CAPÍTULO 04

La lluvia torrencial de la mañana había dado paso a un cielo despejado, y ahora el sol del atardecer calentaba los hombros de Rona. Ella caminaba por el centro de la atestada avenida, esquivando a los demás que también disfrutaban de esta feria en la calle antes de Navidad.

Las letras groseras de las canciones de Hollywood Undead [8] sonaban desde un equipo de sonido portátil por la calle. Juguetes sexuales, ropa de látex, equipos de bondage… este era el lugar para hacer compras para un ser querido cuyos gustos bordearan lo retorcido. O si querías disfrutar de comprar algo para ti mismo.

Echó un vistazo a un hombre arrastrando a otro con una correa y sonrió. ¿Quién hubiera pensado que iba a encontrar estas cosas tentadoras? Su experiencia en Dark Haven dos semanas atrás le había abierto los ojos de muchas maneras.

Y complicado la vida. Ella frunció el ceño. Con la esperanza de conseguir que ese abrumador, autoritario, sobre-musculoso, espléndido, hombre, Dom, saliera de sus pensamientos, ella había seguido adelante con una oleada de citas. Y cada noche había sido tan emocionante como darle a un paciente un baño en la cama.

¿Bastaba sólo una pizca de BDSM para que ella quede arruinada para los individuos normales? El recuerdo de cómo los oscuros ojos del Maestro Simon la habían estudiado mientras le esposaba las muñecas envió una ráfaga de calor a través de ella como si hubiera olido un frasco de feromonas.

Por supuesto, las vistas y los sonidos a su alrededor no ayudaban. Esquivó a un hombre muy alto con un catsuit [9] y una máscara de gato, luego a un grupo de hombres encadenados con arneses y jeans. Encogiéndose de hombros acomodó su bolsa de lona a una posición cómoda sobre el hombro, observó los puestos exhibiendo portaligas, ropa en vinilo y látex, y vestuarios. Ella quería algo exótico para poder mezclarse la próxima vez que fuera a Dark Haven. ¿Tal vez un corpiño sexy?

Se detuvo en un puesto que vendía juguetes sexuales. Muchas veces había considerado conseguirse un vibrador, pero le había parecido una especie de traición hacia Mark, sin importar lo desabrida que su vida amorosa se había vuelto. Pero ahora…

Varias mujeres agrupadas alrededor del lugar disminuyeron su sensación de ser visible. ¡Mira, Rona va a comprarse un vibrador! Bordeando el frente, estudió las ofertas. ¿Por dónde empezar? Los consoladores oscilaban desde pequeños… ¿por qué iba alguien a usar algo del tamaño de un dedo? a aterradores que se asemejaban a un hongo de metros de largo y le hacía temblar la vagina, si tal cosa fuera posible.

Entonces notó la sección de vibradores. Oh, sí. Inmediatamente a su lista de fantasías, que había crecido notablemente después de su visita al club. Pequeñas bolas para meterse adentro. Nah. Algunos del tamaño y forma de una polla real. Su dedo golpeaba ligeramente sobre sus labios. Demasiado suave. Vio uno que podía ser utilizado en ambos orificios. Su culo se contrajo ante el pensamiento, pero…

Hmm… A su lado había una combinación vibrador-consolador-clítoris, y su trasero realmente se contoneó ante la idea. Comenzó a estirarse por él…

Una mano se apretó contra la parte baja de su espalda, y una voz profunda y suave le murmuró al oído:

– Yo voy a tener una impresión equivocada de ti si seguimos encontrándonos en este tipo de lugares.

Ella captó el aroma de la rica sensualidad de la colonia antes de que se diera la vuelta y mirara dentro de esos ojos oscuros que brillaban con diversión.

– Ma… Simon.

– Ah. No he sido olvidado por completo.

Cuando él rozó un dedo por su mejilla, su interior se estremeció como si el legendario sismo de San Francisco hubiera comenzado. Hermoso truco, ese. Dudaba incluso si los fantásticos vibradores en el puesto podría alcanzar tal efecto.

– ¿Qué estás haciendo aquí?

– Algunos amigos están dando una demostración de bondage. -Miró su reloj. -Tengo un cuarto de hora libre. ¿Puedo acompañarte?

Oh, sí. Entonces, su cerebro entró en acción. Oh, no.

Él sacudió la cabeza.

– Así que confundida. -Levantando un dedo, atrajo la atención del vendedor del puesto, recogió el vibrador combinado, y le entregó algo de dinero.

