[1] Marrano: calificación injuriosa aplicada por el populacho a judíos y musulmanes convertidos al cristianismo y que mantenían lazos con su antigua fe. Marrano es el puerco joven que recién deja de mamar. Evoca la inmundicia y la sordidez. En un principio se calificó así a los excomulgados. A partir del siglo XIII el vituperio se dirigió hacia los judíos convertidos por la fuerza y sospechosos de mantener una cierta lealtad a sus raíces. Después se extendió la injuria a cualquier judío y, en particular, los cristianos nuevos. La palabra sonaba horrible en los oídos españoles y un decreto real de 1380 salió al cruce para condenar con multa o cárcel a quien calificase de marrano a un converso sincero. Pero no alcanzó para detener el fanatismo creciente. Limpio era el que no tenía sangre judía ni mora, aunque fuese un delincuente vil y lleno de pecados. Sucio, perro y -sobre todo- marrano, quien tenía en sus venas la sangre abyecta. Corría una grotesca racionalización: «no come chancho porque chancho es». La palabra se impuso en toda la extensión del imperio español e ingresó en el lusitano.

[2] Nombre del poblado en idioma tonocoté. Un siglo más tarde el río invadió la ciudad y sus habitantes la refundaron muchos kilómetros al norte.

[3] Nombre en español.

[4] Sin antecedentes moros ni judíos.

[5] Converso o hijo de converso.

[6] Trivio y quatrivio: conjunto de tres o cuatro materias que así se agrupaban desde el medioevo.

[7] Funcionario de la Inquisición que debía denunciar a las personas que atentaban contra la fe y prender los reos con orden del tribunal (por sí mismos o ayudados por el alguacil). Para el cumplimiento de su misión, estaban autorizados a llevar armas, pública o secretamente, en todo el distrito inquisitorial.

[8] Encomienda: institución por la cual se «encomendaba» a un colonizador grupo de indios que trabajarían para él a cambio de la obligación que asumía el encomendero de costearles su educación cristiana

[9] Se llamaba «ley de Moisés» al judaísmo, en contraste con la «ley de Jesucristo».

[10] Tigre americano.

[11] Distrito o territorio en que ejerce jurisdicción espiritual un arzobispo u obispo.

[12] Todo prelado de la Iglesia es inquisidor ordinario. Pero el Santo Oficio de la Inquisición estableció a los inquisidores por antonomasia (extraordinarios), que eran nombrados verticalmente por el inquisidor general a propuesta del Consejo (en el Tribunal Central). Debían ser sacerdotes, preferentemente graduados en leyes.

[13] Poder Judicial civil.

[14] Cerco construido con piedras.

[15] El comisario era el representante del Santo Oficio en las ciudades y villas del distrito inquisitorial. Debía ser clérigo, virtuoso y con rentas suficientes para vivir con la dignidad inherente al cargo.

[16] En 1614 fundó la Universidad de Córdoba, la más antigua de la República Argentina. Familiarmente se la llama «Casa de Trejo».

[17] Todas esas poblaciones existen actualmente. Algunas ya son ciudades.

[18] Ciudad de los Reyes era entonces el nombre usual de Lima.

[19] Ídolos de diverso material.

[20] Se trataba de Antonio León Pinelo, quien adoptó este nombre tras la gran persecución de marranos del año 1635. Se licenció en Derecho. Escribió varias obras, entre ellas el Epítome de la Bibliografía Oriental y Occidental Náutica y Geográfica, por la cual se lo consideraba el padre de la bibliografía americanista. Viajó a España para borrar sus antecedentes de converso y fue amigo de Lope de Vega y Juan Ruiz de Alarcón. Dos años antes de morir fue designado cronista de Indias.

Su hermano menor, Diego León Pinelo, permaneció en América; llegó a rector de la Universidad de San Marcos y lo nombraron Protector General de los indios del Perú.

[21] Ghetto judío, en España.

[22] Mita: «turno». Son los turnos de cuatro meses por año que los indios debían servir en las explotaciones mineras. Este régimen pronto fue transgredido: los cuatro meses se convirtieron en cadena perpetua. Pero se siguió usando la misma palabra.

