ciega que compartían los Chicos de que ninguno de ellos, a menos que ocurriera una desgracia, envejefinía, el paso del día. Y pronto se hizo obvio a todos los niveles, del local al internacional, que una neuropatía se había adueñado de la or

Pronto se supo que existía más de un traidor de ese tipo, aunque se desconocían sus identidades. De ese modo, convertidos todos ellos en posibles candidatos, se desató una oleada destructiva y sin prece____________________cia, liberarse de los siniestros contratos que habían firmado engatusados, a pesar de que el precio fuera renunciar a su inmunidad a la muerte.guieron sin inmutarse con su siniestro juego, aunque al final algunas de sus víctimas intentaron, por cargo de conciencia o por contingenrado sin perder un ápice de intensidad hasta el día de hoy. Se libraron duelos, se presentaron querellas, y todo para nada. Los Intrusos prosidentes de calumnias, paranoias y letales difamaciones que ha perdu

Entretanto, otras Unidades de los Chicos del Azar optaron por soluciones laterales, eludiendo la crisis mediante la asunción de iden_tidades metafóricas, como brigadas de policías, compañías de teatro ambulantes, gobiernos en el exilio de países imaginarios que, pese a ello, podían describir con detalle minucioso, diríase que obsesivo, in_cluyendo idiomas enteros con sus normas sintácticas y de uso, o, en el caso de la tripulación del Inconvenience, sumergiéndose, en Candle_brow, en los misterios del Tiempo y adoptando la breve aberración en su historia conocida como la Banda de Armónicas de la Academia Musical.

Como en un sueño, acabarían recordando su asistencia a la Uni____________________mónicas, lleno de chicos de su edad en uniformes de viaje de color añil y rojo chino.mentado con una insignia de la Academia Musical de la Banda de Artonados al lado, a un interurbano que nunca venía. Lo que sí se paró finalmente junto a ellos fue un Tren Especial resplandeciente y ornaversidad de Candlebrow no como participantes en una Conferencia estival, sino como estudiantes de música a tiempo completo, esperando en un andén de estación, con sus pertenencias e instrumentos amon

– Claro, subid, hay sitio de sobra.

– ¿Nos lleváis?

– Llevamos a todo el mundo. Asiento y comida, siempre que to_quéis la armónica.

Y de ese modo, sin ningún alboroto, subieron y antes de llegar a Decatur ya habían aprendido los fragmentos rítmicos de El Capitán y Wliistling Rufas, y al poco se apearon para unirse a otros estudiantes de música de la mundialmente famosa Academia de la Banda de Ar__jamiento y les regañaron, como a todos los demás, por improvisar en las piezas con más arreglos, comomónicas Musicales, donde les dieron un uniforme, les asignaron alo My Country 'Tis of Titee.

La institución hundía sus raíces, como Candlebrow, en las comple____________________venes de toda la República, y cuatro años después salían como Maestros de la Armónica que, con mucha frecuencia, alcanzaban la eminencia en su profesión, y algunos incluso llegaban a fundar escuelas propias.rillado. Fue sólo cuestión de tiempo que esta consecuencia imprevista de la Ley de la Oferta y la Demanda se consagrara con la Academia de la Banda Musical de Armónicas, un espléndido conjunto de edificios románicos richardsonianos situado en «El corazón de la cuenca del Mississippi», como rezaban los anuncios. Cada curso iban a estudiar allí jómonias de graduación escolares, los picnics anuales o las inauguraciones de mejoras urbanas tales como el alumbrado de las calles o el alcantata en todos los desfiles de las fiestas nacionales, así como en las cerecas, a menudo con centenares de miembros que se presentaban sin falcuencia fue que al poco tiempo todas las comunidades del país tuvieron algún tipo de sociedad musical constituida por una banda de armónijidades de la avaricia que por entonces se practicaba en nombre del capitalismo global. Los fabricantes alemanes de armónicas, que lideraban la producción del instrumento en el mundo, llevaban años inundando el mercado americano con sus excedentes de producción, y la conse

Una noche, a principios de su primer semestre de primavera, Ran_dolph, Lindsay, Darby, Miles y Chick estaban en la residencia con otros estudiantes, descansando tras haber estudiado para un examen sobre teoría modal que tenían al día siguiente.

