Querido Chan:
«Esta es una carta que nunca pensaba escribir, un mensaje que nunca soñé que enviaría. Pero es nuestra primera noche aquí abajo, en Travancore... y estoy terriblemente asustada. Ojalá estuviera contigo en los Gallimaufries, viendo a Bozzie predicar abnegación y repartir dulces y caramelos. Tú y yo no podemos estar ahora juntos, pero tal vez me dejes charlar contigo un ratito.
»No nos permitieron llegar a Travancore a través de un Enlace Mattin. Pase lo que pase, Mondrian no se arriesgará a que la Criatura fabricada por Morgan tenga otra vez acceso a un Enlace. Así que voy a mandar esto a nuestra nave, y si todo sale bien te llegará antes de que te marches de Barján. Lo último que he oído de allá es que tienes el mejor grupo desde que empezaron los entrenamientos. Eso espero... y también que no tengas que venir a Travancore. Si lo haces, eso significará que nosotros hemos fallado.
»He dicho que estamos "aquí abajo en Travancore" pero eso es solamente una manera de hablar. No sé dónde empieza la auténtica superficie de este planeta. Nadie lo sabe. Estamos colgados de una especie de tienda en forma de medio globo con una base plana y flexible, a unos doscientos cincuenta metros de las cimas de los árboles. Hay cinco kilómetros de vida vegetal bajo nosotros. También hay vida animal... vimos signos cuando hicimos nuestra exploración a baja altura desde la nave. Todo el planeta está lleno de agujeros, pozos circulares de unos cinco metros de diámetro que se extienden desde las capas superiores. Al principio pensamos que podrían ser canales naturales creados por la lluvia, pues llueve todo el día sobre la mayor parte de Travancore, pero ahora no estamos tan seguros. S'glya, la Tubo-Rilla del equipo, vio algo grande que bajaba por uno de esos túneles. Es atemorizador. Me alegra que no fuera la Criatura de Morgan: éramos un blanco fijo. Intenté disimular mi pánico, pero no lo conseguí. S'glya tiene la habilidad absolutamente sorprendente de leer mis emociones, y se lo dijo a los otros.
»Es una idea desagradable pensar que pronto recorreremos esos túneles, pero el Remiendo tiene una actitud distinta. Argumenta que los túneles son un regalo...; sin ellos, sería imposible explorar el bosque vertical de Travancore. Tal vez sea imposible de todas formas. Lo sabremos dentro de un par de días.
»Antes incluso de empezar el descenso, hemos decidido que el programa de entrenamiento que hemos seguido ha perdido el objetivo. Fuimos enviados a Dembricot para las sesiones finales, porque es un mundo con vegetación, como Travancore, y por tanto sería una buena experiencia para este sitio.
»Buena idea, pero completamente equivocada. Has visto las películas sobre Dembricot. Plano, húmedo, llanos de plantas... y no más parecido a Travancore que Barján. El planeta es una jungla que se alza como uno de los océanos terrestres durante una mala tormenta.
»Una cosa buena: puedo respirar con sólo un compresor. Incluso podré hacerlo sin él cuando alcancemos un nivel inferior. Nos las arreglamos bien. S'glya necesita una unidad calorífica, y Ángel tuvo que hacer alguna misteriosa modificación interior antes de que la atmósfera fuera aceptable, pero eso es todo. (Ojalá pudiera comprender mejor los procesos mentales de Ángel. Los otros parecen no tener problemas... o al menos no lo admiten.)
»La vista de la capa superior de vegetación es espectacular, de momento. Talitha está a punto de ponerse. Está bajo en el horizonte, así que brilla horizontalmente a través de miles de helechos y hojas y enredaderas. No hay flores, me temo. Travancore no le gustaría al viejo Bozzie. Todo lo que se ve es más verde que el verde, excepto las Enredaderas Verticales. Son purpúreas gigantescas, y se enroscan a la cima de todo lo que alcanza la vista. Son realmente gigantescas. Puede que sólo tengan un par de metros de grosor, pero se extienden a lo largo de muchos kilómetros. A pesar de su tamaño, no son tan densas y pesadas. Intenté tomar una muestra de una, porque no veía cómo el resto de la vegetación podía soportar su peso. Cuando la corté, hubo un siseo y un olor horrible, y el nivel de la vegetación en torno a la enredadera se redujo una fracción. Esa cosa no debe ser más que una concha plana, como una oblea, que se extiende sobre un centro hueco lleno de gases ligeros. Ahora me pregunto si en realidad ayudan a que las otras plantas crezcan.
