[1]. «Ciertos fragmentos (por ejemplo, la introducción teórica) sonaban ahora tan pedantes que hasta podían aprovecharse apenas retocados, porque un nuevo contexto los dotaría de un aire farsesco; también debía preservarse, como aliciente cómico de carácter retrospectivo, el insufrible tono de presunción que emanaba de otros pasajes.» Lo suscribo in toto.

[2]. Es, por comodidad, paráfrasis de Soldados de Salamina, III: «Fue en aquel momento cuando recordé el relato de mi primer libro que Bolaño me había recordado en nuestra primera entrevista, en el cual un hombre induce a otro a cometer un crimen para poder terminar su novela, y creí entender dos cosas. La primera me asombró; la segunda no. La primera es que me importaba mucho menos terminar el libro que poder hablar con Miralles; la segunda es que, contra lo que Bolaño había creído hasta entonces (contra lo que yo había creído cuando escribí mi primer libro), yo no era un escritor de verdad, porque de haberlo sido me hubiera importado mucho menos poder hablar con Miralles que terminar el libro.»

Загрузка...