Los ojos de Rona se desviaron. Un tipo no usaría algo así, ¿verdad? No.

Así que lo había comprado para una novia o…

– ¿Eres casado?

Cuando él arqueó una ceja ante su pregunta contundente, ella suspiró. En el trabajo, era considerada segura y elocuente, sin embargo, en su presencia, tropezaba con su lengua con espasmos verbales.

– No, no estoy casado, muchacha. Ni en ningún tipo de relación.

¿Él no iba a hacerle esa pregunta a cambio? Su boca bajó.

¿Él no quería saber?

Sonriendo, él levantó su mano y dio golpecitos en la marca decolorada de su dedo anular donde su anillo de bodas había estado. -No necesito preguntar, muchacha. Y tú fuiste demasiado sincera en la escena conmigo como para estar comprometida.

– ¿Tanto telepatía como visión de rayos X, eh?

Él se rió entre dientes.

– He sido un Dom por un buen rato. Con el tiempo aprendes a usar tus ojos.

Cuando el vendedor le entregó el cambio, un chillido se distinguió a través del ruido de la multitud. Rona se volvió.

Cerca del centro de la calle, dos hombres peleaban, un hombre con la cara roja había derribado a una señora mayor sobre sus rodillas. Mientras los "jódete" llenaban el aire, ellos trataban de golpear al otro, sin hacer caso a su víctima.

Peor que la noche del sábado en la sala de emergencias. Con un gruñido de disgusto, Rona esquivó a los hombres para llegar a la mujer. Estirando un brazo alrededor de la frágil cintura, Rona la atrajo hacia arriba y fuera de la zona de batalla. Mirando por encima del hombro para asegurarse de que la había llevado lo suficientemente lejos, Rona quedó boquiabierta.

Parado entre los dos hombres, Simon había detenido la pelea. Por un segundo.

Luego, uno de ellos maldijo y se lanzó alrededor de Simon para atacar al otro.

Sacudiendo la cabeza, Simon se arremangó su manga, dio un paso adelante y…

Rona parpadeó. Sus puños se habían movido demasiado rápido como para seguirlos, pero ahora un hombre yacía gimiendo en el suelo, los brazos alrededor de su estómago. Simon tenía al otro sobre sus rodillas, su mano agarrando del pelo al hombre. Por la forma en que el brazo del idiota se balanceaba, su hombro estaba dislocado.

Con un pequeño temblor, Rona reconoció la rigidez en la mandíbula de Simon mientras hablaba con el luchador en voz baja. Cuando dio un paso atrás, el luchador se puso en pie y huyó a través de la multitud reunida.

Simon arrastró al otro a una posición sentada. Después de decir unas pocas palabras, arrastró al hombre sobre sus pies y lo empujó hacia su camino. Aparentemente ajeno a los aplausos dispersos entre la multitud, Simon se bajó las mangas de la camisa y recuperó su compra.

Cuando se unió a Rona, su intensa mirada la examinó detalladamente, de arriba abajo, antes de volverse hacia la anciana.

– ¿Está usted bien, señora?

– Lo estoy ahora. -La señora le sonrió. -Has hecho un buen trabajo allí. Gracias.

– Es un placer.

– Bueno, tengo que seguir adelante. Todavía tengo que conseguir un regalo para Henry. -La mujer se sacudió la tierra de su suéter lavanda y frunció el ceño ante el raspón en una rodilla. – Mañana es nuestro cuadragésimo aniversario, y compramos un regalo para el otro cada año. -Ella asintió con la cabeza a Simon, le dio unas palmaditas en el hombro a Rona en agradecimiento, y caminó hacia el puesto de juguetes.

Rona se quedó mirando. ¿El presente para Henry era un juguete sexual? ¿Después de cuarenta años de matrimonio?

Maldita sea.

Simon resopló una risa, luego envolvió un brazo alrededor de la cintura de Rona. -Vamos, muchacha.

– ¿Dónde aprendiste a pelear así?

Él la condujo por la calle.

– En el ejército, luego en el circuito de artes marciales por un tiempo. Dejé cuando mi hijo llegó. -Levantó su mano izquierda, tratando de curvar los dedos, y sonrió con tristeza. -Me temo que me golpeé con bastantes objetos sólidos antes de eso.

Frunciendo el ceño, Rona le tomó la mano. Blancas cicatrices de antiguas cirugías trazaban sobre la piel, los huesos debajo se sentían ásperos e irregulares.

