Agradecimientos

Tengo una enorme deuda con las siguientes personas:

Mi esposo, que no solo sobrevivió al cáncer, a la quimioterapia, y a las complicaciones del pasado año, sino que, mucho más impresionante, sobrevivió a la redacción de esta novela con buen humor y gentileza.

Mis brillantes agentes, Russell Galen y Danny Baror, que han sobrevivido a tenerme de cliente durante más de veinte años.

Mis amigas Kathleen O'Malley y Anne Moroz, que animosamente vadearon este intimidatorio manuscrito y me ofrecieron sin reparos sus comentarios.

Y sobre todo mis editores, Charles Spicer de St. Martin's Press y Emma Coode de HarperCollins UK, ambos consumados profesionales y dotados de una infinita paciencia. Charlie y Emma hicieron lo imposible para que pudiese atender a mi marido durante su enfermedad. El resultado fue que el libro se entregó una eternidad más tarde. Desearía saber las palabras que me permitiesen transmitir mi profunda gratitud por su bondad, y mi pesar por haberles exigido hasta el límite para entregar el manuscrito acabado a la imprenta. Para ellos, tengo estas palabras: gracias, Charlie. Gracias, Emma.


De acuerdo con la tradición historiográfica, tanto los nombres de los miembros más relevantes de la familia Médicis como la familia misma se han castellanizado; de ese modo, se podrá leer Cosme (no Cosimo) y Juliano (no Giuliano) de Médicis. (N. del E.)

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