Al Fondo de Desarrollo de la Cultura y las Artes, por el financiamiento de la primera parte: «Fin de fiesta.»
A Paula Serrano, por todo.
A Elisa Castro, por sus generosas lecturas y sugerencias.
A mi amigo -al que prometí no nombrar-, por la dimensión de su aporte.
A Alberto Fuguet, por su complicidad.
A Sol Serrano, Gonzalo Contreras y Héctor Soto, cada uno sabe bien por qué.
A Karin Riedemann y Mónica Herrera, por su apoyo, por quererme y soportarme.
A Marcelo Maturana.
Y, por cierto, a la ciudad de Antigua, en Guatemala, que me regaló esta novela.