Agradecimientos

Este libro no habría podido escribirse sin el apoyo y los conocimientos de la criminalista Susan Flaherty. Susan no sólo tuvo la enorme amabilidad de llevarme a su lugar de trabajo en el Laboratorio Criminalístico de Boston, sino que también respondió con paciencia a todas mis preguntas técnicas. Todos los errores son míos.

Mi agradecimiento a Gene Farrell, cuya colaboración fue inestimable en las cuestiones sobre procedimiento policial, al igual que a Gina Gallo. George Dazkevich me ayudó a comprender gran parte de la información referente a ordenadores sin reírse demasiado.

Me gustaría hacer una mención especial para Dennis Lehane, por sus muchas palabras de apoyo y aliento a lo largo de los años, por sus consejos y su amistad.

Un agradecimiento especial a los escritores y amigos John Connolly y Gregg Hurwitz, quienes tuvieron la paciencia de leer todas las versiones del manuscrito y ofrecerme sus consejos.

Y, por último, aunque no por ello menos importante, un sincero agradecimiento a mi publicista y amiga Maggie Griffin. Por todo. Eres la mejor, Mags.

La escritura, al menos en mi caso, es un proceso más doloroso que placentero. Desaparecidas fue una obra especialmente difícil, y hay toda una serie de personas que merecen mi agradecimiento por su ayuda y por su amabilidad al soportarme: Jen, Randy Scott, Mark Alves, Ron y Barbara Gondek, Richard Marek, Robert Pépin y Pam Bernstein. Mel Berger me ayudó en los momentos difíciles y leyó con atención todos los capítulos de esta novela. Mi editora, Emily Bestler, me ofreció consejos que mejoraron la novela. Gracias, Emily, por tu increíble paciencia.

También merece mi agradecimiento el excelente libro de Stephen King On Writing, así como las canciones de U2, sobre todo el álbum How to Dismantle an Atomic Bomb, que fue la música de fondo durante todo el largo proceso de reescritura.

Lo que tienen en las manos es una obra de ficción. Eso significa que, como James Frey, todo ha salido de mi imaginación.

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