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TERCERA ENTREGA

Deliciosas criaturas perfumadas,

quiero el beso de sus boquitas pintadas…

Alfredo Le Pera


Álbum de fotografías


Las tapas están tapizadas con cuero de vaca color negro y blanco. Las páginas son de papel de pergamino. La primera carilla tiene una inscripción hecha en tinta: Juan Carlos Etchepare, 1934; la segunda carilla está en blanco y la tercera está ocupada por letras rústicas impresas entrelazadas con lanzas, boleadoras, espuelas y cinturones gauchos, formando las palabras MI PATRIA y YO. A continuación las carillas de la derecha están encabezadas por una inscripción impresa, las de la izquierda no. Inscripciones: «Aquí nací, pampa linda…», «Mis venerados tatas», «Crece la yerba mala», «A la escuela, como Sarmiento», «Cristianos sí, bárbaros no», «Mi primera rastra de hombre», «Noviando con las chinitas», «No hay primera sin segunda», «Sirviendo a mi bandera», «Compromiso del gaucho y su china», «Los confites del casorio» y «Mis cachorros». Estas tres últimas inscripciones están cubiertas deliberadamente por fotografías grandes que alcanzan a ocultar por completo las letras, y siguiendo este criterio las demás carillas de la derecha están todas dedicadas a las fotografías de tamaño mayor, mientras que las de la izquierda están ocupadas por grupos de fotografías de menor tamaño. Primer grupo de la izquierda: un anciano y una anciana sentados, busto de una anciana, busto de un anciano, calle de una aldea de las provincias vascongadas, niño de meses, familia en una volanta tirada por caballo blanco.