«(Estoy divagando, pero me digo que eso es justificable. Si por cualquier causa tienes que venir aquí, cuanto más sepas de este sitio antes de tiempo, mejor. Nos entrenaron lo mejor que pudieron, pero eso no fue bastante. Nadie había estudiado Travancore de cerca, antes. Sin superficie definida ni extensiones de agua visibles, nadie pensaba que mereciera la pena. Así que tenemos más preguntas que respuestas.)
»Más cosas sobre esos agujeros... siguen preocupándome. Los órganos receptores de imagen del Ángel (no los puedo llamar ojos), pueden enfocar infrarrojos térmicos. Nuestro Ángel examinó uno de los pozos con una onda calorífica, y dice que no es vertical. Sus espirales caen formando hélices, lo que descarta la idea de que sean canales producidos por la lluvia. Tendremos mejores ideas en el futuro, porque sospecho que vamos a descender por uno. Espero poder mandarte luego una descripción. Pase lo que nos pase, nuestra nave lo registrará todo.
»Más sobre Travancore. Naturalmente, no hemos pensado en otra cosa desde que llegamos aquí. Hay multitud de misterios que no detallan los informes. Por ejemplo, la gravedad y el aire. La gravedad de la superficie es sólo de poco más de un cuarto de la terrestre. ¿Cómo puede entonces contener una atmósfera substancial y soportar esta masiva capa de vegetación? El aire debería haber escapado al espacio hace mucho tiempo. Bien, según S'glya, Travancore dispone de atmósfera precisamente porque tiene esa extraña capa de vegetación. La capa de vida vegetal es tan densa, continua y omnipresente, que puede atrapar las moléculas de aire en su interior y bajo ella. Hay algo parecido a una discontinuidad de presión cerca de la cima. Y por supuesto, es la típica situación del huevo y la gallina, pero la atmósfera es absolutamente necesaria para que exista la vegetación. La capa de plantas debe de haberse desarrollado muy pronto en la historia de Travancore. Y si S'glya tiene razón, los pozos no pueden bajar ininterrumpidamente hasta la superficie sólida, pues de otro modo actuarían como válvulas de escape para el aire. Así que puede que tengamos que abrirnos paso. Y eso añade otra dificultad. Sólo para aumentar la confusión, el Ángel dice que la idea de S'glya sobre la atmósfera y la vegetación debe de estar equivocada... ¡por seis razones todavía por especificar!
»Bien, ¿cuál es la buena noticia? El equipo es la buena noticia. Somos un grupo extraño. Tenemos un Remiendo que dice que su nombre es Kaliam, pero que me pide que lo llame Ismael. Su objetivo en la vida parece ser arrimarse al resto de nosotros. Hay un Ángel que no para de usar proverbios y clichés humanos, y que dice que los Ángeles no tienen nombre; y S'glya, la Tubo-Rilla, que parece conocer lo que pienso y siento sin que se lo diga, y que insiste en que la llame S'glya aunque ése no es su nombre real. Extraño. ¡Pero funciona! En cuanto empezamos a conocernos, hemos conseguido un nivel absolutamente increíble de comunicación y trabajo en equipo. Parece como si cualquier cosa que no sea capaz de hacer alguno de nosotros, pudiera hacerla otro. Lo notamos por primera vez en Barján, y desde entonces no ha cesado de ir a mejor y mejor.
»Mejor y mejor... ¡pero sólo Dios sabe si será lo bastante bueno!
»Aquí es noche cerrada ahora. Hora de irse a dormir.
«Cruza los dedos por mí, Chan, dondequiera que estés. Te amo, y te he amado siempre. No puedo perdonarme por haber huido y no haber hablado contigo cuando estabas en Ceres con Tatty y Kubo Flammarion. ¡Pero me costó tanto aceptar la idea de que ya no te controlo! Espero que me perdones. Y espero que algún día pueda enmendar lo que hice.»
Tuya, Leah.
Chan había leído la carta una y otra vez. Después de la tercera vez, podría haberla repetido palabra por palabra.
Pero continuaba regresando a los últimos párrafos. Las palabras de amor de Leah bullían dentro de él, y sus consideraciones sobre el nivel de comunicación conseguido por el Equipo Alfa le desconcertaba por completo. Llevaba un par de días convencido de que su propio equipo nunca trabajaría bien. Tenían demasiados problemas para comprenderse mutuamente. Bueno, tal vez Shikari, el Remiendo, estaba bien, e incluso la Tubo-Rilla solía tener sentido, aunque ninguna de aquellas criaturas parecía tener equivalente de las expresiones faciales. Presumiblemente, tenían una especie de lenguaje corporal para su propia especie, aunque no tenía idea de cómo interpretarlo. Pero en cuanto al Ángel, era el misterio personificado. La criatura no tenía cara, ni boca, ni medio de comunicación que no fuera a través de un ordenador. E incluso con eso a menudo le resultaba incomprensible, aunque el Remiendo y la Tubo-Rilla comprendían (o eso pretendían).
