Cinco

Rue du Départ


– …él te habría pedido mi mano -decía Dally-, es de ese tipo de chicos, pero no podíamos llegar a ti ni aunque hubiéramos sabido dón_de estabas.

Habría sido como lanzar una botella al océano, con la diferencia de que ella sabía que Merle estaba ahí. Aunque se hacía una idea bas____________________traban el camino franco hacia él, franco y directo.tro de radio que parecía expandirse cada vez que miraba. Pero, pese a todo, los rayos que emergían muy lejos, por encima de ella, encontante precisa de las probabilidades de que no estuviera, teniendo en cuenta la Guerra, el océano, el continente norteamericano y un espec

René fumaba un Gauloises tras otro y la estudiaba a través del humo. La consideraba una especie de médium espiritual, que habla____________________po, distribuir sensatamente la energía y enviar fielmente las señales.res medios, adaptar y ajustar una rutina que facilitara el trabajo en equisen de las expectativas de los demás, además de servir para buscar valoba con los muertos. A todas luces se trataba de un uso no permitido del equipo, pero a decir verdad era un aparato nuevo, el ejército tenía algo que ver, y todo parecía ir un poco a la deriva. Esas transmisiones no anotadas -y Mademoiselle Rideout sabía que no era la única que las hacía en París- ofrecían la ocasión para hacer presentaciones, permitían que los componentes chocasen y se anulasen parcialmente, y aprendie

Cuando acabó, Dally se marchó con un au Voir, despidiéndose torpemente con la mano sin darse la vuelta; la torre de radio ascen____________________ciente asiones. Empezó a tararear la melodía de Reynaldo Hahn pertenete inclinada, volvió a la estación del Métro. No tenía nada más que hacer en ese barrio aparte de llamar a Merle a través de las dimendía imponente y vertical, como su prima la Torre Eiffel, visiblemente desproporcionada respecto al entorno, y ella, con la cabeza levemen Ciboulette y que iba sobre la suburbanización de la pasión, que todo el mundo canturreaba esa temporada: «C'est pas Paris, c'est sa banlieue».

Cuando llegó a Montparnasse, iba silbando J'ai deux amants, de la última producción de Sacha Guitry.

– 'Jour, Dally -saludó una joven bonita en pantalones.

– 'Jour, Jarri.

Un grupo de americanos se detuvo a mirar.

– Escuse muá, pero ¿no es usted La Jarredére?

– Oh, sí, pero eso fue antes de la… ¿de la Guerra? Yo bailaba con ese nombre.

– Pero si decían que había muerto…

– Y…, y de una manera muy espantosa…

La joven sorbió por la nariz.

– Grand Guignol. Querían ver sangre. Utilizábamos… frambuesa en almíbar. Mi vida se estaba complicando…, muerte y renacimiento como una persona distinta, o eso parecía, algo verdaderamente pinti_parado. Necesitaban un succés de scandale, y a mí no me importó. Una joven belleza destruida antes de su hora, algo para que la mente mas_culina eternamente adolescente pudiera divertirse. Mon Dieu! - can_tó-. Que les hommes sont bêtes! -A cuyo tramo final se unió Dally, cantando la armonía.

La comedia musical estaba en auge en el París de la posguerra, y al cabo de un tiempo Dally se movía por su, bueno, por su banlieue. Por entonces tenía un pequeño papel en Fossettes l'Enflammeuse, una opereta de época de Jean-Raoul Oeuillade, sobre un tipo de seductora adolescente y rebelde, bastante familiar a esas alturas, una especie de vampiresa infantil que bebe, fuma, toma cocaína y demás…, que había sido llevada a los escenarios de Nueva York por el célebre empresario teatral R. Wilshire Vibe, con el título de Hoyuelos, aunque Dally se ha_bía molestado en aprender a imitar a la estrella, Solange St.-Emilion, cantando a pleno pulmón el primer número importante de Fossettes:


Casse-cou! C'est moi!

Ce 'p 'ti 'j 'm 'en fou'-la-là!

Casse-cou, mari, tes femmes aussi

Tous les autres n'importe quoi!


Dally subió a su piso, al lado de la rue du Départ, entró en la co__pectáculo… Debía estar pensando en Merle, pero por alguna razón era Kit quien ocupaba sus pensamientos.cina y preparó café. Acababa de contarle a Merle la historia íntegra de su vida desde que lo había dejado en Telluride, y qué lamentable es

Junto a la ventana había estanterías con un juego de cuencos y bandejas de terracota de una tienda de Turín, un regalo de bodas que Kit y ella se habían hecho a sí mismos. La primera vez que los vio, ella sintió una satisfacción inmediata. Estaban barnizados en un tono muy alegre de verde, no, mejor dicho, era como si el color procediese de cristales pulverizados sensibles a las ondas de radio, capaces de traer de vuelta la voz de Kit cantando «No será un matrimonio con esti__guir preocupándonos, y luego, en voz alta, añadía: «Gracias a Dios sabes cocinar».lo…», mientras ella pensaba: Así somos nosotros. No tenemos que se

Se casaron en 1915 y fueron a vivir a Turín, donde Kit consiguió un empleo trabajando en el diseño del bombardero italiano. Al cabo de un par de años sucedió el desastre de la batalla de Caporetto, cuan____________________pa a la Guerra, claro, y era verdad hasta cierto punto. Pero…, bueno, Dally también había perdido un poco la cabeza y hacía estupideces. Un día se encontraba en la fábrica cuando una pequeña falange de hombres con trajes negros salió por una puerta metálica, y entre ellos reconoció a Clive Crouchmas.dos, y no les consolaba lo más mínimo saber que casi todos cuantos conocían estuvieran sufriendo la misma desdicha. Le echaron la culguno de los dos recordaba por qué se habían casado, o seguían casado pareció que los austríacos descenderían a saco desde las montañas y seguirían avanzando tranquilamente hasta Venecia. A esas alturas nin

Como muchos otros antes que ella, Dally tenía una tolerancia muy baja -inocentemente baja, teniéndolo todo en cuenta- para los com____________________do tiene derecho al menos a uno, ¿no es así?, y, bien mirado, al final Clive lo agradeció, y a Dally casi le divirtió.dad conyugal?, ¿líos con otros hombres?, ningún problema para Clive. Estaba, claro, aquel turbio asunto del pasado, cuanto intentó venderla como esclava blanca, pero ambos comprendían ahora que aquel había sido tal vez su único instante de genuina pasión ciega, y todo el munplejos y el trabajo que suponía aguantarlos. Y sabía que las exigencias de Clive serían todo lo mínimas que una chica pudiera soñar. ¿Felici

No se trataba sólo de que Clive hubiera envejecido, sino que en el juego de elevadas apuestas de la vida que había escogido, había aca__dedor de la noche, pero muy lejos de lo que en el pasado creía que le correspondía por derecho. Así que ella tampoco estaba por la labor de agudizar su desastre.bado con menos fichas de las esperadas, sin llegar a ser el mayor per

Mientras su esposa volvía con alguien con quien no debería, Kit se pasaba el día en la fábrica o bien andaba dando vueltas por ahí, y casi sin que se dieran cuenta la Guerra había terminado, Dally estaba en Pa____________________bía era que allí seguían los combates. Él le enviaba cartas, con sellos y matasellos distintos cada vez, y de vez en cuando daba la impresión de que iba diosa búsqueda de algo que ella desconocía por completo. Lo que sí sarís y Kit en algún lugar de Ucrania occidental, empeñado en una grana volver, pero ella no tenía claro si quería que lo hiciera o no.

