Lo siento mucho- le dijo Matt a Erin una vez se marchó Charlotte.
Los gemelos, que cada vez que veían a Charlotte se aislaban mentalmente, no se habían enterado de nada. En ese momento se marcharon a hacer sus tareas.
– Pero te repito que puedes quedarte con nosotros, si quieres- añadió él.
– Matt, sabes que eso no es posible. Y en seis semanas tendremos tiempo de encontrar…
– Erin, quiero quedarme con los gemelos.
Erin lo miró sorprendida y se dio cuneta del dolor que había en sus ojos.
– ¿Quieres quedarte con ellos?
– Sí. Demonios, Erin, son unos chicos estupendos. Si pudiera persuadir a Charlotte…Si pudiera conseguir que se acostumbrara a ellos, los adoptaría.
– Pero,¿crees que Charlotte se acostumbrará alguna vez a ellos?- preguntó Erin con incredulidad.
– Estarán la mayor parte del tiempo conmigo, trabajando fuera- dijo él, intentando sonreír. Por otra parte, ella sabe que yo quiero tener hijos. Así que de este modo, se ahorraría el quedarse embarazada.
Erin pensó en lo mucho que le gustaría a ella quedarse embarazada de Matt y cuidar luego de sus hijos. Peor inmediatamente se obligó a pensar en otra cosa.
– ¿Y crees que los gemelos estarán bien?
– No veo por qué no- contestó él.
– Porque necesitarán una madre.
– Yo les daré todo el cariño que necesitan.
– No funcionará, Matt. Los niños necesitan una familia de verdad.
– Nosotros seremos una familia.
– No.
– Erin, no puedes quedarte conillos para siempre. NO seas egoísta.
– Yo estaré siendo egoísta, pero tú estás ciego- dijo ella, poniéndose en pie.
Era cierto. Él no se daba cuenta de que con Charlotte, nunca formaría una verdadera familia. Ella sí podría enseñarle lo que era un familia. Pero nadie le había pedido que lo hiciera. Así que lo único que podía hacer era cuidar del futuro de los gemelos.
– Hablaré con Tom- añadió ella en un tono triste. Si él está de acuerdo, no discutiremos más.
Vamos a darle una oportunidad.
– ¿Qué?
– Ya has oído lo que he dicho- le dijo Tom a Erin.
Ambos estaban sentados en la cocina del hogar número uno. Los gemelos estaban fuera con otros chicos y Tom, Erin y Lori estaban en la cocina, tomando una taza de café caliente.
Erin le había informado a Tom de la propuesta de Matt y él había sacado sus propias conclusiones.
– Entiendo que Charlotte no va a ser la madre más adecuada para los gemelos- añadió el. Pero los gemelos quieren mucho a Matt y le hacen caso en todo. Así que creo que debemos aceptar la oferta y esperar a ver si funciona.
– Pero…+
– No estoy diciendo que vayamos a dejarlos allí indefinidamente- aclaro Tom, interrumpiéndola.
Pero si vamos a dejar que Matt y Charlotte pasen un fin de semana con los gemelos antes de la boda. Si después de eso siguen queriendo quedarse con los chicos, les propondremos como posibles padres adoptivos.
– Tom…
– Es un riesgo que tenemos que correr.
Tom, que era un hombre muy inteligente, se daba cuenta de lo mucho que estaba sufriendo Erin, porque quizá lo que estaba allí en juego no era solo el destino de los chicos. Aunque todavía podía arreglarse todo satisfactoriamente.
Erin se imaginó lo mucho que había debido contarle a Matt convencer a Charlotte que aparcara durante un fin de semana los preparativos de la boda para cuidar de los gemelos.
– Tom tiene razón. Es una medida muy sensata.
Así, cuando regresemos del viaje de novios será menos impactante el tener que cuidar de los pequeños.
– No me gusta nada tener que separarme de ellos- aseguró Erin.
Matt era consciente de lo mucho que estaba sufriendo.
– Ya sabes que puedo cuidar perfectamente de los gemelos.
– Nadie es capaz de cuidarlos cuando deciden meterse en problemas.
– Siempre se portan bien cuando están conmigo- aseguró Matt.
– Lo sé- dijo ella, todavía preocupada.
Y lo gemelos tampoco parecían muy contentos.
– ¿Por qué tienes que irte?
Ella ya había pensado una excusa.
– Os acordáis de Shanni?. Pues está esperando un bebé y acaban de operar a su marido, así que necesita que la ayude- lo que por otra parte era verdad.
– Pero nosotros no queremos que te vayas.
– Ya sabéis que cuando estaba en el orfanato de vez en cuando me tomaba unos días libres.
