IV Nudo

My brain it’s my second favourit organ.

WOODY ALLEN, Sleeper


EN EL CAFÉ GALICIA don Pedro, que era muy ecuánime y sereno, don Pedro Rubiños, mientras Ana María había ido al servicio, se conoce que a orinar, fe estaba diciendo a Jesusa Cascudo:

– Yo no suelo tener suerte en los juegos, las damas, la correlativa, el julepe, el parchís, la oca, las siete y media, me consuela pensar en eso que se dice de que desgraciado en el juego, afortunado en amores, ¿lo había usted oído?

– Sí, sí, eso es mucha costumbre, lo dice todo el mundo.

El ajusticiado no siempre tiene la dignidad del cerdo, que muere blasfemando, rugiendo, aborreciendo y odiando, jamás las víboras verdes de Kinikdeliberi odiaron con más reverente maestría, el cerdo no perdona jamás al matarife al que, si pudiera: degollaría con el mismo cuchillo de hoja ancha con el que se le desangra parsimoniosamente, también con mucha crueldad e inquina, hasta la muerte, hay condenados a morir en el patíbulo, en el tajo, en la horca, en la guillotina, en el garrote, en la silla eléctrica, que sonríen al verdugo, que se esfuerzan por caerles inútilmente simpáticos.

– Repare usted en que el ejecutor de la justicia, en estrados se llama ejecutor de la justicia al verdugo, no mata por odio ni por asco ni por capricho, el verdugo procede por muy confusas motivaciones y mata por dinero, mata por unas escasas monedas de cobre e incluso sin deleitarse siquiera, si se le pagase en oro iba a haber muchas sorpresas.

Ayer tarde, a las cuatro, hallándose de servicio en los Pelamios, frente a la calle de Veramar, el consumero don Amable Abeleira Cedeira, resbaló yendo a caer sobre unas peñas que baña la mar; la muerte por fractura de la base del cráneo tuvo lugar media hora después de ingresar en la casa de socorro de Cuatro Caminos a donde fue llevado en camilla.

– ¿Ingresó el consumero de Pelamios?

– Sí, el finado está detrás del biombo. Escuchen, o se llevan el cadáver abonando el gasto, no creo que monte más de cuatro pesos, o se van de vacío, ustedes verán.

Mi marido no estuvo en el exilio ni un solo día, lo dejé entrever no más para que se callase Paula Fields y me dejaran de marear los asesores de Gardner Publisher Co., yo jamás me hubiera casado con carne de derrota, prefiero la carne de presidio, la carne de garito, la carne de horca, no es de la misma lujuriosa sustancia la carne de los maridos que la de los amantes, en esto debe una mostrarse inflexible.

Aquí, en estos rollos de papel de retrete marca El Gaitero Bucólico, voy narrando por regurgitación, también algo pasmada, la crónica de un naufragio en alta mar, a veces Dios prohíbe que se salven los náufragos pero aquí nadie aprende en cabeza ajena: recapitulemos con serenidad y deseemos que nos habite el escarmiento antes que el daño.

– ¿Por qué no le mandaste decir ni una sola misa a tu tía Marianita? No me parece que estuviera demasiado necesitada de sufragios porque era buena y dulce como el bienmesabe de las monjas, pero a Dios conviene recordarle el dolor de las ánimas del purgatorio.

En Madrid, en el estadium Santiago Bernabéu, Atlético de Bilbao 1, Elche 0; el Generalísimo, que asistió al partido acompañado de su distinguida esposa, entregó la Copa de España a Echeberría, capitán del equipo vasco. Ni me siento culpable ni me avergüenzo de que el hombre haya hecho almoneda de su doméstica conciencia, la verdad es que tampoco le servía para mucho, me confieso ante todos ustedes incluso con descaro porque no soy sino una mujer avinagrada, ni tengo ni tuve jamás amor, tampoco lo tendré; ni recibo ni recibí jamás amor, tampoco lo recibiré; ni doy ni di jamás amor, tampoco lo daré, no me da la gana de dar amor a nadie; ni brindo ni brindé jamás amor, tampoco lo brindaré, ¡antes muerta!; ni regalo ni vendo jamás amor, tampoco lo regalaré ni lo venderé aunque me hubiera gustado ser puta, me faltó belleza y resignación; ni incendio ni incendié jamás amor, tampoco lo incendiaré como si quemase muertos en la India, para comer vale todo; las vibraciones de mi energía vital se despeñan por la cuesta abajo de la venenosa mansedumbre, yo no soy más que una mujer casi vieja y con muy mala salud en cuyo corazón habitó siempre el olvido, es doloroso saber que el propio corazón pueda ser un vivero de vermes hediondos, no se debe odiar ni a los niños ni a los perros, la envidia tiene cara de hombre o de mujer, nunca de niño ni de perro, y el resentimiento muerde pero no nutre.

– ¿Y por eso las resentidas somos flacas?

Julito Hermoso, el escribiente del juzgado, por las noches es guarda del depósito de cadáveres, libra a las siete y media de la mañana, le da grasa de caballo al garrote para que no se oxide.

– Acaba de preguntar usted una gran verdad, algo que se responde solo.

A Camilito Méndez Salgueiro, a Julito Hermoso Muiños también, Julito tenía los ojos azules, le llamaban en diminutivo porque valía poco, la verdad es que era muy poquita cosa, Camilito acabó sin un patacón pero leía muy bien francés, Jean Anouilh, Eurydice, cuando se es de buena raza no hace falta creer exageradamente en la felicidad.

– ¿Tiene usted conciencia de que las putas también pertenecen al acervo de la humanidad, la Astorgana, doscientas y la cama, no es la Astorgana, es la Orensana, también hubiera podido ser la Zamorana, la Vallisoletana, la Sevillana, la Guipuzcoana, la Soriana, etc.? La Esperancita, la pupila de Concha, la de la casa de putas de la Malpiqueira, es como una garza, es igual que una garza, se la conoce en la forma de volar sobre el agua. Dígame, ¿tiene usted conciencia de que las putas pertenecen a la especie humana?

– No; yo propendo a negarme a todas las evidentes falsedades.

La señora Pilar Seixón, la milagrera de Donalbai, tenía un concepto muy flexible del orden, todo aquello que puede ser ordenado debe ser ordenado incluso con desorden y despreocupación, el demonio no cabe en las almas aseadas y huye del aire ventilado.

– ¿Usted cree que el demonio es anaerobio?

– Evidentemente, sí, recuerde que no hay virtud sin orden ni vicio con aura barredora.

Los deberes tienen muy escasa relación con la naturaleza y Camilito Méndez Salgueiro tampoco quiere ir contra nadie, el porvenir es siempre confuso y no conviene tentar al destino como si fuera san Antonio en el desierto, las mujeres desnudas ya no son causa de motín, Camilito Méndez Salgueiro se va durmiendo por todas partes, tiene siempre sueño, también tiene miedo aunque no sepa a ciencia cierta a qué, y le duele algo, el estómago, a lo mejor no es el estómago, el corazón, a lo mejor no es el corazón, los oídos, a lo mejor no son los oídos. La sangre triste debe tirarse por la ventana procurando que no llegue al suelo, que se quede en el aire para siempre, la sangre triste no es buena para hacer morcillas porque le corta el sabor a las pasas de Corinto y le merma el color y el aroma al azafrán: el vacío no existe, repugna al sentimiento e incluso al instinto el admitir lo contrario, el Rey no se deleita con el perfume de la violeta más que yo (Shakespeare).

– ¿Y el resto es silencio?

– Sí.

El padre Castrillón, S. J., me dijo que el demonio le meaba el portal a doña Leocadia para envolverla en un halo de lujuria, esto no está muy claro, pero ya no es culpa mía, yo no entiendo las motivaciones de casi nada; Javier Perillo no tomaba té sino chocolate a la española, a los hombres hay que darles chocolate para que se sientan bien, hay productos que agudizan los instintos varoniles, el tabaco holandés, la pimienta negra, el vino con quina y miel, el chocolate, y sustancias que los vuelven romos como la piedra pómez o la goma de borrar lápiz, el tabaco turco, los altramuces, las sopas de pan candeal en vino dulce, la tila.

