El tercer tema de profundo interés para los chamanes del México antiguo era la Recapitulación. Esos chamanes creían que, al igual que los pases mágicos, la Recapitulación prepara el terreno para alcanzar el conocimiento silencioso. Para ellos, la Recapitulación era el acto de revivir experiencias pasadas, necesario para poder alcanzar dos metas transcendentales. La primera era un esfuerzo que concordaba con su visión general del universo, de la vida y la conciencia; la otra era una meta extremadamente pragmática de adquirir fluidez perceptiva.
Su visión general del universo, la vida y la conciencia era que existe una fuerza indescriptible, a la cual llamaban, metafóricamente, el Águila; entendían que esta es la fuerza que presta energía a todos los seres vivos, desde los virus hasta los hombres. Creían que el Águila le presta conciencia a un ser recién nacido, y que este ser la incrementa por medio de sus experiencias de vida hasta que llega el momento en que esa fuerza exige que se la regrese. De acuerdo al entendimiento de los chamanes, todos los seres vivos se mueren porque se ven forzados a regresar la conciencia que les fue prestada. Esta conciencia incrementada regresa a su dador.
Don Juan dijo que no había manera de explicar tal cosa con nuestro modo lineal de pensar, ya que no existe una explicación de por qué la conciencia se presta, o por qué se regresa; es un hecho del universo, y no todos los hechos del universo pueden explicarse en términos de causa y efecto, o con un propósito que se pueda determinar a priori.
Los chamanes del México antiguo creían que recapitular significa entregar a esta fuerza, el Águila, lo que está buscando: nuestras experiencias de vida, pero entregárselas con cierto grado de control que permita a los chamanes separar la conciencia, de la vida. Aseguraban que la conciencia y la vida no están entrelazadas de modo inextricable, sino que sólo están unidas circunstancialmente. Afirmaban que el Águila no quiere nuestra vida; quiere nuestras experiencias de vida. Aunque supuestamente los seres humanos deberían perder únicamente la fuerza de sus experiencias, la falta de disciplina no les permite separar su fuerza vital de la fuerza de sus experiencias. La Recapitulación es el procedimiento a través del cual los chamanes le entregan al Águila un substituto en lugar de sus vidas. Le entregan al Águila sus experiencias al hacer un recuento de ellas, pero retienen la fuerza vital.
Las aseveraciones perceptivas de los chamanes parecen ser insensateces cuando se examinan en términos de los conceptos lineales de nuestro mundo. El hombre occidental abandonó cualquier tentativa de entablar un discurso filosófico serio basado en aseveraciones hechas por los chamanes del Nuevo Mundo. Por ejemplo, la idea de la Recapitulación nos parece algo más congruente con el psicoanálisis. Cualquier erudito que se tope con ella podría pensar que la Recapitulación es un procedimiento psicológico, una clase de técnica de ayuda propia. De acuerdo con don Juan Matus, el hombre siempre pierde por omisión. Él creía que existen formas alternativas de relacionarnos con el universo, la vida, la conciencia y la percepción, y que la forma en que nos relacionamos, por ahora, es sólo una de las múltiples opciones.
Para los practicantes del chamanismo, el significado de la Recapitulación es entregar a una fuerza incomprensible -el Águila- exactamente lo que quiere: sus experiencias de vida, es decir, la conciencia que han incrementado a través de esas experiencias. Don Juan no pudo explicarme este fenómeno en términos de una lógica común y corriente, o en términos de la necesidad de encontrar causas explicables. Dijo que todo esto pertenece al reino de la práctica, y que todo lo que podemos aspirar a hacer es lograr realizar esta hazaña sin dar explicaciones. También dijo que había cientos de chamanes que lograron realizar la hazaña de conservar su vida después de entregarle al Águila la fuerza de sus experiencias. Para don Juan esto significaba que esos chamanes no murieron de la forma usual en que entendemos la muerte, sino que la trascendieron al retener su fuerza vital y desaparecer de la faz de la tierra, embarcados en un viaje definitivo de percepción.