Esa mesa de la cocina no era sitio para pasar el mediodía. Cogió unos cuantos francos de debajo de uno de los platos verdes y salió de nuevo a la calle, mientras un aeroplano volaba por encima, susurrando con serenidad para sí. A unas manzanas estaba el bulevar y su café pre____________________vo, como si el café de mala fama fuera uno de esos lugares elegidos de los que hablaban los místicos orientales. Aunque bien podría ser que los otros también «necesitaran» verla a ella, a veces sólo pasaban como fantasmas y la miraban directamente, sin reconocerla.tarse a una mesa en la terraza, al cabo de poco, su vida, o al menos fragmentos de ella, se repetían a sí mismos, de una forma levemente distinta, y aparecía justamente la gente que «necesitaba» ver de nueferido, L'Hémisphére, donde ella había descubierto que con sólo sen

Por esos días una numerosa población americana pululaba a todas horas por París, intercambiando direcciones, verdaderas o falsas. Algu____________________plazarse hacia la esquina del bulevar Raspail y los cafés más reputados, como el Dome, la Rotonde, la Coupole y el Select.tunadamente, en L'Hémisphère no había teléfono, porque el dueño lo consideraba otra especie de plaga que se propagaría y con el tiempo destruiría Montparnasse. ¿Dónde sería entonces posible dejar una nota a Octave, el camarero, con plena confianza en su persona? En cuanto los americanos se enteraban de que no había teléfono, tendían a desdos y los atormentados por la fiebre, cuyos miembros habían realizado el rito de iniciación en la guerra, el hambre y la gripe española. Aforprar, que caminaban inseguros como por un oscuro paseo bordeado de sauces hacia una especie de Club Europa de los tullidos, los gaseanero que gastar pero sin la menor idea de qué podía o no podía comnos podrían ser fantasmas de la Guerra con asuntos pendientes en la ciudad. Pero la mayoría eran jóvenes americanos, ilesos, niños con di

Sentada ahí, tras una taza de café, Dally podía darle vueltas libre_mente a su pasado, con la plena confianza de que una vez sumida en esa urdimbre de deseos sensatos y descabellados sólo se vería interrumpida en el momento justo, antes de que todo se volviera demasiado mustio.

Cuando llegaron a Turín, Kit había echado un solo vistazo y ya se sentía en casa.

– ¿No te parece increíble un sitio como éste? Ni una sola calle tor_cida hasta donde alcanza la mirada.

Bien podría haber sido Denver. Las montañas estaban cerca, y ha_bía energía hidroeléctrica por todas partes.

– Un círculo jodidamente bien cerrado -fue lo que murmuró para sí-, ¿no te parece?

Kit fue a la dirección que le había dado Viktor Mulciber en Cons____________________ble de la Guerra. Le dieron la bienvenida con una ducha ceremonial de cerveza y la solemne instrucción: «Cada sección de ala que vas a encontrarte parece un círculo tras una transformación de Zhukovski. Los diseños de la superficie sustentadora son un secreto vergonzoso. No se lo cuentes a nadie».ba y se consolaban pensando que las aeronaves de guerra italianas sólo se utilizarían contra Austria, que, en cualquier caso, era la responsacimientos en vectores a cuestiones como la resistencia al viento, la estabilidad lateral y la longitudinal, y demás… Se topó con un par de rostros conocidos del laboratorio del Doctor Prandtl en Gotinga, que habían huido de Alemania por pavor pacifista ante lo que se avecinatantinopla y le contrataron en el acto, y al poco aplicaba sus cono

Cerca estaba estacionada una pequeña squadriglia de monoplanos Bleriot, veteranos de la guerra italo-turca, en la que se habían dedica_do básicamente a vuelos de reconocimiento sobre la Cirenaica, y que mostraban orgullosamente algunos orificios de bala del fuego de rifles de las tribus. Kit pronto se hizo amigo de los miembros del equipo de tierra, que no le ponían objeciones a que de vez en cuando alzara el vuelo en uno de los aparatos.

Un día, Dally y él habían mantenido un intercambio de impresio__diera negarle a Dally su pasado. Un sacrificio bélico más, quería creer.nes adulto sobre el tiempo que ella pasaba con Clive Crouchmas. Kit había conocido al pájaro y no le caía bien, aunque dado que no existía una máquina del tiempo que funcionara, no veía el modo en que pu

– Sube conmigo, Dal -dijo con una voz que cambió de repente, aunque ella no habría sabido decir en qué tono.

– ¿Te has vuelto loco?

– Lo digo en serio. Es fácil, te meto a escondidas, y además ya va siendo hora de que aprendas a volar, hasta es posible que te guste. -En su rostro apareció una expresión de súplica que ella no supo recono_cer, un momento de desamparo que ella sólo comprendería cuando ya fuera demasiado tarde.

– Los austríacos abaten aviones, Kit.

– A nosotros, no. A ti y a mí, no.

Más tarde ella también recordaría haberse sentido a la vez apena____________________vo para una «invitación a cenar» con Crouchmas, en el Cambio, casi con toda seguridad, pensó.gerse de hombros, entró en la otra habitación y se emperejiló de nueleas, que al menos tenían algo de vida. Esta vez ella se limitó a encobería haberse dejado llevar por la compasión, aunque a largo plazo ésta los habría corroído, más que los ataques de rabia y las constantes peda e irritada por tanta ingenuidad y estupidez, y se preguntaría si de

Kit se fue a pasear cabreado por la ciudad y, como tenía por cos_tumbre, se refugió en un bar del malecón, en I Murazzi, cerca del puente del Po. Su amigo Renzo ya estaba allí, bebiendo un brebaje de vermú.

Sobre el suelo, Renzo siempre parecía un tipo un poco flemático, tai vez clínicamente deprimido, sin mucho que decir, que dormía mu__mente. En cuanto empezaban a rodar por la pista, era todo sonrisas y exaltación, y cuando las ruedas despegaban del suelo, su personalidad había experimentado una transformación casi polar. Había volado con una numerosa sucesión decho, pero en presencia de cualquier tipo de avión se animaba visible bombardieri, pocos de los cuales sobrevivían a la primera misión, muchos presas de crisis nerviosas mucho antes de que avistaran siquiera los objetivos.

– Voy a explicarte dónde radica el problema de tener que asomar__cisión, y además no va lose y buscar algo sobre lo que tirar una bomba: uno no consigue la pre bastante deprisa cuando alcanza el blanco, lo que uno quiere es la mayor energía cinética posible, vero?

Kit bizqueó.

– Me estás hablando de…

– Una picchiata!

– ¿Qué es eso?