– Nunca pensé que fuera así -afirmó uno de los armonicistas de tercero, los cristales de cuyas gafas reflejaban la luz de gas-, preferiría ver un poco de acción de verdad, salir por ahí y hacer algo de jaleo, dejar que la maldita música sonara un rato, ya sabéis.

Un compañero, con las manos detrás de la cabeza, fumaba tum_bado un cigarrillo ilegal cuya fragancia, que no se ajustaba al gusto de todos, llenaba la sala.

– Pide un traslado, colega, se alegrarán de satisfacerte. -Mierda, son tiempos peligrosos, chicos, tenéis que olvidaros de las comodidades, ir a donde podáis ser útiles…

Se vio interrumpido por la apresurada entrada del joven aprendiz de órgano de boca Bing Spooninger, la mascotte de la Banda, gritando: -¿Alguien ha visto a ese 'Zo Meatman? No está en su catre, ¡ya ha pasado el toque de queda y falta muy poco para que apaguen las luces!

Alboroto. Asomaron cabezas por los bordes de las literas superio____________________ca que tuvieran a mano, y vaya si las había, desde armónicas de bajos hechos de bronce de campana que medían metro ochenta de largo, (enormescándose, mirando bajo los muebles, dentro de los armarios, buscando al armonicista desaparecido. A esas alturas, los Chicos comprendían que se trataba de la «intro» a un número musical, pues los estudiantes se detuvieron y empezaron a ejecutar escalas con cualquier armónires. Saltos arriba y abajo, gente corriendo por todas partes entrecho tubas de armónicas) hasta las microarmónicas de perla y pla_ta de dos agujeros más diminutas que podían encontrarse, con cada nota en el Universo intermedio. Y a un gesto casi imperceptible, los estudiantes empezaron a soplar y cantar:


El tal 'Zo Meatman ha salido, yipi dipi dipi, du,

más deprisa que si se hubiera desvanecido, menuda tontería, tú. [Bajo Cómico.]

Y no es que yo no lo hiciera, porque puedo pero no quiero.

Y lo haría si no lo fuera, pero lo soy, así que no lo hago. [Todos.] Y-y-y

el tal 'Zo Meatman ha salido.

[Bing como solista tiple.] Sa… li… do…

[Todo el mundo miraba como si estuviera fascinado por la difícil proeza vocal cuya exitosa conclusión les per_mitiría, al fin, entre dientes, relajarse. Y cantaban:]

Yipi dipi dipi, flipi zipi zipi, smipi gdipi gdipi, du.


A lo que siguió un animado cakewalk que daba ocasión a breves efectos novedosos, ruidos de locomotora, de animales de corral. El misteriosamente desaparecido Alonzo Meatman, sin ir más lejos, se había especializado en tocar la armónica con la nariz, y solía meter mocos en los agujeros tres y cuatro y un «mocazo» en el número dos lo bastante sustancial para obturarlo por completo, lo cual había repre____________________to furioso de Alonzo y a su escasa tolerancia a cualquiercauto de turno que le pedía prestado el instrumento; esto daba lugar a la consiguiente mala voluntad y contribuía al prolongado resentimiensentado en más de una ocasión un problema de nota aspirada al in comporta_miento no ortodoxo, lo que le llevó más de una vez, al principio furtiva_mente pero luego con creciente confianza, al despacho del Comandante de la Academia Musical de la Banda de Armónicas.

La costumbre de que unos alumnos delataran a otros, contempla____________________na de permiso. Con menos presión sobre él para crear y mantenercompensado por sus esfuerzos como espía, disfrutaba de considerable popularidad entre los demás chicos, sobre todo en los fines de semacuela. De hecho, dado que el «chivato» solía ser generosamente rediatamente la sospecha de juego sucio que habría desatado en otra esda con repugnancia en instituciones más tradicionales, había llegado en esta Academia a inspirar un curioso respeto, incluso en aquellos que era más probable que sufrieran sus consecuencias. Por eso, el que un «chivato» como el joven Meatman desapareciera no despertaba inme una segunda identidad o identidad tapadera, la pequeña comadreja tenía más energía para dedicarse a las actividades normales de la Banda de Ar__jor y por lo general llevaban una vida más sana que sus mónicas Musicales. Exentos también de los castigos sin previo aviso que, a capricho del viejo Comandante, sufrían literalmente las víctimas de sus delaciones, los chivatos padecían menos ansiedad, dormían mecompañeros de clase más vulnerables.