– ¿Usted no cree que se pueden capar muchachos obligándolos a tocar valses en la pipiritaña?

– Sí, sin duda, son varios los medios que se pueden utilizar, el hombre propende a convertirse en buey a poco que se le faciliten las cosas; para el macho es más cómoda la abdicación que el esclavizador mimo de las gónadas.

A doña Leocadia le gustan los hombres jóvenes y violentos, sí, violentos en la cama, pero muy respetuosos y bien educados, Javier Perillo la trataba de usted delante de la gente, pero en trance amoroso le pegaba con el cinturón y se cagaba en su padre, también le decía puta vieja, anciana golfa y callo lujurioso, Clara llamaba Fifí a Javier Perillo, en el chalet de San Pedro de Nos sucedían las cosas con naturalidad suficiente y los homenajes quedaban muy equilibrados.

– A ti te chuleamos las viejas y esto se va a acabar, ¿tú no tienes vergüenza, no te queda ni siquiera una sombra de vergüenza? Dora y Leocadia son tan putas como yo, pero más cursis, mucho más cursis, y tú eres un muerto de hambre, tú no tienes donde caerte muerto.

– O te callas, anciana de mierda, o te va a dar gusto tu padre.

Matty es nieta de Clara y muy inconstante y caprichosa, en dos generaciones cambia mucho la manera de putear de las mujeres, a lo mejor esto no es cierto, no hay razón ninguna para que las mujeres seamos tan precisas como el reloj y tan monótonas como el calendario, hace cien años los relojes y los calendarios marcaban el tiempo igual que ahora, Matty es capaz de recitar poesías de memoria, muchas poesías, su amiga Shell es muy aficionada a estas solazadoras licencias, los hombres no suelen valorar estos delicadísimos y cautos instintos, Clara también hubiera llamado Fifí al demonio Satán Vilouzás, hay mujeres que se dan mucho arte en mandar a recados a los hombres.

– ¿Y a los demonios?

– Sí, los demonios son todos hombres y además huelen a azufre y echan chispas por todas partes, por los ojos, por la punta del pelo, por el rabo, por el sexo, por todas partes.

De nada me sirve el saber que me reconforta mi propio fracaso, soy una mujer anegada en este humor hediondo que es la vida.

– ¿Estás triste?

– Sí.

– ¿Estás inquieta?

– Sí.

– ¿Temes a tu vida de todos los días?

– Sí.

– ¿Te preocupa tu cuerpo?

– Sí.

– ¿Y tu alma?

– Sí.

– ¿Tienes ganas de llorar?

– Sí.

– ¿Te duele algo?

– Sí.

– ¿Qué es lo que te duele?

– No lo sé.

– ¿Crees que has hecho algo malo?

– Sí, muchas cosas.

– ¿Te das rabia a ti misma?

– Sí.

– ¿Te atacas los nervios a ti misma?

– Sí.

– ¿Crees que vale la pena vivir?

– No.

El piso de recién casada de Matty es una monada, parece una caja de bombones, quizá sea algo amaneradito, pero eso le da más confort.

– ¿Está usted segura de que esto es así?

– Pues no, la verdad es que no.

Matty propende a la delicadeza y al gusto exquisito y se pasa el día hojeando revistas de decoración, el piso de recién casada de Matty es muy acogedor y coqueto, pero de poco le vale porque el bestia del marido no da la talla, no está a la altura de las circunstancias, pone los pies encima de la mesa, se limpia los zapatos con la cortina, se tumba encima de la cama sin quitar la colcha, se tira pedos, se hurga con un palillo en los dientes y cuenta siempre los mismos chistes, Jaime Vilaseiro es un mierda, perdone usted de nuevo, es muy impulsivo y maleducado, no se controla, le gusta jugar con el arma y apuntarse en la sien, esto le da mucha risa, en el campo dispara contra los mirlos de los carballos y las golondrinas de los cables del telégrafo, no suele atinarles, Jaime Vilaseiro se siente medio avergonzado de su familia y de su clase social, pero no lo dice, tampoco está muy seguro de sus condiciones, esto no se lo quiere confesar y por eso grita a cada momento, los policías varían poco y suelen venir todos cortados por el mismo patrón, muchos se suicidan, Matty empieza a mirarlo con asco, empezó va antes de casarse, es malo esto de no decirse las cosas ni siquiera a uno mismo.

– Escucha, Sarah Bertolomeu la Roja, ¿por qué acatas con tan vergonzoso comedimiento los necios e inertes mandatos del Boletín Oficial del Estado?

– Lo ignoro, Simeón Stephanipoulus el Bravo, no me lo explico, pero lo ignoro.

– Dime ahora, ¿por qué a tu amante tuerto le huelen las ingles a canela en rama?

– No, eso es a mi marido, a mi amante tuerto le huelen a pachulí, es muy deleitoso y reconfortador.

En el café Triana se sirven tapas calientes, fabada, callos, gambas con gabardina hechas en el acto, sandwichs de jamón y queso, mollejas, riñones y también tapas frías, claro, Santiso, Julián Santiso Faraldo, solía recalar por el café Triana a tomarse el aperitivo, media combinación o sea ginebra con vermú rojo, hielo, una guinda y una hojita de menta (la conciencia no se calla jamás, yo no debería consumir alcohol, bien lo sé, pero al buen propósito lo frena siempre la quebradiza voluntad).

– Lo primero que hay que hacer es cambiarse el nombre, antes hay que pensarlo mucho porque no se deben dar pasos en falso, es muy peligroso y desorientador dar pasos en falso, no se puede uno mantener a flote arrastrando vergonzosa y tímidamente un nombre impuesto, lo primero que hay que hacer es borrar toda conexión con el tiempo ido, con nuestro propio tiempo ido, que suele venir condicionado por los demás, uno nace en una precisa época, en un determinado país y en una cierta o falsa familia pero al margen de su voluntad e incluso contra su voluntad, ¿los negros del centro de África no hubieran preferido ser ingleses y victorianos?, probablemente sí, aunque a lo mejor ni se lo plantean siquiera, los negros no están atentos a nada, todos somos hermanos de todos los seres vivos, incluidas las víboras, las medusas y las margaritas, pero no de nuestros propios hermanos de la sangre, las guerras se hacen siempre por dinero, al hombre no le mueven generosos ideales nobles sino bastardos intereses políticos, mientras los que se mueran de hambre sean los negros todo va bien, negros hay muchos y todos son carne de derrota, lo malo será cuando el hambre llegue a morder a los blancos fabricantes de armas, todavía falta mucho.

Cuando el viento sopla del sur la mar se arbola porque el Gulf Stream viene del norte y las dos fuerzas chocan, la boya de luz roja de Punta Bestia se fue a pique, el capitán de corbeta don Tadeo y sus tres hijos son más bien de corta estatura, la única medio alta de la familia es doña Lourdes, la santanderina, la tarantela es una canción muy bonita, muy sentimental y melodiosa, cuando don Tadeo vuelve a casa de su trabajo en la Comandancia de Marina los suyos le cantan a coro una tarantela medio misteriosa.

Como la morte, como l'amore

che muove il sole e la fantasía

ela ela verigüía

la bufera del cucú.

Don Severino Fontenla es muy putañero y alborotador, la verdad es que tampoco lo disimula, a don Severino le gustan los toros, la manzanilla La Guita y el tabaco de cuarterón, es difícil que los curas castrenses sean castos como lirios o como azucenas, el ambiente cuartelero no los ayuda demasiado, eso es cosa de monjas, eso es más propio de frailes mínimos y desnutridos, aquí nadie dice ni nadie piensa siquiera que Guillermina Fojo, la nuera de Loliña Araújo, sea lesbiana, no, aquí se está hablando ahora de otra cosa, aunque la verdad es que a Guillermina se le está poniendo pinta de virago tentenelaire.

– ¿Y eso qué es?

