Uno

La luz sobre las cumbres


– ¡Aligeren cabos!

– Ahora con brío…, con tiento… ¡Muy bien! ¡Preparados para largar!

– ¡Ciudad del Viento, allá vamos!

– ¡Hurra! ¡Arriba!

Entre tan animadas exclamaciones, la aeronave de hidrógeno Inconvenience, con la góndola envuelta en banderitas patrióticas y una tripulación de cinco jóvenes, miembros del famoso club aeronáuti_co conocido como los Chicos del Azar, ascendió con agilidad hacia la mañana y no tardó en aprovechar el viento del sur.

Cuando la nave alcanzó altitud de crucero y todos los detalles de__croscópico, Randolph St. Cosmo, el comandante, ordenó:jados atrás, en el suelo, se habían empequeñecido a tamaño casi mi

– Disuelvan el Piquete de Maniobra de Despegue.

Y los chicos, todos pulcramente vestidos con el uniforme de ve_rano compuesto por blazer de rayas rojas y blancas y pantalones azul celeste, obedecieron alegremente.

Ese día se dirigían a la ciudad de Chicago, a la Exposición Mun____________________daban allí.llas más, de naturaleza tanto científica como artística, que les aguarriosa tripulación había versado casi exclusivamente sobre la fabulosa «Ciudad Blanca», su gigantesca noria, los templos de alabastro del comercio y la industria, los lagos chispeantes, y sobre las mil maravibían recibido la orden, el «runrún» que corría entre la excitada y cudial Colombina que se había inaugurado hacía poco. Desde que ha

– ¡Ay va! -exclamó Darby Suckling, inclinado sobre los andarive____________________lación y hacía las veces de factótum y deban al viento por fuera de la góndola como una bandera a sotavento. (Darby, como mis fieles lectores recordarán, era el «niño» de la tripules para contemplar cómo el corazón del país giraba en un remolino verde y borroso allá abajo, mientras sus mechones bicolores se agita mascotte; además, cantaba las difíciles partes del tiple cada vez que a estos aeronautas adolescentes les resultaba imposible reprimir sus ganas de cantar.)

– ¡Me muero de ganas! -exclamó.

– Por lo que se ha ganado usted cinco puntos negativos más -le recriminó una severa voz pegada a su oreja mientras se veía brusca__les-. ¿O deberían ser diez? ¿Cuántas veces -prosiguió Lindsay Noseworth, segundo de a bordo y reputado por su impaciencia con todas las manifestaciones de la desidia- se le ha advertido, Suckling, contra el habla descuidada?mente agarrado por la espalda y alzado por encima de los andarive

Con una destreza que se adquiere sólo tras mucha práctica, puso a Darby boca abajo y lo sostuvo por los tobillos, y el chico, un peso mosca, se balanceó en el espacio vacío -pues la terra firma quedaría ya a casi un kilómetro allá abajo-; entonces procedió a sermonearle so_bre los numerosos males del descuido en la expresión personal, entre los cuales no era el menor la facilidad con que podía desembocar en la blasfemia, y en cosas peores aún. Pero, visto que Darby no paraba de chillar aterrorizado, no está claro cuántos de aquellos útiles consejos llegaron a su destino.

– Eh, basta ya, Lindsay -le advirtió Randolph St. Cosmo-. El chico tiene trabajo que hacer, y si lo asusta tanto no va a servir de gran cosa.

– Muy bien, menudillo, démosle la vuelta -murmuró Lindsay, y de mala gana volvió a poner de pie al aterrorizado Darby.

En sus funciones de Oficial a cargo de la disciplina a bordo de la nave, Lindsay realizaba su trabajo con una severidad arisca que un ob__contraba excusas para desmandarse -lo que más de una vez daba servador imparcial podría haber tomado fácilmente por monomanía. Pero teniendo en cuenta la facilidad con que la fogosa tripulación enlugar al tipo de situaciones que acaban con un «salvados por los pelos» y que son el terror de los aeronautas-, Randolph solía permitir que su se_gundo pecara de vehemencia.

Desde el extremo más alejado de la góndola llegó un estrépito prolongado, seguido de un murmullo destemplado que hizo que Ran__tómago.dolph, como siempre, frunciera el ceño y se llevara las manos al es

– ¡Sólo he tropezado con una de esas cestas de picnic! -gritó el Aprendiz Miles Blundell-, la que tenía toda la vajilla, o eso parece… Me temo que no la vi, Profesor.

– Tal vez el exceso de familiaridad -sugirió Randolph quejum_broso- la volvió temporalmente invisible para usted.

Su reproche, aunque bordease lo cáustico, estaba más que funda____________________jilla dañada, le dio la risa a un tal Chick Counterfly, el miembro más reciente de la tripulación, que, apoyado en un estay, le observaba.dad física de la tripulación. Mientras Miles recogía las piezas de la vacias divertidas, pero con igual frecuencia ponía en peligro la integrijor corazón de todo el grupo, sufría esporádicamente cierta confusión en sus funciones motoras, lo que de vez en cuando tenía consecuendo porque Miles, por mucho que tuviera buenas intenciones y el me

– ¡Ja, ja, ja! -rió el joven Counterfly-, ¡eres el tipo más patoso que he conocido en mi vida! ¡Ja, ja, ja!

Una réplica irritada saltó a los labios de Miles, pero se contuvo, recordándose a sí mismo que, dado que la provocación y el insulto surgían de manera natural en la clase de la que procedía el recién llegado, había que atribuir los malos modos del mozalbete a su mal_sano pasado.

– ¿Por qué no me das alguna pieza de esa lujosa vajilla, Blundell? -prosiguió el joven Counterfly-, Y cuando lleguemos a Chicago bus_camos una casa de empeños y…

– Te recuerdo -replicó educadamente Miles- que toda la vajilla que lleve la insignia de los Chicos del Azar es propiedad de la Orga_nización y que debe mantenerse a bordo de la nave para utilizarla en las comidas oficiales.

– Como si estuviéramos en la catequesis -murmuró el joven dia_blillo.

En un extremo de la góndola, completamente ajeno al trajín de la cubierta, dando con el rabo expresivos golpes contra la tablazón y con el hocico metido entre las páginas de un volumen del señor Henry James, estaba tumbado un perro de raza indeterminada, absorto, pare_cía, en las páginas del texto que tenía delante. Desde que los Chicos, en el curso de una misión secreta en La Capital de Nuestra Nación (véase Los Chicos del Azar y el perverso Halfwit), rescataron a Pugnax, por aquel entonces un simple cachorro, de una feroz batalla bajo la som__ginas de cuanto material impreso llegara a bordo delbra del Monumento a Washington entre dos jaurías rivales de perros salvajes del Distrito, había adquirido la costumbre de investigar las pá Inconvenience, desde tratados teóricos de artes aeronáuticas hasta materiales a me____________________buían a dar una impresión general de interés, empatía y -la conclusión difícilmente puede eludirse- comprensión.lizando el hocico o las patas, y quien lo observara concentrado en la lectura no dejaría de percibir las expresiones cambiantes de su rostro, sobre todo las de unas cejas excepcionalmente articuladas que contrimasiado escabrosos para su gusto. Con la rapidez característica de los canes, había aprendido a pasar las páginas con suma delicadeza utitavos», aunque sus preferencias se decantaban más bien hacia relatos sentimentales sobre su propia especie, antes que hacia aquellos que mostraban los excesos del comportamiento humano, se diría que denudo mucho menos apropiados, como las novelas baratas, «de diez cen

Ahora, convertido ya en un viejo lobo de los cielos, Pugnax, como el resto de la tripulación, también había aprendido a responder a las «llamadas de la naturaleza» satisfaciéndolas en el costado a favor del viento de la góndola, lo que daba lugar a sorpresas entre las gentes de la superficie, aunque no con la frecuencia ni la notoriedad suficien_tes para que alguien de abajo intentara dejar constancia, ni mucho menos coordinar algún informe sobre estas agresiones escatológicas caídas de los cielos. Así que pasaron a formar parte del folclore, de la superstición o, si uno no tiene reparos en estirar la definición, de lo religioso.

Darby Suckling, tras recuperarse de su reciente excursión atmos_férica, abordó al estudioso can:

– Y yo me digo, Pugnax, ¿qué estás leyendo ahora, viejo amigo?

– Rr Rff-rff Rr-rr-rrf-rrf -respondió Pugnax sin levantar la vis_ta, y Darby, que, como los demás tripulantes, se había acostumbrado a la voz de Pugnax (ciertamente más fácil de entender que algunos acentos regionales americanos que los chicos escuchaban durante sus viajes), lo interpretó como «La princesa Casamassima».

– Ah. Una de esas… novelas románticas italianas, ¿me equivoco?

– Su tema -le informó con presteza el siempre alerta Lindsay Noseworth, que había oído sin querer la conversación- es la inexorable marea del Anarquismo Mundial, que, mire por dónde, se encuentra es____________________tos de manera más directa que la que puede experimentarse, como hacefermedad a la que ruego que no tengamos ocasión de vernos expuespecialmente difundido en nuestro inmediato destino, una siniestra en Pugnax en este momento, sin mayor peligro, entre las páginas de ficción de un libro. -Aplicó a la palabra «libro» un énfasis despectivo que sólo podrían igualar, tal vez, los Consejeros de Administración de las Grandes Empresas.

Pugnax olisqueó brevemente en dirección a Lindsay, intentando detectar la combinación de «notas» olfativas que había aprendido a distinguir en otros humanos. Pero, como siempre, ese aroma le fue es____________________ran derecho. En especial los que, comodo de que tuviera que empeñarse en encontrarla. Por lo que sabía, las explicaciones no eran algo que los perros buscaran o a lo que tuviequivo. Debía de haber alguna explicación, aunque no estaba convenci Pugnax, pasaban tanto tiempo aquí arriba, en los cielos, muy por encima del inagotable entramado de olores que había en la superficie del planeta de abajo.

El viento, que hasta entonces se había mantenido estable en su ale__tudiar una carta aeronáutica del país que se extendía bajo sus pies, exclamó:ta de estribor, empezó a cambiar. Dado que las órdenes recibidas les indicaban que se dirigieran a Chicago sin demora, Randolph, tras es

– Suckling, arriba con el anemómetro; Blundell y Counterfly, qué____________________venes lectores recordarán de aventuras anteriores de los chicostivo de propulsión aeronáutica que los más científicos de nuestros jódense junto a la Hélice -refiriéndose con ese término a un disposi (Los Chicos del Azar en el Krakatoa, Los Chicos del Azar en busca de la Atlántida) y que servía para aumentar la velocidad de crucero del Inconvenience, inventado por su viejo amigo el Profesor Heino Vandeijuice de New Haven, alimentado por un ingenioso motor de turbina cuya caldera se calentaba quemando el gas hidrógeno sobrante extraído de la envoltura mediante una distribución especial de las válvulas, aun__merosos rivales del Doctor Vandeijuice, que lo consideraban una simple máquina de movimiento perpetuo, en flagrante violación de la ley de la termodinámica.que el invento fue, como era de prever, menospreciado por los nu

Miles, con sus reducidas dotes de coordinación, y Chick, con una falta de presteza igual de perceptible, ocuparon sus puestos ante los paneles de control del aparato, mientras Darby Suckling subía gatean_do por los flechastes y los obenques de la gigantesca envoltura elip____________________bre los resultados de los partidos deta que se introducía en una pelota de tenis y seguidamente se hacía bajar en un trozo de cabo. Se recordará que este método de transmitir información lo adoptó la tripulación durante su breve aunque inútil viaje «al sur de la frontera», donde lo habían visto en práctica entre los elementos de baja estofa que malgastaban sus vidas apostando soferencia para conocer la velocidad a la que se desplazaba la nave, y después transmitir la información al puente mediante una nota escrijo de aire no se interrumpía nunca, con la intención de leer, en un anemómetro de Robinson, las medidas precisas del viento, como resoidal de la que pendía la góndola, hasta la misma cima, donde el flu 'pelota'. (Para los lectores que se acerquen por primera vez a nuestra pandilla de jóvenes aventureros, debe subrayarse enseguida que -tal vez con la excepción del todavía insuficientemente conocido Chick Counterfly- ninguno habría en_trado jamás en la atmósfera moralmente ponzoñosa del 'frontón', como se denominan esos antros por allá abajo, de no haber sido esencial para las actividades de recolección de información de los Chicos para las que habían sido contratados entonces por el Ministerio del Interior del Presidente Porfirio Díaz. Para más detalles de sus hazañas, véase Los Chicos del Azar en el Viejo México.)

Aunque el riesgo extremo era obvio para todos, el entusiasmo de Darby por la tarea encomendada había creado, como siempre, una capa mágica alrededor de su figura de duendecillo que parecía prote_gerle, aunque no de los sarcasmos de Chick Counterfly, que ahora le gritaba a la mascotte en plena ascensión:

– ¡Eh, Suckling! ¡Sólo un bobo se jugaría la vida para ver a qué velocidad sopla el viento!

Al oírlo, Lindsay Noseworth frunció el ceño con perplejidad. Asu____________________cionar el peligro que, de hecho, entrañaba para la moral del grupo.sión de Counterfly al insulto gratuito había empezado a suponer un riesgo en su periodo de prueba con los Chicos del Azar, por no menvaba una mala vida, a la deriva por la Vieja Confederación-, la propenmiendo incluso su poco ortodoxo pasado -una madre, se decía, que había desaparecido cuando él todavía era un bebé; un padre que lle

Dos semanas antes, junto a un río de aguas negras del Profundo Sur, mientras los Chicos intentaban saldar una lamentable «cuenta» to____________________chas puntiagudas, que los jóvenes reconocieron inmediatamente como el temido «Ku Klux Klan».tado una noche en su campamento presa del pánico, perseguido por una banda de jinetes nocturnos con túnicas blancas y siniestras capudavía pendiente de la Rebelión de hacía treinta años -un asunto que aún no es recomendable poner sobre papel-, Chick se había presen

Su historia, según lo que pudieron desentrañar entre los bruscos cambios de registro que caracterizan la voz adolescente, exacerbados en este caso por la peligrosidad de la situación, era la que sigue: el padre de Chick, Richard, al que todos conocían como «Dick», procedía del Norte, pero había vivido varios años en la Vieja Confederación, em____________________conoció como el hijo del mal afamado y muy buscado «politicastro del Norte», y sugirió la aplicación inmediata de alquitrán y plumas a su persona.jando a su hijo tan sólo con un bolsillo lleno de calderilla y un tierno consejo: «Lárgate, chaval, y escríbeme si encuentras trabajo». Desde entonces, Chick había vivido a salto de mata, hasta que, en la ciudad de Thick Bush, no lejos del campamento de los Chicos, alguien lo rete, ante la inminente llegada de un pelotón de ciudadanos armados que se habían enterado de su plan para vender el estado de Mississippi a un misterioso consorcio chino con sede en Tijuana, México, «Dick» Counterfly se había evaporado rápidamente en la noche, dete, había salido adelante, es más, bastantes le habían llevado, como solía decirse por aquellos lares, a las puertas de la penitenciaría. Finalmenprendiendo diversos negocios, ninguno de los cuales, desgraciadamen

– Por más que sintamos inclinación a ofrecer nuestra protección -había informado Lindsay al alterado joven-, aquí, en el suelo, nos ve____________________mos aterrizado.te interferir en los usos legales de ninguna localidad en la que hayamos constreñidos por nuestra Carta, que nos prohibe terminantemen

– Ustedes no son de por aquí -replicó Chick con cierta brusque_dad-, Cuando estos mendas van a por alguien, la legalidad no pinta nada, o corres que te las pelas o te pelan.

– En el habla educada -se apresuró a corregirle Lindsay-, «no tie_ne nada que ver» es preferible a «no pinta nada».

– ¡Noseworth, por piedad! -exclamó Randolph St. Cosmo, que había estado mirando con angustia a las figuras encapuchadas y con túnicas que se mantenían al otro lado del perímetro del campamen____________________les americanos-. No hay nada más que discutir, a este hombre se le va a conceder asilo y, si lo desea, se le hará miembro provisional de nuestra unidad. Lo que está claro es que aquí abajo no tiene ningún futuro.yectaban extrañas sombras sobre los túpelos, los cipreses y los nogato; las antorchas llameantes que sostenían iluminaban cada pliegue y cada arruga de su tosco ropaje con una precisión casi teatral y pro

Fue una noche de insomne precaución, por si las chispas de las antorchas de la turba, llevadas por el viento, se acercaban un poco si____________________quinaria, se dispersaron y regresaron a sus casas y guaridas. Y Chick Counterfly, para bien o para mal, se quedó con ellos…tación. Sin embargo, en un momento dado, aquellos rústicos ominosamente embozados, tal vez por miedo supersticioso a la propia maquiera al aparato generador de hidrógeno, con la consecuente devas

El dispositivo Hélice no tardó en acelerar la nave hasta una velo__mente invisible desde el suelo.cidad que, añadida a la del viento que daba a popa, la volvió práctica

– Avanzamos a más de una milla por minuto -comentó Chick Counterfly desde la consola de control, incapaz de disimular el asom_bro en su voz.

– Eso nos pondrá en Chicago antes de que anochezca -admitió Randolph St. Cosmo-. ¿Está bien, Counterfly?

– ¡Pistonudo! -exclamó Chick.

Como le ocurría a la mayoría de los «novatos», al principio Chick había tenido dificultades para acostumbrarse no tanto a la velocidad cuanto a la altitud y a los cambios en la presión del aire y la tempera____________________quilla que contenía diversas piezas de ropa ártica. Cuando le abordó Lindsay Noseworth, el chico sólo pudo tartamudear en su defensa:beres sin queja, pero un día lo pillaron revolviendo sin permiso una tatura que conllevaba. Las primeras veces que voló cumplió con sus de

– ¡F-f-f-frío!

– Ni se le pase por la cabeza -le instruyó Lindsay- la idea de que al subir a bordo del Inconvenience haya escapado a un reino de lo contrafactual. Puede que aquí no haya manglares ni se aplique la ley de Lynch, pero aun así debemos vivir con las constricciones del mundo existente, entre las cuales destaca el descenso de la temperatura a me____________________meable de piel de cabra negra japonesa con la leyendaría moderarse y, mientras tanto -añadió lanzándole una capa imperdida que se asciende. Con el tiempo, su sensibilidad al respecto debe propiedad de ch. del a. estarcida en amarillo brillante en la espalda-, esto debe con__do las lecciones de una estancia imprevista en ellas.siderarse un atuendo de transición, hasta que llegue el momento en que se haya adaptado a estas altitudes y, si ha habido suerte, haya aprendi

– Se lo voy a decir en pocas palabras -le confió más tarde Ran__deando, como si esperara algún comentario.dolph-: subir es como ir hacia el norte. -Se quedó inmóvil, parpa

– Pero -se le ocurrió por fin a Chick- si uno va hacia el norte mu_cho tiempo, y al final pasa el Polo, entonces vuelve a ir hacia el sur.

– Sí. -El comandante de la aeronave se encogió de hombros con incomodidad.

– Así que… si fuésemos lo bastante arriba, ¿acabaríamos volviendo a bajar?

– ¡Chisss! -le reconvino Randolph St. Cosmo.

– ¿Nos acercaríamos, tal vez, a la superficie de otro planeta? -insis_tió Chick.

– No exactamente. No. Sería otra «superficie», pero terrestre, en cualquier caso. Con frecuencia, para nuestra desdicha, demasiado terres_tre. Dicho lo cual, soy reticente a dar más…

– Estos son los misterios de nuestra profesión -supuso Chick.

– Ya lo descubrirá. A su debido tiempo, claro.


Mientras descendían sobre los Mataderos, salió a su encuentro el olor, el olor y el alboroto de carne que descubría su mortalidad, cual oscuro precipitado de una ficción diurna que ellos, como parecía cada vez más probable, habían contribuido a promocionar volando hasta allí. En algún rincón de allá abajo estaba la Ciudad Blanca que pro____________________ta hacia la aeronave, imaginándose un destacamento de ángeles que no tenían por qué ser amables.rantes unos breves y preciosos segundos, levantaron asombrados la visyoría de fe católica, capaces de distanciarse de la tierra y la sangre dumetían los folletos de la Exposición Colombina, entre las chimeneas que no paraban de vomitar humo negro y grasiento, los efluvios de la matanza incesante, bajo los que leguas de edificios de la ciudad que quedaban a favor del viento se retiraban, como niños sumiéndose en un sueño que no les proporcionaba el menor descanso de la jornada. En los Mataderos, los trabajadores que acababan turno, la inmensa ma

Bajo la mirada embobada de los Chicos del Azar, rodaban calles y callejones dispuestos en una cuadrícula cartesiana, esbozada en se_pia, milla tras milla.

– La Gran Ciudad Bovina del Mundo -susurró un maravillado Lindsay.

Ciertamente, el número de lomos de ganado superaba con creces el de copas de sombreros humanos. Desde esa altura era como si los Chicos, que, en sus aventuras pasadas, a menudo habían contemplado enormes manadas de ganado vagando por las llanuras del Oeste en formaciones que parecían nubes siempre cambiantes, vieran cómo esa libertad sin una forma definida se racionalizaba ante sus ojos en un movimiento único de líneas y ángulos rectos, que reducían progresi__ta que conducía los animales a la sala de sacrificio.vamente las posibilidades, hasta el giro final a través de la última puer

Cerca del anochecer, al sur de la ciudad, mientras el Inconvenience se agitaba bajo una brisa inconstante por encima del enorme prado donde esa misma semana se celebraría la gran reunión internacional de aeronautas a la par que la Feria Universal, el «Profesor» St. Cosmo, que divisó por fin una parcela de prado entre la amplia población de aeronaves que ya habían atracado, dio la orden:

– Preparados para descender.

El estado de limitada atención en el que parecía haberse sumido se vio interrumpido de pronto por Lindsay, que le advirtió bilioso:

– Como seguramente no habrá escapado a su atención, la inep__so hasta un punto llamativo, por no decir alarmante.titud de Blundell con la Válvula Principal, la cual me temo que se ha vuelto incorregible, ha aumentado la velocidad de nuestro descen

Y así era, puesto que el bienintencionado pero nada hábil Miles Blundell se las había apañado para liarse al pie el cabo de labor que iba hasta el mecanismo de la válvula, y se le veía, con una expresión de desconcierto grabada en su rostro amplio y honesto, moviendo la ex__do por un pilluelo cósmico.tremidad adelante y atrás, con la esperanza de que gracias a ese gesto la válvula de muelles volviera, no se sabe cómo, a cerrarse, pues a esas alturas ya había dejado escapar una ingente cantidad de hidrógeno de la envoltura en una repentina bocanada, lo cual había provocado que la nave cayera en picado hacia la orilla del lago como un juguete arroja

– ¡Blundell! ¡¿Pero qué hace, en el nombre del Cielo?! -exclamó Randolph-. ¡Va a matarnos a todos!

– Es que me he enredado, Profesor -declaró Miles tirando en vano de los rollos de cáñamo, que se enmarañaban todavía más ante sus es_fuerzos.

Soltando un involuntario y aun así inocuo juramento, Lindsay ha____________________saría el cabo de labor y se cerraría la válvula.plia cintura con la pretensión de levantarlo, esperando que eso destenbía saltado al lado del joven Blundell y lo había agarrado por su am

– Venga aquí, Counterfly -le espetó el segundo de a bordo a Chick, que, divertido y jovial, ganduleaba junto a una taquilla con equipo-. Tómese la molestia de levantarse un momento y écheme una mano con Blundell.

El torpe de Blundell, que además tenía cosquillas, había empezado a chillar y revolverse para librarse del agarrón de Lindsay. Chick Coun__reja, que ahora daba tumbos, sin saber muy bien qué parte de Blundell agarrar, no fuera a alterarlo más todavía.terfly se levantó con indolencia y se acercó con cierta cautela a la pa

Mientras el gas vital seguía saliendo a chorros de la válvula, al tiem____________________reas en los tripulantes menos hábiles…ponsabilidad del desastre que ya casi se les venía encima era, como siempre, exclusivamente suya, en esta ocasión por haber delegado tapo que emitía un pitido inquietante sobre sus cabezas y la aeronave se precipitaba cada vez a mayor velocidad hacia la Tierra, Randolph, mirando el inútil forcejeo de sus tripulantes, vio claramente que la res

De sus cavilaciones lo sacó Darby, que se acercó corriendo y tiró de la manga de su blazer:

– ¡Profesor! ¡Profesor! Lindsay acaba de hacer un comentario difa_matorio sobre la madre de Miles, cuando siempre se mete conmigo precisamente por utilizar «jerga», ¿es eso justo?

– Tantas monsergas de insubordinado, Suckling -afirmó con seve____________________gida muestra de cariño.vencional, con la excepción, quizá, de esas raras ocasiones en las que su madre, sin duda en un aciago momento de distracción, se vio capaz de ofrecer esa asombrosa aunque, me temo (pobre mujer), mal diripool», mucho antes de que haya recibido uno de la variedad más conridad Lindsay-, servirán para que un día se gane el cabezazo que entre la marinería de más baja estofa se conoce como un «beso de Liver

– ¡¿Ve, ve?! -chilló Darby-, hasta se mete con la madre de un com_pañero…

– ¡Ahora no! -gritó Randolph liberándose del inoportuno agarrón de la joven mascotte y asustándole de verdad-. ¡Counterfly, el lastre, hombre! ¡Deje en paz a ese zoquete espástico y suelte los sacos de arena, o estamos perdidos!

Chick se encogió de hombros, soltó a Miles y se acercó tranqui__yera ruidosamente sobre el puente con un grito de pánico, mientras el casi histérico Miles Blundell lo aplastaba. Con un ruido agudo que bien podría haber sido el de la trompeta del Juicio Final, el cabo que tenía enredado en el pie se soltó de su enganche en la Válvula Principal, no sin que antes el muelle que servía para recolocarla en la posición de cierre de segundad hubiera sobrepasado su límite de elasticidad. La válvula seguía entreabierta: ¡la boca misma del Infierno!lamente a la borda más próxima para desatar los sacos de lastre, lo cual provocó que Lindsay, sin tiempo para compensar el peso añadido, ca

– ¡Suckling! ¡Arriba, y rápido!

El pequeño y ágil joven trepó rápidamente por las cuerdas, mien____________________cima la masa retorcida de Miles Blundell, y se unió bruscamente a sus compañeros de nave horizontales. Miró hacia arriba y vio que Darby Suckling, a su vez, lo miraba desde las alturas con expresión inquisitiva.bierta, tropezó con Lindsay Noseworth, que intentaba sacarse de entras Randolph, ensimismado en la crisis y tambaleándose por la cu

– ¿Para qué he subido hasta aquí, Profesor? -preguntó la ingenua mascotte.

Mientras lágrimas de frustración empezaban a asomar a los ojos de Randolph, Lindsay, que percibió en su comandante una apatía ya familiar, a la que en esta ocasión se añadía el habla temporalmente so_focada por el codo de Miles, se apresuró -o más bien se arrastró- a ocupar el vacío de autoridad.

– ¡Gire la válvula manualmente! -le gritó a Darby-, ¡hasta la po__queño imbécil.sición de cerrado! -Y añadió, aunque en una voz casi inaudible-: Pe

Darby, cuyo uniforme se agitaba bajo el chorro de gas, se apresu_ró a obedecer con gallardía.

– ¿Quiere que suelte algunos paracaídas, Noseworth? -preguntó Chick con voz cansina.

– Señor Noseworth -le corrigió Lindsay-, No, Counterfiy, creo que no, apenas si hay tiempo y, además, la complejidad que requeriría embutir a Blundell en la parafernalia necesaria pondría a prueba el ge_nio topológico de Herr Riemann en persona.

La ironía pasó inadvertida, tanto para Chick como para su obje____________________nosa que la de una hoja en otoño.fal «¡Hurra!», consiguió cerrar la válvula y, en consecuencia, la enorme aeronave frenó su caída en picado hasta una velocidad no más omibos con serena despreocupación hacia la borda, aparentemente para echar un vistazo al escenario. Por encima de él, Darby, con un triuntivo, quien, habiendo recuperado al fin la verticalidad, iba dando tum

– Bien, sin duda hemos asustado a los de ahí abajo, Profesor -co_mentó Miles, mirando por un lado-, al tirar todos esos sacos de arena. Me apostaría algo.

– ¿Eh? -profirió Randolph, que iba recuperando su flemática com_petencia-, ¿cómo?

– Han echado a correr como lameculos -prosiguió Miles- y, vaya, uno de ellos ni siquiera lleva nada puesto, ¡o eso es lo que parece! -De una taquilla de instrumentos cercana, extrajo un potente catalejo y lo enfocó hacia los objetos de su curiosidad.

– Vamos, Blundell -dijo Randolph levantándose de donde se ha____________________deo aterrorizado de Miles.cima usted nos venga con trolas ociosas que…-Lo interrumpió un jabía caído-, ya hay bastante que hacer ahora mismo como para que en

– ¡Profesor! -gritó el chico mirando con incredulidad por el pu_lido cilindro-, la figura sin vestir de la que le hablaba no es la de un hombre, qué va, sino la de… ¡una dama!

Siguió una «entusiasta estampida» hacia la borda, así como una tentativa conjunta de arrancarle el telescopio a Miles, quien, sin em____________________tinguir la aparición de la que Miles había informado.zaban la mirada o entrecerraban los ojos con avidez intentando disbargo, se aferraba a él testarudamente. Y mientras tanto, todos for

Por el tapiz herbáceo de abajo, a la luz menguante, entre las silue____________________mara fotográfica dose con una mano el sombrero de paja que llevaba pegado a la nuca mientras con la otra mantenía equilibrada sobre su hombro una cádo casi a ciegas, como por un firmamento terrenal, se apresuraba un robusto caballero con una chaqueta Norfolk y bombachos, agarrántas estrelladas más brillantes de los sacos de lastre reventados, corriencon su trípode. Detrás, muy cerca de él, iba la acom____________________ledas cercanas, lanzando a cada poco miradas aprensivas hacia arriba, hacia la enorme bolsa de gas delchones de cabello rubio. El dúo parecía encaminarse hacia unas arbopañante femenina a la que se había referido Blundell con un hatillo de atuendos femeninos, aunque sin llevar encima en ese momento nada más que una diadema floral, encantadoramente torcida entre me Inconvenience, que descendía como si se tratara de un globo ocular gigantesco, tal vez el de la propia Socie__te contrariado joven a que arrojara los rezones y ayudara a Darby a amarrar la gran aeronave a la «Madre Tierra», la indecorosa pareja se había desvanecido entre la fronda, como se desvanecería también esta zona de la República en la creciente oscuridad.dad, siempre vigilante desde las alturas, con un espíritu de censura constructiva. Cuando Lindsay pudo arrancar el instrumento óptico de las manos húmedas de Miles Blundell e inducir al consecuentemen


Darby se columpió como un monito al descender, agarrándose su_cesivamente con una sola mano a la cuerda del ancla, llegó al suelo y, con movimientos ligeros por debajo del Inconvenience, atrapó hábil__ra amarrado e inmóvil encima de él.mente cada una de las amarras que Miles Blundell le lanzaba desde arriba. Ayudándose de un mazo, clavó una por una las sólidas estacas de madera a través de las gazas de las cuerdas de cáñamo, y pronto había conseguido que el gigantesco vehículo, como hechizado por un diminuto domador de bestias para que se volviera dócil, queda

La escala de cuerda cayó estrepitosamente por la borda, y tras ella, al instante, en dubitativo descenso, Miles, cargado con una gigantesca saca de ropa sucia. En el cielo, hacia el oeste, ya sólo perduraba un res__ba la silueta de Miles, así como las de las cabezas de los otros chicos, asomadas por encima del borde curvo de la góndola.plandor crepuscular de un púrpura intenso, contra el cual se recorta

Una alegre y variopinta multitud de aeromaniacos de picnic se había pasado el día planeando, desde por la mañana temprano, antes de las primeras luces, hasta mucho después de la puesta del sol, dis____________________jeos de sus cumplidos aéreos.ludaban unos a otros por medio de megáfonos, y el atardecer se llenó, como los árboles de muchas calles en la ciudad cercana, con los gorradas de dicha en sus caras. De vez en cuando, los aeronautas se saneles de instrumentos y ladrando si se percataban de algo que se le había escapado al piloto, si bien a otros se los veía en las bordas y los puentes de vuelo, con la cabeza asomada a la corriente de aire, mito a ellos en las cabinas de sus pequeñas aeronaves, observando los pacensionista arrebatado por Jesús, acompañados a menudo por «perros del cielo», que habían aprendido a sentarse inmóviles, apretujados junloide, y en un vasto parpadeo celeste llegaban, cargando con todas las clases imaginables de aviador, desde el escéptico de laboratorio al asnescente, con las alas de sus aparatos ora inmóviles, ora batiendo, alas que recordaban las de gaviotas, albatros y murciélagos, alas de badana y de bambú, alas intrincadamente ornamentadas con plumas de celufrutando del atardecer estival del Medio Oeste, aunque la mayoría estuviera demasiado ocupada para captar la melancolía de su luz eva

Los chicos se apresuraron a montar la tienda del comedor, reco_ger leña y encender una pequeña hoguera en el fogón de la cocina, protegidos del viento por el Inconvenience y su aparato generador de hidrógeno. Miles se metió en la minúscula cocina, y al poco les había freído un «rancho» de siluro, pescado esa misma mañana y conservado todo el día en hielo, que había tardado en fundirse debido a la gelidez de la altitud. A su alrededor, otros grupos de hermanos del cielo se afa__tas y el pan cocido desprendían deliciosos olores que se esparcían por todos los rincones del enorme campamento.naban en sus propios pistos culinarios, y la carne asada, las cebollas fri

Tras la cena y la Revista Vespertina, los chicos dedicaron unos mo__ferentes se habría consagrado a la oración. Desde sus escapadas hawaianas de hacía unos añosmentos a cantar, de la misma manera que un grupo de creencias di (Los Chicos del Azar y la maldición del gran Kahuna), Miles se había convertido en un apasionado ukelelista, así que esa noche, tras cerrar la trascocina y devolver los suelos del co__trumentos de cuatro cuerdas que guardaba en su baúl del cielo y, tras rasguear una breve introducción, acompañó a los demás chicos en la canción.medor a su estado inmaculado habitual, sacó uno de los muchos ins


Hay hombres que viven en pueblos, y otros que viven en granjas, y nunca se alejan

de las sonrisas y los brazos acogedores, siempre saben quiénes son y cómo serán sus vidas;

pero también hay chicos como nosotros, que dicen

adiós antes que hola,

porque somos los

Ases de las Alturas,

los Vagabundos del Vacío…

Cuando otros se acobardan aterrorizados,

nosotros ni nos inmutamos.

Que los vientos rompan la Escala de Beaufort,

y las noches sean tan oscuras como quieran,

que el relámpago centellee

y que el trueno retumbe,

¡nosotros tenemos corazones jóvenes y alegres! Porque…

el Chico del Azar es un alma valerosa,

que nunca gimoteará ni gritará,

¡porque su sangre es tan roja y su espíritu tan puro

como inmaculadas son las rayas de su blazer!


Aquella noche, Chick y Darby, que constituían la guardia de puer____________________do a acudir en ayuda de su torpe compañero de tripulación.ñuelo de cuello con la simetría requerida y abrocharse correctamente los cuarenta y cuatro botones de su pechera postiza, uno por cada estado de la Unión, que Lindsay, tras aplicarse unas gotas de aceite de Macasar a los mechones y peinárselos cuidadosamente, se vio obligame, aunque a Miles le costó tanto atarse las polainas, anudarse el pacitado a su modo ante la perspectiva de visitar la Exposición, los dos chicos se despojaron rápidamente de sus ropas y se pusieron el uniforto de la tripulación, debían quedarse vigilando, mientras que Miles y Lindsay disfrutaban de «permiso en tierra» en Chicago. Cada uno ex

Cuando Miles quedó tan elegante como era posible para afron__cos, bien uniformados, se pusieron rápidamente firmes colocándose, a intervalos en el círculo de luz de la lumbre a la espera de la revista, ytar las miradas del populacho de «La Ciudad del Viento», los dos chi Pugnax se les unió, con la cola inmóvil, la mirada expectante. Ran_dolph salió de su tienda vestido de paisano, tan acicalado en todos los detalles como su sección de permiso, pues también él tenía cosas que hacer en tierra; su uniforme de vuelo de los Chicos del Azar había sido sustituido por un traje de cáñamo con elegantes cuadros y una corbata Ascot, coronado el conjunto con un elegante sombrero fedora.

– Vaya, Randolph -dijo Darby-, ¡cualquiera pensaría que tiene us_ted una cita con una chica!

Pero, como el tono guasón no dejaba de traslucir un matiz de ad____________________mitó a decir:ción con la réplica airada que de otro modo habría merecido, y se limiración masculina, Randolph optó por no responder a la insinua

– No tenía conocimiento de que los jovencitos de su edad supie_ran reconocer la menor diferencia entre los sexos. Con lo cual consiguió que Lindsay soltara una risita de aprobación antes de recuperar con presteza la seriedad moral.

– En los márgenes -recordó Randolph a los que partían de per____________________jo para los sensatos… o, en este caso, para… hrrumph, hummm, como sea…, buen permiso, chicos, y… y buena suerte.ración, de los poco lucrativos placeres que allí se ofrecen. Un consemiso- de cualquier reunión de la escala de esta Exposición suelen merodear elementos envilecidos y corruptos cuyo único propósito es aprovecharse de los incautos. No pienso dignificarlo mencionando el nombre del siniestro barrio donde es más probable toparse con ese tipo de peligros. La propia vulgaridad de su aspecto, en especial por la noche, habla por sí sola y disuade a todos, salvo a los más temerarios, de demorarse en la contemplación, y sobre todo en la explo

Dicho lo cual, Randolph saludó, se dio la vuelta y se desvaneció silenciosamente en la intensa y fragante oscuridad.

– Le toca a usted hacer guardia, Suckling -le advirtió Lindsay an____________________raturas nocturnas, que son más bajas.metro cada hora, así como una lectura de la tensión del gas dentro de la envoltura, corregida, casi no hace falta que lo diga, por las tempetes de marcharse-; ya conoce el castigo por dormirse, pero encárguese de que se le quede grabado a su compañero de servicio Counterfly, que tiene tendencia, sospecho, a la galbana. Comprobación del perí

Se dio la vuelta y se dirigió a zancadas hacia Miles, mientras Pug_nax, cuya cola había recuperado su animación habitual, se quedó para vigilar las lindes del campamento, buscando rastros de otros perros y sus dueños que pretendieran entrar sin autorización.

Darby, que se quedó solo junto al resplandor del fuego de la guar____________________cerse… como si sólo fuera un suceso que el imberbe hubiera leído en algún libro de aventuras juveniles…, como si esa página de sus crónicas hubiera sido pasada para siempre y la orden de «media vuelta» hubiera sido pronunciada por un poderoso aunque invisible Comandante de los Días Terrestres, hacia el que Darby, en gesto de afable obediencia, se había vuelto otra vez…la de hidrógeno principal, cuya alteración mecánica poco antes había resultado casi fatal. El desagradable recuerdo, al igual que los daños en la máquina bajo los dedos ágiles de Darby, no tardaría en desvanedia, se dedicó, con su vivacidad habitual, a la reparación de la válvu

Acababa de terminar la reparación cuando, al levantar la vista, vio a Chick Counterfly junto a la hoguera, preparando café.

– ¿Quieres un poco? -le ofreció Chick-, ¿o todavía no te dejan beber de esto?

Algo en aquel tono indicaba que se trataba tan sólo del tipo de burla amistosa que un chico de la edad de Darby debía esperar y so_brellevar.

– Gracias, no me vendría mal una taza.

Se sentaron ante el fuego durante un rato, callados como un par de vaqueros acampados en la pradera del oeste. Finalmente, para sor_presa de Darby, Chick le confió de sopetón:

– Echo de menos a mi padre.

– Supongo que debe de ser muy duro para ti, Chick. Yo casi no puedo recordar al mío.

Chick contempló fija y melancólicamente el fuego. Al cabo de un rato, dijo:

– Lo que pasa es que creo que él habría aguantado. Si hubiera po____________________cipal antes de que hubiera bajado.bía y, ¡pum!, sobamos salir pitando por la puerta y estar en la calle prinllos juzgados de pueblo. El juez nos echaba una mirada, el martillo subía muy bien cómo buscarse la vida. No siempre a gusto del sheriff", pero sacaba lo bastante para ganarse los garbanzos. No me molestaban los traslados a medianoche, pero jamás pude acostumbrarme a aquedido. Éramos socios, ¿sabes? Siempre teníamos algo entre manos. Sa

– Buen ejercicio, no me cabe duda.