Antes, ese mismo día, Alonzo había hecho su visita semanal al «Viejo». Por la ventana alentaba una tarde primaveral, el soleado campus verdigris se extendía hasta un cortavientos de álamos de Lombardía, envueltos a esa distancia en una bruma verdosa y floreciente, mientras ante el marco de la ventana cabeceaba el rostro suavemen____________________rían cargando con las bajas del campo de deportes, marchando entre los magnolios, a los sones enérgicos delbierta de libros, papeles y (qué vergüenza) basura variada, como cáscaras de naranja, pepitas de melocotón y colillas, en montones que alcanzaban en algunos puntos más de medio metro de altura, algo que repelía un tanto a Meatman, que al fin y al cabo sólo había ido allí a «chivarse» de sus compañeros de clase, quienes pronto regresatuado con citas melodiosas de su «Pequeña Gigante» I.G. Mundharfwerke chapada en oro, tras una mesa de escritorio caóticamente cudos por la distancia, se elevaban desde los campos verdes y atravesaban la ventana del Comandante para acompañar su largo recitado, punpiadas, apedrearse, aparentemente hasta la inconsciencia, si no más…, y, de hecho, los cuerpos habían empezado a caer y los gritos, retardamia, intentaban estrangularse, patearse o, si tenían a mano piedras aprodades, se atisbaba de vez en cuando a algunos miembros de la Banda de Armónicas realizando la «Educación Física», aunque no el habitual Rugby ni el Lacrosse, no, se trataba más bien de un horroroso… Combate-en-Diez-Metros sin reglamentar, en el que los músicos, diminutas figuras con sudaderas rojas que lucían el blasón dorado de la Acadebatir las visitas de madrugada a las letrinas, pues se había informado recientemente de peculiares, más bien pipiculares, actividades allí… Por la ventana, más allá del Comandante, en los Campos de Activitar también la Guardia Provisional Anti-Micción, establecida para comnicos y soplar los subdominantes, cuyo resultado era la emisión de un sonido vagamente negroide, aunque el intruso debía cuidarse de eviridad protegía la famosa Armónica Reverberante en re bemol frente a los asaltos del Limador Fantasma, del que se sabía que se introducía sigilosamente en los dormitorios con un conjunto completo de limas de lengüetas de armónica profesionales para alterar las notas y crear dificultades a los solistas, obligándolos a veces a aspirar los acordes tócaba también el riesgo de una infección cerebral; dónde y cuándo dormían las unidades y quién hacía los diferentes tipos de guardias, como la Guardia de Integridad Tonal, que durante las horas de oscutica; la necesidad de mantener los pelos de la nariz bien cuidados y recortados para que no se engancharan entre las chapas protectoras y fueran arrancados, lo que, aparte del dolor y la humillación, implisolutamente todo: las Normas de Seguridad de la Armónica Cromáven informante, como había hecho antes docenas de veces, todo, abdo pudiera ofrecerle-, a la par que, con tono opiáceo, explicaba al jogas, en realidad delataba un desprecio casi nihilista a cuanto el munque parecía la sonrisa lenta y afable del consumidor habitual de drote arrugado del Comandante, con su esmeradamente cuidado bigote blanco y la dentadura dorada que centelleaba cuando sonreía -aun Halls of Montezoo-HOO-ma!, de Offenbach, mientras el tranquilo Viejo continuaba su digresión con un pasmo almibarado que se diluía en la tarde, hasta llegar a alegacio____________________vitablemente incluían corrupción y muerte, con hileras de espejos que se encaraban a través de una neblina de uso secular, de aliento, de dentífrico pulverizado y preparados ta introducirse en la Letrina misma, en las cercanías oscuras que ineciones blancas, que se tornaban húmedas y violetas en los bordes, hasciones de porcelana de formas voluptuosas, no necesariamente lavabos, sino más bien vehículos para las misteriosas, pero hasta el momento sin especificar, «actividades pipiculares», y ofreciendo seguidamente una visible imagen completa, un veloz picado entre las hileras de instalavados en las letrinas, evocando en breves destellos las blancas instalanes obsesivamente detalladas de los extraños comportamientos obserpara el afeitado, de vapores de agua del grifo con rastros de los minerales de la región, y cada conjunto de imágenes se desencadenaba por leguas innúmeras, todos reflejados, y convergía hacia el Punto del Infinito a lo largo de una inmensa cur_va lenta…