– Pero a nosotros no nos gusta- dijo Henry. Siempre te vas, nos metemos en algún lío.
– Pero os quedaréis conmigo- aseguró Matt. Así que no os meteréis en ningún lío. Charlotte y yo cuidaremos de vosotros.
– ¡Es que no nos gusta Charlotte!
– Pero si apenas la conocéis- la defendió Matt
– ¿Y dónde vas a ir, Erin?- preguntó William con los ojos llenos de lágrimas.
A Erin se le encogió el corazón. Los quería tanto…pero sabía que, tarde o temprano, tendría que separarse de ellos. Así que estaba bien darles aquella oportunidad. Quizá finalmente consiguieran formar parte de una familia.
– A la casa de Shanni, que está muy cerca.
– Justo al otro lado de la bahía- intervino Matt. De hecho, si bajamos esta tarde a la playa con los prismáticos, podremos ver la casa de Nick y Shanni.
– Y además- añadió Erin, el domingo por la noche estaré de vuelta. Así que prometedme que os portaréis bien.
– Seguro que no pasará nada- dijo Shanni, cuyo embarazo estaba ya muy avanzado, entrando en la habitación de su amiga con dos tazas de chocolate caliente. Vamos, Erin, que solo son las nueve del viernes- añadió, dándole una taza. Si empiezas a preocuparte ya, el domingo cuando salga de cuentas estarás destrozada.-
– Debería ser yo quien te estuviera cuidando a ti-cometo Erin, sintiéndose culpable porque fuera su amiga quien habia preparado el chocolate.
– Ha sido Nick quien lo ha preparado dijo Shanni. Está todavía de baja y la doctora Emily le ha dicho que puede ayudarme con las tareas menos pesadas de la casa.
Deberías haber visto la cara que puso Nick cuando se lo dijo.
Erin soltó una carcajada, pero era evidente que seguía preocupada.
– Ojalá pudiera estar segura de que Charlotte va a cuidarlos como es debido.
– Oye, que tampoco es ningún ogro.
– Pero casi.
– Si Matt está enamorado de ella, alguna virtud tendrá.
– Matt va a casarse con ella porque piensa que es una mujer independiente que no se meterá en su vida. Igual que su madre con su padre.
– Bueno, eso no es exactamente la base ideal de un matrimonio.
– Pero es lo que él quiere.
– ¿De veras?-preguntó Shanni. ¿O quizá sea solo lo que cree que quiere?-añadió, sentándose en la cama, junto a Erin. A Nick también le gustaba la vida que llevaba de soltero. Y ya lo ves, ahora está encantado. A veces los hombre no saben lo que quieren y nuestra tarea es hacer que lo descubran.
– Pues, desde luego, yo no sé cómo hacerlo.
¡Maldición!. Tenía que haber sucedido precisamente aquella noche, que tenía pensado estar con los gemelos. No tenía más remedio que dejarlos con Charlotte.
Una de las mejores vacas de Matt iba a parir y había habido ciertas complicaciones. Había llamado al veterinario a las ocho y eran ya las diez y todavía no habían conseguido que le animal pariera.
Matt pensó que, de todas formas, no tenía por qué haber ningún problema con los gemelos. Después de cenar con ellos, los había dejado con Charlotte, quien había asegurado que los iba a acostar inmediatamente.
Así que después de que el ternero naciera finalmente, Matt regresó a la casa, lamentando no haber podido darles a los críos un beso de buenas noches.
Al entrar en la casa, vio a Charlotte plácidamente sentada en el salón y se dijo que por eso era por lo que le había pedido que se casara con él. Porque prefería aquello a llegar a una casa vacía.
Además, ella había encendido la chimenea y había puesto flores en el salón. También había encerado los muebles y había limpiado el polvo a los adornos de porcelana.
La habitación tenía el mismo aspecto que cuando vivía su madre y él sintió una enorme satisfacción interior.
Todo estaba ordenado y los dos pequeños estaban durmiendo plácidamente en su habitación. Mientras iba a darle un beso a Charlotte, pensó que aquella era la vida que quería llevar. Pero entonces Charlotte arrugó la nariz en un gesto de desagrado.
– ¡Apestas, Matthew!
– Oye, que me he lavado y me he quitado las botas- dijo, ofendido. Además, ahora pensaba subir a ducharme, después de charlar un rato contigo.
– Pues ve a ducharte directamente- le dijo ella en un tono calmado. No puedes entrar en el salón oliendo a ganado.
– Es que quería contarte que al final la vaca ha parido y ella y el ternero están perfectamente.
– Matt…
– ¿Es que no te interesa?
– Ya me lo contarás después de ducharte.
– Está bien.
