Una maсana de la semana siguiente, Cordelia compartiу el desayuno con Aral y Piotr en una pequeсa sala con vistas al jardнn trasero. Aral llamу al lacayo del conde, quien estaba sirviendo.
— їMe harнa el favor de buscar al teniente Koudelka? Dнgale que traiga la agenda de esta maсana.
— Eh… supongo que no lo sabe usted todavнa, seсor — murmurу el hombre. Cordelia tuvo la sensaciуn de que sus ojos registraban la habitaciуn buscando por dуnde escapar.
— їSaber quй? Acabamos de bajar.
— El teniente Koudelka estб en el hospital.
— ЎEl hospital! Dios mнo, їpor quй no se me avisу de inmediato? їQuй ha ocurrido?
— Se nos dijo que el comandante Illyan traerнa un informe completo, seсor. El jefe de guardia decidiу esperar.
Vorkosigan parecнa alarmado y disgustado a la vez.
— їQuй le ocurre? No serб algъn efecto tardнo de la granada sуnica, їverdad? їQuй le ha pasado?
— Le han dado una paliza, seсor — dijo el lacayo en voz baja.
Vorkosigan se dejу caer contra el respaldo de la silla. Un mъsculo se tensу en su mandнbula.
— Traiga aquн a ese jefe de guardia — gruсу.
El lacayo se evaporу de inmediato y Vorkosigan permaneciу con una cuchara en la mano, dando golpecitos nerviosos e impacientes sobre la mesa. Alzу la vista hacia los ojos horrorizados de Cordelia y esbozу una pequeсa sonrisa tranquilizadora. Hasta Piotr parecнa alarmado.
— їQuiйn podrнa querer golpear a Kou? — murmurу Cordelia -. Es repugnante. Йl no puede defenderse.
Vorkosigan sacudiу la cabeza.
— Alguien que buscaba un blanco seguro, supongo. Lo averiguaremos. Oh, te aseguro que lo averiguaremos.
Con su uniforme verde, el jefe de guardia se presentу y adoptу una postura de firmes.
— Seсor.
— Le informo que, en el futuro, deseo que cualquier accidente sufrido por un miembro de mi estado mayor me sea informado de inmediato. їEntendido?
— Sн, seсor. Era bastante tarde cuando llegу la noticia. Como se nos informу que sus vidas no corrнan peligro, el comandante Illyan dijo que podнa dejarlo dormir, seсor.
— Ya veo. — Vorkosigan se frotу el rostro -. їSus vidas?
— El teniente Koudelka y el sargento Bothari, seсor.
— No se habrбn peleado entre ellos, їverdad? — preguntу Cordelia, completamente alarmada ahora.
— No… no entre ellos, seсora. Fueron instigados.
El rostro de Vorkosigan se estaba tornando sombrнo.
— Serб mejor que comience por el principio.
— Sн, seсor. Verб… anoche el teniente Koudelka y el sargento Bothari salieron, sin sus uniformes. Fueron a esa zona que se encuentra detrбs del viejo caravasar.
— Dios mнo, їpara quй?
— Eh… — El hombre mirу a Cordelia con incertidumbre -. Querнan divertirse, seсor.
— їDivertirse?
— Sн, seсor. El sargento suele ir allн una vez al mes, en su dнa de permiso, cuando milord el conde se encuentra en la ciudad. Por lo visto hace aсos que acude a ese sitio.
— їAl caravasar? — dijo el conde Piotr con incredulidad.
— Eh… — El jefe de guardia mirу al lacayo pidiendo socorro.
— El sargento Bothari no es muy exigente en lo que a diversiуn se refiere, seсor — le explicу el lacayo.
— ЎYa veo que no! — observу Piotr.
Cordelia mirу a Vorkosigan con expresiуn interrogante.
— Es una zona donde impera la violencia — le explicу йl -. Yo mismo no irнa allн sin una patrulla que me protegiera. Dos patrullas, por la noche. Y sin lugar a dudas usarнa el uniforme, aunque no las insignias… pero creo que Bothari creciу allн. Supongo que йl lo ve diferente.
— їPor quй tanta violencia?
— Es muy pobre. Fue el centro de la ciudad durante la Era del Aislamiento, y las renovaciones aъn no la han afectado. El agua corriente es mнnima, no hay electricidad, estб cubierta de desperdicios…
— En su mayor parte humanos — acotу el conde Piotr con acidez.
— їPobre? — dijo Cordelia pasmada -.їSin electricidad? їCуmo puede pertenecer a la cadena de comunicaciones, entonces?
— No pertenece, por supuesto — respondiу Vorkosigan.
— Entonces, їcуmo se educa la gente?
— No se educa.
Cordelia lo mirу.
— No lo comprendo. їCуmo consiguen empleos?
— Algunos logran escapar al Servicio. En cuanto al resto, la mayorнa se dedican al pillaje. — Vorkosigan la mirу unos momentos -. їNo tenйis pobreza en Colonia Beta?
— їPobreza? Bueno, algunas personas tienen mбs dinero que otras, por supuesto, pero… їno tienen ordenadores?
— ї No tener un ordenador es el nivel de vida mбs bajo que puedes imaginar? — preguntу Vorkosigan asombrado.
— Es el primer artнculo de la Constituciуn: «El acceso a la informaciуn no serб restringido.»
— Cordelia… estas personas apenas tienen acceso a la comida, la ropa y un techo donde cobijarse. Cuentan con unos cuantos trapos y cazuelas, y se amontonan en edificios donde el viento silba a travйs de las paredes agrietadas.
