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– Hiciste muy bien en venir -dijo Gekrepten, cambiando la yerba-. Aquí en casa estás mucho mejor, cuantimás que allá el ambiente, qué querés. Te tendrías que tomar dos o tres días de descanso.

– Ya lo creo -dijo Oliveira-. Y mucho más que eso, vieja. Las tortas fritas están sublimes.

– Qué suerte que te gustaron. No me comas muchas que te vas a empachar.

– No hay problema -dijo Ovejero, encendiendo un cigarrillo-. Usted ahora me va a dormir una buena siesta, y esta noche ya está en condiciones de mandarse una escalera real y varios póker de ases.

– No te muevas -dijo Talita-. Es increíble cómo no sabés quedarte quieto.

– Mi esposa está tan disgustada -dijo Ferraguto.

– Servite otra torta frita -dijo Gekrepten.

– No le den más que jugo de frutas -mandó Ovejero.

– Corporación nacional de los doctos en ciencias de lo idóneo y sus casas de ciencias -se burló Oliveira.

– En serio, che, no me coma nada hasta mañana -dijo Ovejero.

– Esta que tiene mucho azúcar -dijo Gekrepten.

– Tratá de dormir -dijo Traveler.

– Che Remorino, quedate cerca de la puerta y no dejés que el 18 venga a fastidiarlo -dijo Ovejero-. Se ha agarrado un camote bárbaro y no habla más que de una pistola no sé cuántos.

– Si querés dormir entorno la persiana -dijo Gekrepten-, así no se oye la radio de don Crespo.

– No, dejala -dijo Oliveira-. Están pasando algo de Falú.

– Ya son las cinco -dijo Talita-. ¿No querés dormir un poco?

– Cambiale otra vez la compresa -dijo Traveler-, se ve que eso lo alivia.

– Ya está medio lavado -dijo Gekrepten-. ¿Querés que baje a comprar Noticias Gráficas?

– Bueno -dijo Oliveira-. Y un atado de cigarrillos.

– Le costó dormirse -dijo Traveler- pero ahora va a seguir viaje toda la noche, Ovejero le dio una dosis doble.

– Portate bien, tesoro -dijo Gekrepten-, yo vuelvo en seguida. Esta noche. comemos asado de tira, ¿querés?

– Con ensalada mixta -dijo Oliveira.

– Respira mejor -dijo Talita.

– Y te hago un arroz con leche -dijo Gekrepten-. Tenías tan mala cara cuando llegaste.

– Me tocó un tranvía completo -dijo Oliveira-. Vos sabés lo que es la plataforma a las ocho de la mañana y con este calor.

– ¿De veras creés que va a seguir durmiendo, Manú?

– En la medida en que me animo a creer algo, sí.

– Entonces subamos a ver al Dire que nos está esperando para echarnos.

– Mi esposa está tan disgustada -dijo Ferraguto.

– ¡¿Pero qué significa esa insolencia?! -gritó la Cuca.

– Eran unos tipos macanudos -dijo Ovejero.

– Gente así se ve poca -dijo Remorino.

– No me quiso creer qué necesitaba una Heftpistole -dijo el 18.

– Rajá a tu cuarto o te hago dar un enema -dijo Ovejero.

– Muera el perro -dijo el 18.


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