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A la mañana siguiente desayuné tomates fritos y una lata de judías verdes que Madre me había calentado en un cazo.

En medio del desayuno, el señor Shears dijo:

– Vale. Puede quedarse unos días.

Y Madre dijo:

– Puede quedarse el tiempo que necesite quedarse.

Y el señor Shears dijo:

– Este piso apenas es lo suficientemente grande para dos personas, no digamos ya para tres.

Y Madre dijo:

– Puede entender lo que estás diciendo, ¿sabes?

Y el señor Shears dijo:

– ¿Qué va a hacer? Aquí no hay colegio para él. Los dos trabajamos. Maldita sea, es ridículo.

Y Madre dijo:

– Roger, ya es suficiente.

Entonces Madre me preparó un té Red Zinger con azúcar pero no me gustó y luego dijo:

– Puedes quedarte todo el tiempo que quieras.

Y después de que el señor Shears se hubiese ido a trabajar, Madre hizo una llamada por teléfono a la oficina y cogió lo que se llama Baja por Motivos Familiares, que es cuando alguien en tu familia se muere o está enfermo.

Entonces dijo que teníamos que ir a comprar algo de ropa para mí y un pijama y un cepillo de dientes y una toalla. Así que salimos del piso y caminamos hasta la calle principal, Hill Lane, que es también la A4088, y estaba llenísima de gente y cogimos un autobús n.° 266 hasta el centro comercial de Brent Cross. Había demasiada gente en John Lewis y me dio miedo y me tumbé en el suelo cerca de los relojes de pulsera y grité y Madre tuvo que llevarme a casa en un taxi.

Entonces ella tuvo que volver al centro comercial para comprarme algo de ropa y un pijama y un cepillo de dientes y una toalla, así que yo me quedé en la habitación de invitados mientras ella no estaba, porque no quería estar en la misma habitación que el señor Shears, porque tenía miedo de él.

Y cuando Madre llegó a casa me trajo un vaso de batido de fresa y me enseñó mi nuevo pijama, y tenía un dibujo de estrellas azules de 5 puntas sobre un fondo morado, así



Y yo dije:

– Tengo que volver a Swindon.

Y Madre dijo:

– Christopher, si acabas de llegar.

Y yo dije:

– Tengo que volver porque tengo que presentarme al examen de bachiller superior en Matemáticas.

Y Madre dijo:

– ¿Te estás sacando el bachillerato en Matemáticas?

Y yo dije:

– Sí. Voy a examinarme el miércoles y el jueves y el viernes de la semana que viene.

Y Madre dijo:

– Dios santo.

Y yo dije:

– El reverendo Peters va a ser el supervisor.

Y Madre dijo:

– Lo que quiero decir es que eso está muy bien.

Y yo dije:

– Voy a sacar un sobresaliente. Y por eso tengo que volver a Swindon. Sólo que no quiero ver a Padre. O sea que tengo que volver a Swindon contigo.

Entonces Madre se tapó la cara con las manos y respiró con fuerza y dijo:

– No sé si eso va a ser posible.

Y yo dije:

– Pero tengo que ir.

Y Madre dijo:

– Hablemos de eso en otro momento, ¿vale?

Y yo dije:

– Vale. Pero tengo que ir a Swindon.

Y ella dijo:

– Christopher, por favor.

Yo bebí un poco de mi batido.

Más tarde, a las 22.31, salí al balcón para ver estrellas, pero no había por culpa de todas las nubes y de lo que se llama Contaminación Lumínica, que es luz de farolas y faros de coches y reflectores y luces de edificios que se reflejan en minúsculas partículas en la atmósfera e impiden que se vea la luz de las estrellas. Así que volví a entrar.

Pero no pude dormir. Y me levanté de la cama a las 2.07 de la madrugada y tuve miedo del señor Shears, así que bajé al piso de abajo y salí por la puerta principal a Chapter Road. No había nadie en la calle y estaba más tranquila que durante el día, incluso aunque se oyera tráfico en la distancia y sirenas, así que hizo que me calmara. Caminé por Chapter Road y miré todos los coches y las formas que los cables de teléfono dibujaban contra las nubes naranjas y cosas que la gente tenía en sus jardines, como un enanito y un cocinero y un minúsculo estanque y un osito de peluche.

Entonces oí a dos personas que llegaban por la calle, así que me agaché entre el final de un contenedor y una furgoneta Ford Transit, y estaban hablando en una lengua que no era inglés, pero no me vieron. Y había dos minúsculos engranajes de latón en el agua sucia en la alcantarilla a mis pies, como engranajes de un reloj de cuerda.

Me gustaba estar entre el contenedor y la furgoneta Ford Transit, así que me quedé allí mucho rato. Y miré hacia la calle. Los únicos colores que se veían eran el naranja y el negro y mezclas de naranja y negro. Y no se sabía de qué colores serían los coches durante el día.