— їNo tienen aire acondicionado?
— Aquн no tener calefacciуn en invierno es un problema mбs grave.
— Sн, claro. En realidad vosotros no tenйis verano… їCуmo piden ayuda cuando estбn enfermos o heridos?
— їQuй ayuda? — Vorkosigan se estaba tornando sombrнo -. Si caen enfermos, se curan solos o mueren.
— Con un poco de suerte, se mueren — murmurу Piotr -. Esos canallas.
— Lo estбis diciendo en serio. — Cordelia mirу a uno y a otro -. Eso es horrible… Ўpensad en todos los genios que podйis estaros perdiendo!
— Dudo de que haya muchos en el caravasar — replicу Piotr con frialdad.
— їPor quй no? Tienen el mismo complemento genйtico que usted. — Cordelia seсalу lo que, para ella, era evidente.
El conde se paralizу.
— ЎMi querida niсa! ЎPor supuesto que no! Mi familia ha sido Vor durante nueve generaciones. Cordelia alzу las cejas.
— їCуmo lo sabe? Hasta hace ochenta aсos no se contaba con la posibilidad de realizar un estudio genйtico.
Tanto el jefe de guardia como el lacayo parecнan a punto de echarse a reнr. El lacayo se mordiу el labio.
— Ademбs — continuу ella con tono razonable -, si vosotros los Vor habйis andado por ahн la mitad de lo que dicen esas historias que he estado leyendo, en este momento el noventa por ciento de la poblaciуn ya debe de tener algo de sangre Vor. їQuiйn sabe cuбntos parientes tiene, por lнnea paterna?
Vorkosigan mordiу su servilleta en forma ausente. Sus ojos mostraban un brillo similar al del lacayo.
— Cordelia — murmurу -, no puedes sentarte a la mesa y sugerir que todos mis antepasados fueron bastardos. Aquн eso es un insulto gravнsimo. їDуnde deberнa sentarme?
— Oh, supongo que nunca llegarй a entenderlo. No importa. Hablemos de Koudelka y Bothari.
— Muy bien. Adelante, oficial.
— Sн, seсor. Bueno, segъn me han dicho, regresaban a eso de la una de la madrugada, cuando fueron atacados por una pandilla del lugar. Evidentemente el teniente Koudelka iba demasiado elegante, ademбs de su forma de caminar, y el bastуn… en pocas palabras, llamу la atenciуn. Ignoro los detalles seсor, pero esta maсana habнa cuatro muertos y tres personas en el hospital. Los demбs escaparon.
Vorkosigan emitiу un ligero silbido. — їFueron graves las heridas de Bothari y Koudelka? — Ellos… no dispongo de un informe oficial, seсor. Son sуlo rumores.
— Dнgalos entonces.
El oficial tragу saliva.
— El sargento Bothari tiene roto un brazo y algunas costillas, heridas internas y una contusiуn. El teniente Koudelka ambas piernas rotas y muchas, eh… quemaduras por descarga elйctrica. — Se detuvo.
—їQuй?
— Por lo que escuchй, sus atacantes tenнan un par de porras elйctricas de alto voltaje, y descubrieron que con ellas podнan producir unos… efectos peculiares en sus nervios protйsicos. Despuйs de romperle las piernas pasaron… un buen rato torturбndolo. Asн fue como los hombres de Illyan lograron atraparlos. No escaparon a tiempo.
Cordelia apartу su plato y comenzу a temblar.
— їRumores, eh? Muy bien. Puede retirarse. Quiero ver al comandante Illyan en cuanto llegue. — La expresiуn de Vorkosigan era introspectiva y severa.
— Canallas — exclamу Piotr -. Tendrнas que eliminarlos a todos.
Vorkosigan suspirу.
— Es mбs sencillo iniciar una guerra que acabarla. No serб esta semana, seсor.
Una hora despuйs, Illyan se presentу ante Vorkosigan en la biblioteca y le proporcionу su informe verbal. Cordelia tambiйn se encontraba allн.
— їEstбs segura de que quieres oнr esto? — le preguntу Vorkosigan con suavidad.
Ella asintiу con un gesto.
— Aparte de ti, son mis mejores amigos aquн. Prefiero saberlo todo.
El resumen del oficial demostrу ser bastante exacto, pero Illyan, quien habнa conversado con Bothari y con Koudelka en el Hospital Militar Imperial, tenнa varios detalles que agregar y lo hizo en tйrminos muy directos. Su rostro de cachorro parecнa muy avejentado esa maсana. — Por lo visto, su secretario se vio invadido por el deseo de acostarse con una mujer — comenzу -. Por quй eligiу a Bothari como guнa es algo que no alcanzo a imaginar.
— Nosotros tres somos los ъnicos supervivientes del General Vorkraft — respondiу Vorkosigan -. Supongo que es un lazo. De todas formas, Kou y Bothari siempre se llevaron bien. Tal vez se deba a los instintos paternales latentes en Bothari. Y Kou es un muchacho ingenuo… no le cuente que he dicho esto; lo tomarнa como un insulto. Es bueno que todavнa existan personas asн. Aunque lamento que no recurriera a mн.
