Victorino Peralta

Hola Xiomara no te la pierdas te llamo tan tempranito son las siete me levanté no más para contarte el fiestón de los Londoño me iba muriendo los quince años de la Nena Londoño tú sabes ¿te acuerdas como se sacaba los mocos en la clase de matemáticas? y en la de geografía también a ti no te invitaron porque no vives en el Country sino en Las Delicias supongo yo pero te felicito gorda porque te salvaste de un chó de espanto y brinco qué impresión con estriptís y todo qué bochorno lo que se llama el escándalo del siglo muérete que yo llegué tempranito con Papi y Mami porque sola con mi hermano Julito no me dejan ir a ningún Julito se vuelve una etiqueta pegada a la botella de güisqui se le olvida que soy su hermana ¿okey? la verdad es que desde que llegó la Nena Londoño a mi casa hace una semana con los moños cogidos y la invitación en la yo tuve un presentimiento de que algo fu iba a pasar en esa movida te digo que imagínate tú Xiomara llegamos tan temprano que no estaban sino los parientes de la familia y algunas muchachas y los enanos Castrillo tan feítos los pobres que si no madrugan no paran pieza en toda la noche te lo juro espérate un momentico me han entrado ganas de hacer pipí debe ser la tisana que estaba aguada pero ya vuelvo no cuelgues ya volví Xiomara como te venía diciendo la casa de los Londoño estaba iluminada a todo meter cágate niña con dos policías uniformados en la puerta que para nada sirvieron cuando se formó la tángana cónchale y la Nena Londoño de lo más bonita por primera vez en su vida hay que reconocerlo se gastaron un platal en el vestido importado de París de Francia qué delirio creo que de Cristian Dior blanco bordado en pedrería y los zapatos que ni Gres Quéli ni Yaquelín pues yo fui de rosado un vestidito de lo más sencillo ¿okey? pero de lo más elegante lo hizo la modista de Mami que cose pepeado te contaré ponte pálida no se lo digas a nadie Xiomara yo he hecho ultimadamente un levante chévere cambur un muchacho buenísimo Superman con el coco pelado porque entró hace poquito a la Universidad a la Católica espérate un momentico después te cuento había carné de baile como en los tiempos de mi abuelita los papas de la Nena Londoño encuentran eso de lo más chic una cursilería es lo que es esa pendejada qué desastre en lo que Mami vio repetido cuatro veces el nombre de mi bachiller en el carné se llama Járold un nombre de muerte ¿verdaíta? pues Mami me armó el primer zaperoco de la noche ella es muy fregada antes de tomarse la tercera champaña después ni hablar se vuelve mantequilla de cariño sabrás que el bufé era del otro mundo un sueño tú siempre tan tragona Xiomara de brío que estabas pensando en el bufé te haré la lista en orden alfabético en el orden que ocupaban en el mesómetro va verás pavo de carne blanca pavo de muslo déjame ver cabeza de cochino con sonrisa rosbif que fue lo que yo comí te lo juro lomito flotando en champiñones pescados con su pollina rubia de mayonesa jamón que es un poco rule ensaladas dulces y agrias y el pasticho que no falla espérate se me olvidaban los langostinos con esa salsa que sabe a pasta de dientes todo aquello en una mesa despampanante elegantísima gloriosa yo hice la cola con mi pelón con Járold ¿ya te dije el nombre? y serví para los dos rosbif para mi pasticho y lomito para Járold y vino tinto por supuesto para Járold muérete que Dalia hizo la cola como seis veces qué impresión le sirvió a seis muchachos distintos a ver si le perdonaban lo gordita le perdonaban lo fastidiosa a ver si la sacaban a bailar la pobrecita Dalia siempre pedaleando tú sí que eres no me digas que todavía suspiras por el Cabezón qué esperanza sí niña sí estaba en la fiesta el esmoquin le quedaba caótico de la patada debe ser de su papá el doctor que es todavía más kilúo que él óyeme tranquila el Cabezón ni se acercó al bufé gorda del bar no lo arrancaba nadie qué sabrosura palo y palo toda la noche soborna a los mesoneros le sirven primero que a toditos y eso que el señor Londoño por orden de la señora Londoño ella es la que manda tú sabes el señor Londoño dio orden de cortar el güisqui pero el Cabezón siguió al pie de la caña como si tal cosa gorda mejor será que lo olvides para siempre tuyurs claro Xiomara claro que la Billo completica y otro conjunto para tocar en los intersets la Billo se mandó por primera vez con música yeyé me iba muriendo de besitos nada de jamoneo pecaminoso mucho menos había mucha luz mucha gente claro que la de los ojos verdes tú comprendes la novia del pueblo ni me atrevo a nombrarla por si los teléfonos están ligados esa nunca pierde tiempo que va despegada por arriba por abajo un horror una estampilla qué desorden todos los muchachos quieren bailar con ella el próximo set conmigo el próximo set conmigo se la arrebatan la llaman la muslo de oro a Trini ay chica se me fue el nombre no se lo digas a nadie bueno gorda cuando fui al baño Xiomara me encontré que había congreso estaban tres muchachas haciendo pipí en serio fumando en serio pero también estaba Leonorcita inventando un dolor de cabeza