Y me pregunté si se podía engranar cruces, y decidí que sí se podía imaginándome este dibujo en mi cabeza



Y entonces oí la voz de Madre, que gritaba:

– ¿Christopher…? ¿Christopher…? -Y corría por la calle, así que salí de entre el contenedor y la furgoneta Ford Transit y ella corrió hasta mí y dijo-: Jesús. -Y se quedó de pie delante de mí y me señaló con un dedo la cara y dijo-: Si haces eso otra vez, te lo juro por Dios, Christopher… te quiero, pero… no sé lo que haría.

Así que me hizo prometer que nunca me iría del piso yo solo porque era peligroso y porque no podías fiarte de la gente en Londres porque eran desconocidos. Y al día siguiente tuvo que ir a las tiendas otra vez, y me hizo prometer que no contestaría a la puerta si alguien llamaba al timbre. Y cuando volvió trajo bolitas de comida para Toby y tres vídeos de Star Trek y los vi en la salita de estar hasta que el señor Shears volvió a casa y entonces me fui otra vez a la habitación de invitados. Deseé que 451c Chapter Road, Londres NW2 5NG tuviese un jardín, pero no lo tenía.

Al día siguiente llamaron de la oficina en la que trabajaba Madre y dijeron que ya no podía volver porque habían conseguido que otra persona hiciese su trabajo, y Madre estaba muy enfadada y dijo que era ilegal y que iba a quejarse, pero el señor Shears dijo:

– No seas tonta. Era un trabajo temporal, por el amor de Dios.

Y cuando Madre entró en la habitación de invitados antes de que yo me fuese a dormir dije:

– Tengo que ir a Swindon para presentarme a mi examen de bachiller.

Y ella dijo:

– Christopher, ahora no. Estoy recibiendo llamadas telefónicas de tu padre amenazándome con llevarme a juicio. Me estoy llevando unas buenas broncas de Roger. No es un buen momento.

Y yo dije:

– Pero tengo que ir porque está todo organizado y el reverendo Peters va a ser el supervisor.

Y ella dijo:

– Mira. No es más que un examen. Puedo llamar al colegio. Podemos hacer que lo aplacen. Puedes presentarte en otro momento.

Y yo dije:

– No puedo presentarme en otro momento. Está organizado. Y he repasado muchísimo. Y la señora Gascoyne dijo que podíamos utilizar un aula en el colegio.

Y Madre dijo:

– Christopher, tengo todo esto controlado, pero está a punto de escapárseme de las manos, ¿sabes? Así que tan sólo dame un poco de…

Entonces paró de hablar y se tapó la boca con la mano y se levantó y salió de la habitación. Y yo empecé a sentir un dolor en mi pecho como me pasó en el metro, porque pensaba que no podría volver a Swindon y sacarme el bachillerato.

A la mañana siguiente miré por la ventana del comedor y conté los coches en la calle para ver si iba a ser un Día Bastante Bueno o un Día Bueno o un Día Súper Bueno o un Día Negro, pero no era como estar en el autocar del colegio, porque aquí podías mirar por la ventana tanto tiempo como quisieras y ver tantos coches como quisieras, y miré por la ventana durante tres horas y vi 5 coches rojos seguidos y 4 coches amarillos seguidos, lo que significaba que era a la vez un Día Súper Bueno y un Día Negro, o sea que el sistema ya no funcionaba. Pero si me concentraba en contar los coches, dejaba de pensar en mi examen y en el dolor en mi pecho.

Por la tarde, Madre me llevó a Hampstead Heath en un taxi, y nos sentamos en lo alto de una colina y miramos los aviones que llegaban al aeropuerto de Heathrow en la distancia. Me compré un polo rojo de una furgoneta de helados. Y Madre me dijo que había llamado a la señora Gascoyne y le había dicho que yo me sacaría el bachiller en Matemáticas el año que viene, así que tiré mi polo rojo y grité durante mucho rato y el dolor en mi pecho me hizo tanto daño que casi no podía respirar y se acercó un hombre y preguntó si yo estaba bien y Madre dijo:

– Bueno, ¿a usted qué le parece?

Y el hombre se marchó.

Estaba cansado de gritar y Madre me llevó de vuelta al piso en otro taxi y a la mañana siguiente era sábado, y le dijo al señor Shears que saliera y me trajera algunos libros sobre ciencias y matemáticas de la biblioteca, y se llamaban 100 Rompecabezas numéricos y Los orígenes del Universo y La energía nuclear, pero eran para niños y no eran muy buenos, así que no los leí, y el señor Shears dijo:

– Bueno, es agradable saber que aprecias mi contribución.

