Nota del autor

Me siento obligado a defender mi estado natal y a haced o con este aluvión de descargos. Todos los personajes son completamente ficticios. Cualquier parecido con una persona real es pura coincidencia. El condado de Cary no existe, así como tampoco la ciudad de Bowmore, Krane Chemical ni ningún producto como el pillamar 5. Por lo que sé, tampoco existen el dicloronileno, el aklar ni el cartolyx. El tribunal supremo del estado de Mississippi está presidido por nueve jueces electos, ninguno de los cuales fue escogido como modelo o inspiración para los personajes mencionados o descritos en las páginas anteriores. Ninguna de las organizaciones, asociaciones, grupos, ONG, comités asesores, iglesias, casinos o empresas son reales, todas son ficticias. Algunas de las poblaciones y ciudades pueden encontrarse en un mapa, otras no. La campaña electoral es producto de mi imaginación. El litigio está inspirado en varios casos reales. Algunos edificios existen en la realidad, aunque no estoy seguro de cuáles.

En otra vida, trabajé como miembro de la Cámara de Representantes de Mississippi y, en calidad de diputado, tenía la potestad de elaborar leyes. En este libro se han enmendado, modificado, soslayado e incluso destrozado algunas de esas leyes. La ficción a veces así lo exige.

Algunas de las leyes, sobre todo las relativas al juego en los casinos,perduran sin ningún tipo de alteración por mi parte.

Tras impugnar mi propio libro, debo añadir que hay mucho de verdad en la historia. En tanto que se permita la entrada de capital privado en unas elecciones judiciales, habrá intereses opuestos en liza por un cargo en el tribunaL Los problemas son bastante habituales, las facciones encontradas se definen suficientemente, las tácticas no son nuevas y los resultados no se alejan demasiado del objetivo.

Como siempre, me he servido del conocimiento y la experiencia de otros. Mis más sinceros agradecimientos a Mark Lee, Jim Craig, Neal Kassell, Bobby Moak, David Gernert, Mike Ratliff, Ty, Bert Colley y John Sherman. Stephen Rubin publicó el libro, el vigésimo publicado por Doubleday, y su plantilla -John Fontana, Rebecca Holland, John Pitts, Kathy Trager, Alison Rich y Suzanne Herz- lo hicieron posible una vez más.

Y gracias a Renee por su habitual paciencia y profusión de observaciones sobre el texto.

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