Cuando me referí al ficticio pueblo francés de Villefranche d'Albarede lo hice pensando en el pueblo de Oradour-sur-Gláne que sufrió el ataque de la Tercera Compañía del Regimiento «Der Führer» de las SS.
En la tarde del 10 de junio de 1944, la Tercera Compañía -«Das Reich»- entró allí y obligó a los vecinos a concentrarse en la plaza. Metieron en la iglesia a las mujeres y a los niños y con los hombres hicieron grupos que fueron conducidos a diversas granjas y otras instalaciones de las afueras. Los mataron a todos.
Se hizo un recuento de seiscientas cuarenta y dos víctimas, pero se calcula que aquel día perecieron unas mil personas aunque sólo se logró identificar cincuenta y tres cadáveres. Un niño de Lorena que había visto las atrocidades de las SS pudo escapar en el momento en que las tropas irrumpían en el pueblo, y en la granja de Laudy cinco hombres lograron salvar sus vidas saliendo a rastras del edificio en llamas y escondiéndose. De la iglesia escapó una mujer que saltó por una ventana tras hacerse la muerta junto al cadáver de su hijo.
Los soldados fueron casa por casa sacando a enfermos y ancianos para fusilarlos y quemarlo todo. Los cadáveres fueron arrojados a fosas o pozos o introducidos en hornos de pan.
El oficial al mando era el general Lammerding, el mismo que el 9 de junio ordenó en Tulle la muerte de noventa y nueve rehenes, responsable también del genocidio de Oradour. Al final de la guerra, Lammerding fue capturado por los ingleses, quienes se negaron a extraditarlo a Francia, pero le permitieron regresar a Dusseldorf donde dirigió una boyante empresa hasta 1971, año de su muerte.
En medio de la euforia general del desembarco en Normandía, la tragedia de Oradour pasó casi inadvertida; finalmente, en enero de 1953, se instruyó en Burdeos un proceso contra sesenta y cinco individuos implicados en la matanza, de los que sólo comparecieron veintiuno: siete alemanes y catorce nativos de la Alsacia francesa, ninguno de ellos con rango de oficial.
Todos los culpables convictos del juicio de Burdeos salieron en libertad porque el Gobierno francés acababa de aprobar una amnistía especial en pro de la unidad nacional (a los alsacianos les habría contrariado que condenaran a sus paisanos) y en cuanto a los alemanes se alegó que ya habían cumplido condena.
Como consecuencia, Oradour rompió relaciones con el Estado francés durante diecisiete años.
En mayo de 1983 se juzgó en Berlín oriental a un individuo acusado de ser teniente en la compañía «Das Reich» durante la matanza de Oradour, quien reconoció los hechos y fue condenado a cadena perpetua.
En junio de 1996 se dio la noticia de que unos 12.000 voluntarios de las Waffen SS seguían cobrando pensión del Gobierno federal alemán, y que uno de ellos, un ex Obersturmbannführer, había tomado parte en la matanza de Oradour…
Oradour es como un camposanto que permanece intacto desde aquel día de junio de 1944.
Las frases que dan título a las diversas partes del libro están extraídas de la letra de The Hanging Garden de The Cure, reproducidas por gentileza de Robert Smith y de Fiction Songs. El extracto de The Four Quartets de «Burnt Norton» se reproduce por gentileza del Patrimonio de T. S. Eliot y de Faber and Faber Ltd.