El león, el zorro y el asno se asociaron para ir de caza.
Cuando ya tuvieron suficiente, al regresar del bosque, el león dijo al asno que repartiera el botín entre los tres. Hizo el asno tres partes iguales y pidió a los otros dos que escogieran la suya. Indignado, el león saltó sobre el asno y lo devoró.
Entonces pidió al zorro que tuviera la bondad de hacer el reparto.
El zorro hizo un montón con casi todo lo que habían cazado, y dejó para sí sólo unas piltrafas.
– ¿Quién te ha enseñado, excelente colega, a repartir tan bien? -dijo el león-. Lo has hecho a la perfección.
– ¡Pues el asno, señor! He sido testigo de su destino.
Feliz es el hombre que aprende de las desgracias ajenas.
Esopo