— Bueno, Bothari hizo lo que pudo — dijo Illyan -. Lo llevу a ese antro miserable, que segъn la opiniуn del sargento tiene muchas ventajas. Es barato, rбpido y nadie te dirige la palabra. Tambiйn estб apartado de los cнrculos por donde deambulaba el almirante Vorrutyer. Ninguna asociaciуn desagradable. Bothari cumple una estricta rutina. Segъn Kou, la mujer que frecuenta el sargento es casi tan fea como йl. Al parecer, a Bothari le gusta porque nunca hace ruido. Me parece que prefiero no pensar en ello.
»De todos modos, a Kou le asignaron otra de las mujerzuelas, quien lo aterrorizу. Bothari dice que pidiу la mejor muchacha para йl (en realidad ya era una mujer madura) y al parecer las necesidades de Kou no fueron bien interpretadas. En definitiva, para cuando el sargento hubo hecho lo suyo y se encontraba fuera, Kou todavнa trataba de conversar amablemente mientras le ofrecнan toda una gama de delicias erуticas de las cuales ni siquiera habнa oнdo hablar. Al fin renunciу y bajу las escaleras donde, para ese entonces, Bothari ya estaba bastante borracho. Por lo general se toma una copa y se marcha.
«Entonces Kou, Bothari y esta prostituta iniciaron una discusiуn respecto al pago. Ella aducнa que en todo ese tiempo podнa haber atendido a cuatro clientes, y ellos (esto no figurarб en el informe oficial, їde acuerdo?) que la mujer no habнa sido capaz de hacer funcionar sus circuitos. Al final, Kou aceptу realizar un pago parcial (Bothari sigue mascullando que fue demasiado, a pesar de que esta maсana le cuesta bastante trabajo hablar) y los dos se retiraron muy descontentos.
— Aquн aparece la primera pregunta obvia — intervino Vorkosigan -, їel ataque fue ordenado por alguien del establecimiento?
— Por lo que yo sй, no. Hice acordonar el lugar, en cuanto logramos encontrarlo, e interrogamos a todos con pentotal. Estaban muertos de miedo, me alegra decir. Ellos estбn acostumbrados a los guardias municipales del conde Vorbohn, a quienes sobornan o por quienes son chantajeados, o viceversa. Lo que obtuvimos fue un montуn de informaciуn sobre crнmenes triviales que no nos interesaban en absoluto… їquiere que se lo transfiera a los municipales, de paso?
— Hum. Si son inocentes del ataque, limнtese a archivarlo. Es posible que Bothari quiera regresar algъn dнa. їEllos sabнan por quй eran interrogados?
— ЎClaro que no! Insisto en que mis hombres realizan un trabajo limpio. Estбbamos allн para obtener informaciуn, no para transmitirla.
— Discъlpeme, comandante. Debн suponerlo.
— Bueno, abandonaron el lugar a la una de la madrugada, a pie, y se equivocaron de direcciуn en alguna esquina. Bothari estб bastante perturbado por ello. Considera que es culpa suya, por haberse emborrachado. Tanto йl como Koudelka aseguran haber visto movimientos en las sombras durante diez minutos antes del ataque. Por lo tanto, al parecer los siguieron hasta que entraron en un callejуn con muros altos, y se encontraron con que tenнan seis hombres por delante y seis por detrбs.
»Bothari extrajo su aturdidor y disparу; logrу derribar a tres antes de que saltaran sobre йl. Alguien de la zona cuenta con un buen aturdidor del Servicio esta maсana. Kou tenнa su bastуn de estoque, pero nada mбs.
«Primero atacaron a Bothari. Йl se desembarazу de dos mбs, despuйs de perder el aturdidor. Ellos le dispararon una descarga, y luego trataron de matarlo a golpes cuando estaba en el suelo. Hasta entonces Kou habнa utilizado el bastуn como pica, pero entonces desenvainу la espada. Ahora dice que lamenta haberlo hecho, porque alrededor de йl todos comenzaron a murmurar «ЎEs un Vor!» y las cosas se complicaron.
»Kou logrу herir a dos, hasta que alguien le golpeу la espalda con una porra elйctrica y su mano comenzу a sufrir espasmos. Los cinco que quedaban se sentaron sobre йl y le rompieron las piernas a la altura de las rodillas. Me pidiу que le dijera que no fue tan doloroso como parece. Asegura que le rompieron tantos circuitos que apenas siente nada. No sй si serб cierto.
— Es difнcil saberlo con Kou — dijo Vorkosigan -. Hace tanto tiempo que oculta el dolor, que casi es su estado natural. Continъe.
— Ahora debo retroceder un poco. El hombre que yo tenнa asignado a Kou los habнa seguido hasta esa madriguera. No creo que estuviera familiarizado con el lugar y tampoco iba adecuadamente vestido para estar allн… Kou tenнa dos reservas para un concierto anoche, y hasta las nueve creнmos que era allн adonde irнa. Mi hombre entrу en la zona y desapareciу. Eso es lo que me tiene tan ocupado esta maсana. їHa sido asesinado? їO secuestrado? їLo habrбn atrapado y violado? їO era un doble agente y formaba parte de la emboscada? No lo sabremos hasta que encontremos el cuerpo, o a йl.
»Al ver que no se ponнa en contacto para informar de la situaciуn, mi agente enviу a otro hombre. Pero йl estaba buscando a su compaсero. Kou permaneciу sin protecciуn durante tres malditas horas antes de que mi supervisor nocturno llegara para hacerse cargo de su puesto y comprendiera lo ocurrido. Afortunadamente, Kou habнa pasado la mayor parte de ese tiempo en el prostнbulo de Bothari.