para disimular el pavo que había comido estaba Mimí con su veintiúnico vestido el azul celeste tú lo conoces y estaba también Inesita viendo a ver qué se llevaba qué indignación no hay donde ella vaya que no se le pierda algo a la dué casi siempre son tonterías es verdad un perfume un bibeló una polvera la que se va a armar no quiero ni pensarlo qué emoción cuando se desaparezca un collar de brillantes la pobre Inesita no puede controlarse mi pelón opina que es cletómana clectómana qué sé yo a mí me huele que es ladronaza te lo juro deja el pujo Xiomara que ahora te cuento gorda pero muérete que lo más chévere era la piscina bombillitos azules y rosados qué divinidad le pusieron plantas flotantes en el centro lotos como en el Japón con un cisne algo de locura parecía una película de Yúl Bríner otro pelón bello qué impresión tengo debilidad por los pelones bueno mijita voy con la bomba figúrate tú que habíamos picado la torta yo me comí mi pedazo y el de Mami ella no come dulce después de la quinta champaña iba por la octava cáete de espaldas ya habían repartido el cotillón se oía aquel escándalo de piticos chicharras gurrufíos cerbatanas que sonaban tutu ranitas que sonaban cuacuá llovían las serpentinas y los papelillos no tocaba la Billo sino el conjunto de repuesto en ese momento era un valse ¿a quién se le ocurriría pedir un valse? una música tan fu tan espérate Xiomara espérate vuélvete a caer de espaldas de repente bajó por el cerrito que viene de la avenida principal qué desastre de repente nada menos que una mujer en pantaletas ay chica sin sostén ni nada más arriba con las tetas afuera unas pantaletas rojas con encajitos negros una cosa horripilante ponte amarilla era esa mujer que llaman la Mona Lisa la misma después supe el nombre porque me lo dijo el Tite baja descaradamente por la grama del cerrito la Mona Lisa casi en cueros Xiomara todo el mundo se quedó mudo de entonces ella dijo en alta voz meneaba las nalgas al borde de la piscina ella dijo gritando ¿Aquí es el bonche del Pibe Londoño? qué va no venía sola qué iba a venir sola detrás de ella la Mona Lisa bajaron nada menos que Victorino Peralta en calzoncillos y Güillian el inglesito y el loco Ramuncho tú los conoces bien todos en calzoncillos me aterro desnudos de la cintura para arriba presumiendo de sus músculos gorda moles de tanto hacer pesas y esas caras de malandros yo nos los puedo ver ni en pintura a los de la patota acaban con las fiestas se creen superiores se creen Papa Dios bestias es lo que son no te la pierdas parece que no los invitaron los negrearon resolvieron vengarse cobrársela Xiomarita lo peor era que nadie se movía unos miraban aquella desgracia con curiosidad otros estaban paralíticos de miedo ensuciados chorriados nadie reaccionaba de repente salió el doctor Londoño de allá adentro fúrico vuelto un energúmeno los insultó bandidos inmorales salgan inmediatamente de esta casa y se le fue encima a los patoteros ay Xiomara qué locura Victorino le puso la mano en la pechera al doctor Londoño al papá de la Nena el dueño de la casa niña estaba de frac cayó entre los lotos y el cisne parecía un pingüino un oso polar qué barbarie no te rías Xiomara tú si que eres aquello daba ira rabieta desesperación la China Gordielles se soltó a llorar como loca un ataque de purita histeria tú la conoces Ramuncho un monstruo es lo que es la agarró por los hombros ¡pum! también la tiró al agua no te rías me iba muriendo la pobre China flotando entre los lotos con su vestido blanco de velitos qué agonía igualita a Ofelia dijo mi pelón ¿quién será esa Ofelia? y también fue a parar a la piscina un viejito baboso de esos que llaman la generación del 28 y a mister Güilquinson le metieron un piñazo que por poco le parten la quijada y después corrieron por la puerta principal tumbando jarrones tumbando mesitas arrancando cortinas la Mona Lisa adelante Victorino corrió de último porsia unos salvajes es lo que son ¿okey? no Xiomara qué va niña los policías no aparecieron por ninguna parte los papas de las muchachas gritaban delincuentes cuando ya se habían ido gritaban ésta la van a pagar cara los vamos a demandar los vamos a denunciar por la prensa con nombres y apellidos les vamos a caer a tiros uno hasta sacó el revólver cuando ya se habían ido qué gracia cuando ya se habían ido ninguno va a hacer nada te lo juro mijita son los hijos de sus mejores amigos más vale echarle tierra a las cosas olvidarse de ¿cómo van a pelearse con el doctor Argimiro Peralta Heredia y con don Filiberto Ustáriz? porque también estaba Ezequiel Ustáriz en la joda esa yo los odio a los patoteros abusan de su musculatura pelean sobre seguro con ventaja gozan ridiculizando a la gente después corren en el fondo son unos yo los odio a muerte ay chica se me olvidaba contarte que a Járold mi pelón también lo tiraron al agua figúrate tú estaba estrenando un esmoquin que le queda bello no sabe nadar figúrate tú el chofer de la casa tuvo que sacarlo respiración artificial qué desesperación ¿verdad que dan ganas de llorar gorda? chao gorda me muero gorda chao.