Primera fotografía grande de la derecha: niño de meses desnudo, rubio. Segundo grupo de la izquierda: un hombre y una mujer, él viste traje con chaleco y levita y ella ropa oscura larga hasta los pies, la misma pareja con dos niños en brazos, tres poses de la mujer del traje largo con dos ancianos y dos niños. Segunda fotografía grande de la derecha: entre un naranjo y una palmera aclimatada hay un aljibe con reja de línea simple, sentado en el aljibe un niño de tres años descalzo y vestido con sólo un pantalón blanco toma leche de un frasco con chupete agitando las piernas, a su lado una mujer con ropa blanca larga sostiene en brazos a una niña de meses desnuda que juega con las numerosas vueltas del collar de la mujer. Tercer grupo de la izquierda: diferentes poses de la familia junto al mar con ropas de ciudad y sombrilla japonesa. Tercera fotografía grande de la derecha: un jardín de pequeños canteros redondos bordeados por un cerquillo de alambre tejido contra el que se apoyan nardos y jacintos florecidos con una palmera enana en el centro de cada cantero, semicubiertos por la figura de un niño con saco de bordes redondeados, corbata de moño bohemio, pantalón que ciñe la rodilla seguido de polainas claras, y la figura de una niña con bucles y gran moño blanco trasparente alto en la cabeza, vestido blanco de pollera corta abultada por enaguas. Los siguientes grupos de la izquierda, hasta terminar el álbum, pertenecen a diferentes momentos de las décadas del veinte y el treinta, con la presencia frecuente de un joven de pelo castaño claro largo cubriéndole las orejas, figura atlética e invariable sonrisa. Las restantes carillas de la derecha están ocupadas como se ha apuntado por una única fotografía grande, en el siguiente orden: un terreno baldío con hamacas, trapecios, barras y argollas para atletismo, al fondo un cerco de alambre tejido y detrás algunas casas diseminadas en la llanura, yuyos achaparrados y un adolescente de pelo castaño claro apoyado en una barra mirando a la cámara, camisa con el cuello desabotonado, corbata y brazal de luto, pantalón semilargo hasta por debajo de la rodilla, medias negras largas hasta el muslo y alpargatas, a su lado otro adolescente con pelo negro rizado que escapa de la boina vasca, ropa raída y expresión de alegría salvaje al sostenerse en el aire tomándose de la argolla con un solo brazo, las piernas en ángulo recto con el tronco; el rostro de un joven Suboficial de Policía, aceitoso pelo negro rizado, ojos negros, nariz recta de aletas fuertes, bigote espeso y boca grande, con la dedicatoria «A Juan Carlos, más que un amigo un hermano, Pancho»; los dos jóvenes ya descriptos, sonriendo sentados junto a una mesa cubierta de botellas de cerveza y cuatro vasos, sobre los muslos de ellos sentadas dos mujeres jóvenes, con escotes bajos, carnes fatigadas, rostros desmejorados por los afeites excesivos y al fondo del mostrador de bar almacén cargado de damajuanas, una barrica de vino, estantes con latas de conservas, paquetes de especias, cigarrillos, botellas; escena campestre bajo un algarrobo, tendido en el pasto un mantel cargado de platos con milanesas, huevos duros, tortillas y frutas, al fondo muchachas y muchachos en actitud de esparcimiento, sentados en el pasto junto al mantel una muchacha de pelo negro corto y ondulado que se adhiere al rostro de óvalo perfecto, grandes ojos negros sombreados, expresión ausente, nariz pequeña, boca pequeña, busto comprimido por el vestido de gasa floreada, y un muchacho de pelo castaño claro, camisa abierta por donde asoma el vello del pecho, amenazando con un tenedor empuñado como daga al plato de milanesas; la misma muchacha de la fotografía anterior, sentada en pose de estudio fotográfico, pero con la misma expresión indiferente, el vestido formando drapeados en torno al busto, collar de perlas, cabello más largo lacio con raya al medio y rizado permanente en las puntas, la dedicatoria dice: «Con simpatía, Mabel, diciembre de 1935»; el rostro de la misma muchacha, el mismo peinado con el agregado de una vincha atada por delante en moño enmarcando la frente, la dedicatoria es «Un recuerdo de Mabel, junio de 1936»; un grupo de tres parejas posando con ropas de época, respectivamente Restauración, Tercer Imperio y Fin de Siglo, quedando la joven que encarna la última época más cerca del objetivo, pelo rubio peinado hacia arriba descubriendo la nuca, ojos claros con expresión deslumbrada, propia de quien contempla o imagina algo hermoso, nariz levemente aguileña, cuello largo, figura esbelta; con fondo de sierras y álamos, arropado con un poncho, el pulóver colocado bajo los anchos pantalones blancos de cintura alta hasta el diafragma, el joven de pelo castaño claro, más delgado pero con la tez bronceada por el sol y su sonrisa característica, y dedicatoria «Con el cariño de siempre a mi vieja y hermanita, Juan Carlos, Cosquín 1937»; brindando con sidra junto a una torta de cumpleaños una joven de baja estatura, pese al jopo alto armado sobre la frente, con escote cuadrado y un broche en cada ángulo, una mujer de edad sobriamente vestida y el joven de pelo castaño claro, más delgado, con los ojos notablemente agrandados y cavados en el rostro, mira su copa con sonrisa apenas esbozada; el joven de pelo castaño claro en un sulky con fondo de sierras y cactus, los detalles no se distinguen debido a que la fotografía ha sido tomada casi a contraluz.