– Un picado muy pronunciado, pero no como cuando bajas en un giro, aquí se trataría de controlar toda la caída: sueltas la bomba todo lo cerca del blanco que se pueda y luego subes abruptamente para ale_jarte de la explosión. ¿Se te ocurre cómo modificar mía bella Caproni para eso?

– ¿Un picado de morro?, eso es una locura, Renzo. Demasiada ten_sión en todos los puntos equivocados, las abrazaderas se romperían, las superficies no lo soportarían, las alas se caerían, el motor se pararía o explotaría…

– Si, certo, pero aparte de eso…

Kit ya estaba esbozando y garabateando. A esas alturas, Renzo se fiaba plenamente de él. Ya le había ayudado a sustituir los motores Isotta Franchini por Packards de cuatrocientos caballos de potencia, y también se le había ocurrido cómo montar dos ametralladoras Revelli más en la cola y bajo el vientre del aparato, que era un bombarde_ro triplano muy grande con cinco tripulantes, cariñosamente llamado Lucrezia, por la heredera homicida de los Borgia.

– Andiamo -dijo Renzo, que se levantó de golpe-. Te lo enseñaré.

– En ese Caproni, no -objetó Kit.

– Subiremos al SVA.

– Eso lleva una armadura triangulada…, no sé yo si…

– Macché…

Tenía razón, claro. Una vez que estuvieron en el aire, guiados por la única luz espeluznante de la punta de la Mole Antonelliana, Kit em_pezó a comprender qué estaba haciendo ahí arriba.

– No creo que podamos apuntar al Cambio, ¿verdad que no? -No era probable que siguieran allí, pero en cualquier caso parecía un blan_co razonable.

– Nada más fácil. -Renzo se ladeó hacia la Piazza Carignano-. ¡Agárrate, cowboy! -añadió apoyándose alegremente sobre el man__tómago.do mientras se lanzaban en un picado que revolvería cualquier es

Pronto iban tan rápido que algo le pasó al tiempo, y tal vez se des____________________no del Futuro, adoptando sus ecuaciones funcionales, desprovisto por una explosión de fuego de todo lo emocional o accidental…no que nunca podría contener a la joven esposa abducida de Kit, al que él nunca podría llegar para rescatarla, que era de hecho el Infierlizaron durante un breve intervalo en el Futuro, el Futuro conocido por los Futuristas Italianos, con acontecimientos sobreimpresionados y la geometría tensada irracionalmente en todas las direcciones, entre ellas un par de añadidas, mientras seguían hacia el Infierno, un Infier

Y entonces Renzo los había detenido, con una estremecedora embestida de la hélice a la cola contra la integridad del armazón, y pla_neaban sobre el río como si fuera un paseo dominical.

Kit entendió el atractivo. Cómo no. La velocidad pura. La incor_poración de la muerte a lo que de otro modo sólo sería una atracción de feria.


¡Bombardear en picado la ciudad sí que es diver!

Ver cómo se dispersan,

ver cómo corren, oírlos gritar cuando

disparamos la ametralladora, compañero,

y podemos alzarnos

cuando queramos,

y salir disparados

desde tan cerca del suelo

que casi te das en la nariz,

¡bombardeemos en picado el día entero!


– ¿Oíste anoche aquel avión? -le preguntó ella por la mañana.

– Menudo ruido, ¿verdad?, ¿cómo reaccionó tu novio? Bueno, quiero decir, cómo no reaccionó.

Ella le clavó una mirada fiera.

– Mierda, eres un cabrón.

Kit trabajó a ratos en el interesante problema de cómo sacar a un triplano gigantesco de un picado de morro, y salió con Renzo en dos o tres picchiate más, en especial en agosto de 1917, durante una huel__mas de Turín.ga de inspiración bolchevique de los trabajadores de las fábricas de ar

– Oigamos uno de esos gritos de cowboy -sugirió Renzo, y Kit accedió mientras descendían ruidosamente sobre una gran manifesta____________________zó una arriesgada mirada a Renzo, desquiciado incluso cuando estaba en reposo, y vio que ahí, acercándose a la velocidad del sonido, se metamorfoseaba en otra cosa…,un caso de posesión. En ese momento, Kit tuvo una iluminación fruto de la velocidad. Todo era político.ro, atrapados en el foco de un rayo más letal que la luz del sol. Kit lanción. Los huelguistas se dispersaron como hormigas en un hormigue

La huelga de Turín fue aplastada sin piedad, los huelguistas fue_ron asesinados, heridos, enviados al ejército, sus prórrogas anuladas. La piahiata de Renzo tal vez había sido la primera y más pura expresión en la Italia septentrional de Cierta Palabra que no existiría del todo hasta dentro de un par de años. Pero, de algún modo, como un mur_mullo precognitivo, una voz soñada, había entrado provisionalmente en el Tiempo.

– Ya viste cómo se dispersaban -dijo Renzo más tarde-. Pero no_sotros, no. Nosotros permanecimos enteros, únicos, irrompibles. Un vettore, si?

– No si no hubieras virado a tiempo. Si hubiéramos chocado…

– Oh. -Renzo rellenó el vaso-. Todo eso es para el otro mundo.

En octubre sucedió el desastre de Caporetto, del que Renzo res_ponsabilizó a los huelguistas.

– Incorporarlos a las brigadas fue el error más lamentable que pudo cometer el Ejército. Dejarles difundir sus mentiras envenenadas sobre la paz.

Había dejado de llevar ropa de civil. Ahora iba siempre de unifor_me. Las águilas parecían uno de los motivos prominentes.

Un día, unos niños los llamaron desde la calle. Dally se acercó a la ventana. Allí abajo había una hermosa mujer con un sombrero de an__dos de Venecia. Protegiéndose los ojos del sol, preguntó:tes de la Guerra que llevaba de la mano a una niña de unos cinco años, y con ellas parecía ir el capullo del hermano travieso de Kit, Reef, a quien ella había visto por última vez marchándose con malos mo

– ¿Eres Dahlia?

Estaban allí como refugiados. La mayor parte de los combates se libraban en el nordeste, de manera que habían venido al oeste, hasta Turín, donde Reef se había enterado que trabajaba su hermano por un aviador que conoció en un bar.

– ¿Domenico? Y qué coño ha andado haciendo, pensaba que a es_tas alturas estaría permanentemente boca abajo.

– Dijo que le habías ayudado una vez, algo así como que había in_tentado mear por una ventana sobre un oficial superior…

– No era la primera vez, es una especie de pasatiempo para él, no sé cómo se lo hará en tiempos de paz.

– Escucha, antes de que…

– No. -Kit se aferró a su hermano en un 'abrazo' pospuesto-. No. Quédate aquí el tiempo que necesites.

Reef había estado trabajando para el ejército italiano en un pai_saje alpino totalmente irreal, tendiendo cables aéreos conocidos como teleferiche.

– Es otra vez como el frente occidental, pero vuelto del revés: en Francia intentaron desbordarse por los flancos unos a otros hasta que no quedó sitio por el que pasar salvo el mar. Aquí los austríacos y no__seguir un terreno más alto que el otro, hasta que, cuando nos dimos cuenta, todos estaban en las cimas de estassotros hicimos lo mismo, pero en vertical, cada ejército intentó con blancas y escarpadas cumbres montañosas con los culos helados al viento, sin ningún sitio al que ir.

