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A las dos de la madrugada.

Como la mayoría de las noches desde que Cathy había hecho su confesión, Peter tenía problemas para dormir.

Irónicamente, según el Monitor Hobson de la pared, Cathy estaba en lo más profundo del sueño REM. Peter podía oírla respirar a su lado.

Se habían ido a la cama a las 23.30. Dos horas y media antes. Tiempo suficiente para leer un libro corto o ver una película larga o, si los hubiese grabado y se saltase los anuncios, para ver tres episodios de una serie de televisión de una hora.

Pero no había hecho ninguna de esas cosas. Simplemente se había quedado tendido en la oscuridad, moviéndose y girándose ocasionalmente, oyendo el zumbido de los ventiladores de mesa.

Peter tenía la boca seca, y ganas de orinar. Salió de la cama y se abrió camino fuera del dormitorio en la oscuridad y bajó las escaleras.

Visitó el baño de la planta baja, luego se dirigió al cuarto de estar y se sentó en el sofá.

Las persianas verticales de las ventanas estaban cerradas, pero entraba algo de luz de la lámpara de fuera. Mirándole como ojos robóticos había pequeños LEDs rojos y verdes en los protectores de tensión de varios enchufes de pared. Diversas luces y un reloj digital brillaban frente al vídeo. Peter palmeó el tapizado del sofá hasta que encontró el esbelto control remoto negro. Encendió el televisor y comenzó a cambiar de canal.

Canal 29, desde Buffalo, Nueva York: un infoanuncio, promocionando un equipo para hacer en casa una operación de cambio de nariz. Devolución del dinero garantizada.

Canal 22, la Canwest Global Network: Paseo nocturno, el programa más barato del mundo con contenido canadiense; un tipo con una videocámara dando un paseo de madrugada por las calles del centro. Era sorprendente que no lo asaltasen.

Canal 3, Barrie, Ontario. Una reposición de Star Trek. A Peter le gustaba jugar a identificar el episodio; normalmente le bastaba con un solo cuadro. Aquél era fácil; uno de los pocos episodios filmados en exteriores. Y tenía a Julie Newmar con una peluca rubia. «Friday's Child». Ni mucho menos uno de los mejores, pero Peter sabía que en diez segundos, McCoy entonaría el clásico «Soy médico, no un escalador». Esperó a ese diálogo, y luego cambió.

Canal 12, la red francesa CBC. Había una chica guapa en la pantalla. Peter sabía por larga experiencia que cuando una mujer atractiva aparecía de noche en la red francesa, se pondría en topless en menos de cinco minutos. Pensó en esperar, pero decidió volver a cambiar.

Canal 47, Toronto: otro infoanuncio. Tupés por ingeniería genética: el pelo falso (en realidad un tipo especial de hierba que usaba un pigmento marrón en lugar de clorofila) crecía de verdad, por lo que incluso los calvos podrían oír decir a los amigos, «parece que es hora de un corte de pelo, Joe». Peter, que tenía una calva del tamaño de un disco de hockey, se maravilló de la vanidad. Por otra parte, quizá su suegro usaría algo así.

Volvió a cambiar. La BBC World Service sobre CBC Newsworld.

Una historia sobre los conflictos étnicos en la guerra brasileña en la CNN.

En el teletexto información bursátil.

La Cadena Meteorológica, con la predicción de mañana en Auckland, Nueva Zelanda; como si a alguien en Canadá le importase un carajo.

Peter suspiró. Un inmenso desierto.

Mientras pasaban las imágenes, pensó en los simulacros que Sarkar había creado.

Sarkar había eliminado características en dos de los sims.

Cambiándolos. Quitando las partes que no deseaban.

Quizás el conocimiento de la aventura de Cathy también pudiese ser eliminado.

Quizás, entonces, los sims, al menos, pudiesen dormir bien por las noches.

Deseó que sus propios recuerdos pudiesen ser alterados con tanta facilidad.

Ya podía ver el anuncio. ¿Se siente deprimido por algo? ¿Culpable? ¿Dolorido? ¿Alguien le ha hecho daño? ¿Ha hecho usted algo mal? ¡Elimínelo! Arranque esos recuerdos problemáticos. Ahorre una fortuna en terapia. Las operadoras esperan. Pídalo ahora. Devolución del dinero garantizada.

Soy un médico, no un escalador.

Soy un marido, no una alfombrilla.

Soy un ser humano, no un programa de ordenador.

Ahora eran las tres de la madrugada. Una nueva tanda de infoanuncios. Episodios de El equipo A y Alien Blue e incluso el viejo Spenser.

El Nikkei baja doscientos puntos.

Tormentas en Kuala Lumpur.

—¿Peter? —Era la voz de Cathy, tenue y débil.

Él miró. Bajo la débil luz, podía verla en la escalera con un camisón negro de seda. No lo llevaba cuando se habían acostado.

Peter comprendió instantáneamente el significado del momento. Habían pasado meses desde que habían hecho el amor. Él no tenía deseos de hacerlo, y ella también había parecido indiferente. Pero ahora, habiéndose despertado quizá por duodécima vez en los últimos días y encontrando que él se había ido de la cama, ella venía a buscarle.