– Sí, pero el caso es que papá parecía estar perdiendo su agilidad. Me pregunto si sería por mí. Ya sabes, los problemas por duplicado y todo eso.

– Más bien parece que se debiera a todo ese lío de los chinos que mencionaste -dijo Darby-, no fue culpa tuya. Ten, ¿fumas de esto? -preguntó encendiendo una especie de cigarrillo y ofreciéndole otro a Chick.

– ¡Por mi tía abuela Petunia! -exclamó Chick-, ¿a qué huele eso?

– Es pimienta de Java. Sólo para uso medicinal. El tabaco no está permitido a bordo, como debes de recordar de cuando prestaste ju_ramento para ser miembro de los Chicos del Azar.

– ¿Que yo presté juramento? Debía de estar totalmente confuso. ¡Nada de tabaco! Así que también tenemos aquí la maldita Cura de Keeley. ¿Cómo se os hacen llevaderos los días?

De repente se oyó ladrar furiosamente a una perrera entera, o eso parecía.

– Pugnax -explicó Darby al ver la expresión de alarma de Chick.

– El ¿y cuántos más?

– Sólo el viejo Pugnax. Es uno de sus muchos talentos. Supongo que será mejor que echemos un vistazo.

Encontraron a Pugnax erguido sobre las patas, tenso y alerta, vi__llo que se aproximara a su perímetro.gilando con intensidad la oscuridad exterior y, por lo que los chicos veían, preparado para lanzar un contraataque masivo contra todo aque

– Ahí tienes -dijo una voz invisible-, ¡buen perrito!

Pugnax se mantuvo firme pero ya había dejado de ladrar, como si hubiera juzgado nasalmente aceptables a los visitantes. Mientras Darby y Chick observaban, de la noche surgió un bistec, que se elevó en el aire rotando lentamente y fue a parar al suelo casi exactamente entre las patas delanteras de Pugnax, que se lo quedó mirando un momento, con una ceja levantada y, se diría, casi con desdén.

– Eh, ¿hay alguien ahí?

En el círculo de luz de la hoguera aparecieron dos chicos y una chica con cestas de picnic y vestidos con uniformes de vuelo de al__tilo alemán, y varias plumas teñidas en un color verde eclipse claro.paca y mohair añil, con raya diplomática color púrpura, y unas gorras que no conseguían reproducir la sencilla geometría del famoso fez Shriner, pues estaban mucho más ornamentadas e, incluso para esos tiempos, podía afirmarse que no con el mejor de los gustos. Tenían, por ejemplo, una punta demasiado grande que salía por arriba, al es

– ¡Qué tal, Darb! ¿Cómo va por las alturas y las bajuras?

Darby, al reconocerlos como miembros del Club Aeronáutico de los Vagabundos del Cielo, un club de ascensionistas de Oregón con quienes los Chicos del Azar habían volado a menudo en maniobras conjuntas, esbozó una sonrisa de bienvenida, sobre todo dedicada a la señorita Penelope («Penny») Black, cuya apariencia de duendecillo di_simulaba un espíritu intrépido y una voluntad inquebrantable, y por la que él había estado «colado» desde que podía recordar.

– Hola, Riley, Zip…, Penny -añadió tímidamente.

– Para ti, «Capitán». -La joven levantó la manga para mostrar cua____________________rió-, me dieron elpetados por aceptar al sexo locuaz en estricto pie de igualdad con los varones, incluidas plenas oportunidades de ascenso-. Sí -Penny sontro galones dorados, en cuyos bordes podían verse todavía los restos de la costura reciente. Los Vagabundos del Cielo eran conocidos y res Tzigane; acabo de traer la vieja carraca hasta aquí desde Eugene, la amarré un poco más allá de aquel bosquecillo, sin que nadie saliera malparado.

– ¡Guau! ¡Tu primer mando! ¡Es espléndido! -Darby se dio cuen__cer con las manos.ta de que se removía nervioso y no tenía ni la menor idea de qué ha

– ¡Anda, bésame! -dijo ella-, es la tradición y eso.

Ni siquiera el tono burlón del coro de silbidos que estas palabras levantaron en los demás hizo que Darby se cuestionara si merecía la pena la fugaz caricia de la pecosa mejilla femenina en sus labios. Des__las sobre el trabajo e historias de los cielos.pués de las presentaciones, Chick y Darby sacaron sillas plegables, los Vagabundos del Cielo abrieron sus cestas llenas de exquisiteces y los colegas se acomodaron para pasar una velada de cotilleos, char

– Al venir hacia aquí, cuando pasábamos por encima de «Egipto», al sur de Illinois, por si no te sitúas, Darb, nos pilló un viento ascen____________________co que se arremolinaba alrededor de nuestras cabezas… ¡Ahh-chuuss!narse-, se nos helaban los mocos como carámbanos hasta las hebillas de los cinturones, y nos quedamos azules a la luz de aquel fluido eléctridente que surgía de un maizal en Decatur, y era tan fuerte que creí que acabaríamos en la maldita luna…, perdón -hizo una pausa para so

– Gesundheit, Riley -dijo Zip-, pero la última vez que contaste esa historia, lo que había era voces extrañas, entre otras cosas…

– Nosotros recogimos un poco de halo galvánico mientras nos aproximábamos aquí -dijo Chick-, por la velocidad y demás.

– Bah, ¡eso no es nada! -exclamó Riley-, ¡nosotros nos hemos pa____________________traña.cidad de la buena, id por Oklahoma alguna vez; para colmo, vuestras orejas pasarán un buen rato y seguro que no oiréis ninguna voz exsado casi todo el día esquivando tornados! Chicos, si queréis electri

– Hablando de voces -dijo Penny-, ¿sabéis algo de esos… «avistamientos» de los que informan a cada momento? No sólo los han vis_to tripulaciones en el aire, sino a veces también civiles en el suelo.

– ¿Te refieres a algo fuera de lo habitual -dijo Darby-, fatas morganas, auroras boreales y todo eso?

– Es algo distinto -dijo Zip con voz grave y ominosa-; hay luces, pero también sonido. Sobre todo en altitudes superiores, donde en ple____________________mente unas…das direcciones. Como un coro escolar, sólo que sin canción, simpleno día el cielo se pone azul oscuro. Voces que gritan a la vez. En to

– Advertencias -dijo Riley.

Darby se encogió de hombros.

– Ahora me entero. En el Inconvenience no somos más que los mindundis de la Organización, los últimos monos, nadie nos cuenta nunca nada, se limitan a darnos órdenes, nosotros las cumplimos, y se acabó.

– Pues, mira, íbamos muy por encima del monte Etna, en la prima_vera pasada -dijo Penny-,y te acuerdas, espero, de los Garfons del 71…

Para información de Chick, Darby explicó que esa unidad se ha_bía formado hacía más de veinte años, durante los Asedios de París, cuando los globos tripulados eran a menudo la única forma de entrar y salir de la ciudad. A medida que avanzaba la terrible experiencia, para algunos de aquellos aeronautas se hizo evidente, al observar la situación desde las alturas y hallarse en constante peligro de muer_te, hasta qué punto la supervivencia del Estado moderno dependía del mantenimiento de una situación de asedio permanente, mediante el cerco sistemático de las poblaciones, la inanición de cuerpos y espíri____________________dades como las perpetradas por los infamesnos se volvían contra otros y llegaban al extremo de cometer atrocitus, la implacable degradación de la cortesía, hasta que unos ciudada pétroleurs de París. Cuando terminaron los Asedios, los aeronautas optaron por seguir volando, liberados ya de las ilusiones políticas que reinaban como nunca en el suelo, y se juraron lealtad sólo los unos a los otros, comportándo_se como si se encontraran bajo un estado de sitio eterno y a escala mundial.

– Hoy en día -dijo Penny- vuelan dondequiera que se les nece____________________gía que percibíamos, que nos apuntaba directamente…bamos con ellos allá arriba, y ocurrió algo de lo más extraño. Nadie vio ningún proyectil, pero había… una especie de fuerza…, una enersite, muy por encima de los muros de las fortalezas y de las fronteras nacionales, salvando bloqueos, alimentando a los hambrientos, dando refugio a los enfermos y los perseguidos…, de manera que, claro, se ganan enemigos allí por donde pasan, les disparan desde tierra, a todas horas. Pero lo que te cuento fue distinto. Resulta que aquel día está

– Había alguien allí afuera -dijo Zip con solemnidad-. Un espacio vacío, pero habitado.

– ¿Te está poniendo nervioso la historia, Chick? -se burló Darby.

– Qué va. Me estaba preguntando si alguien quería el último bu_ñuelo de manzana que queda.


Mientras tanto, Miles y Lindsay habían ido a la Feria. El trans__dad, pero Lindsay contemplaba la escena con una mirada irritada.porte tirado por caballos al que se habían subido los llevó a las calles atestadas del sur de Chicago. Miles lo miraba todo con viva curiosi

– Parece taciturno, Lindsay.

– ¿Yo? No, en absoluto; aparte de la inevitable aprensión que me produce pensar en que Counterfly se ha quedado a cargo de la nave sin nadie que lo supervise, estoy tan animado como un jilguero.

– Pero Darby está con él.

– Por favor… La influencia que Suckling pueda ejercer sobre un tipo tan depravado sería, en el mejor de los casos, insignificante.

– Oh, vamos -comentó el bondadoso Miles-, Counterfly parece un buen chaval, y apuesto a que pronto le cogerá el tranquillo a la si_tuación.

– Como Oficial encargado de la disciplina -murmuró Lindsay, tal vez sólo para sí-, la opinión que me merece la naturaleza humana es necesariamente menos optimista.

Finalmente, el coche los dejó en la esquina de una calle; el con____________________ria, pero a su trépito de metal contra metal y el repiqueteo de los cascos. A cierta distancia, los chicos veían en el cielo el resplandor eléctrico de la Feductor les aseguró que desde allí hasta el recinto de la Feria no había más que un breve paseo o, como dijo entre risas, «dependiendo de lo tarde que sea, una ágil carrera», y después siguió su camino entre el esalrededor todo estaba en sombras. Al poco encontraron un agujero en la valla y una puerta de admisiones que tenía algo de improvisada, iluminada por un solitario cabo de vela, y cuyo encarga__nado por el escrupuloso Lindsay para que les entregara el pertinente recibo. El diminuto centinela extendió la palma de la mano como si esperara una propina, gesto que los chicos pasaron por alto.do, un ceñudo enano asiático, aunque más que dispuesto a recibir las monedas de cincuenta centavos que le ofrecían, tuvo que ser presio

– ¡Rácanos! -chilló a modo de introducción a la celebración del cuarto centenario del advenimiento de Colón a nuestras costas.

Desde algún lugar más adelante, demasiado a oscuras para distin____________________vuelta en olores de cerveza, ajo, humo de tabaco y perfume barato; y todavía de más lejos, desde el Espectáculo del Salvaje Oeste de Buffalo Bill, les llegó también el inconfundible aroma del ganado encerrado.dor de la cual una densa muchedumbre se movía por todas partes, enpada, que se fue haciendo más alta, hasta que vieron una pequeña pista de baile al aire libre, casi sin iluminar, donde bailaban parejas y alredeguirlo, llegaba la música de una pequeña orquesta, extrañamente sinco

Los observadores de la Feria habían comentado que, cuando uno recorría arriba y abajo la Avenida principal, más europeas, civilizadas y…, bueno, francamente, más blancas parecían las exposiciones cuanto más cerca se encontraban del centro de la «Ciudad Blanca», mientras que cuanto más lejos se aventuraba uno de aquella Metrópolis de ala____________________go de un tiempo pasado, antes de alcanzar la seguridad de las luces que divisaban a lo lejos.lizaban en un extraño Limbo que ellos debían atravesar, esperando que en cualquier momento se produjese un «altercado» con algún enemientendidos, ofensas asumidas, deudas contraídas, que aquí se materiaga serie de aventuras de los chicos en rincones exóticos del mundo hubiera ido acumulando, sin que ellos lo supieran, un depósito de malrectamente a Lindsay y Miles como si los conocieran, como si la larlas, sino buscada a propósito en aras de la misericordia, como un velo necesario que cubriese los rostros que por ahí pululaban mostrando unas necesidades se diría que demasiado apremiantes para la plena luz del día y para aquellos inocentes visitantes americanos con sus Kodaks y sombrillas que pudieran tropezarse con el lugar. Ahí, entre las sombras, los rostros que pasaban sonreían, hacían muecas o miraban diria oficial… Como si la penumbra que reinaba en esta periferia quizá todavía sin cartografiar no fuera debida a una simple carencia de farobastro, más evidentes se hacían los signos de las tinieblas culturales y el salvajismo. A los chicos les daba la impresión de que se movían por un mundo separado, sin luces, al otro lado de un oscuro umbral, con su propia vida económica, sus códigos y hábitos sociales, consciente de sí mismo como si tuviera poco, por no decir nada, que ver con la Fe

«Gorilas» armados, contratados entre las filas de la policía de Chi__brenaturales, indios brasileños dejaban que se los tragaran anacondas gigantescas, para después salir de ellas, sin haber sido digeridos y sin que, aparentemente, hubieran incomodado a la serpiente. Swamis hindúes levitaban, bóxers chinos fintaban, soltaban patadas y se abalanzaban unos sobre otros.cago, patrullaban incansablemente las sombras. Una compañía zulú de teatro reconstruía la masacre de las tropas británicas en Isandhlwana. Unos pigmeos cantaban salmos cristianos en dialecto pigmeo, grupos judíos de música klezmer llenaban la noche con solos de clarinete so

La tentación, para gran disgusto de Lindsay, se cernía sobre ellos a cada paso. Los pabellones de esa zona, más que a naciones del mun____________________tes de las solapas.res, esforzándose por persuadirlos, casi agarraban a los jóvenes paseando, parecían representar los diversos Pecados Capitales. Los voceado

– ¡Exóticas costumbres de fumar procedentes de todo el mundo, de gran valor antropológico!

– ¡Aquí tenéis una exposición científica, chicos: las últimas mejo_ras en la jeringuilla hipodérmica y sus numerosos usos!

Ahí estaban los waziris de Waziristán haciendo exhibiciones de di____________________gantesco que rezaba:tones y yeso de las cuevas de su Sierra Madre nativa, simulando que comían cactus que producían delirios y espectaculares convulsiones apenas distinguibles de las que padecía el «poseído» ya familiar desde hace mucho para los americanos que asistían a carnavales… Pastores tunguses de renos hacían gestos hacia arriba señalando un rótulo gimente desnudos, dentro de reproducciones confeccionadas con lisversas técnicas para retener viajeros, actividad que en aquel país se consideraba una fuente importante de ingresos… Indios tarahumaras del norte de México se agazapaban, hasta donde se podía ver total espectáculo especial de renos, y llamaban en su lengua nativa a los mirones congregados delante, mientras un par de mujeres jóvenes bastante ligeras de ropa -y que, al ser rubias y de__dolo con una intimidad escandalosa, y abordaban a los paseantes con frases muy sugerentes que vendrían a decir algo así como: «¡Entre y aprenda docenas de maneras de divertirse en Siberia!» y «¡Vea lo que pasa de verdad durante las largas noches de invierno!».más, no parecían, en realidad, compartir muchos rasgos raciales con los tunguses- giraban junto a un reno macho muy paciente, acaricián

– Esto no parece -dijo Lindsay oscilando entre la fascinación y la incredulidad- demasiado… auténtico, no sé.

– Acérquense, muchachos, la primera vez es gratis, si descubren el rojo, ¡un guiño del ojo!, si descubren el negro, ¡ni un céntimo pal sue__go levantándolas.gro! -dijo un jovial negro con un sombrero «chato» que había al lado, tras una mesa plegable, disponiendo unas cartas sobre el tablero y lue

– Yo diría que es uno de esos juegos de trileros -murmuró Lind_say reprimiendo educadamente su desaprobación.

– No, jefe, es un antiguo método de adivinación africano, le per_mite a uno cambiar su destino.

El fullero que les había hablado empezó a mover las cartas a una velocidad pasmosa. A veces había demasiadas cartas que tener en cuen_ta; otras, ninguna era visible, como si se hubieran desvanecido en una dimensión mucho más allá de la tercera, aunque bien podía ser todo un efecto de la luz.

– ¡Muy bien! Tal vez sea vuestra noche de suerte, decidnos dón_de está la roja, ahora. -Había tres cartas boca abajo ante ellos.

Tras un momento de silencio, fue Miles el que anunció con voz clara y firme:

– Las cartas que ha puesto sobre la mesa son todas negras. Su «roja» es el nueve de diamantes, la llamada «maldición de Escocia», y está aquí. -Alargó la mano para levantar el sombrero del fullero, se lo qui_tó de la cabeza y exhibió el naipe en cuestión.

– Dios sea misericordioso, la última vez que me ocurrió algo así acabé en la cárcel de Cook County, donde pasé unas largas vacacio__do -dijo extendiendo un billete de diez dólares.nes. Tenga, un reconocimiento a su aguda vista, joven, y todo olvida

– Oh, eso es…-empezó tímidamente Lindsay, pero Miles ya se ha__tras se alejaban:bía metido el regalo en el bolsillo y se despidió con amabilidad mien

– Buenas noches, señor.

En el rostro de Lindsay era visible una expresión de sorpresa.

– Eso ha estado… bien, muy bien, Blundell. ¿Cómo sabía dónde es_taba el naipe?

– A veces -dijo Miles con una nota extrañamente aprensiva en la voz- me rodean esas peculiares sensaciones, Lindsay…, como cuando se siente la electricidad, como si pudiera verlo todo tan claro como el día, veo cómo todo… encaja en su sitio, se relaciona. Pero la sensación no dura mucho. Al poco vuelvo a tener los pies en el suelo, tropezándome como siempre.

En ese momento ya veían los haces de los proyectores que barrían los cielos desde el techo del inmenso Edificio de las Manufacturas y las Artes Liberales -una ciudad en miniatura, anidada dentro de la ciudad-dentro-de-la-ciudad que era la Exposición misma-, y empezaron a ver Guardias Colombinos con capa de patrulla, una visión tranqui_lizadora, al menos para Lindsay.

– Vamos, Lindsay -dijo Miles blandiendo el billete que habían con_seguido tan inesperadamente-, mientras nos dure este dinero caído del cielo, tomemos algún refresco y también unas Cracker Jack. ¡Vaya, quién lo diría! ¡Estamos aquí! ¡Estamos en la Feria!

Mientras tanto, Randolph St. Cosmo, aunque sin el uniforme, se__riedades y un fabricante de cigarros puros explosivos. El rótulo rezaba: guía de servicio. La agencia de detectives que buscaba se hallaba en una sórdida manzana del distrito New Levee, entre un salón de vawhite city investigations. Randolph bajó un poco más el ala de su sombrero, recorrió con la mirada la calle en penumbra llena de basura y se metió en la entrada. Una joven mecanógrafa que se las ingenia__rada de su máquina con apliques florales.ba para comportarse recatada y descaradamente a la vez levantó la mi

– Ya ha pasado la hora de acostarse, pequeñín.

– La puerta estaba abierta.

– Sí, pero no sé si te has fijado que esto no es la sede de la Liga Ju_venil Metodista.

– ¿El señor Privett no tenía una cita conmigo?

– ¡Nate! -chilló la joven sobresaltando a Randolph. Su sonrisa no dejaba de ser traviesa-, ¿Has traído una nota de tus papás, chico?

En el despacho de Nate había una combinación de aparador, estan____________________mulando que fruncían amenazadoramente el ceño. La fotografía llevaba una inscripción:redes de paneles oscuros, junto con fotografías de clientes notables, en algunas posando con el propio Nate, entre ellas una con Doc Holliday, en la calle delante del Occidental Saloon de Tombstone, en la que se veía a Doc y Nate apuntándose sendos Colt 44 a sus respectivas cabezas y sina y unas mil casillas, una ventana con vistas al bar alemán de enfrente, galardones y cartas de agradecimiento de los negocios locales en las patería y archivador con diversas botellas de whisky, una especie de diván en el rincón, un par de sillas con asiento de mimbre, un buró con persia soy algo más que un pistolero, recuerdos, doc.

– Desde la bomba de Haymarket -explicaba Nate- hemos teni____________________guemos a un acuerdo de pago aplazado, con un pequeño porcentaje de los beneficios futuros en lugar de dinero en efectivo en mano. Por no mencionar las propinas u otros ingresos informales que pudieran caerles.ba. No podemos pagarles tanto como los Pinkerton, pero tal vez lledo más trabajo del que podemos asumir, y la cosa va a ponerse todavía más frenética si el Gobernador decide indultar a esa banda de asesinos anarquistas. Sólo Dios sabe qué va a suponer eso para Chicago, para la Feria en particular. La seguridad antiterrorista será esencial, más que nunca a partir de ahora. Y bueno, ustedes, muchachos tienen la única perspectiva que anhelamos todos los que formamos parte de la comunidad de sabuesos «observadores», a saber: la visión desde arri

– Eso es un tema que debe usted tratar con nuestra Oficina Na__sación que recibamos no puede superar nuestros gastos legítimos.cional -supuso Randolph-, porque a nivel de la Unidad, la compen

– Me parece descabellado. Pero le pediremos a nuestro personal jurídico que redacte algo que satisfaga a todos, ¿qué le parece? -Aho_ra observaba a Randolph con esa mezcla de desprecio y compasión que los Chicos despertaban tarde o temprano en sus contactos con la población del suelo. Randolph estaba acostumbrado, pero también re_suelto a seguir con su estilo profesional.

– ¿En qué consistirían exactamente los servicios que solicita?

– ¿Tiene sitio en su nave para otro pasajero?

– Hemos transportado hasta una docena de adultos bien alimen__rarse en el barrigón del señor Privett.tados sin que se percibiera ninguna pérdida apreciable de capacidad de sustentación -respondió Randolph, a cuya mirada le costaba no demo

– Llevar a nuestro hombre en un par de breves excursiones, eso será prácticamente todo cuanto tenga que hacer. -El sabueso-detec_tive parecía ahora más taimado-. Por la Feria, tal vez también por los Mataderos; pan comido.


A la mañana siguiente, paseando entre las aeronaves, bajo un cielo circense que poco a poco se iba atestando de aparatos de todas clases conforme éstos alzaban el vuelo, y mientras reanudaban las relaciones con muchos en cuya compañía, para bien o para mal, habían compartido alguna aventuras, a los Chicos los abordó una pareja a la que no tarda_ron en reconocer como la compuesta por el fotógrafo y la modelo a quienes habían bombardeado sin darse cuenta la noche anterior.

El atlético hombre de la lente se presentó como Merle Rideout.

– Y mi bella acompañante es…, esperad un momento…

– Cerebro de guisante. -La joven soltó una grácil patada que, sin embargo, no carecía del todo de afecto, y dijo-: Soy Chevrolette McAdoo, y estoy tremendamente encantada de conoceros, chicos, aun_que ayer casi nos mandáis al otro mundo con los sacos de arena.

Vestida de pies a cabeza, parecía recién salida de una revista fe__des como globos, por toda la ciudad» -como diría Chick Counterfly, atento observador de la forma femenina-, y, en el caso de la señorita McAdoo, saturado de un magenta vivo y acompañado de una larga boa de plumas de avestruz teñida en el mismo tono. Su sombrero, pícaramente ladeado, con plumas de garceta que se mecían al compás de los movimientos de su cabeza, habría fascinado incluso al más entusiasta de los conservacionistas amantes de las aves.menina, y esa mañana lucía un conjunto a la vanguardia de la moda de verano, a tono con el resurgir de la manga de pernil, que había dado lugar a una profusión de blusas con hombros translúcidos, «gran

– Muy bien conjuntado -comentó Chick asintiendo admirativa_mente.

– Pues porque no has visto todavía el número que presenta en el Pa_bellón de los Mares del Sur -afirmó con galantería Merle Rideout-; hace que a su lado La Pequeña Egipcia parezca una beata.

– ¿Es usted artista, señorita McAdoo?

– Bailo la Danza de Lava-Lava, la diosa del volcán -respondió.

– Admiro mucho la música de esa región -dijo Miles-, el ukelele en particular.

– Pues hay varios ukelelistas en mi orquesta -dijo la señorita McAdoo-, tenor, barítono y soprano.

– ¿Y tocan música nativa auténtica?

– Más bien es un popurrí, me parece, que incluye temas hawaianos y filipinos y acaba con una adaptación muy respetuosa de la ma_ravillosa Bacanal de Monsieur Saint-Saëns, tal como se ha tocado re_cientemente en la Opera de París.

– No soy más que un aficionado, claro -dijo con humildad Miles, aunque era miembro desde hacía mucho de la prestigiosa Academia Internacional de Ukelelistas-, y me pierdo de vez en cuando. Pero si me comprometiera a volver a estudiar solfeo, ¿le parece que me deja_rían acompañarlos sin tocar?

– No dudes que intercederé por ti -dijo Chevrolette.

Merle Rideout había traído consigo una cámara de mano y to__mente al mismo ritmo.maba «instantáneas» de las máquinas voladoras, tanto en el aire como aparcadas en el suelo, que seguían llegando y despegando aparente

– Menuda reunión social, vaya que sí. Parece que hayan venido to_dos los profesores de vuelo de aquí a Tombuctú.

El humo de las hogueras para el desayuno se elevaba fragante por el aire. Se oía el grito de los bebés, tanto de queja como de júbilo. El viento traía los sonidos remotos del tráfico ferroviario y la navegación por el lago. Contra el sol, todavía bajo en la otra orilla del lago, las alas, con bordes luminosos por el rocío, proyectaban largas sombras. Había aparatos de vapor, eléctricos, máquinas giratorias Maxim, naves impulsadas por reciprocadores de algodón pólvora y motores de naf__micas, y prodigios de la orniturgia que aleteaban. Uno no sabía muy bien adonde mirar al cabo de un rato…ta, y hélices elevadoras eléctricas de extraño diseño hiperboloide para perforar el aire hacia arriba, y aeróstatos alados, de formas aerodiná

– ¡Papá! -Una preciosa niña de cuatro o cinco años con un ca_bello de un pelirrojo encendido corría hacia ellos a toda prisa-, ¡Eh, papá! ¡Quiero beber algo!

– Dally, mi comadrejilla -la saludó Merle-, me temo que el licor de maíz se ha acabado, así que tendrás que volver al viejo zumo de vaca, lo siento mucho -dijo revolviendo en una fiambrera de charol llena de hielo. Mientras tanto, la niña, que había visto a los Chicos con sus uniformes de verano, se quedó mirándolos, con los ojos muy abiertos, como si estuviera decidiendo hasta qué punto debía portar_se bien.

– ¿Ha estado envenenando a este ángel indefenso con bebidas fuer_tes? -gritó Lindsay Noseworth-, Señor, ¡debo expresar mi protesta!

Dally, intrigada por la reacción de Lindsay, se acercó corriendo, se puso delante de él y levantó la vista como si esperara la segunda par_te de un chiste muy complicado.

Lindsay parpadeó.

– No puede ser -murmuró-, los niños me odian.

– Una niña preciosa, señor -dijo Randolph desbordando paternalismo-; usted debe de ser el orgulloso abuelo, claro.

– ¡Ja! ¿Has oído eso, cabeza de zanahoria? Se cree que soy tu abue_lo. Gracias, chico, pero estoy orgulloso de poder decir que ésta es mi hija, Dahlia. Su madre, ay de mí… -Suspiró y su mirada se perdió en la lejanía.

– Nuestras más sinceras condolencias -se apresuró a decir Ran_dolph-, pero el Cielo, en su inescrutabilidad…

– El Cielo…, yo más bien diría el infierno -se carcajeó Merle Rideout-; anda por Estados Unidos, quién sabe dónde, con un artista de variedades especializado en hipnotismo con el que se fugó, un tal Zombini el Misterioso.

– Lo conozco, ¡Dios! -exclamó Chick Counterfly asintiendo con energía-. ¡Hace desaparecer a su chavala por un embudo de cocina normal y corriente! «Imbottigliata!», se dice así, ¿no?, y luego hace fio_rituras con la capa, ¿no? ¡Lo vi en Nueva Orleans con mis propios ojos! ¡Un número asombroso, no lo duden!

– El mismo -exclamó radiante Merle-, y la bella ayudante del ilu_sionista es probable que fuera la buena de Erlys en persona, pero ¿no te parece que deberías cerrar el pico, zagal, no te vaya a entrar alguna mosca?

La despreocupada mención al adulterio había producido en el ros__ficarlo de característico. Chick Counterfly, menos afectado, demostró tener cintura al comentar:tro de Randolph tal grado de estupefacción que uno se resistía a cali

– Bueno…, una dama simplemente admirable, quienquiera que fuese.

– Tomo nota de tu admiración, y ahora podéis examinar a la pe____________________jaos, no hay otra igual. Y os regalo una gorra, soy un tipo razonable, y en cuanto sople las velitas de sus tiernos dieciséis, la subo al tren y os la envío allá donde estéis.ta especial, con su sonrisa que parte el corazón y todo. Ajá, ahí está, fira, quedáosla hoy y mañana por un dólar noventa y ocho, es una oferminen si miento; y si vais a seguir dando vueltas por ahí diez o doce años más, volved luego, echad otra mirada, haced una oferta: ninguna cantidad me parecerá tan pequeña o insultante como para no tenerla en cuenta. O si preferís esperar, adquirid una opción de compra ahoqueña Dahlia aquí presente, la viva imagen de su mamá, que me ful

– Parece que falta todavía mucho, ¿no cree? -dijo con malicia Chick Counterfly.

– Bueno, supongo que podría aceptar venderla a los quince años -siguió Merle, guiñándole un ojo a Lindsay Noseworth, que ni res_piraba de indignación-, pero entonces tendréis que pagar en oro y venir a recogerla por vuestra cuenta… Y ahora, ¿os importaría que os hiciera una fotografía a todos delante de esa hélice de Trouvé de ahí?

Los chicos, siempre fascinados por las ciencias modernas, entre ellas la fotografía, accedieron con gusto. Chevrolette se las ingenió para apaciguar incluso a Lindsay pidiéndole prestado su sombrero de paja, que sostuvo coquetamente delante de sus caras, como si ocultara un beso furtivo, mientras el juguetón Darby Suckling, sin cuyas anima____________________que de celos.ca que pretendía transmitir su cándido concepto de lo que era un atadas «payasadas» ninguna foto de grupo podía considerarse completa, amenazaba a la pareja con un bate de béisbol y una expresión cómi

Llegó la hora de comer y, con ella, el anuncio de Lindsay de que el permiso era inminente.

– ¡Hurra! -exclamó Chick Counterfly-. El bueno de Suckling y yo, la sección de permiso de estribor, nos pasaremos por la Avenida Plaisance, para echar un vistazo al Pequeño Egipto y a esa exposición polinesia y, si tenemos tiempo, también a algunas de esas Amazonas africanas…; oh, no te preocupes, chaval, si no entiendes algo, me lo preguntas.

– Vamos, chicos -Chevrolette McAdoo les hacía señas con un ci__mantes falsos-, ahora tengo que ir a trabajar, así que también puedo franquearos la entrada a los camerinos de los Mares del Sur.garrillo al que le había puesto una boquilla con incrustaciones de dia

– Uy, uy. -La nariz de Darby empezó a moquear.

– ¿Sucklinggg? -gritó Lindsay, en vano.

Multitudes de aeronautas con atuendos coloristas se habían inter__do, y en el magnífico aeródromo improvisado bullían distracciones y encuentros casuales…puesto entre ellos a medida que las naves iban llegando y despegan

Es más, acababa de llegar, a bordo de un majestuoso aparato se____________________ma cilíndrica delataban, con tanta elocuencia como su peculiar estilo pasado de moda, una larga y aventurera vida.gustiosamente empeñado durante el descenso de la nave en mantener sobre la cabeza una chistera cuyas abolladuras, muescas e irregular fortor de los chicos, el Profesor Heino Vandeijuice, de la Universidad de Yale, con una expresión de terror apenas disimulada en sus rasgos, anmirrígido de diseño italiano, nada menos que el antiguo amigo y men

– ¡Bolsas de gas galopantes, era capital que os viera otra vez, ami_gos! -los saludó el Profesor-. Lo último que sé es que no os fueron bien las cosas en Nueva Orleans, seguro que por llevar encima más caimanes a l'étouffée de los que el viejo Inconvenience podía cargar.

– Oh, puede que pasáramos un par de horas malas -admitió Ran__ganos, Profesor, ¿cómo va su trabajo? ¿Qué maravillas han emergido últimamente del Laboratorio Sloane?dolph, con una expresión facial que delataba recuerdos gástricos-. Dí

– Bien, el Profesor Gibbs tiene un estudiante cuyo trabajo merece la pena seguir, el joven De Forest, un verdadero mago de la electrici____________________ca llega.les de Indianápolis, esperando algún transporte interurbano que nuntaría presentaros a Re Ipso, sin quien yo estaría todavía en los arrabadad…, junto con un visitante japonés, el señor Kimura…, pero, a ver, ¿dónde pueden un pedagogo hambriento y su piloto degustar por aquí cerca un par de esos famosos bistecs de Chicago? Chicos, me gus

»Sólo os he echado en falta una vez, chicos, allá, en aquel lío de Jartum -les informó el genial aeronauta-, cuando intentaba salir de la ciudad un par de pasos por delante del ejército del Mahdi y os vi na__do, pero no me quedó más remedio que saltar al río y esperar a que amainase la tormenta.vegando por encima; no sabéis cuánto me hubiera gustado estar a bor

– Pues lo que pasó -rememoró Lindsay, el Historiador de la Uni____________________dable.juba, en medio de un desagradable caos, en lugar de descender en Alejandría, donde contábamos con pasar unas semanas de asueto educativo en una atmósfera, no hace falta mencionarlo, más saludad- fue que cogimos un viento contrario y fuimos a parar al Trans

– Vaya, ¡que me parta un rayo -exclamó el Profesor- si no es Mer_le Rideout en persona!

– Siempre tramando algo -dijo radiante Merle.

– Veo que no hacen falta presentaciones -observó Lindsay.

– Qué va, somos cómplices en el delito, desde los viejos tiempos en Connecticut, mucho antes de que aparecierais, chicos. Yo le hacía algunos trabajillos de vez en cuando. ¿No os parece que uno de voso_tros podría sacarnos una foto juntos?

– ¡Faltaría más! -se ofreció Miles.

Fueron a comer a un restaurante de carne cercano. Aunque los encuentros con el Profesor eran siempre amenos y agradables, en esta ocasión había algo distinto, como una intranquilidad otoñal latente bajo la calidez de la celebración, que causó punzadas psicogástricas a Randolph, quien sabía por experiencia que no podía pasarlas por alto sin correr un gran riesgo.

Habiendo asistido en varias ocasiones útiles simposios para co____________________ban lo lacónico, y en cuanto el pastelracterizado por la bonhomía, los comentarios de Vanderjuice durante la comida eran cada vez más parcos, peor aún, a veces casi bordeamandantes de aeronaves sobre técnicas para evitar que se les notara la irritación, Randolph detectó que la mente del Profesor era presa de alguna inquietud. En una curiosa desviación de su habitual «estilo», ca a la mode hizo acto de presencia, pidió la cuenta.

– Lo siento, chicos -dijo con el ceño fruncido y haciendo grandes aspavientos para sacar y consultar su anticuado reloj ferroviario-; me encantaría quedarme y charlar un poco más, pero tengo unos asuntillos pendientes.

Se levantó de golpe, como hizo Re Ipso, que se encogió de hom____________________clinando el ala de un sombrero inexistente.llete y exigir máxima velocidad, y así se fueron y llegaron a Palmer House, donde el funcionario sentado tras el mostrador los saludó indolph al oído: «No le quitaré ojo», y siguió al eminente sabio de Yale; éste, una vez fuera, se apresuró a llamar a un carruaje, enseñar un bibros en un gesto de complicidad con los muchachos, le susurró a Ran

– Suite del ático, Profesor. Suba en aquel ascensor, sólo hace una parada. Le están esperando. -Si hubo un matiz de desdén irónico en su voz, el Profesor Vanderjuice estaba demasiado preocupado para per_cibirlo.

A Re Ipso pronto le quedó claro que su amigo había venido a la ciudad para sellar un trato con fuerzas que, sin temor a exagerar, po__contraron pesadas cortinas corridas contra la festiva ciudad, lámparas dispersas en una penumbra perpetua de humo de tabaco, sin flores ni plantas en macetas, y un silencio puntuado muy esporádicamente por palabras que, además, eran pronunciadas casi siempre por teléfono.drían describirse como maléficas. En la suite del piso superior, en

Difícilmente habría esperado nadie que un magnate tan conocido como Scarsdale Vibe no asistiera a la Exposición Universal Colombi____________________mo día, horas antes, Vibe se había apeado de su tren privado, elciales, daba la casualidad de que la Feria de Chicago también ofrecía una inmensa marea de anonimato, un lugar donde uno podía reunirse y hacer negocios sin que tuviera necesariamente que ser visto. Ese misna. Más allá del obvio atractivo de sus miles de posibilidades comer Juggernaut, en un andén de la Union Station reservado para él, tras ha____________________llo. La anciana se inclinó, se balanceó y se vino abajo como un árbol.dado como por una fuerza sobrenatural al majestuoso establecimiento diseñado por State, Monroe y Wabash. Cuando cruzaba el vestíbulo, una anciana, vestida respetablemente pero sin ostentación, se acercó a él gritando: «¡Si yo hubiera sido tu madre, te habría estrangulado en la cuna!». Con parsimonia, Scarsdale Vibe asintió con la cabeza, levantó su bastón de aire comprimido de ébano, lo amartilló y apretó el gatiderle. Un vehículo blindado y motorizado le esperaba, y fue traslasaba una bala de pequeño calibre hacia cualquiera que pudiera ofenfera de oro y plata engastada que representaba un globo del mundo preciso y detallado, y en cuya vara se ocultaban un muelle, un pistón y un dispositivo cilíndrico para comprimir una carga de aire que propulber salido la noche anterior de la Grand Central Station en Nueva York. Como siempre, iba disfrazado, acompañado de guardaespaldas y secretarias. Llevaba un bastón de ébano, cuya empuñadura era una es

– Díganle al médico de la casa que la bala está en la pierna -dijo servicial Scarsdale Vibe.

Nadie se ofreció a recoger el sombrero del Profesor Vanderjuice, así que lo sostuvo aferrado sobre el regazo, como haría un joven actor inseguro con una pieza de atrezo.

– ¿Le tratan bien en el Stockmen's Hotel? -preguntó el magnate.

– Bueno, en realidad me alojo en el Packer's Inn, en la esquina de la Cuarenta y siete con Ashland. Justo en medio de los Mataderos y eso…

– A ver -intervino un individuo corpulento y de aspecto criminal, que había estado tallando la imagen de una locomotora en un trozo de leña con uno de esos cuchillos que en todas las prisiones de nues_tra tierra se conocen como «palillo de dientes de Arkansas»-, usted no será de creencias vegetarianas, espero.

– Le presento a Foley Walker -dijo Scarsdale Vibe-, en quien su madre asegura ver virtudes que no son demasiado aparentes para los demás.

– Supongo que podrá escuchar todo ese alboroto desde donde se aloja -prosiguió Foley-. Sepa que hay huéspedes a los que, según se dice, les produce insomnio, ¿eh?, pero hay otros tantos a los que les resulta extrañamente tranquilizador. Si se piensa un poco, en Palmer House viene a pasar lo mismo. El nivel de alboroto es muy parecido.

– Y también se dedican al mismo tipo de actividades -dijo en voz baja Re Ipso.

Estaban reunidos alrededor de una mesa de mármol, en una es__dentes de riqueza.pecie de salón, con puros y whisky. La charla derivó hacia los exce

– Conozco a un tipo de Nueva Jersey -dijo Scarsdale Vibe- que colecciona ferrocarriles. No sólo material rodante, fíjense, sino tam_bién estaciones, naves, vías, depósitos, personal, todo el tinglado.

– Un hobby muy caro -comentó maravillado el Profesor-. ¿De ve_ras hay gente así?