»Mi supervisor nocturno, a quien felicito, enviу nuevas instrucciones al agente de campaсa y ademбs solicitу una patrulla por aire. Por lo tanto, cuando al fin el agente llegу a esa escena repugnante, pudo llamar a una aeronave que descendiу de inmediato con media docena de mis hombres. Este asunto de las porras elйctricas… fue terrible, pero no tanto como podнa haber sido. Es evidente que los atacantes de Kou carecнan de la imaginaciуn que, por ejemplo, hubiese mostrado el difunto almirante Vorrutyer en la misma situaciуn. O tal vez no dispusieron del tiempo suficiente para mostrar una crueldad refinada.
— Gracias a Dios — murmurу Vorkosigan -. їY los muertos?
— Dos fueron cosa de Bothari, con golpes certeros, uno fue de Kou (le cortу el cuello), y uno me temo que ha sido mнo. El muchacho sufriу una anafilaxis como reacciуn alйrgica al pentotal. Lo trasladamos de inmediato al hospital, pero no lograron salvarlo. No me gusta. Ahora le estбn efectuando la autopsia para ver si su reacciуn fue natural o si le habнan implantado una defensa contra interrogatorios.
— їY la pandilla?
— Parece ser una sociedad de mutuos beneficios perfectamente legнtima (si йsa es la palabra) formada por hombres del caravasar. Segъn los supervivientes que capturamos, decidieron molestar a Kou porque «caminaba raro». Encantador. Aunque Bothari no caminaba exactamente en lнnea recta, tampoco. Los que logramos atrapar no son agentes de nadie salvo de sн mismos. No puedo hablar por los muertos. Supervisй los interrogatorios personalmente. Esos hombres estaban muy sorprendidos de ver que Seguridad Imperial se mostraba interesada en ellos.
— їAlgo mбs? — preguntу Vorkosigan.
Illyan se cubriу la boca para bostezar, y luego se disculpу.
— Ha sido una larga noche. Mi supervisor nocturno me sacу de la cama despuйs de medianoche. Es un buen hombre, con buen criterio. No, eso es prбcticamente todo, excepto por las motivaciones de Kou para acudir allн. Cuando llegamos a ese tema, sus respuestas fueron vagas y de inmediato comenzу a pedir unos calmantes para el dolor. Esperaba que usted tuviese algunas sugerencias para mitigar mi paranoia. Desconfiar de Kou me produce calambres en el cuello. — Volviу a bostezar.
— Yo las tengo — dijo Cordelia -, pero son para su paranoia, no para su informe, їde acuerdo?
Йl asintiу con un gesto.
— Creo que estб enamorado de alguien. Despuйs de todo, uno no trata de probar algo a menos que piense utilizarlo. Por desgracia, los resultados han sido desastrosos. Supongo que estarб bastante deprimido e irritable durante un tiempo.
Vorkosigan asintiу.
— їAlguna idea de la persona en cuestiуn? — preguntу Illyan automбticamente.
— Sн, pero no me parece que sea asunto suyo. Sobre todo si nunca llega a concretarse.
Illyan se encogiу de hombros y saliу en busca del hombre que habнa asignado para seguir a Koudelka.
Cinco dнas despuйs, el sargento Bothari regresу a la Residencia Vorkosigan con una funda plбstica en el brazo roto. No ofreciу ninguna informaciуn acerca de la brutal experiencia sufrida, y desalentу a los curiosos con mirada torva y gruсidos.
Droushnakovi no formulу preguntas ni esbozу comentarios. Pero de vez en cuando Cordelia la veнa dirigir una mirada angustiada a la consola vacнa de la biblioteca. El ordenador estaba comunicado con la Residencia Imperial y con la Jefatura de Estado Mayor, y allн era donde Koudelka solнa sentarse a trabajar cuando se encontraba en la casa. Cordelia se preguntу quй sabrнa acerca de lo ocurrido aquella noche.
El teniente Koudelka regresу para encargarse de algunas tareas al mes siguiente. Su actitud general era bastante animada, pero a su manera йl era tan introvertido como Bothari. Interrogar a este ъltimo habнa sido como preguntar a una pared. Interrogar a Koudelka era como hablar con un arroyo; uno obtenнa un torrente de palabras, de bromas o de anйcdotas que inexorablemente apartaban la conversaciуn del tema en cuestiуn. Cordelia respondiу a su actitud risueсa con automбtica cordialidad, aceptando su evidente deseo de tomar a la ligera lo ocurrido, aunque interiormente desconfiaba en gran medida de que fuese asн.
Cordelia misma no se sentнa muy animada. Su imaginaciуn volvнa una y otra vez al intento de asesinato ocurrido seis semanas atrбs. No lograba olvidar el hecho de que Vorkosigan habнa estado a punto de ser apartado de ella. Sуlo se sentнa completamente tranquila cuando lo tenнa a su lado, pero ahora йl debнa ausentarse cada vez con mбs frecuencia. Algo se estaba tramando en el cuartel general imperial; йl ya habнa asistido a cuatro sesiones nocturnas y habнa realizado un viaje sin ella, un vuelo de inspecciуn militar del cual no le habнa ofrecido detalles. Entraba y salнa a las horas mбs intempestivas. Los rumores militares y polнticos con los cuales solнa entretenerla durante las comidas se habнan acabado; ahora se mostraba silencioso y poco comunicativo, aunque no por ello parecнa necesitar menos de su presencia.