Pero no estaba bien, se dijo Matt, que sabía lo mucho que se habría alegrado Erin al oír aquello. Quizá el salón no estaría tan impecable como con Charlotte, pero…
“Basta ya!, se dijo. “Esta era la vida que querías llevar, ¿no?”
– Voy a subir a ver a los gemelos.
Ella hizo un gesto de desagrado.
– No hace falta. Están ya dormidos.
– ¿Te han dado algún problema?
– Sólo cuando les dije que no podían acostarse en la misma cama. Ya son demasiado mayores para dormir juntos. Pero lo malo era que insistían en dormir los dos abrazados a ese horrible juguete. Así que tuve que quitárselo para que dejaran de discutir.
– ¿Les quitaste a Tigger?
– ¿Ese es el nombre de ese asqueroso bicho?. Pues sí, se lo quité y lo he guardado en la despensa.
Matt pensó que debía dar las gracias de que al menos no lo hubiera quemado.
– ¿Y aun así se fueron a dormir?
– Por supuesto.
Pero cuando Matt fue a comprobarlo, descubrió que no solo no estaban dormidos, sino que ni siquiera estaban en la habitación.
– ¿Erin?.
Nick la llamó, preocupado, después de contestar al teléfono y ella fue corriendo.
– ¿Qué pasa, Matt?
– Erin, los gemelos se han ido.
– ¿Qué se han ido?- ella respiró hondo para mantener la calma. ¿Quieres decir que se han fugado?
– Eso parece.
– Yo…-volvió a respirar hondo. Creo que ya sé donde están. ¿Recuerdas que les dijimos que estaría al otro lado de la bahía?. Seguro que están en la playa, camino de aquí.
– No.
– ¿No?
Al oír aquello, Erin se asustó de verdad.
– No, ya lo he comprobado- aseguró él. Fui en bici y comprobé que no estaban en la playa. Luego caí en la cuenta de que podían haber pensado que por el mar tardarían menos y me acordé de la barca, junto al río. Y, efectivamente, la barca no está en su sitio. Así que lo más probable es que la corriente los haya arrastrado mar adentro.
– Me prometieron que no se subirían en la barca- le dijo un cuarto de hora después Matt a Erin mientras iban en la lancha de la policía.
Rob había avisado a todo el mundo de la desaparición de los gemelos y medio Bay Beach se había puesto en marcha. Todo el mundo que tenía alguna lancha se había echado al mar para ver si encontraban a los niños.
– Quizá nos hayamos equivocado- continuó diciendo Matt.
Quizá la barca se haya soltado sola. Al fin y al cabo, ellos prometieron no subirse en ella.
– Creo que sí se han subido- comentó Erin, con voz muy asustada. Y es porque seguro que han pensado que yo los había abandonado y entonces podían ellos también romper su promesa.
– Erin…-Matt cerró los ojos.
– No es culpa tuya. Yo debería haber supuesto lo que iba a pasar.
Erin se acordó de que Matt le había contado, además, que Charlotte les había quitado a Tigger. Aquello sin duda había sido el detonante de todo.
Ambos se quedaron en silencio, rezando por que todo acabara bien. En un momento dado, Matt la agarró por la cintura y ambos se quedaron abrazados mientras la lancha proseguía su búsqueda.
Erin no recordaba haber pasado una noche más horrible en toda su vida.
– El único culpable soy yo- dijo horas después Matt
– ¿Por qué dices eso?- le preguntó Erin.-
– Porque no tuve el coraje suficiente para cambiar mi vida. Pero te prometo que si los encontramos, lo haré.
Y poco antes del amanecer, los encontraron.
Un barco de pescadores vio la barca y dio la voz de alarma. En seguida toda la flota de embarcaciones se dirigió allí.
Pero cuando llegó la lancha de la policía, Erin vio que los gemelos no estaban a salvo todavía. Desde el barco que les había encontrado, trataron de engancharlos con un arpón, pero este era demasiado corto y el barco acabó embistiendo a la pequeña barca.
Cuando Erin vio que la barca estaba llena de agua y a punto de hundirse, no aguantó más la angustia y se tiró al agua con un salvavidas.
Y Matt no tardó en seguirla.
Erin demostró ser una excelente nadadora y fue quien primero alcanzó la barca. Abrazó a los muchachos como si le fuera la vida en ello. Luego consiguió estabilizar la barca, dando gracias a Dios por haber aprendido a navegar con sus hermanos.
Finalmente, Matt alcanzó también la embarcación y Erin lo ayudó a subir a bordo. Luego los dos adultos y los dos pequeños se quedaron abrazados.
Todo el mundo sonrió aliviado desde sus barcos, conscientes de que acababa de nacer una familia.