En los anteriores capítulos acerca de la bebida y del baño hemos descrito importantes procedimientos destinados a mantener el normal funcionamiento del organismo y resguardarlo de morbosas y anormales condiciones.
En él capitulo que se refiere al baño interno expusimos el importantísimo procedimiento para eliminar del organismo una masa de embarazosas y entorpecedoras materias que retardaban la acción normal de la Naturaleza, amenazando emponzoñar el sistema fisiológico.
En este capítulo Vamos a exponer otros procedimientos adecuados para eliminar suciedades y desechos acumulados en diferentes partes del cuerpo y particularmente en la piel, cosa esta última a que ya nos referimos en el precedente capítulo.
Se fundan estos procedimientos en los mismos principios generales del baño, pero son de aplicación mucho más radical y producen un resultado más rápido y de mayor eficacia, en consecuencia, cuando se manifiestan condiciones morbosas.
Envoltura con la sábana mojada
Es uno de los procedimientos hidroterápicos más antiguos de los indos, que ha resistido la experiencia del tiempo.
Desdeñado en un principio por la mayoría de los médicos de occidente, se ha ido abriendo paso hasta figurar en la práctica terapéutica, según testimonios de cuantos están familiarizados con el régimen de los más importante! hospitales.
Por lo sencillo, es uno de los tratamientos más cómodos, y a esta ventaja acompaña la mucho mayor de su maravillosa eficacia.
Las siguientes instrucciones capacitarán para aplicar este tratamiento con inmejorables resultados.
Se coloca primeramente sobre el colchón de la cama un recio impermeable que lo cubra en toda su extensión para resguardarlo de la humedad, que pudriría la lana.
Se coloca sobre el impermeable un par de mantas de franela.
Se extiende sobre las manías una sábana mojada en agua fría a la temperatura corriente, cuidando de que no sea muy fría.
Ha de estar escurrida la sábana de manera que, sin chorrear, retenga el agua.
El enfermo se tiende desnudo sobre la sábana, en posición decúbito y con los brazos pegados al cuerpo.
Enseguida se lo envuelve por completo con ja sábana, como si se lo empaquetara en ella.
Se arrollan después las mantas de manera idéntica que la sábana, y por último la cobertura de la cama.
Queda así el paciente como una momia dentro de las tres envolturas citadas, que para mayor seguridad se sujetan con imperdibles.
Por supuesto que la cabeza ha de quedar fuera de las envolturas y apoyada en la almohada con toda comodidad.
Hay que procurar que el enfermo "no saque los pies de las alforjas", es decir, que los mantenga dentro de las envolturas.
En caso de que tenga los pies muy fríos, se recurre a una botella de agua caliente o una bolsa de. goma con el mismo líquido hasta que entren en calor.
Si el paciente se queja de dolor de cabeza, se le aplica una compresa de agua fría a la frente, compresa que se renueva en cuanto se caliente.
El sometido a esta cura ha de permanecer de treinta a cuarenta minutos envuelto.
Al principio basta media hora, a no ser que el enfermo se encuentre muy a gusto y quiera prolongar el tratamiento.
No obstante, nunca ha de exceder de tres cuartos de hora, pues en este tiempo ya se habrán obtenido los beneficiosos resultados que se esperaban.
Se ha de cuidar que esté bien ventilado el aposento.
Si el enfermo, por otra parte, entra en calor rápidamente, puede reducirse el tratamiento a 20 ó 30.minutos.
Hay mucha diferencia al respecto entre los pacientes, pues algunos entran en calor muy pronto, mientras que otros tardan bastante más.
El objeto no es que el enfermo sude copiosamente, como han supuesto algunos, pues la envoltura tiene por finalidad provocar otra acción fisiológica, para lo cual cierto grado de calor basta.
No obstante, transpirará más o menos copiosamente y podrá eliminar así buena cantidad de materias excrementicias.
Concluido el tratamiento, ha de lavarse cuidadosamente al enfermo con jabón y agua tibia.
A este lavado ha de seguir una fricción enérgica de agua clara, a igual temperatura que la del cuerpo.
Durante el tratamiento y antes ha de beber el enfermo pausados sorbos de agua fresca.
Si el paciente estuviera muy débil antes del tratamiento, se lo envolverá en una sábana mojada en agua tibia, en lugar de fría.