[23] Jefes o caciques de origen muy antiguo, preincaico. Los incas redujeron su jerarquía. Los españoles les devolvieron algunas prerrogativas y los utilizaron como intermediarios entre el poder colonial y los grupos indígenas.

[24] Ahora llamada Sucre.

[25] Caja: instrumento de percusión. Erke: fagot montañez. Quena: flauta de caña. Sikus: flauta de Pan andina.

[26] Juicios que cobraron mucha importancia en las Indias por la abundancia de transgresiones y que se efectuaban después de concluir una gestión. Se perseguía con más celo las infracciones que redundaban en perjuicio de la Real Hacienda.

[27] La oración de Maimónides reza:

«Ahora me dispongo a cumplir la tarea de mi profesión.»

«Asísteme, Todopoderoso, para que tenga éxito en la gran empresa. Que me inspire el amor a la ciencia y a tus criaturas. Que en mi afán no se mezcle la ansiedad de dinero y el anhelo de gloria o fama, pues éstos son enemigos de la verdad y del amor al hombre, y me podrían también llevar a errar en mi tarea de hacer bien a tus criaturas. Conserva las fuerzas de mi cuerpo y de mi alma para que siempre y sin desmayo esté dispuesto a auxiliar y a asistir al rico y al pobre, al bueno y al malo, al enemigo y al amigo. En el que sufre hazme ver solamente al hombre.»

«Alumbra mi inteligencia para que perciba lo existente y palpe lo escondido e invisible. Que yo no descienda y entienda mal lo visible y que tampoco me envanezca, porque entonces podría ver lo que en verdad no existe.»

«Haz que mi espíritu esté siempre alerta; que junto a la cama del enfermo ninguna cosa extraña turbe mi atención, que nada me altere durante los trabajos silenciosos. Que mis pacientes confíen en mí y en mi arte; que obedezcan mis prescripciones e indicaciones. Arroja a su lecho a todos los curanderos y la multitud de parientes aconsejadores y sabios enfermeros, porque se trata de personas crueles que con su palabrerío anulan los mejores propósitos de la ciencia y a menudo traen la muerte a tus criaturas.»

«Cuando médicos más inteligentes quieran aconsejarme, perfeccionarme y enseñarme, haz que mi espíritu les agradezca y obedezca. Pero cuando tontos pretenciosos me acusen, haz que el amor fortifique plenamente mi espíritu para que con obstinación sirva a la verdad sin atender a los años, a la gloria y a la fama, porque el hacer concesiones traería perjuicio a tus criaturas.»

«Que mi espíritu sea benigno y suave cuando camaradas más viejos, haciendo mérito a su mayor edad, me desplacen y befen y, ofendiéndome, me hagan mejor. Haz que también esto se convierta en mi beneficio, para que conozca algo que no sé, pero que no me hiera su engreimiento: son viejos y la vejez no es un freno para las pasiones.»

«Hazme humilde en todo, pero no en el gran arte. No dejes despertar en mí el pensamiento de que ya sé lo suficiente, sino dame fuerza, tiempo y voluntad para ensanchar siempre mis conocimientos y adquirir otros nuevos. La ciencia es grande y la inteligencia del hombre cada vez cava más hondo.»

[28] Antídoto universal que entonces se usaba contra los envenenamientos. La pólvora era considerada venenosa: se suministraba teriaca, por eso, a los heridos por armas de fuego.

[29] El barbero, enfermero, sirviente, mulato y bastardo Martín de Porres fue propuesto para su beatificación por el papa Clemente IX. La causa, sin embargo, fue detenida en el procedimiento vaticano durante una centuria. En 1763 fue proclamada la heroicidad de sus virtudes por un decreto apostólico. Pero su aprobación recién tuvo lugar en 1936 por el papa Gregario XVI, quien avanzó más aún, y lo reconoció Bienaventurado. El papa Juan XXIII, en mayo de 1962 -sobre las vísperas del Concilio Vaticano II- en una emotiva ceremonia, elevó al hermano San Martín de Porres a la veneración de loa altares. Es el primer santo negro de América.