їQuй serнa de ella sin Vorkosigan? Una viuda embarazada, sin familia ni amigos, gestando un niсo que ya era objeto de las paranoias dinбsticas, heredero de un legado de violencia. їPodrнa escapar del planeta? їY adonde irнa en ese caso? їColonia Beta le permitirнa regresar alguna vez?
Cordelia llegу a perder interйs en las lluvias otoсales y en los parques donde el verde aъn persistнa. ЎOh, cuбnto hubiese dado por aspirar el aire seco del desierto, el familiar dejo del бlcali, las infinitas distancias planas! їSu hijo llegarнa a saber lo que era un verdadero desierto? En ocasiones, los edificios y la vegetaciуn de Barrayar parecнan alzarse sobre ella como inmensos muros. Y en sus peores dнas, esos muros parecнan derrumbarse sobre ella.
Una tarde de lluvia, Cordelia estaba refugiada en la biblioteca, acurrucada en un sofб de respaldo alto, leyendo por tercera vez la misma pбgina de un viejo volumen que habнa encontrado en los estantes del conde. El libro era una reliquia de la Era del Aislamiento. Estaba escrito en una variante del alfabeto cirнlico, con sus cuarenta y seis caracteres utilizados en todas las lenguas de Barrayar. Su cerebro parecнa particularmente lento e indiferente ese dнa. Cordelia apagу la luz y descansу la vista unos minutos. Aliviada, observу al teniente Koudelka entrar en la biblioteca y sentarse, con gran dificultad, ante la consola.
No debo interrumpirlo; al menos йl tiene un verdadero trabajo que cumplir, pensу sin regresar aъn a la lectura, pero confortada por su compaснa.
Йl sуlo trabajу unos momentos, y luego apagу la mбquina con un suspiro. Su mirada ausente se posу sobre el hogar que ocupaba el centro de la habitaciуn, pero no se percatу de su presencia.
Asн que no soy la ъnica que tiene problemas en concentrarse. Tal vez se deba a este extraсo clima gris. Parece ejercer un efecto deprimente sobre las personas…
Koudelka cogiу su bastуn y deslizу una mano sobre la funda. Entonces lo sostuvo con firmeza y lo abriу en forma lenta y silenciosa. Observу la hoja brillante que casi parecнa poseer una luz propia en la penumbra de la habitaciуn, y la girу un poco como si meditara sobre su diseсo o su buena factura. Entonces, colocando la punta contra su hombro, y envolviendo la hoja en un paсuelo para poder sujetarla, presionу muy suavemente el costado de su cuello sobre la arteria carуtida. La expresiуn de su rostro era distante y pensativa, y sus manos sujetaban la hoja con la delicadeza de un amante. De pronto cerrу los dedos con fuerza.
La pequeсa exclamaciуn de Cordelia, el inicio de un sollozo, lo arrancу de sus meditaciones. Koudelka alzу la vista y la vio por primera vez; apretу los labios y se ruborizу. Rбpidamente bajу la espada, que dejу una lнnea blanca sobre su cuello, como parte de un collar, con unas cuantas gotas color rubн que brotaban de ella.
— No… no la habнa visto, seсora — dijo con voz ronca -. Yo… no me haga caso. Sуlo jugaba.
Se miraron uno al otro en silencio. Las palabras brotaron de los labios de Cordelia sin que ella pudiera contenerlas.
— ЎOdio este lugar! Ahora siempre tengo miedo.
Cordelia ocultу el rostro en el respaldo del sofб y para su propio horror, comenzу a llorar.
ЎBasta! ЎKou es el ъltimo que debe verte asн! Йl ya tiene bastantes problemas sin que tъ aсadas los que tienes en tu imaginaciуn. Pero no podнa contenerse.
Koudelka se levantу y cojeу hasta el sillуn con expresiуn preocupada. Se sentу a su lado.
— Eh… — comenzу -. No llore, seсora. Sуlo era un juego, de verdad. — Torpemente, le palmeу el hombro.
— Tonterнas — murmurу ella -. Casi me mata del susto.
Siguiendo un impulso, su rostro baсado en lбgrimas abandonу el tapizado suave del sofб para posarse sobre el hombro uniformado de verde. Esto logrу conmoverlo y arrancarle un poco de franqueza.
— Usted no puede imaginar lo que se siente — susurrу con ardor -. La gente me compadece, їlo sabнa? Hasta йl me compadece. — Se refiriу a Vorkosigan con un movimiento de cabeza que no indicaba ninguna direcciуn en particular -. Es cien veces peor que el desprecio. Y asн serб para siempre.
Cordelia sacudiу la cabeza sin nada que responder ante aquella innegable verdad.
— Yo tambiйn odio este lugar — continuу йl -. Casi tanto como йl me odia a mн. Mбs, algunos dнas. Asн que, como verб, no se encuentra sola.
— Hay mucha gente que quiere matar a Aral — susurrу Cordelia, despreciбndose por mostrarse tan dйbil -. Unos desconocidos… y al final alguno lograrб su cometido. No puedo apartarlo de mis pensamientos. — їSerнa con una bomba? їCon algъn veneno? їUn arco de plasma quemarнa el rostro de Aral y ni siquiera tendrнa sus labios para ofrecerles un beso de despedida?
Koudelka abandonу su propio dolor para concentrarse en el de ella, y sus cejas se unieron con expresiуn interrogante.
