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Aquí y allá, entre las épocas, la Patrulla del Tiempo tiene lugares para que descansen sus miembros. Uno de ellos es Hawai antes de la llegada de los polinesios. Aunque el centro existe desde hace miles de años, Laurie y yo nos considerarnos afortunados al poder conseguir una cabaña durante un mes. De hecho, sospechábamos que Manse Everard había tirado de un par de hilos en nuestro nombre.

No lo mencionó cuando nos visitó al final de nuestra estancia. Simplemente fue amable, nos marchamos de picnic y a hacer surf, y después comimos la cena de Laurie con el apetito que se merecía. Hasta más tarde no habló de lo que quedaba tras nosotros y por delante en nuestras líneas del mundo. Nos sentamos en el porche delantero del edificio. La penumbra se hacía fría y azul en el jardín y sobre el bosque florido que se encontraba más allá. Al este, la tierra descendía hacia donde el mar relucía plateado; al oeste, la estrella del ocaso se estremecía sobre el Mauna Kea. Un riachuelo cantaba. Allí se encontraba la paz que sana.

—¿Te sientes preparado para volver? —preguntó Everard.

—Sí —dije—. Y será mucho más fácil. El trabajo duro está hecho, la información básica ha sido reunida y asimilada. Sólo tengo que grabar las canciones e historias a medida que son compuestas y evolucionan.

—¡Sólo! —exclamó Laurie. Su burla era amable y se convirtió en un consuelo cuando puso la mano sobre la mía—. Bien, al menos te has librado de tu pena.

Everard habló en voz baja:

—¿Estás seguro de eso, Carl?

Podía conservar la calma al responder:

—Sí. Oh, siempre habrá recuerdos dolorosos, pero ¿no es ése el destino común del hombre? Hay muchos más agradables, y volveré a poder usarlos.

—Comprendes, claro, que no debes obsesionarte como lo estuviste. Ése es un riesgo que se lleva a muchos de los nuestros… —¿La voz le falló ligeramente? Se recuperó—. Cuando es así, la víctima debe superarlo y recuperarse.

—Lo sé —dije, y reí un poco—. ¿No sabes que lo sé?

Everard chupó la pipa.

—No exactamente. Como el resto de tu carrera no parece presentar mayores problemas que los normales en un agente de campo, no podía justificar emplear más línea vital y recursos de la Patrulla en nuevas investigaciones. Esto no es un asunto oficial. Estoy aquí como amigo, al que simplemente le gustaría saber cómo os va. No me cuentes nada que no quieras decirme.

—Eres un dulce viejo oso, sí —le dijo Laurie.

No me sentía del todo cómodo, pero tomé un sorbo de mi combinado de ron.

—Claro, te daré toda la información —empecé decir—. Me aseguré de que a Alawin le fuese bien.

Everard se agitó.

—¿Cómo? —quiso saber.

—No te preocupes, Manse. Lo hice con cautela, y casi siempre de manera indirecta. Usé diferentes identidades en ocasiones diferentes. Las pocas veces que me vio no me reconoció. —Me pasé los dedos por la barbilla bien afeitada, al estilo romano, como mi corte de pelo—. Cuando es necesario, un patrullero dispone de una avanzada tecnología del disfraz. Oh, sí, he dejado descansar al Errante.

—¡Bien! —Everard volvió a relajarse—. ¿Qué fue del muchacho?

—¿Te refieres a Alawin? Bien, dirigió un grupo razonablemente grande, incluidas su madre y toda la casa de ella, y lo guió al oeste para unirse a Fritigerno. —Los guiaría, tres siglos después. Pero hablábamos en nuestro inglés natal. El lenguaje temporal posee todos los tiempo apropiados—. Allí disfrutó de favores, especialmente después de recibir el bautismo. Eso, por sí solo, ya era razón para dejar al Errante, como comprenderás. ¿Cómo iba un cristiano a permanecer cerca de un dios pagano?

—Humm. Me pregunto qué pensó después de esas experiencias.

—Tengo la impresión de que mantuvo la boca cerrada. Naturalmente, si sus descendientes (se casó bien) conservaron alguna tradición sobre al asunto, supondrían que alguna presencia sobrenatural recorría el antiguo país.

—¿El antiguo país? Oh, sí. Alawin nunca regresó a Uerania, ¿no? —No, imposible. ¿Quieres que te haga un bosquejo de la historia?

—Por favor. La estudié un poco, en relación con tu caso, pero no conozco el desenlace. Además, eso fue hace mucho tiempo en mi línea de mundo.

Y desde entonces deben de haberte pasado muchas cosas, pensé. En voz alta dije:

—Bien, en el 374, el pueblo de Fritigerno cruzó el Danubio, con permiso, y se estableció en Tracia. Pronto Atanarico hizo lo mismo, aunque en Transilvania. La presión huna se había hecho demasiado intensa.

» Los oficiales romanos explotaron a los godos y abusaron de ellos (en otras palabras, fueron su gobierno) durante varios años. Al final los godos decidieron que estaban hartos y se rebelaron. Los hunos les habían dado la idea y la técnica de la caballería, que ellos convirtieron en pesada; en la batalla de Andrianópolis, en el 378, derrotaron a los romanos. Por cierto, allí Alawin se distinguió, lo que lo puso en el camino de la importancia que alcanzó. Un nuevo emperador, Teodosio, estableció la paz con los godos en el 38 1, y la mayoría de sus guerreros entraron al servicio de Roma como foederati: aliados, diríamos nosotros.

»Después vinieron conflictos renovados, batallas, emigraciones… la Völkerwanderung estaba en marcha. Resumiré el caso de mi Alawin diciendo que, después de una vida turbulenta pero básicamente feliz, murió, a una edad avanzada, en el reino que para entonces los visigodos se habían ganado en el sur de la Galia. Sus descendientes tuvieron un papel importante en la fundación de la nación española. Así que ya lo ves: puedo dejar ir a esa familia y seguir con mi trabajo.

La mano de Laurie se cerró alrededor de la mía.

El crepúsculo se estaba convirtiendo en noche, Una astilla en la pipa de Everard produjo su propio parpadeo rojo. Él mismo no era más que una masa oscura, como la montaña que se elevaba sobre el horizonte occidental.

—Sí —meditó—, ahora recuerdo, más o menos. Pero has estado hablando de los visigodos. Los ostrogodos, el pueblo original de Alawin… ¿no ocuparon Italia?

—Con el tiempo —dije—. Primero tendrían que pasar cosas terribles. —Hice una pausa. Lo que estaba a punto de decir abriría heridas que todavía no habían sanado—. El Errante dijo la verdad. Swanhild tuvo su venganza.

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