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– Están riquísimas -dijo Gekrepten-. Ya me comí dos mientras las freía, son una verdadera espuma, creeme.

– Cebá otro amargo, vieja -dijo Oliveira.

– En seguida, amor. Esperá que primero te cambio la compresa de agua fría.

– Gracias. Es muy raro comer tortas fritas con los ojos tapados, che. Así deben entrenar a los puntos que van a descubrirnos el cosmos.

– ¿Los que van volando a la luna en esos aparatos, no? Los meten en una cápsula o algo así, ¿verdad?

– Sí, y les dan tortas fritas con mate.


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