Los chamanes creen que cuando la muerte ocurre de esta forma, todo nuestro ser se convierte en energía pero, en una clase de energía especial que retiene la marca de nuestra individualidad. Trató de explicar esto de manera metafórica diciendo que, durante el curso de nuestra vida, estamos compuestos por un gran número de "naciones o reinos individuales". Dijo que tenemos el reino de los pulmones, el reino del corazón, el reino del estómago, el reino de los riñones, etc., y que cada uno de estos reinos o naciones trabaja algunas veces independientemente del resto, pero que al momento de la muerte todos se unen en una sola entidad. Él llamaba a este estado la libertad total, y decía que un ser humano libre de la socialización y del dominio de la sintaxis y, transformado así, en una porción de energía pura y unificada, se desaparece, se evapora, se esfuma, o lo que fuera, en lo desconocido, en el infinito, transformado en un ser inorgánico, un ser que posee conciencia pero no organismo.
Le pregunté si esto era inmortalidad. Dijo que esto no era de ninguna manera inmortalidad; era, únicamente, la entrada a un proceso evolutivo, usando el único medio para evolucionar que el hombre posee: la conciencia. Los chamanes están convencidos de que el hombre ya no puede evolucionar biológicamente; por lo tanto, consideran que la conciencia del hombre es el único medio para evolucionar. Para los chamanes, transformarse en seres inorgánicos es evolucionar y, don Juan dijo, para ellos esto significa que les prestan un nuevo tipo indescriptible de conciencia que dura, verdaderamente, millones de años, pero que algún día tendrá que entregarse de vuelta al dador: el Águila.
Le pregunté a don Juan si los seres inorgánicos, que de acuerdo con los chamanes habitan nuestro mundo gemelo, eran seres evolucionados que fueron alguna vez humanos. Dijo que son intrínsecamente seres inorgánicos de la misma forma en que nosotros somos intrínsecamente orgánicos; son seres cuya conciencia puede evolucionar como la nuestra, y que indudablemente lo hace, pero que él no tenía conocimiento directo de cómo sucede esto. Lo que sí sabía, sin embargo, es que un ser humano cuya conciencia ha evolucionado es un ser inorgánico de un tipo especial.
Don Juan me dio una serie de descripciones de esta evolución, las cuales siempre consideré eran metáforas poéticas. Elegí la que más me gustó: la libertad total. Me imaginaba que el ser humano que lograra entrar en ese estado debería ser el ser más valeroso, el más imaginativo posible. Don Juan me dijo que no me estaba imaginando nada, que para entrar en ese estado un ser humano debe apelar a su lado sublime, el cual, dijo, todos los seres humanos poseen pero nunca se les ocurre usar.
Don Juan explicó que el segundo aspecto de la Recapitulación es adquirir fluidez. Me dijo que la racionalización de los chamanes al respecto tenía que ver con uno de los asuntos más elusivos del chamanismo: el punto de encaje; un punto de luminosidad intensa del tamaño de una pelota de tenis, que los chamanes que ven directamente cómo fluye la energía en el universo pueden percibir. Como ya se mencionó previamente, un ser humano, visto a través de los ojos de un vidente, tiene la apariencia de una esfera luminosa; los videntes pueden ver un punto de aún mayor brillantez en la parte trasera de esta esfera luminosa. Lo llaman el punto de encaje ya que ven cómo, números astronómicos de campos energéticos del universo entero, con forma de filamentos luminosos, convergen en ese punto y lo atraviesan. Esta confluencia de filamentos es lo que le da al punto de encaje su brillantez.
El punto de encaje permite al ser humano percibir energía al convertida en datos sensoriales, que el punto de encaje interpreta como el mundo cotidiano; esta interpretación se realiza en términos de la socialización humana y de los potenciales humanos.
Don Juan dijo que recapitular era revivir todas, o casi todas, las experiencias que uno ha tenido y, que al hacer esto, el punto de encaje se desplaza, ya sea ligera o considerablemente, impulsado por la fuerza de la memoria para adoptar la posición en la que se encontraba cuando el evento que se está recapitulando ocurrió. El acto de desplazar continuamente el punto de encaje, de posiciones previas a la posición presente, le da al practicante la fluidez necesaria para soportar circunstancias insólitas en sus viajes al infinito; circunstancias que no forman parte en lo absoluto de la cognición habitual del practicante.
