En Öland hay muchos lugares con bonitos faros a lo largo de la costa, y también sitios de culto, donde se sacrificaba a personas y animales. Pero ludden y sus alrededores son imaginarios, lo mismo que las personas de esta novela.
Un libro sobre Öland que me ha sido de especial ayuda durante mi escritura es Nevasca. El libro del mal tiempo ölandés, de Kurt Lundgren.
Gracias a Anita Tingskull, que me enseñó su bonita casa en Persnäs, y a Håkan Andersson, que me mostró el precioso palacio real en Borgholm. Gracias asimismo a Cherstin Juhlin y a Kristina Österberg, hija de farero. Gracias también a tres «estocolmenses»: Mark Earthy (que encontró el viejo muelle de mi abuelo Eller), Anette C. Andersson y Anders Wennersten.
Gracias a la familia ölandesa Gerlofsson, sobre todo a mi madre Margot y a sus primos Gunilla, Hans, Olle, Bertil, Lasse y sus respectivas familias.
De las personas que han trabajado profesionalmente con La tormenta de nieve quiero dar especialmente las gracias a Lotta Aquilonius, Susanne Widén, Jenny Thor y Christian Manfred.
Un abrazo para Helena y Klara, mi padre Morgan y mi hermana Elisabeth y su familia.