Yo no había comido nada desde que tiré el polo rojo en Hampstead Heath, así que Madre me hizo un gráfico con estrellas como cuando yo era pequeño, y llenó una jarra medidora con un batido nutritivo y aroma de fresa y yo me gané una estrella de bronce por beberme 200 ml y una estrella de plata por beberme 400 ml y una estrella de oro por beberme 600 ml.

Y cuando Madre y el señor Shears se pelearon, yo cogí la pequeña radio de la cocina y me fui y me senté en la habitación de invitados y la sintonicé entre dos emisoras de forma que se oía sólo ruido blanco y subí el volumen y la sostuve contra mi oreja y el sonido me llenó la cabeza y me dolió de forma que no sentía otra clase de dolor, como el dolor en mi pecho, y no oía a Madre y al señor Shears pelearse y no pensaba en que no iba a hacer mi examen o en que no había jardín en 451c Chapter Road, Londres NW2 5NG, o en que no se veían las estrellas.

Y entonces era lunes. Era muy tarde por la noche y el señor Shears entró en mi habitación y me despertó y había estado bebiendo cerveza, porque olía como Padre cuando había estado bebiendo cerveza con Rhodri. Y dijo:

– Te crees un jodido listillo, ¿verdad? No piensas nunca, jamás, en los demás, ni por un segundo, ¿eh? Bueno, apuesto a que estás verdaderamente satisfecho de ti mismo, ¿no?

Y entonces entró Madre y lo sacó de un empujón de la habitación y dijo:

– Christopher, lo siento. Lo siento muchísimo.

A la mañana siguiente, después de que el señor Shears se hubiese ido a trabajar, Madre metió un montón de ropa suya en dos maletas y me dijo que bajara y que trajera a Toby y me metiera en el coche. Metió las dos maletas en el maletero y nos fuimos. Pero era el coche del señor Shears y yo dije:

– ¿Estás robando el coche?

Y ella dijo:

– Sólo lo he cogido prestado.

Y yo dije:

– ¿Adonde vamos?

Y ella dijo:

– Nos vamos a casa.

Y yo dije:

– ¿Quieres decir nuestra casa de Swindon?

Y ella dijo:

– Sí.

Y yo dije:

– ¿Padre va a estar allí?

Y ella dijo:

– Por favor, Christopher, ahora mismo no me des la lata, ¿vale?

Y yo dije:

– Yo no quiero estar con Padre.

Y ella dijo:

– Sólo… Sólo… Todo va a salir bien, Christopher, ¿de acuerdo? Todo va a salir bien.

Y yo dije:

– ¿Volvemos a Swindon para que yo pueda hacer mi examen de matemáticas?

Y Madre dijo:

– ¿Cómo dices?

Y yo dije:

– Se supone que tenía que presentarme al examen de matemáticas mañana.

Y Madre habló muy despacio y dijo:

– Volvemos a Swindon porque si nos quedábamos más tiempo en Londres… alguien iba a resultar herido. Y no me refiero necesariamente a ti.

Y yo dije:

– ¿Qué quieres decir?

Y ella dijo:

– Ahora necesito que te estés callado un rato.

Y yo dije:

– ¿Cuánto rato quieres que esté callado?

Y Madre dijo:

– Jesús. -Y entonces dijo-: Media hora, Christopher. Necesito que estés callado media hora.

Y recorrimos todo el camino hasta Swindon y tardamos 3 horas y 12 minutos. Tuvimos que parar a poner gasolina y Madre me compró una Milky Bar, pero no me la comí. Nos quedamos atrapados en un gran atasco de tráfico. La causa del atasco era que la gente reducía la velocidad para mirar un accidente en la otra calzada. Traté de averiguar una fórmula para determinar si el origen de un atasco de tráfico es siempre una serie de conductores que reducen la velocidad, y cómo influía en ello a) la densidad de tráfico, y b) la velocidad del tráfico, y c) con qué rapidez frenaban los conductores cuando veían encenderse las luces de freno del coche de delante. Pero estaba demasiado cansado porque no había dormido la noche anterior, pensando en que no podría hacer el examen de bachiller en Matemáticas. Así que me quedé dormido.

Y cuando llegamos a Swindon, Madre tenía llaves de la casa y entramos y ella dijo:

– ¿Hola?

Pero allí no había nadie porque eran las 13.23. Yo tenía miedo pero Madre dijo que estaría a salvo, así que subí a mi habitación y cerré la puerta. Saqué a Toby de mi bolsillo y lo dejé correr por ahí y jugué al Buscaminas e hice la Versión Experto en 174 segundos, que superaba en 75 mi mejor tiempo.