– Debería hacerse una idea de la cantidad de dinero ocioso que corre por ahí. No todo pueden ser donaciones a la iglesia que uno eli_ja, mansiones, yates y canódromos pavimentados con oro o lo que sea. No, en cierto momento todo eso se ha acabado, tiene que olvidarse…, y aun así continúa habiendo una inmensa montaña de riquezas sin gastar, que crece cada día, más y más alta, y, ay Dios, qué va a hacer un hombre de negocios con todo eso, no sé si me entiende.

– Joder, que me lo dé a mí -metió baza Re Ipso-, o a alguien que lo necesite de verdad, porque seguro que hay muchos de ésos.

– La cosa no funciona así -dijo Scarsdale Vibe.

– Por eso la plutocracia no para de quejarse.

– Por una creencia, muy comprensible, de que el mero hecho de necesitar una suma no significa que se la merezca.

– Con la salvedad de que, en estos tiempos, la «necesidad» ema_na directamente de las actividades delictivas de los ricos, así que se «merece» cuanto dinero haga falta para expiarlas. ¿Le ha quedado claro?

– Usted es un socialista, caballero.

– Como está obligado a serlo cualquiera que no viva aislado por la riqueza, ajeno a las inquietudes del mundo, señor.

Foley interrumpió el tallado y levantó la vista como si se sintiera interesado y ofendido.

– Por favor, Re -le reprendió el Profesor-, hemos venido a hablar de electromagnetismo, no de política.

Vibe se rió tranquilizadoramente.

– El Profesor teme que usted me ahuyente con comentarios radi__pre por la Segunda Epístola a los Corintios.cales como ése. Pero yo no soy un alma tan sensible; me guío siem

Recorrió la mesa con una mirada atenta para evaluar el grado de conocimiento de las Escrituras.

– Soportar a los necios es inevitable -dijo Re Ipso-, pero no me pida que me «alegre» por ello.

Los vigilantes que holgazaneaban junto a la puerta parecieron tensarse. Foley se levantó y se acercó a la ventana. Scarsdale entrecerró los ojos, sin saber muy bien si interpretar aquellas palabras como una afrenta a su fe.

Re recogió su sombrero y se levantó.

– No pasa nada, estaré abajo, en el bar. -Cuando cruzaba la puer_ta añadió-: Rezando por la sabiduría.

Abajo, en el elegante Pabellón de la Fuente, Re se encontró con Merle Rideout y Chevrolette McAdoo, que habían «venido a dar una vuelta por la ciudad» gracias a una afortunada apuesta que Merle ha_bía hecho ese mismo día.

Parejas con flores en los ojales y sombreros de pluma de avestruz paseaban seguras de sí mismas entre las palmeras enanas o se detenían junto a la Fuente Italiana como si estuvieran pensando en zambullir__taba un arreglo dese en ella. En algún lugar, una pequeña orquesta de cuerda interpre Oíd Zip Coon.

Re Ipso contemplaba la superficie de su cerveza.

– Estos días parece cambiado. ¿Tú has notado algo raro?

Merle asintió.

– Algo falla. Antes se enardecía por cualquier cosa… Si estábamos haciendo un diseño y nos quedábamos sin papel, se quitaba el cuello de la camisa y lo usaba para garabatear.

– Últimamente se guarda para sí las ideas, como si por fin se hu__loj y dirigiendo el cotarro.biera dado cuenta de lo valiosas que son. Sabe Dios que lo he visto bastantes veces. Este gran desfile de invenciones modernas que no son más que fanfarrias, el público que se queda boquiabierto diciendo oooh y aaah…, pero en algún sitio, fuera del alcance de la vista, hay siempre algún abogado o contable marcando el compás como un re

– ¿Alguien quiere bailar? -preguntó Chevrolette.

Arriba, en su suite del ático, Scarsdale había ido al grano.

– La pasada primavera, el Doctor Tesla fue capaz de conseguir lec____________________nero con una invención como ésa. Invertir dinero para la investigación de un sistema de energía gratuita sería como tirarlo, y violar, qué mierda, traicionar la esencia misma de lo que se supone que debería ser la historia moderna.so intelecto no ha caído en el detalle de que nadie puede ganar dira podría aprovecharse gratuitamente, en cualquier lugar del mundo, porque utiliza el planeta como elemento de un gigantesco circuito resonante. Es tan ingenuo que cree que puede conseguir financiación para el proyecto, de Pierpont, o de mí, o de un par más. Su poderodo, ya está hablando de algo que él denomina «Sistema Mundial» para producir cantidades ingentes de energía eléctrica, de la que cualquieturas en su transformador de hasta un millón de voltios. No hace falta ser profeta para comprender hacia dónde se encamina esto. En priva

El Profesor estaba sufriendo literalmente un ataque de náuseas. Era el efecto previsible cada vez que se mencionaba el nombre de Tesla. Vómitos. La audacia y el alcance de los sueños del inventor siempre devolvían tambaleándose a Heino Vanderjuice a su oficina en el Laboratorio Sloane, sintiéndose no tanto un fracasado cuan_to alguien que había tomado el desvío equivocado en el laberinto del Tiempo y que ya no podía volver atrás, al momento en que lo tomó.

– Si algo así se llega a crear -decía Scarsdale Vibe-, significará el fin del mundo, no sólo «tal como nosotros lo conocemos» sino como lo conoce cualquiera. Es un arma, Profesor, sin duda lo entenderá, el arma más terrible que haya existido, diseñada no para destruir ejérci_tos o equipo militar, sino la naturaleza misma del intercambio, la larga lucha de nuestra Economía para evolucionar desde la anarquía de una lonja, del todos contra todos, hasta los sistemas de control racionales cuyas bendiciones disfrutamos en el presente.

– Pero… -había demasiado humo en el aire, no tardaría mucho en tener que disculparse y salir de allí-, no veo cómo podría ayudarle.

– ¿Me permite hablarle sin rodeos? Invente un contra-transforma_dor para nosotros. Un aparato que detecte una de esas torres de Tesla en funcionamiento y que luego emita algo equivalente y contrario que neutralice sus efectos.

– Ummm. Me ayudaría ver los gráficos y cálculos del Doctor Tesla.

– Precisamente por eso Pierpont se ha metido en esta historia. Por eso y por su acuerdo con Edison…, pero ya estoy aireando otra vez secretos. Financiando a Tesla, Morgan ha conseguido acceder a todos sus secretos de ingeniería. Y tiene agentes sobre el terreno, prepara_dos noche y día para mandarnos a toda prisa copias fotográficas de cuanto necesitemos saber.

– Bueno, en teoría no veo ningún obstáculo insalvable. Se trata sim_plemente de una inversión de fase, aunque podrían darse fenómenos no lineales cuya escala no seamos capaces de predecir hasta que no construyamos un Dispositivo que funcione…

– Ya me contará los detalles más adelante. Ahora, dígame… ¿cuán_to cree que algo así podría -bajó la voz-… costar?

– ¿Costar? Bueno, yo no sabría…, es decir, no debería…

– Vamos, Profesor -tronó Foley Walker, que sostenía una licorera de whisky del hotel como si tuviera intención de beber a morro-, mi_llón arriba, millón abajo, dé una cifra a ojo.

– Umm…, bueno…, como cifra de partida…, aunque sólo sea por mor de la simetría…, díganme, ¿cuánto le saca el Hermano Tesla al se_ñor Morgan?

– Vaya, ¿quién lo hubiera dicho? -En los ojos de Vibe asomó un brillo de desprecio que, como habían descubierto sus colegas, signifi____________________nera de «apoquinar», tratándose de un proyecto de esta escala.pongo que tengo que llamar a mi equipo de abogados, si no quiero encontrarme colgado en el escaparate de una pollería, a un paso de convertirme en pepitoria. Foley, ¿serías tan amable de dar por nosotros a la manivela y poner una conferencia a larga distancia con Somble, Strool & Fleshway? A ver si nos dan algunas ideas sobre la mejor masaban el rato vagando con sus pensamientos muy, muy lejos… Ya veo que usted, Profesor, no es más que un chalán sin la menor piedad. Sucaba que tenía lo que quería-. Y yo que pensaba que ustedes se pa

La llamada se hizo inmediatamente y Scarsdale, disculpándose, se retiró a un aparato en otra parte de la suite. Al Profesor lo dejaron solo, mirando en las profundidades de su antiguo sombrero, como si fuera una expresión ataviaría de su situación actual. En las últimas se____________________dida de esa amistad?lismo, le habían mirado con algo que parecía aprensión. ¿Cualquier suma que sugirieran los abogados de Nueva York compensaría la pérba muy poco, y hoy los chicos, incluso con su habitual falta de reanalidad era casi palpable en ese salón. A Re ciertamente le importamanas, cada vez más, se había sentido casi como un cilindro vacío, sólo ocupado de manera discontinua por un pensamiento inteligente. ¿Lo que iba a hacer era lo correcto? ¿Debía siquiera estar ahí? La crimi


A los Chicos del Azar no podría habérseles concedido forma más apropiada de «permiso en tierra» que la Feria de Chicago, pues en la gran celebración nacional lo ficticio se daba en el grado exacto para permitir el acceso y la participación de los muchachos. El áspero mun__vertía en real y onírico a la vez todo el periodo de conmemoraciones junto al lago Michigan.do de la no ficción aguardaba más allá de los límites de la Ciudad Blanca, mantenido a distancia durante este breve verano, lo que con

Si se estaban tramando conspiraciones para poner bombas o co_meter otros atentados contra la Feria, el Inconvenience no sólo era ideal para vigilar el recinto de valla a valla, sino también para mantenerse alerta frente a un posible ataque marítimo que se urdiera desde las ori__masiado rápido ni demasiado extravagante para impresionar a nadie durante más de minuto y medio antes de que apareciese la siguiente maravilla. Y elllas del lago. Los visitantes veían la aeronave sobre sus cabezas pero a la vez no la veían, porque ese verano en la Feria, donde los milagros se esperaban como el pan de cada día, nada era demasiado grande, ni de Inconvenience encajaba allí a la perfección, como un nú_mero más cuyo único propósito fuese entretener.

Los chicos emprendieron rondas de vigilancia regulares al día si_guiente. El «sabueso» de White City Investigations se presentó al alba, con un equipo dotado de un telescopio que era digno de un pequeño observatorio astronómico.

– Se me rompió en la Noria -dijo-, pero no sabía cómo compen_sar el movimiento. Se pone borroso y todo eso.

Lew Basnight parecía un joven sociable, aunque no tardó en que_dar claro que, hasta ese momento, ni siquiera había oído hablar de los Chicos del Azar.

– Pero si todo el mundo conoce a los Chicos del Azar -afirmó con perplejidad Lindsay Noseworth-. ¿Qué es lo que leías de pe_queño?

Lew amablemente intentó recordar.

– El Salvaje Oeste, exploradores de África, las historias habituales de aventuras. Pero vosotros, chicos, no sois personajes de un libro de cuentos. -Entonces se lo pensó-: ¿Verdad que no?

– Ni más ni menos que gente como Wyatt Earp o Nellie Bly -su_puso Randolph-. Aunque cuanto más tiempo aparece el nombre de alguien en las revistas, más difícil resulta distinguir la ficción de lo que no lo es.

– Me temo que, más que nada, leo las páginas de deportes.

– ¡Perfecto! -exclamó Chick Counterfly-, al menos así no ten_dremos que volver a la cuestión anarquista.

Lo cual ya le iba bien a Lew, que ni siquiera estaba muy seguro de qué eran exactamente los anarquistas, y eso que la palabra sin duda flotaba en el ambiente. No se dedicaba al negocio detectivesco por creencias políticas. La verdad es que había ido a parar a esa profe____________________rarle con una tristeza que pronto -estando como estaban en Illinois- se avinagró hasta convertirse en lo que se conoce como horror moral.cer, ni siquiera cuándo. Y los que tampoco lo sabían se mostraban todavía desconcertados, como si él lanzara rayos de iniquidad. Los que afirmaban saber de sobras qué había hecho no dejaban de misión por casualidad, debido a un pecado que supuestamente había cometido en el pasado. En cuanto a los detalles de ese desliz, bien, buena suerte. Lew no recordaba qué había hecho o dejado de ha

Le denunciaron en la prensa local. Los repartidores de periódi____________________timidantes le clavaban una mirada de repugnancia.nunciar su nombre irrespetuosamente. Las mujeres con sombreros incos se inventaron morbosos titulares sobre él, que gritaron por todos los lugares públicos día y noche, tomándose incluso la molestia de pro

Llegó a ser conocido como la Bestia del Norte y el Sur.

No le habría venido mal recordar algo, pero lo único que era ca____________________tíficos de todos. «Tal vez», sugirió un risueño oriental, «fuese usted mismo el producto de la alucinación.»sadas», aseguraron unos. «Vidas futuras», dijeron otros swamis seguros de sí mismos. «Alucinación espontánea», diagnosticaron los más cienpaz de traer a su memoria era aquella peculiar bruma. Los expertos a los que acudió en busca de consejo no le dijeron gran cosa. «Vidas pa

– Me ha ayudado mucho, gracias -murmuró Lew, e intentó salir de allí, pero la puerta no se abría.

– Se trata de una mera formalidad. Me han devuelto muchas le_tras de cambio sin pagar.

– Aquí tiene, en efectivo. ¿Puedo marcharme ahora?

– Cuando su ira se haya apaciguado; piense en lo que le he dicho.

– No me ha servido de nada.

Huyó entre los rascacielos de Chicago, tras dejar una nota en el trabajo en la que decía que volvería enseguida. No coló. Un colega le siguió, se enfrentó a él y le denunció públicamente quitándole el sombrero con que se cubría y arrojándolo de una patada en medio de Clark Street, donde le pasó por encima un carro de cerveza.

– No me merezco esto, Wensleydale.

– Tú mismo has mancillado tu nombre.

Y sin decir una palabra más, el hombre se dio la vuelta allí mis__neció en la estival confusión de ruido y luz.mo, en medio del tráfico de la ciudad, se alejó y al instante se desva

Lo peor de todo fue que la adorada esposa de Lew, la joven Troth, al descubrir su despreocupada nota, se encaminó directamente al in__ra, pero cuando se apeó en la Union Station sus reflexiones al ritmo de los raíles habían surtido efecto.terurbano y fue a Chicago, con la intención de suplicarle que volvie

– Nunca más, Lewis, ¿me oyes?, nunca más viviremos bajo el mis_mo techo, jamás.

– Pero ¿qué dicen que he hecho? Te juro, Troth, que no me acuerdo.

– Si te lo dijera tendría que escucharlo otra vez, y con una ya he tenido más que suficiente.

– ¿Y dónde voy a vivir?

Durante su larga discusión habían estado caminando, paseantes por la urbe ignota, y habían llegado a una zona remota y desconoci_da de la ciudad, a un barrio enorme cuya existencia ni siquiera había sospechado ninguno de los dos.

– Me da igual. Vuelve con alguna de tus otras esposas.

– ¡Dios! ¿Y cuántas se supone que tengo?

– Por mí como si quieres quedarte en Chicago. Esta barriada en la que estamos ahora te vendría pintiparada, y sé que yo jamás volve_ré por aquí.

Sumido en una ignorancia tan negra como la noche, lo único que sabía era que le había hecho mucho daño a Troth, y que ni su com____________________feriores, aunque en realidad era porque ella no permitía que cayeran, no hasta que lo hubiera perdido de vista.portar más el dolor de la joven, aquellas lágrimas angustiosas que, como por arte de magia, permanecían petrificadas en los párpados inprensión ni su contrición los salvarían. A esas alturas, ya no podía so

– En ese caso buscaré algún sitio en la ciudad; buena idea, Troth, gracias…

Pero ella ya había parado un cabriolé de alquiler, al que se subió sin mirar atrás, y desapareció de allí rápidamente.

Lew miró a su alrededor. ¿Era eso Chicago todavía? Al empezar a caminar otra vez, lo primero que le llamó la atención fue que en aque__lles, ni siquiera los de las vías más transitadas…; parecían escritos en idiomas extranjeros. No era la primera vez que experimentaba esa especie della zona eran muy pocas las calles que seguían el plano en cuadrícula del resto de la ciudad: todo estaba torcido, las callejuelas irradiaban en forma de estrella desde pequeñas plazas, los rieles de tranvía trazaban curvas muy cerradas que llevaban bruscamente a los pasajeros de vuelta, en dirección inversa a la que ellos habían tomado para llegar hasta allí, aumentando las posibilidades de accidentes de tráfico, y no había un solo nombre que pudiera reconocer en los rótulos de las ca desvanecimiento despierto, que, más que alejarlo, le permitía acceder a un espacio urbano, parecido al mundo que acababa de de__se por sí solos.jar pero diferente en detalles que no tardaban demasiado en revelar

De vez en cuando, una calle se abría a una pequeña plaza, o con____________________bres y mujeres absortos en un lento movimiento ritual, una especie de danza campesina, aunque Lew, que se paró a mirar, no sabía decir del campo de qué país. Al poco, ellos le miraban tos, y había música y danza, vendedores que ofrecían de todo -libros de adivinación, pichones a la parrilla en tostadas, ocarinas y mirlitones, mazorcas de maíz tostadas, gorras de verano y sombreros de paja, gaseosa y granizados de limón-, algo nuevo allá donde se mirara. En un pequeño patio dentro de otro patio, se topó con un grupo de homfluía con otras calles, donde los titiriteros habían montado sus puestambién, como si le co_nocieran y estuvieran al tanto de sus desvelos. Cuando acabaron, le invitaron a sentarse a una mesa bajo un toldo, donde, de repente, ante refrescos y patatas fritas Saratoga, Lew se vio confesándolo «todo», lo que, en realidad, no era mucho.

– Lo que tengo que hacer es descubrir cómo expiar lo que sea que haya hecho. No puedo seguir viviendo así…

– Podemos enseñarle -dijo uno de ellos, el que parecía estar al mando y que se presentó sólo como Drave.

– Aunque…

– El remordimiento sin objeto es una puerta a la liberación.

– Sin duda, pero no puedo pagaros, ni siquiera tengo un sitio don_de vivir.

– ¡Pagar por eso! -A los adeptos que llenaban la mesa les divirtió el comentario-. ¡Pagar! ¡Claro que puedes pagar! ¡Todo el mundo puede!

– Tendrá que seguir no sólo hasta que aprenda el método -infor_maron a Lew-, sino hasta que nosotros estemos seguros de usted. Hay un hotel aquí cerca, el Esthonia, que utilizan los penitentes que acuden a nosotros. Diga que va de nuestra parte, le harán un buen descuento.

Lew fue a registrarse al alto y desvencijado hotel Esthonia. Los recepcionistas del vestíbulo y los botones de servicio se comportaron como si lo estuvieran esperando. El formulario que le dieron para re____________________ra una confesión total podía acarrearlera lo más expresivo posible, peor aún, según una nota legal en cuerpo grande en la parte superior del formulario, cualquier cosa que no fuetante personales, incluso íntimas, y aun así le apremiaron para que fuellenar era extraordinariamente largo, sobre todo la sección titulada «Razones para una Residencia Ampliada», y las preguntas eran bas consecuencias penales. Intentó res_ponder con sinceridad, pese a la resistencia que le ofrecía la pluma que se empeñaron que utilizara, la cual iba dejando borrones y manchas por todo el formulario.

Cuando la solicitud, tras haber sido enviada a través de un tubo neumático a una recepción invisible que debía de encontrarse en la otra punta, por fin regresó con una serie de golpes secos y el sello de «Aprobado» estampado, a Lew le dijeron que uno de los botones le conduciría a su habitación. No esperaban que fuera capaz de encon_trarla solo.

– Pero si no he traído nada, ningún equipaje, ni siquiera dinero…, por cierto, ¿cómo voy a pagarlo?

– Está todo arreglado, señor. Por favor, ahora acompañe a Hershel y procure recordar el camino, porque no volverá a enseñárselo.

Hershel era corpulento para su profesión, parecía más un ex púgil que un jockey uniformado. Los dos juntos apenas si cabían en el di____________________radas, y eso que en ocasiones ni siquiera se desplazaba verticalmente, hasta que por fin llegaron a una planta con una habitación, erigida como un voladizo al viento, que, leras de hierro, cruzar peligrosas pasarelas invisibles desde la calle, sólo para acabar subiendo de nuevo al diabólico aparato en otra de sus paron forzados a bajarse en pasillos llenos de desperdicios, salvar escabía osado hollar ningún pionero de la escalada. Más de una vez se viegiosas, temas que, de empezar siquiera a abordarse, habrían alargado el ascenso durante horas, hasta regiones superiores que todavía no halítica nacional, la agitación laboral e incluso sobre controversias reliqueta en los ascensores, e intentó entablar conversación sobre la pominuto ascensor eléctrico, que daba más miedo que la peor atracción de feria a la que se hubiera subido Lew. El arco azul que surgía de unos cables oscilantes casi sueltos, cuyo aislamiento estaba deshilacliado y cubierto de una espesa capa de polvo grasiento, llenaba el espacio de un fuerte olor a ozono. Hershel tenía ideas propias acerca de la etisoplando desde el lago Michigan, ese día era otoñal e incesante.

Cuando la puerta se abrió de par en par, Lew vio una cama, una silla y una mesa, y se fijó en la llamativa ausencia de más muebles, algo que en otras circunstancias le habría entristecido, pero que ahí fue ca_paz de reconocer, al instante, como perfecto.

– Hershel, no sé cómo voy a darte la propina.

Hershel sacó un billete y dijo:

– Propina inversa. Tráigame una botella de Oíd Gideon y un poco de hielo. La vuelta, se la queda. Aprenda a ser frugal. ¿Empieza a en_tender el acuerdo?

– ¿Pago con mis servicios?

– Eso, y puede que también con algo de ilusionismo. Desaparece como un elfo por no se sabe dónde, cuanto más profesionalmente me_jor, y cuando reaparece tiene el licor, por no mencionar el hielo; fácil de entender.

– ¿Dónde estarás tú?

– Soy un botones, señor Basnight, no un huésped. Un huésped no puede estar en muchos sitios, pero un botones puede andar por cual_quier parte del establecimiento.

Encontrar el bourbon para Hershel fue coser y cantar, lo vendían en todas las puertas que daban a la calle, desde las tiendas de artícu____________________ba, desde el límite de su conciencia, como un tranvía en la lejanía de la ciudad, y que le hacían una invitación fatídica, tal vez peligrosa, a subir y dejarse llevar a zonas desconocidas…ras que no resultaba fácil comprenderlas, tramitadas en idiomas que no siempre entendía, hasta que empezó a sentir que algo se le aproximadoselo como una señal de que lo aceptaban, Lew siguió cumpliendo las tareas que le asignaban, algunas normales y corrientes, otras tan rapeando repetidamente a Lew con una «vara del recuerdo». Tománlos de confección hasta las consultas de dentistas, y todos rechazaron con aspavientos el billete de Hershel, extrañamente encantados de que Lew abriera cuenta con ellos. Cuando por fin encontró al botones, el hielo se había fundido. No se sabe cómo, la noticia llegó a Drave, quien se divirtió de lo lindo, se diría casi que como un desquiciado, gol

A lo largo de todo el invierno, que se asemejó a cualquier invier____________________recía proceder de una inmolación nocturna que ardía en ascuas como si en cualquier momento fuese a estallar en llamas vivas.vaba un espejismo del centro de Chicago, convertido en una especie de acrópolis chillona, cuya luz, combada hacia el rojo del espectro, pacia la nada su cuenta bancaria, asaltado, tanto en el sueño como en la vigilia, por visiones excepcionalmente vividas de Troth, teñidas todas ellas de una ternura que nunca había percibido durante su vida real juntos. Por la ventana, en la lejanía, contradiciendo la llanura, se eleno de Chicago, es decir, una versión bajo cero del Infierno, Lew vivió tan frugalmente como le fue posible, observando cómo menguaba ha

De vez en cuando, sin anunciarse, se presentaba Drave para com_probar los avances de Lew.

– En primer lugar -le avisó-, no puedo hablar en nombre de Dios, pero su esposa no va a perdonarle. Nunca volverá. Si por un momen_to ha creído que ésa sería su recompensa por estar aquí, tendrá que replantearse las cosas.

A Lew empezaron a dolerle las plantas de los pies, como si qui_sieran que las llevaran hasta el centro de la Tierra.

– ¿Y si estuviera dispuesto a hacer lo que fuera para recuperarla?

– ¿Se refiere a una penitencia? La cumplirá de todos modos. ¿No es usted católico, señor Basnight?

– Soy presbiteriano.

– Mucha gente cree que hay una correlación matemática entre el pecado, la penitencia y la redención. A más pecado, más penitencia, y así sucesivamente. Nosotros siempre hemos sostenido que esa relación no existe. Todas las variables son independientes. Uno no hace peniten_cia por haber pecado, sino porque es su destino. Uno no se redime por haber hecho penitencia, sino porque sucede; o no sucede.

»No se trata de nada sobrenatural. La mayoría de la gente tiene una rueda rodando en lo alto, sobre un cable, o unos rieles en la ca_lle, una especie de guía o surco, que los mantiene moviéndose en el sentido de su destino. Pero usted se empecina en ir dando bandazos a su aire. Evita la penitencia y, por tanto, la definición.

– He perdido mi tranvía, y ando desnortado. Y usted intenta ayu_darme a volver al modo en que vive la mayoría, ¿se trata de eso?

– «La mayoría» -repitió Drave sin levantar la voz, aunque Lew se sobresaltó como si lo hubiera hecho- es obediente y boba como un buey. Delirium significa literalmente salirse del surco que uno ha esta_do arando. Considérelo como una especie de delirio productivo.

– ¿Y qué hago con eso?

– ¿Es que no lo quiere?

– ¿Usted lo querría?

– No sabría decirle. Tal vez.

Llegó la primavera, en las calles y parques apareció gente sobre ruedas, con chillonas medias de rayas y gorras «Scorcher» de largo pico. Los vientos del lago eran suaves. Reaparecieron los parasoles y las mi____________________cio, y se rumoreaba que vivía en Lake Shore Drive, en algún punto al norte de Oak Street. Con un vicepresidente de algo.bía vuelto a casar en cuanto se dictó la sentencia definitiva de divorradas de reojo. Troth hacía mucho que se había ido; al parecer, se ha

Una mañana suave y anodina de un día de entre semana en Chi____________________vaído por el humo que empezaba a iluminar Chicago.ta en sueños, que no podía atribuirse de buenas a primeras al sol desperaba en las plantas más altas de los recién estrenados «rascacielos» de estructura de acero. Los caballos se movían por su propio tiempo y espacio. Unos pasajeros resoplaban, se rascaban y leían el periódico, a veces todo a la vez, mientras otros imaginaban que podían volver a sumirse en una especie de sueño vertical. Lew vio a su alrededor una luminosidad hasta entonces desconocida para él, ni siquiera entrevisban más espacio en el tranvía del que hubieran soñado las alas de los ángeles, y tenían sentimientos contradictorios sobre lo que les esban palabras. Las jóvenes amanuenses lucían pequeños sombreros de paja Leghorn y blusas de rayas con enormes hombreras que ocupados en gris. Un paraguas cerrado abollaba un bombín, se intercambiacado, y que más tarde consideraría como un estado de gracia. A pesar de la aciaga historia del tránsito rápido en esta ciudad, del abandono empresarial y de la alta probabilidad de colisión, herida y muerte, la obertura de aquella mañana laborable resonaba tan estruendosa como siempre. Los hombres se acicalaban los bigotes con dedos enguantamió, por un fugaz instante, en un estado que no recordaba haber buscago, Lew se encontró por casualidad en un transporte público, con la cabeza y los ojos inclinados hacia nada en particular, cuando se su

Comprendió que las cosas eran exactamente lo que eran. Y eso le pareció más de lo que podía soportar.

Debió de apearse y entrar en un estanco. Era esa hora temprana en la que, en los estancos de toda la ciudad, los chicos recogen los la__tar haciendo un gesto con la cabeza hacia lo expuesto:drillos que han dejado toda la noche empapándose en cubos de agua y los colocan en las vitrinas para mantener humidificado el inventario. Un individuo gordo y pulcro estaba en la tienda comprando puros nacionales. Miró a Lew un rato, casi examinándole, antes de pregun

– A esa caja del estante de abajo… ¿cuántos colorado-claros le que_dan? Responda sin mirar, a ver.

– Diecisiete -respondió Lew sin que el otro pudiera detectar la menor vacilación.

– Ya sabrá que no todo el mundo es capaz de hacer eso.

– ¿El qué?

– Fijarse en las cosas. ¿Qué era lo que acaba de pasar por delante del escaparate?

– Pequeño cabriolé negro y brillante, tres ballestas, accesorios de bronce, caballo castrado bayo de unos cuatro años, caballero corpu_lento con sombrero flexible y guardapolvo amarillo, ¿por qué?

– Asombroso.

– No tanto, en realidad. Lo que pasa es que nunca lo pregunta nadie.

– ¿Ha desayunado?

En la cafetería de al lado, la multitud que acudía a primera hora ya se había ido. Ahí, un día normal, todo el mundo conocía a Lew, reconocía su cara, pero esa mañana, transfigurada, pareció que nadie lo identificaba.

Su compañero se presentó como Nate Privett, director de perso_nal de White City Investigations, una agencia de detectives.

En las cercanías y también a lo lejos, unas explosiones, que no siempre serían identificadas en los periódicos del día siguiente, pro_ducían despreocupadamente desgarrones en el tejido de la jornada, y Nate Privett fingía prestarles atención.

– El Sindicato de los metalúrgicos -dijo asintiendo-. Después de escuchar unos cuantos, uno desarrolla el oído y los distingue. -Echó almíbar sobre una altísima pila de tortas de las que rezumaba man_tequilla derretida-. Mire, no se trata de ladrones de cajas fuertes, malversadores, asesinos, cónyuges huidos, nada de ese rollo de novela barata, quítese todo eso de la cabeza. Aquí, en Chicago, este año de nuestro Señor, todo gira en torno a los sindicatos, o comoquiera que prefiramos llamarlos, la escoria anarquista -dijo Nate Privett.

– No tengo la menor experiencia con nada de eso.

– Pues he de decir que usted parece cualificado. -La boca de Nate esbozó una fugaz mueca maliciosa-. Me cuesta creer que Pinkerton no le haya tanteado con el trabajo, la paga que ofrecen es casi dema_siado buena para que un hombre no la acepte.

– No sé. Demasiada economía moderna para mí; porque seguro que en la vida hay algo más que salarios.

– ¿Ah, sí? ¿Como qué?

– Bueno, déjeme pensarlo un rato.

– Si piensa que trabajar para el Ojo de Pinkerton es una vida de miseria moral, debería hacernos una visita.

Lew asintió y le tomó la palabra. Casi sin darse cuenta, estaba en nómina, y se fijó en que cada vez que entraba en un despacho, uno de sus colegas le comentaba ostentosamente a otro: «¡Genial, alguien podría ser asesinado ahí fuera!». Cuando por fin aprendió a descodifi_car ese cumplido, Lew ya no se dejó impresionar. Sus habilidades tanto en el despacho como sobre el terreno no eran las peores de la agencia, pero sabía que lo que le distinguía era una desarrollada comprensión de lo invisible.

En White City Investigations, la invisibilidad era un estado sagra__seo de Historia del Sombrero; incontables armarios llenos hasta los topes de alas, barbas postizas, masilla, polvos, kohl y colorete; tintes para la piel y el cabello; luz de gas do, plantas enteras de edificios de oficinas se dedicaban a su arte y ciencia: recursos para disfrazarse que superaban a los de cualquier camerino al oeste del Hudson; hileras de cómodas y espejos que se extendían hasta las remotas sombras; kilómetros de disfraces; bosques de perchas para sombreros que podrían constituir un verdadero Muregulable en cada espejo para simu____________________tencial para el amor imprevisto y para los funerales prematuros, pero cuando él estaba allí, no parecía sencillo que nadie más en «Chicago» conociese con certidumbre su paradero. No se trataba exactamente de invisibilidad. Una excursión.tarse a un lado del día. Dondequiera que entrara, el lugar tenía su propia historia, vasta e incomprensible, sus peligros y éxtasis, su posorios, como si todos los días fueran Halloween, pero al cabo de un tiempo comprendió que no debía hacerlo. Había aprendido a aparnoche. A Lew le divertía pasear por allí probándose distintos acceque en un par de válvulas, la de una cantina de mala muerte a medialar tanto la iluminación de una fiesta en el jardín de la casa de campo de un millonario en Newport como, con tan sólo un pequeño reto


Nate se presentó un día ante la mesa de Lew con una gruesa car__la bicéfala.peta que tenía una especie de blasón real, el cual representaba un águi

– Yo no -dijo Lew apartándose.

– El Archiduque austríaco está en la ciudad, alguien tiene que pro_tegerlo.

– ¿La gente como él no lleva guardaespaldas propios?

– Sin duda, por allá los llaman «Trabanten», pero que algún abo____________________cor, es una amable invitación a reescribir la historia.posiciones didácticas de los terrenos de la Feria y alrededores, vaya, no me preocuparía demasiado, pero lo que pasa con la agenda del joven Francisco Fernando es que prefiere nuestro New Levee y los barrios de mala vida como ése. De manera que cada callejón, cada sombra lo bastante larga para ocultar a un artista de la navaja que le guarde renbajan un par de miles de miserables emigrantes de Europa central que se han venido para acá con el corazón lleno de odio hacia este pájaro y su familia, y tal vez por buenas razones. Si se tratara sólo de las exgado te explique qué es la responsabilidad civil, Lew, yo no soy más que un viejo detective, lo único que sé es que en los Mataderos tra

– ¿Contaré con ayuda, Nate?

– Puedo prescindir de Quirkel.

– ¡No he dicho nada! -fingió gritar Lew con afabilidad.

F.F., como se le denominaba en el expediente, estaba realizando una gira mundial cuyo objetivo oficialmente declarado era «conocer a los pueblos extranjeros». En qué medida Chicago se ajustaba al pro____________________cido principito. Lew se deslizaba como una serpiente de un artificio arquitectónico al siguiente, y todos los días acababa con la do el recinto de arriba abajo y finalmente también por fuera, hasta la Avenida, abordando a actores aficionados que nunca habían estado al oeste de Joliet con desvaríos intraducibles en dialecto vienés y una gesticulación que fácilmente podría haber sido -bueno, que de hecho fue- malinterpretada. Comerciantes uniformados, que se toqueteaban incansablemente los bigotes, miraban a todas partes salvo al enloquetective, ni que decir tiene los de un pipiolo como Lew: recorrienputación que habría puesto a prueba los talentos del más curtido deto de Plata de Colorado, donde, suponiendo que los campamentos debían de incluir necesariamente su cupo de cantineras, procedió a dirigir a su séquito en una animada búsqueda de damas de mala redo el espectáculo del Salvaje Oeste de Buffalo Bill entero con cierta impaciencia y se había demorado en la exposición del Campamenbía hecho acto de presencia en el Pabellón Austríaco, había aguantagrama estaba a punto de verse con más claridad. El Archiduque haropa man_chada de blanco de tanto frotarse contra el «staff», una mezcla de yeso y fibras de cáñamo, ubicuas aquella temporada en la Ciudad Blanca, que pretendían imitar alguna piedra blanca inmortal.

– Lo que en realidad estoy buscando en Chicago -llegó por fin a confesar el Archiduque- es algo nuevo e interesante que matar. En casa matamos verracos, osos, ciervos, lo normal, mientras que aquí, en América, o eso me han dicho, hay enormes manadas de bisontes, ja?

– Lamento decir, Su Alteza, que ya no quedan cerca de Chicago -respondió Lew.

– Ah. Pero en la actualidad, trabajando en su famoso distrito de los Mataderos…, sí hay muchos… húngaros, ¿no es verdad?

– Eh, tal vez. Tendría que revisar las cifras -dijo Lew intentando esquivar la mirada directa de su cliente.

– En Austria -explicaba el Archiduque- tenemos bosques de caza y cientos de ojeadores que conducen a los animales hacia los cazado____________________dida de ingresos.to y nobleza… ¿Le parece posible que nos alquilen los Mataderos de Chicago a mí y a mis amigos para un fin de semana de diversión? Por descontado, compensaríamos a los propietarios por cualquier pérrió radiante a Lew, como si retuviera maliciosamente la última frase de un chiste. A Lew empezaron a escocerle las orejas-. Los húngaros ocupan el escalón más bajo de la existencia animal -afirmó Francisco Fernando-; comparado con ellos, el cerdo salvaje muestra refinamienres, quienes, como yo mismo, estamos esperando para abatirlos. -Son

– Su Alteza Real, descuide que preguntaré sobre el particular, y al_guien le dirá algo.

A Nate Privett le pareció que se trataba sólo de un chiste malo.

– Y ese tipo será Emperador un día de éstos, ver para creer.

– ¿Es que no hay bastantes húngaros en su país para mantenerlo ocupado? -se preguntaba Lew.

– Bien mirado, lo cierto es que nos hace un favor.

– ¿Cómo es posible, jefe?

– Con más anarquistas extranjeros al sur de la calle Cuarenta y sie__cuparse, ¿no?te de los que puedas tener apuntados con un Mannlicher -se rió entre dientes Nate-, seguro que quedarán algunos menos de los que preo

Sintiendo curiosidad por saber quién sería su homólogo en el lado austríaco de ese ejercicio, Lew fisgoneó y se enteró de un par de da____________________ceder a recursos que excedían sus posibilidades, de sentirse cómodo moviéndose en la sombra, de carecer totalmente de principios, y de mostrar un desprecio inflexible por cualquier distinción entre vida y muerte. Enviarlo a América parecía apropiado.tarlo de en medio, destinándolo a un cargo de utilidad menguante que hubieran acordado, pero nadie tuvo muchas ganas de intentarlo. Pese a su juventud, se decía que daba la impresión de ser capaz de acmostrado en su país su valía como asesino, y especialmente letal, según parecía. El protocolo habitual de los Habsburgo habría llevado a quitos. El joven Max Khäutsch, recién ascendido a capitán en los Trabanten, cumplía aquí su primera misión en el extranjero, como jefe sobre el terreno del «Servicio Especial de Seguridad K &K», tras haber de

Lew lo encontró simpático…, los planos oblicuos de su cara reve__bellón Austríaco, acompañado de un surtido de alimentos cocidos.laban un origen en algún punto de la inmensidad eslava de Europa, por aquel entonces apenas visitada por el viajero ocioso… Adoptaron la costumbre de tomar un café a primera hora de la mañana en el Pa

– Y éste puede ser de especial interés para usted, señor Basnight, teniendo en cuenta la muy conocida Kuchenteigs-Verderbtheit o depra_vación repostera del detective americano…

– Bueno, nosotros…, nosotros procuramos no hablar del tema.

– So? Pues en Austria se comenta mucho.

Pese a las aptitudes policiales del joven Khäutsch, el Archiduque conseguía, no se sabe cómo, darle esquinazo una y otra vez.

– Quizá soy demasiado listo para manejar con eficiencia la estupi_dez de los Habsburgo -decía pensativo Khäutsch.

Una noche que parecía que Francisco Fernando se había caído del mapa del Gran Chicago, Khäutsch descolgó el teléfono y empezó a llamar a toda la ciudad, hasta llegar finalmente a White City Investigations.

– Iré a echar un vistazo -dijo Lew.

Tras una prolongada búsqueda que incluyó algunos de sus esta__razón del por aquel entonces barrio de los vodeviles y las diversiones para negros, abriéndose paso a gritos hacia una noche que prometía, en el mejor de los casos, un par de momentos fastidiosos. Organillo, cerveza verde, un par de mesas de billar, chicas en las habitaciones del piso de arriba, humo de puros de esos que van a dos por penique…blecimientos favoritos más obvios, como el Silver Dollar y la Everleigh House, Lew encontró por fin al Archiduque en el Boíl Weevil Lounge, un bar de negros en el treinta y tantos de South State, el co

– ¡Sórdido! -chillaba el Archiduque-. ¡Me encanta!

Hasta cierto punto, Lew también se lo pasaba bien en esta parte de la ciudad, a diferencia de algunos de los agentes de White City, a los que atemorizaban un tanto los negros, que últimamente habían ido llegando en cantidades crecientes desde el Sur. Había algo en aquel barrio que le atraía, tal vez la comida -sin duda era el único sitio en Chicago donde un hombre podía encontrar un fosfato de naranja de__siderarse precisamente acogedora.cente-, aunque en aquel preciso instante la atmósfera no pudiera con

– ¿Qué está mirando? ¿Acaso quiere robar eine… Wassermelone?