– Aquí no se explica nada y el que quiera saber más que vaya a Salamanca o que se matricule en la UNED, ¡pues estaría bueno!

Adelita la poetisa es tímida y modosa, es muy circunspecta y propende a mirar siempre para el suelo con recato, parece una mosca muerta, pero se la menea al profesor de violín con verdadera aplicación, sin darle importancia pero con mucho énfasis, escrúpulo y meticulosidad.

– ¿Tanto?

– Como usted lo oye, ni siquiera sonríe. Y le aseguro que no exagero ni un ápice.

La mamá de Adelita trabaja en la Delegación del Gobierno y tiene una imaginación calenturienta, don Severino la invita a vermú y le tira de la lengua, lo que tampoco es difícil porque ella está siempre dispuesta a hablar por los codos, a hablar como una tarabilla.

– ¿Me cuenta usted un cuento de la Delegación?

– Con mucho gusto. ¿Verde?

– Sí, preferible.

– Bueno. Y que Dios y Nuestro Señor el Apóstol Santiago me eximan del respeto que debo a su condición de sacerdote. Verá. Don Mauricio, el del registro de entrada, hizo un agujero con un berbiquí en la pared del guáter de señoras, o sea el servicio, para ver orinar a las empleadas, doña Mencía, la secretaria de la asesoría jurídica, va sin bragas y orina en equilibrio, se conoce que para no contaminarse, entonces don Mauricio le gasta bromas y le dice que se va a acatarrar, pero ella no entiende, la verdad es que tampoco salió muy lista, es más bien tonta y caprichosa.

Don Severino se ríe mucho con los cuentos de la mamá de Adelita, pero después no se los quiere contar a nadie, se conoce que por discreción. Doña Mencía se ve algunas veces con don Severino en el bar Hong-Kong, en la calle de la Galera, ellos creen que no lo sabe nadie, doña Mencía le cuenta las cochinadas de la mamá de Adelita, aquí nadie puede hablar de nadie porque todos tienen muchas cosas que ocultar, a don Severino le gusta oír misterios e intimidades, eso es frecuente y no debe sorprender.

– ¿Vienes sin bragas?

– ¿Y a ti qué te importa?

– Nada, ya ves, curiosidad.

– Pues, sí, vengo sin bragas, tú sabes que voy siempre sin bragas, compruébalo si quieres.

Don Severino, por debajo de la mesa, comprobó lo que ya sabía, la mujer abrió un poco las piernas y se tapó con El Ideal Gallego, no cuesta ningún trabajo ser discreta.

– Mi primo Eleuterio colecciona opiniones sobre la discreción, tiene lo menos siete.

– ¿Puede decirme alguna?

– Sí, poder sí puedo, lo que no me parece es que pegue.

– Quizá tenga usted razón.

Raimundo Fanego, el guardia civil pelirrojo del puesto de La Estrada, le preguntó a Hipólito, el practicante:

– Si un hombre sólo tiene una muerte y los cobardes se mueren muchas veces antes de morirse, ¿le deberemos siempre a Dios una muerte, como dice el inglés?

– ¿Qué inglés?

– Eso es lo de menos, ingleses hay muchos, usted responda a mi pregunta, ¿le deberemos siempre a Dios una muerte?

– Sí, yo creo que sí, no podría asegurarse, pero lo tengo como lo más probable.

El mejor papel de retrete para escribir crónicas de sucesos es el de La Condesita, de esto no me cabe la menor duda, da gusto ver cómo la historia se desgrana con rigor y parsimonia, como si tal. Matty se aburrió en su viaje de novios, fueron a París, pero a Jaime Vilaseiro le daban rabia los franceses y se pasó todo el tiempo de mal humor, no sabía pedir el desayuno en el hotel; reñía con los taxistas y lo encontraba todo caro. Matty quedó pronto en estado de buena esperanza y tuvo una niña, María de las Nieves, preciosa, rubita y con los ojos azules; el embarazo río Fue bueno y el parto resultó aún peor, muy laborioso y lento, al final tuvieron que aplicarle (órceps. a la niña empezaron a darle convulsiones y ataques epilépticos a los seis meses y esto le ocasionó un retraso físico y mental considerable, tenia la boca siempre abierta y se le fue poniendo poco a poco cara de tonta, Matty llevó la circunstancia casi con paciencia, es difícil adivinar las reacciones de la gente. Jaime no consigue que lo destinen a La Coruña y entonces se van primero a Santiago, donde alquilan un departamento minúsculo en la calle de Castrón Douro, según se baja, a la izquierda, y después a Vigo; don Jacobo, el padre de Matty, les regala un piso en la calle de Purificación Saavedra, más allá del colegio de los jesuitas de Bellas Vistas y de los depósitos de Campsa, pero no lo pueden decorar tan bonito como el de La Coruña porque su economía ya no es del todo próspera; esto de los depósitos de Campsa suele ser una referencia muy precisa, en La Coruña, detrás de los depósitos de Campsa, vivía la señora Aurelia, la echadora de cartas que antes se llamaba la señora Evangelina.

Matilde Verdú no era amiga de Salustiano Balado Abeijón, no se podía decir que los uniera una estrecha amistad, era simplemente conocida.

– Todos los aliados son buenos para luchar contra el comunismo y las ideas disolventes, tú eres la Virgen María Santísima y de tu vientre nacerá como un fruto maduro el nuevo mesías que alumbrará al universo, tú estás señalada por el dedo de Dios Todopoderoso, por la mirada del Sumo Hacedor, caminemos hacia la paz blanca y espiritual y apartemos a la juventud del alcohol y del tabaco, de las drogas y el ocio, recita el mantra mil setecientas veintiocho veces al día, que la mañana amanezca cuando tú vayas aún por la mitad de la letanía, desnúdate y tiéndete sobre el suelo para yo que pueda fecundarte de orden del Apóstol con la semilla del bien que se cría en mi cuerpo por su generoso mandato, no pienses por tu peligrosa cuenta arriesgada, ni razones con tu débil mente huérfana, ni confíes en el azar, desnúdate y tiéndete sobre el suelo para que nuestras entrañas puedan comulgar y fundirse, obedece siempre a tus mayores, a quienes no quieren para ti más que la paz blanca y espiritual, la paz blanca y espiritual, la paz blanca y espiritual, adiéstrate en la respiración íntegra pranavama para que la brisa de los dioses oree tu espíritu, obedece y vacía tu mente, que el hatha yoga te ilumine, amén, come de la mano de tus maestros y danza al ritmo de la zambomba mágica tañida por el Apóstol de Oregón, canta y medita, canta y medita, canta y medita, canta y medita, canta y medita, desnúdate y tiéndete en el suelo para que yo pueda penetrarte con la semilla del bien que ha de crecer lozana en tu vientre señalado, tú eres la mujer elegida y debes olvidar todo miedo, todo temor malsano, entrégate como una fruta dulcísima para que la voluntad de O'Hara pueda germinar en tu corazón, date este baño límpido y purificador de inmaculada agua de rosas de Jericó que mandé preparar para tu adiestramiento y acaríciate la piel, cierra suavemente los ojos y acaríciate la piel, acaríciate la piel, acaríciate la piel, suplícame que te haga mía por mandato del Apóstol de Oregón, pero no abras los ojos para que no se rompa la cadena platoniana y piramidal del magnetismo de los elegidos.