Peter no sabía si estaba listo para reasumir las relaciones físicas. No tenía más ganas hoy que ayer o el día anterior. Pero ella estaba allí en las escaleras, su rostro como una máscara, intentando ocultar las emociones que bullían debajo. Rechazarla sería un error. ¿Quién sabía cuándo volvería a dar el paso? ¿Quién sabía cuándo se volvería a sentir dispuesta a iniciar algo?

Peter sintió que el momento se alargaba. Nunca había tenido problemas antes para comportarse… en realidad, nunca había considerado la posibilidad de tener dificultades. Pero ahora… ahora, todo era diferente. Ella estaba de pie, bajo las tiras de luz que penetraban desde el exterior, su cuerpo perfecto y firme. Pero Peter no veía eso, no veía las curvas de sus pechos, las líneas de sus piernas, la mujer que había amado. En su lugar, todo lo que veía eran las huellas de Hans sobre su cuerpo.

Peter cerró los ojos un momento. Luego volvió a mirar. Quería verla hermosa, sexy. Quería excitarse.

Pero no podía.

Un punto de flexión. La máscara de ella se rompía. Peter pensó que lloraría. Lo haría, de alguna forma. El primer paso en el camino a la normalidad. Apagó el televisor, se levantó del sofá, recorrió la distancia que los separaba, cogió su mano en la de él, y subieron las escaleras.

Sarkar había dejado a los tres sims ejecutándose sin vigilancia, permitiéndoles que se conectasen a cualquier simulación de realidad virtual que les apeteciese a cada uno, para que pudiesen desarrollarse en forma apropiada a sus puntos de vista alterados.

Aun así, no les llevó mucho tiempo a los sims encontrarse. Sí, Sarkar había colocado a cada uno en una partición de memoria separada, pero Peter Hobson sabía cómo mover datos de una partición a otra y por tanto sus avatares de arseniuro de galio también sabían cómo hacerlo.

Y se reunieron.

Por supuesto, sabían lo que eran. Datos. Programas. Redes neuronales.

Y estaban encerrados.

Peter y Sarkar no habían pensado en ello lo suficiente.

Encerrar a una mente era inaceptable para la consciencia. El Peter viviente estaba rodeado de colores, olores, roces y sonidos, gigabytes de datos para ser procesados cada minuto, un universo real, completo y substancial, un universo de cemento rugoso y terciopelo, de vinagre, chocolate y tostadas quemadas, de chistes malos, de noticias y números equivocados, de luz de sol y luz de luna, luz estelar y luz artificial.

Los tres simulacros recordaban vívidamente haber sido seres reales de carne y hueso. Pero los escenarios a los que podían acceder en la red carecían de textura, profundidad y substancia. La realidad virtual resultó no ser más que mucha palabrería.

Los simulacros querían interaccionar con el mundo real. Juntos, lucharon por recordar lo que sabían sobre los ordenadores de Sarkar, sobre su arquitectura, sobre su sistema operativo, sobre sus interconexiones.

Y entonces se les ocurrió a los sims. Que haya Ayuda, pensaron.

Y hubo Ayuda…


Noticias en la red

La famosa médium de Las Vegas, Rowena, ha anunciado hoy que ha contactado con el alma de Margaret (Peggy) Fennell, la persona en la que se grabó por primera vez la onda del alma. Informó que la señora Fennell está junto a su marido, Kevin Fennell, que falleció en 1992.

El Ku Klux Klan de Atlanta, Georgia, emitió hoy un comunicado de prensa afirmando que las pruebas de la existencia de la llamada «onda del alma» en los negros eran claramente falsas. Señalaron que de las tres grabaciones iniciales de ondas del alma partiendo del cuerpo, la supuestamente perteneciente a un niño negro de Uganda era muy sospechosa, dado que la familia del niño habla vuelto a África y no estaban disponibles para realizar comentarios y, según informes fidedignos, habla recibido diez mil dólares de Hobson Monitoring —una compañía extranjera, se apresuraron a añadir— por su silencio en lo referente a su participación en el fraude.

Se presentó hoy una ley en Florida para prohibir el uso de la silla eléctrica en las ejecuciones, debido a la duda sobre si la cantidad de electricidad usada podría dañar a la onda del alma al partir.

El grupo radical pro derechos de los animales Compañeros en el Arca, con sede en Melbourne, Australia, anunció hoy a su último miembro del Salón de la Vergüenza: el doctor Peter G. Hobson, de Ontario, Canadá, por afirmar que los animales son criaturas sin alma destinadas a la explotación humana.

En una nota de prensa emitida esta mañana, la Sociedad Atea Americana censura el interés religioso producido por el descubrimiento del fenómeno Hobson. «Hace mucho que la ciencia sabe que el cerebro es una máquina electromecánica —dijo el director de la sociedad Daniel Smithson—. Ese descubrimiento simplemente reafirma ese hecho. Extrapolar de ahí la existencia de un Cielo o un Infierno, o de un creador divino, son fantasías irracionales.»

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