Victorino los dejó celebrando a carcajadas y codazos el naufragio de la fiesta de la Nena Londoño, la Mona Lisa había renunciado para siempre a sus vestiduras, cabalgaba desnuda por las avenidas del Country, Lady Godiva a horcajadas sobre la moto de Ramuncho, Victorino los dejó celebrando, enrumbó el Maserati carretera panamericana arriba, neblina arriba, hasta más allá de Los Teques, hasta más allá de Los Colorados, hasta más acá de Guayas, hasta una hondonada donde duendes en gavilla, que siempre andan sueltos por los valles de Aragua, o quizás ruidos congénitos del monte, le ordenaron devolverse. El Maserati iniciaba el descenso cuando Victorino encendió sin premeditación la radio, fluyó inesperadamente de los metales la Filarmónica de Berlín, fluyó inesperadamente de las maderas la Sinfonía Fantástica, era una música desconocida para Victorino, el desfogue romántico de los violines le impidió apagarla, cuando se serenaron los violines lloró la trompa aislada y melancólica, Estoy jarto de toda esta vaina, pensó Victorino, Victorino tiene que irse de este desdichado país, Malvina, de este embrión de país, de este feto de patria conservado en un frasco de alcohol, se llevará el recuerdo de usted por único equipaje, tomará un trasatlántico de nombre Malvina, navegará por mares con sabor a Malvina, bajo cielos color Malvina, hasta puertos donde nadie sepa quien es, hasta suburbios, donde los relojes digan doce veces Malvina para anunciar la medianoche, y usted permanecerá viva y sepultada en esta cárcel con pretensiones de país, gladiolo de la misa de doce, lirio de la cancha de tenis, clavel de la barrera de sombra, tulipán de la canasta, nomeolvides de las discotecas, virgo potens, virgo clemens, virgo prudentísima, hasta que se case, hasta que la casen con uno de esos cuarentones amigos de la familia, doctor en leyes, o ingeniero civil, o miembro de la Bolsa de Caracas, bolsa de Caracas, jamás presenció Caracas una boda tan, Victorino tiene que irse de esta caricatura de país, Malvina, la iglesia reventaba de música y de luces, qué linda está la novia, parece un arcángel la novia, usted camina majestuosa por entre los murmullos de las viejas y las frases del órgano, ¿Acepta usted por esposo?, Victorino recibe la noticia en Copenhague, la tropieza en un periódico del mes pasado, diciembre, sobre una mesa del consulado, viene su foto de azahares y una lista abrillantada de invitados, Victorino preferiría la tarjeta de entierro, ha fallecido cristianamente la señorita Malvina Peralta Ulloa, qué golpe tan recio, qué dolor en el pecho, pero es más llevadero que, tiene que escaparse de este país, Malvina, por mares color Malvina, hasta muelles brutales donde le den trabajo de estibador, beberá ginebra pura en tabernas olorosas a brea y aserrín, de brazo con los marineros y las prostitutas, les hablará de una prima y novia suya, ellos se burlarán obscenamente de sus lamentaciones, Victorino estrellará su vaso sobre el cobre relumbroso del mostrador, tiene que marcharse de este horrible país, Malvina, con el recuerdo suyo por único equipaje, con su dulce recuerdo, Malvina. El rasgo del arpa aparece entre los violines como una tórtola viuda que cantara bajo la lluvia, al conjuro de la batuta de von Karajan se trenza la arrebatada tolvanera