Salustiano Balado Abeijón es también maestro ínfimo de la Escuela de Albores Gamma-Delta-Pi (Comunidad del Amanecer de Jesucristo), Matty se desnuda y se tiende en el suelo para que Salustiano la fecunde con la semilla del bien, Matty queda de nuevo embarazada y al niño que viene de camino quiere ponerle O'Hara, Jaime Vilaseiro se niega y al final consigue que le llamen con un nombre corriente, Matty le puso Rafael en honor de Rafa Abeleira, aquel medio novio al que le picó una avispa en los testículos, bueno, en el escroto, en las leiras de Nostián, más allá de la punta Maxillosa, que da a la mar abierta. No hace falta que pase mucho tiempo para que el mundo se hunda; se trata de contar un cuento al amor de la lumbre, lo que pasa es que no sé porque para contar cuentos al amor de la lumbre mientras la tormenta descarga sobre la costa hay que ser medio memo: érase una vez, hace ya muchos años, un enano que estaba enamorado de una giganta… A Matty las cosas empiezan a rodarle de mal en peor, viste con faldas muy largas y de mucho vuelo, se hace vegetariana y ecologista y está obsesionada con la macrobiótica, y su relación con el marido llega a ser insostenible, esto se veía venir, la verdad es que eran bazas cantadas. Jaime Vilaseiro la desloma a palizas, pero esto tampoco resuelve nada, cuando un hombre le pega a una mujer no ca para arreglar las cosas sino para dar rienda suelta al gusto.

– ¿A los instintos?

– También, pero más al gusto.

El matrimonio decide separarse y ella no consigue que el juez le dé la custodia de los niños, los ve sólo una hora al día, Matty vive con otras chicas de parecidas aficiones y frustraciones y se dedica a hacer figuritas de barro como su hermano Fran, el que se coló en el chalet de San Pedro de Nos cuando murió su abuela; después las vende los domingos por la mañana, las pone en la acera sobre una mantelito y ella se sienta al lado mirando para el suelo, la verdad es que no vende casi ninguna. A veces me llama por teléfono para pedirme dinero, al principio le daba algo, nunca más de mil pesetas, después, no; me parece que con mi hermana hace lo mismo, la pobre llama a todas las puertas, pero cada vez con menos resultado, mi hermana no me lo dijo, pero yo estoy segura. La última vez que la vi estaba hecha una ruina, la encontré hundida, sin dientes, encorvada, delgada, triste, daba verdadera pena ver aquella Matty que tan poco tiempo atrás era una belleza y ahora es la viva imagen de la derrota, no tiene todavía cuarenta años, debe andar por los treinta y ocho quizá no cumplidos.

El violín es un instrumento que nunca se llega a dominar del todo, en Salzburgo te pueden enseñar la técnica pero nada más, eso es poco, la técnica es siempre poco, el alma del violín hay que descubrirla o que adivinarla, bien mirado es lo mismo, también se puede inventar el alma de cada violín o de cada concierto de violín según la estación del año, la fase de la luna o la abyecta e inoportuna menstruación de las princesas nórdicas, el sentimiento jamás se deja dominar por los estatutos, Matilde Verdú supone que todos nacemos platónicos, lo cual es una aberración estrepitosa. Miluca, la hermana de Xeliña, está muy bien casada en Irixoa, estas cosas conviene que se sepan, a Carmiña, la casada en Mabegondo, tampoco le van mal las cosas, la verdad es que ninguna de las tres puede quejarse porque Xeliña, cuando se harta del marido, coge la furgoneta y se va de romería, en el colegio de subnormales de Sigüeiro, donde las truchas, tratan muy bien a Curriño, el chiquillo va muy contento y lleva una tortilla de patatas grandecita de merienda envuelta en papel de plata.

– ¿El niño está acatarrado?

– No, es que todavía no le lavé la cara.

La Pichona se pasa la vida barnizando sillas y mesas y tocadores en el Campo de la Leña, cuando el tiempo lo permite trabaja al aire libre y a la vista de los clientes, los mirones y los municipales, la Pichona es una chambona de mucha responsabilidad y su palabra va a misa, cuando la Pichona cierra el trato su palabra es sagrada y nunca se vuelve atrás.

– ¿Y el niño adelanta?

– Mujer, no mucho porque el pobriño es inocente, pero ya sabe las letras.

La gente se alarmó porque corrió la especie de que a la paloma torcaz del demonio Belcebú Seteventos la había matado un guardia civil borracho, después se supo que no y todo el mundo se fue tranquilizando.

– ¿Y el niño va a hacer la primera comunión?

– De momento no, después ya veremos.

El que nace ciego, como el que nace príncipe, tarda muchos años en enterarse de que lo es, el condenado a muerte tampoco se lo cree del todo hasta que le ponen el corbatín de hierro, siempre piensa que pueden firmarle el indulto en el último instante.

– ¿Llegó el telegrama?

– No, ya sólo te queda cerrar los ojos y tragar saliva, yo procuraré no regodearme.

– Gracias.

Andrés, pescador de Bethsaida sobre el lago de Genesareth, se interesaba tanto por las cuestiones religiosas como por las carpas y los boquerones, esto la aprendí de fray Justo Pérez de Urbel, al final lo clavaron en la cruz y su nombre lo apuntaron en el santoral; pues bien, a mi marido y a mí nos pasó lo mismo, quiero decir que también nos crucificaron, nos van a crucificar, aunque por razones diferentes, de nada vale el mote heráldico de los Velasco de Zárate, a nadie ofendo, de todos me defiendo, cuando las cosas vienen mal dadas; mi marido y yo hemos sufrido mucho en nuestras vidas y no se nos ha hecho justicia, nosotros creemos que no se nos ha hecho la más mínima justicia, la idea va tomando cuerpo en el ánimo de todos y esto me reconforta, nos reconforta a los dos, me gustaría tener el alma serena y bañada en el néctar de la justicia, a Epicuro le pasaba lo mismo y a la postre ganó la batalla de la fama. Entró el buque liberiano Rosa, procedente de Zuguinchor, Senegal, con mil doscientas cincuenta y cuatro toneladas de cacahuete. Ofelita Barcia era amiga de Matty, tenía poco que ver con ella y con su manera de ser y de vivir, pero era amiga de Matty, los amigos no siempre son los cómplices, aunque debieran serlo, cuando don Jacobo se separó de Eva y se trasladó a Vigo, antes se pasó un año entero en La Coruña, un año muy duro y desorientador, conoció a Ofelita Barcia y se la llevó a vivir con él, puede que para probar la convivencia, los caracteres y los acoplamientos se fueron quince o veinte días a las Bahamas. Ofelita era menuda y muy graciosa, con la nariz respingona, las tetas no grandes pero sí descaradas y el culo saltarín y apetitoso, nadie debe creer que soy lesbiana, estoy harta de las apreciaciones aproximadas, Ofelita tenía el pelo castaño oscuro y se pintaba poco, como era de aspecto aniñado quedaba muy bien; Ofelita había heredado de su padre, muerto en accidente de automóvil en el norte de Portugal, se mató en Montedor yendo por la carretera de la costa camino de Viana do Castelo, Ofelita había heredado de su padre una colección de sellos de España muy buena y completa que iba malvendiendo poco a poco, cuando quería comprarse un vestido vendía un par de sellos y en paz, mientras dura, vida y dulzura, y después Dios dirá, Ofelita había vivido más de un año con un conservero de Bouzas al que llamaban Roquiño de Xiabre, que se paseaba a caballo por la avenida de Beiramar, Roquiño era muy tosco y ordinario, muy basto, y a Ofelita tampoco le gustaba demasiado, los domingos se ponía una corbata verde brillante muy aparatosa y llevaba reloj de bolsillo de oro con leontina y una onza colgando, Roquiño de Xiabre se mató en un accidente de moto también en Portugal, poco después de salir de Vilaseca por el camino de Necessidades, chocó de frente contra un camión y murió en el acto, Ofelita corrió con todos los gastos del traslado del cadáver y lo enterró en el cementerio de Pereiro, más allá del campo de fútbol de Balaídos y de la factoría de Citroén Hispania, yo no sé para qué cuento todo esto, a Ofelita le gustaba mucho el pipermín frappé, otros dicen pipermín pilé, y esto a don Jacobo le daba mucha risa.

– Tú eres igual que una puta de pueblo, Ofelita, ¿quieres más pipermín?