Y entonces eran las 18.35 y oí que Padre llegaba a casa en su furgoneta, y moví la cama y la puse contra la puerta para que no pudiese entrar y él entró en la casa y él y Madre se gritaron. Y Padre gritó:

– ¿Cómo coño has entrado?

Y Madre gritó:

– Ésta también es mi casa, por si lo has olvidado.

Y Padre gritó:

– ¿Ha venido también tu jodido amiguito?

Y entonces cogí los bongos que me había comprado el tío Terry y me arrodillé en el rincón de la habitación y apreté la cabeza en el encuentro de las dos paredes y aporreé los bongos y gemí y seguí haciendo eso durante una hora, y entonces Madre entró en la habitación y dijo que Padre se había marchado. Que Padre se había ido a vivir con Rhodri durante un tiempo y que buscaríamos un sitio para nosotros en las siguientes semanas.

Entonces me fui al jardín y encontré la jaula de Toby detrás del cobertizo y la limpié y volví a meter a Toby dentro.

Le pregunté a Madre si podía presentarme a mi examen de matemáticas al día siguiente. Y ella dijo:

– Lo siento, Christopher.

Y yo dije:

– ¿Puedo hacer mi examen de bachiller en Matemáticas?

Y ella dijo:

– No me estás escuchando, ¿verdad, Christopher?

Y yo dije:

– Te estoy escuchando.

Y Madre dijo:

– Ya te lo dije. Llamé a la directora. Le dije que estabas en Londres. Le dije que lo harías el año que viene.

Y yo dije:

– Pero ahora estoy aquí y puedo hacerlo.

Y Madre dijo:

– Lo siento, Christopher. Quería hacer las cosas correctamente. Intentaba no estropearlo todo.

Y el pecho empezó a dolerme otra vez, y crucé los brazos y me balanceé de atrás hacia delante y gemí. Y Madre dijo:

– No sabía que íbamos a volver.

Pero yo seguí gimiendo y balanceándome de atrás hacia delante.

Y madre dijo:

– Vamos. Con eso no vas a arreglar nada.

Entonces me preguntó si quería ver uno de mis vídeos de El planeta azul sobre la vida bajo los hielos del Ártico o la migración de yubartas, pero no dije nada, porque sabía que no podría hacer mi examen de bachiller en Matemáticas y era como apretar la uña del pulgar contra un radiador cuando está muy caliente y el dolor empieza y hace que quieras llorar y el dolor sigue incluso cuando apartas el pulgar del radiador.

Entonces Madre me preparó unas zanahorias y bróculi y ketchup, pero no me lo comí.

Y esa noche tampoco dormí.

Al día siguiente Madre me llevó al colegio en el coche del señor Shears porque perdimos el autocar. Y cuando íbamos a subir al coche la señora Shears cruzó la calle y le dijo a Madre:

– Pero qué cara más dura tienes, joder.

Y Madre dijo:

– Métete en el coche, Christopher.

Pero yo no podía meterme en el coche porque la puerta estaba cerrada. Y la señora Shears dijo:

– ¿Qué, así que al final te ha dejado a ti también?

Entonces Madre abrió su puerta, entró en el coche, abrió el seguro de mi puerta y yo entré y nos fuimos.

Cuando llegamos al colegio, Siobhan dijo:

– Así que usted es la madre de Christopher.

Y Siobhan dijo que se alegraba de volver a verme y me preguntó si estaba bien y yo le dije que estaba cansado. Madre le explicó que estaba disgustado porque no podía hacer mi examen de bachiller en Matemáticas, así que no había comido bien ni dormido bien.

Y entonces Madre se fue y yo dibujé un autobús utilizando la perspectiva, para no tener que pensar en el dolor de mi pecho. Tenía este aspecto


Después de comer, Siobhan dijo que había hablado con la señora Gascoyne, y que ésta aún tenía mis exámenes en 3 sobres sellados en su escritorio.

Así que le pregunté si todavía podía examinarme de bachiller. Y Siobhan dijo:

– Creo que sí. Vamos a llamar al reverendo Peters esta tarde para asegurarnos de que todavía puede venir y ser tu supervisor. La señora Gascoyne escribirá una carta al tribunal examinador para decirles que al final vas a presentarte al examen. Y es de esperar que estén de acuerdo. Pero no podemos saberlo con certeza. -Dejó de hablar unos segundos-: Pensaba que debía decírtelo ahora. Así podrías pensarlo un poco.

Y yo dije:

– ¿Así podría pensar un poco en qué?

Y ella dijo:

– ¿Estás seguro de que eso es lo que quieres hacer, Christopher?

Y yo pensé en la pregunta y no estuve seguro de cuál era la respuesta, porque quería hacer el examen de matemáticas pero estaba muy cansado y cuando trataba de pensar en matemáticas mi cerebro no funcionaba correctamente, y cuando trataba de recordar ciertos datos, como la fórmula logarítmica para el número aproximado de números primos no mayores que (x), no conseguía acordarme, y eso me daba miedo.

