Al ambientar esta historia de crimen y misterio en un seminario de la Iglesia anglicana, no ha sido mi intención desalentar a los candidatos al sacerdocio anglicano ni sugerir, en absoluto, que los visitantes que acuden a esos lugares en busca de descanso y renovación espiritual corren el riesgo de encontrar una paz más permanente de lo previsto. En consecuencia, considero oportuno recalcar que Saint Anselm no está inspirado en un seminario real, ni pasado ni presente, y que sus excéntricos sacerdotes, estudiantes, empleados y visitantes son totalmente ficticios y sólo existen en la imaginación de la autora y sus lectores.
Estoy en deuda con varias personas que han tenido la gentileza de responder a mis preguntas; cualquier error, ya sea teológico o de cualquier otra índole, es responsabilidad mía. Estoy particularmente agradecida al difunto arzobispo Lord Runcie, al reverendo doctor Jeremy Sheehy, al reverendo doctor Peter Groves, a la doctora Ann Priston (oficial de la orden del Imperio británico) del Servicio de Medicina Forense y a mi secretaria, Joyce McLennan, que aportó a la creación de esta novela mucho más que sus habilidades informáticas.
P. D. James