del valse, el Maserati desovilla armoniosamente las curvas de la montaña, Es una mierda todo y yo mismo soy una mierda, pensó Victorino, el embrollo lo descubrieron aquella noche en que usted celebraba su fiesta de cumpleaños, Malvina, Victorino se puso a bailar con usted toda la noche sin saber por qué, él tenía una novia llamada Lucy que rompió a llorar desconsoladamente cuando los vio bailando de ese modo, no es correcto que cosas así sucedan entre primos hermanos, en otra época a usted le gustaba treparse a su motocicleta, se apretaba contra su suéter y él sentía en la espalda el calorcito de sus senos, en otra época se bañaban juntos en la piscina, Victorino nadaba silenciosamente debajo del agua para brotar de pronto entre sus, en otra época usted no lo llamaba Victorino como todo el mundo sino Jefe Indio, ¿por qué Jefe Indio?, pero no descubrieron el embrollo sino aquella noche de su fiesta, Lucy sollozaba bajo las palmas del jardín, quería morirse, Victorino bailaba con usted y con usted, cada vez más cerca, cada vez más olvidados usted y él de los ojos que los rodeaban, parece increíble que dos primos hermanos, Victorino tiene que desaparecer de esta tierra hosca y emponzoñada, la gente mira con rencor de prestamista, por donde uno camina no pisa sino estiércol y odio, bejucos de odio, pajonales de odio, Victorino tiene que huir de este país, Malvina, bailaba con usted y la besó en la boca, nadie les importaba, Mami no íes quitaba la vista desde su mesa, ¡dos primos hermanos!, Mami pálida y asombrada entre botellas de champaña y candelabros, Lucy había desaparecido, Victorino la llamó por primera vez Mi perrita linda, su corazón giraba incendiado a los pies de usted como un trompo perpetuo, tiene necesidad de su cuerpo, Malvina, debe escaparse de este país, su corazón gira que gira a la sombra de sus ojeras, salir a remo y vela de este país, de este pobre país. El oboe y el corno inglés desgarran sus cuitas pastoriles, resucita la mañana sobre los valles, renace la luz entre los ijares colosales de los cerros cercanos, amuralladas catedrales verdes irrumpen de la sombra, toros de cielo negro vadean esteros grises, toros de cielo negro se empotreran en dehesas azules, se erige rescatada de la noche la tornadiza cartografía de las nubes, de los barrancos sube un olor a hierba recién cortada, un olor a cañamelar cimbrado por el viento, un olor al resuello de los inmensos árboles floreados, la flauta y el clarinete revolotean por entre el espigueo de los violines, cuántos verdes distintos acuden al llamado, desde el verde desvalido que amarillea en la ladera próxima hasta el verde ronco y misterioso que negrea en los remotos cangilones, irse de este país, dar la espalda a estos acicalados paisajes de regadío, renegar de estas mórbidas laderas oportunistas, Se cansa uno, no jo, pensó Victorino, usted y su impenetrable vientre enamorado, Malvina, si Victorino se quedara con usted en este país, si renunciara a su realenga libertad, si pisoteara sus principios que le ordenan ser diferente a los demás, si se domesticara para vivir a la sombra de usted como un cocker spaniel, orejón y peludo como un cocker spaniel, el padre de Victorino les regalaría de matrimonio una espléndida finca arrebujada en este despilfarro de verdes,