Y Siobhan dijo:

– No tienes que hacerlo, Christopher. Si dices que no quieres hacerlo, nadie va a enfadarse contigo. Y no será una equivocación o algo ilegal o estúpido. Tan sólo será lo que tú quieres y eso estará bien.

Y yo dije:

– Quiero hacerlo.

Porque no me gusta cuando pongo cosas en mi horario y luego tengo que quitarlas, porque cuando hago eso me mareo.

Y Siobhan dijo:

– De acuerdo.

Y llamó por teléfono al reverendo Peters y él vino al colegio a las 15.27 y dijo:

– Bueno, jovencito, ¿listos para empezar?

Hice el Examen 1 de mi bachiller en Matemáticas sentado en el aula de manualidades. Y el reverendo Peters fue el supervisor, y se sentó a un escritorio mientras yo hacía el examen, y leyó un libro titulado El precio del discipulado de Dietrich Bonhoeffer, y se comió un bocadillo. Y en medio del examen se fue a fumar un cigarrillo fuera, pero me miraba por la ventana por si yo hacía trampas.

Cuando abrí el examen y lo leí todo, no supe cómo responder a ninguna de las preguntas, y además no podía respirar correctamente. Quería pegarle a alguien o pincharle con mi navaja del Ejército Suizo, pero no había nadie a quien pegar o pinchar con mi navaja del Ejército Suizo, excepto el reverendo Peters y él era muy alto, y si le pegaba o le pinchaba con mi navaja del Ejército Suizo no sería mi supervisor durante el resto del examen. Así que hice respiraciones profundas tal como Siobhan me había dicho que tenía que hacer cuando quería pegar a alguien en el colegio y conté cincuenta respiraciones e hice cubos de los números cardinales mientras contaba, así


1, 8, 27, 64, 125, 216, 343, 512, 729, 1.000, 1.331, 1.728, 2.197, 2.744, 3.375, 4.096, 4.913… etc.


Y eso me hizo sentir un poquito más tranquilo. Pero el examen duraba 2 horas y ya habían pasado veinte minutos, o sea que tenía que trabajar muy rápido y no tuve tiempo de comprobar mis respuestas correctamente.

Y esa noche, justo después de llegar a casa, Padre vino a la casa y yo grité, pero Madre dijo que no dejaría que me pasara nada malo y me fui al jardín y me tumbé y miré las estrellas en el cielo y me hice insignificante. Y cuando Padre salió de la casa me miró durante mucho rato y luego le dio un puñetazo a la valla y le hizo un agujero y se marchó.

Aquella noche dormí un poco porque estaba haciendo mi examen de bachiller en Matemáticas. Y tomé sopa de espinacas para cenar.

Y al día siguiente hice el Examen 2 y el reverendo Peters leyó El precio del discipulado de Dietrich Bonhoeffer, pero esta vez no se fumó un cigarrillo, y Siobhan me hizo ir a los lavabos antes del examen y sentarme yo solo y hacer respiraciones y contar.

Estaba jugando a The Eleventh Hour en el ordenador aquella noche cuando un taxi se paró fuera de la casa. El señor Shears iba en el taxi y salió del taxi y tiró una gran caja de cartón llena de cosas que pertenecían a Madre en el jardín. Eran un secador y algunas bragas y champú L'Oreal y un paquete de muesli y dos libros, Diana, su verdadera historia, de Andrew Morton, y Rivales, de Jilly Cooper, y una fotografía mía en un marco de plata. El cristal de la fotografía se rompió cuando cayó en la hierba.

Entonces, sacó unas llaves del bolsillo, se metió en su coche y se marchó, y Madre salió corriendo de la casa a la calle y gritó «¡No te molestes en volver, cabrón!» y tiró el paquete de muesli y le dio en el maletero del coche cuando se alejaba, y la señora Shears estaba mirando por la ventana cuando Madre hizo eso.

Al día siguiente hice el Examen 3, y el reverendo Peters leyó el diario Daily Mail y se fumó tres cigarrillos.

Y ésta era mi pregunta favorita


Demuestra el siguiente resultado:

«Un triángulo cuyos lados pueden escribirse en la forma n2 + 1, n2 – 1 y 2n (donde n › 1) es rectángulo.»

Demuestra, mediante un ejemplo opuesto, que el caso inverso es falso.


Yo iba a escribir cómo respondí a la pregunta, pero Siobhan me dijo que no era muy interesante. Yo dije que sí lo era. Y ella dijo que la gente no iba a querer leer las respuestas a un problema de matemáticas en un libro, y dijo que podía poner la respuesta en un Apéndice, que es un capítulo extra al final de un libro y que la gente puede leerlo si quiere. Y eso es lo que he hecho.