– ¡Ooooh! -exclamaron varios de los presentes que lo oyeron.

El ofendido, un individuo corpulento y de aspecto peligroso, no daba crédito a lo que había escuchado. La boca empezó a abrírsele lentamente mientras el príncipe austríaco proseguía:

– Algo sobre… tu…, espera…, deine Mutti, como dirían ustedes, tu…, tu madre, que juega de tercera base en los White Stockings de Chi_cago, nicht wahr? -dijo mientras los parroquianos empezaban a diri__ción, y le dijeron: no, no, señora, esto es la Feria Mundial, no la Fea Mundial.girse tímidamente hacia las salidas-, una mujer poco agraciada, de hecho es tan gorda que para ir de sus tetas a su culo uno tiene que subirse al Ferrocarril Elevado. Una vez intentó entrar en la Exposi

– Ándate con cuidado, idiota, hablando así te voy a pelar el culo, ¿de dónde coño eres, de Inglaterra o una mierda por el estilo?

– Esto…, Su Alteza Real -murmuró Lew-, si pudiéramos hablar un momento…

– ¡No pasa nada! ¡Sé cómo hablarle a esta gente! ¡He estudiado su cultura! Escuche…, 'sí los, Hund? Boogie-boogie, ja?

Lew, al que se suponía instruido en los métodos del Este, no se permitía el lujo del pánico, pero a veces, como en ese momento, po_dría haberse tomado una dosis homeopática, aunque sólo fuera para mantener activa su inmunidad.

– Completamente loco -anunció agitando el pulgar hacia F.F.-; en sus buenos tiempos se escapó de los manicomios más lujosos de Euro__te… -bajó la voz-: ¿cuánto dinero lleva pa, y le queda muy poco del seso con el que nació, salvo, seguramenencima. Alteza?

– Ah, entiendo -murmuró el imperial bribón. Se volvió hacia los presentes y dijo-: ¡Cuando Francisco Fernando bebe -gritó-, todo el mundo bebe!

Lo que ayudó a restaurar cierto grado de civismo en el salón y, al poco, casi de alegría, a medida que las elegantes corbatas se empapa__to, y los clientes reanudaban el baileban de espuma, el pianista salía de debajo de la barra y volvía a su pues two-steps sincopado. Poco después alguien empezó a cantar Todos los macarras me parecen iguales, y la mi__te hacia la puerta de la calle, pensó que lo más sensato sería imitarlo. Como era de esperar, justo antes de deslizarse fuera, Der tad del salón lo acompañó. Sin embargo, Lew, al percatarse del modo en que el Archiduque avanzaba lenta, sigilosa pero inequívocamenF.F. esbozó una sonrisa demoníaca y chilló:

– ¡Y cuando Francisco Fernando paga, todo el mundo paga!

Dicho lo cual, desapareció, y fue casi una hazaña que Lew saliera de allí con las nalgas intactas.

Fuera se encontraron al Trabant Khäutsch con un taxi de dos ca__do y demás, Khautsch comentó distraídamente:ballos listo para salir al instante, y el Mannlicher de dos cañones del propio Archiduque apoyado despreocupada pero visiblemente sobre su hombro. Mientras se alejaban a toda prisa esquivando vehículos de arrastre, carruajes privados, furgones de policía con sus gongs resonan

– Si alguna vez pasa por Viena y por cualquier razón necesita un favor, no dude en llamarme.

– En cuanto aprenda a bailar el vals me pondré en camino.

El Archiduque, que esbozaba una mueca digna de un niño al que han interrumpido en su travesura, no dijo nada.

Lew estaba a punto de salir hacia Kinsley para tomarse un bistec de última hora cuando Nate le convocó al despacho y, estirando el brazo, cogió un nuevo expediente.

– El bueno de F.F. se irá de la ciudad dentro de un par de días, Lew, pero mientras tanto aquí tienes algo para esta noche.

– Creí que podría dormir un poco.

– La anarquía nunca duerme, hijo. Se reúnen en la línea del ferro_carril elevado a un par o tres de paradas de aquí, quizá te interese echar un vistazo. Hasta puede que aprendas algo, quién sabe.

Al principio, Lew creyó que era una iglesia -por los ecos, por el olor-, aunque en realidad, al menos durante los fines de semana, se hacía servir como pequeño teatro de variedades. Sobre el escenario había ahora un atril flanqueado por un par de lámparas de gas con manguitos incandescentes, tras el cual se encontraba un individuo alto con mono de trabajo, que se identificó al instante como el predi____________________tando los insultos de la jornada…ras de cargar, descargar y recorrer las avenidas del desempleo, soportidad sorprendente, con las señales visibles de sus oficios -cicatrices de las cuchillas de las empaquetadoras de carne, bizqueras de las labores de aguja prolongadas más allá de las fronteras del sueño bajo una luz pésima sin horario-, mujeres con pañoletas, con tocados de croché, con sombreros extravagantemente floreados, sin ningún sombrero, mujeres que sólo buscaban poner los pies en alto después de demasiadas hotudiantes tanteando las posibilidades de armar follón… Mujeres en cancador ambulante anarquista Reverendo Moss Gatlin. El público -Lew sólo había esperado ver un puñado de descontentos- era numeroso, y al cabo de un rato llegó incluso a desbordarse por la calle. Parados de fuera de la ciudad, exhaustos, sin bañar, flatolentos, sombríos…, es

Había un italiano con un acordeón. Los presentes empezaron a cantar, del Workers' Own Songbook, aunque casi sin recurrir al texto, fragmentos corales que incluían la reciente versión de Hubert Parry del Jerusalén de Blake, considerada no sin buenas razones como un gran himno anticapitalista disfrazado de pieza coral, con un ligero retoque en el último verso: «En esta nuestra verde y agradable tierra».

Y otra que decía:


Feroces como la tormenta invernal,

fríos como la nieve que todo lo cubre,

muelen los molinos de la Avaricia.

Alto vuela el enemigo de ojos crueles…

¿Dónde está la mano de la misericordia,

dónde está el rostro amable,

dónde, en esta matanza indiferente,

encontraremos el lugar prometido?

Sudados, despreciados y sin hogar,

insultados bajo la bota del banquero,

nos helamos ante sus escaparates cubiertos de escarcha,

mientras ellos acarician el botín que han comprado con sangre…

El amor nunca perdonó a un pecador,

el odio nunca curó a un santo,

pronto llegará la noche del ajuste de cuentas,

y entonces que no desmaye vuestro corazón,

enséñanos a salir de nuestro refugio,

enséñanos a amar el frío,

la vida es para los libres y los audaces,

la muerte, para los mezquinos y los vendidos.


… pasando del modo menor con el que se había venido cantando des____________________curable…cardía que, si no llegó a quebrar exactamente el corazón de Lew, sí abrió una delgada grieta, la cual, con el tiempo, iba a demostrarse inde el principio al mayor, y acabando con una cadencia tercera de Pi

Porque hubo algo que le chocó y que no podría denominarse de otro modo que raro. Ni Nate Privett, ni la plantilla entera del WCI, ni, huelga decirlo, la mayoría de los clientes de la Agencia tenían muy buena opinión de los sindicatos de trabajadores, y menos aún de los anarquistas de cualquier tipo, si es que llegaban a ver alguna diferen____________________pre, con él saliendo por la puerta, de noche, camino de la parada del Tren Elevado y de su siguiente misión.terior. Lew se dio cuenta de que este asunto no terminaría como siemles. Aun así, ahí estaban, manifestando las ideas más subversivas como la gente normal charlaría sobre las cosechas o el partido de la noche anve veterano le habría costado distinguirlos de los americanos normados y amante de las bombas; es más, si se les daba una buena noche de sueño y un par de comidas como era debido, incluso a un detectitaba, ni de lejos, a la descripción del Rojo barbudo, de ojos desorbitana de americanos, de eso no cabía duda, incluso lo eran los nacidos en el extranjero, a poco que uno pensara de dónde venían y lo que habían esperado encontrarse aquí, y todo lo demás; en cualquier caso, americanos en sus oraciones, y sí, es posible que algunos llevaran cierto tiempo sin afeitarse, pero era evidente que ninguno de ellos se ajussiblemente ni siquiera del todo humanos. Pero ahí estaba esa sala llete víctimas de los engaños, y que no eran del todo americanos, pocia entre ellos. En la oficina se daba por sentado que los obreros y las obreras eran todos malvados en mayor o menor medida, seguramen

Debió de ser por aquel Archiduque austríaco. Proteges a un miembro de una familia real, y todo el mundo empieza a hacer su____________________dían tolerar.lares del ejército del dolor, los profetas que habían visto América tal como debía ser en visiones que los guardianes de América no poteranos de los Mataderos con dedos amputados, los soldados irregutes huelguistas ataviado con alguno de los miles de disfraces de WCI, aprendiendo lo suficiente de varias lenguas eslavas para ser creíble en los tugurios donde, desesperados, se reunían los descontentos, los vebricas, inhalando humo de carbón, recorriendo las líneas de piqueposiciones. Dado que en estos tiempos los anarquistas y los jefes de Estado se definen por ser enemigos naturales, la lógica dictaba que Lew se convirtiera en el agente ideal para disparar a los anarquistas cada vez que asomaran en la galería de tiro de la historia cotidiana. Sobre su mesa empezaron a ir a parar con cierta regularidad notas relacionadas con anarquistas. Y así se encontró junto a vallas de fá

Al poco, junto con las docenas de archivadores llenos con la in____________________do por un nimbo de alegría tan falsa como una de esas colonias de ron de laurel a cinco centavos el cuarto:zó a robarle personal, pronto en mayor número del que Nate podía permitirse perder. Un día entró saltando en el despacho de Lew rodeapia sede de White City, a medida que el Ojo que No Duerme empeclusivo, se preguntaban cómo la advenediza White City osaba aspirar a algo más que migajas. El malestar también se hizo patente en la proformación que había ido acumulando, Lew se mudó a su propio despacho, ante cuyo umbral aparecieron al instante funcionarios del gobierno y magnates de la industria que, tras haber entregado sus sombreros en el antedespacho, le pedían respetuosamente un consejo de cuyo valor de mercado Nate Privett se cuidaba de estar al tanto. Como era de esperar, esto dio lugar a murmuraciones en el negocio, sobre todo por parte de los agentes de Pinkerton, habiendo dado por supuesto que el anarquismo americano era su tarro de galletas ex

– Buenas noticias, agente Basnight, ¡acabas de subir otro peldaño en la escalera de tu carrera! ¿Qué te parece… «Director Regional»?

Lew levantó la mirada con cara de póquer.

– ¿Qué «región» es esa a la que me mandan de una patada, Nate?

– ¡Lew, no te hagas el gracioso! ¡Un poco de seriedad!

WCI había decidido abrir una oficina en Denver, le explicó Nate, y, con más anarquistas por metro cuadrado de los que podían contar_se, ¿quién mejor que Lew para dirigir la operación?

Como si no fuera una pregunta retórica, Lew empezó a proponer una retahila de nombres de colegas, todos con más antigüedad que él, hasta que el ceño de Nate se frunció más de lo necesario.

– Muy bien, jefe, ya lo he entendido. No depende de usted, ¿no iba a decir eso?

– Lew, ahí fuera hay minas de oro y plata. Pepitas a patadas para el que las quiera recoger. Favores a los que puedes poner el precio que quieras.

Lew cogió una panetela y la encendió. Tras dos o tres lentas ca_ladas, dijo:

– ¿Ha salido alguna vez de trabajar en esta ciudad cuando toda____________________sos preparativos para el negocio vespertino, y las lunas brillan, con las calesas alineadas frente a los hoteles, y…?des avenidas y en la orilla del lago, y las chicas salen de las oficinas y las tiendas y van camino de sus casas, y los restaurantes hacen ruidovía hay luz en el cielo y las farolas acaban de encenderse por las gran

– No -respondió Nate mirándole con impaciencia-, no muy a menudo. Trabajo hasta muy tarde para eso.

Lew exhaló un anillo de humo, seguido de otros concéntricos.

– Bien, a la mierda, Nate. Vayamos, pues.

No sabía por qué, pero a Lew le incomodaba contarles a los Chi__jando con ellos, casi había llegado a cos del Azar lo de su traslado. En el breve tiempo que llevaba viasentirse más en casa a bordo del Inconvenience que en la Agencia.

La visibilidad era hoy ilimitada, el lago que brillaba con un mi__sica ascendían desde los pabellones de la Avenida, un bombo latía allí abajo como el pulso de una criatura colectiva.llón de reflejos, las pequeñas lanchas y góndolas eléctricas, el gentío en las plazas contiguas a los descomunales edificios de la Exposición, la blancura de aquel lugar, casi insoportable… Débiles tintineos de mú

El Profesor Vanderjuice había subido ese día, tras concluir los asun_tos que le hubieran retenido en Chicago. Los reflejos de detective de Lew le avisaron de que en aquel académico bien parecido había algo profundamente evasivo, algo que, suponía, también habían percibido los chicos, y que, en cualquier caso, ellos debían aclarar. Su presencia no facilitaba a Lew la tarea de dar la noticia, pero al final acertó a soltar:

– Maldita sea, voy a echar esto de menos.

– Todavía faltan unas semanas para que cierre la Feria -dijo Ran_dolph.

– Para entonces ya me habré ido. Me envían al oeste, amigos, y me parece que para mucho tiempo.

Randolph le miró con comprensión.

– Al menos, le han dicho adonde le envían. Después de las cere_monias del día de clausura, nuestro futuro es una página en blanco.

– Puede que no sea el Oeste que usted se espera -intervino el Pro____________________ción. La charla trataba de que la frontera del Oeste, que todos creíamos conocer por las canciones y los relatos, ya no estaba en los mapas sino que había desaparecido, había sido absorbida, carecía del menor interés.lebraban una convención en la ciudad y, de paso, claro, para la Exposifesor Vandeijuice-. El pasado julio, mi colega Freddie Turner vino de Harvard y dio una conferencia a un puñado de antropólogos que ce

– Para mostrarle a qué se refiere el Profesor -dijo Randolph, que tomó el timón e hizo que el Inconvenience virase tierra adentro, rum_bo al noroeste, hacia los Mataderos.

– Sí, aquí -prosiguió el Profesor señalando con la cabeza hacia los Mataderos mientras los sobrevolaban-, aquí es donde por fin termina la gran cañada, junto con el Cowboy Americano que solía vivir en ella y de ella. Da igual cuán inmaculado haya mantenido su nombre, a cuántos malvados haya sobrevivido indemne, cómo haya tratado a sus caballos, a qué chicas haya besado pudorosamente o les haya cantado serenatas con su guitarra, o con cuáles haya salido y montado la de Dios, todo eso está ahí, en el sendero de polvo, y ya nada importa, pues ahí abajo encontrará usted la húmeda convergencia y la gran es____________________do dentro, la carnicería y la sangre justo detrás del último vertedero; y al cowboy le espera un destino semejante. Mire. -Le pasó a Lew unos gemelos-. ¿Ve ese pequeño carro de pasajeros ahí, girando en la calle Cuarenta y siete?la hacia esas últimas puertas, con los dispositivos aturdidores esperanpabilarla y mantener su atención en la única tarea que importa, llevarzones de Wackett para derribar a los animales, junto con las cuchillas que todo el mundo lleva, claro, y los payasos del rodeo farfullan en una jerga incomprensible no para distraer a la bestia, sino más bien para esrar, las únicas armas a la vista son los instrumentos de Blitz y los puncena final de su relato de penurias y sequías y de su ingrata vocación, es como el Espectáculo del Salvaje Oeste de Buffalo Bill invertido: los espectadores invisibles y silenciosos, nada que celebrar ni conmemo

Mientras la aeronave descendía y se acercaba, Lew observó que el vehículo abierto se detenía tras las puertas de Halstead Street para descargar su pasaje, y comprendió, con cierta perplejidad, que era un grupo de excursión, gente que había venido a la ciudad para hacer un tour por las salas de sacrificio y las de embutidos, a pasar una ins__tructiva hora viendo degüellos, decapitaciones, desolladuras, destripamientos y desmembramientos. «¡Eh, mamá, ven a ver a esos pobres desgraciados!», y seguían al ganado en su tétrico trayecto desde su lle____________________grafías y latas de carne «Top Gourmet Grade», famosas porque solían incluir dedos y otras partes del cuerpo de trabajadores descuidados.dena móvil traía las reses muertas colgadas de ganchos a las cámaras frías. A la salida, los visitantes encontraban una tienda de recuerdos, donde podían adquirir diapositivas estereoscópicas, postales con fotocos habían oído antes, hasta que por fin, en majestuoso desfile, la cagada en vagones, entre olores de mierda y productos químicos, grasa rancia y tejidos enfermos, agonizantes y muertos, y un estridente coro de fondo de terror animal y de griterío en lenguas humanas que po

– No crea que por eso voy a dejar de comer bistecs -dijo Lew-, pero, sí, hace que uno piense en lo alienados que deben de estar esos tipos de ahí abajo.

– De eso se trata -asintió el Profesor-. Acaba la frontera y empie__tía, inequívocamente, como una línea de separación, y sabía que si se paraba a mear el líquido correría en dos sentidos a la vez.za la alienación. ¿Causa y efecto? ¿Cómo demonios voy a saberlo? Me pasé los años de mi juventud alocada allá donde usted se dirige, en Denver, Cripple Creek y Colorado Springs; cuando todavía existía una frontera, uno sabía en todo momento dónde estaba y cómo llegar a ella, y no siempre se encontraba entre nativos y extranjeros ni entre anglos y mexicanos ni entre la caballería y los indios. Pero uno la sen

Pero si la Frontera había desaparecido, ¿significaba eso que Lew también estaba a punto de alienarse? ¿Que sería enviado al exilio, a un silencio más allá del silencio, como justo castigo por un crimen re__no hecho con habilidad en el tejido del tiempo y ceñido con fuerza, entregado al control de poderosos agentes que no le querían bien?moto y antiguo siempre a un paso de ser recordado, en un estado casi de aturdimiento, en una semivigilia semejante al nudo de un ciruja

Los chicos regalaron a Lew un alfiler de miembro honorario de los Chicos del Azar de oro y esmalte para llevar debajo de la solapa; al enseñarlo a cualquier rama de la Organización en cualquier parte del mundo, tendría derecho a todos los privilegios de los visitantes pro____________________na, discutieron hasta tarde sobre la cuestión recurrente de introducir armas de fuego a bordo delron con bastante sinceridad, pero esa noche, tras la Revista Vespertivistos de él que estipulaban los Estatutos de los Ch. del A. A cambio, Lew les dio un telescopio de detective en miniatura disimulado como un reloj de cadena, que también contenía una bala del calibre 22 que podía dispararse en caso de emergencia. Los chicos se lo agradecie Inconvenience. En el caso del regalo de Lew, la solución era bastante sencilla: mantenerla descargada. Pero la cues_tión general seguía abierta.

– En este momento puede que todos seamos amigos y hermanos -supuso Randolph-, pero históricamente el arsenal de toda nave im__gue su hora, ocupando un espacio que, sobre todo en una aeronave, podría ser destinado a funciones más útiles.plica un riesgo indeterminado de problemas potenciales: una atracción para posibles amotinados, sin ir más lejos. Ahí está, esperando que lle

Resultaba más difícil tratar abiertamente el otro riesgo, y todos -con la posible excepción de Pugnax, cuyos pensamientos no era fá____________________paz de seguir adelante, un desdichado Chico del Azar había decidido poner fin a su vida, y la elección abrumadoramente mayoritaria entre los diversos métodos posibles había sido la «zambullida a medianoche», sencillamente saltar por la borda durante un vuelo nocían casos, comentados en voz baja durante los servicios, pero que eran más verosímiles que los rumores ociosos o los cuentos del cielo, en los que el cumplimiento prolongado de un deber había impuesto exigencias tan tremendas sobre la moral que, de vez en cuando, incacil adivinar- se encontraron hablando con eufemismos. Pues se conocturno; aun así, para aquellos que preferían depender menos de la altitud, cualquier arma de fuego a bordo supondría un atractivo irresistible.

Últimamente el ánimo jovial, tomado al principio casi como una condición natural de la vida en el Inconvenience, se iba revelando poco a poco como un bien precario. A los chicos les daba la impresión de que estaban retenidos bajo el influjo de un hechizo secreto. El otoño penetraba profundamente entre las desoladas manzanas de la ciudad, algo inquietante se percibía en el runrún de la vida aquí, invisible a veces y furtivo como los tacones desgastados de unas botas perdién____________________to, blanco y moscatel.cidas por aquí como «Mickeys» y que ofrecían tres tipos de vino: tingados de grasa y ternilla, malos olores, mujeres de ceño fruncido que abofeteaban la carne y el pan para hacer los sándwiches, un cucharón tembloroso que golpeaba la salsa de carne, tan harinosa que parecía yeso, con las miradas bajas todo el día, y detrás de ellas, ante el espejo, se elevaba una pirámide de botellas en miniatura, muy baratas, conodose tras las esquinas de los majestuosos pórticos que frecuentaban los chicos, en grandes salas desvencijadas, entre los olores de grasa animal rancia y de amoniaco por el suelo, con mesas de vapor acristaladas que ofrecían tres tipos de sándwich -cordero, jamón o ternera-, todos car

Cuando no iban tambaleándose por ahí casi tan torpemente como un borracho, los chicos se reunían a cenar esos espantosos sándwiches húmedos y secos, bebían el vino barato y comentaban con humor con_trariado lo rápidamente que parecía engordar cada uno ante la vista de los demás.

– ¡Un momento, colegas! -protestó Randolph-, tenemos que pro_curar salir de esto.

Empezaron a imaginarse, cada uno por su cuenta pero también co____________________tado que, según habían aprendido, a menudo anunciaba algún cambio.vador no era Lew Basnight. El había seguido su camino, como tantos otros en sus vidas, y ellos continuaban sumidos en un ensueño fragmenmiración unánime que despertara en la tripulación, resultó que ese salpo, tan poco digno de confianza, y les restituiría su valentía perdida, la que habían demostrado durante tantos años; sin embargo, por más advolvería a cada cual su inocencia, que los ayudaría a renunciar a su cuerlectivamente, un salvador que entraba en los espacios de la tripulación, se movía entre ellos, sopesaba, elegía; una criatura imaginaria que de

Y, como era de esperar, una mañana los chicos encontraron, meti__mano, órdenes que habían sido entregadas discretamente por la noche.dos sin miramientos entre dos ramales de las amarras, como siempre sin guardar la menor relación con nada que hubieran imaginado de ante

– Hacia el este es casi lo único que dice -comentó Randolph con contenida consternación-, este cuarta al sudeste.

Lindsay sacó las cartas. Las especulaciones empezaron a ocupar la jornada. En el pasado bastaba con conocer los vientos y saber cómo soplaban en cada estación del año para hacerse una idea aproximada de hacia dónde se dirigían. Pero en la actualidad, como el Inconvenience empezaba a disfrutar de sus propias fuentes de energía, había otras corrientes mundiales que tener en cuenta: líneas electromagnéticas de fuerza, avisos de tormentas de Éter, movimientos de población y ca_pital. Nada que ver con la profesión aerostática que los chicos habían aprendido.

Más adelante, después de la jornada de clausura, mientras el otoño se intensificaba sobre la corrupta pradera, mientras el denostado Hal____________________rante el ados y a los hambrientos que siempre habían estado allí, incluso duras abandonadas de la Exposición acabarían alojando a los desemplecón, millas más arriba, ensayaba invisiblemente su repertorio ártico de descenso rápido, asalto implacable y éxtasis de almas, las estructumomento cumbre de la temporada de prodigios que acababa de finalizar. El Campamento de Minas de Plata de Colorado, como las otras exposiciones, fue ocupado por vagabundos, ilegales, madres con bebés de pecho, camorristas contratados para controlar la Exposición que ahora, cuando su valor de mercado había desaparecido, regresa____________________vaban recuerdos depañía de los de su propia especie, algunos de los cuales todavía conserban a los consuelos de la bebida, perros y gatos que preferían la com Pugnax y sus conversaciones y de las excursiones que habían hecho. Todos se acercaban cada vez más a las hogueras en_cendidas con los escombros de la Exposición, que antes habían sido la sustancia misma de la maravilla, a medida que las temperaturas bajaban.


Poco después de que Erlys se fugara con Zombini el Misterioso, Merle Rideout soñó que estaba en un gran museo, un compuesto de todos los museos posibles, entre estatuas, cuadros, loza, amuletos tradi____________________ficos, apareciótera era por sí sola una especie de museo a pequeña escala, un museo de su vida, llena de viejos tickets picados, recetas, notas para sí mismo, nombres y direcciones de personas medio olvidadas, u olvidadas por completo, de su pasado. En medio de todos aquellos desechos biográtar, desconfiado, amargado y desabrido, que podría o no ser un guardia del museo, le agarró, reteniéndolo con la sospecha de que había robado algún pequeño objeto artístico, y le exigió que se vaciara los bolsillos, así como la abultada y envejecida cartera de cuero que llevaba. A su alrededor se congregó una multitud, entre ella el grupo conocido-desconocido con el que había ido, y todos miraban en silencio. La carcionales, maquinaria arcaica, aves y animales disecados, instrumentos musicales obsoletos y pasillos enteros llenos de objetos que no podría ver. Estaba allí con un pequeño grupo de gente a la que no conocía, aunque, en el sueño, le parecía que sí. De repente, ante una vitrina de armas japonesas, un empleado con ropa de calle hecha jirones, sin afei un retrato en miniatura de ella. Se despertó y comprendió al instante que el único propósito del sueño era recordarle, con un diabólico circunloquio, a Erlys Mills.

Su nombre nunca desapareció del todo de las charlas cotidianas. Casi desde el mismo momento en que aprendió a hablar, Dally había sido muy buena planteando todo tipo de interesantes preguntas.

– Y, entonces, ¿qué fue lo primero que te atrajo de ella?

– No se escapó corriendo cuando le dije lo que sentía.

– Amor a primera vista, ¿algo así?

– Me imaginé que no tenía sentido ocultarlo. Minuto y medio más tarde se lo habría imaginado de todos modos.

– Y…

– Para empezar, ¿qué pintaba yo en Cleveland?

Y así, fragmentariamente, era como Dally oía hablar de su madre. Un día Merle había leído un artículo en el Hartford Courant sobre una pareja de profesores del Case Institute de Cleveland que planeaban un experimento para ver cuál era el efecto, si es que tenía alguno, del movimiento de la Tierra sobre la velocidad de la luz a través del Éter luminífero. El ya había oído hablar vagamente sobre el Éter, aunque, con su propensión a centrarse en el aspecto práctico de las cosas, no le veía mucho uso. Existe, no existe, qué tiene que ver eso con el pre_cio de los nabos. Y, para empezar, cualquier cosa que sucediera a la velocidad de la luz implicaría demasiadas incógnitas, sería algo más próximo a la religión que a la ciencia. Habló un día del tema con su amigo de Yale el Profesor Vandeijuice, que acababa de salvar otro de los contratiempos de laboratorio que lo habían hecho famoso y, como siempre, olía a sal de amoniaco y llevaba el pelo chamuscado.

– Una pequeña confrontación con la Máquina electrostática de Topler, nada de que preocuparse.

– Supongo que será mejor que vaya a echar un vistazo. Probable_mente sea otra vez el tren del engranaje.

Pasearon entre las sombras de los olmos, comiendo sándwiches y manzanas que llevaban en una bolsa de papel, un «picnic peripatéti__tilo de conferenciante.co», como el Profesor lo denominaba, cayendo ahí también en su es

– Tiene razón, por descontado, el Éter siempre ha sido una cues____________________minutos remolinos que la teoría ha acabado requiriendo.to Eterista se reconoce una propensión hacia lo continuo frente a lo separado. Por no mencionar una inmensa paciencia con todos los digún Éter que la transportara. La verdad es que en el carácter del devositiva y negativa», y así sucesivamente, en una lista casi tan larga como el Credo de los Apóstoles. Ciertamente todo depende de la creencia en la ondulación de la luz: si la luz estuviera compuesta de partículas, podría salir disparada a través del espacio vacío sin necesidad de nindie; por el momento, todo es una cuestión de fe. Lord Salisbury dijo que no era más que un nombre para el verbo «ondular». Sir Oliver Lodge lo definió como «una sustancia continua que llenaba todo el espacio, que puede hacer vibrar la luz… y dividirse en electricidad potión religiosa. Algunos no creen en él, otros sí, nadie convencerá a na

– ¿Cree que merece la pena ir a Cleveland por eso?

– Señor Rideout, en este momento nos desplazamos a través de una especie de crepúsculo voraginoso, sosteniendo en alto el faro de las Ecuaciones de Campo de Maxwell y entrecerrando los ojos para en____________________ca lámpara de arco que necesitamos para iluminar nuestros pasos en el siglo venidero. No conozco al hombre personalmente, pero de todos modos le escribiré una carta de presentación, daño no le hará.lín, pero sin demasiado cuidado. Este de ahora podría ser la gigantescontrar nuestro camino. Michelson ya realizó este experimento, en Ber

Merle había nacido y se había criado en el noroeste de Connecticut, una región de fabricantes de relojes, armeros e inspirados cal____________________cia el oeste.te, las mismas agujas blancas de las iglesias congregacionalistas, incluso las mismas vallas de piedra…; más Connecticut, sólo que desplazada hade hacía años, desde antes de la independencia americana, parte de la concesión de tierra original de Connecticut. De ahí que, pese a los días y noches de viaje, Merle tuviese la extraña sensación de que no había salido del estado: las mismas casas sencillas de fachada de gabledereros, de manera que ese viaje a la Reserva del Oeste era tan sólo una versión personal de la migración yanqui en general. Esta franja de Ohio justo al oeste del río Connecticut había sido considerada des

Merle llegó a la «Ciudad del Bosque» y la encontró obsesio____________________te inútiles interrogatorios a cualquiera cuyo aspecto no les hiciera gracia, lo que abarcaba a una gran parte de la población, incluido Merle, al que pararon en Rockville Street cuando se bía sido detenido, acusado de un robo de pieles. Los chicos que vendían la prensa contaban la historia a gritos, y los rumores corrían como los insectos en verano. Los policías se pavoneaban por todas partes, sus rígidos sombreros negros brillaban como los yelmos de los guerreros de la antigüedad. Los matones uniformados de azul del jefe Schmitt estaban deteniendo y sometiendo a largos y básicamennada con la persecución del simpático bandido Blinky Morgan, al que buscaban por haber asesinado presuntamente a un agente del orden cuando intentaba rescatar a un miembro de su banda que hadirigía hacia el Case Institute.

– ¿Qué llevas en la carreta, hijo?

– Nada raro. Pueden mirar lo que quieran.

– Vaya, esto es nuevo, por lo general nos sueltan chistes de Blinky.

Merle se enredó en una larga y confusa descripción del experi____________________mero distantes y, al poco, truculentos.mente compartido por los policías, quienes empezaron a mostrarse primento Michelson-Morley, y de su interés por él, que no era precisa

– Por lo visto, tenemos aquí otro candidato para Newburgh.

– Bien, comprobemos. ¿Bizquera, lengua protuberante, sombrero de Napoleón?

Los agentes estaban hablando del Manicomio del norte de Ohio, situado unos kilómetros al sur de la ciudad, en el que en la actualidad se alojaban algunos de los más incordiantes científicos excéntricos que últimamente atestaban Cleveland, entusiastas llegados de todos los rincones de la nación, incluso del extranjero, ansiosos por bañarse en el resplandor del famoso experimento de Desviación del Éter que se estaba llevando a cabo en Case. Algunos eran inventores de motores solares ligeros que podían impulsar una bicicleta durante todo el día pero al anochecer se detenían de golpe, haciendo que la bicicleta se cayera con el que la montaba, si no se tenía cuidado. Otros sostenían que la luz tenía conciencia y personalidad, e incluso que se podía charlar con ella y que a menudo revelaba sus más profundos secretos a aquellos que la abordaban de la manera apropiada. Al amanecer se veían grupos de esos sujetos en Monumental Park, sentados bajo el rocío en incómodas posturas, moviendo los labios inaudiblemente. Había quienes seguían una dieta caprichosa, que se autoproclamaban lucitarianos y afirmaban vivir sólo de la luz, y hasta montaban labo_ratorios que imaginaban como cocinas donde preparaban comidas con recetas de luz: luz frita, fricando de luz, luz a la mode, que reque____________________tes meteorológicos» que llegaban misteriosamente y que no hablaban del tiempo en la atmósfera sino en el Éter luminífero.fos, mirando fijamente y con los ojos entornados largos rollos de «parrían diversos tipos de filamentos de lámpara y de ampollas de cristal de colores, cuando por entonces la lámpara de Edison era lo último y más reciente pero no por ello el único modelo en estudio. Había adictos a la luz que, a la llegada del crepúsculo, empezaban a sudar y a sufrir picores y se encerraban en lavabos con linternas eléctricas portátiles. Algunos pasaban la mayor parte del tiempo en las oficinas de telégra

– Sí, todo está ahí -dijo Ed Addle, uno de los clientes del Oil Well Saloon-: velocidad del viento del Éter, presión etérica, hay instru_mentos que miden esos datos, incluso una analogía de temperatura que depende de los vórtices ultramicroscópicos y de cómo interactúan energéticamente…

Merle volvió con otra ronda de cervezas.

– ¿Y qué pasa con la humedad?

– Es una cuestión controvertida -dijo Ed-: ¿qué podría ocupar, en el Éter, el lugar del vapor de agua en el aire? Algunos de nosotros cree____________________taria sino también más allá, a través del espacio cósmico.ción, y tormentas compuestas no de lluvia sino de un precipitado de la nada barren una zona determinada, con sus ciclones y anticiclones, por todas partes, no sólo en puntos concretos de la superficie planecladas en el predominante medio etérico. Hasta que, por descontado, se alcanza el punto de saturación. Entonces se produce la condensamos que es el Vacío. Diminutas gotas de absolutamente nada, mez

– ¿Hay algún Departamento del Gobierno estadounidense que informe de todo eso? -se preguntó Roswell Bounce, que se ganaba la vida como fotógrafo por cuenta propia-, ¿alguna red de estaciones? ¿Barcos y globos?

Ed se puso en guardia.

– ¿Se trata de la típica pregunta de aguafiestas o de verdad quieres saberlo?

– Si existiera un exposímetro fiable -dijo Roswell-, podría decir_nos algo sobre cómo se transmite la luz, eso es todo.

Conformaban una especie de pequeña comunidad eterista, y tal vez fue lo más cerca que estuvo Merle de unirse a una Iglesia en su vida. Pasaban el rato en las cantinas de Whiskey Hill, donde eran to__vo para el anarquismo, claro.lerados, aunque no demasiado apreciados, por los clientes habituales, operarios con poca paciencia para las formas radicales de creencia, sal

A esas alturas, Merle también estaba perdiendo mucho tiempo, por no mencionar dinero, en un par de hermanas llamadas Madge y Mia Culpepper, que trabajaban en el local de Hamilton Street de la amiguita de Blinky Morgan, Nelly Lowry. De hecho, había atisbado a Blinky, que vestía como un hortera, un par de veces, entrando y sa____________________ra podía pagarse.metido a una estrecha vigilancia, si bien la atención al deber era algo negociable esos días, y había intervalos de invisibilidad que cualquieliendo, seguramente como la propia policía, pues el local estaba so

Merle se hallaba con mucha frecuencia entre dos fuegos, intentan____________________ción, se convierten en una posibilidad, como el derecho al agua, pero distinto, y sin duda habrá una disputa internacional parato, la desviación, el racionamiento, por no mencionar la contaminapre en la excentricidad impracticable…, «dado que la cantidad de luz en el universo es finita y disminuye tan rápido que el almacenamienque abundantes como las setas después de la lluvia, rayaban casi siemblemente aparte de planes para ganar dinero que, francamente, aunros se ponían mezquinos, a la vez que procuraba mantenerse razonado calmar a los peligrosamente vehementes, encontrar trabajo a los que se quedaban sin medios, subir a la gente a la carreta cuando los case acaparar la luz. Disponemos del conocimiento, de los ingenieros y mecánicos con más inventiva del mundo, lo único que tenemos que hacer es llegar al pun_to de poder atrapar los flujos dominantes…».

– ¿Aeronaves?

– Algo mejor. Antigravedad psíquica.

Los eteristas obsesionados hasta ese punto solían acabar ingresa_dos en Newburgh, de donde era necesario sacarlos. Al cabo de un tiempo, Merle se había convertido en el hombre con el que había que contactar, tras establecer buenas relaciones con miembros del personal del manicomio a los que no les importaba que hubiera una fuga de vez en cuando, vista la carga de trabajo que tenían.

– ¡Fugado!

– Ed, van a oírte. Procura no gritar tanto…

– ¡Libre! ¡Libre como un pájaro!

– ¡Chisss! ¿Quieres hacer el favor de…?-Momento en que, unos guardias uniformados se acercaron a un paso que podríamos denomi_nar moderado.

Sin saber muy bien por qué, a Merle se le metió en la cabeza que el experimento Michelson-Morley y la búsqueda de Blinky Morgan estaban relacionados. Que si Blinky llegaba a ser detenido, se descu__cho causara el otro, sino de que ambos eran expresiones diferentes del mismo principio.briría que el Éter no existía. No se trataba exactamente de que un he

– Esto es charlatanería de primitivos -objetó Roswell Bounce-, por mí igual podrías adentrarte en la espesura de la jungla y aclararlo con los árboles, porque en esta ciudad ese tipo de pensamiento no cuela, no señor, en absoluto.

– Pero tú has visto su retrato en los periódicos.

Cada ojo de Blinky, según las noticias de la prensa, veía el mun_do desde una perspectiva diferente, pues el izquierdo había sufrido un extraño traumatismo, ya fuera por una prematura detonación durante el robo de una caja fuerte o a causa de un obús naval mientras lucha_ba en la Rebelión. Blinky contaba varias historias al respecto.

– Un interferómetro andante, como tú dirías -sugirió Ed Addle.

– Ya puestos, un birrefractor.

– Ahí lo tenéis: en cualquier caso se trata de una asimetría con res_pecto a la luz.

Un día Merle descubrió la asombrosa verdad, aunque cierto es que se había pasado la mayor parte de la noche yendo de una cantina de Whiskey Hill a otra, bebiendo. ¿Cómo no lo había visto antes? ¡Era tan obvio! El Profesor Edward Morley y Charles «Blinky» Morgan ¡eran una y la misma persona! Separados por dos o tres letras en el nombre como si se birrefractaran alfabéticamente, por así decirlo…

– Y, además, los dos son greñudos y tienen grandes bigotes pe_lirrojos.

– No, no puede ser: Blinky se viste con coquetería, mientras que el atuendo del Profesor Morley, según se dice al menos, muestra cier_ta propensión a la informalidad…

– Sí, sí, sí, pero suponed, suponed que cuando dividan ese rayo de luz, una de las mitades es de Michelson y la otra de su socio Morley, que resulta ser la mitad que vuelve con las fases perfectamente coin__nativos, podría haber otro par quecidentes; pero, en condiciones levemente distintas, con axiomas alter no coincidiera, ¿entendéis?, de he_cho, millones de pares, de los que a veces puede responsabilizarse al Éter, claro, pero otras veces puede que la luz vaya a otro sitio, se desvíe y por eso aparezca más tarde y en desfase, porque fue donde estaba Blinky cuando era invisible y…

A finales de junio, al tiempo que Michelson y Morley realizaban sus últimas observaciones, Blinky Morgan fue detenido en Alpena, Mi_chigan, una ciudad turística levantada sobre un cementerio indio.