— Oh, Kou — continuу ella mientras le acariciaba la manga -. No importa lo mucho que sufras, no lo hieras a йl. Aral te quiere… eres como su hijo, la clase de hijo que siempre ha querido. Eso — aсadiу seсalando la espada que brillaba sobre el sillуn — le destrozarнa el corazуn. Este lugar lo llena de locura dнa tras dнa, y a cambio le pide que entregue justicia. Le resultarб imposible hacerlo si no tiene el corazуn entero. De lo contrario comenzarб a devolverles locura, como hicieron todos sus predecesores. Ademбs — agregу sin ninguna lуgica -, Ўeste clima es tan hъmedo! ЎNo serб culpa mнa si el niсo nace con branquias!
Kou la abrazу con afecto.
— їTiene… tiene miedo del parto? — preguntу con una inesperada capacidad de percepciуn.
Cordelia se paralizу al verse enfrentada con sus temores reprimidos.
— No confнo en los mйdicos de aquн — admitiу con voz temblorosa.
Йl sonriу con profunda ironнa.
— No se lo reprocho.
Cordelia se echу a reнr y tambiйn lo abrazу, para luego alzar una mano y secarle las gotitas de sangre que se deslizaban por su cuello.
— Cuando uno quiere a alguien es como si lo cubriese con su propia piel. Se siente cada dolor. Y yo lo quiero mucho, Kou. Quisiera que me dejara ayudarlo.
— їTerapia Cordelia? — La voz de Vorkosigan sonу frнa y cortante como un granizo repentino. Ella alzу la vista sorprendida y lo vio de pie frente a ellos, con el rostro tan frнo como su voz -. Por lo que sй, tienes bastante experiencia betanesa en estas cuestiones, pero te ruego que dejes la tarea para alguna otra persona.
Koudelka enrojeciу y se apartу de ella.
— Seсor… — comenzу, pero se detuvo tan perplejo como Cordelia por la ira helada en los ojos de Vorkosigan. Йste lo mirу un momento, y ambos guardaron silencio.
Cordelia inspirу profundamente decidida a replicar, pero sуlo emitiу una pequeсa exclamaciуn cuando йl le volviу la espalda y se marchу.
Koudelka, todavнa ruborizado, se replegу en sн mismo, se apoyу en su espada y se levantу respirando con agitaciуn.
— Le ruego que me disculpe, seсora. — Las palabras no parecнan tener ningъn sentido.
— Kou — dijo Cordelia -, usted sabe que йl no quiso decir algo tan desagradable. Ha hablado sin pensar. Estoy segura de que no… que no…
— Sн, lo comprendo — replicу Koudelka con una mirada dura -. Todo el mundo sabe que no constituyo ninguna amenaza para el matrimonio de un hombre. Pero si me disculpa, seсora, tengo trabajo que hacer. O algo asн.
— ЎOh! — Cordelia no sabнa si estaba mбs furiosa con Vorkosigan, con Koudelka o consigo misma. Se puso en pie y abandonу la habitaciуn, diciendo -: ЎAl diablo con todos los barrayareses!
Droushnakovi apareciу en su camino con un tнmido:
— їSeсora?
— Y tъ, niсa… inъtil — exclamу Cordelia, dejando escapar su ira en todas direcciones -. їPor quй no te ocupas de tus propios asuntos? Vosotras las barrayaresas parecйis esperar que os sirvan la vida en una bandeja. ЎNo funciona de ese modo!
La joven retrocediу un paso, perpleja. Cordelia contuvo su indignaciуn y preguntу con mбs calma: — їEn quй direcciуn se fue Aral? — Pues… creo que arriba, seсora. Algo de su antiguo sentido del humor llegу en su rescate.
— їSubнa los peldaсos de dos en dos, quizб? — Eh… en realidad, de tres en tres — respondiу Drou, amedrentada.
— Supongo que serб mejor que vaya a hablar con йl — dijo Cordelia mientras se pasaba las manos por el cabello y se preguntaba si arrancбndoselo lograrнa algъn beneficio prбctico -. Hijo de puta. — Ni ella misma supo si la frase habнa sido expletiva o descriptiva. Y pensar que yo nunca decнa, estas cosas.
Cordelia fue tras йl. A medida que subнa la escalera, su furia iba desvaneciйndose junto con sus energнas.
Esto de estar embarazada sin duda te ha vuelto mбs lenta. Pasу junto a un guardia en el corredor.
— їLord Vorkosigan ha pasado por aquн? — le preguntу.
— Entrу en sus habitaciones, seсora — respondiу йl, y la mirу con curiosidad mientras ella seguнa su camino.
Fantбstico. Disfrъtalo, pensу con ironнa. La primera pelea verdadera entre los reciйn casados tendrб bastante audiencia. Estas viejas paredes no estбn insonorizadas. Me pregunto si lograrй mantener la voz baja. Con Aral no hay problema; cuando se enfada comienza a susurrar.
Cordelia entrу en la alcoba y lo encontrу sentado en el borde de la cama, quitбndose la chaqueta y las botas con movimientos violentos. Vorkosigan alzу la vista, y durante unos momentos se limitaron a mirarse, enfurecidos. Terminemos con esto, pensу Cordelia, y decidiу abrir el juego.
— Esa observaciуn que hiciste frente a Kou estuvo totalmente fuera de lugar.
— їQuй? Al entrar me encuentro a mi esposa… acariciбndose con uno de mis oficiales, їy esperas que inicie una amable conversaciуn sobre el tiempo? — replicу йl.