¡Y se suponía que este grupo variopinto tenía que rastrear y destruir a los seres más peligrosos del Sistema Estelar! Tendrían suerte si podían dominar al Artefacto Simulacro aquí en Barján.
Habían establecido su campamento cerca del polo sur del planeta. Hasta que supieran la situación del simulacro de la Criatura de Morgan, no tenía sentido soportar el terrible calor del ecuador y el hemisferio norte. Cuando cayó la tarde y las oscuras arenas de Barján se enfriaron gradualmente, el equipo de persecución se preparó para su primera sesión de estrategia.
El Compuesto Remiendo había aumentado notablemente su tamaño a medida que el sol se iba poniendo y el aire se hacía menos abrasador. Ahora utilizaba casi el doble de componentes que cuando Chan lo había visto en la nave, y su tiempo de respuesta era dolorosamente lento. Los otros tres tenían que esperar mientras la abertura vocalizadora del Remiendo producía soplidos y silbidos preparatorios y por fin hablaba. Ahora estaban esperando. La Tubo-Rilla, S'greela, permanecía junto a Chan, frotando nerviosamente sus miembros delanteros multisegmentados contra los lados de su cabeza. Si su forma de actuar hasta el momento podía servir de guía, cuando tuviera que enfrentarse a la Criatura fabricada por Morgan, no haría más que tiritar de miedo y huir dando saltos.
El Ángel, al menos, no escaparía; no podría hacerlo. Se movía demasiado lento. No importaba lo inteligente que fuera el Cantante cristalino, estaba encadenado al cuerpo vegetal del Chasselrosa y sufría la extrema lentitud de movimientos de la planta. Cuando el Ángel se quería mover, el bulboso cuerpo verde levantaba los peciolos y se arrastraba. Chan calculaba que, cuando tuviera prisa, podría conseguir tal vez unos cien pasos por hora.
Eso dejaba al Remiendo, Shikari, como único aliado potencialmente útil. Y su reacción ante el peligro, según todos los informes, era simple e inmediata: se dispersaba en componentes individuales y éstos se marchaban volando. Chan observó a los otros tres y suspiró. ¡Grandes aliados para una lucha dura!
—Pensamos que tenemos una propuesta satisfactoria —dijo Shikari por fin—. El Simulacro carece de ritmo cardíaco, y es indiferente a la noche o al día. Pero nosotros no. Preferimos agruparnos, y Chan necesita dormir. S'greela es parcialmente nocturna y puede funcionar bien de noche. Y aunque el Chasselrosa esté casi inmóvil, el Ángel tiene una excelente visión nocturna. Ésta es nuestra sugerencia. Ángel y S'greela deberían efectuar una vigilancia nocturna en busca del Simulacro. Si no hay éxito, entonces a la luz del día intercambiaremos nuestras misiones.
Las largas hojas verdiazules en lo alto del Ángel comenzaron a moverse lentamente. Chan empezó a hablar, pero se detuvo. Había visto ese movimiento antes, justo antes de que el ordenador de comunicación del Ángel empezara su traducción. ¡Tal vez incluso un Ángel tuviera alguna especie de lenguaje corporal!
—Estamos de acuerdo —dijo la voz mecánica—. Pero sugerimos una diferencia. Creemos saber la localización del Artefacto Simulacro. Así, la misión del Ángel y la Tubo-Rilla debería ser de confirmación, no de búsqueda.
—Pero ¿cómo puede...? —empezó a decir Chan, pero se calló. Las hojas en forma de helechos aún se movían.
—Hemos completado el análisis de las imágenes del radar obtenidas durante la exploración orbital —continuó el Ángel—. Hay solamente dos anomalías significativas. Una de ellas es, casi con toda certeza, el Simulacro —hubo otra breve pausa—. Estamos realizando ahora un análisis que lo confirme. Hemos almacenado una copia del banco de datos de la nave.
El Ángel había respondido la pregunta que Chan había empezado a formular, y otra, referida a los datos del radar de la nave, sobre los que Chan había empezado a preguntarse aunque no había llegado a hacerla. ¿Telepatía? Chan rehusó la idea. Había otra explicación más adecuada. Recordó un comentario que había hecho Kubo Flammarion durante una reunión, allá en Ceres:
—Un Ángel no piensa como un humano... pero no porque no pueda hacerlo. Cuando quiere, puede emplazar parte de su cerebro en lo que hemos llamado «modo imitador». Esa pane puede pensar como un humano, o un Remiendo, o un Tubo-Rilla... y probablemente como los tres al mismo tiempo. Y mientras eso sucede, el Ángel puede hacer análisis lógicos a su modo. No pierde el poder de su propio estilo de pensamiento... ese que no comprendemos en absoluto.