– Como Blinky emergió de la invisibilidad y, en el momento en que volvió a entrar en el mundo que contenía a Michelson y Morley, el experimento no podía tener más que un resultado negativo, el Éter es_taba condenado…

Corría la voz de que Michelson y Morley no habían encontra____________________tivo ocupó su propio lugar en la historia de Cleveland, como otro de los misterios revelados de la luz.das por los eteristas se tornó cada vez más sombrío. Como si tuviera la misma sustancia que una invención o una batalla, el resultado negato sobre la luz que transportara. El humor en las cantinas frecuentado la menor diferencia en la velocidad de la luz al ir, venir o pasar de lado con relación a la Tierra desplazándose a lo largo de su órbita. Si había Éter ahí, en movimiento o en reposo, no tenía el menor efec

– Es como esos cultos que creen que el mundo acabará el día tal y tal -comentó Roswell-, se deshacen de todas sus posesiones terre____________________nacer.zar una nueva vida, a partir de cero, sin estorbos, de hecho, para reblemente sonrientes que lo ven como una oportunidad para empenuda decepción! Todos tienen que descender aprisa la montaña con el rabo espiritual entre las piernas, salvo uno o dos idiotas incuranales y se dirigen en grupo a la cima de alguna montaña a esperar, y entonces el fin del mundo no llega. El mundo sigue girando. ¡Me

– Y eso ocurrió con el resultado de Michelson-Morley. Todos he_mos invertido mucha fe. Y parece que el Éter, tanto en movimiento como inmóvil, sencillamente no existe. ¿Qué hacemos ahora?

– Mantener la opinión contraria -dijo O.D. Chandrasekhar, que había venido a Cleveland desde Bombay, India, y no hablaba mucho, pero cuando lo hacía, nadie tenía la menor idea de qué quería decir-. Este resultado nulo puede interpretarse igual de fácilmente como una prueba de la existencia del Éter. Ahí no hay nada, pero la luz viaja. La ausencia de un medio que transporte la luz es el vacío de lo que en mi religión se llama akasa, que es la base o el fundamento de cuanto imaginamos que «existe».

Todo el mundo guardó silencio un momento, como reflexionan_do sobre sus palabras.

– Lo que me preocupa -dijo Roswell por fin- es que el Éter aca__mos explicar sin él, entonces, ¿por qué conservarlo?be siendo algo parecido a Dios. Si podemos explicar cuanto quere

– A menos… -señaló Ed- que sea Dios.

Eso dio lugar a que la discusión degenerase hasta convertirse en una bronca generalizada, en la que el mobiliario y la vajilla no salie__to muy raro entre los eteristas, pero lo cierto es que todo el mundo se había sentido un poco confuso últimamente.ron mejor parados que los participantes humanos, un comportamien

Para Merle se trató de una especie de deriva sin dirección, lo que Mia Culpepper, una fanática de la astrología, llamaba «luna fuera de curso», y que se alargó hasta mediados de octubre, cuando hubo un incendio en el manicomio de Newburgh, donde Merle se encontra____________________le y Roswell se escapaban.beros desde Cleveland. Cuando el incendio estuvo por fin controlado, el agotamiento y la confusión eran tales que nadie se fijó en que Merdo de forma y tamaño. Merle y Roswell bajaron hasta el arroyo y se unieron a la brigada que pasaba cubos, se tendieron mangueras desde las bocas de incendios y más tarde llegaron algunos coches de bomcinto, reflejando con brillo intenso globos oculares desorbitados por la desesperación, mientras las sombras huían por todas partes, cambianvían alrededor. Ráfagas de abrasadora luz incandescente barrían el regaron para presenciar el espectáculo. Chispas y brasas saltaban y llotando por todas partes. Era el segundo incendio importante en Newburgh en los últimos quince años, y el horror del primero todavía no se había extinguido. Multitudes de mirones del vecindario se congrecándole una fotografía cuando salía del local de juego equivocado. El manicomio se sumió en el caos. Los locos y los guardianes corrían griba casualmente esa noche, aprovechando un baile de los internos para sacar de allí a Roswell Bounce, que había ofendido a un policía sa

De vuelta en Whiskey Hill, fueron derechos al Morty Vicker's Saloon.

– ¡Qué noche infernal! -dijo Roswell-. Podría haber estado en la capilla donde se desató el incendio durante el baile. Supongo que me has salvado el pellejo.

– Paga la siguiente ronda y estaremos en paz.

– Te ofrezco algo mejor. Mi aprendiz huyó cuando se presentaron los polis. ¿Te gustaría aprender los más profundos secretos del oficio de fotógrafo?

Dado que Roswell sólo había pasado un par de días en el mani____________________trolara nadie, eran algo que tenías que esperar y dejar que sucediera, que resultaba tan interesante como ver crecer el maíz.guntado qué sucedía durante la misteriosamente oculta transición de la placa a la copia impresa, pero nunca le había atraído tanto como para atravesar el umbral prohibido de un cuarto oscuro y echar un vistazo. Como mecánico, respetaba cualquier cadena sencilla de causa y efecto que uno pudiera ver o controlar, pero las reacciones químicas como ésa descendían a una región demasiado remota para que la conpre le había parecido un poco idiota aquel juego: alinearlos, colocar la bombilla, cobrar el dinero. Como cualquier otro, claro, se había preles o el casero. Merle no era ningún pardillo en el tema: había visto cámaras antes, e incluso había tomado un par de fotografías. Siemcomio, encontraron su equipo intacto, a salvo de los carroñeros loca

– Muy bien, allá vamos. -Roswell encendió una lámpara rubí en el cuarto oscuro. Extrajo una placa seca de una caja portátil-. Sostén esto un momento. -Empezó a verter líquidos de dos o tres botellas distin____________________le vio moverlo todo en una cubeta de precipitación, colocó la placa en una bandeja de revelado y vertió la mezcla encima-. Ahora, mira. -Y Mertas, sin dejar de balbucear palabras que Merle apenas podía entender-, Pirogálico, nosequé cítrico, bromuro potásico…, amoniaco… -Tras reaparecer la imagen. Salida de la nada. Salida del pálido Invisible, para entrar en este mundo explicable, más claro que real. Resultó que era una imagen del manicomio de Newburgh, con dos o tres internos en primer término, mirando fijamente. Merle lo contempló con in____________________biera sido transformada en su contrario…nido colores vivos, se veían oscuras. Como si, por hechizo, la luz huquietud. Había algo que no encajaba en aquellas caras. Los blancos de los ojos eran de un gris oscuro. El cielo por detrás de la silueta alta y mellada del tejado era casi negro; las ventanas, que deberían haber te

– ¿Qué es esto? Parecen espíritus o espectros, o algo así.

– Es un negativo. Cuando saquemos la copia, todo volverá a ser normal. Primero tenemos que fijarlo. Alcánzame esa botella de fija_dor de ahí.

Y así fue transcurriendo la noche, cuya mayor parte pasaron la__ran. Cuando el sol se elevó sobre las Shaker Heights, Roswell Bounce ya había presentado a Merle a la fotografía.vando cosas en distintas soluciones y luego esperando a que se seca

– Fotografía, te presento a Merle, Merle…

– Muy bien, vale. ¿Y me juras que esto está hecho de plata?

– Igualita que la que llevas en el bolsillo.

– No últimamente.

Maldita sea.

– Haz una más. -Sabía que parecía un paleto en una exposición, pero no podía evitarlo. Aunque se tratara tan sólo de un juego de ma_nos, puramente secular, quería aprenderlo.

– Es lo mismo que ha percibido la gente desde la primera quema__toquímica.dura solar -dijo Roswell encogiéndose de hombros-, a saber: que la luz hace que las cosas cambien de color. Los profesores lo llaman fo

La iluminación que Merle había experimentado esa noche se pro____________________volucionario paso de abrir al público sus fondos diez años atrás, de manera que cualquiera podía entrar y pasarse el día entero leyendo lo que necesitara para lo que quisiera.trato con luz, para lo cual recabó información hurgando sin la menor vergüenza allá donde podía, de Roswell Bounce a la Biblioteca de Cleveland, que, como Merle no tardó en descubrir, había dado el retudiar todo lo que se conocía por entonces de los misterios del relongó en un ineludible resplandor que le mantenía en vela. Dejó la carreta aparcada en un solar vacío en Murray Hill y se dispuso a es

Tras estudiar todos los posibles compuestos de plata, Merle pasó a las sales de oro, el platino, el cobre, el níquel, el uranio, el molibdeno y el antimonio, al poco abandonó las combinaciones metálicas por las resinas, los insectos aplastados, los tintes de alquitrán mineral, el humo de puros, los extractos de flores silvestres, orina de varias criaturas, in____________________ducto en construcción, juerguistas de fin de semana en el embalse-, y, casi sin darse cuenta, habían pasado el invierno y la primavera y él queños vehículos eléctricos, cisternas de lavabos, dínamos de tranvías de 1200 voltios y otras maravillas de la edad moderna -el nuevo Viamuerzo o paseando después del trabajo bajo la brisa junto al lago, pelestaban en acercarse a la lente y hacían muecas, gente de picnic en Rocky River, carretillas abandonadas, tensores de alambre de espino oxidándose bajo el cielo, relojes en paredes, fogones en cocinas, farolas encendidas y apagadas, policías que corrían hacia él blandiendo porras, chicas cogidas del brazo mirando escaparates durante las horas del aldo que no le hacían el menor caso, ardillas enloquecidas que se molinas iluminadas por nubes donde nada parecía moverse, vacas pastantratos en lentes, filtros, placas de cristal, ampliadoras, de manera que la carreta no tardó en convertirse en un laboratorio fotográfico rodante. Captaba imágenes de cuanto se le ponía al alcance, sin preocuparle el qué ni molestarse en enfocar: calles atestadas de gente, laderas de cocluido él mismo, y reinvertía el poco dinero que ganaba con los rese había independizado e intentaba ganarse la vida como fotógrafo am__terurbanos, de Sandusky a Ashtabula, de Brooklyn a Cuyahoga Falls y Akron, jugando, en consecuencia, un montón de veces albulante, a veces desplazándose en la carreta, otras ligero de equipaje, con una cámara de mano y una docena de placas, viajando en los in euchre en el tren y sacando un pequeño beneficio en cada viaje.

Agosto le pilló casualmente en Columbus, donde los periódicos venían llenos de noticias sobre la inminente ejecución de Blinky Mor____________________cución.ra de los vendedores; plantaba la cámara preparada y tomaba placa tras placa de esos recuerdos de Blinky, exhibidos en docenas idénticas, hasta que alguien le preguntó por qué no intentaba fotografiar la ejerante un tiempo, Merle paseó fascinado entre las casetas y la cháchatísticas a todo color de los sangrientos asesinatos en Ravenna, pasadas rápidamente con el pulgar daban la impresión de movimiento. Dudos, los folioscopios Blinky, cuyas páginas, que mostraban escenas arban un provechoso negocio con barajas de póquer y juegos de mesa de Blinky, leontinas y cortapuros, relicarios y amuletos, loza y papel pintado conmemorativo, juguetes de Blinky, entre ellos muñecos de Blinky ahorcados en sus patíbulos en miniatura, y el favorito de tocía, era la hora de cierre por allí. Día y noche, miles de peticionarios se arremolinaban a las puertas del Capitolio buscando que les dejaran acceder al ahorcamiento. Improvisados puestos de recuerdos realizababan, por lo general a eso de las ocho de la noche, que, según parete que miraba el Scioto fluir lentamente. Las cantinas estaban llenas de bebedores silenciosos, que bebían muy despacio hasta que se derrumcanizados eran lo más apetitoso que se encontraba. También se hizo evidente desde el primer momento -horrorosamente evidente- que nadie en la ciudad sabía preparar café, como si hubiera una especie de estulto consenso, o incluso una ordenanza municipal, para que nadie se despertara nunca. Las barandillas del puente estaban atestadas de genperados por evitarlo. Un sonambulismo sofocante se había apoderado de la ciudad. Resultaba imposible conseguir una comida decente, ni siquiera un bocado, en ningún sitio; tortitas quemadas y bistecs vulgan en la penitenciaría del estado y sobre los diversos esfuerzos deses

– Pues, ¿sabe? -dijo como si recobrara la conciencia-, no lo sé.

Conocía a gente en el Plain Dealer a la que suponía que podía ha__das las placas que había tomado y las dejó en un solar vacío a la luz del sol, para que recuperaran la oscuridad y la inocencia.ber enviado un telegrama, cobrarles algún favor tal vez… Alarmado ante lo que parecía una escalada peligrosamente morbosa, expuso to

Como si la luz del Cielo hubiera actuado de forma similar sobre su cerebro, Merle comprendió que nunca, si podía evitarlo, debía vol_ver a poner un pie en ese lugar.

– Si Estados Unidos fuera una persona -le gustaría decir más ade_lante- y se sentara, Columbus, Ohio, quedaría sumida inmediatamen_te en la oscuridad.

Merle no llegó a utilizar la carta de presentación del Profesor Vandeijuice para Michelson. Cuando volvió a encarrilarse -así lo ha__moso que ya no daba ni la hora a técnicos itinerantes.bría denominado él-, el experimento de la desviación del Éter ya había pasado por escrito a las publicaciones científicas y Michelson se había ido a enseñar a la Clark University y se había hecho tan fa

Y así, inesperadamente, como si una etapa de locura juvenil hu____________________bía comparecer en un tribunal de Pittsburgh por algo les que los hubieran llevado allí, entre ellos Roswell Bounce, que debían enterrado un gran tesoro; los eteristas y demás obsesionados por la luz se habían dispersado para recuperar los desequilibrios mentabiera llegado a su fin, pareció el momento de seguir adelante: Madge y Mia habían encontrado sendos novios ricos; la policía se interesaba por el anarquismo en el sindicato de los trabajadores de tranvías; los blinkytas habían dejado la ciudad, muchos de ellos hacia el cercano condado de Lorain, donde se rumoreaba que Blinky y su banda haque tenía que ver con la disputa de una patente. Y fue precisamente en ese dichoso momento de calma en la confusión cotidiana cuando Merle conoció a Erlys Mills Snidell, y se encontró de golpe a muchos kilómetros de distancia en una carretera desconocida, como si en la oscuridad hubie_ra dado con una bifurcación que no aparecía en el mapa.

– Puede que el Éter fuera todavía una cuestión abierta -le contó a Dally años más tarde-, pero nunca hubo la menor duda con res_pecto a la tal Erlys.

– Entonces…

– Entonces, ¿por qué se fue? A ver, mi berenjenita, ¿cómo quieres que lo sepa? Volví a casa un día y ella se había marchado, eso fue todo. Tú en la cama dichosamente sumida en el primer sueño sin cólicos de tu joven vida…

– Espera, espera. ¿Ella me producía el cólico?

– No he dicho eso. ¿He dicho yo eso? No se trató más que de una coincidencia, estoy seguro. Tu madre aguantó todo lo que pudo, Dally, y también fue muy valiente, teniendo en cuenta la vida que intentá____________________zada»… Ella podía sobrellevar que los hombres me persiguieran, pero lo de aquellas mujeres indignadas, vaya, no lo llevó nada bien; y es que cuando las mujeres desconfían de las mujeres, las cosas se ponen feas de verdad. Oh, pero discúlpame, tú estás a punto de convertirte en una, así que lo siento…torchas agitando pancartas que decían cosas como «Bestia desvergonbamos llevar: ayudantes del juzgado con citaciones mucho antes del desayuno, abogados de patentes, vigilantes con armas de fuego y, lo peor de todo, aquellas señoras de la ciudad, una verdadera plaga de langostas, que nunca se cansaban, montaban manifestaciones con an

– Espera, espera, retrocede un poco, cuéntame otra vez cómo en_caja ese pájaro de Zombini en esta historia.

– Oh, él. Ojalá pudiera decir que fue el malvado intruso que en__pondiente y todo lo demás, pero supongo que ya eres lo bastante mayor para que te cuente la verdad, eso, claro, si yo la supiera, dado que tendría que hablar por tu madre, hasta de sus sentimientos más profundos, algo que no sólo sería injusto para ella sino imposible para mí…tró a saco y se escapó con ella, con la alienación de afecto corres

– Muy bien, papá. No te agobies. Puedo esperar a preguntarle a ella en persona algún día.

– Quiero decir que…

– No pasa nada, de verdad. Otro día será.

Sin embargo, fragmento a fragmento, ella reconstruyó parte de la historia. Por aquellos años, Luca Zombini llevaba una modesta carre____________________ta de Merle aparcada en los lindes del pueblo. Erlys levantó la vista del calcetín que estaba zurciendo y lo vio apoyado en el umbral, con el sombrero en la mano.to a tomarse cualquier cosa como un golpe de suerte, divisó la carretrar una sustituía en el horizonte de aquel remoto pueblo perdido. Entonces, para colmo de desgracias, uno de los artilugios magnéticos que Luca utilizaba en escena se rompió. Sin saber qué hacer, dispuestos regionales de variedades del Medio Oeste. Un día, en East Fullmoon, Iowa, su ayudante, Roxana, se fugó con un saxo tenor de la orquesta de la ópera local y le dejó con pocas esperanzas de enconra profesional en los escenarios como mago, actuando en los circui

– No lo creo, pero ¿por casualidad no le sobrará un rollo de cable eléctrico?

Merle había estado en la ópera y le reconoció.

– Eche un vistazo y coja lo que necesite, ¿para qué lo quiere?

– Para el Efecto Misterioso Hong Kong. Le enseño el truco si quiere.

– Prefiero que me asombre. Nos disponíamos a comer, si quiere acompañarnos…

– Huele a minestrone.

– Me parece que así lo llamaban en Cleveland, cuando me ense_ñaron a prepararlo. Consiste, básicamente, en freírlo todo primero.

– En Murray Hill, ¿verdad? Tengo primos allí.

Ambos hombres eran conscientes del silencio que se había aba____________________radamente hacia ella, hirviendo a fuego lento como una olla de sopa en la punta de la mesa:rado en la presencia de Erlys hasta que surgió la cuestión del puesto vacante de ayudante de mago, momento en el que se volvió inesperioso fuera la causa, sobre todo teniendo en cuenta que no mostraba ninguna de las señales de peligro clásicas de los italianos: rizos, ojos oscuros brillantes, gentileza pringosa…, ni uno solo de esos rasgos; era un hombre de aspecto corriente que, se diría, ni siquiera había repatido audiblemente sobre Erlys, aunque cada uno lo interpretaba a su manera. A Merle ni se le pasó por la cabeza que Zombini el Miste

– Discúlpeme, signora, puede que le parezca una pregunta extraña, pero… ¿no habrá sentido alguna vez el deseo de desaparecer, incluso en una habitación llena de gente, así… -sacudió las manos para simu_lar humo que se desvanecía-, desaparecer por las buenas?

– ¿Yo? A todas horas, ¿por qué?

– ¿Es capaz de permanecer absolutamente inmóvil mientras al_guien le lanza cuchillos?

– Se me conoce por quedarme quieta en peores situaciones -res__versación y hubiera escogido a propósito ese instante.pondió desviando la mirada hacia Merle. En ese punto de la historia, Dally se despertó como si hubiera estado siguiendo el hilo de la con

– Ya me ocupo yo de ella -dijo Merle al irse sigiloso, la voz apenas un murmullo, dolorosamente consciente de la belleza que se había apoderado de la joven, algo que ocurría de vez en cuando, siempre inesperadamente, como una sombra galvánica, de su cara sobre todo, mientras su largo cuerpo no brillaba sino que adquiría una vibrante y oscura densidad, una dimensión que uno tenía que observar direc__cer. No sabía qué estaba pasando. Sí lo sabía.tamente, con cuidado, aunque fuera lo último que le apeteciera ha

Roxana, posiblemente a petición del saxo, se había llevado el tra____________________ta:guiente, sin palabras místicas ni ningún equipo especial, el mago y ella habían desaparecido, y Dally se quedó con una nota sujeta a su manmín, pero creyó atisbar en ella una sonrisa, casi cruel, que no había visto antes: segura de sí misma como siempre, sin duda, pero ahora también, resuelta; una sonrisa que no renunciaba a asumir un destino propio. De sus ojos, con los párpados y pestañas oscurecidos minuciosamente con hollín de chimenea y petrolato, no podía colegir nada. Al día siperación lo vaciaban del cuello a la ingle. Tal vez fuera sólo por el carreció bajo la luz del escenario, Merle sintió que el deseo y la desesje consigo, de manera que para la velada de esa noche Erlys tuvo que componer uno, pidiéndole las mallas prestadas a una de las bailarinas y un vestido corto de lentejuelas a una de las acróbatas. Cuando apa «Volveré por ella cuando pueda». Nada de «Buena suerte» o «Siempre te querré, Erlys», ni de lejos.

Merle esperó en East Fullmoon cuanto pudo, esperó correspon____________________rando suavemente, manteniéndose dentro ra en círculo desde los cielos invernales, y mientras tanto aprendió lo sencillo que podía ser todo, hasta ocuparse de su bebé, en tanto no se agobiara por el futuro o por ninguna necesidad que hubiera creído tener que satisfacer para realizar planes más ambiciosos -además, con Erlys fuera, cualquier cosa por el estilo había desaparecido por entero del horizonte-, y en tanto se contentara con seguir aspirando y espidencia, un telegrama, un jinete, una paloma mensajera que descendiede los contornos de lo im__cionaba muy escasas y nimias ocasiones para la queja, la amargura o nada similar.portante en cada momento; la vida con la pequeña Dahlia propor

Tras la clausura de la Exposición Colombina, una vez fuera de Chi____________________se silenciosas por las vías navegables, con sus damas con parasoles y sus hombres con sombreros de paja y sus niños con trozos de palomitas Cracker Jack enganchados en el pelo.dola la verdadera Ciudad Blanca otra vez, iluminada, toda espectral y elegante por la noche y resplandeciente por el día con la refulgente humedad de su red de canales, con las lanchas eléctricas desplazándoca, convirtiéndolos a ella y a su padre en tan sólo un tipo distinto de esquimal, eso era todo, y que el país que recorrían nunca llegaría a ser otra cosa que un lugar de exilio. De ciudad en ciudad, St. Louis, Wichita, Denver, Dally se sorprendía siempre esperando que en cualquier parte, en un barrio al final de alguna línea eléctrica, estaría esperánbién, habían sido expulsados sin causa justificada de la Ciudad Blanres del Sur, cuyos rostros le resultaban vagamente familiares a Dally, grababan los bíceps de los marinos de río con imágenes hieráticas que algún día, cuando menos se esperara, serían útiles para pequeños pero cruciales actos de magia. Dally supuso que esos vagabundos, ellos tamcar una cámara para captar una instantánea, pero para cuando la había preparado ya se habían ido. Bajo la nevada, Dally creyó ver tiros de perros y esquimales en silencioso retroceso siempre hacia el norte, y llamó la atención de Merle para que se fijase en los pigmeos que los miraban asomándose entre los troncos de los bosques de abedules. En las cantinas de las orillas de los ríos, los tatuadores de la Isla de los Magiados de las exposiciones «nacionales» que se habían distribuido a lo largo de la Avenida Plaisance, toda esa diversidad humana que no era del Medio Oeste, algunos en grupos, otros solos. Merle corría a buscago y en camino de nuevo, Dally y Merle empezaron a ver refu

A medida que pasaban los años, la imagen acabó pareciéndole casi el recuerdo de una vida anterior, deformado, disfrazado, con frag____________________le que a esas alturas seguramente la mayor parte del recinto ferial había sido reducido a cenizas, desmantelado, trasladado a vertederos, saldado, destrozado, con elpio le había suplicado a Merle, llorando como sólo ella sabía llorar, que por favor regresaran, por favor, y él nunca supo cómo explicarmentos olvidados, esa capital de los sueños en la que había vivido, en la que incluso había figurado entre su legítima nobleza. Al princi staff y las estructuras de madera a merced de los elementos, de los malos tiempos, traídos por la mano humana, que se habían abatido sobre Chicago y la nación. Al cabo de unos me_ses, sus lágrimas sólo reflejaban la luz, pero ya no caían, y ella se sumía en el silencio, y éste también, poco a poco, fue perdiendo su matiz de resentimiento.

Hileras de cultivos, alineados junto a las carreteras, giraban a su paso como radios gigantescos, uno tras otro. El cielo se veía interrum____________________go, una cas o amarillas como la mantequilla, helechos con forma de estrella en los rincones húmedos y oscuros, millones de velos verdes tendidos ante los secretos nupciales en el musgo y bajo la hojarasca rozaban las ruedas, que chirriaban y eran golpeadas por piedras en las rodadas, despidiendo chispas sólo visibles en la sombra fugaz que pasara de larrientas al final del día, flores en campanas y racimos, púrpuras y blando que la miraran. Hojas aserradas, espatuladas, largas y delgadas, con dientes romos, cubiertas de venas y aterciopeladas, aceitosas y polvobulencia, con demasiadas cosas que ver, y todas y cada una reclamansible era la carretera y el horizonte al que se enfilaba. A veces Dally se sentía abrumada por el verdor de la vida que pasaba en tal turgo de la pálida carretera, de manera que por momentos lo único vipido por oscuras nubes grises de tormenta que fluían como piedra fundida, arrastrándose líquidas, y la luz que podía filtrarse a través de ellas se perdía en los campos oscuros pero recobraba su brillo a lo larafanosa configuración de pequeñas formas junto al camino desplomándose con una precisión que, por fuerza, tenía que ser de__gaban a cruzarse, ya que ambos grupos vivían para futuros distintos, si bien eran la mitad secreta de un todo y no cabía la menor duda de que la fascinación que se daba entre ellos se iluminaba de gracia.liberada, hierbas cuyos nombres y precios de mercado conocían los recolectores de plantas silvestres pero cuyas propiedades mágicas sólo conocían las mujeres silenciosas que moraban en las estribaciones de las montañas, homologas con quienes los recolectores casi nunca lle

Merle había dedicado bastante tiempo a ese ingrato trabajo, había discutido con los intermediarios botánicos delante de los almacenes y aprendido un par de las indicaciones, pero nunca había creído poseer el talento de los verdaderos recolectores de hierbas silvestres, los pies infalibles, la nariz certera.

– Ahí, ¿lo hueles?

Un aroma en el filo de la memoria de Dally, fantasmal como si una presencia de una vida anterior acabara de pasar… Erlys.

– Lirio de los valles, o algo parecido.

– Es ginseng. Se vende muy caro, así que vamos a poder comer durante un tiempo. ¿Ves esas pequeñas bayas rojas?

– ¿Por qué susurramos? -preguntó ella asomándose por debajo del ala de su gorra floreada.

– Los chinos creen que la raíz es una persona pequeña que puede oír cómo te acercas y todo eso.

– ¿Somos chinos?

El se encogió de hombros como si no lo tuviera muy claro.

– No quería decir que fuera verdad.

– Y pese a lo que saquemos de las plantas o de lo que sea, no va_mos a utilizar el dinero para buscar a mamá, ¿verdad que no?

Debía habérselo esperado.

– No.

– ¿Y entonces cuándo?

– Ya te llegará el momento. Mi soldadita valiente. Antes de lo que crees.

– ¿Me lo prometes?

– No soy yo quién para prometer nada. Pero las cosas son así.

– Bueno, no parece que te alegre demasiado.

Por la mañana salieron a los campos que se extendían hasta el ho____________________bral local, atendiendo bañeras hirvientes llenas de mazorcas de maíz en las esquinas de las calles, con ojos radiantes siempre en movimiento, en el patio de Ottumwa sacudiendo una alfombra, ría que descendían de las cumbres, bebiendo a sorbos el tónico cereras pródigas en flores que tal vez nunca existieran, cocinando para los trilladores hasta muy tarde, a veces durante noches enteras de cosecha, mirando el ir y venir de los tranvías, soñando con oficiales de caballequiteras en Cedar Rapids, chicas en vallas ante largos campos bajo una luz amarillenta, Lizas y Chastinas, chicas de las llanuras y de primavegedoras ciudades, o repartiendo tranquilamente cartas en las cantinas ribereñas, trabajando de camareras en cafeterías a las que se bajaba por unas escaleras desde las calles de ladrillo rojo, mirando a través de mosgar sobre las promesas cumplidas con generosidad de las chicas de las islas, esas que ahora veía subidas a las líneas de tranvía que unían las acora de Chicago o Kansas City; las granjas y las ciudades emergían a lo largo del trayecto como islas, con chicas en todas y cada una de ellas, detalle en el que inevitablemente reparó Merle y que le llevó a divamoneaban como meros y bacalaos, y los tiburones solían trabajar fuerizonte, el Mar Interior Americano, donde las gallinas se movían en bancos, como arenques, los cerdos y vaquillas buscaban comida y raesperando en las noches espesadas de mosquitos del sur de Illinois, esperando junto al poste de la cerca donde los azulejos anidaban a que regresara por fin a casa un hermano díscolo, asomándose por una ventana en Albert Lea mientras los trenes pasaban pitando a coro.

En las ciudades, las ruedas con borde de hierro de los carruajes re____________________gantes barberías del sótano de los hoteles, iluminadas con potencia para resistir los días tormentosos, que olían a todas las clases de puros existentes, en cuyas trastiendas se destilaba y elaboraba hamamelis, y tenían sillones tapizados en cuero con viejos y primorosos reposapiés foijados en el entrelazado de capullos de rosa y azulejos del siglo que estaba a punto de acabar, como si hicieran equilibrios entre las hélices espinosas de las enredaderas… Sin darse cuenta, le habían cortado el pelo, un cepillo por su espalda y nubes de polvo aromático en el aire. Una palma extendida esperando propina.ta las grandes ciudades, y estuvo incluso dispuesta a perdonarles que no fueran Chicago; disfrutaba de las tiendas del centro que olían a ropa usada y jabón con fenol, y tenían parqué de linóleo negro; bajaba por los peldaños de piedra arenisca para que le cortaran el pelo en las frado un minuto de arco, tras haber brillado sobre las barandillas de los puentes y las vías del tranvía ennegrecidas de hollín, los relojes en lo alto de las fachadas de los edificios, que era cuanto ellos necesitaban saber…, aunque al cabo de un tiempo a ella dejaron de importarle hasdo los barcos fluviales tocaban las sirenas. A veces se quedaban un tiempo, a veces seguían camino antes de que el sol hubiera recorriques, las enredaderas marrones subían y bajaban silbando por los troncos de los árboles. Bajo los puentes, los puntales retumbaban cuanballos habían girado la cabeza y le habían guiñado un ojo. En los parsonaban sobre los adoquines, y Dally recordaría un día en que los ca

Cuando Merle velaba su sueño, siempre le sorprendía una calidez poco viril en los glóbulos oculares. Sus cabellos rojizos formaban una descuidada maraña infantil. Ella vagaría por aquellos campos peligro__dades, se perdería, volvería a su camino, volaría, viajaría a lugares tan detallados que no podían ser sino reales, se enfrentaría al enemigo, moriría y renacería una y otra vez… Él quería encontrar un modo de acompañarla en esos caminos, o de cuidarla al menos, de evitarle lo peor, si podía…sos y oscuros, y tal vez incluso se encontraría allí alguna versión de él mismo, o de Erlys, de las que él nunca se enteraría, entre las tristes ver

Esperándoles cada amanecer, verde y húmedo, o sin hojas y hela____________________lizarla en cualquier parte siempre que mantuviera todo inmóvil en el encuadre, y para entonces -los antiguos modelos plegables de placas de cristal pesaban hasta un kilo y medio, placas aparte- ya había aprendido a respirar con tanta calma como un francotirador de élite, y eso se apreciaba en las imágenes: fijas, profundas, a veces, convenían Dally y Merle, más reales, aunque nunca llegaran a serlo demasiado.cas de cristal, y Kodak empezó a vender su «Brownie», una pequeña cámara con forma de cubo que no pesaba casi nada. Merle podía utinores, las cámaras más ligeras. Premo sacó una película de celuloide que permitía tomar doce fotos a la vez, mejorando sin duda las pladriñando como curtidos halcones la siguiente jornada laboral, que, cada vez con más frecuencia, resultaba ser una sesión fotográfica en una esquina de una calle en otra pequeña ciudad de las praderas que les reportaría un par de comidas más. A medida que pasaban los años, la película era cada vez más rápida, los tiempos de exposición meteras y caminos que iban de granjas a mercados, esperando que se les abrieran los párpados irritados y los miraran desde arriba, como si hubiesen ascendido a los cielos naranjas del alba y planearan escudo, estaba siempre el mapa en el que se entrecruzaban cimas, carre

Siempre había mucho trabajo de instalador de timbres -por todo el Medio Oeste, se había disparado una repentina y enorme deman_da de timbres eléctricos, timbres de puertas, avisadores de hotel, tim____________________cidad.sar tan vergonzosamente como sus colegas la naturaleza de la electriner tranvías, ni maquinaria que revisar en las centrales eléctricas y los depósitos de vehículos… Un verano, Merle trabajó como vendedor de pararrayos, pero dejó el empleo después de verse incapaz de tergivertaban cables que tender en las ciudades lo bastante grandes para tetalaban en el acto, y luego uno se alejaba por el camino contando la comisión que se llevaba mientras el cliente se quedaba allí con el dedo pegado al timbre, como si no se cansara del sonido. Y había también trabajo colocando tablillas en paredes, o reparando cercas, y nunca falbres de ascensor, alarmas de fuego y de robo-, que se vendían e ins

– Cualquier tipo de rayo, amigos, tanto de horquilla, cadena, calor o lámina, el que sea, lo devolvemos a la tierra a la que pertenece.

– Rayo en bola -dijo alguien tras un breve silencio-. Ese es el tipo de rayo que nos preocupa por aquí. ¿Qué tiene para eso?

Merle se puso serio inmediatamente.

– ¿Han tenido rayos en bola por aquí?

– Sólo tenemos de ésos, son nuestra especialidad, somos la capital de los rayos en bola de Estados Unidos.

– Creía que era East Moline.

– ¿Está pensando en quedarse un tiempo por aquí?

Antes de acabar la semana, Merle tuvo su primer y, tal como fue__tura dentro.ron las cosas, último trabajo con rayos en bola. El fenómeno eléctrico estaba rondando la primera planta de una granja, persistente como un fantasma. Merle llevaba consigo todo el equipo que se le ocurrió: barra de descarga en cobre, cables y una jaula aislante, que montó en el acto y enganchó a una pila de sal amoniacal para intentar atrapar la cria

El rayo en bola se movía por las habitaciones, recorría el pasillo arriba y abajo, y él lo vigilaba atenta y pacientemente. Merle no hizo movimientos amenazadores. Le recordaba a un animal nocturno salva____________________bar y dijo:paraban notas. Merle creyó que sentía un poco de calor y, como era de esperar, se le había erizado el pelo. Tenía ciertas dudas acerca de si debía entablar conversación, pues no parecía que ese rayo en bola pudiera hablar, al menos no como los humanos. Por fin decidió probaba como todos los días. Las gallinas picoteaban por el patio y comfiar el uno en el otro. Tras la ventana con cortinas, la larga hierba silje que fuera especialmente cauteloso en la cercanía de humanos. Poco a poco se fue aproximando, hasta que al fin lo tuvo ante las narices, girando despacio, y entonces ambos se quedaron así un rato, en la pequeña casa de madera, cerca, como si estuvieran aprendiendo a con

– Mira, no pretendo hacerte ningún daño, y espero que me de_vuelvas el favor.

Para su sorpresa, el rayo en bola respondió, aunque no en voz alta:

– Me parece justo. Me llamo Skip, ¿y tú?

– Encantado, Skip. Yo me llamo Merle -dijo Merle.

– No me mandes al suelo, ahí no hay diversión.

– Muy bien.

– Y olvídate de esa jaula.

– Trato hecho.

Poco a poco se hicieron colegas. Desde entonces, el rayo en bola, o Skip, nunca andaba muy lejos de Merle. Este comprendió que aho__gustara ara tenía que respetar un código de comportamiento cuyos detalles se le escapaban casi por completo. Cualquier pequeña infracción que dis Skip podía alejar al fenómeno eléctrico, tal vez para siempre, tal vez no sin antes freír a Merle en el sitio, no lo sabía. Al princi_pio, a Dally le pareció que su padre había perdido la cabeza y no se le ocurría cómo iba a recuperarla.

– Otros niños tienen hermanas y hermanos -comentó con caute_la-, ¿qué es esto?

– Un poco lo mismo, aunque…

– Diferente, sí, pero…

– Si le dieras una oportunidad, él…

– ¿«Él»? Ya, claro, tú siempre has querido un chico.

– Tiro errado, Dahlia. Y no tienes ni idea de lo que siempre he querido.

Ella tuvo que reconocer que el pequeño Skip era un tipo atento: les encendía los fogones en un abrir y cerrar de ojos, le encendía los puros a Merle, se metía en el farol ferroviario que colgaba de la par_te de atrás de la carreta cuando tenían que viajar en la oscuridad. Al cabo de un tiempo, algunas noches, cuando ella se quedaba leyendo hasta tarde, ahí estaba Skip, a su lado, iluminándole la página, oscilan_do suavemente, como si él también siguiera la lectura.

Hasta que una noche, durante una feroz tormenta eléctrica que se abatió en algún lugar de Kansas…

– Me están llamando -dijo Skip-, tengo que irme.

– ¿Tu familia? -aventuró Dally.

– Resulta difícil de explicar.

– Estabas empezando a caerme bien. ¿Hay alguna posibilidad de…?

– ¿De que vuelva? Uno es como si se sumiera en el todo, así va la cosa, de manera que, de hecho, ya no existiré.

– Supongo que entonces más vale que te mande un beso, ¿verdad?

Durante los meses siguientes, ella pasó más tiempo que nunca pensando en hermanos y hermanas, y en si Erlys y Zombini el Mis__mientos con su padre.terioso habrían tenido algún hijo más, y cuántos, y cómo se viviría en ese hogar. Nunca se le pasó por la cabeza no compartir esos pensa

– Mira -dijo Merle sacando un tarro de encurtidos y echando den__porte como un idiota, echaré otra. En algún momento reuniremos la cantidad que te lleve a donde ella esté.tro una moneda de veinticinco centavos-, fíjate, cada vez que me com

– No tardaremos más de un par de días, calculo.

En uno de sus últimos días en las praderas, el viento soplaba en el alto pasto indio, y su padre dijo:

– Ahí tienes tu oro, Dahlia, el verdadero.

Como siempre, ella le lanzó una mirada inquisitiva, sabedora a esas alturas de que era un alquimista, y de que nadie en ese escurridizo círculo hablaba con claridad, sus palabras significaban siempre algu____________________sarios de un mar oculto a cuantos lo buscaran.dulando a lo largo de kilómetros bajo los soles otoñales, más grande que el aliento, que las canciones de cuna de la marea, los ritmos necena otra cosa, a veces incluso porque esa «alguna otra cosa» estaba más allá de las palabras, tal vez del mismo modo en que las almas que han partido están más allá del mundo. Ella observó la fuerza invisible en marcha entre los millones de tallos altos como un jinete a caballo, on

Al poco cruzaron la frontera de Colorado y entraron en el país del carbón, en dirección a la cordillera de Sangre de Cristo, y siguie__po que saltara al ruedo y le complicara la vida a cualquier payaso de rodeo que se cruzara en su camino.ron hacia el oeste hasta que un día llegaron a las montañas de San Juan, y Dally entró caminando por alguna puerta, Merle levantó la vista y vio que la joven estaba cambiada y supo que era sólo cuestión de tiem

Y por si fuera poco, un día, en Denver, Merle entró por casuali_dad en un estanco y, en un expositor de revistas, se fijó en un Dish-forth's Illustrated Weekly, una publicación del este de hacía unos me_ses, que traía un artículo sobre el famoso mago Luca Zombini y su encantadora esposa, que había sido su ayudante en el escenario, y los hijos de ambos, en su acogedor y maravilloso hogar de Nueva York. No llevaba los bolsillos precisamente llenos de plata en ese momen____________________ron de repente y Merle comprendió, a destiempo, la sencilla verdad de que Erlys nunca había sido más «suya» que del desdichado Bert Snidell, y que empeñarse en seguir creyéndolo era hacer números para entrar en la Academia del Ridículo.na, pero Erlys, que siempre había sido hermosa, estaba ahora radiante. Años de amargura por lo poco que ella le había amado se desintegradía conseguirse en el cuarto oscuro para mejorar una imagen humato, pero encontró la suficiente para comprar un ejemplar, se olvidó del panetela cubano que había pensado fumarse y optó por un puro nacional de tres centavos, se lo encendió y salió a leer el artículo. En la mayoría de las fotografías, impresas mediante lo que parecía ser un nuevo método de grabado, con un grano tan fino que, por más que entornara los ojos, no encontraba el rastro de la trama, aparecía Erlys rodeada por lo que se diría que sumaba una docena, más o menos, de niños. Se quedó en la esquina de un callejón, a resguardo apenas de un viento más incordiante que cualquiera que recordara desde Chicago, cargado de cristales de hielo e intenciones hostiles, y se imaginó que el viento le decía que despertara. No se engañaba acerca de lo que po

Su siguiente idea fue: más vale que Dally no lo vea; y luego, al ins__tandarte agitado por la única fuerza a la que él había jurado lealtad, añadió con reticencia: y tendré que ser yo el que se lo diga.tante: sí, ya, claro, Merle, buena suerte. Y cuando la vio acercándose en ese mismo momento por la calle, con el cabello al viento como un es

Ella reaccionó con elegancia, evitó cuidadosamente herir los sen____________________tible e inmensa oleada de energía.do entre sus cosas. Y a partir de ese momento, como una carga que se va acumulando lentamente en un condensador, sólo era cuestión de tiempo que ella partiera a Nueva York impulsada por una irresistimientos de su padre, se leyó el artículo de arriba abajo, y aunque él no volvió a ver la revista, supo que ella la había puesto a buen recau

En Colorado encontraron los restos de una granja, abandonada años atrás, cuando la explotación decayó y la casa sufrió un incendio que dejó tan sólo una nave inmensa e inútil. Merle se dedicó a lle____________________cirlo en términos legales.tizaba hasta que se marchaban, decepcionados como siempre. Otros días, los visitantes se veían polarizados en el sentido inverso, por dese a horas intempestivas, y a veces, dependiendo de cómo fuera el día, Merle les endilgaba una farragosa charla científica, lo que los hipnodaras pasmado mirándolas. La mayoría de los que pasaban por allí creían que tenía un alambique; a los chicos del Sheriff les gustaba presentarnaban los marcos de las ventanas con telarañas que, cuando la luz de primera hora de la mañana incidía correctamente, hacían que te queria de gas y otros chismes que Merle casi había olvidado que tenía. Enredaderas cargadas de bayas crecían en las grietas, y las arañas adorbajo cubierta de lentes, cubetas de revelado, exposímetros, bandejas de secado, lámparas de flash de magnesio, una máquina de bruñir giratodor eléctrico enganchado a una vieja bicicleta, pilas secas y húmedas, electroimanes, quemadores, un horno de recocido, una mesa de traparcidos por todas partes, una pequeña forja en un rincón, un generatos de alquimistas: todo tipo de recipientes que abarcaban desde latas abolladas de verduras hasta tarros y botellas que contenían líquidos o polvos de diferentes colores, pasando por vasijas de barro barnizado, de doscientos litros o más, que uno podría levantar vacías pero no tendría por qué, o tubos de cristal de esmeradas curvas y rollos de cobre esnarla hasta el techo de material fotográfico o, si lo prefieren, de obje

– No pude evitar oler lo que estaban preparando aquí. A decir ver__yo. Ahí hay nitro, ¿no?dad, lo he olido desde la cumbre de la montaña, al otro lado del arro

Merle había visto ya bastante locura rural como para no quitarle ojo a la escopeta que guardaba bajo la mesa.