Curiosamente, después de esa reunión no volvió a saberse de Alonzo. El ayudante de campo del Comandante lo expulsó, le entre__centrarse en el trabajo que tenía sobre la mesa…gó su vale semanal por los servicios prestados y lo observó perderse sin rumbo entre las hileras simétricas de árboles antes de volver a con

Entretanto, de vez en cuando, en los intersticios de lo que al fin y al cabo no eran unas vacaciones perpetuas en el Medio Oeste, la an_tigua tripulación del Inconvenience se veía asaltada por las dudas. ¿Y si no eran de verdad armonicistas? ¿Y si todo aquello no era más que una especie de autoengaño para no pensar en una realidad demasia____________________dárseles…, en algún trato secreto, de naturaleza indeterminada, con un antiguo enemigo…? Pero no supieron encontrar ninguna entrada en ninguno de sus diarios de a bordo que les ayudara a recordar…blarse ahora y que estaba firmemente instalada en el corazón de la…, la Organización cuyo nombre curiosamente había empezado a olvido espantosa como para que la iluminara la vasta e indiscriminada luz del Cielo, tal vez para no pensar en la traición, de la que no podía ha

¿Se habían transformado a través de una mutación en réplicas im____________________tivales, los Chicos los habían necesitado… y ellos habían acudido.niles de la Serie de los Chicos del Azar a los que autorizaron para servir como señuelos voluntarios. Una vez, hacía mucho tiempo, en suaves colinas, en pueblos junto a un río, en bibliotecas que dejaban echarse al suelo a los niños donde hacía fresco y leer en las tardes eszado? Puede que en el pasado sólo fueran lectores de los libros juvebiera sentido fascinado por las nativas de ningún remoto puesto avanción insoportable? ¿Era posible que ninguno de ellos hubiera estado nunca en una aeronave, o caminado por calles exóticas, ni que se hudaderos» Chicos partieran hacia los Cielos y así escaparan de una situado de una persona a la que amaban más de lo que creían, como si lo que hubiera sucedido entre ellos pudiera corregirse de esa manera? ¿No serían ya más que ecos remanentes de imágenes, desgarradas y rezagadas, de identidades clandestinas que habían resultado necesarias para una misión cumplida hacía mucho, olvidada ya, pero de la que no querían o no podían liberarse? ¿O tal vez incluso sustitutos reclutados para quedarse atrás sobre el terreno, permitiendo que los «verperfectas de lo que habían sido en el pasado? ¿Estaban destinados a revisitar el escenario de los conflictos que habían dejado sin resolver, tal como, según se dice, los fantasmas vuelven al lugar donde sus destinos tomaron un giro equivocado o revisitan en sueños el cuerpo dormi

se necesitan chicos para misiones audaces; deben estar en forma, ser obedientes, bien dispuestos, saber tocar la armóni_ca (At a Georgia Camp Meeting en todas las claves; se aplicarán módicas multas por las notas equivocadas) y consagrar largas horas de ensayo al Instrumento… ¡Aventuras garantizadas!

Así que cuando los «verdaderos» Chicos huyeron, nuestros jóve____________________caban la música de razas más nuevas: do, ya hacía mucho, de sus saludables pueblos en lo más profundo del país hacia el humo y la confusión de las densidades urbanas que al principio ni podían imaginar, para formar ahora otros grupos que totución. Algunos saldrían de allí del mismo modo como habían partirero; y los otros -las «marmotas» en la jerga de los Chicos- sin duda habían conocido ya los riesgos y los costos que asumían con la sustipuestos a misiones por todo el mundo, tal vez sin recordar siquiera a sus «sustitutos», pues había mucho en que ocupar el espíritu aventuguía cobrando sus honorarios habituales, año tras año, mientras los otros Chicos permanecían felizmente en las alturas, saltando libres de imnes se quedaron en el dudoso santuario de la Academia de Formación de la Banda Musical de Armónicas… Pero la vida en la superficie searreglos del blues negro, polcas polacas, klezmer judío; otros, sin embargo, incapaces de encontrar una ruta definida que los alejase del pasado, volverían una y otra vez a los antiguos escenarios, a Venecia, en Italia, a París, en Francia, y a los ho_teles de lujo del viejo México, y tocarían los mismos popurrís de cakewalks, ragtimes y aires patrióticos, se sentarían a las mismas mesas de café, recorrerían las mismas madejas de calles estrechas, contem_plarían con tristeza los sábados por la noche a los jóvenes locales que paseaban y flirteaban por las placitas, sin saber muy bien si su propia juventud ya era pasado o todavía estaba por venir. Esperando, como siempre, que volvieran los «verdaderos» Chicos, ansiando oír:

– Lo hicisteis genial, chavales. Ojalá pudiéramos contaros todo lo que ha pasado, pero aún no ha terminado, está en una fase crítica, y cuanto menos se cuente ahora, mejor. Pero algún día…

– ¿Os vais otra vez?

– ¿Tan pronto?

– Tenemos que hacerlo. Lo sentimos mucho. El banquete estaba de_licioso y os lo agradecemos, el recital de armónica no lo olvidaremos jamás, sobre todo las canciones de negros. Pero ahora…

Así que, una vez más, allí estaba el conocido punto menguante en el cielo.

– No te entristezcas, amigo, debe de ser importante, esta vez se veía que querían quedarse.

– ¿Y qué vamos a hacer con toda esta comida de sobra?

– ¡Y toda la cerveza que nadie ha bebido!

– No sé, la verdad, no creo que eso sea problema.

Pero fue el principio de cierta liberación del anhelo, como si hu____________________des de uno de esos pueblos, preparada para despegar, abrillantada y resplandeciente, recién pintada, reequipada, al doblar la esquina de un gigantesco hangar, esperándolos, como si ellos nunca se hubieran ido, ahí estaba su nave, la viejara sabían que existían, y casi sin darse cuenta estaban otra vez en un mundo que era casi el mismo que habían dejado. Y un día, en las lincos, hasta que pronto hubo un continuo flujo de tráfico, audible día y noche, y personas que empezaron a adentrarse en su valle de visita, ofreciendo paseos hasta las ciudades cercanas, que los chicos ni siquiedada por nubes, humo de chimeneas e incluso incidentes atmosféritido desde siempre un camino y que por él venía ahora una carreta, luego un par de jinetes, más tarde una diligencia y otra carreta, a la luz del día que poco a poco iba perdiendo su cruda isotropía y era inunbieran estado viviendo en un valle remoto, lejos de las carreteras, y un día se fijaran en que al otro lado del horizonte montañoso había exis Inconvenience. Y Pugnax, con las patas en la barandilla del alcázar y meneando la cola a mil por hora, ladraba con alegría incontenible.

En alguna parte, los Intrusos seguían con sus viejos asuntos tóxi_cos, pero a esas alturas la tripulación del Inconvenience, más acostum____________________fónicas de broma a industriales del asfaltado para encargar que grandes cantidades de cemento fuesen entregados y vertidos sobre conocidas localizaciones de los Intrusos.tuvieran la cohesión, parecían bastante eficaces, así como llamadas telebrada a su presencia y hacía ya mucho desengañada de cualquier fe en su propia capacidad para obrar milagros, era más capaz de evitarlos, de advertir a los otros de posibles jugarretas e incluso, de vez en cuando, de plantarles cara. Ciertos guisos experimentales fallidos de la cocina de Miles, arrojados desde altitudes lo bastante moderadas para que man

Ni que decir tiene que las diferencias de opinión existentes en el pequeño grupo acerca de qué hacer eran muy marcadas, y eso se no__rección. La situación no mejoró precisamente con la taba en el lenguaje que utilizaban en las reuniones del comité de direaparición sin previo aviso del chivato de la Banda Musical de la Academia de Ar_mónicas Alonzo Meatman, que se presentó paseando tranquilamente mientras silbaba After the Ball con ritmo de cakewalk, como si entre ellos no hubiera cuentas pendientes.

Meatman llevaba consigo, cuidadosa y abundantemente sellada, una copia del enigmático mapa cuya búsqueda les había llevado en una ocasión hasta Venecia, cuando casi acabaron en llamas y destruidos so_bre la Piazza San Marco.

– También nosotros estuvimos allí -dijo Meatman con una sonri_sa desagradable-, pero supongo que no nos visteis.

– Y ahora quieres vender esto -supuso Randolph.

– Hoy, para vosotros, es gratis.