– Salvo al cielo -dijo Yashmeen.

Las esposas se llevaban estupendamente, se miraban sin ningún de_seo ni sospecha en particular pero aun así compulsivamente, como si hubiera algo que fuera a revelarse en cualquier instante.

– Los dos estudiasteis juntos en Alemania.

– El se dedicaba a vectores, yo a teoría de los números, apenas nos veíamos. -Las dos mujeres, que mantenían el contacto visual, empe__cidad que habría que vigilar.zaron a sonreír, en lo que Reef consideró el principio de una compli

– Pero tú eres la chica por la que él se batió en duelo.

– Casi se batió en duelo. Pero ¿qué te dijo él?

– Puede que exagerara un poco -dijo Kit.

– Y tú eres la chica que él rescató de aquel ejército de húngaros homicidas.

– No exactamente. Kit, estoy empezando a tener ciertas dudas.

– Sí, más vale que vigiles esa mierda -Reef asintió riéndose con un Di Nobili en la boca.

Para celebrarlo, fueron a cenar todos al Ristorante del Cambio, conocido en la ciudad como «la vieja dama». Desde que Kit y Ren____________________ra desde hacía años, pero a pesar de la escasez, Alberto era capaz de servirlespeñado en comer allí al menos una vez por semana. No había ternezo habían simulado bombardear en picado el local, Kit se había em agnolotti, risotto, guiso de setas y tagliarini, y era temporada de trufas, así que había algunas también, casi pidiendo perdón. Todo el mundo bebía mucho Nebbiolo. La ciudad estaba llena de una luz amarilla acida y de precisas sombras negras dentro de los soportales. Los proyectores acariciaban el cielo.

Un día, al bajar del Caproni de Renzo, con qué inesperado co____________________traba más huellas del paso de los años.vicio Aéreo del Ejército de Estados Unidos planeaba mandar unos quinientos jóvenes candidatos a piloto a Itaha para que se instruyeran en Capronis, y Colfax se encontraba ahí para inspeccionar el terreno por adelantado. Salvo por un leve tono grisáceo en las puntas, no mostarse en calidad de aviador como para compensar el aplazamiento de incorporación comprado por su padre cincuenta años antes. El Sernocido de los viejos tiempos iba a toparse Kit más que su antiguo compañero de clase en Yale Colfax Vibe, que aunque ahora mediaba la treintena y era oficialmente demasiado mayor, había podido alis

'Fax pronto montó una liga de béisbol en Turín. Kit y él se afi__berse uncionaron a pasarse por Carpano's un par de veces por semana para be punt e mes. 'Fax, de un modo muy extraño y personal, había acabado asimilando la muerte de Scarsdale a manos del factótum de confianza de su familia, Foley Walker, pero no hablaba de ello, y tam_poco se mostraba especialmente afectado delante de Kit.

Ante la intención austríaca de ocupar Venecia y el Véneto, los ita____________________turista, con su estética de sangre y explosión.lizar misiones de vuelo, unas veces como tripulante de Renzo, otras solo. Durante un tiempo se dejó seducir por el picado de morro fugonzado que abandonó su neutralidad de ingeniero y empezó a realianos resistían con tal ferocidad que finalmente Kit se sintió tan aver

– Pues para eso bien podrías haberte quedado en Colorado -dijo Dally-. Aquí o allí sigues con esa tradición familiar.

– ¿Cómo dices? -Sentía curiosidad por saber hasta dónde quería llegar.

– Las bombas -dijo ella-. Bombas en la familia. Al menos Reef y tu padre las ponían donde hacían algún bien.

– Austríacos. -Kit creyó que bastaba como explicación.

– Tus hermanos de armas. No es a ellos a quien hay que bombar_dear, mierda, hasta yo sé eso.

– Entonces sálvame.

– ¿Qué?

– Si soy un tipo tan lastimosamente perdido, ayúdame al menos a volver al buen camino. Explícame cómo.

Ella lo intentó. Más tarde creyó que iba a conseguirlo. Pero en cuanto él volvió a sacar a colación su historia con Clive Crouchmas, ella replicó con algún golpe bajo sobre Yashmeen, y a partir de en_tonces todo fueron voces más altas, y la salvación fue lo último en lo que pensó ninguno de los dos.

Tras la siguiente misión de vuelo, al volver al piso se encontró con que ella se había marchado. Me voy a París. Te escribo pronto. Ni siquie_ra firmó con su nombre.

Entonces él estuvo preocupado durante semanas, recordando lo mucho que habían afectado a Dally las noticias de que el S. S. Persia había sido torpedeado por un Capitán de submarino llamado Max Valentiner, un lobo del norte que había descendido a los campos me_diterráneos, y que entre los desaparecidos estaba su colega Eleanor Thornton, que había servido de modelo para la figura que adornaba el capó del Rolls-Royce, conocida como el Espíritu del Éxtasis. Por fin, recibió una postal de París, con la dirección provisional de Dally, y volvió a dormir por las noches.

Cruzando un mar que recientemente se había vuelto peligroso y contingente, en el que ya no se estaba a merced de longitudes desco____________________ro de rabia y voces con una esponja húmeda y se la borró, salvando a Reef, como él mismo no tardaría en descubrir, de que lo enviaran de vuelta a Europa, pues en aquellos tiempos se consideraba que un idiota era una Carga probable para el Erario Público y que les costaría dinero a los contribuyentes americanos.tos después, alguien en uniforme del servicio de aduanas -Reef nunca llegó a verle bien la cara- se acercó corriendo entre el gran hervideblemas, se mostró indeciso y mudo tanto tiempo que le escribieron una gran letra I, de Idiota, con tiza en la espalda. Luego, unos minudos haciéndose pasar por inmigrantes italianos. En Ellis Island, Reef, pensando que tanto su inglés como su italiano podían meterle en pronocidas o de tempestades imprevistas sino de submarinos, donde el terror de la travesía había pasado de estar en manos de Dios a las de la armada alemana, Reef, Yashmeen y Ljubica volvían a Estados Uni

– Espera -dijo Reef-, ¿quién eres tú?

– Me llaman «El Borrador».

Reef acabó pensando que se había tratado de un acto amable por parte de un criptoanarquista que, por las razones que fuera, trabaja__bían llegado en plena paranoia anticomunista, con el Terror al Rojo y las redadas del fiscal Palmer, y al poco empezaron a plantearse cómo podía habérseles ocurrido volver.ba para el gobierno pero todavía era capaz de reconocer y echar una mano a un colega prófugo. Y no es que la Idiotez no hubiera sido una cobertura útil o, en su caso, una calificación demasiado errada. Ha

Se dirigieron al oeste, Reef impulsado por su antigua fe en el vec__do todavía. Un día, en una estación de tren en Montana durante una tormenta de nieve, se encontraron nada menos que a Frank, Stray y Jesse, que habían pensado lo mismo.tor que señalaba hacia allá, buscando algún lugar, alguna penúltima ciudad profunda a la que la red capitalista/cristiana no hubiera llega

– ¿Os parece bien que vayamos con vosotros? -dijo Reef.