el padre de usted les abriría una linda cuenta en el National City Bank, don Victorino Peralta criador de caballos pura sangre, don Victorino Peralta criador de becerros holstein y de pollitos W. horn, ese es él, su bella esposa Malvina Peralta de Peralta montada en una yegua baya, esa es usted, qué apabullante felicidad, qué fastidio rural, Malvina, Victorino prefiere escaparse de este país, viajar con el recuerdo de usted bajo el brazo como un portafolios, que le den una puñalada en una taberna de Rotterdam, él no es sino un patotero triste, Malvina, la juventud es la más confusa de las tristezas, él la llama desde la deprimente soledad que enfrenta el motor de su automóvil, usted no le responde, le responde el redoble de las nubes pizarra que se aglomeran allá lejos, la llama nuevamente porque tiene hambre de su cuerpo, Malvina, le responden tan sólo las nubes oscuras con su trémolo de cuatro timbales, la llama y la llama desde sus torreones claudicantes, Malvina, ni siquiera las nubes sucias le responden, Victorino tiene que huir de este silencio. Victorino aceleró la velocidad del Maserati, apremiado por el baquetazo de los timbales, por el contraluz guerrero de las trompetas, por el rezongo enconado del contrabajo, arrastrado por el brisote de todos los arcos, sometido a la constante acentuación de la Marcha al Cadalso, el Maserati desplazaba raudales de aire impávido, contra los cristales morían crucificadas las mariposas amarillas, el Maserati era un relincho de plata que bajaba de la montaña como la voz de Jehovah, ¿Soy o no soy el grande de la patota? pensó Victorino, sí es, Malvina, Victorino Peralta enciende un fogón para quemar los caletres del bachiller en filosofía, a Victorino Peralta le dan vómitos las componendas falderas del hijo de familia, Victorino Peralta le tira una trompetilla a las poses heroicas del joven revolucionario, Victorino Peralta se caga en el raquitismo y en la inspiración del poeta hermético, Victorino Peralta no tiene otra profesión sino el orgullo de no tener ninguna, duro de pectorales, Malvina, duro de bíceps, duro de maseteros, duro de corazón si viene al caso, propietario y piloto de esta máquina prepotente que obecede a sus manos y a sus pies y a sus gritos, Malvina, como un burrito de panadería. Los cauchos desafinan en las curvas, los cauchos chillan azuzados por la zalamería del fagote, espoleados por el pizzicato neurálgico de los violines, el velocímetro marca 110 cuando pasan al viejo Dodge cremoso, 120 cuando pasan al Buick azul, 125 cuando pasan al Cadillac negro, Victorino maneja con una precisión invulnerable, la izquierda en las 11 de un reloj imaginario, la derecha en las 3 de un reloj imaginario, 130 cuando pasan al camión de carga que pretendía estúpidamente no dejarse pasar, el camionero grita una insolencia que se la lleva el viento, Soy un machete pelado como volante, pensó Victorino, Victorino tiene sobrado derecho a correr a 140 kilómetros por hora, Malvina, Victorino domina este tremendo Maserati como si fuera un burrito de panadería, Victorino lleva grabada en el cerebro la explicación de cada tuerca, de cada alambre, de cada gota de gasolina, y luego la pericia de Victorino, sus músculos sus reflejos sus nervios, este descenso a 150 kilómetros por hora es un pasatiempo tan inofensivo como el paseo de un bebé en su cochecito de encajes, Victorino logrará algún día fugarse de este país, Malvina, disputará verdaderas, disputará auténticas carreras de automóviles, en Monza y en Le Mans, Victorino Peralta de casco y sonrisa, la insuperable estrella suramericana, el nuevo Fangio, ramos de flores y besos de muchachas rubias a la llegada, lástima que se haya matado el campeón inglés en la última curva, lo asaltan los fotógrafos, Malvina, lo arrinconan las buscadoras de autógrafos, Victorino Peralta ha batido el record mundial gritan los altavoces, Malvina, eso sí será correr contra los relojes y contra la muerte, no esta excursión de aficionados, esta procesión a 160 podridos kilómetros por hora, repitiendo una ruta que conoce como la palma de sus manos, Malvina, en una aparatosa máquina ornamental que domina como un burrito de panadería. De repente comenzó a llover sobre los campos y sobre el macadam, Victorino había corrido al encuentro de las nubes pizarra que se aglomeraban en la lejanía, al encuentro de un aguacero hosco que ahora caía sobre él en grandes goterones sesgados, greñas de pantano se desprendían del cerro y atigraban de ocre la carretera, el limpiaparabrisas desbarataba espesas telarañas de agua, los platillos de la Filarmónica de Berlín rechinaron a la luz de un relámpago, Victorino no disminuyó la velocidad, no era necesario disminuirla, no era, en la curva donde pusieron el cartel de la Orange Crush, ahí fue la cosa, las ruedas traseras del Maserati perdieron adhesión, los cauchos patinaron sobre el cemento húmedo, la mole violenta del automóvil se ladeó en diagonal buscando el talud del cerro, Victorino sabía perfectamente que en esos casos no se frena, no se frena jamás en las derrapadas, Victorino