En todo caso, para resolver las inopinadas dificultades que puedan presentarse, han de servir, de norma la discreción y el buen sentido de la enfermera.
Se necesita algo de destreza y práctica para envolver al enfermo cumplidamente, por lo que convendrá que los dedicados al cuidado de enfermos practiquen este tratamiento con personas sanas, a modo de ensayo.
Si fuesen tan imprevistas las circunstancias que hubiese necesidad de recurrir al auxilio de personas legas, no estará de más que antes se ensayen en el manejo de la operación envolviendo al enfermo en una sábana seca.
Si no está bien hecha la envoltura, el enfermo se sentirá incómodo y desazonado, mientras que si se lo envuelve convenientemente se hallará muy a gusto, con vivas esperanzas en la eficacia del tratamiento.
Es mucho mejor una sábana de hilo burdo que otra de hilo fino, y será conveniente contar con algunas de repuesto si se adopta este tratamiento para los casos de enfermedad en la familia.
Huelga decir que la sábana ha de lavarse escrupulosamente, pues queda impregnada de sudor y de sustancias excrementicias.
Este recurso terapéutico tiene muy señalados efectos en el organismo.
Barre las escamaciones de piel muerta adheridas a la epidermis, abre los poros y con ello facilita la excreción de desechos.
El agua tiene una especial virtud atrayente o chupadora, se podría decir, o succionante, pues atrae a la superficie de la piel, a través de los poros, los desechos y demás sustancias inútiles o nocivas acumulados en el interior del cuerpo y más particularmente en, la sangre, los que originan la mayor parte de las enfermedades infecciosas.
El agua de la envoltura produce un efecto análogo al de los emplastos de diaquilán que se aplican a un tumor para atraer el pus.
Es extraordinaria la cantidad de materia sucia que sale por la piel en virtud de la envoltura con la sábana mojada.
Si el enfermo es bilioso o no le funciona el hígado normalmente, o si los riñones o la piel están entorpecidos y andan perezosos, se observará que después del tratamiento la sábana queda teñida de un débil matiz amarillento y tiene un olor repugnante.
No hay necesidad en algunos casos de aplicar la sábana a las narices para percibir tal olor, porque lo notan desde luego cuantas personas se encuentran en el aposento por menos olfato que tengan.
En dichos casos, además, el matiz amarillento de la sábana es tan notorio que parece la hubiesen embadurnado con pus.
Aun a los más escépticos, un par de pruebas convencerán de la eficacia de este tratamiento para eliminar los desechos del organismo cuando los órganos encargados de la eliminación natural no funcionan con la regularidad que los caracteriza.
El doctor. R. T. Trall, destacado precursor norteamericano del naturismo y de la hidroterapia en occidente, afirma sobre el particular, en una de sus obras:
"Si alguien duda de la purificadora eficacia del tratamiento de la envoltura con la sábana mojada, se la demostrará cumplidamente el siguiente experimento:
"Se escoge como sujeto de prueba a un hombre de cabal salud, no acostumbrado al baño diario, y que lleve una vida regalona, con opiparas comidas, que beba toda clase de licores y se fume tres o cuatro habanos cada día.
"Se lo envuelve en la sábana mojada y se lo deja en ella durante un par de horas.
"Al sacarlo de la envoltura se notará en la sábana un olor hediondo, prueba de que tenía la sangre muy sucia y que el tratamiento ha efectuado un proceso de depuración."
Si el enfermo, mientras se creyó sano, era aficionado a las comidas suculentas, si bebía vinos y licores copiosamente y fumaba hasta la exageración,. la envoltura en la sábana mojada revelará un acopio considerable de repugnantes desechos.
Hasta quienes comúnmente se creen sanos y buenos obtendrán. gran, beneficio si una vez al mes se aplican el tratamiento de la sábana mojada a fin de eliminar las impurezas del organismo.
La forma en que quede la sábana después del tratamiento les demostrará cuánto lo, necesitaban.
Media envoltura
Es una variante del tratamiento precedente y consiste en no envolver con la sábana más que el tronco, esto es, espalda y pecho, y el abdomen hasta las caderas.
Se utiliza cuando el paciente está muy débil y no puede resistir la envoltura completa.
Envoltura sudorífica
Es otra modalidad del primer tratamiento, del que sólo se diferencia en que el enfermo bebe agua caliente a sorbos mientras está entre mantas y sábanas.
