III La mano negra

Pues, señor, éste es un pobrecito hombre que tiene tres hijas y la mayor parte de los días se los pasan sin comer porque no tienen dinero y no pueden comprar ni siquiera un pan[62]. A veces se va al bosque por la mañanita temprano, recoge un poco de leña que vende en el pueblo y lleva algo de comida a sus hijas; pero gana tan poco que casi siempre tienen hambre.

Pues, señor, un día sale para ir al bosque y en un campo ve una col tan grande y tan hermosa que se para a contemplarla:

– ¡Dios mío – dice —, si yo cojo esa col, qué comida podemos tener hoy y qué contentas van a ponerse mis hijas!

Pensando en esto, se va acercando[63] a la col, que cada vez le parece más hermosa. Llega a ella y la mira como si le pareciera mentira su buena fortuna[64]. Por fin decide arrancarla, la coge con mucho cuidado porque no quiere romperla y tira de ella. Pero en el mismo momento oye una voz muy fuerte que sale como de debajo tierra, y dice:

– ¿Quién me tira de mis barbas?[65]

El pobre hombre suelta la col inmediatamente y se aparta de ella. Pero como después de esto no oye ni ve nada, empieza a pensar que todo ha sido imaginación suya y otra vez se acerca a la col, y otra vez tira para arrancarla; pero lo mismo que antes, se oye la voz que dice:

– ¿Quién me tira de mis barbas?

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