Quisiera agradecer sinceramente al Fondo de Desarrollo de la Cultura y las Artes, por el financiamiento de muchas de estas horas de escritura.
Al poeta Oscar Castro, por el uso y abuso de su poema.
A Juan Andrés Piña, por ser el mejor de los editores.
A Paula Serrano, por su enorme ayuda y acertadas correcciones.
A Alberto Fuget, por su buena onda.
A Héctor Soto, y a los que leyeron, sugirieron y apoyaron.
Y a todos los que trabajaron en la Comisión de Verdad y Reconciliación, a los famosos y anónimos, ese pedazo de memoria y dignidad, para que el país no lo olvide.
[1] Los saltos de página del libro original han sido reemplazados por tres asteriscos. (Nota de el Trauko).