– ¿Y de dónde has sacado la peregrina idea -preguntó Lindsay- de que, habiéndonos librado una vez por los pelos de la disolución al buscar con tan poco juicio ese maldito documento, vayamos a mos_trar ahora el menor vestigio de interés?

El traicionero Meatman se encogió de hombros.

– Pregúntale a tu máquina Tesla.

Y, no podía ser de otro modo, como si hubiera escuchado a es____________________sertar su propiatancias burocráticas, la Autoridad Suprema decidió una vez más incondidas esa conversación en el curso de la minuciosa vigilancia que mantenía sobre los Chicos incluso desde la más profunda de las dis extremidad pesada en sus vidas.

Una noche, tras la Revista Vespertina, el dispositivo de Tesla co_bró vida y se puso a chirriar, y los chicos se reunieron a su alrededor a escuchar.

– Habiéndoseles entregado -anunció una voz profunda y reverbe____________________gata Subdesértica de su Majestadner rumbo inmediato a Bujara, en el Asia Interior, donde quedarán temporalmente bajo el mando del Capitán Q. Zane Toadflax de la Frarante- por mediación del agente debidamente autorizado Alonzo R. Meatman el mapa informalmente conocido como el Itinerario de Sfinciuno, tras firmar como es debido todos los recibos, se les ordena po Saksaul. Se supone que el Inconvenience ya va provisto del modelo actual del Aparato de Supervivencia Hipopsamótico, pues no se aprobarán más gastos para ese fin.

La máquina quedó en silencio, los indicadores de su media doce_na de diales volvieron a su posición de reposo.

– ¿De qué coño está hablando? -preguntó un desconcertado Darby.

– El Profesor Vanderjuice lo sabrá -dijo Randolph.

– ¡Por todas las dunas de arena! -exclamó el Profesor-, Da la ca_sualidad de que conozco al hombre en cuestión, Roswell Bounce, el que inventó el aparato Hipops, aunque la organización de Vibe, que reclama su monopolio, no será, me temo, muy flexible con el precio.

Encontraron a Roswell Bounce mirando lasciva y alegremente a las estudiantes en la placita que había delante del Sindicato de Estu_diantes. En fecha tan temprana como 1899, les había informado el Profesor, Roswell había comprendido ya los principios de lo que se convertiría en el modelo estándar del Aparato de Supervivencia Hipopsamótico o «Hipops», que revolucionaría el viaje por el desierto al proporcionar un medio práctico de sumergirse bajo las arenas sin dejar de respirar, caminar y todo lo demás.

– Todo se reduce básicamente a controlar las propias frecuencias de resonancia molecular -explicó Roswell-. Se incluye un elemen__so para poder caminar dentro de la arena sin mayor esfuerzo del que requiere nadar en una piscina. Los cabrones de la Vibe Corp. me lo robaron, y encima no vacilaron en reventar los precios. ¿Cuántos querían?to de ajuste fino para compensar la deriva de parámetros y también para mantener el aspecto sólido de todo, aunque lo bastante disper

Acordaron seis unidades, una de las cuales Roswell aceptó al ins_tante modificar para Pugnax, todo con un «precio club» sorprenden__bolso, con un descuento adicional si se hacía en efectivo.temente razonable, que incluía entrega exprés y pago contra reem

– Un artilugio notable -comentó maravillado Chick, quien, en calidad de Oficial Científico, se sentía especialmente intrigado.

– Si un día de éstos tenemos que movernos bajo el mar donde_quiera que sea -comentó el Profesor Vandeijuice-, el siguiente paso obvio será pasar a ese medio, que es de ondas como el mar, y también de partículas.

– Se refiere a la arena -dijo Roswell-, pero casi suena como si fue_ra la luz, ¿no?

– Pero, dejando aparte la densidad, la inercia y la abrasión cons__quiera por dónde se va? -se preguntó Randolph.tante de las superficies ¿cómo se puede viajar bajo la arena y ver si

– Mediante el redespliegue de la energía en el orden necesario para transformar la arena desplazada en algo transparente, como cuarzo o cristal, pongamos. Obviamente -explicó el Profesor-, nadie quisiera estar en medio de un lugar donde hace tanto calor, así que hay que es____________________diante una serie de funciones de onda.terarían la historia de las ondas; en cualquier caso, sería expresable mepositada limpiamente por el viento sin ninguna obstrucción local, se supone que podemos aplicar la mecánica de fluidos, y si quisiéramos movernos a más profundidad, pongamos que en un bajel subarenoso, entonces nuevos elementos análogos a la formación de torbellinos altar dispuesto a transferirse en el Tiempo, compensando la velocidad de la luz en el medio transparente. Siempre que la arena haya sido de

– Que siempre incluyen el Tiempo -dijo Chick-, así que si bus_cara algún modo de revertir o invertir esas corrientes, ¿no implicaría una forma de vuelta atrás en el Tiempo?