El documento Institutio Generalis Missalis dice que con el fin de que los fieles imploren la caridad antes de participar en un solo pan se va a restablecer en la santa misa el rito de la paz cuya forma de significarlo será a través de un saludo que se podrá expresar con un beso, un abrazo 0 simplemente dándose la mano; según fuentes de la Conferencia Episcopal se puede dar por seguro que en España el beso será descartado y que tampoco parece prudente el abrazo, máxime entre personas de distinto sexo siempre acechadas por la lujuria, por lo que se considera más idóneo que se abogue por el apretón de manos.

– Te digo, Ofelita, que si quieres más pipermín.

– No, ya no.

En Yukaribatak, a la sombra de los garrafales venenosos, sólo beben bebidas dulces los misioneros y los enterradores.

– Usted admite que las mujeres puedan beber aguardiente?

– No, sólo licores, las mujeres no deben tomar más que aguardiente alemán en los casos de estreñimiento rebelde, lo contrario sería ir contra la norma.

– Sí, quizá tenga usted razón bastante.

Deben preverse los más mínimos detalles por innecesarios que parezcan, para que la historia pueda fluir con lozanía y comedimiento, Ofelita se porta como todo el mundo, unas veces bien y otras mal, y las simplicisimas torturas del sentimiento no influyen para nada en la marcha de los astros. Escuchad todos y vosotras, las huérfanas de Hacienda, escuchad con mayor atención que nadie, aplicad vuestros cinco sentidos porque tendréis que levantar acta de cuanto veáis: tan pronto como empiece la amarga misa negra de la confusión los sacerdotes deberán segarse las partes, en homenaje a Agrícola, ante el altar mayor y con una gumía de plata guarnecida de esmeraldas y rubíes.

– ¿Como la bandera de Portugal?

– Usted lo ha dicho, como la bandera de Portugal.

Las putas de la calle del Papagayo, las de la calle de Tabares por ahí se les van, tienen mucho temple y resistencia, Marica la Caralluda de Escairón, digo, de Valadouro, Pili la Maña, Trinidad Madriles, Carmela Conacha Brava y Ermitas Pandeiro, cualquiera de ellas, son capaces de capar el borlón de la gorra a un marinero francés aunque no esté borracho; Moncho, Teófilo, Floro y el cura castrense don Severino Fontenla, al que se le iba un poco un ojo, ayudaron en el famoso lance del piano que salió por el balcón, menos mal que no entraba ni salía nadie. Cuando el viento sopla con fuerza, también con ira y con soberbia, contra el rompeolas del Orzán, aquello parece el fin del mundo.

– ¿Cuánto tiempo lleva el hombre buscándole aplicación a la fuerza de las galernas, al ir y venir de las mareas?

– No sé, siglos quizá, a lo mejor desde el incendio de la biblioteca de Alejandría.

Puede haber un misterioso deleite en portarse mal, a veces no es necesario buscar las últimas razones de la conducta y, de otra parte, la sola inteligencia es poca cosa, la inteligencia desnuda es como una nubecilla pasajera, no mucho más. Todas las señoras que van a tomar el té y a recitar poesías de Campoamor a casa de doña Leocadia se habían imaginado alguna vez revolcándose con Javier Perillo en el sofá, en la cama e incluso en el suelo, ¡Jesús, qué ocurrencias!, don Alfonso padece de aerofagia y el aire tampoco se le va a quedar dentro, por algún lado tendrá que salir, esto es algo que las señoras de cierta edad no entienden.

– ¡Parece mentira! ¡Todo un comandante no conteniendo los gases!

Doña Leocadia le da chocolate a la española y galletas de coco a Javier Perillo, conviene tenerlo contento y bien alimentado, los mozos próvidamente alimentados son muy propensos a la gratitud y suelen expresarla regalando deleite a sus benefactoras.

– ¡Qué buena estás, Leocadia, qué cachondo me pones!

– Calla, tonto, que podía ser tu madre.

– Bueno, ¿y qué? ¡Cómo me gustaría tomarme el chocolate en tus tetas, Leocadia! ¡Me pones a cien!

– ¡Calla, tonto, no seas cochino! ¡No quiero que me quemes! ¡Mis tetas no son una jícara! ¡Descarado, que eres un descarado!

Doña Leocadia no pronuncia la palabra tetas más que en la cama y desnuda, fuera de la cama y vestida suele decir pechos, senos o mamas, según los circunstantes.

De Becky no habla nadie, no llama la atención porque no hace disparates y de ella no habla nadie ni para bien ni para mal, Becky se limita a vivir con su novio, Roque Espiñeira, y a fumar porros los fines de semana, Lucas Muñoz, el licenciado en filología clásica, le dijo a don Alfonso:

– Usted quizá no sea capaz de entenderlo, pero tenga la completa seguridad de que las palabras no significan más que lo que queremos que signifiquen, tampoco se trata de llevar el crimen hasta su última justificación, ¿está claro?

– ¡Hombre, qué quiere usted que le diga!

Los mandamientos de la ley de Dios son el mejor adorno de las conciencias de los elegidos. Calímaco quería ser rico y virtuoso al tiempo: la riqueza sin virtud, ¿para qué y por qué sirve?, la virtud sin riqueza, ¿adónde y cómo nos conduce?, no temáis a los placeres porque tampoco la imbecilidad os ha de redimir de nada. Para mañana, sábado, 28 de junio, tiene anunciada su entrada el buque belga Mokoto, que cargará una partida de setecientas toneladas de fardos de bacalao con destino a Mattadi, el Congo.

– ¿Averiguó por fin si don Jacobo le compró o no le compró un descapotable a su hija Matty?

– No lo sé fijo, pero me parece que no, Matty no llegó a sacar el carnet de conducir.

Matilde Verdú le dijo al guardia municipal que estaba de servicio en la esquina de Juana de Vega con la calle de San Andrés,

– Oiga, Méndez, ¿pasó ya el padre Castrillón?

– No, señorita, todavía no.

– ¿Y Varela, el de las películas?

– Tampoco, señorita, por aquí no pasó aún ninguno de los dos.

El padre Castrillón iba todas las tardes al Círculo Social y Deportivo de Sordos, en la calle de Santo Tomás, en el camino de la Torre de Hércules, donde hacía mucha labor, y Varela el de las películas, Juan Antonio Varela, el propietario de la Distribuidora Cinematográfica San Amaro, solía llegarse a eso de la puesta de sol a la Peña Taurina, a tomarse una copa de manzanilla y a hablar de toros, los gallegos aficionados a los toros procuran copiar las costumbres andaluzas. Varela el de las películas era novio de verano de la madrileña María Luisa y estuvo saliendo una breve temporada con Matty, ella lo licenció en seguida porque lo encontraba algo vulgar. Matilde Verdú no me comentó para qué quería ver al padre Castrillón y a Varela y yo, claro es, me quedé sin saberlo.

– ¿Es usted curiosa?

– Pues sí, quizá sí, muy curiosa, pero créame que es necesario.

Por la calle de Archer Milton Huntington, donde el hospicio, solía pasearse un exhibicionista ya algo mayor, rubio y bien vestido, que tampoco era peligroso, se limitaba a enseñar sus partes a las señoras y después se iba hasta el día siguiente con su pasito cortado y sin volver la cabeza, la gente ya estaba hecha a su costumbre y tampoco le decía nada, ¿para qué?, si fuera moda esto de llevar las partes colgando, nadie se metería con los exhibicionistas, todo el mundo lo encontraría lo más natural.

– ¿A usted no le da vergüenza ser curiosa?

– A mí, no, ¿por qué iba a dármela?

– Mujer, ¡no sé!, eso es como querer aprender a jugar al mus a los setenta y ocho años, quizá sea ya un poco tarde, ¿no le parece que es ya un poco tarde para aprender a jugar al mus y para todo?

– Pues sí, lo más probable es que sí, no se lo niego.