– Casi. Forma parte de la familia de la nitro. Un pariente lejano, el tipo de pariente al que le pagas para que ni se acerque.

– De vez en cuando me tropiezo con él en mi trabajo.

– Que es…

– Digamos que soy una especie de ingeniero de minas. No tan bien pagado, pero el concepto es el mismo. ¿Le suena la explotación Little Hellkite, de Telluride?

Iba al grano y, que Merle supiera, no llevaba armas de fuego; pasó a presentarse como Webb Traverse.

Dally entró con el ceño fruncido, tras algún encuentro entre la maleza que la había puesto de mal humor.

– Vaya, papá, no tenía ni idea de que hubiera invitados. Déjame que prepare un poco de té y traiga unas galletas, sólo tardaré un mo_mento.

– Oh, no -dijo Webb mirándola con recelo-, en qué estaría pen_sando, usted debe de estar ocupado…

– Qué va, estaba distraído, acabando el trabajo de la semana. Qué_dese, veo que su curiosidad es legítima -dijo Merle resplandeciendo como un predicador itinerante ante un pecador prometedor.

Webb hizo un gesto hacia un tarro de azogue comprado en una tienda que había sobre la mesa.

– He visto mucho de eso en el laboratorio -dijo cautelosamente, como si esperara que Merle lo corroborara.

– Los antiguos -dijo Merle, cauteloso también- creían que si se extraía del mercurio todo cuanto no fuera esencial, es decir, el oro____________________riales reales, sólo que no es fácil alcanzarlas, aunque los alquimistas no cejan en su empeño, y es lo que hacemos.no como la roca trapeana. Mercurio Filosófico, así lo llamaban, que no se encuentra entre los metales de la metalurgia, los elementos de la tabla periódica, los catálogos de la industria, aunque muchos afirman que en realidad no es más que una figura retórica, como la famosa Piedra Filosofal, que supuestamente representaba a Dios o el Secreto de la Felicidad o la Unión con el Todo, y demás. Cuentos chinos. Pero lo cierto es que estas cosas llevan ahí desde siempre, son cosas matetural para la que todavía no se ha hecho ninguna copela que pueda contenerla, algo que haría que esto de aquí pareciera tan mortecipel de metal líquido, el brillo, el tacto grasiento, el peso, en fin, todo lo que lo convierte en «mercurio», quedaría esa forma pura sobrena

– «Alquimia», ¿es eso lo que se trae entre manos aquí? Pero, ha__cuentro a menudo, fulminato me parece que se llama…blando del mercurio, hay un compuesto interesante con el que me en

– Ingrediente básico del detonador Du Pont, por no mencionar de nuestro bien conocido calibre 44. También hay fulminato de plata, que no es exactamente lo mismo que la «plata fulminante», que esta_llaría con sólo rozarla con una pluma. Igual que el oro fulminante, si es que tiene gustos más caros.

– ¿Cuesta mucho prepararlo?

– Básicamente, tome oro y amoniaco, o plata y ácido nítrico, o mineral de mercurio y ácido fulmínico, que no es más que el viejo ácido prúsico, el amigo del suicida, patriarca de la familia del cianu_ro, con un oxígeno añadido, y cuyos gases son igual de venenosos si se aspiran.

Webb negó con la cabeza, como consternado ante el mundo y sus ironías, pero Merle había visto un brillo de gallinero sin vigilar en sus ojos.

– ¿Quiere decir que el oro y la plata, esos brillantes y maravillo_sos metales, fundamento de todas las economías del mundo…, que usted entra en el laboratorio, juguetea un rato con ellos, les echa un poco de ácido y todo lo demás, y obtiene un explosivo de gran po_tencia que, si estornuda en el momento inoportuno, pues 'adiós mu_chachos'?

Merle, con una idea precisa de hacia dónde derivaba la conversa_ción, asintió.

– Visto así, podría decirse que ésa es la vertiente infernal de la his_toria.

– Casi le hace a uno pensar que, si existe una Piedra Filosofal, ¿aca_so no sería posible que existiera también…?

– Cuidado -dijo Merle.

Webb le miró, casi divertido.

– ¿Es algo de lo que a ustedes no les gusta hablar?

– De lo que no podemos hablar. O, al menos, ésa es la tradición.

– Supongo que eso lo pone más fácil.

– ¿Para quién?

Webb pudo captar cierta cautela en su tono, pero continuó:

– Por si acaso algún hombre se sintiera tentado…

– Hum. ¿Quién dice que alguien no lo haya hecho ya?

– Ni idea. -Siguió un momento de reflexión, como si fuera inca_paz de dejar de pensar-, Pero si la una es una figura de la retórica para Dios y la salvación y todas esas historias, ¿la otra por qué no iba a…?

– Muy bien. Pero háganos un favor a todos, diga «Anti-Piedra». Tiene otro nombre, pero si lo pronunciamos en voz alta tendremos problemas. Claro, probablemente hay tantas almas en pena buscán_dola como alquimistas verdaderos. Si se piensa en el poder que puede proporcionar, vaya, es casi imposible resistirse a la recompensa.

– Pero usted está resistiéndose, ¿verdad?

– Si usted lo dice.

– No es nada personal. -Webb recorrió con la mirada el pequeño cobertizo.

– Esto es sólo temporal -explicó Merle-, la mansión tiene ratones y nuestros agentes nos están buscando una nueva.

– Ya, y si un camisón para un elefante cuesta dos centavos -inter_vino Dally-, ¿no podríamos comprar unos pañales para una hormiga meada?

– ¿Sabe algo de azogue? ¿Ha trabajado alguna vez de amalgamador?

– De vez en cuando -dijo Merle con cautela-. En Leadville, y en un par de sitios más: divertido mientras dura, pero no creo que pueda considerarse una carrera.

– En Little Hellkite están buscando un amalgamador, visto lo que pasa con la altitud y la aspiración de esos vapores; al actual se le metió en la cabeza que es el Presidente.

– Vaya, ¿el Presidente de…?

– Digámoslo así, un chiquillo con una armónica le sigue a todas partes tocando Hail to the Chief. Desafinando. Lanza largas peroratas que nadie entiende, la semana pasada le declaró la guerra al estado de Co__brehumanos.lorado. Hay que sustituirlo, y rápidamente, pero nadie quiere recurrir a la fuerza, dado que se dice que este tipo de gente tiene poderes so

– No lo sabe usted bien. Eso sería por Telluride, me ha dicho.

– Es un pueblo precioso, con iglesias, escuelas, un entorno saluda_ble para una jovencita.

Dally resopló.

– Pues a mí me suena más bien al infierno con luz eléctrica, y la escuela tampoco es que sea mi cerveza preferida, caballero, si quisie__tero, créame.ra perder el tiempo preferiría buscar trabajo de ayudante de dinami

– Pues seguro que pueden conseguírselo -dijo Webb-, pero no hace falta que mencionen mi nombre en Little Hellkite, ¿entendi_do? Allí no se me considera precisamente el minero del mes ahora mismo.

– No se preocupe -dijo Merle-, siempre y cuando la parte de la alquimia tampoco se comente por ahí.

Los dos hombres se miraron, cada uno de ellos bastante seguro de quién era el otro.

– Los ingenieros de minas lo ven con malos ojos -intentó explicar Merle-, todo eso de la antigua superstición de la Edad Oscura, ni por asomo tan científica como la metalurgia moderna. -Hizo una pausa como si quisiera recuperar el aliento-. Pero si se fija en la historia, verá que la química moderna sólo empieza a sustituir a la alquimia casi al mismo tiempo que el capitalismo se pone en marcha definitivamen_te. Extraño, ¿verdad? ¿Qué le parece?

Webb asintió mostrando su acuerdo.

– Tal vez el capitalismo decidió que ya no le hacía falta la vieja ma__mir el sudor de los pobres y convertirlo en billetes de banco, y así se guardaban el plomo para mantener el orden.gia. -Un énfasis cuyo desprecio intencionado no escapó a la atención de Merle-. ¿Por qué preocuparse? Inventó su propia magia, y les va bien, gracias; en lugar de transformar el plomo en oro, podían expri

– Y el oro y la plata…

– Una maldición que ni se imaginan, tal vez. Acumulados ahí, en la cámara acorazada, esperando a…

– ¡No lo diga!

Pero Webb se marchó con esa espléndida posibilidad repicándole en la cabeza como un latido: la Anti-Piedra. La Anti-Piedra. Magia útil que podría funcionar mejor que el tan admirado principio mexi____________________te» había sido sustituido, claro, por Merle Rideout.vería tan loco como el actual amalgamador de Little Hellkite, quien al poco tiempo pasó a ser el «antiguo» amalgamador, ya que la siguiente ocasión en que Webb pasó por allí, se enteró de que «el Presidenpartida y la promesa, una vez hechos añicos los templos de Mammón -los pobres en marcha, un ejército más numeroso que el de Coxey avanzando entre los escombros-, estaba mucho más cerca. O se volte, serían incluso mejores, y anunciarían que el día de la riqueza comcano de la química al servicio de la política. Y no es que la vida no fuera ya bastante peculiar en esas montañas, pero ahí estaba este mago del azogue de lengua suelta, con noticias frescas que tal vez, con suer

Y así fue como Merle y Dally, tras una larga racha yendo de em____________________do por esos mundos no era la consecuencia de una deriva ociosa, sino que se debía a un imperativo secreto, como la fuerza de la gravedad, a causa de toda la plata que había utilizado para revelar las fotografías a lo largo de esos años, como si la plata estuviera viva, poseyera alma y voz propias, y él hubiera trabajado para ella tanto como ella para él.tales preciosos. Y tal vez el largo camino que Dally y él habían recorrisación de que «la fotografía» y «la alquimia» eran sencillamente dos medios para llegar a lo mismo: redimir la luz de la inercia de los mepleo en empleo, acabaron en el condado de San Miguel durante los dos años siguientes, que resultarían ser de los peores en la historia de esas desdichadas montañas. Más adelante, Merle tendría la extraña sen


El 4 de Julio empezó caluroso y se fue haciendo más caluroso to____________________cho la imaginación, también de los dinamiteros.taba más bien de la Fiesta Nacional de la Dinamita, aunque muchos católicos sostenían que ésa debía celebrarse el 4 de Diciembre, fiesta de Santa Bárbara, patrona de los artilleros, los armeros y, sin forzar mucida como «Navidad del Cowboy», pero para Webb Traverse se trallera. Entre los ganaderos y los jinetes del rodeo, la jornada era conomo de promesa de lluvia; la nitro empezaba a rezumar de los cartuchos de dinamita mucho antes de que el sol hubiera dejado atrás la cordicendió, invasora; había unas pocas nubes brillantes, estilizadas, sin asodavía, la luz que a primera hora de la mañana iluminaba los picos des

Hoy todo el mundo, vaqueros y camareros, empleados de oficina y curtidos rufianes, amables ancianos y atolondrados jóvenes boquia____________________ria de la Propaganda por el Hecho, que se fundía perfectamente con toda la demás percusión.tonante y la mecha, los encendían y se los tiraban unos a otros, o los arrojaban a un estanque y tenían fritura de pescado a cualquier hora, o con las explosiones dibujaban en el paisaje formas pintorescas que al día siguiente habrían casi desaparecido, o los metían encendidos en barriles de cerveza vacíos que arrojaban rodando por las laderas de las montañas, y apostaban sobre cuánto se acercarían a la ciudad antes de que todo saltara hecho pedazos…; un día perfecto, ideal, para esa histobiertos, acabarían dejándose llevar por la manía dinamitera imperante. Cogían pequeños fragmentos de un cartucho, sujetaban la cápsula de

Webb se levantó de su petate, tambaleándose tras otra noche en la que, más que dormir, había pasado las horas intermitentemente cons____________________siaba ya pasar un rato en la cantina cuando hubiera acabado.lle. Hoy sería una jornada de trabajo bastante rutinaria, y Webb anciente del tiempo. Ya se oían las primeras explosiones por todo el va Zarzuela esperaba junto a la valla; conocía a Webb desde hacía ya el tiempo suficiente para imaginarse lo que le esperaba ese día: habría explo_siones, a las que la potra estaba acostumbrada y que incluso esperaba con ganas.

Webb recorrió el valle y luego subió por el Red Mountain Pass, con las cigarras chirriando a su lado como ecos prolongados de re____________________vantó y ladró un rato, no como advertencia ni tampoco irritado, sólo por mostrarse profesional.mica delicadamente allí preparada. Dejó que su caballo bebiera un poco de agua, pero con la turbadora presencia del deseo nasal, poco dispuesto a fiarse demasiado de su propia voz, se quedó erguido sobre la silla, con semblante serio y anhelante. El mulero también se dio por satisfecho con un simple asentimiento de cabeza, prefiriendo reservar la voz para la recua. Cuando Webb siguió su camino, el perro se letaba tan familiarizado con su opio como Webb con la sustancia quítadores animales, cargados de cajas de dinamita, cápsulas detonantes y mechas, ramoneaban por allí flores silvestres. Webb sintió una especie de vértigo y que le faltaba el aliento, debido a algo que poco tenía que ver con la altitud. Podía oler la gloria en esa nitro. Ningún chino esdos por allí como «Canarios de las Montañas Rocosas». Los encanta hacia abajo, con su perro y una recua de burritos sin atar, conocibotes de balas. Al detenerse al cabo de un rato a buscar agua, se topó con un mulero con guantes y zahones y un sombrero con el ala vuel

Como habían acordado, Veikko estaba esperando junto a una pila de desechos de la vieja mina de Eclipse Union. Webb, que era capaz de juzgar a casi cien metros de distancia el grado de desquiciamiento del finlandés en un determinado día, se fijó en una cantimplora de ocho litros, sin duda llena del licor de patata de elaboración casera que tan__do el fenómeno a una mala pasada de la luz. Por el aspecto de su rostro, Webb adivinó signos de un inminente dolor de cabeza a causa de la dinamita, después de haber andado mucho tiempo por ahí to gustaba a todos, colgada del arzón de su silla. También parecían salirle llamas de la cabeza, pero Webb rechazó esa posibilidad atribuyeninhalando vapores de nitro.

– Llegas tarde, Hermano Traverse.

– Yo también preferiría estar de picnic -dijo Webb.

– Estoy de muy mal humor.

– ¿Qué tiene que ver eso conmigo?

– Tú eres el que normalmente lo empeoras.

Mantenían conversaciones parecidas una o dos veces por semana. Esa irritación les ayudaba a ambos a llevarse bien, como si fuera un lubricante social.

Veikko era un veterano de los centros de detención de Coeur d'Alêne y de la huelga en Cripple Creek por la jornada de ocho horas. No había tardado en ser conocido por todos los niveles de la justicia de la zona, convirtiéndose en uno de los favoritos de la milicia estatal, a cu____________________namente podían, a veces en la oscuridad, los unos encima de los otros. En plena noche, en el interior del sureño San Juan, el tren se detuvo y oyeron golpes metálicos encima de sus cabezas. La puerta se abrió.gón y le llevaron al sur en el tren Denver & Rio Grande, al otro lado de la invisible frontera de Nuevo México. En el techo iban sentados guardias con ametralladoras, y los presos tenían que mear donde bueyos miembros les gustaba comprobar cuántos golpes podía aguantar. Por último fue detenido durante una operación de limpieza general y, con otras dos docenas de mineros sindicalistas, le encerraron en un fur

– Fin de trayecto para todos vosotros -dijo una voz hostil, y pocos tuvieron el ánimo de interpretar las palabras más que en el peor senti____________________lorado era algo tan abstracto, mientras se mantuviera alejado de las carreteras podía volver a entrar en el estado cuando quisiera y seguir haciendo lo mismo que antes.tañas donde seguro que la milicia no le aguardaba para dispararle en cuanto pusiera el pie, por lo que pensó que, dado que el exilio de Coras que a Veikko le habían prohibido cruzar, pero había ríos y monportaran tan mal con otros blancos, tratándolos casi como si fueran indios, y algunos llegaron a creer que Colorado, dada su forma, había sido de hecho creado como una reserva para blancos. Alguien sacó un viejo libro escolar de geografía con un mapa del estado, incluidos los límites de la propia reserva, en el que Colorado aparecía como un rectángulo, de siete grados de longitud de ancho por cuatro grados de latitud de alto; cuatro líneas rectas sobre el papel marcaban las fronteposición a compartir una inacabable provisión de cerveza de cactus. A los apaches les parecía gracioso que unos hombres blancos se comma vez quisieran dejarlo en una caja. Resultó que habían ido a parar cerca de una reserva apache y los indios fueron tan amables de acoger a Veikko y algunos otros un tiempo, por no mencionar su buena disvirtieron que se mantuvieran lejos de Colorado, a no ser que la próxido. Pero sólo los iban a soltar, para que se marcharan a pie, aunque, en otro gesto innecesario de mezquindad, les quitaron las botas y les ad

Con Veikko uno tenía básicamente dos opciones de conversación: las técnicas de detonación o su remoto país y la precaria situación que atravesaba, y, sin ir más lejos, Webb nunca le había visto levantar un vaso sin brindar por la caída del Zar ruso y de su malvado virrey el General Bobrikov. Pero a veces Veikko hablaba un poco más y se po____________________bado. yó que se había escapado de algo y se topó con que la vida aquí era tan miserable y fría como allí, con la misma riqueza sin conciencia, la misma pobre gente en la miseria, el ejército y la policía campando a sus anchas para cometer crueldades en nombre de los patronos, y los patronos dispuestos a cualquier cosa para proteger lo que habían roba, era luchar contra el otro. Una especie de perspectiva universal. «Tal vez incluso fue un poco peor para nosotros llegar a Estados Unidos después de haber oído hablar tanto de "la tierra de los libres".» Cregimen zarista y el capitalismo americano. Luchar contra uno, pensanía filosófico. Nunca había percibido grandes diferencias entre el réLa principal diferencia que veía era que la aristocracia rusa, tras siglos de no creer en nada más que en sus propios derechos, se había ido volviendo débil, neurasténica.

– Pero la aristocracia americana no tiene ni siquiera un siglo de antigüedad, está en plenitud de forma para el combate, curtida por el esfuerzo que le costó adquirir su riqueza, todo un reto. Un buen enemigo.

– ¿Crees que son demasiado poderosos para los trabajadores?

Momento en que los ojos de Veikko palidecían y se iluminaban desde dentro, y su voz surgía de una barba abundante y descuidada que delataba, incluso en sus días más calmados, un fanatismo demen____________________vo buscaba el vodka con gesto sociable.daba callado y esperaba, esos accesos acababan pasando, y al poco el finlandés volvía a su yo habitual, impasible como siempre, y de nuete: «Nosotros somos su fuerza, sin nosotros son impotentes, nosotros somos ellos», y así sucesivamente. Webb había aprendido que si se que

Sin embargo, en ese momento Webb se fijó en que Veikko había estado sentado leyendo una y otra vez para sí una ajada postal de Fin_landia, con una expresión preocupada en el rostro mientras un rubor aparecía lentamente alrededor de sus ojos.

– Mira. Estos no son sellos auténticos -dijo Veikko-, son dibu____________________tranjero.mo día que pudimos utilizar nuestros sellos para mandar correo al exmos que usar los suyos. ¿Estos matasellos? Tampoco son auténticos. Son dibujos de matasellos. Éste, el 14 de agosto de 1900, fue el últijos de sellos. Los rusos ya no permiten los sellos finlandeses, tene

– Así que ésta es una postal con un dibujo de lo que eran las pos_tales antes de los rusos. ¿Es eso lo que significa Minneskort?

– Tarjeta de memoria. Un recuerdo de un recuerdo.-Era una pos_tal que le enviaba su hermana desde Finlandia-. Nada en particular. Lo censuran todo. Nada que pueda causar problemas a nadie. Noticias de la familia; de mi desquiciada familia. -Le pasó a Webb la cantimplora de vodka.

– Esperaré.

– Yo no.

Veikko, que era el tipo de dinamitero al que le gustaba ver la ex____________________mento o esperar a que pasase un tren.tenían algunos puntales de hierro Fink. Webb y Veikko se enzarzaron en la discusión habitual sobre si volar el armatoste en ese mismo moplosión, había traído consigo una caja magnética de roble y una gran bobina de cable, mientras que Webb, más prudente y prefiriendo mantenerse lo más lejos posible, tendía a optar por el dispositivo de dos dólares Ingersoll o de efecto retardado. Su objetivo era un puente del ferrocarril sobre un pequeño cañón, en un apartadero entre la línea principal y Relámpagos, una ciudad minera al nordeste de Silverton. Un trabajo bastante sencillo: cuatro caballetes de diferentes alturas sos

– Ya sabes cómo son los propietarios -dijo Veikko-, vagos hijos de puta que no se molestan en ensillar, toman trenes para ir a cualquier parte. Volamos el tren y a lo mejor nos llevamos un par de ellos por delante.

– No me voy a pasar el día entero aquí sentado esperando a un tren que, probablemente, hoy no funcione, son tres días de fiesta seguidos.

– Aitisi nai poroja -replicó Veikko, un cumplido ya rutinario des_de hacía mucho, y que venía a significar «tu madre jode renos».

Lo más delicado de todo, creía Webb desde hacía tiempo, era la elección de los objetivos, pues resultaba muy difícil encontrar el tiem____________________do a protegerse nistradores de minas merecían volar por los aires, pero habían aprendidianas del deber y el trabajo duro y, con más frecuencia de lo que se podría imaginar, del pesar. Sabía Dios que los propietarios y los admipo requerido para pensárselo bien, bajo la presión de las cargas cotibien. La posibilidad de ir a por sus propiedades, como fabricas o minas, tampoco era una idea muy brillante, pues, dada la na__badores, los mismos que mueren cuando carga el ejército. Y a ningún propietario le importaban media mierda las vidas de los trabajadores, ni que decir tiene, salvo para definirlos como Víctimas Inocentes en cuyo nombre esbirros uniformados salían a abatir a los Monstruos que Realizaron el Acto.turaleza de la codicia empresarial, en esos lugares se trabajaba en tres turnos, y los hombres que probablemente acabaran muriendo serían mineros, incluidos los niños que trabajaban como ayudantes y enti

Y lo que era peor aún, y podía irritar de verdad a un auténtico di____________________ra tan poco lo que le convenía.tió como un niño a punto de llorar. Llorar por que el mundo supiera vez que Webb vio pruebas contundentes de que pasaba eso, se sinnamitero, es que algunas de esas explosiones, las más letales de hecho, ni siquiera las provocaban los anarquistas sino los mismos propietarios. Imagínenselo. Ahí estaba la nitro, el medio de la verdad, utilizado por esos cabrones criminales para contar sus mentiras. Mierda. La prime

eso dejaba pocos objetivos preciosos, salvo el ferrocarril. Lo cual ya le parecía bien a Webb, pues el ferrocarril siempre había sido el principal enemigo, desde hacía generaciones. Granjeros, ga____________________yor bien.go de los años, había trabajado como peón lo suficiente como para saber al menos dónde emplazar las cargas para que hicieran el made o temprano tenías un encontronazo con el ferrocarril. A lo larnaderos, indios cazadores de bisontes, chinos que tendían los raíles, pasajeros en los accidentes de tren, fueras quien fueras por aquí, tar

Cogieron cuerda y ataron juntos los cartuchos. Webb era un de____________________bido lo que costaba, el coste total, extendido a lo largo de una vida entera, a veces no sabía si se habría apuntado.der el polvo o acabar en la oscuridad insondable del fondo de algún pozo como pago por su falta de atención. La verdad, si hubiera sarecía mirarlos, lo que los situaba en la misma categoría de los roedores campestres. Y lo que a su vez situaba al halcón en la misma categoría de un administrador de minas… Webb sacudió la cabeza con gesto de irritación. No se tenía en gran estima cuando desvariaba de ese modo. Era siempre cuestión de no bajar la guardia un instante, de ir paso a paso, ya había visto a demasiados buenos hermanos y hermanas morbra siempre que podían y amontonando rocas y tierra a su alrededor. Era un día tranquilo, sin viento. Un gavilán colirrojo, posado cerca, pacidido partidario de la gelatina, que te permitía dar forma a la carga y dirigir mejor la explosión, pero eso sólo tenía sentido con un tiempo más frío. Con un ojo avizor a las serpientes, siguieron el camino por el riachuelo de aguas poco profundas, colocando las cargas a la som

La trayectoria de Webb hacia la comunión del trabajo, que había ocupado hasta tal punto su vida, empezó en Cripple Creek, que por aquellos días florecía como una deliciosa flor venenosa entre sus es____________________dero de vuelta a ese lugar elevado y la promesa luminosa tar a los paseantes nocturnos las estrellas que recordaban de tiempos más juveniles. Luego se despertaba al nuevo día y sus terrores. El senterrumpidos a destiempo antes del alba, Webb se encontraba de pie, en una línea divisoria, mirando hacia el oeste en medio de un gran torrente promisorio, algo parecido a un viento, o puede que a la luz, libre de las esperanzas frustradas y del humo pestilente que venía del este; humo sacrificial, es posible, pero que no ascendía al Cielo, sino que sólo se elevaba lo suficiente para ser inhalado, hacer enfermar y acortar incontables vidas, para cambiar el color de la luz del día y hurcoriales, cuadras, cantinas y salones de juegos. Era una época en que, en Cripple y Víctor, en Leadville y Creede, los hombres buscaban el camino hacia las vetas indestructibles de su propia naturaleza secreta, aprendiendo los verdaderos nombres del deseo, que, al pronunciarse, o eso soñaban, abrirían paso a través de las montañas hacia todo lo que les había sido negado. Sobre todo en sueños fragmentarios e inno pasaba por Cripple, aunque Cripple serviría, no había más remedio, pero las es__mente la vida.peranzas se corroerían hasta desmenuzarse: noches de whisky, hijas de esclavos, partidas de faro amañadas, damas que se ganaban peligrosa

Una noche, en los Billares de Shorty, un jugador había golpeado su bola blanca en la apertura, tal vez con demasiada fuerza y sin mu____________________rendo todo sobre su milagrosa supervivencia.mo de escaleras de madera, tras una estancia en Fleurette's Cloudtop Retreat, y no iba lo que se dice buscando almas extraviadas, lo cual no impidió que Webb, en una torrencial explicación, le contara al Revete sin que le alcanzara ni una sola bala. ¿Cómo era posible? Ya en la calle, caminando sin sombrero y confuso, se topó con el Reverendo Moss Gatlin, que en ese momento bajaba tambaleándose un largo trato hasta que todo hubo acabado, y al cabo de un rato se dio cuenta de que había permanecido de pie en una sala llena de plomo volanguien antes de que el ruido fuera ensordecedor. Webb, paralizado de terror, pospuso la posibilidad de tirarse al suelo y ponerse a cubierron a aumentar la confusión. «Bonita tacada», se oyó comentar a alnes por toda la mesa. Confundiendo los estallidos con disparos, varios de los clientes sacaron sus pistolas sin pararse a pensar y contribuyefeccionadas con una variedad recién patentada de celuloide. Al ser golpeada, la primera bola estalló, iniciando una cadena de explosiocho efecto, contra el triángulo de bolas brillantes, que estaban con

– Hermano, somos las bolas rayadas y lisas en la mesa de billar de la existencia mundana -explicó el Reverendo-, y Dios y sus ángeles son los tramposos que nos mantienen siempre en movimiento.

En lugar de despreciar el comentario como la monserga de pre____________________portante, puede que todo, dependiera del sermón, que se basaba en Mateo 4, 18 y 19:do Gatlin predicaba, escuchando como si algo verdaderamente imguiente se le vio en la trastienda del garito de faro donde el Reverenpués de que el Reverendo se hubiera marchado, sin que nadie en el pernicioso bullicio de Myers Street se fijara en él, y al domingo siminar un estado de receptividad acrecentada, se quedó allí pasmado, como si estuviera rodeado de minas, durante un cuarto de hora desdicador que seguramente era, Webb, en lo que uno tendría que deno

– Y Jesús, caminando junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés, lanzando una red al mar, pues eran pescadores.

»Y les dijo: seguidme y os convertiré en pescadores de hombres.

»Y Jesús -explicó Moss- camina junto a un lago americano, algún estanque en las montañas, ve a Billy y a su hermano Pete lanzando car_tuchos de dinamita al lago, pues son dinamiteros, para recoger cuanto queda luego flotando en la superficie. ¿Qué piensa Jesús y qué les dice? ¿De qué los hará pescadores?

«Porque la dinamita es tanto la maldición del minero, el signo ex_terior y audible de su esclavitud a la extracción del mineral, como el arma letal del trabajador americano, su agente de liberación, con que sólo se atreviera a usarla… Cada vez que estalla un cartucho al servicio de los propietarios, una explosión convertible, al final de una cadena contable, en sumas de dólares que ningún minero verá jamás, tendrá que haber una entrada correspondiente en la otra página del libro de contabilidad de Dios, convertible en la libertad humana que ningún propietario está dispuesto a conceder.

«Habréis escuchado la idea de que no hay burgués inocente. La expresó uno de esos anarquistas franceses, un tal Émile Henry, cuando iba camino de la guillotina, aunque otros dicen que fue Vaillant cuan____________________ba que se cobrará vidas inocentes?pondamos a la cuestión: ¿cómo puede alguien hacer estallar una bomdo le juzgaron por poner una bomba en la Cámara de Diputados. Res

– ¡Con una mecha larga! -gritó alguien servicialmente.

– ¡Es más fácil con un temporizador!

– Consideradlo -dijo cuando los comentarios se hubieron apaga____________________mo aliento de cada día, durmiendo y despierto, a destruir a aquellos que masacran a los inocentes con la misma facilidad con que firman un cheque, entonces, ¿hasta qué punto puedes considerarte inocente? Y es a partir de esos términos absolutos como debe negociarse el día a día.cido no te convierte automáticamente en inocente. Pero cuando llegas a un momento en tu vida en que entiendes quién te está jodiendo, perdóname, Señor, quién se aprovecha y quién no, entonces tienes que decidir cuánto estás dispuesto a aceptar. Si no consagras hasta el últido- como el Pecado Original, sólo que con excepciones. Haber na

El sermón habría supuesto algo así como un renacimiento para Webb, de no ser porque él nunca había sido muy religioso, ni tampo____________________ban por encaminarse hacia México. Pero, bueno, tanto da.tró al fondo de una carreta que se dirigía al oeste, aproximadamente en la misma época en que otros Traverse, rebeldes irreductibles, optamilia, de manera que poco después de acabado el conflicto se enconco ningún miembro de su familia, un viejo clan originario del sur de Pensilvania, cerca de la línea Mason-Dixon. La Guerra de Secesión, que consumió buena parte de la infancia de Webb, también dividió la fa

En la otra orilla del Ohio, en una ciudad montañosa cuyo nom____________________dad, pero eso no era más que un sueño, aunque él no sabía, ni sabría nunca, lo que ella sentía.bían tendido entre sí hasta que ya nada tuvo sentido. Debería haberse quedado, saltado a hurtadillas de las carretas, corrido de vuelta hacia ella. Ella podría haber encontrado un modo de seguirle, también es verto a las rodadas de las carretas, al otro lado de una cerca las colinas se perdían en la lejanía, el cielo estaba anubarrado, puede que fuera un paseo entre dos chaparrones, y el joven Webb se disponía a descargar su corazón, que, como el cielo, estaba a punto de revelar algo que le desbordaba. Casi se lo dijo. Ambos parecían verlo venir, y más tarde, cuando se dirigía hacia el oeste, llevó consigo aquel silencio que habre no tardó en olvidar, había una chica de cabello moreno de la edad de Webb, cuyo nombre, Teresa, nunca olvidaría. Un día paseaban jun

La deriva hacia el oeste se prolongó otros nueve o puede que diez años más, sobre la pradera ondulada, a través de las espiguillas colgan____________________nado desde entonces, en cuyas profundidades se había aventurado a la búsqueda de oro y plata, en cuyas cimas siempre había luchado, sin descanso, por respirar.do más tarde la gran cumbre mellada, para llegar al final a estas impías montañas en las que Webb se hizo hombre y que no había abandocosas a través de prados de orejas de muía y botones de plata, salvanderas, zigzagueando cuesta arriba por la vertiente oriental de las Rotes, entre urogallos de las artemisas que levantaban el vuelo, por los pavorosos silencios cuando los cielos se ennegrecían en medio de la vasta llanura, huyendo a la carrera de ciclones e incendios en las pra

A esas alturas sus padres habían muerto, y le habían dejado poco más que el viejo Colt Confederado de doce cilindros de su tío Fletcher, cuyo metal se cuidaba de mantener bruñido, y por el que había tenido que soportar comentarios como «Es más grande que tú, Webbie», aunque él no dejaba de practicar siempre que podía, hasta que un día descubrió que acertaba a más de la mitad de todas las hileras de latas de alubias.

En Leadville, el año en que llegó el alumbrado de gas, vio a Mayva Dash bailando sobre la barra del Saloon de Pap Wyman con botas altas y cuentas azabache, mientras transportistas, peones y temporeros de las minas de barbas grasientas gritaban cada vez que levantaba una pierna o hacía una pirueta, llegando incluso a quitarse el puro de la boca antes de chillar.

– Sí, hijos, puede que os parezca raro, pero vuestra madre era una corista cuando nos conocimos.

– Les estás dando una idea equivocada -fingió quejarse ella-. Siem_pre he trabajado por mi cuenta.

– Tú le pagabas a aquel camarero.

– Todos le pagábamos.

– Tal como él lo veía, eso significaba trabajar para él.

– ¿Te lo dijo él?

– No, Adolph no, sino el otro, ¿Ernst?

– ¿Aquel del bigote esmirriado, que hablaba como un extranjero?

– Ese.

– Estaba solo, nada más. Se creía que todas íbamos a ser sus con_cubinas, lo que por lo visto era un acuerdo habitual, según él, allá de donde procedía.

La ciudad, fundada hacía poco, ya se estaba ennegreciendo con la es____________________do. Cuando Webb lo llevó de vuelta a casa, Mayva arqueó una ceja:tarse de un tipo enclenque, Webb podía ser una fuerza formidable en esos bretes, pero cuando se metió, el trabajo más duro estaba ya hecho: Veikko sangraba pero se mantenía firme sobre sus pies, mientras los mercenarios yacían cuan largos eran sobre la acera o se alejaban cojeanjuela conocida como St. Louis Avenue, y allí estaba Veikko Rautavaara, sosteniendo firmemente una jarra de vodka con una mano mientras se peleaba con varios guardias del campamento con la otra. Para trado su turno de trabajo, Webb oyó un estruendo tremendo en la callemente un lugar donde uno esperaría que floreciera el amor, pero, casi sin darse cuenta, estaban casados y vivían en la Quinta Este, en el barrio finlandés, entre pilas de desperdicios. Una noche, cuando había acabacoria; en todos los callejones y hasta el campo de los alrededores se la veía acumulándose en grandes montañas envenenadas. No era precisa

– Me alegra comprobar que la vida de casado no te ha ablandado, cariño.

Ella siguió trabajando en la cantina de Pap Wyman hasta que no le cupo duda de que Reef estaba de camino. Los niños fueron todos bebés de la fiebre de la plata, por entonces en su momento álgido, pero ya camino del desastre de la Abrogación.

– Me han dado un full de mano -le gustaba decir a Webb-, de jo_tas y reinas, a no ser que cuentes a tu madre como as de picas.

– La carta de la muerte -murmuraba ella-, muchas gracias.

– Pero, amada mía -replicaba Webb, todo ingenuidad-, ¡lo he di_cho como un cumplido!

Pasaron tal vez uno o dos años que no fueron demasiado ago_biantes. Webb se los llevó a todos a Denver y le compró a Mayva una elegante pipa de escaramujo que reemplazó la ajada mazorca de maíz que solía fumar. Comían helados en un café bar. Fueron a Colorado Springs, se hospedaron en el Antlers Hotel y subieron al ferrocarril de cremallera hasta Pike's Peak.

Aunque es posible que a lo largo de un par de años, mientras tra____________________tidas de póquer interminables, prácticas neraba un barrio de mala fama, poblado de sueños plateados, con parbrado eléctrico nocturno, con su extremada e implacable blancura, gedades del ferrocarril, como Durango, Grand Junction, Montrose y demás, resultaban bastante más convencionales en comparación, y de ellas Webb recordaba sobre todo la luz del sol. Telluride era más bien como una excursión a un perverso centro de diversión, donde el alumtiguo filón en 1892, quedó casi devastada por la Abrogación, y otro tanto le pasó a Creede, que se vio golpeada a traición después de una semana entera de jarana con ocasión del funeral de Bob Ford. Las ciuyéndose la beneficiaría elegida por Dios cuando se redescubrió el anbajaba esporádicamente en el ferrocarril, Webb viera algún rayo de luz del sol, siempre acababa regresando abajo, a algún agujero de alguna montaña, a limpiar escoria, o entibar, o lo que le saliera. Leadville, creeróticas en solares de chabolas, fumaderos de opio chinos que la mayoría de los chinos de la ciudad tenían la sensatez de no frecuentar, extranjeros desquiciados que chi_llaban y se lanzaban cuesta abajo en la oscuridad con la idea fija de demoler algo.

