«Charles es uno de esos escritores de ciencia ficción que hace que el resto de nosotros piense seriamente en hacer carrera como vendedores de saldos. De hecho, la única razón por la que le permitimos vivir es que también nosotros somos lectores de ciencia ficción. Tiene la base científica de un Clarke, la capacidad narrativa de un Heinlein, la aguda ironía de un Pohl o un Kornbluth y la habilidad como constructor de universos de un Niven.»
Al leer un texto como el de Robinson, lo primero que se nos viene a la mente es que se trata de una exageración. Pero en el caso de Charles Sheffield, parece ser que no es así. Otros comentarios críticos en revistas famosas como Locus, Publishers Weekly, Noumenon, etc. inciden en el mismo tono, presentando a Sheffield como uno de los mayores autores de la ciencia ficción del futuro. Ha llegado el momento de que el lector en castellano pueda finalmente juzgar por sí mismo. En mi caso el primer contacto con Sheffield deriva de su colaboración en THRUST, un buen critizine americano, donde Sheffield cubre una sección periódica sobre el trabajo como escritor de ciencia ficción. Sus textos resuman gran inteligencia e ironía y son muy amenos.
Posteriormente leí THE McANDREW CHRONICLES, en su edición francesa. Se trata del montaje o recopilación (fixup) de relatos que tienen como protagonista a un científico, el McAndrew del título, y que se basan en la extrapolación inteligente sobre premisas de tipo científico. La calidad de la base científica del trabajo de Sheffield resultó avalada, dentro del mundillo de la ciencia ficción, cuando el mismo Arthur C. Clarke reconocía a Sheffield la paternidad de algunas de las ideas usadas en su novela «Cánticos de la Lejana Tierra».
Pero esta calidad científica era, por otra parte, totalmente incuestionable. Charles Sheffield se formó como físico teórico y obtuvo el doctorado en la Universidad de Cambridge. Hoy día trabaja al frente de una división de investigación en la Earth Satellite Corporation y es una autoridad mundial en el campo de la tecnología espacial. Ha sido presidente de la American Astronáutica! Society y su libro EARTH WATCH, sobre la observación de la Tierra desde los satélites, ha sido un gran éxito.
Hasta la aparición de LA CAZA DE NlMROD, se le ha caracterizado como un escritor típico de la ciencia ficción hard, es decir, de aquella que se basa principalmente en las ciencias naturales o en la tecnología. Para algunos comentaristas, el subgénero hard presentaba habitualmete defectos en cuanto a la estructura narrativa de la novela, el tratamiento y la psicología de los personajes y otras cualidades más estrictamente literarias; que perdían fuerza ante la riqueza de las ideas científico tecnológicas, que son el eje central de las novelas de la ciencia ficción hard.
Ello era claramente cierto antes de la revolución que supuso la Nueva Ola que cambió la ciencia ficción a finales de los sesenta, al exigir una mayor calidad en lo literario. Afortunadamente, los nuevos autores como Charles Sheffield, Gregory Benford, David Brin, etc. unen, a su formación de científicos y su afición como lectores de ciencia ficción, la capacidad de utilizar las enseñanzas literarias que se desprenden del fenómeno de la Nueva Ola, sin caer tampoco en alguno de sus extremismos.
Después de leer varias novelas de Sheffield, creo que la mejor presentación de este autor a los lectores en castellano se logrará con su última novela: LA CAZA DE NlMROD. Con ello no pretendo decir que otros de sus libros no sean de gran interés. Destacan entre ellos «The Web Between the Worlds» y «Between the Stokes of the Night»; pero LA CAZA DE NlMROD reúne de manera poco usual toda aquella fascinación y sentido de la maravilla que son la esencia misma de la buena ciencia ficción.
Estoy convencido de que la novela de Sheffield sorprenderá a muchos por la ingente capacidad inventiva de que hace gala en ella. La primera comparación que acude a la mente es la vieja técnica que se decía usaba Van Vogt, uno de los clásicos autores del género: «una idea nueva cada cinco páginas». Quizá Sheffield supera al viejo maestro en riqueza de ideas en este libro que se lee de sorpresa en sorpresa. La novela nos narra la historia de varias cazas o persecuciones. En una visión más superficial se trata de la construcción, huida y captura de las Criaturas de Morgan, formas de vida sintéticas creadas para proteger la Esfera de cincuenta y ocho años luz de radio que constituye el Grupo Estelar ya descubierto. Por alguna razón desconocida, las Criaturas han huido después de matar a los humanos de la estación espacial y deben ser localizadas y capturadas por el peligro que suponen.
Pero ésa es tan sólo la línea central de un argumento repleto de otras subtramas de gran interés que, en manos menos ambiciosas, habrían sido la inspiración de más de una novela. El muestrario de maravillas es casi inagotable: los extraterrestres que comparten la galaxia con los humanos, los laboratorios aguja de la Tierra y sus Artefactos o criaturas procedentes de la manipulación genética, el Enlace Mattin como forma de viaje instantánea en el seno de la galaxia, la misma Tierra como planeta marginado, la simulación bélica de las miniaturas de Adestis, el Estimulador Mental, etc.
El conjunto supone una entretenida novela que se lee con gusto y atención y que puede interesar o reconciliar con el género a más de un lector. La buena ciencia ficción es así. Prepárense para una experiencia entretenida e inigualable.
MIQUEL BARCELÓ