Ahora, en estos revueltos días de crisis que vivimos, una debe sentirse mujer de su tiempo y recurrir a la dianética, la moderna ciencia de la salud mental, quizá debieran escribirse estas palabras con la inicial mayúscula, la disciplina que cura todas las enfermedades, desde el dolor de muelas hasta la resurrección, la tos, la blenorragia, el sida, pasando por la leucemia, la sordera, la mudez, la ceguera, la parálisis, el cáncer y la pelagra, basta con un equilibrado tratamiento de saunas y con la ingestión del complejo vitamínico bendecido por Ronald Hubbard y sus seguidores autorizados, sus maestros espirituales, desconfiad de los imitadores, los falsarios y los charlatanes, la Iglesia de la Cienciología no busca más que la verdad porque, como bien dijo el eximio pensador George Santayana, es una gran ventaja para un sistema filosófico el que sea sustancial e intrínsecamente cierto en su esencia y en sus consecuencias, hay que liberar al hombre traumatizado por la duda, todos somos vigilados por la Oficina del Guardián y debemos dejarnos abrazar por la gnosis, esto es, la ciencia que vuelve y que fructifica en el matrimonio filosófico, en la unión del azufre y el mercurio, de la espada y la pluma, del macho y la hembra durante el color negro y la metátesis que no desvirtúa el sentimiento. Antes de que fuesen echados los cimientos de la Tierra, tú ya eras, y cuando llegue el momento en el que la llama subterránea rompa su prisión y devore la forma, tú serás todavía como eras antes y tu espíritu no sufrirá cambio alguno cuando el tiempo ya se haya fundido con la nada, todos debemos obedecer el mandato de nuestro líder Ronald Hubbard y sus cinco beneméritos apóstoles tantras liberados, a saber: Amancio Jambrina Cordeiro, Amancio Villaralbo Candame, Amancio Moreira Valeirón, Amancio Sande Freire y Amancio Restande Domingo, el Carabinero. El exhibicionista de la calle de Archer Milton Huntirlgton apareció muerto una mañana, estaba sentado en el suelo en la avenida de La Bañou, sin signo de violencia alguna, con los ojos abiertos y completamente frío, debía llevar ya varias horas muerto, el sexo lo tenía fuera del pantalón y lleno de hormigas.

– ¿Me da una bolsa de patatas fritas que sean frescas?

– Sí, señorita, recién elaboradas por el método Josephine.

Pichi López no conseguía ser experto en violaciones, lo intentaba una vez tras otra, pero como si no porque se corría antes, para consumar las violaciones hay que sujetar las cabras.

– ¿Qué hora es?

– No sé, se me paró el reloj el miércoles pasado, se conoce que se le agotaron las pilas.

Lucas Muñoz tuvo un final indigno e impropio, las dos cosas al tiempo, se suicidó como una criada de las de antes, da. verdadera lástima ver cómo se pueden hundir los principios, Lucas Muñoz se suicidó con lejía y salfumán entre horribles dolores, con el teléfono descolgado y la puerta con el cerrojo puesto, en la pared escribió estas palabras con un rotulador: Me permito aconsejar al señor juez que lea Le Mythe de Sisyphe, está sobre la mesa de noche; llevo ya varios años consolándome con la idea del suicidio. Sé que voy a sufrir mucho con la forma de muerte elegida, pero esto me suma aún más consuelo.

– ¿Estás incómodo? ¿Hubieras preferido la enfermedad a la prisión, la muerte a la ruina, el descrédito al hambre? ¿Te sientes como gallina en corral ajeno?

– Sí, o como jugador de billar a quien huele el aliento y no puede concentrarse.

Los mandatos de la señora Pilar Seixón, la virtuosa de Donalbai, son seguidos puntualmente porque nadie quiere pleitos con el demonio Acebuche Tasende, que ahora está de guarda jurado en Arzúa, también atiende la báscula municipal. De nada me sirve el saber que me consuela la desgracia, soy una mujer que no acierta a nadar con la cabeza fuera del agua y esta falta de habilidad se paga a muy alto precio, se paga con la única vida que tenemos.

– ¿Estás aburrida de ser como eres y como te representan en los sellos de correos?

– Sí.

– ¿Has perdido el interés por todo lo que te rodea, por todo lo que te envuelve, por todo lo que te acuna?

– Sí, por casi todo.

– ¿No puedes concentrar la atención en lo que estás haciendo y padeciendo?

– No, me cuesta mucho trabajo.

– ¿Sientes torpe o confuso el pensamiento?

– Sí.

– ¿Le das demasiadas vueltas a las cosas?

– Sí.

– ¿Te olvidas del trabajo?

– Sí.

– ¿Echas de menos el trabajo?

– No.

– ¿Te olvidas de las diversiones?

– Sí.

– ¿Las echas de menos?

– No.

– ¿Estás en la cama demasiadas horas?

– Sí, hay días que ni me levanto siquiera.

– ¿Te cansas?

– Sí, mucho.

– ¿Deseas algo?

– No, nada, hace ya mucho tiempo que no deseo nada.

– ¿Has perdido interés por el sexo?

– Sí.

– ¿Quieres morirte?

– No, creo que no.

Los últimos legionarios de las fuerzas estacionadas en Ifni han abandonado la plaza a bordo de tetramotores del ejército del Aire tras participar en la ceremonia de arriar la bandera de España e izar la del reino de Marruecos; es doloroso salir con el rabo entre piernas, las liquidaciones de los imperios militares son siempre amargas y también un poco ridículas.

– ¿Alguna de ustedes sabe la relación de los múltiplos de 171 con la población de aves sindáctilas en el hemisferio sur?

– Sí, señorita, todas menos Araceli.

– Bien. Veamos ahora, ¿alguna de ustedes conoce el fundamento sofócleo de la ley de Frienberg o Freyberg o Freyenberg?

– No, señorita, eso viene en letra pequeña y creíamos que no se daba.

Los maestros ínfimos de la Escuela de Albores Gamma-Delta-Pi (Comunidad del Amanecer de Jesucristo) están por debajo de los apóstoles tantras liberados, la organización piramidal es muy rígida y no admite la menor concesión ni a la caridad ni al sentimiento, los estadios del proceso, a saber, claro, preclaro, dianético, cienciólogo y filosófico, deben obedecer las reglas que rigen la estructura de la pirámide, ser inmutables y estar cerrados a cal y canto a toda influencia externa.

– ¿Estás decidido a romper con las cinco cadenas que te atan a las servidumbres del mundo? ¿Sí? Pues repite conmigo mil setecientas veintiocho veces, apúntalo en un papel hasta que lo aprendas: rompo con mi cuerpo mortal y material, rompo con mi familia legal y artificial, rompo con mi tierra natal y natural, renuncio a los nefandos bienes propios causa de todo mal y blasfemo de mi religión anterior en cuyos errores habita la semilla de la incertidumbre que es fuente de la desgracia mortal, haz un esfuerzo porque esta última ruptura es la que cuesta más trabajo, no se puede acceder a la paz si no se colabora con la Providencia, recuerda que la Providencia reside en el corazón de los elegidos.

El exhibicionista de la calle de Archer Milton Huntington era un pobre hombre, en el depósito de cadáveres lo trataron muy desconsideradamente, sin ningún miramiento ni respeto, a los muertos se les debe respeto aunque sean pobres o viciosos o indocumentados, antes nadie se atrevía a faltar al respeto a los muertos; la sociedad se resquebraja cuando los camilleros del depósito se erigen en implacables jueces, los camilleros guardan el bocadillo de la merienda en los nichos refrigerados y matan el tiempo leyendo novelas del Far-West.

A don Pedro Rubiños, procurador de los tribunales, no le gustaba que le apeasen el tratamiento.

– No y mil veces no, el orden es el orden, ya lo decía el general Mola, y los tratamientos existen por algo: no admitirlo sería tanto como dar pábulo a la subversión, ¿de acuerdo?

– Sí, don Pedro, de acuerdo, tiene usted más razón que un santo, tiene usted toda la razón del mundo, por ahí se empieza y después nadie sabe dónde podemos terminar.