En 1893, después de que la nación entera, de un modo u otro, hu____________________do regresaban, hambrientos como osos.nualles de Jacktown le habían enseñado a añadir rodajas de manzana, aparte de la carne y las patatas; luego les preparaba algo caliente cuantacargas, una y otra vez. No tardó en aborrecer ese trabajo, y Webb, que lo entendía, nunca se lo recriminó. Cuando Webb y los chicos trabajaban en turnos distintos, Mayva casi no paraba las veinticuatro horas del día, cocinando empanadillas de Cornualles a docenas para que se las llevaran al agujero, empanadillas a las que las esposas de Corron a recuperarse, descendían a cualquiera de aquellos yacimientos en las laderas de las montañas; Reef, antes de irse de casa para siempre, trabajó una temporada en el mismo turno que su padre, recogiendo el mineral suelto, cargándolo en vagonetas que empujaba hasta el monche de las cocinas o, a medida que los campamentos de oro empezasero de una pensión que, de hecho, era poco más que una choza. Lake ayudaba en las tareas domésticas, Reef y Frank traían sacos de patatas de la carreta, aunque a veces también trabajaban en el turno de nobola, en parte tienda de campaña, en parte cobertizo, en el solar tratando. Más tarde, en Montrose, vivieron todos en una pequeña chafano, donde se trabajaba en la extracción de carbón, cuando Ed Farr era todavía sheriff, antes de que lo mataran ladrones de ferrocarriles cerca de Cimarrón, y Webb volvía a casa con la cara ennegrecida y tan irreconocible que los niños o se partían de risa o huían de él griranía, siguieron tiempos más tranquilos, y Webb y su familia viajaron constantemente de un sitio a otro, hasta llegar al condado de Huérbiera superado con un agotador ejercicio moral la abrogación del Acta de la Plata, que acabó con el Estándar Oro recuperando su antigua ti

A medida que Webb ascendía de peón de carga a barrenero y, más tarde, a ayudante del capataz, iba aprendiendo los arcanos de la dina____________________ría que alguno se metiera muy a fondo en el mundo de la dinamita.do la edad apropiada, empezó a llevarse consigo a los niños, uno por uno, y cada uno se lo tomó a su manera. No había forma de adivinar, sólo por las reacciones que veía, cuál de ellos se convertiría en un buen dinamitero. Y lo cierto era que Webb tampoco tenía muy claro si queguna de sus preciosas explosiones. Cuando creyó que habían alcanzate, lo que desquiciaba a Mayva, aunque ninguna de sus quejas tuvo el menor efecto, pues él siempre estaba fuera, en algún prado de hierba alta o en la parte trasera de algún vertedero, agachado detrás de una roca, con aquel brillo de zorro en la mirada, temblando, esperando alpo libre se lo pasaba en grande jugando con aquel material deprimenmita, hasta conocerlos todos. O al menos eso creía. Incluso en su tiem

Reef no decía gran cosa, pero sus ojos adoptaban una bizquera que, cuando la veías, aprendías a andarte con cuidado. Frank era más curioso, al modo de los niños atraídos por la ingeniería, y procura____________________cos senales de explosivos de Webb. Lake, bendita sea, no puso mala cara ni se tapó los oídos, ni suspiró aburrida ni hizo nada de lo que los chinamitar maestros de escuela, jefes de turno, dueños de almacén y a cualquiera que en algún momento le pudiera incordiar, y requirió una vigilancia especial para mantenerlo alejado de la serie de pequeños ardos, así que tras la primera lección estaba resuelto a ir corriendo a dimita había saltado por los aires y salido de la explosión como si nada, de lo cual coligió que podía volarse a cualquiera una y otra vez y que lo peor que podía pasarles es que resultaran cómicamente ridiculizatáculo de una verbena en Olathe, donde un titiritero cargado de dinaño Kit, al niño ya le hacía gracia por lo que había visto en un especba volar cualquier configuración del terreno que le dejara Webb, sólo por ver si había alguna regla general. Cuando fue el turno del pequeimaginaban que haría. Entendió el funcionamiento al instante, y la primera vez provocó una espléndida onda expansiva de gran radio, creando varias toneladas de roca trapeana…, tal vez sonriendo para sus adentros del modo en que ya había empezado a sonreír.

La cuestión de qué partido debía tomar -en oposición al que de hecho tomaba- había atormentado a Webb durante buena parte de su vida, desde los tiempos de los Billares de Shorty en Cripple, una cues____________________bre temas más profundos, como en qué seguir insistiendo, qué pasar por alto, cuánto debía a quién, sólo pudo plantearla sobre la marcha, con gente de la que, como mucho, esperaba que no le delatara.frutado del lujo del tiempo, y no hubiera tenido nada más que hacer que apoyar los pies en la barandilla de madera de un porche, liar un cigarrillo, contemplar las colinas, dejar que la brisa le acariciara, claro que lo habría resuelto; pero tal como fue su vida, no dispuso ni de un minuto que no perteneciera a otra persona. Cualquier discusión sotión que, en realidad, nunca llegó a resolver del todo. Si hubiera dis

– No tengo claro si a veces no hubiera estado mejor sin todas esas obligaciones familiares -reconoció en una ocasión ante el Reveren_do Moss, quien carecía de autoridad para absolver los pecados de su rebaño de dinamiteros, pero lo compensaba con un apetito sin fin de escuchar sus lamentos-. Poder trabajar solo -murmuró Webb-, con margen de maniobra.

– Tal vez no. -Y el Reverendo soltó su teoría y práctica de la re____________________garse a perder tanto.rían, porque tienes demasiado que perder; nadie, ni siquiera el más duro, puede ser tan duro, es lo que creen, nadie está dispuesto a arriessistencia al poder-. Si llevaras una vida clandestina, irían a por ti. Odian a los solitarios. Los huelen. El mejor disfraz es no disfrazarse. Debes formar parte del mundo normal, cotidiano, estar en él, ser de él. Un hombre como tú, con mujer e hijos, es el último de quien sospecha

– Pues no se equivocan, yo no lo estoy.

El Reverendo se encogió de hombros.

– Entonces no seas más de lo que pareces.

– Pero es que no puedo…

El Reverendo, que casi nunca sonreía, estaba a punto de esbozar una sonrisa en ese momento.

– No, no puedes -dijo asintiendo-. Y Dios te bendiga por eso, her_mano de clase.

– ¿Le importaría decirme cuándo voy a dormir?

– ¿Dormir?, pues cuando te duermas. ¿Es eso lo único que te preo_cupa?

– Lo que pasa es que no me gustaría dormir donde pudieran pi_llarme, necesito una cama segura en algún sitio.

– Algún lugar secreto. La palabrita otra vez… Si quieres aparentar que eres normal no puedes tener demasiados secretos, ¿verdad?

Y sin embargo, ¿qué seguridad podía ofrecer el Mundo Normal de Colorado, con la muerte acechando en cada esquina, cuando todo podía perderse en un suspiro, con tanta rapidez como una avalancha?

No se trataba de que el Reverendo quisiera el Paraíso, se habría dado por satisfecho con algún sitio donde los hombres no tuvieran que en____________________larios dignos y existiera el derecho a organizarse, porque un hombre solo era una muía trastabillando por el filo del sendero montañoso de la vida, a punto de ser aplastada o empujada a patadas al vacío.tos dólares y cincuenta centavos al día, un lugar donde se cobraran sazarzarse como perros en una refriega por empleos que destrozaban los pulmones y que reportaban, en el mejor de los casos, tres bendi

Resultó que el Reverendo era una víctima más de la Rebelión.

– Y así encontramos de nuevo nuestro querido y viejo Sur, aun____________________mente dirían: pues muy bien, ahí os pudráis, siempre encontraremos a otros que trabajarán barato…cluso con menos piedad, nos ridiculizaban y asustaban tanto como nuestros padres habían hecho con los esclavos una generación antes, y la gran diferencia radicaba en que si huíamos, ellos con toda seguridad no correrían a perseguirnos, no les harían falta leyes de fugas, simpleque no exactamente el tipo de redención en el que pensábamos. En lugar de la vieja plantación, esta vez era más probable que se tratase de una mina de plata, y los esclavos Negros éramos ahora nosotros. Los propietarios descubrieron que podían explotarnos igual, peor aún, in

– Eso es cruel, Reverendo.

– Es posible, pero tenemos lo que merecemos.

En Colorado, aquellos días la atmósfera estaba tan viciada que los propietarios estaban predispuestos a creerse cualquier cosa de cual____________________vertido en un ejercicio rutinario y casi invisible.nicas burocráticas, no se trató de un paso muy radical, ni siquiera la primera vez que se dio, y antes de que nadie se percatara, se había conpezaron a redactar informes sobre personas sospechosas. La práctica rápidamente se convirtió en costumbre. Tal como funcionaban las técquiera. Contrataban lo que denominaban «detectives», quienes em

Y de ese modo, Webb pasó rápidamente a los expedientes, aunque ¿qué era lo que a primera vista lo volvía tan peligroso? No parecía más que un soldado raso en la Federación Occidental de Mineros, pero puede que aquellos bastardos anarquistas ocultaran sus antecedentes. Podría estar conspirando en secreto. Juramentos a medianoche, tinta in____________________to, y de algún modo con él siempre llegaban los problemas. Bueno, no siempre, la verdad. Pero ¿cuántas veces hacían falta para que algo dejara de ser una coincidencia y se considerara una pauta?cho, demasiado para un hombre con familia, se diría, y siempre tenía dinero, no grandes sumas, pero más de lo que se esperaría encontrar en los bolsillos de alguien que cobra un salario de minero… Un buen trabajador, no de los que son despedidos una y otra vez, no, siempre era él el que abandonaba el empleo, iba de campamento en campamenvisible. No sería ni el primero ni el único. Y parecía desplazarse mu

Así que empezaron a incordiarlo. Poca cosa. Avisos del jefe de turno. Convocatorias a entrevistas en el despacho. Humillaciones por cargar poco peso o incumplir los horarios. Expulsiones de las cantinas y cuentas bruscamente cerradas en las tiendas. Tareas en vertientes rocosas y túneles menos cómodas e incluso peligrosas. Los niños cre____________________curaba que pareciera lo más divertido posible.yor frecuencia a medida que pasaban los años, a menudo estando ellos presentes, sobre todo Frank. Le recogían el sombrero, le ayudaban a recuperar la verticalidad. Dado que sabía que tenía público, Webb procieron viendo cómo echaban a Webb de los sitios, cada vez con ma

– ¿Por qué lo hacen, papá?

– Oh, tal vez tenga alguna intención educativa. ¿Has llevado la cuenta, como te pedí, de quién lo hace?

– Almacenes, cantinas y casas de comida básicamente.

– ¿Y de los nombres y las caras? -Y ellos le decían lo que recor_daban-. ¿Y os habéis fijado en que algunos dan excusas inventadas y otros sencillamente dicen sal de una puta vez de aquí?

– Sí, pero…

– Pues bien, eso merece que le prestéis una atención detenida, ni____________________rarán. No hay nada vegetal ni humano que no tenga su ses de plantas venenosas, unas matarán el ganado, otras os matarán a vosotros, pero si las usáis como es debido, algunas, lo creáis o no, os cuños. Son variedades de hipócrita. Es como aprender las diferentes clautilidad, acor_daos de lo que os digo. Salvo, quizás, los propietarios de las minas y los cerdos de sus soplones.

Siempre que disponía de un minuto, procuraba transmitirles lo que creía que deberían saber, aunque nunca había tiempo.

– Mirad. Esto es lo más precioso que poseo. -Sacó de la cartera el carné del sindicato y se lo enseñó, uno por uno-. Estas palabras de aquí -añadió señalando el lema escrito en el dorso del carné- resu____________________nes extranjeras sólo con lo que los Republicanos tienen que decir.se. Y así sucesivamente. Se podría escribir un libro entero de expresioción de hambrientos, sin techo y muertos está a punto de multiplicarcillas y directas. Nada de dobles sentidos como las de los plutócratas, porque con ellos siempre tenéis que entender lo contrario de lo que dicen. Que dicen «libertad», pues entonces es el momento de que os andéis con más cuidado: cuando empiezan a deciros lo libres que sois, es que pasa algo; sin que os deis cuenta las puertas se han cerrado de golpe, y ahí está el Capitán mirándoos raro. ¿«Reforma»?: más cerdos metiendo el hocico en el pesebre. «Compasión» significa que la pobladependencia y cosas así, pero si no aprendéis otra cosa, aprendeos al menos esto de memoria, lo que aquí reza: «El trabajo produce toda la riqueza. Por tanto, la riqueza pertenece al productor». Palabras senmen a lo que se reduce todo; no las escucharéis en la escuela, donde a lo mejor os hablan del Discurso de Gettysburg, la Declaración de In

Frank siempre había tomado a Webb por lo que parecía ser: un minero decente y aplicado, exprimido hasta la última gota, que nunca recibía más que una mínima fracción de lo que en realidad valía su tra____________________lar un poco más su propio futuro, o al menos de no tener que trabajar tan incansablemente. En esa idea no le parecía que hubiera nada malo, y Webb no tenía corazón para discutir con él.jor, tal vez licenciarse algún día como ingeniero, ser capaz de controbajo. Desde muy pronto, Frank había resuelto por sí solo hacerlo me

Reef, por su parte, había captado desde muy pronto que detrás de aquella afable pose de hombre de familia recto y trabajador se ocul____________________las maneras.gún el Reverendo Gatlin, tienen la misma voz. O incluso que poseía algún poder sobrenatural, como por ejemplo multiplicarse para estar en varios sitios a la vez… Pero a Reef no se le ocurría cómo hablar de nada de eso con Webb. Le habría suplicado que le dejase trabajar con él como aprendiz y cómplice, aceptando cualquier trabajo pesado, pero Webb solía hacer oídos sordos a las súplicas, a veces, de hecho, con macer la obra del hombre, por no decir la de Dios, dos fuerzas que, senaban invisible e iba por los caminos, lúgubre y concentrado, para hatantánea, sí al menos una vida secreta en la que, al caer la noche, se ponía, digamos, un sombrero y un guardapolvo mágicos que lo tormente ruidosas, explosiones en llamas. Acabó convenciéndose de que Webb poseía, si no exactamente la facultad de aplicar una justicia insrios de los propietarios para hacerlos saltar en brillantes, y preferibleñalar o mirar con la suficiente ferocidad a cualquiera de los mercenataba la rabia, que no le resultaba ajena a él mismo, y empezó a desear desesperadamente, a medida que los insultos se multiplicaban, poseer la capacidad de destruir con la sola fuerza de su deseo, que le bastara se

– No supliques nunca, ¿me entiendes? No supliquéis ninguno de vosotros, joder, jamás, ni a mí ni a nadie, por nada. -Una palabrota in_troducida oportunamente en la lección formaba parte de la teoría de la educación de Webb.

Pero lo que dificultaba todavía más la intención de Reef de llegar a convertirse en el compadre de medianoche de su papá era su pro_pia reticencia a dejarse llevar por una de esas rabietas imponentes que eran privilegio exclusivo de los padres, y que él a veces era capaz de reconocer como una mediocre interpretación puesta en escena por comodidad, pero, conocedor de las verdaderas profundidades de la ira de Webb, todavía no se veía con ánimo para enfrentarse a ellas. De ma_nera que optó por aprovechar las confidencias que accidentalmente se le escapaban de vez en cuando.

– Hay una lista negra -les comunicó Webb un día-, en Washing_ton D.C., con todos los que ellos creen que no hacen nada bueno; la lleva el Servicio Secreto de Estados Unidos.

– Creía que esos chicos se dedicaban a impedir que dispararan al Presidente -dijo Reef.

– Según la ley, a eso se dedican, y a perseguir falsificadores. Pero no hay ninguna ley que diga que no puedan prestar sus agentes a cual_quiera que necesite, pongamos, un tipo secreto de individuo. Así que esos agentes federales están de hecho por todas partes, y en ningún sitio hay tantos por metro cuadrado como en Colorado.

– Anda ya, papá, ¿dónde estamos, en Rusia?

– Más te vale que abras bien los ojos, que vas camino de un pre_cipicio.

Se trataba de algo más que las habituales advertencias en broma. Webb estaba preocupado, y Reef supuso que era por aparecer en esa lista. Cuando Webb no sonreía, circunstancia que cada vez más se alar____________________do cerca cuando estallara.cia que todo el mundo les deje salirse con la suya? Empezó a ir por ahí con conocidos dinamiteros aficionados de su edad y también un poco mayores, cuyo concepto de diversión incluía merodear por los escoriales, beber whisky de garrafa y lanzarse unos a otros un cartucho encendido de dinamita, calculando el tiempo para no estar demasianas de matar a algunos de ellos, y de seguir matando, y no te desquigaba durante días, parecía más viejo. Por supuesto, cuando sonreía, las orejas puntiagudas, la nariz, la barbilla, las arrugas de un lado al otro de la cara, las cejas alegremente enmarañadas, todo revelaba un encanto zorruno que se acompañaba siempre de confidencias bien guardadas, consejos ofrecidos con generosidad, rondas pagadas sin vacilación. Pero siempre conservaba, Reef lo notaba, una parte de sí reprimida, a la que los demás no podían llegar. Ese otro Webb vivía por la noche, invisible. El quería decirle: ¿no te vuelve loco, papá, no te entran ga

Alarmada, Mayva le explicó el juego a Webb, que se limitó a en_cogerse de hombros.

– No es más que el viejo juego de pasarse la dinamita de toda la vida, no hay condado donde no se juegue. Reef sabe lo suficiente para andarse con cuidado con el material, me fío de él.

– Aunque sólo sea para tranquilizarme un poco…

– Claro, hablaré con él.

Encontró a Reef junto a una de las zonas de avalanchas, cerca de Ouray, sentado allí como si esperara algo.

– Me han dicho que tú, Otis y los demás habéis descubierto el juego de Cargar con el Muerto. Es divertido, ¿verdad?

– Hasta ahora. -La sonrisa forzada de Reef era tan falsa que hasta Webb se dio cuenta.

– ¿Y no te asusta, hijo?

– No. Un poco. No mucho, diría -añadió con una de esas risas ton_tas con las que los adolescentes reaccionan a la torpeza de su lengua.

– Pues a mí sí me asusta.

– Ya, ya, claro. -Miró a su padre esperando el resto del chiste.

Webb comprendió que, independientemente de lo en serio que Reef llegara a tomarse aquello algún día, él nunca podría tomarse la dinamita tan a la ligera como su hijo. Miró a Reef con envidia casi manifiesta, pero sin ser capaz, ni de lejos, de reconocer el lado más os_curo, el deseo, la desesperada necesidad de crear un radio de aniquila_ción que, si no podía abarcar a aquellos que lo merecían, bien podría alcanzarle a él mismo.

Webb no era un profesor, sólo podía repetir porfiadamente a sus hijos las mismas viejas lecciones, señalar las mismas obvias injusticias, esperar que algo de todo aquello fructificara, y continuar con su pro____________________tente, corriendo el riesgo de que pensaran que estaban dirigidos a ellos, y sin contar con Mayva para que le sacara del apuro, puesto que ella era también el blanco, con mucha frecuencia; en definitiva, no sabía cómo explicárselo a ninguno de ellos. Y tampoco es que fueran a creerle si lo hiciera. No, hacía ya mucho que tal cosa había dejado de ser posible.do tenía tiempo de pararse a pensar. Y también eran buenos chicos. Lo único que sabía hacer era ir dando tumbos y soltando golpes, impobundo y real nudo de vacío que se formaba en el centro de su cuerpo cuando se paraba a pensar en todo lo que significaría perderlos. Cuanderlos, perder sus jóvenes miradas limpias, su amor y su confianza, la fe incondicional con la que pronunciaban su nombre, todo cuanto puede romper el corazón de un padre, bien, los niños crecen, y había que aceptar que eso iba incluido en el precio, junto con el tiempo en prisión, los centros de detención, las palizas, los cierres patronales y todo lo demás. Así son las cosas. Webb tendría que dejar aparte sus sentimientos, no sólo el sensiblero cariño a los bebés, sino el tremetraño para esos niños y parecer una especie de bobo gritón cada vez que se presentaba en casa, y luego, algún día, tarde o temprano, perría dinamita, bien, qué se le iba a hacer…,y si requería volverse un expia obra sumido en el más absoluto silencio, con cara de póquer y en solitario, dejando que su rabia alimentara una carga de presión hasta que estuviera lista para hacer algún trabajo útil. Si para eso se reque

– ¿Estamos listos?

Veikko se encogió de hombros y alcanzó la palanca del desatascador de la caja magnética.

– Pues acabemos.

Cuatro explosiones muy cercanas, grietas en el tejido del aire y del tiempo, inmisericordes, que rasgueaban los huesos. Respirar parecía una estupidez. Nubes de un amarillo sucio se elevaban cargadas de as____________________yo ahogado en polvo.guna parte. Los raíles y el armazón se combaron hasta caer en el arrotillas de madera, sin que soplara ningún viento que se las llevara a nin

Webb y Veikko lo miraban desde el otro lado de un prado de es_puelas de caballero y colas de borrego, y a sus espaldas un pequeño arroyo descendía por la ladera de una colina.

– Las he visto peores -dijo Webb asintiendo al cabo de un rato.

– ¡Ha sido hermosa! ¿Qué querías, el fin del mundo?

– Basta a cada día su propio mal -dijo Webb encogiéndose de hom_bros-, claro.

Veikko servía vodka.

– Feliz 4 de Julio, Webb.


Durante años, en Colorado se contarían historias de la asombro_sa noche de la víspera del 4 de Julio de 1899, que lo puso todo patas arriba. Al día siguiente habría rodeos, bandas de música y explosiones de dinamita por doquier, pero esa noche lo que hubo fue rayos arti____________________mente familiarizados con la variación diaria de los precios, pudieron amasar fortunas antes de que nadie se percatara.do a trabajar a despachos de corredores de Bolsa donde, asimétricaca apoyados en postes de telégrafos escuchando el tráfico que corría a toda velocidad por los cables tendidos encima de sus cabezas, o yenmentos metálicos reverberaban a través de sus torrentes sanguíneos. Se encontró a niños que bebieron la leche de las vacas que pastaban cerban para desfilar fueron incapaces de conciliar el sueño, pues los elevos de vallas, horquillas, todos buscando el recuerdo magnético de aquella antigua visita. Los Veteranos de la Rebelión que se preparaneras, las llaves de las habitaciones de hotel a las damas viajeras y las de las cajas fuertes de los despachos, así como chapas de mineros, clalaban directamente a engancharse en el clavo que había en el suelo o en cualquier otra cosa cercana que fuera de hierro o acero, eso si no estaban recogiendo recuerdos en su vuelo por los aires, sacando las pistolas de los pistoleros de sus fundas y las navajas de debajo de las perra debido a la electricidad que les subía en oleadas a través del metal de sus herraduras, unas herraduras que, cuando finalmente cayeron, se guardaron para usarlas en el tejo de los cowboys y en competiciones celebradas en importantes ferias, de Fruita a Cheyenne Wells, pues voficiales, caballos que se volvían locos kilómetros adentro de la prade

Resultó que el joven Kit Traverse participaba en el experimento de alto voltaje que lo había causado todo, pues ese verano trabajaba en Colorado Spríngs, para el doctor Tesla. A esas alturas, Kit se conside_raba un vectorista, habiendo llegado a esa creencia matemática no por ninguna ruta abstracta sino, como la mayoría hasta entonces, por la vía de la Electricidad y su introducción práctica durante la infancia, a un ritmo progresivamente frenético, en vidas previamente ajenas a ella.

Por aquellos días, era un aprendiz de electricista ambulante -«Su_pongo que podrían llamarme un trotamundos del circuito»-, e iba de un valle de las montañas a otro, cuidando de no bajar nunca más a una mina, aceptando cualquier empleo que se le ofreciera, siempre que tuviera algo que ver, aunque fuera remotamente, con la electricidad. La electricidad hacía furor en el sudoeste de Colorado, y casi todos los cursos de agua se cruzaban tarde o temprano con una planta eléc____________________se la edad que hiciera constar en los formularios, eso en el caso de que los hubiera.mente en un generador de turbina situado bajo uno de los muchos saltos de agua que, dada la altitud de la región, abundaban allá donde uno se tomara la molestia de mirar. Kit era bastante corpulento para su edad y los capataces estaban dispuestos a contratarle fuera cual fuebrica o el alumbrado de las ciudades, plantas que consistían básicatrica privada que alimentaba la maquinaria de una mina o de una fá

Algo, cierta fidelidad o necesidad, que entre los obreros menos cualificados de aquellos días se empezaba a manifestar en forma de leal____________________taba, elyores que él, que solían ir a pasar allí el verano desde el este, de Cornell, Yale u otras universidades, a ayudar a Kit, a dejarle libros que necesitad sindical, predisponía a otros estudiantes de ingeniería un poco ma Treatise on Electricity and Magnetism, de 1873, de Maxwell, el más reciente (1893) Electromagnetic Theory, de Heaviside, etcétera. En cuanto Kit le cogió el tranquillo a la notación, lo que no le costó mu_cho tiempo, se puso manos a la obra.

Por lo que sabía, podría haber sido una religión: ahí estaba el dios de la Corriente, transportando la luz, prometiendo la muerte al obser____________________nada laboral, delos cuando debería estar durmiendo, a la luz de candiles de minero o lámparas de aceite de carbón y a menudo bajo la incandescencia del mismo misterio eléctrico que estaba estudiando, y que alcanzaba a comprender un poco al azar, sólo por su anhelo, a lo largo de la jorturgia, todo explicado en su sacerdotal lenguaje vectorial, cuyos textos tenía que comprender a medida que llegaban a sus manos, estudiarvador descuidado; ahí estaban las Escrituras, los mandamientos y la li ver -directamente, sin ecuaciones, del modo en que lo había hecho Faraday, según, al menos, la leyenda- qué pasaba dentro de los circuitos con los que estaba obligado a trabajar. Lo que le pare____________________jo. El lo vio. Las expresiones vectoriales de los libros, las integrales de superficie y las funciones potenciales y demás serían a partir de ese momento repeticiones más toscas de la verdad que ahora poseía en su interior, una verdad cierta e inquebrantable.ligrosa brecha de éter abriéndose entre un punto y otro y por debajamente el siempre cegador resplandor del filamento de una lámpara, que le pareció esta vez inexplicablemente vacilante, como una luz que pasara por la rendija de una puerta entreabierta invitándole a entrar a una casa acogedora. Con el curso de agua en cuestión rugiendo en descenso soberano a sólo unos metros. No había sido un sueño, ni tampoco el tipo de iluminación que, como se enteraría más adelante, había experimentado Hamilton en Brougham Bridge, Irlanda, en 1845, pero representaba un salto de un sitio a otro, con quién sabe qué pesurró; «El agua cae, la electricidad fluye, un flujo se transforma en el otro, y de ahí la luz». O unas,,palabras por el estilo, bueno, puede que no fueran palabras exactamente… Y de golpe se encontró mirando fitando broncas a gritos; pero nada de aquello le resultaba demasiado misterioso, hasta que una noche, al oeste de Rico, se abrió para él una ventana hacia lo Invisible, y una voz, o algo parecido a una voz, le suratas, a nivelar y sustentar sólidamente turbinas, a retocar ligeramente las formas de sus hojas, a forcejear para encajar compuertas, tubos de succión, cajas de engranajes y lo que se terciara, todo o casi todo lo cual suponía sudor, músculos doloridos y discusiones con los capataces, o a recorrer penosamente el terreno para encontrar fijaciones y montar poleas, por no mencionar, cuando era necesario, un poco de albañilería, carpintería, remachado y soldadura, sin tiempo para dormir y aguancía después de dedicarse a colocar cajas de engranajes bajo las catatricos, lo que no implicaba una tarea muy complicada cuando la hanes de todo, claro, ellos lo sabían todo-, puede que un detalle aquí y allá, manipulando símbolos de vectores que representaban invisibles -aunque fácil y a veces peligrosamente perceptibles- fenómenos eléccía muy bien. Al cabo de un tiempo, de vez en cuando ya era él quien daba explicaciones a los universitarios más brillantes -no explicacio

Un día corrió la voz entre los electricistas de que el famoso doc_tor Nikola Tesla estaba de camino a Colorado Springs para instalar una estación experimental. Jack Gigg, el colega de Kit, fue incapaz de mantener la calma. No le dejaba en paz:

– Eh, Kit, ¿no estás listo todavía?, vamos, Kit, acamparemos allí, ha_brá montones de empleos para trabajadores con experiencia como nosotros.

– Jack, recuerda que tenemos diecisiete años.

– Si eso es lo que digo. ¡Pike's Peak o nada!

Kit recordó su visita a Colorado Springs de jovencito. Tranvías y un edificio de siete plantas. Crepúsculos de un rojo violento por detrás del Pike's Peak. El vagón del tren cremallera con el techo del mismo color. La estación en la cumbre y, por encima, la plataforma del mira_dor con forma de telaraña; tan nervioso se puso Frank por tener que subir allí arriba que su temor fue objeto de burla por siempre jamás.

Encontraron la instalación de Tesla montada a casi dos kilómetros de la ciudad, cerca de la Casa de los Impresores. Los recibió un hosco personaje con cierto aire de ex convicto de Cañón City, que se pre_sentó como Foley Walker. Kit y Jack supusieron que se encargaba de la contratación. Más tarde descubrirían que era un asistente especial del famoso financiero Scarsdale Vibe y que estaba allí para no perder de vista cómo se gastaba el dinero, buena parte del cual procedía del señor Vibe.

Al día siguiente, de camino a la tienda-comedor, Foley abordó a Kit.

– Debes de estar bastante loco, me parece -comentó este represen_tante de la Riqueza-, para irte de casa y no hacer otra cosa que no sea seguir pringando, ¿voy desencaminado?

Era el tipo de frase que se usaba con las chicas, pensó Kit…, que la utilizó más adelante, pero nunca le funcionó.

– Hace ya unos años que me fui de casa, como usted dice -susurró.

– No es nada personal -dijo Foley-; sólo quería saber si has oído hablar del Programa de Becas para Tenientes de la Industria financia_do por el señor Vibe.

– Claro. En el último garito donde entré a beber no se hablaba de otra cosa.

Foley le explicó con paciencia que el Programa buscaba chicos con talento potencial para la ingeniería con la intención de financiarles la carrera.

– ¿La Escuela de Minas o algo así? -preguntó Kit, interesado a su pesar.

– Algo mucho mejor -dijo Foley-, ¿A qué te suena Yale?

– A pijadas como: «Señor Merriwell, tenemos que anotar este en_sayo» -dijo Kit con un pasable acento del este.

– Lo digo en serio.

– ¿Matrícula? ¿Alojamiento y manutención?

– Todo incluido.

– ¿Automóvil? ¿Entregas de champán a cualquier hora del día o de la noche? ¿Un jersey con una gran Y estampada?

– Puedo conseguirlo.

– Gansadas. Sólo el poderoso Scarsdale Vibe en persona podría, caballero.

– Yo soy él.

– Usted no es «él». Leo los periódicos y miro las revistas, y usted ni siquiera se parece a «él».

– Permíteme que te lo aclare.

Foley se vio obligado una vez más a contar su historia de Susti____________________re? ¿Aceptaría un cheque?». Pero, curiosamente, decidió recibirlo en persona.tuto reclutado y exhibiendo documentos que lo corroboraban. «Soy un hombre ocupado», podría haber dicho Scarsdale, o: «¿Cuánto quiedespachos de la Vibe Corporation afirmando ser el mismísimo sustires pondría fin al asunto. Imagínense la sorpresa de propios y extraños cuando, dos décadas más tarde, Foley se presentó un día en los anteden de incorporación. Siguiendo la práctica habitual, su padre había comprado a un sustituto para que sirviera en su lugar, suponiendo que tras el cobro de un recibo debidamente firmado por trescientos dólacía cada vez más pesada. Durante la Rebelión, poco después de Antietam, cuando empezaba su segundo curso en New Haven, Scarsdale Vibe, que acababa de cumplir la edad requerida, había recibido la ortución en la Guerra de Secesión, una tarea que, con los años, se le ha

Foley tenía un aspecto bastante vulgar, pues todavía no había ad__dad, le confirió más adelante; lo que podría haber parecido excepcional era su forma de presentarse y su concepto de conversación banal.quirido el aire amenazador que el paso de los años, con su peculiar pie

– Recibí una bala Rebelde en su lugar, señor -fue lo primero que salió de su boca-. Encantado de conocerle, por supuesto.

– ¿Una bala? ¿Dónde?

– En Cold Harbor.

– Sí, pero ¿dónde?

Foley se dio unos golpecitos en la sien izquierda.

– Cuando me alcanzó ya estaba bastante desgastada por el tiempo, no me atravesó del todo y nadie ha sabido cómo extraérmela. Solían congregarse a mi alrededor, como si yo no estuviera, y hablar del Ce_rebro y sus Misterios. Si uno podía mantener los oídos abiertos, era como ir a la facultad de medicina sin pagar. El hecho es que, guiado sólo por lo que recordaba de aquellas conferencias impartidas en la cabecera de mi cama, llegué a realizar algunas operaciones cerebrales de cirugía menor.

– ¿Y sigue ahí?

– Una bala Minié, a juzgar por las heridas de los demás por aque_llos tiempos.

– ¿Le ha causado alguna molestia?

Su sonrisa, de tan satisfecha, le pareció terrible hasta a alguien como Scarsdale.

– Yo no lo llamaría molestias. Le asombraría saber lo que pue_do ver.

– Y también… ¿oír?

– Digamos que se trata de comunicaciones que proceden de lejos, muy lejos.

– ¿La pensión que recibe del ejército le ayuda? ¿Necesita algo que no tenga?

Foley contempló las manos de Scarsdale, que parecían disponer_se a coger algo, ya fuera una pistola o una chequera.

– ¿Sabe lo que creen los indios del oeste? Que si uno le salva la vida a otra persona, ésta se convierte en su responsabilidad para siempre.

– No se preocupe. Sé cuidar de mí mismo. Tengo todos los guarda_espaldas que necesito.

– No me han dado instrucciones para cuidar precisamente de su bienestar físico.

– Ah, ya, claro, esas voces que oye. Bien, ¿y qué le dicen, señor Walker?

– ¿Se refiere a últimamente? Me hablan mucho sobre cierta em_presa de queroseno de Cleveland. La verdad es que no pasa un día sin que me cuenten algo. Usted lo sabrá mejor que yo. ¿La Standard Oil? Se supone que está «ampliando su capital», signifique eso lo que signifique. Las voces dicen que ahora es un buen momento para comprar.

– ¿Va todo bien, señor Vibe?

– Todo bien, Bruno, muy bien, gracias. Complazcamos a este ca__roseno, en el caso de que exista, y veamos qué pasa.ballero, por favor. Compremos cien acciones de esa empresa de que

– Las voces dicen que sería mejor comprar quinientas.

– ¿Ha desayunado ya, señor Walker? Acompáñale al comedor de la empresa, Bruno, si eres tan amable.

El consejo de Foley Walker supuso una aceleración crítica en el crecimiento de la legendaria fortuna de Vibe. El tipo se zampó me____________________tidos de béisbol y, sobre todo, las carreras de caballos, en las cuales el consejo de Foley raramente fallaba.tratado como «asesor investigador» y, a partir de ese momento, Scarsdale se mostró cada vez más reacio a realizar ningún movimiento de naturaleza empresarial sin consultárselo antes; con el paso del tiempo, amplió sus consultas a los resultados de los combates de boxeo, los pardo en la azotea de la Sede Central, además de una hogaza de pan y cuarenta litros de café, taza arriba taza abajo, antes de que Bruno, que esperaba no volver a verle en la vida, consiguiera acompañarle hasta la puerta y ponerlo en la calle mientras Foley soltaba bocanadas de humo de uno de los habanos de segunda que le había dado Scarsdale. Una semana más tarde, después de una frenética búsqueda por varios fumaderos de opio y cantinas-concierto, fue localizado y condio tocino y la producción del día del gallinero de la empresa, ubica

A los Gemelos Vibe, como no tardaron en ser conocidos, solía vérselos juntos en Monmouth Park y en Sheepshead Bay, así como en otros hipódromos más lejanos, ataviados con conjuntos a juego de tela a cuadros amarillo canario y añil, chillando y agitando los puños lle____________________tador desprevenido de que eran tan cidades excesivas por las avenidas de Manhattan en un faetón marrón cuyos latón y níquel se mantenían tan pulidos que su brillo cegaba, el uno junto al otro con sus abrigos claros, dando la impresión al especnos de boletos de apuestas, eso cuando no estaban corriendo a veloineluctables como cualquier Ji_nete del Apocalipsis.

– Así que puedes creer -concluyó Foley- que soy más Scarsdale Vibe que el propio Scarsdale Vibe.

Kit escuchó con respeto, pero no pareció convencido.

– Espero que entienda cuál es el problema desde mi punto de vis__tualmente todos los meses, durante tres o cuatro años seguidos? Con ese tipo de fe, bien podría estar en una iglesia manoseando serpientes y haciéndome famosota. ¿Supone que voy a creerme que recibiré algún tipo de pago, pun de verdad.

En ese momento se vio pasar rápidamente de izquierda a derecha al célebre inventor.

– ¡Izvinite, ahí, doctor Tesla! -gritó Foley-, ¿le importa que use_mos su telégrafo?

– Está en el despacho -dijo por encima del hombro la voz aflauta__ficultad que le presentara el día.da del serbio, que corría ligero a afrontar la siguiente inextricable di

– Hvala! Ven, vaquero, y prepárate, que esto te va a dejar pasmado.

En el cobertizo de Tesla, Foley no tardó un segundo en alcanzar el manipulador del telégrafo y en ponerse en contacto con las ofici__dara de la presencia de Kit, dijo:nas de Vibe en el Este. Al cabo de unos momentos, como si se acor

– ¿Qué adelanto te convencería?

– ¿Cómo dice?

– ¿Bastarían quinientos dólares por el momento? -El dedo de Fo____________________glado. La suma estará mañana en el Banco de Colorado Springs, a tu nombre. Sólo tienes que ir y firmar.to mientras se esperaba el resultado de la charla-. Muy bien, todo arreley empezó a toquetear otra vez el aparato y lo aporreaba tan rápido que la mirada no podía seguirlo; después se produjo un silencio aten

Kit mantenía cara de póquer.

– Nos espera una larga noche por delante.

Más larga de lo esperado. A eso de las ocho, explotó una bobina secundaria de uno de los transmisores, tras haber sido repetidamente embestida por un alce enloquecido, en algún punto de los kilómetros de cable requeridos por las bajas frecuencias de las ondas usadas. Casi a medianoche, un par de tornados de las praderas se acercaron ru____________________ciales, mantuvieron los cielos ocupados hasta el amanecer. Los niños de la contigua Escuela de Ciegos y Sordos dijeron haber oído y visto frecuencias de las que nunca se había tenido noticia hasta entonces en la ciencia médica de la época.tes estallidos de luz verde, roja y azul, acompañados de truenos artifiticos que desviaban los cañones de las pistolas de su blanco. Estridentros un acompañante en la depravación eléctrica, y a eso de las dos de la madrugada, a mitad de la guardia de media, un par de sobreestimulados transportistas de Leadville se enzarzaron en una discusión y acabaron a tiros, que, para variar, no tuvieron consecuencias debido a que los campos magnéticos a su alrededor eran tan potentes y errágiendo como si buscaran en la torre de transmisiones de sesenta me

Por la mañana, tras un café de pote, Kit ensilló y cabalgó hasta el banco, donde todo estaba tal como le había prometido Foley. Un caje_ro con una especie de visera de celuloide verde en la frente levantó la mirada hacia Kit con un interés que pocos habían demostrado antes.

– Otro de los chicos del Doc Tesla, ¿eh?

Kit, que no había dormido en las últimas treinta y seis horas de fre_nesí voltaico y de extraños comportamientos humanos y animales, lo interpretó como un mensaje procedente tal vez de más allá de donde, de hecho, procedía. De regreso, en algún lugar de East Platte Street, mientras se orientaba mediante la torre con su esfera de cobre de un metro de diámetro, que reflejaba el sol del otro extremo de la pradera, Kit se vio asaltado de repente por un anhelo, o al menos eso creería después -la claridad de un deseo-, de pertenecer a aquella pandilla de aventureros del Éter y sus misterios, de convertirse, de 'por vida', en uno de los chicos del Doc Tesla. Cuando ya había recorrido casi dos kilómetros de regreso a la estación de prueba, se sintió, sin poder ex_plicarlo, dispuesto a aceptar el plan de Foley para su vida.

– Cuando acabe la universidad tendré que trabajar para el señor Vibe hasta que salde la deuda, ¿es así?