Entonces el pecho ya no me dolía tanto y me era más fácil respirar. Pero aún me sentía mareado, porque no sabía si me había salido bien el examen y porque no sabía si el tribunal examinador permitiría que mi examen fuera considerado después de que la señora Gascoyne les hubiese dicho que yo no iba a presentarme.

Es mejor saber que una cosa buena va a pasar, como un eclipse, o que te regalen un microscopio por Navidad, que saber que una cosa mala va a pasar, como que te pongan un empaste o tener que ir a Francia. Pero creo que lo peor de todo es no saber si lo que va a pasar es una cosa buena o una cosa mala.

Padre pasó por casa aquella noche y yo estaba sentado en el sofá viendo University Challenge y acababa de responder a las preguntas de ciencias. Padre se quedó de pie en el umbral de la sala de estar y dijo:

– No grites, Christopher, ¿de acuerdo? No voy a hacerte daño.

Madre estaba de pie detrás de él así que no grité.

Entonces se acercó un poco más a mí y se agachó como haces con los perros para mostrarles que no eres un Agresor y dijo:

– Quería preguntarte cómo te ha ido el examen.

Pero yo no dije nada. Y Madre dijo:

– Díselo, Christopher.

Pero yo seguía sin decir nada. Y Madre dijo:

– Por favor, Christopher.

Así que dije:

– No sé si respondí bien a todas las preguntas, porque estaba muy cansado y no había comido nada, así que no podía pensar correctamente.

Y entonces Padre movió la cabeza para decir que sí y no dijo nada durante un ratito. Entonces dijo:

– Gracias.

Y yo dije:

– ¿Por qué?

Y él dijo:

– Sólo… gracias. -Entonces dijo-: Estoy muy orgulloso de ti, Christopher. Muy orgulloso. Estoy seguro de que lo has hecho muy bien.

Y entonces se fue y vi el resto de University Challenge.

Y la semana siguiente Padre le dijo a Madre que tenía que irse de la casa, pero ella no podía porque no tenía dinero para pagar el alquiler de un piso. Yo pregunté si a Padre lo arrestarían y lo meterían en la cárcel por matar a Wellington, porque podríamos vivir en la casa si él estaba en la cárcel. Pero Madre dijo que la policía sólo arrestaría a Padre si la señora Shears hacía lo que se llama presentar cargos, que es decirle a la policía que quieres que arresten a alguien por un crimen, porque la policía no arresta a la gente por crímenes menores a menos que tú se lo pidas, y Madre dijo que matar a un perro sólo era un crimen menor.

Pero entonces todo fue bien porque Madre encontró un trabajo de cajera en un centro de jardinería, y el médico le dio píldoras para que se las tomara cada mañana para evitar sentirse triste, sólo que a veces la dejaban un poco aturdida y se caía si se levantaba demasiado rápido. Así que nos mudamos a una habitación en una casa grande que estaba hecha de ladrillos rojos. La cama estaba en la misma habitación que la cocina y no me gustaba porque era pequeña y el pasillo estaba pintado de marrón y había un aseo y un baño que otras personas utilizaban, y Madre tenía que limpiarlo antes de que yo lo usara, o de lo contrario no lo usaba, y a veces me mojaba los pantalones porque otra persona estaba en el baño. Y el pasillo olía a salsa de carne y a la lejía que usan para limpiar los lavabos en el colegio. Y dentro de la habitación olía a calcetines y a ambientador con olor a pino.

No me hacía gracia tener que esperar para saber algo de mi examen de matemáticas. Cuando pensaba en el futuro no conseguía ver nada claro en mi cabeza y eso hacía que me entrara el pánico. Así que Siobhan me dijo que no debía pensar en el futuro. Dijo:

– Piensa sólo en el día de hoy. Piensa en cosas que hayan pasado. En especial en las cosas buenas que hayan pasado.

Y una de las cosas buenas era que Madre me compró un rompecabezas de madera que era así



Tenías que separar la parte de arriba de la parte de abajo, y era muy difícil.

Otra cosa buena fue que ayudé a Madre a pintar su habitación de Blanco con un toque pajizo, sólo que me cayó pintura en el pelo y ella quiso quitármela frotándome champú en la cabeza cuando estaba en la bañera, pero yo no la dejé, así que tuve pintura en el pelo durante 5 días, hasta que me lo corté con unas tijeras.

Pero había más cosas malas que cosas buenas.

Una de ellas era que Madre no volvía del trabajo hasta las 17.30 o sea que tenía que irme a casa de Padre entre las 15.39 y las 17.30, porque no se me permitía estar solo y Madre dijo que no tenía elección, así que colocaba la cama contra la puerta por si Padre trataba de entrar. Y a veces trataba de hablarme a través de la puerta, pero yo no le contestaba. Y otras veces lo oía sentarse en el suelo al otro lado de la puerta, en silencio, durante mucho rato.