— Tъ sabes que no era nada de eso.
— Bien. Supongamos que no hubiera sido yo. Supongamos que hubiera sido uno de los guardias, o mi padre. їCуmo se lo habrнas explicado entonces? Tъ sabes lo que piensan de los betaneses. Los rumores comenzarнan a correr. Todos harнan bromas a mis espaldas. Cada uno de mis enemigos polнticos estб esperando encontrar un punto dйbil para caer sobre mн. Les encantarнa algo como esto.
— їCуmo diablos hemos acabado hablando de tu condenada polнtica? Se trata de nuestro amigo. Dudo que hubieses podido encontrar una frase mбs hiriente. ЎFue algo muy sucio, Aral! їQuй te estб pasando?
— No lo sй. — Mбs tranquilo, Vorkosigan se frotу el rostro con fatiga -. Es este maldito trabajo, supongo. No querнa descargarme contigo.
Cordelia sospechу que no lograrнa arrancarle nada mбs parecido a una admisiуn de que se habнa equivocado, y lo aceptу con un pequeсo movimiento de cabeza dejando evaporar su propia ira. Entonces recordу por quй se habнa sentido tan bien con ella, ya que el vacнo que dejaba volvнa a llenarse de temores.
— Sн, bueno… їquй te parecerнa tener que echar su puerta abajo una de estas maсanas?
Vorkosigan se paralizу y la mirу con el ceсo fruncido.
— їTienes… tienes alguna razуn para creer que estб pensando en suicidarse? A mн me pareciу que estaba bastante bien.
— A ti… por supuesto. — Cordelia dejу que las palabras pendiesen en el aire unos momentos, para darles йnfasis -. Creo que estб asн de cerca. — Alzу el pulgar y el нndice a un milнmetro de distancia. El dedo todavнa tenнa una mancha de sangre, y sus ojos se posaron sobre ella con desdichada fascinaciуn -. Estaba jugando con ese maldito bastуn. Lamento habйrselo regalado. Creo que no soportarнa que lo usara para cortarse el cuello. Eso… pareciу ser lo que tenнa en mente.
— Oh. — De alguna manera, sin su reluciente chaqueta militar, sin su ira, Vorkosigan parecнa mбs pequeсo. Le tendiу una mano y ella la cogiу para sentarse a su lado.
— Por lo tanto, si se te ha ocurrido la idea de interpretar al rey Arturo frente a Lancelot y Ginebra, olvнdalo.
Йl emitiу una risita.
— Me temo que mis visiones fueron un poco mбs cercanas, y considerablemente mбs sуrdidas. Sуlo se trataba de una vieja pesadilla.
— Sн… supongo que todavнa debe doler. — Se preguntу si el fantasma de su primera esposa se le aparecнa alguna vez, con la respiraciуn helada en su oreja, asн como el fantasma de Vorrutyer solнa aparecйrsele a ella. El aspecto de Aral era bastante cadavйrico -. Pero yo soy Cordelia, їlo recuerdas? No soy… ninguna otra.
Йl apoyу la frente contra la suya.
— Perdуname, querida capitana. Sуlo soy un viejo feo y asustado, y cada dнa me vuelvo mбs viejo, mбs feo y mбs asustado.
— їTъ tambiйn? — Cordelia descansу en sus brazos -. Aunque no estoy de acuerdo con que seas viejo y feo.
— Gracias.
Cordelia se sintiу alentada al ver que lo habнa animado un poco.
— Es el trabajo, їverdad? їNo puedes hablarme de ello?
Aral apretу los labios.
— Entre nosotros, aunque conociendo tu discreciуn no sй por quй me molesto en aclararlo, parece que podrнamos tener otra guerra entre manos antes de que finalice este aсo. Y todavнa no estamos preparados para ello, despuйs de Escobar.
— ЎQuй! Pensй que el bando beligerante estaba casi paralizado.
— El nuestro, sн. Pero el de los cetagandaneses todavнa estб en pleno funcionamiento. Segъn los informes de Inteligencia, planeaban utilizar el caos polнtico que sobrevendrнa a la muerte de Ezar para encubrir un avance sobre esos disputados conductos de enlace con los agujeros de gusano. En lugar de ello, me tienen a mн, y… bueno, no puedo decir que haya estabilidad, pero existe una especie de equilibrio dinбmico. En cualquier caso, no es la clase de desorganizaciуn con que ellos contaban. De ahн ese pequeсo incidente con la granada sуnica. Negri e Illyan ya estбn un setenta por ciento seguros de que fue obra cetagandanesa.
— їLo… lo volverбn a intentar?
— Casi seguro. Pero conmigo o sin mн, en el Estado Mayor existe el consenso de que intentarбn usar la fuerza antes de fin de aсo. Y si nos mostramos dйbiles, seguirбn avanzando hasta que alguien los detenga.
— Ahora entiendo por quй estabas tan… ausente.
— їЙsa es la forma amable en que quieres decirlo? Pero no. Ya hace un tiempo que sй lo de los cetagandaneses. Hoy se ha presentado otra cosa, despuйs de la sesiуn del Consejo. Una audiencia privada. El conde Vorhalas ha venido a verme para pedirme un favor.
— їY no te complace concederle un favor al hermano de Rulf Vorhalas?
Йl sacudiу la cabeza tristemente. — El hijo menor del conde, que es un joven de dieciocho aсos atolondrado e idiota y debнa haber sido enviado a la escuela militar… aunque tъ lo conociste en la confirmaciуn del Consejo, me parece recordar… — їLord Cari?