– Mierda, claro -dijeron Frank y Stray casi a la par-. Aunque, bueno, tendría que preocuparme por mi reputación -no pudo evitar añadir Frank-, ya sabes: que me vean en tu compañía y demás.

Jesse no pareció muy sorprendido pero sin duda sí irritado.

– ¿Y cómo te parece que sienta encontrarte con algo así de golpe?

– Supongo que podría habértelo presentado como tu tío Reef -dijo Frank-, pero últimamente no te has dejado engañar con facilidad.

– Pero ¿cómo le llamo? «Papá» no parece muy lógico, ¿verdad?

Frank, que se moría por estrujar al chico en un largo abrazo, dejó la mano sobre el hombro de Jesse un rato.

– Mira, antes me habría bastado con un simple «Frank», luego pa_saste a llamarme «papá», y yo no es que lo prohibiera, porque es un gustazo oírlo. Lo es. A lo mejor algún día lo entenderás. Mientras tanto podrías llamarle «señor», hasta que se sienta tan incómodo que diga: «Oh, bueno, llámame Reef o algo así».

Y así se resolvió el asunto. Con el tiempo, Reef sería capaz de transmitir fragmentos de sabiduría paterna, como enseñarle a barajar cartas o a reconocer a un detective a sueldo de las empresas, y Jesse y él pasarían algunos buenos ratos juntos en los arroyos de la región, aunque ninguno de ellos era un pescador de primera, y apenas si pes____________________do, era mucho más de lo que ambos habían esperado.ticular tenía una forma mágica de transformar a pescadores mediocres en maestros consumados, y así ayudó a que Reef y Jesse aprendieran a convivir en agradable silencio, algo que, según acabarían admitiencaban lo bastante para contentar a los perros, pero el Umpqua en par

Yashmeen, que empezaba a perder los filos de su acento europeo, descubrió que estaba embarazada otra vez, lo que ambas mujeres in____________________trado con un par de hermanitas con las que lidiar. A veces empezaban a reírse y él no podía evitar pensar que se reían de él.riñó especialmente de Ginger, la hija de Frank y Stray, y del bebé Plebecula. Ljubica y Ginger tenían aproximadamente la misma edad, y se llevaban bastante bien, con la salvedad de alguna riña esporádica. Las niñas pasaban horas con el bebé, a veces simplemente mirándola. Sus otras miradas las reservaban para Jesse, que de golpe se había encondose en que Reef había vuelto a andar por ahí en su bien conocido aturdimiento. Habían observado a los hermanos día a día, atentas a las señales de rabia larvada, y comprendieron al cabo de un tiempo que ellos habían estado haciendo otro tanto con ellas. Yashmeen se encacomponerse demasiado a causa de las dudas de nadie. Sobre todo fijánterpretaron como una señal de que nada en su vida juntos iba a des

– No se ríen de ti -le tranquilizaron las dos mujeres.

– Ljubica quiere casarse contigo -dijo Yash-, pero no le digas que te lo he dicho.

– Eso le dará algo que pensar al Sheriff -murmuró Jesse, que ex_trañamente no sabía qué hacer con sus manos.

– No te preocupes, se le pasará -dijo Yash-. Pero ándate con cui_dado.

– Tu trabajo, en realidad -añadió Stray-, consistirá en mantener un ojo atento cuando ellas empiecen a asomar por la puerta con flores, oliendo a gomina, a ron de malagueta y demás.

– Siempre me toca cargar con trabajo y más trabajo -gruñó Jesse con satisfacción.

Pasaron un tiempo en el bosque de secoyas y luego un poco más en un pueblo de la Península de Kitsap, en la punta más alejada del mapa de Estados Unidos; más allá, ya sólo quedaba Alaska o la Columbia Británica.

Jesse llevó a casa como deberes del colegio «escribir un ensayo so_bre Qué significa ser americano».

– Ay, ay, ay. -A Reef le asomó aquella expresión en la cara, la mis__dades de dinamitero-. Veamos ese lápiz un momento.ma que le aparecía a su padre antes de salir para alguna de sus activi

– Ya he acabado. -Lo que Jesse había escrito era:

Significa hacer lo que te mandan y aceptar lo que te dan y no hacer huel_ga porque si la haces sus soldados te dispararán.

– ¿Eso es lo que llaman una «frase de entrada»?

– No, eso es todo lo que hay. -Oh.

Volvió a casa con la mejor nota, una A+.

– El señor Becker estaba en Coeur d'Alêne en los viejos tiempos. Me parece que se me olvidó mencionar el detalle.

– Deberíamos fundar nuestra pequeña república -dijo Yash un día-. Separarnos.

– Sí, pero, para qué engañarnos -Stray, que nunca suspiraba mucho, suspiró-, esas cosas nunca salen bien. Es una idea estupenda mientras dura la provisión de opio, pero tarde o temprano aparece de por me__guien le hace chiribitas al marido equivocado…dio la sencilla y vieja mezquindad personal. Alguien seca el pozo, al

– Ay, Dios. -Yashmeen se apretó las manos contra el pecho como si buscara palpitaciones.

– No, no, no, nosotros ya estamos por encima de eso, espero.

Siguió una larga y afectuosa mirada. Nadie habría dicho «la espo____________________rosas, que se fingían desamparadas.mentos delirantes, por lo general en habitaciones de hotel de ciudades bastante al este de allí, con mujeres más jóvenes, ruborizadas y temblosueños. Por su parte, Stray recordaba haber disfrutado un par de mogencias prácticas del día lo solían circunscribir a la esfera de los ensa equivocada». Mientras tanto, ni la maternidad ni el peligro político habían apagado el deseo de Yash por otras mujeres, aunque las exi

El momento se estiraba, como si se despertara de una larga siesta en algún sitio.

– ¿Estamos a punto de cometer una estupidez aquí? -preguntaría una de ellas al cabo de un rato.

– Eso es lo que espero, sin duda -respondería la otra.

– 'Soir, Dally.

Era Policarpe, un viejo conocido de Kit, creía ella, de los tiempos de Bélgica.

– He salido a mirar escaparates. Parecías a punto de ensimismarte. No puedo permitírtelo.

Le sirvió un coñac. Se sentaron y contemplaron el bulevar ilumi_nado. Policarpe trabajaba para un periódico socialista. La muerte no se había instalado en sus ojos, pero los había visitado con frecuencia.

– Estamos en el Infierno, ¿sabes? -dijo como si tal cosa.

– Pues todos creen que por fin hemos salido de él -dijo ella.

Se encogió de hombros.

– El mundo se acabó en 1914. Como los muertos inconscientes, que no saben que están muertos, así nosotros tampoco nos hemos dado cuenta de que estamos viviendo en el Infierno desde aquel agosto es_pantoso.

– Pero esto… -hizo un gesto que abarcó la próspera y bulliciosa ciudad-, ¿cómo iba esto a ser…?

– Pura ilusión. Cuando la paz y la abundancia se den otra vez por sentadas, en tu momento más lánguido de máxima rendición, la autén_tica realidad se abatirá sobre ti. Veloz y sin piedad.