Dormitorio de señorita, año 1937


Entrando a la derecha una cama de plaza y media, con la cabecera pegada a la pared y encima un crucifijo con la cruz de madera y el Cristo de bronce. A la izquierda de la cama una pequeña biblioteca de cuatro estantes cargados de libros de texto de la escuela normal y algunas novelas. Los libros de texto forrados con papel marrón y etiquetados, «María Mabel Sáenz-Colegio Nuestra Señora del Pilar-Buenos Aires». A la derecha de la cama la mesa de luz con un velador de pantalla de gasa blanca con motas verdes, al igual que las cortinas de las ventanas y el cubrecama. Debajo del vidrio de la mesa una foto postal de la rambla La Perla de Mar del Plata, una foto postal de Puente del Inca en Mendoza y la fotografía de un joven grueso con cuidadas ropas de campo, al lado de un caballo y un peón que asegura la cincha. A los pies de la cama una piel de conejo veteada de blanco, negro y marrón. En la pared opuesta a la cama una ventana con, a un lado, una repisa adornada de muñecas, todas de cabello natural y ojos movibles, y al otro lado una cómoda con espejo. Sobre la cómoda un juego de espejo de mano y cepillos con mangos de terciopelo colocados en círculo alrededor de un portarretrato de nonato con la fotografía de una muchacha sentada, el vestido formando drapeados en torno al busto, collar de perlas, cabello lacio con raya al medio y rizado permanente en las puntas. Otros adornos de las paredes: una pila bautismal de nácar, un grupo de tres banderines estudiantiles, una imagen de Santa Teresita tallada en madera y un grupo de cuatro fotografías con vidrio y marco tomadas en distintos momentos de un asado campero con la presencia de un joven grueso con cuidadas ropas de campo. En el centro del cielo raso una araña y la pared opuesta a la puerta de acceso enteramente ocupada por un ropero. Cama, mesa de luz, cómoda, espejo, araña y ropero del estilo llamado provenzal o rústico, de madera oscura y herrajes prominentes; la repisa y los estantes para libros en cambio de madera lisa, clara y barnizada. En el ropero hay colgados vestidos, abrigos y dos delantales blancos tableados y almidonados. A la barra de donde cuelgan las perchas hay atado un pequeño envoltorio de seda lleno de fragantes flores secas de alhucema. En el mismo ropero a un lado se alinean cajones cargados de ropa interior, blusas, pañuelos, medias, toallas y sábanas. Escondido entre sábanas de hilo bordadas: un forro para bolsa de agua caliente de lana floreada y bordes de puntilla. Adentro del forro dos libros científicos titulados Educación para el matrimonio y La verdad sobre el amor. Entre dichos libros una fotografía donde con otros jóvenes se ve una pareja sentada junto a un mantel de picnic, ella con aire ausente y él apuntando a un plato con un tenedor. Detrás de la fotografía se lee el siguiente texto: «Mi amor éste fue el día más felis de mi vida. ¡Nunca soñé que pudiera hacerte mía! El día de la primavera. Escondé esta foto hasta que se arregle todo. Te escribo estas indiscresiones a propósito así no la podés mostrar a nadie, porque en esa pose parezco un pabote y un poco "alegre". Ya sabes que por ahí me quieren hacer fama de borrachín.

»En este momento te agarraría de la mano y te llevaría hasta el cielo, o por lo menos ha alguna parte lejos de acá. ¿Te acordás de los sauses llorones al lado de la lagunita? Yo no me los olvido más.

»Te quiere más y más Juan Carlos, 21 de setiembre de 1935.»

En el mismo cajón, debajo del papel blanco clavado con tachuelas que cubre el fondo, están escondidos dos números de la revista Mundo femenino, publicados en fechas 30 de abril y 22 de junio de 1936. En la sección «Correo del corazón» figuran consultas de una lectora que firma «Espíritu confuso» y las respectivas respuestas que da María Luisa Díaz Pardo, redactora de la sección. El texto del primer número es el siguiente: «Querida amiga: hace más de un año que compro esta revista y siempre leo su sección, por lo general apasionante. Pero no me imaginé que un día tendría que recurrir a su consejo. Tengo dieciocho años, soy maestra, recién recibida, y mis padres tienen una posición desahogada. Me ama un muchacho bueno pero de incierto porvenir. Es muy joven todavía, y puede cambiar, pero mi familia no lo quiere. Trabaja como perito mercantil pero ha tenido discusiones con sus superiores por frecuentes ausentismos. Ha pasado una época de resfríos continuos y a menudo se siente cansado. Yo se lo creo pero la versión circulante es que le gusta demasiado divertirse, que es muy mujeriego, que por lo menos una vez a la semana se embriaga con sus amigotes. Me acompaña en paseos y bailes desde hace unos meses, al principio yo estaba segura de quererlo con toda el alma, pero cada día (él viene hasta la puerta de calle a la tardecita después del trabajo, yo lo espero allí así no tiene que entrar ni tocar el timbre, y merodeamos un poco por las calles del pueblo o por la plaza y si hace mucho frío nos quedamos refugiados en el zaguán, que de ahí no pasa nuestra intimidad) cuando se va y entro a casa tengo que soportar los reproches de mis padres, reproches que cual gota de agua van horadando la piedra. Así es que espero con agrado la llegada de él todos los días pero ni bien entreveo acercarse su apuesta figura ya estoy nerviosa pensando en que puede salir mi mamá, o peor aun mi papá, y exigir a mi festejante alguna explicación o hacerle alguna insinuación hiriente, todo lo cual hace que él me encuentre a menudo irritable. Yo le digo que es la nerviosidad natural de mi primer año ejerciendo como maestra, nada menos que de quinto grado. Pero lo que me ha tornado irritable es la duda: ¿lo quiero o no lo quiero? Últimamente ha surgido un nuevo personaje en discordia: un joven estanciero de origen inglés, menos apuesto que "él" pero de trato agradable, se ha valido de su amistad con papá para introducirse en casa y dirigirme palabras galantes. Y he aquí la disyuntiva… nos ha invitado a mí y a una acompañante (elegiré a una tía materna) a pasar en su estancia los cuatro días feriados que tendremos a partir del próximo 25 de mayo, y mis padres insisten en que vaya, a lo cual "él" se ha opuesto rotundamente. Yo he decidido… ir, porque de ese modo sabré si lo echo de menos o no. ¿Pero si cumple su palabra y no me mira más como efectivamente me ha conminado?

