13

Ella lo amaba. Mike no lo había imaginado, jamás se habría atrevido a imaginar esa posibilidad. Pero en ese momento tenía el corazón desbocado y la mente hecha un torbellino. No podía pensar en nada más.

– Repítelo -pidió.

– No.

– ¿Por favor?

Eso la sorprendió, y él comprendió que le había mostrado muy pocas veces su lado gentil, educado y tierno, al menos fuera de la cama. Eso iba a cambiar, porque tenía la intención de hacerla la mujer más feliz del mundo.

– Creo que deberías irte -anunció ella con calma; solo en sus ojos se reflejaba el pánico que sentía.

– No, no fue eso lo que dijiste -ladeó la cabeza y sonrió, aunque estaba tan nervioso que apenas era capaz de respirar-. Vuelve á intentarlo.

– No, quería decir que creo que debes irte. Ahora.

Él miró a Louisa, quien se encogió de hombros con gesto de simpatía.

– Tenéis cosas de las que hablar -indicó-. Voy a daros algo de intimidad.

– No la necesitamos -se apresuró a manifestar Corrine, pero su madre le puso un dedo en los labios.

– Escúchalo, cariño. Por una vez, relájate y escucha.

Se marchó y Corrine se quedó allí con expresión rebelde. Mike sabía que en esos casos siempre plantaba cara. Con pelea o discusión, con calma o agitados, iban a hablar.

– Podemos conseguirlo -musitó-. Podemos lograr que funcione, sin importar cuáles sean nuestros trabajos ni lo diferentes que seamos. ¿Me entiendes? -ella tenía la vista clavada en los zapatos-. Si nos esforzamos, nada podrá detenernos -insistió.

– Se me ocurren muchas cosas que podrían detenernos.

– ¿Como cuáles? -sonrió al ver su miedo-. Sé que asusta -le tomó las manos-. La verdad es que llevo asustado desde el día en que te conocí, y no me había dado cuenta de ello hasta hace unos momentos, cuando dijiste que me amabas -ella emitió un sonido de desdicha y furia y trató de soltarse las manos. No la dejó-. Yo también te amo, Corrine. Siempre te he amado y siempre te amaré.

Ella ni parpadeó.

– ¿Qué has dicho?

– Que yo también te amo -aguardó hasta que Corrine lo asimilo-. Quiero que lo nuestro funcione.

– Funcione.

– Y quiero que sea para siempre. Con un vestido blanco, una furgoneta y niños…

– Niños.

– O no -se encogió de hombros-. Lo que busquemos los dos, eso es lo que de verdad me interesa.

– Interesa.

Mike tuvo que sonreír.

– Pareces un loro. Dime que son buenas noticias. Dime que eras sincera en lo que le dijiste a tu madre. Que sabes que podemos conseguirlo -lo miró fijamente-. Dime algo. Cualquier cosa.

– Me amas.

– Sí.

– Quieres casarte.

– Sí. Aguarda, no lo he hecho bien -se apoyó sobre una rodilla y le tomó otra vez la mano-. Corrine -comenzó con el corazón en un puño-. Entraste en mi vida para cambiarla para siempre con tu increíble sonrisa y vehemente pasión. Tú…

– Dios mío. ¿Te estás… declarando?

– Lo intento.

– Entonces será mejor que te des prisa -de su boca escapó una leve risa-. No creo que las piernas me aguanten mucho.

– ¿Mencioné lo mandona que eres?

– Mike…

– Sí -rio-. Me estoy declarando. Te amo, Corrine. Quiero amarte para siempre. ¿Quieres casarte conmigo?

– Si estás atraído por la pasión y una sonrisa, te las ofrezco gustosa. No tienes que casarte por eso.

– Lo sé -tiró de ella hasta que se puso de rodillas delante de él-. Pero quiero casarme contigo.

– Sigo teniendo un rango superior en el trabajo -advirtió.

– No es una broma -sonrió-. De hecho, quiero despertar junto a ti cada mañana durante el resto de mi vida.

– Me has visto a primera hora de la mañana, ¿verdad? -preguntó ella con suspicacia.

– No, no lo he hecho.

– No es una broma.

– No, no lo es. La respuesta es sí o no.

– ¿Cómo puede ser tan fácil? -gritó-. Dios mío, me miras directamente a la cara y me propones ma… ma

– Matrimonio. La palabra es matrimonio.

– Este asunto es improcedente.

Le enmarcó la cara entre las manos y aguardó hasta que los ojos asustados lo miraron.

– ¿Me amas?

– Esto es ridículo.

– ¿Me amas?

– Sí -dijo con sencillez, apoyando las manos en las de él-. Es una locura, pero te amo, Mike.

– Entonces todo lo demás es fácil -por primera vez desde que la conocía sintió que el corazón se le relajaba. Podría haber volado a Marte sin nave-. Sé mi comandante, mi amante, mi mejor amiga, mi esposa. Sé mi vida, Corrine, cásate conmigo.

– Lo haré, Mike. Sí, lo haré.

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