[30] Calificador: funcionario del Santo Oficio que, por su erudición, estaba capacitado para juzgar las manifestaciones atribuidas al reo o las encontradas en libros y documentos. Debía informar también sobre la censura teológica que merecían sus proposiciones.

[31] Diego de Almagro fue compañero del Francisco y realizó la primera expedición española a Chile en 1535.

[32] El temible cacique Caupolicán cayó prisionero del capitán Alonso Reinoso, quien le preparó en Cañafe una muerte horrible. Levantó un tablado en la plaza y colocó en el medio un poste terminado en punta. Mandó traer la víctima, que llegó cargada de cadenas y una soga al cuello. En medio de gran expectativa lo sentó sobre la punta, de tal forma que el madero penetró por su ano y llegó hasta la garganta. Mientras se convulsionaba, varios indígenas prisioneros eran obligados a disparar flechas sobre el cuerpo destrozado.

[33] En el sambenito se pintaban aspas en lugar de cruces porque los condenados eran indignos de portar el símbolo sagrado. Cuando el reo era absuelto, el sambenito no llevaba aspas. En cambio, cuando el Santo Oficio recelaba, pero lo admitía igualmente en reconciliación, debía exhibir medias aspas (fue el caso de Diego Núñez da Silva). Cuando se lo juzgaba hereje formal, pero abjuraba de su error, el sambenito tenía aspas enteras. En los casos extremos cuando los reos eran «relajados» -es decir, entregados al brazo seglar para que les diera muerte- usaban también tres tipos de vestimenta penitencial según la intensidad de la condena, incluyendo siempre una pintura de las llamas que devorarían su cuerpo.

[34] Los defensores son el Rey y su linaje, los nobles, infanzones y hasta se podría incluir a los jurisconsultos.

[35] Oración hebrea por los muertos.

[36] Pascua judía.

[37] Séder: ceremonia mediante la cual se evoca y celebra la liberación de la esclavitud en Egipto.

[38] Panes ázimos o cenceños.

[39] Narración del Éxodo.

[40] El cargo de deicidio y la sistemática mención de los judíos como pérfidos recién fue revocada por la Iglesia Católica en el Concilio Vaticano II, que inauguró en 1962 el papa Juan XXIII.

[41] Pacto de circuncisión. Generalmente se dice sólo Brit, porque el acento recae sobre la palabra pacto.

[42] Carcelero, encargado de las prisiones del Santo Oficio.

[43] El Santo Oficio de la Inquisición.

[44] Los cuatro calificadores que escogió el Tribunal eran joyas del Virreinato. El jesuita Andrés Hernández fue autor de un Tratado de Teología en cuatro volúmenes. Andrés de Bilbao «fue uno de los mayores hombres que en su tiempo gozó el Perú», aseguraba el cronista de la orden dominicana. El doctor Pedro Ortega fue rector de la Universidad y autor del Teatro histórico de la Iglesia de Arequipa. Alonso Briceño ganó la cátedra de filosofía y enseñó con tanto brillo que se lo llamaba «el segundo Escoto»; años más tarde fue despachado a Roma con plenos poderes para gestionar la canonización de San Francisco Solano.

[45] La enemistad de Andrés Juan Gaitán y Juan Mañozca se remontaba al principio de su encuentro, cuando Mañozca había llegado como visitador e informó que en el Perú «todo estaba muy mal». Gaitán, que era el inquisidor más antiguo, se negó a recibir a Mañozca y también a ofrecerle alojamiento. Tanta era su tirria que criticó al virrey y otras personalidades por acoger al visitador y su séquito. Mañozca denunció a Gaitán ante la Suprema de Sevilla. La Suprema nombró a Antonio Castro del Castillo y, a partir de entonces, se estableció cierto balance entre los tres jueces. Pero las brasas de antiguas heridas continuaban ardiendo.