En la antigüedad la Recapitulación se hacía como un procedimiento formal, los practicantes recordaban a cada persona que conocían y cada experiencia en la que participaron. Don Juan me sugirió que escribiera una lista de todas las personas que había conocido en mi vida, como un dispositivo mnemotécnico. Una vez que escribí esta lista, prosiguió a decirme cómo utilizarla. Me dijo que tomara a la primera persona en la lista, que iba del presente hacia el pasado, y recreara en mi memoria mi última interacción con esa persona. Llamó a este acto arreglar los eventos que se recapitularán. Don Juan exigía un recuento minucioso ya que es el medio más eficaz para afilar nuestra capacidad de recordar. Dijo que para realizar este recuento uno necesita incorporar todos los detalles físicos, tal y como los alrededores del lugar donde el evento ocurrió. Una vez que el evento está arreglado, dijo, uno debe entrar a ese sitio como si uno estuviera verdaderamente ahí, y prestar atención especial a cualquier configuración física que sea relevante. Por ejemplo, si la interacción ocurrió en una oficina, uno debe recordar el piso, las puertas, las paredes, los cuadros, las ventanas, los escritorios, los objetos encima de los escritorios, todo aquello que quizá uno vio de un vistazo y luego olvidó por completo.
Don Juan me aseguró que, como un procedimiento formal, la Recapitulación debe iniciarse con el recuento de los eventos más recientes. De esta forma, la experiencia ejerce la primacía; uno puede recordar algo que acaba de ocurrir con gran precisión. Aseguraba que uno es capaz de almacenar información detallada de la cual no es consciente, y que esa información detallada es para el Águila.
Para recapitular el evento en sí, se requiere que uno respire profundamente abanicando la cabeza, por así decido, de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, tantas veces como sea necesario, mientras uno recuerda todos los detalles accesibles. Don Juan dijo que los chamanes se refieren a esto como el acto de inhalar todos los sentimientos que uno sintió en el evento que está recordando, y exhalar todos los estados de ánimo y los sentimientos indeseables que se quedaron en uno.
Los chamanes creen que el misterio de la Recapitulación reside en el acto de inhalar y exhalar. Ya que respirar es una función de sostén de vida, los chamanes creen que también podemos entregarle a la fuerza que nos presta conciencia este facsímil de las experiencias de nuestra vida. Cuando presioné a don Juan para que me diera una explicación racional, me dijo que cosas como la Recapitulación no se pueden explicar, sólo se pueden experimentar. Los chamanes se liberan al actuar. Explicarlo es disipar la energía en esfuerzos estériles. Su invitación era congruente con todo lo relacionado a su conocimiento, la invitación a actuar.
La lista con los nombres de la gente se usa, entonces, como un dispositivo mnemotécnico que propulsa la memoria hacia un viaje inconcebible. La lógica de los chamanes es que recordar los eventos que ocurrieron más recientemente prepara el camino para recordar eventos más distantes en el tiempo con la misma claridad e inmediatez. Los chamanes consideran que hacer un recuento como éste, es como volver a vivir las experiencias que ya se han vivido, y que uno puede sustraer de este recuento una fuerza extraordinaria, un ímpetu excepcional que agita y regresa, nuevamente, a nuestros centros de acción, la energía que se ha dispersado fuera de ellos, la cual está acumulada en la periferia de la esfera luminosa que somos. Dicen que esta redistribución de energía, resultado de la Recapitulación, nos permite ganar fluidez después de entregarle al Águila lo que quiere.
En un nivel más mundano, la Recapitulación nos permite ver lo repetitiva que es nuestra vida. La Recapitulación nos convence, sin lugar a dudas, de que uno está a merced de fuerzas que, aunque a primera vista parecen ser perfectamente razonables son, al fin y al cabo, absurdas. Los chamanes afirman que un verdadero cambio de comportamiento sólo puede lograrse a través de la Recapitulación, como único vehículo que puede acrecentar la conciencia al liberarla de las exigencias silenciosas de la socialización; algo que es tan automático que no puede examinarse, sólo puede observarse. Esta es la razón por la cual los chamanes se refieren a la Recapitulación como "la vista desde el puente".
Acabar la lista de gente toma un largo tiempo, ya que está íntimamente relacionada con los eventos. Algunas veces, por simple ósmosis, hay personas que se relacionan con eventos impersonales en los que ninguna persona participó, pero que ocurrieron alrededor del tiempo en que uno conoció al individuo que está recapitulando. En tales casos uno debe hacer el recuento del evento en sí mismo.
Lo que los chamanes buscan ávidamente a través de la Recapitulación, es obtener la memoria de sus interacciones ya que a través de éstas, se dan cuenta de los profundos efectos de la socialización los cuales tratan de superar por todos los medios posibles.