Yo no soy más que una mujer que sólo sabe criar desgracia, me duele tener que reconocerlo pero es así, me gustan los machos, todos los machos, también los perros y los burros, los generosos burros, y me espanta la soledad, cada vez llevo peor la soledad, con menos resignación y paciencia, me gustaría poder estrangular la odiosa y atenazadora soledad, por eso hablo sola como los eremitas y los ciclistas que padecen de lombrices, pero cada día que pasa me siento más irremisiblemente sola, es malo confesárselo, ya lo sé, pero sería aún peor ignorarlo. Don Isidoro, el presidente de la Agrupación de Industriales del Polígono de San Pedro de Visma, se reserva el derecho de ir al retrete cuando le da la gana, ¡pues estaría bueno!, hace ya muchos años que renuncié a buscar la paz, si en el mundo pudiera rastrearse un último trasfondo de justicia, ahora sería la paz quien se afanase por buscarme a mí, pero no me hago vanas ilusiones. Eva no está poseída por el demonio, pero Ana María, la viuda del joyero, se pasa la noche abrazada a Julián Santiso; estos minúsculos sucesos podrían tener su oportuna representación geométrica espacial, todo sería acertar a aplicarles la fórmula de Gottfired sobre el azar y el tiempo: la vida es una rara amalgama de azar, destino y carácter, y la muerte no es sino una confusa mezcolanza de casualidades y arbitrios.

– ¿Sería usted capaz de mantener esto que dice ante los tribunales?

– No, de ninguna manera, los jueces no suelen entender las razones ulteriores.

No juguemos jamás a confundir sino a aclarar y simplificar los términos del contrato, todos buscamos una amorosa palabra de apoyo, de acompañamiento y de esperanza.

– ¿Y de caridad?

– Sí, también de caridad, en el fondo todo viene a ser lo mismo.

Yo ni desmiento ni enmiendo la plana a nadie, yo me limito a llorar por la calle y a no mirar jamás de frente ni a los ojos a los desconocidos.

– ¿Prefiere usted la injusticia a la lujuria?

– Antes, cuando era joven, sí, antes me ilusionaba y me enamoraba la injusticia, pero ahora que estoy ya más escarmentada me quedo con la lujuria.

Margarita Romelle, la hija pequeña del agente de aduanas don Manuel, el de la razón social Sucesores de Weneeslao Romelle, S. L., era guapísima y resultaba muy atractiva para los hombres, eso suele ser cosa de los estrógenos, eso es una conducta automática, no volitiva, pero si se le suma belleza, mejor aún; Margarita tenía una melena larga y rubia pero una buena mañana, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, se la cortó casi al rape, parecía un quinto, su madre se puso furiosa y la tuvo encerrada un mes sin salir, su madre era de Ginzo de Limia, se llamaba doña Concha y hablaba mucho y con desatino, la voz tampoco la tenía agradable.

– ¿Usted cree que doña Concha hubiera podido demostrar el último teorema de Fermat?

– No creo, mejor dicho: sin duda alguna, no. Doña Concha tampoco había leído la Aritmética de Diofanto, ¡qué ocurrencia!, doña Concha no leía más que las revistas de sociedad y El mensajero del Sagrado Corazón de Jesús.

A Primitivo Parizeau Cordero, es nombre supuesto, hijo del primer matrimonio de mi marido, lo mataron dándole con un remo de trainera en la cabeza, se la partieron en dos, mi marido dijo siempre que ninguno de los cinco hijos de su primer matrimonio tenia la cabeza lo suficientemente dura y culpaba de ello a su primera mujer, Esmeraldina Fragoso Ribarteme, es nombre supuesto.

Las mujeres no contamos de manera sustantiva para la historia, la verdad es que no contamos demasiado, la historia la interpretan y la escriben a tiros y a cañonazos los hombres, a veces también componen sonetos amorosos, y nosotras no representamos más que el papel de comparsas, gesticulamos y accionamos pero no hablamos, en Galicia aún vamos algo mejor con Rosalía de Castro, Concepción Arenal y doña Emilia, pero en el resto de España la mujer pinta poco, el hombre encuentra natural que la mujer se quede al margen de la historia, la costumbre tiene mucha fuerza y la mujer se suele confundir con la costumbre, la mujer es la vagina para dar gusto al hombre, la matriz para concebir hijos y los pechos para darles de mamar, esto es tan obligatorio como frecuente, esta regla general no suele ponerse por nadie en tela de juicio.

– ¿Usted cree en la ley de la gravitación universal?

– No, yo no, ¿y usted?

– Pues yo, sí, perdone que se lo diga.

A mi tía Marianita, cuando le hicieron la autopsia, le encontraron la almendra garrapiñada que la mató, la tenía atascada en el gaznate. Una mujer que no hay por qué identificar ahora, conviene añadir un poco de misterio a la hacendosa necedad, estaba diciendo a un jubilado que pescaba jureles en el espigón del Náutico.

– Mi marido lleva los suspensorios bordados a punto de cruz, un ancla y sus iniciales, se los bordé yo misma con mucho cariño, tiene dos, los necesita de quita y pon porque los suda mucho.

– Claro, es lo más natural.

Margarita, desde muy pequeña, desde que tenía once o doce años, atraía a los niños como la miel a las moscas, por la calle se la veía pasar sola y airosa y triunfadora con un rastro de niños detrás, tres o cuatro niños, caminadores en pos del misterioso olor de sus hormonas como los canes tras la perra en celo. De aquel tiempo guardo un recuerdo confuso y dulzón casi venenoso, Margarita tiene la tez rosa pálido y delicadísima y los labios encendidos y muy hinchados, al anochecer se mete en la Rosaleda, que está oscura y misteriosa y se deja devorar por los niños, también por algunos señores, Margarita no habla ni mira de frente, ella pasea en silencio y de vez en cuando se para, sonríe con mucho comedimiento y deja hacer, deja que le acaricien las tetas como dos ciruelas y el culo, que parece de nácar. Don Nicolás Iglesias, Julio Verne, el práctico del puerto, se la encontró una noche en la Rosaleda, don Nicolás había sacado al perro a que se desentumeciese un poco, estos animalitos sufren mucho encerrados en un piso.

– ¿Qué haces aquí?

– Nada, dando una vuelta.

– Venga, sal a la luz que aquí te puede pasar algo.

– No, señor, vengo todos los días.

Julio Verne era amigo del padre de Margarita, pero no le dijo nada, hay cosas que son muy difíciles de decir. Su hermana Manoli era seis o siete años mayor y se subía al coche de su novio, eso entonces estaba mal visto y se tenía por muy inequívoca señal.

– ¿Tú tienes algo contra Matilde Meizoso, la mujer de Pichi?

– No, nada, ¿por qué?

– No, por nada, me había parecido que no te caía del todo bien.

Los domingos oíamos misa en el colegio de Peñarredonda, que era del Opus, también iban don Manuel Romelle, su señora y las dos niñas, la puerta era de cristal y doña Concha no se percató de que estaba cerrada y se dio un golpe atroz, empezó a gritar y a sangrar por la nariz, a mi hermana y a mí y a las dos Romelle nos dio la risa, nos desternillábamos de risa, nos meábamos de risa, nos moríamos de risa, y nuestro padre: nos riñó muy severamente.

– Y esta tarde os quedáis las dos en casa sin salir porque esto que habéis hecho, además de una falta de educación, es una falta de caridad, algo vergonzoso e impropio de dos jóvenes bien educadas.

Margarita, a eso de los trece años, se fue a Londres a estudiar inglés, no faltó quien dijese que había ido a abortar. El cardenal primado don Vicente Enrique y Tarancón declara en rueda de prensa que por ahora continuará en España la costumbre de la comunión en la lengua, la Conferencia Episcopal votó por gran mayoría a favor del mantenimiento de este rito; algunos países europeos han establecido ya la comunión en la mano, pero en nuestro país se reducirá por ahora a algunos grupos suficientemente preparados, no conviene precipitarse, la precipitación no conduce nunca a lado bueno alguno.

– Con las ánimas del purgatorio yo no juego ni al diábolo, ni al chito, ni al gua; con las ánimas del purgatorio yo no quiero bromas, tengamos la fiesta en paz y no juguemos ni con las cosas sagradas ni con los espíritus del otro mundo.