»Amiga, aguardo su consejo valioso, suya

«Espíritu confuso (Pcia. de Buenos Aires).»


La respuesta de la redactora es la siguiente: «Envidiable Espíritu confuso: No te envidio la confusión del espíritu sino lo mucho que tienes en la vida. Creo que a tu festejante no lo quieres tanto como para afrontar el rompimiento con tus padres. Tu caso es típico de las jovencitas crecidas en el seno de un hogar feliz y próspero. Seguir con tu amorío (perdóname el término) significaría romper esa armonía familiar que ya sientes amenazada. Y créeme que por un amorío no se paga semejante precio. Eres muy joven y puedes esperar la llegada de un príncipe azul al paladar de todos. Que lo pases bien en la estancia, estudia inglés y trata de aprender por último, nunca al principio, la palabra "yes", que significa… ¡sí! Usando poco ese monosílabo conquistarás al mundo y, más importante aún, asegurarás tu felicidad y la de tus padres. Siempre a tus órdenes,

»María Luisa Díaz Pardo.»


La consulta del número correspondiente al 12 de julio de 1936 es la siguiente: «Querida amiga: la vida me ha jugado una mala pasada. Lo que usted me aconsejó estaba acertado, pero han surgido complicaciones imprevistas. En efecto mi festejante se enojó al ir yo a esa estancia, y tal incidente sirvió para cortar nuestras relaciones. Le confieso que la estadía en la estancia no fue lo que me esperaba pues pasábamos largos ratos frente a frente con ese caballero sin decir una palabra. En el momento de despedirnos me quiso arrancar una promesa pero yo le dije que no me parecía el caso, ya que a él yo no le inspiraba ni palabras ni gestos. Me respondió que el carácter inglés es así, de poco hablar, que envidiaba a los latinos dicharacheros, pero que él aun en silencio se encontraba muy a gusto junto a mí. En cuanto a los gestos, eso fue tan sólo una forma mía de decir, significando que no me arrancaba flores, o que no seleccionaba discos a mi gusto (siempre hacía oír los de su predilección), pero él lo comprendió mal, creyó que yo le reprochaba que no intentase tomarse libertades conmigo. Respecto a eso aclaró que si nuestras vidas habrían de unirse, para eso quedaría tiempo. Qué poco romántico ¿verdad? Yo sinceramente esperaba un beso de pasión para terminar de saber si él me agradaba o no. De todos modos no le prometí nada, ¿qué quiere decir "yes"? ¡ignoro esa palabra! y como usted lo anticipó eso surtió efecto porque ha escrito a mis padres invitándonos a todos para las vacaciones de invierno a partir del día 9 de julio, por dos semanas completas. Es posible que aceptemos. Pero lo que tengo ahora que contar es tan triste que me abruma y no sé cómo expresarme.

»Pocos días después de volver del campo mi papá me llamó aparte, en su escritorio nos aguardaba nuestro médico de familia. En la más total confidencia me dijo que mi ex festejante estaba algo delicado de los pulmones, según lo revelaban los análisis recientes ¡padece de un principio de cierta enfermedad altamente contagiosa! Yo no daba crédito a mis oídos y hasta pensé que se trataba de una treta de papá. El médico agregó que yo deba rehuir su compañía y que dado el enojo surgido apenas dos semanas atrás yo debía aprovechar esa excusa y no verlo más, hasta que lograra curarse. Al día siguiente vi a la madre y a la hermana de mi ex festejante casualmente en un comercio y las noté cariñosas conmigo pero terriblemente entristecidas. Quedé convencida de que todo era, desgraciadamente, verídico. Además al día siguiente, sin consultarme, mi mamá me dijo que a las cinco teníamos hora con el médico para tomarme algunas radiografías. Ya hemos visto el resultado: estoy sana.

