AGRADECIMIENTOS

Por ayudar a traer El jardín olvidado al mundo, quisiera dar las gracias a:

Mi Nana Connelly, cuya historia fue la primera en inspirarme; Selwa Anthony por su sabiduría y cuidados; Kim Wilkins, Julia Morton y Diane Morton, por leer los primeros borradores; Kate Lady por seguirle la pista a esquivos datos históricos; Danny Kretschmer por suministrar fotos a la fecha de entrega; y a los compañeros de trabajo de Julia por responder a preguntas sobre la lengua vernácula. Por su ayuda en la investigación -arqueológica, entomológica y médica- le estoy agradecida al doctor Walter Wood, a la doctora Natalie Franklin, Katherine Parkers y especialmente a la doctora Sally Wilde; y, por su ayuda en detalles específicos, muchas gracias a Nicole Ruckels, Elaine Wilkins y Joyce Morton.

Tengo la fortuna de ser publicada en todo el mundo por gente extraordinaria y les estoy agradecida a todos aquellos cuyos esfuerzos han ayudado a que mis historias se conviertan en libros. Por su sensible e incansable apoyo editorial para El jardín olvidado, quisiera mencionar especialmente a Catherine Milne, Clara Finlay y a la maravillosa Annette Barlow de Allen & Unwin, Australia; y a María Rejt y Liz Cowen de Pan MacMillan, Gran Bretaña. Estoy también muy agradecida a Julia Stiles y Lesley Levene por su cuidado con los detalles.

Me gustaría honrar aquí a los autores que escriben para niños. Descubrir a edad temprana que detrás de las negras marcas de un papel blanco se ocultan mundos de incomparable terror, alegría y excitaciónes uno de los grandes regalos de la vida. Estoy enormemente agradecida a aquellos autores cuyas obras encendieron mi imaginación infantil e inspiraron en mí un amor por los libros y la lectura que han sido una constante compañía. El jardín olvidado es, en parte, una oda a ellos.

Finalmente, como siempre, una inmensa deuda de gratitud a mi esposo, David Patterson, y a mis dos hijos, Oliver y Louis: a ellos pertenece esta historia.

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