Además, difiere en la duración, pues ha de permanecer así una hora, a fin de que sude abundantemente.
Después del tratamiento se lo ha de lavar también, como se dijo en su oportunidad.
Este tratamiento, sin embargo, es Demasiado estricto, por lo que los hidroterapeutas lo aplican rara, vez, en vista de que la sábana mojada en combinación con el baño caliente produce iguales o mejores efectos con mucho menor molestia del paciente.
Endósmosis y exósmosis
A fin de comprender mejor el porqué de los efectos beneficiosos del tratamiento de la sábana mojada, diremos algo acerca del fenómeno físico denominado ósmosis, en sus dos fases de endásmosis y exósmosis.
El diccionario Webster define la ósmosis en los términos siguientes:
"La propiedad que tienen los fluidos, de mezclarse o difundirse en la misma proporción cuando se ponen en contacto."
La siguiente es otra definición más concreta y explícita.
"La acción producida por dicha propiedad cuando los fluidos pasan a través de una membrana."
Cuando la corriente de transmisión va de fuera adentro se denomina endósmosis.
Cuando va de dentro a fuera se llama exósmosis.
Vemos así que la endósmosis y la exósmosis son dos aspectos de un mismo proceso físico de la ósmosis o pro. piedad natural de los gases y líquidos de densidad distinta de cambiar de posición cuando los separa una membrana.
Nos enseña la filosofía, apoyada en la física, que cuando dos fluidos de diferente densidad se encuentran colocados de modo que sólo los separe una membrana animal, empiezan a moverse para cambiar su posición, hasta que, establecido el natural equilibrio entre ambos, cesa ya la transposición.
Si echamos, por ejemplo, en una vasija agua y tinta separadas por una membrana animal, al cabo de algún tiempo resultará que parte de la tinta habrá pasado al agua y parte del agua a la tinta, de manera que ambos líquidos parecerán agua teñida o tinta aguada.
En el caso de la envoltura con la sábana mojada, los fluidos del interior del cuerpo y el agua de la sábana están separados por la membrana de la piel, y en consecuencia, se cumple el fenómeno llamado ósmosis.
La sangre venosa que circula por los vasos capilares que concluyen debajo inmediatamente de la epidermis contiene gran cantidad de agua con desechos en disolución.
Esta sangre venosa se esfuerza en expulsar parte de estos desechos por los poros mediante la transpiración y la exudación.
Pero cuando el agua de la sábana, cuya natural evaporación impiden las mantas, y la cubierta se pone en contacto con la porosísima membrana de la piel, se establece un intercambio de fluidos de acuerdo con los principios de la endósmosis y exósmosis antes mencionados.
Va de fuera adentro el agua de la sábana (endósmosis), mientras que los humores del cuerpo van de dentro a fuera (exósmosis), hasta que entre el exterior y el interior se establece el equilibrio.
Contribuye también el calor determinado por la envoltura a abrir los poros de la piel y facilitar la transpiración.
Es doble el efecto así producido, a saber:
1º Recibe agua limpia la sangre.
2º Salen por la piel las materias de desecho e impregnan la sábana, de manera que ya no es posible absorberlas.
Se comprenderá en vista de estas explicaciones por qué la envoltura con la sábana mojada es un procedimiento terapéutico tan eficaz, mucho más que los baños de vapor, pues cumple de un modo más eficiente la finalidad de ambos procedimientos.
Los hidroterapeutas han observado que la piel de quienes acostumbran aplicarse una vez al mes la envoltura con la sábana mojada mejora extraordinariamente.
Se suaviza, hermosea y aterciopela poco a poco, al mismo tiempo que se hace más resistente y los poros funcionan con mayor normalidad.
Los indumentos que exige la civilización debilitan la piel y entorpecen su múltiple funcionamiento.
La envoltura con la sábana mojada, en tal caso, y los paños descritos anteriormente contribuirán a restituirle el perdido vigor y a recobrar toda la vitalidad necesaria para el cumplimiento de sus funciones.
Nos parece que del tratamiento de la envoltura ¿Tendrá cada cual algunos beneficios accesorios, aparte de los más importantes ya enumerados?.
La experiencia lo probará.
La persona sana podrá aplicarse ella sola este tratamiento sin ayuda ajena, con sólo un poco de práctica.
Se hace primero un ensayo con. sábanas secas y se procede después a la aplicación efectiva de este método curativo.