[1] Sopa de verduras, Crema de gambas, Cassolettes Pompadour, Tmcha del Loira braseada con Sautemes, Filete de Pré-Salé con setas, Codornices de viña estilo Lúculo, Pulardas del Mans Cambacérés, Granizado de Lunel, Ponche a la romana, Ortegas y hortelanos trufados y asados, Paté de foie gras de Nancy, Ensalada, Espárragos con salsa mousseline, Helados Succés, Postres. (N. del T.)
[2] ¡Muy ilustre Emperador, hijo de Alejandro Tercero! / Francia, para celebrar tu grande y feliz llegada / En la lengua de los dioses con mi voz te saluda, / Y es que sólo el poeta puede tutear a los reyes.
[3] Y en Vos, Señora, que, junto a él, sois la única / Que puede dotar a esta fiesta de suprema belleza, / Permitid que en Vuestra Majestad salude / La divina dulzura que posee vuestro encanto.
[4] ¡He aquí París! En vuestro honor llegan los vítores / De la ciudad risueña y engalanada / Que, por doquier, en palacios como en humilde ventana, / Une los tres colores de nuestras dos naciones… // Bajo los dorados álamos, el Sena de hermosas riberas / Os trae el rumor de su pueblo jubiloso, / Nobles huéspedes; corazones y ojos os miran, / ¡Francia os saluda con sus fuerzas vivas! // La fuerza será el brillante artífice / De la paz, y este puente, que tiende un arco inmenso / Entre el siglo que acaba y el que empieza, / Servirá para unir a los pueblos y los tiempos… II Antes de descender a tan histórica orilla, / Si a los corazones franceses tu generoso corazón corresponde, /Medita gravemente, sueña ante este puente: / A tu padre Alejandro, Francia lo consagra. // Sé, como tu padre, fuerte y humano. / Enfunda el sable ilustremente templado, / Y cual pacífico guerrero en el sable apoyado, / Mira, oh, Zar, cómo gira el mundo en tu mano. // El gesto impenal mantiene su equilibrio, / Tu brazo doblemente fuerte no se cansa, / Pues Alejandro te legó, con el Imperio, / El honor de haber conquistado el amor de un pueblo libre. // El gesto impenal mantiene su equilibrio, / Tu brazo doblemente fuerte no se cansa, / Pues Alejandro te legó, con el Imperio, / El honor de haber conquistado el amor de un pueblo libre.
[5] Y lejos, recortándose en el cielo, esa Cúpula deslumbrante / Aún alberga héroes de la época lejana / En que rusos y franceses, en un torneo sin odio, / Previendo el futuro, mezclaban ya su sangre.
[6] Existe un hermoso país tan vasto como un mundo / Donde parece no tener fin el lejano horizonte. / Un país de alma fecunda, / Muy grande en el pasado, más grande en el futuro. // Rubio como las espigas, bíanco como la nieve, / Sus hijos, jefes o soldados, con pie seguro caminan. / ¡Que lo proteja el destino clemente, / Y a sus doradas cosechas en una tierra virgen y pura!
[7] Oh, gran Dios, qué buena nueva, / Cuán jubilosos palpitan nuestros corazones, / ¡Ver derrumbarse por fin la ciudadela / Donde et esclavo gime de dolor! / ¡Ver a un pueblo alzar la cabeza, / Y portar la antorcha del De- redlo! / Amigo, qué gran día de fiesta, / ¡En nuestros palados izad las banderas!
[8] ¡Gloria, gloria a vosotros, / Pueblo y soldados de Rusia! / ¡Gloria, gloria a vosotros / Pues salváis a vuestra Patria! / Salve, gloria y honor / A la Cuma soberana, / Que mañana os hará felices / Rompiendo vuestras cadenas.
[9] Sí, tu Padre ligó con lazos fraternales / A Francia y Rusia en la misma esperanza; / ¡Zar, oye hoy cómo Rusia y Francia / Bendicen, con el tuyo, el santo nombre paterno!
[10] Sé de una melodía por ¡a que daría yo / Todo Rossini, todo Mozart y Weber; / Una melodía antigua, lánguida, lúgubre, / Que sólo para mí posee secretos hechizos…
[11] le pays du Tendre: «el país de los sentimientos», expresión acuñada por Mademoiselle de Scudéry. (N. del T.)
[12] Y cada vez que llega a mis oídos, / Doscientos años rejuvenezco… / Son tiempos de Luis XIII y ante mí veo / Un verde collado que el crepúsculo dora. // Y un castillo con cantos de piedra, / Vidrieras de rojizos colores, / En torno a él, grandes jardines; un río / Que baña sus pies y entre las flores corre. II Y una dama, en el alto ventanal, / Rubia, de ojos negros, con antiguo atavío, / A quien tal vez en otra existencia / He visto… ¡y la tengo en mi recuerdo!
[13] En las cuatro esquinas de la cama, / Un ramo de vincapervincas…
[14] Y allí dormiríamos / Hasta el fin del mundo…
[15] Cuando cierro los ojos, una cálida tarde de otoño, / Y respiro el olor de tu seno entrañable, / Veo desplegarse ante mí radiantes riberas / Que ciegan los rayos de un monótono sol…