Este libro es una obra de ficción. Eso significa que lo he inventado, que es un producto de mi imaginación. Ha salido de la nada como por arte de magia, y cualquier similitud con el mundo real o con personas u organizaciones es pura coincidencia.
Tengo que darle las gracias a Meter Ginsberg, que acogió el libro desde su concepto inicial hasta el borrador final y que, como el fantástico socio que es, me ayudó a no perder de vista el objetivo; y a Match Hoffman, que me dio una brillante idea para un poderoso manuscrito y que verdaderamente me ayudó a encontrar el corazón de la historia de Evan y Carrie. También estoy en deuda con Carole Baron, Brian Tart, Kara Welsh, Susan Schwartz, Erika Khan y Genny Ostertag por su entusiasmo y su apoyo para el libro.
Por su ayuda en la investigación y la finalización de esta novela, le doy las gracias a mucha gente:
Mi cuñada Vicki Deutsch, mi cuñado Michael Deutsch y mi sobrina Savannah fueron unos atentos anfitriones en Florida.
El doctor Phil Hunt contestó a mis preguntas sobre traumas médicos y Charlyne Cooper facilitó nuestras charlas.
Mis suegros, Rebecca y Malcolm Fox, me ofrecieron su ánimo en momentos decisivos.
Roberto Aguilar, experto veterinario, y Sarah Burnette, directora de relaciones públicas del zoo de Audubon, en Nueva Orleans, Luisiana, amablemente me hicieron una visita guiada entre bastidores por el zoo. El doctor Bob y Sarah respondieron a mis más torpes preguntas con amabilidad y buen humor. El zoo de Audubon es una de las joyas del Sur y les animo a que lo visiten la próxima vez que estén en Nueva Orleans.
Shirley Stewart, mi agente en el Reino Unido, y Jennifer Wolf-Corringan respondieron a mis preguntas y me hicieron seguir riendo. Los compañeros del club literario de Jennifer, Martha Ware, Joanna Dear, Jo Shakespeare, Peters y Sara von Schmidt también me proporcionaron unas opiniones preciosas con respecto a los escenarios en Londres.
Marcy Garriot, directora del documental Split Decision [Decisión dividida] y presidenta de la Sociedad de Cine de Austin, contestó pacientemente a mis preguntas sobre el arte y la práctica de realizar documentales.
Tengo que darles especialmente las gracias a tres de mis compañeros escritores:
Christine Wiltz fue una generosa guía en Nueva Orleans y me permitió usar su buen nombre para abrirme puertas.
Elaine Viets, muy amablemente, me llevó por Miami y Fort Lauderdale y me sugirió barrios para los capítulos del libro que tenían lugar en el sur de Florida.
Jonathon King me indicó la situación perfecta para las escenas de Everglades.
Como siempre, mi mayor agradecimiento va para mi mujer, Leslie, mis hijos, Charles y William, mi madre, Elizabeth y mi padrastro, Dub, por todo su ánimo y por su apoyo.