Para Josep Rocafort
Fue ella quien se metió tan suave en mi cabeza
que yo no supe cuándo dejé de ser yo misma.
Fue ella quien me vertió su néctar en los ojos
para que en mi ceguera sólo hubiera una imagen.
Ella fue, despeinada y rebelde, la que torció mis pasos
hacia el camino único que marcaba su huella.
Su huella
que mientras avanzaba
iba borrando todo
el principio y el fin.
La visión, ODETTE ALONSO