cambió la velocidad, Victorino pisó el acelerador, era la maniobra indicada para evitar el encontronazo a la izquierda, para evitar el despeñamiento a la derecha, Victorino la ejecutó limpiamente, entonces brotó de la lluvia, entonces apareció en sentido contrario aquel autobús color violeta atestado de pasajeros y gallinas, desbordante de niños y canciones, Victorino enfurecido por su puerco destino dio un manotón violento al volante, el Maserati torció su embestida hacia el precipicio, Victorino no, Malvina, miperrita linda, carajo, Mami, pensó Victorino, los aterrados pasajeros del autobús color violeta sólo vieron un relincho de plata que cruzaba el tejido de la lluvia, los niños del autobús enmudecieron para escuchar un estruendo de yunques y trombones que daba tumbos entre los peñascos hasta detenerse en un clamoroso rígido iracundo acorde final.

Pero la sinfonía no había terminado, Malvina. En virtud de un milagro de Orfeo, hijo de Apolo, o en su defecto de Santa Cecilia, esposa de San Valeriano, la Filarmónica de Berlín continuó tocando en la entraña del abismo, en medio de un amasijo de heléchos aplastados, hierros retorcidos, humareda y despojos, sí, Malvina, despojos. También sonaba el estrépito del aguacero pero tan vocinglero que costaba trabajo precisar si era rumor del agua o algazara de brujas empecinadas en celebrar un inadmisible aquelarre matutino en torno al cadáver de aquel adolescente. El aguacero estridente y burlón (la lluvia montada en palos de escoba) decía con extravagancia goyesca de clarinete requinto:

Tú pensabas escapar de este hermoso país, pobre muchacho muerto, usaremos tu semen como ungüento para empinar nuestras tetas flácidas, usaremos tu sangre como bálsamo para alisar nuestras nalgas arrugadas, tu semen mezclado con belladona y mandragora, tu sangre perfumada con opio y cicuta, pobre muchacho muerto que soñabas con desertar de este maravilloso país.

Fue preciso que acudiera el viento en alegato de los restos de Victorino, un viento tan encarnizado que no se sabía si era el viento o si hermandad de frailes encapuchados que entonaban la más nefaria versión del Dies Irae que imaginarse pueda:

Dies irae, dies illa

solvet saeclum in favilla,

Lucifer con su morcilla se frota la rabadilla,

eran los frailes del viento juramentados para malograr el aquelarre de las nubes.

Las abominables hechiceras se hallaban en manifiesta desventaja a esa hora temprana, sin murciélagos ni tinieblas, bajo esa luz del día refractaria al vuelo de las escobas, y a las misas negras y a las tarantelas sicalípticas. Para complemento, desde una ermita solitaria repicaron, en auxilio de los monjes oficiantes, las parcializadas campanas del papa romano.

Dies irae,

dies illa solvet saeclum in favilla,

Lucifer con su morcilla

se rasca la rabadilla.

Judex ergo cum sedebit

quidquid latet adparebit

debéis alzarle el rabebit

para besarle el culebit.

Huyeron finalmente en ritmos encabritados las brujas de la lluvia, vencidas por la implacable solemnidad del canto llano. Escampó a todo lo ancho del valle. Un arcoiris de postal azucaró los cielos. En jaspeada gritería descendían por las vertientes los pasajeros del autobús, encabezados por sus niños cantores, y descendían con ellos los trajes rojos de los bomberos, y el verde oliva de los guardias nacionales, y los pañolones blancos de las campesinas, una muchedumbre bajó por las Vertientes en un tutti orquestal, para asombro y desbandada de las lagartijas. Ahí sí terminó el concierto de Berlioz, Malvina. El pajarraco negro que se había posado en la frente apaciguada de Victorino, huyó en un aleteo rastrero y grotesco.

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