El padre Gar-Mar, esto es apócope, el reverendo padre don Vicente García Martínez, sacerdote jesuita, que tenía voz de esposa del cordero, voz de tiple ligera, a diferencia del padre Cuadrado y del padre Castrillón, que tenían voz tonante, voz de bajo profundo, murió en Salamanca, los antiguos congregantes luises y estanislaos le dijeron una misa en la iglesia del Sagrado Corazón, entre ellos estabas tú, que siempre fuiste muy respetuoso y reverencioso.

– ¿Te gustan los pitillos Capstan, que vienen en una cajita de lata?

– ¡Ya lo creo! Lo que pasa es que son difíciles de encontrar.

La droguera de la calle de Santa Catalina le dijo a don Daniel Núñez Rodríguez, Satanela, dos o tres días antes de que se fuese para el otro mundo como un pajarito,

– Es lástima que se esté olvidando el arte de la caligrafía, ahora hasta se desprecia y se hace de menos; yo no tuve nunca buena letra, es bien cierto, pero mi hermano Néstor, el que está de misionero en Ruanda, el pequeño de los nueve, es un verdadero artista, cuida mucho las plumas y los plumines, también la tinta, y no se le resiste ninguna clase de letra por difícil que parezca.

– ¿Y sabe varias?

– ¿Varias?, ¡sabe todas! Mi hermano Néstor puso en letra magistral el Evangelio.

– ¿El de San Mateo?

– No, el de San Lucas; lo quiso subastar para allegar fondos para la misión, que buena falta le hace, pero no se lo compró nadie, hoy día la gente carece de sensibilidad, es muy materialista, hoy día a la gente le es igual todo, entonces mi hermano se lo envió a Su Santidad el Yapa de regalo, pero no le acusaron recibo, a lo mejor no llegó a sus manos y se quedó por cualquier recoveco del Vaticano, que Dios me perdone, tampoco quisiera faltar al respeto a nadie.

Lo más probable es que el porvenir sea un bien mostrenco, los títulos de propiedad de los ignorantes y los suicidas jamás son del todo reconocidos como válidos, el registro está muy desajustado en el mundo entero. A mi marido y a mí nos crucificaron en la punta Herminia, bueno, entre la punta Herminia Y el Cabalo de Pradeiras, por debajo de la piedra que dicen El Altar, más allá del polígono de Adormideras y del agra de San Amaro, es difícil imaginarse la contenida emoción de los niños de las escuelas aplaudiendo con entusiasmo en las aleccionadoras ejecuciones al aire libre, los niños de los orfelinatos y los de la inclusa disfrutan todavía más, en gallego se llama agra o seara a lo que en castellano, más o menos, se nombra senara, mi marido y yo conocemos bien el humillante dolor de la crucifixión, en los países húmedos los clavos crían mucho robín.

– Sé sensato y presta atención a lo que voy a decirte, es fácil de entender: con las ánimas de la Santa Compaña yo no salto a la comba ni tú debes saltar a pídola ni al trascuerno del diablo pelón, que come pepino, sandía y melón, que va por el aire hasta Corcubión, de: noche no es prudente salir de la ciudad.

Cuando al comandante don Alfonso lo operaron de la próstata, la Orensana, doscientas y la cama, pudo tomarse el vermú durante unos días sin que la atufasen; en el bar Cartagena eran famosas las ventosidades de don Alfonso, la única que se atrevía a recriminárselo era la Orensana.

– ¿Doscientas y la cama?

– Ésa.

En Kizilteke, en una tienda de campaña adornada con muy lujosos quilims de Karakay, moraba una bellísima y anciana prostituta kurda que se llamaba Smiltza y que vivía no de sus pregonados y evidentes pretéritos encantos y sus enfermizas mañas sino de organizar carreras de víboras y cacerías de ratas del desierto con galgos afganos, que son más sucios y airosos que ningún otro, para solaz de los turistas y los salteadores de caminos. A Smiltza le gustaba mucho pulsar el arpa y componer y meditar casidas amorosas, y preparaba su espíritu con un cocimiento de sangre de rata, canela en rama y almizcle en muy misteriosas y bien guardadas proporciones secretas. Su criado Solimán el de Kablakarum, a quien Smiltza había capado siendo niño pequeño con dos piedras de cuarzo, le inventó un ábaco de tabas de cabra para llevarle las cuentas con precisión, la chuca pintada de rojo valía por diez, y Smiltza, para demostrarle su gratitud, le dejaba dormir a los pies de su diván y le permitía matar a los animales desangrándolos con parsimonia. A Camilito Méndez Salgueiro siempre le gustaron mucho los cuentos orientales, lo malo es que en La Coruña no había demasiada afición. No se puede andar toda la vida saltando de La Coruña a Vigo y de Vigo a La Coruña, y esto no va por Camilito Méndez Salgueiro sino por otros y otras, hay gente que no está a gusto más que donde no está. Pescados Marineda quebró porque su dueño era culto e inadecuado, el que tenga tienda, que la atienda, esto de los traspiés en los negocios viene de leer libros en lenguas extranjeras como si no los hubiera en español, en la lengua de Cervantes y de san Ignacio de Loyola hay libros tan buenos como en ínglés o francés, a los negocios hay que mimarlos para que no se desmanden, el ojo del amo, ya se sabe, trae el dinero a la mano, esto no es así pero no importa porque también engorda al caballo, Camilito Méndez Salgueiro pinta floreros y marinas, pinta a la acuarela porque el óleo lo pone todo perdido y él es muy aseado. Toribio Cándoas, el guarda de noche de Pescados Marineda, asaba gatos por entretenimiento, los asaba vivos para que no perdieran la sustancia y se moría de risa, a veces invitaba a gato y a parrochas a alguna puta del Relleno, había una pajillera portuguesa que era muy buena amiga suya, muy agradecida. Camilito Méndez Salgueiro echó a la calle al que asaba gatos en cuanto se enteró de sus deformantes actividades, pero tuvo que dar marcha atrás porque Toribio le dijo que a él también lo iba a asar por maricón y florito, hay gentes imposibles y con ellas lo mejor es callarse para no complicar demasiado las cosas.

– Yo noto que la cabeza ya no me funciona como antes, ahora se me emboza como si tuviera calentura, esto de ir para viejo tiene mal arreglo, pero yo me apunto a seguir vivo, usted ya me entiende. ¿Se acuerda de aquello que le dije hace algún tiempo del nominativo del pronombre personal de primera persona?

– Pues, la verdad, no mucho, usted perdone, mi memoria ya no es la de antes.

– Está usted perdonada, la verdad es que tampoco merecía la pena, se lo decía por decir algo.

– Ya.

A Fernando Gambiño Aruñedo, el cajero de Efectos Navales Ernesto Astray e Hijos, digo, Ramiro Astray e Hijos, le dieron garrote en el patio de la cárcel por el asesinato de su esposa Berta González Abuín; mientras el señor Matías, el verdugo, hacia girar el torniquete y el reo exhalaba el último suspiro, también guiñaba la lengua bajo la piadosa bufanda del consuelo, parecía una servilleta, las gaviotas volaban graznando y alborotando sobre la Torre de Hércules.

– Descanse en paz F. G. A., que bien caro pagó un mal momento.

– Que Dios lo haya acogido en Su Santo Seno, Amén.

Cuando éramos muy jóvenes, cuando andábamos por los diecisiete o los dieciocho años, casi todos nuestros pretendientes tenían una hermana bizca y una tía coja. Federico Maroñas Arguindey, que era amigo de todo el mundo, en La Coruña lo queríamos mucho, le estaba diciendo a don Pilar Cascudo, el comisario de policía del Gobierno Civil, que era hermano de Jesusa,

– A mí no me gustó nunca emborrachar a las mujeres con anís dulce porque después pasa lo que pasa.

– Claro, tiene usted razón.

Y una recapacita: estamos al borde mismo de avergonzarnos de esta crónica amarga y sentimental, la sangre llama a la sangre y aquí vamos a acabar todos vomitando sangre.

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