Otra cosa mala fue que Toby se murió, porque tenía 2 años y 7 meses, que es mucho para una rata, y yo dije que quería enterrarlo, pero Madre no tenía jardín, así que lo enterré en una gran maceta de plástico. Dije que quería otra rata pero Madre dijo que no podía tener una, porque la habitación era demasiado pequeña.

Resolví el rompecabezas, porque deduje que había dos tornillos dentro y túneles con varillas de metal, así



Tenías que sujetar el rompecabezas de forma que ambos tornillos se deslizaran hasta el final de sus túneles y no se cruzaran en la intersección. Entonces se podían separar las dos piezas.

Madre me recogió de casa de Padre un día, después de trabajar, y Padre me dijo:

– Christopher, ¿puedo hablar contigo?

Y yo dije:

– No.

Y Madre dijo:

– No te preocupes. Yo estaré aquí.

Y yo dije:

– Yo no quiero hablar con Padre.

Y Padre dijo:

– Te propongo un trato. -Y sostenía el reloj automático de cocina que es un gran tomate rojo partido por la mitad y lo hizo girar y empezó a hacer tictac. Y dijo-: Cinco minutos, ¿de acuerdo? Eso es todo. Entonces puedes irte.

Así que me senté en el sofá y él se sentó en la butaca y Madre estaba en el pasillo y Padre dijo:

– Christopher, mira… Las cosas no pueden seguir así. No sé a ti, pero a mí esto… esto simplemente me duele demasiado. Lo de que tú estés en casa pero te niegues a hablar conmigo… Tienes que aprender a confiar en mí… Y no me importa cuánto tiempo haga falta… Si es un minuto un día y dos minutos al siguiente y tres minutos al otro y hacen falta años, no me importa. Porque es importante. Esto es más importante que cualquier otra cosa.

Y entonces se arrancó una pequeña tira de piel del costado de la uña del pulgar de su mano izquierda. Y entonces dijo:

– Digamos que es… un proyecto. Un proyecto que tenemos que hacer juntos. Tú tienes que pasar más tiempo conmigo. Y yo… yo tengo que demostrarte que puedes confiar en mí. Y al principio será difícil porque… porque es un proyecto difícil. Pero cada vez será mejor. Te lo prometo.

Entonces se frotó los lados de la frente con las yemas de los dedos y dijo:

– No tienes que decir nada, ahora mismo no. Sólo tienes que pensar en ello. Y… esto… tengo un regalo. Para demostrarte que estoy hablando en serio. Y para decirte que lo siento. Y porque… bueno, ya verás qué quiero decir.

Entonces se levantó de la butaca y fue hasta la puerta de la cocina y la abrió y había una caja grande de cartón en el suelo y había una manta en ella y se agachó y metió las manos dentro de la caja y sacó un perrito de color arena.

Entonces volvió y me dio al perro. Y dijo:

– Tiene dos meses. Y es un golden retriever.

Y el perro se sentó en mi regazo y yo lo acaricié.

Y nadie dijo nada durante un rato. Entonces Padre dijo:

– Christopher. Nunca, jamás, te haré ningún daño. Entonces nadie dijo nada.

Entonces Madre entró en la habitación y dijo:

– Me temo que no podrás llevártelo. Nuestra habitación alquilada es demasiado pequeña. Pero tu padre va a cuidar de él aquí. Y puedes venir y sacarlo a pasear siempre que quieras.

Y yo dije:

– ¿Tiene nombre?

Y Padre dijo:

– No. Puedes ponérselo tú.

El perro me mordisqueó un dedo.

Y entonces se cumplieron los 5 minutos y la alarma del tomate sonó. Así que Madre y yo nos fuimos otra vez a su habitación.

La semana siguiente hubo una tormenta de rayos y un rayo cayó en el árbol grande del parque, cerca de casa de Padre, y lo echó abajo y vinieron hombres y cortaron las ramas con motosierras y se llevaron los troncos en un camión, y todo lo que quedó fue un gran tocón negro y puntiagudo, de madera carbonizada.

Y me dieron los resultados de mi examen de bachiller en Matemáticas, y saqué un sobresaliente, que es el mejor resultado, e hizo que me sintiera así



Y llamé al perro Sandy. Y Padre le compró un collar y una correa y me dejaron ir con él hasta la tienda y volver. Y jugaba con él con un hueso de goma.