»Ahora bien, ¿qué hacer para ayudar a mi querido? En este momento me avergüenzo de haberlo hecho sufrir. Tal vez un día la vida nos vuelva a unir, porque creo amarlo de verdad ¿o será sólo compasión? Le ruego, amiga consejera, que me ayude a dilucidar mis verdaderos sentimientos. Anhelante espera,

«Espíritu confuso (Pcia. de Buenos Aires).»


La respuesta de la redactora es la siguiente: «Espíritu confuso pero generoso: confío en que saldrás adelante. Seguramente lo que sientes ahora por él es compasión, sumada a la nostalgia de días más jubilosos. He consultado con un médico y me ha dicho que puedes verlo como amiga, tomando precauciones. Trata de no acercarte mucho y de acostumbrarte a palmearlo solamente al encontrarte con él, mientras que al despedirte puedes darle la mano, ya que enseguida tendrás posibilidad de lavarte las manos con jabón y luego empaparlas en alcohol. Sí, ofrécele tu amistad, pero no de manera repentina o sospechosa, espera una oportunidad propicia, pues los afectados por esa enfermedad desarrollan una gran susceptibilidad. No le dejes ver tu compasión. Dado su carácter, es lo que más le heriría.

»En cuanto a tu futuro, no olvides que el inglés es un extraño pero bello idioma. Hasta siempre,

«María Luisa Díaz Pardo.»


De este mismo número de la revista Mundo femenino, en dos páginas faltan las imágenes, recortadas con tijera, correspondientes a las siguientes leyendas: «Coqueto conjunto para cocktail realizado en seda moirée, con casquete Julieta, según la nueva moda inspirada por la superproducción Metro-Goldwyn-Mayer Borneo y Julieta, del inmortal W. Shakespeare. Foto M-G-M.» y «La nueva sensación del cine, Deanna Durbin, propone a las jovencitas este luminoso conjunto para ciclismo, realizado en jersey de hilo blanco, destacándose los bordes con vivo en "zigzag" color rojo. Foto Universal Pictures.»

Detrás de la ventana de la habitación ya descripta se ve un primer patio, cubierto por plantas de parra que se trepan y enroscan a un tejido de alambre colocado a modo de techo, más allá canteros con rosales y jazmineros, por último una gran higuera que sobrepasa la altura del tapial lindante con un terreno donde se construye el edificio de dos pisos destinado a la nueva Comisaría. Uno de los albañiles de la obra se protege del sol con una boina vasca de la que escapa el pelo rizado, negro como el bigote espeso sobre la boca grande y como los ojos que miran desde los andamios, por entre las ramas de la higuera en dirección al patio de rosales, jazmineros, parrales y ventanas cubiertas por cortinas de gasa blanca con motas verdes.


Agenda 1935


Marzo

Martes 14, Santa Matilde, reina. ¡Agenda vieja y peluda! Hoy te empiezo con una viuda.

Miércoles 15, San César, mártir. Pedí adelanto 15 pesos para regalo vesino viuda, regalo viuda y gastos generales.

Sábado 18, San Gabriel Arcángel. Timba en «La Criolla», pasa Perico con el auto.

Domingo 19, San José. Milonga en el club, convidé a Pepe y a los hermanos Barros, dos bueltas. Me la deben para la próxima.

Miércoles 22, Santa Lea, monja. Cita a las 19, Clarita.

Jueves 23, San Victoriano, mártir. Cita en «La Criolla», Amalia, conseguir coche.

Sábado 25, Anunciación de la Virgen María. Viuda, 2 de la mañana.

Domingo 26, Pascua de Resurrección. Promesa ir Misa con mamá y Celina, 10 hs. (¿en camilla?).

Jueves 30, Beato Amadeo. Cita en «La Criolla», Amalia, pedir coche a Perico. Anular, gripe, pedir Pancho avice Amalia. No, Pancho peligroso, que espere la gorda, sentada para que no se canse.