De repente, miró al otro lado de la calle y buscó sus gafas.

– He tenido una alucinación, obviamente. Por un momento me pareció ver a tu anterior marido.

Sí que lo había visto. Kit había regresado a París inesperadamente, tras pasar un tiempo en Lvov, que antes había sido la metrópolis de Galitzia y últimamente era la capital de la breve República de Ucra_nia Occidental.

Después de que Dally se fuera, y también Reef y su familia, Kit si____________________terludio con la amiga de Dally, Fiametta, que había trabajado con ella en el hospital. Hasta que un día terminó la Guerra, y por entonces ya había conocido a un algebrista, un tipo raro y obsesivo, llamado E. Percy Movay, que no paraba de hablar sobre un famoso grupo de mateguió como soldado, o más bien como ingeniero, solo, salvo por un inmáticos de Lvov, en la salvaje frontera del ya fenecido imperio austro-húngaro. Y así fue como Kit descubrió el Café Escocés y el círculo de locos más o menos pirados que lo frecuentaba, y allí una noche co_noció una implicación asombrosa del Axioma de Elección de Zermelo. Era posible, en teoría, se lo habían demostrado sin asomo de duda, tomar una esfera del tamaño de un guisante, cortarla en varios trozos de forma precisa y reunidos en otra esfera del tamaño del sol.

– Porque una emite luz y la otra no, ¿no te parece?

Kit se quedó desconcertado.

– No sé, no sé.

Pasó un rato pensándolo. Zermelo había sido docente en Gotin__junto de todos los conjuntos que no son miembros de sí mismos. También era célebre en las cervecerías por su teoría de que ninguna expedición podría llegar jamás a ninguno de los polos debido a que la cantidad de whisky necesaria era directamente proporcional a la tangente de la latitud. Como la latitud polar era de 90°, implicaba un valor que se aproximaba al infinito, Q.E.D. A Kit no le sorprendió que la peculiar paradoja pudiera remontarse en cierto modo hasta Zermelo.ga cuando Kit estaba allí y, como a Russell, le preocupaba el con

– Pero subconjuntos asombrosos, amigos, entendéis lo que signifi__seccionarse y reagruparse en cualquier número de mundos, cada uno de ellos tan real como «éste».ca, ¿no? Los místicos indios, los lamas tibetanos y demás, todos tenían razón desde el principio, el mundo que creemos conocer puede di

Kit tardó un poco en localizar al orador, y se sintió agradable____________________mado en un porte altivo y responsable.nes grises, y su antiguo andar vacilante y encorvado en clase transformente perplejo al ver, surgiendo de detrás de una gigantesca jarra de cerveza, la cara del Profesor Heino Vandeijuice, ahora extrañamente juvenil, con el pelo oscuro de nuevo, salpicado sólo de unos mecho

– Pero si es el señor Traverse. La última vez que te vi partías hacia Gotinga.

– Me alegro de verlo de nuevo, señor -dijo Kit abrazándolo-. Aquí.

– Lejos de las garras de Vibe, no me cabe duda de que has querido decir eso.

– Bueno, sobre todo me alegro de verlo vivito y coleando.

– Lo mismo digo, joven colega. -Tomaron otra ronda, salieron del Café Escocés y empezaron a pasear más allá de la Universidad hacia el Parque Klinski-, Con tantos muertos -reflexionó el Profesor al cabo de un rato-, es como si les faltara un poco al respeto, pero me ale__pañía sea demasiado buena para él. Mi único pesar es no haber sido yo mismo quien al final se lo cargase.gro de que Scarsdale Vibe se cuente ahora entre ellos. Aunque la com

Kit se iba a encender un cigarrillo pero interrumpió el gesto.

– No sabía que quisiera matarlo.

El Profesor se rió entre dientes.

– Lo intenté una vez, debió de ser después de que te marcharas para Alemania. Una especie de recaída en un odio desbocado, com__rioso. Sólo había dado trece pasos para subir a donde estaba, y me di cuenta de que no me encontraba sobre un tejado sino en un patíbulo, como si de algún modo ya hubiera llevado a cabo mi humildeprendí lo fácilmente que me había comprado, halagándome para que me creyera un igual de Tesla, aunque de la polaridad opuesta. Con el desprecio de Vibe, que no el mío. Furioso conmigo mismo, más aún con Vibe, busqué mi viejo Cok de la Armada de acción simple y me subí al exprés matinal para Nueva York; con la vaga idea de volverlo contra mí una vez que hubiera acabado con él. Llegué a Pearl Street, encontré un tejado cercano y me puse a esperar. Pero sucedió algo cu attentaí, me hubieran detenido, juzgado y condenado por él, y ahora estuvie_ra aguardando la pena definitiva. ¡Y luego hablan de anomalías en el Tiempo!

»Aquello parecía algún lugar fuera de Nueva York, uno de esos viejos juzgados de condado con una gran cúpula dorada. Se estaba congregando una multitud, una banda militar tocaba marchas y can____________________da»; pero el caso es que me salvaron.ciendo de las suyas otra vez, si esa de seis disparos no estaba ni cargarosa que yo había consentido llevar. Ni que decir tiene, el joven Suckling fingió que no era nada: «Eeeiiihhh, el viejo loco anda harecía prestarme demasiada atención. Entonces la cúpula del juzgado empezó a elevarse, o a expandirse hacia el cielo, hasta que al cabo de un momento vi que de hecho era la bolsa de gas esférica de un globo gigantesco, que se alzaba lentamente por detrás de la cúpula, donde había estado oculta. Una especie de conjetura del guisante y el sol de nuevo, sólo que distinto. Por descontado, eran los Chicos del Azar, y no era la primera vez que acudían a mi rescate, aunque por lo general lo hacían a causa de mis despistes profesorales, cuando me caía de acantilados o dentro de impulsores giratorios… Pero esta vez me habían salvado la vida, me habían rescatado de la vida barata y deshonciones, los niños vendían limonada, banderas americanas, mazorcas de maíz, perritos calientes y demás. Todos podían verme, pero nadie pa

Las multitudes vespertinas fluían sin prisas por el parque. En al_gún lugar un acordeón tocaba un hopak con modulaciones de jazz. Niños pequeños jugaban a tirar de las trenzas a las niñas y escapar corriendo, y parejas poco mayores se apartaban de la luz, abrazándo_se. Tiempos de paz.

– Los chicos andan cerca. -El Profesor Vandeijuice escrutó sere__do es así. A lo mejor los conoces y te das una vueltecita. Te llevarán a donde quieras.namente el cielo todavía pálido-. Suelo tener un presentimiento cuan

Siguieron surgiendo más implicaciones de lo que Kit había em_pezado a considerar como una «Situación Zermelo».

– Nos decimos que Lemberg, Léopol, Lvov, Lviv y Lwow son to_dos nombres distintos de la misma ciudad -dijo E. Percy Movay una noche-, pero lo cierto es que cada una es una ciudad diferente, con normas muy precisas de transición de unas a otras.