Madre cogió la gripe y tuve que pasar tres días con Padre y quedarme en su casa. Pero estaba bien, porque Sandy dormía en mi cama, así que si alguien entraba en la habitación durante la noche ladraría. Padre hizo una parcela para verduras en el jardín y yo lo ayudé. Plantamos zanahorias y guisantes y espinacas, y voy a recogerlas y a comérmelas cuando estén listas.

Y fui a una librería con Madre y compré un libro llamado Curso de especialización en Matemáticas y Padre le dijo a la señora Gascoyne que iba a sacarme el curso de especialización en Matemáticas el año que viene y ella dijo «De acuerdo».

Y voy a sacar un sobresaliente. Y dentro de dos años voy a sacarme el título de bachiller en Física también con sobresaliente.

Y entonces, cuando haya hecho eso, voy a ir a la universidad en otra ciudad. Y no tiene que ser en Londres, porque a mí no me gusta Londres, y hay universidades en montones de sitios y no todas están en ciudades grandes. Puedo vivir en un piso con un jardín y un cuarto de baño adecuado. Y puedo llevarme a Sandy y mis libros y mi ordenador.

Y entonces me licenciaré con matrícula de honor y me convertiré en un científico.

Y sé que puedo hacer eso porque fui a Londres yo solo, y porque resolví el misterio de ¿Quién Mató a Wellington? y encontré a mi madre y fui valiente y escribí un libro y eso significa que puedo hacer cualquier cosa.


Apéndice


Pregunta


Demuestra el siguiente resultado:

«Un triángulo cuyos lados pueden escribirse en la forma n2 + 1, n21 y 2n (donde n 1) es rectángulo.»

Demuestra, mediante un ejemplo opuesto, que el caso inverso es falso.


Respuesta


Primero tenemos que determinar cuál es el lado mayor de un triángulo cuyos lados pueden escribirse en la forma n2 + 1, n2 – 1 y 2n (donde n › 1)


n2 + 1 – 2n = (n – 1)2


y si n › 1 entonces (n – 1)2 › 0


por tanto n2 + 1 – 2n › 0

por tanto n2 + 1 › 2n

asimismo (n2 + 1) – (n2 – 1) = 2

por tanto n2 + 1 › n2 – 1.


Eso significa que n2 + 1 es el lado mayor de un triángulo cuyos lados pueden escribirse en la forma n2 + 1, n2 – 1 y 2n (donde n › 1).

Esto puede mostrarse también mediante el siguiente gráfico (aunque esto no prueba nada):



Según el teorema de Pitágoras, si la suma de los cuadrados de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa, el triángulo es rectángulo. Por lo tanto, para probar que el triángulo es rectángulo, necesitamos demostrar que ése es el caso.


La suma de los cuadrados de los dos catetos es (n2 - 1)2 + (2n)2 (n2 - 1)2 + (2n)2 = n4 – 2 n2 + 1 + 4 n2 = n + 2n + 1.


El cuadrado de la hipotenusa es (n2 + 1)2

(n2 + 1)2 = n + 2 n + 1.


Por tanto la suma de los cuadrados de los dos catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa, y el triángulo es rectángulo.


Y lo inverso a «Un triángulo cuyos lados pueden escribirse en la forma n2 + 1, n2 – 1 y 2n (donde n › 1) es rectángulo» es «Un triángulo que es rectángulo tiene unos lados cuyas longitudes pueden escribirse en la forma n2 + 1, n21 y 2n (donde n › 1)».


Y un ejemplo opuesto significa encontrar un triángulo que sea rectángulo, pero cuyos lados no puedan escribirse en la forma n2 + 1, n21 y 2n (donde n › 1).


Así, pongamos que la hipotenusa del triángulo rectángulo ABC sea AB


y pongamos que AB = 65

y pongamos que BC = 60.


Entonces

CA = √ (AB2-BC2)

= (652 – 602) = (4.225 – 3.6oo) = √ 625 = 25.


Pongamos que AB = n2 + 1 = 65


entonces n = (65 – 1) = 64 = 8


por tanto (n2 – 1) = 64 – 1 = 63 ≠ BC = 60 ≠ CA = 25


y 2n = 16 BC = 60 CA = 25.


Por lo tanto el triángulo ABC es rectángulo pero sus lados no pueden escribirse en la forma n2 + 1, n2 – 1 y 2n (donde n› 1). QED


Agradecimientos


El logotipo del metro de Londres, el mapa de una de las líneas y el diseño de la tapicería de los asientos se reproducen con la amable autorización de Transport for London. El anuncio de Kuoni, con la amable autorización de Kuoni Advertising. La pregunta del examen de matemáticas de las pruebas de ingreso a la universidad se reproduce con la amable autorización de OCR. Se ha hecho todo lo posible por identificar a otros poseedores de copyrights. Los editores expresan su disposición a rectificar errores u omisiones, si los hubiere, en futuras reediciones.

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