– Así es, y si me firmas esto, que es tan sólo una cesión estándar… Claro, considéralo una conscripción pagada. Nosotros, los abuelos de los tiempos de la Rebelión, tendemos a creer que así funciona el mun____________________pleo, hasta es posible que un poco de emoción de vez en cuando.po de tranquilidad y sin molestias; nosotros, los de abajo, recibimos nuestro dinero contante y sonante al momento y, dependiendo del emdad, así que paga a otro elemento para que lo reemplace. Un tipo de acuerdo muy básico. Los que están arriba consiguen ganar un tiemgradable, en tu caso, tener que aprender todo ese rollo en la universido: un elemento de la sociedad desea librarse de algún trámite desa

– Pero después de la Guerra, como ha dicho, pensaba que su hom_bre todavía estaba en deuda con usted.

– Pudo deberse al hecho de haber observado cómo el señor Vibe y otras notables almas rescatadas de su época habían disfrutado de li____________________bíamos buscar compensaciones, como si los daños sufridos en nuestro cuerpo y nuestro espíritu fueran el debe de toda su buena fortuna, si puede decirse así.va de beneficios a su favor, mientras se dedicaban a bailar; algunos de ellos ni siquiera hoy son capaces todavía de imaginar ningún apuro concreto en la vida. Nosotros, que fuimos a la guerra y tuvimos que pasar por más apuros de los que podíamos soportar, creímos que debertad para actuar como les venía en gana. Por no mencionar la cur

– Si fuera socialista, podría -supuso Kit.

– Claro, ¿y no es eso el sistema de clases para ti? Juventud eterna comprada con la enfermedad y la muerte de otros. Llámalo como quie__plantearemos el acuerdo.ras. Si vuelves al Este, puedes encontrarte con más que piensan en ese sentido, así que, si te incomoda ahora, más vale que lo digas y nos re

– No, no, estaré bien.

– Eso es lo que piensa el señor Vibe también.

– No me conoce.

– Eso cambiará.

Más tarde, ya en el cobertizo, Kit se topó con Tesla, que fruncía el entrecejo ante un esbozo a lápiz.

– Vaya, lo siento. Estaba buscando…

– Este toroide es la forma incorrecta -dijo Tesla-. Ven, míralo un momento.

Kit echó un vistazo.

– Tal vez haya una solución de vector.

– ¿Cómo?

– Sabemos qué aspecto queremos que tenga el campo en cada pun_to, ¿no? Bien, tal vez podamos generar una superficie que nos dé ese campo.

– La ves -casi preguntó Tesla mirando a Kit con cierta curiosidad.

– Veo algo -respondió Kit encogiéndose de hombros.

– Lo mismo empezó a pasarme a mí cuando tenía tu edad -recor_dó Tesla-, Cuando encontraba tiempo para sentarme tranquilo, me venían imágenes. Pero todo se reduce a encontrar el tiempo, ¿no es siempre así?

– Claro, siempre hay algo… Tareas por hacer, algo.

– Es el diezmo -dijo Tesla-, la deuda que hay que pagar al día.

– No me estaba quejando de las horas que paso aquí, nada por el estilo, señor.

– ¿Y por qué no? Yo me quejo a todas horas. De que nunca son bastantes, sobre todo.

Cuando Kit volvió de Colorado Springs, enardecido con la no_ticia de la oferta de Foley, Webb lo cortó en seco.

– ¿Te has vuelto loco? Me encargaré de que alguien les escriba diciéndoles que no.

– No te lo han preguntado a ti.

– Es a mí a quien persiguen, hijo.

– Allí no te conocen -razonó Kit.

– Tienen minas aquí. ¿Crees que no estoy en su lista? Estoy en la de todos. Están intentando comprar a mi familia. Y si el oro no fun_ciona, tarde o temprano pasarán al plomo.

– No creo que lo entiendas.

– Todo el mundo ignora algo. En mi caso, eso de la electricidad. En el tuyo, según parece, cómo son los ricos.

– Ellos pueden permitírselo. ¿Y tú?

Todo se desmoronaba. Webb sabía que en esa discusión tenía to__cipitación, preguntó:das las de perder, que estaba perdiendo a su hijo. Con demasiada pre

– ¿Y a cambio de qué?

– Tengo que trabajar para la Vibe Corp. cuando me licencie. ¿Qué tiene de malo?

Webb se encogió de hombros.

– Ellos son tus dueños.

– Significará un trabajo estable, no como…

– No como aquí. -Kit se limitó a devolverle la mirada fijamente. Todo había acabado, supuso Webb-, Pues muy bien, qué le vamos a hacer. O eres mi chico o eres el suyo, no puedes ser ambas cosas a la vez.

– ¿Es ésa la elección?

– No vas a ir, Kit.

– No me digas. -Se le escapó, y en ese tono de voz, antes de que pudiera siquiera pensarlo, y tampoco fue capaz de captar en toda su in_tensidad la pena que anegó el rostro de Webb, que miraba hacia arriba debido a la altura de Kit, quien todavía estaba creciendo.

– En ese caso -dijo Webb fingiendo que hojeaba unos papeles del jefe de turno-, vete cuando quieras. Tanto me da.

A partir de ese momento convirtieron en costumbre no mirarse a los ojos, algo que, tal como fueron las cosas, no volvería a suceder ja_más, al menos no aquí, en la desolada orilla protegida del viento que es la antesala de la muerte.

– Has sido un poco duro con él -le pareció a Mayva.

– ¿También tú? ¿Lo has visto últimamente, May? Ya no es un crío, maldita sea. Uno no puede seguir consintiéndolo todo hasta que no haya nada que hacer.

– Pero es nuestro niño, Webb.

– De niño nada. Ya es lo bastante mayor, además de lo bastante grande, para entender qué está en juego. Qué implica ese acuerdo.

Pasó cierto tiempo, hasta que Kit se hubo marchado y las emocio_nes perdieron algo de su filo cortante, antes de que Webb empezara a recordar las veces que él y su propio padre, Cooley, habían discutido como el perro y el gato, e igual de alto, e igual de estúpidamente, y ni siquiera recordaba cuál había sido el motivo, al menos no en todas las ocasiones. Y aunque Webb era más joven cuando murió Cooley, nunca se le había ocurrido, desde aquel día hasta éste, que Cooley po__mo con su hijo…dría haberse sentido igual que ahora se sentía él. Se preguntó si eso duraría el resto de su vida; no había llegado a hacer las paces con su padre, y ahora, como una condenada maldición, estaba pasando lo mis

Mayva fue a despedir a Kit a la estación, pero fue una partida fría, y sin asomo de esperanza. El fingía no entender por qué no se había presentado nadie más, ni uno solo de los hombres. Ella llevaba puesto su sombrero de misa, y como la «misa» se había celebrado con mucha frecuencia al aire libre, el viejo terciopelo marrón había acumulado varios años de polvo del camino y se había desteñido bajo el sol a lo largo de sus muchas crestas en miniatura. No hacía tanto, él era de_masiado bajo para poder verlo desde arriba y fijarse. Ella no paraba de recorrer inquieta la estación, cerciorándose de que el reloj daba bien la hora, enterándose cuanto podía del paradero del tren por medio de la telegrafista y su ayudante, preguntándole más de una vez a Kit si creía que le había preparado suficiente comida para el viaje. Empanadas de Cornualles y demás.

– No me voy para siempre, mamá.

– No, claro que no. Soy yo, que me siento, no sé…

– Es posible que ni siquiera salga bien. De hecho, es lo más pro_bable.

– Sólo tienes que preocuparte de escribir bien. En la escuela siem_pre tuviste muy buena letra.

– Te escribiré con frecuencia, mamá, para que veas mi letra -in_tentó tranquilizarla Kit.

Una agitación recorrió la hilera de ociosos que venían a la esta____________________dos del vapor en la lejanía.raban algunos, como si hubieran visto moverse las vías, sólo una pizca, mucho antes de atisbar el primer humo sobre la colina u oír los pititancia invisible en aquel sueño despierto que compartían, o tal vez, jución a ver los trenes, como si hubieran captado señales desde la dis

«No volveré a verte nunca.» No. Ella no dijo eso. Pero podría ha__to de quebranto en su cuidadosa pose de joven que lo devolviese al niño que ella, después de todo, quería conservar.berlo dicho, bien fácil era. Una mirada de él. Cualquier pequeño ges


La llamada la habían recibido hacía tan sólo una semana, durante la guardia de media, que los Chicos, incluso en estos tiempos en que había caído en desuso, seguían haciendo sin falta cada noche. Un niño con cara de ángel de cuadro antiguo bajo un gorro holgado con la visera inclinada se había presentado con un aparato telefónico cuyo cable salía por la puerta y se perdía en la oscuridad tenuemente ilu____________________nave, que había permanecido en silencio desde el día de su instalación, oeste y aguardar la corrección del rumbo que les marcaría una estación sin nombre, ubicada a una distancia indeterminada, que se pondría en contacto con ellos mediante el nuevo dispositivo de Tesla para la aeroba dividida. No disponían de cartas de navegación que los orientaran para encontrar el camino. Sus únicas instrucciones eran virar al sudminada. Podría haber sido alguien que se acostaba muy tarde y al que le daba por gastar bromas. Al día siguiente, ante unos copos de avena aguados, tocino y los posos del café del día anterior, la opinión estaaunque se mantuvo electrificado e impecablemente calibrado en todo momento.

Resultó muy difícil atribuir un origen en la esfera física a las vo____________________pezaba a emitir sus roncos susurros.co Lindsay Noseworth informó de que un delicado pero continuo escalofrío le recorría los hombros cada vez que el instrumento emces que les llegaron a lo largo de los siguientes días. Incluso el prosai

Al poco, habían alcanzado los vientos del oeste que los transpor__conocidas del océano Indico, Amsterdam y St. Paul, recientemente anexionadas por Francia.tarían con precisión casi geométrica a dos islas deshabitadas y casi des

Se desplazaban a pocas docenas de pies de altitud, por encima de un mar hostil y picado, sembrado de islas de roca negra y pelada, desier_tas y sin vegetación.

– En el pasado -relató Miles Blundell-, en los tiempos de los pri____________________viendo a caer en el anonimato, y cada isla que emerge de él no es más que otro oscuro desierto.cubridores ante cualquier tipo de recalada que se les presentara…, pero hoy en día, cuando se han perdido esos nombres, este mar está volta que fuera, se le dio un nombre, por lo asombrosa que resultaba su abundancia en el mar, por lo agradecidos a Dios que se sentían sus desmeros exploradores, a cada una de las islas, sin importar lo diminu

Y, olvidado el nombre, uno por uno, aquellos islotes fueron des_vaneciéndose de las cartas náuticas, y un día desaparecieron también del mundo iluminado para unirse de nuevo a lo invisible.

En algunas de aquellas rocas asoladas por el viento, los Chicos vie____________________sinuada en los extensos comunicados que recibían los jóvenes desde su Cuartel General, era un misterio tan oscuro como el paisaje marino iluminado por las tormentas.poner las Potencias Europeas. Su presencia en estas aguas, apenas incendieran todos, moviéndose ágil y resueltamente, aunque no había nada a la vista, ni siquiera guano, por lo que mereciera la pena correr ningún riesgo. Los barcos anclados en las cercanías eran del diseño más avanzado y parecían transportar armamento del que sólo podían disron grupos de trabajadores, amarrados con cuerdas de seguridad, que gateaban sobre superficies húmedas con el espacio justo para que des

La última isla en la que pudieron aprovisionarse de víveres pere____________________brados, como si no hubieran escuchado la pregunta de los visitantes. «Es nuestra casa», respondían algunos, «sí, casa. ¿Cuál es su casa en su lugar de procedencia?» Pero se alejaban antes de que ninguno de los chicos pudiera responder.dos -trajes de paseo, vestidos para tomar el té; tanto daba-, así que era el visitante con sus zapatos quien centraba todas las miradas. En el centro de la ciudad se estaba construyendo una inmensa edificación subterránea, y la gente se situaba en pasos elevados y pasarelas a mirar los fosos de cemento llenos de maquinaria de vapor, animales de tiro y escombros. Cuando les preguntaban qué era, fruncían el ceño, asomban descalzos, independientemente de lo formales que fueran ataviagada…; se trataba de una ciudad de cierto tamaño, donde se hablaba inglés y que era tan limpia y tenía tan poca basura que todos andate ciudad, como si hubiera estado allí desde siempre, esperando su llezaron, creyeron deshabitada. Luego, poco a poco, de uno en uno o por parejas, empezó a aparecer gente, hasta que los Chicos no tardaron en verse rodeados de una población considerable, con su correspondiencederos, como leche, fue St. Masque, que al principio, cuando aterri

En una taberna de marineros junto a los muelles, uno de esos an__no que afirmaba ser un superviviente de la fragatatros de baja estofa que él encontraba por puro instinto adondequiera que fueran, Chick Counterfly conoció a un tenebroso pecio huma H.M.S. Megaera, la cual había naufragado en la isla de Amsterdam hacía casi treinta años.

– Un lugar asqueroso. Tardaron meses en rescatarnos. Pero tam_poco es que fuera muy distinto al servicio en el mar…, oh, claro, la ausencia de movimiento, un poco más de pescado en la dieta como supondrás… Uno seguía haciendo guardias y compartía el espacio con la misma gente cuya compañía apenas había aprendido a aguantar, o a odiar, o ambas cosas a la vez, lo que, desde el punto de vista de la pura supervivencia, supuso una bendición, pues imagínate que la vie_ja Meg hubiera sido un buque de pasajeros lleno de desconocidos: la mitad de nosotros habría asesinado a la otra mitad al cabo de una se__tos pudimos sobrevivir.mana y puede que hasta nos hubiéramos devorado. Pero cuatrocien

– Qué curioso -dijo Chick-, ésa es aproximadamente la población que he calculado que tiene St. Masque.

Sólo unas horas después de dejar atrás esos fragmentos desbautizados en el vacío reafirmado del mar, alcanzaron el volcán, oscuro y rui____________________mento para realizar incursiones nocturnas en los fogones.lés y clavos de las cajas abiertas. Restos de paja caídos poco a poco de los sombreros de los culis se habían ido amontonando hasta la altura de los tobillos. Bichos traídos a la costa con la carga, a veces desde la misma California, salieron arrastrándose de los buques y encontraron refugio en las laderas del volcán; sólo se aventuraban hasta el campasos a menudo asombrosos. La zona no tardó en estar sembrada de patonces, material entregado sin facturar por trabajadores orientales que entraban y salían en masa del campamento, turno tras turno, bajo perante los experimentos que realizaba el doctor Tesla. Los Servicios Logísticos de los Chicos del Azar les habían proporcionado, sin que nadie lo pidiera, pero siempre puntuales, una serie de instrumental eléctrico muy caro, que reunía cuantos avances técnicos se conocían por ennoso, que era su destino. La misión consistía en observar qué sucedería en el punto de la Tierra que era los antípodas de Colorado Springs du

Acabada la mayor parte de la estibación, los equipos de trabajado____________________die se le ocurría nada que decir, aunque es dudoso que hubiera sido posible oír algo por encima de las descargas del oleaje.pasadas como la respiración de una divinidad local. Al principio, a nabre sus cabezas, en una playa tan intensamente iluminada por el sol que parecía casi incolora, tan cegadora como el corazón de un diamante, mientras las olas del océano batían imponentes una tras otra, acomres itinerantes fueron sacados silenciosamente de allí en barcas, hacia el buque sin bandera que esperaba junto a la costa, para que sus cuerpos trabajaran a destajo en algún otro punto del hemisferio. En Sudáfrica, muy probablemente. Y así dejaron solos a los chicos, bajo el volcán que transpiraba mefíticamente, elevándose a casi trescientos metros so

Últimamente había reinado la tensión durante las coñudas a causa de la inestabilidad política, y todo por una discusión sobre la elección de un nuevo mascarón de proa para la nave. El anterior, que representa__ñado en una colisión accidental con un rascacielos de Chicago que, por lo que los chicos sabían, no estaba allí el día anterior.ba el busto del Presidente McKinley, había resultado gravemente da

Chick Counterfly y Darby Suckling habían presionado para que se colocase una mujer desnuda.

– Y con cuantas más curvas, mejor -repetía Darby en todas y cada una de sus frecuentes reuniones ad hoc, lo que llevaba a los labios de Lindsay Noseworth un reproche que a esas alturas ya no era nada re_flexivo:

– Suckling, Suckling…, tu lista de puntos negativos crece a un rit_mo desalentadoramente vertiginoso.

– Y ni uno solo ha servido más que para fastidiar las relaciones a bordo -protestó Darby, con el ceño fruncido y enrojecido. Como le había cambiado la voz, su encantador tono insubordinado, antes to_lerable, había sido sustituido por un tono más oscuro y reflexivo y, en ese sentido, inquietante. El que antes era poco más que una alegre mascotte había pasado, tras un breve periodo de incertidumbre adoles____________________cluso el gracioso de Chick Counterfly, se lo pensaban ahora dos veces antes de pronunciar la tontería más banal en presencia de Suckling, no fuera a tomárselo a mal.dad que rayaba en el Nihilismo. Sus compañeros de tripulación, incente, de la inocencia política a una desconfianza frente a la autori

En cuanto a la elección del mascarón de proa, Randolph St. Cosmo promovía el Ave Nacional, una opción segura y patriótica. Por su parte, a Miles Blundell le daba igual lo que el mascarón representara en tanto fuera algo comestible, mientras que Lindsay, como si le ofen__ción pura:diera la mundanidad de esas elecciones, defendía siempre la abstrac

– Podríamos poner uno de los poliedros platónicos, tal vez.

– Este paleto -decía Darby entre risitas burlonas- nunca se ha sa_cado el «muñequito» para nada más que mear. ¡Te lo aseguro!

– ¡Nadie querría ni verlo! -se carcajeó Chick con desprecio.

El debate sobre el mascarón, que al principio se reducía a una mera cuestión de gustos sobre decoración, se había ido volviendo más com____________________medor:tulo en tipografía Clarendon muy grande apareció en la zona del cotos para justificar empujones y, con frecuencia, incluso golpes. Un róplejo y enconado, y rápidamente alcanzó una intensidad que asombró a todos. Viejos agravios rejuvenecieron a patadas, se buscaron pretex

¡NO SE PERMITIRÁN ACTOS DE TOCA PELOTAS EN LA «COLA DEL RANCHO»! LOS INCUMPLIMIENTOS SE CASTIGARÁN CON DIEZ SEMANAS DE GUARDIA ¡CADA UNO!

Por orden del Segundo de a bordo.

P.S.: Sí, ¡dice SEMANAS!

Pese a todo, siguieron arrastrando los pies y murmurando, sacan_do bolas del tamaño de un dedo de la mouse de espárragos, del gumbo al estilo criollo o del puré de nabos, cada vez que creían que el Oficial encargado de la disciplina no miraba, y no para comérselas sino para arrojárselas unos a otros a escondidas, esperando una reacción. Mi_les Blundell, como Comisario del Barco, lo contemplaba con afable desconcierto.

– ¡Sanblidi bongbong! -exclamaba dando ánimos mientras la co_mida volaba por los aires-. ¡Ala, ala!

Con sus vagabundeos por los pasillos de lo espectral, Miles había empezado a alarmar cada vez más a sus compañeros de tripulación. Las comidas se estaban convirtiendo en ejercicios de incertidumbre profunda, incluso letal, dependiendo de dónde hubiese ido Miles ese día a procurarse los ingredientes. A veces el menú era auténtico cordon bleu; otras veces, incomible, debido a las excursiones del espíritu, cuya polaridad nunca era previsible de un día para otro. No es que Miles se propusiera deliberadamente arruinar la sopa o quemar las ta____________________taciones de la cantidad y el tiempo.ble, se trataba más bien de omisiones por olvido o de malas interprejadas de carne…, pues raramente lo hacía de manera demasiado visi

– Si hay un proceso irreversible, ¡ése es el cocinar! -sermonea_ba el Oficial de Termodinámica Chick Counterfly con intención de ayudar, aunque nunca podía disimular cierto nerviosismo-. Uno no puede des-asar un pavo, o des-mezclar una salsa fallida, el tiempo es algo intrínseco en toda receta, y si uno no lo respeta debe asumir sus riesgos.

A veces Miles contestaba:

– Gracias, Chick, es un consejo sensato… Amigos…, estáis sien_do asombrosamente pacientes conmigo, y haré cuanto esté en mi mano para mejorar. -Y otras veces gritaba-: ¡Oh, el metagorgorito de blibfloz sip! -haciendo aspavientos con su toca de chef y la cara ilumina_da por una enigmática sonrisa.

El único comensal de la tripulación que nunca se había sentido decepcionado era Pugnax, cuya escrupulosa dieta Miles, indepen____________________desa,pán vintage y la sopa de tortuga hasta los espárragos en salsa holandientemente de su humor, siempre había respetado. Además de una gran variedad de preferencias humanas que abarcaban desde el cham Pugnax insistía en que le sirvieran cada plato en servicios dis__mida de perros».tintos, los cuales debían ser de porcelana china de cierta antigüedad y de origen certificado, dándole así un nuevo sentido a la expresión «co

En Estados Unidos era casi el 4 de Julio, lo que significaba que esa noche, según el reglamento, tenía que haber celebración a bordo, tan_to si les apetecía como si no.

– Luces y ruido, para mantenernos brincando como babuinos amaestrados -fue la opinión de Darby.

– Cualquiera con un mínimo de educación -se quejó Lindsay- sabe que los fuegos artificiales del 4 de Julio son los símbolos patrió_ticos de destacados episodios de explosión militar en la historia de nuestra nación, considerados necesarios para mantener la integridad de la tierra americana contra las amenazas lanzadas desde todas partes por un mundo hostil y traicionero.

– Una explosión sin objetivo -afirmó Miles Blundell- es política en su forma más pura.

– Si no nos andamos con cuidado -opinó el Oficial Científico Counterfly-, la gente va a confundirnos con Anarcosindicalistas.

– Pues ya sería hora -gruñó Darby-. Yo digo que esta noche dis____________________co modo en que los trabajadores conseguirán jamás un trato justo en este mezquinó sistema económico… ¡gracias a las maravillas de la química!dita sea, un punto de inflexión en la historia de América, y el úniparemos nuestras salvas en honor de la bomba de Haymarket, ben

– ¡Suckling! -exclamó un perplejo Lindsay Noseworth procuran_do mantener la compostura-. ¡Ese comentario ha sido de un flagrante antiamericanismo!

– Eehhyyhh, y tu madre es una Pinkerton, mira tú.

– Vaya comunista que estás…

– Me gustaría saber sobre qué estáis discutiendo -se quejó Ran__janos parajes, al viento.dolph St. Cosmo sin dirigirse a nadie en concreto. Tal vez, en esos le

Pero la pirotecnia de esa noche fue, después de todo, algo más que una explosión. A medida que, una tras otra, las violentas candelas ro____________________tos invisible pero presente, justo antes de que aparezcan cientos de luces…cha lenta haya encendido el fuego artificial, ese momento implícito de pasaje hacia arriba, por el cielo oscuro, un continuo lineal de punpués de que la carga propulsora se extinga pero antes de que la mehete, en concreto sobre la extensión oculta de la estela visible, desmanas eclosionaban ensordecedoramente sobre el volcán en ruinas, Miles rogó a la compañía, con un tono de apremio que raramente se le oía, que reflexionara sobre la naturaleza de la ascensión de un co

– ¡Basta, para ya! -gritó Darby apretándose las orejas cómicamen_te-, ¡Parece chino!

– Fueron los chinos quienes inventaron los fuegos artificiales -coin__tras propias vidas? ¿A alguien le sugiere algo? ¡Pensad, grandílocuos, pensad!cidió Miles-; pero ¿qué os sugiere eso sobre las trayectorias de vues

Se aproximaba la hora del gran experimento en la otra punta del mundo. Olores que no procedían precisamente de la cocina se espe__mico hubiera sido repetidamente incapaz de dar un resultado concluyente. Los electrodos chisporroteaban y soltaban llamaradas, y las saban al abrigo del destrozado volcán, como si un largo proceso quíbobinas del gigantesco transformador zumbaban afligidamente, casi con tonos humanos, alimentadas por generadores eléctricos cuyo va____________________multáneamente en cada parte del circuito?tenas transmisoras y receptoras para el equipo sin cables alrededor del cono de lava, y ya había comenzado la comunicación, mientras, casi exactamente en los antípodas de la Tierra, el personal de radio de los Chicos del Azar aguardaba en la cabaña impermeabilizada situada en la cima del Pike's Peak, aunque las opiniones sobre la naturaleza de la conexión divergían: ¿la señal daba la vuelta al planeta o lo atravesaba, o en absoluto se trataba de una progresión lineal y todo sucedía sipor proporcionaban las aguas termales locales. Se habían instalado an

Cuando el Inconvenience estuvo preparado para partir una vez más a los cielos, la discusión sobre el mascarón de proa se había resuelto amistosamente -los chicos habían llegado al compromiso de poner un personaje femenino cubierto, puede que más maternal que eróti__nes edificantes.co-; se intercambiaron disculpas, reiteradas hasta aburrirlos a todos, y entonces se requirieron nuevas disculpas por esas reiteraciones, y las jornadas laborales se saturaron de formalismos celestes. Con el paso del tiempo, los chicos recordarían el episodio del mismo modo que otros recuerdan un periodo de enfermedad o de locura juvenil. Como se encargaba Lindsay Noseworth de repetirles, ese tipo de dificultades siempre surgen por una buena razón, a saber: proporcionar leccio

– ¿Como por ejemplo cuál? -se burló Darby-, ¿«ser amable»?

– Se ha supuesto siempre (quién lo supone no está tan claro) que debemos estar por encima de ese comportamiento -afirmó lúgu_bremente el segundo de a bordo-, literalmente por encima. Ese tipo de rencillas puede que sean propias de la gente del suelo, pero no de nosotros.

– No estoy tan seguro, a mí casi me divertía -dijo Darby.

– Pese a todo, debemos esforzarnos siempre por minimizar la con_taminación procedente de lo secular -afirmó Lindsay.

Cada uno de los chicos se tomó el comentario a su manera.

– Nos hemos salvado por los pelos, amigos -dijo Randolph St. Cosmo.

– Establezcamos unos protocolos -añadió Chick Counterfly- para evitar que se repitan estos incidentes.

– Gloimbrugnitz cidfusp -asintió enérgicamente Miles.

¿Puede sorprender a alguien que, a la primera oportunidad, como no tardaría en ocurrir, los chicos aprovecharan irreflexivamente la oca__ganización, a su país y hasta a la mismísima humanidad?sión de trascender «lo secular», incluso a costa de traicionar a su or

Las órdenes habían llegado con la habitual falta de ceremonia o de simple cortesía siquiera, vía el Caldo de Ostras que preparaba tradicionalmente los jueves como Plat du Jour Miles Blundell, quien esa mañana, mucho antes de que saliera el sol, había visitado el mercado de marisco en las callejuelas estrechas y atestadas de la ciudad vieja de Surabaya, en Java Oriental, donde los chicos disfrutaban de unos días de permiso en tierra. Allí, un caballero de origen japonés y excep____________________mente, había un perla de un tamaño e iridiscencia poco comunes; de hecho, parecía resplandecer desde cho que tenía ante él, en el punto donde acababa de escupir enérgicaguido por medio minuto de atípico blasfemar. En la bandeja del ranro. Miles no recordó el encuentro hasta que el rancho del mediodía se vio interrumpido por un grito agónico de Lindsay Noseworth, seponesa», palabras estas que, a fuerza de ser sinceros, serían las únicas en inglés que Miles recordaría que había pronunciado el citado caballedo, a lo que ciertamente pareció un precio muy atractivo, dos cubos llenos de lo que él describió repetidamente como «Ostra Especial Jacional capacidad persuasiva había abordado a Miles y le había vendidentro, y los chicos, reunidos alre_dedor, la reconocieron inmediatamente como una comunicación de la Jerarquía Superior de los Chicos del Azar.

– No me imagino que, siquiera por casualidad, consiguieras el nombre o la dirección de ese vendedor de ostras -dijo Randolph St. Cosmo.

– Sólo tengo esto. -Miles enseñó una pequeña tarjeta comercial, llena de texto en japonés, lengua que, lamentablemente, ninguno de los chicos sabía leer.

– Menuda ayuda -se burló Darby Suckling-. Pero qué más da, a estas alturas ya sabemos cómo va esto.

Chick Counterfly ya había sacado de su taquilla un artilugio óp____________________saje impreso.tante dispuesta en un mamparo, donde, al instante, como una imagen fotográfica que emergiese de su solución, empezó a aparecer un mendíbula en incómoda postura dental y murmurando agraviado, bajó las persianas del comedor para resistir la marea luminosa del mediodía tropical, y los chicos concentraron su atención en una pantalla reflectico de peculiar apariencia, con prismas, lentes, lámparas de Nernst y tornillos de reglaje, y dentro del receptáculo apropiado del artilugio colocó cuidadosamente la perla. Lindsay, que seguía apretando la man

Mediante un proceso técnico altamente secreto, desarrollado en Japón por la misma época en que el doctor Mikimoto producía sus primeras perlas cultivadas, porciones de la aragonita original -que formaban las capas nacaradas de la perla- habían sido selectivamen____________________fractada, cualquier perla modificada podía utilizarse para transmitir un mensaje.yectando sobre una superficie apropiada la luz intrincadamente retructura de capas de la perla hubiera uno de los miles de diminutos cristales astutamente dispuestos. Iluminándola de cierto modo y propiedad que los científicos japoneses habían explotado para crear un canal suplementario de comunicación óptica allá donde en la esto de Islandia. La luz normal, al atravesar este mineral, se dividía en dos rayos distintos, llamados «ordinario» y «extraordinario», una protales microscópicos de la calcita birrefringente conocida como espaformado en una forma distinta de carbonato cálcico, es decir, en criste cambiadas aquí y allá mediante un «paramorfismo inducido», como lo denominaban los taimados hijos de Nipón, lo que las había trans

Para una mente tan diabólica como la oriental, no supuso más que un paso trivial combinar esta codificación paramórfica con el proceso de Mikimoto, y a partir de ese momento cada ostra que aparecía en los mercados del mundo se convirtió de la noche a la mañana en una potencial portadora de información secreta. Si las perlas así tratadas se utilizaban más tarde para la joyería, razonaron los ingeniosos japone____________________finitas de las perlas, y a cambio de qué ofrenda votiva?llas. ¿En qué grado sería entonces posible liberarse de las maldades indonaban mensajes de anhelo o llamadas de socorro sellados en botete industrial podrían proporcionar un medio incluso menos piadoso que el mar, a cuyas corrientes veleidosas todavía se arrojaban y abanses, entonces los cuellos y los lóbulos de las mujeres ricas del Occiden

El mensaje de la Jerarquía Superior ordenaba a la tripulación que despegara de inmediato y se dirigiera, a través del Interior Telúrico, a las regiones polares del norte, donde tenían que interceptar la goleta Etienne-Louis Malus e intentar convencer a su comandante, el Doctor Alden Vormance, de que abandonara la expedición que había em_prendido, utilizando para ello cualquier medio salvo la fuerza, la cual, sin estarles estrictamente prohibida a los Chicos del Azar, daba un tono de Mal Gusto, algo que, por una antigua tradición, todo Chico había jurado, no sin grandes esfuerzos, evitar.

Algunas de las mentes más preclaras de la historia de la ciencia, entre ellas las de Kepler, Halley y Euler, habían especulado con la po_sibilidad de la existencia de una supuesta «Tierra hueca». Algún día, o eso esperaban, la técnica del «atajo» intraplanetario, a punto de ser puesta en práctica por los chicos, sería una simple rutina, tan útil a su modo como el canal de Suez o el de Panamá lo habían sido para la navegación de superficie. Sin embargo, en la época de la que habla__bro, cuando elmos, todavía tuvo nuestra pequeña tripulación ocasión para el asom Inconvenience dejó el reino de luz solar del océano ín____________________jestuosamente a lo largo de kilómetros ante ellos.dilleras negras, hacia el vasto y tenebroso interior que respiraba madico Septentrional, bordeó el continente antártico y empezó a atravesar una inmensa extensión de blancura interrumpida por imponentes cor

No obstante, había algo raro.

– La navegación no es tan sencilla esta vez -reflexionó Randolph, inclinado sobre la mesa de cartas con cierta perplejidad-. Noseworth, seguro que tú te acuerdas de los viejos tiempos. Sabíamos por dónde íbamos con horas de adelanto.

Los aeronautas solían ver bandadas de aves de la región apartán____________________pecies con sorprendentes propiedades para la mejora de la intensidad visionaria.conocidas para los micólogos del mundo de la superficie, que antaño acudían regularmente con grandes esperanzas de descubrir nuevas esciar con peces luminosos, cristales gigantes con propiedades geománticas, minerales sin refinar de diversos metales útiles y setas desnalmente, uno o dos asentamientos humanos, justo al Borde, como ciudades fronterizas, donde en tiempos pasados se habían celebrado mercados anuales, cuando los moradores del interior salían a comermero la tundra, luego las praderas, árboles, plantaciones e incluso, fidose en largas curvas helicoidales, como si escaparan para no verse arrastrados en un vórtice, perceptible sólo para ellas, hacia el interior del planeta; también veían el retroceso, ante la llegada del clima más templado de dentro, de las nieves perpetuas, a las que sustituían pri

Sin embargo, en este viaje, el hielo polar persistía hasta bastante cerca del gran portal, que por su parte parecía haberse empequeñecido visiblemente, envuelto en una extraña especie de bruma glacial, casi del color del paisaje de la superficie, que se cernía sobre él y hacia abajo y el interior, y que pronto se volvió tan densa que durante un breve momento la tripulación del Inconvenience llegó a volar a ciegas, guia____________________gían intermitentemente de la bruma.tión sulfurosa, los cultivos de hongos y la transpiración resinosa de los vastos bosques de coníferas que bien podrían ser píceas y que emerda tan sólo por su sentido del olfato, entre los olores de la combus

Con los motores zumbando enérgicamente, la aeronave penetró en el interior del planeta. Las antenas y los aparejos pronto quedaron perfilados sobre un brillo azul claro mucho más perceptible que en los tránsitos anteriores.

– Incluso con el invierno austral -informó Chick Counterfly, que había estado tomando lecturas fotométricas-, está mucho más oscuro aquí que otras veces, lo que resulta coherente con una vía de entrada más pequeña que admite menos luz procedente de la superficie.

– Me pregunto a qué se deberá -frunció el ceño Randolph-, no puedo decir que me haga mucha gracia.

– Atención desmedida de las latitudes medias -afirmó Miles, con una especie de desmayado arrebato profético en la voz-; cuando el in_terior se siente amenazado, es un reflejo de autoprotección, todos los seres vivos lo tienen de una forma u otra…

Muy «abajo», a través del crepúsculo intraplanetario, pudieron distinguir sobre la gran concavidad interior, extendiéndose en la leja__tras, tan silenciosamente como permitían los motores de nitrolicopodio de la nave, los aeronautas proseguían su avance.nía, las cadenas y redes fosforescentes de los poblados que se esparcían por sombrías tierras vírgenes todavía sin hollar por la agricultura, mien

– ¿Crees que saben que estamos aquí? -susurró Lindsay, como siem_pre hacía en estos pasajes, mirando por sus anteojos nocturnos.

– Hasta el momento, en ausencia de cualquier otro signo de tráfico aéreo -se encogió de hombros Randolph-, ésa parece una cuestión puramente académica.

– Si cualquiera de los que anda por ahí abajo dispusiera de armamento de largo alcance -insinuó maliciosamente Chick-, rayos des____________________mos a tiro.tra vulnerable envoltura, sólo tendría que esperar a que nos pusiératructores o algo así, o lentes para enfocar la energía auroral sobre nues

– En ese caso, tal vez deberíamos declarar el estado de alerta su_perior -propuso Lindsay Noseworth.

– Eenhhyhh, menuda pandilla de nenazas -se mofó Darby Suck__gan asustarnos tanto que esto acabe en un desastre de verdad.ling-. Sigan charlando sobre el tema, queridas damas, tal vez consi

– Hay actividad en el dispositivo de Tesla -avisó en un tono cer__bles delcano al susurro Miles, que había estado atendiendo el aparato sin ca Inconvenience.

– ¿Cómo lo sabes, cerebro de mosquito?

– Escucha -dijo Miles sonriendo tranquilamente con lo que podría ser fácilmente interpretado por alguien más implicado en lo terrenal como una provocación; luego alcanzó una serie de interruptores de cuchilla y los arrojó sobre el panel que tenía delante, y un amplifica_dor de sonido eléctrico chisporroteó cobrando vida.

Al principio, el «ruido» no parecía más que el conjunto de per____________________do. Pero al poco la emisión empezó a fundirse en timbres y ritmos humanos, no tanto palabras cuanto música, como si las poblaciones crepusculares que pasaban por debajo se comunicaran mediante el canto.cho que se habían acostumbrado, tal vez un poco intensificadas aquí por el espacio ampliamente resonante en el que se estaban adentranturbaciones magnético-atmosféricas a las que los chicos hacía ya mu

Lindsay, que era Oficial de Comunicaciones, mantenía la oreja pe_gada al dispositivo de Tesla, con los ojos entrecerrados y atentos, pero al cabo se apartó y negó con la cabeza.

– Es un galimatías.

– Están pidiendo socorro -afirmó Miles-, más claro el agua, y con desesperación. Dicen que están siendo atacados por una horda de gno__céntricos.mos hostiles, y han dispuesto lámparas de señales rojas en círculos con

– ¡Ahí están! -gritó Chick Counterfly, señalando por encima de la cubierta de estribor.

– Entonces no hay más que hablar -afirmó Randolph St. Cosmo-. Debemos aterrizar y prestarles ayuda.

Descendieron sobre un campo de batalla que era un hormigue____________________nizante.dos con lo que resultaron ser ballestas eléctricas, desde las que a cada poco descargaban rayos de una intensa luz verdosa, lo cual revelaba intermitentemente el escenario con la morbidez de una estrella agoro de diminutos combatientes con sombreros puntiagudos y arma

– No podemos atacar a esta gente -protestó Lindsay-, porque son más bajos que nosotros y las Normas de Combate afirman con toda claridad que…

– En caso de emergencia, esa decisión queda a discreción del Co_mandante -replicó Randolph.

Ahora sobrevolaban a poca altura los torreones y parapetos me_tálicos de una especie de castillo donde ardían las luces púrpuras de la aflicción. Abajo podían distinguir figuras que levantaban la mirada hacia el Inconvenience. Observándolos por un anteojo nocturno, Miles estaba en la torreta de mando paralizado por la visión de una mujer asomada en una terraza alta.

– ¡Palabra que es encantadora! -exclamó por fin.

Su fatídica decisión de aterrizar los enredaría inmediatamente en la política bizantina de la región y, con el tiempo, se encontrarían bor____________________naba la corte real de Chthonica, la Princesa de Plutonia, y de la casi irresistible fascinación que la monarca subterránea llegaría a ejercer, como Circe, sobre las mentes de la tripulación delto cartel minero internacional, de la perversidad sensual que impreggión de los Gnomos, de las confabulaciones poco escrupulosas de ciernal. Para un relato detallado de sus subsiguientes huidas por los pelos de las cada vez más delirantes atenciones que les dispensaba la Lecilmente habría dado lugar a una audiencia oficial, y tal vez incluso a la pérdida de su condición de miembros de la Organización Naciocionadas con la No Interferencia y la Insalvable Discrepancia, que fádeando peligrosamente la flagrante violación de las Directivas rela Inconvenience (sobre Miles en particular, como ya hemos visto), se remite a los lectores a Los Chicos del Azar en las entrañas de la Tierra, por raro que parezca, una de las entregas menos atractivas de esa serie, como lo atestiguan cartas procedentes de puntos tan remotos como Tunbridge Wells, en Ingla_terra, que expresan su desagrado, con frecuencia muy intenso, hacia mi pequeño e inofensivo scherzo intraterrestre.

Tras su precipitada huida de las hordas hostiles de los achaparra____________________letamentaron el menguado tamaño de la salida planetaria. Fue preciso un pilotaje muy cuidadoso, al salir, para dar con el lugar exacto de la circunferencia luminosa, que se dilataba rápidamente, donde podrían encontrarse con la menor pérdida de tiempo en la cercanía de la gose como un diminuto y lejano círculo de brillo. De nuevo, todos copo en la superficie, los Chicos recorrieron el interior de la Tierra y salieron finalmente por su portal Septentrional, que vieron acercardos indígenas durante otro día y otra noche, tal como se mide el tiem Etienne-Louis Malus, que llevaba a la Expedición de Vormance ha__riamente.cia un destino que pocos de sus miembros habrían elegido volunta

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