– Debes haberte roto todos…

Ella levantó la vista con aire de culpabilidad, soltándolo, y se llevó las manos detrás de su espalda. Mal, Rona. ¿No había aprendido ya que arrebatar a un Dom era un no-no?

– Lo siento.

Su encendida sonrisa aligeró su rostro.

– Es cierto, una sumisa no toca sin permiso. -Cuando él le agarró la mano y pasó el pulgar sobre sus nudillos, la sugestiva caricia envió un escalofrío a través de ella. -Pero disfruto teniendo tus manos sobre mí demasiado como para objetar. Por ahora.

– ¿Por ahora?

Él arrastró los dedos dentro de su cabello y le tiró la cabeza hacia atrás, obligándola a mirarlo.

– Creo que, eventualmente, voy a disfrutar reprendiéndote de la misma manera. Tu culo volviéndose de un hermoso rosado.

Antes de que pudiera hablar, le dio un fuerte beso y la liberó.

Ella lo miró, el puro calor de sus palabras había alejado cualquier respuesta sarcástica.

Sonriendo, le tomó la mano y comenzó a caminar de nuevo. -El escenario está por aquí.

– Simon. No estamos saliendo.

– Lo haremos. -Rozó el dedo pulgar sobre su labio inferior, y la carnal mirada de sus ojos le secó toda la saliva de la boca.

Ella miró hacia otro lado, concentrándose en su paseo. No me siento atraída. En serio. Y eso era como afirmar que Lois Lane nunca quiso realmente a Superman. Sin embargo, recuerda las reglas uno y dos de tu lista de objetivos. -Simon. Aprecio el trabajo que te has tomado, pero no estoy interesada en… en nada más.

Ella se estremeció ante la pensativa mirada de sus ojos. A pesar de la ruidosa multitud y los puestos de colores brillantes, toda su atención estaba ahora enfocada en ella, en ningún otro lugar, con una concentración inquietante.

– Te sientes atraída por mí, -dijo con tanta seguridad que ella miró hacia abajo para ver si llevaba un cartel que dijera TE QUIERO. -Y no estás involucrada en una relación. ¿Así que…?

Obstinado, ¿no?

– Estuve casada durante veinte años. En los últimos años, sólo nos toleramos hasta que nuestros hijos abandonaran el nido, y cuando lo hicieron, nos divorciamos. Me prometí que nunca me dejaría atrapar así de nuevo.

Él levantó una ceja.

– Estando casada… -Había sido como atravesar un oscuro pantano, incapaz de encontrar una salida. -Tengo una nueva vida. Soy libre para explorar y experimentar todo lo que me perdí. Eso incluye una variedad de hombres.

– Ah.

Obstinada, ¿no? Simon sacudió la cabeza.

Ella levantó su testarudo mentón y alargó su paso, como si pudiera evitarlo tan fácilmente. No podía. No después de la forma en que su cuerpo y su corazón habían saltado cuando la había visto entre la multitud. Dio un paso alrededor de una pareja gay con el torso desnudo que bailaba Combichrist [10] y se reunió con ella.

Desafortunadamente, él entendía cómo escapar de una jaula podía hacer que una mujer fuera cautelosa para no ser atrapada de nuevo. Esto necesitaría alguna inteligente artimaña para seducirla a su lado.

Y él la quería a su lado. Incluso si no le prestara atención a esa inesperada conexión de antes, ella lo atraía. Había ayudado a su hijo en los disturbios y rescatado a la anciana sin histerias ni gritos, sólo compasión y practicidad. Y podría haber declarado estar involucrada con alguien, pero no lo hizo. Ella no podía compartir sus emociones libremente, pero lo que compartía era honesto. Y eso era tan inusual como atractivo.

Él la quería en su vida, quería ver si encajaban tanto como él creía.

No, no la dejaría escapar, no si la necesidad de explorar demostraba ser su única objeción. Él le sonrió, pensando en cómo se vería esposada a su cama mientras ellos… exploraban. Pero las decisiones profundamente arraigadas muy raramente cambiaban con argumentos lógicos. Así que por ahora, su plan debía ser mantenerla cerca, y a él simplemente se le ocurrió la forma perfecta de hacerlo.

Cuando se acercaron al escenario, él se detuvo.

– Rona, el próximo sábado, voy a ofrecer mi fiesta anual de Navidad para los miembros del estilo de vida. -Le tocó la mejilla y captó un rastro de esencia a cítricos y vainilla… picante y dulce, muy adecuado para ella.

– Me encantaría si vienes. Encontrarás un montón de Doms sin compromisos.