En este punto, Kubo Flammarion reflexionó sobre sus últimas palabras, sacudió la cabeza y se revolvió en su uniforme como si de repente se le hubiera quedado pequeño.
Ignorando el instante de instrospección de Chan, la Tubo-Rilla ya casi había plegado sus miembros telescópicos y se agachaba para recoger al Ángel. Este se había opuesto la primera vez que S'greela lo había hecho, alegando que un Ángel era lo bastante capaz como para moverse independientemente. Pero un par de minutos observando el laborioso movimiento del Chasselrosa, había puesto a los otros tres unánimemente de acuerdo. Chan observó ahora al Tubo-Rilla, que recogía indiferente el cuerpo sólido del Ángel. Era cada vez más consciente del poder de aquel cuerpo delgado y tubular. S'greela era simpática, pero, si quería, podría aplastarlo como a un insecto.
El Remiendo no habló de nuevo hasta que el Ángel y la Tubo-Rilla se marcharon en la nave de reconocimiento. A menos que estuvieran hablando con Chan, los otros eran muy parcos en palabras. Parecía que lo hacían solamente para su provecho. Todos se habían dado cuenta de que las palabras redundantes eran parte de la interacción social humana, tan importante para Chan como frotarse para una Tubo-Rilla o agruparse para un Remiendo.
Chan se obligó a levantarse y se sentó junto a Shikari. Después de un poco, sintió el roce de unas antenas largas y delicadas en sus brazos y piernas. El Compuesto Remiendo se reconstruía parcialmente. Los diminutos componentes individuales se soltaban del todo y se reagrupaban cerca de Chan. Cinco minutos después, Shikari se moldeaba sólidamente contra Chan, rozándole desde el pecho a los tobillos. Este volvió la cabeza y contempló la vibrante masa negropurpúrea. El contacto no era del todo desagradable. En realidad, ese suave roce contra su piel empezaba a volverse sorprendentemente cálido y reconfortante. Después de unos instantes, componentes libres que no habían formado antes parte del Compuesto Remiendo se acercaron volando y empezaron a ejecutar conexiones adicionales. Pronto, todo el cuerpo de Chan, de la cabeza a los pies, quedó recubierto por el enjambre púrpura. Se sintió muy relajado, pero no soñoliento. La presión que le rodeaba era suficiente para que pudiera notarla, pero Chan pensó que si el Remiendo quisiera rodear a algo con intención de apresarlo, sería muy difícil resistir. Shikari tenía una manera efectiva de neutralizar cualquier agresión.
Siguió mirando y esperó a que los últimos componentes acudieran a unirse.
—¿Te sientes diferente cuando se juntan más unidades? —preguntó.
Hubo un silbido experimental del orificio hablador.
—Por supuesto —dijo Shikari por fin.
Chan advirtió que el Remiendo había dado una respuesta completa.
—No me refiero a que tengas más inteligencia. Sé que es verdad. Lo que quiero decir es si te sientes de alguna manera un individuo diferente cuando tu tamaño aumenta.
El Remiendo guardó silencio largo rato.
—Ésa es una pregunta difícil. Y no estamos seguros de que tenga sentido. Somos lo que somos en este momento. No podemos sentir lo que fuimos o lo que seremos. A cada segundo, según los informes que tenemos sobre los humanos, algunas de tus células cerebrales mueren. ¿Te sientes diferente cuando esas unidades de tu intelecto desaparecen?
—No es lo mismo. En el caso humano, cada célula cerebral ha existido desde la infancia. No añadimos unidades. —Chan se preguntó de inmediato si Shikari sabía su propia historia... y cómo recientemente había conseguido emplear por completo esas mismas células—. Perdemos células, pero cambiar constantemente, recombinar y sumar o restar unidades... es difícil para mí comprender cómo sigues teniendo la misma identidad cuando existen cambios importantes.
El Remiendo se apretujó contra el cuerpo de Chan, y una cascada de quinientas unidades se separó para unirse separadamente en el suelo.
—¿Te gusta eso? —dijo Shikari. El Remiendo estaba ensayando una risa humana—. Hay capacidad de sobra para pensamiento continuo, aunque no haya más de cien componentes combinados. Recuerda que cada una de las unidades que forman un Remiendo posee casi dos millones de neuronas.