Desde Tuva, donde había escuchado el canto inexplicablemente ar____________________lo el tiempo suficiente, empezaba a sentir que entraba en un estado nítidamente distinto.cía una imagen muy clara de dónde era eso. Cuando lograba emitircierto, mientras otros hombres, perplejos, maldecían rutinariamente o buscaban sus penes sin darse cuenta o rompían a llorar sin razón aparente, Kit había empezado a emitir desde el fondo de la garganta un único tono grave, tan profundo como podía, tan prolongado como le permitía el aliento. A veces creía que si lo consiguiera hacer bien le transportaría a «donde debía estar verdaderamente», aunque no se haticulado por partida doble, y a lo largo de aquellos tiempos de descon

Un día, el Profesor Vandeijuice desapareció. Algunos afirmaban haber visto que se lo llevaban por los cielos. Kit fue a Glowny Dworzec y subió a un tren que se dirigía al oeste, aunque pronto se bajó, cruzó las vías para cambiar de andén y esperó otro que se dirigiera al este, hasta que al cabo de un rato se encontró subiendo y bajando de trenes con destinos de los que cada vez estaba menos seguro.

Era como la convergencia de una función compleja. El recupera____________________gientes, y el río, batido hasta quedar bía dónde estaba o, algo especialmente inquietante para un viejo vectorista, en qué dirección iba. Podía recuperar vagamente el sentido y descubrir que viajaba por el Danubio, a través de la Puerta de Hierro, en la barandilla de un vapor bamboleante mientras miraba las paredes de roca del Desfiladero de Kazán, llevado al interior de los rápidos ruba la conciencia durante breves intervalos y luego volvía a sumirse en un régimen de hambre, alucinación y ausencia mental. No siempre saconvertido en bruma, se elevaba para envolverlo, como la capa protectora de un dios…; otras veces po____________________dar por qué.rante los breves periodos en que recuperaba la lucidez, sólo pensaba en Dally, consciente de que estaban separados, pero incapaz de recordía hallarse de repente viendo el lago Baikal, o ante una frontera fría al menos igual de pura e intransigente. Comprendía que la otra orilla de este «Baikal» sólo era accesible a los espíritus intrépidos. Llegar hasta allí y volver sería como sobrevivir al fin del mundo. Desde ese lugar preciso en la costa era posible «ver» en la otra orilla una ciudad, cristalina, redentora. Había música, misteriosamente audible, tonal pero deliberadamente quebrada en disonancias, exigente, como si cada nota se empeñara en que le prestaran atención. Y de vez en cuando, du

Unas semanas más tarde, empezó a recibir visitas de una especie de sombra enmarcada suspendida en el aire vacío, un umbral trans____________________rís, con alfombras del Asia Interior en un suelo de madera, olor a tabacopuso y él se encontró en una tranquila habitación de hotel de Paban como el latón a través de una neblina interior, luego se recomte, descubrió que seguía teniendo el mismo tamaño mientras la apertura luminosa empezaba a crecer, hasta que ésta se desbordó y lo envolvió en antiguos tonos herrumbrosos y rojos, que destellata o tal vez sólo distante ventana de plasma brillante. Kit, por su parguando hasta adquirir la forma de una especie de cono grácil y atravesó precipitadamente por la punta lo que parecía una diminures, se transformó en una parpadeante transparencia, que fue mennal, exclamando «¿qué es esto…?»; para asombro de los espectadoparente, que se le acercaba a tal velocidad que sabía que no siempre sería capaz de evitarla. Un día, por fin, todavía vacilante, decidió acercarse, y entonces, asustado, perdió el equilibrio y, atrapado de repente por la gravedad, cayó en la apertura curiosamente ortogo y ganja, y un viejo erudito que llevaba fez y gafas de media luna, inclinado sobre un álbum de sellos suntuosamente encuader____________________cenas genéricas del campo shambhaliano, flora y fauna, montañas, cascadas, gargantas que daban entrada a lo que los budistas llamaban tierras ocultas.fecto estado, sin fijasellos y soberbiamente centrados, todos con la goma original de árboles de la zona, emitidos en series completas que empezaban poco antes del Congreso de Berlín (1878), con esnado, lo que los coleccionistas denominaban un «clasificador», en el que Kit vio una serie de sellos de correos de Shambhala en per

El hombre del fez se dio la vuelta al fin y le hizo un gesto extra_ñamente familiar con la cabeza.

– Lord Overlunch. Encantado de conocerle.

– ¿Qué acaba de pasar? -Kit se sentía mareado. Miró a su alrede_dor un poco espantado-. Estaba en Lwow.

– Discúlpeme, pero usted estaba en Shambhala. -Le pasó una lupa a Kit y le señaló un sello en concreto, cuya viñeta delicadamente gra__mellos bactrianos bajo un cielo con sol y nubes.bada mostraba un mercado con varias figuras humanas. Caballos y ca

– Me gusta mirarlos con lupa al menos una vez a la semana, hoy he notado algo distinto en este sello de diez dírhams y me pregunta__tamente qué había cambiado, la cara que echaba en falta: la suya. Lo sé bien ahora, y es que es, si no le molesta que lo diga, el rostro de un antiguo conocido…ba si alguien, algún rival, habría entrado aquí mientras yo estaba fuera y lo habría sustituido por una variante. Pero, claro, descubrí inmedia

– Pero yo no estaba…

– Bueno, bueno. Un gemelo entonces, quizás.

Lord Gverlunch estaba en la ciudad por la venta de Ferrary, un acontecimiento importante en la historia de la filatelia, para echar un vistazo aunque no para pujar por el sello amarillo de tres skilling sueco.

– Y para reencontrar unos cuantos rostros del pasado, ya sabe. Des_de que pasó la Dama Española, lo bastante cerca para sentir la brisa de su vestido, e intenté no distinguir el rostro detrás de la mantilla negra, uno se ha obsesionado, me temo, con saber quién está encima de la tierra y quién debajo.

– ¿Y cómo he vuelto yo aquí?

– Así reaparece la gente últimamente. Los trenes no siempre fun____________________risa inequívocamente amistosa-, y tanto que sí, según me han dicho. Venga, ¿vendrá?lacionado con un marido…-y en ese momento dedicó a Kit una soncantadora amiga americana, la señorita Rideout, que fue una de las primeras que descubrió Montparnasse después de la Guerra. Algo repiado. -Miró su reloj-. Dios mío, llego tarde. Tal vez le apetecería ser mi invitado esta noche en Chez Rosalie. Le gustará conocer a una encionan. Los cambios de aguja no siempre se colocan en el lugar apro

Las parejas habían salido a bailar un vals titubeante en medio del tráfico, a pesar de los rótulos visiblemente situados que lo prohibían. De un night club cercano salían los compases acompañados de un 'ban_doneón', ubicuos en Montparnasse ese año, del melancólico pero pe_gadizo tango:


Vegetaria-no… Nada de sis o peros

¿huevos y lácteos?, ah, no, más bien raíces y puerros.

El asado 'prohibido',

el lomo, tabú,

¿por qué no te has comido

a los que son como tú?