– ¿En serio? ¿A pesar de que dijera que no… a verme contigo?

– A pesar de eso. -Quería ver lo que tenían en común… y cómo lucharían. Él ya sabía que sería una interesante oponente, directa e inteligente. Él podría, deliberadamente, perder algún argumento sólo para escuchar su risa ronca. Por otra parte, considerando su obvia inteligencia, ella probablemente ganaría por sí misma. Sacó una invitación de su billetera. -Dado que eres nueva, me aseguraré de que te mantengas a flote.

– Bueno. Gracias. Voy a pensarlo. -Por la llamarada de entusiasmo en sus ojos, él supo que estaba enganchada. Tendría tiempo para convencerla de que les diera a ambos la oportunidad de ser felices. Y esas suaves curvas se sentirían maravillosas debajo de él.

Sonriendo por ese pensamiento, le entregó la bolsa que contenía el vibrador conejo que había comprado. -Tengo esto para ti, muchacha.

– ¿Tú qué?

– Me hubiera gustado mostrarte cómo funciona, pero ya que prefieres lo contrario, simplemente puedes pensar de mí cuando lo utilices. Esta noche. -Antes de que ella pudiera recuperarse de la sorpresa, la besó ligeramente sobre sus suaves, suaves labios y se alejó.


El atestado almuerzo en la cafetería del hospital se había reducido un poco en el momento en que Rona consiguió terminar con su teléfono y correos electrónicos. Las mesas dispersas contenían algunas enfermeras con vestimenta de quirófano, estudiantes de medicina, dos cirujanos entre casos, y algunos visitantes. Dejó la bandeja sobre la mesita y se sentó frente a su amiga.

– Odio los días miércoles.

Brenda se rió y sumergió una patata frita en salsa de tomate.

– Yo también. Y hablando de follar [11], ¿sabías que Carlos Madigan se divorció?

– ¿En serio? – Rona vertió una escasa cantidad de condimento sobre su saludable ensalada. La dieta era agotadora, pero la expectativa de desnudarse… completamente… este fin de semana resultaba más que suficiente incentivo.

– Gana bien, nuestra edad, soltero, magnífico. ¿Por qué no estás luciendo interesada?

– Él está bien, pero yo quiero… más.

Brenda frunció el ceño.

– ¿Más como en ese bar que fuiste?

Rona se echó a reír al escuchar el tono de desaprobación.

– Uh-huh.

– ¿Y cómo demonios se supone que encontrarás… más? Tienes un plan trazado, Sra. Obsesivo-compulsiva.

– Muchas gracias. Ya sabes, si no escribes lo que quieres, nunca sabrás si lo conseguiste. -Rona empujó suavemente a un lado a la insípida-apariencia de ensalada con la excusa de buscar un tomate, y luego salpicó algunas hojas de lechuga romana. -En realidad, un hombre me invitó a una fiesta. -Ella soltó una risita. -Una fiesta sexual.

– Oh mi… -La morena la apuntó con una patata frita. -¿Lo conociste en ese club?

– Sí. -El recuerdo de la voz implacable de Simon amenazando con encadenarle las piernas separadas envió calor a través de su cuerpo en una ola poderosa. Sabiendo que se había puesto colorada, Rona bajó la cabeza y picoteó de su ensalada. -Y otra vez en una feria callejera. -Donde él me compró un vibrador. Y me dijo que pensara en él mientras que lo usaba… Oh, ella sin duda lo hizo. El idiota había sabido que lo haría.

– ¿Dos veces? ¿Y ahora una fiesta? Ooooh, esto suena bien.

– No. -Cuando el entusiasmo de verlo se avivó, Rona lo pisoteó. -No voy a ir por él. Quiero conocer a otros tipos. Involucrarme no está en mis planes.

– Así que disfrutas con él sin involucrarte. Como hace Max. -Brenda sacudió la barbilla hacia el cirujano. Él era famoso por sus asuntos con varias mujeres simultáneamente, a pesar de que había descubierto los peligros de salir con dos enfermeras a la vez.

Rona lo estudió con esperanza renovada. Eso simplemente podría funcionar.

– Tuve sexo con Simon una noche, luego con alguien más un día o dos más tarde, y así sucesivamente. De ninguna manera podría tomarme nada en serio.

– Ese es el espíritu.

Chica, esto sonaba un poco… bastante… promiscuo, pero compensar años perdidos no era para cobardes. Y esta noche ella revisaría la lista de reglas: Ninguna repetición sexy a menos que salga con hombres adicionales.

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