– Bueno, eso es lo que he estado buscando aquí todo el verano -dijo Roswell-. Me invitaron a dirigir un seminario. Llamadme Pro__po de atractivas jóvenes, algunas sin sombrero y con el pelo suelto, que estaban de picnic en el césped cercano.fesor si queréis. ¡Vosotras también, chicas! -gritó afablemente a un gru

Las unidades de Hipops sólo tardaron unos días en llegar a la ofi____________________po que funcionara.nes, picnics y actos sociales se les había pasado por alto algo esencial, que tal vez nunca recuperarían, ni siquiera con una máquina del tiempecha de que en algún punto del bullicio de conferencias, exposiciocina exprés de la ciudad, y entretanto los chicos se prepararon para la partida con cierta sensación de pesar, incapaces de librarse de la sos

– Era una cuestión relacionada con el vuelo -teorizó Miles, vol____________________cos pudimos dar el fatídico salto al cielo…,y ahora, tras todos estos años vagando por los cielos, tal vez algunos de nosotros estemos preparados para, una vez más, dar un paso «hacia un lado» a la siguiente dimensión: el Tiempo, que es nuestro destino, nuestro señor, nuestro destructor.mota» civil. Pasamos de dos dimensiones, del espacio a ras de suelo de un niño pequeño, al de los mapas y las ciudades, siempre andando a tientas hacia la tercera dimensión, hasta que como reclutas de los Chiviendo fugazmente al inglés-, con el vuelo a la siguiente dimensión. Siempre estuvimos a merced del Tiempo, tanto como cualquier «mar

– Muchas gracias, cerebro de mosquito -dijo Darby-, ¿Qué hay de comer?

– Cerebro de mosquito -respondió Miles con una sonrisa ama_ble-, Con fricando, me parece.

La siguiente transmisión de Tesla fue para confirmar el momen_to exacto de la partida, pero sin dar más detalles de su misión. Tras se__lendario.manas concentrados en los misterios del Tiempo, los chicos se habían topado con el muro anodino y vacío de su expresión más literal: el ca

– Que tengan un buen vuelo -dijo la voz-. Recibirán más instruc_ciones cuando lleguen a Bujara.

Darby arrojó su aeropetate en su taquilla, fuera de sí.

– ¿Y cuánto tiempo más -le gritó al instrumento- se espera que aguantemos tu mierdosa falta de respeto?

– Hasta que se legalice el motín -le advirtió formalmente Lindsay.

– Que es como decir hasta que vuelen los cerdos, ¿verdad? -replicó Darby con una intencionada sonrisa de desprecio al Oficial Ejecutivo.

– Piérdete de vista, sabiondo insubordinado…

– Sencillamente no pueden soportar que nadie se lo pase bien, ni más ni menos -aseguró tajante Darby-. Esos bastardos autócratas des_precian cuanto no pueden controlar.

– ¡Suckling! -La cara de Lindsay estaba perdiendo rápidamente su color-. Es lo que siempre había temido…

– Oh, cálmese, señora Grundy, sólo me refería a las manías zaris_tas, por otro lado claramente ilegítimas, de su comportamiento.

– Oh. Oh, vaya… -Lindsay, un tanto desconcertado, observó dubi_tativo al reciente jurista Darby, pero no siguió con su reprimenda.

– Si yo fuera ustedes -dijo con voz cansina el dispositivo Tesla-, empezaría a despegar. Yo no comprometería un historial de obedien_cia inmaculado. Recuerden que hasta las ovejas pueden volar, ¿no?

Y al momento, mientras Alonzo Meatman, subido al funesto Cam_panario, los observaba por unos prismáticos, el Inconvenience se elevó sobre Candlebrow, con hosquedad, hacia un día húmedo y sin vien_to, y dejó los Misterios del Tiempo para aquellos a los que les sobraba esa mercancía y podían dedicarla a su estudio como es debido.

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