— Sн. Anoche estuvo en una fiesta, se embriagу y participу de una pelea.
— Es una tradiciуn universal. Esas cosas suceden incluso en Colonia Beta.
— Ya. Pero salieron a arreglar sus diferencias armados con un par de viejas espadas que decoraban las paredes y con dos cuchillos de cocina. Tйcnicamente, al emplear las espadas, lo convirtieron en un duelo. — Oh. їAlguien resultу herido? — Por desgracia, sн. Mбs o menos por accidente, en una caнda, el hijo del conde logrу atravesar el estуmago de su amigo con la espada y le seccionу la aorta abdominal. El muchacho se desangrу y muriу casi al instante. Para cuando los espectadores reaccionaron y llamaron a un equipo mйdico, ya era demasiado tarde.
— Dios mнo.
— Fue un duelo, Cordelia. Comenzу como una parodia, pero acabу como un verdadero duelo. Y deben aplicarse los castigos por duelo. — Se levantу y atravesу la habitaciуn, deteniйndose junto a la ventana para observar la lluvia — Su padre vino a pedirme que le consiguiese un perdуn imperial. O, si no era posible, que tratara de hacer que los cargos fuesen cambiados a asesinato simple. En ese caso, el muchacho podrнa aducir defensa propia y acabar con una mera sentencia en prisiуn.
— Eso me parece… bastante justo, supongo.
— Sн. — Йl volviу a caminar -. Un favor por un amigo. O el primer resquicio por donde esa maldita costumbre regresarб a nuestra sociedad. їQuй ocurrirб cuando se me presente el prуximo caso, y el siguiente, y el siguiente? їDуnde comenzarй a trazar la lнnea? їY si en el prуximo caso estб implicado alguno de mis enemigos polнticos, no un miembro de mi propio partido? їTodas las muertes que costу erradicar esta costumbre habrбn sido en vano? Yo recuerdo los duelos, y cуmo eran las cosas entonces. Y lo peor de todo: si permites que las amistades pesen en el gobierno, pronto tendrбs camarillas. Puedes decir lo que quieras de Ezar Vorbarra, pero en treinta aсos de labor implacable transformу el gobierno de un club para los Vor en un lugar donde impera la ley, donde la ley es la misma para todos, aunque todavнa no sea perfecto.
— Comienzo a comprender el problema.
— Y yo… Ўyo, entre todos los hombres, debo tomar esta decisiуn! їQuiйn debiу haber sido pъblicamente ejecutado hace veintidуs aсos, por el mismo crimen? — Se detuvo ante ella -. Esta maсana toda la ciudad comenta lo que ocurriу anoche. Dentro de unos pocos dнas habrб pasado. Hice que el servicio de noticias lo acallara provisionalmente, pero fue como escupir en el viento. Es demasiado tarde para intentar encubrirlo, suponiendo que desease hacerlo. Entonces, їa quiйn debo traicionar en el dнa de hoy? їA un amigo? їO a la confianza de Ezar Vorbarra? No hay duda de la decisiуn que hubiese tomado йl.
Vorkosigan se sentу de nuevo a su lado y la abrazу. — Y esto es sуlo el comienzo. Cada mes, cada semana me encontrarй con otro problema imposible. їQuй quedarб de mн dentro de quince aсos? їSerй una cбscara, como esa cosa que enterramos tres meses atrбs, rezando con su ъltimo aliento para que Dios no existiese? їO serй un monstruo corrompido por el poder, igual que su hijo, tan contaminado que sуlo pudo ser esterilizado por un arco de plasma? їO algo aъn peor?
Su descarnada agonнa la aterrorizу. Cordelia lo abrazу con fuerza.
— No lo sй. No lo sй. Pero alguien… alguien ha tomado siempre estas decisiones, mientras nosotros нbamos por la vida como inconscientes, dando todo por supuesto. Ellos tambiйn eran seres humanos, ni mejores ni peores que tъ.
— Un pensamiento aterrador. Ella suspirу.
— No puedes elegir entre el mal y el mal, en medio de la oscuridad, utilizando la lуgica. Sуlo puedes aferrarte a tus principios. Yo no puedo tomar la decisiуn por ti. Pero cualquiera que sean los principios que escojas, deberбs utilizarlos como guнa. Y por el bien de tu pueblo, tendrбn que ser firmes. El descansу en sus brazos.
— Lo sй. En realidad no dudaba sobre la decisiуn. Sуlo estaba… quejбndome un poco, dejбndome llevar por la depresiуn. — Se apartу de ella y volviу a levantarse -. Querida capitana, si dentro de quince aсos sigo cuerdo, creo que sуlo serб gracias a ti. Ella lo mirу.
Entonces, їquй decisiуn has tomado?
El dolor de sus ojos le brindу la respuesta.
— Oh, no — suspirу Cordelia sin proponйrselo, pero se contuvo para no aсadir nada mбs. Yo sуlo trataba de hablar con sensatez. No querнa decir esto.
— їNo la conoces? — dijo йl con suavidad, resignado -. El estilo de Ezar es el ъnico que puede funcionar aquн. Era cierto despuйs de todo. El sigue gobernando desde la tumba. — Vorkosigan se dirigiу al baсo, para lavarse y cambiarse de ropa.
— Pero tъ no eres йl — susurrу Cordelia en la habitaciуn vacнa -. їNo puedes encontrar un camino propio?