Abril

Martes 4, San Isidro, mártir. Cobré sueldo menos adelanto ¡ahijuna!

Jueves 6, San Celestino, mártir. Falté trabajo, gripe cama, recaída.

Viernes 7, San Alberto, mártir. Falté trabajo, gripe, cama.

Lunes 10, San Terencio, obispo. Falté trabajo, gripe, levantado entrecasa.

Martes 11, León I, papa. Vuelta al yugo.

Jueves 20, Santa Adalgisa, virgen. ¡Gané $120 timba Club!

Sábado 22, San Anselmo, obispo. Llevar Pancho timba «La Criolla», los Barros me la juraron.

Domingo 23, San Alberto, mártir. Ir salida de Misa, pedir disculpas Clarita. Clarita finiquitada que se haga rogar por su abuela. Juro por mi honor fidelidad viuda, alias la tranquila.

Jueves 27, Santas Ida y Zita. Falté cita viuda, culpa semillón «La Crio lla», Pancho papelón bomitó mesa. Recordar pedir disculpas viuda, alias la buena.


Julio

Viernes 7, Santa Rita. Llega 20:15 tren de Bs. As. con pupilas de vacaciones. Dar vistaso.

Sábado 8, San Adrián, mártir. Milonga Club Social. Prestar guita Pancho timba «La Criolla». Perdió. Me apunté un poroto en el Social.

Domingo 9, Santa María Goretti. Falté cita Misa, imperdonable. La piba más linda del mundo plantada por un pobre desgrasiado. Día entero en casa encerrado, escusa tos. La verdad de la milanesa: ¡qué lindo es dormir hasta las doce!

Lunes 10, San Félix, mártir. ¡La vi! se creyó el cuento de mi hermana ¡gracias Celina! «Se ve que sos serio, preferís quedarte el domingo en casa para curarte el resfrío y trabajar el lunes.» Se ve que sos presiosa…

Jueves 13, San Anacleto, papa. Van tres días que no la veo. Cita viuda 23:30 horas.

Viernes 14, San Buenaventura. ¡Gracias San Buenaventura! La encontré a la salida de la novena. Mabel, Mabel, Mabel, Mabel. A las 22 cita con Celina y su hermanito (un servidor) para cine. La película que menos entendí en toda mi vida.

Sábado 15, San Enrique, emperador. Milonga íntima en casa de Mabel, despedida zaguán. El mundo es mío.

Domingo 16, Virgen del Carmen. Se me volvió a Buenos Aires. Puedo hacerme monja y entrar al internado. ¿Quién me lo impide? Es mi vocasión.


Septiembre

Martes 10, San Casimiro, mártir. Faltan 10 días.

Miércoles 11, San Germán, rey. Faltan 9 días.

Jueves 12, San Serafín, obispo. Faltan 8 días.

Viernes 13, San Eduardo, rey. Faltan 7 días.

Sábado 14, San Calixto, obispo. Faltan 6 días. Me pelaron $ 97 en «La Criolla».

Domingo 15, Santa Teresa, virgen. Cumplir promesa, ir Misa. Faltan 5 días.

Lunes 16, San Gallo, mártir. Faltan 4 días. Cita Amalia en «La Criolla» conseguir auto Perico. Martes 17, Santa Eduvigis, mártir. Faltan 3 días.

Miércoles 18, San Lucas, evangelista. Pasado mañana…

Jueves 19, San Pedro de Alcántara. ¡Mañana!

Viernes 20, Santa Irene, virgen. Tren procedente de Buenos Aires llega 20:15 horas. ¡¡¡Es más linda de lo que me acordaba!!! Nos dimos la mano. Delante de la vieja.

Sábado 21, San Mateo, apóstol. Día de la Primavera, Día de los Estudiantes ¡cómo tardás en llegar! Excursión a picnic en estancia «La Carola».

Cita 7:30 frente Confitería «La Moderna». Celina lleva comida… Soy el ser más felis de la tierra y prometo ante dios comportarme como un hombre de verdad, juro no contarlo a nadie y casarme con ella.

Domingo 22, San Mauricio, mártir. Salida tren 10,30 horas. Qué lejos está diciembre… Me tiró un beso con la mano delante de la madre. A estas horas ya estará en el colegio.

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