Nunca se le ha visto babeando ante el Chateaubriand…

ni tener querencia

a la ternera picada en tostada, a los bistecs y chuletas,

¡a-di-ós! Vegetaria-no…

Olvídate de Argentina,

nunca habría dicho «¡o-lé!» a esa cuisine…

Los gauchos os maldicen, todavía me obsesionáis,

pero sigo adelante, oh… ¡vegetaria-no!


Imaginemos un vector para ellos, que atraviese lo invisible, lo «imaginario», lo inimaginable, transportándolos sanos y salvos a este París de la posguerra donde los taxis, veteranos abollados del mítico Marne, ahora sólo llevan a amantes y alegres borrachos, y una músi_ca al son de la cual no se puede desfilar suena sin parar toda la noche, en los bares y bals musettes para los bailarines que siempre estarán allí, y las noches serán lo bastante oscuras para cualesquiera visiones que transpiren por ellas, que ya no serán quebradas por la luz desplazada desde el Infierno, y las dificultades que encuentren no entrañarán más peligros que el abrir y cerrar muchas puertas o muy pocas. Un vec__jaros que se oyen por todas partes pero no se ven, olores a horno de pan, luz verde filtrada, un patio todavía en sombras…tor que atraviesa la noche hasta una mañana de pavimentos regados, pá

– Míralos ahí abajo.

– Toda esa luz.

– Toda esa gente bailando.

Los Garfons del 71 celebraban su convención anual en París. La tripulación del Inconvenience estaba invitada. Los festejos se celebrarían no en el suelo sino sobre la Ciudad, en una gigantesca, aunque invi_sible, reunión de aeronaves.

Su lema era: «Presentes, pero invisibles».

– Los Chicos lo llaman idea supranacional -explicó Penny Black, con los mismos ojos inmensos e ingenuos de cuando era niña, y que hacía poco había sido ascendida a almirante de una flota de aeronaves después de que los Vagabundos del Cielo se hubieran fusionado con los Garfons del 71-, para trascender literalmente el antiguo espacio político, el espacio-mapa de dos dimensiones, subiendo a la tercera.

– Desgraciadamente -se apresuró a añadir ansioso Lindsay-, hay otra escuela de pensamiento que contempla la tercera dimensión no como una avenida de trascendencia sino como un medio para repar_tir explosivos.

– Ya se ve cómo le ha cambiado el matrimonio -comentó Prímu_la Noseworth.

– En todo caso me alegra ver que una pandilla de inútiles como vosotros habéis recuperado la sensatez -Penny sonrió malévola-. Lla_ma, a ver, ¿quieres andarte con cuidado con el bueno de Darby?, él es uno de los rápidos.

– ¿Quién?, ¿esta tortuga? -dijo haciéndole cosquillas en un lugar de confianza entre las costillas-. Si no para de quejarse diciendo que me muevo demasiado deprisa para él, que nunca paro en casa, que siem__te el Acuerdo.pre estoy metida en algún lío, y todo lo demás. Y yo le digo: pues lée

Se refería al documento por el que las chicas habían aceptado unir su destino al del Inconvenience, con la condición de que ellas siempre trabajarían de manera independiente. Ellas serían fragatas, los chicos un acorazado; ellas serían filibusteras e irregulares, los chicos el Alto Mando Militar. Los chicos seguirían navegando, manteniéndose casi siempre en la nave, en una ilusión de poder ejecutivo, y las chicas se alejarían en ángulo recto respecto al curso oficial del Inconvenience para seguir sus aventuras, entrando en el Exterior, a menudo con gran ries_go, y regresando de sus misiones como comandos exhaustos a su Base Principal.

Después de que todos pusieran sus sellos en el documento, Miles abrió magnums de Puisieulx brut de 1920.

Un día, Trinitaria descubre que espera un bebé, y luego, como en una composición coral en canon, las otras chicas anuncian una tras otra que también están embarazadas.

Y así siguen volando. A estas alturas, la nave ha crecido hasta con_vertirse en una pequeña ciudad. Hay vecindarios, hay parques. Hay hasta chabolas. Es tan grande que cuando la gente del suelo la ve en el cielo, sufre un ataque de ceguera histérica selectiva y acaba por no verla en absoluto.

Los pasillos se convertirán en un hervidero de chiquillos de to____________________nos estarán abajo, en el mundo finito.sar el rato entre las visitas a la superficie, sabedores de que sus destidas las edades y tamaños que corren arriba y abajo por los diferentes puentes, divirtiéndose y chillando. Los más serios aprenden a pilotar la aeronave, otros, que no han nacido para el Cielo, se limitan a pa

La maquinaria del propio Inconvenience se pone al día constantemen____________________ten del todo con el «Alto Mando».da a la del océano con un surfista en una tabla: un principio de diseño que adoptaron a partir de las unidades de Éter que llevan a las chicas de aquí para allá en misiones cuyos pormenores no siempre compardo la luz como fuente de energía motriz, aunque no es exactamente carburante, y como medio de transporte, aunque no es exactamente un vehículo; se diría que mantiene una relación con la aeronave parecite. Debido a los avances de la teoría de la relatividad, se ha incorpora

Los contratos que la tripulación ha firmado últimamente, bajo la supervisión taciturna y obsesiva de Darby, son cada vez más prolíficos, y acaban por desbordar los límites de la mesa principal en las cubier__mente muy lejos. Vuelven a la Tierra, a no ser que se trate de la tas de comedor; y de vez en cuando se ven obligados a viajar ciertaContra-Tierra, con una especie de congelación mnemónica, conservando sólo impresiones pasmadas de una nave que sobrepasa las tres dimensiones habituales, y atracan, siempre precariamente, en una serie de estacio____________________tidos a fuentes invisibles de gravedad poderosas como tormentas, que les permiten recorrer distancias con las que sólo se sienten cómodos los astrónomos; pero cada vez elzan precipitándose a velocidades que nadie desea ni imaginar, somenes remotas, perdidas en el espacio infinito, que en conjunto forman una ruta a cierto destino, y tanto la nave como los muelles se despla Inconvenience vuelve intacto, en el seno brillante y desplegado como una flor de un hiper-hiperboloide perfec_to que sólo Miles es capaz de ver en su integridad.

A las generaciones de descendientes de Pugnax y Ksenija -entre los que al menos uno de cada carnada seguiría una carrera profesional como perro del cielo- se les habían unido los de otros perros, así como gatos, pájaros, peces, roedores y otras formas de vida menos terrestres. Sin dormir nunca, clamoroso como un día de fiesta sin fin, el Incon_venience, que en el pasado había sido un vehículo para el peregrinaje celeste, se ha transformado en su propio destino, un lugar donde cual_quier deseo expresado es, al menos, escuchado, aunque no siempre atendido. Pues si todos los deseos se hicieran realidad significaría que, en la Creación conocida, el bien, ni buscado ni recompensado, habría evolucionado, y sería al menos más accesible para nosotros. A bordo del Inconvenience nadie hasta ahora ha visto la menor señal. Saben -Mi_les está seguro- que está al caer, como un aguacero que se acerca, pero es invisible. Pronto descubrirán que la presión baja en el manómetro. Sentirán que el viento cambia. Se pondrán las gafas ahumadas para la gloria de lo que llega para separar el cielo. Vuelan hacia la gracia.

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