Todo está en vibración. Desde el átomo más pequeño hasta el mayor de los soles, todo vibra. Nada hay en absoluto reposo en la Naturaleza, y un átomo privado de vibración destruiría el Universo. En incesante vibración es ejecutada la obra universal. La materia es constantemente manipulada por la energía e innumerables formas y variedades sin número resultan, y, sin embargo, ni las formas ni las variedades son permanentes.
Principian a cambiar desde el momento que son creadas; de ellas surgen formas innumerables que as u vez cambian también y dan nacimiento a otras nuevas, y así en continua sucesión infinita. Nada es permanente en el mundo de las formas, y, no obstante, la gran Realidad es inmutable. Las formas no son más que apariencias, van y vienen, pero la Realidad es eterna e invariable.
Los átomos del cuerpo humano están en constante vibración y ocurren en él cambios incesantes. En unos pocos meses hay casi un cambio completo de la materia que compone el cuerpo, y apenas si un átomo de los que ahora forman nuestro cuerpo se encontrará en él dentro de algunos meses. Vibración, constante vibración. Cambio, constante cambio.
En toda vibración hay cierto ritmo. El ritmo compenetra el Universo. El movimiento de los planetas alrededor del Sol; el asenso y descenso del mar; el latido del corazón; el flujo y reflujo de las mareas, todo obedece a leyes rítmicas. Los rayos del Sol llegan hasta nosotros y la lluvia desciende obedeciendo a la misma ley. Todo crecimiento sólo es una manifestación de esta ley. Todo movimiento es una exhibición de la ley del ritmo.
Nuestros cuerpos están sujetos a las leyes rítmicas como lo está el planeta en su revolución alrededor del sol. Gran parte del aspecto esotérico de la ciencia yoghi de la respiración, está basada sobre este conocido principio de la Naturaleza. Utilizando inteligentemente el ritmo del cuerpo, es como el yoghi puede absorber una gran cantidad de prana y producir con ella los resultados que desea. Hablaremos más detenidamente de esto más tarde.
El cuerpo que ocupamos es como un pequeño brazo de mar que penetra en la tierra, y aunque solo aparenta obedecer a leyes propias, realmente está subordinado al flujo y refluyo de las mareas del océano. El gran mar de la vida avanza y retrocede, se eleva y desciende; y nosotros respondemos a su ritmo y vibraciones. En condiciones normales recibimos la vibración y el ritmo del gran océano de la vida y respondemos a su influjo; pero cuando la entrada del brazo de mar está obstruida con despojos, nos vemos privados de recibir los impulsos del Océano Madre y la discordia se manifiesta en nosotros.
Habréis oído de cómo una nota de violín pulsada repetidamente y en ritmo, pondrá en actividad una serie de vibraciones que a su tiempo destruirán un puente. El mismo resultado se produce cuando un regimiento de soldados cruza un puente, y en tales ocasiones se da siempre la orden de romper el paso para evitar que la vibración produzca una catástrofe. Estas manifestaciones del movimiento rítmico darán una idea del efecto de la respiración rítmica sobre el cuerpo. El sistema entero toma las vibraciones y llega a ponerse en armonía con la voluntad, que produce el movimiento rítmico de los pulmones, y mientras dure tan completa armonía, responderá fácilmente a las órdenes de la voluntad.
Con el cuerpo así en acorde, el yoghi no encuentra dificultad para aumentar la circulación en cualquier parte del cuerpo por una orden de la voluntad, o dirigir una corriente mayor de la fuerza nerviosa a cualquier parte u órgano para estimularlo y fortalecerlo.
Y de la misma manera, por la respiración rítmica se pone al unísono y es capaz de absorber una gran cantidad de prana que queda a disposición de su voluntad. Puede emplearla y la emplea como un vehículo para transmitir pensamientos a otros y atraer hacia él todos aquellos cuyos pensamientos están en armonía con la misma vibración. Los fenómenos de la telepatía, transmisión del pensamiento, curación mental, mesmerismo, etc., fenómenos conocidos desde siglos por los yoghis, pero que recién ahora despiertan un interés intenso en el mundo occidental, pueden hacerse mucho más poderosos si la persona emisora del pensamiento lo hace después de haber respirado rítmicamente.
La respiración rítmica aumentará la eficacia de la respiración mental, magnética, etcétera, en algunos cientos por cientos.
En la respiración rítmica lo que principalmente se debe adquirir es la idea mental del ritmo. Para aquellos que conocen algo de música la idea de la medida de los tiempos es familiar; a los demás, el paso rítmico de los soldados: izquierda, derecha, izquierda, derecha; uno, dos, tres, cuatro; uno, dos, tres, cuatro, les dará la idea.
Los Yoghis basan su tiempo rítmico en una unidad correspondiente al latido de su corazón. El latido del corazón varía en las diferentes personas, pero la unidad del latido de cada persona es lo que servirá de modelo rítmico propio a ese individuo particular en su respiración rítmica. Obsérvese cada uno el latido normal del corazón poniendo los dedos sobre el pulso y encones cuente 1, 2, 3, 4, 5, 6; etc.; hasta que el ritmo llegue a quedar bien fijo en la mente. Un poco de práctica fijará el ritmo de modo que se pueda reproducir fácilmente. El principiante inhala generalmente en seis unidades de pulso aproximadamente, pero con la práctica será capaz de aumentar mucho esta cifra.
La regla yoghi par ala respiración rítmica es que las unidades de inhalación y exhalación deben ser las mismas, mientras que las de retención y entre respiraciones deben ser la mitad del número empleado en la inhalación y exhalación.
El siguiente ejercicio de respiración rítmica debería ser dominado completamente, pues él forma la base de muchos otros a los cuales se hará referencias más tarde.
1) Sentado, con le busto erguido, en una postura cómoda de manera que el pecho, cuello y cabeza estén tan cerca de la línea recta como sea posible, con los hombros echados atrás y las manos descansando cómodamente sobre las rodillas. En esta posición el peso del cuerpo lo soportan en gran parte las costillas y puede mantenerse la posición cómodamente. El yoghi ha observado que no se pueden obtener los mejores efectos de la Respiración Rítmica, cuando se está con el pecho contraído y el abdomen saliente.
2) Inhalar con lentitud una Respiración Completa, contando seis unidades de pulso.
3) Retener contando tres unidades de pulso.
4) Exhalar lentamente por la nariz, contando seis unidades de pulso.
5) Contar tres pulsaciones entre respiraciones.
6) Repetirlo varias veces, pero evitando al principio la fatiga.
7) Antes que se dé por terminado el ejercicio, practíquese la respiración purificadora, que descansará y limpiará los pulmones.
Después de un poco de práctica se podrá aumentar la duración de las inhalaciones y exhalaciones hasta que transcurran quince unidades de pulso. En este aumento hay que recordar que las unidades para retención y entre respiraciones deben ser la mitad de las unidades para la inhalación y exhalación.
No hay que exagerar el esfuerzo para aumentar la duración de la respiración, pero si poner tanta atención, como sea posible para adquirir el ritmo, que es más importante que la extensión de la respiración. Practíquese y ensáyese hasta adquirir el compás del movimiento y sea casi sentido el ritmo de la moción vibratoria a través de todo el cuerpo. Requerirá un poco de práctica y perseverancia, pero la satisfacción que se experimenta por el progreso obtenido hará fácil la tarea. El yoghi es el hombre más paciente y perseverante, y sus grandes conquistas son debidas en gran parte a la posesión de estas cualidades.