Ante todo, debo pedir disculpas a todos los amantes de Hampstead Heath y al Ayuntamiento de Londres por mi temeridad al ubicar el ficticio Museo Dupayne en el ámbito de estas hermosas y veneradas hectáreas. Otras de las ubicaciones mencionadas en la novela también son reales y los conocidos casos de asesinato exhibidos en la Sala del Crimen del museo fueron verídicos. Asimismo, cabe hacer hincapié en que el Museo Dupayne, los miembros de su consejo de administración, el personal, los voluntarios y visitantes sólo existen en mi imaginación, al igual que el Swathling’s College y los demás personajes de la historia. También debería pedir disculpas por orquestar interrupciones temporales del servicio del metro de Londres y de la línea ferroviaria entre Cambridge y Londres, pero es posible que a los usuarios del transporte no les resulte demasiado difícil dar credibilidad a este recurso de la ficción.
Como de costumbre, estoy en deuda con la doctora Ann Priston, OBE del Servicio de Ciencias Forenses, y con mi secretaria, la señora Joyce McLennan. También quiero agradecer al señor Andrew Douglas, agente de investigación de incendios del Servicio de Ciencias Forenses, por su inestimable ayuda al instruirme sobre el procedimiento de investigación de incendios de origen sospechoso.
P. D. James