—Parecen muy pocas.
—Comparadas con un humano o con un Compuesto Remiendo completo, sí. Un Compuesto debe contener cuarenta o cincuenta mil millones de neuronas combinadas. Pero compara una de nuestros componentes con una abeja terrestre, que no tiene más de siete mil neuronas y sin embargo es capaz de acciones individuales complejas.
Hubo otro aleteo y las unidades volvieron a unirse a la masa en torno al cuerpo de Chan. La voz emitió otro intento de imitar una risa humana, esta vez con más éxito.
—Tenemos un largo camino por recorrer antes de que lleguemos a comprendernos mutuamente —dijo el Remiendo—. Cuando por primera vez contactamos con los humanos nos maravillamos de vuestra extraña estructura. ¿Cómo puede delegarse la inteligencia, cómo puede residir en un grupo elegido de células dentro de vuestros cuerpos? En nosotros, cada componente tiene la misma capacidad de inteligencia. Pero ¿cuánto de tu cerebro hay aquí? —Chan sintió una presión en su abdomen—. ¿O aquí? —la presión se movió hacia su pantorrilla izquierda—. ¿Cuánta inteligencia hay en esas partes? ¿Cuáles son los pensamientos de un brazo, o de un pulmón? Sabemos que un humano puede ser reducido a la mitad de su tamaño, sin brazos y sin piernas, ¡y sin embargo la inteligencia no cambia! ¿Quién puede creer eso?
—Es cierto.
—Lo sabemos, pero ¿quién lo creería si los humanos no hubieran llegado a Mercantor para probárnoslo? —Hubo otro agitar de alas y Shikari endureció su masa—. La inteligencia es un misterio. Pero esto, cercanía y calor, es la mejor parte de ella.
Los dos guardaron silencio. El equipo perseguidor había establecido su campamento en un claro, rodeado por la polvorienta vegetación verdiazul del polo de Barján. Mientras Chan y Shikari charlaban, la noche había caído y la temperatura del aire había bajado treinta grados. Shikari era como una manta cálida y suave que envolvía a Chan hasta la barbilla. Levantó la cabeza y miró al cielo. El sol más brillante de Eta Cassiopea se había puesto, y el más pequeño no había salido todavía. Chan pudo distinguir S'kal'lan, el planeta natal de los Tubo-Rillas, como un punto brillante cerca del horizonte. La pequeña luna de Barján, un disco arrugado e irregular, brillaba sobre él en el cielo.
Chan tiritó, con aprensión. Tres meses antes había vivido en la tranquila crisálida de los Gallimaufries, feliz, ignorante, escudado por Leah de todos los peligros y las incomodidades. Ahora vagaba por la superficie de un planeta extraño, a dieciocho años luz de casa, inseguro de que hubiera otra puesta de sol, y Leah estaba aún más lejos de la Tierra, y en un peligro todavía mayor. Ahora debería encontrarse en Travancore, persiguiendo, no a un simulacro, sino a una auténtica Criatura construida por Morgan.
Si le dieran la oportunidad, ¿volvería? ¿Regresaría a los días de flores y juegos? Un hombre había sido el agente de todos aquellos cambios, y de la agonía del Estimulador Tolkov. Si Chan cerraba los ojos podía ver la cara ante él. Esro Mondrian tenía la culpa —¿o el crédito?— de todo lo que le había pasado.
Chan contempló la luna solitaria de Barján y meditó sobre Shikari, sobre la inteligencia, sobre Esro Mondrian, sobre sí mismo.
Cuando la chispa plateada de S'kat'lan se ponía en el polvoriento horizonte barjano, Chan había descubierto una nueva verdad. No importaba lo que sucediera aquí, no querría regresar a la antigua vida en los Gallimaufries. Fuera lo que fuera este regalo mezclado de inteligencia y autoconsciencia, lo quería.
Con ese conocimiento, la urgencia de vengarse de Esro Mondrian se suavizó. Si Mondrian se había ganado el odio de Chan, quizá también se había ganado su gratitud, ya que sus acciones habían arrastrado a Chan, reluctante y lloroso, al mundo de la responsabilidad...
Chan se sumergió en un estado mental remoto y a la vez satisfactorio. Su embelesamiento fue interrumpido de repente cuando el bulto oscuro del Remiendo se movió lentamente sobre él. Abrió los ojos y descubrió para su sorpresa que estaba amaneciendo.
—Escucha —dijo la suave voz de Shikari—. ¿Lo oyes? Es el sonido de la nave de reconocimiento. Los otros están de regreso. Lo sentimos. Nuestro momento de paz y cercanía ha terminado.