[46] El Tribunal le concedió una enésima, décima y undécima disputa ante la perspectiva de que por fin iba a ceder. Ocurrieron con mucha distancia entre sí, porque los jueces sentían un indisimulable fastidio al escucharlo. Según la documentación enviada a la Suprema de Sevilla, las disputas tuvieron lugar el 17 de diciembre de 1631, el 14 de octubre de 1632 y 21 de enero de 1633.

[47] Los consultores eran ministros no asalariados del Santo Oficio de reconocida ilustración. Intervenían en las causas de fe y estaban autorizados a votar por la detención de una persona, someterlo o no a las torturas y también condenarlo en la sentencia definitiva. Podían ser requeridos por el Tribunal cuando no había acuerdo entre los inquisidores mismos y para ayudar en los conflictos de jurisdicción del Santo Oficio con el poder civil o eclesiástico.

[48] El alcaide Bartolomé de Pradeda logró convencer al Tribunal y, en recompensa a su buen comportamiento anterior a las recientes faltas, se le dio licencia para convalecer en su hacienda. De esta forma no «causará mayor daño», registra el informe. Ocupó el puesto vacante su ayudante Diego de Vargas.

[49] A la sinagoga de los hermanos judíos que están en Roma.

[50] En la relación del año 1639 que los tres inquisidores elevaron a la Suprema informaron textualmente: «…habiendo pasado el reo una larga enfermedad, de que estuvo en lo último de su vida, por un ayuno que hizo de ochenta días, en los cuales pasando muchos sin comer, cuando lo hacía eran unas mazamorras de harina y agua, con que se debilitó de manera que no se podía rodar en la cama, quedándole sólo los huesos y el pellejo, y éste muy llagado.»

[51] El conde de Chinchón, virrey del Perú, escribió al soberano por correo aparte el 13 de mayo de 1636. Informaba que brindó asistencia al Santo Oficio para arrestar muchos portugueses, recomendaba que el Consejo de Indias y la Suprema agradecieran el recelo del Tribunal limeño, y pedía mayor vigilancia en el pasaje de portugueses a América. Pero enfatizaba que los inquisidores debían restituir al fisco real una alta suma por la voraz apropiación de bienes que estaban efectuando. Era éste el nudo del conflicto y el monarca no echaría en saco roto semejante veta.

[52] Dice el informe: «Después de lo susodicho (el ayuno), fue juntando el reo mucha cantidad de hojas de choclo s de maíz que pedía le diesen de ración en lugar de pan, y de ellas hizo una soga, con la cual salió por la ventana que estaba cerca del techo de su cárcel; y fue a las cárceles circunvecinas que están dentro de la primera muralla, y entró en ellas y a los que estaban presos les persuadió a que siguiesen su ley; y habiéndose entendido, se recibió información sobre el caso, y lo declararon cuatro testigos presos, que estaban dos en cada cárcel. Se tuvo con el reo audiencia y lo confesó todo de plano, y que el celo de su ley le había movido a ello.»

[53] El arzobispo Arias de Ugarte protegió a su capellán hasta la muerte, tras lo cual Diego López de Lisboa -en 1644- escribió la emotiva biografía de su valiente benefactor.

[54] En una carta del 18 de mayo de 1639 dice: «Con la ocasión de las haciendas que se han embargado por la Inquisición, ha quedado tan enflaquecido el comercio que apenas pueden llevarse las cargas ordinarias.»

[55] En su informe, los inquisidores aseguran que los negros «eran ladinos en favor de los portugueses. Como los traían de Guinea, sabían sus lenguas y esto ayudó mucho para sus comunicaciones internas, como el uso del limón y el abecedario de golpes, cosa notable: la primera letra era un golpe, la segunda dos, la tercera tres. Con estas cifras y caracteres se entendían: claro indicio de su complicidad».

[56] «…y en las manos cruces verdes, menos el licenciado Silva -reza el informe oficial-, que no la quiso llevar por ir rebelde: todos los demás llevaban velas verdes.»

[57] «… su cuñado Sebastián Duarte que, yendo a la gradilla a oír su sentencia, al pasar muy cerca de aquél (Manuel Bautista Pérez), enternecidos se besaron al modo judío, sin que sus guardias los pudiesen estorbar.»

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